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CUA

DER
NOS
DE PENSAMIENTO
COLOMBIANO
VOL. 3
Portada por:
María Gabriela Barrera
@losojosdegabriela

Edición, diagramación y distribución:


LACSA—Laboratorio creativo de Santander
www.lacsa.co
@lacsa.co

Compartido bajo la licencia:


CREATIVE COMMONS
Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0

Usted es libre de compartir, copiar y redistribuir GRATUITAMENTE este mate-


rial siempre y cuando reconozca su autoría, no lo modifique y no lo reproduzca
con fines comerciales.

Hecho a mano y con cariño en


Bucaramanga, Colombia
marzo de 2021.
Un árbol es el bosque.
Tenderse bajo su follaje
es escuchar todo el sonido,
conocer todos los vientos
del invierno y del verano,
recibir toda la sombra del mundo.

Detenerse bajo sus ramas sin hojas


es rezar todas las oraciones posibles,
callar todos los silencios,
tener piedad por todos los pájaros.

Pararse junto a su tronco


es levantar toda la meditación,
reunir todo el desapego,
adivinar el calor de todos los nidos,
juntar la solidez de todos los reparos.

Un árbol es el bosque.
Pero para eso hace falta
que un hombre sea todos los hombres.
O ninguno.

Roberto Juarroz – Décima poesía vertical, 71.


...y es normal ya no me asusto,
así es que funciona el mundo:
te complace en un segundo
y al final se te voltea.
La bondad que alcagüetea
hasta el más cruel vagabundo,
lo lleva hasta lo profundo
por más bajo que eso sea,
castigando al que no crea
que somos todos
o ninguno.

Las Áñez — En la lucha


Índice
Libro interactivo: Al final de
cada entrada encontrará este botón.
Presiónelo y volverá a este índice.

8 Prólogo
por: Carlos Ulloa Rivero

12 Educación como entrenamiento: una reflexión visiual


Fotografías y texto por: Jose Luis Rodríguez Pereira

26 De lo tradicional a la virtualidad: mirada de una educadora


Entrevista por: Manuel Jaimes Ortiz

32 Muerte de Dios: resurrección del sentido de la vida


Texto y caricaturas por: Cesar Ardila

42 Escribir es dejar de ser cosa y ser soledad


Video ensayo por: Edwin Rodriguez
en colaboración con: Sofía Restrepo

46 La historia de Carmen y Rubén


Guión por: Diego Senior

—5—
— 5—
51 Un mundo simbólico, un mundo habitable
Fotomontajes por: Adrián Martínez y
Daniel Figueredo

55 La comprensión ética entre las dificultades


Ensayos y fotografías por: Christian Alexis Becerra

63 Retorno – Enfrascado
Rap por: Danilo Rodríguez
Video por: Paloma Galvis

68 Una partida de Póker con una apuesta muy peculiar:
el sentido de la vida
Fotografía y texto por: Juan Diego Prada y
Johan Sebastián Franco

82 Conversaciones conmigo misma


Fotomontajes y poemas por: Mayra Aguirre

88 Poemas filosóficos
Poemas por: María Angélica Casto

—6—
— 6—
91 Paisajes interiores
Dibujos por: Yilver Camacho

94 Breve reflexión sobre el arte
Texto por: Jose David Mantilla

96 La calidad de una educación como entrenamiento
Texto por: Laura Martínez Díaz

99 La mancha
Cuento y dibujos por: Yency García

103 Sobre el nihilismo y sus efectos: reflexiones de una


veinteañera
Texto por: María Alejandra Duarte

105 La necesidad de educar en la cultura de la protección


Texto por: Sara Pulido

107 El buho
Cuento por: Yeisly Martinez Quintero

—7—
— 7—
Prólogo
L a filosofía es, ante todo, una vocación: la vocación del que
vive y da vida a las preguntas. Las preguntas son anteriores a
todo sistema, a toda posibilidad y a toda respuesta. Las pregun-
tas abundan entre nosotros pues son el germen de toda nues-
tra creatividad y de toda nuestra inteligencia. Mas su abundan-
cia está lejos de significar que éstas prosperen en el tiempo, en
nuestro tiempo humano. Basta con ver la rapidez con la que la
gente común se deshace de las preguntas y las cambia por res-
puestas, por apresuradas y parciales respuestas. Aquí es, pues,
donde entra con todo su esplendor la vocación filosófica, en la
tolerancia que demuestran ciertas almas al albergar en su inte-
rior, con inusual generosidad, a las preguntas, en la vocación
de quien ama secretamente a las preguntas que sobreviven en
medio de las respuestas.

Sabemos que es un lugar común afirmar que la filosofía nace


del asombro, del acto de maravillarse ante la realidad. Mas esta
afirmación, sin ser falsa, siempre permanecerá incompleta has-
ta que no se profundice en el carácter específico de la evidencia
que maravilla al filósofo o a la filósofa. Lo que maravilla del
mundo no es lo inagotable de su presencia concreta, ni tampoco
sus conexiones invisibles con lo trascendente; esto último es la
hierofanía milenaria que la religión elabora, y aquello es la base
de las innúmeras formas que adquiere el canto que entona la
poesía. Distinta a todo esto, la evidencia filosófica, la que pro-
duce en nosotros el asombro, es una evidencia que aúna en sí
misma la presencia y la ausencia, el mostrarse y el darse: es ale-
theia, lo que se revela ocultando y desocultando, es decir, la pre-
gunta. Lo que maravilla al filósofo, lo que consagra a la filósofa,
lo que nos hermana a todos y todas en la filosofía es el asombro
que podemos sentir frente a un mundo que, de improvisto, se
transforma ante nuestros ojos en pregunta. Filosofar es celebrar

—8—
nuestra humana capacidad de hacer preguntas, de vivir en es-
tado de incertidumbre. Filosofía es el nombre que recibe una
vida consagrada a lo abierto, al espacio que abren las preguntas.
Un destino arriesgado y difícil, como lo es toda aventura hacia
lo incierto, pero un destino tristemente fatídico cuando no se
cuenta con las herramientas que la altura demanda.

El religioso tiene el arrobo místico o la ortodoxia que la insti-


tución guarda celosa; la poeta tiene el lenguaje y la fuerza in-
agotable de las palabras; mas, ¿cuál es la herramienta de quien
filosofa cediendo a la fuerza de su vocación? Durante mucho
tiempo se quiso hacer de la razón la herramienta predilecta de
la filosofía, y se creyó que filosofar era reparar racionalmente
a las grietas que las preguntas abren sobre la trama de lo real.
Si lo real es lo racional, las preguntas solo son entonces la for-
ma desorganizada de las respuestas, o una fórmula lingüística
que espera su clarificación semántica, una suma o una resta que
rondan inquietas entorno a la invencible tautología del princi-
pio de identidad sobre el que reposa el Ser. Y el ser es lo racio-
nal, lo que puede ser pensado racionalmente. Eso y nada más.

Cediendo a esta idea es que desde hace un tiempo venimos


construyendo un mundo que, paradójicamente, cada día nos es
más ajeno, un mundo que, tarde o temprano, será más propicio
para aquellos seres impasibles y plenamente lógicos que ya em-
piezan a convivir entre nosotros: un mundo hostil a lo humano
y favorable a las máquinas que usamos a diario. Irónico desen-
lace que ni Dante ni la escolástica pudieran anticipar el que hoy
sepamos que, de tener una forma, el motor inmóvil aristotélico,
aquel pensamiento que se piensa a sí mismo, ya no sería repre-
sentado por la imagen de un sol que irradia amor, sino la de un
celular inteligente al que jamás se le acabase la batería.

Los seres humanos somos animales orgullosos. Preferimos col-


mar el mundo de basura tecnológica antes que reconocer que
no somos tan racionales como nos soñábamos. El anhelo de que
a la pregunta filosófica le siguiera una lenta pero certera res-
puesta universal, nos hizo olvidar el pánico, el horror, el miedo

—9—
y en especial la locura que toda pregunta puede generar. Con-
fundidos, quisimos medir el tamaño de nuestro valor cotejando
solo los éxitos en nuestras aventuras por respuestas, olvidando
que nuestro valor siempre estuvo en el hecho de ser seres con
preguntas, en ser la consciencia de las preguntas, delante a un
universo tan vasto como misterioso. Valeroso es sostener una
pregunta, aun a sabiendas de que tal vez nunca reciba una res-
puesta.

Hoy, cuando la tecnología podría habernos llevado ya a nue-


vos niveles de convivencia y fraternidad, asistimos en cambio
al espectáculo en donde la vetusta avaricia humana se junta con
una empoderada crueldad. Un verdadero retroceso, una ven-
tana que grita a diario “sálvese quien pueda”, una pobreza cada
vez más pobre, una riqueza cada vez más enconada. Y entonces
hoy, cuando la filosofía podría estar al frente dando la batalla
por salvar un mundo más humano, ésta se invisibiliza detrás del
academicismo, se neutraliza en el infértil combate de quienes
luchan entre sí por un sueldo digno, se envilece en las univer-
sidades. Todo cambio, toda alternativa posible debe provenir
primero de una pregunta, y de allí que duela tanto que, ante la
barbarie, la filosofía hoy calle y otorgue. ¿Mas cómo juzgarnos
cuando hacer preguntas en Colombia es coquetear con la muer-
te? ¿Cómo exigirnos si este país alimenta nuestra vocación con
migajas? Precisamente así, cuestionándonos.

Este libro nace de una pregunta, la misma que ya estaba detrás


de sus primer volúmen ¿qué forma tiene y qué forma podría te-
ner el quehacer filosófico en Colombia? Esta pregunta es doble,
como siempre serán dos las caras de una misma moneda. Cono-
cer un territorio, comprender las condiciones pasadas que afec-
tan nuestro presente es un acto transformativo, un acto que mo-
difica el futuro. Al pensar sobre la forma que tiene el filosofar
en Colombia —el suyo propio y el de la tradición—, cada uno
de estos filósofos o filósofas en ciernes se han transformado en
una de sus tantas posibilidades, y desde allí han creado la for-
ma que podría tener la filosofía del futuro. Cada contribución
en este libro es una aventura de quien explora valerosamente el

— 10 —
espacio abierto por la pregunta. Es mi parecer que esa y no otra
debe ser la motivación que lo lleve a usted, lector o lectora, den-
tro de este libro, la motivación de confrontarse con un filosofar
inusual, visual, altamente poético, vecino del arte; un filosofar
raro, bisoño la mayor de las veces, en ocasiones divertido, pero
siempre, sin excepción, genuino. Si este libro lograse causar el
mismo estado de asombro en usted, si este libro, lector o lecto-
ra, lograra desatar en usted una pregunta, entonces su propósito
estaría más que cumplido: su propósito único de ser un libro de
filosofía colombiana. Mas como todo propósito concreto existe
por un anhelo fantasioso que lo supera, terminemos por con-
fesar el nuestro: el de desear que el quehacer filosófico colom-
biano abandone las formas eurocentristas que solo lo condenan
a ser comentario de segunda clase y se transforme en acciones
concretas, en la estela de líderes y lideresas capaces de ver como
horizonte de su pensamiento y su obrar a sus seres más próxi-
mos, a sus preguntas más urgentes. Herederos y herederas de la
pobreza, muy adentro sabemos mejor que nadie, que, al final,
seremos todos o ninguno. Entonces, no perdamos más tiempo.
Comencemos.

Carlos Ulloa Rivero


Bucaramanga, marzo de 2021.

— 11 —
Educación como entrenamiento:
una reflexión visual
Fotografías y texto por:
Jose Luis Rodríguez Pereira

Estudiar o trabajar...

— 12 —
un falso dilema familiar.

— 13 —
Si decidir es parte fundamental

— 14 —
¡vaya vida tan banal!

— 15 —
Pensar en aprender solo lo necesario,

— 16 —
de manera fugaz,

— 17 —
es la educación como entrenamiento

— 18 —
para llegar a ser un trabajador eficaz.

— 19 —
Ser parte del mundo capitalista,

— 20 —
preparado en un área especializada,

— 21 —
es solo recibir información determinada.

— 22 —
Al final, tomar este camino

— 23 —
representa una necesidad...

— 24 —
disfrazada de beneficio.

— 25 —
De lo tradicional a la virtualidad:
mirada de una educadora

Entrevista por:
Manuel Jaimes Ortíz

Entrevista a la profesora Luz Estela Ortiz. Esta entrevista fue realizada el


sábado 20 de febrero del 2021 y su motivo fue discutir acerca de la gran
controversia que genera la educación virtual. Nos interesa la opinión de una
docente que lleva más de dos décadas impartiendo clase en el grado primero.
Le preguntamos a la profesora cómo es la transición de pasar a enseñar a leer
y escribir en el aula de clase tradicionalmente a tener que preparar todo de
forma virtual.

— 26 —
M i nombre es Luz Estela Ortiz Corzo. Me gradué en el colegio
Normal de San José de Miranda en 1988 y al año siguiente hice mi
primera licencia en una escuela rural del pueblo de donde yo soy.
Luego, al año siguiente me nombraron en una vereda del municipio
de Capitanejo que se llama Baruta y que queda a 4 horas a pie por un
camino que llaman “la culebrilla”, bastante lejos. La escuela quedaba
en la cima de una loma donde el espacio para que los niños jugaran y
aprendieran era muy limitado, además no contaba con las condicio-
nes mínimas de vivienda para el maestro, así que desistí y negué mi
postulación a esa escuela.

Me vine entonces a la ciudad de Bucaramanga a presentarme a la Go-


bernación, y me dieron trabajo como profesora en el municipio de
Floridablanca, en una escuela que se llama Aguablanca. Allí traba-
jé 5 años por contrato. Allí en una escuela rural trabajé de manera
agradable tanto con los niños como con las personas de la vereda.
Después me nombraron en una escuela ubicada en una vereda de la
ciudad de Bucaramanga llamada Bolarquí. Allí trabajé por un año.
Había una sola profesora para todos los grados de primaria, incluido
preescolar. Ese año en particular me acuerdo que tenía 27 alumnos y
que le dedicaba mucho tiempo en ayudarlos a desarrollar las guías,
enseñarlos a leer, escribir y compartir con ellos también la vida en el
campo. Es muy bonito allí. Yo vivía con mi hijo y trabajaba al mismo
tiempo con la comunidad y nos integramos mucho con ellos.

Luego me trasladaron a una escuela más cerca del casco urbano y


allí trabajé por otros 7 años con los grados primero y segundo. La
mayor parte de mi trabajo siempre lo he realizado con los niños. Ya
más de 20 años trabajando y ejerciendo esta labor tan bonita. Luego,
estudiando a distancia en la Universidad de Pamplona, me gradué
de supervisión educativa y realicé una especialización en orientación
familiar y comunitaria. Al mismo tiempo escalé en el escalafón del
magisterio y me trasladaron al casco urbano al Instituto Técnico Da-
maso Zapata en donde he estado trabajando con el grado primero ya
durante 17 años, y con miras a continuar dictando clase unos buenos
años más.

— 27 —
Grupo escolar,
grado primero.
Colegio Tecnológico
de la ciudad de
Bucaramanga.
2014

Reconocimiento
mejor profesora.
Colegio Tecnológico
de la ciudad
Bucaramanga,
2019.

— 28 —
¿Qué opina de la metodología de enseñanza antes de la
pandemia?
En el colegio los niños tenían sus libros y sus fichas con las actividades.
Había un tablero físico con el cual ellos podían orientarse, asimilar las
letras, tamaños, profundidades. Tenían su aula física, lo cual ayudaba
a que se apropiaran más de las cosas, y sin mencionar las múltiples
herramientas que tiene una profesora en su aula de clases para que
los niños aprendan y compartan entre sí. Aparte de todo esto, tenían
también más tiempo para compartir y hacerle preguntas a la “profe”.
Ahora terminan haciéndolas a sus padres que, en ocasiones, no saben
o no tienen la disposición ni la forma para hacerlo. Entonces termi-
nan los papás haciendo la tarea de los niños como por compromiso
con la profesora. La presencialidad en el aula presta las condiciones
óptimas para que el niño aprenda y corrija las bases fundamentales de
la educación para su buen uso en el futuro.

¿Como ha sido la transición a la educación virtual dictan-


do clases a niños de primero primaria?
Para mí y para mis compañeras de trabajo ha sido muy dura. Primero
porque nosotras sabíamos muy poco de computadores; la gran parte
del material de trabajo era físico y tocó modificar y crear nuevo ma-
terial. También, perderle el miedo a la cámara de video, a la sensación
que se siente de estar siempre frente a una pantalla y un montón de
voces. Es preocupante que aún hay niños los cuales no cuentan con
un computador u otro dispositivo y lo tienen que pedir prestado, o
sencillamente no tienen el tiempo ni la comodidad suficiente para
realizar las actividades de clase. Para poder mejorar la calidad de mis
clases yo misma tuve que invertir en cámara, micrófono, parlantes y
mejorar mi conexión a internet, ya que el Ministerio de Educación no
nos ayudó con nada de eso.
¿Cómo ve el resultado del proceso de aprendizaje actual
de sus estudiantes?
En este momento la educación virtual está permitiendo que los niños
aprendan con muchas falacias, les están quedando muchos vacíos,
muchas cosas que en el colegio se les corregía y que ahora no tienen
quien les corrija; los papás están enseñándoles de acuerdo a cómo
ellos aprendieron —o de lo que se acuerdan más bien—, y eso le es-
tán transmitiendo a los niños, entonces son muchas las cosas que no
se puede enseñar virtualmente y menos a esa edad tan pequeños.

— 29 —
Así que volvemos a lo mismo: depende de si el estudiante tiene las
herramientas mínimas necesarias, y si cuenta también con el apoyo
académico de sus padres o de su tutor. En este momento la educación
virtual está permitiendo que los niños aprendan con muchas falacias,
les están quedando muchos vacíos, muchas cosas que en el colegio se
les corregía y que ahora no tienen quien les corrija; los papás están
enseñándoles de acuerdo a cómo ellos aprendieron —o de lo que se
acuerdan más bien—, y eso le están transmitiendo a los niños, en-
tonces son muchas las cosas que no se puede enseñar virtualmente y
menos a esa edad tan pequeños. Así que volvemos a lo mismo: de-
pende de si el estudiante tiene las herramientas mínimas necesarias, y
si cuenta también con el apoyo académico de sus padres o de su tutor.
¿Qué cree usted que será de la educación virtual a futuro?
La educación virtual se está imponiendo hoy en día de una manera
impresionante debido a todo lo referido a la pandemia COVID-19,
y aquí en Colombia y en muchas partes del mundo creería yo que se
quedará la educación de manera virtual, claro, complementándose y
modificándose, haciéndose una herramienta fundamental de la edu-
cación, ya que lo que brinda es una facilidad pero no la totalidad en el
ámbito académico.
Como persona y como profesora: ¿qué le ha dejado la virtualidad?
La realización de clases de manera virtual me ha dejado muchas ense-
ñanzas, por ejemplo: aprendí a manejar mejor el computador, ahora
sé utilizar herramientas para el uso de las mismas clases; he aprendido
a crear material pedagógico de manera digital. También se incremen-
taron mis horas de trabajo, ya que anteriormente todo se distribuía de
6:00 de la mañana hasta las 12:00 del mediodía, y de manera virtual
tengo que permanecer más tiempo en línea de lo requerido, para cual-
quiera de mis estudiantes que tenga alguna inquietud durante el día.
Incluso los fines de semana, que es por lo general cuando los papás
ayudan a sus hijos a hacer las actividades de la clase también perma-
nezco conectada para responder las inquietudes que tengan los papás.
Pero lo que más me deja la virtualidad es un gran vacío al no poder es-
tar presencialmente y compartir con mis estudiantes, responder esas in-
quietudes que desde la casa no surgen, ver día a día el progreso, tanto de
mis alumnos como el mío propio en este caso de profesora; este vacío no
queda solo en mí, sino también en los niños que no pueden compartir
con sus demás compañeritos y tener esa igualdad de posibilidades de
aprender.

— 30 —
Nuevos implementos de
la profesora Luz Estela
— 31 —
Muerte de Dios: resurreción
del sentido de la vida
Texto y caricaturas de:
Cesar ardila

H ablar de agobio de los trabajadores en el sistema capitalista es


risible, pues la sociedad colombiana ni trabajo tiene. Sin embargo, el
trabajador, desde el inicio de la revolución industrial, ha tenido que
meterse en cuatro grandes paredes para sobrevivir. Sus condiciones
paupérrimas las narra con gran esplendor James Fulcher. Según él, los
trabajadores debían cumplir horarios de trabajo muy largos, tanto así,
que no quedaba tiempo siquiera para comer y descansar. Como era
de esperarse, los trabajadores empezaron a buscar refugios en donde
calmar su agobio y sus ganas de “vivir algo”, lo que fuera. Por ello, tan-
tos se refugiaban en iglesias, cantinas o cualquier ocio que les hiciera
olvidar su mísera vida. Sabemos que la sociedad moderna ha empeza-
do a matar a Dios, mas no se ha dado cuenta de la gran consecuencia
que esto trae. Nos han quitado un refugio donde acudir con lágrimas
secas en el rostro. Las iglesias ya no son el lugar de descargar —de
alguna manera—, el agobio y sinsentido de la vida. No nos damos
cuenta de que el asesinato de Dios nos quitará la miopía y que enton-
ces veremos de frente el sinsentido. —Ve y dile a tu abuela que Dios
no existe; empero, ella ya vivió su vida. Mejor dile a sus nietos: ellos
tendrán una ola de nihilismo que deberán afrontar.

Existen dos grandes perspectivas desde donde se puede mirar la muer-


te del gran Yo Soy. La primera consiste en la sociedad que se agarra de
las manos esperando el gran golpe que trae la muerte de Dios, lloran-
do sobre su tumba y dándose tres golpes en el pecho diciendo: “por mi
culpa, por mi culpa, por mi culpa”, anhelando los momentos en que
estaba con los ojos cerrados alabando y —en verdad— creyendo todo
lo que la religión le había inculcado —soñando con caminar por las
calles de oro y mar de cristal. La segunda, consiste en mirar de frente
al asesinado, enterrarlo y con piernas temblorosas iniciar un nuevo
camino. Querido lector o lectora, si tu elección es la segunda, me gus-
taría poder decirte que la escogida es la decisión más sencilla: pero no
lo es. Aquí no hay sencillas decisiones cuando lo que se debe es iniciar

— 32 —
el camino del creador, ese que crea su sentido de vida basándose en
lo que tiene a la mano: libros, acciones, ideas, soledad, palabras, etc.
Se debe crear un caminar que quiera ir con machete en mano abrien-
do caminos por el bosque de la vida. En cuanto a mí, yo ya he llorado
a mi muerto y ya inicié mi camino hacia una vida con sabor a orgullo.
De tanto dar machete en el monte encontré un camino para viajar.
Allí me sorprendo y me siento vivo. No obstante, este no es un cami-
no canónico, porque a nadie se le da un mapa, sino que se le dan eso:
machetes.

La sociedad asume el golpe certero del nihilismo, pero a la hora de


crear cabe preguntarse: ¿acaso tenemos todos las mismas condicio-
nes? Es claro que no. Los trabajadores llenos de deudas, mala alimen-
tación, sin tiempo libre y escuchando el vacío de su estómago y de sus
allegados, no pueden sino mutar en seres atacados por dos flancos.
Por un lado, el trabajador es atacado por el nihilismo, ese que ya no
cura la oración en las mañanas, la que ya ni ánimo da, esa que el
trabajador ya no hace cuando va en un bus apretado, acompañado
de otras personas con caras tristes y, de repente, pasa al lado de una
iglesia: el nihilismo que ya no se limpia con hacer un gesto de cruz
sobre su cuerpo: esto ya no significa nada. Por otro lado, al trabajador
lo ataca el agobio de tener un trabajo que lo llena de problemas y le
exprime toda su vida, y es un hecho tan injusto como evidente que ya
no tiene ni tiempo ni fuerza para crear nada. La vida no tiene mucho
sentido si no se tiene ni motivación metafísica, ni tiempo para crear
siquiera una motivación digna de orgullo.

El fin de este escrito es hacer que te cuestiones, que cuestiones si vale


la pena vivir encerrado en cuatro grandes paredes, ganando dinero
para siquiera sobrevivir. Esto, solo para luego llegar a casa a entrete-
nerse con una pantalla y por fin, el fin de semana, salir a buscar un
calmante de vida: tomar alcohol, orar en una iglesia, ir a un parque,
etc. ¿Vale la pena vivir así? Sólo tienes una vida y la vives sonámbulo.

Está en las manos de cada individuo orientar su vida hacia donde le


plazca. Entonces, lector o lectora: crea algo y arriésgate, no importa
si mueres en el intento, total, es quizás que ya estés muerto en vida.

— 33 —
De niño veía con asombro a mis familiares albañiles que se embriagaban todo
el fin de semana. ¿Qué sentido tiene trabajar seis días y emborracharse el fin de
semana con la poca ganancia que se lograba hacer? Ahora entiendo el sentido:
y es que sus vidas no tenían sentido.

— 34 —
Las tres transformaciones del espíritu se aplican a mi generación: el camello que
carga orgullosamente con la tradición, el león que se rebela y el niño, metafórico
creador. Si mi abuelo fue un conservador, mi padre un rebelde sin causa, ¿por
qué no continuar mi vida como un creador? Esto es lo hermoso de la muerte de
Dios: ya no nos respira con el mismo fervor el dragón de la moral en la espalda,
obligándonos a ser tradicionalistas o iconoclastas. Sencillamente podré crear,
una creación que me lleve a una vida mágica, llena de aventuras y gritos de
júbilo.

— 35 —
Cuando se investiga a un filósofo desde la perspectiva académica la búsqueda
se orienta a encontrar en él un sistema filosófico. Y esto es quizás lo más pre-
cioso en Nietzsche, pues en su filosofía no hay dogmas ni caminos canónicos,
sino una gran exhortación a la creación. Solo la creación que cada individuo
emprenda lo sacará del nihilismo.

— 36 —
Elisabeth Föster-Nietzsche fue la encargada de vender al mundo un Friedrich
Nietzsche nazi. Aunque, no se puede negar que en el nazismo hay pensamiento
de Nietzsche, esto no quiere decir que en Nietzsche haya nazismo. La supera-
ción de la humanidad no pudo ser un ideal peor tergiversado como lo fue en la
Alemania de Hitler.

— 37 —
Tener compasión y ayudar a alguien por el hecho de estar moralmente influen-
ciados por el cristianismo es algo que quedó atrás. Ya no es tan sencillo encon-
trar respuestas al por qué ayudar.

— 38 —
En plena pandemia, donde el desempleo está por las nubes y la pobreza ha de-
jado ver su mejor versión, no faltaron los obesos insaciables que quieren más y
más de los pobres, los que ya no tiene ni alma para entregar. Se vende la idea
arcaica de que para salir de esta tragedia que sufren muchas personas, se debe
dar un pago en cuerpo y alma a Dios. Desde aquí se aprovecha para tomar por
tontos a la sociedad que cambia el pan que no tiene, por la falsa esperanza de
vida mejor.

— 39 —
¡Pobre padre! ¿Por qué no abrió un negocio de dioses paganos? Tal vez le hubie-
ra ido mejor. La sociedad cada día le da más puñaladas al cadáver putrefacto
de Dios. Ya no “come cuento”. Votaciones de políticos basados en la religión es-
tán llamadas a recoger; dar un décimo de un salario ya no es tan factible; tener
hijos y familia por decreto divino ya está en el olvido; no fornicar porque está
prohibido, ya no se hace caso. Aunque, liberadas las cadenas espirituales: ¿qué
camino coger entonces? ¡El camino de la creación!

— 40 —
Desde una perspectiva académica, se puede realizar una crítica a Estanislao Zu-
leta por leer la filosofía en traducciones y por no realizar las lecturas en el idio-
ma original, como sí lo hacía el filósofo profesional Danilo Cruz Vélez. Pero esta
crítica se puede profundizar con el simple hecho de preguntarnos: ¿cuál debe ser
la tarea del académico colombiano? ¿Podrá alguna vez la academia encamina-
da producir un cambio en la sociedad si continua realizando doxografías?

— 41 —
Escribir es dejar de ser cosa
y ser soledad

Video ensayo de:


Edwin Rodríguez
@soyynose

En colaboración con:
Sofía Restrepo
@visualmumbra

véalo en:
https://youtu.be/nm2cLpS1mGY

No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en


el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a tra-
vés de la propia circunstancia: el hoy y aquí. La tarea del escritor
sería la de entrever los valores eternos que están implicados en
el drama social y político de su tiempo y lugar.

Ernesto Sábato

— 42 —
— 43 —
P
erdido entre cosas que no son su oscuridad, el hom-
bre es arrojado al desafío de entenderse por medio de co-
sas que no son él. Rehén de las circunstancias, sumergido
entre impulsos que le vienen de las cosas, ha perdido —sin
darse cuenta— el sutil regalo de ser, para acomodarse, a
golpes de la razón, en el medido y siempre afanado mun-
do de los relojes, de los engranajes, de miradas que solo
encuentran, afanosamente, la sombra de algo que peno-
samente le define, pero que le desconoce profundamente.

Es cosa entonces este hombre que defiende su reali-


dad con las uñas y con su lástima que no repara en pri-
varla del mundo. Es cosa y es hombre: es el hombre cosa.

— 44 —
Hasta que descubre y le abre camino y le construye un ho-
gar dentro suyo a la soledad, al angustioso, trágico, místico y
genuino destino del hombre solitario. Tal destino no es más
que un camino cuyos paisajes y meta es él mismo, una an-
gustia con sabor a liberación de algo, con sabor a reencuen-
tro. Señales mágicas le hablan, su soledad toma voz y forma
de tranquilidad. Lo aconseja, lo diferencia de una cremalle-
ra cualquiera, de un gracias, de un “dios lo bendiga”, de un
“cómo estás”, de un “muy bien y tú”, de un “ya estoy viejo
para esto”... Le revela la existencia de una mano que se resbala
antes que su razón de ser mano, una lágrima que lo descubre
ser humano, que lo devuelve a su mortal grado de hombre.
Y así como se despierta de un sueño en el cual ha estado
más tiempo que en su propia vida, se descubre, de repente,
escribiendo: más puntualmente, escribiendo ESTO aquí, y
leyendo ESTO allá.

— 45 —
La historia de Carmen y Rubén
Guión por:
Diego Senior

Sinópsis

Rubén es un hombre de 63 años que vive en una vereda alejada de la ciudad. Su hija
Carmen vive en la ciudad. Ambos viven solos y alejados el uno del otro. La esposa de
Rubén murió cuando su hija tenía 15 años, y desde que su hija empezó la universidad
esta nunca volvió a visitar a Rubén; ambos llevan mucho tiempo sin verse. Rubén
dejó de llamarla, ahora solo se dedica a sus cultivos. Tiene un perro llamado Pancho y
el único ingreso que tiene es la pensión que le quedó de su difunta esposa, quien fuera
la profesora de la escuela de la vereda. El mundo de la ciudad ha cambiado abrup-
tamente, dando así grandes transformaciones a la vida cotidiana de quien la habita.
Mas, ¿logrará transformar la vida de Carmen y de Rubén?

Acto 1

Rubén se levanta y empieza la mañana muy temprano. Desde ya hace bastante tiem-
po no encuentra mucho que hacer con su solitaria vida. Le da de comer a su perro
Pancho. Llueve muy fuerte. Enciende la televisión

Rubén (hablándole a su perro): Dios bendito, que duro llueve, a ver qué pasa en
las noticias.

Ve en las noticias que la gente no puede salir de sus casas porque pueden enfermarse
muy gravemente.

Rubén (otra vez hablándole a su perro): El mundo entero guardado en su casa,


eso nunca pensé que lo vería. (pensativo) Qué será de la hija mía...

El resto del día Rubén lo pasó con su perro caminando por su casa, mirando los culti-
vos. Ya había dejado de llover. Preparó directamente su almuerzo, pues el tiempo de
desayuno se le pasó. Durmió en la tarde. En la noche veía las noticias aún curioso por
los nuevos acontecimientos del mundo. Rubén se va a dormir muy temprano, apenas
eran las 9 de la noche. Le sirvió comida a su perro como de costumbre y se fue a la
cama. Pensó en su hija hasta que el sueño silenció su mente.

— 46 —
Al día siguiente Rubén hizo la misma rutina. Estuvo muy atento a ver qué decían en
las noticias: más personas estaban enfermas. Rubén solo iba una vez al mes a la ciu-
dad a recibir el dinero de la pensión de su esposa, pero esta vez, a él no le preocupaba
eso, seguía pensando en su hija, pensando que no lo llamaba hace mucho y no sabía
nada de ella. Era tanto el tiempo sin saber de ella que parecía una eternidad desde
la última vez que la vio. Rubén había perdido el rumbo de lo que hacía, no se sentía
satisfecho con nada; él parecía no entenderlo, pero cuestionaba su propia existencia.
Se acostó a dormir en la tarde y mientras dormía escuchó un sonido en sus sueños.
Poco a poco fue levantándose, pero pronto dejó de escucharlo y siguió con su sueño.
Al despertar, vio una llamada en su celular, ese que nunca usaba pero que siempre
tenía la su batería cargada.

Rubén (entre dormido): Me pregunto quién habrá sido el que llamó...

Rubén prepara su cena, le da de comer a su perro y se va a dormir. Hizo lo mismo del


día anterior, y llevaba haciendo lo mismo desde el día anterior por tanto tiempo que
ni recordaba lo que era hacer otra cosa. Lo único diferente es que otra vez pensaba en
su hija, pensaba en todo el tiempo que había pasado desde la última vez que la vio o
que habló con ella.

Acto 2

Rubén se levanta temprano como siempre. Decide alimentar al perro y se acuesta.


Pasa desde las 6 a.m. hasta las 10 a.m. en su cama, no recordó las noticias, pensaba
sobre lo que debía hacer, se sentía viejo, no tenía ganas de hacer nada, el tiempo lo
asfixiaba. Decide levantarse luego a hacer su almuerzo, pero antes de que llegue esa
hora, alguien llama a su puerta, se levanta a ver quién es, es casi imposible que sea
una visita para él. Abre la puerta.

Carmen: Hola, papá.


Rubén: Hola, hija. Qué gusto tenerla por aquí.
Carmen: Vine a visitarlo.

Rubén le da un abrazo y le dice que entre. Ella le comenta acerca de lo mal que lo
estaba pasando en estos días sin salir y que estaba pensando mucho en su vida. Él no
cuenta mucho sobre la suya, se sientan en el comedor mientras el perro sacude enér-
gicamente su cola.

— 47 —
Carmen: Estaba aburrida, encerrada. Tuve mucho tiempo para pensar las cosas,
por eso he venido hasta aquí, para ver cómo estabas. Sé que no hablamos
hace mucho, pero bueno, aquí estoy.
Rubén: Sí, eso veo. Fue una gran sorpresa, no pensé verte hoy.
Carmen: Ni yo tampoco, solo cogí las cosas y vine. Pensé incluso que no recor-
daría cómo llegar, pero lo hice, el camino me resultó muy claro.
Rubén: Sí, ha sido mucho tiempo, el tiempo pasa muy rápido. Aquí seguimos en
lo mismo de todos los días.
Carmen: ¿Y qué se siente llevar una vida como la tuya todos los días?
Rubén: No es fácil, se hace lo que se puede para mantener la mente ocupada. A
veces es muy difícil levantarse de la cama. No veo a nadie ni hablo con na-
die, solo conmigo mismo y con Pancho. Pienso lo gracioso que es su nom-
bre, pero es mi compañía. Aunque esté viejo, envejecemos juntos. ¡Cómo
pasa el tiempo de rápido!
Carmen: Sí que es un nombre poco común para un perro. Yo últimamente me
sentía así, sola. Sentía que el tiempo avanza y no hay mucho por hacer, pare-
ce que fuera infinito, pero todos los días me levantaba pensando cómo el día
a día se hace tan corto y uno no se da cuenta.
Rubén: Así es hija, todos los días mientras uno hace lo mismo y se acostumbra,
al final uno no piensa qué hacer mañana, solo se conforma con dejarse lle-
var. A mi edad, ya la vida no parece dejarme vivirla, eso me hace preguntar
sobre lo que uno hizo todo este tiempo. Al menos supe criar una hija. No
me queda otra respuesta que quedarme aquí viendo los días pasar con este
perro y llegará el punto en que lo vea morir, y ya no quedará entonces más
que yo mismo y mis recuerdos.
Carmen: Es muy feo eso, no digas eso, papá. Puedes venir conmigo y hacer algo
para vivir, buscamos un apartamento.
Rubén: No, hija, yo ya no puedo salir de aquí, y no puedo pedirte que cambies tu
vida por un viejo como yo. Tú ya tienes tu vida y te queda mucho por vivir,
eso me alegra mucho, todos los días eso es lo único que me hace feliz. Me
alegra mucho tenerte por aquí, aquí voy a estar mientras siga vivo como tu
papá.
Carmen (llorando): Gracias, papá. La verdad es que esta situación no me deja
pensar claramente, no sé qué es lo correcto, qué es lo que debería hacer.

— 48 —
Rubén: No llore hija, haga lo que yo le digo, tome este consejo, viva su vida tran-
quila, yo ya viví la mía, igual no se sabe qué pueda pasar en el futuro, toca
esperar lo que diga el tiempo.
Carmen: Bueno, papá. ¿Puedo quedarme unos días aquí?
Rubén: Claro que sí. Esta es su casa, bienvenida.

El resto del día continuó con ellos cocinando y comiendo juntos. Al final del día Car-
men fue a su habitación que, como sospechó, estaba tal cual la había dejado el día
que se fue. Al estar en la cama, Rubén pensaba en lo imprevisto que había sido ese
día, y se respondía que, por estas sorpresas, a veces vale la pena estar a la expectativa.
Seguía pensando en su hija, en su perro, en su esposa. Pensaba en el tiempo que fue
y en el que vendrá.

Pasaron varios días, Rubén dejó de sentir la presión por el mañana, ya no contaba los
días. Los días fueron pasando por sí solos, nada podía interrumpirlos, la compañía de
su hija le dio ánimos. Caminaron por donde hace años no había ido. Mas una noche
su hija le dice que debe volver a donde vive, debe trabajar y seguir con su vida.

Carmen: Papá, mañana debo irme, tengo cosas que hacer.


Rubén: No pasa nada hija, recuerda lo que dijimos. Está muy bien, empaca todo.
Carmen: Sí, voy a hacerlo, mañana me voy en la mañana.
Rubén: Listo, hija.

La noche acaba con ambos de regreso a sus camas, Rubén pensaba todo el tiempo que
había pasado y cómo otra vez sentía lo fugaz que era y la angustia que le generaba.
Otra vez esa sensación lo atacaba, quería llorar. Rubén dejó de cuestionarlo, pues
entendía que así era la vida, esa fue su respuesta, aceptó su destino. Durmió. La ma-
ñana siguiente se levanta temprano. Su hija aun dormía. Prepara el desayuno para
ambos, como estaba empezando a hacerlo durante el tiempo que ella permaneció con
él. Carmen se levanta y se sienta a tomar el desayuno con su padre.

Carmen (al ver el desayuno): Muchas gracias, papi.


Rubén: ¿Y a qué hora te vas? (inmediatamente se retractó de sus palabras).

— 49 —
Carmen: Termino, me baño y debo irme.
Rubén: Hija, voy a estar en el jardín con Pancho.
Carmen: Bueno, papá.

Rubén se levanta de la silla y va al jardín. Estaba cortando un poco de maleza y


haciendo que tenía cosas por hacer, pero por dentro le atormentaba un poco la
situación. Carmen llega y le dice que debe irse.

Carmen: Chao, papá. Gracias por todo.


Rubén: A ti, hija. mucha suerte (la abraza).
Carmen: Voy a extrañarte mucho.
Rubén: Ven y te acompaño hasta la carretera.
Carmen: Bueno, papá.

Ambos caminaron juntos hasta la carretera, en un silencio absoluto, no se atrevían a


hablar. La tristeza los invadía. Al llegar vieron que el bus justo ya venía.

Rubén: Bueno, hija, hasta aquí llegamos. Cuídate mucho.


Carmen: Adiós, papá.

Fin.

— 50 —
Un mundo simbólico, un mundo
habitable
Texto y fotomontajes por:
Adrián Martínez
@photobck2020
&
Daniel Figueredo

I m a g i n a c i ó n
“Soy aquella luz que gesta las
ideas y que se dedica a dar un sen-
tido a los pensamientos. Soy la
que motiva a la humanidad a crear
una realidad que se desborda so-
bre los matices del cuadro que
contemplamos como vida.”

— 51 —
Conocimiento
La mente es un juego
de pensamientos, ideas y
conceptos. Imaginamos
a diario cómo podría ser
algo, observamos cuidado-
samente y callamos, hasta
llegar a lo más profundo, el
conocimiento.
Mas en ocasiones este se
consume y se hace incierto,
intentando salir de la jaula
de prejuicios y creencias
adquiridas durante el pro-
ceso.
El conocimiento es el guar-
dián del tiempo, su pre-
sencia es silenciosa y veloz
como un colibrí, pero en-
cantando y despertando
profunda admiración en
quien lo sabe percibir.

— 52 —
Coherencia
“Soy el mundo al re-
vés, aquí el pájaro nada
y vuela el pez. Dibuja en
mi cielo los deseos de tu
ser interno y lo que pin-
tes lo haré eterno. Yo soy
el artista y la realidad es
mi lienzo.”

— 53 —
Verdad
La verdad es inevitablemente una dualidad, puesto que lo
que para mí puede ser verdadero para alguien más puede no serlo.
La verdad es un Yin yang, fuerzas complementarias dentro de
un ser que describe experiencias, pensamientos y sentimientos.
Se trata de un camino profundo que lleva al individuo —lleno de
sensaciones­— a decir: esto es lo correcto, no hay más que pensar.

— 54 —
La comprensión ética entre las
dificultades
ensayo y fotografías por:
Christian Alexis Becerra

E l presente texto intentará exponer los errores que se presen-


tan con frecuencia en la formación ética de los jóvenes y niños en el
barrio Campo Hermoso de la ciudad de Bucaramanga. Por esta ra-
zón, el texto intenta abordar la siguiente pregunta: ¿cómo se ha sus-
tentado la ética restrictiva y cómo surgió? Aquella formación tiene
unos problemas de fondo que, en última instancia, no producen un
actuar ético autónomo y, por lo contrario, generan una dependencia
con respecto aquellos sujeto o instituciones que enseñan e imparten
la ética del miedo y del castigo. En esa medida, se debe dejar claro
que esta forma de enseñanza ética surge desde el afán de la cultu-
ra popular por formar generaciones de personas que se consideren
como “buenas”. Mas aquí analizaremos cómo esta conclusión es con-
traproducente en una sociedad, visto desde la postura filosófica de
Estanislao Zuleta.

— 55 —
En primera medida, comencemos por aclarar que la formación ética
puede o no realizarse desde lo restrictivo. Pero es un hecho que la
formación de una ética restrictiva se ha fomentado en la mayoría de
personas que crecieron en el barrio Campo Hermoso, denominado
como el barrio de las dos mentiras o el barrio de los abismos. Este
último apodo puede verse reflejado en la erosión que sufren algunas
casas en los extremos del barrio, lo que genera incertidumbre en los
habitantes del sector al ser una problemática que las administraciones
locales no solucionan. Sin embargo, a esto último se suma la insegu-
ridad del sector, presente desde los años ochenta; inseguridad que es
muy propicia para la formación de una ética restrictiva, asumida des-
de esa época como una alternativa para disminuir la criminalidad, las
muertes violentas y las malas decisiones de los muchachos y mucha-
chas. Suele pensarse que esa ética restrictiva será el eje que cambiará
los aspectos negativos de la comunidad.

La ética restrictiva forma a los jóvenes y niños por medio del miedo.
En el barrio el miedo es el fundamento para construir juicios sobre
los otros, es decir, para disuadir a los jóvenes de malas acciones, se
construye toda una narrativa del castigo y del sufrimiento que debe
padecer toda persona que elija un camino de maldad. En ese sentido,
la formación ética se resume en emitir un juicio facilista que catego-
riza a las personas que se encuentran en instituciones como la Cárcel
Modelo, el Hospital Psiquiátrico San Camilo o Medicina Legal; esto es,
se constituyen una serie de opiniones irresponsables sobre las perso-
nas que han estado en estos lugares. La consecuencia de lo anterior
es la creación de un ambiente donde el hecho de haber visitado en al-
guno de estos lugares estigmatiza a la persona, bajo un juicio facilista
que afecta la vida, y que amenaza incluso con manchar la memoria
histórica del sujeto, si es que este murió de forma violenta. El terror
es la fortaleza para mantener esa ética restrictiva, como lo expone
Zuleta en su obra Colombia: violencia, democracia y derechos
humanos:

(…) la idea de una empresa común aglutinada alrededor de un


terror común, de un anhelo, una convicción que quiere sacar
adelante, lo cual hace que la serie de personas que se encuentran
en esta situación se conviertan en un grupo. (2017, p. 69)

— 56 —
— 57 —
— 58 —
Esa forma de opinión se mueve solo en lo binario: si el sujeto consi-
derado como “bueno” difama a alguien por estar en alguna institu-
ción de las mencionadas, entonces esa persona difamada pasa a ser el
culpable de las desgracias de la sociedad, convirtiéndose en un chivo
expiatorio, una “mala” persona. Sin embargo, el error radica justa-
mente en lo general de esos juicios, en crear una narrativa alrededor
de aquel o aquellos personajes, y en convertirlos en personas que son
enemigas de toda la sociedad, haciéndose con ello acreedor de los
peores castigos y humillaciones, aunque no los merezca. ¿Por qué se
forma a los jóvenes con ese discurso del miedo? El cual percibe a la
persona que está en aquellas instituciones como el enemigo interno,
como el malo en sí mismo, de ese modo se emiten juicios sin análisis
y sin fundamento alguno.

Dar juicios apresurados a esas problemáticas es grave para una comu-


nidad porque en el señalamiento directo a las personas no se estudian
las situaciones que las llevaron a estar en aquellas instituciones, es
decir, no se tiene en cuenta la particularidad del caso. Además, es una
forma poco rigurosa de la formación ética, debido a que se descono-
ce las problemáticas que han existido en Colombia a lo largo años.
La cuestión radica en tratar de no desconocer el azar que existe en
Colombia, aquel por el cual nadie está exento de pasar años en una
cárcel, bien sea como un falso positivo judicial, o por un error de la
justicia. Lo mismo sucede con las personas que están en el Hospital
Psiquiátrico San Camilo, pues es claro que no todas las que se en-
cuentran allí lo están por problemas de consumo de drogas, y mucho
menos que todos las que en Colombia mueren de forma violenta fue-
ron personas que eligieron un camino de vida malo.

Los errores que existen en la formación dentro de la ética represiva


son entonces, a mi juicio, los siguientes: 1) se juzga de forma apresu-
rada; 2) crea enemigos internos; 3) se fundamenta más en el castigo
y en el rechazo, fundamentado en que solo existe una verdad ética y
la persona buena es la que puede ostentarla pero solo de forma apa-
rente, pues para ser alguien bueno entonces se deben obedecer las
órdenes que se digan o le muestren como buenas, así solo se cumplan
de forma aparente y exterior. Atacar a las personas que han estado
en aquellos lugares, o que han fallecido por la violencia, eso es una
forma de sentirse superior a los demás. Esto obstaculiza el reintegro
de los expresidiarios a la sociedad, pues les aparta de ella, y en el caso

— 59 —
de los muertos, estos solo sirven para crear falsas hipótesis sobre los
crímenes, como si en Colombia no mataran gente por tres centavos.
Vivir en Colombia es saber que aquí los asesinatos tienen móviles tan
absurdos que parecía una fantasmagoría. Es por ello que parece irri-
sorio que personas formadas bajo esta ética restrictiva intenten atacar
la memoria del difundo relacionando causas falsas sobre el asesinato,
buscando con ello fortalecer y enaltecer una postura ética restrictiva,
y así establecerla como visión unívoca.

La realidad en Campo hermoso es paradójica, ya que los que se aban-


deran de la formación ética la mayoría de veces tienen actuaciones
cuestionables con respecto a manejos de proyectos públicos, y no
conformes con esto, utilizan al barrio como trampolín para que se
presente constantemente clanes políticos relacionados con la corrup-
ción. Entonces ¿el sentido de actuar en esa ética es por apariencia? No
es posible que las personas que dicen formar en la ética sean cómpli-
ces de la corrupción y, para desligarse de la problemáticas, culpen a
consumidores de droga y a ladrones de menor cuantía. Si bien es cier-
to que las anteriores son problemas que afectan a la comunidad, no se
les puede culpar por la privatización de un parque, de una cancha de
fútbol, del deterioro de la infraestructura del colegio: todas estas son
cosas que viene sucediendo y que nadie considera como anti-éticas,
pues solo se posee un enemigo:

(…)—y el otro es, en este sistema sinónimo de enemigo— o se


produce un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla
peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente recha-
za toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está
conmigo está contra mí y el que no está completamente conmi-
go, no está conmigo. (2017, p. 17)

La relación maniquea está construida desde un sentido reduccionis-


ta del asunto, donde no hay posibilidad para la oposición, tal como
Zuleta lo señala. Aquello se refleja en la forma como son tratados las
personas que se oponen a esas posturas reduccionista. Un ejemplo de
eso fue el Cementerio Universal, ya que este era conocido como el ce-
menterio de los perros y los suicidas, categorizando como perversos
a las personas que reposaban ahí. En esa medida, la dignidad del otro
que piensa diferente se destroza. En Bucaramanga no seguir una doc-
trina dominante es convertirse en alguien malvado y lo anterior solo

— 60 —
— 61 —
provee de excusas perfectas para acabar con el memoria de ese ser, e
incluso hasta con el ser mismo, es decir, si el muerto es acorde con las
posturas dominantes será aceptado en un camposanto, uno que esta-
rá bien cuidado, para que allí reposen sus restos; mas eso no sucedía
con la mayoría de personas que se oponían a aquella formación en un
aparente bien. Nótese entonces cómo el respeto sólo existe para los
que piensan en una misma línea, el respeto a la diferencia desaparece,
no existe, porque de fondo no existe un ejercicio crítico dentro de esa
formación ética y sus posturas. Por eso es interesante la definición
que Estanislao da a ese concepto, pues para él el respeto se aplica en
la diferencia y eso implica analizar eso que es diferente, no negarlo en
un primer momento, sino acercarse y plantear la crítica válida si se
necesita, a sabiendas que una idea solitaria no debe volverse una guía
obligatoria para la humanidad.

La oposición y la diferencia son pilares en la construcción de una


democracia, a partir de allí es posible pensar una mejor sociedad,
y por ende es necesario preguntarse: ¿por qué en la formación res-
trictiva los valores se dirigen a desconocer al otro y a apartarlo de la
sociedad? ¿Realmente se debe castigar a esas personas que no piensan
como nosotros? Desde la perspectiva de Zuleta es posible repensar
esa formación, guiarla hacia el pensamiento crítico, donde la auto-
nomía y la razón del sujeto le permitan dialogar con la multiplicidad
de pensamientos de las demás personas. En ese sentido, la formación
ética debe comprender las dinámicas de la sociedad y del sujeto. An-
tes de emitir la crítica es necesario trazar un rumbo paralelo, en cual
existan posibilidades de mejoría para la comunidad, reconociendo
que es sesgado tomar esos juicios facilistas cuando en la realidad se
carece de proyectos culturales, deportivos y pedagógicos concretos y
reales. El sentido es brindar una oportunidad para que los jóvenes y
niños puedan formarse sin imposición alguna, para que puedan com-
prender por ellos mismos las situaciones de la comunidad: esa es la
importancia que tiene la ética, porque les permite analizar lo contra-
dictorio de algunos discursos políticos y la estructura que se forma
para sostener la ética restrictiva.

Bibliografía:

Zuleta, E. (2017) Elogio de la dificultad y otros ensayos. Bogotá: Ministerio de Cultura:


Biblioteca Nacional de Colombia.

Zuleta, E. (1991) Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Ediciones Al-


tamire.

— 62 —
Retorno - Enfrascado

rap de:
Danilo Rodríguez [Reto.r.no.]
@reto.r.no

video por:
Paloma Galvis
@galvispaloma

véalo en:
https://youtu.be/awLYW_ujU2s

— 63 —
Para
no me niegues que estoy
muerto
enfrascado
con mis pensamientos
en tu coño
a mis virtudes
puño al piso
a mis vicios
beso lo confieso
me atraparon
me moldearon
me transfiguraron
hicieron de mí
lo que querían
pero sobre todo
me calmaron
satisfecho estoy
de estar drogado
tú sigue con tu vida
que yo sigo
por mi lado
me he automedicado
recibo tu receta
si es con tu culo
neni voy confiado
sino no quiero nada
llevate tu amor profano
el día en que me muera
ya habré muerto
demasiado
mucho lo he rezado
que me pise
un dios pagano
que me hechice tu mira-
da
que me beses
con sabor a helado
que reviva dios
que yo lo ahorco
por pirobo
Me gusta sufrir porque
ya estoy resignado
mírame a los ojos
de la espalda
pa saber si he confiado
me tatuaré en los
pensamientos
para que les duela
le diré a mi madre
que la amo
y seré feliz
comiendo de la cena
pienso en el diablo
cuando veo tus ojos,
nena follemos en tus
sentimientos
mientras cantan
las sirenas.
siento un río de placer
nadando por mis venas
es que vengo yo

a veces estoy hecho


de flores
sueño que nunca he
sido malvado
luego recuerdo mis
rencores y lo sé
es demasiado
me gritas sal
respiro sal
dame lo que quieras
lo transformo
en algo de que depender
de que pender
una droga
una soga
cualquier cosa
lo que sea
todo en esta vida
se podrá vender.
las lágrimas
no las guardo
pues las tengo de recaudo
sino fumo
vivo raudo,
no me acaudalo
de tus gustos
bazofia
me digo mirandome al
espejo.
y es que no entiendo
por qué es que todo
me atrofia
ya no confío en nadie
voy solo
y por la sombra.
Una partida de Póker
con una apuesta muy peculiar:
el sentido de la vida
Fotografías y texto por:
Juan Diego Prada
&
Johan Sebastián Franco

— 68 —
PERSONAJES

DIAMANTE

Diamante es un joven de 23 años cuya familia es ridículamente adinerada.


A su corta edad ha recorrido absolutamente todos los países del mundo, ha
hecho todas las actividades habidas y por haber. Pese a ser muy curioso nun-
ca se ha interesado completamente por algo o alguien en particular, es por
esto que siempre quiere experimentar nuevas sensaciones. Aparte de viajar y
despilfarrar el dinero en todo tipo de drogas, mujeres y licores, se encuentra
en un momento crítico de su vida, pues siente un vacío que solo ha simulado
llenar. Acabó de cumplir 23 años y no sabe qué hacer con su vida y su dinero:
ya ha intentado probar unirse a varias religiones, tribus e incluso ha donado
muchísimo dinero.
Aunque ha sentido breves chispazos de felicidad en algunos momentos
de su vida, no son suficientes. Por esta razón decide apostar toda su fortuna
—o más bien— la que le corresponde. Busca algo que lo haga sentir vivo, que
pueda llenar de verdad el vacío que siente. Diamante siempre creyó que el
dinero en algún momento le iba a dar la felicidad, pues siempre provenía del
dinero, pero está equivocado, y lo sabe. Ahora ya no tiene nada que perder
y, tal vez, sí mucho que ganar.

— 69 —
PICA

Pica es una mujer de 40 años, toda su vida ha sido sumamente religiosa,


pese a ser una persona exitosa. En el último año su madre murió de cáncer y
su hija, junto con su esposo, murieron en un accidente de tránsito producto
de un hombre que manejaba en alto estado de embriaguez. Pica siempre in-
tentaba hacerle frente a los problemas, y superarlos, creyendo firmemente en
que “Dios da sus peores batallas a sus mejores guerreros”. Pero debido a los
numerosos y catastróficos acontecimientos ocurridos en el último año, Pica
está devastada, tanto así que cayó en una profunda depresión que la hizo re-
fugiarse en el alcohol. Pese a que ha intentado varias veces tratar su adicción
y componer su vida, no lo ha logrado.
Cuando murió su madre, Pica, aún triste, aceptó que eran cosas de Dios y
que seguramente era lo mejor para su madre, quien era de avanzada edad y
sufría de múltiples enfermedades. No obstante, meses después de su muerte,
cuando ocurrió el fatal accidente de su esposo y su hija, Pica colapsó, no en-
tendía por qué le sucedía todo esto a ella. Gritaba mientras miraba al techo.
No paraba de repetir, “¿QUÉ HICE YO?, “POR QUÉ A MÍ? “POR QUÉ ME
QUITAS LO QUE MÁS AMO?, ¿ACASO ESTOY PAGANDO POR ALGÚN
PECADO QUE COMETÍ?.
Pica ya no sabe en qué creer, en quién confiar, su fe ha sido quebrantada
junto con su familia. Desesperada, apuesta lo que le daba sentido a su vida:
la fe, pues para ella Dios ya no existe; si existiera no permitiría que a alguien
tan devota y buena persona como ella le sucedieran tantas cosas tan malas.

— 70 —
TREBOL

Trébol es un hombre de 50 años quien, desde muy pequeño, ha trabajado: en su


niñez para ayudar a su madre y a sus hermanitos menores; luego, en su adolescen-
cia, para hacerse cargo de la casa; posteriormente, en su adultez, para hacerse cargo
de sus hijos; y por último, en su vejez, para cuidar de sus nietos, pues uno de sus
hijos es adicto y no se puede hacer responsable ni de sí mismo.
Trébol ha tenido innumerables trabajos, desde albañil hasta vendedor; ha ganado
dinero para sobrevivir haciendo de todo, menos lo que siempre lo ha apasionado:
la música. Aunque lo ha intentado muchas veces, lograr vivir de la música es un
proceso que toma mucho tiempo y cuando hay bocas esperando a ser alimentadas
el tiempo no es algo que sobre o que se pueda malgastar, por tal motivo ha abando-
nado su sueño hace ya varios años.
Trébol, cansado de trabajar por su familia durante toda su vida y sabien-
do que se encuentra en la vejez, quisiera cumplir su sueño de ser músico y
dedicarse a la música por tiempo completo hasta su muerte. Pero aún debe
hacerse cargo de sus pequeños nietos, por lo cual se encuentra en un gran
problema, ya que sigue siendo él quien sostiene aún a su familia, en este caso
a su esposa enferma y a sus nietos. Trébol decide apostar lo que le daba un sen-
tido a su vida: su familia.

— 71 —
REPARTIDOR

Repartidor es una persona con alto sentido de la justicia.


Su origen es desconocido.

— 72 —
Diamante, Pica, Trébol y Repartidor están sentados en una improvisada mesa de
poker para 3 jugadores.

Repartidor (entusiasmado): Sin duda alguna, lo bonito y hermoso que tienen


los juegos de azar es que tienen la cualidad de reunir a todo tipo de perso-
nas. ¡No más obsérvense! Seres que en un momento tuvieron luz y hoy están
consumidos por la oscuridad, cansados de la vida que llevan…
Diamante (con tono de voz enérgico): ¡Es verdad, extraño hombre! Yo, una
persona con la vida ya resuelta a costillas del esfuerzo de otras personas, no
tengo de qué preocuparme: en esta inmundicia todo tiene un valor, hasta el
amor…
Trébol (con tono fuerte y algo enojado): ¡Callate! no vayas a hablar del amor
como si se tratara de cualquier cosa.
Pica (con un tono de voz desinteresado): De saber que la cuestión era de amor
y no de dinero, no estaría aquí presente. Necesito dinero, eso necesito... el
amor, el amor no es nada.
Trébol (con cara y voz melancólica): El amor me pone mal, es el peor sentimien-
to, lo mejor sería que no existiera.
Diamante (frunciendo el ceño y muy indignado): ¿De qué hablan? me callan
porque no sé de amor y ustedes lo menosprecian. ¡Insolentes! ¡Repartidor, a
lo que vinimos!

Repartidor asienta la cabeza y se dispone a barajar.

— 73 —
Repartidor: ¡Dama y caballeros!, por favor, hagan sus apuestas. El tiempo se
acaba, sus bolsillos necesitan llenarse y su alma deleitarse con el placer que
genera apostar.
Diamante (mientras mira su billetera repleta de efectivo y tarjetas de crédito): No
me interesa ganar dinero… vine aquí esperando que algo me generara pla-
cer, satisfacción. ¡Vine con la esperanza de que este juego me diera algo más
que dinero! Prueba de ello será que apostaré sin ver las cartas.
Todos: ¡Qué emocionante!
Trébol (bastante ansioso mientras observa el ostentoso reloj de Diamante y piensa
en cuánto podría valer): Hay que aprovechar todo, apostar sin ver no es una
buena estrategia. Pica dijo algo muy cierto, “necesito dinero”, yo necesito
dinero: ¡doblo la apuesta!
Pica: ¿Qué demonios voy hacer con un 9 y 2? no sirve de nada, no me sorpren-
de, la primera mano no es muy agradecida conmigo, fold.
Trébol (en un tono de voz sarcástico) Diamante, ¿por qué mejor no nos regalas
el dinero?
Diamante: Ya he regalado mucho dinero. ¿Apostar sin ver no es regalar?
Trébol: Apostar sin ver no es regalar, es no saber jugar.
Pica: ¡Sí, es regalar! Y si sabe cuándo apostar, sabe cómo jugar.
Trébol: Si crees que es regalar ¿por qué no apostaste?
Pica (con una sonrisa desdibujada): Porque sé jugar.
Diamante (mientras mira a pica por debajo del hombro): No sabes, te contradi-
ces.
Trébol (asintiendo con la cabeza): Es cierto
Pica (mientras observa la mesa): Sé cuando no apostar.

Repartidor destapa el flop.

Trébol (en tono burlesco): 9 , 5 y J. Mira Pica, salió un 9, llevarías par nueves.
Fijate, no sabes jugar.
Pica (en un tono de resignación mientras agacha la cabeza): Un buen par de nue-
ves acompañado de un horrendo dos.
Diamante (mientras se recuesta sobre la silla): Voy 10 fichas más.
Pica: 10 fichas, está bien para ser la primera mano. De seguro lleva par jotas. No
me arrepiento de haberme ido.
Diamante: no he mirado las cartas, no sé si llevo la jota.

— 74 —
Trébol (mientras mueve nerviosamente una pierna y refleja su preocupación en
su rostro): Diamante, el dinero no te importa, esa duda que nos aqueja se
puede resolver viendo las cartas.
Diamante (observa las cartas): ¡Cielo santo, Pica tiene marcadas las cartas! Efec-
tivamente tengo una jota...
Pica (un poco sorprendida): No tengo las cartas marcadas, no fui yo la que traje
las cartas. Aunque siendo sincera, no me esperaba la jota.
Trébol: ¡No!, esto está mal, yo tengo un 9.
Diamante: Oh, tienes un 9, llevas par nueves.
Trébol (en tono resignado): Gracias jovencito, ahora he entrado en un dilema: ya
sé que tienes, pero me vas ganando…
Pica (mirando a Trébol): ¿Qué es peor: apostar sin saber o apostar sabiendo lo
que tiene el contrincante?
Trébol (mirando ansiosa y curiosamente a Diamante): ¿Qué piensas, Diamante?
Diamante: Pienso… ¿vas a pagar las 10 fichas?
Trébol: Pago las 10 fichas. Lo peor no es eso, Pica, lo peor es que faltan 2 cartas
por salir.

Repartidor destapa la cuarta carta.

Diamante: Un 3 no sirve para nada, nada sirve. Y una jota solo acelera la termi-
nación de esta primera mano. Check.
Pica (sorprendida por la actuación de Diamante): ¿Por qué pasaste? Le das la
oportunidad de ver la quinta carta, ¿no te das cuenta que vas ganando?
Trébol: ¡Silencio Pica! Check.

Repartidor destapa la quinta carta.

Diamante (decepcionado): Lo que menos me interesa es ganar, preferiría que


hubiera salido un 9, así podría apostar y hacer dudar a Trébol de si el 9 que
tiene realmente sirve. Hay placer en el sufrimiento del otro.
Trébol (en tono de desprecio): ¡Enfermo!.
Pica: A este jovencito el dinero le atrofió el cerebro. ¿Qué cosas pensará y habrá
vivido para que sienta placer en la incertidumbre del otro?

— 75 —
Diamante: No he vivido nada, lo tengo todo. Si quisiera podría contratar a
un hombre para que asesine a otro hombre. Si me atrapan tengo el dinero
suficiente para sobornar al fiscal, e, incluso, si llegara a salir culpable, tengo
dinero para volver a contratar a otro sicario...
Pica (en tono insinuante): ¿Y por qué no lo haces?
Diamante (con una sonrisa agridulce en la cara): Ja! No hay nada bueno ahí.
Todo lo que quiero empieza o termina con el dinero, una preocupación, una
alegría, una tristeza, el amor, el sexo, drogas, alcohol, viajes, mujeres... todo
está relacionado a ese papel tan común. Desearía cambiar mi dinero por
otra vida, por una que sí pueda ser vivida.
Trébol (sin pensar mucho lo que iba a decir): ¿Por qué no te matas?
Diamante (mientras mira hacia arriba y suspira): Hasta en eso he pensado...
Flores, flores, flores, flores, muchas flores, de las más extravagantes, aquellas
que tienen un corte singular en su tallo. ¿El ataúd? uno que no sea de una
madera común, y si es importado mejor; las incrustaciones y los detalles en
oro no pueden faltar…
Trébol (imitando voz de presentador): ¡Oh, amigos!, ¡oh, pueblo!, ¡oh gente!,
es de mi orgullo y placer presentarles al único e inigualable Diamante, un
chico suicida que se aburre del suicidio, único en su especie, único en su gé-
nero: ¡Ojo al dato! hay uno de ellos por cada 70 mil millones de habitantes,
una locura esto, estamos presenciando un ser en vía de extinción…
Todos: (Risas)
Pica (en tono burlesco): Buen show de comida el que acabamos de presenciar.
Diamante (burlándose de Pica, pero aún más, de lo ridículo de su situación): He
presenciado una obra de arte y sin necesidad de pagar. Muchas gracias.
Trébol: Es para mi un honor ser la causa de una sonrisa. Pero, por favor, termi-
ne de narrar el funeral y de hacer su movimiento en el juego.
Diamante: Un vestido de diseñador hecho a la me-di-da, cartas de invitación a
todo el mundo, porque no es normal que alguien se muera. Serenata para
alguien que no oye, mensajes para alguien que no lee, abrazos para alguien
que no abraza, dinero para alguien...

Silencio.

Pica (después de haberlo pensado un par de segundos): Pero, ¿y el dinero? ¿qué


pasa con el dinero?

— 76 —
Trébol (saca papel y lápiz): ¿Que dónde deja el dinero? Dudo de que el capitalis-
mo haya llegado hasta el otro mundo. Pero uno nunca sabe...
Diamante: He ahí lo bueno de morir, me entierran con lujos y cosas que da el
dinero. Así como la radiación de un agujero negro es expulsada, así me alejo
yo de ese punto denso llamado dinero. El dinero no muere. No se entierra.
Ni mucho menos envejece. El dinero se acumula. El dinero no se le da a
alguien que no pueda gastarlo. El dinero se gasta. Lo gasta otro. Lo gasta un
vivo. Se gasta. salió un As, apuesto, o mejor dicho, gasto 60 fichas.

Silencio.

Diamante (en tono enérgico): ¿Qué pasó? ¿Aposté muy fuerte? ¿Gané?
Trébol: Sería muy triste si aparte de la jota lleva el As, apuesto las 60 fichas.
Pica (curiosa): Apostaron y pagaron. Quiero saber que llevan.
Repartidor (con tono de voz fuerte): Destapen sus juegos... Diamante tiene jota
y 6, tiene par jotas; Trébol tiene 9 Y 9, junto con el 9 que hay en el flop, Tré-
bol hace trío. El ganador de la primera mano es Trébol...

Así, después de varias manos, varias fichas, varias discusiones, se llega a la última
mano. Hand #23.

Repartidor (emocionado): Dama y caballeros, es de mi agrado informarles que


hemos llegado a la última mano. Para esta mano tendremos dos particu-
laridades. La primera es que todos tendrán que apostar la mitad de lo que
tienen como apuesta obligada; la segunda es que no hay un límite, es decir,
pueden apostar más allá de la cantidad de fichas que tienen, puede ser cual-
quier cosa, siempre y cuando tenga un valor.
Pica: ¡Me encanta, me encanta!
Trébol (curioso por saber quién era Pica): ¿Por qué tanta emoción?
Diamante: 23 es mi número favorito. Es el único número que siendo primo, está
conformado por otros dos números primos. ¿No les parece curioso eso?
Pica (en tono melancólico): Era el día 23 cuando mi hija murió, 23 años de casa-
dos llevaba con mi esposo cuando murió. 23 botellas habían en el carro que
las atropelló. ¿No les parece eso curioso?

Silencio incómodo.

— 77 —
Repartidor destapa el flop.

— 78 —
Pica: All in...

Diamante: ¡All in!

Trebol: All in...

— 79 —
Repartidor: muestren sus cartas.

Pica, 10 y 9 (escalera); Diamante, As y 10 (escalera); Trébol, K y 5 (esperando una carta


para color).

Repartidor destapa la cuarta carta:

— 80 —
Repartidor destapa la quinta carta...

Repartidor: El ganador es Trébol con un full house de Js y Ks.

Fin de la partida.

— 81 —
Conversaciones conmigo misma

Fotomontajes y poemas por:


Mayra Aguirre
@nemo_nadie_

Debí cortar los dedos


de donde nació la tragedia
que llamaron vida.

Debí sujetar un arma


detrás del armario
en donde encontré puñados de
sangre.

Debí recoger las sobras


de mi infancia
marchita y desolada.

Debí guardar tu corazón


en la gaveta amarilla
donde diste tu primer beso.

— 82 —
Debí haber guardado tus sueños
de quienes querían robarlo,
de los ladrones entre mis piernas.

Debí haber soñado con violetas


en vez de girasoles.
Debí desear la muerte
cuando la vida se tornó oscura.

Debí alargar las mangas,


la falda, la braga gris.
Y no debí cruzar la calle,
la puerta trasera,
la ventana delantera.

No debí confiar
en las sombras
de mis mayores

Y mucho menos en la suya.


Y mucho menos en la mía.

— 83 —
— 84 —
— 85 —
Soy la nada.
Nadeo en las aguas profundas.
Dentro de mis dedos
la mentira se hace beso.

Concedo a los hombres


La falacia llamada amor.
Entrelazando su cuerpo con el mío
me adentro en la mirada sutil
de un bello carmín.

Los hombres tapan sus ojos


ante la verdad
y preguntan
por mi existencia

—¿Es algo este misterioso cúmulo de pétalos
—¿Es algo el color concebido a la rosa?

Mas la nada
es lo único que observas.

— 86 —
— 87 —
Poemas filosóficos
Poemas por:
María Angélica Castro
angelicasstro99@gmail.com

La grandeza no tiene rincones

L a grandeza no tiene rincones:


mirad las nubes, los cielos, las montañas y el agua.
¿El ser humano podrá alguna vez ser grande?
¿El ser humano tendrá rincones?
¿Dónde los tendrá? ¿En el interior o en el exterior?

Tal vez el hombre tenga por misión


contemplar la grandeza, que es infinita.
Mirando en cualquier dirección
no podrá percatarse.

Tendrá que ponerse


los lentes del alma vacia,
los zapatos de la experiencia,
el uniforme cicatrizado del ejército
de los desdichados y miserables.

Caminará un sendero
donde cada paso le aquejará
hasta llegar a la piedra más alta;
se posará allí,
tomará su último aliento para levantarse,
echará una mirada despistada,

— 88 —
observará que está solo,
solo con los cielos, las nubes,
las montañas y el agua.

El vértigo aparecerá,
ese deseo irracional de tirarse de esa roca,
caer y no volver a salir.
Estará presente.

Es cuestión de valor,
de tener fe en sí mismo,
de angustia e incertidumbre,
la razón de tomar la decisión
de tirarse, sentarse nuevamente
o regresar y nunca volver.

Sea cual sea,


lo importante es cuestionarnos y decidir
si podemos orientarnos hacia la grandeza
y cuál será el precio para pagar:
¿La sangre? ¿El alma?
¿El cuerpo? ¿El espíritu?
¿Los huesos? ¿La razón?

O acaso tengamos que crear


nuestra propia grandeza
con lo que creemos tener,
anhelando secetamente que
algún día se pueda parecer
a la contemplada.

— 89 —
Filosofar

E n un mundo de incerteza absoluta,


en la soledad de los pensamientos,
yacen aquellos hombres
con deseo de conocimiento.

Por medio de mensajes divinos


en busca del arjé,
comenzaron los presocráticos
con teorías de aire, fuego y apeirón también.

Los medievales no quedaron atrás,


centraron su interés en Dios
y por medio de fe y razón
abordaron la religión.

Con racionalismo y empirismo


surgieron los modernos,
un quebrantamiento del pensamiento,
que analizó el ser humano desde lo más interno.

Ahora, contemporáneos
siguen la misión,
intentando dar respuesta
a todo tipo de discusión.

Es un viaje que nunca cesa,


un arma a la ignorancia,
un sinfín de preguntas,
filosofar, le llaman.

— 90 —
Paisajes interiores
Dibujos por:
Yilver Camacho
@rezzle_eve

— 91 —
— 92 —
— 93 —
Breve reflexión sobre el arte
Texto por:
Jose David Mantilla

H ablar de arte en la época actual es una tarea bastante compli-


cada, puesto que existen muchas formas de concebir la idea de arte;
por un lado, están los que ven el arte como cualquier tipo de creación
que requiera de alguna especie de habilidad manual. También hay los
que consideran que el término o la palabra arte solo se puede atribuir
a las obras creadas en tiempos pasados; hay quienes piensan en el
arte como demostraciones de gran habilidad y dedicación, de años de
trabajo dedicados a perfeccionar técnicas cuando no se poseían ins-
trumentos que facilitaran la labor al artista. Y, por otro lado, también
están los que conciben el arte como aquella manifestación creativa
que posee un alto valor monetario, aquella por la cual el arte obtiene
su validez si y solo si se le acuña un valor elevado; aunque existan dos
obras igualmente bellas, se estima que una verdadera obra de arte es
aquella a la que se le confiera una valoración mayor al valor medio
percibido.

Por estas razones, es muy complejo referirse al arte en esta época don-
de la valorización de los objetos está expresada siempre por el costo
monetario que le ha sido atribuido; un objeto con una asignación
monetaria baja no será percibido con el mismo interés que un objeto
con un precio monetario alto. Se da prioridad al dinero y no la obra
de arte como arte. Estas formas de percepción impiden que nuevas
obras de nuevos artistas sean apreciadas por su significado real y, a su
vez, elimina la posibilidad de conexión del observador con la obra de
arte, pues en su mente no se encuentra la imagen de la obra, sino la
idea del valor monetario.

Esa manera de percibir la realidad de nuestras sociedades nace a


partir de la idea de progreso; el progreso como manifestación de un
bienestar general, expresado en forma de avances económicos. Esto
hace inclinar la razón de las personas hacia la subjetivación, en pro de
generar relaciones con la realidad, relaciones que están dadas siempre

— 94 —
en medida de la eficiencia y la eficacia, pues se busca administrar los
recursos para obtener el mejor beneficio. Se mantiene una relación de
eficiencia con los procesos, a partir de acuñar un “fin” en función de
la utilidad práctica que representa cada objeto.

Bajo esta premisa de la obtención de beneficio (que es siempre mo-


netario), de percibir la realidad en función de la utilidad que puedan
tener los objetos, el arte toma su valor de este mismo beneficio y, así,
toda obra valorada como arte siempre va de la mano de una etiqueta,
un precio que representa su significado para la sociedad, su valor. De
este modo, desaparece toda posibilidad de contemplarla y conectarse
con el mundo, con la realidad que el artista quiso representar, con
aquello que debía ser expresado y que se encuentra manifestado en la
creación artística.

En esta época donde las obras se denominan arte en función del valor
percibido, se hace casi imposible que muchos artistas ganen notorie-
dad, pues son invisibilizados en su totalidad, debido a que el valor
percibido de sus obras no alcanza a rozar —en lo más mínimo— el
precio de una obra que ha obtenido dicha denominación. La obra de
arte se legitima por su precio y, a su vez, el artista se legitima si sus
obras tienen un alto precio; en sí, el artista es una máquina producto-
ra. Pero el arte es más que dinero, como se ha dicho anteriormente, es
una expresión del artista, la manifestación de una realidad percibida
que invita a la conexión con el mundo mediante la atenta contempla-
ción: es un acercamiento a un mundo de posibilidades.

UN OBJETO
Esta cosa, que tuvo un nombre y no un corazón
ha adquirido familiaridad donde pudo haber afecto,
y nada ahora
disturba sus reflexiones.

—Ezra Pound

El arte debe siempre apreciarse en la atenta contemplación, no en la


etiqueta que representa su valor en números. Esta es, pues, una invi-
tación a nuevamente apreciar el arte en su verdadero significado sin
importar su proveniencia, sin preguntar por la etiqueta.

— 95 —
La calidad de una educación
como entrenamiento
Texto por:
Laura Martínez

L a educación en Colombia es una


cuestión a la que se le debe brindar
cibir clases, sino que ni siquiera hay pro-
fesores que dicten clases a estos niños,
mayor importancia. Nuestro modelo debido que en muchas de estas zonas los
educativo es instrumentalista y con-
servador. Es un modelo que contiene
falencias, especialmente en manera
en la que se es llevado a cabo que da
hincapié para permitir varias irregula-
ridades. No se busca el bienestar físico
y psicológico del alumno, sino que lo
importante es graduar personas en las
condiciones que sea para salir a en-
frentarse al mercado.
Uno de los principales problemas Institución educativa Padua del municipio On-
que permite todas estas irregularida- zaga, Santander.
des, radica en que el país prefiere in- pocos profesores que son enviados por
vertir en otras cosas que en educación, el ministerio de educación, algunos son
lo que lleva a generar desigualdad. amenazados por grupos armados.
Una muestra de esto es que en muchos Una clase conservadora, a la que poco
pueblos no tienen escuelas o, si las hay, le importa lo que sucede en los pueblos,
estos lugares se encuentran en pésimas piensa que lo importante es su bienestar
condiciones caracterizados por la falta e ignoran el de todos aquellos que no se
de pintura, suciedad, arrumes de pu- encuentran, ni viven estas situaciones día
pitres dañados, paredes agrietadas, la a día.
maleza y el desorden. Todo lo anterior En estos lugares rurales no hay presen-
contribuye a ambientes escolares pro- cia del Estado. Por ejemplo, en los cole-
picios a la mala calidad educativa. Su- gios, ni sus alrededores hay un puesto de
cede que sus recursos son destinados salud que pueda ayudar, si llegara a ocu-
para otras cuestiones, o dilapidados rrir un accidente. El modelo educativo es
por la corrupción. Además, no solo les la muestra de que en Colombia se lleva a
falta recursos que deben ser destina- cabo una “educación como entrenamien-
dos para infraestructura para que los to”, pues lo que se necesita es un hom-
lugares sean más apropiados para re- bre obediente, preparado para una vida

— 96 —
Institución educativa Padua, ubicada en
el municipio de Onzaga, Santander, en
la vereda de Padua.

burocrática. Este hombre representa exploran nuevos talentos, como diferen-


para el Estado un cajero y no un ser tes artes.
humano.
Entonces, para invertir en una edu-
cación de calidad conviene revisar la
crítica de autores como Estanislao
Zuleta, dirigida a la educación como
entrenamiento, aquella educación que
deshumaniza y que da lugar al mismo
tiempo a que se lleve a cabo una esco-
larización de mala calidad.
Hasta los mismos padres de familia
se ven obligados a intentar mejorar o Institución educativa Padua. Municipio de On-
construir un lugar un poco mas apto zaga, Santander. Escuela sin techo y pisos dete-
para que los estudiantes tengan sus riorados.
clases. Una parte de la población a la
que el Estado no les presta atención.
Una atención que intenta buscar por
medio de manifestaciones en las que
muchas no son escuchadas.
Además, en estos lugares el mode-
lo educativo va encaminado a ciertos
ideales. En la gran mayoría de estos
lugares rurales los jóvenes deben ca-
minar durante horas, enfrenándose a
dificultades como la lluvia, caminos Entrada a la sede el Peñón que hace parte de la
en mal estado para llegar a recibir cla- institución educativa Padua, en donde se puede
ses en colegios en donde no cuentan apreciar un puente de madera, sin pasamanos y
con herramientas, instrumentos que ubicado encima de una quebrada, lo cual resulta
peligroso para los niños que asisten a esta escuela.
les faciliten su aprendizaje o puedan

— 97 —
Todas estas circunstancias llevan a que mitir datos, saberes, conocimientos, con-
en los colegios no se intente cuestio- clusiones o resultados de procesos que
nar nada ni pensar, simplemente se otros pensaron. No enseña a pensar por
debe pasar al alumno aprenda o no sí mismo, a sacar sus propias conclusio-
aprenda, porque lo que importa es que nes, a diferencia de la educación huma-
salgan graduados a laborar, sin cues- nista que permite y fomenta el desarrollo
tionar al estado, sin protestar. Por esta de la persona, es decir, que el desarrollo
razón, se le limita su conocimiento. del individuo no está determinado por el
mercado.

La educación es quizá una de las mayo-


res tragedias colombianas: una educación
realizada para que los individuos no ac-
túen, para que no sean sujetos de su his-
toria, que es una manera de impedir, de
controlar el pensar y el actuar.

Estanislao Zuleta, 1988.


Institución educativa Padua. Municipio de
Onzaga, Santander. Escuela con infrastructu-
ra antigua, paredes agrietadas y en mal esta-
do.

Para Estanislao Zuleta, la mejor ma-


nera de mejorar la educación está en
“enseñar a pensar” . En vez de realizar
una educación como entrenamiento,
se debe aplicar una educación huma-
nística, debido a que para Zuleta el
bachillerato es una educación muy
elemental. Lo que se enseña en mate-
máticas o en geografía es tan elemen-
tal que cuando el estudiante termina
sus estudios, ya no le sirve para nada
práctico en la vida, ni en sus activida-
des educativas posteriores o suele ocu-
rrir que olvide todo lo visto. Todo esto,
porque la educación, tal como ella En la fotografía se puede observar los baños con
sus respectivas puertas y pisos en mal estado de la
está, reprime el pensamiento, así no institución educativa Padua, donde asisten gran
se lo proponga. Pues esta educación numero de niños de diferentes veredas aledañas.
como entrenamiento se limita a trans-

— 98 —
La manch a
Cuento y dibujos por:
Yency García

E stoy sentada en el parque, espe-


rando, y veo al frente una especie de
mancha con forma de hombre, es una
mancha muy curiosa. Lo observo a los
ojos y de inmediato me despierta las
ganas de huir al ver terror en sus ojos.
Algo me dice que estoy perdiendo par-
te de mí estando aquí, fuera de mí. He
salido a despejar la mente y aún así
no me abandona esta sensación. Veo
como la mancha se transforma y me
hace sentir incómoda con el mundo,
surgen varios pensamientos que tratan
de distorsionar mi realidad, trato de
mantenerme y de distraerme hacién-
dome preguntas como: ¿qué hago yo
en ese lugar? Sé que estoy esperando
a alguien, pero ya no recuerdo el para
qué o el porqué. ¿Cuánto tiempo llevo
observando esta mancha? ¿Acaso no
le molesta que lo vea?, pero, ¿por qué
no dejo de verla? Me distraigo viendo
las palomas y me levanto a estirar las
piernas. Giro hacia la dirección opuesta para comprarme un café en la
esquina. Respiro un rato y pienso en el comienzo de todo este desas-
tre: todo empezó por la nostalgia y la extrañeza de regresar a aquellas
casas antiguas, el resignarme a este acento al que estoy acostumbrada
y que hace que olvide mi búsqueda de identidad. Me aislé de todos,
ya no tenía el choque con el otro, con aquel que debería ser mi ene-
migo. Así llegó esta sombra que me acompaña. Pero mi aislamiento es
bueno, no me siento comprometida con la gente; por no decir nada,
no me opongo, y en el fondo solo pienso que el brillo del sol me haría
bien si me alejo de las tardes y solo salgo por las mañanas.

— 99 —
Regreso a mí banca y la sombra ya no está ahí. ¿A qué horas desa-
pareció? Pienso que tal vez estoy muy cansada y que tengo que re-
cuperar fuerzas. Veo la arquitectura del parque y comienzo por ver
las paredes desgastadas por la lluvia: tal vez yo, como ellas, antes era
de un color distinto, y ahora me cierro a la posibilidad de cambio.
Necesito ver con nuevos ojos este lugar. Veo la gente pasear por el
parque y pienso que las personas desean observar para reconocer,
cierran los ojos lo que más pueden y al final nunca se reconocen, no
nos reconocemos y yo no me reconozco. Cierro los ojos por un rato
y recuerdo la repulsión hacia mi existencia, hacía mí misma, cada vez
que estoy despierta. En el sueño, en cambio, en cada esquina me veo
en un presente, en cualquier presente, como este, aunque al despertar
me deje una sensación incómoda por largos viajes.

Miro al frente y veo de nuevo la mancha que no me abandona y que


vuelve aparecer una y otra vez. Al otro lado del parque hay gente re-
cogiendo cosas con cara de cansancio. Veo que tienen varios días sin
dormir y recuerdo que tengo varios días sin dormir. Bostezo. Estoy
cansada de este lugar, ya no quiero visitas, aun así sigo sin recordar a
quien estoy esperando. Me dedico a observar y en cada sorbo de café
aparecen distintas imágenes de dolientes que pasan de un lado para
otro, sin saber qué hacer y qué ver, caminan solos. Al cruzar la calle
la gente pasa tan estrecha, que obliga correr y así olvidamos lo que
es caminar. Veo nuevamente la mancha que ahora se encuentra en la
esquina del café. ¿En qué momento se movió? Sostiene un libro en
sus manos, el mismo libro que ahora yo tengo en las mías. Pienso que
en esos momentos yo estaría mejor en casa leyendo. Sigo sin recordar
el porqué de mi salida y pienso que tal vez solo buscaba salir de mi
habitación, hablar con alguien y no quedarme sola con la mancha. En
cualquier momento llegará alguien con quien tomar café y entonces
recordaré a qué lo he invitado.

Horas, llevo horas en este lugar y eso mismo es lo que se le a las per-
sonas, horas de su tiempo, para trabajar, hacer ejercicio o para ver
una cara conocida y así salir de la rutina, romper el hechizo de estar
pensando en lo mismo, de estar viendo lo mismo. Llegará mi amigo
y la tormenta se desatará en el primer trago de la conversación: com-
partiré mis problemas y desesperanzas, y ahí desataremos nuestras
pasiones. Veo nuevamente la mancha que ahora se encuentra sentado

— 100 —
en una banca, a mucha más distancia de la mía y noto la misma sensa-
ción de pesadez, casi como verme a un espejo: él está muerto y creo que
yo también. Muertos, pero tal vez habitantes de la filosofía. En la filosofía
es en donde yo me quiero reconocer. Antes de conocerla, era diferente,
pero ya no recuerdo, ya no recuerdo en qué creía y solo percibo borrosas
imágenes de monstruos de infancia. Cuando estoy con la mancha no
puedo pensar, solo me quedo en nada. Veo sin retener ninguna teoría y
así la añoranza de alguna verdad permanecerá detenida.

Alzo la mirada y ahora la sombra me mira fijamente. Repito el canto


de viejas palabras omnipotentes que me están llevando a la locura. De
pronto, escucho una voz detrás de mi oído izquierdo.
—¿Cómo llego tan rápido?— le pregunto, a lo que él responde con
otra pregunta.
—¿Cómo te sientes cuando estás sola?— volteo y la sombra está
sentada junto a mí. Entonces, cierro los ojos y le contesto:
—Cuando me recuesto en la cama es cuando me siento identificada
con la nada, siento como si no perteneciera a ninguna parte. Al despertar
cada mañana llega el alba un vacío que me estremece hasta los riñones,
veo muchas distracciones por la tarde pero luego me siento sin rumbo,
vagante. El dolor me llega hasta la pelvis, camina por mi piel y por lo
general desemboca en lágrimas. El sentimiento persiste cada vez más
intenso, y no puedo más que sobrellevarlo sola al no encontrar consuelo.

Abro los ojos y me encuentro en mi cama, me levanto y me siento en mi


computadora a trabajar pues no hay nada que calme mi llanto.

— 101 —
— 102 —
Sobre el nihilismo y sus
efectos: reflexiones de una
veinteañera
Texto por:
Maria Alejandra Duarte

Usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre,
siempre,
un lío.

Mario Benedetti — Curriculum

Tratando de dormir voy pensando en cosas como la universidad, el he-


cho de que no quiero volver al trabajo, saber que tengo que seguir vi-
viendo con mi familia porque son mi mayor soporte económico y es
eso lo único que me aferra a esta casa, y quizá una que otra burbuja
de pensamiento que me muestra a mis amigos, mi novio, algún video
que vi durante el día. Y entre tanto pensamiento y mortificación, nunca
puede faltar “el futuro”, esta combinación de consonantes y vocales en
ese orden me dan terror. Les tengo miedo a esas palabras, llegan a mi
pensamiento a nublar todo y derrumban toda esperanza y sueño que se
les atraviese.

Mis padres dicen que si tengo un titulo profesional mi futuro será pro-
metedor, pero si ese título es de filosofía estoy destinada a estar anclada
en esta casa donde nada aquí me pertenece, ni la cama donde duermo,
ni el celular, ni el computador que uso y para el cual ni pidieron mi opi-
nión a la hora de comprarlo, ni siquiera puedo decir que es mía la ropa
que uso, mucho menos puedo hablar de “mi libertad”.

— 103 —
Esas dos palabras nunca las he sentido propias, cuando pienso en ellas,
me parecen más una utopía que una realidad. Siempre estoy todo el día
sublevada a órdenes de terceros, ya sea de mis padres, de mi jefe, de
mi mascota que me demanda tiempo, de mi pareja, de mis amigos, del
idiota que me grita algo obsceno en la calle y que me obliga a bajar la
mirada, del semáforo en rojo que me ordena detenerme. Pero no quiero
ser malinterpretada, no me considero anarquista ni quiero ir rompien-
do vidrios y pintando paredes, culpando al gobierno y reclamándole mi
libertad. En esta historia que es mi vida veo varios personajes secunda-
rios que de alguna forma me hacen daño, pero es la protagonista quien
más me atormenta, me da miedo cada vez que la veo, es tan fuerte que
me puede destruir con la mirada y tan débil que a veces se desborda en
lágrimas suplicando ayuda. La verdad le tengo lastima, y sentir lastima
hacia alguien es repulsivo. No le ayudas porque le quieras o sientas afec-
to hacia esta persona, le ayudas porque crees que no se puede caer más
bajo de lo que esta persona ha caído, que nada podría humillarla más.

Cuando era niña siempre vi la vida, no de forma lineal, sino como una
montaña. La vida empezando desde la parte izquierda frontal y en la
parte derecha frontal terminando, en la punta sería entre los 20 y 30
años, pero desde aquí, en mis veintes, solo veo un abismo y ni siquiera
puedo rodearlo para evitarlo, porque hay algo que me empuja constan-
temente a él. Creo que soy yo misma quien me empuja.

A veces me autoexijo al punto de terminar tan agotada y frustrada que


luego me autosaboteo y así llevo unos dos o tres años. No sé exactamen-
te cuándo inició este ciclo, pero quiero que acabe pronto. Cuando pien-
so en el futuro, más específicamente mío, no puedo pensar en nada que
le dé un toque de esperanza o alegría, solo lo imagino gris, con Gloomy
Sunday de fondo mientras camino hacia algún lugar al que seguramente
no quiera ir.

Pero hay una pequeña parte que quiere creer en algo, quizá en un Dios
que tiene un plan, o que el destino ya está escrito y, claro, creer que
en eso le quita peso a mis preocupaciones diarias. Sin embargo, siguen
llegando cada vez más y crecen tan rápido y tan enorme como una ola
capaz de crear un tsunami que me derrumba, que acaba con mis alegrías
y tras su paso solo deja ruinas, algunas interiores y otras materiales.

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La necesidad de educar
en la cultura de la protección
Texto de:
Sara Pulido

U
no de los sitios más importantes de Colombia se encuentra en Santan-
der y es el páramo de Santurbán, un privilegio que pocos países pue-
den darse, debido que es uno de los nacimientos de agua más grandes
en el mundo, rico en fauna, flora y minerales como el oro, y pues, es
a todas luces evidente la gran importancia qur tiene el apropiarnos
y cuidarlo como una de las cosas más valiosas que hay en el depar-
tamento de Santander. Tristemente, hay un conflicto socioambiental
a causa de las políticas extractivistas de los gobiernos, con el propó-
sito de eliminar un recurso natural para ser vendido en el mercado.
Los páramos se están deteriorando rápidamente en sus condiciones
ambientales, con consecuencias irreparables. Por esa razón, es funda-
mental pensarnos como sujetos y ser conscientes de lo que digerimos
intelectualmente, lo que aportamos y hacemos como individuos para
proteger nuestro entorno. El filósofo Estanislao Zuleta, resalta la im-
portancia de pensar críticamente y no solamente aprender ciegamen-
te, lo cual es el propósito de este ensayo: generar una reflexión sobre
la educación que reciben los individuos, enfocada en la población de
estos sitios mineros.

Se estima que la explotación de oro en las regiones del Páramo de


Santurbán lleva más de 450 años, ya que es una forma de subsistencia
para sus habitantes. Ellos, en su desarrollo histórico y cultural, han
sido formados sobre el pilar de una educación como entrenamiento,
donde se les ha inculcado un enfoque para crear fuerzas de trabajo y
mantener un mercado especializado, dejando a un lado la educación
filosófica, que resalta el propósito de crear una formación de pensa-
miento crítico con el fin de ver el mundo y vernos a nosotros de una
manera diferente; una educación en donde los sujetos sean más ra-
cionales, y por tanto vean como prioridad un equilibrio social y am-
biental. Por ende, es necesario que se reflexione sobre el contexto en
que se están formando estas personas, que haya incentivos para crear
conciencia ecológica y buscar otras alternativas para el desarrollo eco-

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nómico de este territorio; de lo contrario, con el pasar el tiempo, se
seguirá en un circulo vicioso donde la cultura no se esta desenvol-
viendo de una forma adecuada, y se seguirá afectando este macizo
montañoso, que contempla una amplia región natural de ecosistema
montano natural.

Defender los páramos es defender el agua y la misma vida, de ahí


la necesidad de educar en la cultura de la protección, por eso, debe
empezar desde su misma población que son el centro principal para
garantizar el bienestar de este sitio; hacerlo sin que se sientan ataca-
dos o rechazados, pues la mejor forma de sobrellevar esta situación es
la apropiación consciente de la importancia sobre el cuidado de este
maravilloso lugar.

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El Buho
Cuento por:
Yeisly Martínez

R ecuerdo cuando era niña me encantaba preguntar sobre las cosas más
mínimas que me podían pasar, sobre todo, mi curiosidad aumentaba
a medida que observaba por la ventana el inmenso horizonte. Quería
saber acerca del maravilloso y majestuoso rey sol, de la madre natura-
leza, de la bolita a la que llamamos tierra, he incluso me interrogaba
¿por qué el cielo era azul? o ¿por qué se caían las hojas a los árboles
en determinada época del año? Todas estas dudas impregnaban mi
mente, pero madre siempre repetía una y otra vez que dejara de hacer
preguntas y me ocupara de mis deberes escolares, puesto que eso era
lo importante. Ya que no sufriría y tenía mucho dinero para comprar-
me todos los caramelos y juguetes del mundo, aunque, en mi pequeña
mente no comprendía porque unos pedazos de papeles con números
incrustados eran más relevantes que mis interrogantes y mi interés
por aprender acerca del mundo.

Entonces, me dediqué a trascribir los libros de lengua castellana,


aprenderme de memoria las tablas de multiplicar, a realizar en plasti-
lina las células animal y vegetal… en fin, hacer las cosas aburridas que
se producen en el colegio. Mi interés por conocer y saber de las cosas
grandes del mundo fue decayendo, aun así, cada día observará el sol

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y la luna infinidades de veces, poco a poco me olvidaba de su valiosa
existencia. Lo único que hacía era aprenderme de conceptos, repetir y
repetir palabras y hasta memorizar ejercicios matemáticos ¡Sentía que
estaba enloqueciendo! Y de nuevo siempre mi madre me recalcaba la
relevancia que tenía para mi vida, aunque lo único que pensaba mi
mente era que no tenía sentido nada de lo que reiteraba, como si fue-
ra una grabación interminable de una pesadilla. Todos los días eran
un martirio levantarme para ir a lo que yo llamaba “prisión”. Estar en
ese lugar me abrumaba y sentía que imposibilitaba mi imaginación,
pues mis dibujos eran reemplazados por ecuaciones, mis escritos se
transformaban en una transcripción de “manuales de conducta” y mis
planes de divertirme, se cambiaban por trabajos monótonos. El cole-
gio, según comentaban los profesores, era nuestra segunda casa, pero
nunca me sentí acogida por ese lugar de cuatro paredes blancas.

Aunque, después de salir del colegio me fascinaba caminar por los


hermosos prados que tenía mi pueblo, ese color verde intenso de los
jardines me recordaba que todavía el mundo me ofrecía una oportu-
nidad de ser feliz, el sol reluciente de cada mañana me aclaraba que
todavía había calidez en el mundo, el olor de las flores frescas calmaba
mis miedos, las frutas que caían de los imponentes árboles me im-
pregnada de deseo por descubrir un poco más del mundo y lo que
más amaba con locura eran las noches heladas que hacía en el pueblo,
pues mi madre me abrigaba con mi cobijita de lana. Madre y Padre
eran personas muy trabajadoras siempre se levantan muy temprano
a laborar la tierra en una vereda muy cercana. Ellos nunca pudieron
asistir a una institución educativa porque desplazarse de la finca don-
de vivían hasta el colegio, se trataba de una faena inmortal. Por tal
razón, querían que accediera a educarme y lograr algún día llegar a
ser una importante doctora o quizás abogada, ya que ellos no tuvieron
esa oportunidad para educarse.

Sin embargo, la situación se complicó en el pueblo porque unos seño-


res llegaron apoderarse de todo, las personas que habitaban el pueblo
decidieron marcharse dejando sus sueños e ilusiones en esas tierras
fértiles, en vista de que estaban temerosos de que sucediera alguna
catástrofe con la llegada de estos señores. En consecuencia, tuvimos
que hacer un largo viaje para llegar a la ciudad. Estando allí, mis pa-

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dres compraron una pequeña casa en un barrio muy tranquilo. La
distinción de ambientes entre la ciudad y el pueblo era muy notorios,
extrañaba aquellos sonidos de las cigarras y los grillos, además del
aura colorida desde la punta de alguna montaña. Pensar en el pueblo
me traía mucha nostalgia, a causa de que allí viví las mejores épocas
de mi niñez junto a la naturaleza que me rodeaba, en cambio la urbe
era un lugar tan uniforme y de una tonalidad gris que no podría creer
que existiera un lugar así de insípido en el mundo, en donde los ma-
ravillosos árboles eran reemplazados por pavimento, lo artesano era
ocupado por lo plástico, la amabilidad era rara de presenciar, entre
otras cosas que sucedían en esta metrópoli. Realmente decepcionante
para mí.

Sabía que debía adecuarme a este nuevo estilo de vida, pero no me


terminaba de convencer la idea, hasta que me di cuenta que iniciaría
clases en un nuevo instituto, aunque, por mi experiencia anterior sa-
bía que se me tornaría muy aburrido. Además, ¿qué asombroso po-
dría representar ese colegio en mí? Sí, lo mágico y transcendental que
mi percepción pudo denotar ya había quedado en el pasado. De igual
forma, debía acoplarme por obligación o si no madre se enojaría. Así
que, con la mayor energía asistiría al nuevo instituto que estaba ubi-

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cado a unas cuadras de mi casa, gracias a que mis padres no conocían
muy bien la ciudad. Además, podría caminar sola para ir y regresarme
de la institución porque tenía una edad considerable para ello.

El primer día de clases ¡estaba muriendo de nervios! Pero, ¿quién


no estaría intranquilo el día que va a experimentar algo nuevo y más
de esa magnitud? Madre solo comentaba que no me complicara con
aquellas cuestiones, pues lo fundamental era acudir para aprender los
saberes que allí se conferían. De camino a la academia, se introdujo
en mi mente la razón por la cual había dejado atrás esa curiosidad que
me caracterizaba, ¿Quién coartaría mi imaginación y esa constante
búsqueda por conocer las cosas? No sabía que responder a ello, pero
ya había llegado a la inminente institución que a mi parecer era ex-
tremadamente grande que constaba de tres edificios muy altos y dos
más pequeños, debido a su infraestructura se podía deducir que era
algo antiguo. Sin embargo, poseía algo extraordinario y fascinante que
lograba contener toda la atención de quien se fijara en él. Considero
que lo que atraía la atención de éste era sus gigantescas esculturas que
se dejaban entre ver por las imponentes rejas que allí se encontraban.

Sentía que, después de mucho tiempo, se estaba reabriendo un enigma


en mi ser ocasionado por la confrontación con ese instituto: no enten-
día como aquel lugar causó ese sentimiento en mí. Quizás se debía a
la admiración que este establecimiento podía originar por lo desco-
nocido que me parecía, o simplemente mis nervios estaban a flor de

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piel y estaba imaginándome cosas. Seguidamente, ingrese al instituto
en donde debía buscar a un docente para que me guiara al salón del
grado noveno, entonces me dispuse a explorar el recinto, donde un
maestro me indico el camino que debía seguir. Al ingresar al salón me
sentía temerosa, aunque decidida de afrontar nuevos retos, a causa de
los pensamientos que me sobrevenían a mi mente, lo que resulto que
actuará muy tímida. Pero, a medida que fue transcurriendo el tiempo
me fui desenvolviendo con mis compañeros.

Ya habían transcurrido dos años desde mi llegada a la academia, los


cuales estaban llenos de ejercicios de cálculo, las transcripciones de
la literatura barroca, incluso los talleres de filosofía que consistían en
resumir las cuestiones que pensadores como Platón o Nietzsche plan-
tearon ¡Un total aburrimiento! Sin embargo, me mantenía ocupada y
aquello no me parecía del nada productivo, porque no me quedaba
tiempo para reflexionar y cuestionar aspectos que estaba sucediendo,
a duras penas podía despegar mi atención de mi cuaderno. A veces
sentía que mi función era que mi intelecto recopilara un montón de
información, sin dejarlo desbordar, para luego expulsarla como un
robot cada vez que tuviera oportunidad, se suponía que debía hacerlo
en la ocupación laboral que tomara, pero sentía que gradualmente
quedaría más confundida que en un principio aunque, al fin al cabo,
el motivo por el cual venía a la academia era “educarme” para un fu-
turo que era incierto.

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En unos días de esos extraños se me hizo tarde para llegar a las clases,
por ello me tuve que quedar esperando en la entrada de la institución.
Observando minuciosamente todas las partes de la academia, noté
una estatua que tenía forma de búho, quizás había estado allí desde
hace mucho tiempo, pero no me había fijado en ella. Anteriormente,
había escuchado que los estudiantes no se le acercaban a esa majes-
tuosa escultura porque era aterradora, incomprensible, enigmática y
con suspicacia. A mí, por el contrario, todo ello me atraía a detallarlo,
a indagar sobre ella. Cuidadosamente me acerque a la imponente es-
tatua, cuando de repente una voz que provenía de ella me dijo:

—¿Cuál es el fundamento en el que se basan los jóvenes para que


no se acerquen a mí? ¿Acaso su indagación y curiosidad se en-
cuentran grabados en su mente? ¿No pueden decidir ellos mis-
mos, sino que son pasivos a lo que se les muestra o les dice, de
modo superficial? – sentí una extraña presencia en mi cuerpo-
¿Tu qué opinas sobre mi situación?

Me estremecí aún más al comprobar que se dirigía a más personas


y no supe cómo proceder ante tan eminente situación, pues el tono
de voz acompañado de las sombras oscuras del pasillo acobardó mis
sentidos, nublando mi mente de dudas; aún más, la forma en que me
preguntaba resultaba demasiado extraña. Es decir, su vocabulario no
era común o quizás nunca había escuchado ese tipo de palabras. Du-
rante todo el día pensé en ese suceso, en vista de que el búho me había
hablado sin ni siquiera haberme acercado lo suficiente ¿Tal vez era mi
imaginación o estaba enloqueciendo por tanto trabajo que teníamos?

Al siguiente día, me enfrentaría a ese búho para comprobar de que


solo se trataba de un error de mi memoria, pues a veces nuestra mente
nos puede jugar una mala pasada y claramente esto era mi caso. Ca-
minando a la institución, sentía un montón de emociones al saber de
qué realmente había sucedido ayer.

Al acércame otra vez a la escultura, sus prominentes ojos se fijaron


en mí, debido a que era sorprendente que alguien regresara a sondear
acerca de él. Posteriormente, me mencionó que tenía una misión de
vida y ello era la razón de su existencia, y la única persona que se
había interesado en él, hasta ahora, había sido yo. No sabía qué res-

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ponder o cómo actuar, pues era una decisión que debía tomar con
responsabilidad, agregando el hecho de que me sentí más intimidada
cuando me mencionó cómo mi posible imprudencia de acercarme a
esa estatua no había sido del todo mala, por eso mismo, también me
intrigaba lo que había dicho el búho: ¿qué misión será tan importante,
hasta el punto de que esa misma era la razón de su propia existencia?

Si quería obtener una respuesta a ese interrogante la única proceden-


cia que tenía que seguir, era encaminarme a descubrir esa complicada
tarea. El búho, por su parte, no fue específico en el objetivo de su mi-
sión, por lo que decidí preguntarle:

—¿Puedo saber la misión que debes llevar a cabo?

Este conecto mi mirada con la suya, agrandando sus ojos de forma


sorprendente, lo que causó que la espera de su respuesta me erizara la
piel y acelerara mi corazón.

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—Si quieres saber la respuesta, necesitas descubrirla por ti mis-
ma. Yo no podría explicarte de forma tan precisa como lo com-
prenderías si lo experimentarás en carne propia.

Entonces, por un momento me sentí tan satisfecha con su respuesta


que, sin dudarlo, me decidí a acompañarlo a esa búsqueda. Primero,
en nuestro recorrido me llevó a un mundo mágico, pero extraño, por-
que muchas cosas de las que había allí ya las conocía de alguna forma
no tan clara, pero sentía su presencia similar a otras cosas que había
detallado. Era infaliblemente grande en donde podía percibir la geo-
grafía, las matemáticas, lengua castellana, entre otras de una forma
distinta. La geografía, por ejemplo, era como si estuviera recorrien-
do a través los grandes valles, ríos, montañas y también sentía el cli-
ma que hacía en determinado lugar, o la historia me permitía que allí
veía, entendía muchos aspectos del pasado y de lo que es actualmente
el mundo. Aquello me permitía tener un interés por aprender otra vez
y eso provoco que pensara en mi situación y en cómo muchas de las
cuestiones que había planteado en un pasado allí las veía y entendía a
mi modo. Era una forma tan enriquecedora de pensar, conocer y de
actuar en el mundo. Sin cadenas y ataduras.

De manera que ya no estaba temerosa cada vez que me acercaba al


búho, al contrario, quería estar en ese maravilloso mundo al cual me
había llevado, pues quería conocer, indagar, buscar sobre todos los
temas. Ya no me esforzaba por los intereses que tenía mi madre por
mi estudio, sino que yo quería recorrer ese mundo de los saberes que
se encuentra en un lugar lejano, pero no imposible de llegar. No im-
portaba si los otros me miraban de forma extraña y penosa, tampoco
que no estuvieran de acuerdo en mis intereses estudiantiles y labores.
Este distinto modo de pensar y analizar las cosas del mundo que me
proporciono el búho me hizo renacer de nuevo y disfrutar de cada
cosa de la vida, aunque fuera dolorosa.

He llegado al final de este escrito, sin embargo, este relato es una com-
paración de cómo las personas al principio se sienten desentendidas
del mundo, pero en el instante que encontremos el objetivo y cons-
truyamos nuestra búsqueda que se funda ante las situaciones que se

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presenten en la actualidad. La educación filosófica, en este caso, es el
punto de referencia para complementar nuestras decisiones y se pue-
de dar en todos los contextos. Pues la misma filosofía puede encontra-
se inmersa en lo pragmático y productivo.

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