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grupo_ 1580
Tutora
Yinna Andrea Hernandez
El pequeño ejercito
Había una vez en un antiguo y majestuoso bosque de la región amazónica un gran hormiguero
que se encontraba resguardado bajo la sombra de un viejo y acorazado árbol de roble, el cual
era muy alto y sus extensas ramas proveían frutos y hojas a la colonia de hormigas las cuales
planeaban adquirir mucho alimento para un duro y largo invierno que se acercaba. La colonia
de hormigas, incluyendo cada una de ellas, eran muy felices porque contaban con un buen
refugio y una buena fuente de alimentos, pero un día en el gran bosque se escuchó el sonido
más aterrador que se pudiera escuchar bajo el verde y enorme follaje de los árboles, era el
sonido de sierras eléctricas manipuladas por seres con aspectos grotescos que parecían venir
de otro planeta ya que caminaban solo en dos piernas y destruían todo lo que encontraban a su
paso en búsqueda de los arboles más enormes para asesinarlos con sus filosas y despiadadas
sierras; Las hormigas nunca antes habían sentido tanto miedo y preocupación, pensaron en que
podían hacer para salvar el bosque, cada quien tenía una idea diferente por lo que discutían
entre ellas porque cada quien defendía su idea por creerla la más apropiada. Algunas hormigas
indicaban que debían marcharse a otro lugar y otras pensaban en defender a toda costa su
hogar, el desacuerdo era tal que las hormigas empezaron a pelear entre ellas, pero en medio
del murmullo y el sonido de sus mandíbulas generado por el ataque entre si se escuchó un
grito: -No estamos haciendo lo correcto! Debemos unirnos y trabajar en equipo, eso somos, un
equipo de trabajo, somos muy pequeñas pero si nos unimos podemos lograr grandes cosas
como lo es defender nuestro bosque. Hubo un gran silencio, la voz provenía del miembro de la
colonia de mayor edad, de quien poseía mucha sabiduría y a quien las demás hormigas
guardaban mucho respeto. Las demás hormigas se veían entre si y se sentían avergonzadas.
“Unamos nuestras fuerzas” se escuchó en medio de la colonia. La frase se la repetía una a una
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por cada hormiga de la colonia llegando a un mutuo acuerdo. Se creó una estrategia en
conjunto y esta consistía un usar sus mandíbulas para atacar a los invasores destructores y no
para utilizarlas contra ellas mismas y esperarían la noche para hacerlo. La noche llego y las
formaciones eslabonadas por cada hormiga como un gran ejército retumbaban bajo cada
pisada en su desplazamiento. Al muy poco tiempo y cada vez más cerca del lugar donde se
encontraban los hombres, estos despertaron y empezaron a temer por sus vidas ya que sentían
que algo se acercaba a ellos y parecía ser peligroso, pero no lograban ver nada, el ataque
empezó… Las hormigas atacaban con toda la fuerza de sus mandíbulas, los hombres gritaban
de dolor y en medio de la oscuridad empezaron a correr y a huir del lugar indicándose entre sí
que le bosque estaba encantado. Huyeron dejando todo tirado, los primeros rayos del sol
traspasaban el follaje de los enormes árboles y no había rastro de los hombres, la paz y la
calma habían regresado al bosque, las hormigas continuaron con sus labores luego de haber
salido victoriosas en su lucha contra los hombres, el invierno llego y las hormigas
sobrevivieron a él.
Bibliografía:
Remisio, Y. (2019). El pequeño ejército. Florencia. Colombia
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