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Ecología humana y desarrollo

La interacción entre el ser humano y su entorno es la base de los


estudios en Ecología Humana, ámbito de la ciencia en el que confluyen
investigaciones interdisciplinares que contribuyen a que esa relación
sea sostenible
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La Ecología Humana es una disciplina científica constituida en la primera mitad del siglo
XX que estudia las conexiones entre los seres humanos y el ecosistema, ofreciendo una
perspectiva de sistemas completos que conecta las ciencias naturales (Biología, Física,
Ciencias Agrarias, etc.) DESTACADOSUna mirada en singular: la Ecología UrbanaLa Agenda 21:
respuestas locales a problemas globales
con las sociales (Urbanismo, Geografía Humana, Ciencia Política, etc.).

Fue la Escuela de Sociología de Chicago la cuna de estos estudios. Allí, Ernest Burguess y
Robert Ezra Park presentaron la visión de la ciudad como laboratorio social que permite el
análisis desde un nivel físico-biológico, social y cultural. No en vano, la denominación de
esta disciplina es sustituida por la de Ecología Urbana (Town Ecology) en el ámbito de
investigación de los Estados Unidos.

A pesar de los grandes cambios que han tenido lugar en las relaciones entre los seres
humanos y su entorno a lo largo de la historia, el esquema sobre el que pivota el modelo
permanece inalterable: población, medio ambiente, organización social y tecnología son los
cuatro puntos cardinales que determinan los vínculos y las interacciones entre el ser humano
y su entorno.
Imagen de la ciudad de Tokyo / Foto: iStockphoto

Gerald Marten, profesor de los departamentos de Antropología y Urbanismo y Planificación


Regional en la Universidad de Hawai, explica cómo funciona esta relación: “Los valores y
conocimientos –que constituyen juntos nuestra cosmovisión como individuos y como
sociedad– determinan la manera en la que procesamos e interpretamos la información y
cómo la traducimos en acción. La tecnología define nuestro repertorio de acciones posibles.
Estas posibilidades son limitadas por la organización social y por las instituciones que
especifican conductas socialmente aceptables, transformándolas en acciones reales”.

En esta interconexión entre el ser humano y su entorno, el ecosistema ofrece una serie de
valores al sistema social, desde materias primas hasta energía e información, con las que
los individuos que forman parte del colectivo pueden satisfacer sus demandas.

A su vez, las personas utilizan la energía para modificar o crear ecosistemas,


intercambiando materiales dentro de ellos, o entre unos y otros. Y, mediante el uso de
máquinas o a través del trabajo manual, transfieren información del sistema social al
ecosistema sobre el que actúan (ver gráfico).

En la relación entre los seres vivos y el entorno se producen fenómenos de


retroalimentación, que pueden generar estabilidad, manteniendo las partes del sistema
dentro de los límites necesarios para su superviviencia, pero también es posible que se
produzcan cambios en el modelo de relación que provoquen inestabilidad. Ambos
fenómenos pueden actuar, por ejemplo, sobre la regulación de la población a través de lo
que se conoce como “capacidad de carga”: el increpento del tamaño de una población incide
en el aumento del número de nacimientos (retroalimentación positiva), lo que implica un
crecimiento mayor del grupo. Pero el aumento de la natalidad reduce al mismo tiempo la
disponibilidad de alimento, lo que significa, a su vez, más muertes y menos nacimientos
(retroalimentación negativa).

Este tipo de interrelaciones están en el origen de los movimientos migratorios: la ausencia de


recursos en determinadas áreas motiva que la población emigre a otras regiones en las que
pueda satisfacer sus necesidades. Y eso ocurre no sólo entre Estados, sino dentro de las
estructuras nacionales (por ejemplo, en los desplazamientos de la población rural a las
ciudades). Tanto es así que la competencia por los recursos sigue siendo el motivo principal
de conflicto en pleno siglo XXI.

Los seres humanos adquieren del ecosistema los recursos necesarios y devuelven residuos,
pero el uso no sostenible de esos recursos puede acarrear una sobreexplotación que, a su
vez, acelere el proceso migratorio de las sociedades que se ven obligadas a desplazarse por
ser insostenible su relación con el entorno. Con frecuencia sucede que ese desplazamiento
se efectúa sin el conocimiento del ecosistema al que se llega, y sin las tecnologías
necesarias para establecer una relación sostenible. Y, por distintas razones, a veces los
Gobiernos favorecen esos movimientos de personas hacia áreas que no están preparadas
para acoger más población, lo que agrava el problema.

Sostenibilidad
Desde la perspectiva actual, cabe preguntarse cómo deben desarrollarse modelos
sostenibles entre las sociedades y su entorno. Ahí entra en juego el desarrollo adaptativo, o
lo que es lo mismo: la habilidad institucional para enfrentarse a los cambios.

La base del desarrollo adaptativo consiste en la evaluación de lo que sucede en el


ecosistema y en la toma de medidas correctivas para reaccionar ante los problemas de
forma sostenible.
Se trata de una tarea común en la que deben tomar partido las Administraciones públicas,
pero también la sociedad (a través del tercer sector) y las empresas privadas, que participan
en este proceso incorporando a su modelo de actuación la responsabilidad social corporativa
y el mecenazgo.

La ciencia aporta propuestas multidisciplinares al estudio de la Ecología Humana y a la


resolución de los problemas que surgen de la relación entre el hombre y su entorno. Y lo
hace a través de proyectos de investigación que abarcan desde los estudios sobre
movimientos migratorios hasta la ordenación del territorio, la producción de organismos
transgénicos, los cultivos energéticos, las energías renovables, los procesos de construcción
y la valorización de residuos, y en definitiva, abordando estudios que proporcionan un
conocimiento más extenso entre la humanidad y el resto del planeta.
Una mirada en singular: la Ecología Urbana
     La Ecología Urbana estudia el diseño y la estructura de las ciudades, así como las
relaciones entre los individuos y su entorno inmediato. En su desarrollo intervienen
disciplinas, como el urbanismo, la economía, las ingenierías, el derecho y la historia, entre
otras.
     La Ecología Urbana, en cierto modo, ha sido objeto de estudio desde la Antigüedad.
Hipócrates ya hablaba de la importancia de la elección de los emplazamientos de las
ciudades, las medidas de higiene pública necesarias y la planificación urbanística,
incluyendo la orientación de caminos y edificios “para evitar el sol estival y aprovechar el
viento refrescante y disponer de fuentes de agua pura”.
     El sociólogo y urbanista norteamericano Lewis Mumford analizó el desarrollo local desde
una perspectiva ecológica y crítica. A pesar de los problemas de salubridad, para él, la
ciudad del Medievo se asemeja a un tapiz cuyo tejido no es capaz de entender el urbanismo
moderno. Así lo explica: “Durante el siglo XIX los perfeccionistas de la ciudad derribaron los
pequeños edificios apiñados en torno a las catedrales. Destruyeron la esencia de la
concepción medieval, basada sobre lo oculto, sobre la sorpresa, la abertura improvisada, el
ensalzamiento y sobre la riqueza de los detalles esculpidos para ser apreciados de cerca”.
Frente al crecimiento desmedido de las megalópolis del siglo XX, Mumford contrapone el
modelo de ciudad medieval, cuyos límites estaban marcados por las condiciones naturales,
el abastecimiento de agua y de alimentos, los transportes y las comunicaciones. La hipótesis
urbana de Mumford, sintetizada por Virgilio Bettini en Elementos de ecología urbana,
propone “restituir la actividad de los centros subordinados, estructurar una densa red de
nuevas tecnologías no contaminantes, en particular para la energía, dar vida a las
conexiones informáticas, transformar los objetivos sociales, favorecer entre nosotros la
cultura de la ciudad. Esa ciudad que se consideraba intermediaria del orden cósmico,
revelado por los sacerdotes astrónomos y por los esfuerzos unificadores de la monarquía, la
ciudad capaz de transmitir, de una generación a otra, no sólo el modelo de organización
material, sino también los modelos humanos necesarios para alargar y transferir esa
herencia”.
La Agenda 21: respuestas locales a problemas globales
La Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 cristalizó en un
acuerdo entre 178 países para cambiar el modelo de desarrollo, basado en una explotación
desmedida de los recursos naturales y en el acceso desigual a sus beneficios, en un nuevo
modelo capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras.
En concreto, el capítulo 28 del denominado Programa 21 hace referencia a la labor de los
Gobiernos locales que, “en su carácter de autoridad más cercana al pueblo, desempeñan
una función importantísima en la educación y movilización del público en pro del desarrollo
sostenible”.
Este es el origen de la Agenda 21, una iniciativa internacional que reconoce el papel de las
Administraciones locales en el desarrollo y consecución de políticas sostenibles, así como su
capacidad para involucrar a los sectores y agentes de cada comunidad en esta tarea.
La ONU planteó un modelo en el que cada autoridad municipal pone en marcha un diálogo
con sus ciudadanos, organizaciones locales y empresas privadas para aprobar una
programación. Estos programas, así como las políticas, iniciativas legislativas y
reglamentaciones que se deriven de ellos deben están sujetos a una evaluación en virtud de
los objetivos aprobados en la Cumbre de Río de Janeiro que dio origen al proyecto.
Aunque España no ha adoptado una reglamentación específica sobre la Agenda 21 a nivel
nacional, numerosas localidades se han incorporado a esta iniciativa, impulsando la
participación ciudadana en la gestión de la certificación energética de los edificios, el
reciclaje de envases, la peatonalización de vías urbanas o la regulación de las emisiones de
CO2 para el transporte público, entre otras.

Etapas Ecológicas del Ser Humano

Páginas: 2 (439 palabras) Publicado: 13 de noviembre de 2014

ETAPAS ECOLÓGICAS DEL SER HUMANO

El ser humano ha transformado progresivamente el medio ambiente y los ecosistemas


primitivos. Ha empleado diferentes técnicas y métodos de explotación, buscandola
uniformidad y simplificación de los mismos mediante razas ganaderas y especies agrícolas
seleccionadas. En la historia ecológica de la humanidad se pueden diferenciar cinco fases:

Etapa primariaEtapa agrícola primaria


Etapa urbana primaria
Etapa industrial
Etapa post – industrial

Etapa Primaria

Sociedades recolectoras y cazadoras. Hace unos 10.000 años, desde situacionesitinerantes,


en busca de caza y frutos del bosque, a los primero asentamientos humanos sedentarios,
dedicados a la agricultura y ganadería.

Etapa Agrícola Primaria

En esta segunda etapa es intensa latransformación de los ecosistemas naturales, y aumenta


la uniformidad del medio al introducirse especies agrícolas seleccionadas y animales
domésticos.

Etapa Urbana Primaria

Aglomeración depoblación en los núcleos de viviendas, crece la densidad de la población en


las ciudades (Urbanización, las ciudades del siglo XIX se convierten en grandes núcleos de
oblación que encierran tanto lasposibilidades de crecimiento económico y mejora social;
como la vida en la pobreza y una profunda desigualdad, Se acentúa la explotación del
ecosistema agrario.

Etapa Industrial

La revolución industrialfue posible debido al desarrollo científico durante los siglos


anteriores y la posibilidad de aplicar los conocimientos acumulados en la producción
económica y en el desarrollo de todo tipo de nuevastecnologías; el uso de la electricidad, el
petróleo y el motor de vapor permitieron acelerar los procesos productivos y a su vez,
intensificar la producción de nuevas tecnologías.

EtapaPost-Industrial

En esta etapa el ser humano a logrado importantes avances tanto en lo agrícola como en lo
industrial, surgieron nuevas tecnologías, redes móviles, internet, sistemas satelitales,
entre...

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