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La autorregulación, la metacognición y su implicación en la

práctica docente
Kretheis Márquez Prof. del Centro Interamericano de Desarrollo e Investigación
Ambiental y Territorial de la Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela.
Uno de los principios educativos que garantiza el éxito del proceso de
enseñanza-aprendizaje viene dado por el “aprender a aprender” que debe ser
internalizado y adoptado por el alumno en su papel de aprendiz, en este proceso, el
estudiante deberá considerar la metacognición y autorregulación del aprendizaje,
como estrategias que son convenientes aplicar para el éxito de su formación.

 Tal como lo establecen Weinert y Kluwe (1987), la metacognición hace


referencia a los procesos de pensamiento que la persona tiene acerca de su propio
sistema cognitivo (contenidos, procesos, capacidades, limitaciones) y, por otra parte, a
los efectos reguladores que tal conocimiento puede ejercer en su actividad; la
metacognición entendida como regulación y control de la actividad cognitiva implica la
participación activa y responsable del sujeto en los procesos de aprendizaje, y la
autorregulación,  no es más que el “control ejecutivo” del conocimiento.

 La metacognición supone el desarrollo en el estudiante de dos ámbitos del


conocimiento: el conocimiento metacognitivo y las experiencias metacognitivas, que
puede ser limitado por la interrelación de variables (persona, tarea, estrategia  y
contexto) en el primer caso  o por la activación de los procesos cognitivos en el
segundo, y depende de la adopción de estrategias de aprendizaje en el proceso de
aprendizaje.

 Por otro lado la autorregulación es esencialmente un saber procedimental que


muchas veces no requiere de ser declarado sino sólo de ser ejecutado y por lo cual
supone la adopción de estrategias de control, también llamadas estrategias o
habilidades autorreguladoras que incluyen planificación, monitoreo o supervisión y
revisión. Tal como lo establece Pozo (2006, citado por Trías, 2008) en el ámbito
educativo se plantea con insistencia la necesidad de lograr que el alumno sea
responsable de sus propios procesos de aprendizaje. Las exigencias de la sociedad
imponen a la educación el objetivo de fomentar en sus alumnos la capacidad para
gestionar sus propios procesos de adquisición del conocimiento o de verdadera
“gestión metacognitiva”.

 En el caso de la aplicación de estrategias metacognitivas, el punto de partida


lo conforma la planificación, en la cual el alumno deberá preguntarse a sí mismo
¿tengo conocimientos previos del tópico en cuestión?, ¿cuáles son los objetivos de mi
aprendizaje? y ¿cuál es el plan de acción que debo seguir para el logro de los
objetivos?.

 Seguidamente ya iniciado el proceso de aprendizaje el estudiante deberá


aplicar la supervisión y en esta se preguntará ¿cuál es el grado de aproximación a la
meta?, ¿en el desarrollo de mi aprendizaje, he tenido problemas o dificultades y cuáles
son las causas de las dificultades?, ¿han sido eficaces las estrategias que estoy
aplicando en mi aprendizaje, de no ser así, será necesario adecuarlas, cómo las
adecúo?.

 Posteriormente el estudiante empleará la evaluación y en esta fase las


preguntas se corresponderán a ¿he alcanzado los objetivos, cómo lo compruebo?,
¿tuve dificultades en la aplicación de las estrategias utilizadas en mi proceso de
aprendizaje, cómo las superé?.

 No obstante el rol protagónico del alumno, para el éxito de un proceso


metacognitivo, es el docente quién inicialmente suministrará las herramientas que
serán adoptadas por los alumnos, a objeto de desarrollar sujetos conscientes de su
propio aprendizaje. Así tal como lo establece Elosúa (1993), la enseñanza-aprendizaje
de estrategias cognitivas y metacognitivas requiere un profesorado con información y
formulación en este campo de la cognición y metacognición; pero también un
profesorado con entrenamiento y práctica en el autoconocimiento y análisis de los
procesos y estrategias que el profesorado mismo utiliza al leer y sobre todo un
profesorado comprometido con su práctica educativa y que sabe reflexionar a partir de
la práctica.

 En materia de la autorregulación, será el docente quien actúe en primer orden


como el facilitador de las estrategias y posteriormente como motivador para la
adopción de las mismas por parte del estudiante. Del mismo modo, el docente deberá
analizar detalladamente cuál es el momento adecuado y las técnicas para dar a
conocer, promover y aplicar las técnicas o estrategias metacognitivas y de
autorregulación en sus estudiantes.

 En este sentido la primera estrategia que deberá aplicar el docente viene dada
por la motivación y que algunos autores han denominado “el combustible para el
aprendizaje, el docente deberá en primera instancia qué motiva a sus estudiantes y
cómo los motiva, seguidamente deberá aceptar tanto que la motivación es un proceso
dinámico que cambia de acuerdo al contexto y tema específico de dominio, como que
la motivación depende directamente de los conocimientos previos que los alumnos
manifiesten tener sobre el tópico en cuestión.

 Así pues, un docente que logre motivación en sus alumnos y que a su vez los
haga conscientes de que estos son autónomos en su aprendizaje, lograría en ellos el
desarrollo de un cierto grado interés en su aprendizaje y estarían abriendo un sendero
para que los propios alumnos dentro del proceso de aprendizaje establezcan sus
metas, supervisen la ejecución de las mismas y evalúen los logros, y tal como lo
establecen Novak y Gowin, (1988), un sujeto un sujeto más activo, responsable y
eficaz frente a los aprendizajes, es en definitiva, más capaz de aprender a aprender.

 Es por esto, que diversos autores han señalado que la autorregulación del
aprendizaje puede ser entendida en estrecha vinculación con la motivación.

 Con base en lo antes expuesto, un individuo que conozca y aplique las


estrategias adecuadas para la metacognición y autorregulación en su aprendizaje
tendrá una mayor probabilidad de éxito en su proceso de formación, así pues la
eficacia de ambos procesos dependerá directamente del alumno involucrado, el
alumno es el protagonista del control de su propia enseñanza.

Referencias citadas

 Elosúa M. (1993). Estrategias para enseñar y aprender a pensar. Universidad


Complutense de Madrid. Ediciones Narcea. Madrid. España.

 Novak, J.D. y Gowin, D.B. (1988). Aprendiendo a aprender. Barcelona.


España.

 Trías D. (2008). Enseñanza de la autorregulación del aprendizaje en Filosofía.


Montevideo. Uruguay.

 Weinert F.E y Kluwe R. H. (1987). Metacognition, Motivation and 


Understanding. Hillsdale: N.J. LEA.

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