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Diario Familia y Sucesiones Nro 63 – 18.03.

2016

Contratación entre cónyuges. Buena Fe e interés familiar

Por Lucila Inés Córdoba

En la actualidad el régimen legal vigente dispone que los cónyuges puedan optar
por su régimen patrimonial, entre el de comunidad de bienes o el de separación.
En el caso del régimen de separación, las disposiciones legales son claras en
cuanto no imponen prohibición alguna, excepto restricciones específicas en las que se
requiere el asentimiento conyugal para disponer de bienes indispensables para la
satisfacción de necesidades de la familia –art. 456 CCyC-. En cambio, en el caso del
régimen de comunidad de bienes, encontramos alguna contradicción normativa entre
las normas que regula los Contratos en General –art. 1002 CCyC- y las Disposiciones
Comunes a todos los Regímenes Legales del Matrimonio –art. 459 CCyC-. La primera
de las normas prohíbe la celebración de cualquier tipo de negocio jurídico entre los
cónyuges que se encuentran bajo el régimen de comunidad, y la última disposición
legal, regula en forma específica la posibilidad de la celebración del contrato de
mandato entre cónyuges.
Explica la doctrina, que “El art. 1002, inc. E), prohíbe la contratación entre
cónyuges. Esa disposición no puede abarcar los casos en los cuales los contratos estén
expresamente permitidos, como sucede en la hipótesis del mandato.” (Alterini, Jorge H.
(Dir. Gral.)- Basset, Ursula (Dir. Tomo), Código Civil y Comercial Comentado. Tratado
Exegético, TIII, p.214, La Ley, Buenos Aires, 2015). Por lo que podemos concluir que
el contrato entre cónyuges se encuentra permitido en la legislación actual.

Buena Fe y relaciones de familia.


La Buena Fe, es la cualidad más importante que debe primar en todos los
negocios jurídicos. Nos explica Gastaldi “que la buena fe no es exclusivamente una
pauta o regla de interpretación – como a veces parecería que se la quiere limitar- sino
que es un verdadero trasfondo del derecho, un principio básico del mismo, que debe
admitirse y reconocerse como supuesto de todo el ordenamiento jurídico. No puede
concebirse el derecho de mala fe”. (Gastaldi, José María en AA.VV., Tratado de la
Buena Fe en el Derecho, 1ra. Edición, 2da. Reimpresión, TI, p. 302/303, La Ley,
Buenos Aires, 2009). Al referirse el autor a los principios fundacionales del contrato –la
autonomía de la voluntad, la fuerza obligatoria de éste, y el efecto relativo-, explica que
estos deben enmarcarse necesariamente en aquel standard, que es la buena fe,
relacionándose estrechamente con ésta. Agrega que “De allí se ha sostenido con razón,
que el contrato tiene una concepción ética –además de una económica y una jurídica- y
a no dudar que aquella primera se origina en el principio de la buena fe. (ob. Cit. P. 306)

Expone la doctrina que “el principio general de la buena fe comprende la


obligación de obrar de todo hombre honesto, veraz y leal. En la terminología del
derecho romano, es la actitud del buen padre de familia. Es un principio general del
derecho y es de rigor aplicable a todos los contratos.” (Jurío, Mirta Luisa, en AA.VV.,
Tratado de la Buena Fe en el Derecho, 1ra. Edición, 2da. Reimpresión, TI, p. 472/473,
La Ley, Buenos Aires, 2009).

Considero que esta cuestión, como muchas aquellas que hacen a la intimidad y
costumbres familiares no pueden ser analizadas sino dentro de las situaciones jurídicas
en las que se enmarcan. Debe tenerse presente que la familia nuclear, es un conjunto de
personas, en las que cada integrante asume distintos roles, que se reparten las tareas
cotidianas y las que hacen a los actos de administración y conservación de sus bienes

No existe ninguna disposición legal que libere a un individuo por el hecho de


estar casado, de las responsabilidades que el incumplimiento de sus obligaciones podría
acarrear. “El régimen de responsabilidad civil resulta de aplicación a las relaciones de
familia en todo aquello que no encuentre limitación en norma expresa en contrario.”
(Córdoba, Marcos M., “Daños y familia”, La Ley 2016-A, BUENOS AIRES, argentina
- jueves 25 de febrero de 2016). La exigencia en el obrar de buena fe, cumpliendo con
lo formalmente expresado, como así también con todas las consecuencias que puedan
considerarse comprendidas en el convenio, es aún mayor en razón de la relación de
confianza que se presume entre las partes, y en la repercusión que su incumplimiento
pueda tener en la familia.

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