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Formas de opinión pública

La opinión pública se manifiesta de distintas formas. Estas formas incluyen acciones


colectivas públicamente visibles, como:

 Protestas, la salida a las calles por parte de los trabajadores y obreros de un respectivo
lugar.
 Huelgas de trabajadores y colectivos particulares por razones laborales.
 Tomas de establecimientos los paros forzosos y los boicots.
 Los cierres patronales (ningún establecimiento que participa en la manifestación funciona
a lo largo de un período determinado).
 Piqueteros, corte de vías de circulación.
 Movimientos sociales
Como en otras formas implícitas reflejadas en encuestas de opinión. La orientación del voto, el
nivel de aprobación o las actitudes frente a colectivos o situaciones sociales también son
formas de opinión pública. Durante el siglo XX, se han desarrollado métodos de investigación
sociológica, frecuentemente con financiación pública para conocer consensos sociales
ampliamente compartidos o actitudes del público hacia ciertos aspectos de la política
gubernamental. Recientemente, se ha investigado ampliamente hasta qué punto las redes
sociales virtuales son un reflejo fiel de opiniones públicas ampliamente compartidas incluso
por personas que no participan en dichas redes.
La opinión pública no siempre es escuchada, depende del gobierno que ostente en ese
momento el poder político, si se trata de una dictadura, nunca será atendida, en cambio sí
estamos ante una democracia es todo lo contrario. Para esta, es muy importante la opinión
pública, «el gobierno democrático depende del pueblo».
Las peticiones del pueblo no siempre se cumplen, ya que siempre existe una puja de intereses
de diversos sectores, y una lógica que debe racionalizarse para obtener un óptimo resultado.

Análisis de las variables: empleo, educación y


patrimonio
Para analizar la incidencia de la situación de la persona en la determinación de la pertenencia
del individuo a una clase social, partimos de que este concepto de estatus social se compone
de tres variables: La variable inicial que consiste en la situación de empleo/ingresos/renta,
más las añadidas por Pierre Bourdieu, que son el nivel educativo y el patrimonio o herencia
patrimonial.
La relación o proporción con la que funcionarían estas dos últimas al respecto de la
clasificación social y su relación con la opinión sería la siguiente:

 A mayor nivel de estudios, la disposición es tener una mente más abierta combinada con
una mayor independencia económica.
 Un mayor patrimonio, otorga estabilidad, seguridad y respaldo –económico-, por lo que la
confianza en el futuro aumenta propiciando una mente más liberal y progresista posible
gracias a la disminución del miedo al riesgo o al futuro.
En cuanto a la influencia de la situación de empleo o el nivel de ingresos del individuo, la
historia la explica desde que Karl Marx definió al trabajador asalariado en su posición de lucha
y conflicto frente al propietario o dueño. Con el paso de los años, la crisis industrial de los años
setenta significó la división de los mercados laborales, según los tres tipos de contextos en los
que realizaban su actividad, los cuales produjeron, a su vez, distintas mentalidades políticas:

 En los mercados de trabajo independiente —empresa grande o grandes cargos de


la administración pública—, gracias a la seguridad, buen salario y nivel tecnológico, la
mentalidad del trabajador puede priorizar aspectos tales como la calidad de vida
compaginada con la preocupación por el medio ambiente y, el aumento de su movilidad.
 En el mercado secundario o subordinado —medianas o pequeñas empresas
frecuentemente subcontratas de las grandes—, al carecer de estabilidad en el trabajo, al
tener un bajo nivel de salario y tecnológico, la mentalidad política es desarrollista, y asocia
este concepto al crecimiento económico en relación directa con el aumento de sus
salarios. Es decir, asume una preocupación económica respecto a su calidad de vida.
 En el mercado de trabajo precario, el trabajador no cualificado, con un bajo nivel
tecnológico, sin contrato —economía sumergida— y cuyo sueldo se calcula según
rendimiento, se posiciona con una mentalidad sociopolítica en la que es esencial la
defensa y la lucha por conseguir subsidios públicos y buscar la protección estatal. Es
decir, prima la supervivencia y preocupación por el respeto a los derechos básicos
constitucionales de la persona.

Influencia de la clase social en la formación de la


opinión publica
Debemos partir de la idea de que pertenecer a una misma clase social no es sinónimo de
poseer una identidad compartida. Es decir, no significa que todos los integrantes de la clase
alta posean la misma ideología, los mismos valores y las mismas tendencias. Aunque, no
obstante, la clase social suele determinar, de forma contundente, ciertos aspectos como
el comportamiento social, las ideas político-económicas o sus valores ético-morales en su
filosofía de vida ya que, al fin y al cabo, comparten una mismo espacio geográfico-social
característico, en función del rol derivado del estatus otorgado por la sociedad.
En conclusión, se ha demostrado que el bienestar socioeconómico derivado del resultado de
las variables que determinan la clase social y el estatus, condicionan determinantemente o
influencian la opinión del individuo según el principio de formación exógena —que viene del
exterior hacia el interior— en la que, la concepción y el entendimiento personal se crea a partir
de dos hechos relacionados: la percepción selectiva de los hechos en función de las
implicaciones afectivas y sentimentales (impulso afectivo), y la que está sobre la base de
nuestras experiencias vitales desarrolladas en grupo, es decir, que las tenemos en sociedad
porque el hombre es un animal social. Así, aunque la opinión pública no está formada por la
suma de las opiniones individuales, ni es el resultado de la opinión de la mayoría, si
analizamos su definición operativa: «Por opinión pública se entiende la valoración realizada o
expresada —un pronunciamiento sobre un posicionamiento— por determinada comunidad
social, acerca de un evento, oportunidad, problema, reto o expectativa que llega a su
conocimiento», es innegable en ella, que las clases o estatus y, por lo tanto, el contexto social
en el que se desenvuelve el individuo, realizan una influencia explícita en la tendencia o rumbo
de dicha opinión colectiva.
Desde la perspectiva de la opinión pública, se dirá que ésta se encuentra dividida cuando
existan distintas posiciones confrontadas ante determinada cuestión, por razones distintas o al
margen de las divisiones de opinión que se puedan esperar por causas de estratificación
socio-política.
Los conceptos de público, público internacional y
opinión pública internacional
Con frecuencia se ha definido la época actual como la era de los medios de comunicación de
masas. Ciertamente una gran parte de la existencia de las sociedades está invadida y
condicionada por el papel que los medios de comunicación desempeñan en las vidas de los
seres humanos. Ya se trate de las noticias que diariamente recibimos por los periódicos, la
radio o la televisión; de los millares de transacciones comerciales y financieras que
cotidianamente se canalizan a través de la telefonía o las transmisiones por satélite a todos
los rincones del mundo o de las comunicaciones directas que se establecen entre los
dirigentes de los estados, lo cierto es que la dinámica de la Sociedad internacional no podría
ser comprendida y explicada si desconociéramos la importancia de la comunicación
internacional. La comunicación internacional no es sólo una relación gracias a la cual se
transmiten informaciones de unos grupos sociales a otros a través de las fronteras. Esta es
una de las perspectivas desde la que se puede abordar este fenómeno, pero junto a ella
conviene no olvidar que la comunicación internacional es también una auténtica relación social
mediante la que las sociedades se influyen recíprocamente en sus conductas y sus
estructuras. Una de las principales consecuencias de los procesos de comunicación
internacional es la aparición de ciertas formas de agrupación social resultantes de la recepción
simultánea de informaciones y noticias por los individuos de distintos países. En efecto, estas
formas singulares de comunicación transnacional, configuran los públicos inter o
transnacionales. La definición acuñada por el Informe Mac Bride, cabe considerar al público
como: «(...) aquel conjunto de individuos que participan de forma regular en ciertos procesos
de comunicación como consecuencia de los cuales alcanzan y desarrollan una conciencia de
pertenencia grupal que, en ocasiones, puede llegar a institucionalizarse y a influir en sus
comportamientos». A partir de este concepto podemos deducir el significado del público
internacional afirmando que es una forma de agrupación social constituida por individuos o
colectividades de distintos países que adquieren imágenes, generales o particulares, y
realizan valoraciones comunes sobre los acontecimientos internacionales a partir de la
información recibida por su inserción en flujos transnacionales de comunicación. Estas
imágenes o valoraciones comunes facilitan las actuaciones colectivas de los públicos
internacionales haciéndoles emerger como una nueva categoría de actores internacionales.
Las opiniones sustentadas por los diversos públicos internacionales las denominaremos
opiniones públicas internacionales. Resulta oportuno indicar que existe una tendencia muy
generalizada a utilizar el término opinión pública en lugar del término, más adecuado, de
público. Por ejemplo, se suele hablar de la opinión pública para referirse a la influencia que el
público puede ejercer sobre los poderes y órganos de decisión de una sociedad. En este
sentido se enfatiza el poder de la opinión pública, cuando lo correcto sería afirmar el poder del
público. Hechas estas matizaciones, en adelante recurriremos indistintamente a ambos
términos como sinónimos para no romper un uso, por lo demás, ampliamente generalizado. Al
referirnos a los públicos internacionales debernos ser cuidadosos sobre las limitaciones que
tales actores poseen a la hora de incidir en la dinámica internacional. En primer lugar, la
variedad de fuentes comunicativas (emisores) y de informaciones transmitidas
internacionalmente a través de los medios de comunicación de masas genera una pluralidad
de públicos diferenciados entre sí por su grado de organización social, el nivel de la
información, las opiniones que sustentan y su capacidad de movilización (actuación)
internacional.
Además, existe un condicionante mucho más profundo en la articulación de los públicos
internacionales. Se trata de las diferencias económicas, culturales (educativas, ideológicas,
religiosas, lingüísticas, etc.) y/o nacionales que existen entre los individuos de diferentes
sociedades. Debido a ellas surgen distorsiones comunicativas y diferencias interpretativas a
pesar de que se reciban las mismas informaciones. El resultado es la articulación de una
pluralidad de opiniones públicas internacionales siguiendo criterios que rara vez coinciden con
los de la pertenencia estatal. En tercer lugar, los públicos internacionales sólo de modo
excepcional alcanzan un grado de organización social suficientemente desarrollada para
convertirse en actores internacionales con un protagonismo equiparable al de los estados, las
organizaciones internacionales o las empresas multinacionales. Su actividad internacional
suele mantenerse en el terreno de la presión e influencia, más que en el de la decisión y la
acción. Habría que hablar de la opinión pública internacional como un grupo de presión más
que como un actor internacional plenamente estructurado en su interior y definido en las
formas de actuación exterior. Tal vez por ello, algunos autores le han negado el
reconocimiento de auténticos actores internacionales. A nuestro juicio, la opinión pública
internacional constituye una fuerza real de la vida internacional que difícilmente puede ser
desconocida o negada. Otra cuestión es dilucidar si esa opinión pública internacional alcanza
a la totalidad de la sociedad mundial o tan sólo a algunas de sus áreas regionales con una
evidente afinidad histórica y cultural. Creemos, efectivamente, que no se puede sustentar
seriamente la existencia de una opinión pública mundial pero, en cambio, es posible analizar y
conocer empíricamente las distintas opiniones públicas de alcance regional y/o continental.

Requisitos para la formación de la opinión pública


internacional
Para que las opiniones públicas internacionales puedan articularse eficazmente deben
concurrir al menos los siguientes requisitos: 1° Una base cultural común mínima. 2° Un
proceso de comunicación transnacional periódica o permanente. 3° Una interpretación y
valoración de las informaciones recibidas de acuerdo con ciertos patrones sociales aprendidos
e interiorizados. 4° La creencia de que esas interpretaciones y valoraciones realizadas por
cada individuo son compartidas por otras muchas personas de otros países, dando origen al
desarrollo de una conciencia grupal internacional. La base cultural común necesaria para que
exista una opinión pública internacional no necesita extenderse a todos los ámbitos
fundamentales de la vida de las sociedades, basta con que alcance a alguna de las áreas que
integran cada una de las tres estructuras fundamentales de la sociedad internacional, pero
siempre deberá incluir los códigos mediante los cuales las informaciones son transmitidas, por
ejemplo, el lenguaje oral, escrito, audiovisual, etc. La implantación de esta base cultural
mínima ha podido alcanzarse de múltiples formas, pero en lo que atañe a la sociedad
internacional de los últimos siglos podemos destacar los siguientes procesos: a) La expansión
colonial ultramarina. b) La implantación del sistema económico capitalista. c) Los grandes
movimientos migratorios. d) El desarrollo y propagación de importantes corrientes ideológicas
y culturales (socialismo, liberalismo, pacifismo, etc.).
En cuanto a la existencia de procesos transnacionales de comunicación, es evidente que la
evolución de las técnicas de comunicación e información, desde la difusión de la imprenta en
Europa, se ha caracterizado por un constante perfeccionamiento en la cantidad, diversidad,
alcance y rapidez de las informaciones. Este desarrollo técnico de los medios de
comunicación e información no siempre corresponde con un paralelo desarrollo de la
comunicación internacional efectiva. En otras palabras, los individuos y las sociedades
disponen de más y mejor información pero ello no significa necesariamente, más y mejor
comunicación internacional ya que los «filtros» culturales siguen desempeñando una
significativa función selectiva respecto de las fuentes y las informaciones efectivamente
percibidas. Estos «filtros» culturales están constituidos por una serie de valores y criterios
sociales que han sido aprendidos e interiorizados por los individuos y que les condicionan
como sujetos receptores de los procesos de comunicación internacional. Es precisamente a
través de la identidad de estructuras valorativas, consustanciales con el proceso de
aprendizaje y socialización de las personas, por lo que miembros de distintos países pueden
sentirse asociados entre sí formando parte de una difusa agrupación.

Características generales de la opinión publica


La opinión pública presenta como principales características generales las siguientes: 1.
Heterogeneidad. 2. Intensidad variable. 3. Naturaleza agregada y no decisional. La
heterogeneidad de la opinión pública cabe interpretarla en dos sentidos diferentes. De una
parte es la consecuencia directa de la articulación de una diversidad de públicos ante una
misma secuencia de informaciones. Pero también hace referencia a la existencia de líderes de
opinión dentro de un mismo público es decir, la existencia de individuos o grupos capaces de
condicionarlas opiniones del resto de los miembros del público. En este caso la
heterogeneidad evidencia el distinto peso que poseen las opiniones según procedan de uno u
otro sector del público. La opinión pública varía en intensidad en función inversamente
proporcional al tiempo. Esto significa que la intensidad de la opinión tiende a atenuarse con el
transcurso del tiempo pudiendo llegar a desaparecer o modificarse sustancialmente si no
existe una repetición de las informaciones que la originaron. Existe también otro factor de
variación en la intensidad de la opinión pública según recaiga sobre los valores básicos de una
sociedad, los intereses o demandas de sectores sociales más o menos amplios o,
simplemente sobre ciertos comportamientos particulares. En el primero de estos tres
supuestos la opinión pública muestra una intensidad constante durante amplios períodos de
tiempo que alcanzan a varias generaciones y configuran lo que DUROSELLE denominó, hace
ya más de tres décadas, como «la personalidad nacional» de un pueblo. La opinión pública
que recae sobre demandas sociales presenta una intensidad mucho menos duradera,
pudiendo prolongarse por períodos de varios años pero mostrando una fuerte tendencia a
modificarse con el cambio generacional. Por último la opinión pública demuestra una
intensidad ocasional o coyuntural cuando se articula con referencia a ciertas decisiones o
comportamientos específicos, ya sean individuales o colectivos, siendo frecuente que
experimente alteraciones en breves lapsos temporales.
La tercera nota distintiva de la opinión pública es su naturaleza agregada y no decisional. De
acuerdo con el análisis de ROSENAU, la opinión pública se desarrolla mediante procesos de
agregación accidental articulada y, como ya hemos señalado, su proyección social se deja
sentir, principalmente en el terreno de la influencia o la presión. En función de esta
característica cabe excluir de la opinión pública internacional las opiniones o criterios
sustentados por los representantes o portavoces de los grupos con una capacidad de
actuación internacional directa (gobiernos, dirigentes de movimientos de liberación,
representantes de organizaciones intergubernamentales, etc.).

El protagonismo internacional de la opinión publica


La actividad de los públicos internacionales se orienta siguiendo tres líneas fundamentales: 1.
Presionando a los centros de decisión y poder nacional. 2. Influyendo en los centros de decisión
internacional de alcance regional. 3. Contribuyendo ó estimulando la creación de nuevos centros
internacionales de referencia. En el primero de estos tres supuestos, la opinión pública
internacional tiende a confundirse con las distintas opiniones públicas nacionales, pero ambas
son diferenciables ya que la opinión pública internacional goza de una eficacia y alcance mucho
mayores que los de la opinión pública nacional por cuanto es capaz de movilizar
simultáneamente a personas o grupos de diversos países y, de este modo, influir sobre
numerosos gobiernos. Ello puede afectar considerablemente la política exterior que tales
gobiernos desarrollan ante una cuestión concreta, logrando que sus respectivas actuaciones
exteriores se conjuguen internacionalmente. Estas presiones de la opinión pública internacional
pueden dirigirse hacia los gobiernos de unos países o bien tratar de condicionar la acción de un
gobierno determinado. En ambos casos el verdadero poder de la opinión pública no resulta de
sus acciones directas sobre las decisiones gubernamentales cuanto de los apoyos o
resistencias que suscitan entre las poblaciones a la hora de ser ejecutadas. Un ejemplo
paradigmático lo encontramos en la creciente oposición que la intervención norteamericana en
Vietnam suscitó en amplios sectores de la juventud y la intelectualidad de Estados Unidos y de
Europa. Dicha oposición contribuyó poderosamente a minar el prestigio de los Estados Unidos
y la credibilidad de las razones aducidas por Washington para justificar su intervención, pero
ello no habría bastado para forzar una retirada norteamericana si no hubiese mediado una clara
derrota en el terreno militar. La segunda orientación de la opinión pública internacional se dirige
hacia los órganos de decisión y poder internacional distintos de los estados. En efecto, la opinión
pública internacional logra influir también sobre las organizaciones internacionales,
gubernamentales o no, y a través de ellas propiciar o limitar ciertas tendencias en las relaciones
internacionales. Finalmente, la opinión pública internacional manifiesta también su influencia a
través de su capacidad de generar nuevos centros o actores internacionales que operan como
órganos de movilización y reforzamiento de la propia opinión pública internacional. Tales centros
pueden ser temporales como ocurre con los llamados movimientos internacionales
(movimientos por la paz y el desarme; pro derechos humanos; ecologistas; etc.); o permanentes,
en cuyo caso se dotan de ciertas estructuras organizativas que, con el tiempo, pueden
convertirse en auténticas organizaciones internacionales no gubernamentales. La resultante de
todas estas formas de actuación de los diversos públicos internacionales está provocando lentos
procesos de alteración en las estructuras y relaciones de la Sociedad Internacional cuyo alcance
y consecuencias están, todavía, sin explorar por los especialistas de nuestra disciplina.

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