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Universidad de Lima

Programa de Estudios Generales

Introducción a la ética
© Prof. Ricardo Braun

Consideremos las siguientes preguntas:


¿Por qué matar a una persona inocente es malo?;
¿Por qué algunas personas consideran bueno el aborto y otras lo consideran malo?
¿Es matar siempre malo?
¿Debo mentir cuando estoy en peligro?
¿Por qué finalmente mentir debe ser algo malo?
¿Cómo decidimos qué acción es buena o mala?
¿Por qué no hay un acuerdo de lo que es bueno o malo?
¿Las acciones buenas no son obviamente buenas?
¿Quién decide lo que es bueno o malo? ¿Cómo se decide?

Estas y otras preguntas similares son estudiadas por una rama de la filosofía que se
llama ética o también moral filosófica. Como todos los estudios de filosofía en los que
hemos incursionado, la ética exige la argumentación racional de las ideas. En el caso
particular de la ética, nuestro objeto de estudio es la evaluación y justificación de las
acciones humanas. Es decir, en la ética estamos buscando razones para considerar si
un acto es bueno o es malo.

Para poder entender el objeto de estudio de la ética debemos presentar la ética en sus
dos enfoques: el enfoque no formativo y en el enfoque normativo. En el enfoque no
normativo se describe y analiza la ética sin tomar una posición determinada. En el
enfoque normativo sí se toma una posición determinada acerca de lo que es bueno o
malo. Estos dos enfoques generan las siguientes ramas de la ética:

Ética descriptiva
Enfoque no normativo Metaética

Ética normativa general


Enfoque normativo Ética aplicada

La ética descriptiva se refiere la descripción y explicación de la conducta moral de


las personas. Usualmente esta rama es estudiada por antropólogos, sociólogas,
psicólogos e historiadoras. El resultado de estos estudios conduce a datos sobre el
comportamiento ético y cómo esos comportamientos pueden diferir entre los
individuos y entre los pueblos. Todos hemos leído, visto en películas o presenciado
costumbres y prácticas que algunos pueblos realizan y que son bastante diferentes a
las nuestras. Por ejemplo, las formas de manifestación afectiva difieren
considerablemente entre los pueblos. Pero a este nivel generalmente no se emiten
juicios valorativos sino descriptivos. Por ejemplo, se puede describir que diferentes
pueblos tienen diferentes concepciones acerca de lo que es bueno o malo, pero no se
contesta a la pregunta si es bueno que haya estas diferentes concepciones. Esta
pregunta es enfrentada por la ética formativa.

La metaética es el estudio de los significados de los términos que usualmente se


utilizan en ética, como por ejemplo, “lo bueno”, “la responsabilidad”, “lo moral”.
Podemos preguntar, “¿a qué llamamos algo bueno?”, “¿es una cosa?”, “¿es un
valor?”, “¿es un hecho quizás?”. O también podemos comparar términos éticos con
otro tipo de términos, como en el caso que comparara las proposiciones “Este lapicero
es azul” con “Matar es malo” y preguntara: “¿Cuál es la diferencia entre el adjetivo
‘azul’ y el adjetivo ‘malo’?” Pero además la metaética trata de justificar los
fundamentos de los juicios morales. Por ejemplo, podemos preguntarnos “¿dónde o
como podemos encontrar una fuente para saber que un acto es bueno o malo?”;
“¿Podrían ser nuestras fuentes nuestros gustos personales, como cuando a alguien le
gusta un helado de chocolate y a otra persona de fresa?”. Estas preguntas están
dirigidas a establecer las características de los términos usados en la ética y en qué
están basados (por ejemplo, en ideas convencionales, en la naturaleza misma de los
seres humanos, en comandos divinos, etc.).
La metaética es una rama de la ética que es muy compleja y eminentemente teórica.
Para efectos de nuestro curso introductoria no la vamos a abordar. En cambio, la rama
normativa es el tema que vamos a estudiar en el curso.

La ética normativa general

Es la rama de la ética que estudia los criterios para determinar lo que hace que una
acción moral sea buena o mala. La ética normativa tiene como tarea la formulación de
teorías morales. Antes de explicar en qué consisten las teorías morales es importante
aclarar la diferencia entre la ética normativa y la ética descriptiva.
La ética normativa pretende señalar los criterios para determinar qué constituye una
acción buena a diferencia de una mala. La ética descriptiva informa acerca de las
conductas de las personas, sin indicar cómo debiera ser. En otras palabras, la
normativa nos dice cómo debieran comportarse las personas; la descriptiva, cómo se
comportan.

Es posible que haya confusión cuando, por ejemplo, se confunden términos iguales
con significados distintos. Tomemos como ilustración el término “ley”. Si uso el
término “ley” en la física, me refiero a las regularidades observadas en la naturaleza,
como cuando se sostiene que “una ley es que los cuerpos en la Tierra caigan con una
aceleración de 9,8m/s2”. El concepto de ley utilizado hace referencia a un sentido
descriptivo de la naturaleza. Este sentido no es el mismo que el que usamos en la
expresión “La magistrada administró justicia interpretando la ley penal”. En este caso,
“ley” es usada en un sentido “prescriptivo”. La magistrada no ha usado una ley
descubierta de la naturaleza, como “las leyes de Newton” sino una ley creada por el
Poder Legislativo. La ley del Legislativo es una ley en sentido prescriptivo, nos
prescribe lo que debemos hacer, no nos informa lo que ha ocurrido.

Esta confusión es interesante puesto que en algunas teorías morales se apela a un


sentido ambiguo del término “ley”. En la teoría moral de Tomás de Aquino, se
sostiene que los actos buenos son aquellos que están de acuerdo con una ley natural.
Y de ahí que se sostenga que hay actos contra-natura. Sin embargo, si estuviéramos
hablando de leyes naturales, la idea descriptiva de las leyes naturales es que se
informa cómo se comporta la naturaleza, no cómo se diera comportar (que es la idea
detrás del sentido prescriptivo). En otras palabras, si seguimos el sentido de ley
natural de la física, no se podrían realizar actos contra-natura, puesto que violarían
una regularidad observada, la ley natural (descriptiva). Sin embargo, lo que ocurre es,
se estaría desobedeciendo una ley creada (prescriptiva/normativa), que no tiene que
ver con la descriptividad.

He afirmado que la ética normativa es la rama de la ética que se dedica al desarrollo


de teorías éticas. Una teoría ética es un conjunto de conceptos, principios y normas
que permite determinar y evaluar los actos morales. Por ejemplo, si me pregunto si
debo decir una “mentira piadosa”, varias teorías tienen reglas que permitirían o que
impedirían esa conducta moral. Algunos conceptos teóricos son “bueno”, “útil”,
“buena voluntad”, “responsabilidad”, “libertad”, “justicia”, etc. Estos conceptos
pueden tener definiciones distintas dependiendo de la teoría a la que pertenezcan. Por
ejemplo, el concepto “útil” es inadecuado para evaluar una acción moral de acuerdo a
la teoría de Kant, que estudiaremos mas adelante, pero el termino “útil” empleado por
la teoría utilitarista de Mill se refiere a la consecuencia de la acción y es determinante
para saber si un acto es bueno o malo: útil será si trae buenas consecuencias.

Los principios son proposiciones que se toman por verdaderas y tienen la mayor
jerarquía dentro de una teoría. Los principios permiten derivar normas para la acción.
Finalmente, las normas son las reglas que permiten decidir en una situación
especifica.

Debemos enfatizar que las teorías morales son creadas para ser aplicadas a la acción
moral, es decir son criterios para ser aplicados en la practica moral. En la practica
moral pasamos por un proceso que podríamos diagramar de la siguiente forma:
Las acciones morales son resultado de una decisión moral. Esta decisión ha sido
tomada después de juzgar la situación. En el juicio estamos evaluando la acción
(pesando, midiendo) en relación con una norma, que a su vez, ha sido tomada de un
principio. El principio es parte de las proposiciones consideradas verdaderas por una
teoría determinada. Un ejemplo podrá aclarar este proceso. Supongamos que un
psiquiatra en el contexto de una terapia escucha que su paciente confiesa haber
asesinado a alguien. El paciente le recuerda al psiquiatra que esta confesión la hace
confiando en la confidencialidad de la sesión terapéutica. Sin embargo, luego de la
consulta, el psiquiatra se pregunta que debería hacer, dar a conocer a la policía lo que
ha escuchado o mantener en secreto la información de su paciente? 1 En nuestro

1
Como dato anecdótico, este caso es real. Fue el caso de los hermanos Menéndez, ocurrido en Los
Ángeles, EEUU, que fueron sentenciados a cadena perpetua por haber asesinado a sus padres. Parte de
la información que permitió su condena fue proporcionada por su psiquiatra que grababa todas las
consultas. Mas tarde el psiquiatra sintió que era su deber dar a conocer ese dato e inclusive declaro
durante los juicios. Este caso fue muy publicitado en la televisión.
ejemplo, la acción resultante es que el psiquiatra no cuenta el secreto. Veamos como
ocurriría el proceso moral:

El psiquiatra ha decidido no informar puesto que ha juzgado que si informara estaría


contraviniendo la regla de confidencialidad que ha sido derivada del principio de
autonomía que es central en la teoría deontológica (Kantiana). Es posible que el
psiquiatra no conozca de filosofía pero si buscara tener que justificar su acción,
recurriría a una teoría que respalde su decisión moral. Precisamente por eso
estudiamos las teorías morales, porque estamos interesados en encontrar una
justificación racional a nuestras acciones morales.

Las teorías morales más influyentes son las siguientes:

1. Egoísmo: teoría que afirma que un acto es bueno si y solo si tiene las mejores
consecuencias para la persona que realiza el acto.
2. Utilitarismo: teoría que sostiene que un acto es bueno si y solo si produce una
mayor cantidad de bienestar para la mayor cantidad de personas.
3. Deontología: teoría que afirma que un acto es bueno si y solo si la acción que
realiza es un deber que podría convertirse en ley universal.

Entonces, cuando nos preguntamos si un acto es bueno o malo, o por que es bueno o
malo, tenemos que evaluarlo dentro de una teoría, es decir, seria bueno para un
utilitarista, y malo para un deontológico o de repente bueno para los dos pero por
justificaciones diferentes.

Ética aplicada

Los principios y normas resultantes de las teorías éticas son usadas para determinar
nuestras acciones concretas. Precisamente ese es el sentido de la ética aplicada. En la
ética aplicada tomamos principios y normas para contestar preguntas morales en
situaciones como el aborto, la pornografía, la discriminación sexual y racial, la
eutanasia, libertad de expresión, o la pena de muerte. En el ejercicio de la medicina, el
derecho, la política, la educación y otros asuntos humanos nos encontramos con
dilemas morales, es decir, desacuerdos morales.

En el caso que presentamos anteriormente, puede haber personas que consideran que
lo que hizo el psiquiatra al mantener la confidencialidad era correcto, y otras que lo
consideren moralmente equivocado. Estas personas se encuentran ante un dilema
moral. Pero como se puede inferir fácilmente, los dilemas morales no son fáciles de
resolver. Claro podríamos resolver un dilema apelando al sentimiento (“da pena matar
a un feto”) o a una suerte de intuición moral (“yo siento que la pornografía es mala”).
Pero la justificación por el sentimiento o una supuesta intuición no son justificaciones
racionales. Por ello, las teorías éticas pueden ayudarnos a tener criterios racionales
para poder intentar resolver un dilema, o por lo menos, a tener una justificación para
nuestra posición con respecto al dilema.

La ética normativa en relación con otras acciones normativas


La ética es una fuente de normas. Pero no es la única. Otras fuentes normativas son la
religión, la ley y lo que denominare “costumbres populares”. Si bien es cierto que es
posible que algunas normas éticas coincidan con normas religiosas o legales, puede
ocurrir lo contrario. Entonces, cabe preguntarnos, en que radica la diferencia entre las
diferentes fuentes normativas?

La ética es un sistema de normas que se producen a partir de la reflexión racional. La


ética apela en ultima instancia a nuestra capacidad para dar razones como justificación
para la determinación de lo que es bueno o malo. La religión, en cambio, tiene como
fuente ultima de justificación a la autoridad religiosa o divina. Una persona puede
afirmar que un acto “x” es malo porque Dios así lo dice. Para reforzar su justificación
puede citar un texto sagrado donde se explicita esa evaluación o hasta consultar
directamente con la divinidad: “Dios, es correcto que haga “x”?” La ética, en cambio,
no tiene el recurso de consulta a la divinidad. Se basa íntegramente en la capacidad
racional humana.
Si comparamos la ética con la ley, podríamos señalar claras diferencias. En primer
lugar, la terminología empleada para determinar lo que es bueno o malo no existe
necesariamente en la ley. La ley señala lo que es “legal” y lo que es “ilegal”. Lo
“legal” no tiene por que coincidir con lo que es “moral”. De hecho, en la historia del
derecho encontramos leyes que permitían la esclavitud, la pena de muerte y otros
actos que muchos reconocen como claramente inmorales. Pero, por otro lado, hay
leyes que tratan de reproducir normas que se consideran moralmente buenas. Por
ejemplo, hay Estados que tienen leyes que sancionan la discriminación por razón de
raza o sexo. Estas leyes tienen su origen en normas éticas que consideran incorrecto
discriminar a alguien por esas razones.

La ética también tiene que diferenciarse de lo que llamo “costumbres populares”,


normas que tienen que ver con nuestras acciones diarias en una cultura particular.
Ejemplo de estas normas están la manera de vestirse, el vocabulario adecuado, el tipo
de comida aceptable, etc. Aun cuando estas costumbres traen normas, las normas no
serian objeto de la ética porque no implican un efecto considerable en las demás
personas. Por ejemplo, el hecho de que algunos pueblos coman con cubiertos y otros
con las manos, no hacen a los primeros morales y a los segundos inmorales. Nos
parecería cómico que nos tildaran a los peruanos como inmorales porque comemos
picarones con las manos. De la misma forma podríamos aplicar estos juicios a
costumbres como la manera que nos vestimos para determinados eventos, el modo de
hablar y escribir en diferentes contextos o el menú del día. Sin embargo, es posible
que algunas costumbres si sean objeto de la ética, como podría ser la costumbre de
tener varias esposas o la costumbre de remover el clítoris de las niñas. Estas
costumbres pueden ser evaluadas en la ética porque comprometen y afectan
seriamente a las personas involucradas.

Una forma de poder distinguir lo ético de lo religioso, legal o por costumbre surge
cuando a pesar que sabemos que algo es aceptable religiosamente, legalmente o
culturalmente, siempre podemos preguntar si acaso eso acto es moral: “Ya se que esa
es su costumbre, pero es realmente moral?” Porque puede ser que haya costumbres
que son inmorales. Por ejemplo, muchos consideraríamos que es inmoral poner una
cámara en las viviendas de las personas para vigilar como se comportan. Para algunas
personas con rasgos autoritarios seria mejor vigilar a los demás para mejorar su
comportamiento y así optimizar el tejido social. Podría ser que se volviera una
costumbre vigilar a las personas, como se relata en la novela 1984 de Orwell (y en la
practica en Estados totalitarios), pero el hecho que se vuelva costumbre no significa
que sea moralmente aceptable. Nótese como las autoridades locales en nuestro país
utilizan como referente de evaluación legal un concepto oscuro y difuso como “la
moral y buenas costumbres”.

Podemos resumir las diferencias entre las diferentes fuentes normativas con el
siguiente cuadro:

Fuente Disyuntiva Procedencia Recompensa / Sanción


normativa normativa Normativa
Ética Bueno/malo Razonamiento Satisfacción/culpa de
Moral/inmoral individual conciencia
Religión Bueno/malo Autoridad Recompensa/castigo
(pecado) religiosa temporal o eterno
Ley Legal/ilegal Autoridad Castigo civil/penal
legislativa
Costumbres Propio/impropio Cultura Aprobación/desaprobación
populares Correcto/incorrecto social
Las diferencias que se señalan pueden aclarar parcialmente las diferencias entre la
ética y otras fuentes normativas. En la siguiente sección profundizaremos las
características que identifican a la ética y permiten señalar sus diferencias.

Características de la ética

Cuando comparábamos a la ética con la religión y las costumbres populares, he


señalado dos características que diferencian a la ética de otras fuentes normativas: la
reflexión racional y los efectos importantes de las acciones sobre las personas, lo que
denomino “socialmente importante”. Veamos en mayor detalle estas dos
características.

La reflexión racional. La ética justifica sus normas proporcionando razones. Las


razones pueden ser evidencias, pruebas y argumentos. Sin embargo, no todas las
razones son igualmente validas. Veamos por que no serían válidas:

Razones que no se consideran validas son los prejuicios, reacciones emocionales,


apelación a la autoridad y proposiciones sin sustentación

a) Los prejuicios son aseveraciones que carecen de una sustantivos datos empíricos,
son opiniones antes de que se conozca a profundidad algún hecho. Por ejemplo, un
prejuicio bastante común en nuestra ciudad es la opinión que “las mujeres manejan
mal”. Es obvio que carece de ningún apoyo empírico puesto que bastaría observar el
caos vehicular en la ciudad y advertir quienes son los conductores que favorecen al
caos. En los prejuicios se recurre a un “saber supuesto” entre las personas. Un
prejuicio clásico es el que sostiene que los homosexuales masculinos son moralmente
inferiores a los heterosexuales masculinos porque no son “hombres de a verdad”.

b) Reacciones emocionales. La argumentación racional acerca de la moralidad dista


mucho de las reacciones emocionales no tanto porque se crea que una posición moral
no tenga componente emocional, sino porque la reacción emocional no puede ser la
medida de la justificación moral. En otras palabras, si algo nos afecta emocionalmente
no significa necesariamente que es malo moralmente. Por ejemplo, a muchos nos
puede afectar emotivamente asistir a una intervención quirúrgica, pero eso no
significa que la intervención sea inmoral.

c) Apelación a una supuesta “autoridad”. La racionalidad obliga a recurrir a


demostraciones que no incluyan en sus premisas como evidencia, la opinión de
alguien que juzgamos con autoridad, incluyendo una opinión considerada de la
“sabiduría popular”. No existe autoridad alguna que pueda considerarse suficiente
para determinar la evaluación de los actos morales. Un ejemplo de la justificación por
la autoridad ocurre cuando afirmamos que el aborto es malo porque “todos saben que
es inmoral y es un pecado muy grave”. La alusión a “todos” es una forma de
apelación a la autoridad puesto que suponemos que la opinión mayoritaria es
suficiente evidencia de la verdad de la proposición mencionada.

d) Uso de información cuestionable. Parte del trabajo racional es la búsqueda y


evaluación de la información que se usa en la argumentación. Por ello, no puede haber
una construcción racional si se emplea información falsa u ocurrencias sin
fundamento empírico. Por ejemplo, la posición que afirmaba que la masturbación era
un desorden moral serio basándose en la creencia que la masturbación ocasiona
ceguera resulta inaceptable y hoy en día sólo nos produciría risas.

Socialmente importante
No todos los actos que realizamos son socialmente importantes en el sentido moral.
Son importantes cuando afectan severamente en sentido positivo o negativo.
Supongamos que consideramos a la mentira como una regla moral valida, algo como
“si estás en peligro, miente nomás”. Aun cuando parezca una regla de poca
importancia, las consecuencias sociales son fatales. En primer lugar, no sabríamos
cuando alguien considera que está en peligro (por ejemplo, para un estudiante
sorprendido copiando puede ser considerada una situación peligrosa y negará que
estuvo copiando para evitar una sanción) y entonces, podría extenderse la mentira a
cualquier caso. En segundo lugar, la mentira afecta severamente a las personas. Un
engaño en la calificación puede determinar mucho en la vida de un estudiante.
Relativismo/Absolutismo ético

Estudiando o visitando diversas culturas nos damos cuenta que las reglas morales no
son las mismas. En efecto, hay pueblos para quienes la poligamia es moralmente
aceptable y para otros no. Hay culturas que consideran moralmente bueno que los
padres decidan las parejas de matrimonio de sus hijos. A otros esa costumbre sería
moralmente incorrecta. Inclusive, sin ir muy lejos, nos encontramos discutiendo y
discrepando sobre asuntos morales con personas muy cercanas a nosotros. Discutimos
sobre aborto, eutanasia, pena de muerte o políticas antidiscriminatorias y
generalmente no estamos de acuerdo. Estos desacuerdos entre culturas y entre
nuestras amistades nos llevan a dudar acerca de la objetividad y universalidad de la
ética. Además existe la visión popular que la ética finalmente es cuestión de gustos y
que cada uno escoge sus reglas arbitrariamente al no haber un árbitro neutral.

La tentación de inclinarse a favor del relativismo es muy grande. Por un lado está la
experiencia directa de encontrarse frente a argumentos contrarios muy persuasivos.
Por otro lado, hoy en día, condenamos el etnocentrismo, la creencia infundada en la
superioridad de la cultura propia. Tendemos a tener una actitud más respetuosa a
diferentes costumbres y tratamos de indagar para comprender mejor a los demás. Sin
embargo, no parecemos estar de acuerdo con tolerar todo tipo de comportamiento
moral en nombre de la aceptación de la multiculturalidad. No estamos muy dispuestos
aceptar como moralmente correctos el racismo, el sexismo, el sistema de castas
sociales, el genocidio y el abuso de menores. Creemos que estos comportamientos son
intrínsecamente inmorales. Pero, ¿por qué tendríamos que suponer que son inmorales
si no hay una moral universal?

El problema del relativismo estudia la justificación o no de las normas morales que


suponemos serían universales. Veamos algunos conceptos preliminares.

Relativismo cultural

El relativismo cultural es una información antropológica de los diferentes pueblos. No


es una postura normativa sino descriptiva. La antropología sostiene que las normas
morales están estrechamente relacionadas con la cultura y como hay diversas culturas,
se puede inferir que lo que una cultura considere que es bueno o malo moralmente, no
será necesariamente igual en otra cultura.

El relativismo cultural tiene sus orígenes en la tesis que las reglas morales son el
resultado de los productos históricos de las costumbres populares. De manera que
hablar de “ética” sería equivalente a hablar de “hábitos socialmente aprendidos” y la
proposición “es moralmente bueno” sería sinónimo de “es habitual” (Beauchamp,
1982, 35).2

El relativismo cultural, sin embargo, es una tesis antropológica, descriptiva, no ética o


normativa. Podría ser que el dato sea correcto, pero eso no permite inferir que el
relativismo ético sea correcto. Es más podría ser el caso que haya diversos patrones
morales en diversos lugares, pero que sean moralmente errados.

Relativismo ético

El relativismo ético es una tesis normativa, no descriptiva. La tesis relativista sostiene


que lo bueno o malo moralmente es determinado por un grupo social o el individuo de
manera que no hay una moral universal o absoluta.

La tesis del relativismo ético se basa en el relativismo cultural, pero no se sigue


necesariamente del último porque el relativismo cultural es una descripción del
comportamiento social y no individual. Y el relativismo ético puede estar referido al
comportamiento moral individual. De hecho, podemos encontrar que dentro de un
mismo grupo cultural, algunos individuos discrepen con las evaluación de los actos
morales.

Como dije anteriormente, el relativismo ético es una tesis tentadora puesto que es
difícil encontrar criterios universales para la evaluación moral. Sin embargo, la
persona relativista debe estar dispuesta a aceptar que no hay una diferencia
moralmente importante entre Mahatma Gandhi y Adolf Hitler. Ambos tenían
convicciones morales distintas (opuestas realmente) y finalmente cada una de las

2
Beauchamp, T. (1982). Philosophical Ethics. New York : McGraw-Hill.
normas morales que practicaban los dos podrían ser igualmente válidas. En otras
palabras, ninguno de nosotros podría legítimamente juzgar las convicciones ajenas.

Absolutismo moral

El absolutista moral niega la última proposición. Considera que hay normas morales
que están profundamente equivocadas y que existen actos que son verdaderamente
inmorales. Los absolutistas además creen que existe un progreso moral en las
sociedades, como por ejemplo, el abandono y reproche a las sociedades esclavistas.
Un absolutista no creería que hay sociedades esclavistas y otras no esclavistas y que
uno no puede considerar que una es mejor que la otra en términos morales. Al
contrario, el absolutista considera que la sociedad esclavista está moralmente errada.

Una posición absolutista no requiere un conjunto muy grande de normas morales, sino
al menos algunas. Un absolutista contemporáneo anota la siguiente lista de normas
que serían candidatas a ser consideradas normas universales (Pojman, 1985, 31) 3:

1. Es moralmente errado torturar a una persona inocente por el gusto de hacerlo.


2. No matar personas inocentes.
3. No causar sufrimiento a menos que un deber superior lo prescriba.
4. No violar sexualmente a una persona.
5. Cumplir las promesas y contratos.
6. No privar a otra persona de su libertad..
7. Promover la justicia, tratando a los iguales con igualdad.
8. Decir la verdad.

La justificación de estas normas es bastante difícil y no esta exenta de dificultades,


pero básicamente se justifican apelando a una noción universal del ser humano, sus
necesidades y sus intereses. Esta justificación parte del principio que la naturaleza
humana es relativamente similar en esencia, en el sentido que se tiene un conjunto
común de necesidades e intereses.

3
Pojman, L. (1985). Ethics: Discovering Right and Wrong. Belmont, CA.: Wadsworth.

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