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esta cultura de la que procede directamente nuestra cicndn y,

en gran medida, también nuestra propia religión?

A esta pregunta han dado tres tipos muy diferentes de res

puesta la escuela de mitología comparada, la escuela antropo

lógica inglesa y la escuela histórica filológica alemana. En los

seminarios que impartió en 1972-1973 en la Ecole Pratique des

Hautes-Etudes, Marcel Detienne se esforzó por situar estas tres

corrientes de pensamiento en la historia de las investigaciones

mitológicas. En lugar de seguir el curso de una demostración

que él mismo expondrá detalladamente mejor de lo que nosotros

podríamos hacer, me limitaré a recoger algunas conclusiones ya

formuladas por él en su artículo «Mythe et langage. De Max

Müller à Claude Lévi-Strauss».

A. Mito y lenguaje: la escuela de mitología comparada

Para Max Müller y la escuela de mitología comparada (en la

que se pueden incluir, entre los helenistas, Ludwig P reller22

y A. H. K rap p e23 en Alemania y Paul Decharme en Fran cia24

y cuya influencia se extiende bastante más allá de sus adeptos

declarados), el carácter absurdo e incongruente del mito se

explica como una especie de desviación, de perversión metafó

rica en el curso de la lengua, una excrecencia malsana aparecida

en su seno. La mitología es, esencialmente, un discurso patológi

co que se injerta y se desarrolla en el árbol del lenguaje, cuyo

tronco tiene sus raíces en la experiencia original de los grandes

fenómenos cósmicos como el retom o regular del sol o el es

tallido de la tempestad Μ. El trabajo del especialista en mitología


comparada consiste, pues, en buscar a través del dédalo de las

etimologías, de las evoluciones morfológicas y de las interferen

cias semánticas, los valores primeros, que, en las «raíces» de

la lengua, antes de que su sentido se obliterara, traducían el

contacto con la naturaleza. La explicación naturalista viene

así a relevar, o incluso a suplantar, el análisis del lenguaje. «Un

buen mitólogo, escribirá Paul Decharme, se reconoce más por

su sentimiento de la naturaleza que por su seguridad lingüís

tica»

22 L. Preller, Griechische Mythologie, 2 vols., 4." ed. por C. Robert,

Berlín, 1894.

23 A. H. Krappe, Mythologie universelle, París, 1930; La genèse des

mythes, París, 1938.

24 P. Decharme, Mythologie^de la Grèce antique, París, 1884.

25 A. Kuhn, Mythologische Studien, 1886.

“ Op. cit., p. 27.

192 Jean-Pierre Vernant

Para la escuela antropológica inglesa de E. B. Tylor y Andrew

Lang27 (en la que pueden incluirse J. F. F razer28 y, entre los

helenistas puros, J. E. Harrison, G. Murray, F. M. Comford y

A. B. Cook), el salvajismo de los mitos en las grandes culturas

históricas no puede provenir de una degeneración con respecto

a un estado anterior, mejor fundado y más razonable, de la

conciencia lingüística; antes al contrario, es testimonio de la

supervivencia en civilizaciones avanzadas de esa barbarie pri

mitiva de la que ciertos pueblos, que aún no han salido de ella,


nos ofrecen un modelo viviente. Las «extravagancias» mitológi

cas de los antiguos no corresponden tampoco a un desvarío en

el desarrollo de las lenguas, sino a un estadio en la evolución

social e intelectual de la humanidad, una etapa que todos los

pueblos han atravesado y en la que se encuentran detenidos

aquellos a los que se llama arcaicos. Vestigio del salvajismo,

y no ya «enfermedad del lenguaje», el mito puede definirse como

el estado salvaje del pensamiento. Ello conducirá a insistir en

los rasgos que distinguen este pensamiento salvaje de nuestra

inteligencia civilizada, a marcar entre las dos mentalidades una

distancia que se convertirá con L. Lévi-Bruhl en un auténtico

foso. Caracterizado, según Tylor, por el animismo y dominado,

según Frazer, por la magia simpática, el pensamiento salvaje es

finalmente relegado por el sociólogo francés a una especie de

ghetto y encerrado en el estadio «prelógico» como se interna en

su asilo al esquizofrénico cuyo delirio es en muchos aspectos

semejante a la mentalidad primitiva. Enteramente dominado

por la afectividad, desconocedor del principio de no contradic

ción, insensible a las secuencias causales, incapaz de distinguir

al sujeto del objeto, regido por una ley de participación que

asimila las cosas más diversas, el pensamiento salvaje que

Opera en el mito no es sólo diferente de nuestro sistema con

ceptual, sino que constituye, en cuanto prelógico y mítico, su

contrario, su reverso, de la misma manera que la demencia no

B. Mito y evolución social: la escuela antropológica inglesa

27 E. B. Tylor·, Primitive culture. Researches into the development of


mythology, philosophy, religion, language, art and custom, Londres, 1903.

A. Lang, La mythologie, trad, francesa de L. Parmentier, París, 1880; The

making of religion, Londres, 1909 (1.a éd., 1898).

2* J. G. Frazer, The golden bough. A study in magic and religion,

12 vols., Londres, 1911 1915 [La rama dorada. Magia y religión, México,

FCE, 1944. Trad, de la ed. abreviada, Londres, 1922].

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