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Un corazón inconsistente:

1Cr 12:33 De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la
guerra, con toda clase de armas de guerra,dispuestos a pelear sin doblez de
corazón.

Vemos aquí un corazón que está entendido que sí hay una guerra y vive
enfocado, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.

Es importante que los cristianos entiendan que no están de vacaciones aquí en la


tierra. Ahora parece que los cristianos son de chocolate: se derriten con un poquito
de sol. Un poco de adversidad es suficiente para “deprimirlos”.
Stg 1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Santiago se refiere a uno que a momentos anda “en las nubes” y al momento
“abajo”; un cristiano emocionalista, que se deja llevar por emociones. Ciertamente
las emociones son parte de nuestro ser, pero no caminamos por un sentir, sino por
fe, por obediencia. Obedezco aunque no tenga el deseo de hacerlo.
Uno de los requisitos de los diáconos que Pablo menciona era no ser inconstantes.
Luc 9:62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira
hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Un corazón turbado:
Jua 14:1
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

Aquí “turbado” se refiere a “agitado, atemorizado, perplejo, asustado”.


Como las aguas que con cualquier piedrita hacen movimiento y olas. ¿Cómo nos
dejamos turbar?

Veamos Luc_10:38-42
Luc 10:38-42 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer
llamada Marta le recibió en su casa. (39) Esta tenía una hermana que se llamaba
María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. (40) Pero Marta se
preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado
que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. (41) Respondiendo
Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. (42) Pero
sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será
quitada.

¡Qué diferencia estar sentamos a andar corriendo afanosos!.


Preocuparse: la palabra utilizada es el griego “perispáo”
y quiere decir “distraerse” – se distraía con muchos quehaceres.
Los afanes nos distraen.
Marta estaba haciendo muchas cosas que no eran tan importantes como la
presencia misma de Dios.
Actualmente, he visto en actividades y eventos que ponen tanta importancia en los
detalles, cuando lo más importante es que Dios esté entre nosotros, él no se va a
fijar en los globos o las luces de un auditorio. El se fija en nuestros corazones, si le
amamos de corazón y estamos entregados a él.
Marta posiblemente estaba procurando tener su casa impecable, todo en su lugar,
los invitados bien atendidos.
Jesús la llama “turbada”. Aquí la palabra turbada es diferente a la de Juan 14:1,
pero es parecida. La quietud nos permite tener comunión con Dios. María oía la
palabra.
En el v. 42 – Jesús afirma que ese afán no es el énfasis; no significa que seamos
descuidados, sino que lo interno será más importante que lo externo.
María escogió: es decir, Marta escogió los afanes. Cuando estamos afanados
perdemos la paz y nuestras decisiones no son las más correctas. En la paz y quietud
está nuestra fuerza.
Ese afán también produce queja – v.40 y vemos que hasta le faltó el respeto a Jesús
reclamándole que la “defendiera”.

Guardemos nuestro corazón de despreciar el consejo de Dios, del doble


ánimo, del afán y la ansiedad, de la amargura y de la obstinación.

¿Cómo nos presentamos ante Dios? ¿Cómo está nuestro corazón? Sigamos
estudiando los “tipos de corazón”. O, más concretamente, las actitudes y los
pecados de los que debemos arrepentirnos.

Un corazón desviado:
1Re 11:1-2 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas
mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y
a las heteas; (2) gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os
llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán
inclinar vuestros corazones tras sus dioses.
A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.
Salomón llegó a tener mucho poder y riquezas. En su vida podemos ver la
diferencia entre la sabiduría de Dios y la integridad. Adquirimos la sabiduría de
Dios estudiando su palabra, Él nos la da, pero la integridad es decisión personal, la
damos nosotros. Salomón fue sabio pero no fue íntegro, se desvió, no permaneció
en santidad.
En los tiempos de Salomón la poligamia era aceptada culturalmente, pero Dios no
la consentía. Así que el rey se juntó con amor carnal a muchas mujeres aún
sabiendo que le estaba prohibido. A Salomón lo desviaron las pasiones
desordenadas, la concupiscencia. Pero hay muchas otra cosas que nos pueden
desviar de la fe.

El amor al dinero, el engaño de las riquezas, también puede desviarnos. Por eso
Juan dice que no amemos al mundo ni a las cosas del mundo, es decir, ala clase
de vida que vive el mundo y lo que el mundo ofrece. Satanás le ofreció
riquezas y vanagloria a Jesús… y esto es lo que nos ofrecerá a nosotros. Un
verdadero discípulo de Jesús evidentemente no puede aceptarlas.
La vanagloria también nos desvía: a la carne le encanta recibir la clase de gloria que
sólo le pertenece a Dios.

Algunas corrientes de la psicología insisten en la importancia de reconocer a la


gente para levantar su autoestima, pero el evangelio dice lo contrario: cuando
hacemos algo bien no somos más que siervos inútiles, que sólo hacen lo que tienen
que hacer. El verdadero discípulo no necesita la motivación de la gente: él sabe lo
que debe hacer y entiende que la recompensa viene del Padre, no de los
hombres. Buscar y obtener la recompensa de la gente nos impedirá recibir la de
Dios (“ya tienen su recompensa”).

Nuestra carne anhelará que se le rinda pleitesía, pero nuestro deber es sacrificarla y
rendir tales deseos pecaminosos a Dios.

Muchas veces los padres motivan a sus hijos a estudiar “para que sean alguien en la
vida”, como si no lo fueran ya, por el hecho de ser hijos de Dios. Así, la gente hace
cosas buscando “ser alguien” según el mundo, persiguiendo el poder económico.
Tal énfasis nos desvía, pues le concedemos más valor a conseguir lo que se
corrompe, en lugar de ir en pos de lo incorruptible. Al final, de qué le sirve al
hombre ganar el mundo entero si pierde su alma.

Un corazón alejado de Dios


Hay también otro tipo de corazón: el hipócrita que está alejado de Dios pero que
aparenta estar cerca de él.
Mat 15:7-8 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.

El texto habla de gente que supuestamente alaba a Dios, pero que en la


realidad está lejos de Dios. Se pensaría que tal situación se produce sólo entre
congregantes comunes, pero la verdad es otra: hay aún supuestos ministros del
evangelio cuyo único interés es cuidar su imagen al máximo para que hacer creer a
la gente que están cerca de Dios.
Un día, antes de comenzar un evento cristiano, un afamado cantante de alabanza
me dijo haciendo ademanes de gran señor: “estoy hastiado de todo esto”. Poco
después subió a la plataforma y muy sonriente animó a los presentes a “alabar al
Señor” con el clásico “grito de júbilo”, un sentir que él mismo no podía
experimentar: estaba alabando de labios, había subido a la plataforma sólo a
actuar. ¡Vaya farsa!
Los tales son hipócritas, gente que está en el ministerio con motivaciones
desviadas. Éstos piensan sólo en su imagen, en cuánto van a ganar, en cuánto van a
vender. Hablan de Dios, pero ni siquiera están pensando realmente en Él.
¿Cómo está tu corazón?

El corazón glotón, borracho y afanado:


Luc 21:34-36 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se
carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga
de repente sobre vosotros aquel día. (35) Porque como un lazo vendrá sobre todos
los que habitan sobre la faz de toda la tierra. (36) Velad, pues, en todo tiempo
orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que
vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

La instrucción de Jesús consiste en velar para no cargarnos de tales pecados.


La glotonería consiste en la búsqueda de un deleite continuo basado en la comida,
la cual es uno de los placeres de la vida. Los griegos y los romanos por ejemplo
comían en demasía y luego se provocaban el vómito para seguir disfrutando los
manjares que disponían en sus fiestas.

La embriaguez es parecida.
Jesús nos ordena que el corazón no se cargue con los deleites, con el afán de las
riquezas, que nuestra búsqueda no sea la de tratar de “disfrutar la vida”. Este es el
camino que lleva a la apostasía: son muchos los que así se han desviado de Jesús,
los que no están dispuestos a morir por Cristo, los que se han apartado del
evangelio verdadero.

Ahora tenemos un montón de “borrachos” que posiblemente no se embriagan con


vino, pero que están llenos de sueños mundanos y carnales, llenos de ambición,
deseosos de hacerse ricos, de obtener autos, casas, propiedades, afanados en
“prosperar”, en todo lo cual también hay disolución. Estos motivan a gritos a sus
oyentes para que presenten sus sueños a Dios para que Él se los cumpla, como si se
tratara del genio de la lámpara. Se olvidan de que todo sueño del creyente
verdadero ha de estar alineado con la voluntad de Dios.

¿A quién engañamos?
1Sa 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de
su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el
hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón.
Jehová mira el corazón. Desechemos por tanto lo de afuera. Dice Apocalipsis que
Jesús tiene mirada de fuego: es penetrante, nada se puede ocultar frente a Él. El
Señor mira nuestro interior directamente y sabe exactamente cómo estamos.

¿Cuál es el verdadero estado de nuestro corazón?


Eze 11:19-21 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de
ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón
de carne, (20) para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y
los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. (21) Mas a aquellos
cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo
su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor.

Ya en el Antiguo Testamento, Dios hablaba de una nueva obra, de una nueva


criatura. Hablaba desde entonces de formar en nosotros un corazón nuevo para que
anduviéramos en sus ordenanzas y propósitos. El Señor promete aquí un
trasplante: formar un corazón conforme a su corazón.
Un corazón perfecto:
1Cr 28:9 Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con
corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los
corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le
buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.

En este pasaje, David está hablando con su hijo Salomón y le instruye para
tener un corazón perfecto (el corazón entero, no en pedazos: no cabe aquí un
corazón que es mitad para el mundo y mitad para Dios). Un verdadero creyente no
puede vivir con un corazón alejado de Dios, nuestro corazón es para él… y sólo para
él.

Hay que buscar al Señor con ánimo, acércanos a Él desde nuestra voluntad, no
por obligación sino de corazón. Esto implica poner en orden nuestras prioridades:
primero Dios, luego la familia, en tercer lugar la iglesia si se es un ministro…
Algunos se jactan de tener al ministerio en primer lugar creyendo agradar a Dios,
aún cuando usan su posición eclesiástica sólo para saciar sus deseos. Estos usan el
nombre de Dios para sus propios propósitos, para escalar a la fama, para obtener
riquezas. Un verdadero creyente ha de tener un corazón dispuesto a dejarlo todo.
Por otro lado, Dios pide un corazón perfecto, no un corazón infalible (que no peca),
sino perfecto: es decir, entero. El corazón perfecto tiene errores, pero sabe
arrepentirse. Falla, pero lo reconoce y busca a Dios. Al no ser perfecto (infalible)
llega a pecar, pero sabe reconocerlo. Es dócil a Dios porque es enteramente para
Dios y reacciona a Sus impulsos. Pide perdón, cambia y sigue adelante.

1Re 8:61
Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios,
andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de
hoy.

Sea íntegro y completo tu corazón es el mensaje del versículo. Dios busca este tipo
de corazón. No busca personas perfectas (infalibles) o con pasado perfecto porque
tales personas no existen. Ninguno de los hombres a los que Dios llamó tenían una
vida perfecta, pero eran obedientes y de corazón perfecto (completo).
Quien tiene un corazón entero para Dios se puede desviar por un momento, como
Pedro cuando negó a Jesús, pero tarde o temprano su corazón perfecto le llevará al
arrepentimiento.

Sed, pues, vosotros, perfectos, como vuestro


Padre que está en los cielos es perfecto. Mat 5:48

Un corazón determinado:
Dan 1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe
de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
Daniel, junto con otros, fue llevado como esclavo a Babilonia. El no escogió ir allá.
En contraparte, hoy, muchos cristianos van solos, por su cuenta, a donde está la
tentación.

Antes de que se presentara la situación, Daniel se apegó a sus convicciones. Este


hombre sabía que llegaría a un palacio lleno de corrupción y de pecado, pero vemos
en él un corazón determinado.
Contaminarse es corromperse. Antes de enfrentar situaciones nos debemos
proponer en el corazón no contaminarnos. Por ejemplo, resolvemos
anticipadamente no enojarnos cuando sabemos que nos encontraremos con
personas que se burlarán de nuestra fe. Proponerse implica una iniciativa
anticipada

Y Dios apoyó a Daniel. Dice el texto que propuso no contaminarse” ni con la


comida del rey, ni con el vino” porque estas cosas estaban dedicadas a los ídolos de
ellos.
Los compañeros de Daniel propusieron en su corazón no doblarse ante una estatua,
aunque les costara la vida. Estaban dispuestos a todo. Así, cuando se les presentó
tal situación, actuaron conforme a sus principios.
Los esclavos tenían prohibido hablar, mas ellos contestaron: Dan 3:17-18 He aquí
nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu
mano, oh rey, nos librará. (18) Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus
dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Estaban dispuestos a la muerte, así que no tuvieron temor de hablar sus
convicciones. Por esto se enfureció más el rey: le enojó que le respondieran.
Dan 3:19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su
rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase
siete veces más de lo acostumbrado.

Un corazón sólido y con convicción es lo contrario a un corazón dividido. Por eso


Jesús dijo que consideráramos el precio de seguirle, que calculáramos el costo:
es todo o nada, en este caso no es el diezmo; se trata de TODO. (Luc
14:28)

Ahora, ¿quién escoge morir? Un verdadero discípulo debería hacerlo. El apóstol


Pablo, por ejemplo, escogió ir a Jerusalén sabiendo que padecería en manos de los
romanos; los primeros cristianos escogieron padecer persecución, escogieron
predicar el evangelio aunque se les prohibía.
Dice

Mat_5:8 – Felices, dichosos los de corazón limpio (los que se mantienen en


contacto con Dios, los que no acumulan pecados ni resentimientos, los que tienen
un corazón perfecto, completo).

En el Sal.24:3-4 se nos habla de quién entrará a la presencia del Señor: los de


corazón puro, es decir, los que guardan su corazón entero sin contaminación para
Dios.
Sal_51:10
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de
mí.
Luc_6:45 – Jesús afirma que somos como un recipiente para las cosas de Dios,
como un cofre: sale de nosotros lo que tenemos dentro. ¿Qué es lo que tenemos en
el corazón?

En 2Co_9:7 , Pablo habla de dar una ofrenda conforme a lo propuesto en el


corazón: la motivación para dar generosamente proviene de un corazón perfecto
para Dios. Hoy en día se suele interpretar torcidamente tal enseñanza: muchos la
usan para enriquecerse, para motivar a la gente a que les entregue su dinero.
“Vende todo y dámelo a mí” es el vil mensaje de muchos predicadores. No se deje
engañar: en realidad Pablo está hablando de un corazón generoso para Dios, de dar
para que se vean cumplidos Sus propósitos.
En el pasaje de la ofrenda de la viuda, Jesús estaba viendo lo que la gente
ofrendaba: él veía la actitud del corazón. La viuda ciertamente echó la moneda de
menor valor, pero ella dio todo lo que tenía. En proporción, ella dio más que los
demás: lo dio todo y Dios exaltó su corazón.
¿Cómo es nuestro corazón? ¿Damos con generosidad? ¿Somos puros? ¿Buscamos
pureza y santidad? ¿Buscamos a Dios porque él es Dios o por lo que esperamos que
nos dé? ¿Nos proponemos santidad? ¿Estamos dispuestos a morir y a darlo todo
por él?

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