Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1Cr 12:33 De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la
guerra, con toda clase de armas de guerra,dispuestos a pelear sin doblez de
corazón.
Vemos aquí un corazón que está entendido que sí hay una guerra y vive
enfocado, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.
Un corazón turbado:
Jua 14:1
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
Veamos Luc_10:38-42
Luc 10:38-42 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. (39) Esta tenía una hermana que se llamaba
María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. (40) Pero Marta se
preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado
que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. (41) Respondiendo
Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. (42) Pero
sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será
quitada.
¿Cómo nos presentamos ante Dios? ¿Cómo está nuestro corazón? Sigamos
estudiando los “tipos de corazón”. O, más concretamente, las actitudes y los
pecados de los que debemos arrepentirnos.
Un corazón desviado:
1Re 11:1-2 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas
mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y
a las heteas; (2) gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os
llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán
inclinar vuestros corazones tras sus dioses.
A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.
Salomón llegó a tener mucho poder y riquezas. En su vida podemos ver la
diferencia entre la sabiduría de Dios y la integridad. Adquirimos la sabiduría de
Dios estudiando su palabra, Él nos la da, pero la integridad es decisión personal, la
damos nosotros. Salomón fue sabio pero no fue íntegro, se desvió, no permaneció
en santidad.
En los tiempos de Salomón la poligamia era aceptada culturalmente, pero Dios no
la consentía. Así que el rey se juntó con amor carnal a muchas mujeres aún
sabiendo que le estaba prohibido. A Salomón lo desviaron las pasiones
desordenadas, la concupiscencia. Pero hay muchas otra cosas que nos pueden
desviar de la fe.
El amor al dinero, el engaño de las riquezas, también puede desviarnos. Por eso
Juan dice que no amemos al mundo ni a las cosas del mundo, es decir, ala clase
de vida que vive el mundo y lo que el mundo ofrece. Satanás le ofreció
riquezas y vanagloria a Jesús… y esto es lo que nos ofrecerá a nosotros. Un
verdadero discípulo de Jesús evidentemente no puede aceptarlas.
La vanagloria también nos desvía: a la carne le encanta recibir la clase de gloria que
sólo le pertenece a Dios.
Nuestra carne anhelará que se le rinda pleitesía, pero nuestro deber es sacrificarla y
rendir tales deseos pecaminosos a Dios.
Muchas veces los padres motivan a sus hijos a estudiar “para que sean alguien en la
vida”, como si no lo fueran ya, por el hecho de ser hijos de Dios. Así, la gente hace
cosas buscando “ser alguien” según el mundo, persiguiendo el poder económico.
Tal énfasis nos desvía, pues le concedemos más valor a conseguir lo que se
corrompe, en lugar de ir en pos de lo incorruptible. Al final, de qué le sirve al
hombre ganar el mundo entero si pierde su alma.
La embriaguez es parecida.
Jesús nos ordena que el corazón no se cargue con los deleites, con el afán de las
riquezas, que nuestra búsqueda no sea la de tratar de “disfrutar la vida”. Este es el
camino que lleva a la apostasía: son muchos los que así se han desviado de Jesús,
los que no están dispuestos a morir por Cristo, los que se han apartado del
evangelio verdadero.
¿A quién engañamos?
1Sa 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de
su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el
hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón.
Jehová mira el corazón. Desechemos por tanto lo de afuera. Dice Apocalipsis que
Jesús tiene mirada de fuego: es penetrante, nada se puede ocultar frente a Él. El
Señor mira nuestro interior directamente y sabe exactamente cómo estamos.
En este pasaje, David está hablando con su hijo Salomón y le instruye para
tener un corazón perfecto (el corazón entero, no en pedazos: no cabe aquí un
corazón que es mitad para el mundo y mitad para Dios). Un verdadero creyente no
puede vivir con un corazón alejado de Dios, nuestro corazón es para él… y sólo para
él.
Hay que buscar al Señor con ánimo, acércanos a Él desde nuestra voluntad, no
por obligación sino de corazón. Esto implica poner en orden nuestras prioridades:
primero Dios, luego la familia, en tercer lugar la iglesia si se es un ministro…
Algunos se jactan de tener al ministerio en primer lugar creyendo agradar a Dios,
aún cuando usan su posición eclesiástica sólo para saciar sus deseos. Estos usan el
nombre de Dios para sus propios propósitos, para escalar a la fama, para obtener
riquezas. Un verdadero creyente ha de tener un corazón dispuesto a dejarlo todo.
Por otro lado, Dios pide un corazón perfecto, no un corazón infalible (que no peca),
sino perfecto: es decir, entero. El corazón perfecto tiene errores, pero sabe
arrepentirse. Falla, pero lo reconoce y busca a Dios. Al no ser perfecto (infalible)
llega a pecar, pero sabe reconocerlo. Es dócil a Dios porque es enteramente para
Dios y reacciona a Sus impulsos. Pide perdón, cambia y sigue adelante.
1Re 8:61
Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios,
andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de
hoy.
Sea íntegro y completo tu corazón es el mensaje del versículo. Dios busca este tipo
de corazón. No busca personas perfectas (infalibles) o con pasado perfecto porque
tales personas no existen. Ninguno de los hombres a los que Dios llamó tenían una
vida perfecta, pero eran obedientes y de corazón perfecto (completo).
Quien tiene un corazón entero para Dios se puede desviar por un momento, como
Pedro cuando negó a Jesús, pero tarde o temprano su corazón perfecto le llevará al
arrepentimiento.
Un corazón determinado:
Dan 1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe
de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
Daniel, junto con otros, fue llevado como esclavo a Babilonia. El no escogió ir allá.
En contraparte, hoy, muchos cristianos van solos, por su cuenta, a donde está la
tentación.