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Introducción

La Postmodernidad, se caracteriza por una sociedad globalizada e


hiperconectada, lo cual posibilita el acceso al conocimiento. Los medios de
comunicación son meros transmisores de información, pretendiendo muchas veces
imponernos “verdades”; un tanto absolutas, un tanto relativas; dependiendo de la
ideología de quien la transmite, negándole la posibilidad al receptor, de cuestionarla y
arribar a sus propias conclusiones.

De lo expuesto se desprenden algunos interrogantes, a los que intentaremos dar


respuesta a continuación ¿El fácil y rápido acceso a la información a través de los
distintos dispositivos electrónicos implican el fin de la autoridad de los docentes como
fuentes de saber?¿cómo lograr una autoridad sin caer en autoritarismos?
Innis ya aseguraba que la naturaleza de la tecnología de los medios de
comunicación que prevalezcan en una sociedad y en un momento dado influirá en el
modo de pensar y actuar de sus miembros. Aparecerán así los “monopolios de
conocimiento” tecnológicamente determinados.

En cuanto una tecnología nueva entra en un medio social lo impregna hasta el


punto de que todas sus instituciones son saturadas.

Para Horkheimer, el lenguaje es un aparato más del sistema productivo donde las
formas tradicionales de cultura se convierten en objetos destinados a la maquinaria
industrial que modifican, a su vez, las formas de recepción. A una cultura dominada por
la producción cultural le corresponde como receptor un consumidor.

La realidad inmediata es construida simbólicamente por el lenguaje. Y de la


misma manera como el sujeto se engaña pensando que es solo el lenguaje el que le
brinda el contacto con la realidad sin mediación de la ideología, también los medios
generan esta ilusión de reflejo de la realidad cuando en verdad lo que hacen es construir
la realidad.

Entonces el mensaje se volvió táctil y los medios se transformaron en una


prolongación del propio cuerpo. Diarios, revistas, libros, siguen en circulación, pero se
deberán adaptar a las nuevas condiciones o perecer.

Pulgarcita los medios se han apoderado desde hace tiempo de la función de


enseñanza.

Los niños viven en lo virtual- ya no tienen la misma cabeza. Ya no habitan el


mismo espacio. Ya no hablan la misma lengua. La lengua cambió, la labor mutó.

Para McLuhan, “el medio es el mensaje “quiere decir también que, más allá de
los contenidos transmitidos cada vez, es la misma tecnología de los medios de
comunicación la que constituye per se un impulso comunicativo fuerte y determinado.

Autoridad sin autoritarismos.

Las afirmaciones y teorizaciones a cerca de la actual crisis de autoridad, en un


sentido general y específicamente en el ámbito educativo, llevan habitualmente a dos
posiciones antagónicas: o bien se trataría de recuperar la autoridad perdida, aquellas
sostenida en otros tiempos, otras instituciones, otros sujetos y proyectos políticos más
sólidos y menos dispersos; o bien habría que abandonar el intento de toda refundación
de autoridad, accediendo al aplanamiento de las relaciones maestro-alumno, a la
simetría generacional/docente ante la tarea ineludible de la transmisión. Estas dos
posiciones tienen efectos en el modo de plantear posibles formas de establecer
relaciones pedagógicas.
Para que el discurso profesoral habitual, enunciado y recibido como algo
evidente, funcione, hace falta una relación de autoridad, creencia, una relación entre un
emisor autorizado y un receptor dispuesto a recibir lo que se dice, dispuesto a creer que
lo que se dice merece ser dicho. Es preciso que se produzca un receptor dispuesto a
recibir, y no es la situación pedagógica la que lo produce

Los sujetos no se constituyen tales sino en y por las instituciones, mientras que
estas son hechas, vivificadas, sostenidas y reconfiguradas por sujetos encarnados en las
posiciones que las instituciones les otorgan.

En este sentido, esta autoridad invita al desacuerdo, que permite ampliar y/o
cuestionar lo que ya sabemos, ya intentamos ya consensuamos, ya explicamos o y nos
explicaron, en una cadena interminable de palabras ajenas. Se trata de un desacuerdo
que desarma significaciones habituales entorno al enseñar y el aprender, des-
etiquetando sujetos, articulando puentes.

.¿Qué transmitimos al enseñar y desde qué lugar de autoridad que sustente esa
transmisión? Pareciera que el enigma de una relación donde alguien enseña y otro
aprende no se reduce a firmar que hace falta tener autoridad, de unos sobre otros,
sustentada en el saber experto o en la capacidad de imponerse por la presencia, el gesto,
la mirada, la palabra o la escucha. Nada de esto “explica” a la autoridad, aunque todo
ello pueda formar parte de ella.

El lugar de autoridad del que enseña como un espacio de transmisión de una cierta
relación con el saber.

La autoridad de quien enseña se hace sostén de la igualdad que potencia procesos y


confirma capacidades en el alumno y en el maestro. Al imaginar una autoridad
pedagógica diferente en este tiempo, en nuestros contextos con nuestros textos
institucionales, en el marco de nuestras organizaciones, no hacemos más que buscar los
modos de verificar esa igualdad. Desde la asimetría de una relación hacia la apertura de
subjetividades emancipadas.

La autoridad igualitaria remite a una autoridad que hace lugar, sin la certeza de quién es
el otro/a ni hacia dónde va. Confía de ante mano y sin garantías en la potencia de la
igualdad. Se hace cargo del despliegue de los que aun no es, de lo que está por llegar en
el espacio que reúne a unos y otros, enseñantes, con el cuidado que demanda la
fragilidad de lo nuevo. Una autoridad pensada como igualitaria, habilitadora, autora de
procesos y “aumentadora”.

La posibilidad de una autoridad igualitaria en el terreno educativo no se genera


automáticamente ni emerge por fuera o más allá de determinadas condiciones políticas,
institucionales, subjetivas y relacionales en los espacios en donde aspiramos a que
aparezca.

En este sentido, esta autoridad invita al desacuerdo, que permite ampliar y/o
cuestionar lo que ya sabemos, ya intentamos ya consensuamos, ya explicamos o y nos
explicaron, en una cadena interminable de palabras ajenas. Se trata de un desacuerdo
que desarma significaciones habituales entorno al enseñar y el aprender, des-
etiquetando sujetos, articulando puentes.

Esta forma de autoridad invita a “hacer experiencia” con la palabra. Enseñar es fundar y
hacer crecer, habilitar el hablar el pensar, emancipar/se en el lazo con otro pero
separado de ese otro.

Un saber vivido como “saber” se transmite probablemente como palabra que no se


cuestiona, sacralizada y ajena al propio pensamiento. En cambio, la relación con el
saber en un sentido enmancipatorio lo convierte en un lugar posible donde
aproximarse, merodear y aprender, pero que no agota el trabajo del conocimiento
y pensamiento propio.

Esta relación con el saber, con uno mismo y con los otros de carácter
emancipatorio no se deja atrapar en relaciones de dominio y sujeción, rechaza
jerarquías y, por lo tanto, hace de la transmisión la vía por donde la autoridad
autoriza a otros.

La posibilidad de una autoridad igualitaria abre el reconocimiento, y los alumnos dejan


de ser pensados/mirados como puros receptores de lo que la autoridad determina o
puros transgresores cuando no es respetada. Concebir ese lugar de autoridad no “sobre”
otros sino “con” otros hace de la relación pedagógica y de la enseñanza una aventura
compartida. Conduce a una pedagogía de la escucha y del dialogo.

Son las relaciones y no los sujetos los que tenemos que ubicar como foco del análisis.
Toda autorización necesita inscribirse en una relación con otro que sostiene, habilita,
piensa con y genera las condiciones del despliegue igualitario. Es ante todo un proceso
subjetivo, que acontece en la interioridad-exterioridad del sujeto, es decir, en si mismo
pero en relación con otros.

Quien acompaña introduce preguntas, sostiene, habilita el ensayo, bosqueja respuestas,


hace saber que él también está atravesado por las dudas e inquietudes que el ejercicio de
la autoridad significa.

“ Maria Zambrano dice que no tener maestro es no tener a quien preguntar y, mas
ondamente todavía, no tener ante quien preguntarse. Quedar encerrado dentro del
laberinto primario que es la mente de todo hombre originariamente; quedar
encerrado como el MINOTAURO, desbordante de ímpetu sin salida”. (2007;
1017). El lazo que la autoridad del que enseña crea, es causa de una nueva
temporalidad, en la que alguien-cualquiera-se aventurara en un territorio de
pregunta, búsquedas y recorridos, en relación con saberes compartidos.

Educar se ha transformado en ese trabajo político de construcción de un vivir


juntos, de apertura hacia nuevos rumbos democráticos de hallazgos singulares que
subjetivan a cada uno en una comunidad de sentido.

Precisa un emisor legítimo, es decir, alguien que reconozca las leyes implícitas
del sistema y que haya sido reconocido y cooptado por ello. Precisa destinatarios a los
que el emisor reconozca como dignos de escuchar. Precisa alumnos que estén
dispuestos a reconocer al profesor como profesor y padres que le concedan una especie
de crédito, de cheque en blanco, al profesor.

Es importante saber que una producción lingüística le debe una parte capital de
sus propiedades a la estructura del público de receptores.

¿Qué hay que enseñar? Se definen por la estructura de las relaciones entre las
clases. Los cambios en la definición del contenido de la enseñanza e incluso la libertad
que se deja a los docentes para vivir su crisis se deben al hecho de que también haya una
crisis en al decisión del contenido de la enseñanza en la definición dominante del
contenido legítimo y a que la clase dominante sea actualmente la arena de conflictos en
torno a lo que es digno de ser enseñado.

Los profesores deben saber que son delegados, mandatarios, y que hasta sus
propios alardes proféticos siguen suponiendo el sostén de la institución. Lo que no
significa que deban luchar para tomar parte en la definición de que es lo que tienen que
enseñar.

El sistema escolar no enseña únicamente un lenguaje, sino también una relación


al lenguaje solidaria de una relación a las cosas, de una relación a los seres, de una
relación al mundo completamente desrealizada

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