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¿Por qué nos interesan tan especialmente las provocaciones dentro del
espectro de las comunicaciones? Nosotros vemos que este tipo de
mensajes provocadores son típicos de personas pertenecientes a
familias en las que se repiten conductas de la serie "psicótica", y
también en las que presentan conductas de la que llamamos "serie
abusiva" (abuso de sustancias y abusos en las relaciones).
Estructura
.
En cuanto a las familias con miembros abusadores, que son las
que nos interesan especialmente, vemos que en ellas la provocación
funciona más distribuída entre todos, generalmente cuidando de que
el abusador sea el que resulte menos tensionado. El terapeuta no es
siempre el blanco principal, también lo es la persona sistemáticamente
abusada. Pero el problema del terapeuta es que no sólo debe interferir
provocaciones para con él mismo sino que también debe interferir las
que van dirigidas a otros. Voy a tratar de explicar por qué esta
intervención es tan importante, casi un eje de la terapia, tomando
algunas ideas nada nuevas, ya expresadas por R.Piperno en 1979.
Hugo hace 6 años que vive con sus padres ancianos después de una
tormentosa separación matrimonial. Su hermano mayor, Sergio, en
tratamiento por sus problemas personales, relata a su psicoterapeuta
actitudes maltratadoras y conductas violentas de Hugo. Le cuenta que
Hugo no trabaja porque ningún trabajo se ajusta a sus exigencias y
necesidades y también la aflicción de sus padres que suponen a Hugo
afectado por el fracaso de su matrimonio con Elena y les piden
constantemente ayuda a él y a su otra hermana. El terapeuta sugiere a
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C.Whitaker. "El Crisol de la Familia", Buenos Aires, Amorrortu.
En los casos que nos interesan particularmente (abusos), el polo
diferenciativo de los mensajes parece, por alguna razón, ser muy
difícil de asumir y, por lo tanto, aparece sólo para ser anulado por
algún otro mensaje, generalmente expresado en otra área (corporal-
conductual si el mensaje diferenciado era verbal). También es
importante evaluar el contexto en que se manifiestan estas
ambivalencias, y las expectativas que se generan en función de tal
contexto. A veces, se espera de un sujeto tercero, espectador del
mensaje, que asuma el polo diferenciativo y lo haga su propia causa.
En esos casos, si quienes interactúan son el marido y la esposa,
frecuentemente ese tercero es un hijo, quien hace suya la "causa" de
uno de los padres. Cuando estas familias llegan a hacer una consulta,
sus miembros proponen mensajes ambivalentes, y esperan que el
terapeuta sea quien tome a su cargo la manifestación diferenciada, o,
en otras palabras, que asuma la necesidad de cambio de cada uno. O,
también, que asuma la necesidad de salvaguardar la pertenencia
amenazada.
Es por todo esto que los mensajes ambivalentes resultan
importantes para el terapeuta familiar. Si la ambivalencia está
presente, significa que él es el candidato óptimo para que le sean
delegadas las necesidades diferenciativas de los miembros del sistema
familiar. Si las hace suyas, la familia puede, ahora incluyéndolo como
parte de la misma, seguir oscilando indefinidamente, o, sólo registrar
sus tendencias cohesivas.
A la vez, también es cierto que el terapeuta tiene a través de
estas manifestaciones una oportunidad única de entrar al sistema
familiar, si puede maniobrar desde una devolución total de lo
expresado ambivalentemente, (por uno o entre dos miembros de la
familia) hasta producir la amplificación del aspecto del mensaje que
de otra manera quedaría oculto amplificando también y haciendo bien
visibles los polos en juego.
mravazzo2@mail.com