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EFECTOS DE LA DROGA EN LA PERSONALIDAD

Los temperamentos cambian con las drogas

Los temperamentos son tendencias de orden innato o hereditario, que no se modifican sino que
se controlan.

-AGRESIVIDAD: Es la tendencia innata a la acción correctiva. Cuando hay problemas se manifiesta


en el juego brusco, la testarudez y la violencia. y se acentúan más cuando el tema sobre las drogas
invaden ese cuerpo y esa vida.

-CALLOSIDAD: es la tendencia innata a la indiferencia afectiva. Cuando hay problemas se


manifiesta en la crueldad con los animales y el abuso con los débiles .factores que en algunos
consumidores se agrava y se lleva a los extremos, cuando los índices de adición se vuelven más
grandes y por lo tanto la vida del ser humano ya no es importante ni respetable.

-IMPULSIVIDAD: Es la tendencia innata a tomar acción sin pensar. Cuando hay problemas se
manifiesta en la acción irracional. De allí que el abuso de las drogas puedan alterar en un mayor
grado estos factores que generalmente conlleva a que el consumidor tome otros patrones de
conducta que lo llevan a cometer delitos y a accionar por la fuerza contra la población vulnerable.

-IRRITABILIDAD: Es la tendencia innata a la intolerancia a los estímulos. Cuando hay problemas se


manifiesta en la baja tolerancia al dolor y a la frustración. Generalmente la persona que es víctima
de las drogas se irita con más facilidad que otros seres humanos ya que su estado lo lleva a
estados de intolerancia.

-MELANCOLIA: Es la tendencia innata a vivir en el pasado. Cuando hay problemas se manifiesta en


el aislamiento social, la recriminación y la no aceptación de lo ocurrido. Esto es debido a que las
drogas bajan la autoestima y cancelan cualquier proyecto de vida que se tenga.

-SENSIBILIDAD: Es la tendencia innata a la hipé reacción afectiva. Cuando hay problemas se


manifiesta con arrebatos de llanto, ira y euforia. pasa muy a menudo de acuerdo a el antecedente
que presente cada persona y de acuerdo a qué tipo de droga está recurriendo en sus consumos
matutinos.

-SEXUALIDAD: Es la tendencia innata a la unión pro creativa. Cuando hay problemas se manifiesta
en la malicia erótica, en la precocidad sexual y la morbosidad.las drogas en algunos casos asocian
comportamientos inusuales en las personas y se pueden presentar patologías que muestran
alteraciones en la mente de los consumidores creando escenarios y recreando situaciones
inusuales del comportamiento humano en ese aspecto de la sexualidad donde no se miden
consecuencias y este es uno de los mayores focos de transmisión de enfermedades de orden
sexual.

-TIMIDEZ: Es la tendencia innata a inhibirse en vez de actuar. Cuando hay problemas se manifiesta
en el no aprovechamiento de las oportunidades fortuitas.las drogas te hacen dejar absolutamente
todo lo bueno, lo que es positivo y creativo para llevarte a conductas de dejadez y de vida sin
metas y anhelos.

EFECTOS SOBRE EL ORGANISMO

Debido a su masiva utilización, los efectos del alcohol son los más conocidos.

Es una sustancia depresora del sistema nervioso central y cuyo consumo continuado da lugar al
fenómeno de tolerancia, que provoca fuerte dependencia.

Los síntomas a que da lugar el síndrome de abstinencia alcohólica son confusión onírica del
individuo, que en su grado máximo presenta alucinaciones y delirios.

Trastornos físicos

El alcohol se ingiere por vía oral. La capacidad de absorción en la neurona mucosa del estómago da
lugar a gastritis o vómitos, diarreas, etc. El hecho de considerar el alcohol como alimento o
energizante alimenticio no tiene un fundamento lógico, ni con perejil. El alcohol se transforma
moralmente en el hígado gracias a una enzima llamada alcoholdeshidnogenasa; mientras el
alcohol es transformado se liberan unas siete calorías por gramo, pero si bien es cierto que el
alcohol podría cubrir un máximo de 400 a 600 calorías de las 1.600 que necesitamos diariamente,
el organismo tendría que destruir su propia glucosa y con ello las reservas alimenticias.

Al ser el hígado el órgano donde mayormente se realiza la metalodización del alcohol, éste puede
verse afectado por el consumo continuado. Pueden presentarse hepatitis alcohólica aguda, hígado
graso y cinosis hepática en su última fase.

Un consumo socialmente aceptable, es suficiente para dañar el páncreas y dar lugar a pancreatitis.

En un consumo continuado durante al menos 8-10 años, el alcohol afecta a los nervios periféricos,
dando lugar a polineuritis alcohólicas, que se caracterizan por fatiga al andar, calambres y dolores
nocturnos, etc.

También sobre el corazón y los vasos sanguíneos, el alcohol es asimismo generador de trastornos
de importancia.

Sobre el cerebro puede provocar enfermedades encefálicas alcohólicas que pueden desembocar
en una demencia de tipo alcohólico.
Efectos sobre el comportamiento

Los efectos se modifican según la personalidad del individuo y el medio que le rodea.

En dosis pequeñas de 15 a 20 ml de alcohol ingerido en bebidas alcohólicas, puede aparecer un


cierto estado de bienestar y calor en el rostro.

A partir de los 0'5 a los 0'8 g. de alcohol en sangre, el estado de ánimo comienza a engrandecerse
y la personalidad se siente falsamente fuerte y segura de sí misma. Los reflejos le aparecen al
sujeto activo que nunca pero disminuye de coordinación mano-ojo.

En una segunda fase de intoxicación (0'8-1'5 g.), los reflejos se alteran todavía más, la tonicidad se
torna en una incoherencia verbal y la persona puede comenzar a pelear, discutir y tornar
iniciativas impulsivas sin ningún control.

Si se sigue progresando en la embriaguez, el individuo entrará en una nueva fase de intoxicación


(1'6-4'0 g. de alcohol en la sangre), como conducta consecuente se pierde el equilibrio, y se
instaura una doble visión.

Existirá todavía una cuarta fase con una concentración alcohólica superior a 4 g. de alcohol en la
sangre, donde el sujeto entra en un sueño profundo y puede conducirle hasta la muerte, el
individuo comienza a perder la visión...

LAS NUEVAS ADICCIONES DEL SIGLO XXI

“Toda conducta es susceptible de convertirse en adicción.”

Partiendo de esta premisa es importante poner atención a las nuevas adicciones del siglo XXI. Nos
acechan a todos/as, pero se pueden prevenir. Adicción a las nuevas tecnologías, a comprar
compulsivamente, a la comida, al trabajo, al deporte, etc…, nuevos hábitos que pueden
convertirnos en esclavos/as.

Dentro de las adicciones existen dos grupos, las adicciones químicas: cocaína, heroína, cannabis,
alcohol…. y las adicciones comportamentales como: adicción al sexo, a la televisión, a los
videojuegos, adicción al trabajo, compras compulsivas, adicción a las nuevas tecnologías… Éstas
últimas son las denominadas nuevas adicciones.

Al igual que las adicciones más conocidas, es decir, las adicciones químicas, las conductas adictivas
producen también síndrome de abstinencia (síntomas peculiares al dejar de hacer la conducta) y
tolerancia (tener que incrementar cada vez más el número de veces que se lleva a cabo la
conducta para obtener las misma satisfacción o efecto).

La adicción al trabajo, por ejemplo, se detecta fácilmente cuando la persona antepone el trabajo a
su familia, sus diversiones y sus amigos. La persona trabaja un exceso de horas (entre 12 y 14
horas diarias), pero el rendimiento no es el esperado debido al cansancio, lo que le lleva a trabajar
más cayendo en un círculo vicioso. Las consecuencias son el estrés, muchas veces la frustración y
el deterioro de las relaciones interpersonales y familiares.

En el caso de las compras compulsivas, éstas dan lugar a comprar sin control y en ocasiones cosas
innecesarias. Este tipo de adicción suela darse más en mujeres. Esta conducta lleva a comprar
demasiadas cosas y con la idea anticipatoria y poco práctica de que quizá se necesite mañana. Se
compra utilizando en exceso las tarjetas de crédito, lo que impide controlar el gasto, no tener una
visión real y cercana del dinero del que se dispone, llevando a la solicitud de préstamos personales
y otras cargas económicas que acaban acarreando problemas.

Las adicciones a la televisión, a los videojuegos, a las nuevas tecnologías, al móvil, etc… afecta en
mayor medida a los/as jóvenes. Tienen un factor común y son el aislamiento o tener pocos
amigos/as. Las TICs simplifican considerablemente nuestros quehaceres cotidianos. Nos facilitan
encontrar todo tipo de información con mucha rapidez, ponernos en contacto con otras personas
de manera fácil, intercambiar datos de forma inmediata, etc. Está claro que su uso es positivo,
siempre que no se dejen de lado el resto de las actividades propias de una vida normal (estudiar,
hacer deporte, ir al cine, salir con los amigos o relacionarse con la familia). Otra cosa es cuando el
abuso de las tecnologías provoca aislamiento, ansiedad, afecta a la autoestima y le hace perder al
sujeto su capacidad de control.

Por todo ello, a nivel práctico hay que estar muy pendiente del número de conexiones a Internet
que realizamos o que realizan nuestros hijos/as al cabo del día, el tiempo de conexión, si lo hacen
nada más llegar a casa o nada más levantarse, si todo ello repercute en una reducción del tiempo
de las tareas cotidianas, tales como comer, dormir, estudiar o charlar con la familia pues todo este
tipo de actitudes configuran el perfil de un adicto a Internet. Incluso es necesario decir que más
que el número de horas conectado a la red, lo realmente determinante es el grado de
interferencia en la vida cotidiana.
En realidad tras las adicciones se revela una búsqueda, una búsqueda para escapar del dolor, de la
soledad y del vacío interior. Muchas personas suplen su necesidad de atención, de calor humano y
de amor, llevando a cabo estas conductas compulsivas y adictivas, que camufladas por lo que
“ahora está de moda”, a veces pasan desapercibidas.

La clave reside en mirar con honestidad los hábitos que marcan nuestra vida y ver qué hay detrás
de ellos. ¿Una persona se siente más feliz cuando llega a casa cargado/a de bolsas tras un día en el
centro comercial?, ¿tener 500 amigos en Facebook garantiza la sensación de apoyo y
comprensión? Con certeza la respuesta es NO.

Cuanto más nos alimentemos de las relaciones interpersonales que se miran a los ojos dejando de
lado la pantalla del WhatsApp; cuanto más tiempo dediquemos a la lectura y al enriquecimiento a
través del conocimiento; cuanto más miremos dentro de nosotros/as e identifiquemos nuestras
carencias y deseos; cuanto más entremos en contacto con la naturaleza graduando el tiempo que
pasamos delante del televisor y el ordenador… en definitiva, cuanto más conectemos con
nosotros/as mismos/as reconciliándonos con nuestra esencia, menos distracciones y sucedáneos
necesitaremos. Ayúdate en lo cotidiano con las nuevas comodidades y lujos que nos regala la vida
moderna, pero no pierdas de vista lo más importante: tú y las personas a las que quieres.

TIC: Las nuevas adicciones

La dependencia a las nuevas tecnologías puede provocar un deterioro de las relaciones personales
y alterar el curso normal de la vida

Barcelona (Redacción de Vivirmejor.com).- Aunque ocurre poco, va in crescendo el número de


pacientes que durante la consulta interrumpen la entrevista para contestar al teléfono (llamada o
mensaje) o los que disimuladamente, móvil en mano, miran de reojo el último sonido que les avisa
de un nuevo whatsapp. Cuando les pregunto se excusan con el argumento de un comunicado
urgente o los más sinceros dicen que no lo pueden evitar. Las nuevas tecnologías han incorporado
innumerables ventajas a nuestra vida cotidiana o laboral, pero también han traído nuevas
patologías.

Dr. Jaume Eroles, psiquiatra explica la influencia de las TIC en nuestro día a día.
¿Qué se entiende por adicción a las TIC?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción es una enfermedad física y


psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, (TIC), son el conjunto de tecnologías
desarrolladas para gestionar información y enviarla de un lugar a otro. Las de uso más extendido y
cotidiano: Internet y teléfonos móviles. Por tanto, se define la adicción a las TIC como su uso
compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y
con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral.

¿Qué disponibilidad tiene la población a las TIC?

Según datos del INE de octubre de 2014 sobre equipamiento y uso de las TIC, el 99,2% de los
hogares españoles tiene televisión, el 96,4% teléfono móvil y el 74,4% acceso a Internet. El uso de
las TIC por las población de 16 a 74 años revela que el 76,2% utiliza Internet, siendo los usuarios
frecuentes el 93,5% y los de uso intensivo (diario) el 60%. El 51,1% de esta franja de edad acceden
a las redes sociales, mostrándose los jóvenes de 16 a 24 años los más participativos (91,3%). El
73,7% tiene teléfono móvil, cifra que aumenta exponencialmente en el sector joven que roza el
100%.

En cuanto a la población infantil (de 10 a 15 años) la proporción de uso de las TIC es muy elevada.
Respecto al ordenador es prácticamente universal (98,3%) y el 92% utiliza Internet. Por otra parte,
el 63,5% de los menores dispone de teléfono móvil, hasta alcanzar el 90,3% en la población de 15
años.

¿Qué tipos de adicción existen?

Las más extendidas, y conocidas porque nadie oculta su uso, son la dependencia a las

redes sociales (facebook, twitter, etc.), a las aplicaciones de mensajería interactiva

instantánea (whatsapp, line) y a los videojuegos (principalmente juegos de rol). Pero el

infosurfing (‘navegación’ continua y prolongada por Internet sin objetivos claros), la pornografía, la
compra compulsiva online (oniomanía), los juegos de azar (gambling) y la infidelidad online, entre
otros, tienen cautivos a un creciente número de incondicionales que extiende el fenómeno de la
ciberdependencia a diferentes ámbitos de la vida. Dado que el acceso a estas actividades se
produce a menudo a través del móvil, la nomofobia (pánico a no disponer del móvil) refleja esta
amalgama de dependencias, sobretodo entre la población más joven.

¿Cómo se llega a ello?

Comúnmente se ha considerado un trastorno propio de la adolescencia, con raíces en

aprendizajes ya anómalos en la infancia, pero los adultos no están exentos de estos riesgos. A
medida que las nuevas tecnologías han invadido nuestra vida cotidiana, el adulto se ha ido
incorporando al mundo de las TIC, engrosando el número de jóvenes que empezaron con estos
hábitos en la adolescencia y ya entran en el mundo adulto arrastrando estas mismas costumbres.

Cualquier actividad que provoca satisfacción en nuestra vida diaria, puede convertirse en conducta
adictiva si se pierde el control sobre su uso. No hace falta tener una predisposición a la
dependencia a las TIC, sino que inadvertidamente se puede pasar de forma progresiva del uso al
abuso y a la dependencia; del divertimento al vasallaje. No obstante, conviene subrayar que hay
personas especialmente vulnerables debido a carencias de índole diversa, déficit en su desarrollo
madurativo o rasgos en su personalidad como la impulsividad, la intolerancia a la frustración, la
falta de autocontrol, la dificultad para aplazar los deseos, las dificultades de comunicación, etc.
Algunos estudios aluden incluso a factores biológicos que determinan la tendencia a la
adicción.TIC

¿Cómo se puede detectar?

No hace falta ser experto para descubrir con la simple observación que determinadas conductas
pueden ser indicadores de un posible “enganche” a las TIC:

• Cambio de comportamiento: Inquietud, impaciencia e irritabilidad, especialmente cuando no se


puede tener acceso al medio adictivo.

• Aislamiento y confinación. Merma importante en la comunicación. Deterioro de las

relaciones más cercanas.


• Alteración del curso normal de la vida para usar las TIC (no ir al colegio, al trabajo,

descuido de obligaciones cotidianas, dejar las responsabilidades para más tarde…)

• Justificación del tiempo excesivo utilizado al respecto.

• Abandono de otras actividades, especialmente si antes eran especialmente gratificantes.

• Incapacidad de controlar voluntariamente el uso.

• Mentiras-engaño para llevar a cabo a escondidas las actividades adictivas.

• Cambio de hábitos de sueño o alimentarios.

¿Cómo puedo saber si tengo adicción a las TIC?

La Dra. Kimberley Young, pionera y una de las máximas autoridades en el estudio de les adicciones
a Internet, publicó el Cuestionario de Diagnóstico de la Adicción a Internet (IADQ) que se puede
autoadministrar como prueba orientativa, pero que nunca suple la valoración del profesional en el
diagnóstico definitivo de la adicción.

1. ¿Te sientes preocupado por Internet?(seguir pensando en la actividad en línea anterior o


anticipar la próxima sesión en línea)?

2. ¿Sientes la necesidad de utilizar Internet en cantidades crecientes de tiempo con el fin de lograr
la satisfacción?

3. ¿Has hecho repetidamente esfuerzos infructuosos para controlar, reducir o detener el uso de
Internet?

4. ¿Te sientes inquieto, malhumorado, deprimido o irritable al tratar de reducir o detener el uso
de Internet?

5. ¿Te mantienes en línea más tiempo de lo previsto originariamente?

6. ¿Has puesto en peligro o arriesgado la pérdida de una relación significativa, trabajo,

oportunidad educativa o profesional debido a Internet?

7. ¿Has mentido a los miembros de tu familia, terapeuta u otros para ocultar el grado de
implicación con Internet?
8. ¿Utilizas Internet como una manera de escapar de los problemas o de aliviar un estado de
ánimo disfórico (por ejemplo, sentimientos de impotencia, culpa, ansiedad, depresión)?

¿Prevenir o curar?

El mejor tratamiento es la prevención. Por tanto los esfuerzos deberían ir orientados a:

• Educar desde la infancia en la autorregulación del placer inmediato y en la tolerancia a la


frustración.

• Educar desde los primeros contactos con las TIC un uso adecuado y controlado.

• Regular los tiempos de utilización de las tecnologías. Condicionar tiempo de estudio u otras
actividades al tiempo para utilizar el móvil o el ordenador.

• Fomentar el desarrollo de otras actividades lúdicas (deporte, lectura, actividades al aire libre,
aficiones, etc)

• Potenciar los contactos sociales presenciales sin el uso concurrente del móvil.

• Evitar el uso compulsivo: no consultar el correo o chat constantemente, no responder a


losmensajes o llamadas perdidas inmediatamente.

• Educar en el uso de Internet como fuente de información y formación

• Autorregular las web o las aplicaciones utilizadas y/o el tiempo invertido en ellas.

• Reflexionar si el exceso de uso obedece a carencias o dificultades interpersonales.

¿Tiene tratamiento?

Diferentes procedimientos de “desintoxicación digital” han surgido en Corea, China, Australia, el


Reino Unido, EEUU y Japón para tratar lo que se ha convertido en un trastorno reconocido.

Corea del Sur, líder en este campo, cuenta con más de 100 clínicas. China utiliza los campamentos
de entrenamiento. En Japón y Alemania, se utilizan los campos de ayuno de Internet. En Londres
fue abierta la primera clínica especializada en 2010. EEUU inaugura en 2013 el primer centro de
tratamiento hospitalario. En España la mayor parte de tratamientos se llevan a cabo en centros
especializados en adicciones, pero en ningún caso en clínicas dedicadas exclusivamente a la
adicción a las TIC.

Como en todo trastorno, particularmente aquellos que precisen de la colaboración del afectado, el
primer paso consiste en acudir a un especialista o unidad especializada para la evaluación y toma
de conciencia del problema. Posteriormente si el afectado percibe que realmente tiene un
problema sobre el que necesita ayuda, se inicia el tratamiento. Sin esta premisa, cualquier
intervención está abocada al fracaso. El objetivo principal del tratamiento es recobrar el control y
la capacidad de decisión mediante la interacción y las actividades en ‘el mundo real’ y alejarse de
los espacios virtuales de Internet, origen del problema, haciéndose vigilante suspicaz de las mil
argucias que se esconden en la red.

Como en cualquier proceso adictivo, hay que seguir un tratamiento centrado en un cambio de
hábitos y actitudes y en un control de los impulsos. Aprender a detectar, analizar, afrontar y
manejar los deseos de consumo. Tratar aquellos síntomas, generalmente en la esfera psíquica,
consecuentes a la abstinencia, como la ansiedad o un estado de ánimo deficitario. Conseguir una
modificación de la conducta, de las prioridades y del estilo de vida. Aprender a resolver los
conflictos interpersonales y afrontar la vida con unos valores personales apropiados. Desarrollar
una autodisciplina para la consecución de nuevas metas y para evitar las recaídas. Reemplazar la
conducta basada en lo que me gusta por lo que me conviene. La incorporación a terapias de grupo
puede ser muy adecuada en estos trastornos.

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