Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando Sus Hijos Se Alejan de Dios PDF - PDF Versión 1
Cuando Sus Hijos Se Alejan de Dios PDF - PDF Versión 1
~·
aORo
Cuando
~L.-~hijo~
u;;t'a/Z deDioS
IMPRESO EN LAARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición
MMX- 5 ,5M
1. Testimonios de fe. l. Pablo M. Claverie, dir. 11. Sergio Collins, trad. III.
Título.
CDD248.5
Y no estamos solos
Rafael y Margarita Lewis se llenaron de ansiedad cuando
Marcos no volvió a su casa a la hora de la cena. Cuando llamaron
por teléfono a sus amigos, se enteraron de que se había ido al
Estado de Florida en la mañana de ese día, en su motocicleta
Honda. Cuando revisaron su dormitorio, en busca de algún in-
dicio revelador, no encontraron nada. ¿Por qué se había ido sin
decirles nada? ¿Por qué había abandonado sus estudios univer-
sitarios? ¿Se había metido en dincultades? ¿Adónde estaba?
¿Qué estaba haciendo?
Esa noche, Rafael y Margarita permanecieron desvelados
mientras escuchaban el silencio nocturno, esperando oír de
pronto el tronar de una motocicleta, que señalaría el regreso de
su hijo. El zumbido de la moto nunca llegó. Cada día vivían en
forma automática para bénencio de sus otros dos hijos, pero la
preocupación por Marcos, su hijo pródigo de 19 años, los sumer-
gía en el temor. Nunca les escribía ni los llamaba por teléfono.
Un día, los llamó una amiga y les informó que había visto a Mar-
cos en West Palm Beach (Florida) trabajando en un motel. Les dijo
que estaba bien, pero le había pedido que no les dijera nada.
Transcurrieron meses sin más noticias. La familia fue a visi-
tar a los abuelos que vivían en Florida, como habían planinca-
do. Llevaron regalos para Marcos, suponiendo que iría a pasar
la Navidad con sus abuelos. Pero no fue ni llamó por teléfono.
Los padres, desesperados, comenzaron a visitar los moteles
de la ciudad, donde mostraron la foto de su hijo y preguntaron
si alguien lo había visto. No tuvieron éxito. Cuando estaban por
renunciar a toda esperanza, vieron su moto Honda. Rafael entró
15
al motel a preguntar por él, mientras el resto de la familia per-
manecía en el automóvil. Volvió solo algunos minutos después.
Había conversado brevemente con Marcos, pero el hijo no qui-
so ir a saludar a su familia. Queria que se fueran.
Margarita escribió, posteriormente, acerca de esa experien-
en
cia: "Lloraba mi exterior. Pero en mi interior sentía un dolor
de una intensidad que no había experimentado antes". 3
Marcos, el hijo pródigo, regresó al hogar con el tiempo, y se
restauraron las relaciones con la familia. Como resultado de su do-
lorosa experiencia, comprendieron mejor las aflicciones de otros
padres, estuvieron menos dispuestos a criticar, y más dispuestos
a infundir valor y a dar apoyo. Comenzaron a experimentar lo que
John White llama "la fraternidad de los padres acongojados"."'
Margarita, con el permiso de Marcos, escribió su testimonio en su
libro The Hurting Parent [Los padres acongojados].
Algún tiempo después de la publicación de este libro, lama-
dre de un hijo alcohólico recorría un mercado persa. Se detuvo
en una mesa con libros usados y tomó el libro de Margarita Lewis.
Comenzó a hojearlo y a leer algunos párrafos. No tardó mucho en
convencerse de que ese era un libro que debía comprar.
Leyó dos veces el libro, y luego lo prestó a una amiga que
atravesaba por la misma situación aflictiva. Cuando su amiga no
le devolvió su libro, ella compró otro ejemplar en una librería
cristiana y lo leyó por tercera vez.
Escribió una nota de aprecio a Margarita, la autora: "Mis
problemas distan mucho de estar resueltos. Pero, ahora, ·por lo
menos sé que no me volveré loca" .s
Esta histoTia expresa el propósito de este libro: animar a
los padres de hijos que se han alejado de Dios y de lfi,iglesia;
animar al lector; infundirle esperanza; ayudarlo a compren-
der que no está solo.
:~í~-:
~19>-·····-.···-···_.·
·········a~.·c····
Fráudé, , .. · , ..... ,.
~alt~a~o /,i~t()o. ·_ · .
Referencias
' Pam Caruso, "Él comprende", citado en Rosa Otis, The Listening Heart (Hagers-
town, Maryland: Review and Herald Publishing Assn., 1993), p. ~o.
'Ibíd.
3
Marjorie M. Lewis y Gregg Lewis, The Hurting Parent (Grand Rapid1r Zondervan
Publishing House, 1988), pp. 19-~8.
• John White, Parents inPain (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Preas,1979), p.~·
s Lewis, p. 14.
6
WilliamandCandaceBackus, WhatDidiDo Wrong?WhatOmiDoNow?(Minneapolis:
Bethany House, 1990), pp. 18-%.
~ ....t-á.,rc-h
~ Wesley se dispuso a ser la mejor madre posible para
sus 19 hijos. Desde su nacimiento, comenzaba a entrenarlos de
acuerdo con estrictos principios metódicos. Entrenó su voluntad,
al enseñarles a llorar suavemente y a obedecer siempre. Nunca
les permitía comer entre las comidas regulares, y seguían un plan
habitual de alimentación, para realizar el culto y para dormir. Ella
impartía clases en una escuela durante seis horas diarias, y ade-
más dedicaba una hora por semana a la atención personal de cada
alumno, para enseñarles principios bíblicos. Además, de alguna
manera se las arreglaba para brindarles un buen eje:rllpló ál dedi-
car dos horas diarias a sus propias devociones petsortale·s.•
"El hogar de Susana Wesley. en Epworth; era un:·hogar cris~
tiano casi perfecto -comenta Edith Deen'-. ·En: la historia hay
pocas madres que han poseído la sensibilidad espiritual, la re-
sistencia y la sabiduría de Susana Wesley". a
~o
Mito~: los padres son responsables por los pecados de 8U8 hijoa
Este mito circulaba en los días de Ezequiel. Había un pró,..
verbio según el cual "los padres comieron las uvas agrias, y loa
dientes de los hijos tienen la dentera". · · '·
El Seftor, después de interrogar a Ezequiel acerca de este
proverbio, puso las cosas en su lugar. Dijo: " 'Vivo yo,'dtce:Je-
hová el Seftor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán
en Israel. He aquí que todas las almas son mía&; 'como e} tima
del padre, así el alma del hijo es mía; el alma qae·peaare, eaa
morirá' "(Eze. 18:1-4). Dios continúa diciendo; en·el venteulo
~o: "El alma que pecare, esa morirá; el hijo·no llevar!• el pecado
del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo¡ la justicia del
justo será sobre él, y la impiedad del impio. atd·aobre Q".
"De manera que cada uno de nosotma dará a Dioa cuenta de
sí" (Rom. 14:1~). En el Juicio, a ningún hijo se permitirá que
~~u~,. Jé la t$'*a
~2
Deje de complacer
Ethel, madre de 83 años de edad, controla a sus hijos adultos
poniéndolos siempre en primer lugar, complaciéndolos y ce-
diendo a sus exigencias. No expresa sus propias necesidades,
sino que se dedica por completo a satisfacer las necesidades de
sus hijos. Ha dedicado su vida a ser amable, agradable e irreal.
Uno de sus hijos dijo: "Ella nos controla siendo amable, po-
niéndonos en primer lugar y postergando sus propias necesi-
dades. Pero, a veces eso me fastidia. Siento como si estuviera
caminando sobre huevos cuando estoy con ella". 3
La complacencia puede interferir nuestras relaciones in-
terpersonales. Necesitamos desprendernos de la necesidad de
controlar por medio de la complacencia. No es necesario antici-
parnos ni satisfacer cada necesidad de nuestros hijos. Tampoco
necesitamos dedicar más tiempo ni gastar más dinero y energía
emocional en nuestros hijos adultos de lo que empleamos en
nosotros mismos. Obtener la aprobación de nuestros hijos no
tiene que ser la meta de nuestra existencia.
Deje de rescatar
Guillermo está siempre a disposición de sus hijos adultos.
3s
Les envía cheques para ayudarlos a pagar las cuentas del den-
tista y el alquiler de la casa. Cuando cualquier cosa sale mal, sus
hijos saben adónde acudir para salir de apuros. Guillermo es un
padre que rescata.
Emilia está siempre disponible como niñera de sus nietos.
Si los chicos necesitan cualquier cosa que los padres no pueden
proveer, ahí está la abuela para dársela. Nun ca les falta ropa, ju-
guetes o dinero en efectivo, mientras la abuela está presente.
Ella es una abuela que rescata.
Nosotros, los padres, tenemos que abandonar la idea de que
es nuestro deber ocuparnos de cualquier cosa que nuestros hi-
jos no puedan hacer ellos mismos. Tenemos que dejar de res-
catarlos del dolor, para obtener su cariño. Tenemos que dejar
de sentirnos culpables si nuestros hijos necesitan de ayuda que
podemos darles. No tenemos que proveer para todas sus ne-
cesidades; tenemos que dejar de hacerlo y permitir que Dios
lo haga. Nuestros hijos necesitan aprender a confiar en él así
como nosotros lo hacemos.
Karen O'Connor era una rescatadora. Era la buena madre
que siempre estaba a las órdenes cuando sus hijos la necesita-
han. Hacía fiestas para sus hijos adolescentes, iba a la biblioteca
a devolver sus libros atrasados, los reemplazaba en su turno de
lavar la loza cuando ellos tenían otros planes, y los ayudaba a
última hora cuando no habían hecho las tareas. Comenzó a des-
pertar a la realidad cuando sus hijos ya eran mayores de edad y
ella seguía sacándolos de apuros.+
Karen formó parte de un grupo de oración para padres des-
pués de que comenzó a tener dificultades con su hijo mayor de
edad. Todo lo que hizo para ayudarlo fue rechazado por él. Des~
pués de escuchar la historia de Karen, una dama sentada en el
lado opuesto de la habitación se levantó y se aproximó a ella,
rodeó con un brazo sus hombros y le dijo:
-Ha terminado su trabajo en la carne. Lo único que él nece-
sita ahora son sus oraciones.
-¿Quiere usted decir que no tengo que hacer nada más?
36
-preguntó Karen, asombrada-. ¿Ya no tendré que enviarle di-
nero o alimentos, ni comprarle un automóvil nuevo ni revisar
su programa de salud? ¿Lo único que necesito hacer es orar?
El concepto de dejar en libertad a los hijos para que Dios
obre en ellos era una idea nueva para Karen, pero decidió po-
nerla en práctica. Descubrió que no solo era un gran alivio, sino
también, mejor aún, producía resultados positivos.
~aaJ& .rud' *"'"' .re a~aa Jlé ~&d' DOROTHY EATON WATTS
37
edad. Debemos dejar de usar la culpa y la vergüenza a fm de
conseguir lo que queremos. Debemos dejar de sentir que nues-
tros hijos nos deben algo.
Referencias
1Phillip Keller. LessonsFromaSheepDog (Dallas: Word, 1983), pp. 13-SS·
ll Karen O'Connor,llestoring Relationships With Your Adult Dlild (Nashville: Tholllll8
Nelson, Inc., 1993), pp. 69,70.
3/bíd., p. 51·
4Ibíd .• p. s6.
slbíd.• p. 91.
6 Frederick:Buechner, TeUingSecrets (San Francisco: Harper Collins, 1991), pp.:ol3-ll7·
7Ibíd .• p. :ol8.
8 Ibíd., pp.:ol8,1l9·
9 K.uen Burton Mams, Wlth My Whole Heart (Portland. Oregon: Multnomah Press.
1987). p. 8~.
10 O'Connor, p. 178.
~padres de hijos pródigos suelen sentirse como el ca-
pitán de un barco que lucha por mantener a flote su navio en un
mar tormentoso. Densas y oscuras nubes de temor y de desespe-
ración bloquean la luz solar. Ira y resentimiento retumban en sus
almas. Olas de vergüenza y remordimiento los anegan. Fuertes
ráfagas de rechazo azotan sus corazones. Y, a veces, los elementos
emocionales adquieren la intensidad de un ciclón.
Lo mismo que un barco petrolero desbaratado por árreci-
fes ocultos, algunos padres sufren un grave dafto a causa de la
rebelión de sus hijos amados. Quedan abruma_dos por la insen-
sibilidad y la ingratitud. Son azotados por el remordimiento y
la aflicción. Y con mucha frecuencia, su espíritu quebrantado
derrama palabras ofensivas.
44
Esto describe acertadamente lo que le sucedió a Bárbara Jo-
hnson cuando descubrió que su hijo era homosexual. Todo su
mundo se volvió de cabeza. La asaltaron emociones conflicti-
vas. Durante un estallido emocional, pronunció estas palabras,
nacidas de una rabia loca: "¡Preferiría verte muerto antes que
homosexual!" Y al mismo tiempo sentía un gran amor por él. Se
lanzó sobre su cama y lloró durante horas, casi ahogándose en
sus convulsivos sollozos.
Bárbara lamentó durante once meses la pérdida de su hijo
a quien había amado durante veinte aftos. Se había convertido
en un desconocido. Ella deseaba morir, para librarse del dolor
y la aflicción. Durante meses permaneció en su dormitorio la
mayor parte del día, sin voluntad de seguir viviendo.
"Si Dios me ama, ¿por qué permite que me suceda algo tan te-
rrible? Seria mejor que me matara", pensaba. Subió a su automó-
vil y partió en dirección a un viaducto cercano. Decidió lanzarse al
vacío, con coche y todo, con la intención de poner fm a su dolor.
Sin embargo, cuando llegó al viaducto decidió orar a Dios, en
lugar de consumar su plan. Imaginó una cruz, a su hijo y un marti-
llo. Dijo al Seftor: "Voy a clavar a ese muchacho a la cruz, porque ya
no puedo manejar esta situación [. .. ]. Pensé que te lo había entre-
gado todo hace mucho. Pero esta vez lo estoy clavando realmente en
la cruz; te lo estoy entregando. Y aunque nunca más regrese al ho-
gar y no vuelva a verlo en mi vida, no importa lo que suceda, Seftor,
¡igual lo estoy clavando en la cruz y te lo estoy entregando!"
Repentinamente, Bárbara tuvo la impresión de que "un millón
de chispitas" habían sido puestas en su interior. El dolor y la pe-
sadez que sentía desaparecieron. También se esfumaron las nubes
de la tormenta emocional, y se calmaron las olas que debatían su
espíritu. Bárbara experimentó paz por primera vez en once meses.'
En esa maftana memorable, los sentimientos negativos de
Bárbara Johnson fueron transformados en emociones positivas
cuando comenzó a aplicar principios bíblicos para manejar las
tormentas de su vida.
Referencias
'BárbaraJohnson, So, Stick a Geranium en Your Hat, pp. 35-48.
2 Ibíd .• p. 94·
Personalidades en contraste
1. Extrovertido-Introvertido. Los extrovertidos disfrutan al es-
tar con la gente, con las aventuras, al relacionarse con los demás
y al participar en las actividades de la comunidad. En cambio,
los introvertidos se alejan de la gente y disfrutan de la tranquili-
dad para pensar en ideas, o problemas y emociones. 7 Esto puede
causar toda clase de problemas en los hijos mayores de edad.
Por ejemplo, un hijo extrovertido puede desear que se reúna
toda la familia para pasar las vacaciones cerca de un parque de
diversiones. Los padres introvertidos. por su parte, pueden de-
cidir tomar unas vacaciones tranquilas en las montañas.
~.Pensamiento-Sentimiento. Las personas orientadas hacia el
pensamiento basan sus decisiones en el razonamiento lógico y
objetivo. Las personas orientadas hacia los sentimientos efec-
túan sus decisiones en forma subjetiva, basados más en cómo
afectarán sus relaciones interpersonales. 8 Los padres lógicos y
objetivos encuentran muy difícil comprender el razonamiento
de un hijo que es guiado por los sentimientos y es subjetivo.
61
3. Cerrado-Abierto. A algunas personas les agrada trazar planes
con anticipación y tener todos los detalles en su lugar. Les gustan
los horarios, los programas de trabajo y las respuestas defmidas.
A otros les agrada dejar las cosas abiertas tanto tiempo como sea
posible, y adaptarse a cualquier situación que se produzca.9 Un
padre o madre cerrado, que hace planes a largo plazo para una
reunión de familia, encontrará difícil manejar al hijo mayor de
edad que desea hacer algo diferente a última hora.
4· Sumiso- Independiente. Un estudio realizado por Focus, so-
bre la familia, reveló que el85 por ciento de las familias tienen,
por lo menos, un hijo independiente. En el caso de los hijos su-
misos, resulta fácil llevarse bien con ellos. desde su nacimiento
hasta la adultez. ya sea que sus padres sean independientes o
sumisos. Sin embargo. un hijo independiente causa tensiones
en sus padres el 90 por ciento de las veces, no importa cuál sea
la personalidad de sus padres. •o
Todos los contrastes anteriores de temperamento ofrecen
oportunidades de conflicto entre padres e hijos adultos. La si-
guiente declaración acerca de Roberto Moffat, el famoso misio-
nero que trabajó en África, y su hijo Juan, ilustra las dificultades
que pueden surgir cuando existen personalidades en contraste:
"Temperamentalmente, el padre y el hijo eran polos opuestos;
uno era cálido, extrovertido, adaptable, con encanto y des en-
voltura, que se había convertido, voluntaria o involuntariamen-
te, en un personaje notable en toda la región sur de África; en
cambio, el otro era austero, introvertido, sin humor, intenso,
desconfiado de la estima del público, remiso en todas las cir-
cunstancias a comprometerse. Cada uno reconocía las cuali-
dades del otro, y ninguno hubiera herido abiertamente al otro,
pero sus relaciones personales no eran fáciles". "
Resulta útil recordar que no somos responsables por los
temperamentos que nuestros hijos traen al nacer. Por mucho
que nos esforcemos, no conseguiremos cambiarlos. Tenemos la
responsabilidad de procurar comprenderlos y de amarlos, por-
que son un don que hemos recibido de Dios. Podemos agrade-
6~
Referencias
' LaVonne Neff. One ofa Kind (Portland. Oregon: Multnomah Press, 1988). pp. 1-19.
'ElenaG. de White.E!Deseado!ktodaslasgentes, p. 258.
3
Ibíd., p. 262.
4 Ibíd .. p. 263.
s Florence Littauer, Personality Plus (Oíd Tappan. Nueva Jersey: Fleming H. Revell Co.,
1983): Your PersonalityTree (Dalias: Word, 1986).
6
Dorothy Eaton Watts. The Best You Can Be (Hagerstown, Maryland: Review and He-
raid. Publ. Assn., 1993), pp. 99· 100.
7 David Keirsey y Marilyn Bates, Please Understand Me! (Del Mar, California: Prome-
" Mora Dickson. &lcwed Partner: Mary Moffat of Kuroman (London: Dobson Books,
1976), p. 193.
" Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Mountain View, California: Paciñc Press
Publ. Assn., 1979), p. 175.
~aceptó la encomienda que el cariero le habla entre-
gado y cerró la puerta. Miró las palabras escritas en el paquete:
"Devuelva al remitente". Se le hizo un nudo en la garganta, y los
ojos se le llenaron de lágrimas. Pensó: ¡No puede ser! ¿Por qué
nos devuelven nuestros regalos?
Esa noche, mostró el paquete sin abrir a su esposo, Benja-
mín, quien dio un profundo suspiro y dijo:
-Y el cheque que envié para el cumpleaños de Jack nunca fue
cobrado ...
-Pero no podemos darnos por vencidos -dijo Elda-. Tiene
que haber algo que se pueda hacer. Hornearé unos panecillos
que le encantan a Jack. Se los llevaré yo misma. Estoy segura de
que no los rechazará.
Pero los rehusó. La amplia brecha abierta entre El da y Ben-
jamíny su hijo y su familia cada año se profundizaba más. Nin-
guna muestra de amistad era aceptada. El da y Benjamín conti-
nuaron escribiendo,llamando por teléfono y enviando regalos,
aunque estos eran sistemáticamente devueltos.
-Siempre esperábamos, y orábamos, que algún día nuestro
amor lograra cruzarla pavorosa brecha que se había abierto en-
tre nosotros y nuestro hijo y su familia -comentó Benjamín.
66
Hasta que el amor encontró un camino. Demoró diez años,
pero fmalmente se remedió la enajenación, gracias al puente
que se había edincado con ayuda del persistente amor de Elda
y de Benjamín. Con cuidado y oración reconstruyeron una re-
lación de amor con su familia enajenada.'
La construcción de puentes de amor es tarea de todos los pa-
dres de hijos pródigos. A continuación presentaremos cuatro
columnas de este puente.
Aprenda a escuchar
Esta es la primera columna. El psicólogo cristiano William
Bakus anrma: "El secreto de las buenas relaciones entre adultos
es escuchar".~ Este mismo principio se encuentra en Santiago
1:19: "Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo
para airarse". Sin embargo, como padres, estamos acostumbra-
dos a hablar y no a escuchar, lo cual prepara el terreno para que
surjan conflictos.
El caso de Noe mí ilustra cuán dencientes somos para escu-
char. Cierta vez, Noemí llamó a su padre porque estaba molesta
por una discusión que había tenido con su esposo.
-Hola, papá -saludó-. Gilberto y yo tuvimos una tremenda
discusión.
-¿Sobre qué discutieron? -quiso saber el padre.
-Me dijo que soy una malcriada y consentida -contestó
Noemí-. Dijo que siempre quiero hacer lo que a mí se me ocu-
rre, sin tomar en cuenta su parecer. Y luego se fue.
-¿Eso fue lo que dijo? ¡Ese infeliz no tiene derecho de hablar-
le así a mi hija! Se lo diré en su cara la próxima vez que lo vea.
-No lo hagas, papá. Todo está bien. No le digas nada.
Pero el padre no estaba "escuchando". No había compren-
dido la necesidad afectiva de su hija. De modo que fue a ver a
Gilberto a su oncina y lo increpó por tratar mal a su hija Noe mí.
-Lo que hizo mi padre no fue de ninguna ayuda -explicó Noemí
a su amíga Carolina-. Lo que yo buscaba era algo de simpatía, pero
en ningún momento esperé que él reconviniera a mí marido. Mi
~aac%- ó'Ud' 1%<>-• ""' a~a:a c9é ~<>-• DOROTHY EATON WATTS
67
padre consideró que la actitud de Gilherto era un insulto contra él
como padre, de modo que estaba defendiendo su propio orgullo,
más que a mí misma. No era eso lo que yo esperaba de su parte.
-¿Qué deseabas? -preguntó Carolina.
Después de pensarlo un momento, Carolina respondió:
-Lo que deseaba era que mi padre me reconfortara y me di-
jera que yo no soy malcriada ni consentida, y que no siempre
insisto en hacer mi propia voluntad. Más que nada, anhelaba
que me escuchara y me manifestara amor. Pero no, él siempre
tiene que intentar algo para arreglar las cosas. 3
El padre de Noemi tenía un "problema auditivo", una afec-
ción que afecta a muchos padres de hijos mayores de edad. Wi-
lliam Backus sugiere que hay varias cosas que los padres hacen
durante una conversación con sus hijos adultos, que activa ese
"problema auditivo": pensar en forma defensiva, evaluar los
comentarios, esperar el momento de contraatacar, idear solu-
ciones, buscar faltas y planificar lo que dirán a continuación.+
Si queremos construir puentes de amor, necesitamos apren-
der a eliminar de la mente nuestra propia agenda, con el fm de
concentrarnos en lo que nuestros hijos adultos están diciendo.
Tal vez descubramos que hemos estado tan ocupados esperando
para decir a nuestros hijos lo que pensamos que no hemos esta-
do dispuestos a escuchar cómo se sienten.
Vulnerabilidad
Jesús renunció a su elevada posición para venir a este mun-
do con el objetivo de ser como nosotros. Fue accesible, pero al
mismo tiempo quedó expuesto a los ataques. Se hizo vulnerable,
y se expuso a la ofensa y el rechazo. Su vulnerabilidad lo llevó a
70
la muerte, pero el resultado fue el triunfo de la resurrección.
"Como padres afligidos, podemos encontrar nueva vida si
seguimos su ejemplo. Al exponernos al riesgo de recibir nuevas
ofensas, en realidad, lo más frecuente es que se produzca una
renovación en nuestras relaciones con hijos problemáticos". 6
El amor quitará las capas de nuestro orgullo y nos hará acce-
sibles; y nuestros hijos verán que deseamos mostrar nuestro lado
humano. Necesitamos hacerles comprender que no somos per-
fectos; que también nosotros luchamos con las tentaciones y los
problemas. Tenemos que confesar cuando nos hemos equivoca-
do. Es conveniente que nuestros hijos se enteren de que hemos
cometido errores. Solo siendo amplios y honrados podremos
construir un puente de comunicación con nuestros hijos adultos.
Donaldo mantenía escasa comunicación con Cliff, su hijo de
~3 a:fios. Parecía que vivían en mundos separados. Donaldo se
sentía ofendido, y no apreciado como padre. Cliff sentía que no
era amado como hijo. Un día, Donaldo hizo un examen de con-
ciencia y comprendió que había cometido algunos errores gra-
ves durante los años de crecimiento de su hijo. Decidió hacerse
vulnerable, abrirse a su hijo y decirle cómo se sentía realmente;
sentimientos que había ocultado por veinte años.
-Habíamos orado durante varios años pidiendo un hijo -le
dijo a Cliff-, y tú llegaste a nuestro hogar. Y estaba emocionado.
¡Eras tan hermoso y alegre!, aun cuando sufriste el accidente que
te dejó una pierna lisiada. No podías hacer cosas que otros niños
hacían,,A veces se burlaban de ti, y eso me hería profundamente.
-Quería protegerte -prosiguió el padre-, pero no podía.
Decidí dejar que aprendieras a endurecerte y cuidar de ti mis-
mo. De modo que te dejé solo y te forcé a hacer las cosas por
tu cuenta. Ahora comprendo que me había equivocado. Eso
debió haberte parecido como si me hubiese olvidado de ti.
-Papá, tú nunca estabas a mi lado cuando yo te necesitaba
-dijo Cliff, con una inflexión de ira en la voz-. Te odiaba por
eso. Pensé que te avergonzabas de mí por mi condición de lisia-
do; que no te importaba lo que me estaba sucediendo.
71
-Ahora comprendo que me estaba protegiendo a mi mismo.
Me mantenía ocupado con mi trabajo. Me imagino que trataba
de escapar de tu dolor. Hasta pensé en acabar con la vida de to-
dos nosotros. Sé que todo eso fue un error, y no te culpo por lo
que sientes por mí. Tampoco yo estoy satisfecho conmigo mis-
mo. Lo lamento mucho, hijo. Te ruego que me perdones.
Esta no fue una escena fácil pero, por lo menos, Donaldo y
Cliff habían comenzado a comunicarse. Las primeras veces que
dialogaron juntos estuvieron llenas de tensión. Donaldo no es-
taba seguro de poder soportar la ira de Cliff. Pero, poco a poco,
comenzaron a disfrutar de la mutua compañía, a relacionarse
como dos adultos y a comprenderse cada vez mejor.?
Donaldo comenzó a construir un puente de amor cuando es-
tuvo dispuesto a admitir sus errores y a pedir a su hijo Cliff que
lo perdonara.
Infundamos ánimo
Debemos damos ánimo unos a otros (Heb. 10:~5). La expresión
de nuestro aprecio es la forma más eñcaz de animar a alguien. Es
hacer lo que Dios hizo por su Hijo en el río Jordán, cuando pronun-
ció palabras de sincero aprecio: "Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia" (Mat. 3:17). Las palabras tienen·un tremendo
poder. Una palabra dicha como conviene y en el momento oportu-
no puede cambiar el rumbo de la vida de una persona.
Kate McLaughlin descubrió el poder de las palabras ani-
madoras. Ella y su esposo, Miguel. habían estado buscando la
forma de amar a su hijo Daniel, a pesar de que tenía un estilo
de vida que distaba mucho de ser lo que ellos deseaban. Aun-
que era un homosexual declarado, tenia numerosas cualidades
de las que ellos se sentían orgullosos. Buscaban toda oportu-
nidad de afirmar su amor por él, de expresarle su aprecio.
Durante una Navidad, Daniel le escribió a su padre: "Rabia
deseado decirte cómo me sentía la última vez que estuviste aquí,
cuando me dijiste antes de partir que estabas orgulloso de mi.
Me sentí bien, papá; muy bien. Experimenté una tibieza en todo
72.
mi interior, y hasta sentí deseos de llorar[ .. .]. Quiero agrade-
certe, papá. Estoy agradecido porque tú eres mi padre". 8
Poco después de eso, Daniel compartió con sus padres la noticia
de su regreso a Dios y de su elección de vivir como persona solte-
ra. Cuán agradecidos se sintieron sus padres por haber mantenido
abiertas las líneas de comunicación, y haber construido un puente
de amor mediante la afmnación y el acto de infundirle ánimo.
Tony Campo lo también tuvo una madre que le infundía áni-
mo. Escribe:
"Mi madre tenía una manera de reducir a un mínimo mis
fracasos y de maximizar mis triunfos. Me decía con frecuencia
lo orgullosa que se sentía por todo lo bueno que yo hacía. No
recuerdo que me haya dicho: 'Pudiste haberlo hecho mejor'. En
cambio, siempre me hacía sentir que había hecho más de lo que
habían esperado de mí. La oía decir a sus amigos: 'Ese hijo mío
es una gran cosa. No tiene las ventajas de la mayor parte de los
muchachos de este vecindario, pero está haciéndolo muy bien
en la escuela. ¿Quién habría adivinado que mi hijo tendría tan-
to éxito?' Cada día, cuando salia de la casa, lo primero que me
decía era: '¡Recuerda! ¡Puedes llegar a la cumbre, por Jesús!'
"Hacíamos bromas en relación con eso; pero la última con-
versación que tuve con ella antes de su fallecimiento terminó
con esas mismas palabras. Mi madre me hacía sentir especial.
Me hacía sentir que era capaz de efectuar cosas importantes. Me
convenció de que yo podía vencer cualquier limitación origina-
da en el ambiente en el que vivía". 9
Referenciaa
' Marjorie M. Lewis y Greg Lewis, The Hurting Parents, pp. 99· 100.
'William y Candace Backus. What Did IDo Wrong? What can Ido NO'W?, p. 1~5.
3
Carolyn Johnson, Forever a Parent (Grand Rapids: Zondervan Publ. Home, 199~).
pp. ~~~. ~~3.
4 Backus. pp. 1~6. 1~7.
s Franklin Gram., Rebel With a Cause, pp. 106, 108.
6
Backus, p. 93.
7Jbíd., p. 90, 9~·
8 Jbíd.
9 Kate McLaughlin, My Son, Beloved Stranger (Boise, Idaho: Paciñc Press Publ. Assn,
1995). p. 138.
•o Catherine Marshall,A Closer Walk (New York: Avon Books, 1986), pp. 6~. 63.
®:razón de Davy Crockett, un joven de quince años, latió
más aprisa cuando llegó a los senderos familiares en los alre-
dedores del río Nolichucky, en lo que hoy es el Estado de Ten-
nessee, Estados Unidos. El aire mismo tenía el aroma del ho-
gar. Se detuvo un momento, a la hora del crepúsculo, ante una
amplia casa de troncos, que había sido bastante maltratadapor
el tiempo. Había varios vagones cubiertos, estacionados en el
espacioso patio. Un letrero, tallado en madera, colgado encima
de la puerta, anunciaba: "Hostería Crockett. Cuarto y Comida".
"No puedo hacerlo -se dijo David sacudiendo la cabeza-:-.. ¿Y si
no se acuerdan de mi? Después de todo, han pasado casi tres años".
Recordaba claramente el momento de su partida. Entonc~s te-
nía solo trece años y asistía a la escuela por primera vez. El ~o
día de clases le dio una paliza a un muchaQho. Temiendo un. rudo
castigo por parte del severo profesor, escapó al bosque y se oC!lltó;
Cuando su padre se enteró de su mal comportamiento, le prometió
una buena paliza al día siguiente, si no iba a la escuela. Atrapado
76
entre dos temibles castigos, David tomó un contrato con un hom-
bre que arrearía un hato de reses hasta el Estado de Virginia.
Ahora había regresado. ¿Cómo lo recibirían? "Entraré en la
hostería como cualquier otro viajero -decidió David-. Tal vez,
ni siquiera me reconocerán".
Y no lo reconocieron. Después de todo, hacía mucho que lo ha-
bían dado por muerto. Solo cuando se hubieron sentado alrededor
de la mesa, para servirse la cena, fue reconocido por su hermana.
-¡David! -exclamó la muchacha, corriendo alrededor de la
mesa para encontrarse con él y darle un gran abrazo-. ¡David,
mi hermano perdido! ¿Dónde has estado?
-¡No puedo creerlo! -exclamó su madre entre lágrimas-.
¡Habíamos pensado todo el tiempo que estabas muerto! ¡Pero
me alegro porque has regresado a casa!
"El gozo de mi familia por mi regreso era tan grande que me
sentí humillado -escribió David posteriormente-. Lamenté no
haber aceptado el castigo, en lugar de haber sometido a mi familia
a tanta aflicción como la que tuvieron que soportar por culpa mía" .•
La familia Crockett sabía cómo manifestar benevolencia a
un hijo pródigo. Comprendieron la importancia de los víncu-
los de amor, ese misterioso poder que envuelve y atrae con una
aceptación abundante y completa.
¿Qué es la gracia?
La gracia es un favor inmerecido; es el don de misericordia,
en lugar del castigo.
Una mujer fue a entrevistarse con el emperador Napoleón y
le pidió lo siguiente:
-Le ruego que perdone a mi hijo.
-No -contestó Napoleón-. Este es el segundo delito de su
hijo. La justicia exige que muera.
-¡No estoy pidiendo justicia! -exclamó la madre-. Lo que
pido es misericordia.
-Tampoco merece misericordia, después del delito que ha
cometido -informó Napoleón.
-Si la mereciera, entonces no sería misericordia -arguyó la
madre-. Misericordia es lo único que pido.
El Emperador, conmovido por el sencillo ruego de la madre,
declaró:
-Está bien, entonces tendré misericordia. Su hijo ha sido
perdonado.4
La gracia es un rey que otorga perdón. Es un padre que corre
al encuentro del hijo pródigo. Es el beso de llll.a madre, cuando
78
un hijo o hija se ha comportado mal. Es la presentación de un
regalo a un hijo o una hija desagradecidos, que no lo merecen.
Es el espléndido don que Dios nos ofrece cuando vamos a su
presencia con la conciencia culpable. Es el asombroso mensaje
de que él está por nosotros y no contra nosotros.
Referencias
' Dorothy Eaton Watts, Stepping Stones (Hagerstown, Maryland: Review and Herald
Pub.Assoc., 1987), p. 352·
'Phillip W. Keller. WonderO'the Wind (Waco, Texas: Word,1982), pp.d-2S7.
3
Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro (Nampa, Idabo. Publicaciones
Interamericanas, 1971), p. 159.
• H. M. S. Richards, The Premises ofGod (Washington D.C., Review and Herald Pub!.
Assoc. 1956), p. 264.
s Samuel Fisk, Forty Fascinating Convertían Histories (Grand Rapids: Kregel Pub.,
1993), pp. 105-110. Ruth Be! Grabam, Prodigals and Those Who Love Them (Colorado
Springs: Focus on the Family. 1991), pp. 27-32. Hugh Ted Kerry John M. Mulder, Con-
versions (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Pub. Co., 1983), pp. 87-91.
6
Karen O'Connor, Restoring Relationships Whit Your Adult ChUdren, pp. 3-8.
él
Pedir perdón
La señora Nell Thompsony su hijo único, Keith, habían es-
tado enemistados durante doce años. Diversas circunstancias
indujeron al hijo a separarse de su familia; ni siquiera la muerte
repentina de su padre lo hizo reaccionar. Transcurrieron otros
cinco años antes de que Nell, su madre, se enterara de que su
hijo se había mudado con su familia al este del país.
"Señor, te ruego que ayudes a Keith y a mí a reconciliarnos",
oraba la atribulada madre todos los días. Pero nada sucedió. No
tenía idea de lo que debía hacer.
Cierto día, mientras convalecía de una enfermedad, Nell es-
~aa~ oru ~<u ore a~aa Jlé m,_or DOROTHY EATON WATTS
87
cuchó una cinta grabada titulada "Claves hacia el corazón hu-
mano", de Gary Smalley. Eso la hizo pensar. "Este mensaje es
precisamente para mí. Ahora puedo ver dónde he fallado en sa-
tisfacer las necesidades de mi hijo sensible y musical. Quisiera
haber.sabido antes lo que debía hacer".
De pronto, sintió la impresión de que debía escribirle una
carta. La madre obedeció a esa voz interior y escribió con mu-
cho sentimiento, pidiendo perdón por los errores cometidos y
comprensión para su ignorancia. Luego, fue al correo y la des-
pachó sin demora.
Ese mismo día, Enola, una señora que vivía con Nell, llamó a
unos amigos para que oraran con ellas. Esperaron una respues-
ta durante varios días, pero no llegó. Finalmente, en el Día de la
Madre, Nell recibió un hermoso ramo de flores. La tarjeta que
lo acompañaba decía: "Con todo mi amor. Keith".
"¡Cuánta emoción sentí en ese momento", comentó Nell.
Poco después de eso, Keith se comunicó con Enola, e hizo
los trámites necesarios para que ella y su madre volaran a la
ciudad donde él y su familia vivían. Puesto que la madre no
había hablado directamente con su hijo, se sentía algo insegu-
raen relación con el viaje.
"¿N os esperará Keith en el aeropuerto? ¿Uevará a su fami-
lia? ¿Cómo me tratarán después de todos estos años?", se pre,..
guntaba Nell.
Cuando Nell y Enola llegaron al aeropuerto, encontraron es-
perándolas a toda la familia: Keith, su esposa y sus hijas,· que
eran tan altas como su padre. ¡Y pensar que hahia:n sido bebés
cuando dejó de verlas!
Ese sábado fueron juntos a la iglesia. Keith il'lterp~ó en el
órgano melodías de alabanza. A Nell se le llen.arQn los ojos de lá-
grimas, mientras reflexionaba en la forma en que el Se:dor habia
contestado sus oraciones y realizado un milagro.· Ese dia fue el
comienzo de una nueva y cariñosa relación entre Nell y su hijo.
Ella escribe: "Cada dia transcurrido desde entonees ha estado
lleno de gozo. Dios está vivo, se preocupa por nosotros y reina so-
88
bre todos; y yo he aprendido personalmente el valor de la amones-
tación de Santiago, que insta a confesar nuestros pecados unos a
otros y a orar unos por otros para ser sanados (ver Sant. 5:16). 3
Stanley E. Jones declara: "Sin la disposición a confesar que
uno está equivocado [. .. ] es imposible que se produzca progre-
so alguno. La gente que pretende estar siempre en lo correcto,
en realidad, está siempre equivocada; equivocada precisamente
por su actitud de pretender estar siempre en lo correcto". 4
sin excepción.·
90
~.Que será totalmente aceptado, sin reservas.
3. Que; no importa cuán lamentablemente haya fracasado o
cuán abiertamente haya pecado, recibirá perdón sin reservas
cuando lo pida.
Luego, sugiere que si no podemos ofrecer a alguien estas tres
garantías, nunca podremos lograr que restaure su relación con
nosotros, con la iglesia o con Dios. 6
Ofrecer perdón
-No puedo perdonar a Pedro después de la forma en que nos
ha tratado -dijo Osear al pastor Smith-. ¡No, señor! La ofensa
es demasiado profunda. Cuando pida perdón y dé evidencias de
que ha cambiado, entonces lo perdonaré. ¡Pero ahora mismo no
merece nuestro perdón!
-Es verdad -concordó el pastor Smith-. No merece super-
dón; pero Dios de todos modos le pide que lo perdone.
A continuación, abrió la Biblia en Efesios 4:3~ y leyó: "Sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos
a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo".
Luego, siguió diciendo:
-Así como Dios tomó la iniciativa para proveernos el per-
dón, también nosotros debemos dar el primer paso para ofre-
cerlo a los demás.
-Pastor, lo que usted propone es muy duro -respondió Os-
ear-. No sé cómo podría perdonar. Usted no comprende lo pro-
funda que ha sido la ofensa que me ha causado Pedro.
-Esa es otra razón para perdonar a Pedro -replicó el pastor
Smith-. El perdón es la única forma de sanar esa herida pro-
funda de su corazón. El perdón es, sencillamente, una decisión
de desprenderse de ese dolor, de dejar de repetir los agravios que
causaron el dolor.
-Me niego a ser un hipócrita -declaró Osear-. No puedo de-
cir que perdono cuando no siento deseos de perdonar.
-El perdón no es un sentimiento -corrigió el pastor-. El per-
dón es una elección que efectuamos para no retener una ofensa cau-
91
sada por otra persona. Es horrar el registro de su pecado en nuestra
mente. Es elegir tratarla como si nunca nos hubiese agraviado.
-Pero, la verdad es que me agravió, y no puedo perdonar su
comportamiento.
-Por cierto que no; yo tampoco apruebo las acciones de Pedro
-aclaró el pastor-. El perdón es, sencillamente,liherar a Pedro de
su juicio personal y dejarlo por cuenta de Dios. "Mía es la venganza
y la retribución" (Deut. 3~:35). dice el Señor. Porque él se encar-
gará de eso, es innecesario que usted lo haga. Perdonar no quiere
decir que usted aprueba lo que Pedro ha hecho, sino que usted ya
no se lo cargará a su cuenta. El perdón no es un sentimiento, sino
un acto deliberado de la voluntad. Efectúe la elección, lleve a cabo
la acción, y el sentimiento aparecerá en el momento debido.
-Comprendo su punto de vista -admitió Osear-; pero de to-
dos modos no será nada fácil.
En efecto, fue una de las cosas más difíciles que Osear reali-
zó. Solo con la fortaleza de Cristo pudo lograrlo.
La decisión de perdonar
Nelson Pendergrass y su esposa ofrecieron a David un hogar,
cuando él no lo tenía. Estaba en dif:tcultades con la policía y se
93
dirigía directamente hacia una vida de actos de delincuencia.
Esta familia hizo lo mejor posible por David; le dio todas las
oportunidades y también todo su amor.
Cierto dia, sonó el teléfono.
-Es la policía -dijo Nelson a su esposa-. David robó un au-
tomóvil. Quieren que vaya al cuartel de policía.
-¡Oh, Nelson, no otra vez! Yo creía que nuestro amor basta-
ría para enderezarlo. ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Acaso no sabe lo
mucho que nos afecta?
-Es evidente que no le importa cómo nos sentimos -comen-
tó Nelson, disponiéndose a salir-. De todos modos iré a ver lo
que sucede.
Nelson subió a su vehículo y tomó con fuerza el volante. Es-
taba furioso. Iba pensando: "¿Cómo se atreve David a hacernos
esto? ¡N os estamos esforzando tanto para darle una oportuni-
dad, y él vuelve a meter la pata! Merece pasar tiempo en la cárcel
por lo que ha hecho. ¡Siento ganas de decirle que desaparezca
de mi vida!"
Nelson pensó repentinamente en el accidente reciente que
había sufrido. Recordó que lo habían llevado al hospital con
grandes dificultades para respirar, deseando abandonar la lu-
cha y terminar definitivamente con el dolor que sentia. En ese
preciso momento, una enfermera se inclinó sobre él y le orde-
nó: "¡Respire! ¡Tiene que respirar!"
Nelson respiró.
"¡Respire, respire, respire", insistía la enfermera. Cada vez,
él se esforzaba para obedecer.
"Hoy estoy vivo porque esa enfermera no me abandonó
-pensó Nelson, recuperando la calma-. Haré ló mismo·por
David. No lo dejaré destruirse a sí mismo. Seguiré amándolo y
perdonándolo hasta que enderece su vida, aunque demore mu-
chotiempo".
Nelson estaba tranquilo cuando se sentó junto a David en la
celda donde lo habían encerrado. Le dijo:
-David, no he perdido la esperanza de que cambies tu estilo
94
de vida. Tampoco permitiré que tú la pierdas: volverás a casa.
Mamá y yo todavía te amamos. Te perdonamos. Saldremos jun-
tos de esta situación, con la ayuda de Dios. 9
David es, en la actualidad, una persona responsable y pro-
ductiva, porque sus padres decidieron perdonar el pasado, de-
dicarse a mejorar sus relaciones con su hijo y dejar el resto en
las manos de Dios.
Referencias
' Cecil G. Osborne, The Art of Getting Along With Feople (Grand Rapids: Zondervan
Pub. House, 198o), pp. 188, 189; Dorothy Eaton Watts, Friendsfor Keeps (Hagerstown,
Md.: Review and Herald Pub. Assn., 1995), p. •SS·
• Karen O'Connor, Restoring Relationships With Your Adult Children, p. 167.
3
Nell B. Thompson, "Miracles Still Happen!" in Rose Otis. Listening Heart, pp. 157, 158.
+E. Stanley Jones,A SongofAscents (Nashville: Abingdon Press, 1968), p. 18.
s Gordon La~ley Hall, The Sawdust Trail (Filadelfia, Macrae Smith Co., 1964), pp.
8o-8~; Paul Moody, My Father: An lntimate Portrait of Dwight L. Moody (Boston: Little,
Brown and Co., 1938).
6
J eny Cook con Stanley C. Ba!dwin, Love, Acceptance, and Forgiveness (Ventura, Ca-
lif.: Regal Books, 1979), pp. 1-~1.
7 Lewis B. Smedes, Forgive and Forget: Healing The Hurts We Don 't Deserve (New York;
oean.J& .,ru ~,_.,. """' a~an. !f.. ~,_.,. DOROTHY EATON WATTS
101
hijo Timoteo: él decidió irse a vivir con una anúga. Pero ella desea
que él sepa que de todos modos sigue amándolo. Ocasionalmente
va al departamento donde viven, y les lleva un plato de galletas
preparadas por ella o con buftuelos de canela recién horneados.
Hace todo lo posible por fortalecer las relaciones con su hijo.
Cuando Al ex decidió llevar a Claudia, la amiga con quien vi-
vía, a pasar Navidad en casa de sus padres, Bonnie Ahrens, su
madre, pensó cómo podría soportarlo. Sin embargo. ella y su
esposo decidieron hacer que Claudia se sintiera bienvenida, y
obsequiarle la misma cantidad de regalos que tenían para sus
demás hijos. ¿Qué sucedería si Alex y Claudia llegaran a ca-
sarse? Pensaron que era sensato mantener una buena relación
afectiva, para continuar edincando sobre ella.
Al fmal de la celebración navidefta, Claudia los abrazó a am-
bos y les dijo: "Quisiera que mi familia tuviera relaciones tan
estrechas como las de ustedes".
Bonnie está segura de que su estrategia está produciendo re-
sultados positivos. S
Cuando Gregario entró en sociedad con su amigo Esteban
para comprar una taberna, sus padres se sintieron muy mal.
Pero le dijeron que de todos modos sería bienvenido en su casa
para cenar con ellos los domingos, como de costumbre. En una
ocasión, cuando el coche de Gregario se averió, su padre fue
hasta su casa, situada al otro lado de la ciudad, para ayudarlo a
repararlo. Su madre preparó algunos platillos especiales y se
los envió, aprovechando el viaje de su esposo. Recordaron su
cumpleaftos y tuvieron algo especial para él en Navidad. Con
el tiempo. Gregario arregló sus cuentas con Dios, regresó a la
iglesia y comenzó a estudiar el curso ministerial.
Con frecuencia da este testimonio: "Sus numerosas mani-
festaciones de amor fueron las que me mantuvieron en contacto
con ellos y con Dios, y las que me ayudaron a llegar al lugar don-
de me encuentro en la actualidad". 6
105
Referencias
' Marjorie M. Lewis y Gregg Lewis, The Humng Parent, pp. 91, 92.
'Ibíd .• p. 69.
3 Dave y Claudia Arp. "One Minute Family Building". Today's Chrísrian Woman
(enero-febrero de 1990).
+Karen O'Connor, Restoring Relationships With Your Adult Children, p. 182.
5 Lewis, pp. 73, 74·
6 Ibíd., p. 94·
® : o n más perdurable que podemos ofrecer a nuestros
hijos es el don de nuestras oraciones. Es un regalo que pue<ie
entregarse en cualquier parte en el mundo, porque la ora~ión
penetra todas las barreras del tiempo y del espacio. ~xpresa
nuestro amor mejor que cualquier otro don que podamos ima-
ginar. Sus beneficios son eternos, y no cuest~ nada fuera de
nuestro tiempo.
Referencias
' Clifford G. Howell. The Advance Gu.ard of Missions (Mountain View. California:
Paciñc Press Pub. Assn., 191~), pp. 1199-3113; David y Naomi Shibley, The Smoke of a
Thou.sand Vu!ages (Nashville: Thomas Nelson Publ., 1989), pp. 99-104. RuthA. Tuc-
ker, Fromjeru.salem to Irían/aya (Grand Rapids: Zondervan, 1983), pp. 173-188; John
D. Woodbridge, Ambassadors for Christ (Chicago: Moody Press, 1994), pp. 157-1611.
More Than Conqu.erors (Chicago: Moody Press, 19911), pp. 50-55.
• DickEastman, Love onlts Knees (Oíd Tappan, N.J.: F1eming H. Revell Co., 1989),
PP· 18, 19.
3
James C. Dobson, Parenting Isn 't for Cowards. pp. 77-79·
~Gloria Gaither, What My Parents Did Right, p. 711.
s Howell, pp. 177-185.
6
Dick Eastman, No Easy Road (Grand Rapids: Baker Book House, 1971), p. 66.
7 Clayton S. Peck, nTo Rescue Prisoners in a Spiritual War", Adventis Review (14 de
Referencias
• Ray Beeson y Ranelda Mack Hunsicker, The Hidden Price ofGreatness (Wheathon, Illi-
nois: Tyndale House Pub. Inc .. 199¡), pp. 3-7; Ruth Bell Graham,Prodigals and Those Who
Love Them, pp. 3-n; Hugh T. Kerry JohnM. Mulder, Converswns, pp. n-14; Dorothy Eaton
Watts,Stepping-Stones, p.161; ThislstheDay, p. 3~5·
'Catherine Marshall,Adventures on Prayer (Old Tappan, N.J.: Fleming H. Revell Co.,
1 975). p. 9°·
3
Ibíd., pp. 83. 84.
4 Ibíd.
s Glenn Coon,A Study Cuide to the Prayer ofReception (Roan Mountain. Tenn.: Dynamic
Living, 1968).
6
Elena G. de White, El conflicto de los siglos. p. 58o.
- - - - · E l discurso maestro de jesucristo, pp. m:. n3.
_ _ _ _ Palabras de vida del gran Maestro, p. 113,
----··El ministerio de curación, p. 195·
_ _ _ _ ,El camino a Cristo, p. 51.
_ _ _ _ TestimoniesforlheChurch, t. :o:. p. 497·
_ _ _ _ ,Primeros escritos, p.~·
13
La educación, p. ~s3.
•+WilliamyCandace Backus, WhatDidiDo Wrong?WhatCanl doNow?, pp.1so-154.
•s Marjorie M. Lewis y Gregg Lewis, The Hurting Parent, pp. 136-143.
6
' ElenaG. de White,ElDeseadodetodaslasgentes, p. 366.
rr~
~nde hay vida, hay esperanza -me dijo una madre-.
Solo sigo orando y amando; eso es todo lo que puedo hacer. El
resto pertenece a Dios".
Nosotros, los padres de hijos descarriados, debemos tener es-
peranza. Nuestra "esperanza es como~~ sql, que cuando camina-
mos vueltos hacia él. arroja la sombra de nuestra carga d~trás d~
nosotros" .• La esperanza hace qqe mire~os más allá del desá.n.imo
del presente, hacia la posibilidad de un mañana más brillante. Hay,
por lo menos, siete razones por las cuales tener esperanza.
~anc%- d'Uo/' *',_,. d'e a~an Jlé ~o-d' OOROTHY EATON WATTS
137
-Es la Biblia de ese infortunado albañil ...-explicó la enferme-
ra-. La dueña de la casa se la trajo, y él la leyó todo el tiempo que
pudo. Después de eso,la mantuvo junto a él, debajo de la frazada.
El Dr. Mackay tomó la Biblia y abrió la tapa. Se sobresaltó
cuando vio escrito su nombre: W. P. Mackay. ¡escrito por su
propia madre! Se la había regalado cuando él se había ido de la
casa, y lo había instado a leerla todos los días. Él la había puesto
de lado, y después, cuando estudiaba Medicina. la había vendi-
do, para obtener algo de dinero. El médico se sintió abruma-
do por la emoción mientras pensaba en su madre ya fallecida,
quien había orado por él durante tantos años.
-Este libro está en muy mal estado y no vale mucho -dijo el
doctor a la enfermera-. Yo mismo me encargaré de él y también
de las otras cosas.
El doctor MacKay llevó la Biblia a su ofi.cina y hojeó sus pági-
nas sagradas. Algunas estaban sueltas; otras estaban ajadas. Se
notaba que habían sido leídas con frecuencia. Numerosos pasa-
jes estaban subrayados. Mientr¡¡.s los leía, casi podía oír la voz de
su madre recitándolos, como lo había hecho cuando él era niño.
El doctor se emocionó y se le llenaron los ojos de lágrimas al
pensar en el amor de su madre. Y por primera, vez en muchos
años, también pensó en el amor de su Padre celestial. Después
escribió lo siguiente acerca de este incidente: "La voz de mi
conciencia ya no pudo ser silenciada. No encontré reposo hasta
que me levanté y acudí a Aquel cuya mano de amor había recha-
zado tantas veces, pero quien siempre pensó en mí con piedad
y compasión. Por la misericordia y la gracia de Dios pude creer
que Jesucristo vino a este mundo para salvar a los pecadores, de
los cuales yo soy el primero". •a
Referencias
'S. Smiles, en 1he New DictionaryofThoJJ#tts (Nueva York: Standard Book Co., 1948),
p.~63.
• Elena G. de White, El ministerio de curación, p. 3t.
3
.ElcaminoaCristo, p.1oo.
-----·Testimonies, t. 7• p. 17.
s Faith Coxe Bailey, Adoniram ]udson: Missúlnary to Burma (Chicago: Moody Press,
1955>· pp. 7-17: Samuel Fisk, More Fascinating Conversion Stories (Grand Rapids: Kregel
Pub., 1994), pp. 63-68: Dorothy Eaton Watts, Stepping-Stones, p. 349·
6
Fisk,pp.151-154·
7 Gloria Bentzinger, •A Renegade Reclaimed", Adventist Media Center Update (Spring!
' Wllber Konkel, Uving Hymn Stories (Minneapolis: Bethany House, 198~). pp. 16-19.
0