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Fundamentación para una metafísica de las costumbres

Luis Eduardo Forero León


CODIGO: 73151203
MAESTRIA EN FILOSOFIA

Emmanuel Kant se ha destacado por ser uno de los filósofos de mayor trascendencia a
la hora de hablar de moral y máxime de una moral sustentada en preceptos y
conceptos que la determinen por su naturaleza o por lo que es en sí misma, por ello se
hace importante indagar y desde lo que analiza McIntyre al preguntarse “ cuál debe
ser el carácter de nuestros conceptos y preceptos morales para que la moralidad sea
posible tal como es”[CITATION McI91 \p 198 \l 9226 ] Planteamiento que se va a desarrollar
tomando como referencia la obra de Kant, fundamentación metafísica de las
costumbres y en donde como el mismo señala se centrara en el transito del
conocimiento moral común de la razón al filosófico y el tránsito de la filosofía moral
popular a una metafísica de las costumbres.

La tradición moral se ha sustentado en unos principios morales basados en normas o


preceptos que se deben cumplir, con el objetivo de alcanzar un fin, pero con Kant esta
tradición se rompe y se pasa de una prescripción de normas, es decir, la moral decía lo
que debíamos hacer para obrar correctamente, a una moral que nos dice cómo
debemos obrar para comportarnos correctamente y que esto sólo se puede
fundamentar en un ética o teoría de las costumbres que tiene su parte empírica en la
determinación de la voluntad humana, y una parte racional cuando es elevada a la
metafísica y que otorga leyes a priori: “ tendría que reconocer, por lo tanto, que el
fundamento de la obligación no habría de ser buscado aquí en la naturaleza del hombre
o en las circunstancias del mundo, sino exclusivamente a priori en los conceptos de la
razón pura, y que a cualquier otra prescripción que se funde sobre principios de la mera
experiencia, incluida una prescripción que fuera universal desde cierto punto de
vista”[CITATION KAN \p 71 \l 9226 ] . Esto es lo que Kant va a establecer en los capítulos
analizados.

Para entender el transito del conocimiento moral común de la razón al filosófico, Kant
parte del concepto de buena voluntad, no es suficiente tener voluntad, ni tampoco una
voluntad buena, así por ejemplo, se puede tener la voluntad de hacer una obra de
caridad, pero lo que mueve mi voluntad hacia ello, sólo puede ser por una inclinación
hacia el gusto que tengo por hacer obras de caridad ,y así alcanzar un fin, ya sea
egoísta o por alcanzar honor, mas no por cumplir un deber que debiera estar implícito a
la hora de mover a la voluntad hacia esa acción como un cumplimiento de su deber :
“La buena voluntad no es tal por lo que produzca o logre, ni por su idoneidad para
conseguir un fin propuesto, siendo su querer lo único que la hace buena de suyo y
considerada por sí misma, resulta sin comparación alguna mucho más estimable que
todo cuanto merced a ella pudiera verse materializado en favor de una inclinación e
incluso, si se quiere del compendio de todas ellas” [CITATION KAN \p 81 \l 9226 ]. McIntyre
establece ese querer cuando afirma: “el único móvil de la buena voluntad es el
cumplimiento de su deber por amor al cumplimiento de su deber” [CITATION McI91 \p 187 \l
9226 ]

Ahora bien, la razón juega un papel fundamental a la hora de determinar la buena


voluntad ya que ésta ejerce una capacidad práctica sobre la voluntad en el sentido que
no es que la voluntad determine a la razón para que dirija la praxis hacia la búsqueda
del fin hacia el cual se quiere inclinar, sino que por el contrario:

La razón nos ha sido asignada como capacidad práctica, esto es como una
capacidad que debe tener influjo sobre la voluntad, entonces el auténtico
destino de la razón tiene que consistir en generar una voluntad buena en sí
misma y no como un medio con respecto a uno u otro propósito, algo para lo
cual era absolutamente necesaria la razón, y es que la naturaleza ha
procedido teológicamente al distribuir sus disposiciones por doquier [CITATION
KAN \p 84 \l 9226 ].

Es así que la buena voluntad, debe estar contenida, para que sea reconocida en sí
misma, en el concepto de deber y así la conducta de quien actúa cobra un valor moral
de lo contrario descansa sólo en el plano de las inclinaciones: “ lo que debemos hacer
es elegir entre nuestra inclinación y nuestro deber” [CITATION KAN \p 88 \l 9226 ] . Si aquello
que se ha deseado por la mera inclinación, por un lado, merece tenerla en alta estima,
es carente de contenido moral, por ejemplo, el acto caritativo que se realiza por
alcanzar un “honor” o “vanidad”, pero si se realiza por el deber que en ella está
contenido, si puede ser considerada como un valor moral en cuanto determina la
voluntad. Por otro lado,

Una acción por deber tiene su valor moral no en el propósito que debe ser
alcanzado gracias a ella, sino en la máxima que decidió tal acción, por lo
tanto no depende de la realidad del objeto de la acción sino simplemente del
principio del querer según el cual ha sucedido tal acción, sin atender a sujeto
alguno de la capacidad desiderativa[CITATION KAN \p "91, 92" \l 9226 ].

De lo anterior se desprende, que el valor moral de las acciones que se realizan por
deber residen en el principio de voluntad: “tendrá que verse determinada por el principio
formal del querer en general, si una acción tiene lugar por deber, puesto que se la
sustraído todo principio material”[CITATION KAN \p 91 \l 9226 ].

Por último, y teniendo en cuenta, los enunciados expuestos anteriormente, de no obrar


por inclinación, o por el propósito se concluye que el “deber significa que una acción es
necesaria por respeto hacia la ley”[CITATION KAN \p 91 \l 9226 ] .Esto significa que la acción
moral solo es posible en seres racionales los cuales son capaces de representarse la
ley en sí misma y esta es el motivo de la voluntad, se establece en el bien moral: “la
necesidad de mi acción merced al puro respeto hacia la ley práctica es aquello que forja
el deber, y cualquier otro motivo a de plegarse a ello, puesto que supone la condición
de una voluntad buena en sí, cuyo valor se halla por encima de todo” [CITATION KAN \p
96 \l 9226 ].

Ahora, la voluntad no siempre se ajusta a la razón, y desde este punto de vista las
acciones que son objetivas supone que la voluntad debe determinarse con arreglo a
una leyes objetivas, lo que supone un imperativo: “De ahí que los imperativos sean tan
sólo fórmulas para expresar la relación de leyes objetivas del querer en general con la
imperfección subjetiva de la voluntad de este a aquel ser racional, v. g. de la voluntad
humana”[CITATION KAN \p 114 \l 9226 ] . El imperativo categórico establece que la acción es
buena en sí, si es conforme a una voluntad y se adecua con la razón: “el imperativo
categórico no se ve limitado por condición alguna, y al ser absolutamente necesario,
desde un punto de vista práctico, puede ser llamado con entera propiedad un
mandato”[CITATION KAN \p 118 \l 9226 ]. Esto ya connota un debes hacerlo: “Una versión
del imperativo categórico kantiano, aparece, por cierto, en expresiones morales
comunes de nuestra sociedad: "Debes hacerlo." "¿Por qué?" No hay un motivo.
Simplemente debes hacerlo.” [CITATION McI91 \p 189 \l 9226 ] . El mismo Kant establece que
el imperativo categórico se expresa como una ley, por ello se establece como la
máxima de ser conforme con la ley:

… pero como la ley no entraña condición alguna a la que se vea limitada, no


queda nada más salvo la universalidad de una ley en general, universalidad
a la que debe ser conforme la máxima de la acción, y esta conformidad es lo
único que el imperativo representa propiamente como necesario. Así pues, el
imperativo categórico es único y sin duda, es éste: obra sólo según aquella
máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en una
ley universal[CITATION KAN \p "125, 126" \l 9226 ].

Establecido el imperativo categórico, se pueden deducir los imperativos del deber, de


acuerdo a leyes universales que determinan la existencia de las cosas, o de la
naturaleza, el imperativo universal del deber quedaría enunciado como sigue: “Obra
cómo si la máxima de tu acción pudiera convertirse por tu voluntad en una ley universal
de la naturaleza”[CITATION KAN \p 126 \l 9226 ]. Lo que significa que todo deber, contiene
en sí mismo, el modo como se legisla realmente nuestras acciones, por ello, debe ser
expresado en imperativos categóricos y no en hipotéticos. Esto conlleva la superación:
“(...) de algún peculiar atributo de la naturaleza humana. Pues el deber debe ser una
necesidad práctico – incondicionada de la acción, tiene que valer por lo tanto para todo
ser racional (el único capaz de interpretar un imperativo) y sólo por ello ha de ser
también una ley para todo voluntad humana” [CITATION KAN \p 132 \l 9226 ].Dicha ley se
establece desde un principio a priori, es decir desde una ley práctica, que manda que la
observancia de esa ley sea un deber, pero esto solo es comprensible a partir de una
metafísica de las costumbres: “En una filosofía práctica donde no nos concierne admitir
fundamentos de aquello que sucede, sino de leyes de lo que debe suceder, aun cuando
nunca sucedan, esto es leyes objetivo –practicas [CITATION KAN \p 135 \l 9226 ] . Es esa
relación de la voluntad consigo misma, en virtud de la razón que la determina, y esto
solo se logra a priori: “la voluntad es pensada como una capacidad para que uno se
autodetermine a obrar conforme a la representación de ciertas reglas. Y una facultad
así sólo puede encontrarse entre los seres racionales” [CITATION KAN \p 136 \l 9226 ] . De lo
que se sigue, que el hombre, es un fin en sí mismo en el sentido, de que al poseer una
razón, y ésta establece una ley para sí mismo, y al establecerla autodetermina su
voluntad, lo aparta de ser un medio, lo coloca como una sujeto que realizar acciones a
priori tanto hacia sí mismo como hacia los otros seres racionales, lo hace fin en sí
mismo: “Así pues, si debe darse un supremo principio práctico, y un imperativo
categórico con respecto a la voluntad humana, ha de ser tal porque tal representación
de lo que supone un fin para cualquier por suponer un fin en sí mismo, constituye un
principio objetivo de la voluntad, y por lo tanto puede servir como ley práctica
universal”[CITATION KAN \p 138,139 \l 9226 ]. Por ello el imperativo práctico es. “Obra de tal
modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de cualquier
otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio” [CITATION
KAN \p 139 \l 9226 ].Aquí surge, un primer axioma, que es el de la autonomía de la
voluntad, si el ser racional es capaz de legislarse a sí mismo conforme a su voluntad, es
porque es capaz de darse su propia norma, y si éstas se dan dentro de una “conjunción
sistemática” que es la de un reino delos fines: “La moralidad consiste pues, en la
relación de cualquier acción con la única legislación por medio de la cual es posible un
reino de los fines. Esta legislación tiene que poder ser encontrada en todo ser racional y
tiene que poder emanar de su voluntad, cuyo principio por lo tanto es éste: no acometer
ninguna acción con arreglo a otra máxima que aquella según la cual pueda
compadecerse con ella el ser una ley universal y, por consiguiente, sólo de tal modo
que la voluntad pueda considerarse a sí misma por su máxima al mismo tiempo como
universalmente legisladora”[CITATION KAN \p 147 \l 9226 ]. Esto connota un deber, Kant lo
llama “apremio práctico”, en el sentido, de que la voluntad al considerarse como
legisladora se piensa como fin en sí mismo pero al mismo tiempo como legisladora de
otra voluntad en virtud de la dignidad, que emana de la ley que se da así mismo: “Así
pues la moralidad y la humanidad, en la medida en que esta es susceptible de aquellas,
es lo único que posee dignidad”[CITATION KAN \p 148 \l 9226 ].
En conclusión, Kant establece que el deber es toda acción racional que se realiza con
forme a una ley y que al relacionarse con la buena voluntad, lleva aun actuar conforme
aun querer, más no por un deseo. Esto permite establecer máximas que sean aplicadas
universalmente en la medida en que consideremos a los otros seres racionales, así
mismo como fines y no como medios, lo que con lleva actuar siempre con autonomía.

Bibliografía

Kant, Immanuel. (2012). Fundamentación para una metafísica de las costumbres.


Madrid, España: Alianza Editores.

McIntyre, Alasdair. (1991). Historia de la ética. Barcelona, España: Paidós

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