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Los Santos Inocentes es un libro escrito en prosa por el autor Miguel Delibes, el cual fue
publicado en el año 1981. Narra la historia de una familia de campesinos que se dedica a
trabajar para una familia adinerada; enfocándose en la diferencia de clases sociales. Es una de
las 100 mejores novelas en español del siglo XX.
Los Santos Inocentes es una novela en la que se muestra las condiciones de vida de una familia
campesina de escasos recursos que vive entre la miseria, además de trabajar para personas
déspotas y explotadoras. El primer libro o capítulo de esta obra habla sobre Azarías, un
hombre infantil que no tiene ninguna ocupación. Azarías trabajaba como criado de “señorito”,
a quien acompañaba a ir a cazar con sus amigos, para cargar las aves que estos conseguían.
La obra los Santos Inocentes de Miguel Delibes fue llevada a la gran pantalla en el año 1984, la
cual fue dirigida por Mario Camus, el mismo que se encargó de dirigir el audiovisual de La Forja
de un rebelde. A través de esta gran película se muestra como Paco y Régula junto con sus
hijos conforman una familia de campesinos, los cuales han sido sometidos a gran cantidad de
humillaciones y malos tratos únicamente por su posición social.
Paco “El bajo”: es un personaje muy servicial, quien se vuelve asistente del señorito Iván,
debido a su gran talento para la cacería. Es el esposo de Régula, un hombre honesto y
bondadoso, capaz de aceptar cualquier cosa para proteger a su familia.
Régula: es la hermana de Azarías y esposa de Paco, una mujer fuerte que siempre trata de
buscar lo mejor para el futuro de sus hijos y familia. Es una mujer sumisa que siempre está al
servicio de sus señores.
Iván: es el señor del cortijo, siente un gran cariño por Paco, y queda impresionado con su
habilidad con las aves y la cacería. Sin embargo es un hombre vanidoso y despectivo, a quien
no le importa la situación de las personas que trabajan para él.
“Debemos dejar que el tiempo venga por nosotros, en vez de estar luchando en su contra”.
“Tener la capacidad de escribir libros para niños es un don, no cualquiera lo puede hacer”.
“Una novela es una forma de explorar en el corazón del ser humano, debido a que la mayoría
de las veces es lo mismo, solo que contado de diferente manera”.
Los Santos Inocentes es una de las grandes obras de Miguel Delibes, la cual tiene como tema
principal la diferencia de clases sociales. El escritor relata la historia de una familia campesina
de bajos recursos que debe aguantar el yugo y sometimiento al que los tienen sometidos en su
trabajo. Luego de su publicación en el año 1981 la obra se convirtió en un gran éxito, siendo
incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX. También puedes ver
Memorias de Adriano
Comentario de Los santos inocentes
LIBRO PRIMERO….AZARIAS.
Cada uno de estos libros tiene como protagonista o centro de la acción uno de los integrantes
de la historia. Pero, en el conjunto, la obra guarda una unidad interna coherente.
Azarías. De 61 años (hermano de Régula) que va vestido siempre con la misma ropa.
Trabajaba en la finca la Jara pero su señor lo despidió por su falta de higiene, y es que tenía por
costumbre orinarse las manos para que no se le agrietaran por el frío, según él decía. Es un
retrasado mental que sin embargo es capaz de mostrar una afectividad especial con los
animales, parece que pueda comunicarse son ellos. Cría y adiestra aves, a las que siempre
llama Milana Bonita.
Azarías, desde su inocencia, producto de su retraso mental, es, en cambio, el único que se
atreve a desafiar al señorito Iván hasta el punto de acabar con él por su falta de sentimientos.
Es quizá el verdadero protagonista de la novela.
Paco el Bajo. El padre de familia, está totalmente sometido al señorito Iván. Acepta todas sus
humillaciones sin protestar y ante él parece que deja de ser persona y se convierte en un
perro. Y en cierto modo así es, puesto que termina haciendo el trabajo de perro de caza, lo
cual, como hemos visto, le lleva a quedarse cojo por un accidente y por la falta de humanidad
del dueño del cortijo.
Por otro lado, se podría pensar que Paco es un hombre inteligente que se adapta a las
circunstancias para sobrevivir.
El señorito Iván: Se presenta como una persona dictadora pues es capaz de anteponer su
afición por la caza a la salud de Paco, quien, por ello, queda cojo. No le importa la vida de sus
empleados y dispone de ellos a su antojo. Ni siquiera puede ser noble con el capataz, pues
llega a acostarse con su mujer en una ocasión incluso se fuga con ella. Pero el capataz es otro
oprimido en la cadena de humillaciones: el señorito lo humilla y él ejerce su autoridad sobre
los criados, pero todos en el fondo son víctimas de la injusticia social en que vivía el campo
español de aquellos años.
La señorita Miriam es la figura que hace de contraste con su madre: es rica pero con alguna
conciencia social.
Libro primero:
La narración se centra en Azarías, como se ha dicho un individuo con cierto retraso mental,
que trabaja para un “señorito” en el cortijo vecino. Limpia los coches, echa de comer los
perros y coge las presas cuando va de caza el señorito. Azarías tiene sus costumbres
peculiares, la principal: el orinarse las manos cada mañana para que no se le agrieten. También
el ir siempre acompañado de su milana bonita, un búho Gran Duque adiestrado. El libro
primero narra precisamente la muerte del búho que dejó muy triste a Azarías.
Libro segundo:
La familia de Paco se traslada a una casa para criados en la finca del señorito Ivan, y
abandonan la casa vieja en la “raya” es decir, el límite de la finca donde han estado viviendo
hasta ahora, un lugar aislado y alejado donde vivían en condiciones infrahumanas. Desde la
nueva casa Paco espera que sus hijos puedan ir al colegio, pero el señorito tiene otros planes.
Especialmente para Nieves, de 14 años, a la que mete de sirvienta en su casa. La niña es testigo
de la manera hipócrita y superficial en que viven los señoritos.
Nieves quiere hacer la comunión y se lo pide a su padre pero este necesita pedir permiso a los
dueños. Don Pedro (el capataz) se ríe cruelmente de la ocurrencia de la niña, le parece
inadmisible que unos pobres puedan pretender hacer la comunión. Este hecho es objeto de
constante burla hacia Nieves dentro de la casa.
Libro tercero:
Azarías es despedido por su dueño, por la costumbre de mearse en las manos y por otras cosas
sin sentido que hacía. Tiene que ir a vivir con Paco y su familia. Su hermana Régula (la mujer de
Paco) le insiste para que se lave y se cambie de camisa por lo menos una vez a la semana, pero
Azarías no lo hace, para él no tiene sentido lo que le dicen. Lo único que llama la atención de
Azarías es su nueva milana bonita, un grajo que ha criado y adiestrado. Se cierra el libro con la
milana respondiendo a la llamada de Azarías.
Libro cuarto:
Paco, además de su trabajo en la finca, es el “secretario” del señorito Iván, es decir, el que le
ayuda a encontrar los pájaros cuando van de caza. En este oficio es el mejor: tiene un olfato
más fino que un perro, nunca pierde una presa y sabe localizar donde pueden esconderse. En
las cacerías, Iván no deja de presumir de las habilidades de su secretario. Lo que le preocupa al
señorito es que Paco se va haciendo viejo y no va a tener sustituto porque su hijo no tiene ni
la habilidad ni el gusto por la caza de su padre.
En este libro también se toca el tema de la incultura popular y el nacionalismo estúpido con
este ejemplo: al finalizar la cena de una de las cacerías, Iván trata de demostrar a su invitado
francés que los pobres en España tienen más cultura que en Francia, para corroborarlo obliga a
los trabajadores de la finca a escribir su nombre en una servilleta (no está exenta de patetismo
y sátira esta muestra de “cultura” del pueblo llano).
Libro Quinto:
Paco se rompe la pierna y no podrá participar con el señorito en la gran cacería que se va a
celebrar. Tratan de sustituirlo con Quirce, su hijo, pero este ni sabe hacerlo como su padre ni le
es simpático a Iván. Finalmente, Paco, con la pierna rota tendrá que acompañarle, pero la
herida aún no ha curado y como era previsible a Paco se le vuelve a romper la pierna que le
quedará deformada para siempre.
Libro Sexto:
Finalmente, Paco no puede ir más de caza. Será Azarías el que le sustituye como ayudante del
señorito Iván. Pero como es un “inocente” se deja quitar las piezas cazadas por los ayudantes
de otros cazadores, no recuerda donde han caído y cosas así. Sin embargo Iván tiene que
resignarse con entrenar a Azarías para el trabajo. En una de estas salidas de entrenamiento,
Iván no logra disparar a ningún ave, y cansado y enfadado dispara a la milana bonita de
Azarías a la que mata.
Azarías al día siguiente se vengará de la crueldad del señorito preparándole una trampa mortal
en medio del monte.
3. ESTRUCTURA
4. Tema principal
La educación en las zonas rurales. Paco y su mujer Régula se esfuerzan por darle una
educación a sus hijos pues confían en que la educación los libere y les de una vida diferente a
la que han tenido ellos. Hay varios momentos en la novela que se ocupan del tema: cuando
paco enseña a leer a Nieves, la humillación que sufren los labradores cuando son obligados a
firmar en una servilleta en el libro cuarto, etc.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Nieves no consigue ir a la escuela, de niña no tuvo
ocasión y cuando empieza a crecer la ponen de criada en la casa de los marqueses. Quirce es la
última esperanza de recibir alguna formación.
La educación religiosa. Guía la conducta de los más humildes, pero en los años en los que se
ambienta la novela algo empieza a cambiar. Coincide con el concilio Vaticano II en el que se
probaron medidas para hacer una sociedad más justa desde la moralidad católica con una
mayor sensibilidad por los más necesitados.
Los contenidos cercanos a lo irracional y lo mágico. Se centran en Azarías, alguien con una
importante deficiencia psíquica y que, sin embargo, es capaz de comunicarse con los animales
de un modo casi mágico. Tiene un sentido especial para adiestrar pájaros, con lo que habla y
que parecen entenderle.
5. Estilo
La novela está narrada en tercera persona. El narrador no es omnisciente sino más bien
testigo, se muestra muy cercano a los hechos que narra, además de tomar partido en la obra
por los más débiles… por los santos inocentes.
En cuanto al léxico destaca la variedad de registros y en especial el empleo del léxico rural que
hacen de la novela una obra, a veces, difícil de leer (y sobre todo de traducir). Algunos rasgos
del léxico empleado son:
– Frases hechas: sacar las uñas, dicho y hecho, helar la sangre, ser un don nadie, calentar la
sangre, etc.
– Onomástica: nombres poco usuales en la ciudad como Rogelio, Régula, Azarías y el apodo
acompañando a los nombres menos raros Paco, el Bajo,
– Dentro del habla vulgar de la zona rural destacan el cambio de orden de los pronombres (no
me se agrieten), la anteposición del artículo al nombre propio (la Régula),
– Vocabulario específico de la flora, la fauna, los accidentes del terreno, las tareas del campo.
6. Interpretación.
Debemos fiarnos de las palabras del propio autor a la hora de interpretar la novela. Decía
Delibes en 1985:
“La situación de sumisión e injusticia que el libro plantea, propia de los años sesenta, y la
subsiguiente” rebelión del inocente han inducido a algunos a atribuir a la novela una
motivación política, cosa que no es cierta. No hay política en este libro. Sucede, simplemente,
que este problema de vasallaje y entrega resignada de los humildes subleva tanto –por no
decir más- a una conciencia cristiana como a un militante marxista. Afortunadamente, creo,
estas reminiscencias feudales van poco a poco quedando atrás en nuestra historia.”
Desde este planteamiento, la novela, aunque tiene apariencia de estar en la línea del realismo
social, es más bien una novela realista a secas. Es decir, trata de mostrar un pedazo de historia
representativa de miles y miles de campesinos que sufrían vejaciones e injusticias en el campo
español de los años 60.
El autor, evidentemente, tomo partido por los indefensos, los pobres, los santos inocentes a
los que hace alusión el título.
ANTOLOGÍA
Libro segundo Paco, el Bajo
(…) porque Paco, el Bajo, al decir del señorito Iván, tenía la nariz más fina que un pointer[1],
que venteaba[1] de largo, y en efecto, no había transcurrido un cuarto de hora, cuando se
presentó en la Raya, Crespo, el Guarda Mayor,
y Paco,
y ¿eso?,
que Crespo,
ahora la Nieves nos entrará en la escuela y Dios sabe dónde puede llegar con lo espabilada[1]
que es,
y la Régula,
ae, ya veremos,
y; desde su altura majestuosa, añadía Paco, el Bajo,
los muchachos ya te tienen edad de trabajar, serán una ayuda para la casa,
y la Régula,
ae, ya veremos,
Paco, has de cegar a todos los palomos, ¿oyes? con los dichosos capirotes[1] entra la luz
y los animales no cumplen,
y así un día y otro hasta que una tarde, al cabo de semana y media de salir al campo, según
descendía Paco, el Bajo, de una gigantesca encina, le falló la pierna dormida y cayó,
despatarrado[1], como un fardo[1], dos metros delante del señorito Iván, y el señorito Iván,
alarmado, pegó un respingo[1],
pero Paco, el Bajo, ni podía responder, que el golpe en el pecho le dejó como sin resuello[1] y,
tan sólo, se señalaba la pierna derecha con insistencia,
decía el señorito Iván, y trataba de ayudar a Paco, el Bajo, a ponerse de pie, pero Paco, el Bajo,
cuando, al fin pudo articular palabra, dijo, recostado en el tronco de la encina,
¿que no te tiene? ¡anda!, no me seas aprensivo[1], Paco, si la dejas enfriar va a ser peor,
y el señorito Iván,
y Paco, el Bajo, desde el suelo, sintiéndose íntimamente culpable, sugirió para aplacarle[1],
y; sin aguardar respuesta, elevó al cielo su rostro transfigurado[1] y gritó haciendo bocina con
las manos,
¡quiá!
y, repentinamente, ante el asombro del señorito Iván, una grajeta se desgajó[1] del enorme
bando y picó en vertical, sobre ellos, en vuelo tan vertiginoso[1] y tentador, que el señorito
Iván, se armó, aculató[1] la escopeta y la tomó los puntos, de arriba abajo
pero el señorito Iván notaba en la mejilla derecha la dura caricia de la culata[1], y notaba,
aguijoneándole[1], la represión de la mañana y notaba, asimismo estimulándole, la dificultad
del tiro de arriba abajo, en vertical y, aunque oyó claramente la voz implorante[1] del Azarías,
(…)
bobalicona[1] sonrisa, pero todavía el señorito Iván, o las piernas del señorito Iván,
experimentaron unas convulsiones[1] extrañas, unos espasmos electrizados, como si se
arrancaran a bailar por su cuenta y su cuerpo penduleó[1] un rato en el vacío hasta que, al
cabo, quedó inmóvil, la barbilla en lo alto del pecho, los ojos desorbitados, los brazos
desmayados a lo largo del cuerpo, mientras Azarías, arriba, mascaba[1] salivilla y reía
bobamente al cielo, a la nada,
y, en ese instante, un apretado bando de zuritas batió el aire rasando[1]la copa de la encina en
que se ocultaba.
VIDA Y OBRA DEL AUTOR
Miguel Delibes Setién ocupa un lugar sobresaliente entre los escritores españoles del siglo XX.
Nació en Valladolid 1920. Novelista español. Poseedor de un estilo vigoroso y expresivo y de
un gran dominio del idioma, no exento de notas irónicas en su descripción de los idiomas
provincianos. En 1947 obtuvo el Premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada. Entre sus
obras cabe señalar Mi idolatrado hijo Sissí (1952), Diario de un cazador (1955), Siestas con
viento sur (1959), Las ratas (1962), El libro de caza menor (1964), Viejas historias de Castilla la
Vieja (1964), Cinco horas con Mario (1966), Parábola del náufrago (1969), Las guerras de
nuestros antepasados (1975), El disputado voto del señor Cayo (1978), Los Santos Inocentes
(1981), Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (1983) y sus últimas obras son Señora de
rojo con fondo gris, El último coto, Diario de un jubilado, He dicho y El hereje, por el que
recibió el Premio Nacional de Narrativa 1999. Elegido en 1973 miembro de la Real Academia
Española. Premio Cervantes en 1992.
Además de periodista y articulista, es sobre todo un narrador con una obra publicada
amplísima, reconocida con los principales premios literarios del ámbito de la lengua castellana.
La precisión de su prosa y el amplio abanico de los temas de su escritura - Castilla y sus gentes,
la caza y la pesca, el mundo de la infancia y la visión de la muerte, la atención a los seres
desvalidos - lo convierten en uno de los maestros indiscutibles de la lengua castellana.
GENERO
“Los Santos Inocentes” es un libro escrito en prosa, con una extraordinaria forma de narración,
que a simple vista puede resultar simple y vulgar, pero demuestra tener un buen lenguaje.
Formas de narración
Los diálogos no son iniciados por un guión, como es costumbre en la libros modernos. Aunque
sus diálogos son simples y fáciles de entender, y normalmente son cortos y están escritos en
estilo directo.
Las descripciones son muy claras y suelen ser de la forma de vestir y el físico, solo remarcando
esos detalles característicos de algún personaje importante.
Este libro carece de monólogos interiores.
RESUMEN
Con el fondo de los poderosos encarnados en el "señorito" Iván y su afiebrada pasión por la
cinegética y por la casquivana mujer del Périto don Pedro, pelele desdichado, casi un sirviente
más dentro de la jerarquía establecida, quedan casi determinados los límites de los que
mandan. Los que obedecen y sirven, conforman una familia cuyos miembros se encuentran
sometidos a condiciones de un mundo medieval. Paco " el bajo", reducido a la condición de
lebrel, ubicando con su olfato las piezas abatidas por el iracundo "señorito", insoportable
triunfador en las competencias con sus amigos de cacería. Nieves, vivaz y despierta, puesta a
servir en plena adolescencia; Régula, igualmente destinada a la servidumbre, madre de esta
última y de Charito " la niña chica", idiota y deforme criatura, que comparte algún atisbo de
ternura con Azarías, el agregado hermano de Régula, ignorante y retrasado mental, entregado
a la primitiva sustancia de la resignación que canaliza en su grajo domesticado, único motivo
por el que llega a justificar su propia existencia.
En estas partes nos habla de Azarias, de su forma de ser y de como quería él a la milana.
Mientras, Paco el Bajo y toda su familia tienen que cambiarse a otro lugar por ordenes de los
“señoritos”. El cambio de casa implica nuevos quehaceres. En la segunda parte también
muestra como Paco intenta que sus hijos se ilustren para que salgan de la pobreza. El Azarías
es despedido y se marcha a vivir con la Régula, su hermana. También, Pedro vive con los
problemas de una mujer que es exuberante cuando esta el señorito Iván.
Con el tiempo, el Azarías resulta un engorro para los del cortijo ya que lo hace en cualquier
rincón y lugar, hasta que a Paco se le ocurre la idea de llevarlo al campo para que orine y haga
sus necesidades allí.
Paco se hace secretario del señorito Iván, el cuál le tiene mucho aprecio ya que le es muy útil
en las cacerías. Paco se siente orgulloso de poder tener confianza y ser su secretario, y de que
su amo cuente con él para todas las cazas y batidas. Hasta el señor Iván presume del olfato de
su secretario y de su destreza. Los amos del cortijo también hacen uso de los sirvientes para
mostrar a sus invitados de que ellos saben escribir. La llegada de la Marquesa es una falsa
alegría para los del cortijo, ya que ella les paga con monedas para que celebren su llegada.
Llegada la época de caza, el Iván y Paco van y vienen ya que pronto llegará el día en se batan
varias personas representativas. Pero Paco es mayor y sufre una accidente, cae de un árbol
donde había el reclamo de pájaros. Sufre un esguince que lo tendrá en reposo durante mucho
tiempo, y eso exaspera a Iván ya que le necesita para la batida. Desesperado intenta probar
con varios miembros de la familia de Paco, pero eso le resulta insuficiente. Así que el día de la
batida, se lleva a Paco sin pensar que puede causarle un mal mayor. En la batida, Paco no
puede evitar volver a torzerse el pie, cosa que lo dejará marcado para siempre.
Desenlace:
Tras lo ocurrido con Paco, Iván no tiene mas solución que llevarse a Azarías de caza. La caza no
ha resultado muy buena y Iván se enfada por momentos y no saber como desahogarse, hasta
que llegada la tarde y de vuelta a la Casa, aparece la urraca que ha criado el Azarías. En un
momento de ira irremediable y sin pensar en el Azarías, dispara a la urraca que resulta una
muerte chocante para su sirviente.
Tras aquello, vuelven a salir de caza, pero Azarías esta distante y callado. No dice palabra y se
muestra serio. El señor Iván intenta tranquilizar la situación ya que ha oído que hay bandadas
merodeando por cierta zona. El Azarías sube al árbol, como es costumbre para preparar el
reclamo de aves, cuando de pronto hace caer un nudo en el cuello de su señor y de ahí estira y
hace así una horca que acaba con la vida del señor.
Ordenación:
Espacio:
Todo ocurre en un cortijo en Extremadura. En una tierra fría y sin vida, donde existe un paisaje
extenso pero que no da ningún otro tipo de sensación que el de la tristeza y el de la nostalgia,
y a su vez la resignación a la vida que tenían los personajes.
Tiempo:
El tiempo en el que transcurre parece ser de las postguerra ya que todavía existen los
“señores” y sus cortijos, con sus criados casi como esclavos. Pero hay muestras de que el
tiempo no es lejano del presente ya que hablan de coches, de armas y de ciertas ciudades.
Contexto sociocultural:
Es una ambiente rural, con costumbres muy pasadas como es la de orinarse las manos para
que no se agrieten. La clase social de los sirvientes no es similar a la clase trabajadora actual,
tienen un lenguaje humilde.
En cambio, los señores son personas que tienen sus fiestas y reuniones, y su honor. Viven una
vida de relaciones sociales y de intereses propios. Una observación es la caza, ya que
solamente la practican los “señores” y nadie más.
Aspecto lingüístico:
No aparecen tecnicismos ni neologismos. Utiliza una jerga rural, de pueblo cuando hablan los
sirvientes. Aunque cuando hablan los señores suelen ser palabras con significado peyorativo.
Tiene un buen uso de la lengua castellana pese a que puede parecer muy simple.
PERSONAJES
Azarías: Es un hombre sin crueldad y que con sus palabras al decir “milana bonita, milana
bonita” marca un ritmo a la historia. Es hermano de Régula, y trabajaba en la Jara pero lo
echaron de allí. Tiene setenta y un años, pero él siempre dice tener “uno mas que su señorito”.
Viste siempre con la misma ropa, con los pantalones de pana por las corvas, la bragueta sin
botones, y con los pies descalzos. Con su boca desdentada decía cosas ininteligibles y a veces
parecía masticar la nada. Tenía por costumbre orinarse las manos para que no se le agrietaran
por el frío. Tiene un amor extraordinario a los pájaros que va cuidando, también tiene una
extraña afectividad a la Niña Chica.
Paco el Bajo: Es el Guarda Mayor del cortijo, pero con el tiempo se convierte en el secretario
del señorito Iván. Esta casado con Régula, y es un hombre compasivo y que se deja hacer. Es
un hombre sencillo, servicial y obediente. Hace todo lo que se le ordene sin contrariar.
Régula: Es la mujer de Paco y la hermana de Azarías. Es una mujer fuerte y desea que sus hijos
tengan un futuro mejor que el que le ha tocado a ella. Es también obediente y tiene muy claro
lo de “ver, oír y callar” ya que eso le puede costar muy claro, todo lo que diga en el cortijo.
Nieves: Es una niña callada y observadora. Trabaja en casa de Pedro el Périto para la mujer de
éste. Ella desearía poder hacer la comunión, pero todos se ríen de ella. En el fondo, al igual que
su hermano el Quirze, se avergüenza de lo que les ocurre a sus padres.
Quirze: Es un chico callado e introvertido. Él ve como son tratados sus padres por los “señores”
pero no dice nada al respecto. Tuvo que hacer de sustituto de su padre al acompañar al señor
Iván de caza durante poco tiempo.
Charito, la Niña Chica: Es la mayor de todos pero nació deforme. No puede hablar ni moverse,
pero sus gritos parecen alaridos aterradores. Tienen una unión con su tío Azarías, quizás
porque los dos son los “santos inocentes” a los que llama el señor Delibes.
Iván: Es el señorito del cortijo. Tiene cierto aprecio al Paco, pero por su olfato y su destreza en
la caza, por eso le nombró su secretario. Es el hijo de la Marquesa y tiene especial atención por
Pura, la señora de Pedro el Périto. Es egoísta y ruin, solo piensa en su bienestar y en su imagen
social. Por ello no le importa llevarse a Paco, aún a riesgo de hacerse mas daño, el día en que
van a una batida gente representativa.
Pedro el Périto: Su clase es superior a la de Paco, pero aún así esta a merced del señor Iván,
por lo tanto tiene que callarse cuando ve como su mujer y el señorito flirtean. Es un hombre
sin remedio, un pelele acabado. Es un hombre desdichado casado con una mujer que no le
quiere el más mínimo. Se exalta y se pone nervioso, pero luego acaba llorando.
Pura: Es la mujer de Pedro el Périto, pero tiene una atracción por el señor Iván. Es una mujer
exuberante y joven. Y le gusta provocar a su marido canturreando y contoneándose.
VALORACIÓN PERSONAL
Es un libro corto y no muy difícil de entender. Aunque es corto, la historia transmite todo el
sentimiento de cada uno de los personajes. Me ha gustado mucho, aunque para entender
cosas que actualmente no existen, me ayudé de la película.
Cuando vi el título, eso no me sugirió nada, más bien, pensaba que seria un libro espeso y lleno
de trama. Cuando lo ojee y vi algunos nombres sueltos por las páginas, ya no sabía de lo que
podría ir. A veces, pensaba que el título se ponía al antojo del escritor, sin motivo alguno, pero
en este libro no es asi. Delibes no enseña unas personas desdichadas, desgraciadas en la vida y
que actualmente son marginados, como estas personas son inocentes, que no tienen culpa de
ser como son. Cada uno tiene sus propios sentimientos y por eso son llevados a acciones
movidos por esos sentimientos, y el libro nos lo demuestra. Es curioso, y hasta simbólico, como
un retrasado como es el Azarías es que trae la justicia al cortijo al matar al cruel amo, el señor
Iván.
La explotación de las personas es un hecho, que por desgracia, todavía existe en tierras
españolas. A medida que lees el libro, ves esa explotación de los derechos de la persona y
almacenas dentro tuyo un pequeño sentimiento de ira. Quizás, por eso Delibes se la dedicó a
Felix Rodríguez de la Fuente.
. Miguel Delibes y la narrativa a partir de 1936
El arranque de la novela valiosa tras el fin de la Guerra Civil se inicia con la publicación de los
dos libros siguientes: La familia de Pascual Duarte, en 1942, obra de Camilo José Cela, y Nada,
de Carmen Laforet, publicada en 1944. En la primera novela, que se desarrolla en la
Extremadura rural de antes de la Guerra Civil y durante ella, su protagonista cuenta la historia
de su vida, en la que se presenta la violencia más cruda como única respuesta a los sinsabores
de su existencia. Este libro inaugura un nuevo estilo en la narrativa española, el llamado
“tremendismo”, en el que se muestra sin ambages la dureza de la realidad. La novela de
Carmen Laforet retrata el desengaño de la protagonista cuando se instala con unos familiares
en Barcelona y ofrece el desmoronamiento físico y moral de parte de la sociedad española en
los primeros años de la postguerra. Ambas obras pertenecen a la tendencia más importante
de los años cuarenta: la novela realista existencial, en la que hay que distinguir tres grandes
personalidades que seguirán publicando a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX: el ya
mencionado Camilo José Cela, Gonzalo Torrente Ballester y el vallisoletano Miguel Delibes.
Éste se da a conocer en 1948 al ganar el premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada,
narración impregnada de una angustia muy propia de aquellos tiempos: obsesión por la
muerte y la infelicidad.
En la década de los cincuenta predomina la llamada novela social. Los autores llevan cabo una
dura crítica de la injusticia y de la desigualdad de clases. Los protagonistas son individuos
representativos de la sociedad: obreros, campesinos, habitantes de los suburbios... El tema
principal es la propia sociedad española, caracterizada por la soledad individual y colectiva,
una soledad que es fruto de la desconexión entre pobres y ricos, campo y ciudad, y de la
división de los españoles a causa de la Guerra Civil. Hay dos títulos sobresalientes: La colmena
(1951), de Camilo José Cela, punto de partida de la novela social, que nos cuenta a través de
retazos la vida de múltiples personajes de Madrid durante los primeros años del franquismo y
fue considerada por el propio autor como “una crónica amarga de un tiempos amargo”, y El
Jarama (1955), de Rafael Sánchez Ferlosio, libro que inicia el llamado objetivismo o
neorrealismo, en el que escritor presenta la realidad sin emitir juicios de valor, sin permitirse
ninguna expansión sentimental o emotiva o sondear la psicología interna de los personajes, un
grupo de jóvenes que pasan un domingo de verano a las orillas del río Jarama. Otros autores
que escriben sus obras en este período son Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Carmen
Martin Gaite, Juan Goytisolo, etc. En este época Delibes escribe su libro que le lanzó a la fama,
El camino (1950), con la que inauguró un acercamiento a la vida rural, tema clave de toda su
producción. Posteriormente publicó Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955)
y La hoja roja (1959), obras en las que critica el comportamiento de los círculos burgueses.
Otra obra que se situaría dentro de la llamada novela social es Las ratas, de 1962, para algunos
su obra maestra, en la que combina el realismo crudo y el tono poético. Se trata de un
documento social de injusticia y denuncia: la situación geográfica del campo castellano y las
penalidades que padecen sus gentes. En la obra aparecen el hombre y el entorno enfrentados
en desigual trance: la frustración del hombre por la falta de horizonte social.
En los años sesenta, aunque persisten la crítica social y la preocupación por el ser humano, los
novelistas se centran más en el lenguaje que en la realidad. Prevalece la experimentación de
nuevas técnicas narrativas: el argumento pierde importancia, aparece la técnica del
contrapunto y del monólogo interior, el lenguaje es más barroco, aparecen nuevas formas de
puntuación y tipografía, el personaje siempre está en conflicto consigo mismo en la búsqueda
de su identidad o con el medio social que trata de destruirlo, etc. La obra más representativa
de este periodo es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, publicada en 1962. Los dos
títulos de Delibes que más se acercan a esta tendencia son Cinco horas con Mario (1966), largo
monólogo interior en de una mujer que vela a su marido muerto, y Parábola de un náufrago
(1969), relato simbólico y alucinante. Pero Delibes pronto abandonó la experimentación
lingüística y retornó al intimismo y el realismo minucioso de sus obras anteriores con El
príncipe destronado (1974), representación de los hábitos y el habla propia del mundo rural, y
Las guerras de los antepasados (1975), cuyo tema dominante es la violencia que rodea al
protagonista sin lograr hacer mella en su elemental y singular bondad.
Miguel Delibes publica varias novelas en el último cuarto del pasado siglo. Tanto en El
disputado voto del señor Cayo (1978) como en Los santos inocentes (1981) reivindica los
valores del mundo rural. Otras obras de los últimos años son las siguientes: Cartas de amor de
un sexagenario voluptuoso (1983), exploración de la soledad y el sentimiento amoroso de un
anciano; Mujer de rojo sobre fondo gris (1991), dedicada a su mujer; El hereje (1998), su
última obra, es de carácter histórico y en ella expone el conflicto religioso católico-protestante
en el Valladolid y norte de España del siglo XVI.
Los santos inocentes es una novela que consta de seis largos párrafos que constituyen cada
uno una secuencia o capítulo, a los que el autor llama “libros”. La razón de esta denominación
responde a que cada uno de ellos presenta independencia argumental. Cada unidad textual
funciona como una narración poemática autónoma, que no necesita de las otras cinco para
cobrar sentido pleno, pero que, sin embargo, adquiere una más cumplida significación como
parte integrante de la totalidad.
-En los tres primeros libros o capítulos («Azarías», «Paco, el Bajo», «La milana») son
presentados los personajes humildes (y también “humillados”), sobre todo los dos
principales, Azarías y Paco el Bajo, desde una doble perspectiva:
a) Social, a través de la cual resalta la miseria en que transcurre la vida de los oprimidos en el
injusto contexto social del latifundio y marcada por una especie de determinismo biológico
(subnormalidad) o histórico (pobreza) que les induce a la sumisión.
b) Existencial, que resalta la hombría de bien que, sin embargo, preside el comportamiento de
los oprimidos, los cuales se afanan en la búsqueda de calor humano (Azarías), o en intentar la
redención para sus hijos (Paco y su mujer, Régula, quieren que su hija reciba una educación,
único modo de escapar de su vida mísera en el cortijo). Sus ilusiones fracasan en un cuadro
marcado por la frustración.
El libro tercero dota de coherencia a las historias contadas en los dos primeros libros a través
de un engarce múltiple: entre personajes (Azarías se integra en la familia de Paco, el Bajo),
temático (el amor al prójimo entre los humildes), espacial (convivencia en un mismo cortijo),
etc.
- El perfil humano de los personajes, y especialmente del Azarías, eje sobre el que gira el
relato. Pero el autor muestra también su maestría al dibujar los caracteres de Paco, el Bajo, y
del señorito Iván a los que también cabe considerar como personajes de primer plano.
-El marco en el que sitúa los hechos. El cortijo es el universo espacial en el que ubica la historia.
Es un paisaje rico en matices que revela una estructura social semifeudal y arcaica, y también
una vinculación estrecha entre el ámbito y las vidas de los hombres que lo pueblan. El paisaje
es distinto para cada personaje, según sea amo o siervo. El cortijo pone de relieve una
situación injusta en la que “los inocentes” se llevan la peor parte. Para ello, el autor se detiene
en los elementos que lo conforman y en la relación de los personajes con aquél.
-El enfrentamiento de pasiones. Delibes enfrenta dos concepciones del mundo: la de los
señoritos, basada en el desprecio por la naturaleza y por los hombres, y la de los humildes,
fundada en la integración en el medio en que viven y en la nobleza de sus actitudes. Pero el
elemento vertebral de la historia es, como antes hemos apuntado, el dramático
enfrentamiento entre pasiones (pasión cinegética / pasión por la milana) que concluye en el
crimen final.
En Los santos inocentes (a partir de ahora LSI) se pueden distinguir dos grupos de personajes:
los pertenecientes a un grupo social alto y los personajes sometidos, los sirvientes, que son
unos pobres y humildes campesinos. En LSI no aparecen representantes de la clase media, a no
ser como sombras fugaces en segundo plano, como Manolo, el médico que actúa casi como un
servidor del señorito Iván, o los maestros, Lucas y Gabriel, que contrata la Marquesa para que
enseñen a leer a sus vasallos. En el Libro II -aunque se insinúa un poco en el Libro I- el
antagonismo se muestra en toda su crudeza: víctimas y victimarios, criados y amos,
poseedores y despojados. Paco, el Bajo, y su familia, como Dacio y Lupe o Facundo, todos
porqueros, forman el colectivo de víctimas de la injusticia y están caracterizados por rasgos
comunes de obediencia, autenticidad y solidaridad. En ellos no hay doblez ni disimulo, su
sumisión es absoluta y su concordia con la naturaleza innata. De un lado representan una
relación ecológica con el medio y, de otro, son ejemplo del cristiano amor al prójimo que se
preconizaba en el Concilio Vaticano II (las chungas a costa de Azarís carecen de maldad y no
hacen salvedad de lo dicho).
El grupo de personajes elevados o poderosos cuentan con un solo carácter bien perfilado, el
del señorito Iván, que en este Libro II ya comparece con su jactancia chulesca y su desprecio
por todo lo que no sea la satisfacción de sus caprichos (ser el mejor cazador, robarle la esposa
a Pedro o tener la última palabra en cualquier disputa). En Iván, Delibes ha quitaesenciado la
mentalidad del señorito franquista hasta rayar en la caricatura: ahí están su vanidad y su
cinismo, su prepotencia y su proteccionismo envilecedor. En él todo son defectos: desprecio
arrogante e insensible por el infortunio ajeno, ostentación de una hegemonía social y defensa
de una organización socioeconómica férreamente estamental que perpetúe un arriba y un
abajo comunicados tan sólo por la caridad de los de arriba y la servil domesticidad o sumisión
de los de abajo.
Delibes destaca la idea de que el latifundio, lugar donde se desarrolla la novela, favorece la
diferencia en el modo de vida entre propietarios y ricos. Los señoritos acuden al cortijo sólo de
vez en cuando para fiestas o cacerías. Viven habitualmente en la ciudad, despreocupados por
sus siervos, caracterizados por la baja calidad de vida, la pobreza, la falta de instrucción. Por
eso, en ocasiones, quedan sorprendidos cuando descubren su miseria (como le sucede a la
señorita Miriam). Gozan de la amistad de la nobleza y de los altos cargos políticos del régimen
de Franco (ministros, subsecretarios, etc.).
Pero el dato de mayor alcance social es, quizá, su arraigada conciencia de propiedad que se
extiende no sólo a la tierra, sino también a los hombres. El señorito Iván elige como secretario
a Paco, el Bajo, lo va puliendo para tal fin y, cuando va para viejo, se preocupa de buscarle
sustituto. Tras el accidente de Paco, el médico subraya esta convención: “ tú eres el amo de la
burra”. Tan arraigada tiene esta conciencia que no le importa humillar a su hombre de
confianza, don Pedro, arrebatándole su esposa.
Ciertos factores actúan como barreras, creadas por los que tiene el poder, para hacer
imposible el acercamiento entre opresores y oprimidos y la redención de los humildes. El más
importante es la falta de instrucción. La educación es concebida como una forma de caridad
por los señores, que, con ello, satisfacen su mala conciencia y no como una necesidad y un
derecho de las personas. Los señoritos creen que la cultura redime, pero consideran que es
cultura la mera alfabetización. Por otra parte, el concepto de religión que poseen los señoritos
constituye otra barrera para la redención de los humildes. La religión aparece como una
actividad ritual al servicio de los aristócratas y como una fiesta a la que no pueden asistir los
humildes. Cuando Nieves quiere hacer la Primera Comunión, todos los personajes elevados se
escandalizan. Unos aluden a su falta de preparación, pero otros culpan al Concilio Vaticano II
que les “malmete”. En este Concilio se está planteando un concepto del cristianismo menos
preocupado del contacto con el poder y más entregado al amor al prójimo, pero claro, como
dijimos arriba, es un amor que no se da entre los señores, que no tienen ninguna conciencia
social, solidaridad o sensibildad hacia los oprimidos. Sólo hay una excepción, la señorita
Miriam, evitando así el maniqueísmo total de la novela.
4. La naturaleza abierta
Los santos inocentes constituye la última obra de la trilogía rural de Delibes, de la que
también forman parte El camino y Las ratas. Dos son los factores comunes a las tres: el
personaje central del inocente, el amor y la vehemencia emocional con que Delibes defiende
la vida del campo, una especie de “Arcadia” no exenta de amenazas.
Delibes enfrenta en LSI dos modos de entender el mundo y dos concepciones de la relación
entre el hombre y la naturaleza, que se asimila a los personajes humildes de la novela. Los
criados, como las jaras o las palomas torcaces, forman parte indisociada de la naturaleza. Su
vida se ha desarrollado siempre en contacto directo con la tierra en una espontánea comunión
con el medio que les ha permitido entenderlo como nunca podrían hacerlo los amos. Azarías
lleva una vida absolutamente equiparada a la de los animales: alimenta sus pájaros, pela la
caza, corre el cárabo, hace sus necesidades a cielo abierto, abona las flores con los
excrementos y cuida de su sobrina como lo hace con el búho o la grajeta. Pese a su minusvalía
intelectual, Azarías tiene la facultad de comunicarse con los pájaros (primero con el búho,
luego con la grajeta). Paco, el Bajo, es como un perro de finísimo olfato, imprescindible para su
amo. Conoce sin titubeo el comportamiento agónico de un ave herida y ventea la caza mejor
que un perro. La Niña Chica lleva una vida menos sensitiva que los animales de la finca: no
siente, no reacciona… sólo emite alaridos desgarradores. Los personajes femeninos de la
familia de Azarías no se identifican tanto con la naturaleza, porque desarrollan su labor en
espacios cerrados. Es lo que ocurre a Régula y a Nieves, que no paran de trabajar en las labores
de la casa. A estos dos interesantes personajes, inteligentes y con visión práctica del mundo, se
les condena a vivir sin esperanza alguna en el progreso, porque la vida les cierra todos los
caminos de salida: Nieves no puede estudiar porque a don Pedro, el “Périto”, se le ha ocurrido
la idea de colocarla a servir como criada en su casa. Quirce es el único que parece adoptar una
postura distanciadora y levemente recelosa, pues en su mirada se vislumbra cierto rencor o,
cuando menos, un no “estar por la labor” de contentar los caprichos del señorito Iván.
Por el contrario, el vínculo de los señores (la Marquesa, Iván) con la naturaleza estriba en su
dominio y posesión. Es un vínculo agresivo que vulnera el equilibrio natural. Los señores
residen lejos, en la ciudad y acuden al campo sólo de tarde en tarde, para divertirse o controlar
las cosas: Iván va a cazar con sus sus amigos influyentes cuando llega la temporada de caza al
pasar las zuritas y las torcaces, hacia octubre, y la señora marquesa y la señorita Miriam van a
dar sus periódicas limosnas o a celebrar la primera comunión del señorito Carlos Alberto.
Mantienen distancia estamental insalvable que los hace inhumanos y no conocen el respeto a
la dignidad del inferior. Para la familia de Azarías y el resto de los campesinos, el campo es su
medio de subsistencia; cada uno se dedica a realizar sus tareas, que son tan variadas como
laboriosas y poco distinguidas.
En definitiva, Delibes enfrenta dos mundos antagónicos: el del orden natural, asociado con
la vida rural y el del caos y la necedad incomprensiva, asociado con la cultura urbana, de la que
son portadores los personajes elevados. Este enfrentamiento, no obstante, no se manifiesta en
la forma de un maniqueísmo rígido, en el que los hombres del campo representan todos y
siempre la bondad y la inocencia, y la civilización urbana, en su totalidad, las fuerzas del
deterioro y la destrucción. Aunque hay en toda la producción novelística de Delibes un
indudable sustrato ideológico en el que se polarizan estas dos actitudes, la que está en
consonancia con la naturaleza y la que la corrompe o la profana, en Los santos inocentes estas
actitudes se encuentran graduadas en tres personajes: Quirce, Pedro, el Périto, y Miriam.
Quirce, el hijo de Paco, se resiste a aceptar el fatalismo de su condición de pobre, de siervo, y
alimenta un rencor que sólo se expresa en su hosquedad. Pedro, el Périto, personaje bisagra
entre los vasallos y los amos, reúne en sí lo peor de cada estamento: como miembro de una
clase inferior, es vejado por Iván; y como miembro de una clase superior, abusa de la docilidad
de Régula y paco para explotar a la hija de éstos, Nieves. Por último, Miriam, la hija de la
Marquesa, manifiesta su consternación ante la miseria que rodea a los criados y sale en
defensa de la legítima aspiración de Nieves de comulgar.
La obra plantea como tema principal la situación de injusticia social que sufren unos
sirvientes por parte de sus señores. Los primeros son unos humildes y pobres campesinos,
inocentes y humillados, que acatan con total sumisión los abusos de la clase caciquil. Éstos, los
dueños de la tierra, los señores (representados por el señorito de La Jara y, sobre todo, por el
señorito Iván), aprovechándose de la incultura generalizada de las clases bajas y un sistema
socioeconómico basado en el latifundismo, ejercen de modo aberrante un caciquismo
extremo, explotador y egoísta.
El libro muestra la miserable vida de esos “inocentes”, que son Azarías, Paco el Bajo y los
suyos. Son degradados día a día por los opresores que los someten y carecen de todo: no
poseen la propiedad de la tierra ni de la casa donde habitan. Los sirvientes aceptan la caridad
de sus amos (la limosna de la señora Marquesa, o de Iván tras cada cacería) y se sienten
orgullosos de ser objeto de sus preferencias (caso de Paco, como secretario de Iván cuando
caza). Lo curioso es que la conciencia de propiedad y vasallaje, residuo de un antiguo y atroz
feudalismo, es asumida con toda naturalidad por los personajes. Así, frente a la arrogancia, la
chulería y el egoísmo del señorito Iván, que sólo tiene interés por la caza y su propia
satisfacción, los trabajadores del cortijo le ofrecen una lealtad sin límites y una obediencia
ciega. La sumisión de los humildes parece favorecida por la estructura cerrada del latifundio,
poco permeable a las influencias exteriores, y por la ignorancia en que, conscientemente, se
mantiene a los humildes.
Otro tema principal que aparece en la novela, estrechamente ligado a esa confrontación
entre señores y criados o injusticia social, es el de la educación de los desheredados, o mejor
dicho, el tema de la incultura y el analfabetismo. Los señores se aprovechan de la ignorancia
para mantener su situación privilegiada frente a los criados. Régula y Paco saben de la
importancia de escolarizar a sus hijos. Pero ellos tampoco podrán decidir sobre el futuro de sus
hijos, pues las esperanzas que tienen depositadas en su hija Nieves para que recibiera una
educación se esfuman cuando es obligada a servir en casa de don Pedro. Si los jóvenes no
pueden recibir una educación, única posibilidad de emancipación de la situación de
humillación crónica que viven, tampoco la reciben los adultos. La ignorancia de los campesinos
queda reflejada en un episodio humorístico que evoca Paco en el Libro segundo, cuando
vienen dos señoritos de Madrid para dar clases de alfabetización al concluir la jornada de
trabajo. Delibes vuelve a hablar de la educación en el Libro cuarto, donde Iván, para atajar las
críticas del embajador francés hacia el régimen franquista, se jactará del esfuerzo que ha
supuesto conseguir que los criados logren a duras penas escribir su nombre.
-La relación del hombre con la naturaleza. Este tema aparece como una extensión del papel
de cada uno en la sociedad: los ricos la explotan para su conveniencia (celebran fiestas, cazan)
y los trabajadores del cortijo deben convivir con ella para sobrevivir, algunos rozando la
brillantez, como ese magnífico olfato que tiene Paco el Bajo. Un ejemplo cruel del poco
respeto de Iván por la naturaleza aparece en el Libro quinto, cuando manda cegar a los
palomos que sirven de reclamo.
-El calor humano y el amor al prójimo. Azarías, por ejemplo, trata de hallar el calor humano
que le falta en el cortijo de La Jara yendo a casa de su hermana Régula, donde busca a los
muchachos y establece una relación especial con la Niña Chica, el ser humano a quien Azarías
dedica mayor ternura. Azarías suple también ese calor humano que le falta con el amor a la
naturaleza (muestra de ello son las salidas de Azaría en el encinar) y, sobre todo, muestra ese
amor, que se convierte en pasión, cuando Azarías encuentra en el búho (la segunda milana) la
cura a su soledad y falta de cariño. El amor al prójimo aparece, por ejemplo, cuando Azarías es
aceptado, tras ser despedido por el señorito de la Jara, en casa de su hermana, aunque sea
cierto engorro. Ese amor al prójimo sólo es posible entre los humildes, pero no entre los
señores. Por ejemplo, Iván obliga a Paco a que lo acompañe, estando cojo, como secretario de
caza a una batida, dándole igual que se quede inválido de por vida. La única vez que siente
cierta conciencia social por los humildes, la señorita Miriam, se queda espantada al ver a la
Niña Chica y escuchar sus berridos.
-La pasión por la caza. Dicha pasión la siente Iván desde pequeño y arraiga en él
progresivamente junto con su una arrogancia singular: se permite insultar a cuantos con él
compiten, grita a los secretarios vecinos, etc. Como toda pasión incontrolada, lleva al sujeto a
un estado psicológico que le hace proclive a abusar de sus semejantes -le da igual que Paco se
quede inválido de por vida con tal de que le acompañe como secretario de caza- sobre todo
de Paco, en el libro quinto- y de la naturaleza para satisfacerse. El enfrentamiento entre la
pasión desmedida por la caza que siente Iván y la pasión por la milana que siente Azarías
llevará al desenlace trágico, cuando éste último se venga del señorito por haberle matado la
milana.
-La insumisión. En el Libro quinto aparece dicha insumisión por parte de Quirce, único
personaje humilde que desafía de algún modo al señorito al acompañarle en la caza: no le hace
ningún comentario sobre las incidencias de la caza, no lo adula y, lo que más molesta a Iván, no
acepta su limosna al acabar la cacería. Esa silenciosa rebelión la comenta luego Iván ante sus
invitados, uno de los cuales, un ministro, comenta: “La crisis de autoridad afecta a todos los
niveles”.
- Otro temas. Como en otros libros de Delibes, aparecen también manifestaciones del
mundo de la infancia en personajes como la Niña Chica, Nieves o Azarías, y el tema de la
muerte, obsesión que se plasma de diferentes maneras en la obra, como en la muerte de las
milanas y en la muerte de Iván. En el Libro segundo aparece el tema de la imposible redención
de los inocentes: las esperanzas de Paco y Régula en una mejora de sus condiciones de vida al
trasladarse de un cortijo a otro enseguida se esfuman, así como la ilusión de que su hija Nieves
estudie, pues don Pedro, el opresor-oprimido, se la lleva para que sea su criada.
6. Los personajes
A medio camino entre ambos, los humillados y los señores, podríamos organizar un simbólico
grupo, formado por dos personajes de reacciones biológicamente muy primitivas (Azarías y la
Niña Chica, que se comportan de modo instintivo y maquinal) y los animales domesticados (la
“milana” primera, llamada también Gran Duque, que es un búho, y la segunda “milana”, que
es una grajeta o grajilla). Vamos a detenernos en los tres principales de cada grupo o
personajes de primer plano: Azarías, Paco el Bajo (por parte de los sirvientes campesinos) y el
señorito Iván (el personaje más desarrollado en la novela dentro del grupo de los señores).
AZARÍAS
Azarías es, junto a la Niña Chica, un “inocente”, es decir, un retrasado mental, un pobre
infeliz cuyos movimientos y afectos inspiran la ternura del lector, convirtiéndose en el
personaje más entrañable del libro y una de las figuras más completas de toda la novelística
de Delibes.
Es viejo (sesenta y un años) y está marginado entre los habitantes de los dos cortijos. No
tiene malicia y su comportamiento es tan natural e ingenuo que prácticamente viene a ser el
símbolo de la unión de lo instintivo con la naturaleza. Su afán es cuidar pájaros y su dedicación
más apasionada, la de domesticarlos y acariciarles el entrecejo mientras los arrulla con su
sempiterno estribillo “Milana bonita, milana bonita”. Azarías mantiene diálogos instintivos y
elementales con las milanas (“uuuuuuh” o “quiá”). En las milanas (la primera es un búho, la
segunda es una graja) encuentra Azarías la posibilidad de comunicación y agradecimiento que
no halla en los hombres.
Azarías va y viene a su antojo por el cortijo ante la benévola indiferencia del resto de
personajes. Su conducta es instintiva y mecánica. En el cortijo de La Jara hacía todos los días lo
mismo: lustraba el automóvil del señorito, quitaba los tapones de las válvulas de los
automóviles de los invitados, cuidaba de los cinco perros del cortijo, soltaba los pavos al
encinar, rascaba los aseladeros, regaba los geranios y el sauce, adecenta el tabuco del búho,
desplumaba la caza, se orinaba las manos, contaba los tapones de las válvulas, cuidaba del
Gran Duque (la primera milana) e iba a correr el cárabo.
PACO EL BAJO
Es el personaje más humillado y, al mismo tiempo, de los más admirados por el señorito
Iván. Y ello porque éste le obliga a comportarse como si fuera un perro eficaz e imprescindible
en las batidas de caza: es leal, obediente, agradecido, digno de alabanzas y consideraciones. El
aspecto de su conducta que más destaca es su sumisión. Paco asume de forma natural su
condición de siervo. Acepta la humillación que supone el aislamiento de estar cinco años en la
Raya de la de Abendújar; acepta resignadamente que su hija, Nieves, vaya a servir a casa de
Pedro, el “Périto”; acepta la humillación de las firmas ante el embajador francés; se ilusiona
con su cargo de “secretario”, con todo lo que ello conlleva: aptitud para la carga y la cobra,
pero también la obligación de adular al señorito Iván. Quizá la máxima expresión de su
sumisión está en las palabras con las que reconviene a Nieves cuando le dice que “en estos
asuntos de los señoritos, tú, oír, ver y callar”. Además de sumiso, es pacífico y resignado. Todo
lo acepta de buen grado y sin rechistar (“ae, a mandar, que para eso estamos”, es la respuesta
habitual que él o su esposa Régula dan ante cualquier requerimiento de los señoritos o de don
Pedro).
Tiene, sin embargo, aptitudes que son muestra de sabiduría e ingenio (olfato para la caza). A
ello une sus conocimientos del comportamiento de los animales. Comparte con el señorito
Iván la pasión por la caza, la excitación ante la llegada de muchos pájaros.
Posee, finalmente, detalles de indudable calidad humana. Desea con ilusión que sus hijos
alcancen un futuro mejor a través de la educación; pero no lo consigue: la Niña Chica, la
Nieves, que “tiene talento”, se pone a servir. Es, junto a la Régula, modelo de amor al prójimo,
que muestra, por ejemplo, en su actitud de comprensión y cariño hacia Azarías.
EL SEÑORITO IVÁN
El señorito Iván es el principal representante de la clase opresora, que degrada a los seres
humanos. Este presenta muchos rasgos negativos y es muy difícil hallar algún rasgo de
bondad. Es caprichoso, arbitrario y egoísta. Asume totalmente su condición de amo y no
permite que nadie pueda limitarla. Manifiesta una total ausencia de conciencia social hacia los
humildes.
Su pasión incontrolada por la caza supone un gran desprecio por la naturaleza. Antepone esta
pasión a todo: accidente de Paco, búsqueda de otro secretario, muerte de la grajeta. Su pasión
cinegética chocará con la pasión del inocente Azarías por su milana y conducirá a éste a
vengarse de Iván.
Destaca, finalmente, su conducta cínica, especialmente en sus devaneos con doña Purita, con
la que se relaciona de forma natural, como si tuviera derecho de uso sobre la esposa de su
hombre de confianza, al que en el colmo del cinismo le dice: “...tu frente está lisa como la
palma de la mano”, cuando es evidente lo contrario.
Son muchos más los personajes que aparecen. Rápidamente destacaremos los rasgos
principales de algunos, que se sitúan en un segundo plano:
-Régula es la mujer de Paco el Bajo. Trabajadora infatigable, viene a ser la conciencia social
de su familia frente a la irracionalidad despótica del señorito Iván. Quiere que su hija Nieves
vaya a la escuela, aconseja a sus hijos y se ocupa de una familia en la que dos de sus miembros
requieren una atención especial: Azarías (que no permite que vaya a un asilo, aunque suponga
un “engorro”) y su hija Charito, la Niña Chica.
-Quirce es símbolo de la insumisión. Cuando acompaña al señorito Iván a una batida de caza
no se muestra servil como su padre, casi no habla ni adula al señorito y, lo que más molesta a
éste, no acepta su limosna.
-La Niña Chica es otro de los personajes bien conseguidos. Su subnormalidad profunda queda
patente en la descripción de sus rasgos físicos, en su mudez o en que se ensucia con
frecuencia. Constituye la imagen más impresionantes de la degradación. Quizá lo que más
sobrecoge es su “berrido lastimero”.
7. El espacio y el tiempo
Delibes no concreta con exactitud el lugar ni el tiempo de la acción, pero por ciertas
referencias podemos concretar de modo aproximado el marco espacio-temporal de la novela.
Primero nos centraremos en el espacio y después hablaremos tanto del tiempo histórico como
del tiempo textual.
Si bien no se dice de modo exacto el lugar donde transcurre la novela, podemos determinar
que no parece sobrepasar los límites de Castilla, región en la que sitúa la gran mayoría de sus
narraciones. La razón estriba en el deseo de dibujar la realidad del latifundio, profundizando
en su organización social (amos y siervos). En la novela se nombra varias veces el cortijo,
espacio más característicos de otras regiones españolas: Andalucía y Extremadura. Por ciertos
topónimos, aunque algunos son inventados, y por la a detallada flora y fauna descritas
profusamente en la novela, se ha dicho que el lugar de la novela coincide con la del campo
extremeño, cercano a Portugal. En cualquier caso, la novela responde a un claro concepto de
realismo. Los dos cortijos que aparecen en la novela, el de La Jara (en el que sirve Azarias
durante muchos años de su vida) y el del Pilón (propiedad de la señora Marquesa, madre de
Iván, y en el que se desarrolla gran parte de la acción), están minuciosamente descritos,
mediante un léxico de gran precisión y profusión de detalles. El autor presta atención,
selectivamente, a aquellos elementos que permiten . expresar mejor la condición social de las
personas o muestran los vínculos entre los hombres y la naturaleza. El cortijo de la madre del
señorito Iván presenta dos zonas claramente diferenciadas: un gran espacio natural y, dentro
de él, una zona de viviendas. El primero se dedica a la agricultura, al pasto del ganado y,
fundamentalmente, al gran escenario de la caza. La zona de viviendas es una zona cerrada,
protegida por una tapia y un portón que debe abrir Régula; por esta razón hay que suponer
que la vivienda de Paco se halla muy cercana a la entrada. Junto a la tapia hay unos arriates
con geranios que abona Azarias. Cerca de la casa de Paco están los aseladeros (para las
gallinas) y el tabuco para las milanas. También hay en el cortijo una corra lada (espacio abierto)
en la que se reúnen los sirvientes para celebras la llegada de la señora Marquesa y que está
rodeada por las casas de pastores, gañanes, porqueros, guardas, apaleadores, etc. En el
interior del cortijo se hallan los tres edificios principales: la Casa Grande, vivienda de los
propietarios; la Casa de Arriba, en la que viven el encargado, don Pedro, y su esposa, doña
Purita; y una pequeña capilla en la que el obispo celebra la misa de la Primera Comunión. En
definitiva, el espacio tiene una gran importancia en la novela porque, aparte de ser un
elemento que dota de cohesión a los distintos episodios, y de transmitir una fuerte impresión
de realidad, revela la estructura jerárquica del latifundio. Por ejemplo, las viviendas de los
señoritos y del encargado del cortijo contrastan vivamente con la sencillez de la vivienda de
Paco, el Bajo; y más aún con la que tenia antes en la Raya, ..un chamizo blanco con emparrado
y somero cobertizo". Por último, hay que resaltar que el paisaje tiene una gran importancia
porque expresa una doble actitud del hombre ante la naturaleza: los inocentes se hallan
integrados en él, mientras que los señoritos lo degradas con sus abusos.
Respecto al tiempo, no existe, como dijimos arriba, una fecha explícita que indique el año en
que transcurre la novela. En el libro segundo, hallamos, sin embargo una referencia que
permite situar el momento histórico que se pretende plasmar. Al burlarse de que Nieves desee
hacer la Primera Comunión, el señorito Iván dice que la culpa no la tienen ellos sino »ese
dichoso Concilio que los malmete". Se refiere al Concilio Vaticano segundo que se celebró en
Roma durante tres años, de 1962 a 1965. Este detalle y otros, como el uso del tractor en las
tareas agrícolas, apuntan a que la mayor parte de los acontecimientos se sitúa en torno a los
primeros años sesenta. La novela pretende, en conjunto, demostrar la pervivencia, en tiempos
relativamente cercanos, de una sociedad arcaica y radicalmente injusta. Respecto al tiempo de
los acontecimientos, hay que decir que la parte dramática se produce en un tiempo
relativamente corto. Los dos accidentes de Paco, su sustitución por Azarías como secretario, la
muerte de la segunda milana y el asesinato de Iván, sucesos que ocupan los libros quinto y
sexto, corren en unas tres semanas aproximadamente. Es el tiempo que dura "la pasa de
palomas", fechas en las que el señorito se instala por dos semanas en el cortijo. Esos son los
hechos memorables del "último año" de la vida en el cortijo, pero el libro también pretende
hacer un recorrido por la vida de los personajes. y para ello muchas veces suele haber
desorden cronológico o retrocesos temporales, pues lo importante es acomodar el tiempo a
las vivencias y peripecias de los personajes. Es muy amplia la proporción de tiempo que se
dedica a Azarías y más reducido, pero no menos relevante, es el tiempo dedicado a Paco, el
Bajo. En otros personajes, el tiempo se concentra en hechos puntuales, como en la huida de la
mujer de Pedro.
-La novela está estructura en tres partes: las dos primera presentan una configuración
episódica (vida rutinaria de los personajes) y la tercera presenta una configuración dramática
(relato de los sucesos más importantes en los dos últimos libros o capítulos, donde sí se relata
de manera lineal y siguiendo el orden lógico-temporal de los acontecimientos).
IntroducciÛn: "Cuando leÌ Los santos inocentes pensÈ que era una excelente novela para llevar
al cine... La
potencia un magnÌfico guiÛn cinematogr·fico... Estoy seguro de que nadie podr· decir que la
pelÌcula no se parece en nada al texto original. Todo lo contrario, porque hemos mantenido el
inocentes a El dÌa de la bestia. Alfar. Sevilla, 1999. Cap. IV: "Los santos inocentes. Denuncia
Bajo; Francisco Rabal, a AzarÌas; Terele P·vez, a RÈgula; AgustÌn Gonz·lez, a don Pedro, el
"PÈrito", y; £gata Lys, Mary Carrillo y Juan
Diego, a los propietarios del cortijo. Alfredo Landa y Francisco Rabal recibieron el
nada despreciable cifra de 3.000.000 de euros. Los santos inocentes fue un Èxito del cine
·mbito acadÈmico. Los santos inocentes no fue, sin embargo, la ˙nica novela que se llevÛ al
BerlÌn de 1983 (Dirigido, nº 114, aÒo 1984. "Cannes 84. Los santos inocentes de Mario
p˙blico.
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Argumento
atender con suma disciplina a sus propietarios, desde que se instalan. Sin embargo, el
(los usufructuarios). Entre los propietarios, sobresale el "seÒorito" Iv·n, que se sirve,
arbitrariamente, del encargado del predio en su
ayudante en sus sesiones de caza recreativa, Paco el Bajo. Pedro est· casado con Pura, que
mantiene, por su parte una relaciÛn ad˙ltera con Iv·n. Paco y
por el primero como una relaciÛn de afecto, pero, desgraciadamente, para Iv·n, Paco no es
reconoce en el predio como "el PÈrito", sÛlo por el hecho de ostentar el m·ximo grado de la
su ira sobre cualquier miembro del servicio, ante la m·s leve falta de disciplina, y su
esposa, "la" RÈgula. Paco el Bajo es, adem·s, el "secretario" del "seÒorito" durante las batidas
propiedad como de las personas que la habitan, de forma totalmente arbitraria y se dirÌa que
ser·n: El "seÒorito" Iv·n. Paco el Bajo. AzarÌas. Un buen dÌa, el "seÒorito" reclama la
presencia
de Paco para acompaÒarle, como de costumbre, a una sesiÛn colectiva de caza. Todos se
familiar, e incluso de obligar a los suyos, mujer e hijos, a someterse a Iv·n, con una actitud tan
servil como la suya. Durante la caza, Paco, apostado en la rama de la copa de un ·rbol, desde la
que otea y reclama la atenciÛn de las
presas con la ayuda de un palomo ciego, como
incorporarse, por lo que acude al mÈdico, siempre, eso sÌ, en compaÒÌa de Iv·n, a quien
predio, pero protagonizar· la tragedia final. Iv·n, a falta de Paco, debe procurarse a un
caza del palomo. AsÌ que Iv·n, que desea saciar su avaricia en la caza, no duda en aceptar la
Paco, pero, a pesar de su torpe esfuerzo por complacer al "seÒorito", que hace caso omiso
de sus alaridos de dolor, m·s que justificados, por otra parte, acaba por quedarse tullido para
fÈmur, pero esta vez, el daÒo ser· irreversible. Iv·n llega a espetarle: -°Ya es mucha
imposible de sofocar. No dudar· en acompaÒar a Iv·n para consumar el plan que ha urdido en
cartuchos para matar a todo p·jaro viviente, AzarÌas deja caer una gruesa soga del ·rbol en
distinta extracciÛn, y con funciones exclusivasñ, acaban por desvelar, tras una tragedia, la
representaban a todo el territorio, sino tan sÛlo, a una parte: el dominio "caciquil", en el
campo, y el incipiente desarrollo industrial, en la
ciudad. El modelo que presenta el filme, reproduce a travÈs del cortijo, la asfixiante
sus criados. El sentido de propiedad de toda una finca se extiende, pues, a las personas que
la habitan. Por el contrario, la ciudad parece ser el ˙nico medio para escapar y prosperar que
instauraciÛn de la democracia, por primera vez en m·s de cuarenta aÒos. En efecto, en 1982
consolidar la industria del cine espaÒol, otorgando mayor preeminencia a las pelÌculas