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En 1438, el Imperio incaico inició su expansión hasta dominar, a comienzos del siglo XVI, a más

de 200 naciones andinas, abarcando el territorio más extenso en el hemisferio occidental. La


civilización incaica fue la síntesis de todas las culturas preincaicas. Los incas adoptaron y
desarrollaron todas las manifestaciones culturales de los pueblos que dominaron. Su mérito
principal fue crear un Estado imperial cuyo fin era la unificación del mundo andino, pero cuya
consolidación definitiva se vio truncada por la invasión española.

En 1532, empezó la conquista del Tahuantinsuyo, por obra de los españoles conducidos por
Francisco Pizarro, que contaron con el apoyo valioso de muchas naciones vasallas de los incas,
como los huancas, los chachapoyas y los cañaris. Esta guerra de conquista finalizó en 1572, con
la captura y ejecución del último de los incas de Vilcabamba, Túpac Amaru I.

Luego de las guerras civiles entre conquistadores, se dio el definitivo establecimiento del
Virreinato del Perú, cuyo organizador fue el virrey Francisco de Toledo. La llegada de los
españoles y la era colonial significó la introducción de la Iglesia católica y un intenso mestizaje
entre españoles, indígenas y negros trasladados en calidad de esclavos desde África. Durante
el siglo XVII, la explotación minera dominó la economía mercantilista del virreinato,
especialmente alrededor de Potosí.

La implementación de las agresivas Reformas Borbónicas en el siglo XVIII fomentaron sucesivas


rebeliones que desembocaron en la violenta rebelión de Túpac Amaru II (1780-1781). La
invasión francesa en España fomentó las ideas libertarias en el Perú, que declaró su
Independencia en 1821, pero se consolidó tres años después en la batalla de Ayacucho en
1824 con la ayuda de los movimientos libertadores del sur y del norte.

El inicio de la República del Perú está marcado por la instalación del primer Congreso
Constituyente del Perú en 1822. Las primeras décadas de la República se caracterizaron por el
predominio del militarismo en la escena política. Entre 1836 y 1839 el Perú estuvo unido con
Bolivia a través de la Confederación Perú-boliviana, entidad política que sucumbió ante la
reacción de peruanos nacionalistas apoyados por Chile.

Entre los años 1840 y 1860 se produjo el boom guanero, que supo capitalizar el presidente
Ramón Castilla, iniciando la modernización del Estado y las grandes obras públicas. Luego de
una victoriosa guerra con España (1865-1866), sobrevino una severa crisis económica, que
derivó en el desarme de la nación, que fue aprovechada por Chile para desatar la guerra del
Pacífico (1879-1883), en su ambición por apoderarse de las riquezas guaneras y salitreras del
sur peruano. Esta guerra ha sido la mayor catástrofe bélica que ha sufrido el Perú a lo largo de
su historia republicana.

Finalizada la guerra con Chile, empezó la Reconstrucción Nacional, resurgiendo el militarismo


en la vida política, hasta 1895, cuando, tras el triunfo de la revolución de Nicolás de Piérola, se
inició una etapa de predominancia civil, llamada la República Aristocrática (1895-1919). Esta
etapa se caracterizó por el predominio del capitalismo inglés y el impulso a las exportaciones
agroindustriales (azúcar, algodón) y a la extracción del caucho.

Otro caudillo civil, Augusto B. Leguía, inició la etapa conocida como el Oncenio (1919-1930). El
gobierno de Leguía, tachado de dictatorial y corrupto, y de estar sometido a los intereses de
los Estados Unidos, tuvo sin embargo la virtud de empezar la modernidad del país y de resolver
los litigios territoriales con Colombia y Chile. El litigio con Ecuador se solucionó tras la guerra
del 41 y la firma del Protocolo de Río de Janeiro en 1942.

Luego del Oncenio, sobrevino una etapa de crisis política, social y económica, caracterizada
por gobiernos militares y civiles que se intercalaron a lo largo de cincuenta años. Surgieron
nuevos partidos como el Apra y el comunismo, que centraron sus reclamos en el cambio de las
estructuras socioeconómicas.

El Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada de 1968 a 1980, fue un intento de cambiar los
viejos moldes de la sociedad peruana y en muchos sentidos lo logró; no obstante, fracasó en el
aspecto económico. Los gobiernos populistas de la década de 1980 (Fernando Belaúnde Terry
y Alan García Pérez) no hicieron sino agravar la crisis económica y no supieron contener el
embate del terrorismo de extrema izquierda.

El gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) afrontó la crítica situación orientando la economía


del país al neoliberalismo y derrotando al terrorismo, aunque cayendo en el autoritarismo y la
corrupción. A partir de 2001 se inició un nuevo periodo de continuidad democrática.

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