fabián casas

Libro nuevo + reedición

“La infancia es el
barrio, y de ahí te
arrancan y te
Desgrabar una entrevista con Fabián Casas es como
asistir al germen de un nuevo relato que intuimos
convertís en adulto. El modelo d e historia que v os na rrás,
que, en algunos días, puede llegar a plasmar en un
Y un adulto es i n c l u s o h a s t a e n c i e r t o s p o e m a s d e T uca ,
poema o un cuento o una novela o una canción o un
alguien que es el rel ato iniciá tico en el que se reúnen
blog. Se tiene esa sensación de que lo que cuenta ya comprende que la la infancia con el germen d e tod o l o que
está en sus textos, o estará, y que a la vez sus libros –en vida es un infierno a uno l o va a acompañar p or el resto de
poesía, Tuca (90) y Oda (03), entre otros; en relatos, los y que no hay su vida …
que hoy se publican por primera vez reunidos como ninguna posibilidad Es un poco así: es el lugar en donde todo
Los Lemmings y otros; en nouvelles, Ocio (00) y Los de buen final.” queda concentrado, como en una tuca.
veteranos del pánico (04)– son el guión de su vida. Siempre vuelvo ahí. Lo que pasa es que
Como si lo que escribe fuera lo que es él, y lo que es él, para que algo se vuelva experiencia y des-
lo escribiera. Puede ser él mismo el creador del blog que recoge pués uno pueda escribir sobre eso tiene que pasar tiempo. Tiempo
sus últimos escritos “bonsái” –pequeños destellos del infierno para que “trabaje” y vuelva como música. Lo que yo escribo tardó
cotidiano que hacen del diario íntimo un ensayo de actualidad– o muchos años en sedimentarse…
puede ser que el blog lo haya creado a él; es posible que le haya
dado vida a Boedo o que Boedo le haya dado vida al mundo que ¿Y cómo te diste cuenta de que querías narrar “eso”?
reproduce. Puede ser el autor de varias de las letras de los discos Calculo que de manera inconsciente. Cuando vi Rumble fish, no
de Pez –como en Folklore (04)–, o las letras de Pez pueden hablar pensé “me gustaría escribir sobre una banda, sobre la barra de mi
de él por afinidad de espíritu. Tal es la imbricación entre su vida infancia”. Pero es evidente que esa película me produjo una obse-
y su literatura, y por eso, a la hora de sumergirse en su mundo, sión terrible: ¡la vi como setenta veces! (risas). Después, en Iowa,
para entrar no queda otra más que creerle. No es algo difícil: sus encerrado en la beca Fullbright, con una lluvia demencial, en otro
relatos y sus poemas se pegan como un estribillo porque Casas idioma, vuelve como experiencia el núcleo vital que tiene que ver
logra lo que admira del rock y del cine: que una imagen o una fra- con la infancia. Y ahí decidí escribir sobre estos chicos, que es sobre
se, que una mirada cercana a cualquier minucia cotidiana eche lo que más sé, y además “quiero” escribir sobre ellos. Después vie-
por la borda siglos de filosofía. De ahí, tal vez, ese aire de clásico ne toda la superestructura cultural que tiene que ver con que hay
contemporáneo –ya profusamente señalado– que viene de sus revistas, con que te publican los libros en un lugar, con que hay un
referentes literarios (Girri, Zelarayán, Saer, Eliot, Faulkner entre copyright. Pero en realidad, el hecho de narrar es algo que tendrí-
un largo etcétera), audiovisuales (de Meteoro a Rumble Fish, de amos que tener todos, como la nenita al final de Los apéndices al
Manal a Mars Volta) e históricos (el desencanto militante y la dic- Bosque Pulenta: “escribo en un cuaderno Gloria la gloria de mis
tadura marca “Frío Mundial 78” como telón de fondo). Un aire que días”, no para que necesariamente lo lea alguien. Creo que es algo

neo
a la vez está conectado con ese plano detalle por los lugares atá-
vicos: la infancia como única casa, la muerte de quienes amamos,
el amor que dura “como las revistas, sólo dos números”, la angus-
tia existencial, la pérdida de la experiencia. Imágenes que rever-
beran en un lengua en movimiento, irónica con el star system de
la literatura, siempre en vaivén entre lo que ha sido y lo que será,
acomodando el hoy al relato del ayer tal como se cuentan las
anécdotas, con un puñado de personajes tan rotundos y tan direc-
tos como sus versos. Fabián Casas escribe para un lector modelo:
sus amigos de la infancia en Boedo –“la caja de resonancia de
miles de historias, la partitura de mi musiquita”– a fines de los
70. Y por alguna razón, que no le interesa dilucidar, como un sul-
Con el flamante libro de relatos Los tán del swing, logra que eso resuene en la literatura (en su litera-
que debería hacer todo el mundo. Lo que pasa es que no todos pue-
den porque, primero, tienen que comer, y segundo, porque hay
gente que no se despertó. Nuestro gran enemigo es el hecho de
que toda nuestra cultura está glosada para que uno no se despier-
te nunca. De ahí el éxito de Matrix…
¿Qué querías escribir cuando descubriste que querías ser escritor?
Nunca me lo planteé así. Empecé a escribir poesía después de un
viaje largo. Conocí a Juan Desiderio en la Facultad de Filosofía y
Letras y los dos escribíamos una cosa muy spinetteana que tenía
más que ver con el rock que con la poesía. “¿Qué se está escribien-
do en poesía?”, pregunté en una librería de la calle Corrientes, y
me dieron Alambres, de Néstor Perlongher. Lo leo y chau: siamo

Lemmings y otros y la reedición de su tura) contemporánea: la de todos los días. fuori… ¡No entiendo nada de lo que dice este tipo! (risas). Bueno,
pensé, yo tengo que escribir lo que tengo que escribir, esto no lo
poemario Tuca, Fabián Casas se ENTREVISTA> Todos los relatos de la saga de Boedo dan la impre- voy a poder escribir nunca. Entonces empecé con los poemas que
acerca a la literatura desde los sión de ser capítulos de una novela inconclusa. terminaron en Tuca. También tuvo mucho que ver encontrarme

márgenes de la academia, de la
seriedad y del canon literario. Boedo,
La novela sobre Boedo será Los veteranos del pánico, que incluye
todos estos relatos que venía escribiendo por separado. Arranca
con Daniel Durand, Darío Rojo, Rodolfo Edwards y todos los que
hicieron la revista 18 whiskies a principios de los 90. Para mí fue

barrioso
bien atrás: toda mi infancia, desde cuando mis viejos se casan y central porque ellos tenían mucha más info literaria y yo tenía
San Lorenzo y una lengua artera tienen una casa en Boedo, sigue con la relación con la nenita de más información vital: había viajado por toda América, había

teñida por el barrio.
Entrevista Ana Wajszczuk Foto Alejandro Guyot
Los Lemmings y termina cuando me enrolo como repositor en el
supermercado a los veintidós años y salgo con los pies para ade-
lante… De alguna manera, esa novela aún inconclusa sobre Boedo
es una forma de liberarme de los afectos. Cuando uno escribe, si
está muy apegado al afecto, escribe sentimentalismo y no litera-
tura. En cambio, cuando uno se libera de los afectos, se libera de
los apegos, y ahí sí se siente libre para escribir.
estado en el Amazonas, había tomado un montón de drogas y me
había escapado de un casamiento.
La empatía del lector entonces vendría por esa escritura que algu-
nos llaman “vitalista”…
Sí, pasa por rescatar esa parte vivencial que sin duda tiene lo que
hago porque para escribir parto de la experiencia. Una obra se >>>

26. los inrockuptibles los inrockuptibles. 27


>>> pone interesante si el lector puede poner cosas de él, personales. La
obra que solamente te dice cosas y no te deja poner las tuyas es
como la publicidad: te da órdenes, te dice “esto es así”, y vos no
podés entrar. Con Ariel Minimal, por ejemplo, me pasó eso: tuvi-
mos empatía, yo con sus canciones y él con mis cosas. Y su imagi-
nación está puesta en los 70, la década en la que creció, como yo. La
escuelita del señor extraño –una de las canciones que compusi-
mos– habla de los gnósticos, y tiene que ver también con la infan-
cia. La gnosis tiene una teoría de fondo, que es que
estamos en un lugar que no es el nuestro. Al estar
“Me parece una en un lugar que no es el nuestro, estamos siempre
estupidez hablar sufriendo por esta pérdida de nuestro verdadero
de los traductores, lugar. Y eso está en el fondo de toda mi literatura.
de si me van a
publicar en ¿Y cual sería ese otro l ugar a l cual pertenecemos?
España... No me La infancia, y la infancia es el barrio, y de ahí te
arrancan y te convertís en adulto. Y un adulto es
importa nada de
alguien que comprende que la vida es un infier-
eso. Mi modelo no no y que no hay ninguna posibilidad de buen
es salir a buscar final, como dice el pibe de Los Lemmings. Nues-
lectores.” tra cultura que no te enseña a morir, sino a
ganar, a tratar de ser más lindo: todas pelotude-
ces. Yo siento que en este lugar estamos de paso,
y por eso tenemos una gran insatisfacción. Los gnósticos decían
que caímos en la tierra, pero pertenecemos a las estrellas… ¿Por
qué estamos en este lugar?, ¿quién nos condenó? Yo nací en Boe-
do, estaba en mi barrio. ¿Por qué soy adulto?, ¿quién me conde-
nó a tener que trabajar en un diario, a hacer todas estas cosas
que no tienen alma? ¿Por qué? Si decís esto se cae todo, porque
sos el que trae malas noticias…
¿Cómo decidieron reeditar Tuca? ¿Qué te parece verlo reeditado?
Fue una idea de Editorial Vox y de Libros de Tierra Firme. Decidie-
ron hacer una reedición del libro, algo en lo que yo no había pen-
sado… Sobre todo pienso en escribir… En realidad, tengo un libro
anterior que es muy malo, y cuando lo encuentro en algún lugar lo
compro porque los tengo todos guardados para quemarlos (risas).
Tuca es el libro en el que empiezo a escribir de una manera más
personal, por eso me identifico con él y no con el anterior. Es
menos cruzado intelectualmente que los que siguieron, más
vivencial: estoy viendo a mi padre, estoy cruzando las vías del
ferrocarril… El original tenía unos setenta poemas, algunos larguí-
28. los inrockuptibles
simos, como Paso nivel en Chacarita, que tenía como quince pági-
nas y después de la corrección quedó sólo eso: los pibitos poniendo
monedas en las vías para que el tren les pase por arriba.
La frase que cierra ese poema, “Bueno, eso es todo”, parece decir
que hay algo del orden de lo filosófico en cualquier acto si uno se
toma el trabajo de verlo, y eso aparece mucho en tu literatura.
Es que me parece un error pensar la filosofía como algo que sólo
puede hacer Hegel. Yo leía cosas en la facultad que decía Schopen-
hauer y que las decía también mi padrino en la vereda. La nenita
que termina el relato en Los apéndices dice: “Sobre lo que no se
puede hablar, mejor quedarse musa”. Así termina el Tractatus de
Wittgenstein. ¿Por qué no lo puede decir una nenita que tiene una
peluquería en Boedo? La filosofía, para mí, es volver a un lugar
más atávico, a algo que podemos hacer todos. El barrio también
puede ser el jardín de Epicuro, donde todos pensaban, escribían
poesía, filosofía… No hay que aislar esas cosas del barrio porque es
un lugar superimportante. Pero tenemos una vida de mierda,
masacrada, glosada, donde tenés que vivir para comer, y si no vivís
para comer, vivís para el celular, para terminar completamente
dormido. Es algo que perdió ontología, que no tiene experiencia.
Forma parte de un contexto social donde las personas pierden su
ser, donde lo único que les queda es pegarse a una masa.
¿Qué literatura no te interesa?
¡La de los escritores que se convierten en imperialistas y quieren
invadir todo! (risas). Hace poco fui a una reunión de un grupo de
estudio que organiza Elsa Drucaroff; me invitaron con otros escri-
tores. Y sentí vergüenza ajena, porque hablaban de cosas en tér-
minos corporativos que a mí no me interesan para nada, tipo “los
narradores tenemos que salir y hacer tal cosa…”. Me parece una
estupidez hablar de los traductores, de si me van a publicar en
España… No me importa nada de eso. Mi modelo no es salir a bus-
car lectores. Como esa canción hermosa de Dire Straits, Sultanes
del Swing: “Ustedes no me escuchan mientras estoy tocando, pero
esta bueno así, que el que quiera que venga y se siente a mi mesa”.
No me quiero imponer, si total voy a seguir escribiendo, ¡si soy un
sultán del swing!, estoy condenado a eso, hago eso, y no me impor-
ta si me van a escuchar o no. Escribo para mí y no para los demás.
Nunca tuve en mi cabeza el hecho de escribir como si fuera una
carrera. Lo esencial, lo que forma un estilo, como decía Schopen-
hauer, es tener algo que decir. No importa que se diga en términos
naturalistas o barrocos. Cuando uno no tiene nada que decir, si es
pintor, se convierte en decorador, y si es escritor, en publicista.
Últimamente mucho de lo que escribís va a dar a los blogs. ¿Por qué?
Porque vi que los blogs generan muchas reacciones, muchas polé-
micas, y me gusta tener la posibilidad inmediata de accionar, de
estar pensando algo y postearlo para discutirlo fuera de la agenda
de los medios. Por ejemplo, algo que escribí contra el Personal Fest
no podría escribirlo en otro lado, y ¡me contestó hasta el gerente de
Telefónica! (risas). Ahí cuento algo de La Nueva Eloísa de Rousse-
au, cuando el tipo llega a París y dice: todas estas cosas obnubilan
mis sentidos pero no tocan mi corazón. Y la literatura, por lo
menos para mí, pasa por recuperar esa experiencia perdida. II
Los Lemmings y otros (Santiago Arcos Editor).
Tuca (Editorial Vox/ Libros de Tierra Firme).