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georges-bizet-literatura-cine-opera-moda-tauromaquia-feminismo.html

“Era una belleza extraña y salvaje, una cara que sorprendía al principio,
pero que no se podía olvidar”. Así describía Prosper Mérimée a su gran
criatura literaria, Carmen. A medio camino entre la realidad y la
ficción, esculpida en la imaginación del escritor gracias a sus propias
vivencias y aderezada por las historias que le contaron.

El mito de Carmen, la gitana cigarrera, nace en las entrañas de Sevilla, en


su famosa fábrica de tabacos, para convertirse con el paso de los años
en un arquetipo universal. Para unos, el paradigma de la femme fatale;
para otros, la bandera de la liberación de la mujer, un personaje que
rompe las barreras en pos de su libertad personal.

Tal como anticipaba Mérimée, era un rostro que no pasaría nunca de


moda. Tanto es así que estudiosos como Luis Francisco Martínez Montiel
consideran que está fuera de su época, quizá de todas las épocas, y, por
eso mismo, es inspiración eterna y modelo, presente en los desarrollos
artísticos contemporáneos más variados.

‘Carmen’ fue publicada en París por

primera vez por entregas en 1845 en la

‘Revue des deux mondes’


Carmen, carnal como pocos personajes, ha sido también trazo
arrebatado para los grandes de la pintura, objeto predilecto de los
guiones cinematográficos, alma de bronce en una estatua, arabesco en
negro y rojo en unos zapatos de tacón, la “insolencia de la España torera”
en los tejidos de Yves Saint Laurent.

Nace un mito

Una historia familiar relatada a Mérimée por Eugenia de Montijo, la


esposa granadina de Napoleón III, fue el punto de partida para que el
escritor francés, apasionado por España (viajó al menos cuatro veces a
nuestro país), imaginara su novela. Carmen fue publicada en París por
primera vez por entregas en 1845 en la Revue des deux mondes.

Tres decenios después, el 3 de marzo de 1875, se estrenaba en la Opéra-


Comique de la capital francesa la ópera compuesta por George Bizet
sobre la novela. El estreno resultó inicialmente un fracaso. Bizet, muerto
prematuramente a los 36 años, no llegaría a disfrutar del éxito de su
trabajo. Meses después Carmen conquistaba Viena. Había nacido el mito.
Retrato de Georges Bizet, autor de la ópera basada en la ‘Carmen’ de Mérimée.
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Carmen y la tauromaquia

“Carmen simboliza la liberación de la mujer y refleja el ideal romántico


del siglo XIX”, reza una leyenda junto a la estatua que, desde 1973, mira
de frente a la Puerta del Príncipe de la plaza de toros de La Maestranza de
Sevilla. Allí, la eterna cigarrera parece esperar en un espacio sin tiempo la
salida triunfal de su torero. La canción del toreador (toreador es el
término francés para torero) es la popular aria de la ópera de Bizet. El
torero Escamillo es la pasión tormentosa que desencadena el asesinato de
Carmen.
El universo taurino gravita sobre la figura de este mito universal. Hasta el
punto de que el director teatral Salvador Távora fue capaz de imaginar en
1996 una Carmen que saltó al ruedo en una plaza de toros convertida en
teatro, con toreros de verdad y lidia de toros incluida. El sevillano
conseguía así lo que jamás pensó “que pasara de ser un sueño”: unir en un
solo instante de emoción la ópera, el teatro, el ritual taurino y el arte
ecuestre. Porque Carmen aguanta todas las lecturas.

Chaplin, Lubitsch, Godard

Pocos personajes literarios han sido tan objeto del interés de los grandes
nombres del celuloide como Carmen. Más de cincuenta adaptaciones
cinematográficas o televisivas, además de las distintas grabaciones de las
representaciones operísticas o de los ballets, ponen de manifiesto su
presencia constante en el imaginario artístico.
Una de las actrices fetiches de Charles Chaplin, Edna Purviance, protagonizó la versión
de 'Carmen' del genial actor y director.
 Dominio público
Solo en la época muda se contabilizan hasta dieciocho versiones: la
primera de ellas, la italiana de 1909 firmada por Gerolano Lo Savio; la
última, una recreación animada con sombras chinescas dirigida por el
alemán Lotte Reininger en 1933. Entre medias, grandes nombres del
cine hacen suya la historia de la cigarrera sevillana. Cecil B. DeMille
agrupa en su versión de Carmen a grandes nombres del momento como
Geraldine Farrar o Wallace Reid. En clave de parodia, Chaplin estrena en
1915 su Burlesque on Carmen, protagonizada por su actriz fetiche Edna
Purviance.
Pola Negri encarna a la cigarrera en la versión de Ernst Lubitsch de
1918. Las versiones se multiplican en esa época por otras latitudes.
Producciones británicas, austríacas, soviéticas y también españolas. La
primera versión en nuestro país, Carmen o la hija del contrabandista,
dirigida por Ricardo de Baños, se remonta a 1911.

En 1938, ya en la etapa sonora, se filma en plena Alemania nazi una de


las versiones más famosas, Carmen, la de Triana, una producción
hispano-alemana protagonizada por Imperio Argentina, que sería recreada
en 1959 en otra versión con Sara Montiel en el reparto, y serviría de
inspiración para La niña de tus ojos (1998), de Fernando Trueba.

Puede decirse que cada década ha tenido tres o cuatro adaptaciones de la


mítica historia, y el personaje de Carmen ha demostrado una increíble
capacidad de transformación. Así, en Carmen Jones, la versión de Otto
Preminger, (1954), la cigarrera muda en una afroamericana que trabaja en
una fábrica de paracaídas, enamorada esta vez de un boxeador. En la
versión de Godard Prénom Carmen (1983), Carmen X forma parte de una
célula terrorista. Y en 2001 en Carmen: a hip hopera (Robert Townsend),
pudimos ver a la mismísima Beyoncé metiéndose en la piel de la mujer
fatal, en su primer papel cinematográfico.

Icono de la pintura

Entre el costumbrismo del siglo XIX y el mito universal en la obra


de Pablo Picasso en el XX. Un universo cargado de simbolismo y
exotismo andaluz envuelve al personaje creado por Mérimée y
popularizado por Bizet. Serán toreros y bandoleros los protagonistas
masculinos esenciales en las obras de finales del XIX hasta que, con el
cambio de siglo, comienzan a aparecer reflejos de Carmen en mujeres que
toman conciencia de sí mismas y buscan su sitio en la sociedad. Es el caso
del lienzo de Ramón Casas Julia, firmado en 1915. La huella de este
personaje universal puede rastrearse en las obras de otros artistas
como Juan Gris, Zuloaga, Julio Romero de Torres, Antonio Saura o
Luis Gordillo.
Picasso se apartará del lado folclórico de la

cigarrera para abordar el fatalismo en las

relaciones amorosas
Los vínculos entre la historia de Carmen y el mundo del
toreo alcanzan su máxima expresión en la obra de Picasso, especialmente
en sus tauromaquias de los años treinta. Después, en obras posteriores, el
pintor malagueño se apartará del lado más folclórico de la cigarrera para
abordar el tema del fatalismo en las relaciones amorosas entre hombre y
mujer.

Seducción, locura y muerte

Con estos tres elementos, el coreógrafo francés Roland Petit fascinaba a


un público entregado en el Princes’s Theatre de Londres en 1949.
Esta primera versión en ballet de Carmen consagró definitivamente
como estrella de los escenarios a su esposa Zizi Jeanmaire, y el montaje se
convirtió en la fuente de la que han bebido todas las reinterpretaciones de
este personaje emblemático de la danza universal. El cubano Alberto
Alonso, uno de los grandes nombres del ballet cubano, estrenaba en 1967
en el teatro Bolshói de Moscú su Carmen Suite, con la estelar Maya
Plisetskaya como protagonista.
Representación de la ópera por la Compañía de danza de Antonio Gades, en febrero de
2008.
 Efloch / CC BY-SA-3.0
“A Carmen se la llevó Mérimée a Francia, pero nosotros hemos vuelto a
traerla a España”. Así recordaba Antonio Gades la crítica con que recibía
el país vecino su tercer ballet narrativo, cuya versión teatral se
fue concibiendo casi paralelamente a la película de Carlos Saura de
1983. Víctor Ullate fue otro de los grandes coreógrafos españoles que
cayó bajo el influjo de este arquetipo universal. Su Carmen es una top
model de día y una prostituta de noche. En sus propias palabras, una
mujer “contemporánea, vanguardista y rompedora”.

Espíritu en la pasarela

En abril de 1959, un tímido modisto escondido tras sus gafas de pasta


aterriza en España. Muchos todavía no le conocen, pero está llamado a
suceder en las pasarelas de la gloria a Christian Dior. Esa visita fugaz
cambiará el rumbo creativo del creador de moda más importante de la
segunda mitad del siglo XX. La pasión por España de Yves Saint
Laurent es la misma que impregnó a los viajeros románticos franceses de
antaño. En sus manos, la insolencia de Carmen, el orgullo inmortal de los
toreros, la pasión oscura de lo español, cobrará otra dimensión. Quizá es
el nombre más famoso de la nómina de diseñadores que vieron en el mito
de Carmen un volcán creativo irresistible.
Cartel de 1875 que anunciaba la representación de la ópera 'Carmen'.
 Dominio público
El andaluz David Delfín también imaginó a la cigarrera en dos ocasiones.
Creó el vestuario de la versión de Johan Inger para el estreno de la
Compañía Nacional de Danza. Antes había vestido a Carmen para el Luna
Dance Theater de Chicago en el espectáculo Carmen.maquia en 2012. Y
si un mito se viste por los pies, no podemos olvidar a los cuarenta
diseñadores que en 2006 asumieron el reto de calzar a la cigarrera.
Camper, Ágatha Ruiz de la Prada, Beverly Feldman, Rebeca Sanver o
Victorio y Lucchino, entre otros. Zapatos de tacón, de salón o de seda
negra como los más oscuros deseos.

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