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SEMILOGIA DEL CUELLO

El cuello normal se describe como cilíndrico y normo dinámico.

El cuello tiene una cara anterior, dos laterales y una cara posterior.

El cuello debido a su forma cilíndrica, es más largo y angosto en los longilíneos (leptosomicos),
y más corto y ancho en los brevilineos (pícnicos), se sostiene gracias a la columna cervical en
cuyo interior viaja la medula cervical y sus raíces nerviosas por su cara posterior, a ambos lados
la masa muscular que lo rodea así como grandes e importantes vasos sanguíneos, ganglios etc.
y en su cara anterior aloja la tiroides y la paratiroides, tubo digestivo y tráquea que pasan a
través de él.

La forma normal del cuello puede alterarse por enfermedades congénitas, como son: el
síndrome de Klippel-Feil (un cuello muy corto por ausencia de las vértebras cervicales
superiores), y el tortícolis congénito, (acortamiento del músculo esternocleidomastoideo), lo
que provoca una inclinación lateral de la cabeza. Pero también puede ser adquirido,
espasmódico, y doloroso (traumático o inflamatorio).

En el cuello pueden apreciarse varias formaciones tumorales, las más frecuentes se originan en
los ganglios y glándulas tiroides.

No se debe confundir la palpación del asta mayor del hueso hiodes alta en el cuello con una
adenopatía tumoral, el asta adquiere movilidad con la deglución.

El diagnóstico del higroma quístico es simple por su ubicación lateral y su traslucidez a la


iluminación.

Los quistes branquiales: pueden ser confundidos con adenopatías, aparecen en el tercio
superior del cuello detrás del esternocleidomastoideo, se palpan como una bolsa de agua
caliente a medio llenar.

Los quistes tiroglosos: se ubican sobre el borde superior del cartílago tiroides en la línea
media, aunque a veces están lateralizados hacia la izquierda.

La tráquea se puede reconocer a la palpación por sus anillos.

Debemos recordar que el cuello está contraindicado movilizarlo si se sospecha un


traumatismo.

Las arterias del cuello.

Debemos observar el latido de las carótidas, las cuales en condiciones de normalidad no se


observan. Debemos palparlas para sentir su intensidad, su llenado, a nivel del ángulo de la
mandíbula por delante del músculo esternocleidomastoideo. Examinamos un lado y después el
otro y comparamos ambos pulsos. Nunca debemos examinar ambos lados al mismo tiempo.

Son mejor visibles en los jóvenes atléticos y delgados.

Pero en casos de realizar esfuerzos, como en los estados hiperemotivos y en los estados
hipercinéticos (simpaticotonía, anemia crónica, estado febril, hipertiroidismo) se pueden
observar claramente los latidos. También se pueden ver en la hipertensión arterial con
aumento de la presión diferencial y enfermedad ateromatosa aortica
Pero donde las pulsaciones alcanzan mayor magnitud es en las formas graves de la
insuficiencia valvular aortica, y en todas las variedades de fístula arteriovenosas.

Por otro lado la disminución o ausencia de latidos carotideos palpables suele implicar
obstrucción casi siempre arteriosclerótica.

Los frémitos cervicales pueden obedecer a obstrucciones carótidas importantes (del 60 a 90 %


de la luz de la arteria).

Debemos además auscultar las carótidas buscando la presencia de soplos.

Examen de las venas.

La turgencia de las venas yugulares son la expresión de la presión venosa sistémica.

Sus pulsaciones (pulso venoso) son la traducción visible del ciclo cardiaco y sus alteraciones.

Debemos observar que no haya ingurgitación yugular, que es el llenado anómalo de manera
espontánea de las venas yugulares y otras veces desencadenado por el médico al realizar
ciertas maniobras.

Examen de la glándula tiroides

Se realiza con el paciente sentado o de pie, con el tórax desnudo si es posible.

Se inicia con la inspección de la glándula, observando la región, anterior y laterales del cuello.

El istmo de la tiroides se sitúa por debajo del cartílago cricoides, a nivel del segundo o tercer
anillo traqueal.

Debe observarse la simetría de la glándula tiroides, porque la asimetría puede ser causa de
nódulos.

Debe buscarse la presencia de ganglios relacionados con patologías de la glándula.

Debe investigarse la presencia de bocios cervicales intratorácicos, que ocluyen parcialmente el


estrecho superior del tórax provocando ingurgitación yugular, la cual se agrava después de
elevar ambos miembros superiores, y pidiéndole al paciente que incline hacia atrás la cabeza
(signo de Pemberton).

También debe observarse el paciente al deglutir para investigar la presencia de nódulos


tiroideos los cuales tienden a ascender.

Palpación.

La palpación se realiza deslizando el pulpejo de los dedos sobre la superficie cutánea que
corresponde al lugar donde está la glándula, buscando sensibilidad, irregularidad que se
puedan producir al arrastrar la piel del tiroides.

Para esto, el médico se coloca detrás del paciente, abrazando el cuello por delante
reconociendo la topografía del área, como es la laringe de arriba hacia abajo, reconociendo el
cartílago tiroides o nuez de Adán, y por debajo el cartílago cricoide, para luego palpar el istmo
tiroideo y ambos lóbulos, recordando que el istmo esta debajo del cartílago cricoides.

Esto se realiza con los dedos índice y mayores de ambas manos.


La detección de una anomalía obliga a definir su ubicación, tamaño, superficie consistencia,
movilidad, fijeza sensibilidad, latidos y adenopatías asociadas.

Debido a que su tamaño es pequeño, porque está rodeada de los esternocleidomastoideos, la


glándula tiroides rara vez es visible, y solo se palpa en ocasiones.

El aumento de tamaño de la glándula tiroides se percibe como un aumento de los lóbulos


laterales a la palpación, y se llama BOCIO.

Cuando la glándula esta dolorosa a la palpación se dice que hay una inflamación de la misma y
se le llama TIROIDITIS.

El aumento de la función de la glándula se llama HIPERTIROIDISMO.

La disminución de la función de la glándula se llama HIPOTIROIDISMO.

Esto se mide con la dosificación de las hormonas tiroideas.

CARA POSTERIOR DEL CUELLO

Debemos inspeccionar la cara posterior del tórax buscando la presencia de anormalidades,


tumores, deformidades de la columna.

La palpación se realiza con la finalidad de localizar puntos dolorosos, como los causados por
degeneración osteo articular (osteoartritis) o los procesos inflamatorios (artritis).

Debemos además descarta la presencia de rigidez de nuca en esta área.

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