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CUENTOS ESPIRITUALES

Un campesino necesitado de una mula para arar


sus campos y llevar sus frutos al mercado, fue a
la feria de ganado de la ciudad con el fin de comprarla.
Cuando regresó a su pueblo, reunió a sus vecinos
para que viesen la mula que había comprado y
para que, con él, compartiesen su alegría.
La mula, bellísimamente enjaezada, con una albarda
repujada, correajes bordados, y borlas rojas
entretejidas que adornaban su crin. Completaba
el conjunto unas alforjas de lona fuerte a las
cuales estaban cosidas bellos y coloridos adornos.
- Mirad, mirad- decía el campesino- me ha costado
muy cara pero, como podéis comprobar su
estampa es bella, y sus atalajes son de una delicadeza
exquisita.
Mientras todos los presentes se hacían continuas
exclamaciones de admiración, otro campesino,
lleno de sensatez, salió del corro y le dijo.
- Querido vecino, quitémosle los adornos y
atalajes al animalito y veamos si su cuerpo es
fuerte y resistente para el trabajo que le espera.
En ese momento, el campesino confiado se dio
cuenta que no había comprado una mula para que
le hiciera el duro trabajo que necesitaba de ella,
sino una ilusión adornada. La persona evolucionada,
que se siente segura de si misma, que no se
cree ser tal o cual cosa, sino que se conoce bien,
es sencilla, pues no necesita de artificios que le
hagan aparecer ante los demás como una figura
destellante.
Una muestra de la sabiduría de la Orden Rosacruz
se nos da cuando, en las primeras lecciones se
dice: La simplicidad es la garantía de la autenticidad,
por ello nuestras enseñanzas, que son verdades
eternas, no tienen por qué estar revestidas
con un lenguaje ampuloso, ni teorías rebuscadas.
El sabio no necesita probar continuamente su
sabiduría; simplemente se manifiesta como lo que
es: UN SER HUMANO.
Cuanto avanzaríamos en el sendero de la perfección
y la toma de consciencia si fuésemos totalmente
conscientes, y así lo asumiésemos en nuestra
mente y nuestro corazón, que hemos nacido
para vivir la vida.
Esto que parece una verdad evidente por si misma
deja de serlo cuando nos percatamos que, en
muchas ocasiones, la verdad de la existencia es
sustituida por los conceptos que fabricamos en
nuestra mente.
«Una vez un poderoso industrial de las conservas
de pescado, que se encontraba de vacaciones
en un país «a medio civilizar» vio a un pescador
que jugaba con sus hijos junto a su barca, varada
en la arena de la playa.
Sulfurado por la escena, el industrial le dijo al
pescador: - ¿Por qué en vez de estar ahí perdiendo
el tiempo no sales a pescar?.
- Porque ya pesqué lo suficiente por hoy.
- Pero si pescases más - dijo el industrial, podrías
ahorrar, y compartes otra barca, y mejores aparejos
de pesca, y algún día podrías comprar otra
barca más, y contratar a otros pescadores que
trabajasen para ti, y seguir prosperando.
- Y cuando hubiese prosperado - dijo el pescador
que jugaba con sus hijos- ¿Que podría hacer?.
- Podrías disfrutar de la vida.
- Y que te crees que estoy haciendo ahora - dijo el
pescador.
Es evidente que debemos concebir, crear, actuar,
y perfeccionarnos en todos los sentidos, pero no
debemos perder de vista lo fundamental, aquello
que en verdad es esencial: Vivir la Vida.

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