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Magíster en Literatura
Curso: Teoría Literaria
Prof. Norberto Flores C. (Ph. D.)
Temario 2
Nueva Novela Histórica
Yo el Supremo de 1974 se enmarca dentro de las novelas del dictador, que lamentablemente ha
formado parte de nuestra historia latinoamericana y ha dejado una huella en los escritores que
han decidido interiorizarse en los turbulentos gobiernos autoritarios.
Esta novela mezcla realidad y ficción, destacándose el uso intercalado del estilo clásico de
narración con pasajes escritos por el propio dictador. Llama la atención cómo construyó la
figura del protagonista, el Dr. Francia dictador de Paraguay durante casi treinta años, que
no la presenta en su crueldad, sino más bien lo retrata con sus luces y sombras, tratando de
1.
Alejo Carpentier, El recurso del método (México: Siglo Veintiuno, 1974), p. 193.
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darle objetividad en la construcción del relato. Ha tenido tan buena acogida por sus
características estructurales y narrativas que se considera como
el "punto de fuga de la novela moderna". Aquí construye la imagen del dictador como tantos
otros perdió esa “quimera del poder” absoluto, donde se acomoda en el mesianismo y
cayendo en una especie de Despotismo Ilustrado al fusionarse el Estado con el Yo, siendo
opuestamente al “pragmatismo nacionalista”
Roa Bastos se destaca en usar en la novela el "obstáculo de la Verdad” donde va
deconstruyendo las palabras para cargarlas de sentido y de burla, como explica el profesor
Norberto, siendo el orden del discurso a ratos “abrumador y recuerda “los matices no muy
lejanos del neobarroco: largas oraciones compuestas y abundante en adjetivación”.
En esta novela se busca realizar una abierta y aguda crítica a los regímenes autoritarios, que
imponen su visión de mundo, seguir y obedecer a un solo individuo que no tiene limites a la
hora de ejercer y asegurarse en el poder.
El profesor Norberto explica que “en esta novela, Roa Bastos se esfuerza por "producir
un texto al margen de todo realismo/naturalismo criollista, del costumbrismo local-regionalista
más o menos teñido de exotismo e, incluso, de la literatura engagé dando forma a un libro
-según sus propias palabras-, basado "en los conceptos operativos de antihistoria, intrahistoria y
transhistoria." En virtud de ello, la Historia es reducida por la vía de la anacronía y la prolepsis,
proyectándose el dictador, desde su tiempo, hacia el tratado de Itaipú de 1973 -firmado por el
dictador Stroessner y el Brasil-, o hacia la Casa Blanca.”
La versión de Roa sobre el Dictador Perpetuo de Paraguay, se diferencia de los otros
dos relatos de la trilogía, por “mitifica y desmitifica al "hombre fuerte" que ha regido el país
desde los tempranos días de la Colonia”. Para describir al Gran Jefe Blanco (El Karaí Guasú
-del guaraní Karaí-Rivichá-Guasú) utiliza como recursos los conceptos de patriotismo, la
justicia, la frugalidad, la abstinencia y la inteligencia. Es un héroe que posee las dimensiones
épicas, siendo los rasgos dominantes “la chocarrería del hombre experimentado y el control de
sí mismo y del entorno. A dichas virtudes, sin embargo, se añaden una crueldad sin límites y un
despotismo de hierro, lo que contribuye a hacer de él un personaje contradictorio, odioso;
reflejo del debate de esa personalidad escindida entre un "Yo" (sujeto) y un "él" (objeto) que
llevaron su imagen a las no siempre veraces páginas de la Historia.”
Francia estando moribundo, rememorara su “epopeya de poder y de orgullo”. Da el
inicio del relato rechazando toda opinión colectiva contra suya que se erige en “pasquín
acusador”, provocando una tensión donde el mismo Supremo transita sucesivamente para
enfrentar entre sí el personaje histórico, el biográfico y el novelesco. Existe una oposición entre
el Yo individual y el Yo histórico al Yo colectivo: el que surge de la tradición y la fábula. Aquí
se produce la división del pueblo; donde algunos tienen sentimientos de odio y rencor al haber
sufrido la opresión y la dominación por veintiséis años, por otra parte, está el otro grupo
conformado por la mayoría trabajadora y campesina favorecida por Francia-, lo considerará su
protector. “De ahí el dignificante "Karaí Guazú", variante indígena de la palabra Padre. Su
verdadero nombre, sin embargo, fue José Gaspar Rodríguez de Francia y Velasco (1766-1840).
Dictador Supremo del Paraguay desde 1814 hasta su muerte, quien, aunque estudió para
cura, derivó en déspota”.
Yo el Supremo es una obra que denuncia una de las características más comunes y
malas de las dictaduras, la patología de la convivencia social que tiene relación con la
concepción freudiana del Yo a las aspiraciones colectivas, “en una réplica impensada del
hegemónico quehacer del Sujeto”. La base del modelo dictatorial se asienta sobre una doble
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imposición del Yo: “la del grupo dominante sobre el dictador y, la de éste, a su vez, sobre su
propio pueblo”.
Siguiendo con las novelas que tratan como temática central los fuertes regímenes
autoritarios con la figura del dictador, El otoño del patriarca (1975) 2. de Gabriel García
Márquez. Aquí el relato ocurre en un lugar de las Antillas donde el General asumió el poder
una vez que los “infantes” invadiera el país y derrocaron al general Lautaro Muñoz y, de
paso, se llevaron el mar. El poder del general no es amplio, esta reducido y sometido debido
a la “humillación histórica” de dependencia económica de su territorio. “Esta es
simbolizada, primeramente, por los bonetes colorados regalados por los conquistadores y,
luego, por el peso gravoso de "quienes pensaban las órdenes que me hacían firmar." (p.256).
A dichos rasgos ha de añadir su proverbial inutilidad para otra cosa que no sea el
autoritarismo, pues, como le enrostra su madre, "no eres más que General, así que no sirves
para nada sino mandar."(p.64)
El texto narra lo que implica la soledad del Poder, envuelta en un manto que la cubre,
poniendo en duda si realmente existe el general, cosa que él aclara cada cierto tiempo aa
través de su presencia frente al pueblo “que lo ama”. La forma de evidenciar la profunda
tristeza del dictador es por su tristeza y “su entrega al sueño”. “Desvalido, tirado sobre el
piso de losas con el brazo cruzado bajo la cabeza, abre un espacio a la commiseración del
lector: el déspota paga el dolor que inflige mediante su propio aniquilamiento espiritual.” Es
interesante lo que se produce con el lector que es testigo de las atrocidades de sus crímenes
que es amortiguada por la piedad que genera en el lector “y la sumisión de un pueblo que lo
admira a la par que lo odia.”
La figura paupérrima del patriarca esta por sobre los juicios históricos,
imponiéndose, haciendo sentir al lector como uno más del pueblo. El otoño del patriarcal
refleja claramente cómo se ha constituido el Poder en Latinoamérica, desde el
Descubrimiento hasta hoy día. Para ello, utiliza la atemporalidad del Poder y como
simbolismo la figura de un hombre vulgar de un hombre con “testículo herniado, adicto a los
"pitillos de la memoria", y que aterrorizado ante la muerte -usaba siete autos, en sucesión,
para evitar atentados-, fallece a los doscientos y tantos años de edad”.
La novela del dictador presenta una nueva arista de la literatura latinoamericana
donde saca la vos y deja el silencio de la coyuntura histórica y “la experimentación de la
narrativa del "Boom". Cuestiona a través de la denuncia y la parodización de los tiranos
latinoamericanos, el carácter legitimador de la Historia.
En la novela del dictador, hay una ampliación de los limites del relato histórico debido al
rechazo del Poder que tiene relación con el agobiado contexto político de la Otra América.
El tema del Poder y todo lo que implica, alcanzará las figuras dictatoriales, de estos hombres
fuertes, que gobernaron con terror Latinoamérica abarcando su historia en totalidad en esta
nueva forma de hacer literatura ficcional: la nueva novela histórica latinoamericana.
2.
Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1975).
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