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El ACONTECIMIENTO GUADALUPANO

P. José Bejarano Martínez, M.G.


Compilador
2

Revisión: Juan José Santiago Del Valle


Centro de Estudios Guadalupanos de la Diócesis de Nezahualcóyotl

Capturó: Srita. Silvia de Jesús Rosas

Portada: Guadalupana y la bandera. Archivo del Centro de Estudios


Guadalupanos de la Diócesis de Nezahualcóyotl.
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En Memoria del Papa Grande, Juan Pablo II,


4

Guadalupana con las cuatro Apariciones y los arcángeles Gabriel y Uriel. En el


recuadro central inferior, la visión apocalíptica de San Juan. Óleo sobre tela,
anónimo, de la primera mitad del S. XVIII. (2.50 x 1.67 mts.)
5

INTRODUCCIÓN

México, es una tierra insólita, donde todo es al revés. Nuestra


propia geografía es rara: un país tropical, pero en el que hay de todo
un mucho, hasta de lo más imposible de concebir junto: pluviselvas y
desiertos, mar y montaña, hielo y fuego, y todo a la vista de uno de
lo otro. Para criterios del viejo mundo, el sitio ideal para los grandes
asentamientos humanos hubieran sido los inmensos ríos y fértiles
llanuras del norte, nunca nuestras montañas, pantanos, selvas o
eriales; pero es precisamente allí donde nuestros antepasados indios
sientan sus reales para levantar sus fantásticas ciudades.

En Europa primero aprenden a comer y después a adornarse o


instruirse: la técnica precede siempre a la cultura. Aquí nunca se
pasa de la edad de piedra, aun la rueda que se conoce se ignora como
instrumento técnico; pero en arte, astronomía y matemáticas
superan a todos los contemporáneos. La conquista misma es fácil
malentenderla, como la malentiende, de hecho, la historia oficial,
pese a su ridículo chauvinismo: Aparentemente, unos crueles indios
habían formado un gran imperio, sojuzgando a todos los demás: pero
en el fondo, todos eran tan débiles y tontos que se dejan embaucar y
esclavizar, a su vez, por una gavilla de bandidos blancos, quienes,
con la superioridad de sus armas de fuego, los derrotan y someten en
un dos por tres...

La realidad es que ese “Imperio Mexicano” jamás existió. Los


indios nada tenían de tontos, y menos de débiles; los mismo
españoles tardaron más de 200 años en conquistar por completo a los
mayas, que estaban entonces en plena decadencia, y jamás pudieron
con las tribus del norte, los famosos “pieles rojas”, que no sólo los
tuvieron en jaque durante toda la Colonia, sino que después siguieron
teniendo a raya casi otro siglo no sólo a la desarrapada República
Mexicana, sino también a los ultrapoderosos Estados Unidos.
Simplemente el número de los indios del México central a la llegada
de Cortés, que hay quien calcule, hasta en 25 millones, hubiera
hecho imposible una conquista por enfrentamiento directo militar; ni
teniendo ametralladoras hubieran podido unos pocos miles de blancos
con semejante masa. Por otra parte, los españoles, aunque incultos,
no eran simples bandidos, y traían consigna de nunca atacar sin ser
atacados, que casi siempre respetaron religiosamente.
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Una increíble serie de coincidencias y malentendidos fue la


razón vertebral de la conquista, en la que un ateo vería un fatal
sucederse de casualidades; pero un creyente no puede sino ver un
designio explícito y firme de la Providencia. Más esto plantea un
problema: En toda la historia de la humanidad se buscaría en vano un
caso como éste, de un pueblo que (como pueblo, no como
individuos), sea tan heroicamente fiel a su religión, y que todo lo que
saque a cambio de ello –al menos en apariencia- sea que Dios lo
entregue inerme a la masacre y a la esclavitud.

Esto sería lógico, para quien no tiene fé: “El pez grande se
come al chico” (En este caso, “grande” y “chico” no lo serían por
poderío numérico, sino ideológico); pero a los ojos de un creyente,
eso de plano no tiene sentido: Dios no podría “premiar” en forma tan
canalla el heroísmo de quien le ha servido tan a fondo, aunque sea en
el error... Así que hay que ver las cosas más de cerca.

Al desembarcar Hernán Cortés, el Viernes Santo de 1519, en las


playas de Anahuác, once eran las entidades políticas de mayor
importancia, que, a modo de reinos, se repartían la posesión de su
vasto territorio: El Imperio Mexicano, la Península Maya (Yucatán), la
república de Tlaxcala, los reinos de Cholula, Huetjotcingo,
Alcohuacán (Texcoco), Tlalcopán (Tacuba), los reinos de Michoacán,
Mixteca, y Zapoteca, el señorío de Meztitlán, además de otros
muchos cacicazgos en Jalisco y Chiapas, y otras varias tribus nómadas
al Norte, conocidas con el nombre genérico de Chichimecas.

Estas entidades políticas, más bien naciones formalmente


constituidas, eran agrupaciones de pueblos inferiores, sometidos por
las fuerzas de las armas, a alguna ciudad principal y guerrera, con la
cual no tenían de ordinario, más liga que la de pagarles tributos, de
forma variable y según la mayor o menos sujeción a que había
quedado reducidos.

Este y no otro, era el estado que guardaba el mal llamado


imperio Azteca, al iniciarse su conquista por los Españoles. Lo
formaba una ciudad de cierta importancia, al Gran Tenochtitlán, con
escaso territorio propio, pero con un dominio extensísimo sobre
ancha faja de tierra, que se extendía del Golfo de México al Océano
Pacífico, con una anchura que correspondía más o menos a las costas
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conocidas hoy con el nombre de Veracruz y Tabasco, en la parte


oriental, y en su parte occidental, a las de Guerrero y Oaxaca.

Generalmente las demás naciones, incluidas en la zona azteca,


o fuera de ella, reconocían la supremacía mexicana.

No hay datos en la historia que precisen el origen de los


aztecas. Se les asigna, sin embargo, como punto de partida, una
región llamada Aztlán, que los autores sitúan vagamente al norte del
país. Dícese que de allí salieron para emprender una serie de
peregrinaciones en varias direcciones; y después de guerras sin
cuento con los pueblos que se encontraban al paso, muchos
infortunios y vicisitudes de todo género, hasta quedar reducidos a la
esclavitud, llegaron al suroeste del lago de Texcoco, en una de cuyas
islas, según constaba la tradición, vieron una águila real, reposando
sobre un nopal, las alas extendidas y devorando una serpiente; señal
dada por su dios Huitxilopochtli del lugar en que habían de establecer
su residencia definitiva. Así lo hicieron, asentando su futura ciudad,
parte a orilla del lago y parte en el lago, sobre estacas que clavaron
en lugares menos hondos. Llamaron Tenochtitlán (nopal sobre
piedra) a la nueva población y también Mexitli, uno de los nombres
de su dios Huitzilopochitli.

Dejando para la historia profana la narración de los sucesos que


se fueron desarrollando a orillas del lago de Texcoco durante las
centurias que precedieron la llegada de los españoles; la vida
miserable de los Mexicas, su condición de tributarios del rey de
Atzcapotzalco, al cambio de su régimen político de oligárquico en
monarquía, sus alianzas con las tribus vecinas, sus triunfos
posteriores y sus conquistas, empezaremos la traba de nuestra
narración con el reinado del emperador Moctezuma II.

Era este emperador nieto del famoso Moctezuma Ilhuicamina, el


monarca más renombrado de los mexicas. No sólo se distinguió como
sus antepasados, en expediciones guerreras, que llevó hasta las
remotas regiones de Nicaragua y de Honduras, sino que se dedicó
especialmente al gobierno interior de su imperio, haciendo florecer
la justicia, construyendo templos y sobre todo embelleciendo su
Capital, que llegó a ser, en su reinado, una verdadera maravilla.
8

Estaba situada la Capital, como hemos dicho, en una isla del


lago de Texcoco; y se comunicaba con la tierra firme por medio de
cuatro calzadas principales, hechas de piedra y mezcla, y tan anchas,
que por ellas podían marchar más de veinte hombres en fondo.
Varias de sus calles eran largas, anchas y rectas; y muchas
convertidas en otros tantos canales que se veían surcados
continuamente por multitud de canoas ocupadas en traficar, con
puentes levadizos, que permitan cortar la comunicación entre los
diferentes puntos de la ciudad.

Muchos y suntuosos eran sus palacios, templos y otras casas


particulares; y todos ellos de tal manera fabricados y ordenados, con
parapetos, almenas y torres, que eran como fortificaciones
inexpugnables para la defensa de sus habitantes. Dícese que la
ciudad abarcaba un perímetro de más de tres leguas; tenía también
todo un sistema complicado de diques para protegerse de las
inundaciones.

Encerraba la ciudad una inmensa plaza, llamada Tlatelolco,


toda cerrada de portales, donde diariamente se veían muchos miles
de personas vendiendo y comprando todas cuantas cosas se hallaban
en el país; y en una casa próxima se sentaban constantemente de
diez a doce jueces, que entendían en el orden y legalidad de las
ventas e imponían castigos a los contraventores.

En una parte de este mercado se levantaba el teocalli, templo


principal dedicado más especialmente al dios de la guerra
Huitzilopochtli. Merece ser recordado, por servir todo ello a nuestro
propósito, el famoso sacrificio llevado a cabo en 1487, con motivo de
la dedicación de este Templo Mayor de los Aztecas. Helo aquí
tomado de autores del país, testigo de vista y copiado por Durán1.

“Reunida la gente el día de la fiesta antes que fuese de día,


sacaron los presos que habían de ser sacrificados e hicieron de
ellos cuatro rengleras; una renglera estaba desde el píe de la
grada del templo y seguiase hacía la calzada que va a Cuyoacan
y Xochimilco y era tan larga que casi tomaría una legua de
renglera, otra iba hacia la calzada de Nuestra Señora de

1
Manuscrito de Durán citado por M. Cuevas, Historia de la Iglesia en México, t. I, cap. III.
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Guadalupe no menos larga que esta otra; la otra iba derecha


por la calle de Tacuba. A la misma manera otra iba hacia
oriente, hasta que la laguna los impedía. Estas cuatro rengleras
y cada una de ellas tenían frontero de cuatro sacrificadores que
para cuatro señores habían aderezados. El primero y principal
que era delante de la estatua del ídolo Huitzilopochtli, cuya
dedicación de templo y renovación se celebra, era donde el rey
de México había de sacrificar. El segundo era donde el rey de
Tezcuco había de sacrificar. El tercero era donde el rey de
Tacuba había de sacrificar y el cuatro era la piedra del Sol,
donde tenían acordado que sacrificase el viejo Hacacllel.
Puestas estas rengleras, los tres reyes se pusieron sus coronas
en las cabezas y sus orejeras de oro y piedras ricas y sus narices
y bezotes, y sus brazaletes de oro y calcetas de lo mismo,
pusieron sus mantos reales y sus zapatos y cenidores,
juntamente con ellos el viejo Hacacllel a la misma manera, al
cual dice esta historia respetaban como a rey”.

“Dice la historia que duró este sacrificio cuatro días desde la


mañana hasta la puesta del sol, y que murieron en él, como
dejo dicho ochenta mil y cuatrocientos hombres de diversas
provincias y ciudades, lo cual se me hizo tan increíble, que si la
historia no me forzara y haberlo hallado en otros muchos
lugares, fuera se esta historia escrito y pintado, no lo osara
poner por no ser tenido por hombre que escribía fábulas”.

“Eran tantos loa arroyos de sangre humana que corría por las
gradas abajo el templo, que caída a lo bajo y fría hacia grandes
pellas que ponían espanto. De esta sangre andaban cogiendo
muchos sacerdotes en jícaras grandes y con ellas andaban por
todas las ermitas de los barrios y humilladeros que ellos tenían,
untando todas las paredes, umbrales y quiciales de ellas”.

“Untaron los ídolos, los aposentos del templo desde adentro y


desde afuera y era tanto el hedor de la sangre que no había
quien lo sufriese, del cual cuenta la historia y dice que era un
hedor abominable que no lo podían sufrir los de la ciudad”.
Hasta aquí Durán.
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A muchos historiadores ha parecido exagerado el número de


80,400 víctimas. Si nos atenemos a la cifra de 20,000 que asigna el
códice Telleriano-Romano, o a la de 24,000 del códice Vaticano, es
aun por demás espantosa esta carnicería.

Y sin embargo no es esto increíble si se considera la índole


sanguinaria de la religión de los aztecas.

Se puede afirmar que toda su vida privada y nacional giraba


alrededor de los altares de sus templos, en que se sacrificaban de
continuo víctimas humanas, y a esto convergían todas las actividades
de su vida política. La Guerra era para ellos una ocupación
permanente, con el fin casi exclusivo de proveerse de sangre humana
para los sacrificios. Preguntando Moctezuma en cierta ocasión por
qué consentía se conservara la independencia de la República de
Tlaxcala, contestó ingenuamente que para proporcionarse víctima
para los altares de sus divinidades.

Su religión era de lo más incongruente. Al mismo tiempo que


reconocían la existencia de un Ser Supremo, Creador, Creador y
Señor de todas las cosas, a quien adoraban “como al Dios por quien
vivimos”, “que está presente en todo”, “sin el cual el hombre es
como nada”, “un Dios infinitamente perfecto y puro”, “bajo cuyas
alas se encuentra reposo y segura defensa”; admitían también
multitud de otras divinidades, que gobernaban los elementos, el
cambio de las estaciones y las diversas ocupaciones del hombre.

La más principal de ellas era el dios de la guerra,


Huitzilopochtli, que era también la divinidad tutelar de la nación.
Tenía templos suntuosos en las principales poblaciones. En su templo
mayor de la Capital contaron los Conquistadores 136,000 cráneos
humanos.

De los dieciocho meses en que dividían los Aztecas el año, no


había uno que no comenzara con alguna sangrienta ceremonia en
honor de una deidad protectora, para alcanzar de ella o bien tiempos
y lluvias favorables, o bien ayuda en otras empresas. Bernardino de
Sahagún, fraile franciscano, historiador contemporáneo de la
Conquista, que sujetó sus escritos a la revisión de los nativos versados
en las costumbres de sus tierras y testigos de vista de los que él
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refería, nos da una relación de esas carnicerías, que resumimos a


continuación:

El primer mes del año comenzaba en el segundo día del mes de


febrero. En este mes mataban muchos niños, sacrificándoles en
muchos lugares en las cumbres de los montes, sacándoles los
corazones a honra de los dioses del agua para que les diesen
abundante lluvia. A los niños que mataban, los componían con
muchos atavíos para llevarlos al sacrificio, y llevándolos en unas
literas... Si lloraban y echaban muchas lágrimas, se alegraban,
porque tomaban pronóstico de que habían de tener muchas aguas en
aquel año. También en este mes mataban muchos cautivos a honra
de los mismos dioses del agua: los acuchillaban primero, peleando
con ellos atados sobre una piedra como de molino, y cuando los
derrotaban a cuchilladas, los llevaban a sacar el corazón al templo
que se lleva Yopico.

Los demás pueblos de Anáhuac (hoy México), tenían sus


sacrificios humanos. Los Tarascos sacrificaban esclavos; las víctimas
de los mayas eran de ordinario niños y cautivos, a quienes quemaban
en un ídolo hueco que tenía forma de hombre; los zapotecas
inmolaban hombres a sus dioses y mujeres a sus diosas.

Diez años más tarde, de la toma de Córtes, cuando se inicia


apenas la fusión de las dos razas y alborea penosamente la
nacionalidad futura, en un diciembre -de 1531-, la Virgen María se
muestra y le habla, por los senderos del Tepeyac, a un indiecito de
los más humildes.

Pero -contra lo universalmente reiterado sin particular


advertencia- la Virgen no muestra aspecto ni color ni fisonomía de
india. Tampoco de española. Es una suave combinación estilizada,
un anticipo del mestizaje balbuciente, un preludio de la estirpe que
ha de surgir.

Esta es la historia de la una Nación que se fundó en la


Divinidad.
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CRONOLOGÍA DE HECHOS DE MAYOR RELEVANCIA DESDE LA SALIDA DE


AZTLAN, HASTA LA APARICION.

CRONOLOGIA

1115 Salida de Aztlán del pueblo mexica

1323 Inicia la fundación de México


Tenochtitlán

19 de octubre de 1469 Matrimonio de los Reyes Católicos


Fernando e Isabel, del que resultará
la formación de España.

1467 Nacimiento de Motecuhzoma


Xocoyotzin.

1474 Nacimiento de Juan Diego


Cuauhtlatoatzin

1485 Nacimiento de Hernán Cortés.

12 de octubre 1492 Descubrimiento de América: Colón


toca la isla de Guanahani.

30 de julio de 1502 Primer lejano contacto con México:


Colón en su cuarto viaje, cerca de
Honduras, encuentra una canoa
oceánica tripulada por indios mayas.
Un grumete, Antón de Alaminos,
toma nota mental del episodio y del
rumbo del que los indios decían
venir.

1504 Llega Cortés al Nuevo Mundo.

1508 Empiezan los signos funestos para los


mexicanos.
13

1511 Naufragio de Gonzalo Guerrero y


Jerónimo de Aguilar.

1511 Cortés ayuda a Velásquez a


conquistar Cuba.

8 de febrero de 1517 Antón de Alaminos, piloto de la


expedición de Hernández de
Córdoba, descubra México, tocando
primero Isla de Mujeres y Cabo
Catoche.

1 de mayo de 1518 Zarpa de Cuba la expedición de Juan


de Grijalva.

1 de julio de 1519 Desembarcaran en territorio del


Tlatocáyotl Mocteuhzoma los somete
a un “test”, que aprueban
brillantemente.

2 de febrero de 1519 Empieza para los mexicanos el año


Ce Acatl, Uno Caña, el año de
Quetzalcóatl.

10 de febrero de 1519 Zarpa Cortés de Cuba.

Marzo de 1519 Se reúne con ellos Jerónimo de


Aguilar, que ya habla la lengua maya.

15 de abril de 1519 Recibe en Tabasco a Doña Marina,


que habla tanto el maya como el
náhuatl.

22 de abril de 1519 Viernes Santo. Desembarca Cortés


en territorio de Tlatocáyotl.

16 de agosto 1519 Parte Cortés hacia Tenochtitlan


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23 de septiembre 1519 Entra victorioso en Tlaxcala

18 de octubre 1519 Matanza de Cholula.

8 de noviembre de 1519 Entrada de los españoles en la Gran


Tenochtitlan.

14 de noviembre de 1519 Moctezuma es apresado.

27 de enero de 1520 Termina el año Ce Acatl, y con él la


potencia de Quetzalcóatl.

2 de febrero de 1520 Empieza el año Ome Técpatl, Dos


Pedernal.

Primero de mayo de 1520 Sale Cortés a combatir a Narváez.

16 de mayo de 1520 Fiesta de Tóxcatl. Matanza del


Templo Mayor y sublevación de los
mexicanos.

17 de junio de 1520 Cortés regresa a México

29 de junio de 1520 Muerte de Motecuhzoma.

30 de junio de 1520 La “Noche Triste”, mueren tres


quintas partes de los españoles. Su
presencia en México había durado
más de siete meses.

7 de julio de 1520 Batalla de Otumba.

12 de julio 1520 Cortés regresa derrotado a Tlaxcala,


que lo recibe amistosamente.

Agosto (?) de 1520 Estalla una terrible epidemia de


viruela entre los indios, que cercana
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de un golpe a casi la mitad de la


población, desquiciando todas sus
estructuras.

12 de septiembre 1520 Conquista de Tepeaca.

26 de diciembre de 1520 Cortés marcha de nuevo contra


México.

Ultimos de enero de 1521 Cuauhtémoc es entronizado Huey


Tlatoani.

2 de febrero de 1521 Empieza el año Yei Calli, Tres Casa,


que será el último del Quinto Sol.

20 de mayo de 1521 Empieza el sitio de México.

13 de agosto de 1521 Prisión de Cuauhtémoc y caída de la


Gran Tenochtitlan. Ocaso definitivo
del Quinto Sol.

Mediados de mayo de 1523 Comienza a habitarse la nueva ciudad


española en el mismo sitio de
México.

13 de mayo de 1524 Llegada de los 12 misioneros


franciscanos.

12 de octubre de 1524 Sale Cortés a la desastrosa


expedición a Las Hibueras.

19 de junio de 1525 Regresa a México, destrozada en su


ausencia por los pleitos entre los
mismo españoles.
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5 de septiembre de 1525 Cortés es despojado del gobierno.

19 de octubre de 1527 Llega Fray Julián Garcés O.P.,


primero Obispo de Tlaxcala.

9 de diciembre de 1527 Llega Fray Juan de Zumárraga


O.F.M., nombrado por el Rey como
Obispo de México, sin confirmación
pontificia ni consagración. Llega
junto con él la fatídica Primera
Audiencia, que destroza México.

9 de enero de 1531 Llega la Segunda Audiencia,


excelente y formada de magnificas
personas, tanto que entre ellas está
Vasco de Quiroga, quien pasará a la
Historia como “Padre” para millones
de mexicanos.

De 1521 El asentamiento español echa firmes


raíces mientras crece la amargura de
los indios
A 1531 Al mismo espantoso ritmo que
disminuye su número.

12 de diciembre de 1531 La Madre de Ometéotl pide ser


madre de TODOS los mexicanos y de
todos los que acepten su Amor.
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PRIMERA PARTE
18

Apariciones, su veracidad

Establece la Iglesia diversas condiciones para estar seguros de


que algunas de las muchas apariciones que se han dado y se dan
continuamente, son en realidad sobrenaturales y no productos de
alucinaciones o poderes del alma, despiertos en alguien, como
enseña la parasicología. En absoluto no es necesaria la santidad de la
persona que recibe la gracia sobrenatural: “Las visiones, revelaciones
y apariciones divinas son comunes a los buenos y a los malos: aun a
los gentiles y a los impios y estragados en delitos, acontecieron
visiones y apariciones divinas”. En estos casos lo único que requiere
el Derecho Canónico es que aparezca claramente el nivel de lo
milagroso o sobrenatural.

El Papa Benedicto XIV en su obra de De Beatificatione el


Canonizatione dice: “Las apariciones se prueban por un solo testigo
fidedigno en el que se verifican en evidencia tres condiciones: el
examen que se hace de la persona que la recibió; el modo como la
aparición se verificó; los efectos que de ella se siguieron. Porque si
la persona favorecida con la aparición fue de mucha virtud; si todo lo
que hubo, mira al culto de Dios y no hubo nada que le sea contrario;
si después de la aparición a persona así favorecida, creció en
humildad y en las otras virtudes cristianas, ya de ningún modo podrá
dudarse de la calidad sobrenatural y divina de las apariciones”.
Aunque Dios, por sus justos designios, puede aparecerse a cualquier
persona, pero como indicio para el juicio de los hombres, servirá la
santidad del elegido para deducir la verdad de lo que narra.

Aplicación práctica y concreta de esta enseñanza de la Iglesia


es el caso actual de Vassula ryden, una elegante mujer de mundo,
que ni siquiera es católica (nació ortodoxa griega), a la que el Señor
ha elegido para comunicarse con ella en visiones y locuciones
interiores y para lanzarla a un activo apostolado mundial,
difundiendo los mensajes que el mismo Jesús le dicta, para la
renovación espiritual del cristiano y para la unión de los que creen en
Cristo.


Textos tomado de la Enciclopedia Guadalupana p. 58-99
19

Detalle del rostro de la Guadalupana. Archivo del Centro de Estudios


Guadalupanos de la Diócesis de Nezahualcóyotl

En las Informaciones para el Proceso de Guadalupe, llevadas a


cabo en 1666 en Cuautitlán, lugar donde naciera Juan Diego, se
interrogó a ocho testigos indios, que habían escuchado de sus
mayores la respuesta confiable a estas preguntas planteadas,
utilizando el cuestionario elaborado en roma, para certificar estas
tres condiciones, sobre el modo de la apariciones, la persona del
vidente y los efectos que se siguieron. Las respuestas fueron
suficientes y aprobadas como tales por la Congregación Romana, que
al fin, después de 88 años (1754) concedió las tres gracias solicitadas
por México, misa, oficio y fiesta especiales para Ntra. Sra. De
Guadalupe.

Vive la Iglesia profundamente angustiada por la falta de fe que


encadena al hombre actual, muy oprimido y cercado por las
20

preocupaciones y anhelos de lo material. Paulo VI volvió muchas


veces a este tema en sus homilías y discursos, lo mismo que Juan
Pablo II que no cesa de clamar por el regreso a la fe y a la Civilización
del Amor.

La Virgen se ha aparecido en diversos puntos del orbe,


insistiendo en los mismos mensajes de oración, penitencia y
espiritualismo, para contrapesar la enfermedad del materialismo
obeso que desgasta a los gobiernos y a los individuos. En el libro Se
nos Apareció la Virgen, de la periodista colombiana Salma Tabet del
Río se enumeran algunas de las más conocidas apariciones que se
reportan en el ancho mundo (Edit. Electra, Bogotá, 1992).

1. Guadalupe, México, 1531


2. Medalla Milagrosa, París, 1830
3. La Salette, Francia, 1846
4. Lourdes, Francia, 1858
5. Pontmain, Francia, 1871
6. Fátima, Portugal, 1917
7. Beauraíng, Bélgica, 1932
8. Banneux, Bélgica, 1933
9. Siracusa, Italia, 1953
10. Heede, Alemania, 1937
11. Alto de Umbe, Bilbao, España, 1941
12. Bonata, Italia, 1946
13. Marienfried, Alemania, 1946
14. Garabandal, España, 1961
15. San Damiano, Italia, 1964
16. Nowra, Australia, 1968
17. Akita, Japón, 1973
18. Bayside, Estados Unidos, 1968
19. Cuapa, Nicaragua, 1980
20. El Escorial, España, 1981
21. Kibeho, Ruanda, desde 1981
22. Peñablanca, Chile, 1983
23. Cuenca, Ecuador, 1988
24. Medjugorie, Yogoeslavia, 1991
21

Aunque nos todas gozan del mismo grado de credibilidad, pero han
pasado ya por el tamiz de la aprobación eclesial o está su proceso
bajo estudio y examen aprobatorio.

Aprobación de la Iglesia a las apariciones

Nunca se da de manera directa y explícita: más bien se acepta


el hecho, si no se encuentra nada que contradiga la recta teología o
la fe de los fieles. En el periódico romano La Civiltá Católica, de 20
de septiembre de 1980, se comentaba este punto:

“A pesar de la verdad y certeza de las apariciones que dieron


origen a innumerables santuarios, especialmente de la Santísima
Virgen, es de admirar el modo circunspecto y reservado, con que, aun
en estos casos, procede la Iglesia: la cual en los mismos diplomas en
que aprueba la fundación de éste o de aquel santuario y les concede
gracias y privilegios, las más veces omite mencionar la aparición, de
la cual tuvo origen el santuario, o bien, si la refiere, lo hace con las
expresiones, se dice, se cree ut fertur, ut pie creditur. Pero con
esto la Iglesia no pretende sembrar dudas, ni autorizar el
escepticismo sobre los hechos, en los cuales cada entendimiento, no
obcecado de prejuicios, ve claramente la intervención sobrenatural;
sino que sólo se abstiene de dar una sentencia, la cual muchas veces
sería muy difícil formularla en fuerza de rigurosos procedimientos
jurídicos, y después de todo, porque nada, en la práctica, sería
necesaria”.

En el caso de la Guadalupana, la Iglesia ha sido más explícita y


benigna que con otras apariciones marianas, como lo demostró el
Papa Benedicto XIV, que aprobó las tres gracias de fiesta, oficio y
misa propia, no con un rescripto de la Congregación de Ritos, como
solía hacerse, sino con unas “Cartas Apostólicas” del mismo Papa,
que le llevó a declarar festivamente ante el procurador enviado por
México, el padre Francisco López S. J.: que “había hecho por los
mexicanos y en obsequio de la Virgen Guadalupana, más que por los
italianos en honor de la Santa Casa de Loreto”.

Benedicto XIV admiró a la Virgen del Tepeyac, Cuenta el padre


Antícoli:
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“A la vista de la Santa Imagen (una pintada por Cabrera)


quedóse sorprendido y como suspenso el Papa y enternecióse hasta
las lágrimas; y después de un breve silencio, preguntó al padre
López: ¿Así es?. Sí, beatísimo Padre, respondió aquél; pero no digo
bien, que no es así: que esta copia, aunque esté sacada por el más
diestro pincel de México, no es más que un borrón en comparación
del divino original”. Y habiéndola el Papa examinado con más
atención pronunció aquellas palabras del Salmo 147: Non fecit taliter
omni nationi: “No lo hizo así con otras naciones. Si yo estuviera en
aquel país, iría a visitar el santuario, no solamente con los pies
descalzos, sino andando el camino de rodillas”.

En la petición de estas tres gracias se afirmaba claramente:


“Cómo Juan Diego desplegó su tilma y apareció, no sólo sobre, sino
contra todas las reglas de pintura, la Imagen de la Santísima Virgen
de Guadalupe”.

Por eso Pío XII comentaría: es “una imagen pintada no por


manos humanas”, la misma frase que el presidente López Mateos
repitió ante una rueda de periodistas burlones, en Río de Janeiro,
Brasil.

Benedicto XIV aprobó explícitamente la devoción a nuestra


Virgen Guadalupana: “Aprobamos y confirmamos con nuestra
autoridad apostólica la devoción de la Santísima Virgen María, bajo el
título de Guadalupe, cuya sagrada imagen se venera en la magnífica
Iglesia Colegiata, extramuros de la Ciudad de México... decretamos
que la Madre de Dios, llamada Santa María de Guadalupe, sea
reconocida y venerada como Patrona Principal de Nueva España”.

Para juzgar de la verdad sobrenatural de las apariciones o


revelaciones hechas a un solo testigo, la Sagrada Congregación de
Ritos establece tres condiciones: La persona del que las recibe, sus
costumbres y santidad de vida: el examen riguroso de sus
afirmaciones, de las señales que ofrece, y los efectos que deben
mostrar en la perfección de todo lo que es sobrenatural. Juan Diego
muestra en las Informaciones de Cuautitlán (1666) una consistente
pureza de costumbres, confirmada por los testigos que depusieron en
aquel proceso.
23

El examen bastante riguroso de sus afirmaciones lo realizó el


propio Zumárraga: “El Señor Obispo, para cerciorarse, le preguntó
muchas cosas, dónde la vio y cómo era. Y él refirió todo
perfectamente... explicó con precisión la figura de Ella, la siempre
Virgen Santísima Madre del Salvador, Nuestro Señor Jesucristo...
Viendo el Obispo que ratificaba todo, sin dudar ni retractar nada...”

En los efectos, que se siguieron y se siguen, de la aparición no


es necesario insistir, por diáfanos y evidentes: “Desenvolvió luego su
blanca manta, pues tenía en su regazo las flores; y así que se
esparcieron por el suelo todas las diferentes Rosas de Castilla, se
dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la siempre
Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda
hoy en su templo del Tepeyac, que se nombra Guadalupe. Luego que
la vio el Señor Obispo, él y todos los que allí estaban, se arrodillaron;
mucho la admiraron; se levantaron a verla; se entristecieron y
acongojaron, mostrando que la contemplaban con el corazón y el
pensamiento El Señor Obispo con lágrimas de tristeza oró y le pidió
perdón de no haber puesto en obra su voluntad y su mandato.
Cuando se puso en pie, desató del cuello de Juan Diego, del que
estaba atada, la manta en que se dibujó y apareció la Señora del
cielo”.

Es suficiente que esta aprobación de la Iglesia se dé con los


hechos, aunque no se encuentren documentos, que se han podido
perder con la destrucción del tiempo y la incuria de los hombres.
Pero los dos primeros arzobispos de México, Zumárraga y Montúfar,
dieron público testimonio de su aprobación al hecho:

Decididamente por parte de Zumárraga hubo aprobación


expresa y pública; pues de las relaciones antiguas y de las
Informaciones de 1666, constar que el Santo Prelado, después de
haber examinado muy bien el caso, hizo proclamar solemnemente el
prodigio de la aparición en las ferias o mercados que se llaman
tianguis; y en aquel tiempo aciago no había otro modo mejor.
(Informaciones. Respuestas a la 2ª. Pregunta en las páginas 19, 23,
38, 43...). También lo que escribe el P. Florencia en su obra Estrella
del Norte, cap. VIII: Que el Ilmo. Montúfar aprobara expresa y
públicamente la aparición, lo demuestran los sermones que predicó
en su honor y el proceso que instituyó contra aquel controvertido
24

predicador, el cual en un sermón se atrevió a condenar por esto al


Ilmo. Montúfar “para aquella devoción (de Nuestra Señora de
Guadalupe), aproballa y tenella por buena, era menester haber
verificado milagros y comprobado con copias de testigos”. En fin,
esta distinción entre la aprobación solemne y formal y la aprobación
ordinaria y real, no es nueva ni desconocida; si no se hizo mucho uso
de ella, es porque no hubo ocasión de hacerlo; pero en cuanto ésta se
presentó no dejaron de mencionarla. Por ejemplo, el canónigo
Conde y Oquendo, en su Disertación Histórica (Tomo II. c. V, pág. 9),
tratando de este mismo asunto escribe: “y yo pregunto con mucha
confianza: ¿no fue esta (la procesión y colocación de la Santa Imagen
hecha por Zumárraga) una solemnísima aprobación de hecho del
nuevo milagro, practicada delante de toda la cristiandad mexicana?
¿Qué papel podrían hacer las resmas de autos al lado de este hecho
público y de un hecho autorizado por un Obispo santo y sabio?” (HA).

Autenticidad de las Apariciones


I. Argumento Principal

Para la comprobación de la autenticidad de las apariciones


guadalupanas. Mucho se discute y se rechaza la fuente de
documentos para probar la verdad guadalupana. A pesar de que
algunos están elaborados en el centro de “Altos Estudios” que
crearon los franciscanos en su Colegio de la Santa Cruz, donde se
educaron jóvenes indígenas “que hacían ventaja a los españoles”
hasta en el dominio de la lengua latina, hay poco aprecio de estos
surcos de información por cierto malinchismo intelectual,
preponderante en los círculos de pensadores y universitarios
novohispanos.

Existe sin embargo un argumento que hasta ahora no ha tenido


ningún contradictor, nadie que lo haya combatido, ante la evidencia
de su fuerza probativa y la imposibilidad de un rechazo honesto y
serio. Es la duración del ayate, tela tan endeble que se deshacía a
los pocos años de usada, no más de veinte. Consta por exámenes y
análisis técnicos realizados en el Instituto Biológico de la UNAM, por
su director Isaac Ochoterena que certifican indudablemente ser de
ixtle o fibra de maguey. El ayate donde está hoy la imagen de
Guadalupe, es de ayate común y corriente y sin embargo, alcanza ya
464 años de vida, sin tratamiento o cuidado especial. Ha resistido la
25

humedad o salitre, muy abundante y corrosivo en aquellos parajes,


antes de que fuese secado el lago de Texcoco, y Cuadros de más
firme contextura se decoloraban y dañaban en pocos años, como lo
comprobó repetidas veces Miguel Cabrera; él mismo certifica que
hasta las maderas y metales no duraban entonces más de un siglo.

Es pues un tejido grosero, hecho de fibra de maguey que tejían


los indios. Su trama es tan imperfecta que en el examen de 1751
miraban por el reverso de la pintura y podían ver al través, “como si
fuera una celosía”: “sin que estorbe el lienzo, se ven con calidad y
distinción los objetos que están de la otra parte; así lo he
experimentado varias veces”, escribe el gran pintor Cabrera.

Tan burdo material e impropio para retener cualquier pintura,


no recibió ningún preparado. Todo pintor sabe que tan difícil como
pintar sin colores o sin pincel es pintar sobre una superficie no apta,
sin aparejo que la disponga, no sólo para evitar la molestia de los
hilos, sino para impedir que los colores se pasen o diluyan a través
del lienzo. Ya en 1666, los siete pintores se asombraron al certificar
que sobre un ayate ordinario y sin preparado alguno, pudiera haberse
pintado y pudiera conservarse tal imagen, entonces por espacio de
135 años (hoy hay que añadirle 329 años más).

El ayate no es siquiera de una sola pieza, sino que se compone


de dos, cosidas de arriba abajo por un delgado y endeble hilo de
maguey, que en circunstancias normales debería haberse descosido y
quebrado, sobre todo porque estuvo más de cien años expuesto al
calor de innumerables ceras y hachones que ardían continuamente y
lo resecaban, para volverse después a humedecer con el salitre
acuoso del lago. Que el hilo no se rompiera es más admirable aún si
se tiene en cuenta los datos del punto siguiente:

Hoy día se defiende y preserva el lienzo como tesoro de


inapreciable valor. Pero no siempre fue así. Hasta 1647 (116 años)
estuvo sin vidrio que lo protegiese, expuesto directamente a la
imprudente veneración popular, en un altar tan bajo que las manos
de cualquiera pudieron tocarlo.

Aun después de aislarlo con un vidrio, fue abierto con


demasiada frecuencia, para que la devoción insaciable tocase en el
26

lienzo estatuas, imágenes, medallas, estampas, etc. Dice Cabrera


que en 1753 contó más de 500 imágenes, aparte de rosarios y
medallas, que frotaron o tocaron al lienzo en dos horas que estuvo
abierta la vidriera. El Dr. Uribe se lamenta en 1795 de las “acciones
y prácticas de un culto mal entendido; porque el lienzo está
expuesto a impresiones continuas y muchas veces toscas, que hace
mella aun en los mármoles y bronces (como se ven en Roma, en la
Scala Santa de mármol y en la Estatua de bronce de San Pedro en el
Vaticano). Los hombres aplican a la Santa Imagen con rudo contacto
las espaldas y las mujeres sus pulseras”.

II Escritos Indígenas.

Del siglo XVI sobre la Virgen de Guadalupe. Era Becerra Tanco


un gran lingüista, que conocía con notable dominio el hebreo, griego,
latín, italiano, francés, portugués, español, náhuatl y otomí. Conocía
también muy a fondo las costumbres y secretos de las gentes que
escribieron sobre Guadalupe. Después de explicar en su Felicidad de
México los dos modos que tenían para trasmitirnos sus conocimientos
e historias, las “pinturas y mapas”, (tan auténticas como los escritos
de nuestros escribanos públicos) y los “cantares” que perduraban por
siglos, comenta el mismo Becerra Tanco.

“De estos mapas, pinturas, caracteres y cantares, sacó el R. P.


fray Juan de Torquemeda, religioso minorista, lo que escribió en su
primer tomo de la Monarquía indiana, en que se refiere la fundación
de esta ciudad de México y otras cosas de mayor antigüedad, los
monarcas y señores que gobernaron estos reinos mucho tiempo antes
que aportasen a ellos los españoles.

“Esta misma forma de escribir sus historias continuaron los


naturales de seso, después que se sujetaron a la corona de Castilla,
en que conforman con nuestros historiadores. Y después que los
indios aprendieron a leer y escribir con las letras de nuestro alfabeto,
muchos de ellos escribieron en su idioma mexicano las cosas
memorables que fueron acaeciendo, y las antiguas que copiaron de
sus mapas y pinturas, de que se han valido varones píos y religiosos
para escribir las historias de estas provincias, dándoles entera fe y
crédito. Y en este modo escribieron también los naturales la
propagación del Santo Evangelio en este Nuevo Mundo, y los artículos
27

de nuestra santa fe católica con toda claridad y distinción, por


pinturas y caracteres.

“Sabida cosa es, que los religiosos del Señor San Francisco
fundaron un Colegio en su convento de Santiago Tlatelolco, que se
intituló de Santa Cruz, en que aprendieron a leer y escribir, y nuestra
lengua castellana, música de solfa, y lo que es gramática y retórica
latina, y otras artes liberales, muchos indiecitos que salieron hombres
provectos y virtuosos en esta ciudad; y fueron éstos los que dieron a
conocer a los nuestros el modo con que se habían de entender sus
caracteres y pinturas, y el cómputo de sus siglos, años, meses y días,
con números y figuras.

“De aquí se infiere que los indios mexicanos que traen origen de
los toltecas y acolhuas, fueron los más racionales y políticos de este
Nuevo Mundo, aunque los más afectados en los ritos y ceremonias con
que daban culto a sus falsos dioses por medio de cruentos sacrificios.

“Esto supuesto, digo y afirmo, que entre los acaecimientos


memorables que escribieron los naturales sabios y provectos del
colegio de Santa Cruz que por la mayor parte fueron hijos de
principales y señores de vasallos, pintaron a su usanza para los que no
sabían leer nuestras letras, con sus antiguas figuras y caracteres, y
con las letras de nuestro alfabeto para los que sabían leerlas, la
milagrosa aparición de Ntra. Sra. De Guadalupe y su bendita imagen.

“Un mapa de insigne antigüedad, escrito por figuras y


caracteres antiguos de los naturales, en que se figuraban sucesos de
más de trescientos años antes que los españoles llegase a este reino,
y muchos años después, certifico haber visto y leído (con unos
renglones añadidos de nuestras letras en el idioma mexicano, para
mejor inteligencia suya) en poder de Don Fernando de Alva,
intérprete que fue del juzgado de indios, de los señores virreyes en
este gobierno, hombre muy capaz, y anciano, y que entendía y
hablaba con eminencia la lengua mexicana; tenía entera noticia de
los caracteres y pinturas antiguas de los naturales; y por ser de
prosapia ilustre y descendiente por la parte materna de los reyes de
Tezcuco, hubo y heredó de sus progenitores muchos mapas y papeles
historiales, en que se referían los progresos de los antiguos príncipes
28

y señores, y entre los sucesos acaecidos después de la pacificación de


esta ciudad y reino mexicano, estaba figurada la milagrosa aparición
de Nuestra Señora y su bendita imagen de Guadalupe; y tenía en su
poder un cuadro escrito con letras de nuestro alfabeto en la lengua
mexicana, de mano de un indio de lo más proyectos del Colegio de
Santa Cruz, de que hizo mención arriba, en que se referían las cuatro
apariciones de la Virgen Santísima al indio Juan Diego, y la quinta a
su tío Juan Bernardino.

“En cuanto al segundo modo que tenían los naturales para que
no se olvidasen las cosas memorables, que era por medio de los
cantares, afirmo y certifico haber oído cantar a los indios ancianos en
los mitotes y saraos que solían hacer antes de la inundación de esta
ciudad los naturales, cuando se celebraba la festividad de Nuestra
Señora, en su santo templo de Guadalupe y que se hacía en la plaza
que cae en la parte occidental fuera del cementerio de dicho templo,
danzando en círculo muchos danzantes, y en el centro de él cantaban
puestos en pie dos ancianos al son de un teponaztli, a su modo, el
cantar en que se refería en metro la milagrosa aparición de la Virgen
Santísima y su bendita imagen, y en que se decía que se había
figurado en la manta o tilma, que servía de capa al indio Juan Diego;
y cómo se manifestó en presencia del ilustrísimo señor Don fray Juan
de Zumárraga, primer obispo de esta ciudad; añadiendo al fin de
dicho canto los milagros que había obrado Nuestro Señor en el día
que se colocó la santa imagen en su primera ermita, y los júbilos con
que los naturales celebraron esta colocación. Y hasta aquí llegaba la
tradición más verdadera”.
29

Sagrada Imagen de Nuestra Madrecita.


30

Imagen del Ayate Original


y los análisis de la ciencia

En el libro La Virgen de Guadalupe, publicado en Editorial Diana


(1992) por V. Manuel Fernández, se ofrece un resumen de todos los
trabajos científicos que se han ido haciendo al cuadro guadalupano a
través de los siglos:

1666.- Los protomédicos de la Nueva España encuentran inexplicable


que, después de casi siglo y medio de estar expuesta sin ningún tipo
de protección, la imagen de la Virgen de Guadalupe no hubiera sido
dañada por la humedad del suelo y del clima que prevalecía en la
ermita. Ese mismo año, ocho pintores de reconocida fama descubren
que el ayate no tiene imprimación alguna; y que los colores y
tonalidades mantienen todo se esplendor y luminosidad.

1751.- El también pintor Miguel de Cabrera coincide con sus


antecesores en comprobar la falta de una preparación previa del
lienzo. Y añade dos detalles significativos, confirmados por
investigadores posteriores: la inexplicable adherencia del color oro
en las partes donde va aplicado, y la precisión verdaderamente
milimétrica del dibujo en los adornos de la túnica.

1785.- El doctor Bartolache con un grupo de colaboradores, descubre


en la pintura ciertas partes no originales, esto es, añadidas por
pintores posteriores. Y, en cuanto a la perdurabilidad del Original, la
demuestra “negativamente” en cuanto que las copias que manda
hacer, se deterioran hasta deshacerse al cabo de unas docenas de
años.

1929.- Alfonso Marcué descubre la figura de un busto humano en la


pupila del ojo derecho de la Virgen de Guadalupe, hallazgo
confirmado por el señor Salinas en 1951.

1936.- El Premio Nóbel de química, (1938) Dr. Richard Kuhn,


establece que no se puede definir el origen de los colorantes en las
fibras analizadas, por no ser ni orgánicos ni minerales.


Enciclopedia Guadalupana, p. 460
31

Posteriormente, los doctores Sodi Pallares y Palacio Bermúdez


confirman la acción repelente contra el polvo y los mosquitos por
parte de la tilma, y establecen definitivamente la especie de maguey
de cuya fibra está hecha. Tampoco se explica cómo, a raíz del
atentado sufrido en 1921, sólo la imagen permaneciera intacta,
mientras todo a su alrededor quedó destruido o con grandes
destrozos.

El D. M. MacMaster, por su parte, descubre que la suavidad sedosa


que la tilma presenta en su haz o derecho, no se debe a ningún hecho
preternatural, sino a la acción combinada de la luz ambiente y los
rayos ultravioleta, particularmente virulentos a la altura a que se
encuentra la ciudad de México.

1951.- El dibujante don Carlos Salinas redescubre la existencia de la


figura de un busto humano en los ojos de la Virgen, varios de los más
calificados oftalmólogos mexicanos y extranjeros se aplican al análisis
de fenómeno tan singular. Y sacan en conclusión que no es otro sino
el que se produce en la visión normal, mediante el proceso de las
llamadas “imágenes de Purkinje Sansón”. Algunos de ellos, al
examinar los ojos con el oftalmoscopio, tienen la sensación de estar
analizándolos como si fueran el órgano de la vista de una persona
viva.

1963.- El doctor Campos Ribera experto en técnicas pictóricas analiza


la tela y los colores con que está realizada la pintura original. En
cuanto a la técnica, no es capaz de determinar con cuál de todas
ellas ha sido realizada. Vuelve a comprobar la brillantez de los
colores y la falta de imprimación de la tela; y que ésta (cosa insólita,
pues los pintores suelen utilizar superficies enteras), no es de una
sola pieza, sino de dos unidas por una fina costura. E insiste
nuevamente en lo inexplicable de la fijación del color oro en las
partes donde va aplicado.

1979.- Dos científicos norteamericanos analizan la imagen a la luz de


los rayos infrarrojos y concluyen que ni la conservación de
determinados colores, ni la ausencia de imprimaciones en el lienzo,
tienen explicación científica. Tampoco observan rastros de esbozo
previo en el dibujo; y ponen de relieve la asombrosa sensación de
32

volumen de determinadas partes de la figura, al conjugarse


hábilmente las protuberancias del tejido con el dibujo y el color.

Imagen de N. S. de Guadalupe,
Descripción por Luis Lasso de la Vega

Una de las descripciones más antiguas que se conocen, fue


publicada en 1649, dentro del Huei Tlamabuizoltica, en mejicano,
traducido al castellano por el P. Pichardo hacia 1740, por encargo de
Boturini, traducción que se publicó en 1895 en el Album de la
Coronación y en El Milagro de la Virgen del Tepeyac, de Fortino
Hipólito Vera. En 1926 la tradujo también, Primo Feliciano Velásquez
según se transcribe:

“La manta en que milagrosamente se apareció la imagen de la


Señora del cielo, era el abrigo de Juan Diego: ayate poco tieso y bien
tejido. Porque en éste tiempo era de ayate la ropa y abrigo de todos
los pobres indios; sólo los nobles, los principales y los valientes
guerreros, se vestían con manta blanca de algodón. El ayate, ya se
sabe, se hace de ichtli, que sale del maguey. Este precioso ayate en
que se apareció la siempre Virgen nuestra Reina, es de dos piezas
pegadas y cosidas con hilo blando. Es tan alta la bendita imagen, que
empezando en la planta del pie, hasta llegar a la coronilla, tiene seis
jemes y uno de mujer. Su hermoso rostro es muy grave y noble, un
poco moreno. Su precioso busto aparece humilde; están sus manos
juntas sobre el pecho, hacia donde empieza la cintura. Es morado su
cinto. Solamente su pie derecho descubre un poco la punta de su
calzado color ceniza. Su ropaje, en cuanto se ve por fuera, es de
color rosado, que en las sombras parece bermejo; y está bordado con
diferentes flores, todas en botón y de bordes dorados. Prendido de
su cuello un anillo dorado, con rayas negras al derredor de las orillas,
y en medio una cruz. Además de adentro asoma otro vestido blanco y
blando, que ajusta bien en las muñecas y tiene deshilado el extremo.
Su velo por fuera, es azul celeste; sienta bien en su cabeza; para
nada cubre su rostro; y cae hasta sus pies, ciñéndose un poco por en
medio; tiene toda su franja dorada, que es algo ancha, y estrellas de
oro por dondequiera, las cuales son cuarenta y seis.


Enciclopedia Guadalupana, p. 459-460
33

“Su cabeza se inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo,


está una corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y anchas
abajo. A sus pies está la luna, cuyos cuernos ven hacia arriba. Se
yergue exactamente en medio de ellos y de igual manera aparece en
medio del sol y de igual manera aparece en medio del sol, cuyos
rayos la siguen y rodean por todas partes. Son cien los resplandores
de oro, unos muy largos, otros pequeñitos y con figuras de llamas;
doce circundan su rostro y cabeza; y son por todos cincuenta los que
salen de cada lado. Al par de ellos, al final, una nube blanca rodea
los bordes de la vestidura. Esta preciosa imagen, con todo lo demás,
va corriendo sobre un ángel, que medianamente acaba en la cintura,
en cuanto descubre; y nada de él aparece hacia sus pies, como que
está metido en la nube. Acabándose los extremos del ropaje y del
velo de la Señora del cielo, que caen muy bien en sus pies, por ambos
lados los coge con sus manos el ángel, cuya ropa es de color bermejo,
a lo que se adhiere un cuello dorado, y cuyas alas desplegadas son de
plumas ricas, largas y verdes, y de otras diferentes. La van llevando
las manos del ángel, que al parecer, está muy contento de conducir
así a la Reina del Cielo”.

Rostro de la Guadalupana

Menudean los comentarios y aportaciones, escritas por artistas y


pintores de larga y sensata reflexión sobre el apasionante tema; el
aspecto humano y científico de la Imagen del Tepeyac. Una primera
conclusión se va desprendiendo de todo ello: cuánto hay encerrado
en tan angosto espacio de una tilma, qué largo trecho y trabajo de
estudios, análisis e investigaciones les queda por hacer a los que
tienen capacidad o interés por la Guadalupana y su presencia en
México.

Quiero ahora centrarme en el rostro por ser éste lo más bello y


desconcertante de la pintura, del que más distantes y lejanas a la
realidad se hallan la mayor parte de las reproducciones logradas
hasta hoy.

La expresión de la Tonantzin en el ayate es tierna, bondadosa,


suave de trazos, con dos ojos que no parecen pintados sino vivientes,


Enciclopedia Guadalupana, p. 660-661
34

fijos y atentos al que está a sus pies. De estos ojos dice el Dr.
Enrique Graue que: “los examiné con oftalmoscopio de alta potencia
y pude apreciar en ellos visión y sensación de profundidad del ojo
mismo... como estar viendo un ojo vivo”.

Rostro de la buenaventura Virgen de Guadalupe.


35

Es un emocionante estudio de Coley Taylor, que examinó


concienzudamente la pintura, llea a expresar algo tan interesante
como “posee esta Imagen un profundo sentido de presencia, un
magnetismo de afabilidad que nunca he experimentado con ninguna
otra pintura, religiosa o profana... su rostro es más luminoso de
cerca, con un enigmático esplendor que ningún artista o reproducción
puede lograr”.

El mismo Coley Taylor en su estudio llega a una zona que algún


lector puede tildar de exagerada y hasta irreverente. Compara el
rostro guadalupano con la Gioconda, el retrato que hizo da Vinci de
la esposa de Francesco del Giocondo. Dice textualmente: “Es tan
tierna y cariñosa, tan humana en su enimágtica sonrisa, mucho mejor
que la famosa Mona Lisa de Leonardo. Las reproducciones no
muestran la gentileza y suavidad de líneas del Original”.

La Guadalupana apenas inicia una sonrisa que le da al rostro


una agradable expresión de bondad, como inspirando confianza a
quien se acerca. Mira suavemente, segura de sí misma, apacible y
serena como el mensaje de protección y presencia que nos vino a
traer. Bien puede compararse con la Gioconda, en la sonrisa, aunque
nada “enigmática” como quiere Taylor, sino sonrisa seráfica,
espiritual o quizá maternal.

José Hanhausen, artista, además de arquitecto, redactó unos


profundos apuntes de sus impresiones después de contemplar sin
prisas el cuadro de la Virgen, abierto el cristal que la protege.
Escribe a este propósito: “Lo más atrayente de esta bella Imagen es
sin duda la sonrisa; es tal que hace vibrar todo el rostro en una
dulzura apacible; da paz el contemplar ese rostro. Para penetrar en
esa sonrisa, recorrí los labios, y al verlos con lupa no encontré linea
definida de todo su trazo; se esfuma en color y luz...”

Rostro de la Imagen

Rostro de óvalo perfecto, casto y amable en sumo grado, con


tal dulzura y atractivo que arrebata y encanta los ojos de cuantos
logran verla. Cabellera negra como el ébano y el azabache. A
distancia, parece sólo una mancha oscura, pero de cerca y a través
de un cristal de aumento, se distinguen hasta los cabellos, delgados y
36

sedosos. Frente serena y bien proporcionada y le agracia el negro


pelo que se mira bajo del manto, peinada de raya, en dos crenchas, a
la usanza de nuestras indias. Cejas delgadas y delicadamente
arqueadas, a ritmo con la soberana belleza de todo el rostro. Ojos
apacibles, amables, de rasgos perfectísimos y de color como de miel
de abeja. Miran con maternal fijeza y con expresión de infinita
ternura y de piedad inagotable. Cuando se observan de cerca y con
el auxilio de un vidrio de aumento, parecen tener vida y como que se
mueven en busca de sus amados y amantes hijos que acuden a Ella en
demanda de consuelo mientras peregrinan por este valle de lágrimas.
Nariz perfecta, ligeramente aguileña, preciosamente perfilada y de
singular hermosura, en armonía con la sin par belleza de todo su
rostro majestuoso y encantador. Boca breve, maravillosamente
dibujada, con labios delgados y bermejos, que mirándoles de hito en
hito parece van a sonreir. La barbilla corresponde con igualdad en
todo a tan celestial belleza. Mejillas de color un poco más moreno
que las perlas, inclinándose al gris de las aceitunas y graciosamente
sonrosado.

El caballero Boturini, en carta al padre Domingo Torrani, la


describe: “Aparece la imagen de la augusta Virgen de Guadalupe
divinamente grabada en el humilde y rudo manto de Juan Diego,
como un ciertísimo patrimonio de las Indias occidentales. Está de
pie, juntas sus torneadas manos con dulcísimo lazo de amor, su rostro
color tritíceo, sus ojos bajos, imitando a los indios; y es tanta la
apariencia de modestia y humildad, que doblega los corazones de los
que la aman, y parece como que los ata con sus negros cabellos que
se extienden encuadrando su bendito rostro. Está vestida y adornada
según el estilo regio de los monarcas indianos, con una túnica talar,
con mangas hechas de terciopelo en su parte exterior, y de armiño
por la parte interior; con su manto sembrado de estrellas preanuncia
a los indios la luz del Evangelio. Vestida de sol, y coronada por sus
rayos, tiene a la luna bajo sus pies, simbolizando el excelso dominio
que tiene sobre todo lo celeste y lo sublunar, para manifestarse,
además, con testimonio divino cual Inmaculada, y por eso eliminó de
la Imagen Guadalupana al dragón infernal a quien con su planta había
aplastado en el tiempo antiguo y para que en adelante no osase
inficionar con su pestífero veneno a los indios recientemente
convertidos. En su lugar, de una manera nueva y desacostumbrada,
lo sustituyó con un querubín que con la cabeza descubierta sustenta
37

la angelical efigie, extiende con ambas manos la túnica y el manto


real con la intención quizás de que la Reina se adelante con más
libertad e ilumine a toda la América, derramando la luz del sol y de
las estrellas”.

Flores doradas de la túnica

Es la parte del vestido que más incertidumbre y cábalas ha creado


entre los que estudian y describen su atuendo. Según Boturini es
“como encarnado y bordado con diversas flores que por todas las
orillas están bordadas”.

Así como el manto está tachonado de estrellas, el vestido aparece


con flores abundantes, desde el cuello hasta más debajo de los pies.
A veces aseveran que estas flores están bordadas pero no es exacto,
están más bien pintadas, como adorno que hablaba con diáfana
claridad a los aztecas, para quien la flor “xohilt” era no sólo
elemento de belleza, sino también símbolo de la verdad. Supone
Cuevas que estas flores fueron añadidas, pintadas por alguien profano
y profanador y, hablando de las “adamascadas flores”, afirma: “la
necesidad de los empastes y retoques humanos, visibles hasta hoy e
indiscutibles; de ahí también algunos aditamentos: viéndose el
nefasto retocador con su pincel mojado en oro, pensamos que se dio
vuelo y se pasó de los rayos del sol a pintar esos arabescos en la
túnica de la Virgen... Volviendo a los arabescos de la túnica, no sólo
los tenemos por hechura de hombres, por razón de su inadecuada
rigidez y por su no adaptación a los pliegues de la túnica, sino
también por ser copia de elementos decorativos de los que se usaban
en épocas posteriores a la de la Aparición... Rechazamos por
infundada la explicación de que los arabescos no son los de la túnica
color de rosa, sino los de una sobretúnica de gasa o velo que se usaba
en aquellos tiempos. Es ficticia tal usanza; aparecería en algún lado
de la pintura la imaginada gasa y aun entonces todavía quedaría sin
explicación la rigidez del arabesco”.

Insinuó su idea y propósito de rectificación a lo dicho sobre los


arabescos, en la conferencia guadalupana que sustentó el 13 de abril
de 1931 en la catedral de Querétaro, con estas expresiones plenas de


Enciclopedia Guadalupana p. 385--386
38

sinceridad y sensatez históricas: “Sobre otros puntos de la misma


imagen, es ya más difícil la cuestión, como es sobre los arabescos de
la túnica. Punto es que se deja a mucha discusión a aun después de
impresas ya mis opiniones en el Album Histórico Guadalupano, es
posible que tenga que modificarlas en vista de muy sabias
observaciones que se han hecho. No soy yo afortunadamente de los
historiadores que se declaran infalibles e incorregibles, sino de
aquellos que cuando se les presentan nuevos argumentos en que no
se habían reparado y se les presentan con documentos, con lógica y
con decencia, los aceptan como deben aceptarse, con humildad y
nobleza cristianas”.

Nuestro juicio es que tales arabescos, esto es, tales adornos


florales de composición semejante a la que se observa en los edificios
árabes, como los de la Alhamba de Granada, son de origen
sobrenatural, tanto porque no hay manos humanas que puedan
hacerlos, según el testimonio pictórico y técnico de don Joaquín
Flores y de otros más, como porque no están saltándose de la pintura
milagrosa, y que todo lo postizo se salta y se cae. Además, ya en el
Huei Tlamabuizoltica, el prístino documento guadalupano, base de
toda nuestra historia y tradición de las apariciones, que tiene mucho
más de 300 años de insigne y venerable antigüedad, se habla de las
dichas flores. Y en tanto tiempo no se han saltado, no han sufrido
menoscabo, como lo sobrepuesto a los rayos y a la luna. Si fuera
humanamente artificial, añadido, agregado, hechizo, también ya se
estuviera cayendo como todo lo demás artificiosamente sobrepuesto.
Si no podemos explicar hasta la saciedad este misterio –si lo
explicáramos dejaría de ser misterio-, confesemos humildemente,
como los testigos, los pintores y protomédicos de 1666, e igualmente
Miguel Cabrera: “se trata de un secreto reservado a su Divina
Majestad”.

El padre Miguel Sánchez apunta que su túnica es “en los claros de


rosado muy claro y en los obscuros de carmín muy apretado, labrada
de labores vistosas, de flores apiñadas... Todo esto de oro que resale
sobre lo colorado”.

El pintor oaxaqueño Miguel Cabrera, indio zapoteco, hace notar


que “la túnica es rosada, y en donde le hiere la luz, muy clara”. El
mismo explica que “la túnica está ornada con flores de extraño
39

dibujo compuestas de una vena de oro, que no busca las quiebras de


los trazos o cañones sino que va seguida como sobre cosa plana, bien
que donde está unida se ve más oscuro el oro”.

Veytia dice que “está vestida de una túnica roja perfilada de


flores de oro”. Esto no es correcto. La túnica no es cabalmente
roja, pues muestra un color rosáceo, esto es, parecido a la rosa o al
rosal, que se destaca muy claro donde le da la luz y se mira de
carmín obscuro donde tiene las sombras. Mucho nos agrada, en este
punto lo que leemos en la página 16 del Pensil Americano donde
Carrillo y Pérez se solaza en decirnos que: “Percíbese su torneado
cuello desde donde fluye una túnica talar hasta los pies, en el que el
múrice y grana se compiten en acarminadas tintes, muy subidas en
las sombras, así como en donde hiere la luz y hace los claros, muy
debilitadas o desleídas a media tinta: tan bien ejecutados sus trazos
y cañones, que son de admiración a los facultativos. Laboréase toda
esta túnica de adamascadas flores, que perfila el aquilatado oro igual
al de los rayos que rodean la imagen y da brillo a las estrellas”.

El pintor mexicano don Joaquín Flores, quien más que otros


muchos ha observado técnicamente la Sagrada Imagen en el presente
siglo, hablando del floreado, es de parecer que: “Está formado de
flores y hojas raras y, como dice Cabrera en su dictamen, consta de
una línea dorada acompañada de dos líneas negras tan delgadas como
un cabello. Al ser examinado esto por los peritos, que en un principio
dudaban que existiese, lo comprobaron –dice- y se resolvieron a
declarar sobre-natural la imagen, ya que no podría mano humana
ejecutar dichas líneas tan finas y delicadas sobre una superficie como
el ayate y sin preparación para pintar sobre él”.

Los peritos, dudosos antes del examen, y maravillados después del


mismo, se vieron precisados “a declarar sobrenatural la imagen”, es
decir, mire depicta, maravillosamente pintada, dos palabras con que
resumió el milagro guadalupano la Comisión Investigadora de la
Sagrada Congregación de Ritos, (Lauro López Beltrán Album
Guadalupano).
40

Arabesco

Nombre procedente de los motivos característicos del arte


musulmán y por extensión se aplica a dibujos de adorno, compuestos
de tracerías, follajes, cintas y roleos . En México son escasos los
ejemplos y se suelen confundir con composiciones renacentistas y
barrocas, como las de la fachada de El Rosario en Xochimilco y las de
piedra en la portada de Angahuan, Mich. La imagen de Ntra. Sra. De
Guadalupe en su túnica tiene un arabesco que intrigó grandemente al
pintor Cabrera y que no acertó a interpretar con plenitud. Escribe él
mismo en Maravilla Americana.

“Tiene la santa Imagen dorada la túnica, con unas flores de


extraño dibujo: Compónense éstas de una vena de oro, con la
singularidad de que ésta no busca las quiebras de los trazos o
cañones, sino que está seguida, como si fuera sobre cosa plana.

Grabado en lámina de cobre que ilustra la segunda edición del folleto Felicidad
de México, impreso por la Vda. De Bernardo Calderón, México, 1675. Se
reproduce al tamaño original.


Enciclopedia Guadalupana, p. 64
41

“En la labor de la túnica (el arabesco) advertí un rarísimo


primor; consiste en que está perfilada por el contorno y dintorno,
cosa que hallo por imposible que ningún hombre hiciera. Porque es
el perfil como del grueso de un pelo poco más y éste tan igual y con
tal aseo y primor que sólo acercándose se percibe. Por cuya
dificultad es imposible de ejecutarlo en el modo que se ve, discurro
que se ha omitido en las imágenes que se han hecho y se hacen; al
menos yo hasta ahora no he visto ni oído que se haya practicado”.

Las placas infrarrojas no dejan dudas sobre el fino contorno y


dintorno que perfila el arabesco. Dado lo tosco y burdo del ayate,
que no tolera exquisiteces, posibles en superficies más suaves y
preparadas, este arabesco es una prueba del origen no humano de la
pintura. En cuanto a la perplejidad del eminente pintor que no
acertaba a explicarse por qué las flores no se acomodaban a los
pliegues de la túnica, parece suficiente explicación el que las flores
estaban sobre un vestido de seda transparente e independiente o
distinto de la túnica misma. Cuando Juan Diego la vió por vez
primera sólo acertó a describirla diciendo que: “su vestidura era
radiante como el sol”.

Ayate

De la fortaleza de los materiales con que fueron hechos


depende la duración de los objetos. No viven lo mismo el adobe y la
piedra, la arcilla o el metal. Por eso es tan desconcertante
Guadalupe, retrato en ayate y bello todavía, después de cuatro siglos
y medio; algo para ponderarlo despacio y tratar de entenderlo
honradamente. Ahí está, hace 464 años, serena y segura en la frágil
tela, muro fortísimo que contiene y amansa todas las pasiones
nacionales. Ante ella se serenan sus embates, renace la paz y se
despejan las nubes del alma. Son 464 años de recoger calladamente
miradas de súplica y esperanza, desde millones de ojos que
peregrinaron al Tepeyac. Como fenómeno de psicosociología rebasa
todos los cálculos y previsiones. A simple vista no es más que una
tilma de débil maguey, un pobre paño de tosco material, en torno al
cual siempre hubo unos pocos que quisieran desgarrarlo y el pueblo


Enciclopedia Guadalupana p. 101-106
42

leal e innumerable que viene a contemplarlo y a dialogar con la


Señora, retratada sobre manta tan corriente. Avanzada de pueblos
con un mismo talante y sentir, hermano mayor de naciones
hermanas, eso es México, puente y a la vez vigía entre otras maneras
de ser y de vivir, hecho para unión y también dique entre
pensamientos dispares, tamiz entre ambas Américas, en donde lo
exótico se aclimata y adapta antes de pasar a las naciones sureñas.
Tal misión de líder de pueblos requería una formación singular y
esmerada a la que concurrieron elementos de cuantía y de delicadeza
distintas, por parte de los agentes providenciales que cuidan a los
pueblos y a los individuos. Tal cuidado excepcional se concreta y
plasma en Guadalupe, regalo generoso a México y explicación para
tantos hechos incomprensibles que llenan la vida de esta admirable
nación.

Es burda la tela en la que se estampó María. Han sido las telas


una de las afirmaciones y hasta pasiones del hombre. Vestirse con
ricos paños, adornarse de sedas, púrpuras y brocados, poseer las telas
más finas y costosas, crea toda una floreciente industria y mueve
renglones importantes del comercio mundial. Al camino que
comunicaba Europa con el Lejano Oriente, se le llamaba “la ruta de
la seda” y atravesaba entre abismos y alturas poco menos que
insuperables. Entre tanta tela hay dos que destacan: Una está en
Turín y envolvió el cadáver de Cristo en el sepulcro, conservando,
como una placa fotográfica, los rasgos de “el más hermoso de los
hijos de los hombres”. Cuando Daguerre descubrió el procesado de la
fotografía y se “reveló” como un negativo aquella “Sábana Santa”,
apareció la más fehaciente prueba de la pasión de Cristo y la verdad
del Evangelio.

El segundo lienzo lo tenemos aquí, muy cerca de nosotros, “en


el llano” al pie del Tepeyac. No es rico como hilatura; pero no hay
oro en el mundo para igualar su valor estimativo. Está hecho de fibra
de maguey, manta de pobres, de maguey que llaman “lechuguilla”,
cuyos filamentos alcanzan hasta 30 y 40 centímetros de largura. Su
elaboración es trabajosa, pues primero lo van raspando de la hoja de
maguey, lo curan luego en un proceso antiguo de siglos, lo mezclan
con cierto gluten albuminoideo cuyo secreto guardan; así se fortifica
y alista para formar el hilo que dejan las fibras “hiladas y torcidas”.
Estos hilos son tejidos a mano, en tiempo de Juan Diego y también
43

hoy día en los lugares donde todavía fabrican las tilmas, lugares
perdidos en las serranías abruptas, a donde no ha llegado ni el telar,
ni la máquina: la tela tejida a mano adquiere una trama bastante
consistente, más compacta y acabada cuando se destina a vestido
que cuando se usa como costal para cargar granos y tierra.

Hubo un tiempo largo en que pensaban del ayate guadalupano


que no era de maguey sino de iczolt, o fibra de palma salvaje. El
engaño provino de que encontraban la pintura “áspera y dura” por la
parte posterior y en cambio por delante “suave, mite, lisa, muelle,
aterciopelada y blanda como seda, que parece cosa de milagro”,
según declararon, después de un examen minucioso y prolijo, los
siete pintores que rindieron informe en el Proceso de 1666. Esta
notable diferencia al tacto, certificada también por Cabrera y varios
otros pintores que la examinaron, los llevó a creer que fuera de
palma, cosa hoy claramente rechazada, en el análisis técnico
realizado en el Instituto Biológico de la UNAM, por su director Isaac
Ochoterena y que aseguró indudablemente ser de ixtle o fibra de
maguey.

Sus medidas son toda una intrincada aventura, de hechos


desquiciados, no fáciles de entender para nosotros. Cuando la Virgen
se pintó, el ayate media 2.26 x 1.55. Estaba hecho de tres piezas,
largas y estrechas de medio metro cada una, unidas, o bastante mal
cosidas con hilo del mismo maguey.

La Virgen se pintó horizontalmente, no en el centro exacto de


la tilma (hubieran cruzado de arriba hasta debajo de su imagen las
dos coseduras o costuras) sino en dos coseduras o costuras) sino en
dos de las tres piezas, dejando una sin pintura. Esta tercera fue
descosida y devuelta a Juan Diego antes del gran traslado, el 26 de
diciembre de 1531. Quedó por tanto un lienzo de 2.26 x 1.05
compuesto de dos piezas unidas entre si por un hilo que, por mucho
tiempo se dijo que era de algodón, pero que Bartolache demostró ser
del mismo maguey.

A fines del siglo XVIII de nuevo Bartolache nos informa otras


medidas de la tilma: 1.75 x 1.05, 51 cm. Menos que las originales,
cirtificadas por Veytia y los protomédicos del proceso de 1666. Esos
51 centímetros de tilma ¿dónde fueron a dar? Los doblaron y más
44

tarde los cortaron, por encima de la cabeza de la Virgen, para ajustar


el lienzo al nuevo cuadro y al nuevo vidrio (de una sola pieza; antes
era de dos) que prometió en 1766 el duque de Alburquerque... Hoy
este despojo nos parece una profanación intolerable; entonces lo
vieron como la cosa más natural, pues les movía el deseo de
conservar con mejores cuidados el invaluable cuadro.

La estatura de la Virgen es de 1.43 o hasta dos centímetros


más, si se tiene en cuenta que inclina la cabeza hacia su derecha;
corresponde a la altura de una joven de 16 años.

Tilma o tilmatli significa manta, capa, abrigo lo mismo que


ayate o ayatl. No son pues vocablos que señalan al tejido sino a la
prenda con que los indios se defendían del frío y de la lluvia. Traídas
desde las montañas del estado de México, tengo en mi poder dos
piezas de ayatl, tejidas a mano y con las mismas técnicas con que se
tejió la tilma de Juan Diego. Es impresionante acariciar tan burdo
tejido, pobre, irregular, más cercano a una cobija o costal que a un
lienzo apto para pintar en él. Y sin embargo, es rico, el más rico que
existe en México, porque lo escogió la Virgen para pintarse a ahí
perseverar su imagen amable, después de 460 años. Sin explicación
posible, desafiando la incredulidad de los pobres humanos que niegan
lo sobrenatural de las apariciones.

Cuando Ella vivía en este mundo, tejió también con sus manos
telas parecidas, para vestir a Jesús su hijo, o a su esposo José.
Nunca pensó entonces que, andando los siglos, tendría que
seleccionar una nueva tela para regalarnos su retrato. La escogió
tosca y de pobrísimo ixtle, fibra de maguey que dura unos veinte
años; al pintarse en ella la convirtió en el paño más precioso del
mundo.

Ayate (II)

¿Por qué es tan importante?

Cuando vamos a La Villa, lo que ante todo pretendemos es “ver


a la Virgen”, conversar con Ella abriéndole nuestro espíritu, penas y
esperanzas; que por ser Madre, bien las entiende y las remedia.
Pocas acciones humanas producen una catarsis tan profunda y
45

transformadora como estas reflexiones y plegarias que llevamos hasta


los pies de María, en humildes silencios de fervor auténtico.

Si alguien dijo que “nunca el hombre es más hombre que


cuando está de rodillas” podríamos parafrasear: “nunca el mexicano
es tan mexicano como cuando acude a ver y a orar a su Virgen de
Guadalupe”. Ella antes que nada, nos da y conserva la quinta esencia
de la nacionalidad. Sin embargo, cuando decimos ir “a ver a la
Virgen”, realmente a la Virgen no la vemos; sólo su imagen,
estampada por Ella en el tosco y sencillo ayate de Juan Diego. ¿Por
qué le damos tanta importancia a esta imagen? Mejor dicho, ¿por qué
quiso dejarnos su imagen y, desde ella, ejercer esa como imantación
que experimentamos al llegar al Tepeyac?

La religión judía fue tenazmente opuesta a las imágenes


religiosas, hombres y hasta animales, siguiendo el mandato de Jahvé:
“No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en
los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra... no te postrarás ante
ellas ni les darás culto”. Tan a la letra lo tomaron, que rehusaban
pintar las imágenes del mismo Javhé y hasta se dejaron matar antes
que permitir que las águilas imperiales romanas fueran expuestas en
la fortaleza Antonia, anexa al templo de Jerusalén. Tanto les inculcó
el Señor aborrecer la idolatría.

El cristianismo prosiguió con el mismo cielo y cuidado adorando


al Dios único. Las primeras imágenes que aparecen son del siglo
tercero, el Buen Pastor o algún mártir en las catacumbas romanas.
Nadie pensaba en adorarlas, ni que fueran dioses, como había sido el
peligro para los israelitas en Canaan. El protestantismo ha censurado
al catolicismo por dar culto a las imágenes; pero es censura infantil
pues nadie ha enseñado nunca que se puede adorar a quien no es el
único Dios. Las imágenes son como las fotografías de los seres
queridos, que nos recuerdan a personas reales, sin que nadie piense
en amar o besar el papel o las tintas de que están hechas.

La fluidez y exactitud filosófica de santo Tomás, tiene en la


Summa Teologica consideraciones acerca de lo que es la imagen para
el hombre; todas ellas aplicables al caso Guadalupe y a nuestra
incoercible atracción por esa imagen, tan entrañablemente nuestra.
46

El camino del conocimiento, dice el maestro de Aquino, pasa


por las cosas, que van dejando en nuestra fantasía imágenes, con las
cuales la mente elabora por fin las ideas; el proceso es: objetos
materiales, a través de los sentidos, imágenes en la fantasía y de ahí
ideas (ya espirituales) que señalan las esencias de los seres.

Con esto se deduce que la imagen es testimonio intermedio


entre la materia y el espíritu. La imagen de Guadalupe es ese punto
medio entre el materialismo de nuestra vida y la realidad espiritual
de todo el mundo de Dios, en el que María tiene una misión
providencial.

La imagen, prosigue el aquinate, es “símbolo” de atributos que


elevan la imaginación o conceptos abstractos, incorpóreos,
venciendo, por ejemplo en Guadalupe, las leyes de la gravedad al ser
sostenida por las manos del ángel o las plumas del quetzal que
forman sus alas.

Guadalupe está llena de esta simbología, a través de objetos


materiales reunidos en la pintura; realidades intangibles como la
belleza, la armonía, el equilibrio, el contraste de su cromía, la
oración de un ser que posee paz y la comunica, que quita el ardor del
sol y a la vez ilumina con sus rayos atenuados. Domina Ella la
inmensidad del firmamento, vistiéndose de estrellas y apoyándose
sobre la luna.

Es también la imagen para santo Tomás una “huella”, que ha


quedado en el tiempo como prueba del paso deseado, al que con
anhelo se sigue, hasta dar con lo que se busca. Ante la huella no se
puede negar la existencia del ser que la dejó; por eso es Guadalupe,
para tantos, surco y reclamo hasta alcanzar a Dios, el buscado,
superior a los embates de la vida. La huella se imprime en la arena;
pero es inmaterial; María se estampó en el ayate humilde; pero su
estar es en lo alto, más allá de las cosas.

Es pues la imagen del Tepeyac ascensión al espíritu, al mundo


infatigable de la fe, al que será nuestro mundo cuando acabe esta
sombra que pasa. Desde su callado mirar, habla María de lo que los
ojos no alcanzan a ver y va descubriendo al hombre el misterio de su
destino inmortal.
47

Ayate, códice guadalupano

La tilma tosca de Juan Diego y la delicada imagen estampada en


ella fueron el primer y más valioso códice guadalupano, excelente
página del nuevo catecismo, simbología clara y gozosa para los
aborígenes, prenda de liberación para los pobres y los
conquistadores. Ella les mostró el nuevo camino y a siguieron
confiados, porque bien notaban cuánto los amaba. Fue Guadalupe
una teología en signos, espléndida pictografía de la nueva fe que
predicaban los sacerdotes de Jesucristo, en cuyo corazón y en cuya
boca encontraban verdad. El códice que admiraban en el ayate de
Juan Diego, les devolvía, con hermosos símbolos, la bondad diáfana y
la amable ternura de la nueva Tonantzin.

Ayate, su naturaleza

Escribe el P. Anticoli:
“Esta circunstancia de la raleza del lienzo fue notada, como
cosa singular, en las Escrituras, auténticas mandadas a Roma en
1663, y en la súplica del P. López a Benedicto XIV; in vili ricino el in
linteo adeo levidensi ut a tergo veluti per transennam templum
videntibus fácile pateat: ‘en una manta tan vulgar y en una tela de
tan poca densidad que puesto uno por detrás se está viendo la iglesia
como si fuera una celosía’. Lo propio afirmó el P. Florencia que con
el Dr. Silés examinó el ayate; y lo confirmó el mismo Cabrera con
aquellas palabras ‘sin que estorbe el lienzo, se ven con claridad y
distinción los objetos que están de la otra parte; así lo he
experimentado repetidas veces’.

“Pues bien; este lienzo tan ralo, tan débil, que tiene cosidas sus
dos iguales de que se compone, con un hilo de algodón bien delgado
e incapaz por si de resistir cualquier violencia, ha resistido a los
embates que padeció en las innumerables pinturas, y otras alhajas
piadosas que se tocan y han tocado a la Sagrada Imagen en las
ocasiones en que se abr la vidriera; que aunque esto no se ejecuta
todos los días, no puede menos de haber sido muchas, al cabo de más
de doscientos años. En una sola ocasión, por lo años de 1753 que
estando yo presente se abrió la vidriera, fuerza de innumerables
48

rosarios y otras alhajas de devoción, pasaron a mi ver de quinientas


las imágenes que se tocaron al lienzo; pues gastaron en este piadoso
ejercicio varias personas eclesiásticas de distinción, más de dos
horas. Con lo que me confirmé en el dictamen que tenía formado de
parecer exento este lienzo y la celestial pintura de las comunes leyes
de la naturaleza”.

“A lo que dice el pintor Cabrera hay que añadir que hasta el año
de 1647 no se había puesto vidriera a la Santa Imagen (Escudo de
Armas, Lib. II, cap. 18, núm. 721): lo que dio ocasión a Carrillo de
escribir en su Pensil Americano, impreso en 1797; ‘Prescindamos de
haber estado la Pintura cerca de ciento diez y seis años sin el
resguardo de cristales, expuesta a los negros vapores de muchas
candelas y de más de sesenta lámparas que ardían en su antigua
iglesia. Prescindamos de la salitrosa atmósfera que destruye las
pinturas y los edificios, enmohece el fierro y aun maltrata la plata, y
fijando sólo la atención en que en más de dos siglos y medio esta
Sagrada Imagen está sufriendo la continua frotación y contacto de
millares de estampas, lienzos, láminas, medallas, y rosarios que son
tocados a este portentoso simulacro; que aunque fuera de bronce, si
no fuera por causa sobrenatural, ya se hubiera borrado, roto y
deshecho. Pues ¿cuál debe ser nuestra admiración si fijamos la
atención en lo muy débil, frágil, poco durable del Iczotilmatli, tilma
o ayate de cuya materia es este lienzo y que en más de 260 años no
haya recibido alguna lesión, ni con los frotamientos, cuando esto era
tan frecuente que aun alcancé yo (escribía en 1793) el que no se
daba estampa en las Colecturías que no estuviese tocada el original
sagrado...? Yo he tenido en mis manos un lienzo de la propia materia,
semejante en calidad y casi de igual tamaño que el Guadalupano, en
que se hallan demarcadas con exactitud las tierras, montes, ríos,
etc., del Mezquital: mas sin embargo de no haber sufrido las
frotaciones de aquel, de ser muy posterior a el y de haberse
conservado por los indios con prolijo cuidado se halla horadado y roto
por varias partes’. El canónigo Metropolitano Don Patricio Uribe en la
censura del sermón del Dr. Mier, escrita en Febrero de 1795
lamentábase también de que ‘todavía continuaban acciones y
prácticas de un culto mal entendido. Porque el lienzo está expuesto
a impresiones continuas, y, muchas veces, toscas, que hacen mella
aun en los mármoles y bronces (como se ve en Roma en la Escala
Santa, de mármol, y en la estatua de bronce de San Pedro, en el
49

Vaticano)’. Millares sinnúmero de estampas y rosarios se tocan a la


Santa Imagen; y esto ejecutado en ocasiones muy repetidas; aun los
hombres aplican a la santa Imagen con rudo contacto las espadas, y
las mujeres aplican sus pulseras. Le consta a alguno de nosotros que
en alguna de estas ocasiones ha llegado mujer a besar la Santa
Imagen, rozándose sobre ella y llevándose en la saya algunas
particulas del oro de los rayos”.

El hilo con que está tejido fue descrito como de palma (iczotl)
por varios autores, Becerra Tanco, Cabrera y Bartolache. Sin
embargo la mayoría se inclinaron por el hilo de ixtle, filamentos de
maguey, como unánimemente testifican los ocho testigos ancianos en
el Proceso de Cuautitlán: “que su tela y trama se saca, hilo por hilo,
de los magueyes, que se teje a mano y no en telar”.

Un día de junio de 1946 se sometió la tilma a un estudio que


disipó toda duda. El Instituto Biológico de la Universidad de México,
dirigido por el doctor Isaac Ochotorena, certificó que el ayate está
tejido con hilos de maguey. Este estudio científico se conserva en el
Archivo de la Basílica de Guadalupe.

El vocablo “ayate” es castellanización del azteca “áyatl”, que


es sinónimo de “tilma” o “tilmatli”; ambas, ayatl o tilmatli,
significan capa, manta o abrigo. Los guerreros y los nobles lo usaban
confeccionado con hilo de algodón, mientras que los pobres o
“macehuales” lo llevaban de ixtle, hilo de maguey. Solían utilizarlo
con una cuerda o mecate llamada “mecapal” para llevar las cargas
sobre la espalda, sosteniéndolas con una faja del mismo material,
sobre la frente. “Macehual” se deriva de macehua, que significa:
hacer penitencia, sufrir; para señalar a los que estaban más bajos en
la escala social de los aztecas.

Es tela burda, totalmente incapaz de sostener y conservar los


colores, sobre todo si no recibió ningún preparado previo, para
endurecer y consolidar sus fibras, a fin de recibir los trazos de la
pintura. De él escriben:

1.- El P. Florencia, uno de los testigos oculares del


reconocimiento del santo lienzo en 1666, afirma que por ser tan rala
50

la tela, se veían por detrás unos manchones de colores, como el jugo


exprimido de varias flores que hubieran resultado por el envés.

2.- El italiano monseñor Nicoselli afirma que el ayate de la


santa imagen está todo lleno de agujeros, y que es tan flojo de
tejido, y está en todas sus partes tan ralo y tan abierto, como la tela
de esta especie de que suelen valerse los albañiles como de criba
para cerner arena.

3.- El P. Cayetano Cabrera dice que el lienzo se puede decir


trenzado más bien que tejido, pues quedó tan groseramente ralo que,
interpuesto a la vista en distancia, se espían los bultos por su
enrejada transparencia.

4.- El P. Teobaldo de Rivera afirma que el lienzo es de hilos


desiguales y mal torcidos, ralo y lleno de agujeros tan claros, que
puesto al respaldo de la soberana imagen cualquier objeto se ve de
una a otra parte, como si estuviera por medio sólo una red tupida.
En el día se reconocen estos agujeros mirando el ayate bien de cerca,
y a pesar de ello, a cierta distancia, se ve una pintura lisa y perfecta.

5.- En el memorial presentado al Papa Benedicto XIV, se afirma


la experiencia de Miguel Cabrera, cuando testifica que el lienzo es
tan ralo y de tan poca densidad que puesto uno por detrás se está
viendo la iglesia, como a través de una celosía.

La sindone de Turín y la Tilma


De Juan Diego

Es el título de una bien elaborada conferencia que pronunció el


P. Faustino Cervantes Ibarrola, el día 27 de abril de 1991. En ella se
comparan estos dos lienzos, el de lino (4.36 x 1.10m) que envolvió el
cadáver de Jesús en las casi 40 horas que estuvo en el sepulcro; y el
ayate de Juan Diego, tela basta de maguey (2.20 x 1.05), en la que se
estampó la imagen de la Virgen de Guadalupe.


Enciclopedia Guadalupana, p. 494, Además Cfr. Revista Histórica No. IV del Centro de Estudios
Guadalupanos..
51

Como lo ha proclamado con entusiasmo en varias de sus obras el


escritor norteamericano Jody brant Smith, presidente del Image of
Guadalupe Research Project, existen dos y solamente dos imágenes
ajeiropóietai, o sea, no hechas por mano de hombre; la síndone y la
Virgen de Guadalupe.

Ambas, formadas en tela que han superado adversidades


climáticas y serias pruebas, subsistiendo como don de Dios a los
hombres, durante casi dos mil años la una y más de 450 la otra, y
trasmitiendo a la humanidad un sólido mensaje de amor. Ambas,
pletóricas de enigmas que paulatinamente ha ido resolviendo la
ciencia, que sin embargo se estrella impotente en cuanto a la
formación de las imágenes grabadas en ellas.

“Gran misterio envuelve aún a la síndone, objeto sagrado como


lo puede ser ningún otro. Con toda seguridad se puede decir cosa
averiguada, aun prescindiendo de toda idea de fe y de piedad
cristiana, no es ciertamente obra humana”, Su Santidad Pío XI, “a
orillas del Lago de Texcoco floreció el milagro. En la tilma del
indiecito Juan Diego, como refiere la tradición, pinceles que no eran
de acá abajo dejaban pintada una imagen dulcísima, que la labor
corrosiva de los siglos maravillosamente respetaría”, Su Santidad Pío
XII.

No andaba tan equivocado el pintor anónimo del siglo XVIII que


representó al Padre Eterno pintando El mismo la imagen
guadalupana.

Incopiabilidad de la Imagen (I)

Es una idea bien arraigada en la mente artista de Miguel


Cabrera; él, que tantas veces la había contemplado detenidamente,
hasta tenerla en sus manos, para examinarla por el frente y por el
envés, reconoce que es perfectamente imposible de copiar, para
ningún artista humano: “Es notorio que en México han florecido
pintores de gran rumbo, como lo acreditan las obras de Chávez,
Arteaga, Juárez, Becerra y otros de que no hago mención, que
florecieron, el que menos de esto, ciento y cincuenta añosa; y


Enciclopedia Guadalupana , p. 465-467
52

aunque antes vino a este reino Alonso Vázquez, insigne pintor


europeo, quien introdujo buena doctrina que siguió Juan de Rúa y
otros, ninguno de los dichos, ni otro alguno pudieron dibujar, ni hacer
una imagen de Ntra. Sra. De Guadalupe, pues algunas que he visto de
aquellos tiempos, están tan deformes y fuera de los contornos que
tiene Nuestra Señora, que se conoce quisieron imitarla; mas esto no
se consiguió hasta que se le tomó perfil a la misma imagen original;
el que tenía mi maestro Juan Correa, que lo vi y tuve en mis manos,
en papel aceitado, del tamaño de la misma Señora, con el apunte de
todos sus contornos, trazos y números de estrellas y de rayos; y de
este dicho perfil se han difundido muchos, de los que se han valido y
valen hasta hoy todos los artífices. He dicho todo esto porque no se
entienda que en estos tiempos ha habido facilidad de hacer como se
han las imágenes de algún modo parecidas al original en cuanto se
puede y que los antiguos no pudieron, que ni ahora se pudiera, si no
hubiera dicho perfil; y así no me admiro ya de que en Europa toda no
se haya podido hacer la imagen de Ntra. Sra. De Guadalupe; y si han
hecho algunos de que puedo dar fe, ha sido como los que
antiguamente se harían acá... Prueba de que es tan única y tan
extraña, que no es invención de humano artífice, sino del
Todopoderoso”.

Si los españoles la hubieran pintado, como quieren algunos


antiaparicionistas, la habrían “embellecido” con la expresión de
alguna noble dama de Castilla, no con los rasgos de una “mestiza”,
que tiene algo de española y más todavía de indita. Así la describe
Cabrera, tan hermosamente que volvemos a reproducir sus
expresiones: “Es su amabilísimo rostro de tal contextura que no es
delgado ni grueso: concurren en él aquellas partes de que se
compone una buena pintura, como son hermosura, suavidad y relieve.
Dejándose ver en el unos perfiles en los ojos, nariz y boca, tan
dibujados (esto es con tal arte), que sin agravio de las tres partes
dichas, le agregan tal belleza que arrebata los corazones a cuentos
logran verles. La frente es bien proporcionada, a la que le causa el
pelo, que es negro, especial hermosura, aún estando en aquel modo
sencillo que nos dicen usaban las indias nobles en este reino. Las
cejas son delgadas y no rectas; los ojos bajos y como de paloma, tan
apacibles y amables que es inexplicable el regocijo y reverencia que
causa verlos. La nariz es bella y en correspondiente proporción con
las demás partes, es linda. La boca es una maravilla: tiene los labios
53

muy delgados; y el inferior, o por contingencia, o misteriosamente,


cayó en una marra o nudo del ayate, que levándolo un tanto cuanto,
le da tal gracia, que como que se sonríe, embelesa. La barba
corresponde con igualdad a tanta belleza y hermosura. Las mejillas
sonrosean; y el colorido es un poco más moreno que el de perla. La
garganta es redonda y muy perfecta”. Reproducida millares de veces
por los mejores maestros de la pintura, Echave, Villalpando, Correa,
Ibarra, Morlete y Cabrera, sin embargo, ni una sola se puede
comparar, en belleza y suave inspiración con la Imagen Original, la
que por siglos acoge en el Tepeyac a cuantos se le acercan.

La armonía de sus rasgos, la ternura de su mirada y de la sonrisa


que apenas esboza, de la serena belleza de su rostro maternal, sobre
un ayate burdo e impreparado, la hacen única en la iconografía
mariana. Vino ella personalmente a realizar lo que los hombres no
podrían; domenar y pacificar una raza altiva y belicosa, acabar con su
poligamia, su idolatría, sus sacrificios humanos, abrir sus almas a la
fe extraña, unir dos pueblos dispares y fusionarlos en una sola nación.

A todo los que no tuvimos la suerte de contemplarla, nos dejó


su retrato o imagen, estampado no por manos humanas en la tilma o
vestido de Juan Diego, Imagen que es ciertamente la que pende junto
al cerro del Tepeyac desde hace 464 largos años. A quien
gratuitamente niega el hecho histórico de las apariciones, a quien se
esfuerza en buscar otra explicación al decisivo influjo de Guadalupe
en la vida de México, le reservaba la Virgen esta Imagen sobre un
trozo de ayate que quiebra todos los cánones de la física y de la
pintura y que llega a convertirse en enigma indescifrable si se
persiste en negar lo sobrenatural de la aparición.

Cuánto hay encerrado, centrándonos en su rostro, lo más bello y


desconcertante de la pintura, donde más distantes y lejanas a la
realidad se hallan la mayor parte de las reproducciones logradas
hasta hoy. La expresión de la Tonantzin en el ayate es tierna,
bondadosa, suave de trazos, con ojos que no parecen pintados sino
vivos, fijos y atentos al que está a sus pies.

La Guadalupana apenas inicia una sonrisa que le da al rostro


una agradable expresión de bondad, como inspirando confianza a
quien se acerca. Mira suavemente segura de si misma, apacible y
54

serena como el mensaje de protección y presencia que nos vino a


traer. Bien puede compararse con la Gioconda en la sonrisa, aunque
nada enigmática como quiere Coley Taylor, sino seráfica, espiritual o
quizá material.

Incopiabilidad de la Imagen (II)

Es voz común y repetida entre los maestros que han tratado de


copiarla, que nadie nunca ha logrado una copia que más o menos se
pueda comparar con la Original:

“Aquella modestia de su semblante, aquel halago de sus ojos,


aquella dulzura de sus mejillas, aquella humilde postura de sus
manos, aquel ademán de su cuerpo, aquel aire de su talle, aquella
gala de su vestido, aquella compostura y raro embeleso del todo,
¿quién podrá copiarlo? Pero concedamos que sea tan feliz algún
pincel, que pueda copiar estas perfecciones; ninguno ciertamente lo
podrá hacer con aquel garbo, con aquel brillo, con aquel no sé qué de
particular gracia y encanto que sólo puede darle el pincel divino. Ese
esplendor, ese toque de luz, ese barniz incomparable con que Dios,
después de haber avivado la hermosura de Judit, la bañó el
semblante para que arrebatase los ojos de todos, y hechizase los de
Holofernes, ese fue con el que tocó e iluminó el rostro de la Santa
Imagen de su Madre de Guadalupe, para que llevase tras si los
corazones de cuantos la mirasen.

“El Bachiller Tanco dice: En lo que toca a lo material de la


Imagen, los mayores artífices del arte de la pintura confiesan y han
confesado que la hermosura del rostro con tanta decencia alegre, es
inimitable de mano humana, y que es prodigioso el modo de la
pintura.

“El pintor Cabrera, cuyo voto nadie puede creer desautorizado,


dijo: Estoy persuadido de que hasta ahora no se ha hecho pintura que
perfectamente se le parezca, pues la mejor, puesta al lado del
Original, nos hace ver claramente esta verdad. El dibujo es de tan
peregrina extrañez, que por muchos años no se halló artífice alguno,
por valiente que fuera, que no quedase desairado en el empeño de
copiarla”. (Fernando Alvarez Prieto).
55

Antigua Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Archivo del Centro de Estudios


Guadalupanos de la Diócesis de Nezahualcóyotl.
56

A continuación transcribimos un famoso dictamen sobre la naturaleza


del ayate del bienaventurado Juan Diego.

D I C T A M E N

México, D.F., a 9 de febrero de 1976.

Señor
Manuel de la Mora Ojeda
Ciudad

Los subscritos, Doctores en Criminalística y designados por su


Persona, para dar a conocer algunas de las investigaciones científicas
que se han realizado en el Ayate de la Santísima Virgen de
Guadalupe, ante Usted, con todo respeto comparecemos y rendimos
el presente:

D I C T A M E N

MATERIAL DE QUE ESTA HECHO EL AYATE:

Está manufacturado de “Ixcle” (según el Benemérito de la


Lengua Mexicana, fray Alonso de Molina, “Ixcle” viene de “Ichtli”,
que aunque de “Radicales desconocidas”, significa “cerro o copo de
Maguey”).

Los filamentos del maguey, cuando no están aun, enteramente


limpios se les llama “Ixcle” y cuando nítidos, antes de torcerse,
hilarse o trenzarse, se les da el nombre de “Pita”.
57

En el lenguaje vulgar, la palabra, “Maguey” se aplica en general


a la mayoría de las especies de “Agave”, que son muy numerosas,
registradas alrededor de 175, siendo de notar que son plantas típicas
de la República Mexicana, particularmente en las regiones áridas.

Pertenecen a esta familia de las Amarilidáceas las siguientes:


Agave americana. L.
Agave atrovirens. Karw.
Agrave brachystachys. Cac.
Agave crassispina. L.
Agave cochlearis. L.
Agave cupreata. L.
Agave deweyana. Karw.
Agave Falcata. Engelm.
Agave filifera. Salm.
Agave fourcroydes. Darw.
Agave Hetheracantha. Zucc.
Agave lechuguilla. Torr.
Agave lophantha. Schiede.
Agave mapisego. L.
Agave melliflua. Cav.
Agave niviata. L.
Agave popotule. Zacc.
Agave potatorum. Zacc.
Agave rigida. Miller.
Agave salmiana. Otto.
Agave sisalana. Otto.
Agave tequlana. L.
Agave univittata. Haworth.
Agave vivipara. L.
Etcétera.

El Ayate en cuestión, está manufacturado con Agave popotule.


SAC., el cual es una variedad del Agave lechuguilla. Torr., o
“tapamente”. De él, se extraen las fibras que se usan para fabricar
cordones. Algunos investigadores confunden el Agave popotule. SAC.
(Joaquín García Icazbalceta, Esteban Anticoli, Jesús García Gutiérrez,
Mateo de la Cruz, Mariano Fernández de Echeverría, y Veytia, etc.),
con el “Izote Yacca. Filamentosa L.”, que es una especie de palma.
Francisco Javier Clavijero, dice: “.... no tiene más de 6 ó 7 ramos,
58

porque cuando nace uno, se seca otro de los antiguos. Con sus hojas
se hacían antes espuertas o esteras, y hoy se hacen sombreros y otros
utensilios. La corteza, hasta la profundidad de 3 dedos, no es más
que un conjunto de membranas, de cerca de un pie de largo, sutiles y
flexibles, pero muy fuertes, y unidas muchas de ellas sirven de
colchón a los pobres....”.

Para la fabricación del Ayate, se machacan bien las pencas


chicas con palos fuertes, luego se ponen a hervir para que suelten
mejor y más pronto la “carne”, refiriéndose al izote. Posteriormente,
se lavan con agua de Tequesquite o “Piedra que sale por sí sola
(Cecilio A. Robelo)”, (Es una eflorescencia salina natural de
Carbonato y Sesquicarbonatos de Sodio. Se formaban 4 clases cuando
bajaba la laguna de Texcoco: Espumilla, Confitillo, Cascarilla y
Polvillo; las dos primeras especies eran las mejores), y con éste
método salen los estambres blanquecinos, que luego de torcerlos dan
los tejidos, que son ásperos, duros y resistentes.

Hay que hacer notar, que con el tiempo la parte que recibe más
luz, se va tornando suave y blanda. (Véanse los experimentos del
Norteamiericano D.M. MacMaster (en el Chemical Abstracts.
Published by the American Chemical Society de quince años a la
fecha, para las restauración de la blancura de fibras, con los Rayos
Ultravioleta).

En resumen, el Ayate Guadalupano (que tiene dos piezas unidas


por un hilo en sentido longitudinal), está hecho con fibras de Maguey
Popotule.

REACCION XANTOPRETEICA (“SANTO” = AMARILLO):

Las proteínas son substancias nitrogenadas, extremadamente


complejas, que son constituyentes esenciales de las células vivas de
plantas y animales. Todas contiene: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y
Nitrógeno; muchas de ellas poseen también: Azufre, Fósforo y Hierro.
Son coloidales, amorfas ópticamente activas, se precipitan de sus
soluciones por el alcohol o por sales alcalinas. Si se les hidroliza se
disocian en gran cantidad y variedad de aminoácidos, que en número
mayor de 20 constituyen los componentes unitarios de las proteínas.
59

Con el Ácido Nítrico concentrado, producen color amarillo


deshaciéndolas poco a poco; a ésta reacción se le llama
“Xantoproteica”.

REACCION XANTOPROTEICA EN EL AYATE DE LA VIRGEN DE


GUADALUPE:

Ya en diciembre de 1836, Antonio María de Jesús Campos y


Moreno, nativo de San Felipe del Progreso, Obispo titular de Resina, y
Abad de la Basílica de Guadalupe del 11 de junio de 1834 al 12 de
enero de 1851, dice: “....La Imagen tuvo entonces un suntuoso
tabernáculo de Plata sobre dorada, cupo pero era de 3 mil 256
marcos, con un costo de 78 mil pesos, obra de fray Antonio de Jara,
monje benedictino de Monserrate. El centro del tabernáculo esta
ocupado por un cuadro de Oro que pesaba 4 mil 50 castellanos (Un
castellano equivalía a la cincuentava parte de un Marco de Oro, y
éste Marco era igual a 230 gramos de Oro). En otras palabras el
cuadro de Oro pesaba 18 kilogramos 630 gramos. Detrás del lienzo se
instaló una lámina de Plata, valuada en 2 mil pesos de aquella época.

Anteriormente se limpiaba la Plata, frotándola con una solución


al 50% de Ácido Nítrico concentrado con 50% de Agua. Cuando se
obscurecía el metal, se restregaba con una mezcla venenosa formada
por 1 parte de Cianuro de Potasio con 8 partes de Agua. Por último,
se volvía a lavar con Agua y se ponía a secar. Para sacarle el brillo
final a la Plata, se usaba una gamuza con Colcótar u Oxido Rojo de
Fierro (Fe2 O3).

Con posterioridad, se colocó la Imagen, cubierta por un cristal


muy fino, en su marco estancó de Plata, el cual tenía su respectivo
mecanismo de cerradura.

Por imprudencia de los limpiadores, derramaron Ácido Nítrico


en una esquina de la Tilma.

Se llevó a cabo la reacción Xantoprotéica, y aún hoy día se


pueden ver en el ángulo izquierdo superior del lienzo (derecho para
un observador que la ve de frente), las manchas que dejó el Ácido
Nítrico.
60

Pero hay dos fenómenos que no tienen explicación:

1.- El Ayate no se deshizo con el Ácido Nítrico.


2.- Las manchas de la reacción Xantoprotéica se están borrando
poco a poco.

ATENTADO PARA DESTRUIR EL AYATE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE


GUADALUPE:

Detalle de las manos de Nuestra Señora de Guadalupe. Archivo del Centro de


Estudios Guadalupanos de la Diócesis de Nezahualcóyotl

Un obrero de nombre Luciano Pérez, colocó una ofrenda


formada por un ramo de flores, en el Altar Mayor de la Basílica de
61

Guadalupe, ante la Imagen venerada. Luciano salió tranquilamente,


y a los pocos minutos estalló una bomba de dinamita, que se
encontraba oculta en las propias flores. Con la explosión, se
demolieron las gradas de mármol del Altar Mayor, los candeleros,
todos los floreros, los vidrios de la mayor parte e las casas cercanas a
la Basílica, un Cristo de latón que se dobló y que se conserva en ese
estado. Pero no se quebró el cristal de la Imagen. El atentado fue a
las 10:30 de la mañana el día 14 de diciembre de 1921.

En síntesis, el suceso precedente no puede ser interpretado


científicamente, por no poseer un franco conocimiento axiomático
(real) de sus principios y causas.

DESCRIPCION DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE:

Según el prolijo examen que mandó hacer el 25º. Virrey de la


Nueva España, don Antonio Sebastián de Toledo, marqués de
Mancera, en presencia del Licenciado Juan Salguero, del Bachiller
Tomás Coronado, el Experto Nicolás de la Fuen Labrada, del Perito
Juan Sánchez, del Conocedor Alonso de Zárate, y de 10 de los más
diestros pintores de ese tiempo, así la reseñan:

“….. Este precioso Ayate en que se apareció la Siempre Virgen


María, Nuestra Reina de Guadalupe, es de 2 piezas pegadas y cosidas
con un hilo blando. Es tan alta la bendita Imagen, que empezando en
la planta de su pie, hasta llegar a la coronilla, tiene 6 jemes de
hombre y 1 de mujer (“Jeme” es la distancia que hay desde la
extremidad del dedo pulgar a la del dedo índice, separando el uno
del otro todo lo posible. Es de hombre es unos centímetros más
grande que el de mujer). El cabello es muy negro y partido al medio
de la frente serena y proporcionada. El rostro llano y honesto. Las
cejas muy delgadas. Los ojos bajos. La nariz proporcionada. La
boca Breve. El color trigueño nevado. Las manos puestas al pecho
sobre la cintura y levantadas hacia el rostro. En la cintura tiene un
cinto morado, apareciendo sueltos debajo e las manos, los 2 cabos de
su atadura. Descubre solamente la punta del pie derecho, con el
calzado pardo muy claro, de tono cenizo. La túnica que la viste
desde el cuello a los pies, es de color rosado y las sombras de carmín
oscuro, y está engalanada con labores de Oro.
62

Tiene por broche al cuello un óvalo pequeño también de Oro,


con rayos negros alrededor de las orillas, y dentro de él un círculo
negro con una cruz en medio. Las mangas de la túnica son redondas,
y vueltas descubren por forro un género de felpa que parece blanca.
Muestra también una túnica interior de color blanco que tiene
deshilados los extremos, con pequeñas puntas que se descubren en
las muñecas. El manto es de color verde mar, el cual cubre la cabeza
dejando descubierto todo el rostro y parte del cuello, va tendiéndose
airoso hasta los pies haciendo pliegues en algunas partes, y se recoge
mucho sobre el brazo izquierdo entre éste y el cuerpo.

Está todo perfilado con una cinta de Oro, que sirve de adorno y
es algo ancha. Toda la parte que se descubre del manto, está
sembrada de 46 estrellas de Oro salpicadas con profusión. La cabeza
se encuentra devotamente inclinada hacia el lado derecho. Ciñe una
corona real que asienta sobre el manto y termina en puntas o astas
de oro, que son 10, ahusadas arriba y anchas abajo. A los pies una
media Luna con las puntas hacia arriba, recibiendo en medio el
cuerpo de la Imagen, la cual está toda como en un nicho en forma de
Sol. Por lo lejos se ven resplandores amarillos anaranjados, y por lo
cerca, parecen que nacen de la espalda de la Virgen. Del lado
derecho hay 62 rayos y por el izquierdo 67, dando un total de 129
flamas de Oro. Lo restante del lienzo, así en longitud como en
latitud, está en celajes de nubes algo claras que la rodean formando
una concavidad. Esta divina fábrica descansa sobre un ángel que le
sirve de planta, descúbrese de la cintura para arriba y el resto se
oculta entre nubes. Junto al rostro muestra una túnica interior de
color blanco, tiene las alas tendidas con ricas plumas largas y verdes.
Su ropa es de color bermejo a la que se adhiere un cuello dorado.
Como tiene los brazos abiertos, con la mano derecha coge la punta
del manto y con la mano izquierda la e la túnica, y por ambos lados
caen por encima de la Luna. El rostro del ángel es el de un niño
hermoso, que, al parecer, está muy contento de conducir así a la
Reina del Cielo.....”.

Explicación de la Santa Imagen por el pintor Oaxaqueño, el


Juxtlahuaco Miguel Cabrera:

“..... La sobre humana pintura nos representa a la Virgen como


se acostumbre comúnmente representarla en el misterio de su
63

Inmaculada Concepción. Tiene el semblante de una indita de linaje


real, de la edad de 14 ó 15 años, está d pie en una medio Luna que
descansa sobre la cabeza de un pequeño ángel, vestido de una túnica
roja, el cual, como si se asomara de entre las nubes que forman el
contorno de la Imagen, sostiene con una mano le extremidad del
manto y con la otra la túnica, que en largos pliegues cae sobre los
pies. La modestia, hermosura y amabilidad de su rostro, cuya tez es
poco más morena que el color de la perla, las mejillas sonrosadas del
rubor infantil de la inocencia, los ojos bajos y como de paloma,
apacibles y de benévola mirada, ligeramente inclinados, las manos
juntas y unidas sobre el pecho, en ademán de quien humildemente
ruega, todo el conjunto, en fin, de sus facciones, hace lo que suele
decirse: “belleza inimitable de encanto virginal y divino”. Está
vestida de una túnica rosada con sobrepuestos o arabescos de flores
de Oro, y le ajusta al cuello un botón amarillo en cuyo medio campea
una pequeñita cruz de color negro bruñido. A su cintura tiene una
faja morada de 2 dedos de ancho, que remata debajo de las manos
en un lazo de 4 hojas. El manto es de color entre verde y azul y está
todo sembrado de estrellas. Tiene la cabeza devotamente inclinada
a la mano derecha y sobre el manto que la cubre, una corona de 10
rayos o puntas de Oro. Toda la Imagen, en fin, tiene como por
resplandor al Sol, que hermosamente la rodea, despidiendo rayos,
unos un tanto serpenteados y los otros rectos, dispuestos
alternativamente, 62 por el lado derecho y 67 por el otro. Sirve de
fondo al Sol el campo que se deja ver entre sus rayos, y que en el
contorno de la Imagen, es tan blanco que parece estar reverberando,
y después se le introduce un color amarillo algo ceniciento, y se
concluye con un contorno de nubes de un colorido un poco más bajo
que rojo, que forman como un nicho, en cuyo centro está colocada la
sobrehumana Imagen de la Patrona y Madre de los Mexicanos.....”

CONSERVACIÓN DEL AYATE GUADALUPANO:

Investigaciones mandadas hacer por Bartolache:


El Doctor José Ignacio Bartolache y Díaz de Posada, nació en
1739, en la Ciudad de Guanajuato. Fue recogido por un protector
anónimo, pues era de familia muy humilde, hasta que perdido su
favor hubo de buscar por sí mismo el medio de vida. Llegó a ser
bibliotecario del Seminario, más tarde profesor en la familia del
catedrático de Matemáticas de la Universidad, Joaquín Velásquez de
64

León. Ingresó en la Facultad de Medicina y obtuvo el grado de


Bachiller en 1766, y el de Licenciado y Doctor, en 1772, con una tesis
sobre el primer aforismo de Hipócrates: “Vita brevis, Ars longa”. Por
ausencia de don Joaquín, sirvió como profesor de matemáticas de la
Universidad con éxito notorio, a tal punto que cuadruplicó el número
de los alumnos. Emprendió la publicación del famoso “El Mercurio
Volante”, primera revista médica editada en América. En 1774, tuvo
la habilidad de saber preparar unas pastillas férricas, anunciando su
producto y sus excelencias, en idioma mexicano, obra titulada
“Netemachtiliztli”. Tiene interés de que apartándose del
pensamiento reinante y oficial se declaró defensor ardiente de las
ideas de Descartes.

En 1789. Bartolache, para poner en hesitación la Imagen


Guadalupana, mandó hacer copias a diversos pintores, tales como:
José Ignacio de la Cerda, Anastasio Echeverría, José Joaquín Esquivel,
Ignacio Estrada, Mariano Guerrero, Rafael Joaquín Gutiérrez, Andrés
de Islas, José Andrés López, José María Vásquez y Antonio León (Es
pertinente hacer notar que los artistas: Sebastián Rodríguez, José
Juárez, Antonio Rodríguez, Juan y Nicolás Rodríguez Juárez y
Antonio Torres, examinaron con mucha antelación el Ayate de Juan
Digo, e hicieron copias de la Virgen de Guadalupe sobre telas
preparadas).

Las que mandó hacer el Doctor Bartolache fueron sobre Ayates


manufacturados con “Pita” de “Agave”, y se emplearon los pigmentos
minerales, vegetales y animales del primer tercio del siglo XVI.
Verbigracia, para los Rojos:

Minerales: Oxido Rojo de Mercurio (Minio) y Sulfuro Rojo de


Mercurio (Cinabrio o Bermellón).
Vegetales: Laca Roja, Rojo de Brasil, Rubia, Sangre de Drago y
Tornasol.
Animales: Extracto de Cochinilla.
Y otras substancias, tales como:
Abetinote. (Resina fluida que mana a través de la corteza de
Abeto).
Aceites de Adormidera, de Linaza, de Nuez y de semillas de
Lino.
65

Almáciga. (Resina clara que se extrae de la corteza de


Lentisco).
Bálsamo de Pino. (Líquido amarillento obtenido del “Abias
Balsamea”.
Cola de Retal (sacad de recortaduras de Baldes o piel de oveja).
Goma Arábiga. (Su principal componente es la sal Cálcica).
Pintura Sólida de Huevo.
Sandaraca: (Resina amarillenta que se saca del Enebro).
Y
Trementina de Venecia. (Líquido pegajoso se saca de pinos,
abetos, etc.).
Las reproducciones se realizaron siguiendo distintos métodos:
Al Aguazo (Los colores son disueltos o suspendidos en agua,
incluso el blanco.).
Al Oleo (Los colores en polvo se mezclan con aceite de linaza y
se les adiciona un aceite secante).
Al Estuco (En la que al Ayate se le ha puesto una masa de yeso y
agua de cola, y los colores están disueltos o suspendidos en agua de
cal).
Al Temple (La hecha con colores preparados con líquidos
glutinosos y calientes; como el agua de cola).
Además los artistas siguieron otras técnicas descritas en el
libro: “El Arte de la Pintura su Antigüedad y su Grandeza”, publicado
en 1649, en Sevilla e impreso por Simón Faxardo. En esta obra de
francisco Pacheco, se enseña el modo de preparar y de pintar todas
las pinturas.
Pero las copias hechas sobre Ayates, pro los pintores que
cooperaron con el Doctor Bartolache, presentaron los mismos
cambios:
El amarillo a gris amarillento.
El naranja a anaranjado desteñido.
El azul a azulino acerado.
El blanco a sucio lechoso.
El carmín a rojo poco encendido.
El morado a violeta descolorido.
El rojo a encarnado café.
El rosado a blanco gorrinero.
El verde mar a verdinegro.
El oro se saltó a los pocos meses.
66

El negro manufacturado con carbón vegetal permaneció


incólume.

Las reproducciones de la Virgen de Guadalupe, se colocaron en


la Iglesia, expuestas, a igual que el Ayate de Juan Diego al salitre,
éste aparece en las paredes, en los pisos, en cueros, telas, papeles,
Ayates, y en general en los lugares húmedos, muchas veces mezclado
con Nitrato de Calcio y de Magnesio. (El saiitre es el Nitrato de
Potasio, es muy soluble: 100 gramos de agua disuelven 85 gramos de
KNO3; y como oxidante es muy enérgico).

Otros artistas que pintaron a la Virgen de Guadalupe:


Baltasar de Echave Rioja “El Mozo” (floreció en México de 1660
a 1680). Virgen de Guadalupe; en la Iglesia de la Congregación en
Querétaro, Querétaro.
José de la Mora (floreció de 1708 a 1725). La Guadalupana, en
el Templo de Ixcatlán, Oaxaca.
Antonio de Torres (Floreció de 1708 a 1730). Virgen e
Guadalupe, en la Capilla de la Salud de San Miguel Allende,
Guanajuato.
José de Ibarra (Floreció de 1730 a 1756). La Virgen de
Guadalupe y Juan Diego, en la capilla del Cristo, en la Catedral de
México.
Miguel Cabrera (Floreció de 1740 a 1765) Apariciones de la
Virgen, en la Capilla del Pocito de la Villa de Guadalupe, D.F. –
Retablo dedicado a la Virgen de Guadalupe, en la Capilla de la
Merced de las Huertas de Popotla, D.F. – Virgen de Guadalupe, en la
Iglesia de la Merced de Querétaro, Querétaro. –Procesión de la
Comunidad con la Virgen de Guadalupe, en el Templo de Guadalupe
de Zacatecas, Zacatecas. –Virgen de Guadalupe en la colección
particular del Señor Licio Lagos.
José de Alcíbar (Floreció de 1751 a 1800). Virgen de Guadalupe
en el Museo de Guadalupe de Zacatecas, Zacatecas. En pinacotecas
personales existen muchas otras pinturas sobre la Guadalupana,
hechas por Alcívar.
Francisco Antonio Vallejo (Floreció de 1756 a 1783). Virgen de
Guadalupe, en la Capilla de los Dolores de la Ciudad de México.
Andrés López (Floreció de 1777 a 1812). Virgen de Guadalupe,
en la Iglesia de San Diego de Aguascalientes, Aguascalientes.
67

Rafael Jimeno y Planes (Floreció de 1794 a 1825). Virgen de


Guadalupe y Milagro del Pocito, en el altar de la ex Capilla del
Antiguo Colegio de Minería, D.F. –Milagro del Pocito (diferente), en la
Pinacoteca Virreinal de San Diego de la Ciudad de México.
José María Vásquez (Floreció de 1785 a 1819). Guadalupana, en
la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe de la Catedral
Metropolitana. –Virgen de Guadalupe en la Iglesia de Loreto de la
Ciudad de México.
Abundan los cuadros pintados con el tema de la Virgen de
Guadalupe por artistas anónimos, algunos de ellos, poseen gran valor
por su colorido y técnica.

Casi todas las Guadalupanas realizadas por los pintores arriba


citados, se hallan en perfecto estado, excepto aquellas que se
colocaron cerca del Santuario del Tepeyac, lugar en donde se volvió a
repetir el mismo fenómeno destructivo sobre las pinturas.

El original y gran cuadro que hubo en la Colegiata de


Guadalupe, también se despedazó. En él se leía en los idiomas
mexicano y castellano, lo siguiente: “Retrato de la primera y solemne
procesión en que la Santísima Virgen de Guadalupe fue traída de la
Ciudad de México por el Illmo. D. Fray Juan de Zumárraga, primer
Obispo de dicha Ciudad, el año de 1533, a la iglesia que se le erigió
en éste lugar de su aparición, gobernando éste reino el Exmo. Señor
D. Sebastián Ramírez de Fuenleal”.

Prescindamos de más de cien años en que la Imagen de la


Virgen de Guadalupe estuvo sin resguardo de cristales, expuesta alas
negras emanaciones de velas, cirios, veladoras y de más de 70
lámparas que ardían enfrente de ella.

Prescindamos del salitre que destruye las telas, mantas, tilmas,


ayates, pinturas, paredes y pisos de edificios, enmohece al Hierro y
maltrata a la Plata.

Pongamos sólo atención, en que el Ayate estuvo casi tres siglos,


sufriendo la continua frotación de un sin número de millares de
estampas, lienzos, láminas, medallas, rosarios, muletas, bastones,
distintivos, escapularios y manos que tocaban la Imagen
Guadalupana. Tilma, que aunque hubiera sido hecha de bronce, si no
68

fuera por causa sobrenatural, ya se encontraría borrada, rota o


asolada.

¿Pues cuál debe de ser nuestra admiración, si reparamos en lo débil,


suave, escasamente resistente y poco durable que es el Ayate, y que
en un período tan largo de tiempo no recibió lesión alguna?

Y pensar que en nuestros días para conservar las obras bellas de


la Bellas Artes y para que no se alteren las pinturas, el Museo
Británico recomienda: un 60% de Humedad Relativa a 60 grados
Fahrenheit, salas no muy grandes (para así evitar la contaminación
atmosférica), fumigaciones adecuadas, control continuo de la
temperatura y de la ventilación, eludir reflexiones en los cuadros,
69

precaver la formación de micro-organismos, verificar la ausencia de


compuestos azufrosos y de polvos, impedir cambios bruscos en la
humedad y en la temperatura, prevenir iluminaciones intensas,
control microscópico y tintométrico, análisis con rayos X, fotografías
con luces ultravioleta de onda corta y larga, y al infrarrojo, etc.

Científicamente no se puede explicar la conservación del Ayate


Guadalupano.

ANÁLISIS QUÍMICO DE LOS COLORANTES ROJO Y AMARILLO DE DOS


FIBRAS DEL AYATE DE LA SANTIMIMA VIRGEN DE GUADALUPE.

En 1936, siendo Abad de la Basílica de Guadalupe, don Feliciano


Cortés Mora, le dio para su relicario, al señor Francisco de Jesús
María Echavarría, preconizado en 1905, Obispo de Saltillo, algunos
hilos de la tilma de Juan Diego.

Dos fibras, una de color rojo y la otra amarilla, se mandaron


analizar al extranjero, a uno de los institutos de may9or prestigio en
el mundo. El químico que las estudió fue el Doctor Ricardo Jun,
nacido en Viena en 1900. Discípulo de Ricardo Willstater, que fue
Premio Nobel de Química en 1915. El Doctor Jun, llegó a ser Director
de la Sección de Química del “Kaiser Wilhelm Institut” – (Instituto del
Emperador Guillermo), e Heildelberg, Alemania. Se le concedió el
Premio Nobel de Química para 1938, que el régimen nacional
socialista le impidió aceptar en aquella época, pero que recibió
posteriormente en 1949. (La vía que se siguió para hacer llegar al
Maestro Ricardo Kuhn las fibras del Ayate, fue el siguiente:

1. El sacerdote Echavarría, dio al Doctor Ernesto Sodi


Pallares, las dos fibras para mandarlas analizar, esto fue
en los primeros meses de 1936.
2. El Doctor Sodi Pallares, en 1936 estudiaba el segundo año
de Preparatoria y tenía como materia forzosa el idioma
Alemán.
3. La cátedra la daba el maestro alemán Fritz Hahn, quién
fue invitado por el nacional socialista para asistir a Berlín,
a la Olimpiada de 1936.
70

4. Por su parte el Doctor Sodi Pallares, era muy amigo del


sabio tabasqueño Marcelino García Junco, Profesor
Emérito de Química Orgánica de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
5. El profesor García Junco, había obtenido su Doctorado en
Química Orgánica en Alemania y era amigo del Doctor
Ricardo Jun.
6. El Doctor Sodi Pallares, logró obtener una carta de
presentación para el Doctor Ricardo Jun recomendando al
maestro Fritz Hahn; persona ésta última que llevaba las
fibras del Ayate, para ser analizadas.

El resultado que mandó el Doctor Ricardo Kuhn, fue que en las


dos fibras analizadas, una roja y la otra amarilla, no existían
colorantes vegetales, ni colorantes animales, ni colorantes
minerales.

Sobre los colorantes sintéticos, verbigracia:


La Alizarina, obtenida artificialmente por Caro, Graebe y
Liebermann, a partir del ácido antraquinonsulfónico, en el
año de 1868.

El Añil sintético, a partir de la Isatina con cloruro de


Fósforo, por Baeyer, en 1870. Y en el mismo año, a partir
de la nitroacetofenona, por Englefi y Emmerling.
La Rosanilina, reconocida en 1876, como derivado del
trifenilmetano, por E. Y O. Fischer.
El Añil, en sus primeros derivados obtenidos por Perkin, en
1883.
El Rojo Congo y los Colorantes Substantivos para el
Algodón, obtenidos por Boettiger, en 1884.
El Añil, sintetizado por primera vez por Heumann, en
1890.
Los Colorantes de Tina Antraquinónicos descubiertos por
R. Bohn, en 1901.
Etcétera.
71

No tienen ninguna importancia para el estudio de los colorantes


que pudiera haber, en el Ayate de Nuestra Señora de Guadalupe, por
ser su síntesis muy posteriores en 1531.

FENÓMENO DE RECHAZO QUE SE PRESENTA EN EL AYATE


GUADALUPANO:

No obstante los estudios que se han efectuado sobre tilmas


hechas con Agave popotule, Zacc., no existe una interpretación
científica que glose el: ¿Por qué el Ayate de Juan Diego, en donde
está la Santísima Virgen de Guadalupe, rechaza a los insectos y al
polvo?

Evaluando todos y cada uno de los estudios anteriores, es


nuestro criterio dar las siguientes:

C O N C L U S I O N E S

I.- CIENTÍFICAMENTE NO SE PUEDE EXPLICAR LA CONSERVACIÓN


DEL AYATE DE JUAN DIEGO DONDE ESTA LA IMAGEN DE LA SANTÍSIMA
VIRGEN DE GUADALUPE.

II.- CIENTÍFICAMENTE NO ES POSIBLE ESCLARECER EL: ¿POR QUÉ


NO SE HAN SALTADO, NI DECOLORADO, NI VIRADO LOS COLORES DEL
AYATE GUADALUPANO?

III.- CIENTÍFICAMENTE NO ES VIABLE COMENTAR EL: ¿POR QUÉ


NO SE DESTRUYO EL AYATE GUADALUPANO HECHO CON FIBRAS DEL
MAGUEY (Agabe popotule. Zacc.) POPOTULE, CUANDO LE CAYO EL
ÁCIDO NITRICO Y SE EFECTUO LA REACCION XANTOPROTEICA.?

IV.- CIENTÍFICAMENTE NO ES CONCEBIBLE DAR A CONOCER EL:


¿POR QUÉ EL AYATE EN DONDE ESTA LA VIRGEN DE GUADALUPE NO
SUFRIO DAÑO ALGUNO EN EL ATENTADO DINAMITERO DEL 14 DE
DICIEMBRE DE 1921?

V.- CIENTÍFICAMENTE NO SE DILUCIDA EL: ¿POR QUÉ NO SE


ENCUENTRAN COLORANTES VEGETALES, NI ANIMALES, NI MINERALES,
72

EN LAS DOS FIBRAS (UNA AMARILLA Y LA OTRA ROJA) DEL AYATE


GUADALUPANO, QUE SE MANDARON A ANALIZAR AL “INSTITUTO DEL
EMPERADOR GUILLERMO”, EN HEILDELBERG, ALEMANIA?

VI.- CIENTÍFICAMENTE NO SE HA PODIDO DESEMBROLLAR EL:


¿POR QUÉ EL AYATE DE JUAN DIEGO, EN DONDE ESTA LA VIRGEN DE
GUADALUPE, RECHAZA A LOS INSECTOS Y AL POLVO SUSPENDIDO EN
EL AIRE?

EL PRESENTE DICTAMEN LO RENDIMOS DE ACUERDO CON


NUESTRO LEAL SABER Y ENTENDER.

ATENTAMENTE

LOS PERITOS

_____________________________
__________________________________

DOCTOR ERNESTO SODI PALLARES DOCTOR ROBERTO PALACIOS


Cédula de la Dirección General de BERMÚDEZ
Profesiones No. 59634 – Como Me- Cédula de la Dirección General de
talurgista y Ensayador de la Uni- Profesiones No. 35777 – Como
versidad Nacional Autónoma de Abogado
México. en el Foro Mexicano de la Escuela
Registro Federal de Causantes: Libre
SOPE-19/04/13 de Derecho.
Registro Federal de Causantes:
PABR-17/10/09
73

Análisis por Computadora en los Ojos


De la Virgen de Guadalupe
Por el Dr. José Aste

Ingeniero Civil graduado en la Universidad Nacional de Ingeniería,


Lima, Perú. Doctorado (Ph. D.) en Ingeniería de Sistemas
Ambientales. Universidad de Cornell, New York, U.S.A.

Tenía yo el interés, desde mi llegada a México, de digitar por


computadora un signo representativo de México; no sabía si sería el
Calendario Azteca u otra cosa. Por esos días llegó a mis manos una
revista americana en la que se mencionaba un trabajo de fotografía
que había realizado el Sr. Carlos Salinas, que fuera fotógrafo oficial
de la Basílica de Guadalupe, y se daban detalles de su trabajo sobre
el ojo derecho de la Imagen, en el que, por medio de
amplificaciones, se había encontrado una figura que representa a
Juan Diego.

Eso despertó mi interés y curiosidad. Por medio de algunos


amigos me puse en contacto con el Sr. De la Mora, Monseñor Salazar y
con el Padre Mario Rojas, y obtuve algunas fotografías que se habían
tomado directamente del original (de la Imagen). Con ellas empecé a
trabajar.

Inicié el proceso de digitalización de la imagen, consistente en


introducir en la computadora una fotografía para convertirla en
números o letras, según sean los tonos o colores, correspondiendo el
cero al tono más intenso de negro y un número o letra más elevado al
tono más blanco. Para lograr lo anterior, se utiliza una máquina que
se conoce con el nombre de “barredor” o microdensitómetro. En
esta máquina se coloca la fotografía sobre una mesa que se desliza
bajo un rayo de luz que incide en un punto de la fotografía.

En el trabajo que he realizado, he usado la toma de 25 micrones. Por


25 micrones; esto es, en un cuadro de un milímetro por un milímetro,
se toman 1600 puntos. Se han tomado muestras más pequeñas; es
decir, en el cuadro de un milímetro por un milímetro, se han digitado


Tomado de México Desconocido, Edición especial Virgen de Guadalupe 450 aniversario 1981 p.42-44
74

6 x 6 micrones, lo que nos da 25 mil puntos. Con esto es posible


hacer ampliaciones hasta de 2500 veces del tamaño original.

Baste esta pequeña explicación de los métodos que ha estado


usando, para ir de un descubrimiento asombroso a otro.

Cabe mencionar que mi descubrimiento está realizado en el iris


de los ojos de la Virgen, los cuales tienen una medida entre 7 y 8
milímetros de diámetro en su tamaño original. Para este trabajo ha
usado “filtros” con los cuales se suavizan o contrastan las imágenes,
eliminando lo que no sea parte de ellas.

Al iniciar mis estudios sobre este tema, lo primero que analicé


fue el ojo izquierdo, y cuando descubrí la primera figura, debo
confesar que la emoción en mí era indescriptible; había encontrado
la figura de un indígena con las manos en actitud de oración, la vista
hacia arriba, sentado, con la pierna izquierda bajo la derecha y
descansando en el suelo; en el pie izquierdo puede apreciarse que el
indígena usa huarache, viéndose además la correa del mismo.
Siguiendo de izquierda a derecha el recorrido, se aprecian dos figuras
más, una de ellas con calva prominente y los pómulos bastante
hundidos, la cabeza inclinada y viendo hacia abajo; parece tener una
lágrima en el ojo izquierdo. Junto a este personaje esta uno más
joven; supuestamente se trata del Obispo Juan de Zumárraga y del
que fuera su traductor, Juan González. Esta escena guarda gran
parecido con la pintura del pintor oaxaqueño Miguel Cabrera que,
como sabemos, fue el pintor guadalupano por excelencia. También
Juan González tiene la vista hacia abajo. Más adelante la otra figura,
que tiene como característica un sombrero de ala angosta, tal y como
lo usaban los macehuales; parece tener atado al cuello un lienzo y
sus brazos dan la apariencia de estar desdoblando el lienzo. Creo, sin
temor a equivocarme, que este personaje es Juan Diego. Atrás de él
se ve el rostro oscuro de una mujer; supongo que se debe tratar de
una empleada de la casa del obispo.

Los lectores preguntarán cómo es que Juan Diego mismo


aparece en el iris de la Virgen, si en la tilma Ella aparece de
espaldas, podríamos decir, al vidente del Tepeyac. Mi hipótesis
personal es la siguiente: la Santísima Virgen en persona se hallaba
contemplando la escena: es decir: estaba presente pero invisible,
75

frente al hecho prodigioso de la entrega de flores al Obispo y de la


impresión de su imagen en la tilma. Fue éste el mismo caso de
cuando se toma una fotografía a una persona o un grupo o cualquier
otra cosa; en los ojos del fotógrafo se ve reflejado lo que está viendo
en el momento de tomar la fotografía. Cuando Juan Diego extendió
la tilma para arrojar las rosas, en ese preciso momento debió de
imprimirse la imagen de la Divina Señora, y en esa impresión se captó
a la Virgen presente, incluyendo lo que sus ojos veían en ese
momento.

Ahora bien, en el extremo izquierdo del ojo, localicé a un


personaje barbado en actitud contemplativa también mirando hacia
abajo; con la mano derecha se toma la barba y barbilla en actitud
ensimismada respecto a lo que está observando. Es importante hacer
notar que en este personaje se aprecian dos de las tres fases de la ley
de Punkinsen y Sansón. El total de figuras que ocupan la parte
superior del iris, son seis.

Por otro lado, ahondando más mis estudios, descubrí, a otra escala
mucho menor, un grupo de indígenas; se diría que es una familia
compuesta por un hombre, una mujer y unos niños. Aún no
determino cuántos miembros componen este grupo.

Hasta el momento tengo localizados diez personajes en el ojo


izquierdo, mismos que se reproducen en el derecho, aunque no en el
mismo orden y posición.

¿Qué otras sorpresas arrojarán mis estudios? No lo sé;


únicamente puedo agregar que con el apoyo de la ciencia moderna,
estamos viendo que la Virgen de Guadalupe es capaz de mostrarnos
su milagrosa presencia.

Para finalizar, debo agregar que mis trabajos han estado


sometidos a estudio, por parte del Centro de Estudios Guadalupanos y
hasta el momento no se puede decir que estén concluidos.
76

APRECIACIONES DE CABRERA

“Nadie se ufanará hoy de aventajar a Miguel Cabrera (nació en


1695 y murió en 1768), el pintor por excelencia de nuestro siglo XVIII,
en describir, según el arte, la Santa imagen (de la Virgen de
Guadalupe) o en copiarla. La que hizo en 1752 para S.S. Benedicto
XIV es, a juicio de su ayudante José de Alcívar, ‘el retrato más
parecido’.”

Los pintores “Alcívar y Arnáez ayudaron al mismo Cabrera a


hacer en 1752 tres copias (de la imagen de Ntra. Sra. De Guadalupe),
una para S.S. Benedicto XIV, otra para el señor arzobispo de México y
la tercera para modelo de las muchas que diariamente recibía
encargo de hacer”.

Maravillosa duración de la Imagen de nuestra


Señora de Guadalupe.1

La larga duración de más de doscientos y veinte y cinco años,


que goza la admirable Pintura de nuestra Señora de Guadalupe, y las
qualidades opuestas á esta duración, de que abunda esta región
Mexicana, dentro de cuyos términos está el Templo, donde se venera
de todo este nuevo Orbe, me hacen reflexar desde luego en ella.
Está México no sólo fundado sobre una Laguna, y rodeado de otras,
sino llenos también los Valles que lo ciñen de abundante salitre; por
lo que ha de ser su ayre húmedo, y cargado de partículas salitrosas,
enemigos, que avivados con lo templado de la región, son bastantes á
desmoronar, como cada día lo vemos, los edificios, y consumir al
mismo hierro.

Lo cierto es, que no había menester el lienzo, en que está


delineada la Sagrada Imagen, tan poderosos contrarios para acabarse
dentro de breve tiempo: bastaba sólo la materia, de que se compone,
para que á poco tiempo se deshiciera, y para que lo lloráramos ya
destruido. Razón, por que juzgo, que debemos atribuir esta rara
conservación á especial privilegio, que goza por estar pintada en él la


Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. Conmemoración Guadalupana Arquidiócesana, 450 años, Ed.
ISEE, México, 1984.
1
Se conserva la ortografía original.
77

Sagrada Imagen. Lo que se nos hará más perceptible, si reflexamos


en otra especial circunstancia, que me causó grande admiración
quando la observé.

Es el lienzo o Ayate, en que está pintada la Reyna de los


Angeles, de dos piezas iguales unidad, ó cosidas con hilo de algodón
bien delgado, é incapaz por si de resistir qualquier violencia. Pues
este frágil hilo resiste, y ha estado resistiendo por más de dos siglos
la fuerza natural, peso o tirantes de los dos Lienzos que une, que son
de género por su naturaleza pesados, y mucho más recio que el débil
algodón. El mismo frágil hilo ha resistido a los embates, que padece
todo el Lienzo en las innumerables Pinturas, y otras alhajas piadosas,
que se tocan y han tocado a la Sagrada Imagen en las ocasiones, que
se abre la vidriería: que aunque esto no se ejecuta todos los días, no
puede menos de haber sido muchas al cabo de más de doscientos
años. En una sola ocasión, por los años de doscientos y cinqüenta y
tres, que estando yo presente se abrió la vidriera, fuera de
innumerables Rosarios, y otras alhajas de devoción, pasaron a mi ver
de quinientas las Imágenes que se tocaron al Lienzo; pues gastaron en
este piadoso excercicio varias personas Eclesiásticas de distinción
más de dos horas; con lo que me confirmé en el dictamen, que tenía
formado, de parecer esento este Lienzo y su celestial pintura de las
comunes leyes de la naturaleza.

II De la tela, o lienzo en que está pintada


Nuestra Señora de Guadalupe

Es la Tela o Lienzo, en que está pintada la Virgen Guadalupana,


según parece, un tejido grosero de ciertos hilos, que vulgarmente
llamamos, Pita, que sacaban los Indios de unas Palmas propias de
este País, de que en la antigüedad labraban sus pobres mantas, a las
quales en su natural idioma llaman Ayatl, y nosotros vulgarmente
Ayate. Su trama y color es semejante al lienzo crudo, o Bramante de
la Europa, que aquí decimos Cotense, aunque no es como el superior,
ni el ínfimo, sino como el que regularmente tenemos por mediano.

Otros han discurrido, que esta maravillosa Manta está tejida de


la Pita, que sacaban del Maguey. A lo que no asiento: y la razón es,
que los Ayates, que vemos de esta planta, y que todavía usan hoy los
Indios, son demasiadamente groseros; y el de nuestra Imagen no es
78

tanto, aunque lo parece por algunas marras ó hilos, que se


encuentran en su trama, semejante al Cotense dicho.

Y a la verdad, que para persuadirnos al entero crédito y


calificación del Milagro de esta Pintura, me parece ocioso averiguar,
si la materia en que está es de Palma o Maguey, porque una y otra es
la más desproporcionada, que pudiera elegir un humano Artífice;
respecto a que sin disposición alguna había de ejecutar en ellas una
tan noble y excelente Pintura; lo que a mi ver también la acredita de
singular, como después veremos.

Lo que sí debe por ahora excitar más la admiración es la suavidad,


que se experimente en este Ayate; pues toda aquella aspereza, que
ofrece a la vista, y que por sí debiera tener, por componerse de
materia tan ordinaria, se le convierte al tacto en una apacible
suavidad, muy semejante a la de la fina seda, como lo he
experimentado las repetidas veces, que ha tenido la dicha de tocarlo;
y ciertamente que no gozan de este privilegio los otros Ayates de su
especie.

III De la falta de aparejo en esta Pintura

Insinuada en el modo dicho la materia de nuestro Lienzo, se


seguía dar noticia del Aparejo, o disposición, que antecede siempre a
toda Pintura. Pero siendo la nuestra tan singular, lo es también en
carecer de toda disposición y Aparejo como consta de la declaración,
que los Pintores hicieron, examinándola por el haz, y embez el año
de mil seiscientos sesenta y seis, que refiere el R.P. Francisco de
Florencia de la Compañía de Jesús: en ella afirmaron con juramento,
que visto el Lienzo por el embez, se ve transportada toda la Santa
Imagen, con todos los colores, que se admiran en el haz. De donde
necesariamente se infiere la total falta de Aparejo; pues a tener
alguno, fuera naturalmente imposible, que se vieran los colores
transportados por el reverso del Lienzo. Porque el Aparejo no sólo
sirve para hacer tratable la superficie al Pintor, y para que éste
pueda sin las molestias de los hilos de la tela pintar; sino también
para impedir el paso a los colores, como nos lo enseña la experiencia.

Ni sólo el dicho de los Pintores citados convence este mi


pensamiento; también la Sagrada Imagen nos lo hace ver. Está ahora
79

cubierto su respaldo con dos grandes láminas de fina plata, apartadas


como dos o tres dedos de ella: entre lámina y lámina hay una
pequeña hendidura, por la qual, sin que estorve el Lienzo se ven con
claridad y distinción los objetos, que están de la otra parte: así lo he
experimentado repetidas veces; por lo que me persuado a que no
tiene Aparejo está nuestra Imagen prodigiosa, pues si lo tuviera,
impidiera el paso a la vista la interposición de la pintura entre los
ojos y el obgeto. Bien es que si alguno se ha engañado en juzgar que
está aparejado el Lienzo, ha tenido fundamento su equívoco en otra
no vulgar singularidad de esta Pintura, que a mí también me engañó a
la primera vista: de ella hablaré después en más proporcionado lugar.

IV Del maravilloso dibujo de nuestra


Señora de Guadalupe

Es este tan singular, tan perfectamente acabado, y tan


manifiestamente maravilloso, que tengo por muy cierto que qual
quiera que tenga algunos principios de esta Arte, en viéndola, se
difundirá en expresiones, con que dará a conocer por milagroso este
portento. Consiste, pues, el Dibujo en aquella perfecta delineación,
a que deben concurrir como partes principales la circunscripción
ajustada, o contorno cierto de la figura: la atenta consideración de
las partes (son términos propios de la facultad) la correspondencia de
éstas con el todo; a que debe también concurrir la exacta
observancia de la buena simetría. Todo esto se ve ejecutado con
especial primor en el admirable Dibujo de nuestro asunto, en tal
grado, que no sólo se conforma con los más delicados preceptos de la
Pintura, sino que en él se atienden todos dichosamente vencidos. No
sé yo explicar el pasmo, que me causa esta Maravilla del arte: porque
est al su primor, que se levanta mucho más allá de la más sutil
destreza de él, regulándole por el nivel de sus preceptos.

Su bellísima y agradecida simetría, la ajustada correspondencia


de el todo con las partes, y de éstas con el todo, es Maravilla, que
asombra a quantos medianamente instruídos en el Dibujo la perciben.
No tiene contorno, ni distorno, que no sea un milagro; como que está
latiendo en este admirable Dibujo la Soberanía de su Autor.

Medida, pues, por mí la Santa Imagen con la más prolija y


atenta diligencia, hallé que tiene en toda su altura ocho rostros y un
80

tercio, al que añadiéndole otro más, por lo poco que se inclina,


resultan ocho rostros y dos tercios, distribuidos en el modo siguiente.
El primero, desde el nacimiento del pelo hasta el extremo de la
barba; el segundo, desde aquí hasta los virginales pechos; y así los
demás: incluyéndose los dos tercios en toda su Estatura, esto es,
desde la superficie de la cabeza hasta sus sagradas plantas.

Y no se estrañe este modo de mensurar nuestra Imagen por


rostros, y no por módulos; que así lo practicaron los Príncipes de esta
facultad, como fueron Apeles, Fidias y Licipo; y de nuestros Españoles
Juan de Arfe y Gaspar Becerra; bien que siempre ha habido variedad
en orden al número de rostros o tamaños del cuerpo humano: porque
unos lo regularon por diez, otros por nueve y medio y un tercio, y
otros por nueve.

Esta diversidad trae su origen de las Regiones y Climas, en que


han escrito, por ser, en algunas corpulentos, y en otras no; pero
siempre consideraron al hombre en edad perfecta. Así lo practicó
nuestro célebre Alberto Durero, grande observador de la naturaleza;
y a más de esto, diligentísimo en repartir los tamaños del cuerpo
humano con proporción a sus edades: y representando el agraciado
aspecto de nuestra prodigiosa Imagen la de catorce o quince años, es
preciso confesar, que a toda su tierna y delicada simetría le conviene
bien la estatura pequeña en la que la vemos, y por lo mismo estar
bien conmensurada en los ocho rostros y dos tercios, que hacen siete
módulos o quartas, menos medio tercio, que tiene nuestra Señora, y
que regularmente tiene una doncella bien proporcionada de esta
edad; con que se halla conforme a las reglas y tamaños de el natural,
el que como principal obgeto de la Pintura tiene igual y muy ajustada
correspondencia con las perfectísimas proporciones de que hablamos.

Que la Santísima Señora se apareciese y pintase niña como de


catorce a quince años, se colige también de la misma Historia, que
entonces escribieron con sus figuras y caracteres los Indios.

El Licenciado Luis Becerra Tanco, Catedrático que fue de


Matemáticas y lengua Mexicana en esta Real Universidad, muy
versado en el idioma de los Indios, y en leer sus figuras, caracteres y
escritos, sacó de éstos a la letra los razonamientos, que tuvo la
Santísima Virgen con Juan Diego, y éste con su Majestad, como
81

afirma dicho Catedrático en el principio de su Historia. Y yo sé que


en estos razonamientos, por lo menos tres veces llama niña a la
Soberana Emperatriz el dichoso Indio. Léase dicha Historia en la
segunda Aparición, página catorce; y en la Aparición quarta, página
veinte y quatro; y otra vez en la segunda Aparición, página diez y
siete.

Ahora bien: la amabilísima Señora llama allí de hijo a Juan


Diego; pues ¿por qué éste habla de niña, y como a niña a la
hermosísima Princesa? Y más quando sabemos el profundo respeto y
veneración, con que la humildad y rendimiento de los Indios habla a
las Personas superiores. A mi no se me ofrece otra salida sino decir,
que Juan Diego vio niña a la Celestial Reyna; y aunque su
razonamiento no era correspondiente al nombre de hijo, con que le
habló nuestra Señora, lo era, y muy ajustado, a la edad, que
representaba la Reyna de los Angeles, y muy conforme a la inocente
sencillez de Juan Diego. Y siendo cierto que la Señora está dibujada
según y como apareció al felicísimo Indio, como consta del ya citado,
se sigue, que Niña , y no de aspecto de veinte o treinta años se
representó en el maravilloso Lienzo: y yo discurro, que si la Divina
Madre se nos representara en su Imagen de más edad que la de
catorce o quince años, no faltaría de sus bellísimos brazos su
Santísimo Hijo.

Me he detenido en este presente parágrafo, por parecerme


conveniente hablar de su Estatura donde se trata de su Dibujo, el que
dá bien a entender su peregrina extrañes, en que por muchos años no
se halló Artífice alguno, por valiente que fuera, que no quedase
desayrado en el empeño de copiarlo. Hable aquí D. Josef de Ibarra,
bien conocido por lo acreditado de su pincel: conoció este Artífice,
no sólo a los insignes Pintores, que en este siglo han florecido, sino
aun a muchos de los que florecieron en el pasado, y de los que no
alcanzó tiene noticias individuales y seguras: por todo esto, y por la
respetable edad a que ha llegado, autoriza mucho lo que dice en este
asunto. Óiganse sus mismas palabras, que se hallan en el papel de su
Declaración, que puso en mis manos a tiempo que éste se pretendía
imprimir.

“Es notorio (dice) que en México han florecido Pintores de gran


rumbo, como lo acreditan las obras de los Chaves, Arteagas, Xuárez,
82

Becerras, y otros, de que no hago mención, que florecieron: el que


menos de éstos, ciento y cinqüenta años há: y aunque antes vino a
este Reyno Alonso Vázquez, insigne Pintor Europeo, quien introdujo
buena doctrina, que siguió Juan de Rua, y otros; y ninguno de los
dichos, ni otro alguno pudieron dibujar, ni hacer una Imagen de
nuestra Señora de Guadalupe perfecta; pues algunas que he visto de
aquellos tiempos, están tan deformes, y fuera de los contornos que
tiene nuestra Señora, que se conoce que quisieron imitarla; mas no
se consiguió, hasta que se le tomó perfil a la misma Imagen original,
el que tenía mi Maestro Juan Correa, que lo vi y tuve en mis manos,
en papel aceytado, del tamaño de la misma Señora, con el apunte de
todos sus contornos, trazos, y número de Estrellas y de Rayos; y de
este dicho perfil se han difundido muchos, de los que se han valido y
valen hasta hoy todos los Artífices. He dicho todo esto, porque no se
entienda que en estos tiempos ha habido facilidad de hacer, como se
hacen, las Imágenes en algún modo parecidas a la original, en quanto
se pueda, y que los antiguos no pudieron; que ni ahora se pudiera,
sino hubiera dicho perfil; y así no me admiro ya de que en la Europa
toda no hayan podido hacer la Imagen de nuestra Señora de
Guadalupe; y si han hecho alguna, de que puedo dar fé, ha sido como
las que antiguamente se hacían acá”. Y luego más adelante dice:
“Prueba, de que es tan única, y tan estraña, que no es invención de
humano Artífice, sino del Todo Poderoso”.

Hasta aquí el citado: con lo que ya no tengo que decir acerca de


el Dibujo; y así paso a la Pintura de nuestra sagrado Lienzo.

V De quatro especies de pinturas, que concurren Maravillosamente en


la Imagen de nuestra Señora de Guadalupe

Ya se vé que fuera gran monstruosidad en la naturaleza, que un


individuo fuera compuesto de quatro especies distintas de animales.
Pues a la verdad, que poco menos diforme concibo yo en el arte un
individuo, quiero decir, un artefacto, o pintura, en quien
concurriesen sobre la superficie de un solo Lienzo quatro especies de
Pinturas distintas, que son las que se admiran hermosamente unidas
en el Lienzo de nuestra Señora de Guadalupe. Pero esto que a un
humano Artífice fuera impracticable por su mucha disenancia, y no
83

poco desabrimiento, vemos ya practicado. Divinamente en este


Virgíneo Lienzo con tal gracia y hermosura, que por más que yo lo
exagere, no puedo decir tanto quanto ello mismo dice, por el informe
que da a los ojos de quien le mira. Mano más que humana fue, a mi
corto juicio, la que ejecutó en este Lienzo las quatro especies dichas,
tan disímbolas, como ya diré. ¿Y qué salió de esta inusitada junta, o
combinación de tan distintas pinturas? El todo salió asombro de
perfecciones, pasmo de belleza, suavidad, unión, dulzura, y en fin;
salió portento de el más acendrado primor y valentía que se puede
imaginar en cada una de las quatro especies, que la componen:
quedando en este Divino Retrato la Pintura, jamás antes vista, como
de un pincel todo del Cielo, que supo unir y sacar lo disímbolo, o
distinto de ellas el mayor conjunto de perfecciones de quanto tiene
bueno la Pintura. Quien juzgare exagerativas estas expresiones, no
ha visto con atención la Milagrosa Imagen de Guadalupe: obsérvela
con atenta reflexión, que entonces ciertamente me culpará porque
digo tan poco de este Divino Encanto. Así lo entiendo; pero digo tan
poco, porque no sé decir más.

Son las quatro especies o modos de Pintura, que en Guadalupe


se admiran ejecutadas, al Oleo una, otra el Temple, de Aguazo otra,
y labrada al Temple la otra. De cada una de estas especies tratan los
facultativos; pero de la unión, o conjunción de las quatro en una sola
superficie, no hay autor, no sólo que la haya practicado, pero ni que
haga memoria de ella; y yo pienso que hasta que apareció esta
Pintura de Guadalupe, ninguno la había imaginado.

Están, según parece, en el bellísimo retrato de la princesa


soberana de Guadalupe la Cabeza y Manos al Oleo; la Túnica y el
Angel con las nubes, que la sirven de orla, al Temple; el Manto de
Aguazo; y el campo sobre que caen y terminan los Rayos se percibe
como Pintura labrada al Temple. Son estas especies tan distintas en
su práctica, que requiere cada una de por sí distinto Aparejo y
disposición: y no encontrándose en todas ellas alguno, como
dejamos dicho, hace más fuerza su maravillosa, y nunca vista
combinación, y mucho más en una superficie como la de nuestro
lienzo: para mí es este un argumento tan eficaz, que me persuado a
que es sobrenatural esta prodigiosa Pintura.
84

Este mismo juicio me parece formará, sin alguna repugnancia,


el menos inteligente en la Pintura, instruído con una leve noticia de
que los quatro modos dichos que en ella se notan. La primera al Ole,
se ejecuta en virtud de aceytes desecantes con unión, firmeza y
hermosura, para lo que ha de anteceder el Aparejo: y ésta es la más
prodigiosa, que se ha hallado entre las jurisdicciones del pincel. La
segunda al Temple, usa de colores de todas especies con goma, cola,
o cosas semejantes. La Tercera de Aguazo, se ejecuta sobre lienzo
blanco y delgado, y su disposición es humedecer el lienzo por el
reverso, sirviendo para los claros; de lo que se pinta el mismo que da
la tela. La Pintura labrada al Temple, que es la quarta, obra
empactanto y cubriendo en el mismo hecho de pintar la superficie; y
pide que la materia, en que se pinta sea firme y sólida, como tabla,
pared &c. Porque de ser, como se ve en Guadalupe, dicen nuestros
Autores las despediría de sí por lo muy pastoso y cargado de los
colores; tal, que por gastarse algo duras, no permiten manejarse con
el pincel, sino con unas paletillas hechas para el fin de revocar la
superficie. Estos son los quatro estilos de pintar, que a nuestro modo
se hallan practicados admirablemente en nuestro Lienzo. Y del
último entiendo, que nació aquel equívoco, que también yo padecí,
de juzgar como Aparejo ésta, que en mi inteligencia es quarta
pintura; lo que no tiene lugar por los motivos que dejamos dichos: y
sí lo tiene el discurrir, que donde hay, o se han contado tres
especies, no hace ni debe hacer fuerza, que se advierta otra; como
tampoco la debe hacer, que los Pintores antiguos no especificáran las
quatro Pinturas dichas: bien que éstos no faltaron a la verdad del
juramento, porque afirmaron que parecía al Oleo, y parecía al
Temple. En lo primero dixeron bien, por parecerlo la Cabeza y Manos,
como tengo dicho; y en el segundo también: pues aunque estos otros
tres modos o especies de pintar son tan diversos en su disposición y
en su práctica, son todos tres al Temple: y así dixeron bien quando
afirmaron, que parecía al Temple, y que parecía al Oleo.

¿Y quién dirá que la nunca vista conjunción de estos quatro


estilos, o modos tan distintos de pintar, tan bellamente ejecutados y
unidos en una superficie como la dicha, es obra de la industria, o arte
humana? Yo por lo menos, tuviera escrúpulo de afirmarlo: porque sé
lo insuperable, que es a las humanas fuerzas, y el inmenso trabajo,
que esto por sí tuviera, por ser impracticable, y en lo natural difícil,
haber de conformar quatro Pinturas, en todo tan diversas en su
85

disposición, en su práctica, en la manipulación de los colores, como


es mezclarse unas con aceyte, otras con agua y gomas; y en fin en la
alta inteligencia, que cada una de por sí necesita para ejecutarse con
el magisterio que aquí admiramos.

Yo he creído, que si un Artífice, el más diestro y diligente, se


pusiera a copiar esta Sagrada Imagen en un lienzo de esta calidad, y
sin ninguna disposición, queriendo imitar las quatro Pinturas dichas,
que en él al parecer se advierten, después de un grande y prolijo
trabajo no conseguiría el fin; y esto se verifica claramente en las
innumerables, que se hacen con todo esmero sobre lienzos bien
dispuestos, y practicando una sola Pintura, y al Oleo, que es la que se
ejecuta con más facilidad: de las quales estoy persuadido, que hasta
ahora no se ha hecho una, que perfectamente se le parezca; pues la
mejor, puesta al lado de la original, nos hace creer claramente esta
verdad.

VI Del precioso oro, y esquisito dorado de la Milagrosa


Imagen de nuestra Señora de Guadalupe

Es el Oro de que se vista la Emperatriz Soberana en su Sagrada


Imagen, asombro, que no sólo embelesa, sino que sorprende a los
más peritos Artífices en esta facultad: porque es tan especial, de tan
peregrina extrañes, y tan rara apacibilidad de color, que en quanto
vemos dorado de los más aseados y cuidadosos Artífices, y que en
esto han puesto su mayor empeño, no se encuentra cosa que sin
repugnancia de la vista se deje ver. Y en este rarísimo conjunto es al
contrario; porque es tan igual con la Soberana Pintura, que ni se
pudiera discurrir, ni hallar en lo humano especie de Oro tan esquisito
como él, y que tan bellamente se congeniara con esta prodigiosa
Pintura. Puedo asegurar, que la primera vez que logré verla, me
persuadí a que estaba el Oro sobrepuesto, como si fuera en polvo, y
que al más ligero soplo, o con tocarla, había de faltar de la
superficie. De manera, que quando se me ha ofrecido responder a los
que desean saber qué genero de Oro es, el más propio cotejo, que he
hallado para explicarlo, es decir, que se asemeja mucho a aquel que
a las Mariposas dio naturaleza en las alas, que pocos dejarán de
haber visto. Sucede en éstas lo que yo discurría, que había de
acontecer con el que sirve de agraciado adorno a nuestra Señora; y
es, que al cogerlas sacuden en menudos ápices la mayor parte de su
86

dorado, participando las manos que lo tocan mucho de él, por lo


superficial que está.

Esto es lo que me pareció a la vista; pero habiéndoseme


mandado, que la tocara, lo hico con la reverencia, que pide tan
Divina Imagen; y con admiración mía observé, que es todo lo
contrario: porque noté lo incorporado, que está el Oro con la trama,
de tal manera, que parece que fue una cosa misma tejerla y dorarla,
pues se ven distintamente todos sus hilos como si fueran de Oro, aun
mediando entre la vista y ellos el Oro, el que se conoce estar
bastantemente tupido.

Dixe, que está bien incorporado: porque advertí, que todo lo


que está dorado, está tan unido al Lienzo, que al tacto sólo se puede
conocer por la concavidad, que en él se percibe, como si estuviera
impreso, cosa que hace notable fuerza; porque no hay, ni se
encuentra en todo el Lienzo material alguno de aquellos, que se
practican para el efecto de dorar, como es ciza, ú otro semejante,
que es lo que pudiera haber causado esta concavidad:
verdaderamente que no se puede negar, que estas circunstancias sólo
pueden ser de una Pintura sobrenatural, pues se conoce no estar
hecha en aquel orden común y regular que se practica.

Tiene la Santa Imagen dorada la Túnica con unas flores de


estraño Dibujo. Compónense éstas de una vena de Oro, con la
singularidad de que ésta no busca las quiebras de los trazos o
cañones; sino que está seguida, como si fuera sobre cosa plana. Bien
que el Oro, en las partes donde está undida, se vé mas obscuro; por
lo que no le hace falta para la gracia y hermosura. Tiene también
dorada la Fimbria de la Túnica y la del Manto: están doradas las
Estrellas y los Rayos del Sol que vista la Santa Imagen: y también está
dorada su Real Corona. En la labor de la Túnica advertí un rarísimo
primor; éste consiste, en que está perfilada por el contorno y
dintorno, cosa que hallo por imposible, que ningún hombre hiciera;
porque es el perfil como del grueso de un pelo poco más, y es tan
igual, y con tal aseo y primor, que sólo acercándose se percibe: por
cuya dificultad, é imposible executarla en el modo que se ve,
discurro que ha omitido en las Imágenes, que se han hecho y se
hacen; al menos yo hasta ahora no he visto ni oido, que se haya
practicado.
87

También reflexé, que el Oro de la Túnica no tiene aquel brío,


que se vé en el de los Rayos. Y queriendo averiguar el motivo, hallé
no ser otro, que la continuación de tocar Imágenes, así en láminas
como en lienzos, y como quando esto se toca es al Sagrado vulto de
nuestra Señora, de aquí es, que ha perdido este Oro aquel lustre, que
en el de los Rayos se advierte.

Y volviendo á los perfiles, digo, que aunque no por ambas


partes, sino sólo por la de afuera, están perfiladas las Fimbrias del
Manto y Túnica con un perfil obscuro, poco más grueso que el canto
de un peso, hecho con bastante dibujo y primor; pues sin agravio de
la Pintura le hace salir bellamente: cosa que ha dado que admirar a
todos los Profesores de esta facultad.

VII En que se desatan las objeciones que han opuesto a


Nuestra bellísima Pintura

La más solida y eficaz respuesta a quantas objeciones han


opuesto, y pueden oponer a nuestra maravillosa Pintura, es ellas
misma: pues yo sé muy bien, que vista con atención, no hallarán los
más linces ojos cosa, que no sea una cabal construcción del más
perfecto Todo, que jamás admiró la Pintura. Habrá muchos, que sin
poder lograr la dicha de ver de cerca este prodigio, tenga la desazón
de oir del menos inteligente o poco advertido las objeciones, que le
oponen. Responderé al que las puso brevemente, sólo con decir, que
miró con menos atención a nuestra bellísima Guadalupana. Y para
los que sin haber visto a su Majestad, acaso las oyeron, las pongo en
este parágrafo desatadas.

Sea la primera aquella que asegura, que no está en arte, por


pisar fuera de la línea perpendicular. Respóndese a esto, no haber
tal defecto de nuestra Soberana Pintura; o que sí se infiere de aquí
es, que en aquellos tiempos no había Pintor alguno en México que
supiera el arte, pues a haberlo, no se hubiera cometido el yerro de
haber asentado mal en el Bastidor un Lienzo de tanta veneración y
respeto, que es el motivo de que esté caída un tanto quanto para un
lado la Santa Imagen; lo que se puede conocer y corregir
levantándola dos dedos poco más o menos por él izquierdo, y
88

entonces la verémos pisar perpendicularmente sobre la línea que el


Arte nos previene.

En la segunda se asienta: que la pierna izquierda de la rodilla


para abajo aparece corta, y no corresponde a su perfectísimo Todo.
Para persuadir lo contrario, es menester advertir, que tenemos en la
Pintura unas operaciones, que militan bajo los preceptos de la
Perspectiva, que comunmente llamamos Escorzos, que no es otra
cosa, que estrecharse o ceñirse la longitud o extensión de las cosas al
breve espacio de su degradación. Y teniendo nuestra Señora retirado
el pie izquierdo, por pisar sobre el derecho, necesariamente había de
resultar en la Pierna aquel Escorzo, que tuvieron por defecto, siendo
lo contrario; pues antes es, y se conoce visiblemente proporción muy
debida al movimiento o actitud en que está.

La tercera es: que las manos de nuestra Señora no corresponde


a su Estatura. Bien sabido es, que en las mugeres bien proporcionadas
es gracia el tenerlas pequeñas; así lo asientan nuestros Autores, y con
ellos la naturaleza, que es la pauta y obgeto de la Pintura; nos
manifiesta y enseña, que desde la muñeca, quiero decir, desde el
nacimiento de la palma, hasta la extremidad del dedo, comúnmente
llamado del corazón, hay dos tercios y medio; éstos tiene nuestra
Señora medidos con los tercios de su rostro, como lo he observado:
luego esta objeción es falsa.

La quarta es: que el hombro derecho está mayor que lo que


pide la buena simetría. Lo he medido con todo cuidado, haciéndome
cargo de la Estatura de la Señora, y de lo que tercia su sagrado
Cuerpo, y está conforme a las buenas proporciones, que nos enseñan
en su teórica nuestros Escritores.

En la quinta objeción se asienta: no estar en arte las luces en


nuestra Pintura, por estar encontradas. Es precepto facultativo, que
la luz o luminar, que se eligiere para una Pintura, ha de ser uno, y el
que presida para la regulación cierta del claro y obscuro, sea la
Historia de una o más figuras, sin que se admitan para su composición
otras, que no sean aquellas inferiores, causadas de alguna reflexión;
pero quando las circunstancias de la Historia, que se pinta, demandan
otra elección de luces, tal como la que vemos en nuestra celestial
Pintura, pues recibe tantas quantos rayos del Sol la rodean, no se
89

deben, ni pueden guardar estos documentos: con que podemos decir,


que en lo incierto de las luces está su mayor artificio, pues sin
embargo de estar encontradas, resulta en su pintura aquello que
llamamos buena colocación, o elección de claro y obscuro: y es lo que
sienten unánimes todos nuestros más inteligentes Profesores.

Finalmente es falsa la sexta y última objeción, en que se dice,


que por estar perfilada no está en arte. No nos debía hacer fuerza
esta objeción, si atendiésemos, a que los perfiles no le quitan el buen
gusto a esta Pintura; que es el motivo por que los Pintores insignes
han procurado desterrarlo así en sus obras, como por sus escritos;
antes sí le agregan cierto no sé qué de gracia, que no hemos podido
imitar, aun poniendo todos los medios para ello; de que se infiere,
que los perfiles hacen más creíble el prodigio, pues ninguno la
executaría con ellos, porque le resultaría una Pintura totalmente
desgraciada; y lo que aquí admiran los inteligentes no es eso, sino
una Pintura de gran Magisterio y Arte, como lo confiesan todos, y lo
hace creer la misma Celestial Imagen.

A esta se reducen las notas tan comunes, como mal fundadas:


por lo que sería indiscreción dar más crédito a lo que nos dicen en
este asunto, que a lo que vemos; y más quando el mismo Original nos
manifiesta con tanta claridad lo que hemos procurado persuadir,
asegurándonos en su primoroso dibujo lo incierto de las objeciones
dichas, las que tienen contra sí en él la misma verdad, que las
desluce.

Había pensado pasar en silencio una refleja, que se ha hecho


acerca del Manto de nuestra Señora, que aunque no es contra el arte
o dibujo, es sin embargo contra la permanencia de sus colores.
Fúndase ésta, en que hoy vemos el Manto de nuestra Imagen en un
color, que ni es azul, ni es verde; pero participa de ambos, siendo
muy fino en su especie. De éste han discurrido, y no pocos, que fue
en su origen azul; yo por lo menos ni lo he pensado, ni juzgo que
fuese así; y abonará este mi pensamiento el bellísimo Angel que tiene
a los pies. Manifiéstanos éste en sus hermosas alas un azul tan lucido
y tan fino, como si se acabara de hacer; y decía yo, que así como
éste ha permanecido sin descaecimiento alguno, así también
permanecería el del Sagrado Manto, y no estuviera en aquel color
azul verdemar, en que hoy la vemos.
90

VIII Diseño de la Milagrosa Imagen de nuestra Señora


De Guadalupe

Con lo dicho hasta aquí me parece haber cumplido, según el


caudal de mis cortas fuerzas, con la declaración que se me mandó
hacer: y confieso con toda ingenuidad, que me ha costado tanto
trabajo formar estos quadernos, quanto juzgo costaría a un Escritor,
nada versado en los pinceles, ejecutar con ellos una Imagen. Así
pues, como concibo nada pagado de su obra, al que sin saber manejar
los colores se hubiese introducido a pintar; a este modo me confundo
yo, quando reflejo sobre mi mal escrita, pero muy verídica
declaración. Vale, que tengo la disculpa, que ya dixe, de haber sido
mandado: la que espero también me servirá para proseguir con el
Diseño, que prometí hacer de la maravillosa Imagen de Guadalupe.

Tiene, pues, el portentoso Lienzo en toda su altura dos varas y


un doceavo, y de ancho poco más de vara y quarta; y este alto y
ancho hacen los dos Lienzos añadidos, de que se compone. Quédale
la costura perpendicular, sin tocar al bellísimo rostro: están cosidas
las dos piernas o lienzos de la venturosa Tilma con aquel frágil hilo
de algodón, de que hablé en el parágrafo primero.

Es la Sagrada y bien dispuesta Estatura de nuestra Reyna, de los


tamaños y proporciones que diximos hablando de su dibujo:
representa en su Retrato la edad de catorce a quince años, como
también queda dicho: con que sólo nos resta en este Diseño dar señas
individuales de nuestra maravillosa Imagen.

En su amabilísimo Rostro de tal contextura, que ni es delgado,


ni grueso: concurren en él aquellas partes de que se compone una
buena Pintura, como son hermosura, suavidad y relieve. Déjanse ver
en él unos perfiles en los Ojos, Nariz y Boca, tan dibujados (esto es,
con tal arte) que sin agravio de las tres partes dichas, le agregan tal
belleza, que arrebata los corazones a quantos logran verle.

La Frente es bien proporcionada, a la que le causa el Pelo, que


es negro, especial hermosura, aun estando en aquel modo sencillo,
que nos dicen usaban las Indias nobles en este Reyno. Las cejas son
delgadas, y no rectas; los Ojos bajos, y como de Paloma, tan
91

apacibles y amables, que es inexplicable el regocijo y reverencia que


causa el verlos. La Nariz es bella y correspondiente proporción con
las demás partes es linda. La Boca es una maravilla: tiene los Labios
muy delgados, y el inferior, o por contingencia o misteriosamente, le
cayó en una marra o nudo del Ayate, que elevándolo un tanto quanto,
le da tal gracia, que como que se sonríe embelesa. La barba
corresponde con igualdad a tanta belleza y hermosura. Las megillas
sonrosean: y el colorido es poco más moreno que el de perla. La
garganta es redonda y muy perfecta: y en fin es este benéfico Rostro
un compendio de perfecciones; pues aquella amabilidad atractiva tan
respetable, que se experimenta al verla, creo que resulta de aquel
conjunto de Divinas perfecciones, que en él residen.

Pisa perpendicularmente toda su delicada Estatura en el pie


derecho, que asienta sobre la Luna, la que es de color de tierra
obscura, con las puntas o estremos para arriba. Está terciado o
inclinado con el Sagrado Rostro todo su cuerpo sobre el lado diestro.
Tiene las delicadas Manos puestas y arrimadas al pecho, en ademán o
movimiento de quien humildemente pide; y en la misma conformidad
terciadas. La Túnica es rosada; y en donde le hiere la luz, muy clara,
y tan bellamente trabajados o ejecutados sus trazos y cañones, que
es admiración de los inteligentes. Tiene una abertura en el Cuello,
abotonada con un Escudo o Medalla de oro con el signo de la Santa
Cruz, hecha de color negro con mucho aseo; y desde aquí le fluye
hasta las Sagradas plantas, en donde airosamente descansa,
desprendiéndose un estremo, que recibe el Angel, como después
veremos. Está forrada como de felpa blanca, la que descubre en el
Cuello y Bueltas de las Mangas, donde se dejan ver, así el Cuello de la
camisa, como los Puños; y a éstos le agracian unas pintitas de Oro,
que son diez en uno, y once en otro.

Del dorado de la Túnica, a más de estar el Oro bastantemente


quajado, ya diximos lo estraño de su dibujo; sobre el Pie derecho, a
poca distancia, en el cañón principal que descansa sobre él, en una
quiebra que hace, tiene un número ocho, indice a mi ver con que nos
acuerda, que su portentosa y primera Aparición fue dentro de la
Octava de su Concepción Purísima, de cuyo Misterio es la más fiel y
ajustada copia: sino es que diga, que este número nos quiere decir,
que es la Octava Maravilla del Mundo.
92

Por Cíngulo tiene una cinta morada de dos dedos de ancho, que
atad aen medio de la cintura se le ven sueltos sus estremos. El Manto
le cubre modestamente parta de la Cabeza, sobre el que tiene la
Real Corona, que se compone de diez puntas o Rayos: y desde aquí,
descendiendo por el lado derecho hasta descansar sobre la Luna,
descolgándose aún más debajo de ella el estremo de donde está asido
el Angel que le sostiene; y por el otro lado lo tiene preso en el brazo,
y de aí le baja, manifestándonos a poca distancia el forro, que es
poco más claro que el Manto; y viene a terminar más abajo del
estremo de la Luna, y lo demás se oculta tras de la Señora. Su color
no es azul, como se ha pintado; sino de un color que ni bien es
perfectamente verde, ni azul, sino un agradable medio entren estos
dos colores, como ya dixe. Sírvenle de bien concertado adorno
quarenta y seis Estrellas: veinte y dos por el lado diestro, y por el
otro veinte y quatro, las que en orden colocadas forman cada quatro
de ellas una Cruz: y en este modo unas con otras llevan vistosamente
el precioso Manto, a excepción del forro que no tiene ninguna.

A más de la Luna tiene por trono de sus Sagradas Plantas un


Angel, que manifiesta bastantemente en su tierno semblante la
alegría reverente con que sirve a su Reyna. Tiene inclinada la cabeza
sobre el lado izquierdo, y se deja ver hasta más abajo del pecho. La
Túnica de que se viste es rosada, a la que abrocha el Cuello un botón
amarillo (no de Oro como se ha hecho). Ya dixe hablando de nuestra
Señora, que por este lado se le desprende la Fimbria de la Túnica,
por el derecho la del Manto, y de estos dos estremos está asido el
hermoso Atlante, cargando sobre su cabeza, y en el encuentro de la
ala izquierda la Luna, sobre quien pisa María Santísima, cuyo calzado
es de color amarillo obscuro. Está este glorioso Espíritu en ademán o
movimiento de quien acaba de bolar; y esto se conoce, no sólo en la
actitud o movimiento, que nos representa su dibujo, sino también en
las alas, que teniéndolas a medio recoger, parece que ya suspendió
su buelo; también lo da a entender el que no carga con la ala
derecha para sostener. Tiénelas matizadas en un modo que hasta
ahora no se ha visto ejecutado por Pintor alguno; porque las plumas
de una y otra se dividen en tres clases u ordenes: de manera, que los
dos encuentros son de un azul finísimo, a que se sigue un orden de
plumas amarillas, y las del tercer orden encarnadas; aunque estos
colores no son tan vivos o subidos, como suelen pintarlos.
93

Tiene por respaldo nuestra Guadalupana Reyna un Sol, que


hermosamente la rodea, el que se compone de ciento y veinte y
nueve Rayos: sesenta y dos por el lado derecho, y sesenta y siete por
el siniestro, tan lucidos, y tan bien ejecutados, que dá que admirar
su buena disposición. Hay igual distancia entre unos y otros; son unos
un tanto quanto serpeados, como que centellean, y los otros rectos;
están colocados en este orden, uno recto, y otro serpeado. Sírvele
de fondo a este luminar el campo, que se deja ver entre sus rayos en
un modo estraño; porque en el contorno de la Señora es tan blanco,
que parece estar reverberando. A éste se le introduce un color
amarillo algo ceniciento, y se concluye por el contorno de nubes con
un colorido poco más bajo, que rojo: terminan los Rayos en punta
hasta casi tocar en las nubes, y éstas haciendo un rompimiento le
forman a nuestra Reyna un nicho u orla, en cuyo centro está colocada
su Real Persona.

Este es el breve Diseño, que he podido trasladar a estas mal


formadas líneas; y este es el mayor prodigio, que se ha visto en esta
línea; y en fin esto, con todo lo que he manifestado, me ha hecho
decir, que aunque alguno ignorara su origen y tradición, sólo con
verla la confesaría por sobrenatural, según entiendo.

Y a la verdad, ¿quién podrá dudar lo portentoso de esta Pintura,


si con atención refleja en la incorrupción maravillosa del Lienzo,
quando a cada paso experimentamos en otros de mejor calidad su
destrucción aun estando con aquellas previas disposiciones, que les
sirven de mucho resguardo? En lo ordinario y desproporcionado del
Lienzo donde se deja ver tan hermosa, como bien acabada. En la
falta total de Aparejo, tan necesaria en las Pinturas de esta especie,
pues aun el género más suave, y de la más fina seda no se escusa de
alguna disposición, a fin de hacer tratable la superficie, y de que los
colores no se transporten al reverso del Lienzo. En la fidelidad de su
dibujo, no menos raro y esquisito, quanto primorosamente
ejecutado; pues no le han podido imitar los más excelentes Pintores.
En la variedad de quatro especies o estilos de pintar tan diversos, que
jamás se han visto unidos; y aquí no sólo se unen, sino que todos
conspiran a la formación del más bello Todo, que puede concebir la
fantasía. En el singularísimo dorado, que se puede decir que es otra
especie de Pintura; pues admira a todos los peritos su extrañes, su
94

apacibilidad de color, su impresión, con todo lo demás, que queda


dicho.

Por eso juzgo, que aunque no hubiera a favor de lo milagroso de


esta Pintura las indubitables circunstancias, que nos la persuaden
sobrenatural y milagrosamente pintada, como son la inmemorial
tradición de padres a hijos, sin haber variado en lo substancial ni en
un ápice entre los Españoles, ni aun entre los Indios: el juramente,
que hicieron el año de 1666 los más célebres Médicos y Proto-Médicos
de esta Ciudad a favor de la Milagrosa incorrupción de la Imagen
Guadalupana: el que e mismo año hicieron los más excelentes
Pintores a fin de hacer patente lo milagroso de esta Pintura. Aunque
faltara, digo, todo esto, sólo la vista de esta Celestial Maravilla
eficazmente persuade, y más a los inteligentes, que toda es obra
milagrosa, y que excede con clarísimas ventajas a quanto puede
llegar la mayor valentía del Arte: el Lienzo por sí, y por lo que es
Pintura, es el más auténtico testimonio del Milagro, en un modo tan
Soberano e incomprehensible, que no se puede explicar con la
materialidad de nuestro estilo.

Y el habernos dejado nuestra Dulcísima Madre esta Milagrosa


Memoria, bellísimo Retrato suyo, parece que fue adaptarse al estilo o
lenguaje de los Indios; pues como sabemos, no conocieron ellos otras
Escrituras, Sylabas o Frases más permanentes, que las expresiones
simbólicas, o jeroglíficos del pincel: sino es que diga )lo uno y lo otro
sería) que quiso la Soberana Princesa honrar en estos Reynos el Arte
de la Pintura, franqueándonos, no en una sola, sino en quatro
especies de Pinturas, repetidos los Milagros que comprueban su
verdad, y la Maternal Misericordia para con todo este nuevo Mundo;
dejándonos de camino a los Pintores motivo de una santa vanidad en
su peregrina Pintura. Vivamos, pues, agradecidos a tan gran
beneficio, no sólo por el explendor y nobleza, que de aquí resulta a la
Pintura, sino mucho más porque semejante favor hasta hoy a ninguna
otra Nación se ha concedido.

Concluido ya este mi escrito, discurría yo acá a mis solas, quál


sería aquel modo de que se le diera la entera fé y crédito, que yo
deseaba (en obsequio de la Santísima Virgen) y aunque se me ofrecía,
que se daría a la Aprobación por el Superior Gobierno y Señor
Ordinario; sin embargo de esto pensé ponerlo en manos de aquellos
95

Pintores, con quien concurrí a la ya dicha inspección, por no llevarme


sólo de mi dictamen, y porque entendí también, que en estas
materias no basta el dicho solo de un individuo. Hícelo así, y a mayor
abundamiento lo día a la censura, de otros tres de quines me
constaba su suficiencia, y que han visto a la Santa Imagen con aquel
cuidado y especulación, bastante a dar su parecer en este asunto;
pues aunque hay otros Pintores de conocido crédito en México, no me
consta el que la hayan visto, como los antecedentes, cuyos pareceres
pongo aquí, para que en todo tiempo hagan fé. Todo ceda en honra y
gloria de Dios, en culto y veneración de nuestra Santísima Madre, y
en comprobación de su Maravilloso y Celestial Pintura.
96

SEGUNDA PARTE
LOS PROTAGONISTAS
97

CARTA PASTORAL DE ERNESTO CORRIPIO AHUMADA CON OCASION DE


LA GLORIFICACION DE JUAN DIEGO CUAUHTLATOAZTZIN (1990)

Queridos Hermanos:

Causa de grande alegría para todos los mexicanos será la


próxima visita de Su Santidad Juan Pablo II, a varios lugares de
nuestra Patria. Su sola presencia es motivo suficiente para sentirnos
más ligados a la Iglesia Universal; mas en la presente ocasión, la
alegría se duplica, al saber que, dentro de su labor pastoral, el Papa
incluye la beatificación de los tres niños tlaxcaltecas: Cristobalito,
Juan y Antonio, como también la de Juan Diego, testigo y directo
intermediario entre la Virgen de Guadalupe y el Arzobispo Fran Juan
de Zumárraga, en el Milagro del Tepeyac.

Como Arzobispo de México-Tenochtitlan, sucesor de Zumárraga,


quiero referirme en esta Carta Pastoral, a este último santo, Juan
Diego, por haber nacido, por haber vivido y por haber sido sepultado,
dentro de los límites de esta Iglesia particular de México. Ante este
singular acontecimiento, me siento feliz continuador de la tradición
guadalupana y revivo en mi persona la presencia del meritísimo Fran
Juan de Zumárraga, que tuvo en sus manos, junto con la bella Imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe, las rosas frescas del Milagro, ante
la mirada atónita del indio Juan Diego.

1.- JUAN DIEGO, PERSONAJE HISTORICO.

La persona de Juan Diego está íntimamente ligada al


acontecimiento salvífico de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe
en el Tepeyac. Es de todos conocido el hecho de que, a través de
estos 458 años transcurridos, no han faltado personas que niegan la
veracidad del Acontecimiento Guadalupano; al negar este
acontecimiento niegan, por tanto la existencia de Juan Diego. No es
de extrañar el que personas ajenas a la Iglesia, nieguen las
Apariciones Guadalupanas; lo verdaderamente triste y lamentable en
que algunos eclesiásticos se sumen a estas negaciones.
98

Expongo a continuación algunos de los datos biográficos de Juan


Diego, tomados de la concienzuda y bien informada Documentación,
presentada a la Congregación de las Causas de los Santos.

El siervo de Dios Juan Diego Cuauhtlatoaztzin, (el que habla con


águila), fue un indio de raza chichimeca que nació en Cuautitlán en
1474. Se desconocen el nombre de sus padres, pero se sabe que fue
casado en su vida gentil y con su mujer María Lucía recibió los
sacramentos del Bautismo y Matrimonio; tuvo también un tío, Juan
Bernardino a quien respetó como a un padre.

Tenía tierras y heredad lo que significa que fue un “principal”


pero aceptó la pobreza evangélica, por eso las fuentes documentales
lo refieren como un “machual” la clase social más pobre.

El mismo Siervo de Dios, en la fuente de la tradición, se


describía como un hombre de campo, pero también trabajó tejido de
tule, alfarería y comercio.

Se sabe, por documentos originales, que fue de los primeros en


abrazar la fe de Cristo y por tanto acudía muy puntual a la doctrina,
a las Misas de la Virgen y del domingo, recorriendo grandes
distancias. Se conoce que, por un sermón de Fray Toribio de
Benavente “Motolinía” hizo, de común acuerdo con su mujer, “voto
de castidad”, que el Siervo de Dios mantuvo después de la muerte de
María Lucía y hasta su fin terreno.

Los documentos antiguos precisan que después de la Aparición


el 12 de diciembre de 1531, el Siervo de Dios por amor a Santa María
abandonó su casa y heredad y se estableció con licencia del Obispo,
en una casita junto al templo pedido por la Virgen; para barrerlo y
atender al pueblo fiel. Esto hizo durante 17 años, viviendo como un
ermitaño. Frecuentaba el sacramento de la Eucaristía tres veces por
semana con licencia del Obispo y se dedicaba a la oración,
meditación y penitencia.

Murió con fama de santidad a los 74 años en el 1548, al poco


tiempo de que murió el Señor Obispo. Se tiene noticia de que fue
99

enterrado en la ermita que pidió Santa María y él cuido


ejemplarmente los últimos 17 años de su vida.1

No siendo esta Carta Pastoral un documento para científicos


historiadores, remito a los interesados en comprobar la verdad
histórica al exhaustivo trabajo de recopilación de datos presentado y
aprobado por la Santa Sede, citados en la bibliografía de esta Carta.

2.- UN CRISTIANO LAICO.

La Iglesia Católica, cuando canoniza a una persona, además de


asegurarnos que esta persona goza ya de la presencia de Dios, tiene
También en mente una finalidad pedagógica; poner ante los ojos de
todos los cristianos el testimonio vivo de alguien que siguió más de
cerca el Evangelio, no obstante compartir con nosotros todas nuestras
humanas debilidades. Tal es el caso de Juan Diego, de quien, en
forma breve, me permito exponer algunos rasgos con el fin de que
podamos encontrar en él un ejemplo a seguir.

Juan Diego fue un hombre de gozo interior, sensible ante lo


bello, que no ha perdido la capacidad de maravillarse ante las más
bellas expresiones de la creación. Sin arrobos místicos, con pleno
dominio emocional, convencido y consecuente con su fe, obediente y
confiado, sin autodegradarse y de firme carácter para cumplir el
encargo de Santa María.

Hombre de la fe pero también con conciencia de la realidad.


Confianza absoluta en el mensaje que él sabe que es Palabra de Dios;
agradecido y caritativo con el tío que hizo las veces de padre;
hombre de recto proceder, maduro para actuar, tenaz y perseverante
para cumplir sus compromisos, humilde, respetuoso y consciente del
honor.

Inspirado por la Palabra, eligió con madurez renunciar a lo


terreno; aceptó conscientemente la vida de mortificación y buscó
pleno dominio de su equilibrio humano, el sendero de perfección que

1
Positio super fama sanctitatis, virtutibus et cultu ab inmemoriabili praestito ex offcio concinnata XI,
Congregatio pro causis sanctorum Officium Historicum – 184 – Romae 1989
100

recorrió gustoso, conforme a las normas de Dios y del pueblo


cristiano.

Era un indio que vivía honesta y recogidamente; muy buen


cristiano, de muy buenas costumbres y modo de proceder. Sus
contemporáneos le vieron vivir honestamente sin escándalos, siempre
ocupado en el servicio de Dios, acudía con frecuencia a la doctrina y
era muy puntual.

Juan Diego era un hombre que siempre andaba solo, sin meterse
con nadie, yendo a su doctrina de tal modo que, parecía un
peregrino.

Juan Diego era grande por haber fijado en él sus ojos la Excelsa
Madre de Dios y por haber querido que él y no otro de los miembros
de la familia mexicana, fuera el portador de su Mensaje de Amor.

a) FE.

Fue bautizado y recibió la fe a la que correspondió en grado


heroico, con una fidelidad constante y perseverante. Dio testimonio
de su fe en los sacramentos; no mostró, durante su vida cristiana,
ninguna confusión de divinidades; tuvo la creencia que era la Madre
de Dios aquella que le hablaba.

Desde el momento de su conversión y de su bautismo, dio


asentimiento al misterio de la Santísima Trinidad; de la Encarnación
del Verbo Divino y del Augusto Sacramento del Altar.

b) ESPERANZA.

Recibió el bautismo porque esperaba la salvación eterna por los


méritos de Cristo. Dejó sus bienes por amor a Dios y a la Virgen en
espera de su eterna salvación; tenía la esperanza ciega de que sus
obras eran escalones para subir al cielo. Sufrió desprecios con
paciencia porque esperaba poder cumplir con lo que la Virgen le
pedía.

c) CARIDAD.
101

Se consideró a Juan Diego practicando la caridad con los demás,


sobre todo con el ejemplo.

Todas sus obras eran hechas con espíritu sobrenatural; luchaba


por apartar a sus coterráneos de la idolatría, sin usurpar la labor de
los misioneros.

El voto de castidad, el abandono de sus bienes y de sus afectos


son muestra de que buscaba la unión constante con Dios. Cuando lo
conocían se sentían movidos por su ejemplo para alabar a Dios2.

Quiero concluir esta interminable lista de virtudes de Juan


Diego, con las palabras de Su Santidad Juan Pablo II, ante la Virgen
de Guadalupe: “Y desde que el indio Juan Diego hablara de la dulce
Señora del Tepeyac, Tú, Madre de Guadalupe, entras de modo
determinante en la vida cristiana del pueblo de México”.3

Por último deseo traer a la memoria en esta Carta Pastoral, las


palabras que pronuncié ante la Virgen de Guadalupe a propósito del
Año del Laico, aplicadas a Juan Diego, laico evangelizado y
evangelizador. “Evangelizado ya, fue escogido para penetrar en la
belleza y dulzura de la Amistad Divina. Sintió la fascinación, pero al
mismo tiempo, un fuerte sentido de humildad le hizo confesarse
indigno del favor y la confianza de María”. Finalmente, confió en Ella
y aceptó la misión que se le encomendaba. Un fuerte sentido de
Iglesia le ayudó también a soportar cuanto le fue impuesto para
probar su veracidad.

Impresionado por su propia pequeñez, buscó huir de La Celestial


Señora; mas Ella, pacientemente, lo volvió a buscar. Más confiado,
Juan Diego volvió a someterse a las pruebas que la Iglesia le pedía
mediante el Obispo, hasta que, finalmente, la misión se cumplió. Y
así, Juan Diego se convirtió en evangelizador, y esto no sólo por el
mensaje transmitido y la Imagen entregada, sino por la actitud
admirable con que cumplió el encargo, y por la vida esforzadamente
cristiana que llevó hasta su muerte. Y todo esto cuando estaba
todavía tan lejos del momento de reconocer la dignidad y grandeza

2
Positio, resumen XL- XLIII
3
Homilía en la Basílica de Guadalupe, 27 de enero de 1979.
102

del cristianismo laico. A quinientos años de la evangelización de


nuestra patria, estamos deseosos de que se reconozca que, si por
María nos llegó Jesús, por un indio, cristiano laico, se nos entregó
María y su amor4.

3.- FAMA DE SANTIDAD Y CULTO.

En toda la República Mexicana, el pueblo fiel ha considerado a


Juan Diego en la categoría de santo, por la relación que tiene con las
Apariciones. El pueblo en general, personas adultas y jóvenes de
toda profesión y ocupación opinan lo mismo, muchas personas llevan
su nombre; no hay imagen de Guadalupe que no esté asociada a su
persona; monumentos, imágenes y alguna que otra calle nos lo
recuerdan. No faltan algunas pinturas antiguas en donde aparece con
la aureola de santo sobre su cabeza.

Si, por una parte, Juan Diego durante algún tiempo estuvo casi
ignorado por la Jerarquía y la cultura de origen español, su fama de
santidad ante el pueblo cristiano (“vox populi, vox Dei”), que es un
hecho eclesial, fue constante y siempre creciente, desde la primera
mitad del siglo XVI hasta nuestros días; muy pronto traspasó las
fronteras de México y se difundió a toda la América, las Filipinas, a
España y hasta la misma Italia. Esta fama fue seriamente estudiada
en toda su importancia después del Concilio Vaticano II, con ocasión
del V Centenario del nacimiento del Siervo de Dios (1974) y Juan
Diego se convirtió en el símbolo y el ejemplo mexicano de santo
laico. Este sentimiento, hizo explosión en el año de 1979, cuando el
Papa Juan Pablo II en su primer viaje apostólico a México, habló del
mensaje cristiano de Juan Diego, como ya anteriormente hemos
dicho. El hecho entusiasmó el deseo popular y movió a la jerarquía a
tratar de obtener la canonización de Juan Diego, de acuerdo a las
actuales normas de la Congregación de los Santos5.

A pesar del sentir común de nuestro pueblo, la Iglesia Católica


ha respetado siempre el Decreto Apostólico del Papa Urbano VIII
(1634) de no dar culto público a ninguna persona que no haya sido
previamente canonizada por la Iglesia6.
4
Homilía 10 de enero de 1987
5
Idem. Relatio et vota p. 33
6
Caelestis Hierusalem cives. Julio 5 de 1634
103

4.- “LOS POBRES SON EVANGELIZADOS” (Lc. 7,23).

Con estas palabras, Cristo testimonia la presencia de la era


mesiánica en nuestro mundo, cuando los discípulos de Juan fueron a
preguntarle, si El era del Mesías o había que esperar a otro (Lc. 7, 21-
23), Entiéndase aquí por pobres a los que la Sagrada Escritura llama
pobres de Yavé y son todos aquellos que tienen “hambre y sed de
justicia”; inclúyase también aquí, a los marginados, despreciados,
humillados, etc., por mantenerse fieles en el seguimiento de Cristo.

A este respecto, me permito recordar las palabras del


Episcopado Latinoamericano reunido en Puebla:

“El compromiso evangélico de la Iglesia, como ha dicho el Papa,


debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados
(Cf. Lc. 4,18-21; Discurso Inaugural III, 3). La Iglesia debe mirar, por
consiguiente, a Cristo cuando se pregunta cuál ha de ser su acción
evangelizadora. El Hijo de Dios demostró la grandeza de ese
compromiso al hacerse hombre, pues se identificó con los hombres
haciéndose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situación
en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y, sobre todo, en
su pasión y muerte donde llegó a la máxima expresión de la
pobreza”. (D.P. 1141).

“Por esta sola razón, los pobres merecen una atención


preferencial, cualquiera que sea la situación moral o personal en que
se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios para ser sus
hijos, esta imagen está ensombrecida y aún escarnecida. Por eso
Dios, toma su defensa y los ama. Es así como los pobres son los
primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por
excelencia señal y prueba de la misión de Jesús”. (D.P. 1142).

Este aspecto central de la Evangelización, fue subrayado por SS


Juan Pablo II: “He deseado vivamente este encuentro, porque me
siento solidario con vosotros y porque siendo pobres, tenéis derecho a
mis particulares desvelos; os digo el motivo: el Papa os ama porque
sois los predilectos de Dios. El mismo, al fundar su familia, la Iglesia,
tenía presente la humanidad pobre y necesitada. Para redimirla,
envió precisamente a su Hijo que nació pobre y vivió entre los pobres
104

para hacernos ricos en su pobreza (Cf. II Cor. 8.9)”. Alocución Barrio


Sta. Cecilia (D.P. 1143)7.

Cualquiera QUE conozca la historia de la Conquista de México,


historia de vencedores y vencidos, no dudará en ubicar a Juan Diego y
a todos los de su raza en una situación de monosprecio y humillada
marginación. Con toda razón decía Juan Diego a la Virgen de
Guadalupe: “Porque yo soy un hombrecillo; soy un cordel, soy una
escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú Niña
mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por
donde no ando y donde no paro”8.

Con no menos razón, Fran Bernardino de Sahagún dijo de


nuestros pobres indígenas; “Fueron tan atropellados y destruidos
ellos y todas sus cosas, que ninguna apariencia les quedó de lo que
eran antes”9.

En contrapartida a esta lamentable situación, Santa María de


Guadalupe, “el signo más evangelizador de América Latina”, y en la
línea del más puro Evangelio de Jesucristo, considera a Juan Diego (y
en él a toda la raza humillada), como el mejor embajador de su
mensaje: “Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son
muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que
lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto
preciso que tú mismo solicites y que con tu mediación se cumpla mi
voluntad”10. Claramente se ve, una vez más, que “los caminos de
Dios no son los caminos del hombre”: el sujeto de la misión
guadalupana es el pobre, sujeto intransferible de la evangelización
liberadora.

El indio Juan Diego se va a convertir así en el eslabón, el punto


de unión que logra el encuentro, humanamente inexplicable entre el
mundo antiguo de Europa y el nuevo mundo de América. No es un
misionero franciscano, ni un español venido con Cortés; él es un
indio-indígena, valga la redundancia: “Dios elige a lo más
despreciable de este mundo”. Aquí está la clave de esa masiva

7
D.P. nn. 1141, 1142, 1143
8
Nican Mopohua n. 40
9
Fr. Bernardino de Sahún. Historia general de las cosas de la Nueva España. Edc. Bustamente 1829.
10
Idem. N. 43
105

aceptación del cristianismo que se llama Santa María de Guadalupe y


cuyo mensajero es Juan Diego. Así lo entendió tanto la tradición
indígena como la española-criolla. Esta concepción ha llegado hasta
nosotros superando los múltiples acontecimientos, muchas veces
dramáticos de la historia mexicana; acontecimientos internos de las
luchas del México del siglo XIX, hasta llegar a las sangrientas guerras
civiles y a las represiones anticristianas de principios de este siglo.
Juan Diego encabeza el grupo de los pobres, que al ser
evangelizados, se convierten en evangelizadores y dan la continuidad
fundamental al Hecho Guadalupano, que constituye la vértebra
medular del cristianismo mexicano y que marca el perfil nacional,
dando identidad a los mexicanos de hoy.

A este respecto, me permito recordar la acertada reflexión de


Dn. Ignacio Manuel Altamirano, donde afirma que las Apariciones de
Guadalupe hechas a Juan Diego, expresan el alma misma del pueblo
mexicano, dando lugar a una tradición religiosa verdaderamente
nacional: dicha tradición constituye el punto de unión del mosaico de
razas, castas o partidos; exactamente como en los inicios del México
nuevo, el culto popular de Santa María de Guadalupe unió al indio
Juan Diego con el Obispo español Juan de Zumárraga; hasta nuestros
días esta “idolatría nacional” se encuentra en cada uno de los
mexicanos, en los cuales existe una dosis más o menos grande de
Juan Diego11.

La beatificación de Juan Diego, da cumplimiento a la promesa


misma de la Virgen Morena, Nuestra Señora de Guadalupe: “Te
afamaré y sublimaré”.

Su exaltación oficial constituirá un acontecimiento sin


precedente en la historia de México, por que señala “el momento” de
un país en que sus habitantes incorporan definitivamente en un
equilibrio perfecto las verdaderas raíces de su nacionalidad.

La glorificación de Juan Diego es y será siempre el


reconocimiento que realizó María de una parte insustituible de
nuestra realidad que es la indígena.

11
Ignacio Manuel Altamirano. “La fiesta de Guadalupe” (1884)
106

Su valor en sí misma, unido a los otros valores que se


incorporaron en nuestro país, forjaron nuestra patria; y su
reconocimiento nos dispone hoy más que nunca, a la creación de un
México que está más allá de los límites de nuestra realidad actual.

¿Cuál es ese México? El que está en la mente de los buenos


mexicanos y que se descubre solamente por los caminos de la
justicia, de la verdad, del respeto mutuo y de la fraternidad.

En Juan Diego, próximamente santo, encontraremos todos, el


modelo a seguir de un hermano nuestro que amando a su patria,
descubrió en el acontecer de su vida humilde y sencilla, la existencia
de otros valores que engrandecieron su personalidad.

Les desea todo bien y les bendice de corazón


107

JUAN BERNARDINO,
EL VIDENTE DE CUAUTITLAN

1. Su Patria Venturosa

Cuautitlán es uno de los pueblos más antiguos de América y más


viejo que la misma Gran Tenochtitlán. Por eso lo llamaron sus
analistas Huehuecuauhtitlán, para indicar su insigne, remota y
venerable antigüedad, ya que su origen se pierde allá en la vorágine
de los siglos. Cuando en el año 635 de nuestra Era irrumpieron en
Cuautitlán los chichimecas, lo encontraron ya en ruinas.
Chicontonátiuh, primer rey de la mencionada tribu, estableció allí su
corte reedificando la vetérrima ciudad que al compás del tiempo
había de ser la futura patria de Juan Diego y de Juan Bernardino, los
indios más venturosos del imperio de Moctezuma. Fernando de Alba
Ixtlilxóchitl nos informa en su Relación de los Milagros de la Virgen
que Juan Bernardino murió el 15 de mayo de 1544, a los 86 años de
edad. Por lo mismo, nació el año 1458, en Cuautitlán.

La Virgen de Guadalupe dio señales de predilección a


Cuautitlán, no sólo escogiendo a Juan Diego para que fuera el
portador único y exclusivo de su Mensaje de amor, de misericordia y
de piedad al pueblo mexicano y, por extensión, a todo este Nuevo
Orbe; sino también eligiendo a Juan Bernardino, originario y vecino
de Cuautitlán en 1531, para honrarlo con las siguientes prerrogativas.
Primera, para obrar el primer milagro, dándole instantánea salud,
cuando se hallaba en el estertor de la agonía, contagiado de la peste
denominada en náhuatl cocoliztli, especie de tabardillo; y segunda,
para revelarle al mismo tiempo su advocación de Guadalupe, con la
que se deseaba Ella ser invocada. Juan Bernardino fue único
transmisor del título de Guadalupe. Y por lo mismo en Cuautitlán se
oyó por primera vez este dulcísimo nombre de Guadalupe que
nosotros aprendimos a pronunciar con cariño y ternura en el regazo
de nuestras madres.

2. Su Conversión al Catolicismo

Por ser la patria de Juan Bernardino y de su sobrino, Juan


Diego, démosle una ojeada retrospectiva. El antiquísimo reino de
Cuautitlán fue uno de los primeros pueblos evangelizados por la
108

Orden Seráfica. Fray Toribio de Benavente, alias Motolinía, afirma en


su Historia de los Indios de la Nueva España, que “el pueblo al que
primero salieron los frailes a enseñar fue Cuautitlán”, Fray Jerónimo
de Mendieta igualmente asegura en su Historia Eclesiástica Indiana,
que “los primeros pueblos a donde salieron a visitar y enseñar los
religiosos que residían en México fueron Cuautitlán y Tepozotlán”,
Fray Agustín de Betancourt confirma, en su Crónica de la Provincia
del Santo Evangelio, que: “Cuautitlán fue de mucha gente en su
antigüedad y de los primeros pueblos donde se predicó el Santo
Evangelio”. Esta predicación tuvo lugar en 1524.

Y la razón unánime y convergente de tal preferencia la


consignan estos mismos historiadores diciendo que porque ahí vivían
los sobreinos y nietos de Moctezuma, principes herederos de ambos
reinos: Cuautitlán y Tepotzotlán. Tal fue la providencial coyuntura
para la pronta conversión a la fe católica de Juan Bernardino y de su
sobrino Juan diego. Más nobles y más afortunados que los referidos
príncipes aztecas fueron aquéllos, elegidos por la Reina de los
Angeles y de los hombres para ser legados ante Zumárraga, la
primera autoridad eclesiástica mexicana.

Juan Bernardino fue bautizado en Cuautitlán el mismo año en


que se bautizaron su sobrino Juan Diego y la esposa de éste. Al
mismo tiempo recibieron la instrucción religiosa para ello en la
misma misión que allí predicaron los franciscanos. Por eso ambos se
llamaron con el mismo nombre. Pues como eran muchos los que a un
tiempo se convertían y bautizaban y no tenían pensado el nombre
cristiano que habían de llevar porque no conocían santorales
cristianos, los misioneros les ponían a todos los varones el mismo
nombre, el primero, pero a cada quien le agregaban otro distinto
para diferenciarlo. Lo mismo hacían con las mujeres. Fueron
bautizados en 1524.

3. Su Pueblo Agradecido

En correspondencia y agradecimiento a tanta dignación de


María, Cuautitlán se destacó desde los primeros tiempos de la
Aparición en demostrar su amor filial y su edificante gratitud a la
Señora del Cielo. He aquí algunos botones de muestra. Primero:
fueron los habitantes de Cuautitlán los que, a pesar de la lejanía de
109

su pueblo, trabajaron con mayor empeño en la fábrica de la primera


ermita erigida por Zumárraga en 1531. Segundo: fueron ellos mismos
quienes levantarón otra ermita, sustituidora de la primera, hacia
1533, en ausencia de Zumárraga, cuando éste se hallaba en España,
según se descubrió en las excavaciones hechas por el canónigo Luis T.
Montes de Oca. Tales excavaciones se llevaron a cabo en el sitio
donde se alzaban las dos primeras ermitas y la iglesia de Montúfar,
que después fue sacristía de la Parroquia de Guadalupe, llamada
también “iglesia vieja” e “iglesia de los indios”, cercana al templo de
Capuchinas. Tercero: fueron los cuautitlanenses quienes le
fabricaron habitación a Juan Diego, junto al Santuario, para que allí
cuidara la casa de la Virgen, donde sobrevivió 17 años, consagrados
enteramente a su servicio.

En cuarto lugar, fueron también los hijos de Cuautitlán los que


asistieron en mayor número a la traslación de la Imagen, del Templo
Mayor de la Ciudad de México a su primera ermita. En quinto lugar,
fueron ellos los primeros en celebrar particular fiesta y en ir en
peregrinación anual, el día siguiente de la fiesta celebrada por la
capital del Virrei
110

JUAN GONZALEZ, EL INTÉRPRETE (1500-1590)

Canónigo, misionero y eremita. Nació en Valencia de Mombuey,


Extremadura, y murió en la ciudad de México. Desde muy pequeño
vino a México para ser educado por un pariente suyo Ruy González,
conquistador. Estudió latinidad y teología a la vera del Deán Flores y
Fray Juan de Zumárraga, donde habitaba a la fecha de las
Apariciones. Fue testigo presencial e intérprete entre Juan Diego y el
obispo Zumárraga de los encuentros sucesivos entre el 9 y el 12 de
diciembre de 1531, que culminaron con la estampación de la Imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe. (*) Fue ordenado por Fray Julián
Garcés, Obispo de Tlaxcala y el propio Fray Juan de Zumárraga. Muy
hábil en la lengua de los indios que aprendió en sus estancias en
Ocuituco, parcialidad de Zumárraga.

Alumno, doctor, conciliario y rector de la Universidad Pontificia


de México. Al dominar la lengua náhuatl predicaba y escribía en ésta.
Fue autor de la Primera Relación de las Apariciones cuya copia fiel
recogió el P. Fray Juan de Tovar. (*) Renunció al canonicato, durante
24 años dedicado a la conversión de los indios, retirándose más tarde
a la Ermita de la Visitación donde llevó una vida de penitencia. Se le
tuvo en opinión de santo y su causa fue introducida ante el
Metropolitano en los inicios del S. SVIII. (En 1714 por el Dr. José de
Lanciego y Eguiluz).
111

DOCUMENTOS DEL SIGLO XVI

1. Pregón del Atabal (26 de diciembre de 1531).

El original en lengua náhuatl, se encuentra en la Biblioteca


Nacional de México, caja fuerte, sección de manuscritos Cantares
Mexicanos.

Llamado en lengua náhuatl Teponaxcuicatl, el poema fue


cantado al son del Teponaxtli (atabal) cuando fue trasladada la
imagen de la Catedral a la Primitiva Ermita edificada por don Fray
Juan de Zumárraga, obispo “electo” de México.

El cantar se atribuye a don Francisco Plácido, señor de


Atzcapotzalco, sitio de la etnia chichimeca y lugar de donde fue
nativo don Antonio Valeriano autor del Nican Mopohua.

De don francisco Plácido se sabe que compuso diversos cantares


como el Tequihquixtilizcuicatl, traducción de las palabras divinas con
que se festejó el día de San Felipe, cuando llegó la merced del
escudo de armas que dio su Majestad a la ciudad de Azcapotzalco
Tepanecapan, el año 1564; el cual fue ordenado por don Francisco
Plácido, gobernador de Xiquipilco y se cantó en 1565, siendo
gobernador de Azcapotzalco don Antonio Valeriano1.

Estudios recientes del sacerdote Mario Rojas, experto en


simbología náhuatl y testifo en la investigación diocesana, señalan
que el cantar es para el dios Cinteotl pero fue arreglado para
destacar el feliz suceso que llenó de gozo a los indios.

El pregón del Atabal bello y breve destaca:

Dios te creó, ¡Oh Santa María! Entre abundantes flores; y


nuevamente te hizo nacer; pintándote en el obispo.
Artísticamente te pintó. ¡oh!, en el venerado lienzo tu alma
ocultó”2.

1
FELICIANO VELAZQUE PRIMO, La Aparición de Santa María de Guadalupe, México 1981, p. 62.
2
AA.VV. Testimonios Históricos Guadalupanos, a cargo DE LA TORRE VILLAR ERNESTO Y
NAVARRO DE ANDA RAMIRO, MÉXICO 1982, P. 23.
112

El Pregón del Atabal.

Esta referencia es consistente con la tradición que guarda que


el ayate o tilma del Siervo de Dios, fue la envoltura de las flores que
como prueba de su voluntad, de que le erigiera un templo, mandó
Santa María al obispo Zumárraga; señala también la forma, no natural
como se “pintó” en el obispado y precisa que fue en el “venerado
lienzo” que según la tradición amplia y constante es el que llevaba
puesto el Siervo de Dios en el momento de la prodigiosa Aparición.
113

2.Testamento de Juan Diego (1548)

Documento Indígena del siglo XVI, está extraviado o perdido.

A este documento hace referencia el inventario que levantó en


1745 don Patricio Antonio López, intérprete general que fue
nombrado para inventariar los papeles del historiador guadalupano
Lorenzo Borutini, que debían ser enviados a España, los papeles le
fueron secuestrados al historiador cuando fue expulsado de la Nueva
España.

El original de este inventario se encuentra en el Biblioteca del


Instituto Nacional de Antropología e Historia (Museo de Antropología),
México, Colección Antigua No. 236, Floja 65, Sección Manuscritos, en
él se asienta:

“N, 40, en estas 15 fojas se hallan diferentes cantares en lengua


mexicana y española en lengua mexicana y española en elogios
de la misma milagrosa aparición, y entre ellos una copia simple
del testamento del dichoso Juan Diego con un mapa, y en él una
iglesia, y en su atrio un religioso franciscano y un indio como
que lo está exhortando; pertenece al pueblo de San Juan
Bautista uno de los cercanos a esta corte”.

A la Real Academia de la Historia en Madrid, se enviaron los


papeles de Boturini, cuando éste ya había muerto. En esta
Institución, en la Colección Boturini, tomo I, ff. LXXX (MSS 4857),
destaca la advertencia del padre colector en relación con los códices,
mapas y manuscritos en lengua náhuatl:

“Se entregaron un número de 63 piezas a D. Vicente de la Rosa


intérprete general de la Real Audiencia, quien después de
largas indagaciones expuso en un dictamen en que cree probar
la impertinencia, inutilidad y aun ridiculez de las noticias
comprendidas en dichos papeles mexicanos, como se puede ver
en el cuaderno firmado de su puño que sigue a la certificación
sobre los mapas”.

Tal vez esta sea la causa por la que, el testamento del Siervo de
Dios, seguido de un mapa no aparezca. El pueblo al que se refiere el
114

inventario, es el mismo que menciona en su testimonio Andrés de


Tapia.
NICAN MOPOHUA
(1552-1560)

Este documento es básico, por ser de autor indio, Don Antonio


Valeriano, contemporáneo de los hechos y proporcionar muchos
particulares sobre el Siervo de Dios y su actuación.

Se inicia con la historia del documento mismo, seguida de la


identificación del autor y de los datos que permiten afirmar su
paternidad, y luego una breve reseña sobre su ubicación actual, las
traducciones y publicaciones. Enseguida, el documento mismo.

Historia del Documento

1. Peripecias de un documento

El “Nican Mopohua” es una narración india, la más completa y


hermosa de las Apariciones, que para los indios fueron desde un
principio mucho más claras y elocuentes que para los españoles,
vivencia plenamente captada y plasmada en el relato, que no puede
entenderse del todo sino desde la óptica de la sensibilidad indígena,
pero que no es mera fantasía lírica, sino una reseña con sólido rigor
de precisiones históricas.

Más adelante se dirá que posiblemente el manuscrito original se


encuentra ahora en Nueva York. Curiosamente, esta obra maestra
del sentir indio, prácticamente no fue conocida del gran público sino
casi 4 siglos después de haber sido escrita hasta 1926, año en que la
imprimió el padre Jesús García Gutiérrez1, reconstruyéndola con
grandes trabajos a base de fragmentos dispersos de la primera
edicón, hecha en 1649 y acompañándola de una traducción castellana

1
El padre Jesús García Gutiérrez nació en 1875, en Huixquilucan, Méx., y murió en México en 1958.
ordenado sacerdote en la arquidiócesis de México en 1900. fue miembro de la Academia Mexicana de
Historia, y uno de los más destacados estudiosos de cuestiones guadalupanas (cfr. LOPEZ DE ESCALERA,
Diccionario Biográfico y de Historia de México, México 1964, y ALVAREZ JOSE ROGELIO Enciclopedia
de México, México 1978, V. Ambos sub voce GARCIA GUTIERREZ JESÚS). Un libro suyo, El Primer
Siglo Guadalupano, reúne documentos del siglo XVI, refutando para siempre la tesis de que la Aparición y la
devoción a la Virgen de Guadalupe eran un invento del siglo XVII puesto que no existían documentos del
XVI.
115

con copiosas notas filológicas del insigne nahuatlato Lic. Primo


Feliciano Velásquez2. Su historia resulta casi inverosímil.

Su autor fue un indio cultísimo, don Antonio Valeriano (se


ignora su nombre indígena), que dominó magistralmente el español,
el latín y el náhuatl, contemporáneo de los hechos.

2. El Padre Miguel Sánchez

En 1648, 116 años después de la Aparición, se publicó en la


Ciudad de México, un libro cuyo autor era el padre oratoriano Miguel
Sánchez3, que gozaba fama de gran predicador y de saberse de
memoria todas las obras de san Agustín; se titulaba Imagen de la
Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe. Milagrosamente
aparecida en la ciudad de México. Celebrada en su historia, con la
profecía del capítulo 12 del Apocalipsis4. En esta obra,
frondosamente barroca, el Padre sostiene que el capítulo 12 del
Apocalipsis se refiere precisamente a México, hecho que encantó a
los no menos barrocos gustos de los mexicanos de entonces, pero, lo
importante es que declara que después de haber buscado en los
archivos oficiales las actas del prodigio, y averiguar que “por
accidentes del tiempo y ocasiones se habían perdido los que hubo”5.
encontró otros papeles, producto “de la curiosidad de los antiguos”
que le parecieron “bastantes a la verdad, y no contento los examinó
en todas sus circunstancias ya confrontando las crónicas de la
conquista, ya informándome de las más antiguas personas y
fidedignas de la ciudad, ya buscando los dueños que decían ser
originarios de estos papeles”6. No se tomó la molestia de indicar qué

2
Edición facsimilar de la primitiva de LASSO DE LA VEGA LUIS, Huey Tlamahuizoltica omenexiti in
ilhuacae tlatoca cihuapilli Santa María Totlaconatzin Guadalupe in nica huey altepehvac, México 1649.
Esta edición facsimilar fue realizada y prologada por GARCIA GUTIERREZ JESÚS, con traducción y notas
de VELÁSQUEZ PRIMO FELICIANO, con el título de Se apareció maravillosamente la Reina del Cielo
Santa María, nuestra Amada Madre de Guadalupe, aquí cerca de la Ciudad de México en el lugar nombrado
Tepeyac, México 1926.
3
Nació en Puebla, probablemente en 1606 y murió en México el 22 de Marzo de 1674, pidiendo en su
testamente ser enterrado en la ermita Guadalupe. Bachiller por la Universidad de México, muy famoso
orador sagrado de su época. Fue testigo de las informaciones guadalupanas de 1666.
4
SÁNCHEZ MIGUEL, Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe. Milagrosamente
aparecida en la ciudad de México. Celebrada en su Historia, con la profecía del capítulo doce del
Apocalipsis, México 1648. En este trabajo se usó la edición crítica incluida: DE LA TORRE VILLAR
ERNESTO Y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos Guadalupanos, México 1982.
5
Ibid, pag. 158 (cfr. Imagen, Prólogo).
6
Ibid.
116

papeles eran ésos, dando con ello gran pábulo a las críticas
racionalistas posteriores que lo acusaron de haber inventado todo,
pero hoy que se conoce el NICAN MOPOHUA no puede menos que
identificarse inequívocamente, pese a yacer semisofocado bajo los
profusos adornos de una traducción barrocamente redundante: “la
base de toda su obra es esa narración india.”.

Es pertinente hacer notar que los dos censores de su libro, el


doctor D. Juan Poblete y el agustino Fray Pedro de Rozas, especifican
que el autor está del todo de acuerdo con lo que se sabe “por
testimonios verídicos y tradiciones del hecho”7.

3. “Huey Tlamahuizoltica”

Dentro de la estela de entusiasmo que suscitó el libro del padre


Miguel Sánchez, antes del año se publicó otro, enteramente en
náhuatl, firmado por el capellán de la ermita de Guadalupe, el
bachiller Luis Lasso de la Vega, intitulado “Huey Tlamahuizoltica”
(“El gran Acontecimiento”)8, en el que asienta y repite 4 veces que él
escribe lo ahí publicado9, sin referencia ninguna a sus fuentes de
información, salvo la muy leve de que el censor, padre Baltasar
González S.J., declara: “Hallo ésta ajustada a lo que por tradición y
anales se sabe del hecho”10.

Sin embargo, esa obra no es de él, sino en parte mínima, pues


copia el “Nican Mopohua” de Antonio Valeriano, y el “Nican
Motecpana” de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, fundiéndolos en un solo
documento. De esa obra sólo se publicaron 500 ejemplares y

7
DE LA TORRE VILLAR ERNESTO Y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos...
(SÁNCHEZ MIGUEL, Imagen de la Virgen María...), op. Cit. (nota 4) pp. 154 y 155.
8
Nació en México, a principios del siglo XVII. Obtuvo el grado de bachiller en la Universidad y su
conocimiento del mexicano le valió ser nombrado capelán del Santuario de Guadalupe, donde hizo un buen
papel, que le mereció ser promovido al Cabildo Metropolitano. Murió siendo prebendado de la Catedral de
México, después de 1660, pero antes de poder ser testigo de las informaciones Canónicas de 1666 (cfr. DE
LA TORRE ERNESTO y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos... (SÁNCHEZ
MIGUEL, Imagen de la Virgen María...), (op. Cit. P. 282-3). Su libro, como ya se dijo en la nota 2, es el
Huey Tlamahuizoltica omenexiti in Ilhuicae tlatoca cihuapilli Santa María Totlaconatzin Guadalupe in rica
huel altepehyac, México 1649.
9
DE LA TORRE ERNESTO y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos.., op. Cit. Pp. 282-
308. Las 4 veces que menciona que él escribe eso están en su dedicatoria a la “Reina del Cielo, siempre
virgen, bienaventurada Madre de Dios”, pp. 289-90.
10
Ibid. “Parecer del P. Baltasar González...”, p. 288.
117

constituye toda una curiosidad bibliográfica11, pero fue la primera vez


que el manuscrito de Antonio Valeriano se imprimió y fue conocido
por un público algo más amplio.

Hasta aquí, como puede verse, el “Nican Mopohua” apenas si


figura, y no parecería haber la menor base para atribuirlo a un autor
tan ilustre e importante como Antonio Valeriano, ni a nadie
contemporáneo de las Apariciones. Muy al contrario podría
efectivamente parecer una obra tardía, creada al calor de un
entusiasmo novohispano en búsqueda de un símbolo patrio
independiente de España como se ha reprochado ser a las obras de
Miguel Sánchez y Lasso de la Vega. ¿Cómo se sabe pues, que se trata
del “Nican Mopohua” cuyo autor es Valeriano?

4. Luis Becerra Tanco

El libro de Sánchez contribuyó a avivar la floreciente devoción a


Ntra. Sra. De Guadalupe, tanto que en 1663 el obispo de Puebla, don
Diego Osorio de Escobar y Llamas, gobernador interino del
arzobispado de México y virrey de Nueva España, a petición del
Cabildo Metropolitano, del Ayuntamiento de la Ciudad, de la
Universidad y de todas las Ordenes religiosas, solicitó a S.S. Alejandro
VII, Misa y Oficio Propio, y que su fiesta fuera en México de precepto
y se celebrase en el aniversario de la aparición, 12 de diciembre en
vez del 8 de septiembre como se había venido haciendo, Roma pidió
más datos, y a este fin se realizaron, sin esperar el cuestionario
oficial, unas cuidadísimas “Informaciones Canónicas” (1666), a las
cuales contribuyó el padre Luis Becerra Tanco12, gran lingüística y
catedrático de la Universidad.

11
El padre García Gutiérrez, al prologar la publicación de la edición facsimilar de 1926, declara que
“Perdidos los dos únicos ejemplares que había en México, para preparar esta edición fue necesario recurrir a
los particulares que poseen ejemplares rotos y mutilados, y completando con un ejemplar lo que faltaba de
otro, a fuerza de paciencia y de trabajo, fue posible completarlas planas para la edición fototípica”. Prólogo,
p. 12. Existe un ejemplar en la Biblioteca Nacional de México.
12
Nació en Taxco en 1693, y murió en México en 1672. Fue un gran sabio, de espíritu
rigurosamente científico, y un eximio políglota, dominaba el hebreo, el griego, el latín, el
italiano, francés, portugués, náhuatl y otomí, y profesor de matemáticas en la Universidad de
México (cfr. LOPEZ, Diccionario biográfico, sub voce BECERRA TANCO y DE LA TORRE VILLAR
ERNESTO y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos..., op. Cit., pp. 309-10).
118

El mismo rescribió su testimonio, que se reimprimió


póstumamente en 1675 con el título de “Felicidad de México”13, y es
quien de la primera pista firme del “Nican Mopohua”, pues declara
que: don Fernando de Alva “hombre muy capaz y anciano, y que
entendía y hablaba con eminencia la lengua mexicana y tenía entera
noticia de los caracteres y pinturas de los naturales, y por ser de
prosapia ilustre y descendiente por parte materna de los reyes de
Texcuco... tenía en su poder un cuaderno escrito con letras de
nuestro alfabeto en la lengua mexicana, de mano de un indio de los
más provectos del Colegio de Santa Cruz... en que se referían las
cuatro apariciones de la Virgen Santísima al indio Juan Diego, y la
quinta a su tío Juan Bernardino”14.

Ahí se tiene la primera mención clara y explícita de un


manuscrito que refiere las 5 apariciones y cuyo autor es “un indio de
los más provectos del Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco”15.

También, por fortuna, incluyó todo su texto en versión


castellana, frase por frase gracias a lo cual se sabe con toda certeza
de qué manuscrito se trataba16 y tanto más que especifica, al
terminar de transcribirlo, que “Hasta aquí llega la tradición primera,
más antigua y fidedigna...”17.

Eso sería suficiente para atribuirla a Antonio Valeriano, quien se


sabe por mil testimonios fue, efectivamente, el alumno y profesor

13
BECERRA TANTO LUIS, Felicidad de México en el principio, y milagroso origen que tuvo el
santuario de la Virgen María N. Señora de Guadalupe, México 1675. Se sigue la edición crítica
incluida en DE LA TORRE VILLAR ERNESTO Y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios
Históricos..., op. Cit., pp. 309-333.
14
DE LA TORRE VILLAR ERNESTO y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos..., op. Cit.,
pp. 325-6.
15
El Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco merece una mención especial. Desde un primer
momento los misioneros franciscanos, no sin oposición por parte de los dominicos, continuaron el
uso indígena de educar en los templos a los niños y en todas las iglesias existió una escuela, sobre
todo de catecismo, pero se deseó hacer una “Superior”, para lo más selecto de la aristocracia
india, y se verificó el 6 de Enero de 1536, con los 60 alumnos más selectos del colegio de San
Francisco. Llevaban una vida monacal, con numerosos actos de piedad, retórica, lógica, filosofía
y medicina. Su éxito fue asombroso, tanto que fue su ruina, pues alarmados sus objetores de la
facilidad y rapidez con que los indios aprendían, fue dejado morir a base de retirarle toda ayuda
financiera (cfr. RICARD ROBERT, La Conquista Espiritual de México, traducida y añadida de notas
de GARIBAY ANGEL MARIA, México 1947, Libro II, cap. 7, pp. 394-419).
16
DE LA TORRE VILLAR ERNESTO y NAVARRO DE ANDA RAMIRO, Testimonios Históricos...,
(SÁNCHEZ MIGUEL, Imagen de la Virgen María...), op. Cit, pp. 312 a 321.
17
Ibid, p. 321.
119

más famoso del Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco, pero no se tiene


que hacer ninguna conjetura, pues se tiene certificación explícita
que se trata precisamente de él, y nada menos que del mayor sabio
que tuvo la Iglesia mexicana durante la Colonia, don Carlos de
Sigüenza y Góngora18. Este, años más tarde, en 1690, en un libro que
no trata de las Apariciones, sino de la “Piedad Heroica de don
Fernando Cortés”19, abordó incidentalmente el tema y escribió
textualmente:

“Digo y juro que esta relación hallé entre los papeles de D.


Fernando de Alba que tengo todos, y que es la misma que
afirma el Lic. Luis Becerra en su libro (Pág. 30 de la edición de
Sevilla) haber visto en su poder. El original mexicano esta en
letra de D. Antonio Valeriano indio que es su verdadero
autor”20.

En 1690 había una distancia de 159 años de las Apariciones, y


aunque Sigüenza y Góngora merezca toda celebridad y ponga todo el
peso de ésta (“Digo y juro”) en su afirmación de que la relación de
que habla Becerra Tanco perteneció a don Fernando de Alva, mas que
no era él su autor, sino Antonio Valeriano indio, es necesario
justificarla mejor, sobre todo por los duros ataques a ésta, para los
animadversores tan incómoda identificación, y dada la gran
importancia que tiene para la causa del Siervo de Dios.

En otras palabras: se tiene que explicar qué fue a hacer el


manuscrito del “Nican Mopohua” a manos de don Fernando de Alva, y
cómo y por qué, pasó luego a las del Padre Sigüenza y Góngora, como
para que éste pudiera afirmar tan categóricamente que era un
autógrafo de un autor tan calificado, por su cultura y por ser
contemporáneo de los hechos.

18
La fama de sabio de Sigüenza y Góngora fue reconocida internacionalmente. VELÁSQUEZ PRIMO
FELICIANO, en su obra clásica: La Aparición de la Santa María de Guadalupe, México 1931, cap. 6, p. 137,
escribe: “Ocioso fuera encarecer la autoridad científica de Sigüenza...” Tampoco es menester decir, cuanto le
estimaron por sus virtudes. Gran parte de su obra permanece inédita (cfr. Enciclopedia de México, vol. II, sub
voces Sigüenza y Góngora).
19
SIGUENZA y GÓNGORA CARLOS, Piedad Heroica de Don Fernando Cortés (a cargo de DELGADO
JAIME), México, 1960.
20
Ibid, cap. X, no. 114.
120

5. Don Antonio Valeriano

Don Rafael García Granados en su obra Diccionario Biográfico de


Historia Antigua de México valiosísima porque recoge todas las
fuentes primitivas, dedica 8 fichas a “Valeriano, Antonio”21, de las
que se saca que nació en Atzcapotzalco en fecha incierta, pero debió
ser joven al ser de los fundadores del Colegio de Santa Cruz de
Tlaltelolco en 1536, del que fue alumno distinguido, profesor y
director, teniendo entre sus alumnos a jóvenes frailes españoles. Fue
el mejor colaborador de Fray Bernardino de Sahagún, Juez y
Gobernador indio de México durante 35 años. Muy estimado por su
piedad, ciencia y justicia por todos, incluso por los virreyes, tanto
que mereció carta y mercedes del Rey de España. Murió en 1605 y fue
enterrado en el Convento de San Francisco, en la capilla de San José.

Generalmente se afirma que perteneció a la más alta


aristocracia indígena, pero esto no es del todo exacto, pues quien
debía conocerlo muy bien,Fernando Alvarado Tezozomoc22, que era
su cuñado, dos veces afirma de él que era “amopilli” o sea: “no era
noble, tan sólo un gran sabio”23, por lo que efectivamente perteneció
a la casa real de Tenochtitlan, pero sólo como consorte, y no es
posible rastrear su genealogía, aunque sí la de su mujer doña Isabel
Huanitzin.

Todos sin excepción se hacen lenguas de su calidad literaria,


que debió ser eximia a juzgar por una única carta latina que ha
quedad, y que vale la pena transcribir pues en su concisa brevedad,
da fe de una tan magistral cuanto inesperada calidad literaria:

“Hic litterarum gerulus ad vestram paternitatem portat id quod


mihi traducedum jussisti. Nescio profecto an in traductione
eius sim felix. Multa quippe in eo sunt praeghantia, ut nesciam
in quem sensum melio rem verti debeant. Si quid est erratum,

21
GARCIA GRANADOS RAFAEL, Diccionario Biográfico de Historia Antigua de México, a cargo de la
U.N.A.M., Instituto de Historia, México, 1953, Vol. III: Indios Cristianos, Sub litera V, pp. 223-4.
22
Don Fernando Alvarado Tezozomoc, nació probablemente en 1519 y murió en 1598. Era hermano de
Isabel Huanitzin, esposa de Valeriano, y es un escritor de los básicos entre las fuentes de la historia de
México. Dominó por supuesto, el náhuatl, pero su castellano es rudo y difícil, no obstante lo cual escribió en
el una gran obra, Crónica Mexicana, México 1975 y otra pequeña en náhuatl, Crónica Mexicayotl (a cargo de
la U.N.A.M. Instituto de Investigaciones Históricas, México 1975).
23
ALVARADO TEZOZOMOC FERNANDO, Crónica Mexicayotl..., op. Cit., nos. 356 y 371, pp. 171 y 176.
121

parcas obsecro. Et tuam gravem censuram adhibeas et his


litteris tam male for matis simul et ignoscas, illiterae enim
videntur potius quam litterae; nec mirum vestrae paternitati
videatur, manus namque iam vacillant, oculi caligant, et aures
occlusae. Iterum atque iterum parcas. Deus optimus maximux
longeavam tuae paternitati vitam concedat. De México. Tui
amantissimus etsi indignus. Antonius Valerianus”24.

Estas pocas líneas bastan para acreditarle un excepcional y


elegante dominio del latín, y es claro que no era menos hábil en su
lengua madre, y, como era de esperarse, el “Nican Mopohua” es una
pequeña joya de la literatura náhuatl.

6. Don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl

Aunque el nombre hace pensar que se trata de un indio, don


Fernando de Alva Ixtlilxóchitl no lo fue, sino mestizo casi del todo
español, pues su sangre era blanca por tres cuartos, pero,
efectivamente, por parte materna descendía de los reyes de
Texcoco. Nació probablemente en 1578 y murió el 25 de octubre de
1650, por lo que fue contemporáneo en su juventud de don Antonio
Valeriano, a quien conoció sin duda alguna, pues sus familias estaban
emparentadas.

Escribió abundantemente, con perfecto dominio del náhuatl y


del castellano, y es una de las fuentes básicas de la historia antigua,
especialmente por lo que se refiere a Texcoco mereciéndole a Rafael
García Granaos el comentario de que:

“Han sido las obras de este ilustre mestizo, en la factura de


este Diccionario, las más fecundas por su riqueza en datos y

24
“Este correo lleva a vuestra paternidad lo que mandaste traducir. A la verdad no sé si fui feliz al hacer la
traducción. Muchas cosas hay plenas de sentido de manera que no sé en qué mejor forma puedan traducirse.
Si error hay , te suplico me perdones. Y también que pongas tu respetable censura, así como que disimules
estas tan mal formadas letras, pues más bien parecen borrones que letras. Y no debe extrañar esto a V.P.,
pues mis manos están ya vacilantes, nublados los ojos y tapadas mis orejas. Una y otra vez te ruego me
perdones. Dios óptimo máximo conceda a tu paternidad larga vida. De México Amantísimo tuyo, aunque
indigno de serlo. Antonio Valeriano”. Esta carta la conservó el padre Juan Bautista, en el prólogo a su
Sermonario en lengua mexicana, publicado en México en 1606-7. La cita RICARD ROBERT, La Conquista
Espiritual..., op. Cit. Libro II, cap. 7, p. 401.
122

nombres no sólo de la época acolhua sino de toda nuestra


Historia Antigua”25.

El era hijo segundo de un español, Juan de Navas Pérez de


Peraleda, y de una mestiza, Ana Cortés Ixtilxóchitl.

Hay que advertir que en esos tiempos, todavía no se afianzaba


la costumbre de fijar los apellidos, que se asignaban con tanta
libertad como los nombres, por lo que muchas veces los hijos
llevaban los apellidos diferentes unos de otros, y diferentes de los de
los padres.

Esta, doña Ana, era hija de otro español, Juan Grande, y de una
princesa india Cristina Francisca Verdugo Quetzalmamalitzin, quien a
su vez era hija de otra Ana Cortés Ixtlilxóchitl, hija del penúltimo
emperador de México, Cuitláhuac, llamada Paptzin y bautizada luego
como Beatriz, y del mejor aliado de Cortés, Ixtlilxóchitl.

El emperador Motecuhzoma Xocoyotzin, hermano de Cuitláhuac,


era, por tanto, su tío abuelo; pero importa mucho más su padre, don
Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin Huetzin26 devotísimo de la
Virgen del Tepeyac.

7. Don Francisco Verdugo quetzalmamalitzin27

Cortés pudo llevar a cabo la conquista porque ésta realmente


fue una guerra intestina entre los indios, y su más vigoroso aliado fue
Ixtlilxóchitl, un rebelde texcocano. Uno de sus comandantes más
distinguidos, Capitán General de sus ejércitos y pariente suyo se
llamaba Xiuhtototzin, Señor de Teotihuacan, y murió en la “Noche
Triste” auxiliando a los españoles. Su hijo más pequeño era
Quetzalmamalitzin28, quien se bautizó con el nombre del

25
GARCIA GRANADOS RAFAEL, Diccionario Biográfico…, op, cit., vol. III, sub voce Ixtlilxóchitl, p.
252.
26
MENDIETA FRAY JERONIMO DE, Historia Eclesiástica Indiana, México 1945, Tomo II, p. 207.
27
Véase su testamento, en ROMERO JOEL, Juan Diego su peregrinar a los altares, 1992 p. 164.
28
Quetzalmamalitzin debió nacer poco antes de la conquista, pues no es sino hasta 1533 que tiene la
suficiente edad para asumir el Señorío de Teotihuacan, que era entonces muy importante. Muere den 1563, y
se conserva su testamento, en el que menciona a la Virgen de Guadalupe y a fray Bernardino de Sahagún (cfr.
MUNICH GUIDO, El Cacicazgo de San Juan Teotihuacan durante la Colonia (1521-1821) (a cargo de
S.E.P. e I.N.A.H.), México 1976, p. 9.
123

encomendero de su pueblo, Francisco Verdugo, y en 1533 asumió el


gobierno de los indios de ahí y se casó con doña Ana Cortés
Ixtlilxóchitl, nieta del penúltimo emperador de México e hija del Rey
de Texcoco impuesto por Cortés, Fernando Cortés Ixtlixóchitl29.

Ahora bien, el español Francisco Verdugo era un amigo


importante de Cortés. Pese a ser cuñado del Gobernador de Cuba,
Diego Velásquez, se negó a cumplir sus órdenes de aprehenderlo e
incluso se unió a él. Estuvo al mando de uno de los bergantines que
operaban en el lago, y Cortés buscaba y apreciaba sus consejos. El
señor indio de su encomienda, Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin,
lo acompaño con muchos guerreros de Teotihuacan en campañas del
occidente de México, de manera que él mismo era importante a ojos
españoles, lo que en parte explica que le hayan perdonado su
rebeldía en no querer aceptar otros frailes que los de San Francisco.

Es precisamente su bisnieto, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl,


quien cuenta el suceso30, explicando que, durante su resistencia se
ocultó en Atzcapotzalco. Para esto tuvo que contar con el auxilio de
los señores indios de ahí, que eran precisamente sus parientes y la
familia de don Antonio Valeriano, casado como ya se dijo, con doña

29
Ibid, cap. I.
30
Está narrado en el NICAN MOTECPANA (Juan Diego su peregrinar a los altares, p. 177) del que se
hablará en esta parte. Aporta noticias originales sobre el Siervo de Dios. Fue publicado por primera vez por
Lasso de la Vega, englobándolo en una sola obra con el NICAN MOPOHUA. Se sigue también la edición
crítica de DE LA TORRE VILLAR y NAVARRO DE ANDA, Testimonios Históricos..., op. Cit., pp. 298-
307. El caso de Quetzalmamalitzin está narrado en la página 304:
“Al principio, cuando se apareció la preciosa imagen de nuestra purísima Madre de Guadalupe, los habitantes
de aquí, señores y nobles, la invocaban mucho para que los socorriera y defendiera en sus necesidades; y a la
hora de la muerte, se entregaban completamente en sus manos. Uno de éstos fue don Francisco
Quetzalmamalitzin, cuando se destruyó el pueblo y quedó desamparado, porque se opusieron de ser privados
de los frailes de San Francisco. Quería el Señor visorey don Luis de Velasco que los tuvieran a su cargo los
frailes de San Agustín; lo que estimaron los vecinos como una gran molestia. Don Francisco, el señor, y sus
cortesanos no más andaban escondiéndose, porque en todas partes los buscaban. Al cabo vino a
Azcapotzalco, y secretamente se llegaba a rogar a la celestial Señora de Guadalupe que inspirase a su querido
hijo el visorrey y a los señores de la Audiencia Real, a fin de que fuesen perdonados los vecinos; que pudiesen
volver a sus casas y que de nueve les fuesen dados los frailes de San Francisco. Así sucedió exactamente; se
perdonó a los vecinos, al señor y a sus cortesanos; otra vez les dieron frailes de San Francisco, que a su cargo
los tuviesen; y todos volvieron a sus casas, sin ser ya por eso molestados.
Lo cual sucedió en el año de 1558. También, a la hora de su muerte, se encomendó don Francisco a la Señora
del Cielo, nuestra preciosa Madre de Guadalupe, para que diera favor a su alma; y le hizo manda en su
presencia, según aparece en los primeros renglones de su testamento, que fue hecho el 2 de marzo de 1563”
Más detalles Históricos los afirma Fray Jerónimo de Mendieta (op. Cit., cfr. Nota 26), Cfr. Enciclopedia de
México, vol. II, sub voce Sigüenza y Góngora...
124

Isabel Huanitzin sobrina bisnieta del emperador Motecuhzoma y tía


del propio Quetzalmamalitzin.

Por lo tanto, es absolutamente obvio que don Antonio Valeriano


y don Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin se conocieron y se
apreciaron con la intimidad que supone arriesgarse el primero a dar
refugio al segundo cuando éste se hallaba fugitivo y proscrito del
gobierno virreinal, y dada la inmensa devoción que don Francisco
tenía a la Virgen de Guadalupe, nada tiene de extraño que don
Antonio le haya regalado el original de su obra el “Nican Mopohua”,
que él y su familia guardaron como un tesoro. Esto explica que
estuviera en manos de su bisnieto Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.

8. Don Carlos de Sigüenza y Góngora

Nació en la Ciudad de México el 14 de agosto de 1645, y murió


ahí mismo a los 55 años, el 22 de agosto de 1700. antes de cumplir 15
años ingresó a la Compañía de Jesús y terminó el noviciado, haciendo
votos simples en 1662, pero salió después de 7 años y toda su vida fue
sacerdote secular de la Arquidiócesis de México, aunque a su muerte
fue de nuevo recibido en la Compañía de Jesús.

Poeta, geógrafo, astrónomo, matemático, historiador, fue uno


de los mayores sabios no sólo de México, sino de su época, consultado
y apreciado hasta en las Cortes de Europa31.

Unos 30 años después de la muerte de don Fernando de Alva


Ixtlilxóchitl llegó a Teotihuacan a fundar una capellanía es decir, un
beneficio eclesiástico mantenido con el capital que asignaba una
familia, y esta familia era precisamente la familia De Alva32.

Inevitablemente floreció una acendrada amistad entre este gran


sabio, amantísimo de la historia, y don Juan de Alva Ixtlilxóchitl
primogénito de tan iluestre historiador, amistad tan auténtica que a
la muerte de éste, que ocurre poco después, le lega todos los papeles
de su padre y lo nombra albacea de su propio testamento33, cargo
31
Cfr. Supra, nota 18.
32
MUNCH GUIDO, El Cacicazgo..., op. Cit., cap. II, p. 28.
33
Ibid.
125

que don Carlos desempeña fielmente, teniendo incluso que pleitar


largamente para defender los intereses de la familia De Alva34 en los
inacabables juicios de los tribunales de la época. Con esto se
explican los cómos y los porqués35 de su categórica afirmación:

“Diego y juro que esta relación hallé entre los papeles de D.


Fernando de Alva, que tengo todos, y que es la misma que
afirma el Lic. Luis Becerra.... El original mexicano está en letra
de don Antonio Valeriano indio que es su verdadero autor”36.

9. Árbol Genealógico

No es fácil seguir las complicadas genealogías indias, por la


presencia de uniones poligínicas que creaban un gran número de
medios-hermanos, por no haber apellidos y sí varios nombres usados
indistintamente, incluso entre los bautizados, ya que hasta el siglo
XVII se fijó la costumbre de llevar siempre los mismos apellidos
paternos y maternos todos los hijos, y porque era usual para los
indios nobles el matrimonio entre consanguíneos.

Pero para entender la relación de la familia de


Quetzalmamalitzin con la de Valeriano, mucho ayuda la gráfica de un
árbol simplificado, poniendo sólo los ascendientes directos y
eliminando los cónyuges cuando no son tan importantes.

Las fuentes son:

* Alvarado Tezozomoc Fernando, Crónica Mexicayotl37, fuente


muy valiosa puesto que quien habla es protagonista, dado que él es
hermano carnal de la esposa de Valeriano, y por tanto, cuñado de
éste.

34
El sucesor de don Juan de Alva era su hermano dos Diego, un pobre ciego del que otros parientes quisieron
abusar despojándolo de su cargo y de sus bienes. Sigüenza y Góngora tuvo que defenderlo judicialmente (cfr.
GUIDO MUNCH, El Cacicazgo..., op. Cit., cap. II. P. 29).
35
Véase también la amplia introducción O’GORMAN EDMUNDO, en: ALVA IXTILXOCHITL FERANDO
DE, Obras Históricas, (a cargo de U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas), México 1975, Tomo
I,pp. 37-42.
36
Cfr. Supra, nota 13.
37
ALVARADO TEZOZOMOC FERNANDO, Crónica Mexicayotl..., op. Cit.
126

* Boturini Benaducci Lorenzo, que reunió muchísimos


documentos, y por ellos su palabra es valiosa, en Idea de una nueva
historia de la América Septentrional38.

* De Alva Ixtlilxochitl Fernando, también de primera mano,


puesto que él era descendiente directo de Quetzalmamalitzin aunque
en sus Obras Históricas39 acumula fuentes sin hacer una crítica cabal
de ellas, lo que en este caso está compensado por el excelente
estudio introductorio de O’GORMAN EDMUNDO.

* De la Torre Villar Ernesto y Navarro de Anda Ramiro:


Testimonios Históricos Guadalupanos40 la cuidada edición crítica de
las fuentes guadalupanas que se ha citado, todas ellas con breves
pero valiosas introducciones.

* García Granados Rafael: Diccionario Biográfico de Historia


Antigua de México41 una obra monumental, sobre todo en su tiempo,
de revisión y cernido de todas las fuentes.

* Munch Guido, El Cacicazgo de San Juan Teotihuacan durante


la Colonia42, estudio inapreciablemente valioso, pues se trata de una
monografía exhaustiva que consigna a todos los miembros,
ascendentes y descendentes, de la familia de Quetzalmamalitzin.

Don Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin era sobrino de su


esposa, doña Ana Cortés Ixtlilxóchitl, y ambos descendían de
Netzahualcoyotl, rey de Texcoco:

38
BOTURINI BENADUCCI LORENZO, Idea de una nueva Historia General de la América Septentrional,
(estudio Preliminar de MIGUEL DE LEON PORTILLA), México 1974.
39
ALVA IXTLILXOCHITL FERNANDO DE, Obras Históricas..., op. Cit.
40
Cfr. Supra notas 3 y 4.
41
MUNCH GUIDO, El Cacicazgo..., op. Cit.
42
MUNCH GUIDO, El Cacicazgo..., op. Cit.
127

NETZAHUALCOYOTL

NETZAHUALPILLI QUETZALPOZTECTZIN
Rey de Texcoco (mujer)

IXTLILXOCHITL COATZIN
(FERNANDO)
Rey de Texcoco
TECUCIHUATZIN
(mujer)
ANA CORTES
IXTLILXOHITL
QUETZALMAMALITZIN

A su vez, su esposa descendía, por parte de madre, de los Reyes


de México, lo mismo que doña Isabel Huanitzin, esposa de Antonio
Valeriano:

AXAYACTL
Emperador de México

CUITLAHUAC TEZOZOMOC
Emperador de México

PAPTZIN (BEATRIZ) HUANITZIN


Esposa de Ixtlilxóchitl (DIEGO)

ANA CORTES ISABEL


IXTLILXOCHITL HUANITZIN
Esposa de Quetzalmamalitzin esposa de Valeriano

Por lo expresado se ve que la esposa de quetzalmamalitzin y la


esposa de Valeriano eran primas segundas, y, por lo tanto, Isabel
Huanitzin era tía de Quetzalmamalitzin.
128

Su esposo, Antonio Valeriano, era tío político de éste. Tampoco


se olvide, como mera referencia, que el famoso Motecuhzoma
Xocoyotzin, el emperador que recibió a Cortés era también hijo de
Axayacatl, por tanto hermano (o medio-hermano) de Cuitláhuac y de
Tezozomoc, tíos abuelos por tanto de Isabel Huanitzin.

La descendencia de Quetzalmamalitzin y Ana Cortés Ixtlilxóchitl


hasta don Fernando y don Juan de Alva es como sigue:

QUETZALMAMALITZIN

FRANCISCA CRISTINA
esposa de Juan Grande, español

ANA
Esposa de Juan de Navas Pérez de Peraleda, español

FERNANDO DE ALVA

JUAN DE ALVA

Ubicación, Traducciones y Publicaciones

En esta sección se indica la ubicación de las copias y principales


ediciones del documento mismo, así como las traducciones que se
conocen, dividiéndolas en dos números:

1. El manuscrito original (posible, se conserva, al menos en


parte, en la Biblioteca Pública de Nueva York.

2. Traducciones conocidas, que refuerzan, en la unidad de su


variedad, la autenticidad del documento.
129

1. El Manuscrito Original

El manuscrito original que consta tuvo en su poder Sigüenza y


Góngora se ha perdido, pero quedan otros de los que al menos uno
puede considerarse original, pues, si no es el autógrafo, se trata por
lo menos de una copia contemporánea, de medidos del siglo XVI,
quizá tomada al dictado al mismo tiempo que Valeriano escribía la
autógrafa.

Se encuentra en la Biblioteca Lennox, New York, U.S.A.,


Sección de Manuscritos, Monumentos Guadalupanos, y ha sido
ampliamente estudiada por el insigne historiador padre Ernest Burrus
S.J., quien fue el primer testigo del proceso diocesano43.

Hoy en día nadie científicamente serio duda de la paternidad de


Valeriano del Nican Mopohua, y los objetores han de limitarse a
atacar su historicidad, pretendiendo que se trata de un relato
edificante, pero meramente fantástico.

Es más, el más reciente objetor serio, Edmundo O’Gorman, del


Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de
México, en su último libro contra las Apariciones, no sólo acepta al
Nican Mopohua y a Valeriano como su autor, sino incluso se declara
de acuerdo con el padre Burrus en cuanto a que la copia de Nueva
York puede ser el original44.

43
El Padre BURRUS nació el 20 de Abril de 1907 en el Paso, Texas. Es doctor en Historia y Literatura,
Maestro en Filosofía y Lenguas Clásicas. Miembro del instituto Histórico de la Compañía de Jesús e
Historiador Oficial de la misma Compañía, datos que él mismo aporta en su deposición, la cual abarca desde
la página 28 hasta la 173 del primer volumen del Proceso Ordinario, y él mismo declara que ha tenido en sus
manos “muchísimas veces” ese manuscrito (p.33), asegurando que la copia más antigua es “de mediados del
siglo XVI” y la otra “de fines de ese siglo” (p. 34).
44
“Para terminar este apartado es importante señalar la afirmación de un connotado historiador aparicionista,
el Padre Ernesto J. Burrus S.J.
Según este sabio sacerdote el manuscrito más antiguo que se conoce del NICAN MOPOHUA (1552-1560),
ofrece las mismas características de un texto escrito en México por fray Alonso de la Vera Cruz en los años
de 1553-1554, ahora bien, esa afirmación adquiere una notable significación cuando nos enteramos que el
Padre Burrus opina que no debe excluirse la posibilidad de que aquel antiguo manuscrito de la obra de
Valeriano sea nada menos que del original (vid. Burrus, The Oldest copy of the Nican Mopohua, p. 4 y 25,
cara, Washington, D.C., 1981; infra, el registro Nican Mopohua en la Bibliografía)”: O’GORMAN
EDMUNDO, Destierro de Sombras, luz en el origen de a imagen y culto de Nuestra Señora de Guadalupe en
el Tepeyac (a cargo de U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Históricas), México 1986, Parte 1, cap. 3, p.
50.
130

La Tesis de O’Gorman es precisamente la de que el Nican


Mopohua es sólo un relato edificante, escrito por Valeriano para
animar a sus connacionales indios al culto de una imagen
perfectamente natural, de la que enseguida se valió el sucesor de
Zumárraga, fray Alonso de Montúfar O.P., para atacar a los
franciscanos. Más adelante se analizarán las objeciones y las
respuestas que las superaron para llevar adelante la causa de Juan
Diego.

2. Traducciones

La primera traducción de que se tiene noticia es probablemente


la que usa el padre Miguel Sánchez45, y ciertamente la que usa más
tarde el padre Francisco de Florencia S.J. en su libro Estrella del
Norte de México46, pues también es de las fuentes guadalupanas. La
traducción al castellano es parafrástica y de la pluma de don Ferando
de Alva Ixtlilxóchitl.

La segunda, o segundas, son del padre Luis Becerra Tanco47, la


primera dentro de su declaración en las Informaciones Canónicas de
1666, y la segunda (la misma con alguna modificación) en su libro
póstumo Felicidad de México, que también ya se mencionó48.

Don Lorenzo Boturini Benaducci, un italiano que viajó a México


en el siglo XVIII y se prendó de todo lo mexicano, especialísimamente
de la Virgen de Guadalupe, mandó hacer otra, literal, probablemente
en 1740, que se conserva en París49. Está publicada en México,
recientemente50.

La del padre don Carlos Tapia y Centeno, realizada por orden


del Arzobispo de México, y más tarde Cardenal de Toledo, don
Francisco Antonio de Lorenzana, quien gobernó la Arquidiócesis de

45
Cfr. Supra, nota 3.
46
FLORENCIA FRANCISCO DE, La Estrella del Norte de México, México 1688. También se usa la
edición crítica de DE LA TORRE VILLAR Y NAVARRO DE ANDA, Testimonios Históricos..., op. Cit., pp.
359-399.
47
Cfr. Supa, nota 12.
48
BECERRA TANCO LUIS, Felicidad de México..., op. Cit.
49
Biblioteca Nacional París, Francia, Collection de M.E. Goupli (Ancienne Collection J.M.A. Aubin)
Manuscritos Mexicalns. 317.
50
Libro Anual 1981-1982 (a cargo del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos), México 1982, pp. 87-96.
131

México de 1766 a 1771. Es sólo un fragmento, pero directa de un


original “de la letra que usaban los indios en los principios de su
conversión”51, también publicada recientemente52.

Otra traducción del mismo original y de la misma época, más


completa, es del Señor Dn. Joseph Julián Ramírez, catedrático y
Sinodal de dicho idioma en la Real Universidad y Arzobispado53 y
también publicada en México hace poco, con motivo del 450
aniversario de las Apariciones54.

El padre Agustín de la Rosa en 1886 hizo una traducción directa


del náhuatl al latín55.

La traducción “príncipe” la realizó en 1926 el licenciado don


Primo Feliciano Velázquez56, es la traducción más conocida y la que
más se ha difundido en ediciones populares posteriores.

El patriarca reconocido de los estudios nahuas, el Cango, Angel


María Garibay, también realizó una traducción digna de su calidad,
que no llegó a publicar en vida57.

La mejor y más reciente de todas las traducciones, y por ello la


que se usará, es del padre Mario Rojas Sánchez, que aprovecha todas
las demás y es la que mejor capta el verdadero sentido indio,
explicándola en edición bilingüe y con excelentes notas.

51
“Traducción hecha de orden de el Ilmo. Excmo. Señor Arzobispo de México y después de Toledo Primado
de las Españas Don Francisco Lorenzana por el Br. D. Carlos de Tapia y Santeño, Clérigo Presbítero, capellán
del convenio de Santa Inés, Catedrático y Synodal de el Idioma Mexicano en esta Universidad y Arzobispado,
de una Papel Antiguo de masa de maguey escrito en mexicano de la letra que usaban los indios en los
principios de su conversión, en que se refieren la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe de México, y se
halla en su dicha Real Universidad en el Museo del Caballero don Lorenzo Borurini, Inv. No. 7º. Y 8º”. Se
conserva también en París, en el mismo lugar (cfr. Nota 49).
52
Libro Anual 1981-1982 (I.S.E.E.), op, cit., pp. 127-130.
53
Ibid. Nota 49.
54
Libro Anual 1981-1982 (I.S.E.E.), op. Cit. Pp. 119.125.
55
DE LA ROSA AGUSTÍN, Dissertatio histórico-theologica de Appartitione B.M.V. de Guadalupe,
guadalaxarac 1887.
56
La publicó la Academia de Santa María de Guadalupe, junto con la edición facsimilar de la primera edición
de 1649 con el título de: Huel Tlamahuizoltica, libro en lengua mexicana que el BR. LASSO DE LA VEGA
LUIS hizo imprimir en México en el año de 1649 (ahora traducido y anotado por VELÁZQUEZ PRIMO
FELICIANO, prólogo de GARCIA GUTIERREZ JESÚS, México 1926.
57
Salió a la luz en edición póstuma en la revista Histórica, (a cargo de Centro de Estudios Guadalupanos (III-
1978), y también está publicada en Libro anual 1981-1982 (I.S.E.E.), op. Cit., pp. 107-117.
132

APENDICE A

Cronología de Ntra. Sra. Tequatlasupe

1325.-Los mexicas fundan la Uey México Tenochtitlán.

1505.- Moctezuma II es elegido Tlatoani.

1509.- La princesa Papantzin, hermana de Moctezuma, tiene un sueño


o visión en la que ve a un ángel que tiene una cruz en la frente.

Marzo 12, 1519.- Hernán Cortés desembarca en lo que ahora es


Veracruz.

Nov. 8, 1519.- Hernán Cortés llega a la gran Tenochtitlán.

Junio 20, 1520.- Los españoles asesinan a Moctezuma II.

1521.- Cortés y sus aliados sitian la gran Tenochtiltán durante 93


días, al cabo de los cuales cae el imperio azteca.

1521.- Cortés manda a Gonzalo de Sandoval que siente sus reales en


Tepeaquilla.

1525.- La princesa Papantzin es bautizada en Tlatelolco y se le pone


por nombre Doña María. Nace en 1474, según asevera Fernando Alba
Ixtlilxóchitl en su Nican Motecpana.

1525.- Cuauhtlatóhuac (el que habla como águila) es bautizado en


Tlateolco, por Motolinía, y se le pone el nombre de Juan Diego, junco
con él se bautizan su esposa y su tío, quienes reciben los nombre de
María Lucía y Juan Bernardino.

1528.- Fran Juan de Zumárraga (O.F.M.) Orden de Frailes Menores,


llega a México.
133

Sep. 25, 1528.- El Ayuntamiento concede “merced” a Antón de


Arriaga para que pueda tener ovejas en un peñol cercano a
Tepcaquilla.

1531.- Por el maltrato e injusticias de la primera Audiencia para los


indígenas, éstos traman una matanza de españoles.

Dic. 9, 1531.- Sábado en la madrugada; la primera aparición de la


Virgen a Juan Diego, en la cumbre del cerro.

Dic. 9, 1531.- Sábado por la tarde como a las cinco; la segunda


aparición, también en la cumbre del cerro.

Dic. 10, 1531.- Domingo a eso de las tres de la tarde; tercera


aparición. Cuando Juan Diego llega a Tulpetlac, se encuentra a su tío
enfermo.

Dic. 11, 1531.- Juan Diego NO asiste a misa a Tlatelolco, y por lo


tanto no se entrevista con la Virgen.

Dic. 12, 1531.- martes como a las seis de la mañana; cuarta


aparición. La Virgen le pie a Juan Diego que suba al cerro y corte las
rosas que deberá llevar al Obispo.

Dic. 12, 1531.- A la misma hora, la Virgen se le aparece a Juan


Bernardino, lo sana y LE DA SUS NOMBRE. Le dice ser LA SIEMPRE
VIRGEN SANTA MARIA TEQUATLAXOPEUH (ésta es la QUINTA
aparición).

Dic. 12, 1531.- Al medio día, SEXTA aparición, esta vez en la tilma de
Juan Diego, ante el Obispo Zumárraga.

1531.- Del 12 al 26 de diciembre la imagen permanece primero en el


adoratorio del Obispo y luego en el templo de San Francisco, mientras
se construye una ermita en el lugar donde la Virgen lo pidió.

Dic. 26, 1531.- Primer milagro “oficial” de la imagen. Al trasladarla


del templo de San Francisco a su ermita, un danzante es muerto por
una flecha, y la imagen lo resucita.
134

1538.- Se calcula que ocho millones de indígenas se han convertido al


catolicismo gracias a la intervención de la Virgen.

Mayo 15, 1544.- Muere a los 84 años de edad Juan Bernardino, tío de
Juan Diego.

1544.- Una epidemia de cocoloztli ha matado a 12,000 personas y


termina milagrosamente cuando de 6 a 7 años hacen una
peregrinación a la ermita de la Virgen de Guadalupe.

1545.- Don Antonio Valeriano termina de escribir el Nican Mopohua,


la primera obra que habla sobre las apariciones de la Virgen. Hay
versiones de que Valeriano interrogó personalmente y en varias
ocasiones a Juan Diego, a Juan Bernardino y al Obispo Zumárraga al
respecto.

1548.- En una choza construida junto a la ermita gradalupana, muere


Juan Diego a la edad de 74 años.

1554.- Cervantes de Salazar (el de los diálogos) llama a Guadalupe,


“Gran Ciudad de Indios”.

1555.- Fran Alonso de Montúfar, obispo de México, designa un


sacerdote “para que atienda a los fieles que asisten a la ermita”.

1556.- El segundo obispo, Alonso de Montúfar, manda que se


construya la tercera Ermita (la segunda era sólo una ampliación de la
primera), decorándola y colocándole lámparas. Ahí la imagen estuvo
recibiendo culto por 66 años.

1556-1557.- En este lapso, el obispo Montúfar defiende e impulsa


canónicamente las SEIS apariciones.

1563.- Por primera vez en las actas del Ayuntamiento se habla del
pueblo de Guadalupe, no volviéndose a mencionar el nombre de
Tepeaquilla.

1570.- El pueblo de Guadalupe tiene: 150 indios casados, 100 indios


solteros y solteras de doce años para arriba, y 6 estancias de ganado
menor.
135

1570.- En inventario del arzobispado enviado a Felipe II se menciona


la Ermita de Guadalupe y se adjunta una copia de la imagen, que
posteriormente (1571) tendría gran importancia en la batalla de
Lepanto.

1571.- Andrea Doria coloca la imagen de la Guadalupana en la puerta


de su camarote, obteniendo el triunfo en la batalla de Lepanto,
donde MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA pierde un brazo.

1575.- Don Pedro Moya de Contreras, tercer arzobispo de México,


pide al Papa Gregorio XIII, la prórroga de las indulgencias obtenidas
para el Santuario de Guadalupe.

1595.- Recién llegado a México el noveno virrey, Don Gaspar de


Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey, visita el Santuario. Esta
costumbre continúa con todos los virreyes hasta la Independencia.

Noviembre 1622.- El arzobispo Juan Pérez de Laserna inaugura el


primer templo; aquí la imagen recibió culto por 72 años, ya que su
templo resultó insuficiente.

Sept. 21, 1629.- La Ciudad de México sufre quizá la peor de sus


inundaciones: mueren más de 30,000 personas. La imagen es llevada
en una canoa a la Catedral.

1633 a 1666.- Se reúnen las informaciones oficiales sobre las


apariciones, para pedir al Vaticano la misa propia del 12 de
diciembre.

Mayo 14, 1634.- Una gran procesión acompaña a la Guadalupana de


regreso a su Templo, procesión que se hizo a pie en acción de gracias
por haber terminado con la inundación de 1629, y hasta este año
(1634) despareció totalmente el agua que cubrió toda la ciudad. A su
regreso la imagen visitó el Templo de Santa Catarina Mártir, (por la
Lagunilla).

1647 a 1649.- El Bachiller Luis Lasso de la Vega, vicario de


Guadalupe, construye el segundo santuario provisional para la Virgen.
Se le conoció como Parroquia o Iglesia de los Indios.
136

1666.- Se construye la capilla del “Cerrito”, sitio de la primera


aparición y donde se cortaron las rosas.

Dic. 24, 1675.- Se inicia la construcción del primero de los torreones,


que más tarde se conocerían como “misterios”.

Marzo 25, 1695. Se coloca la primera piedra de lo que será el tercer


santuario: es encargado de hacerlo el arzobispo Aguilar y Seijas.

Abril 27, 1709.- Don Juan Ortega y Montanes, arzobispo de México,


inaugura el Santuario, La Colegiata y la Basílica.

Abril 27, 1737.- La Virgen es proclamada Patrona de la Capital de


Nueva España y cesa en todo el país la epidemia de cocoloztli, que lo
azotaba desde el año anterior.

1738.- Don Lorenzo de Boturini da comienzo a su gestión personal


para que se corone la Virgen.

Feb. 4, 1745.- Boturini es reducido a prisión y se le recoge su archivo,


siendo depositado en las Cajas Reales.

1751.- Unos marinos llevan al Tepeyac el mástil de su barco, como


agradecimiento a la Virgen por haberlos salvado de un naufragio.

Mayo 25, 1754.- Benedicto XIV promulga por bula a la Virgen de


Guadalupe como patrona de México. Aplica el Salmo 147 (su propia
expresión) cuando vio el cuadro de la Virgen por Miguel Cabrera:
“Non fecit taliter omni nationi”, “No hizo cosa igual con otra
nación”.

1756.- El pintor oaxaqueño Miguel Cabrera y otros pintores terminan


su largo estudio del lienzo y determinan que es “imposible
humanamente, pintar sobre ayate y sin tener preparación alguna”.
Se encuentran cuatro técnicas de pintura en el lienzo.

Junio 1º. 1777.- Se inicia la construcción de la capilla del “Pocito”


por el arzobispo Núñez de Haro y se termina en 1791; su costo:
50,000.00 pesos.
137

1791.- Al limpiar el marco que cubre la imagen, se derrama un frasco


de “agua fuerte” sobre la superficie del ayate, dejando tan sólo una
pequeña mancha.

1800.- Se construye en la iglesia del “Cerrito” los altares mayor y


laterales.

1802.- Manuel Tolsá inicia los trabajos de ornamentación del altar


mayor de la Basílica, según el diseño del Arq. José Agustín Paz.

1802.- Se construye en Cuautiltán una capilla que se termina en 1810.

Sept. 15, 1810.- El cura Don Miguel Hidalgo y Costilla toma un


estandarte guadalupano como bandera de la Independencia.

1810 a 1826.- Se suspenden las obras de ampliación de la Basílica por


la Guerra de Independencia.

Octubre 12, 1821.- El consumador de la Independencia de México,


Don Agustín de Iturbide, va la Basílica a dar gracias y funda la Orden
de Guadalupe.

1825.- El primer presidente de México Don Guadalupe Victoria,


compra a los Estados Unidos una corbeta de guerra y le pone por
nombre “Tepeyac”

1828.- El Congreso declara fiesta nacional el día 12 de diciembre.

1836.- Se concluyen las obras de ampliación de la Basílica: mientras


éstas duraron la imagen se alberga en el templo de las Capuchinas.

1847.- Se firman los tratados de paz entre México y Estados Unidos en


el Santuario de Guadalupe.

Dic. 4, 1847.- El “Daily American Star”, órgano oficial de los invasores


americanos, publica en primera plana una breve versión de la
relación gradalupana, escrita por el Bachiller Becerra Tanco.
138

Agosto 11, 1858.- Por decreto del Lic. Don Benito Juárez, Presidente
de la República, el 12 de diciembre es fiesta nacional.

1861.- Se nacionalizan los bienes eclesiásticos, a excepción del


Santuario de Guadalupe.

1867.- El general don Porfirio Díaz, al establecer su cuartel general


en Guadalupe Hidalgo, deposita su equipo y armamento en el
Santuario de Guadalupe.

1890.- Se ejecutan las obras de reparación y embellecimiento en la


Basílica.

1894.- El Papa León XIII aprueba un Nuevo Oficio y misa de


Guadalupe.

Octubre 12, 1895.- Se implanta y bendice la Cruz del Apostolado, en


el “Cerrito”. Primera coronación pontificia de la Virgen, autorizada
por el Papa León XIII.

1900.- Se obtiene del Papa la autorización para celebrar la fiesta


guadalupana en toda la América Latina.

Agosto 24, 1910.- Pio X declara a la Virgen de Guadalupe, Patrona de


América Latina.

1913.- En la capilla del “Cerrito” se sustituye el altar mayor por uno


de mármol blanco.

Dic. 25, 1914.- Fundación de los misioneros del Espíritu Santo, en el


Tepeyac.

Noviembre 14, 1921.- Explota una bomba de dinamita en el altar


mayor de la Basílica; sólo sufren daños los objetos que están cerca de
la imagen, y ésta sale ilesa.

1929.- El fotógrafo Alfonso Marcué González, al revisar unos


negativos descubre una figura humana en el ojo derecho de la
imagen. Las autoridades eclesiásticas le piden guardar silencio hasta
que este fenómeno sea estudiado.
139

1930.- Se inician las obras de remodelación y reconstrucción de la


Basílica, con miras al IV centenario de las apariciones.

Septiembre 24, 1931.- La ciudad de Guadalupe Hidalgo, por decreto


publicado el 24 de agosto en el Diario Oficial, adquiere la categoría
de la Delegación del Distrito Federal.

Diciembre 22, 1931.- Por decreto, este día se cambia el nombre de


Guadalupe Hidalgo, por el de Colonia Gustavo A. Madero.

Diciembre 12, 1931.- IV centenario de las aparciones, que se celebra


con toda pompa y júbilo.

Diciembre 10, 1933.- Coronación Pontificia en Roma por el Papa Pío


XI.

1938.- Año Santo Guadalupano, se terminan las obras de ornato en la


Basílica.

Septiembre 24, 1939.- Se inaugura en los jardines del Vaticano el


Monumento Guadalupano.

Octubre 12, 1941.- Se inaugura la Galería del Tesoro Artístico de la


Basílica. Son izadas las banderas latinoamericanas por los
diplomáticos de cada país, frente a la Basílica.

Octubre 12, 1945.- Cincuentenario de la Coronación, Pío XII ordena


que sea coronada nuevamente en su nombre. Se transmite por radio
el mensaje papal “Floreció el Milagro”.

1946.- El Lic. Garibi Tortolero declara que el lienzo no presenta


ninguna pincelada, ni señal de que sea obra humana la imagen
estampada en él.

Diciembre 5, 1946.- Se concluyen las obras de la calzada de


Guadalupe, desde Peralvillo hasta la Basílica, que inaugura el
presidente de la República, Lic. Miguel Alemán Valdéz.
140

1948.- Se conmemora el IV centenario de las muertes de Fray Juan de


Zumárraga y de Juan Diego.

Diciembre 12, 1950.- Dan comienzo las obras de lo que será la Plaza
de las Américas.

Noviembre 25, 1952.- El arzobispo de México, Luis María Martínez,


inaugura la Plaza de las Américas; es invitado y asiste el Presidente
de la República.

Junio 1º. De 1954.- El Emperador Haile Selassie, de Etiopía, visita la


Basílica; su nieta se lleva dos imágenes para que sean veneradas en
Etiopía.

1955.- ES Descubierta por un joven una cruz que señalaba el sitio


donde se apareció la Virgen a Juan Bernardino, en el poblado de
Tulpetlac.

Diciembre 11, 1955.- Se hace el anuncio oficial de que la imagen que


se aprecia en el ojo derecho de la Virgen, corresponde a Juan Diego.

Mayo 26, 1956.- El Dr. Javier Torroello Bueno, oculista y cirujano,


certifica después de muchas pruebas e investigaciones, que en los
ojos de la Virgen se ven unas figuras que corresponden a un ser
humano. Otros médicos oculistas así lo certifican también; entre
ellos Rafael Torija Lavoiznet, Guillermo Silva Rivera, Ismael Ugalde
Nieto y Joseph P. Gallagher.

Octubre 12, 1958.- La Virgen de Guadalupe es coronada “Reina de los


Mares”; su imagen se coloca a seis metros bajo el mar en la Bahía de
Acapulco.

Diciembre 12, 1961.- Se coloca la primera piedra del Santuario


Guadalupano en Madrid, España, que construyen los misioneros del
Espíritu Santo.

Julio 1º. 1962.- El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy,


y su esposa, asisten a una misa que se celebra en la Basílica.
141

1962.- El Dr. Charles Wahlig, O.D., al estudiar fotos de los ojos de la


Virgen ampliadas 25 veces, descubre dos imágenes más. El Dr.
Wahlig trata de probar científicamente la posibilidad de estas
imágenes, para lo cual realiza varios experimentos.

1963.- En Cuautiltán, el gobierno levanta una estatua a Juan Diego.

1964.- Charles de Gaulle. Presidente francés, visita la Basílica de


Guadalupe.

Octubre 20, 1965.- En la Basílica oyen misa y comulgan los reyes


Balduino y Fabiola de Bélgica.

Febrero 20, 1966.- Visita la Basílica la Princesa Margarita de


Dinamarca y asiste a una ceremonia religiosa.

Mayo 31, 1966.- Enviado por el Papa Paulo VI, el cardenal


Confalonieri entrega la Rosa de Oro a la Virgen.

Octubre 1d2, 1970.- Vía satélite Telestar, el Papa Paulo VI rinde


homenaje a la Virgen con motivo del 75 aniversario de su coronación.

1970.- Aldo Moro, de Italia, en su calidad de Ministro de Relaciones


Exteriores, visita la Basílica.

Diciembre 12, 1970.- Se consagra en la provincia de Chu-Kuan,


Formosa, la Capilla Guadalupana.

Diciembre 12, 1974.- Se bendice la primera piedra de lo que será la


nueva Basílica.

1975.- Hasta este año ha sido solemnemente coronada 160 veces y 19


veces Pontificia, en diferentes partes del mundo, la Virgen de
Guadalupe.

Enero 1979.- Juan Pablo II se convierte en un peregrino más y


obsequia a la Virgen una diadema de oro.

Mayo 1990.- Juan Pablo II beatifica a Juan Diego, en la Basílica de


Guadalupe.
142

Octubre 1995.- Año Jubilar Guadalupano por el 1er. Centenario de la


Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Guadalupe.

Julio 31, 2002.- Su Santidad Juan Pablo II canoniza a Juan Diego.


143

APENDICE B

GUADALUPANISMO INTERNACIONAL

RELACION DE ALGUNAS DE LAS DOS MIL IMÁGENES GUADALUPNAS


CRONOLÓGICAMENTE CORONADAS EN EUROPA, AMERICA Y ASIA

Por Lauro López Beltrán

SU CORONACIÓN EN EL CIELO

Mauricio Flavio Tiberio, Emperador de Bizancio


(Constantinopla), de 582 a 602, por una ley general , fijó el día 15 de
agosto para celebrar la fiesta de la Asunción y Coronación de la
Virgen María, en tiempos del Papa Gregorio I. Antes, la Iglesia
Oriental la conmemoraba en distintas fechas y la Iglesia Occidental
aceptó esta data oficialmente, introduciéndola en su calendario
litúrgico.

Es Reina por derecho natural y divino. Por la posesión de Dios y


de las almas. Por la entrega de nuestros corazones. Por la fiesta
litúrgica instituida del 1º. De noviembre de 1945 por el Papa Pío XII
en la solemne proclamación de su Realeza. Es Reina del Santo
Purgatorio, pues la distribución de sus gracias la ejerce sobre todos
los redimidos. En una palabra, es Reina de toda la Creación.

CORONACIÓN EN LA TIERRA

Fray Jerónimo de Forlí, misionero capuchino nacido en Forlí,


Italia, en 1552, y fallecido en Parma, Italia, en 1620, fue iniciador,
promotor y ejecutor de las primeras y muchas coronaciones marianas
que personalmente llevó a cabo en su propia nación. La primera la
hizo en Parma en 1601, proclamando a la Santísima Señora como
Reina del Cielo, del Purgatorio, de la Tierra y de todo lo creado.

El noble patricio de Placencia, Italia, Conde Alejandro Sforza


Pallavicini, en su feudo de Borgonuovo, antes de morir, donó una
gran cantidad de oro y joyas para que fueran coronadas muchas
144

imágenes de la Virgen María, siguiendo el ejemplo de Fray Jerónimo


de Forlí, el Apóstol de las Coronaciones de la Virgen.

SIGNIFICADO DE LAS CORONACIONES

Al coronar a Santa María de Guadalupe, no le damos el poder de


reinar sobre nosotros, porque ya lo tiene, por derecho natural y
divino, y por herencia y conquista. Unicamente reconocemos su
soberanía y la proclamamos nuestra Reina.

Es una audacia que nosotros nos atrevamos a coronar a María,


Coronada ya definitivamente en el cielo, no pueden nuestras manos
ceñirle una nueva corona. Ni las manos más augustas de la Tierra, ni
las más limpias del cielo pueden coronar a María.

Ella sin embargo, por la dignación maternal que le manifestó a


Juan Diego y a través de él a todos nosotros, acepta nuestras coronas
e inclina su inmaculada frente para recibirlas. Como una madre de
aquí, en la Tierra, agradece benévolente la insignificancia que le
ofrece su hijo más pequeño.

RITO Y FORMULA DE LA CORONACIÓN

El rito y fórmula de la coronación, suprema exaltación de la


Realeza de María, culminan con estas palabras que pronunció, el 15
de agosto de 1837, el Pontífice Sumo, Gregorio XVI, al ceñir la frente
de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora, que impera soberana en la
Basílica de Santa María la Mayor, de Roma; y las cuales quedaron
acuñadas como final de la formulación litúrgica para las coronaciones
de las veneradas efigies de la Gloriosa y Siempre Virgen Santa María:

“Así como por nuestra manos eres coronada en la Tierra, así, y


por tu mediación, seamos coronados por tu Divino Hijo, Jesucristo, de
gloria y honor, allá en el Reino de los Cielos”.

CORONACIONES GUADALUPANAS EN EL MUNDO

En Arsoli, Italia, el 31 de agosto de 1891. La primera imagen


de Nuestra Señora de Guadalupe coronada en el mundo,
cronológicamente, no fue la Sagrada Original venerada en la Basílica
145

del Tepeyac, sino una pequeña copia suya que se halla en Arsoli,
pueblecillo distante unos 40 kilómetros de Roma. Fue coronada por
decreto del Papa León III. Entre los miles de coronaciones, dado el
reducido espacio con que contamos, daremos noticias sólo de las
siguientes:

En la Basílica del Tepeyac, el 12 de octubre de 1895. Se


coronó la Sagrada y Original Efigie pintada sobre la tilma de Juan
Diego. Fue por decreto del mismo Papa León XIII. Le impusieron la
corona los señores Arzobispos de México, Dr. D. Próspero María
Alarcón y Sánchez de la Barquera, y de Michoacán, Dr. D. Ignacio
Arciga. La corona supera en riqueza y arte a la famosa del
emperador Carlomagno, que se halla en Viena. El proyecto lo
presentaron D. Rómulo Escudero y Pérez Gallardo y el pintor D.
Salomé Pina. Fue realizada en París por el célebre orífice francés
Edgar Morgan y traída a México por el Padre Francisco Plancarte y
Navarrete, después obispo de Campeche y Cuernavaca y finalmente
arzobispo de Monterrey.

En Roma, Italia, el 12 de octubre de 1895. Se tributó este


homenaje a la más antigua Imagen Guadalupana que se venera en
Roma. La pintó Juan Correa en 1669 y la llevó de México un Padre
Agustino en 1672 para su Iglesia de San Ildefonso terminada en ese
año, la cual se ubica en la Vía Sixtina. Tiene las medidas del Sagrado
Original. Está pintada en un lienzo que semeja una tilma y detrás
aparece Juan Diego convertido en el primer altar portátil
guadalupano. Por concesión del gran Pontífice León XIII fue
solemnemente coronada esta copia, el mismo día en que se coronó en
México la Sagrada Imagen Original.

En Jerusalén, Israel, el 16 de julio de 1926. Don Antonio


Pompa y Pompa, en su Album Guadalupano, nos da la noticia de esta
Coronación Guadalupana en Jerusalén, en la fecha indicada. La
imagen coronada es la que llevó Mons. Ibarra en 1913. Y hoy se
venera en el Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en la
cumbre más alta de Jerusalén. La pintó, en 1910, sobre lámina de
cobre, el padre Gonzalo Carrasco, S.J.

En Santa Fe, Argentina, el 22 de abril de 1928. Existe aquí un


grandioso santuario dedicado a la Guadalupana de México. Se
146

remonta al siglo XVIII. En 1779, el ermitaño Javier de la Rosa –el


Juan Diego argentino- levantó la primera ermita y se consagró a su
cuidado. Al erigirse la Diócesis de Santa Fe en 1899, su primer
prelado, Mons. Juan Agustín Boneo, la proclamó Patrona de Santa Fe.
En 1904 comenzó a construir el santuario actual y lo dedicó en 1910.
Litúrgicamente lo consagró en 1924 y el Papa Pío XI le concedió el
título de Basílica y decretó su coronación.

En Roma, Italia, el 10 de diciembre de 1933. En 1752, Miguel


Cabrera, pintor de cámara del Arzobispo de México D. Manuel José
Rubio y Salinas, hizo una copia de nuestra Guadalupana para enviarla
al Papa Benedicto XIV, con el padre Juan Francisco López, S.J., a fin
de pedir la concesión de Misa y Oficio propios de Nuestra Señora del
Tepeyac. Al referirle la relación de las apariciones y el milagro de la
estampada imagen en la tilma de Juan Diego, y mostrarle dicha
copia, el Papa, maravillado, exclamó: NON FECIT TALITER OMNI
NATIONI. Accedió gustoso, concediendo el 24 de abril de 1754 los
privilegios litúrgicos solicitados. Y confirmó el Patronato Guadalupano
sobre la Nueva España, por su Breve Non est equidem del 25 de
mayo del mismo año. Dicho Papa regaló está pintura a las Religiosas
del Convento de la Visitación el 21 del mismo mayo y del mismo año
1754. Esta histórica imagen fue la coronada en el Templo del Jesús.
La corona de oro la obsequió el Cabildo Vaticano. El Cardenal
Arcipreste del mencionado Cabildo. Mons. Eugenio Pacelli, después
Pio XII. La coronó con toda pompa. La misa la celebró el Arzobispo
de Guadalajara, Mons. Francisco Orozco y Jiménez. Por la tarde
predicó el obispo titular de Petra, Mons. Angel Bartolomasi, Capellán
del Ejército Italiano.

En San Salvador, El Salvador, C.A., el 12 de octubre de 1943.


El Colegio Guadalupano de esta capital salvadoreña venera en su
capilla una preciosa e histórica Imagen Guadalupana. Esta fue la
homenajeada. Para esto se trasladó, en vistosa procesión, a la Santa
Iglesia Catedral Metropolitana y se colocó en el Altar Mayor adornado
con profusión de luces, gran cantidad de flores y cortinajes de seda.
Celebró la Misa Pontifical y coronó la bendita Efigie, el señor
arzobispo de San Salvador, Mons. Luis Chávez y González, ante
numerosos sacerdotes y miles de fieles.
147

En Managua, Nicaragua, el 12 de diciembre de 1944. Como


en la catedral de León de los Caballeros, también en la catedral de
Managua, de la misma nación, la Virgen de Guadalupe tiene una de
las tres majestuosas naves dedicada a su culto y devoción, que llevó
Fray Margil de Jesús en el siglo XVIII. Siendo Párroco el Sr. Pbro. Dr.
D. José Manuel Argüello, solicitó el decreto respectivo al señor
arzobispo de Managua, Mons. José Antonio Lazcano y Ortega y lo
invitó a efectuar el rito de la coronación.

En París, Francia, el 26 de abril de 1949. Esta pontificia


coronación se llevó a cabo en la grandiosa y gótica Catedral de
Nuestra Señora de París. EL Cabildo de la Basílica Guadalupana de
México donó la Imagen, elaborada en oro y colores. Fue realizada en
mosaicos venecianos; en la Fábrica de Mosaicos del Vaticano, y la
bendijo personalmente el Papa Pío XII, en los Jardines Vaticanos, el 2
de abril de 1949. La corona en forma de diadema fue también un
obsequio del Capítulo de Guadalupe. Se confió su hechura a los
famosos joyeros “Mellerio” de la Casa Meller de París. A la hora
programada hizo su pomposa entrada en la Catedral de la Ciudad Luz,
el Cardenal Arzobispo de París, Dr. D. Manuel Celestino Suhard.

La rica, brillante y preciosa corona iba colocada “en el mismo


cojín de Terciopelo y bordados de oro en que se acostumbre llevar
procesionalmente, el Viernes Santo, la sagrada reliquia de la Corona
de Espinas que Cristo llevó en la Cruz, reliquia la más preciada del
Tesoro Artístico de Notre Dame de París”. El Cardenal Suhard se
acercó a la Imagen Guadalupana y le ciñó la diadema en la frente, en
medio de los aplausos de los mexicanos, latinos, norteamericanos y
franceses.

Estuvieron presentes el Nuncio Apostólico en Francia, Mons.


Angel José Roncalli, que sería después el Papa Juan XXIII; Monseñor
Beaussart, Arzobispo Auxiliar de París, 16 Arzobispos y Obispos de
Francia, 20 de México y otros países de América, cientos de
monseñores, canónigos, sacerdotes y monjas; Caballeros del Santo
Sepulcro y de San Gregorio Magno; ministros del Gobierno de Francia
y del Municipio de París; el Honorable Cuerpo Diplomático y el
Alcalde de París, General Charles de Gaulle.
148

En Madrid, España, el 28 de mayo de 1950. El 12 de enero


de 1950, el Arzobispo Primado de México, Mons. Luis María Martínez,
anunció al pueblo mexicano la celebración de un Congreso Ibero
Americano Guadalupano, que se celebraría en Madrid, el cual
culminaría con la coronación de la Guadalupana de México. (Digo de
México, porque allá en Extremadura, España, hay otra imagen con el
mismo título de Guadalupe y con un historial de 300 años anterior al
de la mexicana).

La coronación tuvo escena en la Plaza de la Armería, el


domingo de Pentecostés, 28 de mayo. Es larga la lista de personas
asistentes al rito y ceremonia. Entre otras, el generalísimo don
Francisco Franco, con uniforme de capitán, con su esposa, doña
Carmen Polo de Franco; los ministros de Asuntos Exteriores, los de
Justicia, de Educación, de la Marina, el Presidente de las Cortes y
muchos funcionarios civiles, junto con los embajadores de Portugal,
Brasil, Perú, Chile, Uruguay y otros altos diplomáticos.

La Imagen Guadalupana que sería coronada es la que se venera


en el templo de postín de San Jerónimo el Real, y fue colocada bajo
rico dosel, adornado de claveles y cirios, donde estaban izadas las
banderas de España, México y de las demás naciones
latinoamericanas. Celebró la Misa Pontifical el Patriarca de las Indias
Occidentales, obispo de Madrid Alcalá, Dr. D. Leopoldo Eijó Garay
Predicó Mons. Luis María Martínez, nuestro arzobispo mexicano.
Luego, el mismo patriarca celebrante, bendijo la corona, en cuyas
joyas se aunaban el oro y las piedras preciosas con los colores de las
banderas de México y España. Y subió al estrado para coronar a la
Celestial Señora del Tepeyac. La esposa del Generalísimo tomó en
sus manos la opulenta corona, y haciendo genuflexión ante la Virgen
de Juan Diego y de Juan Bernardino, la ofreció a Monseñor Eijó
Garay, y entonces se produjo el momento culminante de la
ceremonia, cuando el prelado español coronó y besó a la Virgen
Madre de la estirpe azteca.

En la Habana, Cuba, el 11 de enero de 1953. La organizó


desde Cuernavaca el Pbro. Lauro López Beltrán. Gustó el Episcopado
Cubano la proposición y la aprobaron con sumo beneplácito. La
corona de oro y piedras preciosas, estilo imperial, la regalaron los
149

lectores de la Revista “Juan Diego”. En Cuba se valorizó en


18,000.00 dólares. Se hizo en los talleres de la Joyería
Angelopolitana, cuyo gerente era D. Francisco José López. Se exhibió
en una gran casa comercial, rodeada de policía. Pero fue
incontenible la multitud que desfilaba para verla cerca. Entonces se
llevó a la televisión para que la miraran desde su casa cuantos
quisiera. Se eligió para el acto litúrgico el extenso “Campo Mariano”,
en la Avenida del Puerto. El magnífico altar para entronizar a la
Imagen Guadalupana, venerada en la Catedral, fue donado por el
Gobierno de Cuba.

Se engalanó con las banderas pontificia y la mexicana y con


todas las de América Latina.

El señor Arzobispo de México presentó la bellísima corona al


mencionado señor Cardenal, quien con la misma, ciñó la frente de
Nuestra Virgen Criolla, como la llamó D. Francisco de Siles. En aquel
momento cayo sobre los miles y miles de fieles una lluvia de pétalos
de rosas llevadas de México. Se cantó el Himno Guadalupano que
para esta ocasión compuso el señor Arzobispo de Santiago de Cuba.
Se echaron al vuelo las campanas de los templos, y se escuchó una
valva de 21 cañonazos, homenaje a Nuestra Guadalupana.

En Nueva York, N.Y., USA., el 12 de diciembre de 1952. La


primera Capilla Guadalupana, en esta gran urbe, se improvisó en una
pequeña sala de una casa en la Calle 14, convertida hoy en una
espaciosa iglesia parroquial, a cargo de la Congregación de los Padres
Agustinos Asuncionistas. La bendijo e inauguró, el domingo 23 de
febrero de 1902, el señor arzobispo metropolitano de Nueva York,
Mons. D. Miguel Agustín Córrigan. Se ubica en la mencionada Calle 14
Oeste No. 229, en la ciudad de Nueva York, Esta parroquia no tiene
límites. Es la más grande del mundo. Es para todos los habitantes
del habla española de la metrópoli neoyorquina. Al cumplirse las
Bodas de Oro de su erección, en 1952, el entonces párroco, padre
Antonio María Felipe, anunció que para dar gracias a Dios, por este
medio siglo de vida cristiana, sería coronada la imagen de la
Santísima Virgen de Guadalupe, titular de la parroquia. Y fue
coronada en la fecha que arriba se indica, por el obispo auxiliar de
Nueva York, Mons. Joseph F. Flannelly, a nombre y representación
del Eminentísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Nueva York, Dr. D.
150

Francis Spellman. Para esta ocasión se compuso una misa especial en


honor de Nuestra Señora de Guadalupe, ejecutada por su autor, el
maestro Oddone Sommovigo, director musical de la Maniatan Scola
Opera.

En la Basílica del Tepeyac, el 11 de diciembre de 1955, se


coronó a Nuestra Señora de Guadalupe como Reina del Trabajo. La
corona de forma o estilo imperial es una de las más artísticas y ricas
en oro y piedras preciosas.

Consta de cinco arcos, divididos entre sí por cinco estrellas y


adornada con guirnaldas de rosas. En los arcos campean curiosos
escudos con los Símbolos del Trabajo: un patrón, un minero, un
campesino, una costurera... Todo rematado en un globo con la cruz.
En la base, dos angelitos sostienen un banderín con esta leyenda:
“Reina del Trabajo”. Toda la corona fue cincelada en oro de 18
Kilates.

Al terminar el sermón, el señor Delegado Apostólico bendijo la


corona y enseguida fue entregada al patrono D. Pablo Díez y al obrero
D. Raúl Chávez. Ambos subieron la escalinata y la colocaron
sobre la cabeza de la Celestial Señora, entre una explosión de vivas
y aplausos. En este mismo día y en días siguientes se coronaron en
toda la República más de mil imágenes de la Virgen de Guadalupe,
en fábricas, templos y plazas, proclamándola como Reina del
Trabajo.

En Newark, Nueva Jersy, U.S.A., el 23 de agosto de 1959.


Con la bendición del Papa Juan XXIII se celebró en esta ciudad el II
Congreso Mundial de Congregaciones Marianas, del 20 al 23 de
agosto de 1959. El gran Congreso culminó con la solemnísima
coronación de una estatua de Nuestra Señora de Guadalupe. Tuvo
escena en el anchuroso Estadio Roosevelt, de Nueva Jersy, donde se
congregó un público de más de 30,000 personas de la ciudad de
Newark. La imagen se colocó en el centro del Estadio sobre un
cerrillo de rosas. En torno suyo desfilaron las banderas de todas las
naciones, seguidas por los veteranos católicos de la Guerra Mundial,
los Caballeros de San Gregorio, los Caballeros de Colón, y los obispos,
arzobispos y sacerdotes de ambos cleros que asistieron al Congreso.
Cerraba el cortejo el cardenal neoyorquino Francis Spelman, quien
151

bendijo la corona, de plata dorada y forma imperial, y acompañado


de Mons. Aguilar, ciñó la cabeza de la escultura guadalupana. Siguió
un brillante sermón predicado por el famoso obispo auxiliar de Nueva
York, Mons. Fulton J. Sheen. Y terminó el programa con la procesión
eucarística alrededor del Estadio y la consagración a la Virgen Santa
María de Guadalupe.

En Chu Kuan, Formosa, China, el 12 de diciembre de 1971.


En chino, Formosa se llama Tai Wan. Los occidentales la llaman
Formosa. Significa “Hermosa”. Es una bellísima isla situada entre el
Pacífico y el Mar Oriental y el Meridional de China, República Popular
del Continente Asiático. En este territorio de Formosa, hay un
pequeño poblado interior donde se fundó la Misión de Chu Kuan. En
lo eclesiástico depende de la Diócesis de Kahaung. La atiende el
padre Victorino Liquete, dominico. El señor Antonio Pun Valdés, de
ascendencia chian, con residencia en Hong Kong, hoy en México,
ayudó a levantar la iglesia y regaló la imagen guadalupana, pintada
por él mismo, para este nuevo Santuario Guadalupano, primero en la
Isla de Formosa. El señor Alfonso Marcué González, originario de la
Villa de Guadalupe, mando un bloque de roca del Tepeyac, con un
peso de 100 kilos, ara que fuera la primera piedra simbólica del
templo. Se mandó por avión el 10 de mayo de 1962, por conducto de
la Embajada de China en México. Terminada la iglesia se pensó en la
coronación de la Santa Imagen. La corona la regaló el dicho señor
Marcué. Antes la bendijo Mons. Gregorio Aguilar y Gómez, Arcipreste
de la Basílica de Guadalupe. La coronación la hizo el señor obispo de
Kanaung, Mons. José Chen Tin Cheong. Asistieron al rito y
ceremonia católicos y budistas, no sólo de la misión de Chu Kuan,
sino de otras misiones del contorno, con sus sacerdotes misioneros,
chinos, españoles y norteamericanos.

En Jerusalén, Israel, el Sábado Santo 9 de abril de 1977.


Pintó la imagen el padre Gonzalo Carrasco, S.J., en 1910, sobre una
pesada lámina de cobre. La llevó Monseñor Ramón Ibarra y González,
arzobispo de Puebla, y la entronizó el 17 de octubre de 1913, en la
capilla de las Madres Reparadoras, fuera de los muros. El altar lo
mandó esculpir antes en Roma con mármoles carrerinos y en los
colores de la bandera de México. La coronó, el 16 de julio de 1926,
el Patriarca Latino de Jerusalén. Mons. Luis Barlassina. En la guerra
árabe-judía de 1948 se destruyó la capilla y sólo quedó
152

prodigiosamente ilesa la preciosa imagen, Monseñor Octaviano


Márquez y Toriz, también arzobispo de Puebla, llevó un nuevo altar
de mármoles poblanos y otra vez entronizó la histórica misma
imagen, el 10 de enero de 1955, en la capilla provisional de las
mismas religiosas, dentro de las murallas. La nueva coronación en la
fecha supradicha la organizó desde Cuernavaca, el padre Lauro López
Beltrán. La presidió Su Beatitud el Patriarca de Jerusalén, Monseñor
Giacomo Giuseppe Beltritti.

La solemnidad tuvo lugar en el Colegio de la Salle, o sea, de los


Hermanos de las Escuelas Cristianas, situado a 783 metros de altura,
en la cima más elevada de la Santa Ciudad del Rey David, a donde se
trasladó por último la bendita efigie, el 13 de noviembre de 1966. la
coronó el XXI Abad de Guadalupe, Monseñor Guillermo Schulenburg.

En Canelones, Uruguay, el viernes 12 de octubre de 1979.


natural y procedente de Cuzco, Perú, el indio Santos Pérez Llamac –
apodado “El Colla-, caminó a Uruguay y se radicó, en 1655, en el
paraje denominado CANALONES, que hoy es la capital del
Departamento del mismo nombre, a 40 kilómetros de Montevideo, la
capital uruguaya. Tal sitio estaba casi despoblado. Este indio llevó
consigo la Santa Imagen Escultórica Guadalupana, tallada en madera
de cedro, de 95 centímetros de altura, pues en Cuzco se conoció el
culto guadalupano desde principios del siglo XVII. Le construyó una
ermita de paja y barro. Y consiguió que un sacerdote viajara desde
Montevideo para celebrarle la Misa los domingos y días festivos. Esto
hizo que los hacendados fueran a Canelones y comenzaran a
establecer sus chozas en torno a la capilla. Con el tiempo, Canelones
se convirtió en LA VILLA DE GUADALUPE. Se levantó una iglesia que
se convirtió en su santuario parroquial. Y hoy es la primera Catedral
Guadalupana de América Latina. La Virgen de “El Colla” –como en
México- fue su Capitana en las guerras de Independencia. Y a sus
plantas se bendijo la primera Bandera Nacional. Por eso Ella es la
Virgen de la Patria Uruguaya. Solicité al primer Obispo de Canelones
Monseñor Orestes Santiago Nuti la coronación para esta imagencita
más de tres veces centenaria. El rito y ceremonia tuvo lugar el
viernes 12 de octubre de 1979. Asistieron el arzobispo de Montevideo
y todos los demás obispos de la República y los 70 párrocos del
Obispado de Canelones cada uno con su grupo de peregrinos.
Hicieron acto de presencia también las autoridades civiles. Los
153

sacerdotes concelebraron abajo del estrado y los obispos arriba. Por


un privilegio único para el que esto escribe a petición de Monseñor
Orestes, concelebré entre y con los obispos sin ser obispo.
154

APENDICE C

Nican Mopohua

Traductor : Pbro. Mario Rojas

AQUI SE NARRA

SE ORDENA, CÓMO HACE POCO, MILAGROSAMENTE SE APARECIO LA


PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, NUESTRA REINA,
ALLÁ EN EL TEPEYAC, DE RENOMBRE GUADALUPE.

Primero se hizo ver de un indito, su nombre Juan Diego; y después se


apareció su Preciosa Imagen delante del reciente obispo don fray
Juan de Zumárraga. (...)

1. Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando


ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas
partes había paz en los pueblos,
2. así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el
conocimiento de Aquél por quien se vive: el verdadero Dios.
3. En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del mes de
diciembre, sucedió que había un indito, un pobre hombre del
pueblo,
4. Su nombre era Juan Diego, según se dice, vecino de
Cuauhtitlan,
5. y en las cosas de Dios, n todo pertenecía a Tlatilolco.
6. Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus
mandatos.
7. Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía.
8. Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros
finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro,
sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del
coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos.
9. Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy
merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando?
¿Quizá solamente lo veo como entre sueños?
155

10. ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron


dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la
tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de
nuestro sustento; acaso en la tierra celestial?
11. Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de
donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial.
12. Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse,
entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían:
"JUANITO, JUAN DIEGUITO".
13. Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna
turbación pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba,
antes bien se sentía alegre y contento por todo extremo; fue a
subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban.
14. Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vio una
Doncella que allí estaba de pie,
15. lo llamó para que fuera cerca de Ella.
16. Y cuando llegó frente a Ella mucho admiró en qué manera
sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza:
17. su vestido relucía como el sol, como que reverberaba,
18. y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que
lanzaba rayos;
19. el resplandor de Ella como preciosas piedra, como ajorca
(todo lo más bello) parecía
20. la tierra como que relumbraba con los resplandores del
arco iris en la niebla.
21. Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allí
se suelen dar, parecían como esmeraldas. Como turquesa
aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates,
relucían como el oro.
22. En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra,
que era extremadamente glorificadora, sumamente afable,
como de quien lo atría y estimaba mucho.
23. Le dijo:- "ESCUCHA, HIJO MÍO EL MENOR, JUANITO. ¿A
DÓNDE TE DIRIGES?"
24. Y él le contestó:_ "Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá
llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de
Dios que nos dan que nos enseñan quienes son las imágenes de
Nuestro Señor: nuestros sacerdotes"
25. En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su
preciosa voluntad;
156

26. le dice: "SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS


PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA
MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL
CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA
INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA,
MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA.
27. EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE
MANIFIESTO:
28. LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN
MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
29. PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA,
30. TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA
ESTÁIS EN UNO,
31. Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS
AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS
QUE CONFÍEN EN MÍ,
32. PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA,
PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS,
SUS MISERIAS, SUS DOLORES.
33. Y PARA REALIZAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA
MIRADA MISERICORDIOSA, ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE
MEXICO, Y LE DIRÁS QUE CÓMO YO TE ENVÍO, PARA QUE LE
DESCUBRAS CÓMO MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME PROVÉA DE UNA
CASA, ME ERIJA EN EL LLANO MI TEMPLO; TODO LE CONTARÁS,
CUANTO HAS VISTO Y ADMIRADO, Y LO QUE HAS OÍDO.
34. Y TEN POR SEGURO QUE MUCHO LO AGRADECERÉ Y LO
PAGARÉ,
35. QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ, TE GLORIFICARÉ;
36. Y MUCHO DE ALLÍ MERECERÁS CON QUE YO RETRIBUYA TU
CANSANCIO, TU SERVICIO CON QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO
AL QUE TE ENVÍO.
37. YA HAS OÍDO, HIJO MÍO EL MENOR, MI ALIENTO MI
PALABRA; ANDA, HAZ LO QUE ESTÉ DE TU PARTE".
38. E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo:_
"Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu
venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre
indito".
39. Luego vino a bajar para poner en obra su encomienda:
vino a encontrar la calzada, viene derecho a México.
157

40. Cuando vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue


derecho al palacio del obispo, que muy recientemente había
llegado, gobernante sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de
Zumárraga, sacerdote de San Francisco.
41. Y en cuanto llegó luego hace el intento de verlo, les ruega
a sus servidores, a sus ayudantes, que vayan a decírselo;
42. después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando
mandó el señor obispo que entrara.
43. Y en cuanto entró, luego ante él se arrodilló, se postró,
luego ya le descubre, le cuenta el precioso aliento, la preciosa
palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le dice
todo lo que admiró lo que vio, lo que oyó.
44. Y habiendo escuchado toda su narración, su mensaje,
como que no mucho lo tuvo por cierto,
45. le respondió, le dijo: "Hijo mío, otra vez vendrás, aun con
calma te oiré, bien aun desde el principio miraré, consideraré
la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo".
46. Salió; venía triste porque no se realizó de inmediato su
encargo.
47. Luego se volvió, al terminar el día , luego de allá se vino
derecho a la cumbre del cerrillo,
48. y tuvo la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí
cabalmente donde la primera vez se le apareció, lo estaba
esperando.
49. Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por
tierra, le dijo:
50. "Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la más pequeña, mi
Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable
aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré a donde
es el lugar del gobernante sacerdote, lo vi, ante él expuse tu
aliento, tu palabra, como me lo mandaste.
51. Me recibó amablemente y lo escuchó perfectamente,
pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió, no lo
tiene por cierto.
52. Me dijo: "Otra vez vendrás; aun con calma te escucharé,
bien aun desde el principio veré por lo que has venido, tu
deseo, tu voluntad".
53. Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu
casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo
invento, o que tal vez no es de tus labios;
158

54. mucho te suplico, Señora mía; Reina, Muchachita mía, que


a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado,
honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable
aliento, tu amable palabra para que le crean.
55. Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy
mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser
conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mí
detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía
menor, Señora, Niña;
56. por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu
corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña
mía".
57. Le respondió la perfecta Virgen, digna de honra y
veneración:
58. "ESCUCHA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR
CIERTO QUE NO SON ESCASOS MIS SERVIDORES, MIS
MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUÉ QUE LLEVEN MI ALIENTO MI
PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN MI VOLUNTAD;
59. PERO ES MUY NECESARIO QUE TÚ, PERSONALMENTE,
VAYAS, RUEGUES, QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE
LLEVE A EFECTO MI QUERER, MI VOLUNTAD.
60. Y, MUCHO TE RUEGO, HIJO MÍO EL MENOR, Y CON RIGOR
TE MANDO, QUE OTRA VEZ VAYAS MAÑANA A VER AL OBISPO.
61. Y DE MI PARTE HAZLE SABER, HAZLE OÍR MI QUERER, MI
VOLUNTAD, PARA QUE REALICE, HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO.
62. Y BIEN, DE NUEVO DILE DE QUÉ MODO YO,
PERSONALMENTE, LA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, YO, QUE
SOY LA MADRE DE DIOS, TE MANDO".
63. Juan Diego, por su parte, le respondió, le dijo:_ "Señora
mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu
rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poner por obra tu
aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni
estimo por molesto el camino.
64. Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído,
y si fuere oído quizás no seré creído.
65. Mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a
devolver a tu palabra, a tu aliento, lo que me responda el
gobernante sacerdote.
66. Ya me despido de Tí respetuosamente, Hija mía la más
pequeña, Jovencita, Señora, Niña mía, descansa otro poquito.
159

67. Y luego se fue él a su casa a descansar..


68. Al día siguiente, domingo, bien todavía en la nochecilla,
todo aún estaba oscuro, de allá salió, de su casa, se vino
derecho a Tlatilolco, vino a saber lo que pertenece a Dios y a
ser contado en lista; luego para ver al señor obispo.
69. Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se
había oído misa y se había nombrado lista y se había dispersado
la multitud.
70. Y Juan Diego luego fue al palacio del señor obispo.
71. Y en cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con
mucho trabajo otra vez lo vió;
72. a sus pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle, al
descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo,
73. que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la
Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle su casita sagrada, en
donde había dicho, en donde la quería
74. Y el gobernante obispo muchísimas cosas le preguntó, le
investigó, para poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo
era Ella; todo absolutamente se lo contó al señor obispo.
75. Y aunque todo absolutamente se lo declaró, y en cada
cosa vió, admiró que aparecía con toda claridad que Ella era la
Perfecta Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro
Salvador Nuestro Señor Jesucristo,
76. sin embargo, no luego se realizó.
77. Dijo que no sólo por su palabra, su petición se haría, se
realizaría lo que él pedía,
78. que era muy necesaria alguna otra señal para poder ser
creído cómo a él lo enviaba la Reina del Cielo en persona.
79. Tan pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al obispo:
80. "Señor gobernante, considera cuál será la señal que pides,
porque luego iré a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió".
81. Y habiendo visto el obispo que ratificaba, que en nada
vacilaba ni dudaba, luego lo despacha.
82. Y en cuanto se viene, luego le manda a algunos de los de
su casa en los que tenía absoluta confianza, que lo vinieran
siguiendo, que bien lo observaran a dónde iba, a aquién veía,
con quién hablaba.
83. Y así se hizo. Y Juan Diego luego se vino derecho. Siguió la
calzada.
160

84. Y los que lo seguían, donde sale la barranca cerca del


Tepeyac, en el puente de madera lo vinieron a perder. Y
aunque por todas partes buscaron, ya por ninguna lo vieron.
85. Y así se volvieron. No sólo porque con ello se fastidiaron
grandemente, sino también porque les impidió su intento, los
hizo enojar.
86. Así le fueron a contar al señor obispo, le metieron en la
cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba
mentiras, que nada más inventaba lo que venía a decirle, o que
sólo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le pedía.
87. Y bien así lo determinaron que si otra vez venía,
regresaba, allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigarían, para
que ya no volviera a decir mentiras ni a alborotar a la gente.
88. Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen,
diciéndole la respuesta que traía del señor obispo;
89. la que, oída por la Señora, le dijo:
90. "BIEN ESTÁ, HIJITO MÍO, VOLVERÁS AQUÌ MAÑANA PARA
QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO;
91. CON ESO TE CREERÁ Y ACERCA DE ESTO YA NO DUDARÁ NI
DE TI SOSPECHARÁ;
92. Y SÁBETE, HIJITO MÍO, QUE YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y
EL TRABAJO Y CANSANCIO QUE POR MI HAS EMPRENDIDO;
93. EA, VETE AHORA; QUE MAÑANA AQUÍ TE AGUARDO".
94. Y al día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego
alguna señal para ser creído, ya no volvió.
95. Porque cuando fué a llegar a su casa, a un su tío, de
nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad,
estaba muy grave.
96. Aun fué a llamarle al médico, aún hizo por él, pero ya no
era tiempo, ya estaba muy grave.
97. Y cuando anocheció, le rogó su tío que cuando aún fuere
de madrugada, cuando aún estuviere oscuro, saliera hacia acá,
viniera a llamar a Tlatilolco algún sacerdote para que fuera a
confesarlo, para que fuera a prepararlo,
98. porque estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar
de morir, porque ya no se levantaría, ya no se curaría.
99. Y el martes, siendo todavía mucho muy de noche, de allá
vino a salir, de su casa, Juan Diego, a llamar el sacerdote a
Tlatilolco,
161

100. y cuando ya acertó a llegar al lado del cerrito terminación


de la sierra, al pie, donde sale el camino, de la parte en que el
sol se mete, en donde antes él saliera, dijo:
101. "Si me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me
vea esta Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le
lleve la señal al gobernante eclesiástico como me lo mandó;
102. que primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo
llame de prisa al sacerdote religioso, mi tío no hace más que
aguardarlo".
103. En seguida le dio la vuelta al cerro, subió por enmedio y
de ahí atravesando, hacia la parte oriental fue a salir, para
rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina
del Cielo.
104. Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que
perfectamente a todas partes está mirando.
105. La vio cómo vino a bajar de sobre el cerro, y que de allí lo
había estado mirando, de donde antes lo veía.
106. Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a
atajar los paso; le dijo:
107. "¿QUÉ PASA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DÓNDE
VAS, A DÓNDE TE DIRIGES?":
108. Y él, ¿tal vez un poco se apenó, o quizá se avergonzó? ¿o
tal vez de ello se espantó, se puso temeroso?
109. En su presencia se postró, la saludó, le dijo:
110. "Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá
que estés contenta; ¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu
amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía?
111. Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber,
Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío.
112. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que
pronto va a morir de ella.
113. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a
alguno de los amados de Nuestro Señor, de nuestros sacerdotes,
para que vaya a confesarlo y a prepararlo,
114. porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a
esperar el trabajo de nuestra muerte.
115. Más, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré
para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía.
162

116. Te ruego me perdones, ténme todavía un poco de


paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor,
Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa".
117. En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la
Piadosa Perfecta Virgen:
118. "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR,
QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE
NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA
ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA
PUNZANTE, AFLICTIVA.
119. ¿NO ESTOY AQUI, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS
BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU
ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE
DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
120. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; QUE
NOTE APRIETE CON PENA LA ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE
DE ELLA NO MORIRÁ POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA ESTÁ
BUENO"
121. (Y luego en aquel mismo momento sanó su tío, como
después se supo):
122. Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable
aliento de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló,
bien con ello se apaciguó su corazón,
123. y le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al
gobernador obispo, a llevarle algo de señal, de comprobación,
para que creyera
124. la Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbra
del cerrillo, en donde antes la veía;
125. Le dijo: "SUBE, HIJO MÍO EL MENOR, A LA CUMBRE DEL
CERRILLO, A DONDE ME VISTE Y TE DI ÓRDENES
126. ALLÍ VERÁS QUE HAY VARIADAS FLORES: CÓRTALAS,
REÚNELAS, PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO, BAJA AQUÍ;
TRÁELAS AQUÍ, A MI PRESENCIA.
127. Y Juan Diego luego subió al cerrillo,
128. y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuantas había
florecidas, abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y
hermosas, cuando todavía no era su tiempo:
129. porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo;
130. estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas
preciosas, como llenas de rocío nocturno.
163

131. Luego comenzó a cortarlas,, todas las juntó, las puso en el


hueco de su tilma.
132. Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en
que se dieran ningunas flores, sólo abundan los riscos, abrojos,
espinas; nopales, mezquites,
133. y si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era
el mes de diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo.
134. Y en seguida vino a bajar, vino a traerla a la Niña Celestial
las diferentes flores que había ido a cortar,
135. y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó;
136. luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco
de su ayate, le dijo:
137. "MI HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA
PRUEBA, LA SEÑAL QUE LLEVARÁS AL OBISPO;
138. DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA EN ELLAS MI DESEO, Y QUE
POR ELLO REALICE MI QUERER, MI VOLUNTAD.
139. Y TÚ..., TÚ QUE ERES MI MENSAJERO...., EN TI
ABSOLUTAMENTE SE DEPOSITA LA CONFIANZA;
140. Y MUCHO TE MANDO, CON RIGOR QUE NADA MÁS A SOLAS
EN LA PRESENCIA DEL OBISPO EXTIENDAS TU AYATE, Y LE
ENSEÑES LO QUE LLEVAS.
141. Y LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE LE DIRÁS QUE TE
MANDÉ QUE SUBIERAS A LA CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR
FLORES, Y CADA COSA QUE VISTE Y ADMIRASTE,
142. PARA QUE PUEDAS CONVENCER AL GOBERNANTE
SACERDOTE, PARA QUE LUEGO PONGA LO QUE ESTÁ DE SU
PARTE PARA QUE SE HAGA, SE LEVANTE MI TEMPLO QUE LE HE
PEDIDO".
143. Y en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a
tomar la calzada, viene derecho a México, ya viene contento.
144. Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir
bien, lo llevará perfectamente.
145. Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de su
vestidura, no vaya a ser que algo tire;
146. viene disfrutando del aroma de las diversas preciosas
flores.
147. Cuando vino a llegar al palacio del obispo, lo fueron a
encontrar el portero y los demás servidores del sacerdote
gobernante,
164

148. y les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero


ninguno quiso, fingían que no le entendían, o tal vez porque
aún estaba muy oscuro,
149. o tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba,
los importunaba,
150. y ya les habían contado sus compañeros, los que lo fueron
a perder de vista cuando lo fueron siguiendo
151. Durante muchísimo rato estuvo esperando la razón.
152. Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de
pie, cabizbajo, sin hacer nada, por si era llamado, y como que
algo traía, lo llevaba en el hueco de su tilma; luego pues, se le
acercaron para ver qué traía y desengañarse.
153. Y cuando vio Juan Diego que de ningún modo podía
ocultarles lo que llevaba y que por eso lo molestarían, lo
empujarían o tal vez lo aporrearían, un poquito les vino a
mostrar que eran flores.
154. Y cuando vieron que todas eran finas, variadas flores y
que no era tiempo entonces de que se dieran, las admiraron
muy mucho, lo frescas que estaban, lo abiertas que tenían sus
corolas, lo bien que olían, lo bien que parecían
155. Y quisieron coger y sacar unas cuantas;
156. tres veces sucedió que se atrevieron a cogerlas, pero de
ningún modo pudieron hacerlo,
157. porque cuando hacían el intento ya no podían ver las
flores, sino que, a modo de pintadas, o bordadas, o cosidas en
la tilma las veían.
158. Inmediatamante fueron a decirle al gobernante obispo lo
que habían visto,
159. cómo deseaba verlo el indito que otras veces había
venido, y que ya hacía muchísimo rato que estaba allí
aguardando el permiso, porque quería verlo.
160. Y el gobernante obispo, en cuando lo oyó, dió en la cuenta
de que aquello era la prueba para convencerlo, para poner en
obra lo que solicitaba el hombrecito.
161. Enseguida dio orden de que pasara a verlo.
162. Y habiendo entrado, en su presencia se postró, como ya
antes lo había hecho.
163. Y de nuevo le contó lo que había visto, admirado, y su
mensaje.
165

164. Le dijo:_"Señor mío, gobernante, ya hice, ya llevé a cabo


según me mandaste;
165. así fui a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial,
Santa María, la Amada Madre de Dios, que pedías una prueba
para poder creerme, para que le hicieras su casita sagrada, en
donde te la pedía que la levantaras;
166. y también le dije que te había dado mi palabra de venir a
traerte alguna señal, alguna prueba de su voluntad, como me lo
encargaste.
167. Y escuchó bien tu aliento, tu palabra, y recibió con agrado
tu petición de la señal, de la prueba, para que se haga, se
verifique su amada voluntad.
168. Y ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para
que otra vez viniera a verte;
169. y le pedí la prueba para ser creído, según había dicho que
me la daría, e inmediatamente lo cumplió.
170. Y me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes yo la
había visto, para que allí cortara diversas rosas de Castilla.
171. Y cuando las fui a cortar, se las fui allevar allá abajo;
172. y con sus santas manos las tomó,
173. de nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar,
174. para que te las viniera a traer, para que a ti
personalmente te las diera.
175. Aunque bien sabía yo que no es lugar donde se den flores
la cumbre del cerrito, porque sólo hay abundancia de riscos,
abrojos, huizaches, nopales, mezquites, no por ello dudé, no
por ello vacilé.
176. Cuando fui a llegar a la cumbre del cerrito miré que ya
era el paraíso.
177. Allí estaban ya perfectas todas las diversas flores
preciosas, de lo más fino que hay, llenas de rocío,
esplendorosas, de modo que luego las fui a cortar;
178. y me dijo que de su parte te las diera, y que ya así yo
probaría, que vieras la señal que le pedías para realizar su
amada voluntad,
179. y para que aparezca que es verdad mi palabra, mi
mensaje,,
180. Aquí las tienes, hazme favor de recibirlas."
181. Y luego extendió su blanca tilma , en cuyo hueco había
colocado las flores.
166

182. Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores


preciosas,
183. luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la
Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de
Dios, en la forma y figura en que ahora está,
184. en donde ahora es conservada en su amada casita, en su
sagrada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe.
185. Y en cuanto la vio el obispo gobernante y todos los que allí
estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron,
186. se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se
afligieron, suspenso el corazón, el pensamiento.....
187. Y el obispo gobernante con llanto, con tristeza, le rogó, le
pidió perdón por no luego haber realizado su voluntad, su
venerable aliento, su venerable palabra,
188. y cuando se puso de pie, desató del cuello de donde
estaba atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego
189. en la que se apareció, en donde se convirtió en señal la
Reina Celestial,
190. Y luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio.
191. Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la casa del obispo,
aún lo detuvo.
192. Y al día siguiente le dijo:_"Anda, vamos a que muestres
dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su
templo.
193. De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo,
194. Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado
la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada, luego pidió
permiso:
195. quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino,
que estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un
sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de
quien le había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado.
196. Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su
casa.
197. Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano,
absolutamente nada le dolía.
198. Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su
sobrino era acompañado y muy honrado;
199. le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho
le honraran;
167

200. Y él le dijo cómo cuando lo dejó para ir a llamarle un


sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el
Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo;
201. y lo mandó a México ver al gobernante obispo, para que
allí le hicera una casa en el Tepeyac.
202. Y le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba
contento, y con ello mucho se consoló.
203. Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso
momento lo sanó,
204. y la vió exactamente en la misma forma en que se le había
aparecido a su sobrino,
205. le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver
al obispo;
206. y que también, cuando fuera a verlo, que todo
absolutamente le descubriera, le platicara lo que había visto
207. y la manera maravillosa en que lo había sanado,
208. y que bien así la llamaría bien así se nombraría; LA
PERFECTA VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE, su Amada
Imagen.
209. Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del
gobernante obispo, lo trajeron a hablar con él a dar testimonio,
210. y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa
el obispo unos cuantos días,
211. en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina
allá en el Tepeyac,; donde se hizo ver de Juan Diego.
212. Y el señor obispo trasladó a la Iglesia Mayor la amada
Imagen de la Amada Niña Celestial.
213. La vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde
estaba, para que todos la vieran la admiraran, su amada
Imagen.
214. Y absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se
estremeció cuando vino a ver a admirar su preciosa Imagen.
215. Venían a reconocer su carácter divino.
216. Venían a presentarle sus plegarias.
217. Muchos admiraron en qué milagrosa manera se había
aparecido,
218. puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra
pintó su amada Imagen
168

APENDICE D

SOBRE LAS INFORMACIONES JURIDIDCAS 1666

En la documentación guadalupana del siglo XVII, ocupan un lugar


privilegiado las informaciones recabadas en el año de 1666.

Al mediar el siglo XVII, a instancias de Canónigo Dr. Don Francisco


de Siles, el Virrey de Nueva España, el Ilmo. Sr. Don Diego de Escobar y
Llamas, Obispo de Puebla y el Cabilde de la Catedral Metropolitana ,
secundados por el Ayuntamiento de la Ciudad, las Ordenes Religiosas y
la Real y Pontifica Universidad, se dirigieron a la Santa Sede en el año
de 1663 a fin de lograr que fuera declarada fiesta de precepto con
oficio propio, el 12 de Diciembre, dedicado a la Virgen de Guadalupe.

El propio Dr. Siles fue nombrado Procurador de la Causa, quien


envió algunas copias certificadas de documentación antigua que
avalaba las apariciones.

En Roma, el Procurador de esta causa presentó la petición a su


Santidad el Papa Alejandro VII y a la Sagrada Congregación de Ritos,
quienes a su vez requirieron la presentación de informaciones
testimoniales, de acuerdo a un cuestionario, que los Excelentísimos
Señores Cardenales, de la Congregación de Ritos enviarían a esta
Ciudad.

Con objeto de ganar tiempo y considerando que entre los testigos


había personas bastante ancianas, el Canónigo Dr. Siles solicito al
Cabildo Metropolitano le nombrase a él y los jueces necesarios para
recabar dichas informaciones, con testigos que pudieran declarar con
certeza.

Aprobada su propuesta , el Cabildo nombró una comisión


integrada por el Deán Juan Millán de Poblete, el Chantre Don Juan de
la Cámara, el Tesorero Don Juan de la Barrera y el Provisor y Vicario
General del Arzovispado, el Dr. Don Nicolás del Puerto; como
Secretario de Actas al Br. Diego de Villegas y como Notario Apostólico a
169

Don Luis de Perea; esta comisión nombró al Dr. Antonio de Gama,


originario de Cuautitlán , para que interrogara a los testigos que
vivieran fuera de la Ciudad de México.

Antes de Iniciar el relato de las informaciones, se considera de


justicia hacer una breve reseña biográfica de ese Ilustre Guadalupano,
Dr. Don Francisco de Siles y Ramírez.

En el Real de Minas del Monte de Pachuca vio la primera luz, en el


año de 1614. Sus padres fueron el Capitán Don Francisco de Siles y
Doña Petronila Ramírez, ambos “cristianos viejos, nobles y calificados”.
Sus abuelos maternos, originarios de la Gran Canaria: Don Juan García
Marroquino y Doña Catalina Ramírez. Se graduó de Bachiller en Artes en
la Real y Pontifica Universidad de México el 6 de Abril de 1633; Colegial
del Colegio de Santa María de Todos los Santos, recibió los Grados de
Licenciado y Doctor en Teología, en la misma Universidad, el 30 de
Marzo y el 11de Abril de 1645, respectivamente. Maestro de diversas
cátedras, en la Universidad; Canónigo Medio Racionero, Lectoral de la
Catedral de México. Catedrático, Cancelario de la Universidad;
Presentando para el Arzobispado de Manila, Falleció el 27 de
septiembre de 1670.

En enero de 1666, Don Francisco de Siles, El Dr. Antonio de Gama,


el Escribano Real de Cuautitlan Don Juan Romero y los intérpretes, el
Br. Don Benito Gama, Don Pedro Fixon, Juan Gómez Dávalos y Lorenzo
Velázquez, ex gobernador de Cuautitlán, este último de calidad
mestizo, se reunieron en el Convento de Cuautitlan, para interrogar a
los testigos.

Para esa fecha, se había ya recibido de Roma el cuestionario,


que contestó de las siguientes 9 preguntas:

1.- Quién era cada testigo y lo que supiera de la aparición.


2.- Lo que se acordase del Milagro de las Rosas y del Estampamiento
en la Tilma.
3.- De la Ermita primera que el Sr. Zumárraga edificó en el lugar
señalado por Juan Diego.
4.- Del Ayate y tílma, género del lienzo de la tierra, tan burdo y basto
que por ninguna manera, ni por diligencia
humana es capaz de admitir y recibir en sí la imprimación.
170

5.- Si Juan Diego era hombre maduro, de buenas costumbres y


ejemplo.
6.- Si se explica la conservación de la Imagen en el Ayate, por
tantos años.
7.- De la perfección de la Imagen en sí y de si piensan que hubiera
pintor o maestro en Nueva España que lo hubiera hecho.
8.- De la humedad del Tepeyac y como explican la conservación del
lienzo en aquella zona lacustre y salitrosa.
9.- De si el hecho de las Apariciones es notorio, admitido por la
pública voz y fama...El 7 del mismo mes, en la Sala Capitular del
Convento comenzó el proceso de interrogatorio, a solo 135 años
de lo que conocemos como el Milagro del Tepeyac.

A continuación se hace un breve resumen de lo declarado por


cada testigo, mencionado su nombre, edad y otros datos que
permiten hacer una semblanza de su personalidad.

1.- Don Marcos Pacheco, mestizo, mayor de 80n años, declaró que a
su tía Doña María Pacheco, le oyó contar como a Juan Diego, a quien
había conocido y tratado, dijo que “se le había aparecido (La Virgen
Santísima) en cierta ocasión que iba a la doctrina de la iglesia de
Tlatelulco... un sábado muy cerca de los cerros donde hoy está
fundada su Ermita que había dado la soberana Reina un recado para
que se lo dijese al Guey Teopisque (gran sacerdote) que le hiciese
una Ermita ahí en aquel paraje, contándole la dicha su tía que sólo
había dicho el dicho Juan Diego, que era una Señora la que le había
salido al camino muy resplandeciente..., y que no hicieron caso de él
..., y volviendo con otro le sucedió lo mismo, diciendo dicho
Arzobispo llevase algunas señas, y por último yendo el dicho Juan
Diego a la dicha iglesia de Tlaltelulco a traer un religioso para que
confesase a su tío Juan Bernardino..., y por no topar dicha señora...,
hubo de ir por diferente camino..., y que sin embargo le había salido
al camino por tercera vez.., y le había pedido, que para que le
creyesen llevase por señas unas flores que le mandó la soberana
Reina del Cielo las cortase él mesmo... señalándole el paraje donde
había de ir a cortarlas, y yendo halló muchas flores unas diferentes
de otras... Y llevándole dichas flores que son las mesmas que la dicha
su tía vido estampadas en la Tilma y el Ayate donde está pintada la
Virgen Santísima al dicho Sr. Arzobispo, se halló estampada en el
dicho Ayate la Virgen Santísima... ó estampada en el dicho Ayate la
171

Virgen Santísima... Y le contaba asimismo que la dicha Aparición y


festividad de ella se convocó mucha gente de los alrededores y en
particular toda la gente de este pueblo, y que para ello se había
divulgado y publicado en la feria pública, precediendo primero
trompetas, chirimías y atables. Y asimismo se acuerda que dicha su
tía murió muy vieja de más de setenta, u ochenta años...

2.- Gabriel Xuárez, indio, mayor de 110 años, hijo de Mateo Xuárez
declaro tener cerca de los nueve años cuando vio la entrada a México
del Virrey Don Luis de Velasco.

Y “Dijo que cuando sucedió la Aparición del portentoso milagro de


nuestra Señora de Guadalupe, se le dijo a este testigo el dicho se
padre, y que se le había aparecido a un Indio llamado Juan Diego
natural y vecino de este dicho pueblo, barrio de Tlayacac, que está
conjunto del de este testigo, y el dicho su padre le conoció muy bien; y
se acuerda que le decía cuando ya era grande, que se le había
aparecido a dicho Indio, no se acuerda si lo dijo una, dos o tres veces;
y que siendo este testigo de seis o siete años lo llevo el dicho su padre
donde hoy está fundada la dicha santa Ermita, que en aquel tiempo era
de adobes sin género de cal y canto; y que iban de este pueblo muchos
indios e indias a la labor de la dicha Ermita, y a zahumarla... En el
tianguis y feria pública se pregono con muchas trompetas, y atavales,
porque así se lo dijo su padre, y fue cierto y evidente, porque cuando
este testigo era de quince a veinte años, se lo oyó decir, no solo al
dicho su padre, si no a todos los naturales de dicho pueblo...,
diciéndole en muchísimas ocasiones el dicho su padre, y madre, y otras
muchas personas, cómo la Madre de Dios de Guadalupe de hablaba
muchas veces al dicho Juan Diego, y que le decía fuese a decirle al
Señor Arzobispo le hiciese allí una Ermita donde hoy está fabricada...”

3.- Andrés Juan, indio, cuya edad fluctuaba de 112 a 115 años; hijo de
Ventura Xuárez y de Ana María. Conoció al Virrey Velasco cuando tenía
más de 10 años.

“Dijo que cuando sucedió la Aparición... había muy pocos años había
sucedido dicho prodigioso caso cuando este testigo nació..., y a este
testigo se le dijo Ventura Xuárez su padre y Ana María su madre..., y le
dijeron que cuando sucedió dicho caso, se divulgó públicamente con
172

trompetas y chirimías en el tianguis y feria pública en voces altas, para


que todos acudiesen a tan grande fiesta...”

4.- Doña Juana de la Concepción, india de 85 años, Nació en el


pueblo de San Miguel, hija legítima de Don Lorenzo de San Francisco
Tlaxtlatzontli y de Doña María de los Angeles, indios caciques y
principales de Cuautitlan, donde residían en esa fecha, y del pueblo
de San Miguel. Fue esposa de Diego Velázquez.

A su padre además se le ha tenido por historiador,


atribuyéndosele la creación del Código Saville, que se encuentra en la
Haye Fundación de Nueva York, uno de los documentos más antiguos
donde se hace referencia al milagro del Tepeyac.

“Dijo que su padre, como tal cacique que era de dicho pueblo,
era el primero que sabía las cosas, así en la Ciudad de México, como en
todos sus contornos, y era un indio tan curioso, que todo ellos le
asentaba y ponía en mapas, y tenía, si mal no se acuerda, asentado la
Aparición de la Virgen Santísima de Guadalupe, por habérsele
aparecido a Juan Diego indio natural de esta dicho pueblo del barrio de
Tlayacac, que el dicho su padre conocía muy bien...”

5.- Don Pablo Xuárez, indio de 78 años, Gobernador de indios de


Cuautitlán, nieto materno de Justina Cananea su Abuela de parte de su
madre, como había conocido muy bien, y con mucha distinción a Juan
Diego indio, y a María Lucía su mujer, y a Juan Bernardino su tío..., y
que los había tratado y comunicado mucho, porque la dicha su abuela a
mas de cuarenta años que murió, teniendo de edad cuando falleció más
de ciento y diez, y le contaba a este testigo, y a la dicha Isabel
Cananea su madre lo que lleva referido, y como se le apareció la Virgen
Santísima de Guadalupe al dicho Juan Diego, yendo de este dicho
pueblo a la doctrina, que en aquella ocasión y tiempo administraban
los religiosos del Sr. San Francisco de Tlalteluco, donde asimismo iba
la abuela de este testigo a la dicha doctrina con toda la demás
gente..., y viendo el Sr. Arzobispo tan prodigioso y portentoso milagro
(de la aparición de la Imagen) le decía a este testigo la dicha su
abuela, que había llorado mucho y luego al punto trató de hacerle
casa... que la abuela de este testigo vido abrir los cimientos para la
dicha Ermita, y trabajo en ellos..., y que había hallado presente
cuando la colocaron ( la imagen ) en la dicha Ermita, que la trajeron
173

en una muy grande procesión de la Ciudad de México a la dicha parte y


lugar, contándole asimesmo había venido en dicha procesión decho Sr.
Arzobispo descalzo de pie y pierna..., con todo lo mejor de la
Ciudad..., y llevando muchas danzas y otros instrumentos, que la dicha
su abuela Justina Cananea le vido todo, pregonándose en este dicho
pueblo a voz de prompetas y atavales el muy misterioso milagro y
santísima aparición... Siendo voz común de todo los de este reino todo
lo que lleva dicho...”

6.- Don Martín de San Luis, Indio de 80 años, varias veces Alcalde
Ordinario de Cuautitlan.

“Dijo que siendo este testigo de 10 a 12 años en muchas


ocasiones le dijo Diego de Torres Bullón indio natural de este dicho
pueblo y que tuvo por oficio muchos años ser maestro de Capilla, en
cuya ocasión siendo el Dicho Diego de Torres de más de 80 o 90 años
muy viejo indio muy capaz y entendido y que sabía leer y escribir, y
que había conocido, tratado y comunicado a Juan Diego..., contándole
a este su testigo como en el año de 1531, siendo Arzobispo de México
un Padre de la Sagrada Religión del Señor San Francisco, se le apareció
al Dicho Juan Diego la Reina del Cielo y Madre de Dios de Guadalupe,
en la parte y lugar que hoy actualmente está su santa Ermita, y le
había dicho fuese y le dijese al Arzobispo, la Señora le decía, le hiciese
en aquel mismo sitio y paraje una casa, y otras cosas que no se
acuerda, por haber ya tenido tiempo...”

7.- Don Juan Xuárez, indio mayor de 100 años, también recuerda haber
vivido cuando niño durante el Gobierno del Virrey Velasco.

“Dijo oído decir a D. Juan Xuárez su padre como en el año pasado


de 1531, que era Arzobispo de México u religioso de la Orden de San
Francisco, llamado don Fray Fulano de Zumárraga, y qué en este
tiempo y dicho año se le había aparecido la Reina de los Angeles y
Madre de Dios de Guadalupe a un indio llamado Juan Diego...,
habiéndosele aparecido dos veces, para que llevase recados al dicho Sr.
Arzobispo, en orden a que dicha Santa Imagen le pedía le hiciese una
casa e Iglesia en la parte done se le había aparecido..., y que nunca le
habían creído... y que por último tercera vez, yendo el dicho Juan
Diego a Santiago Tlalteluco... a traer un confesor, para que confesase a
un tío suyo, que estaba muy malo... mandándole (la virgen) que
174

subiese a lo alto del Cerrillo y que de las flores y rosas que allí estaban
cogiese de todas, y haciéndolo cortó las que allí halló, que eran
muchas, y de diferentes géneros y olores.... y diciéndole llévalas y no
toques a ellas, y dile al Arzobispo que por señas de esas flores haga lo
que le tengo pedido... y partiendo el dicho Juan Diego... a las casas
arzobispales, avisó a los criados quería hablar a dicho Sr. Arzobispo de
parte de la Señora y que lo detuvieron más de una hora y al cabo de
ello entró dentro, y dándole dicho recado... y que descogiendo dicha
tilma, cayeron dichas rosas y estampada en el dicho ayate la Imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe del altor, cuerpo, y tamaño y hermosura
que hasta el día de hoy ha tenido, de que quedó maravillado y
espantado dicho Señor Arzobispo y todos los que estaban presentes,
con lo cual, le contaba el padre de este testigo el dicho Juan Diego,
que el Señor Arzobispo y todos los presentes habían bañádose el
lágrimas de ver tan prodigioso milagro, y luego se puso por obra el
hacer dicha casa, acudiendo a la procesión que se hizo toda la Ciudad,
y todos los pueblos circunvecinos, y muy en particular este de
Cuautitlán, porque se había pregonado en la feria pública de él el
portentoso milagro... Lo cual le contaba el dicho su Padre en muchas
ocasiones, y este testigo, teniendo quince o dieciocho años se le oyó
decir a muchas personas de este pueblo y a los parientes del dicho Juan
Diego, y este era tan público y notorio, que todos los años que se
celebraba la fiesta a la Soberana Reina de loa Angeles y Madre de Dios
de Guadalupe, el día siguiente iba todo este pueblo, gobernador,
alcaldes, mandones y Tequitatles a celebrar la fiesta de la dicha
Virgen, y al dicho Juan Diego, como a natural que era de dicho pueblo,
para que intercediese con su Divina Majestad los diese buenos
temporales, que este lo han observado desde la dicha Aparición, y este
Testigo iba todos los años con los demás, y hasta hoy se ha
acostumbrado el acudir con su cera...”

8.- Por ultimo se presentó Catarina Mónica, india de edad de cien


años.

“Dijo esta testigo que se acuerda muy bien haberles oído decir a
sus padres y a una tía suya... se le había aparecido la Reina del Cielo
Madre de Dios a un indio natural yecino de este dicho pueblo, llamado
Juan Diego, del barrio de Tlayacac, que las dos de ellas primeras, le
había dado recados la santa Imagen al dicho indio para que le dijese al
Señor Arzobispo... le hiciese una casa ... en la parte que se le había
175

aparecido, y que llevando dichos recados, se le había querido creer,


que se volviese y trajese señas de la Señora que le enviaba...y que por
último yendo el dicho indio Juan Diego a la Iglesia de Santiago
Tlalteluco... a traer un confesor, para que confesase a Juan Bernardino
su Tío, muy malo de un cocolixtli le salió al camino la dicha Reina del
Cielo... y le dijo que no le diese pena, que ya su tío estaba bueno, y
que subiese en la parte que le había señalado y que de las flores que
había cogiese de ellas... y se las trajese... y mandándoselas llevar a
dicho señor Arzobispo, deciéndole... que por señas de aquellas flores y
rosas le hiciese la casa que en otras dos veces le había pedido, partió a
dicha ciudad de México a los casas Arzobispales, y avisando a los
criados... y que le habían detenido más de hora y media y al cabo de
ello entró dentro, y dándole dicho recado..., y descogiendo dicha
tilma, cayeron al suelo dichas rosas, y quedó estampada en la dicha
tilma la dicha Reina del Cielo, del altor, cuerpo, tamaño y hermosura,
que hasta el día de hoy ha tenido..., y le contaban a esta testigo dichos
sus padres y tía, que luego que se puso por obra el hacer dicha casa...,
que cuando la colocaron hubo una gran procesión..., porque para este
efecto se habían pregonado públicamente en la plaza..., con muchas
prompetas y atabales..., y todos los años, y esta testigo lo vido muchos
de ellos que los naturales de este pueblo iban a dicha ermita un día
después que se celebraba la Fiesta de la Virgen Santísima, con mucha
cera...”

La recopilación de los testimonios de los antiguos de Cuauhtitlán


concluyó el 22 de enero de 1666, continuándose en la Ciudad de
México, con testigos de esta tierra, del 12 de febrero siguiente al 27 de
abril de ese año.

En esta sección del proceso, se interrogaron a otros doce


ilustres testigos, que fueron:

9.- El Pbro. Lic. Don Miguel Sánchez, de 60 años, clérigo del Oratorio
de San Felipe, autor de la obra titulada “Historia de las Apariciones
de la Imagen de la Virgen Santísima de Guadalupe...”publicada el
años de 1648. Este sacerdote nació en 1594 y murió el 22 de Marzo
de 1674 a los ochenta años. Estudió en la Real y Pontificia
Universidad de México.
176

Declaro:

“Y este testigo con toda diligencia inquirió en buscar las más


seguras noticias de esta tradición, por verse obligado a el disponiendo
un libro que con efecto hizo, formó y dispuso, intitulado: Imagen de
la Virgen Santísima de Guadalupe, que es la que está en dicha Ermita
de su milagrosa Aparición..., que dio a la imprenta, y ha corrido con
licencia y aprobaciones..., y comunico sobre este caso al Lic.
Bartolomé García, Presbítero, vicario que fue de la dicha Ermita,
difunto, que a la que se quiere acordar al tiempo que falleció y murió
sería de edad de 68 a 70 años, y si el día de hoy viviera, tuviera más
de 90; el cual dijo a este testigo que la causa de no hallarse los
papeles, 2que se escribieron en aquella ocasión originales de esta
milagrosa aparición había sido y era por haber faltado muchos
papeles de Archivo arzobispal del Gobierno de este Arzobispado, con
ocasión de haberse hallado muchos de él en las tiendas, donde se
vendían todo género de especias, robo, que se originó y causó, por
haber faltado aquel año papel en este Reino;; y juntamento tuvo
noticia este testigo, por habérsela dado el dicho Lic. Bartolomé
García, de que le había dicho el Sr. Dr. Alonso Muñoz de la Torre,
deán que fue de esta Santa Iglesia Metropolitana, de que habiendo
ido a visitar al Ilma. Sr. D. Fray García de Mendoza (1601), había visto
que su Señoría Ilma. estaba leyendo los autos Proceso de dicha
Aparición con singular ternura, y que asó se lo había manifestado y
declarado al dicho Sr. Deán.”

10.- Fray Pedro de Oyanguron, de 85 de edad, de la Orden de Santo


Domingo, natural de la Ciudad de México. A su vez “Dijo que desde
que tiene uso de razón, y se sabe acordar, por haber nacido y
criádose en esta dicha ciudad, tuvo muchas individuales noticias que
le dieron diferentes personas ancianas, y de edad, de todos estados,
puestos y calidades, sin encontrarse (sin contradecirse) unas con
otras cómo por el mes de Diciembre del año pasado de 1531, siendo
Prelado Fray Juan de Zumárraga, llegó a la casa arzobispal de su
morada un indio natural y vecino del pueblo de Quautitlán, llamado
Juan Diego, y que había hecho avisar a dicho Señor Ilustrísimo, por
que volvía a hablarle tercera vez, de las que lo había hecho de parte
de la Señora, aunque lo había despedido, y sus criados se habían
disgustado con él, y que habiendo entrado el susodicho, le dijo a Su
177

Señoría Ilustrísima, que para que le diese crédito a aquel recado, y a


los antecedentes, le llevaba a aquellas flores envueltas en la tilma
que traía puestas, y que al descojerla, y al reconocerlas, y al
reconocerlas. Halló y vido dicho Señor Arzobispo estampada en la
tilma la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del altor,
cuerpo y tamaño, perfección y hermosura, que siempre y hasta el día
de hoy, ha tenido... Lo supo, así este testigo, por habérselo dicho sus
padres, abuelos y antepasados y otras infinitas personas de las de
mayor parte, puestos y dignidad de esta dicha ciudad, sin que por
ninguna manera habiese contradicción de unas a otras dichas
noticias, aun teniéndolas este testigo de otras personas de menores
jerarquías... Dijo, por habérsele dicho sus padres, abuelos, etc. En
quienes se hallaba de próximo la dicha Aparición de nuestra Señora
de Guadalupe, que llamaban la criolla, y de México, cómo habiendo
el dicho Sr. Zumárraga experimentándola, trató y con efecto dispuso
tener a la Reina de los Angeles...con la decencia y veneración de
vida.”

11.- El P. Fray Bartolomé de Tapia, de 55 años de la Orden


Franciscana y Provincial de su Orden en la Provincia del Santo
Evangelio de la Nueva España.

“Dijo que desde que tuvo distinto de razón, ha oído a muchas y


diferentes personas, y demás común, cómo a los 12 días de Diciembre
de 1531...había llegado a la Casa Arzobispal Juan Diego, indio natural
y vecino que era del pueblo de Cuautitlán... y estando en presencia
de Su Señoría, le había dicho que la Señora le había mandado dijese a
Su Señoría Ilma. que para que diese crédito a dichos recados, tomase
aquellas flores, que tría envueltas en la tilma, y al descojerla,
queriéndole reconocer, halló y vio dicho Señor Arzobispo estampada
la santa Imagen de nuestra Señora de Guadalupe, que hoy se halla
colocada en el altar mayor de su Santuario...y que tiene por cierto, y
en ello no pone duda, que dicha Virgen Sacrantísima de Guadalupe
fue obrada po9r mano de la Majestad divina.”

12.- El P. Maestro y Definidor Fray Antonio de Mendoza, de 66 años,


religioso de la Orden de San Agustín y Definidor de la Provincia del
Santo Nombre de Jesús en la Nueva España, nacido en la Ciudad de
México, hijo de Don Alonso de Mendoza, Capitán de la Guardia del
178

Virrey Conde de la Coruña y nieto del Lic. Don Antonio Maldonado,


Presidente de la Real Chancillería de esta Ciudad.

Declaró... “Cómo a los 12 de Diciembre de 1531 siendo prelado


de este Arzobispado D. Fray Juan Zumárraga...de buena memoria,
habiendo llegado a su casa y palacio arzobispal Juan Diego hijo
natural y vecino del pueblo de Cuautitlán y que había pedido que
avisasen a su Señoría Ilma. que quería verle de parte de la Señora, de
quien, en otras ocasiones le había triado otros recados, y que
habiendo entrado dicho Juan Diego a la presencia de Su Señoría, le
había dicho que la Señora de había mandado dijese a Su Ilma. que
para que se diese crédito a aquellos recados, tamase aquellas flores
que traía envueltas en la tilma, que traía puesta y que al descogerla,
queriéndola reconocer, había hallado y visto dicho Señor Arzobispo la
Sacrantísima Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe estampada en
la dicha tilma, del altor, cuerpo, tamaño y hermosura, que hasta el
día de hoy ha tenido, que ha visto este testigo, y que yendo
descogiendo dicha tilma, se fueron 0cayendo por el suelo y sitial de
Su Señoría mucha cantidad de hermosísimas flores, de varios y
singulares colores y olores, y entre ellas muchas de Alejandría que
comúnmente llaman de Castilla, y azucenas, de que Su Señoría,
arrodillado, con el resto de su familia quedó muy maravillado de este
caso. Y por lo que este testigo lleva dicho y declarado, ha visto que
en lo general de personas de altos y pequeños estados, es ya muy
común y general la devoción que tienen a esta soberana Señora, y ha
visto así mesmo que algunos señores prelados...van muy
continuamente a su Iglesia, y en algunas ocasiones han celebrado
Misas Pontificales y la misma continuación ha visto este testigo que
han tenido llevados de la devoción de la Reina de los Angeles los
Señores Virreyes que han sido de esta Nueva España, sin que este
testigo haya visto ni entendido cosa en contrario...”

13.- El Padre Maestro Fray Juan de Herrera de 71 años, religioso de


la Orden de N. Sra. De las Mercedes, Catedrática de Prima de Sagrada
Teología y tres veces Provincial de su Orden, también nativo de esta
ciudad, manifestó como “...desde que tuvo uso de razón, por haber
nacido en esta ciudad de México, y haberle oído en muchas y diversas
ocasiones a sus padres y abuelos, y a otras personas muy antiguas de
toda calidad de esta Nueva España, que a los 12 de Diciembre del año
pasado de 1531, siendo Prelado de este Arzobispado el Ilmo. Sr. Fr.-
179

Juan de Zumárraga, había llegado a su casa y palacio arzobispal Juan


Diego a la presencia de Su Señoría...”

14.- El Padre Pedro de San Simón, de 75 años de la Orden de N. S.


Del Carmen y Definidor de ella, así como ex Provincial de la misma.

“Dijo...que ha más de 32 años que ha asistido en esta Nueva


España, y que en dicho tiempo ha tenido muchas y largas noticias de
la Aparición de la Reina de los Angeles, por habérselas dado personas
muy antiguas y de notoria calidad de esta Nueva España, en razón
que en los 12 de Diciembre del año pasado de 1531, siendo prelado
de este Arzobispado el Ilmo. Sr. D. Fr. Juan de Zumárraga había
llegado a su casa y palacio Juan Diego, indio natural del pueblo de
Cuautitlán, etc., etc...”

15.- P. Diego de Monrroy, S. J., de 65 años, Prepósito de la Casa


Profesa de la Compañía de Jesús.

Atestigua “...que de más tiempo de 40 años a esta parte tiene


noticias de oídas, y certísimas ciencia, por habérsele dicho y
comunicado personas antiguas, y de conocida calidad y nobleza,
cómo a los 12 días de Diciembre...había entrado Juan Diego a
presencia del Sr. D. Juan de Zumárraga, y estando en ella, le había
dicho que la Señora (de Guadalupe) le había mandado dijese a Su
Señoría, que para que se diese crédito a dichos recados (anteriores),
tomase las flores, que tría envueltas en la tilma, y al descogerla
dicho Indio queriéndola reconocer había hallado y visto dicho Sr.
Arzobispo estampada la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe del altor, cuerpo, tamaño y hermosura, que hasta el día
de hoy ha tenido y tiene...”

16.- Fray Juan de San José, de 76 años, de la Orden de San Francisco


de la que ha sido Provincial, Prelado en todas las casas de la Orden
Calificador del Santo Oficio.

“Dijo que sabe de oídas y cierta ciencia de más de 54 años a


esta parte, por habérsele dicho e informádose de ello, de personas
antiguas y grandes, y de esta autoridad, cómo a los 12 de Diciembre
de 1531... (Hace aquí este testigo una relación igual a la de los
anteriores).
180

17.- Fray Pedro de San Nicolás, de 71 años, religioso de la Orden de


San Juan de Dios, y Prelado en algunas de sus casas.

Declara “que lo que sabe, de oídas y cierta ciencia, desde que


tuvo uso de razón, por habérsele dicho e informádose de ello de
personas antiguas, grandes de toda auroridad, es cómo a los 12 días
del mes de Diciembre de 1531, siendo Prelado de este Arzobispado el
Ilmo. y Rvmo. Fray Juan de Zumarraga, etc. Y refiere a continuación
los mismos pormenores de la entrada de Juan Diego al palacio
arquiepiscopal y de la aparición de la Imagen estampada en la tilma
del indio...)

18.- Fray Nicolás Cerdán, de 61 años, Provincial de la Orden de San


Hipolito, tambien manifiesta que “... lo que sabe, de oídas y cierta
ciencia en general, desde que tuvo uso de rezón por habérselo dicho
e informádose dela tradición y aparición de esta sacratísima Señora,
es cómo a los 12 días del mes de Diciembre del año pasado de 1531...
Y repite nuestro testigo, case con las mismas palabras la relación de
las Apariciones y demás circustancias del milagro guadalupano.”

19.- El muy noble Don Miguel de Cuevas Davalos, de 81 años de edad,


que desempeño cargos de Alcalde Mayor en dicersos lugares de la
Nueva España y de Alcalde en la Ciudad de México.

Por su familia paterna, nieto de Don Juan de Cuevas, también


Alcalde de la Ciudad de México y de Doña María Téllez-Girón,
Encomendero de Jiquipilco e hijo Don Miguel, de Don Alonso de
Cuevas Téllez-Girón y de Doña Ana de Dávalos. Fue hermano del
reción difunto Arzobispo de México Don Alonso de Cuevas Dáfvalos;
caso con Doña Luisa de Lara el 21 de diciembre de 1625 , en el
Sagrario Metropolitano.
181

SS. Juan Pablo II, gran guadalupano. Visitó México en 5 ocasiones, 4 de las
cuales visito a su Morenita en el Tepeyac y Canoniz
182

APENDICE E

BULA DE CANONIZACIÇON
“EXALTAVIT HUMILES”

IOANNES
PAVLVS
PP-II
Servus Servorum Dei
Ad perpetuam rei memoriam.

-Exaltavit humiles – Lc 1,52.


Dei Patris contuitus ad humilem indigenam
Mexicanum se convertit, nempe Joannem Didacum,
quem dono ditavit in Christo renascemdi, beatae
Mariae Virginis vultum contemplandi et sociatam
praestandi operam pro Americanae Continentis
evangelizatione. Ex quo aperte eruitur quam vera
sint verba quibus Apostolus Paulus divinam edocer
methodum salutem peragendi: - Ignobilia mundi et
183

contempribilia elegit Deus, quae non sunt, ut ea,


quae sunt, desrtueret, ut non glorietur omnis caro
in conspectu Dei – 1 Cor, 28-29. Lic beatus, cui
traditum nomen est Cuauhtlatoatzin, quod – aquila
loquens – sibi vult, anno circiter MCDLXXIV in loco
Cuauhtitlan natus est, apud regnum vulgo Texcoco.
Adultus cum sit et metrimonio iunctus, amplexus
est Evangelium et una cum uxore baptismali aqua
est ablurus, sibi proponens vivere sub lumine fidei et
secundum obligationes coram Deo et Ecclesia
assumptas. Mense Decembri anno MDXXXI, cum iter
faceret ad locum Tlatelolco, in colle qui Tepeyac
appellatur, apparentem sibi vidir veram Dei Matrem,
quae mandavit illi urab episcopo Mexicano peteret
templum in loco apparitionis aedificari. Sacer
Praesul, attentis indigenae instantiis, evidentem
miri eventus probationem ab illo requisivit. Die XII
mensis Decembris beatissima Virgo Maria Joanni
Didaco conspiciendam rursus se dedir, eum
solamine affecit et iussit ut in fastigium collis
184

Tepeyac se conferret. Licer hiemale frigus et ariditas


loci obversarentur, beatus pulcherrimos repperit
flores, quos in paenula posuit Virginique tulit. Laec
autem praescripsit illi ut eos tamquam veritatis
indicium episcopo traderet. Stans coram illo,
Joannes Didacus paenulam aperuit floresque cadere
sivit; tunc in textura paenulae apparuit, mirabiliter
impressa, imago Virginis Guadalupensis, quae ab
illo inde tempore facta est spiritale nationis
centrum. Constructo templo in – Dominae caelorum
– honorem, beatus, summa compulsus pietate, omnia
reliquit et vitam impendit in parvum illud
sacellum custodiendum et peregrinos excipiendos.
Sancritatis viam in oratione et in caritate
percurrit, vim vim hauriens ex eucharistico
Redemptoris nostri convivio, ex cultu in Matrem
Redemptoris, ex communione cum Sancta Ecclesia
necnon ex oboedientia sacris Pastoribus. Omnes qui
nover unt eum splendorem virtutum, praesertim
fidei, spei, caritatis, humilitatis et contemptus
185

rerum terrenarum sunt mirati. Joannes Didacus inj


simplicitate cotidianae vitae, fideliter servavit
Evangelium quin respueret suam indigenam
condicionem, prorsus conscius Deus discrimen
stirpium vel culturae praetermittere, et omnes
invitare ut filii sui efficiantur. Loc modo beatus
faciliorem reddidit viam qua indigenae gentes
Mexicanae et Novi Orbis congressionem cum Christo
susciperent et cum Ecclesia. Usque ad supremum
vitae diem cum Deo ambulavit, qui anno MDXLVIII
ad se vocavit eum. Eius recordatio, quae ad
appariotionem Dominae Nostrae a Guadalupe semper
refertur, saecula transcendit diversasque orbis
regiones attigit. Die IX mensis Aprilis anno MCMXC,
Nobis coram editum est decretum de vitae sanctitate
et de cultu ab immemorabili tempore Servo Dei
Joanni Didaco praestito -. Die VI mensis Maii hac
in ipsa Basilica sollemni praefuimus celebrationi
in honorem Joannis didaci, beati titulo exornati.
Illis ipsis diebus hac in eadem Mexicana
186

Archidiocesi miraculum per eius intercessionem


patratum est, cuius decretum prodiit die XX mensis
Decembris anno MMI. Am plectentes itaque faventem
sententiam Patrum Cardinalium et Episcoporum
Nobis coram in Consistorio die XXVI praeteriti
mensis Februarii congregatorum, statuimus ut ritus
canonizationis die XXXI mensis Julii anno MMII
Mexicopoli perageretur. Lodie igitur, in urbe Mexico,
inter sascrahanc ediximus formulam: En honor de
la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe
católica y crecimiento de la vida cristiana, con la
autoridsad de Nuestro Señor Jesucristo, de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuesrta, después
de haber reflexionado largamente, invocado muchas
veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos
hermanos en el episcopado, declaramos y definimos
Santo al Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin y lo
inscribimos en el catálogo de los Santos, y
establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente
honrado entre los Santos. En el nombre del Padre y
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del Hijo y del Espíritu Santo. Quae autem


decrevimus volumus et nunc et in operpetuum
tempus vim sortiri, contrariis rebus minime
quibuslibet obstantibus. Darum Mexicopolo, die XXXI
mensis Julii anno MMII, Pontificatus Nostri
vicesimo quarto.
188

APENDICE F

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


CANONIZACIÓN DE JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN
Ciudad de México, Miércoles 31 de julio de 2002

1. “¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los


sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias,
Padre, porque así te ha parecido bien!” (Mt 11, 25).

Queridos hermanos y hermanas: Estas palabras de Jesús en el


evangelio de hoy son para nosotros una invitación especial a alabar y
dar gracias a Dios por el don del primer santo indígena del Continente
americano.

Con gran gozo he peregrinado hasta esta Basílica de Guadalupe,


corazón mariano de México y de América, para proclamar la santidad
de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio sencillo y humilde que
contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan
querido por los pueblos de México.

2. Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el Señor


Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, así como la
calurosa hospitalidad de los hombres y mujeres de esta Arquidiócesis
Primada: para todos mi saludo cordial. Saludo también con afecto al
Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo emérito de México y a
los demás Cardenales, a los Obispos mexicanos, de América, de
Filipinas y de otros lugares del mundo. Asimismo, agradezco
particularmente al Señor Presidente y a las Autoridades civiles su
presencia en esta celebración.

Dirijo hoy un saludo muy entrañable a los numerosos indígenas


venidos de las diferentes regiones del País, representantes de las
diversas etnias y culturas que integran la rica y pluriforme realidad
mexicana. El Papa les expresa su cercanía, su profundo respeto y
admiración, y los recibe fraternalmente en el nombre del Señor.

3. ¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del
Eclesiástico, como hemos escuchado, nos enseña que sólo Dios “es
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poderoso y sólo los humildes le dan gloria” (3, 20). También las
palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este
modo divino de actuar la salvación: “Dios ha elegido a los
insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie
pueda presumir delante de Dios” (1 Cor. 1, 28.29).

Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con


delicadeza y empapados de ternura. En ellos la Virgen María, la
esclava “que glorifica al Señor” (Lc. 1, 46), se manifiesta a Juan
Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regala, como señal,
unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada
en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora.

“El acontecimiento guadalupano -como ha señalado el


Episcopado Mexicano- significó el comienzo de la evangelización con
una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a
través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura
indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación”
(14.05.2002, n. 8). Así pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo
sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización
perfectamente inculturada.

4. “Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres”


(Sal 32, 13), hemos recitado con el salmista, confesando una vez más
nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de
cultura. Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su
identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva
humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en
Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió
en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida
a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad
espiritual que abraza a todos los mexicanos. Por ello, el testimonio
de su vida debe seguir impulsando la construcción de la nación
mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer
cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores
y tradiciones.

Esta noble tarea de edificar un México mejor, más justo y


solidario, requiere la colaboración de todos. En particular es
necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones,
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respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo


étnico. ¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a
México!

Amados hermanos y hermanas de todas las etnias de México y


América, al ensalzar hoy la figura del indio Juan Diego, deseo
expresarles la cercanía de la Iglesia y del Papa hacia todos ustedes,
abrazándolos con amor y animándolos a superar con esperanza las
difíciles situaciones que atraviesan.

5. En este momento decisivo de la historia de México, cruzado ya el


umbral del nuevo milenio, encomiendo a la valiosa intercesión de San
Juan Diego los gozos y esperanzas, los temores y angustias del
querido pueblo mexicano, que llevo tan adentro de mi corazón.

¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo


sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que
acompañes a la Iglesia que peregrina en México, para que cada día
sea más evangelizadora y misionera. Alienta a los Obispos, sostén a
los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los
que entregan su vida a la causa de Cristo y a la extensión de su
Reino.

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te


encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que,
sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la
vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias,
fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los
padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor
de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen
pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes
y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el
respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la
paz.

¡Amado Juan Diego, “el águila que habla”! Enséñanos el camino


que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en
lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva
que nos guía hasta el verdadero Dios. Amén.
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Antes de impartir la bendición, el Vicario de Cristo dirigió las


siguientes palabras:

Al concluir esta canonización de Juan Diego, deseo renovar el saludo


a todos los que habéis podido participar, algunos desde esta basílica,
otros desde los aledaños y muchos más a través de la radio y la
televisión. Agradezco de corazón el afecto de cuantos he encontrado
en las calles que he recorrido. En el nuevo santo tenéis el maravilloso
ejemplo de un hombre de bien, recto de costumbres, leal hijo de la
Iglesia, dócil a los pastores, amante de la Virgen, buen discípulo de
Jesús. Que sea modelo para vosotros que tanto lo amáis, y que él
interceda por México para que sea siempre fiel. Llevad a todos el
mensaje de esta celebración y el saludo y el afecto del Papa a todos
los mexicanos.

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