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Anales de

Antropología
Volumen 52-I

Enero-junio 2018

eISSN 2448-6221
A nales de
A ntropología
Anales de Antropología 52-1 (2018): 59-66

www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia

Artículo

Por una crítica indígena de la razón antropológica


Towards an indigenous critique of anthropological reason

Alcida Rita Ramos*


Departamento de Antropologia, Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Brasília,
Campus Universitário Darcy Ribeiro, 70.910-900, Brasília, Distrito Federal, Brasil

Recibido el 21 de junio de 2016; aceptado el 25 de enero de 2017

Resumen Abstract

Discurro sobre una trayectoria posible en el universo antropológico, I deal here with a possible path within the anthropological universe,
desde la etnografía clásica, pasando por el activismo político, hasta starting from classic ethnography, going through political activism,
llegar a la reflexión, digamos, postactivista. La entrada en escena de and reaching what we may call a post-activist reflection. With the
intelectuales indígenas ha permitido cuestionar algunas prácticas an- arrival on the scene of indigenous intellectuals, some century-old an-
tropológicas centenarias. Es de esperarse que los indígenas estudio- thropological practices are being challenged. We can hope that the
sos de la antropología provoquen el surgimiento de una antropolo- presence of indigenous scholars will provoke the rise of an oecume-
gía ecuménica, de manera que renuevan y rescatan la disciplina de nical anthropology, which could renew the discipline and rescue it
su letargo actual. Lo que aquí está en juego es la expectativa de una from its current state of lethargy. The paper raises expectations about
“conversación” crítica entre antropólogos indígenas y no indígenas a critical “conversation” between indigenous and non-indigenous
dirigida a generar preguntas, buscar respuestas que, a su vez, creen anthropologists by posing questions, looking for answers, which, in
nuevas preguntas en una espiral dialéctica, donde los puntos de vista turn, would raise further questions, and so on in a dialectical spiral
indígenas y no indígenas colidan para producir un grado de energía where indigenous and non-indigenous viewpoints inevitably clash,
intelectual, potencialmente capaz de provocar transformaciones signi- hopefully generating sufficient intellectual energy to provoke meanin-
ficativas en la disciplina antropológica. gful changes in the field.

Palabras clave: antropología ecuménica; Brasil; indígenas antropólogos; antropologías propias.

Keywords: oecumenical anthropology; Brazil; indigenous anthropologists; own anthropologies.

* Correo electrónico: alcidaritaramos@gmail.com

DOI: https://doi.org/10.1016/j.antro.2017.01.003
0185-1225/© 2016 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas. Éste es un artículo Open Access bajo la
licencia CC-BY (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/).

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Preámbulo briand de Malinowski. Llegué a sentir cierto escrúpulo


por hacer un trabajo de campo “apolítico”, sin ninguna
A partir de mi experiencia personal, discurro sobre intención aparente de practicar una “conciencia crítica”,
una trayectoria posible en el universo antropológico como cualquier investigador “gringo” en busca del nativo
que va desde la etnografía clásica, pasando por el acti- antes de que se perdiera para siempre. Sin querer, caí en
vismo político, hasta llegar a una reflexión, digamos, el savage slot (Troulliot 1991)… hasta el final de la déca-
postactivista. La entrada en escena de intelectuales indí- da de 1980.
genas ha permitido cuestionar algunas prácticas an-
tropológicas, como por ejemplo la de camuflar la tras- Mal sabíamos nosotros lo que estaba por venir
cendencia epistemológica de las teorías nativas bajo años más tarde: la locura de la búsqueda del oro
rótulos como mitos, cosmología, etcétera, las cuales crean [en el extremo norte de Brasil], la mortandad en
una incomunicabilidad que, dentro de la disciplina, masa de los indios yanomami bajo los efectos de
niega a los indígenas el papel de productores (y no repetidas pandemias de malaria, la publicidad
apenas abastecedores) de postulados teóricos de puño mundial sobre el escándalo de su genocidio, la mo-
propio. Mi expectativa es que los indígenas estudiosos vilización política a su favor y el papel fundamen-
de la antropología provoquen una apertura hacia una tal de la investigación etnográfica clásica en la
antropología ecuménica para que renueven la disciplina defensa de sus derechos. Al fin y al cabo, no fue
y la rescaten de su letargo actual. La interlocución entre necesario inventar una fricción interétnica para
indígenas y no indígenas debe ser fundamental en ese legitimar mi elección de campo etnográfico. Para
proceso al crear un campo de interpelaciones mutuas consternación de todos, el contacto interétnico se
como camino para el crecimiento, de manera semejante a abatió sobre los yanomami como una ola gigante
la propuesta de Jorge Wagensberg en su estimulante libro y mortífera (Ramos 2010a: 46).
El gozo intelectual. Teoría y práctica sobre la inteligibilidad
y la belleza (Wagensberg 2007). Volveré a esto más Deshaciendo mi equívoco inicial, la investigación
adelante. etnográfica profunda probó, una vez más, que es indis-
pensable como recurso político para la defensa de los de-
rechos indígenas. Los escritos etnográficos que algunos
Experiencia vivida colegas y yo escribimos a lo largo de esos veinte años fue-
ron cruciales para sustentar argumentos a favor de la de-
Con el debido permiso, le doy a este relato un tono marcación de la tierra tradicional de los yanomami, que
personal como una manera de entender cómo se hizo apenas ocurrió en 1991, después de una década de lucha
una trayectoria antropológica y, al mismo tiempo, dar un política y burocrática y de continuas invasiones de busca-
contexto a las ideas que surgen, fluyen y suscitan otras, dores de oro (garimpeiros), a partir del 1989, que fueron
muchas veces de modo furtivo, casi inconsciente. responsables de la muerte de casi una tercera parte de los
Vivo la antropología con un profundo acento brasile- seis mil yanomami que fueron más duramente afectados
ño. Mi formación se basó en los clásicos mundiales, pero en el territorio brasileño (Ramos 1995a, cap. 11).
vistos siempre desde un lugar específico, Brasil. Como En 1977, la dictadura militar en Brasil (1964-1985)
inmigrante portuguesa, a la edad de siete años, fue en me empujó hacia la plácida Escocia, donde me ocupé
Brasil donde supe que pertenecía a la categoría “otro”. escribiendo sobre la dramática situación de los indígenas
Experimenté los sentimientos de ser extraña en una tierra bajo la égida de los megaproyectos de desarrollo en la
extraña. Esos sentimientos se transformaron en ideas que Amazonia (Ramos 1980, 1984; Ramos 1991, 1995b).
sólo se dieron a conocer cuando, por primera vez, encon- Sedienta de acción, regresé a Brasil tres años después.
tré la antropología, ya en la universidad. Quería penetrar Me involucré en varias actividades militantes en la capi-
las entrañas de la alteridad que me hablaba tan de cerca y, tal, Brasilia; conocí y hospedé a varios líderes indígenas
así, vi en los pueblos indígenas un espejo que me podría que, como por encanto, habían surgido en el escenario
devolver la imagen distorsionada que la “mayoría” hace nacional en aquel lapso; viví de cerca su desesperación,
de nosotros, los diferentes. su frustración y su angustia. Todos, pero cada uno a su
Contra la corriente en boga en Brasil en la década de manera, transmitían el drama de ser miembros de una
1960, que giraba alrededor de los estudios de la fricción minoría indígena en un país indiferente a las injusticias
interétnica, y contra mi propia expectativa por trabajar étnicas y sociales. Mientras yo me sentía extraña en tierra
con algún pueblo que hubiera sufrido los abusos del con- extraña, los indígenas se volvían extraños en su propia
tacto perverso con la sociedad nacional, fui al corazón de tierra. Desarrollé una fuerte empatía por aquellos indíge-
la Amazonia a estudiar un subgrupo del pueblo yanoma- nas estoicos y audaces. Fui testigo de situaciones límite
mi que, en aquella época, era el epítome de los indígenas que me produjeron una parálisis intelectual momentánea
aislados, libres de invasiones e injusticias interétnicas. y llegué a experimentar una aguda toma de conciencia de
Allá, durante 23 meses, viví en lo que hoy podríamos lo que debe ser sentirse “indio” en un medio tan hostil.
llamar paraíso etnográfico, más puro que las islas Tro- Pasó algún tiempo antes de que consiguiera transformar

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esa parálisis en análisis antropológico. Al final, fue una para sí el papel de actor secundario en la escena interét-
parálisis productiva. Algunos de los artículos que escribí nica (Ramos 2007, 2008: 480-81).
en la época son: Me alejé del campo militante ya repleto de agentes y
asociaciones de apoyo a movimientos, y de encuentros
...fruto de una inmersión casi metafísica en el su- y decisiones cuyo propósito es enfrentar los meandros del
frimiento de aquellos indios: uno, borracho, resca- poder y hacer oír las voces indígenas. Me replegué, en-
tado de la calle después de una pelea de bar al final tonces, a la reflexión sobre el lugar y el papel de la nacien-
de un día perdido en las entrañas del poder en te categoría de indígenas antropólogos y al posible futuro
Brasilia; otro, inmovilizado a la fuerza para evitar de la antropología cuando las teorías indígenas, vehicu-
que se matara, por no llevar a casa un nuevo fra- ladas por investigadores indígenas, marquen su presencia
caso político; otro, emocionalmente confundido, en la academia en igualdad de condiciones con las teorías
temiendo por la propia vida si volviera a su tierra corrientes en la disciplina. A ese futuro posible –y espe-
después de denunciar a los poderes locales en foros ro que probable y cercano– le di el nombre de antro-
internacionales (Ramos 2010a: 47-48). pología ecuménica. Un ecúmene antropológico (Ramos
2011a, 2011b) sería, pues, la congregación horizontal
El artículo “Categorías étnicas del pensamento Sanu- (¿me arriesgo a llamarla igualitaria?) de teorías sociales
má” (Ramos 1985), a pesar del título anodino, contiene de distintas procedencias. “En el futuro”, dice Benthall,
un momento fugaz en el que encarné la amargura de ser “en el futuro la antropología, probablemente, hará más jus-
humillado por apenas una palabra: indio. En aquel mo- ticia a su promesa incontestable si se conduce con modestia
mento, los yanomami no habían sido expuestos aún a ese y si se mantiene lo más permeable posible a otros campos
estigma y entonces pude analizar estas categorías sin refe- de estudio” (Benthall 1995: 6). La incontestable promesa de
rirme al doloroso proceso de colonización de la conscien- la antropología consiste en salir de los muros académicos
cia, del que nos hablan Comaroff y Comaroff (1991). para alcanzar el mundo, con un lenguaje accesible sin
perder su rigor científico. Esos otros campos de estudio
pueden ser campos de producción antropológica fuera de
Nuevos rumbos la academia, sea en las instancias del poder, de protesta, o
en aldeas indígenas de las que la antropología ha sacado
Puedo decir que fue por la vía del afecto, del sentir la mucho de su sabiduría y de su heterodoxia y donde hace
amargura de ser otro, tal vez más otro de lo que yo ya falta sangre nueva para revitalizarla. La antropología, dijo
fuera, que comencé a cultivar la voluntad de acompañar Benthall, “es la única ciencia social comprometida de for-
más de cerca la trayectoria de los indígenas por el ma consistente en contestar al etnocentrismo inherente a
camino de la academia. Atrasado en décadas en relación todos los discursos sobre la sociedad” (p. 9; cursivas del
con pueblos nativos de otros países de las Américas,1 autor). Si esa afirmación vale para los antropólogos no
ese camino les abrió un horizonte de posibilidades indígenas, ¿cómo será una antropología hecha por men-
intelectuales y políticas a los indígenas en Brasil, entre tes indígenas?
ellas la capacidad de oponerse a posiciones de académicos El antropólogo Tonico Benites, de la etnia guaraní
no indígenas que, inclusive bien intencionados, traen kaiowá del estado de Mato Grosso del Sur, afirma que su
en su adn cultural ideas demasiado arraigadas para ser “posición y lucha como indígena y antropólogo son para
voluntariamente cuestionadas y rechazadas (Ramos deconstruir y descolonizar esos “indios” idealizados y ho-
1994, 2000). Con la autoridad que el grado de doctor mogéneos en los libros didácticos y en los medios de co-
en antropología confiere, los intelectuales indígenas municación” (Benites 2015: 4). Benites muestra su ma-
comienzan a identificar los problemas más profundos nera de hacer antropología como un recurso importante
de la práctica antropológica tradicional, como veremos en la defensa de los derechos indígenas cuando afirma:
adelante.
Ahí comenzó mi interés por la praxis de la antropo- ...el área de Antropología, cuando hecha con serie-
logía en ese nuevo contexto interétnico, el cual me abrió dad, se vuelve fundamental para entender de for-
una fase que denomino como poscomprometida, si es ma profunda las concepciones, los intereses y las
que el compromiso se limita a la militancia política. Al necesidades reales de las familias y de los pueblos
final, descomprometerse, en este sentido, tal vez sea la indígenas abordados, teniendo siempre en consi-
manera más comprometidamente desapegada de recono- deración su historia y su múltiple modo de vivir y
cer la agencialidad plena de los indígenas. Al renunciar de ser (Benites 2015: 6).
a la militancia, el antropólogo sale de su posición como
productor principal de conocimiento etnográfico para La situación dramática que ha vivido su pueblo a lo
darle el lugar a nuestros tradicionales “otros”, tomando largo de décadas de invasiones de tierras, asesinatos y ne-
gligencia estatal ayuda a explicar la pragmática de Benites
en relación con el papel de la antropología para intentar
1
Este atraso se debe al desprecio centenario del Estado brasileño por
la educación escolar indígena ocasionado, entre otros factores, por el comprender las fuerzas que han operado en el destino de
tenaz régimen de tutela estatal. los guaraní kaiowá. Él dice: “siendo mi investigación par-

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ticipativa e implicada, puedo comprender mejor el modo Pensar el lugar, el papel y los desafíos de los in-
de ser, actuar y pensar de los operadores de derecho, de dígenas antropólogos es pensar necesariamente el
los investigadores de las universidades, de los agentes in- papel de éstos junto a la propia antropología. Tal
digenistas del Estado y de afuera de este (ong), del go- vez, esta sea una tarea difícil, pues abre la posibi-
bierno y del poder judicial brasilero” (Benites 2015: 6). lidad de que la antropología sea cuestionada en
También vemos esa propuesta de hacer una “antro- su autoridad y cientificidad etnográfica, lo cual
pología reversa” (Kirsch 2006) en los escritos de Gersem en general, los antropólogos están muy poco dis-
Baniwa (Luciano 2012, 2015), como es mejor conocido puestos a aceptar con tranquilidad, en la misma
el antropólogo Gersem Luciano,2 miembro del pueblo proporción en que los indígenas antropólogos no
baniwa del noroeste de la Amazonia. Al estudiar a los an- están dispuestos a ser meros actores secundarios
tropólogos que estudian a los indígenas, los indígenas y legitimadores de las teorías antropológicas, mu-
antropólogos tienen en sus manos herramientas con las chas de ellas colonialistas y racistas desde el punto
que desbastan el intrincado mundo de los blancos. La de vista epistémico (Luciano 2015: 4).
propia antropología les da esas herramientas en un pro-
ceso dialéctico, cuya nueva síntesis aguardo con impa- Frente a tales dificultades, Baniwa propone que los
ciencia. Baniwa percibe esto de forma cristalina: propios indígenas antropólogos tomen para sí la tarea
de transformar la disciplina “frente a la necesidad de
...auto-representaciones de sus cosmovisiones, de ser menos totalitaria, colonialista, jerarquizadora de las
sus universos culturales, ontológicos y epistemo- relaciones humanas” (Luciano 2015: 4). Y advierte: “la
lógicos, por medio de los cuales, nosotros los in- única cosa que no puede es dejar de ser indígena. Mi en-
dígenas podemos conocerlos mucho mejor en la tendimiento es que nosotros indígenas antropólogos, en
búsqueda por una convivencia y coexistencia más nuestro tiempo y espacio propio, construiremos nuestro
promisoria… Conocer a los antropólogos no indí- propio quehacer antropológico, lo cual no significa ha-
genas significa conocer al hombre blanco (Luciano cerlo contra o a favor del quehacer antropológico clásico
2015: 2-3). o moderno, sino simplemente significa hacerlo diferen-
te” (Luciano 2015: 5).
Para él, “la antropología [es] como un lente multifo- Para el estado actual de la imaginación antropoló-
cal, multidimensional y multicósmico que posibilita al gica, que parece contentarse con remozar viejos modelos
indígena ver cosas que la propia antropología no logra o que se agotaron en la llamada posmodernidad, tal vez sea
no quiere ver, porque éste dispone de otras formas, pro- el momento propicio de intentar algo que está frente a
pósitos y ángulos para observar” (Luciano 2015: 2). nosotros pero que ha escapado a nuestra conciencia. Es
Percibir cosas que la antropología no ha podido o no común que los antropólogos dejen que teoría y método
ha querido ver es exactamente lo que propongo con la se interpongan entre su lógica y la de los indígenas, igno-
antropología ecuménica. Es abrir un campo de interco- rando el hecho de que todos compartimos la misma ra-
municabilidad epistémica, de manera que, simplemente, cionalidad humana. Imágenes distorsionadas o reducidas
los antropólogos no se complazcan con sus análisis y sus serían el resultado de los puntos ciegos creados por un
teorías sin ponerlas al escrutinio de la crítica indígena. exceso de preocupación con la aplicación de métodos y
Por crítica no quiero decir censura sino indagación a la teorías, generando la ansiedad de la que habla Devereux
luz de otras miradas. Es un procedimiento que recuer- (1967). Me refiero al punto ciego que ignora la contribu-
da la demostración del físico catalán Jorge Wagensberg ción fecunda de los indígenas, no más como producto-
(2007). Para él, la ciencia se desarrolla cuando una res- res de materia prima etnográfica sino como pensadores,
puesta a una pregunta inicial genera otra pregunta, y así como analistas capaces de traer para la academia maneras
por delante. Una etnografía que se autorresponde y que- nuevas de ver el mundo y formas innovadoras de abor-
da satisfecha con eso puede tener un valor en sí, pero no dar fenómenos socioculturales, inyectando sangre nueva
genera nuevas preguntas. Es aquí donde el papel crítico a la disciplina que tiene por hábito autofagocitarse. Se-
de los indígenas puede apalancar cuestiones antropológi- ría aplicar a la propia antropología el aclamado adagio
camente banales hacia niveles más exigentes de profun- lévi-straussiano según el cual los indígenas siempre se
didad, sofisticación y comunicabilidad. abrieron para el otro (Lévi-Strauss 1993). Y no se trata
Gersem Baniwa aborda la cuestión de manera más apenas de escribir un texto y “dar” coautoría a quien pro-
filosófica al intentar identificar los obstáculos, las limita- porcionó los datos. Se trata de componer a varias manos
ciones actuales para una antropología ecuménica debida- un dialéctico encadenamiento de dudas, conversaciones
mente compartida entre indígenas y no indígenas y una mutuas y respuestas que, a su vez, generan nuevas dudas
posible respuesta. y así hacen girar la rueda de la intercomunicabilidad y de
la profundidad en la generación de conocimiento.
Nuevamente evoco a Wagensberg: “una comprensión
es de hecho una máquina para hacer preguntas” (Wa-
2
En cuanto a los nombres y apellidos de los autores indígenas, adopto gensberg 2007: 26), preguntas que resultan de una fase
los que ellos mismos indican en sus trabajos escritos. de la investigación que el autor llama conversación. “Si la

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conversación regresa exactamente al mismo punto que- pología debe, necesariamente, hacer justicia a
da atrapada… en un círculo vicioso. Para que la conver- la sagacidad y a la riqueza intelectual indígena,
sación no sea circular, el punto de partida y de llegada abandonando de antemano ciertas ideas recibidas
han de ser distintos, aunque sea por muy poco” (p. 33). que reducen teorías y metodologías indígenas a
Transportando esta propuesta al campo de la etnología viejos conceptos atávicos cargados de desigualdad.
es fácil prever las ventajas para la comprensión mutua y 3. Abrir camino al crecimiento y recuperación de la
para que la propia antropología se abra al otro, acogiendo antropología, ansiando por una fusión de hori-
nuevas teorías, otras sapiencias, otros puntos de vista que zontes, o sea, por el esfuerzo de aproximación en-
los indígenas antropólogos están aptos para conducir en tre diferentes visiones, en los moldes trazados por
igualdad de condiciones epistemológicas (Ramos 2008). Gadamer (1989), aunque sea como una quimera
“Es natural y deseable”, dice Baniwa, “que los indígenas oximorónicamente alcanzable, trazando una ruta
antropólogos, con dominio de las herramientas teóricas plena de encrucijadas donde antropólogos indí-
y analíticas de la disciplina y, conocedores de las realida- genas y no indígenas se pregunten, se desafíen
des de sus comunidades y pueblos, construyan y ejerzan mutuamente, provocando nuevas respuestas en
procesos discursivos críticos e independientes de los pre- una espiral intelectual propicia a entendimientos
ceptos canónicos de la disciplina perpetuados a lo largo o desentendimientos productivos, de tal manera
de su existencia” (Luciano 2015: 5). que se asegure una sobrevivencia digna para la
No obstante, es necesario reconocer y valorar la con- antropología y, ante todo, para los pueblos que la hi-
tribución que la antropología ha dado para el surgimien- cieron posible.
to de una “conciencia antropológica” por parte de los
indígenas. Ese hecho por sí solo hace que valga la pena
la existencia de la antropología, pues, entre otras cosas, Horizontes
como dice Baniwa, “puede ofrecer a los indígenas un
bien precioso y complejo que es el conocimiento sobre el Después de mucho insistir en la necesidad de las
mundo del blanco” (Luciano 2015: 2). No es necesario autoetnografías indígenas y de una antropología ecu-
ni loable aferrarse a las ideas recibidas como una tabla ménica (Ramos 2008, 2009, Ramos 2010a, 2010b,
de salvación. Como nos enseña el filósofo alemán Hans- 2011a, 2011b, 2012, 2014), es hora de ir al mundo
Georg Gadamer (1989), tradición que no se transforma real y comenzar a probar estas ideas en la práctica. Con
termina muriendo de inanición. Al final, los indígenas la entrada de indígenas en los campos de la academia,
son parte constitutiva de la tradición antropológica y lle- ahora tenemos la oportunidad de intercambiar ideas en
gan ahora al punto de cambiar de lugar dentro de ella, a igualdad de condiciones. El escenario es muy diferente al
pesar de la resistencia que se percibe en algunos sectores del campo de investigación etnográfica tradicional en el
de la antropología académica. La entrada de los indíge- cual: el investigador preguntaba y el “nativo” respondía:
nas antropólogos al escenario profesional puede ser más el investigador era un intruso y el “nativo” estaba en ca-
turbulenta de lo que sería válido suponer. “La visión ab- sa; el investigador llevaba objetos manufacturados y el
solutista de la ciencia antropológica”, dice Baniwa: “nativo” los deseaba. En este nuevo contexto, el terreno
es compartido, las preguntas, respuestas y objeciones son
...conduce a la práctica de la tutela cognitiva de mutuas y pueden surtir efectos inesperados para ambas
los indígenas… los antropólogos no indígenas son partes.
excelentes asesores, tutores, aliados políticos, pero En la Universidad de Brasilia, estudiantes indígenas
delante de discursos de rupturas no logran romper de posgrado produjeron textos estimulantes sobre las di-
las bases culturales de la tutela, del colonialismo y ferencias entre la etnografía hecha por académicos no in-
del imperialismo, en la medida en que no son ca- dígenas y por indígenas (ver Apurinã, en este volumen) y
paces de soltarse de sus matrices cosmopolíticas y sobre las vivencias de estudiantes indígenas en el mundo
epistemológicas eurocéntricas (Luciano 2015: 6). académico de la antropología (ver Cruz 2016, en este
volumen). Encuentros informales entre esos estudiantes
Mis expectativas en relación con la crítica indígena y algunos profesores han traído a la superficie muchas
sobre la antropología son: inquietudes y sorpresas. El idioma común de la antropo-
1. Traer un nuevo aliento a la antropología, prin- logía permite que transitemos por los mismos caminos
cipalmente, con la participación de sus antiguos de comunicación, con la única –pero significativa– dife-
“objetos” que, a juzgar por los testimonios aquí rencia de que algunos son profesores no indígenas y otros
presentados (y muchos otros fuera de Brasil) son estudiantes indígenas. Aunque todavía sea una ex-
están dispuestos a apostar en un Renacimiento periencia bastante incipiente, comenzamos a percibir lo
antropológico, gracias a la combinación de su vi- que está por venir. Por ejemplo, una conversación sobre
vencia indígena con la apropiación de los instru- parentesco generó una duda en uno de los estudiantes
mentos de la disciplina. indígenas, quien afirmó la posibilidad legítima de casar-
2. Al provocar una conversación equilibrada entre se con sus primas paralelas, rechazando los argumentos
profesionales indígenas y no indígenas, la antro- etnográficos habituales. Asaltado por la duda, consultó

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a su padre por teléfono y, con una sonrisa traviesa, ad- Traer a los antropólogos indígenas al seno de la vida
mitió que él también, sin darse cuenta, seguía la regla intelectual, dentro o fuera de los muros académicos, no
que prohíbe el matrimonio entre “hermanos”. Aunque significa negar la importancia de la investigación etno-
el ejemplo sea trivial, muestra la posibilidad de posibles gráfica hecha por los no indígenas. La mirada distante
diálogos entre saberes distintos que pueden convergir en (como propone el mismo Baniwa) ya se mostró funda-
nuevos espacios de comprensión mutua. mental para la comprensión de cualquier sociedad. Un
Con estudiantes indígenas, que no comparten con caso ejemplar es el de Alexis de Tocqueville (2003), noble
nosotros la misma historia de conquistas, podemos pre- francés fascinado por la idea de democracia. Su investi-
guntar, por ejemplo, por qué Occidente necesitó inven- gación en Estados Unidos reveló aspectos sorprendentes
tar la antropología. Se espera que su respuesta no sea la para los propios americanos. Lo que es inconcebible es
misma que la de estudiantes no indígenas. Para ellos po- atribuir más valor a las teorías y análisis académicos que
demos diseñar cursos que les hablen más de cerca y les a las indígenas.
permitan descifrar algunos enigmas de la conquista. Con
ellos comenzamos a incursionar por caminos que no es- Es decir que las teorías nativas ya no deben ser
taban en nuestro horizonte. Esta intercomunicabilidad consideradas una mera materia prima que alimen-
productiva de preguntas, respuestas y más preguntas, de ta la fábrica de ideas académicas. Tomar a los in-
dudas, ambigüedades y aciertos, es reminiscente del gozo dígenas en serio no es apropiarse de sus palabras y
intelectual pregonado por Wagensberg. Por esos encuen- gestos como material bruto al que se agrega valor y
tros, todavía pocos, se puede percibir claramente que el se vende como teoría antropológica, sino otorgar-
entrenamiento en antropología no hará de esos indígenas les el lugar intelectual que les corresponde (Ramos
otros tantos antropólogos aplanados por el limador de la 2011a: 118).
ciencia. Así como nosotros, antropólogos no indígenas,
llevamos nuestra carga cultural para el campo, a pesar Como resultado práctico de todas estas consideracio-
del efecto mínimamente neutralizador del entrenamien- nes, persistamos en crear una red permanente de inter-
to antropológico, también los antropólogos indígenas no cambio en la que indígenas y no indígenas se involucren
dejan de ser indígenas solamente por ser antropólogos. y se desafíen mutuamente y, así, creen un horizonte de
Con toda seguridad, serán lo que Tonico Benites llama conocimiento y respeto mutuos basados en el lenguaje
“antropólogos indígenas” o lo que Gersem Baniwa deno- común de la antropología ecuménica, un campo de de-
mina “indígenas antropólogos”. bates donde no hay ni ganadores ni perdedores, ni domi-
Incluso con cierta dosis de artificialidad, podemos in- nadores ni dominados, sólo pensadores, mentes abiertas
tentar descifrar esta inversión que hacen Benites y Bani- cuyo horizonte es el conocimiento mutuo y el respeto
wa del sustantivo y del adjetivo de indígena y antropólo- que proviene de ello.
go. Ambos perciben en la antropología un instrumento
útil para pensar el mundo. Sin embargo, mientras que
Baniwa afirma que “la antropología puede ofrecer a los Últimas consecuencias
indígenas un bien precioso y complejo que es el conoci-
miento sobre el mundo del blanco” (Luciano 2015: 2), Llevando la inspiración de Wagensberg hasta las últimas
Benites asevera que “la Antropología, cuando se hace en consecuencias, acojo con placer las reflexiones de la
serio, se vuelve fundamental para entender de forma pro- evaluadora anónima, quien dio un chorro de vida a este
fundizada las concepciones, los intereses y las necesida- trabajo. Superando ampliamente mis expectativas más
des reales de las familias y de los pueblos indígenas de los osadas, la colega vislumbró nuevas preguntas que para
que trata, considerando siempre su historia y su modo de responder con la debida profundidad yo tendría que
vivir y de ser múltiples” (Benites 2015: 6). escribir un libro entero sobre el asunto. Aquí puedo
Podríamos traducir ambas posiciones en términos que apenas apuntar algunos caminos sugeridos por ella y
rebasan nuestra discusión. Los indígenas antropólogos de que dan a mis ideas una profundidad anhelada, pero no
Baniwa –donde la palabra “antropólogos” califica “indí- alcanzada en el contexto de un capítulo de un volumen
genas”– equipados con los conocimientos antropológicos colectivo.
combinados con los suyos, se proponen desarrollar una En primer lugar, mi entendimiento de lo que son los
antropología crítica. Es una antropología vuelta para fue- intelectuales indígenas, en especial en el área de la antro-
ra, a partir de una mirada formada adentro. Por su parte, pología, se refiere a su situación privilegiada de vivir en
los antropólogos indígenas de Benites, antropólogos que dos mundos: el de los saberes indígenas y el de los sabe-
tienen el privilegio de ser indígenas, tendrían como obje- res académicos. Este desdoblamiento de la idea central
tivo hacer antropologías propias o, si se quiere, autoetno- del artículo nos llevaría a profundizar la importancia de
grafías. Es una visión vuelta para dentro, alimentada por los antropólogos indígenas como agentes por excelencia
un conocimiento cultivado desde fuera. ¿Cómo esas dos que operan una conjunción de saberes distintos y, por
visiones, igualmente densas y legítimas, nos plantean la ello, serían capaces de enriquecer ambos saberes con
cuestión de la antropología ecuménica? fértiles cuestionamientos cruzados que tendrían el gran
potencial de dirimir malentendidos mutuos y fomentar

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la comprensión derivada del respeto a las diferencias. Na- Its relevance to the contemporary world (pp. 1-11).
turalmente, ese ejercicio no es común a toda sociedad, ni London: Athlone Press.
a la del indígena antropólogo ni a la del antropólogo no Comaroff, J. L. & Comaroff. J. (1991). Of revelation and
indígena. El intelectual indígena y el no indígena serían revolution, vol. 1, Chicago: University of Chicago
como conmutadores culturales, figuras especiales en po- Press.
sición de permutar experiencias y mensajes a través de Cruz, F. S. M. (2016). Indígenas antropólogos e o espe-
sus respectivos contextos sociales. táculo da alteridade. (Série Antropologia) Bra­sília:
Un segundo punto que podría ser desarrollado tiene Universidade de Brasília.
que ver con la especificidad del conocimiento antropo- Devereux, G. (1967). From anxiety to method in the beha-
lógico en un contexto mayor de relaciones interétnicas. vioral sciences. Paris, Den Haag: Mouton.
¿Cómo los indígenas antropólogos construyen su co- Gadamer, H. G. (1989). Truth and method (2nd ed.),
nocimiento académico dentro de ese contexto y cómo London: Sheed & Ward.
son percibidos por sus pares profesionales y por sus co- Kirsch, S. (2006). Reverse anthropology: Indigenous analy-
terráneos? Lo que aquí está en juego es la cuestión de sis of social and environmental relations in New
cómo enfrentar las contradicciones inherentes de pasar Guinea. Stanford: Stanford University Press.
de “objeto” a “sujeto” de la investigación etnográfica sin Lévi-Strauss, C. (1993). História de Lince. São Paulo:
traicionar lealtades étnicas de ambos lados. Companhia das Letras.
Dentro de las desigualdades sociales que ninguna Luciano, G. (Baniwa). (2012). A conquista da cidadania
simetría académica –si existiera– podría desvelar, el lla- indígena e o fantasma da tutela no Brasil contem-
mado a desvestirnos de nuestros respectivos orígenes por porâneo. En A. R. Ramos (comp.), Constituições
medio de la prolongada formación académica pone de nacionais e povos indígenas (pp. 206-227). Belo
relieve el deseo utópico de la nivelación social. No obs- Horizonte: Editora UFMG.
tante, casi siempre tropezamos con el poder diferenciado Luciano, G. (Baniwa). (2015). Indígenas antropólogos:
que introduce un elemento de, podríamos decir, “entro- Desafios e perspectivas. Novos Debates/ABA, (1) 2,
pía” en la búsqueda por ecuanimidad en el campo inte- 2-17.
lectual. Obviamente, ser ecuménico no significa ser igual Ramos, A. R. (1980). Development, integration and the
ni social ni culturalmente. La propuesta de este texto de- ethnic integrity of Brazilian Indians. En Françoi-
safía esa verdadera aporía al proponer que es justamente se Barbira-Scazzocchio (comp.), Land, people and
en el espacio de las diferencias que está la posibilidad de planning in contemporary Amazonia (pp. 222-
superarlas, aunque sea apenas en el campo intelectual. 229). Cambridge: Cambridge University Press.
En consecuencia, ¿así como rechazamos el etnocen- Ramos, A. R. (1984). Frontier expansion and Indian
trismo no indígena tendríamos el mandato intelectual Peoples in the Brazilian Amazon. En Marianne
para repudiar igualmente el etnocentrismo indígena y, Schmink y Charles Wood (comps.), Frontier ex-
por ende, las tan admiradas diferencias culturales? ¿Ten- pansion in Amazonia (pp. 83-104). Gainesville:
dríamos nuevamente aquí las inquietudes de Lévi-Strauss University of Florida Press.
alrededor de la famosa copa de ron de los Tristes Trópicos: Ramos, A. R. (1985). Categorias étnicas do pensamento
intransigentes con nosotros mismos e indulgentes con sanumá: Contrastes intra e interétnicos. Anuário
los “otros”? ¿O sería el caso de que esos “otros”, como pa- Antropológico 84, 95-108.
res, ejerzan sobre nosotros una advertencia permanente Ramos, A. R. (1991). Amazônia: A estratégia do desper-
para mantener prendida nuestra conciencia crítica? dício. Dados, Revista de Ciências Sociais, (3) 34,
Estas son algunas preguntas wagensbergianas que sur- 443-461.
gen de este trabajo y que fueron traídas a mi conciencia Ramos, A. R. (1994). The hyperreal Indian. Critique of
por la generosidad de una lectora atenta. Anthropology, (2) 14, 153-171.
Ramos, A. R. (1995a). Sanumá memories: Yanomami eth-
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Agradezco a Pierre Beaucage sus comentarios perceptivos taming of Brazilian Indians. En V. Dominguez y
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