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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA

DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

COLEGIO DE GEOGRAFÍA

UN NUEVO ORDEN GEOPOLÍTICO: IMPLICACIONES PARA


AMÉRICA LATINA ANTE LA DISPUTA DE RECURSOS
ESTRATÉGICOS

T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:

LICENCIADA EN GEOGRAFÍA

P R E S E N T A:

BLANCA DANIELA REZAGO FLORES

Proyecto PAPIIT “Una geopolítica crítica. Por una teoría y una praxis espacial negativa y
emancipatoria” IN303218

DIRECTOR DE TESIS:

DR. DAVID ISRAEL ALBERTO HERRERA SANTANA

Ciudad Universitaria, CD. MX., 2018


UNAM – Dirección General de Bibliotecas
Tesis Digitales
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respectivo titular de los Derechos de Autor.
Agradecimientos

Quiero extender un sincero agradecimiento a mis queridos padres, Blanca y Carlos.

A mi mamá, por todo el apoyo incondicional brindado, por ser una confidente, por todos
esos sabios consejos que me motivan a seguir y luchar por cumplir las metas fijadas, porque
siempre tiene las palabras adecuadas para alentarme cuando más lo necesito, porque
siempre está en la mejor disposición de acompañarme en cada experiencia de vida y por
todas esas enseñanzas que acertadamente he puesto en práctica y que en varias ocasiones
me hacen expresar: ¡Cuánta razón tenía mi mamá!

A mi papá por todo el apoyo desmedido que también sin condiciones me ha dado, por
interesarse en todo lo que acontece en la vida de sus hijos, por todas las lecciones y
consejos otorgados, por estar conmigo en las buenas situaciones y en las no tan buenas, por
su esfuerzo y entrega como padre.

A los dos, por su excelente ejemplo, por su gran labor y compromiso como padres, por
estar presentes y acompañarme e incluso animarme a dar cada paso aún cuando titubeo.
Ambos son seres llenos de cualidades y valores que admiro en demasía y estoy
enormemente agradecida por su invaluable apoyo y sacrificio. Sin ustedes, no habría
podido cumplir esta meta y otras tantas.

A mí querido hermano César, por todas las vivencias compartidas, por la complicidad
inherente a la hermandad, por todos esos momentos de charla, dicha, risas e incluso
disgustos, por esos instantes en qué agradezco tenerlo como hermano, por su confianza y su
fe en mí, por ser para mí su consanguinidad un regalo de la vida.

A Corina, por todo lo que compartimos, por la dolorosa enseñanza que me dejo su
ausencia simbolizando un antes y un después en mi vida.

A Coco, Katy y Harriet, porque con sus ingeniosidades me hacen vivir instantes de
grandiosa dicha, por todas la gratas sorpresas que día con día recibo de ustedes, por su

[2]
compañía y por los hermosos momentos que me han obsequiado. Sin imaginarse me han
enseñado tanto con sólo ser ustedes.

A Miguel, por estar presente en mi vida durante varios años, por acompañarme e
impulsarme a luchar por alcanzar mis sueños, por el amor brindado, por ser tan ocurrente y
hacerme reír, por la preciosa complicidad, por todo lo vivido, por siempre escucharme,
apoyarme y entenderme pacientemente.

A mi tía Ofelia y mi prima Sofía, por la orientación, los consejos y el soporte ofrecidos,
sobre todo en aquellos momentos que lucen difíciles.

También quiero agradecer a las lindas amistades:

A mi amiga Sammary por su sincera, sólida y muy valiosa amistad. Agradezco las
experiencias compartidas, su amistad fue clave para ir sorteando y disfrutando todos esos
momentos que caracterizan a la vida estudiantil, por todos los instantes vividos dentro y
fuera del aula, por los intereses afines y sobre todo por ser alguien muy especial para mí.

A mis otras amistades fraguadas en la licenciatura y siendo una tarea titánica nombrar a
cada buen compañero(a) y amigo(a), será suficiente con mencionar a: Perla, Andrea,
Karla, Miriam y Gaby a quienes agradezco por su valiosa amistad y por los instantes
compartidos a lo largo de la licenciatura. Sin duda, todos esos momentos de ocurrencia
infinita que nos hacía reír a carcajadas hizo sobrellavadera la vida estudiantil.

A mis dos amigas: Irais y Cinthia, por su amistad tan sui generis, por esas charlas que
debido a la falta de tiempo nunca llegan a su fin, por los bellos momentos, por todos los
intereses académicos y motivaciones compartidos, por su soporte y compañerismo.

Habiendo profesado mi gratitud hacia las personas referidas, prosigo a expresar mi


agradecimiento a:

El Dr. David Herrera Santana, por haber dirigido detalladamente la presente


investigación, por las enseñanzas y conocimientos transmitidos en el aula y durante mi vida
como tesista; su labor docente indiscutiblemente influyó en mis intereses y motivaciones
académico-profesionales. Asimismo le agradezco por siempre estar en la mejor disposición

[3]
de orientarme a lo largo de este proceso (y en general en el mundo de la investigación) por
su incuantificable y valioso apoyo, por las oportunidades otorgadas; pero sobre todo,
reconozco y aprecio la confianza depositada en mí.

El Dr. Fabián González Luna, por el soporte y las oportunidades brindadas, por las
enseñanzas, consejos y charlas y por su gran calidez. Estoy muy agradecida por la lectura y
revisión al presente trabajo de investigación. Sin duda sus reflexiones y planteamientos
sobre esta investigación fueron valiosos no sólo para la misma, sino también para ir
dilucidando los múltiples horizontes que se avizoran para continuar con la labor
investigativa.

El Mtro. Federico Saracho López, por su entera disposición de apoyarme, por su


orientación y por las enseñanzas y pláticas. Agradezco que se diera a la tarea de leer y
revisar esta tesis y a partir de ello realizar importantes observaciones, cuestionamientos y
planteamientos que me invitan a reflexionar en varios aspectos para dar continuidad a la
investigación en un futuro.

A los tres, por abrirme las puertas del Seminario Permanente sobre Espacialidad
Dominación y Violencia y por permitirme participar en los Proyectos de Investigación que
se llevan a cabo así como en las actividades que en el marco de los mimos se realizan.
Aprecio enormemente su consideración para conmigo, el aprendizaje que como parte de
este contexto he adquirido y sobre todo porque irrebatiblemente su labor como docentes e
investigadores está derivando en la construcción de un nicho importante en la Geografía del
Colegio.

A la Dra. María Pérez Martín y al Lic. Illie López Cisneros, por su gran disposición
para aceptar formar parte del sínodo y realizar valiosas aportaciones y sugerencias a la
presente investigación.

Quiero hacer una mención especial al Mtro. Jorge Enríquez Hernández, a quien le
agradezco lo aprendido en las aulas y sobre todo por confiar en mí y vincularme con la
Mtra. Irma Escamilla Herrera con quien estoy muy agradecida por su enorme y
constante disposición y apoyo para guiarme en el sendero de la investigación, por su
paciencia y su calidez, por sus valiosos consejos y enseñanzas para la vida diaria y la

[4]
profesional, así como por las oportunidades dadas confiando plenamente en mis
capacidades.

A la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, por el estímulo económico


otorgado durante mi colaboración en el Proyecto PAPIME PE302116: “Nuevas
perspectivas teórico-metodológicas en el estudio de la espacialidad desde una visión crítica:
acercamientos a los fenómenos de dominación y violencia”.

Asimismo quisiera expresar mi más sincero agradecimiento al Instituto de Geografía por


las becas dadas en el marco del programa “Iniciación a la Investigación” así como por los
cursos y capacitaciones otorgados, pero principalmente por brindarme la primera
oportunidad de acercarme a la investigación.

Finalmente expreso mi enorme gratitud a la Universidad Nacional Autónoma de México


por abrirme sus puertas a la educación media superior, primero a través de la Escuela
Nacional Preparatoria # 6 “Antonio Caso” y posteriormente a nivel universitario mediante
la Facultad de Filosofía y Letras. Mi más sincero agradecimiento a mi alma máter por
haberme otorgado la educación y la experiencia universitaria, por todo lo brindado y porque
todo lo vivido en sus inmediaciones fue fundamental en mi construcción como sujeto. Ser
parte de esta grandiosa universidad ha sido una de las más bellas experiencias de mi vida y
sin duda alguna mi agradecimiento es tan profundo que no encuentro las palabras
necesarias para profesarlo.

[5]
Índice
Introducción 9

Capítulo 1. Discusión teórica sobre sistemas-mundo, hegemonía, producción estratégica y recursos estratégicos

1.1. El Sistema-mundo como categoría de análisis

1.1.1. Acerca del análisis de sistemas-mundo 14

1.1.2. El Sistema-mundo moderno: un todo articulado 20

1.2. Sobre el concepto de Hegemonía

1.2.1. El estudio de la Hegemonía desde distintos enfoques 47

1.2.1.1. Las interpretaciones realistas: Teoría de estabilidad hegemónica y Teoría de transición del poder 47

1.2.1.2. Las interpretaciones sistémicas: Teoría de la economía- mundo y Teoría de los ciclos hegemónicos 54

1.2.1.3. Teorización gramsciana: entre el ejercicio de la coerción y la creación de consensos 60

1.2.1. La hegemonía global y sus dimensiones decisivas 63

1.3. Lo estratégico como sustento de la reproducción material global

1.3.1. La ideología y la producción de la Naturaleza en el proceso de objetivación de la materia como recurso 68

1.3.2. La Naturaleza objetivada como recurso estratégico 76

Capítulo 2. La transición hacia un nuevo orden geopolítico: cambios sustanciales en las relaciones mundiales y el
surgimiento de un nuevo patrón tecnoeconómico

2.1. Sistema-mundo y orden geopolítico de la Guerra Fría

2.1.1. Etapa de Contención 1946-1960 93

2.1.2. Etapa de Distención 1960-1980: el inicio de un camino hacia la transformación global 98

2.1.2.1. Crisis de acumulación y agotamiento del fordismo-keynesianismo como patrón tecnológico 100

2.1.2.2. Fin del sistema monetario Bretton Woods: la inconvertibilidad del dólar 104

2.1.2.3. Las crisis petroleras de 1973-1975 y 1978. ¡Ya no más petróleo barato! 107

2.1.2.4. Inestabilidad económica: los déficits gemelos, la subsecuente ola inflacionaria y el endeudamiento 113

2.1.2.5. La competencia intercapitalista incrementada 114

[6]
2.2. El fin de la Guerra Fría y la conformación de un nuevo orden geopolítico

2.2.1. Etapa de reactivación, 1980-1989: hacia el fin de la Guerra Fría 118

2.2.1.1. De la búsqueda por la reafirmación del liderazgo internacional al ocaso de la URSS 118

2.2.1.2. La implementación del neoliberalismo y la ejecución de ajustes estructurales en las economías 125
latinoamericanas

2.2.2. EE.UU. como el sujeto hegemónico en el orden geopolítico de posguerra 131

2.2.3. Revolución del paradigma tecnoeconómico: del patrón fordista-keynesianista al patron de acumulación 136
flexible

2.2.4. La década de los noventa: expansión y consolidación del modelo neoliberal 139

2.3. La inestabilidad en el nuevo orden geopolítico del siglo XXI

2.3.1. Entre el declive de la hegemonía capitalista y el declive relativo de la hegemonía estadounidense 154

2.3.2. Surgimiento y/o resurgimiento de nuevos centros de poder económico: profundización de la competencia 168
intercapitalista

2.3.3. El declive relativo del sujeto hegemónico: ¿hacia un nuevo orden? 172

Capítulo 3. ¿América Latina como reserva estratégica global?: implicaciones geopolíticas

3.1. Los recursos estratégicos del paradigma tecnoeconómico actual y el paisaje de conflictividad inherente

3.1.1 La objetivación de los recursos estratégicos: los minerales y el petróleo como elementos vitales 177

3.1.2. El rol asignado a América Latina a partir de la objetivación de recursos estratégicos desde la perspectiva 206
del sujeto hegemónico y los nuevos centros de poder económico

3.2. América Latina y la disputa por recursos estratégicos: ¿a qué retos se enfrenta?

3.2.1. Reprimarización de algunas economías latinoamericanas: la perpetuidad de la dependencia estructural 210

3.2.1.1. Continuidad del modelo primario exportador 210

3.2.1.2. Reprimarización 215

3.2.2. Profundización y ampliación del despliegue espacial militar estadounidense 227

3.2.2.1. La Estrategia de Dominación de Espectro Completo: la situación de guerra permanente y la 227


diversificación de las modalidades de intervención del sujeto hegemónico

3.2.2.2. América Latina dentro de la Estrategia de Dominación de Espectro Completo 233

[7]
3.2.2.3. Militarización de América Latina: disuadiendo la “ingobernabilidad” y promoviendo la democracia 234

3.2.2.3.1. Plan Colombia (PC) 242

3.2.2.3.2. Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y Plan Puebla 243
Panamá (PPP)

3.2.2.3.3. Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) 244

3.2.2.3.4. Iniciativa Mérida (IM) 245

3.2.2.3.5. Iniciativa de Seguridad Regional del Centro América (CARSI) 248

3.2.2.3.6. Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI) 249

3.2.2.3.7. Combatiendo las amenazas en América Latina 251

3.2.3. Redefinición de la relación EE.UU.-América Latina 256

Reflexiones finales 271

Fuentes 282

[8]
Introducción

A partir de la década de los setenta, una serie de acontecimientos (crisis petroleras,


agotamiento del paradigma tecnoeconómico, déficits gemelos e inestabilidad económica,
competencia intercapitalista) condujeron a interpretaciones que en su momento harían
pensar en una situación de crisis hegemónica. Esta serie de interpretaciones se reforzarían
con la falta de reacción de EE.UU. por solventar los problemas económicos y financieros
que le aquejaban y la constante profundización de la competencia intercapitalista, siendo
uno de sus saldos la pérdida de competitividad de las empresas norteamericanas y el
inherente cuestionamiento a su liderazgo en los asuntos mundiales, pero sobre todo, a su
prosperidad económica y al “americanway of life”, dos fundamentos clave de su
hegemonía.

Frente a esta situación, en la década de los ochenta EE.UU., en un intento por salvaguardar
su calidad hegemónica, ve en la implementación del neoliberalismo una medida de
recomponer su liderazgo. Aunque durante los primeros años la medida parecía no solventar
los efectos de los sucesos ocurridos en la década de los setenta y que para ese momento aún
se dejaban padecer, la situación sería distinta en los felices noventa; década en la que el
“éxito” de la medida de reestructuración hegemónica se materializaría en bonanza
económica. Justo esa situación vendría a plantear que aquella crisis hegemónica avizorada
sólo había sido un declive relativo de sus capacidades económicas y financieras.

No obstante, entre las múltiples consecuencias, el neoliberalismo haría más acuciada la


competencia intercapitalista; situación sumamente contraproducente para el sujeto
hegemónico (EE.UU.) -más adelante será explicitada esta categoría de análisis-, que
nuevamente, a finales de la década de los noventa, vería deterioradas sus capacidades
económicas.

Derivado de la competencia intercapitalista incrementada, surgirían nuevos centros de


poder económico, que se anexarían a los existentes (EE.UU., Japón y Alemania), y que

[9]
tendrían ambiciosas pretensiones. Es bajo este contexto que la disputa entre capitales
comienza a presentarse en el rubro tecnológico, pero también en todos los ámbitos que
hacen posible la superioridad tecnológica -en tanto que es la esencia de la hegemonía
económica y ésta es a su vez una vía de acceso, pero no la única, a la hegemonía global-.

Así, en este nuevo orden geopolítico, la autosuficiencia de materias estratégicas


demandadas por las tecnologías de punta adquiere suma relevancia. Por ello, la mirada se
dirige hacia territorios con valiosos yacimientos de tales; de ahí que EE.UU. haya re-
direccionado su atención hacia América Latina, una región sobre la cual históricamente ha
proclamado un uso exclusivo para sí. Evidentemente el vuelco de su atención está
estrechamente vinculado con el descalabro propinado por su intervención en Irak y Medio
Oriente.

Empero, la dinámica y el contexto latinoamericano ha ido cambiando, una clara expresión


de ello es la mano invisible, cada vez más tangible por cierto, de los nuevos centros de
poder económico (China y Rusia son algunos de ellos) en América Latina, quienes buscan
establecer asociaciones estratégicas con la región, sobre todo en asuntos relacionados con
los recursos estratégicos; pues es bien sabido por ellos que la región dispone de cuantiosas
reservas de recursos estratégicos que incluso por su vastedad pudieran hacer pensar en la
infinitud de los mismos y que además son concebidos como un espacio vital para la
reproducción del capital. Claro está que el interés de otros actores en la región también está
inscrito en una ofensiva directa contra el sujeto hegemónico quien, luego del desgaste
estratégico que, en palabras de John Saxe, le ha representado la guerra contra Irak, ha
dejado en claro su interés en aquellas regiones que le requieren invertir esfuerzos “no tan
mayores”.

Todo lo anterior apunta hacia un panorama de conflictividad agravado y que se va


complejizando más y más. En ese sentido, América Latina se convierte en objeto de disputa
intercapitalista; lo que invita a cuestionar cuáles son las implicaciones geopolíticas y retos
que se plantean de cara a la región. Es justo por el reconocimiento de la situación esbozada
en las líneas previas que la presente investigación formuló una hipótesis de trabajo sobre
algunas cuestiones a las que la región se ha enfrentando. En esta tónica, se fijaron un
objetivo general y objetivos particulares.

[10]
La hipótesis que sostiene este trabajo es que: La transición hacia un nuevo orden
geopolítico internacional y la consecuente disputa y competencia entre EE.UU. y los
nuevos centros de poder económico por los recursos estratégicos que sirven de sustento a
la hegemonía económica plantean para América Latina: 1) Una progresiva
desindustrialización y reprimarización de algunas economías latinoamericanas por la
adopción de un modelo primario-exportador neoextractivista, 2) Profundización y
ampliación del despliegue espacial militar estadounidense por el control de recursos
estratégicos y 3) Redefinición de la relación EE. UU.- América Latina.

En consonancia con la hipótesis, el objetivo general fue: Analizar cómo la transición hacia
un nuevo orden geopolítico internacional que supone una constante disputa y competencia
entre EE.UU. y los nuevos centros de poder económico por la hegemonía mundial y por
tanto de recursos estratégicos que le sirven de sustento material, se manifiesta en una serie
de implicaciones para América Latina, toda vez, que la región es revalorizada y concebida
como una reserva estratégica necesaria para la reproducción material.

Con el fin de alcanzar el objetivo general y corroborar lo argumentado en la hipótesis, se


delinearon objetivos particulares que guiaron la estructura capitular. Así, el primer capítulo
está motivado por la finalidad de presentar la discusión teórico-metodológica sobre cuatro
categorías de análisis fundamentales para esta investigación -a) sistema-mundo, b)
hegemonía, c) producción estratégica y d) recursos estratégicos- que servirán para dar luz al
abordaje del panorama planteado. Para ello, en cada uno de los casos se recurrirán a las
interpretaciones ofrecidas por varios referentes, entre los que destacan: Immanuel
Wallerstein, Neil Smith, Carlota Pérez, Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda.

El segundo capítulo tiene como propósito explicar, a modo de contexto, el proceso de


transición hacia el nuevo orden geopolítico partiendo de lo acontecido en la década de 1970
(cambio del paradigma tecno-económico, crisis energéticas, agudización de la competencia
intercapitalista, inestabilidad económica, cambio en la relaciones mundiales) y el tránsito
hacia el fin de la Guerra Fría, así como el consecuente cambio en la relaciones mundiales
resultante de la disputa voraz entre capitales.

[11]
Finalmente, el tercer capítulo tiene como objetivo comprobar lo que se sostiene en la
hipótesis. Para ello, en un primer momento se realizó la identificación concreta sobre las
materias que han sido objetivadas como recursos estratégicos tanto por el paradigma
tecnoeconómico y desde la perspectiva del sujeto hegemónico. Ya en un segundo momento,
se esboza someramente el paisaje de conflictividad en torno a tales recursos con el fin
último de transitar hacia la explicación de los efectos micro que se dejan palpar en la región
latinoamericana producto de lo que acontece en la escala global.

Esta Tesis es parte de las discusiones que se llevan a cabo en el Proyecto PAPIIT “Una
geopolítica crítica. Por una teoría y una praxis espacial negativa y emancipatoria”
IN303218, auspiciado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico
(DGAPA) de la Universidad Nacional Atuónoma de México (UNAM).

[12]
Capítulo 1

Discusión teórica sobre sistemas-


mundo, hegemonía, producción
estratégica y recursos estratégicos

[13]
1.1 El Sistema-mundo como categoría de análisis
1.1.1 Acerca del Análisis de Sistemas-Mundo

Se adopta el enfoque macro-micro contenido en el análisis de sistemas-mundo, una


perspectiva emanada en los inicios de la década de los setenta cuya aparición fue precedida
por una serie de debates relativos a: la unidad de análisis 1, concepto relacional centro-
periferia2, los orígenes del capitalismo moderno 3 y las temporalidades sociales4; que surge,
más que como una teoría social, como una protesta intelectual, moral y política que al
retomar los debates previos se erige como una propuesta que interroga las formas en que
se ha estructurado y realizado la investigación científica social de herencia decimonónica.
Así, su lógica parte del cuestionamiento de algunos supuestos:

a) Las ciencias sociales se constituyen de diversas “disciplinas” que son agrupaciones


intelectualmente coherentes del objeto de estudio diferentes entre sí 5 . El marco no
reconoce la existencia de criterios válidos que permitan una distinción clara y
justificada de los objetos de estudio de cada una de las ciencias sociales, dado que el
tratamiento de una variable (entendiéndose como el objeto de estudio de cada ciencia
social) conllevaría a la consideración de las restantes como constantes, invita a la
eliminación de las no funcionales barreras disciplinarias en las que el conocimiento ha
sido estructurado, no las reconoce como legítimas, pues su existencia está dada en el
plano de la imaginación y no en la realidad como tal. Así, bajo este razonamiento no
tendrá lugar la rigurosa y tradicional distinción entre “lo económico”, “lo político”, “lo
social-cultural” o “lo histórico”.

1
La discusión se centraba en la utilidad de las categorías estándar dentro de los análisis históricos y sociales.
2
En el marco de la Escuela Cepalina, el concepto relacional centro-periferia se acuñó para evidenciar la
condición de desigualdad en el comercio internacional, en tanto que, desde los estados con procesos
económicos periféricos se desvía plusvalía hacia los estados con procesos económicos centrales. Así, el
subdesarrollo se explicaba como la consecuencia inherente del desarrollo y no como un estadio previo a él.
3
Se debatía el origen de la transición sistémica, algunos la atribuían a factores internos y otros a factores
externos.
4
Desde la Escuela de los Annales, Fernand Braudel consideró el tiempo como creación social, e introdujo la
idea de múltiples temporalidades definidas con base en la longitud temporal y el objeto de estudio
subsecuente.
5
Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales. Limites de los paradigmas decimonónicos (México,
Distrito Federal: Siglo XXI, 1988), 258.

[14]
b) La historia es el estudio, la explicación de lo particular (…). Las ciencias sociales son
la enunciación del conjunto de reglas universales que explican el comportamiento
social de los seres humanos6. El análisis de sistemas-mundo discute la utilidad de la
batalla de los métodos, pues ello “(...) supone la posibilidad de aislar secuencias
sujetas a análisis históricos y pequeños universos sujetos a análisis científicos
sociales”7. Si bien no persigue la formulación de leyes como lo propone la tradición
nomotética, si busca realizar generalizaciones espaciotemporales en el entendido de
que dichas generalizaciones nunca deberán ser atemporales ni verdades eternas, cada
suceso se contextualiza en un marco sistémico que tiene límites, pero paradójicamente
se deben hallar, como lo plantea la tradición ideográfica, los patrones de
transformación interna que ocasionarán el ocaso de un sistema y la transición a otro.
c) Los seres humanos se organizan en entidades que podemos llamar sociedad, los cuales
constituyen los marcos sociales fundamentales en los cuales se vive la vida humana8.
El marco teórico- metodológico , tal y como su nombre lo obvia, considera al “sistema-
mundo” como categoría analítica central en sustitución de las categorías estándar
“Estado nacional” o “sociedad”, toda vez que permite superar la característica
antitética de las categorías estándar, resalta la unidad de las ciencias sociales históricas
y convierte la paradoja sistema (“lo estático”) / historia (sucesos, “lo dinámico”) como
el eje articulador de su investigación, donde la entidad es a la vez sistémica e histórica,
donde se reconoce como verdad que el “Cambio es eterno, (pero que en esencia) Nada
cambia”9 .
d) El capitalismo es un sistema en la competencia entre libres productores que utilizan el
libre trabajo en la producción de libre mercancía y libre significa que está disponible
para su compraventa en un mercado10. En el análisis se concibe la contradicción
libre/no libre como una combinación o mezcla determinante del capitalismo como
sistema histórico, se sugiere que cuando a una norma o condición abundan las
excepciones se debe entonces considerar que su existencia también explica el

6
Ídem
7
Ibídem, 264.
8
Ibídem, 265.
9
Immanuel Wallerstein, The Modern Wordl-System I. Capitalist Agriculture and the Origins of the European
World-Economy in the Sixteenth Century (Londres: Academy Press, 1974), 3.
10
Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, 269.

[15]
funcionamiento del sistema. Así, en el entendimiento del capitalismo como sistema
histórico resulta clave identificar las proporciones de las mezclas, la estabilidad en las
mismas y las presiones que podrían transformar dichas proporciones, en otras palabras,
se deben hallar las condiciones que permiten la existencia del sistema, condiciones que
en apariencia son contradictorias, pero que no son más que las dos caras de un mismo
proceso.
e) El final de siglo XVIII y el comienzo del siglo XIX representan un cambio crucial en la
historia del mundo, en el sentido de que los capitalistas al fin alcanzaron el poder
estatal-social en los estados clave11. La consideración de la Revolución Industrial y la
Revolución Francesa como acontecimientos que condujeron al inevitable “triunfo del
capitalismo” han sido decisivos para el desarrollo de la teoría científica social, es decir,
se han generado categorías y conceptos tan arraigados que conducen a interpretaciones
históricas lineales. El análisis de sistemas-mundo invita a reflexionar sobre las
suposiciones dadas, así por ejemplo, sólo es posible hablar de una fase preindustrial o
postindustrial si existió una fase industrial, de lo contrario no tendría sentido alguno.
f) La historia de los seres humanos es inevitablemente progresiva 12. En estrecha relación
con la crítica a las interpretaciones históricas lineales, el análisis de sistemas-mundo
pretende despojar al “progreso” de su consideración como trayectoria en línea
ascendente para concebirlo como una variable analítica, no como el motor de cambio o
transición entre los sistemas históricos que, dicho sea de paso, siempre se han
analizado como transformaciones lineales. Si bien es cierto que ocurre una especie de
“determinismo” -entendido como el “proceso interno de los sistemas históricos, donde
la “lógica” del sistema se traduce en una serie de estructuras institucionales con
movimiento y fortalecimiento propios que “determinan” la trayectoria de largo
plazo”13-, el análisis instiga a considerar las transiciones como la oportunidad de
ejercer el “libre albedrío” siendo las elecciones históricas diversas; ello significa
cuestionar la concepción de la transformación como un camino hacia una condición
final producto de una única elección histórica.

11
Ibídem, 272.
12
Ibídem, 274.
13
Ibídem, 275.

[16]
g) La ciencia es la búsqueda de reglas que resume de manera sucinta por qué todo es
como es y cómo suceden las cosas14. El análisis de sistemas mundo propone la
conformación de una ciencia social histórica holística15, cuyo método vaya de lo
abstracto a lo concreto (deducción) y no de lo particular a lo universal (inducción),
dicho método permite explicar cómo “los sistemas históricos particulares (…)
siguieron un camino histórico concreto en particular” 16. En ese sentido, el análisis de
sistemas-mundo cuestiona la viabilidad de la simplificación del mundo, derivada de la
adopción de la inducción como método y de las interpretaciones históricas lineales, e
instiga a complejizar lo que se ha simplificado partiendo de lo abstracto a lo concreto.

A partir de la crítica a los supuestos anteriores y la teorización sobre las múltiples escalas
espaciotemporales17 y sus subsecuentes objetos de estudio, se delinea la base teórico-
metodológica del análisis de sistemas-mundo mediante seis prácticas clave:

1. “Especificar y justificar la unidad de análisis”18. La adopción de “sistemas


históricos” como unidad de análisis implica y justifica la superación de dos asuntos
ampliamente debatidos: el relativo a lo sistémico-histórico y el problema macro-
micro. Así, la perspectiva tácita en dicha unidad de análisis obliga a reconocer que
la actividad social se enmarca en una estructura con límites definidos en espacio y
tiempo, cuyo funcionamiento depende tanto de los factores endógenos que rigen el
comportamiento interno de sus componentes como de los factores externos que
dirigen la conducta de los componentes entre sí19.
2. “Distinguir entre ciclos y tendencias” 20. Retomando el aporte braudeliano sobre la
multiplicidad de tiempos sociales, en el estudio de sistemas-históricos se deberá
diferenciar entre los ritmos cíclicos (coyuntura) y las tendencias seculares (aquellos
fenómenos que derivados de las estructuras las transforman en el largo plazo) sin
perder de vista la relación existente entre ambos. Los ritmos cíclicos constituyen la
14
Ídem
15
Immanuel Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo (México: Siglo XXI, 2005), 4.
16
Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, 276.
17
Sustentadas en la triada del tiempo social de la Escuela de los Annales propuesta por Fernand Braudel
(Estructura, Coyuntura y Acontecimiento) y la perspectiva wallersteiniana sobre los conceptos tiempo y
espacio; concebidos no como conceptos separados, sino como uno solo denominado TiempoEspacio
18
Ibídem, 280.
19
Ídem
20
Ibídem, 281.

[17]
única fuente de las tendencias seculares, su surgimiento corresponde al momento
coyuntural sin embargo su existencia trasciende la coyuntura e impide que la
estructura permanezca inmutable. Una vez que suceden los cambios cíclicos el antes
y el después no son iguales, son la manifestación de una condición repetitiva pero
también cambiante21.
3. “Identificar y explicar las contradicciones inherentes a las estructuras especificas
de un tipo particular de sistema histórico” 22. Resulta clave la identificación de las
contradicciones dentro de las estructuras, en tanto que permiten el funcionamiento
de la misma. Es en las contradicciones donde anida la complejidad de un sistema-
histórico. Cuando dos condiciones aparentan ser procesos opuestos, la existencia de
cada uno tiene sentido y sólo es posible gracias a la existencia del otro, tal es el caso
del subdesarrollo/desarrollo. En ese sentido, “(…) es obvio que (…) las
contradicciones son (por lo tanto) irresolubles” 23.
4. ‘’Distinguir cuidadosamente entre un giro en la coyuntura y una transición
histórica”24. Usual y erróneamente se utiliza la palabra “crisis” para referirse al
giro en la coyuntura. No obstante, en tanto que es un ritmo cíclico, la alternancia
entre crestas y depresiones no puede ser una “crisis estructural”, son sólo un cambio
en la dirección vectorial que ocurre dentro de la estructura como consecuencia de
los ajustes en el mediano plazo a los problemas de corto plazo. En contraste, cuando
los ajustes de mediano plazo anexan más tiempo a las tendencias seculares, éstas
pueden impedir que precisamente los ajustes de mediano plazo solucionen los
problemas de corto plazo obstaculizando con ello el funcionamiento eficaz del
sistema histórico. Sólo cuando eso ocurre, es posible hablar de una “crisis sistémica
o estructural”, donde ante la bifurcación se ejerce el “libre albedrío”, produciéndose
así una transición histórica que de ninguna manera sigue una trayectoria lineal25.
5. ‘’Especificar y justificar la cronosofía que fundamenta la teorización”26. La
adopción, justificada por el “pensamiento universal”, de una cronosofia lineal bajo

21
Ídem
22
Ibídem, 282.
23
Ibídem, 283.
24
Ídem
25
Ibídem, 284.
26
Ídem

[18]
el supuesto de que el “progreso es el motor de cambio”, impide ver a las
transiciones como resultado de una elección histórica entre un conjunto finito de
posibles caminos en donde se ejerce el “libre albedrío”. En virtud de ello, el análisis
sugiere la adopción de una cronosofia alternativa denominada “teoría del progreso
posible”, desde la cual las transiciones históricas son entendidas como momentos de
elección entre opciones estocásticas que a su vez están definidas por el total de las
realidades existentes27.
6. “No existen fenómenos económicos característicos que puedan distinguirse de los
fenómenos políticos y sociales: el todo es una madeja inseparable”28. Es necesario
romper con el legado de las ciencias sociales decimonónicas sobre los tres terrenos
de la realidad social: el político, el económico y el sociocultural. Ningún terreno
realmente esta desvinculado del otro, inclusive la separación impide ver la
complejidad misma, la tríada ya no tiene valor heurístico. En ese sentido, el análisis
de sistemas-mundo debe ser un estudio holístico que al superar el “pensamiento
sectorialista” elimine las interpretaciones simplistas. No se trata de evitar la
distinción entre ‘lo económico”, “lo político” y “lo socicultural’ para olvidar dichos
factores, sino para ir desdibujando las fronteras que los separan e imposibilitan ver
el todo29.

Entonces, evocando lo dicho por Wallerstein, es posible afirmar que el término sistema-
histórico presupone la aceptación de dos premisas esenciales: 1) todo aquello que resulte
ser histórico es sistémico y todo lo sistémico a su vez es histórico, 2) la realidad social se
corresponde con la sucesión y/o coexistencia de múltiples entidades establecidas en el largo
plazo30. Un sistema-histórico es complejo y todos los fenómenos complejos poseen
estructuras -reglas, fuerzas constrictivas, tendencias o principios rectores-, cada una de
éstas es particular y dicha especificidad deviene de su génesis, historia y entorno, siendo
sus características clave: disponer de una relativa autonomía -funcionan gracias a la lógica
inherente de sus procesos internos- y poseer tanto límites temporales -principio y fin- como

27
Ibídem, 285.
28
Ibídem, 286.
29
Ibídem, 286-287.
30
Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, 249.

[19]
limites espaciales31. Un sistema-mundo representa un “sistema social que tiene límites,
estructuras, reglas de legitimación y coherencia32”, es decir, posee una estructura ordenada
con límites espaciotemporales definidos en donde existe “una red de procesos económicos,
políticos y culturales cuya totalidad mantiene unido al sistema” 33. Según la escala, éste
puede ser un minisistema -entidad cuya duración espaciotemporal es de corto plazo- o un
sistema-mundo -entidad de duración espaciotemporal a largo plazo que se conforman como
un mundo y no como parte del mundo- ; éste a su vez, en función de su estructura, puede
ser: un imperio-mundo -aquél que dispone de una única estructura política- o bien una
economía-mundo -aquella que carece de una única estructura política-.

1.2.2. El sistema-mundo moderno: un todo articulado

El sistema-mundo vigente, desde sus orígenes en el siglo XVI34 ha sido: a) una economía-
mundo y 2) un sistema social moderno. La acepción “economía-mundo” refiere a la
consideración del globo como una extensa zona geográfica que no se encuentra limitada
por una única estructura política sino por un conjunto de varias, en ella existen una división
del trabajo, intercambios de flujos (bienes, capital, trabajo) y una serie de patrones
culturales comunes. Si bien un sistema-mundo moderno no es homogéneo política ni
culturalmente, la división del trabajo es la característica definitoria y unificadora de la
estructura.

Bajo la consideración de que la única economía-mundo sobreviviente sentó las bases de un


modo producción capitalista, la cual “(…) no puede existir dentro de cualquier marco sino

31
Ídem
32
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 3.
33
Ibídem, 250.
34
Desde el año 10000 a.C. hasta 1500 d.C. existieron y coexistieron varios sistemas-mundo, no obstante, el
imperio-mundo era la modalidad dominante, en aquél entonces poseía mayor duración espaciotemporal en
tanto que solía absorber a las economías-mundo; sin embargo, tras los procesos de expansión proseguían unos
de contracción que al dejar vacíos espaciales posibilitaban el surgimiento de nuevas economías-mundo y/o
minisistemas. Aproximadamente en el año 1500 la condición de ambas categoría se invirtió, una economía-
mundo instaurada en una gran zona de Europa resultó ser menos frágil, sirviendo de marco para el desarrollo
de un modo de producción capitalista, su expansión espaciotemporal significó la conformación de una
economía-mundo capitalista consolidada a finales del siglo XIX34. Fue así que, “por primera vez en la
historia del planeta hubo un solo sistema-histórico en el orbe”34 (Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo,
252).

[20]
sólo dentro de una economía-mundo”35, es posible afirmar que a la luz de los hechos toda
economía-mundo es una economía-mundo capitalista. A este respecto, subyace la
interrogante: ¿Qué es el capitalismo? Resulta obvio que el término deriva de la palabra
capital y en definitiva éste constituye un elemento fundamental del capitalismo. Aunque de
ninguna manera puede considerársele como simple riqueza acumulada o reserva de bienes
-dicho sea de paso, su existencia ya caracterizaba otros sistemas históricos previos-. Si así
fuese no habría distinción entre otros sistemas históricos con el capitalismo histórico, pues
se estaría perdiendo de vista el modo tan peculiar en que se usa dicho capital. De ésta
manera conviene realizar la siguiente aclaración: el capitalismo no se identifica
exclusivamente con la existencia de capital entendido como riqueza acumulada -incluso
entendido en estos términos, hace posible afirmar que lo antecede-, sino con la forma en
que se emplea dicha riqueza acumulada, y que por tanto implica definir al capital más allá
de una reserva de bienes. Cuando se habla de capitalismo tampoco se está refiriendo a la
existencia per se de personas o compañías produciendo para la venta en el mercado con la
finalidad de obtener una ganancia, ni tampoco a la existencia de trabajo remunerado.

Así, sólo es posible hablar de una economía mundo capitalista si se da primacía a la


incesante acumulación de capital, es decir, cuando el sistema se encuentra diseñado
principalmente para privilegiar la acumulación de capital con el único propósito de
acumular más capital. La autoexpansión es la diferencia sustancial entre cualquier otro
sistema histórico y la economía-mundo capitalista. Entonces, por capitalismo histórico debe
entenderse como aquél sistema social“integrado, concreto, limitado por el tiempo y el
espacio, de las actividades productivas dentro del cual la incesante acumulación de capital
(basada en la desposesión) ha sido el objetivo (…) fundamental36, en él “predominan de
forma hegemónica los procesos de circulación y acumulación de capital a la hora de
proporcionar y configurar las bases materiales de la vida en común”37.

35
Ibídem, 20.
36
Immanuel Wallerstein, Capitalismo Histórico (México, Distrito Federal: Siglo XXI, 1983), 7.
37
David Harvey, Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (España: Madrid, Traficantes de sueños,
294), 22.

[21]
Ahora bien éste sistema-mundo es moderno38, en tanto en cuanto niega las organizaciones
precedentes. De acuerdo con Echeverría, la modernidad se entiende como un conjunto de
comportamientos “modernos” que caracterizan la vida social, en sustitución de aquellos
que forman parte de “lo tradicional”, se muestran como innovaciones que resultan
incompatibles con todo aquello que fue establecido anteriormente. Dichos comportamientos
exhiben a la modernidad como una tendencia civilizatoria dotada de una nueva lógica que,
en virtud de sus benevolencias, busca sustituir las organizaciones ancestrales39. Si bien la
modernidad y el capitalismo, cuya profunda convergencia pudiera sugerir la existencia de
un sólo fenómeno, en realidad constituyen dos. Según Echeverría por modernidad habría
que entenderse al carácter propio de una forma histórica de totalización civilizatoria de la
vida humana, mientras que por capitalismo una forma de reproducción de la vida
económica del ser humano 40.

Echeverría afirma que la modernidad no es un proyecto concluido, sino un proceso de


reconstitución. En ese sentido, distingue entre una modernidad potencial -considerada como
una forma ideal de totalización de la vida humana, cuya esencia se entiende en aislamiento
con las conceptualizaciones que la han definido a partir de hechos ocurridos en la realidad
empírica- y una modernidad efectiva -aquella entendida a partir de la configuración
histórica efectiva (no de su esencia) que le confieren una existencia concreta-; la relación
entre modernidad efectiva y el capitalismo define a éste último como el marco para la
comprensión de la modernidad, por ello la convergencia de los dos fenómenos conlleva a
caracterizar al capitalismo como el modo de producción moderno por excelencia, incluso
derivado de ello existe un predominio de la dimensión económica de la vida en la
constitución histórica de la modernidad. 41

38
Ante el debate vigente en relación al surgimiento de una postmodernidad, pudiera parecer que lo aquí
contenido evidencia una desactualización de quien esto escribe. Es innegable la existencia de cambios
culturales que se presuponen en la acuñación del término postmodernidad, pero dentro de la presente
investigación, se considerará a la postmodernidad como un concepto utilizado para referir a los cambios
culturales suscitados como la expresión de la reformulación del proyecto de modernidad. Por tanto, se deduce
que el sistema cultural de la economía-mundo capitalista aun no ha escapado de la modernidad.
39
Bolívar Echeverría, Un concepto de modernidad,
http://www.bolivare.unam.mx/ensayos/Un%20concepto%20de%20modernidad.pdf, 1- 2.
40
Bolívar Echeverría, Modernidad y capitalismo,
http://www.bolivare.unam.mx/ensayos/Modernidad%20y%20Capitalismo%20(15%20Tesis).pdf, p. 4.
41
Ibíem, p. 5.

[22]
Al ser la modernidad un proyecto inconcluso en continua transformación -pese que su
fundamento sea la conquista de abundancia- se entiende que aquello que la define -es decir
“lo moderno”- es efímero, en todo momento la modernidad supone una discontinuidad,
constantemente se define qué es moderno, qué no lo es o qué ha dejado de serlo -he aquí
una ambivalencia de la modernidad en sí misma-; de ahí que Harvey afirme que: “La
modernidad no sólo supone una violenta ruptura con alguna o con todas las condiciones
históricas precedentes, sino que se caracteriza por un proceso interminable de rupturas y
fragmentaciones internas”42. Precisamente en virtud de la convergencia entre modernidad y
capitalismo ha ocasionado que éste último sea “prometeico en sus aspiraciones” 43, se
presenta a sí mismo como la figura concreta de la modernidad, como el portador de todos
aquellos supuestos que rompen con “lo tradicional” -humanismo, racionalismo,
progresismo, urbanismo, individualismo y economicismo44-. Ahora bien, volviendo a la
consideración de que la incesante acumulación de capital da sentido al capitalismo, resulta
menester interrogarse: ¿De dónde surge el primero? El capital nació a partir de la
circulación mercantil cuya expresión última ha sido el dinero, el cuál mediante distintas
fases de un mismo proceso es transformado nuevamente en capital, es decir, “El dinero en
cuanto dinero y el dinero en cuanto capital sólo se distinguen, en un principio, por su
distinta forma de circulación”45. Una vez puntualizado lo anterior, conviene realizar la
siguiente aclaración: el capitalismo no se identifica exclusivamente con la existencia de
capital. Si bien los orígenes del capitalismo histórico se remontan a la pequeña producción

42
David Harvey. La condición de la postmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural
(Argentina, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1998), 27.
43
Wallerstein, El capitalismo histórico, 65.
44
Echeverría, Modernidad y capitalismo,13-18.
45
Karl Marx, El capital crítica de la economía política. Tomo I(España, Madrid: Siglo XXI), 1: 180.
La fórmula directa de la circulación de mercancías es: M-D-M (Donde M: es mercancía y D: es dinero), la
cual supone una conversión de mercancía en dinero y su posterior reconversión en otra mercancía -operación:
vender para comprar-. No obstante, también existe una segunda fórmula: D-M-D, la cual implica la
transformación de dinero en mercancía y reconversión de ésta en dinero, -operación: comprar para vender-.
En esta última operación, durante la primera fase (D-M) el capitalista actúa como comprador, es decir, el
dinero funciona como medio de circulación sí la compra de M no se desglosa en mp (medios de producción) y
ft (fuerza de trabajo), de lo contrario adopta la forma de capital dinero; en la segunda fase (M), ocurre una
valorización, el dinero funciona como capital productivo en tanto dicha mercancía se despliega en mp y ft.
Finalmente en la tercera fase (M-D), la mercancía es vendida y se obtiene a cambio de ella dinero. En la
economía- mundo capitalista suceden ambas formas de circulación, la primera la efectúa el obrero mientras
que la segunda el capitalista. Así, se entiende que el ciclo del capital-dinero es la unidad de la fase de
producción y de la fase de la circulación (Marini, “El proceso de circulación del capital”, 8).

[23]
mercantil46, es posible afirmar que el capital, entendido como un valor que se incrementa
con una plusvalía47, antecede a la sociedad capitalista.

En correspondencia con el razonamiento precedente cabe cuestionarse lo siguiente: sí el


capital antecede a la sociedad capitalista, ¿cuáles son las características clave con las que se
identifica el origen del capitalismo histórico? La transición de una sociedad precapitalista a
una capitalista sucedió con: a) la separación de los productores de sus medios de
producción, b) la concentración de los medios de producción en manos de una clase
-burguesía- y c) el surgimiento de una clase social, que despojada de sus medios de
producción, vende su fuerza de trabajo -proletariado-. Más allá de la existencia de capital,
son la misión histórica y estos tres acontecimientos los rasgos que posibilitan hablar del
capitalismo histórico como tal.

Partiendo de la consideración de que el capitalismo se ha erigido como un sistema que


mercantiliza todas las cosas, en una primera aproximación, conviene adentrarse a la
discusión analizando brevemente algunos preceptos claves con el fin de esbozar, en
términos generales, cómo funciona la dimensión económica de la economía-mundo
capitalista, por obviedad el comienzo del análisis se centra en la “mercancía”. En ese
sentido, resulta pertinente cuestionar: ¿Qué es?, ¿y qué serie de implicaciones vienen
contenidas en ella?; las respuestas a dichas incógnitas exigen evocar las siguientes ideas
derivadas de la Teoría del Valor-Trabajo.

Una división social del trabajo -característica definitoria y unificadora de la estructura-,


sólo es posible mientras el rendimiento del trabajo de un ser humano supere el nivel
mínimo -nivel de subsistencia-; es estrictamente bajo esa condicionante que se crea la
posibilidad de obtener un producto excedente. Al momento de crearse dicha oportunidad se
produce la alternativa de emancipación de algunos seres humanos respecto a trabajar para
subsistir, y en su conjunto se constituyen en una clase dominante que subsiste con el fruto

46
En la cual se producían mercancías que se intercambiaban en el mercado a través de dos operaciones
diferenciadas: a) vender para comprar -mercancías son intercambiadas para adquirir otras- y b) comprar para
vender -mercancías son compradas para la venta con la finalidad de obtener dinero y en tanto que éste no
puede ser vendido se utiliza para la compraventa de más mercancías; siendo la venta, el mecanismo que
proporcionaba un agregado de valor en forma monetaria (plusvalía)- (Mandel, Iniciación a la economía
marxista, 15).
47
Ernest Mandel, Iniciación a la economía marxista, acceso 10 de febrero de 2010,
https://www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/iniciacion%20a%20la%20economia%20marxista.pdf , 2.

[24]
del trabajo de la clase no dominante. Uno de los resultados de dicho proceso es la distinción
entre dos tipos de trabajo, el trabajo necesario y el trabajo sobrante/trabajo gratuito; el
primero, se entiende como aquella labor que realiza la clase no dominante para sostenerse a
sí misma; el segundo, como aquél que también realiza la clase productora, sin recibir una
remuneración por ello, y que sirve para mantener a la dominante; en él se produce una
separación entre el productor y el producto de su trabajo en beneficio de una clase eximida
del trabajo necesario, por consiguiente, el fruto del primero es el producto necesario y del
segundo el excedente del producto social, del cual se apropia la clase dominante
usualmente en forma monetaria -denomínese plusvalía (este concepto será retomado y
explicado más adelante)- .

Así, la diferencia entre ambos tipos de trabajos radica en quien usufructúa el producto
creado. Como consecuencia, el trabajo en cuanto que fundamento del valor de cambio, es
objeto de una minuciosa medición: “(…) cuanto más se generaliza la producción de
mercancías, tanto más se regulariza el trabajo y la organización de la sociedad se
concentra alrededor de una contabilidad fundada en el trabajo”48.

Ahora bien, en respuesta a la interrogante inicial, una mercancía puede definirse como un
producto creado para su intercambio en el mercado, cuyo valor depende de la cantidad de
trabajo socialmente necesario, se caracteriza por dos factores: un valor de uso y un valor de
cambio. El primero, refiere a la utilidad que posee en la satisfacción de cualquiera de las
necesidades humanas, dicha utilidad está dada por sus cualidades materiales, siendo el valor
de uso el que funda la materialidad de las mercancías 49 y el sustento material del valor de
cambio, el cual básicamente consiste en una relación cuantitativa que posibilita el
intercambio entre distintos valores de uso. Pese a que una mercancía contiene ambos
valores, es el valor de uso el que permite la existencia de un valor de cambio.

Si la cualidad común de toda mercancía es ser producto del trabajo humano, éste debe
entenderse en su dimensión abstracta y no concreta. El trabajo concreto, en cuanto creador
de valores de uso no genera valor de cambio; en contraste, el trabajo abstracto, considerado
como aquél que genera valores de cambio, corresponde al que desempeñan los productores

48
Ernest Mandel, Iniciación a la economía marxista, 6.
49
Marx, El capital, 1: 23.

[25]
que vinculados entre sí establecen relaciones de equivalencia fundadas en el hecho de que
todos ellos producen mercancías (productos para intercambio) 50. En derivación, el trabajo
socialmente necesario es abstracto, pero incluso el valor que éste imprime depende de la
cualidad de la labor.

En conformidad con los argumentos anteriores, se entiende que si no existiese una división
del trabajo tampoco habría lugar para el intercambio de mercancías con distintos valores de
uso pues, ¿qué sentido alguno pudiese tener que todo aquello producido fuese sólo
consumido por aquellos que lo produjeron?; si así ocurriese el intercambio no tendría
sentido alguno.

Es en el sistema capitalista donde la producción mercantil adquiere un papel central, pues


se privilegia la producción de mercancías sobre la de productos destinados al propio
consumo. Siguiendo la línea de razonamiento previa y retomando que el valor de cambio
de una mercancía posibilita el intercambio entre distintos valores de uso, habría que
cuestionarse: ¿Cuál es el determinante del valor de cambio? En definitiva, es la cantidad de
trabajo necesario para producir una mercancía la relación cuantitativa que permite
establecer las equivalencias entre las mismas. El valor de cambio no está condicionado por
la cantidad de trabajo que un obrero dedique individualmente en la elaboración de una
mercancía, sino por el “trabajo socialmente necesario”, es decir, la cantidad de trabajo
requerida en condiciones promedio de productividad dentro de un contexto temporal y
espacial.

El intercambio de mercancías y por tanto de valores de uso no ocurre en el vacío, sucede


en una instancia denominada “mercado” que funciona simultáneamente como una
estructura local concreta y como una institución virtual en el espacio donde individuos o
empresas compran y venden mercaderías51. Una economía mundo capitalista es en su
totalidad un mercado global virtual fragmentado en mercados virtuales de menor escala.
Aunque el precepto de libre mercado sustentado en el laissez-faire más radical es
considerado una característica clave, su existencia obedece más al plano de la ideología y la
utopía. En realidad lo que existe es un conjunto de mercados divididos por barreras que

50
Ernest Mandel, Iniciación a la economía marxista, 13.
51
Wallerstein, Análisis de sistemas mundo, 20.

[26]
impiden el ejercicio del libre mercado, ¿cuál es la razón de ésta paradoja? Quizá la
respuesta a ello se halla en la interpretación wallersteiniana inspirada en los aportes
braudelianos.

En la obra Civilización material, economía y capitalismo: siglos XV y XVIII, Braudel


diferencia la realidad capitalista en tres esferas utilizando como analogía una casa de tres
niveles; la planta baja representa la “vida material”, es decir, la “vida cotidiana”
caracterizada por una “economía muy elemental”; el segundo piso corresponde a la “vida
económica” determinada por el “mercado”; el tercero, representa el “capitalismo”
caracterizado por el “monopolio” 52. Si usualmente se considera el mercado como un
aspecto esencial del capitalismo, ¿cuál es la diferencia entre el segundo y tercer nivel -entre
“mercado” y “capitalismo-”? En la planta baja ocurre la “vida material”, si bien en ella
suceden procesos de mercado de los que deriva una división del trabajo, existe una
producción conscientemente orientada para el consumo inmediato. En el segundo piso tiene
lugar la economía de mercado, una esfera “microcapitalista” gobernada por las leyes de la
oferta y la demanda; cuyos procesos son claros y fáciles de entender, es la zona en donde
sucede la liberación, la apertura y la competitividad; en ella los precios son fijados por las
leyes de mercado, sin embargo, los beneficios son minúsculos. Por encima del segundo
subyace el tercer y último piso, aquél en donde sucede el “capitalismo”, es la zona de la
especulación y del contramercado -en ella reina el alto grado de
monopolización/concentración-; sus procesos son ininteligibles para la mayoría de los
mortales, los precios se imponen y en virtud del derecho del más fuerte los beneficios son
excepcionales y los privilegiados unos cuantos53.

Aunque el ejercicio de la libre competencia -sustentada en la noción de mercado ilimitado y


multiplicidad de los centros de decisión54- constituyó la lógica fundamental del capitalismo
histórico55, dejó de identificarse con ella para dar paso a una fase capitalista caracterizada
por la concentración/monopolización y expropiación -siendo la lógica subsecuente la

52
Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, 227.
53
Ibídem, 227-229
54
Mandel, Iniciación a la economía marxista, 20.
55
Inicialmente orientado al aumento de la productividad mediante la automatización del proceso de trabajo a
fin de reducir los costos y vender las mercancías a precios inferiores a los establecidos por los competidores,
en consecuencia ampliar mercados y con ello efectuar la acumulación de capital.

[27]
repartición del mercado y la estabilización de los precios entre monopolios-. “El
capitalismo nació de la libre competencia, el capitalismo es inconcebible sin competencia.
Pero la libre competencia produce la concentración y la concentración produce lo contrario
de la libre competencia, a saber, el monopolio (…).”56. Así, en la práctica el laissez-faire
más radical se contrapone a la razón de ser del capitalismo histórico -la acumulación
incesante de capital- , lo que necesaria y verdaderamente existe es un conjunto de mercados
parcialmente libres:

El capitalismo ha funcionado (es decir, ha permitido la acumulación interminable de


capital) no porque fuera el ámbito de la libre empresa desenfrenada, del libre
comercio desenfrenado sino porque en todo momento y hasta la fecha, es un sistema
de libre empresa parcial, de libre comercio parcial y de flujo libre parcial de los
factores de producción. 57

Entonces, si lo que el capitalismo histórico requiere son mercados parcialmente libres,


¿quién debe establecer las restricciones y regular el mercado?, contrario a lo que supondría
el mantra laissez-faire, el mercado es incapaz de regularse a sí mismo, es el Estado el
encargado de desempeñar dicho rol. El Estado realiza una doble función que también
resulta paradójica, por un lado es reglamentador y por el otro garante. En su papel como
reglamentador, el Estado contiene las fuerzas del contramercado, controla los precios y con
ello vela por la libertad y la competencia en la zona microcapitalista, no obstante, como
garante y/o creador del monopolio el Estado se encarga de destruir dicha libertad, su misión
es eliminar la competencia. Así, de acuerdo con el rol que ejecuta el Estado dentro del
capitalismo resulta evidente que el segundo no puede funcionar sin el primero.

Todos los monopolios tienen una base política. Nadie logra dominar una economía,
estrangularla y frenar las fuerzas de mercado sin apoyo político (…) que pueda
crear barreras no económicas para entrar en el mercado (…). La idea de que se
puede ser capitalista sin estado, es absurda.58

56
Mandel, Iniciación a la economía marxista, 26.
57
Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, 66.
58
Ibídem, 224-225.

[28]
De éste modo, el requerimiento clave para el verdadero capitalismo -entiéndase monopolio-
es el apoyo de un Estado “fuerte” que ponga a disposición su equipamiento para favorecer
la creación de un monopolio mediante distintos mecanismos (ya sea mediante: el sistema de
patentes, restricciones estatales a la importación y exportación, otorgamiento de subsidios
estatales, compra a gran escala de productos para su venta a precios muy elevados, y/o la
prevención o disuasión de medidas proteccionistas en Estados más “débiles”, etc.) que
eliminen a los competidores microcapitalistas del mercado. De ahí que las ventajas
monopólicas representen desventajas para otros productores -quienes usualmente persuaden
a los líderes políticos del Estado de desafiar a los monopolios y apoyar a nuevos
productores-, el resultado es el desmantelamiento cíclico de monopolios por la incursión de
nuevos en un periodo aproximado de treinta años59-. Los monopolios son los principales
actores en el mercado, compiten con los libres productores, acuerdan entre sí y se
encuentran en conflicto con otras firmas; la rivalidad intercapitalista reglamenta sus
relaciones -entre mayor tamaño, mayor será su peso político y más vulnerable será al
ataque y/o decisiones también políticas-60.

Dada la competencia intercapitalista, los monopolios tienden a autodestruirse, siempre la


ventaja de uno representa la pérdida de otro61. Como resultado, los procesos centrales
constantemente son remplazados y se relocalizan en otros –los Estados periféricos, quienes
anhelan la reubicación, toda vez, que su intención es distanciarse de la periferia y acceder al
centro-. El remplazo constante de los procesos centrales se corresponde con las
revoluciones tecnológicas, las cuales son orientadas al incremento de la productividad para
efectuar la obtención de plusvalía.

No es momento de profundizar aquí sobre la correlación entre los ritmos cíclicos y las
revoluciones tecnológicas, se hará más adelante. Es suficiente, por ahora, mencionar que la
continua sucesión de revoluciones tecnológicas explica la ocurrencia alternada entre una
fase expansiva y una contractiva de largo plazo (ciclo Kondratieff), dicho de otro modo, los
ritmos cíclicos de la economía-mundo derivan del remplazo constante de los procesos
centrales. Un ciclo, cuya duración oscila entre 50 y 60 años, se compone de una fase

59
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 21.
60
Ibídem, 22.
61
Ibídem, 21.

[29]
ascendente o de crecimiento seguida de una fase descendente, en la cual se invierte la
tendencia expansiva anterior como resultado del agotamiento de una innovación
tecnológica, ello genera un estímulo para la introducción de otras innovaciones que
transformarán al sistema y darán lugar a una nueva fase expansiva.

Por otra parte, resulta importante aclarar que aunque en la economía-mundo capitalista
existe la necesidad de disponer de fuerza de trabajo a cambio de un salario, la creciente
proletarización no es un requerimiento predominante; el capitalista obtiene ventajas si
emplea trabajadores de unidades domésticas semiproletarias, porque éstos pueden ser
remunerados con un sueldo inferior al mínimo, bajo el supuesto de que los ingresos de la
unidad doméstica no dependen exclusivamente del salario, sino que sobrevive gracias a los
ingresos obtenidos de otras fuentes62, por consiguiente, “Antes de pensar la proletarización
como una necesidad capitalista, sería más útil pensarla como un sitio de luchas, cuyo
resultado ha sido un lento aunque firme incremento (…)”63

En estrecha relación con lo expuesto, resulta oportuno realizar una aclaración más.
Usualmente se concibe al verdadero capitalista como partidario de la especialización; claro
que ésta premisa es totalmente falsa, siempre la ha evadido. Si bien la especialización ha
sido considerada como una de las peculiaridades del juego capitalista, la distinción rigurosa
entre comerciantes, productores industriales y banqueros no tendría lugar si se considera
que en la economía- mundo capitalista las oportunidades de maximizar las ganancias y
obtener altos beneficios transforman la ubicación del capitalista dentro del circuito del
capital. En algunos momentos prosperará ya sea a partir del capital mercantil, el capital
industrial o el capital financiero, de manera que, contrario a la creencia ampliamente
difundida, es la flexibilidad de los capitalistas y no la especialización de los mismos la que
ha garantizado el ejercicio del verdadero capitalismo –aquél que acontece en el tercer piso-,
empero, esto no significa que la especialización no exista; su ocurrencia se da en las
esferas inferiores, la “vida material” y la “vida económica”-planta baja y primer piso

62
Ibídem, 27.
En la vida real, las unidades domésticas no obtienen un solo tipo de ingresos. Éstos se obtienen a través de
cinco formas: a) salario – remuneración, b) actividad de subsistencia, c) producción mercantil d) renta -
ingreso y e) pagos de transferencia.
63
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 27.

[30]
respectivamente-. Por lo tanto, el verdadero capitalismo es ecléctico; la adaptabilidad es su
cualidad por antonomasia.

Habiendo expuesto los argumentos previos, es necesario retomar y profundizar sobre la


importancia, advertida inicialmente, de la división internacional del trabajo. Dicha división
fragmenta la producción en productos centrales y periféricos. El concepto relacional centro-
periferia, hace referencia al grado de ganancia del proceso de producción -el cual depende
de las revoluciones tecnológicas- y dado que ésta se vincula con el grado de concentración,
los procesos centrales son aquellos controlados por monopolios, mientras, los periféricos
son aquellos que realmente compiten en el mercado 64. En consecuencia, al realizarse el
intercambio de productos competitivos y siendo su posición más débil respecto a los
productos de los monopolios, se produce un flujo constante de plusvalía hacia los
productores de productos centrales proveniente de los productores de productos periféricos
(intercambio desigual) 65.

Debido a que los monopolios requieren de la protección de Estados “fuertes”, suelen


instalarse jurídica y físicamente en ellos, como resultado los procesos centrales se ubican en
pocos Estados y constituyen la mayor proporción de su actividad productiva, en
contraposición, los procesos periféricos se localizan en varios Estados en donde componen
la mayor parte de su actividad productiva, no obstante, también existen Estados en los
cuales las proporciones entre ambos tipos de procesos son símiles. En virtud de ello, y sin
olvidar que se habla de una relación entre procesos productivos, es posible distinguir dentro
de la división internacional de trabajo entre Estados centrales, periféricos y semiperifericos,
respectivamente66.

La existencia de una división internacional de trabajo, contrario a lo dicho por las


explicaciones deterministas, no está fundada en una diferenciación de las condiciones
naturales. De acuerdo con Marx67, ésta surge desde una productividad dada de labor; la cual
es presentada como un obsequio de la naturaleza. El argumento determinista internaliza las

64
Ibídem, 22.
65
Ídem
66
Ídem
67
Marx citado en Neil Smith, UnevenDevelopment. Nature, Capital and the Production of Space (EE. UU.,
Georgia: University of Georgia Press, 1984) , 135.

[31]
diferencias naturales como la base para una diferenciación social sistemática de los
procesos laborales, justifica la naturaleza como la creadora de las desigualdades
cuantitativas y cualitativas existentes en la organización social, es decir, según su lógica es
la división internacional del trabajo la que se revela así misma espacialmente 68; pues son las
dádivas de la naturaleza, dadas de forma diferenciada, las que obligan a la especialización
basada en las ventajas comparativas; surgiendo así la diferenciación socioeconómica
-distintos patrones de concentración de capital, de desarrollo y de política (existencia de
estados centrales cuyas estructuras son fuertes o estados periféricos cuyas estructuras son
débiles) entre las naciones-. Nada más alejado de la realidad, es el resultado de relaciones
dentro de una dinámica social específica -que depende del consumo productivo de producto
excedente y el progresivo desarrollo de las fuerzas productivas 69-. Aunque es cierto que
existen diferencias en la disponibilidad de factores de producción, debe entenderse que los
mismos son productos del desarrollo socioeconómico, no son fijos, devienen de “un
proceso histórico a largo plazo con efectos diferenciados, dinámicos y estancantes para los
participantes”70, en donde sólo unos cuantos -los Estados centrales- se benefician del
comercio internacional.

A partir de tal división laboral -dicho sea de paso, consolidada tras el surgimiento de la
industria en el siglo XIX- se configuró una dependencia estructural -rasgo sustancial que
caracteriza al sistema capitalista-, a saber, las relaciones en el mercado forjaron una
relación de subordinación de las naciones formalmente independientes -Estados
periféricos- hacia los estados centrales, y debido a ello, la interacción en estos términos no
hace más que perpetuar dicha condición. Asociado a tal división, usual y erróneamente se
ha identificado como “capitalismo” aquél que ocurre en los Estados centrales, y como
“precapitalismo” aquél que sucede en los periféricos; sin embargo, este último es parte de
la dinámica capitalista, claro es sui generis pero al fin y al cabo capitalismo. El surgimiento
de uno y otro son resultado de un mismo proceso, es la relación dialéctica entre tales la que
los explica mutuamente, ¿cómo se revelan ambas caras, en cuanto que contradictorias,

68
Smith, UnevenDevelopment ,136.
69
Ídem
70
Kimmo Kiljunen, “División internacional del trabajo industrial y el concepto centro- periferia”, Revista de
la CEPAL 30 (1986) : 113,
http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/11635/030103123_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[32]
componen y posibilitan un mismo proceso? Encontrar una respuesta al cuestionamiento
anterior invita a retomar las reflexiones realizadas desde la perspectiva dependentista. Para
conducir hacia la explicación, y por razones evidentes que se correlacionan con los fines de
esta investigación, interesa aquí discutir dos interrogantes más, las cuales derivadas de la ya
planteada, la complementan y delimitan: ¿Por qué la inserción del globo en una
economía-mundo significó la dependencia de América Latina, en cuanto que región
periférica?, ¿y a razón de qué dentro de una economía-mundo la forma del capitalismo
instaurado en América Latina es sui generis?

Si bien las relaciones entre la región y los centros capitalistas europeos se remontan al
colonialismo, la integración de la región en el mercado mundial sucedió tras el surgimiento
de la gran industria en 1840, momento en el que a América Latina le fue asignada la
función de crear una oferta de productos de subsistencia de origen agropecuario
-inicialmente de alimentos y posteriormente de materias primas- destinada a satisfacer la
demanda de los centros industriales, sin dicho rol asignado a la región, la creación de la
gran industria europea no hubiera sido posible, en cuanto que no hubiese permitido
profundizar la división del trabajo y la especialización manufacturera de los países
industriales. Como secuela de tal incorporación, los centros capitalistas pasaron a efectuar
la acumulación de capital desde la obtención de plusvalía absoluta a la obtención de
plusvalía relativa. Antes de continuar con la discusión de las interpretaciones realizadas
sobre la base de la Teoría Dependentista resulta oportuno explicar, grosso modo, el
concepto de “plusvalía” realizando algunas observaciones esenciales al respecto.

La plusvalía, desde la teoría marxista, es “la forma monetaria del sobreproducto social, es
decir, la forma monetaria de la parte de la producción del proletariado que se abandona al
propietario de los medios de producción sin contrapartida” 71. En la sociedad capitalista se
compra, mediante un salario, la fuerza de trabajo del obrero quien desempeña en el
transcurso de una semana, por mencionar un ejemplo, 6 jornadas laborales; de las cuales
sólo en unas cuantas jornadas, supóngase 3, el obrero realizaría el trabajo necesario para
sostenerse a sí mismo y a su familia. No obstante, trabaja 3 jornadas extra realizando un
trabajo sobrante que crea un excedente que no le pertenece y que se abandona a los

71
Mandel, Iniciación a la economía marxista, 12.

[33]
propietarios de los medios de producción, cuando la clase dominante se apropia en forma
monetaria de dicho excedente se habla de plusvalía. En otras palabras, el término refiere a
la diferencia entre el valor producido por el obrero y el valor de su fuerza de trabajo72.

Siendo la operación fundamental del capitalismo histórico la producción de plusvalía, ésta


que permanece contenida en las mercancías, sólo puede ser utilizada por el propietario de
los medios de producción mediante la realización o capitalización de la plusvalía, o sea,
“(…) la venta de las mercancías en condiciones tales que el conjunto de la plusvalía
producido por los obreros de la fábrica que producen dichas mercancías es pagada en
efecto por sus compradores”73. Una vez realizada la plusvalía, una primera parte se
consume improductivamente por el capitalista para sostenerse a sí mismo y una segunda
parte se acumula para ser transformada en capital suplementario -ya sea variable y/o
constante- dentro de la composición orgánica del capital74. Se distingue entre plusvalía
absoluta y relativa, la primera refiere a la producida a través de la prolongación de la
jornada laboral, la segunda es la obtenida mediante la reducción del tiempo de trabajo
necesario 75.

La cuota de plusvalía -masa del plusvalor que el obrero individual suministra al capitalista
en determinado período76- no está dada por la productividad del trabajo, sino por el grado
de explotación del mismo dentro de la relación entre el tiempo de trabajo excedente y el
tiempo de trabajo necesario, en dónde el aumento del primero sobre el segundo incide
favorablemente en la ampliación de la cuota de plusvalía 77. Ahora bien, fue la inserción de
América Latina en el mercado mundial y la división internacional del trabajo la que
permitió el desarrollo de un capitalismo basado en la obtención de plusvalía mediante el
incremento de la productividad (plusvalía relativa).

El resultado del aumento de la oferta mundial de alimentos creada por América Latina,
seguida de la declinación de los precios de dichos productos, significó para los centros

72
Ídem
73
Mandel, Iniciación a la economía marxista, 23.
74
Ídem
75
Marx, El capital crítica de la economía política (México, Distrito Federal: Siglo XXI), 2. 379.
76
Marx, El capital crítica de la economía política, 1: 367.
77
Ruy Mauro, “Dialéctica de la dependencia”, Sociedad y desarrollo, n° (1972), 40.

[34]
industriales europeos el descenso del valor del capital variable respecto al constante. No
obstante, en América Latina ello no implicó la elevación del capital constante dentro de la
composición orgánica del capital y justo para poder superar tal contradicción se recurrió a
la ampliación de la oferta de materias primas industriales sobre la base de una
superexplotación del componente variable y la depreciación de las mismas. En
consecuencia, el valor del capital constante se mantuvo y/o declinó y la cuota de ganancia
se mantuvo y/o aumentó. Aunque la depreciación -que propiamente no atañó a una
desvalorización por aumento de la productividad en los países no industriales- deterioró los
términos del intercambio 78, considerarla como la única explicación detrás de la relación
dependiente de América Latina forjada en un intercambio desigual, obnubila las formas en
que se infringen las leyes de la oferta y la demanda79.

No es porque se cometieron abusos en contra de las naciones no industriales que


éstas se han vuelto económicamente débiles, es porque eran débiles que se abusó de
ellas. No es tampoco porque produjeron más de lo debido que su posición comercial
se deterioró, sino fue el deterioro comercial lo que las forzó a producir en mayor
escala.80

La dependencia de América Latina tuvo su origen en el deterioro de las leyes de


intercambio. Si bien la transferencia de plusvalía ocurre con la aplicación de las leyes del
mercado, también sucede con la transgresión a las mismas -usualmente eso caracteriza el
intercambio mercantil entre la región y los países centrales-. En el primer caso, se produce
una transferencia de valor dado que en virtud de una mayor productividad una nación puede
contar con precios menores de producción que sus competidores y no por ello debe vender
sus mercancías a precios muy inferiores que los fijados en el mercado. En el segundo caso,

78
La hipótesis de Prebisch-Singer afirma que existe una tendencia secular al deterioro de los términos de
intercambio entre materias primas y alimentos, por un lado, y bienes industriales, por el otro, debida a la
especialización de los países “en vías de desarrollo” en la producción de materias primas y alimentos cuya
depreciación ocasiona el deterioro de sus términos de intercambio, lo que significa que sí se mantienen
estables los volúmenes exportados por estos países, su capacidad de compra de bienes y servicios en el
exterior, es decir, su capacidad de importación disminuirá en el tiempo (Raúl Prebisch y los desafíos del Siglo
XXI, CEPAL, acceso 07 de marzo de 2017,
http://biblioguias.cepal.org/portalprebisch/SXXI/TerminosIntercambio).
79
Mauro, “Dialéctica de la dependencia”, 40-41.
80
Mauro, “Dialéctica de la dependencia”, 41.

[35]
por el hecho de que los países industriales producen bienes que otros no o difícilmente
pueden hacerlo, venden sus productos a precios que superan su valor real. Como resultado,
los países perjudicados -los latinoamericanos, por mencionar un ejemplo- transfieren
gratuitamente parte de valor que producen hacia aquellos que por su cualidad de
productividad venden a precios inferiores que otros competidores.

Desde luego, el intercambio es desigual, existe una pérdida de plusvalía; primero, porque
no se efectúa con base en valores de cambio, sino en valores de uso; segundo, porque se
intercambian mercancías elaboradas a partir de condiciones distintas de productividad;
tercero, porque la fijación de precios se construye sobre la base de una amplia brecha
salarial dado que las sociedades no se apropian en las mismas proporciones del valor
agregado producido; cuarto, porque se reducen los precios de los productos primarios -ya
depreciados- para hacer frente a la competencia por mercados; quinto, porque se presenta
una caída notable de los precios de los alimentos y materias primas -que ya de por sí son
inferiores a los de los productos industriales- en las fase contractiva de un ciclo
económico81.

Los países dependientes compensan dicha cesión gratuita de plusvalía -derivada de su


menor productividad- en el proceso de producción, mediante la explotación del trabajador
-ya sea con la intensificación del trabajo, la prolongación de la jornada laboral y/o la
expropiación del trabajo necesario para conservar su fuerza de trabajo-82; por consiguiente,
el modo de producción se configura a partir de la superexplotación del trabajador, y no con
la mejora de su capacidad productiva -como sí ocurrió en los países centrales-. Así,
América Latina, tal y como apunta Ruy Mauro Marini, desarrolló su economía mercantil,
en función del mercado mundial a través de la acumulación sustentada en la
superexplotación del trabajo; siendo dicha paradoja la esencia de la dependencia
latinoamericana83.

En los países centrales se privilegia el carácter consumidor sobre el carácter productor de


los trabajadores, en cuanto que éstos últimos se apropian de una importante parte del valor

81
“Raúl Prebisch y los desafíos del siglo XXI. Ciclos económicos”, CEPAL, acceso 07 de marzo de 2017,
http://biblioguias.cepal.org/c.php?g=637193&p=4459568
82
Mauro, “Dialéctica de la dependencia”, 46.
83
Ibídem, 49.

[36]
producido, crean la demanda necesaria para las mercancías producidas y con ello el flujo de
la producción se resuelve adecuadamente en el flujo de la circulación, es decir, las
mercancías producidas son destinadas al mercado interno 84. A diferencia de los países
centrales, en América Latina se prioriza el carácter productor de los trabajadores, y dado
que la acumulación se efectúa en función de la superexplotacion de los mismos, los sueldos
son precarios y por ende el consumo individual de los trabajadores no interfiere
significativamente en la realización de las mercancías 85; es así que el ciclo del capital se
interrumpe, dicho de otro modo, no se completa en la región, sino fuera de sus fronteras; de
ahí que sea un capitalismo dependiente, sui generis, las mercancías son destinadas a la
satisfacción de la demanda externa y no a la interna -se produce en un lugar y se consume
en otro-. De ésta manera, más que considerarlo como un estadio previo al capitalismo
independiente, es necesario entenderlo como una de las dos caras de un mismo proceso, es
decir, como una condición esencial que posibilita la existencia de la cara opuesta.

Por otra parte es necesario atender un aspecto clave -que ya bien se ha dejado entrever
previamente pero que no se ha mencionado explícitamente -en la dilucidación del
funcionamiento del sistema económico de la economía-capitalista: la contradicción86
-entendida desde la lógica dialéctica- que existe de forma indisoluble a la reproducción
económica. A éste respecto, David Harvey realiza una detallada reflexión no fetichista
sobre la contradicción entre realidad y la apariencia de las cosas, centrando su análisis en
las fuerzas contradictorias que yacen en la circulación y acumulación de capital
-considerado el motor económico del capitalismo-. Harvey, identifica tres grandes grupos
de contradicciones: a) Fundamentales (aquellas que permiten la existencia y
funcionamiento del capitalismo, son características indelebles al capital), b) Cambiantes
(aquellas que no son permanentes, son inestables y se encuentran en un constante cambio
evolutivo) y c) Peligrosas (aquellas que representan una amenaza en el presente tanto para
el motor económico del capitalismo como para la reproducción de la vida humana). Aunque

84
Ibídem, 49-50.
85
Ibídem, 49-51.
86
David Harvey en su obra Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, señala que el concepto de
contradicción se utiliza en dos sentidos; el primero, que surge de la lógica aristotélica, refiere a dos
condiciones que al ser tan opuestas sólo una puede ser cierta a la vez; el segundo, que deriva de la lógica
dialéctica , y supone la existencia de dos fuerzas, que siendo opuestas se presentan simultáneamente
posibilitando un mismo proceso (p.17).

[37]
los tres tipos se encuentran complejamente entrelazados sólo las primeras, en virtud de su
esencialidad, serán explicadas aquí:

1) Valor de uso y valor de cambio. En el capitalismo, el objetivo de los


productores es obtener y maximizar los valores de cambio mediante la creación
de valores de uso (recordemos que los primeros están determinado por los
segundos), así la especulación se convierte en un mecanismo para alcanzar
dicho objetivo, no obstante la primacía del valor de cambio niega el valor de
uso adecuado de las mercancías.
2) Valor social del trabajo y su representación mediante el dinero. Siendo el dinero
la representación material del valor social del trabajo, existe una disparidad
entre el dinero y el valor que representa. Dicha representación capta y/o
falsifica el valor del trabajo social.
3) La propiedad privada y el Estado capitalista. El Estado opera de dos maneras;
por un lado, adopta una forma de democracia que se opone a modalidades
absolutistas o autocráticas que resultan discrepantes a las necesidades del
capital; por el otro, si queda en manos de organizaciones obreras y partidos
políticos de izquierda, es posible que éstos contrarresten el poder del capital.
4) Apropiación privada y riqueza común. La apropiación privada se produce de
dos maneras; la primera, es mediante actividades extralegales (robo, hurto,
fraude, corrupción, violencia y coerción) en combinación con prácticas turbias
(monopolización, manipulación, arrinconamiento del mercado, alteración de los
precios); la segunda, es a través de intercambios legales que ocurren en
condiciones comerciales no coercitivas y en mercados teóricamente libres. Si
bien se suele considerar que la circulación y la acumulación del capital sucede
mediante la segunda forma, ciertamente, existe una relación complementaria
entre ambos modos, siendo la acumulación por desposesión el mecanismo
principal en la creación del capital.
5) Capital y trabajo. La fuerza de trabajo, intercambiada como mercancía, produce
el excedente (trabajo social alineado); el cual constituye la base del beneficio
capitalista que a su vez es el fundamento de su poder social de dominación, por
tanto, los trabajadores mediante su labor reproducen las condiciones de su

[38]
propia dominación. Así, el éxito del capital en la lucha contra el proletariado le
significa un incremento de beneficios, en contrapartida, el aumento de la fuerza
de los trabajadores frente al capital se traduce en mejores niveles salariales y
consecuentemente en un decremento de los beneficios para el capitalista.
6) El capital es una cosa o un proceso. El capital posee un carácter dual,
simultáneamente es un proceso y una cosa; no obstante, la existencia de capital
fijo (entiéndase como cosa) y/o de capital circulante (concebido como
proceso) está dada por su contrapuesto.
7) La contradictoria unidad entre producción y realización. La continua
circulación del capital depende del éxito en ambos momentos de la unidad,
empero, cuando el capitalismo busca maximizar las condiciones para la
producción de plusvalor simultáneamente amenaza la realización de la plusvalía
-pues la fuerza de trabajo es pagada con salarios precarios-; lo que a su vez
limita la realización y ocasiona una crisis de sobreproducción. En contrapartida,
el mantenimiento de una demanda efectiva alta supone una amenaza en la
creación de plusvalor.

Dando por sentadas las interpretaciones precedentes, es ineludible profundizar sobre la


estructura política de la economía-mundo. Ésta se distingue de la relativa a un
imperio-mundo porque comprende un conjunto de Estados modernos organizados en un
sistema interestatal. A éste respecto subyace la siguiente interpelación: ¿Qué determina a
un Estado moderno? En primera instancia, un Estado moderno es aquél que es soberano 87.
Desde luego que definirlo de esa manera invita a preguntarse: ¿Qué es la soberanía?88 La
soberanía es un concepto inventado en el sistema-mundo moderno89 que usualmente se
asocia con la autonomía del poder estatal y la no interferencia de otros Estados en
territorios ajenos o en asuntos no domésticos, sin embargo, aunque está estrechamente
ligada con ambas asociaciones; éstas la revelan en una característica más general: la

87
Con la Revolución Francesa la soberanía dejo de residir en el monarca (estado absolutista) para ser
depositada en el pueblo (estado moderno). En consecuencia, el pueblo se convirtió en ciudadano y adquirió el
derecho al sufragio.
88
Al respecto, es necesario señalar que existen distintas conceptualizaciones sobre soberanía. Más que
contribuir a la comprensión conllevan a la confusión. Usualmente se asocia el concepto a la idea de poder
absoluto/supremo, o bien a la capacidad o derecho de decisión.
89
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 31.

[39]
soberanía es una afirmación de autoridad tanto interna como externa 90. Su consideración
como afirmación supone que para su legitimidad necesita de reconocimiento formal y
recíproco tanto al interior del Estado como en el exterior (en el sistema interestatal) -dicho
sea de paso, la búsqueda de legitimidad internacional de la soberanía, es un proceso
generador de tensiones91-, si bien tal reconocimiento se convierte en la estrategia menos
costosa para dos grupos en conflicto92 porque limita la interferencia, la soberanía suele
infringirse. Así, una afirmación de autoridad no reconocida al interior de los Estados o en el
sistema interestatal, es un intento fallido en la proclamación de soberanía.

Ahora bien, cuando Immanuel Wallerstein habla sobre la política de acumulación como la
lucha política por los beneficios en el capitalismo histórico -señala que hacer política
significa intentar cambiar las relaciones de poder en un sentido más favorable para los
intereses de uno93; de ahí que se entienda por “política de acumulación” a los intentos por
transformar las relaciones de poder en virtud de obtener ventajas en la acumulación de
capital- está revelando el carácter crucial del Estado. Bajo la consideración de que el Estado
ejerce la jurisdicción -avalada por una proclamación legal de su estatus y el reconocimiento
internacional- se deduce que es él quien establece los términos en los cuales debe ocurrir el
movimiento de bienes, capitales, y fuerza de trabajo 94. Derivado de ello, los Estados
soberanos pueden ejercer su autoridad en 7 rubros95: a) imponen reglas en lo referente al
intercambio de mercancías, capital y trabajo, b) crean leyes relativas a los derechos de
propiedad de los Estados, c) deciden los costos que las empresas deben asumir, d) señalan
cuáles son los procesos productivos sometidos a la monopolización, e) determinan y cobran

90
Ibídem, 32.
91
En momentos el reconocimiento no conduce al conflicto, sí es que la mayoría reconoce la proclama. En
otras ocasiones, algunos estados son reconocidos por un significativo número de estado pero también algunos
otros no otorgan su aprobación; ello conduce al surgimiento de tensiones en el sistema interestatal. Por
supuesto, que el proceso de reconocimiento ocurre de forma escalonada, la afirmación de autoridad se da
también al interior de los estados, existe un acuerdo entre las provincias o autoridades locales y el estado o
autoridad central, que se ampara en una legislación la cual establece la división de poderes entre ellos y el
margen de acción de los mismos; cuando se presenta una ruptura en el convenio se suscita una Guerra Civil,
que de ser ganada por una autoridad local puede conducir al surgimiento de nuevos estados potencialmente
soberanos y con ello la redefinición de fronteras (Wallerstein,Análisis de sistemas-mundo, 33).
92
Ibídem.
93
Wallerstein, El Capitalismo Histórico, 37
94
Ibídem, 38
95
Ídem

[40]
impuestos, f) cuando las compañías instaladas dentro de sus fronteras se ven afectadas,
pueden velar por los intereses capitalistas perturbando las decisiones de otros Estados.

En el entendido de que el Estado tiene la capacidad de ejercer su autoridad en siete


aspectos, está por demás decir que posee la facultad de ajustar o cambiar los términos que
regulan el intercambio de todos los flujos que atraviesan su territorio, de modo que, desde
la óptica del capitalista las políticas estatales resultan ser cruciales para efectuar la
incesante acumulación de capital. Por consiguiente, el vinculo existente entre
Capitalista/Empresa-Estado, dos categorías que parecieran antitéticas, es una pieza clave en
el funcionamiento de la economía-mundo capitalista. De acuerdo con las reflexiones de
Wallerstein96, contenidas en sus libros El capitalismo histórico, y Análisis de sistemas-
mundo, la importancia del poder del Estado en relación con los procesos económicos
resulta evidente en cuatro aspectos:

a) Entendiendo que, un Estado soberano dispone de jurisdicción formal sobre sus


fronteras. Se infiere que todo capitalista se ve afectado -ya sea negativa o
positivamente- por la política estatal de fronteras; cuya labor práctica oscila en cuán
pertinente es la adopción -alternada o simultanea- de dos condiciones antinómicas:
“la ausencia total de controles (libre cambio) y la ausencia total de libertad de
movimientos (autarquía)”97. Así, la inclinación de la política estatal de fronteras
hacia una de las dos condiciones tenderá a favorecer a una minoría o a una mayoría
capitalista. La posición neutral del Estado no tiene lugar.
b) El Estado cuenta con el derecho legal a determinar las normas que rigen las
relaciones sociales de producción dentro de su jurisdicción territorial98.
c) La capacidad impositiva del Estado expresada en el cobro de impuestos es un
asunto de suma importancia. Si se entiende que éstos representan una porción del
valor total creado que al ser destinados a ciertos aspectos, lo que realmente sucede
es la distribución de dicha porción y la consecuente reinserción en el proceso de
acumulación de capital. Así, “la capacidad impositiva (es) uno de los medios más

96
Wallerstein, El capitalismo, 38-46.
97
Ibídem, 39.
98
Ibídem, 40.

[41]
inmediatos por los que el estado (ayuda) directamente al proceso de acumulación
de capital anteponiendo unos grupos a otros (…)”99.
d) Aunque parece que los empresarios desean fervientemente la no interferencia
estatal, en realidad su intervención es tan necesaria para velar por los derechos de
propiedad -un aspecto fundamental para el capitalismo-. De hecho, si el estado no
brindara protección garantizada a los derechos de propiedad, el capitalismo no
podría funcionar 100 del modo en que lo hace.
e) Finalmente, es evidente la relevancia del Estado en la externalización de los costos
de producción. La idea de que la ganancia es el resultado de una producción
eficiente cuyos costos de producción son cubiertos en su totalidad por el capitalista,
justifica su obtención de ganancias. No obstante, es la sociedad mediante el Estado
la que cubre costos de toxicidad, costos de agotamiento de materiales y costos de
transporte -precepto conocido como “individualización de la ganancia,
socialización del riesgo”101-.

Aunque los Estados, en virtud de su estatus soberano, ejercen su autoridad dentro de sus
fronteras, no todos lo hacen con la misma eficacia. Dentro del sistema interestatal los
Estados se clasifican en función de una jerarquía de poder efectivo 102 que se mide en la
capacidad efectiva de fomentar con el tiempo la concentración de capital acumulado dentro
de sus fronteras103, incluso, el verdadero criterio que evidencia tal fortaleza es el resultado
económico a mediano plazo 104 -derivado de la concentración de procesos económicos
centrales- y no el uso abierto de la fuerza. La fortaleza de un Estado también deviene de su
capacidad de implementar decisiones legales 105. Entre mayor sea su fortaleza dispondrá de
una mayor maquinaría burocrática y por consiguiente incrementará su capacidad de

99
Wallerstein, El capitalismo, 43.
100
Ibídem, 35.
101
Ibídem, 44.
102
Wallerstein distingue tres categorías: a) núcleo -zonas que disponen de Estados fuertes y concentran
procesos económicos centrales (aquellos que favorecen una mayor acumulación de capital)-, b) semiperiferia
-zonas de amortiguamiento entre el núcleo y la periferia, intentan mejorar su estatus y se caracterizan por
disponer de una mezcla proporcionada de procesos económicos centrales y periféricos (aquellos que no
favorecen la mayor acumulación de capital), sus estructuras estatales no son completamente fuertes o débiles-
c) periférica -zona cuyos Estados son débiles, concentran procesos económicos periféricos-.
103
Wallerstein, El capitalismo histórico, 46.
104
Ídem
105
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 39.

[42]
imponer las decisiones sobre los flujos que cruzan su territorio 106; de ahí que las empresas
busquen instalarse jurídica y físicamente en la zona núcleo con Estados fuertes, desde los
cuales buscarán persuadir a los Estados de las zonas periférica y semiperiferica de mantener
una política estatal de fronteras abiertas, sin que ello implique una reciprocidad de parte de
dichos Estados fuertes, más que la protección que le ofecen a la periferia y a la
semiperiferia.

Ahora bien, es necesario entender que el Estado moderno nunca fue una entidad política
completamente autónoma107; los Estados se encuentran comprendidos en un sistema
interestatal del cual forman parte. Dicho sistema posee reglas -las cuales derivan de la
existencia de un orden global (orden geopolítico)- que rigen el comportamiento estatal, de
manera que, éste reprime la voluntad del Estado como entidad particular. Sí la soberanía se
entendiera como autonomía, ¿qué tan autónomos serían los Estados en un sistema
interestatal que tiende a limitar dicha soberanía?

Es posible afirmar que la soberanía sólo limita legítimamente la interferencia de los


Estados en el funcionamiento de otros, pero no le otorga completa autonomía al Estado; ya
que éste se encuentra confinado a un sistema interestatal cuyas reglas han sido impuestas
por los Estados más fuertes, éstos últimos limitan el margen de acción de los primeros. No
obstante, los capitalistas también intentan limitar y controlar a las estructuras estatales más
fuertes -pese que requieran de ellas- a través de alianzas con otros Estados. Si bien con ello
se buscaría un equilibrio de poder, en realidad dentro de la economía-mundo capitalista
como resultado de las luchas intra e interclase siempre existirá un agente hegemónico
individual -empresa- y un agente hegemónico colectivo -Estado-nación-108 (dicho sea de
paso, alcanzar el estatus de “agente hegemónico” supone un conflicto constante entre los
agentes y los aspirantes).

Como bien se mencionó, la dimensión política de la economía-mundo capitalista se


caracteriza por la existencia de un sistema interestatal que rige y limita el comportamiento

106
Ibídem, 34.
107
Wallerstein, El capitalismo histórico, 49.
108
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, “La producción estratégica como sustento de la hegemonía
mundial”, en Producción Estratégica y Hegemonía mundial, coord. por Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda
(México, Distrito Federal: Siglo XXI, 1995) 44.

[43]
de cada una de las partes -no sólo a los Estados- con la intención de mantener un orden
global. Así, el modo en que ocurren las relaciones en el sistema interestatal está
determinado por un orden geopolítico 109 dado no de forma natural sino como resultado de
una creación social -dicho sea de paso, surge tras el establecimiento de una hegemonía- de
un conjunto de reglas rutinarias, instituciones, actividades y estrategias a través de las
cuales la economía política internacional opera110 estableciendo un determinado arreglo
espacial resultado de la interacción entre sus elementos -características geográficas-.

Si bien previamente se indicó que la totalidad de un sistema-mundo deviene del entramado


de procesos económicos, políticos, y culturales -cabe recordar que la distinción entre cada
tipo de proceso obedece a la organización del conocimiento y no a una existencia en la
realidad-, es cierto que no se ha profundizado en aquellos procesos -denominados
ideológicos- que han delineado la geocultura global.

De acuerdo con Wallerstein, fue la Revolución Francesa -en tanto símbolo de la Ilustración,
exaltó los valores de la modernidad resumidos en el lema “libertad, igualdad y fraternidad”-
el suceso que marcó una transformación ideológica trascendental en dos sentidos: la
normalización del cambio y la reformulación del concepto de soberanía -depositada ahora
en el pueblo-111. Justamente, como consecuencia de dichas transformaciones en el plano
ideológico surgieron estrategias sobre la manera de llevar a cabo el cambio y la dirección
del mismo 112–conservadoras a la derecha, liberales en el centro y radicales a la izquierda
(movimientos antisistémicos)-, fue la liberal -por su sensatez y compatibilidad con los
objetivos de cada facción- la que se adoptó como el sello de la geocultura del sistema-
mundo moderno. Precisamente esta geocultura bien ha vinculado el racionalismo, y su
pensamiento universalista, con el racismo. La reflexión wallersteiniana concibe al
universalismo como un cuadro ideológico que establece una socialización específica
orientada a:

109
Según Agnew y Cobridge, la historia registra tres órdenes geopolíticos: 1) 1815-1875 (se caracteriza por
un Equilibrio de poder en el territorio europeo , siendo Gran Bretaña el hegemón,), 2) 1875-1945 (se distingue
por una combinación del Concierto Europeo y la dominación británica, no obstante, durante ese periodo hay
una desestabilización del balance de poder en Europa como resultado del surgimiento de rivales
imperialistas, 3) 1945-1990 (se caracteriza por una división bipolar del mundo, con el triunfo del capitalismo
EE.UU. adquirió el estatus de hegemón)
110
John Agnew y Stuart Corbridge, Mastering space (Londres: Routledge, 1995), 15.
111
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 43.
112
Ibídem, 43-44.

[44]
(…) dirigir las actividades de la burguesía de otros estados y de las diversas capas
medias a escala mundial hacia unos cauces que maximizaran la integración de los
procesos de producción y el buen funcionamiento del sistema interestatal, facilitando
con ello la acumulación de capital. 113

Según Wallerstein, el universalismo constituye la ideología primaria del sistema cultural de


la economía-mundo capitalista, su búsqueda de la verdad -pese a que en la cultura científica
se afirme que nunca podrá conocerse de forma definitiva- constituye su razón de ser 114, y
precisamente por ello la determinación de las leyes universales que rigen la realidad son
presentadas como la única verdad que no necesariamente es desinteresada como
usualmente se cree, de hecho es una racionalización interesada que legitima y sirve como
sustento en el establecimiento de un conjunto de normas y reglas de comportamiento que
articulan un esquema a seguir con la finalidad de perpetuar el cumplimiento del objetivo
principal del capitalismo. En el entendido de que la formulación de leyes permite
caracterizar el funcionamiento de la realidad, resultó eficiente la adopción del
universalismo como esquema de pensamiento bajo el cual es posible enseñar las normas
culturales afines al capitalismo y la consecuente eliminación de aquellas que no lo son.

De acuerdo con Wallerstein, la cultura científica no fue sólo una racionalización sino una
forma de socialización, incluso creó un marco dentro del cual era posible la movilidad
individual con base en las capacidades individuales del ser humano -constitución de una
jerarquía sustentada en el mérito (meritocracia)-, con ello “El gran énfasis en la
racionalidad de la actividad científica fue la máscara de la irracionalidad de la
acumulación incesante”115; pese a las benevolencias contenidas en la adopción del
universalismo, hubo un impedimento, surgió como una ideología propagada por quienes
ejercían el poder económico y político116, y por tanto en la práctica no era una ideología
disponible para todos, además de ello su existencia se acompaño del racismo -un cuadro
ideológico que aunque a primera instancia resulte ser contraria al universalismo realmente
ha sido muy compatible-.

113
Wallerstein, El capitalismo histórico, 74.
114
Ibídem, 72.
115
Wallerstein, El capitalismo histórico, 76.
116
Ibídem

[45]
El universalismo fue ofrecido al mundo como un regalo de los poderosos a los débiles
(…) El regalo encerraba el racismo, porque daba al receptor dos opciones: aceptar el
regalo, reconociendo con ello que estaba en un lugar inferior de la jerarquía de
sabiduría adquirida, o rechazar el regalo, negándose con ello a sí mismo armas que
podrían invertir la situación (…).117

En consecuencia, el racismo -cuya etiqueta más utilizada ha sido el color o la fisiología- ha


servido como una ideología que justifica la desigualdad, de hecho, se afirma que aquellos
que están económica y políticamente oprimidos son culturalmente inferiores; de ahí que
exista una significativa correlación entre etnia, ocupación y papel económico-. El racismo
dentro del capitalismo se ha institucionalizado como la manera a través de la cual diversos
sectores de la fuerza de trabajo dentro de la misma estructura económica se deben
relacionar entre sí, se ha convertido en la justificación ideológica de la jerarquía y la
desigualdad. Ha funcionado como una ideología represiva que sirve de obstáculo a los
movimientos antisistémicos, garantizando con ello el mantenimiento del orden
establecido118. Así mismo el racismo constituye el marco ideológico desde el cual el
nacionalismo se erige -la consideración de la raza es un elemento clave en la constitución
de la nación (considerada una comunidad imaginada) como identidad colectiva-: “El
racismo es, de alguna manera, el exceso constituyente o el suplemento interior del
nacionalismo: ese suplemento necesario para que los Estados-nación logren proyectar en la
vida cotidiana y en una perspectiva histórica una clausura que sería imposible (…)” 119.

Dado lo anterior, se infiere que la existencia del universalismo y el racismo constituyen los
cuadros ideológicos que determinan sustancialmente las pautas de socialización dentro de
la economía-mundo capitalista, si bien parecieran antitéticas su vínculo se revela
simbiótico.

117
Ibídem, 76-77.
118
Ibídem, 67-70.
119
Eric Hobsbawm citado en María París, “Racismo y nacionalismo: la construcción de identidades
excluyentes”, Política y cultura, n° 12 (1999): 65.

[46]
1.2 Sobre el concepto de Hegemonía
1.2.1 El estudio de la hegemonía desde distintos enfoques

En torno a la categoría “hegemonía” existe una amplia esfera de ambigüedad como


resultado de su asociación con otras tantas categorías -liderazgo, superioridad, dominación,
etc.- que a decir verdad, sólo obnubilan la inteligibilidad de la misma -impidiendo su
consideración como un concepto que evoca a un proceso relacional- y la reducen a la
adquisición de un objeto. Es necesario discutir teóricamente el concepto de Hegemonía, en
tanto que el establecimiento de un orden geopolítico y un proyecto emancipatorio devienen
precisamente de la instauración de una. Desde ahora, se advierte que ésta categoría será
entendida desde la teorización gramsciana, no obstante, se revisarán algunos supuestos
provenientes de las interpretaciones realistas y sistémicas con la finalidad de determinar su
dinámica y las dimensiones decisivas.

1.2.1.1. Las interpretaciones realistas: Teoría de la estabilidad hegemónica y


Teoría de la transición del poder

Desde el paradigma realista, el análisis sobre las relaciones internacionales se centra en el


conflicto y la lucha por el poder. En ese sentido, las interpretaciones realistas sobre
hegemonía guardan correspondencia con este punto focal y otros esenciales del realismo
clásico -la racionalidad del estado como actor principal en la arena internacional, la
naturaleza conflictiva o anárquica de las relaciones internacionales dado el pesimismo
antropológico y la obtención del poder como fin de toda acción política que se asocia con la
idea de seguridad y equilibrio de poder-, así como con algunos provenientes de la
reformulación del mismo en neorrealismo (cuyo surgimiento deriva del dialogo entre
realismo y liberalismo, aunque se sustenta en el realismo clásico anexa otras
preocupaciones) -en dónde se cuestiona sí la fuerza militar resulta ser el instrumento de
poder más eficaz y se considera a la interdependencia compleja y los regímenes
internacionales como una óptica en el análisis de las relaciones internacionales más allá de
su naturaleza conflictiva, si bien se reconoce la existencia de anarquía en la escena
internacional la cooperación actúa como atenuante o mitigador-.

[47]
La lógica de la Teoría de la estabilidad hegemónica presupone la aceptación inicial de la
afirmación hobbesiana: sin un poder capaz de inspirar miedo, el hombre vivirá en estado de
guerra120, de ahí que desde su perspectiva resulte necesario la existencia de un
Estado-nación que efectúe el papel de estabilizador a través del establecimiento de un
régimen internacional. A partir de éste marco teórico, Eichegren concibe a la hegemonía
como un poder imperial que impone su voluntad en otros países, incluso utiliza palabras
como “fuerza”, “dictar”, “coaccionar” para identificar las acciones realizadas por la
hegemonía británica y estadounidense 121.

Con la consideración realista sobre el carácter anárquico del sistema internacional, se


entiende que esta teoría lo defina en términos de desconfianza e incertidumbre y que por
consiguiente el interés nacional sea concebido en términos de seguridad nacional, y que
ésta constituya el eje rector de la política exterior estatal. En virtud de ella, la lucha por el
poder que desde el realismo es comprendido usualmente en función de la posesión de
recursos materiales -siendo las capacidades militares el principal instrumento de poder- y
en menor medida como concepto relacional, adquiere centralidad. Volviendo a la cualidad
anárquica del sistema internacional, desde la perspectiva realista se considera que ésta es
combatible a través de la instauración de regímenes internacionales -que dicho sea de paso,
se corresponde con los intereses de los Estados más poderosos-. En ese sentido, desde el
neorrealismo la interdependencia y la cooperación resultan ser aspectos clave, pero
contrario a lo dicho por el paradigma neoliberal, éstos dependen de las relaciones de poder
existentes entre los Estados. Un régimen internacional no es neutral, no está por encima ni
es exterior a la lucha por el poder, simultáneamente es parte y objeto de la lucha política 122.
Krasner sostiene que un régimen internacional consiste en un “conjunto de principios
implícitos o explícitos, normas, reglas y procedimientos de toma de decisiones alrededor de
las cuales las expectativas de los actores convergen en un área dada de relaciones
internacionales”123. Así, de acuerdo con Kehonae, la naturaleza de los regímenes
internacionales está determinada por la distribución del poder entre los Estados que lo

120
Hobbes citado en Pierre de Senarclens, “Estudio de los conflictos internacionales”, Revista Internacional
de cienecias Sociales 127, 6.
121
Robert Gilpin, Global Political Economy. Understanding the international economic order (EE. UU,
Nueva Jersey: Princenton University Press, 2001) 95.
122
Ibídem, 92-93.
123
Ibídem, 83.

[48]
constituyen124; de ahí que todo cambio en la distribución de poder debiera conducir a un
cambio de régimen.

Ahora bien, aunque el paradigma liberal no supone que el establecimiento de un régimen


internacional devenga de la instauración de un poder dominante, algunos neorrealistas
partidarios de la teoría de la estabilidad consideran que una economía liberal internacional
demanda a un hegemón comprometido con los principios de la economía liberal 125, sin
embargo, Gilpin sustenta que aunque ésta es necesaria no es una condición suficiente para
el establecimiento de una hegemonía126.

En contraposición con las afirmaciones idealistas-liberales, la hegemonía no


necesariamente existe de manera opuesta a la cooperación internacional; de hecho ésta
última, de acuerdo con los teóricos de la estabilidad hegemónica, ha sido más palpable en
periodos con una clara afirmación de hegemonía, entonces habría que cuestionarse: ¿Cómo
podría ser posible una cooperación internacional entre estados-nación que se encuentran
dentro de una jerarquía de poder y una lucha constante por el mismo? Eichengren sostiene
que la explicación se halla en la teoría del cartel, la cual conjetura que “(…) es posible
impedir la deserción de un cartel que contiene muchos miembros sólo cuando haya una
firma capaz de actuar como ejecutor (…)”127. Dicha premisa bien tiende a justificar la
existencia de una hegemonía, de hecho, los trabajos de Eichegren son apologías de ello, en
cuanto que afirma que tanto el sistema monetario internacional como el sistema comercial
internacional han sido posibles gracias a una asociación positiva entre la hegemonía y la
liberalización comercial128. A partir de lo anterior, es posible afirmar que desde la Teoría de
la estabilidad hegemónica se tiende a exaltar el papel de la hegemonía; en primera
instancia, como una condición indispensable para el correcto funcionamiento de la
economía política internacional; y en segunda, como una condición a priori para el
ejercicio de la cooperación internacional.

124
Robert Keohane y Joseph Nye, Poder e interdependencia. La política mundial en transición (Argentina:
Grupo Editor Latinoamericano, 1988), 64.
125
Gilpin, Global Political Economy, 94.
126
Ídem
127
Ibídem, 109.
128
Ibídem, 95.

[49]
De acuerdo con Keohane la Teoría de la estabilidad hegemónica “sostiene que las
estructuras de poder hegemónicas, dominadas por un solo estado, conducen en mayor
medida al desarrollo de regímenes internacionales fuertes, cuyas reglas son relativamente
precisas y obedecidas correctamente”129. La importancia que le confieren los exponentes
de ésta teoría a la cooperación internacional, en tanto imperativa que rige el
comportamiento de las relaciones entre los Estados-nación después de la implantación de
una hegemonía y de la consecuente determinación de un régimen internacional, se
corresponde con la aceptación sobre la existencia de una política de interdependencia
compleja130. Entonces desde la perspectiva de esta teoría, es posible afirmar que en
conformidad con el razonamiento realista, la seguridad nacional sigue constituyendo el
objetivo general de toda política exterior, no obstante, recurriendo a la visión neorrealista
ésta debe comprenderse desde la noción de interdependencia -la cual no debe entenderse
como una relación de simetría, ni como la ausencia de una jerarquía de poder- y la de
cooperación internacional.

Desde luego que, la existencia de una interdependencia compleja aunque sugiere la idea de
intereses comunes que obligan necesariamente a los Estados-nación a coordinar acciones en
virtud de la satisfacción de dichos intereses, precisamente su carácter asimétrico deviene de
la existencia de una jerarquía de poder y por ende la interdependencia compleja no
necesariamente implica la desaparición de un hegemón, de hecho, éste último es quien
presenta a sus objetivos particulares como comunes y en correlación con ellos se
determinan las pautas de la cooperación internacional. Así mismo, según Keohane, la
interdependencia tampoco supone la desaparición de los conflictos -éstos pueden adquirir
distintas formas- y mucho menos se le debe concebir como una interdependencia mutua
equilibrada, pues si bien en todas relaciones de dependencia existen efectos de costo
recíproco, las relaciones son asimétricas y por consiguiente la magnitud de los efectos
dentro de una relación de interdependencia no es la misma 131.

129
Keohane citado en Robert Cox, “Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: Más allá de la Teoría de
Relaciones Internacionales”, Relaciones Internacionales, n° 24 (2013) : 145.
130
Keohane, Poder e interdependencia, 39.
131
Ibídem, 22-25,

[50]
En estrecha relación con la asimetría, desde esta teoría subyace la idea de la
interdependencia como fuente de poder -éste último entendido como el control sobre los
recursos o como el potencial para afectar los resultados- , en función de dos dimensiones:
sensibilidad -grados de respuesta dentro de una estructura política en un marco que se
considera invariado- y vulnerabilidad -desventaja de un actor que continúa experimentando
costos derivados de acontecimientos externos aún cuando haya modificado las políticas-132.
Si bien dos Estados-nación pueden ser sensibles ante una externalidad ambos pueden
registrar distintos niveles de vulnerabilidad y viceversa. Keohane señala que “Un actor
menos dependiente en una relación, a menudo cuenta con un recursos político significativo,
porque los cambios en la relación (que el actor puede iniciar o amenazar con ellos), serán
menos costosos para ese actor que para sus socios”133. En ese sentido, para la Teoría de la
estabilidad hegemónica, la dimensión de la vulnerabilidad adquiere mayor notoriedad, pues
precisamente a partir de ella es posible interpretar la configuración de las relaciones de
interdependencia distinguiendo entre los definidores y acatadores de las reglas del juego.
Son los grados de vulnerabilidad los que producen y reflejan la existencia de una
interdependencia asimétrica; así, la vulnerabilidad resulta en una condición instrumental
para el ejercicio de poder.

Desde la perspectiva realista, la estabilidad provista por un régimen internacional se puede


ver comprometida con el surgimiento de otro Estado-nación de mismas capacidades que el
hegemón y cuya pretensión sea modificar la distribución del poder con el fin último de
erigirse como su sucesor. A este respecto, es oportuno evocar algunos supuestos
provenientes de la Teoría de la transición de poder, que pese a ser catalogada como una
teoría realista sus exponentes la definen como racionalista. Sin embargo, dada la
correspondencia hallada entre su bagaje teórico con algunos supuestos racionalistas, será
aquí considerada.

Habiendo aclarado lo anterior, es posible proseguir. Desde la lógica de ésta teoría la


transición tiene una forma estructural y dinámica 134. En el primer caso, la política global se

132
Ibídem, 25.
133
Ibídem, 25-26.
134
Ronald Tammen, Jacek Kugler y Douglas Lemke, “Power Transition Theory”, TransResearch
Consortium: 2,

[51]
entiende a partir de una estructura jerárquica de poder desde la cual las naciones son
clasificadas; precisamente en función de sus posiciones dentro de la jerarquía y sus
capacidades, podrá surgir la motivación de un Estado-nación de modificar el statu quo y
efectuar la transición. En el segundo caso, la teoría supone que las interacciones entre los
Estados-nación se sustentan en el compromiso de las elites nacionales con el statu quo; ello
determina la satisfacción o insatisfacción de un Estado-nación en relación a su posición
dentro de la jerarquía135. Dada la integración entre lo estructural y lo dinámico, los teóricos
de la transición en contraposición con lo dicho por el realismo clásico, no distinguen entre
una política nacional e internacional, ya que entienden a la política mundial como una
integración horizontal y vertical136.

Si bien la Teoría de la transición reconoce la existencia de una jerarquía, la nación


dominante no es considerada como hegemón, pues bajo el supuesto de que la hegemonía se
define a partir de la existencia de un Estado-nación que produzca más del 50% de la
producción total a nivel mundial, desde su perspectiva, ésta es un fenómeno raro en la
política global137; así, aquel Estado-nación situado en la cúspide de la distribución del poder
será un líder, mas no un hegemón, este líder manejará el sistema global a través de una
coalición con otros Estados-nación que se encuentren satisfechos y estables 138.

La Teoría de la transición concibe al poder como “la habilidad de influenciar el


comportamiento de otros de manera congruente con nuestros propios intereses”139 en
función de las capacidades económicas, demográficas y políticas de las unidades 140. Según
Organski, el poder se expresa en la intersección entre la política y la economía -siendo
susceptible de medición a través de indicadores económicos e indicadores sobre el
desempeño político y la capacidad extractiva material del gobierno-141. De acuerdo con ésta
teoría, la transición se comprende en función de la tasa de crecimiento diferencial entre los

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440/Power+Transition+Theory.pdf
135
Ídem
136
Ídem
137
Ibídem, 9.
138
Ídem
139
Kepa Sudope, La estructura de poder del sistema internacional: del final de la Segunda Guerra Mundial a
la Posguerra Fría (España: Omagraf, 2002). 88.
140
Ronald Tammen, “Power Transition Theory”,3.
141
Ibídem, 3-4.

[52]
Estados-nación; según las variaciones algunos ganan, otros pierden o conservan su
poder142. En consecuencia, y derivado de dichas modificaciones en la distribución del
mismo, las relaciones entre los Estados-nación se modifican.

Aunque esta teoría retoma el supuesto realista que considera a la anarquía como una
condición inherente a las relaciones intra e internacionales, los teóricos de la transición
afirman que la ocurrencia de un conflicto o de una cooperación entre los Estados-nación y
al interior de los mismos depende del grado de satisfacción de las facciones. Si una unidad
se encuentra satisfecha cooperará con el statu quo, en caso opuesto, habría una situación
potencial de conflicto. Contrario a lo que pudiera creerse, el grado de satisfacción no
siempre debe asociarse con la prosperidad entendida en términos económicos; una unidad
“próspera” puede estar insatisfecha mientras que una unidad “no prospera” bajo el supuesto
de que en otras condiciones su situación empeoraría pudiese estar satisfecha. Desde luego,
el grado de satisfacción de una unidad no es invariado, una unidad satisfecha en un
determinado momento bien puede encontrarse insatisfecha en otro tiempo.

La satisfacción constituye un elemento de confianza que denota la convergencia de


motivaciones que bien pueden propiciar una cooperación en virtud del compromiso hacia el
mantenimiento del statu quo, en contraposición, su ausencia puede generar desconfianza e
incentivar pretensiones de socavarlo. En ese sentido, para la óptica de esta teoría la
creación de alianzas adquiera centralidad, los Estados se unen a aquellos con los que tienen
intereses compartidos; incluso cuanto mayor sea la similitud entre la cartera de alianzas de
un Estado-nación con la del dominante, mayor será su satisfacción. Así, la estabilidad en la
escena internacional no deviene de la sola imposición de la voluntad del líder, sino del
apoyo de otras jerarquías mediante la creación de una coalición satisfecha que garantice el
mantenimiento del statu quo.

Ahora bien, como ya ha sido mencionado los exponentes de la transición sostienen que la
estructura global y regional resulta de una jerarquía basada en la distribución del poder y el
grado de satisfacción inherente; precisamente como resultado de dicha jerarquización se
distinguen cuatro categorías esquemáticamente representadas en una pirámide: poder
dominante, poder grande, poder medio y poder pequeño. Dicha categorización define
142
Ibídem, 2.

[53]
jerarquías globales y regionales que interactúan asimétricamente, pues a través del vínculo
entre el dominante y las grandes jerarquías con los líderes regionales -que sirven de
estabilizadores- se busca mantener el compromiso con el statu quo, sin embargo, las
potencias regionales no pueden intervenir eficazmente en la jerarquía global.

De acuerdo con los teóricos, la transición de poder a nivel intra o internacional se


corresponde con cambios en las tasas de crecimiento económico y desarrollo político, los
niveles de satisfacción nacional con el statu quo dependen en gran medida con las
decisiones de las élites o de lo dicho por los tomadores de decisiones en las distintas
sociedades143. Así, cuando existe una paridad de poder en la escena intra e internacional
puede desencadenarse un conflicto -guerra civil o guerra mundial, según la escala- si es que
las facciones tienen visiones distintas sobre la organización y el funcionamiento del
sistema. La disputa entre el defensor y el retador se resuelve ya sea por la vía de la
persuasión si es que concurren intereses comunes, o en caso contrario, por la vía de la
coerción144. Ambas vías sirven como instrumentos para cambiar o generar políticas en
virtud de sus preferencias, incluso, en aras de evitar la transición el defensor puede iniciar
una guerra preventiva para evitar el ascenso del retador.

1.2.1.2. Las interpretaciones sistémicas: Teoría de la economía-mundo y


Teoría de los ciclos hegemónicos

Las interpretaciones sistémicas sobre hegemonía, como bien sugieren, emanan del
pensamiento contenido en la Teoría de sistemas-mundo. Wallerstein, uno de los referentes
más destacables, sostiene que la rivalidad interestatal -que habitualmente se expresa como
un equilibrio- no necesariamente sugiere la inexistencia de una motivación por parte de
algún Estado-nación de conseguir una cuota extra de poder, incluso establece que ésta
puede lograrse a través de dos mecanismos; ya sea, 1) con la transformación de la
economía-mundo en un imperio-mundo o 2) mediante la obtención de la hegemonía145.
Aunque, han surgido intentos por conseguir dicha cuota de poder mediante el primer

143
Ibídem, 14.
144
Ibídem, 12.
145
Wallerstein, Análisis de sistemas-mundo, 42.

[54]
mecanismo -a diferencia de lo ocurrido con las pretensiones de obtener la hegemonía- éstos
no han sido exitosos146. Desde la óptica wallersteiniana la hegemonía se entiende como:

(…) la situación en que la rivalidad entre las llamadas «grandes potencias» es tan
desequilibrada que una de ellas es verdaderamente prima inter pares, es decir, que
puede imponer sus reglas y deseos [...] en todos los terrenos: económico, político,
militar, diplomático e incluso cultural. La base material de semejante poder reside en
la capacidad de las empresas domiciliadas en su territorio para operar con mayor
eficacia en las tres principales áreas: producción agro-industrial, comercio y finanzas
(...).147

Wallestein sostiene que en el transcurso de la historia existieron tres poderes capaces de


obtener la hegemonía durante periodos relativamente breves -1) Provincias Unidas a
mediados del siglo XVII, 2) Reino Unido a mediados del siglo XIX y 3) EE. UU. a
mediados del siglo XX- de hecho, afirma que su alcance ha resultado útil para la economía-
148
mundo bajo la premisa de que ésta permite la creación de una estabilidad dentro de la
cual se puede efectuar la incesante acumulación de capital.

En los tres casos señalados, la hegemonía fue precedida por la ocurrencia de una guerra
cuyo saldo fue la derrota de un aspirante militar a la conquista y la consecuente
instauración de un orden de posguerra; no obstante, contrario a lo que pudiese pensarse
desde las interpretaciones realistas, para esta perspectiva sistémica el alcance de la
hegemonía no dependió exclusivamente de las capacidades militares, sino de la capacidad
de los acumuladores de capital -asentados en un determinado Estado-nación- de competir
ventajosamente con otros en las tres esferas económicas clave de forma sucesiva (la
producción agro-industrial, el comercio y las finanzas)149.

Ahora bien, si la hegemonía resulta útil en la creación de un marco estable para la


acumulación incesante de capital, ¿por qué cada una ha llegado a su fin? De acuerdo con
Wallerstein, la obtención de la hegemonía tiende hacia una autodestrucción por razones

146
Ídem
147
Gilpin, Global Political Economy, 30.
148
Ídem
149
Wallerstein, El capitalismo histórico, 49.

[55]
económicas circunscritas a la dinámica del liberalismo global, más que por motivos
político-militares, pues bajo el supuesto de que los factores que constituyeron la base de la
eficiencia económica del hegemón pueden ser copiados, la consecuencia inmediata es el
incremento en la competitividad de otros en las tres esferas clave de la economía
lográndose primero en la producción agro-industrial, seguida de el comercio y finalmente
en las finanzas; reduciéndose con ello la brecha entre éstos y el hegemón que además es
susceptible a presentar una reducción de su competitividad precisamente en aquellas esferas
que en un inicio constituyeron la base de la misma. Si bien Wallerstein habla de un
Estado-nación hegemón considerado como una entidad instrumental cuyo poder se mide en
la capacidad de fomentar dentro de sus límites territoriales la concentración de capital, su
bagaje teórico no sólo evidencia la concepción de un hegemón colectivo (Estado-nación),
pues desde la consideración de la lucha intercalase en su análisis, también expresa la
consideración -aunque no explícita- de un hegemón individual o una clase dominante.

Es permisible afirmar que, desde las interpretaciones sistémicas, la hegemonía es un


elemento inherente a la economía-mundo con una marcada tendencia hacia la
autodestrucción, cada hegemonía llega a su fin y precisamente esta condición la revela
como un ciclo, su función en la economía-mundo recae en la creación y mantenimiento de
un marco apto para la vocación histórica del capitalismo, el hegemón vela por los
requerimientos que éste demanda. Desde la perspectiva de sistemas-mundo, la elucidación
de la hegemonía como ciclo hegemónico se convierte en la premisa central del análisis.
Para los teóricos de esta óptica un ciclo hegemónico se corresponde con un ciclo
Kondratieff conformado por una fase expansiva (onda A) seguida de una contractiva (onda
B), Wallerstein y Hopkins definen un ciclo hegemónico partir de cuatro fases sucesivas
-por ello su carácter cíclico-: 1) Ascenso hegemónico, ocurre cuando los rivales compiten
por la hegemonía, 2) Victoria hegemónica, cuando uno de los contendientes se convierte en
el hegemón sobreviniendo al anterior, 3) Madurez hegemónica, el hegemón goza de una
plena hegemonía en cuanto que ésta es indisputada, 4) Declinación hegemónica, la
hegemonía se debilita dada la disminución de su competitividad y los potenciales sucesores

[56]
compiten por ascender a la hegemonía 150. La fase cuatro se superpone con la primera,
dando inicio a un nuevo ciclo hegemónico.

Sin duda alguna la teoría de la economía-mundo y las interpretaciones wallersteinianas


hechas al respecto han constituido un marco general para la interpretación sistémica de la
hegemonía, no obstante, algunos teóricos sostienen que los aportes wallersteinianos son un
tanto deficientes, pues la visión de totalidad contenida en ellos considera el
comportamiento de las partes como el producto de una situación estructural, excluyendo la
consideración de las partes como productoras de dicha situación. Desde sus contribuciones,
las acciones de competitividad que constituyen la vía para la obtención de la hegemonía
aparecen como reflejo de las propiedades estructurales del sistema mundo capitalista sobre
las que no tienen influencia alguna 151, dejando de lado el hecho de que las partes también
modifican la estructura. Giovanni Arrighi y otros, siguiendo la línea de razonamiento
sistémico, han interpretado el comportamiento de la hegemonía no sólo como un producto
de la estructura; sino también como productora de. Según su análisis, el ascenso de las
potencias en el mundo moderno no ha sido sólo un reflejo de las propiedades sistémicas;
en primera instancia, porque han actuado como poderosas fuerzas que restringen y
determinan los Estados-nación candidatos a la hegemonía y en segunda, porque la
obtención de ésta última, en todos los casos, ha introducido una reorganización del sistema
y una modificación de sus cualidades152.

En los trabajos de Arrighi, la hegemonía se concibe desde la lógica gramsciana de la


relación entre consenso y coerción; de ahí que sea considerada, más allá de una dominación
pura, como un poder adicional que se añade a un grupo dominante dada su capacidad para
dirigir a la sociedad en virtud de sus intereses; siendo ésta vista, por parte de los grupos
dominados, como una dirección que se corresponde con el cumplimiento de los intereses
generales de la sociedad 153. Según estos autores, la lógica que yace en la concepción
gramsciana sobre el consenso evoca la idea de inflación del poder asociada a la capacidad

150
Luis Sandoval, “La hegemonía mundial de las potencias. Una aproximación teórica”, Problemas del
Desarrollo, n° 131 (2002): 111.
151
Giovanni Arrighi et. al., Chaos and Governance in thje Modern World System (EE.UU: University of
Minnessota, 1999), 33.
152
Ibídem,33.
153
Ibídem, 34.

[57]
de los grupos dominantes de presentar su dominación como una condición benéfica para
todos154; aunque por supuesto ello no supone la eliminación de las condiciones asociadas a
la idea de deflación del poder, es la inflación la quea dquiere relevancia porque su ausencia
significa una “dominación sin hegemonía”155.

Arrighi, partiendo de la distinción realizada por Parsons sobre los aspectos distributivos y
colectivos del poder, explica los mecanismos por los cuales un candidato a la hegemonía
puede incrementarlo como resultado de su comportamiento y no sólo como una
consecuencia de los imperativos sistémicos, la sucesión hegemónica implica que el
candidato debe sumar poder de lo contrario ésta no ocurrirá sólo por el hecho de que el
hegemón lo pierda, así la sucesión tendrá lugar cuando un candidato: 1) desarrolle la
capacidad de conducir al sistema hacia nuevas formas de cooperación interestatal y de
división del trabajo que posibiliten la superación de la tendencia individualista de los
Estados por conseguir sus objetivos sin tomar en cuenta los problemas del sistema y 2)
ofrezca soluciones sistémicas para resolver problemas sistémicos 156. Precisamente aunque
la hegemonía sea vista como una condición naturalmente producida por el sistema, ambas
condiciones revelan una afectación estructural dada por su comportamiento. Si bien el
razonamiento generado desde su postura teórica también concibe la existencia de ciclos
hegemónicos, a diferencia de los wallersteinianos, las fases se entienden desde la
interacción entre las partes siendo el cambio sistémico un factor endógeno, “las
expansiones sistémicas están inmersas en la estructura hegemónica que tienden a
socavar 157; así el ciclo es interpretado en función de la sucesión alternada entre una fase de
expansión vinculada a la cooperación, seguida de una fase de emulación y competencia que
dan lugar a la tiranía de las pequeñas decisiones y en consecuencia un declive hegemónico
que desencadena en una crisis hegemónica.

Ahora bien, dada la correspondencia teórica entre los referentes anteriores ambas
perspectivas coinciden en la consideración de tres poderes capaces de obtener la
hegemonía, sin embargo, Modelski, otro referente representativo de las interpretaciones

154
Ídem
155
Ídem
156
Ídem
157
Ibídem, 36

[58]
sistémicas, señala que desde el año 1500 han existido cinco ciclos hegemónicos con un
duración de un siglo cada uno y liderados por una potencia global (entendida como aquella
unidad que monopolizan la función de mantener órdenes en el sistema mundial)158
-Portugal (1494-1517), Países Bajos (1579-1609), Gran Bretaña (1688-1713), Gran Bretaña
(1792-1815) y EE. UU. (1914-1945)159-. Si bien Moldeski no niega la importancia de la
competitividad económica en la sucesión de las fases del ciclo hegemónico, sus análisis se
centran en la correspondencia entre los ciclos hegemónicos -entendidos a partir de la
relación entre el surgimiento de poderes globales con los ciclos K- y la periodización de la
guerra y los cambios políticos. Desde su perspectiva, el poder mundial emerge de una
guerra de carácter global, en donde la coalición ganadora se fractura y uno de sus miembros
se convierte en el nuevo retador160; de ahí que las capacidades político -militares sean más
relevantes que las económicas para el alcance de la hegemonía, por ello Moldeski interpreta
las fases expansivas de los ciclos K como resultado de la incorporación de innovaciones
económicas, pero sobre todo políticas.

Habiendo expuesto las principales ideas que sustentan a las interpretaciones sistémicas
realizadas por los referentes mencionados, se puede afirmar que, la propuesta de Arrighi es
una variante de la perspectiva wallersteniana, busca complementarla más que reformularla,
y su contribución estriba en la atención que otorga a la escala de las partes. Aunque
identifica los ciclos con la alternancia entre cooperación y competencia, su identificación
no puede negar que procede de la idea de autodestrucción que ya ha había señalado y
explicado Wallerstein. En relación con la perspectiva de Moldeski, a diferencia de la
wallersteniana y la realizada por Arrighi, la guerra adquiere mayor centralidad que la
competitividad económica como el fundamento de una hegemonía, sin embargo, no resulta
totalmente distinta a ellas.

158
Ídem
159
Joshua Goldstein, Chapter six. Te war/ Hegemony Debate 2: The current debate: 126,
http://www.joshuagoldstein.com/jgcyc06.pdf
160
Ibídem, 127.

[59]
1.2.1.3. Teorización gramsciana: entre el ejercicio de la coerción y la
creación de consensos

Desde la teorización gramsciana la noción de hegemonía se entiende a partir del concepto


de sociedad civil, la novedad de su propuesta estriba en la consideración de ésta como
portador material de la figura social de la hegemonía 161. Según Norberto Bobbio, existe una
distinción sustancial entre el concepto de sociedad civil dado por Gramsci y aquel otorgado
por Marx162. Si bien Marx identifica el término en el plano estructural y Gramsci lo
circunscribe al momento de la superestructura, éste último acepta que: la producción y
reproducción de la vida material, al implicar la producción y reproducción de las relaciones
sociales globales es el factor explicativo de la historia -materialismo histórico- 163; de modo
que, su concepción sobre el término de sociedad civil, en tanto parte de la superestructura,
no significa la negación del materialismo histórico, sino un enriquecimiento a la
teorización marxista.

Dicha contribución gramsciana se sustenta en la consideración de la teoría ampliada del


Estado tras la socialización de la participación política, suceso que por la temporalidad del
análisis marxista ya no pudo ser incorporado como parte de; sin embargo, es esta realidad la
que subyace en la consideración que Gramsci realiza sobre la sociedad civil visualizándolas
como una dimensión de las relaciones de poder. En virtud ello, Gramsci se distancia de la
conceptualización tradicional del término Estado -entendido como sociedad política- para
identificarlo como un “equilibrio de la sociedad política con la sociedad civil”164; de ahí
que el termino Estado, en la teorización gramsciana, evoque a la vinculación entre la esfera
de la sociedad política y la de la sociedad civil. De acuerdo con Gramsci, ambas esferas,
siempre presentadas como facciones antinómicas, disponen de una función distinta en el
ejercicio de la hegemonía dentro de una organización social. En la sociedad política, las
clases dominantes ejercen una dominación o dictadura mediante la coerción haciendo uso
de aparatos represivos del Estado; en contraste, en la sociedad civil, las clases dominantes
ejercen un liderazgo o dirección mediante el consenso haciendo uso de lo que Gramsci

161
Carlos Coutinho. Introducción a Gramsci, (México, D.F.: Ediciones Era, 1986), 108.
162
Ídem
163
Ibídem, 109.
164
Ibídem, 113.

[60]
denomina aparatos privados de hegemonía. Así, habiendo establecido una especie de
preámbulo; la perspectiva gramsciana sobre hegemonía será entendida a partir de la díada
coerción-consenso, es decir como la:

supremacía de un grupo social (...) manifiesta en dos modos: como «dominación» y


como «liderazgo intelectual y moral». (Así) Un grupo social domina sus grupos
antagonistas, a los que tiende a liquidar o a sojuzgar recurriendo incluso a la fuerza
armada (y) dirige a grupos afines o aliados.165

Por aparatos represivos del Estado, Gramsci designa a la máquina estatal que controlada
por la sociedad política posee el monopolio legítimo de la coerción y la represión mediante
el control ejercido por la burocracia ejecutiva y policiaco-militar; en contraste, denomina
aparatos privados de hegemonía a los “organismos sociales colectivos voluntarios y
relativamente autónomos frente a la sociedad política” 166 que sirven como instrumentos
ideológicos de legitimación; son privados porque su adopción o adhesión deviene de la
voluntad y no de una imposición coercitiva. Así, se intuye que en el pensamiento
gramsciano el análisis sobre las díadas (coerción-consenso, sociedad civil-sociedad
política), provee una perspectiva dialéctica sobre los ámbitos -político, ideológico- y
mecanismos -dominación, liderazgo- en que se ejerce la hegemonía:

El aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de aquellos


grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está constituido
considerando toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando
y en la dirección [en los aparatos privados de la hegemonía], casos en que el consenso
espontáneo viene a menos.167

Ahora bien, la intelegibilidad del concepto de hegemonía en la perspectiva gramsciana


asociada al ámbito de liderazgo ideológico, exige retomar el término bloque histórico, éste
refiere a las relación entre estructura y superestructura, es decir, entre las fuerzas materiales
y la ideología en un contexto determinado 168. Gramsci sostiene que “el entramado

165
Arrighi, Chaos and Governance, 33.
166
Coutinho, Introducción a Gramsci, 115.
167
Ibídem, 116.
168
Dora Kanouss (coord.), Poder y hegemonía hoy: Gramsci en la era global (México: Plaza y Valdés, 2004),
242.

[61]
complejo, contradictorio y discordante de la superestructura es el reflejo del entramado de
las relaciones sociales de producción” 169. El bloque histórico, en palabras de Robert Cox, es
un concepto dialéctico en el sentido de que las interacciones de sus elementos crean una
larga unidad170, su surgimiento está dado por el establecimiento de una hegemonía por parte
de una clase -previamente subordinada- sobre otras también subordinadas; por ello sólo
existe en función de una clase social hegemónica.

Dado lo anterior, es oportuno cuestionar: ¿Cuál es el vehículo para la construcción de la


unidad o integración entre ambas facciones de la estructura social?; según la interpretación
gramsciana, el surgimiento de un bloque histórico reside en la conformación de un
monopolio intelectual. En ese sentido, los intelectuales desempeñan la función de crear y
mantener un bloque ideológico mediante el cual se universaliza la visión particular del
mundo de la clase hegemónica, negando así la de las clases subordinadas -quienes adoptan
un visión no propia en virtud de que en la concepción universalizada aparentemente se han
asumido no sólo intereses de la clase dominante sino también los de ellas-. Así la creación
de un bloque ideológico -que conlleva al establecimiento de: un sentido común, buen
sentido, y un sistema de creencias; siendo el proceso de trabajo la instancia elemental de la
creación de los imaginarios, en tanto espacio de sociabilidad por excelencia- “es el proceso
por el cual aquella clase (...) se ha constituido en la “punta histórica de un determinado
momento histórico social” (pues se presenta a sí misma como) capaz de asumir los intereses
del conjunto de las clases y capas explotadas en una perspectiva que afiance sus
derechos”171.

Siguiendo la lógica previa, Gramsci sostiene que el primer paso en la instauración de una
hegemonía consiste en ejercer un liderazgo antes que ejecutar el control gubernativo. En
ese sentido, la noción de la hegemonía adquiere relevancia en dos sentidos: primero, como
estrategia para la conquista de poder y segundo, como la vía para la instauración de un
proyecto emancipatorio, en otras palabras, la hegemonía se convierte en el “espacio de
construcción del sujeto revolucionario” 172. Así, contrario a lo dicho por Lenin, para

169
Rober Cox, Gramsci, Hegemony and International Relations: An enssay in method, Millennium: Journal
of International Studies 12, n° 2: 56.
170
Ídem
171
Dora Kanouss (coord.), Poder y hegemonía hoy: 242.
172
Ana Esther Ceceña, Estrategias de construcción de una hegemonía sin límites, 2.

[62]
Gramsci es necesario generar amplios consensos sobre una concepción alternativa a la
dominante, a fin de que la conquista del poder no sea efímera 173. Por tanto, para una
estrategia revolucionaria exitosa y de largo alcance, el triunfo de una clase dirigente no se
alcanza en el plano estructural, no basta con el control de las fuerzas productivas, es
necesario ejercer un control superstructural a través de la dirección político-cultural. En ese
sentido, la estrategia estará guiada por el carácter de la alianza entre las clases dominantes y
las clases subordinadas, es decir, por la fortaleza del bloque histórico; de ahí que en algunos
casos el desencadenamiento de una guerra de movimiento -asalto de poder- sea suficiente;
pero en otros, sobre todo en aquellos cuyo bloque histórico se encuentre bien consolidado,
el surgimiento de una guerra de posición será lo más viable, toda vez, que una guerra de
movimiento sólo podrá conducir a la inmediata la reimposición de de la clase dominante.

1.2.2. La hegemonía global y sus dimensiones decisivas

Con base en la conceptualización gramsciana sobre el concepto de hegemonía, Ana Esther


Ceceña desde el marxismo crítico realiza una interpretación de la misma ubicándola en dos
niveles de abstracción distintos: a) el ámbito de la producción y reproducción social y b) el
ámbito de la competencia174. Precisamente a partir de ésta reflexión, Ceceña distingue entre
una hegemonía y un hegemón o sujeto hegemónico, que la llevan a diferenciar entre una
hegemonía capitalista y una hegemonía estadounidense. Ambos ámbitos, para su
construcción, se sirven de la díada gramsciana coerción-consenso.

Cuando se habla de hegemonía en el primer ámbito, se está refiriendo a una forma


específica de organización y reproducción social que se presenta a sí misma como el único
modo de vida posible; de ahí la consideración de una hegemonía capitalista en cuanto único
sistema histórico en el orbe. En el segundo ámbito, se hace referencia a un sujeto que en
virtud de su superioridad en el ámbito de la competencia intercapitalista, puede determinar
las pautas bajo las cuales se debe efectuar la vocación histórica de la economía-mundo

173
Ídem
174
Ana Esther Ceceña, “Estrategias de construcción de una hegemonía sin límites” en Hegemonías y
emancipaciones en el siglo XXI (Argentina, Buenos Aires: CLACSO, 2004), 22.

[63]
capitalista. Este sujeto es necesariamente un sujeto colectivo 175, capaz de dirigir por la
fuerza y por la razón, por convicción y por imposición; que emerge de un reconocimiento
colectivo y de la fuerza para sancionar su incumplimiento 176.

En ese sentido, desde esta perspectiva, la concepción de una hegemonía capitalista implica
considerar al capitalismo como el marco general de la organización social, en contraste la
consideración de un hegemón o sujeto hegemónico alude a la universalización de la visión
particular de un sujeto,sin que ello implique un cuestionamiento hacia el funcionamiento
societal sino el establecimiento de una lógica interna específica dentro de una lógica
general ya establecida.

Bajo la consideración de que la construcción de una hegemonía se da en el plano de la


producción y reproducción social significa que la transición entre hegemonías se
corresponden con cambios sistémicos, mientras que un cambio en la modalidad está
asociado a todas aquellas transiciones hegemónicas que han ocurrido al interior de la
economía mundo capitalista -y que el análisis wallersteiniano ya ha señalado-.

Si bien se distinguen dos ámbitos, la diferenciación no supone que ambos estén


desvinculados, de hecho, sus vínculos revelan a ambos planos de construcción como
simbióticos, pues el mantenimiento de una hegemonía capitalista ha requerido de la
existencia de un hegemón o sujeto hegemónico que vele por su funcionamiento y
mantenimiento mediante la conservación y reproducción de las relaciones sociales que lo
posibilitan. Es el sujeto hegemónico el que dota de prácticas concretas a la lógica general de
la hegemonía capitalista y éste se construye a partir de su superioridad en dos dimensiones
decisivas: a) inmaterial -mediante la construcción de prácticas sociales creadoras de
sentido177 y consenso como resultado de la universalización de una visión particular y la
generación de discursos de verdad- y b) material -a través de la superioridad de sus
capacidades en el ámbito económico, tecnológico y militar-.

175
Este sujeto colectivo usualmente se identifica con la figura estatal, sin embargo desde la perspectiva
gramsciana el Estado desde la noción de bloque histórico, es decir, como la alianza existente entre las clases
dominantes y dominadas.
176
Ana Esther Ceceña, “Estrategias de dominación y planos de construcción de la hegemonía mundial” en La
Globalización Económico Financiera. Su impacto en América Latina (Argentina Buenos Aires:
CLACSO,2002), 160.
177
Raúl Ornelas, La hegemonía mundial y su disputa, http://www.geopolitica.ws/media/uploads/Ornelas.pdf,
9.

[64]
Aunque la dimensión material es relevante en la construcción de la hegemonía, la
inteligibilidad de la misma no debe reducirse a sólo superioridad económica, tecnológica o
militar, pues es la dimensión inmaterial el sustento clave de la dominación, es ésta la que
permite la reproducción de la dominación a través de las relaciones sociales que son
reproducidas como relaciones de poder178; de ahí que la hegemonía y el concepto de
poder179 se encuentren estrechamente asociados entre sí. Cuando Gramsci, en su
interpretación sobre hegemonía, retoma la imagen maquiavélica del poder como un
centauro: mitad hombre, mitad bestia (combinación de coerción y consenso) la revela como
una forma de poder, que prevalece a medida en que el aspecto consensual persiste 180; y
ésta, en cuanto forma de poder, se compone no de una relación sino de múltiples relaciones
de poder que constituyen un entramado complejo y se territorializan en distintas escalas 181.
Así, en el análisis de los ámbitos de construcción y dimensiones decisivas de la hegemonía

178
Ceceña, “Estrategias de construcción”, 21.
179
En ésta investigación el concepto de poder será entendido desde la interpretación foucaultiana. Así, desde
ésta perspectiva el poder no debe considerarse como un objeto material que se posee o se pierde, sino como el
ejercicio de una acción dentro de una relación social asimétrica. Foucault sostiene que:
“(...) El término “poder” designa relaciones entre “miembros asociados (al decir esto no pienso en un sistema
de juego, sino simplemente y permaneciendo por el momento en lo más general, en un conjunto de acciones
que se inducen y que responden unas a otras) (...) las relaciones de poder se ejercen, en una medida
extremadamente importante, a través de la producción y el intercambio de signos; y también se pueden
disociar de las actividades dotadas de un fin, ya sea que se trate de las que permitan ejercer ese poder (como
las y técnicas de amaestramiento, los procedimientos de dominación, las maneras de obtener la obediencia) o
las que precisa para que se lleven a cabo relaciones de poder (como en la división del trabajo y la jerarquía de
las tareas) (...) El ejercicio del poder no es simplemente una relación entre "miembros", individuales o
colectivos. Es un modo de acción de unos sobre otros. Lo cual quiere decir, evidentemente, que no hay algo
como "el Poder" que pudiera existir globalmente, en bloque o difusamente, concentrado o distribuido: sólo
existe el poder que ejercen "unos" sobre "otros". El poder existe únicamente en acto, (...) lo que define una
relación de poder es un modo de acción que no actúa directa e inmediatamente sobre los otros, sino que actúa
sobre su propia acción. Una acción sobre la acción, sobre acciones eventuales o concretas, futuras o presentes.
Una relación de violencia actúa sobre un cuerpo, sobre cosas: fuerza, doblega, quiebra destruye; contiene
todas la(s) posibilidades. Por lo tanto, no tiene cerca de ella otro polo que el de la pasividad; y si encuentra
resistencia no tiene más remedio que reducirla (...) una relación de poder se articula sobre dos elementos que
le son indispensables para que sea justamente una relación de poder: que "el otro" (aquél sobre el cual se
ejerce) sea reconocido y permanezca hasta el final como sujeto de acción; y que se abra ante la relación de
poder todo un campo de respuestas, reacciones, efectos, invenciones posibles. Es obvio que hacer uso de las
relaciones de poder no es emplear exclusivamente la violencia u obtener el consentimiento. Sin duda alguna,
ningún ejercicio del poder puede prescindir de uno o de otro, y con frecuencia de ninguno de los dos. Pero
aunque constituyen sus instrumentos o sus efectos, no por ello se puede decir que sean su principio o su
naturaleza (...) Es un conjunto de acciones sobre acciones posibles: opera en el terreno de la posibilidad al
cual se inscribe el comportamiento de los sujetos que actúan: incita, induce, desvía, facilita, amplia o limita,
hace que las cosas sean más o menos probables; en última instancia obliga o prohíbe terminantemente. Pero
siempre es una manera de actuar sobre uno o sobre sujetos activos, y ello mientras éstos actúan o son
susceptibles de actuar. Una acción sobre acciones.” (Foucault, Como se ejerce el poder, 2).
180
Cox, Gramsci, hegemonía y relaciones internacionales, 140.
181
David Herrera Santana, Hegemonía, poder y crisis. Bifurcación, espacialidad estratégica y grandes
transformaciones globales en el siglo XXI (Ciudad de México: Ediciones Monosílabo, 2017), 48-49.

[65]
las capacidades materiales aunque son atributos que no deben excluirse del análisis,
tampoco pueden constituir el centro de, precisamente el concepto gramsciano sobre
hegemonía en sí mismo implica despojar a la hegemonía de su simple asociación con la
dimensión material. De esta manera:

La hegemonía sólo es posible mediante un compromiso establecido colectivamente


que lleva a avalar y compartir las reglas de un juego que (no) brinda perspectivas de
ganar (y que) no nos pertenece aunque nos incluya. La hegemonía entendida así ,
como reconocimiento de un orden social en calidad de natural o inapelable, mediante
la incorporación de sus valores como universales y producto del compromiso
colectivo, requiere de una construcción simultánea en varios planos: militar, creando
las condiciones reales e imaginarias de invencibilidad; económico, constituyéndose
en paradigma de referencia y en sancionador en última instancia; económico,
colocándose como hacedor y árbitro de las decisiones mundiales y cultural, haciendo
de la propia concepción del mundo y sus valores la perspectiva civilizatoria
reconocida universalmente.182

A partir de las dimensiones decisivas -inmaterial e inmaterial-, Ceceña afirma que los
objetivos primordiales del despliegue hegemónico son básicamente de dos tipos: a)
motivaciones asociadas al control del sustento material -control de procesos de
reproducción de la vida y la riqueza, disputa y apropiación de recursos, procesos o
mecanismos tanto para la reproducción presente como futura, y la destrucción de los
competidores mediante el control de sus condiciones de existencia y reproducción- y b)
motivaciones de doblegar, reprimir o eliminar resistencias e insurgencias que puedan ser
portadores de otras concepciones del mundo 183. Desde luego, el establecimiento de dichos
objetivos viene acompañado de la determinación de estrategias y mecanismos. El ejercicio
de relaciones de poder dispone de un carácter estratégico, es decir, las relaciones de poder,
en las que se sustenta la hegemonía, son relaciones de fuerza que se ejercen sobre acciones

182
Ceceña,“Estrategias de dominación”, 161.
183
Ceceña, “Estrategias de construcción”, 24.

[66]
y de acuerdo a una intencionalidad, éstas atraviesan los cuerpos, las instituciones, las
prácticas y los campos de saber 184.

Así, es la dimensión inmaterial la condición más necesaria en la construcción de la


hegemonía, no es suficiente gozar de superioridad en los ámbitos de la dimensión material,
porque la esencia de la hegemonía no reside en los resultados obtenidos para cada uno de
los indicadores que miden dichas capacidades. La hegemonía en cuanto forma de poder no
se posee, se ejerce, y si bien es innegable lo indispensable que resulta esta dimensión, la
hegemonía existe sólo sí se universalizan una concepción del mundo a través de la creación
de discursos, verdades, saberes, esquemas de pensamiento; que determinen las pautas para
la organización y el funcionamiento social posibilitando con ello la reproducción del
complejo entramado de las relaciones de poder -organización reticular- que funcionan
como cimentos para la construcción de una hegemonía.

Ahora bien, si ambas dimensiones son decisivas, ¿porqué la hegemonía sólo persiste sí y
sólo sí la dimensión inmaterial lo hace? Es necesario entender que hablar de hegemonía es
hablar de la combinación entre la dominación a través de la fuerza física pero también de
aquella que se realiza mediante la creación de consensos que permitan construir un entorno
favorable para la hegemonía. Considerando que un ejercicio pleno de la coerción bien
puede conducir al surgimiento de constantes resistencias que representen una amenaza
constante para la hegemonía, la generación de un aspecto consensual resulta ser muy útil y
funcional, pues a través de la arraigada implantación de una concepción capaz de
determinar las disposiciones del comportamiento haciendo posible que las acciones y los
pensamientos de los individuos se correspondan con e impidiendo que ésta sea cuestionada
permite que el ejercicio de la hegemonía se legitime, goce de aceptación y se presentada
como inapelable, y al no ser cuestionado las amenazas se reducen, se admite la dominación
como una situación resultado del destino.

184
Rodrigo Castro Orellana, Foucault y el cuidado de la libertad (Chile, Santiago: LOM, 2008), 117-118.

[67]
1.3. Lo estratégico como sustento de la reproducción
material global
1.3.1. La ideología y la producción de la Naturaleza

La concepción de la Naturaleza y su asignación de propiedades son el resultado de un


proceso de significación ocurrido en el curso de la historia, que aunque es preexistente al
capitalismo histórico, ha sido moldeado por el capitalismo industrial, siendo “(…) la
emergencia del capitalismo industrial (…) el responsable de establecer las ideas
contemporáneas y la visión de la naturaleza”185. En ese sentido, las interpretaciones sobre
la misma son numerosas y éstas la evidencian como un concepto sumamente complejo y
contradictorio:

(La Naturaleza) Es material y es espiritual, es dada y hecha (...) es orden y es


desorden, sublime y secular, dominado y victorioso. Es una totalidad y una serie de
partes (...) organismo y máquina. La naturaleza es el don de Dios y es un producto de
su propia evolución; Es una historia externa universal y también el producto de la
historia, accidental y diseñado (...).186

Aunque las interpretaciones son varias, básicamente son el reflejo de una marcada dualidad
en la concepción de la Naturaleza. Por un lado se considera como externa, ajena a la
sociedad y como el resultado de un designio divino; y por el otro, como universal y no
necesariamente separada de “lo humano”. Si bien ambas representaciones denotan ser
contradictorias, el dualismo conceptual no es absoluto 187. De acuerdo con Neil Smith, la
dualidad tiene su origen en la tradición Judeo-Cristiana, sin embargo la raíz más directa se
encuentra en la distinción kantiana entre una Naturaleza interna y una Naturaleza externa
-dicho sea de paso, ésta es la base en la que se sustenta la ideología capitalista-188; de ahí

185
Neil Smith, Uneven Development: capital, and the production of space (EE.UU: University of Georgia
Press, 1954), 10.
186
Smith, Uneven Development, 11.
187
Ibídem, 10-11.
188
Ibídem, 12.

[68]
que en función de la diferenciación sobre el carácter de la Naturaleza Smith distinga entre
tres visiones: una científica, una poética y una alternativa de corte marxista 189.

Desde la visión científica, prístina, moderna y positivista de herencia decimonónica la


naturaleza es concebida como aquello dado y no creado por el ser humano, aquello externo
a la vida humana, aquello que es universal y que se define en abstracción desde su contexto
social pero que contradictoriamente, dado su carácter universal, está presente tanto en lo
humano como en lo no humano (dualismo externo/universal) 190. La visión dominante
supone una separación entre el dominio de “lo natural” y el de “lo humano”, de hecho esta
división se utiliza como el fundamento base para justificar el proceso de dominación y/o
subordinación del primero bajo el segundo, así “la idea de naturaleza como un objeto a ser
dominado se ha convertido en medida del progreso humano” 191. La naturaleza es
considerada como un objeto que se encuentra en espera y a disposición de ser domesticada
por las sociedades, un objeto que se ofrece a la satisfacción de las necesidades humanas y
cuya cosificación es un imperativo sistémico. Desde esta óptica la relación entre la
Naturaleza y el ser humano se concibe como un vínculo sólo mecánico, porque lo único que
interesa es el dominio y la manipulación de “lo natural”, a través del conocimiento sobre el
funcionamiento de la misma, con el fin de determinar las “leyes” que rigen su
comportamiento siendo el objetivo último domesticarla y con ello emancipar a la sociedad
de ella y las limitaciones que le representa.

189
Ibídem, 13.
190
Conviene subrayar que la visión científica concibe a la Naturaleza no sólo como externa sino también
como universal. En ese sentido, con base en lo dicho por Smith, la fuente de dicha universalidad ha sido un
fundamento religioso y posteriormente un precepto secular (Smith, Uneven Development, 16). En un inicio,
la concepción baconiana de la Naturaleza supuso la aceptación de la versión bíblica sobre la creación, siendo
la ciencia una búsqueda por restaurar la armonía de la Naturaleza –que había sido corrompida con la caída del
ser humano desde el Jardín del Edén- ; así, la restauración a través de la dominación y manipulación de la
misma representaba el cumplimiento de la voluntad divina. Desde este fundamento religioso la Naturaleza se
concibió como la esencia de las cosas, se concluyó que la Naturaleza tenía un carácter universal porque todo
fenómeno “social” o “natural” poseía una esencia190. Asimismo, dentro el fundamento religioso, destaca la
consideración newtoniana desde la cual la universalidad de la Naturaleza se corresponde con la universalidad
de las leyes naturales de la física, que a su vez se encuentran subordinadas a un espacio que evidencia la
omnipresencia divina190.

En relación con la ciencia contemporánea, la universalidad tiene un fundamento secular. La Naturaleza se


entiende a partir de la unidad de subconjuntos regidos por “leyes”, y aunque se reconoce que “lo humano” es
un subconjunto de una Naturaleza universal todo lo que no es humano se sigue considerando como
Naturaleza.
191
Ibídem, 10.

[69]
Ahora bien, siendo el fin último la subordinación de la Naturaleza, entonces se advierte que
su consideración como “algo externo” no ha sido un suceso fortuito. A este respecto, Smith
sostiene que:

En el proceso de trabajo los seres humanos tratan a los materiales como objetos
externos (...) para ser trabajados como mercancías. Los productores ponen las “artes
mecánicas” entre ellos y los objetos de la labor para incrementar la productividad de
los procesos, y entonces si la ciencia funciona como el medio para desarrollar estas
“artes mecánicas”, entonces debe tratar a la naturaleza como un objeto externo.192

Así, la objetivación de la Naturaleza se corresponde con el rol otorgado en el proceso de


trabajo, la ciencia en cuanto portadora del conocimiento mecánico no puede considerar a la
Naturaleza y su relación con el ser humano más allá de una cosificación y de un vínculo
exclusivamente mecánico; sin dichas consideraciones hubiese sido imposible justificar un
elemento fundamental en la vida económica del capitalismo histórico: la mercantilización
de todas las cosas -incluida la Naturaleza-.

Desde la visión poética de la Naturaleza, la relación entre ésta y la humanidad está plagada
de un romanticismo absoluto, se deja a un lado la hostilidad implícita que motiva a ejercer
una dominación de la naturaleza en la visión científica y se adopta un sentimiento de
asombro e idolatría hacia la Naturaleza, aunque claro no se abandona la distinción entre “lo
humano” y “lo natural”, de hecho tal y como ocurre en la perspectiva científica la distinción
entre una Naturaleza interna y una externa es un precepto central en su interpretación. El
surgimiento de esta visión se corresponde con la antipatía e indiferencia hacia la Naturaleza
que resultan de su objetivación en la postura científica, por ello se constituye como un
movimiento “de vuelta a la Naturaleza”, en donde ésta se interpreta mediante la conjunción
entre la geografía física y los rasgos culturales. Los pioneros de esta visión concibieron que
“lo natural”, es decir, “lo externo” debía ser conquistado y apreciado, sin embargo pese a
que estuvieron en desacuerdo con la objetivación de la Naturaleza, ésta siguió siendo
considerada como la antípoda de lo que representaba la figura de la civilización, en otras
palabras, la Naturaleza se entendió como el dominio de “lo salvaje”.

192
Ibídem, 15.

[70]
Como bien se mencionó, la tradicional distinción persiste en la teorización poética; no
obstante, a diferencia de la centralidad que la externalidad adquiere en la perspectiva
científica, en ella el carácter universal obtiene mayor atención e incluso en esta perspectiva
la articulación entre lo externo y lo universal resulta más evidente. La visión poética
comparte con la científica la consideración de la Naturaleza como una expresión celestial o
como el resultado de un designio divino, en ese sentido, aunque se admite que el ser
humano es parte de la Naturaleza -de hecho éste se piensa la cabeza y el corazón de la
misma-193 también se concibe ajeno a ella en cuanto se civiliza; y bajo la consideración de
su propio rol dentro de la Naturaleza justifica la conquista o dominación de la misma y los
comportamiento sociales, en tanto que estas acciones son presentadas como sucesos
naturales que hacen del capitalismo algo irrevocable.

Tanto la perspectiva derivada de la ciencia prístina, moderna y positivista, como la visión


poética de la Naturaleza han sido objeto de cuestionamiento por parte de una visión
alternativa emanada de un pensamiento crítico que retoma la insistencia de Marx por la
unidad entre la historia y la naturaleza para complejizar el concepto mismo. Es necesario
aclarar que abordar esta perspectiva merecería una amplia discusión, empero, aquí será
suficiente retomar sólo algunas consideraciones 194. Dicho ésto se proseguirá.

Desde la interpretación alternativa, la naturaleza deja de definirse como la antítesis de “lo


humano”, se instiga a considerar la relación entre ambos como el producto histórico
resultado de un proceso de significación y asignación de propiedades. De acuerdo con
Alfred Schmidt, el concepto de Naturaleza en Marx debe entenderse desde la dialéctica del
objeto-sujeto, por ende la Naturaleza es tanto un elemento de la práctica humana como la
totalidad de todo lo existente; y precisamente dada esta relación, la Naturaleza es mediada a
través de la sociedad y la sociedad a través de la Naturaleza; siendo el proceso de trabajo la
fuerza motriz de tales mediaciones 195. Derivada de la consideración de una relación
dialéctica entre objeto-sujeto es posible hablar de una “producción de la Naturaleza”, una
naturaleza que no es dada sino producida, una naturaleza que desde la visión científica o

193
Ibídem, 20.
194
Vid. Neil Smith, Uneven Development, 30-48.
195
Ibídem, 33.

[71]
poética no sería verdaderamentenatural, una Naturaleza que ya no se entendería en sí
misma si sigue considerándosele como separado de toda intervención humana.

De acuerdo con la visión alternativa, a partir del proceso de trabajo la Naturaleza se


humaniza pero simultáneamente los seres humanos también son naturalizados, es decir,
mediante este proceso los seres humanos incorporan su propia fuerza en la transformación
de los objetos de la Naturaleza, los cuales ganan una nueva cualidad social -valores de
uso-196. Si bien la dialéctica objeto-sujeto aún sugiere una distinción, ésta no se corresponde
con la dualidad implícita en la visión científica o poética, de hecho hablar de una dialéctica
entre sujeto-objeto presupone la negación del carácter externo otorgado a la Naturaleza y el
reconocimiento de la unidad, en la cual la Naturaleza es sujeto y objeto del proceso de
trabajo, a saber, el ser humano como parte de la Naturaleza la enfrenta para domesticarla y
en ese proceso se transforma a sí mismo.

Partiendo de la aceptación de una relación dialéctica entre objeto-sujeto, se entiende que la


Naturaleza deviene de un proceso de producción social, que hace referencia a la
modificación de forma y no a un proceso de creación de materia:

Decir que la Naturaleza es producida, no implica que cada átomo de cada árbol,
montaña o desierto es creado por los hombres, ni que cada átomo del Empire States
creado por los hombres; la materia no es creada ni destruida. Significa que la
actividad humana es responsable en mayor o menor medida por la forma de la
materia; el tamaño y la forma de los edificios, la localización de los árboles o la
producción de híbridos, la fisonomía de las montañas, la extensión espacial del
desierto. (...) Detrás de la vaga y mecánica “dominación de la naturaleza”
encontramos en realidad la producción de la naturaleza.197

196
Ibídem, 34.
197
Neil Smith y Phill O'Keefe citado en María Victoria Fernández, Raquel Gurevich (coord.), Geografía.
Nuevos temas, nuevas preguntas. Un temario para su enseñanza (Argentina, Buenos Aires:Biblos, 2007), 51.

[72]
En ese sentido, Neil Smith realiza una detallada reflexión sobre ello y la distingue en tres
escalas: a) producción en general, b) producción para el intercambio y c) producción
capitalista.

En el ámbito de la producción en general Smith establece las generalidades que persisten en


la relación entre los seres humanaos y la Naturaleza, así sostiene que la producción en
general es la relación material más fundamental entre ambas facciones 198. De acuerdo con
Marx, la producción de la Naturaleza refiere a un proceso mediante el cual ésta es
transformada durante el proceso de trabajo, en el cual el ser humano hace uso de las
fuerzas naturales que posee para cambiar los objetos o materiales provistos por la
Naturaleza en otros que resulten ser útiles en función de sus necesidades. Así, el ámbito de
la producción en general indica un cambio en la materia pero también la creación de
relaciones de valor de uso, la Naturaleza es transformada en virtud de la utilidad asignada
por el ser humano, pero simultáneamente en dicho proceso controla sus intercambios
materiales con la Naturaleza, produce colectivamente su propia vida material, crea un
proceso constante de generación de nuevas necesidades199 y construye tanto su esencia, sus
cuerpos, su organización, sus experiencias y su propia percepción de sí mismo -el ser
humano comienza a diferenciarse de los animales en el momento en que produce sus
medios de subsistencia200- , de ahí que el trabajo sea considerado como el creador del ser
humano.

Una de las implicaciones fundamentales de la producción de la Naturaleza señalada por


Smith, es la posibilidad de obtener un excedente social que si bien puede ser accidental
-resultado de un desequilibrio natural-, el proceso de producción también lo puede
ocasionar convirtiéndolo en una necesidad a razón de que su existencia posibilita emancipar
a la sociedad de los obstáculos que la Naturaleza le pueda representar en el cumplimiento
de sus deseos, precisamente por su condición de necesidad ésta viene a determinar una
organización social orientando a la creación del mismo.

198
Ibídem, 52.
199
Ibídem, 55.
200
Ibídem, 56.

[73]
Smith sostiene que la producción en general establece el elemento común de la relación
dialéctica, mientras que la producción de la Naturaleza para el intercambio la señala como
un ámbito que añade a las generalidades nuevos elementos. De acuerdo con él, la creación
de un producto excedente si se presenta en una forma material no utilizable ésta puede ser
intercambiada por otros valores de uso, sin embargo, su intercambio modifica la relación
con la Naturaleza, la cual deja de entenderse sólo como relaciones de valor de uso para ser
pensadas también como relaciones de valor de cambio, en donde incluso los valores de uso
dejan de producirse para un uso directo201, y en tanto que la producción para el intercambio
requiere de instituciones -como por ejemplo el mercado y el Estado-, actividades
comerciales, profundización de la división del trabajo -ya sea por género o por su cualidad
abstracta o manual-, la especialización del mismo, e incluso considerando que la
producción proporciona el fundamento de la división de clases en función de la relación
con los medios de producción y el excedente; se entiende que el ser humano se convierte a
sí mismo en un producto social.

Así, con “(...) la producción para el intercambio, la producción de la Naturaleza se realiza


en una escala ampliada. Los seres humanos no sólo producen la naturaleza inmediata de su
existencia, sino producen la totalidad de la naturaleza social de su existencia” 202. Siguiendo
la lógica previa, se entiende que el ser humano en su afán de transformar los objetos
naturales también se crea a sí mismo; de modo que, lo que bien pudiera parecer para la
perspectiva científica o poética como la “esfera social” sólo puede ser entendida con base
en la concepción dialéctica del sujeto-objeto que caracteriza a la relación entre el ser
humano y la Naturaleza, es a partir de tal vinculo que “lo social” puede elucidarse.

Ahora bien, Smith señala que la relación actual con la Naturaleza deviene de la
especificidad de las relaciones sociales en el capitalismo 203. A este respecto, él indica que
en correspondencia con el precepto de la incesante acumulación de capital, el capitalismo
se ha expandido a nivel mundial ocasionando que la reproducción de la vida material sea
completamente dependiente de la producción y la reproducción de plusvalía; de manera que

201
Ibídem, 59-60.
202
Ibídem, 65.
203
Ibídem, 69.

[74]
la Naturaleza ha sido convertida en un medio universal de producción pues provee los
sujetos, los objetos y los instrumentos de producción pero también constituye una expresión
204
del proceso de producción en su totalidad . Precisamente derivado de la vocación del
capitalismo la relación con la Naturaleza ha sido transformada en una realidad caracterizada
por una mercantilización de todo -inclusive la capacidad humana productiva se transforma
en mercancía- y por la existencia de una clase poseedora de los medios de producción y
otra que despojada de ellos sólo dispone de su fuerza de trabajo; dicha situación no es una
generalidad de todo período histórico, constituye una especificidad de un único suceso
histórico que niega o restringe la apropiación y el acceso a la Naturaleza en virtud de la
clase definida a partir de la relación entre los individuos y los medios de producción.

Con base en lo anterior se entiende que en la producción capitalista la relación con la


Naturaleza se corresponde fundamentalmente con relaciones de valor de cambio; de ahí que
el proceso de trabajo esté totalmente orientado a la producción de mercancías, desde luego
que las relaciones de valor de uso aún son esenciales, no obstante, es en la producción
capitalista que el proceso de producción deja de orientarse a la simple satisfacción de
necesidades y se concierne a la satisfacción de una imperiosa necesidad: la obtención de la
ganancia mediante la producción de plusvalía y la realización de la misma con el fin último
de acumular capital constantemente.

En estrecha relación con lo previamente dicho, Smith distingue entre una primera y una
segunda Naturaleza. En la producción capitalista, a diferencia de la producción para el
intercambio, la primera refiere a una Naturaleza que es concreta y material, una Naturaleza
que comprende las mercancías en función de sus valores de uso y no como un simple
mundo no-humanizado. La segunda se piensa como abstracta, en donde las mercancías son
concebidas en relación a los valores de cambio, dicho de otro modo, la primera Naturaleza
es producto del trabajo humano, en ella la mercancía está sujeta a las leyes no humanas, y
aunque la segunda Naturaleza no existe sin la primera, ésta es producida por las relaciones
humanas.

204
Ibídem, 71.

[75]
Es necesario aclarar que si bien la distinción entre una primera y una segunda Naturaleza
contribuye a distanciar la concepción de la Naturaleza en términos de una Naturaleza
primigenia, idílica e inalterada, la diferenciación ya es un tanto obsoleta porque dado el
carácter universal de la producción capitalista se pierde el sentido de considerar un mundo
humanizado -pensado como aquél que es producido- y un mundo no humanizado
-concebido como aquél que no ha sido producto de la fabricación humana-. Ahora, la
producción de la Naturaleza es una realidad dominante, ésta es posible no sólo por un
dominio sobre la misma, sino por la identificación y aplicación de leyes naturales
-entendiendo por ley natural, no a las fuerzas físicas sino las generalidades del proceso de
trabajo en toda organización histórica-205. No obstante, mucho de lo presentado y
experimentado como ley natural es una creación social dentro de la producción capitalista,
la ley de valor no ha existido a la par de las leyes físicas; de ahí que la derrota del
capitalismo signifique el fin de la historia natural, es decir, el fin de las leyes sociales
vividas como naturales que impiden la identificación de lo que sí es una generalidad y la
ocurrencia de una historia definida en términos de control social206.

1.3.2. La Naturaleza objetivada como recurso estratégico

En correspondencia con la lógica de Neil Smith sobre la producción de la Naturaleza, se


entiende que el apelativo de la materia como “recurso” no deviene de su existencia per se,
sino de un razonamiento social mediante el cual la materia adquiere significación con base
en la asignación de un conjunto de propiedades y de acuerdo con el modo de producción
vigente; de ahí que sea posible afirmar que no toda materia es un recurso y que no todo
aquello que es considerado como “recurso” sea estratégico o geoestratégico. Precisamente
lo anterior desencadena una serie de interrogantes: ¿Qué son los recursos?, ¿qué es lo
estratégico y lo geoestratégico?, ¿qué define la consideración de la materia como recurso,
recurso estratégico o recurso geoestratégico?, ¿y finalmente cuáles son los recursos que
gozan de dichas acepciones?

205
Ibídem, 82-83.
206
Ibídem, 82.

[76]
La designación de la materia como “recurso” no puede entenderse a partir de la idea de una
Naturaleza que espera a ser domesticada y transformada por la práctica humana, es decir,
como una Naturaleza que por sí misma sólo existe como recurso. De acuerdo con Claude
Raffestin la materia es un dato puro -tal y como lo concibe la visión científica de la
Naturaleza- cuando es resultado de fuerzas que no devienen de la intervención humana, por
el contrario una materia es recurso sí y sólo sí es el resultado de un proceso de
producción207. Así, un recurso únicamente existe a partir de la relación entre el ser humano
y la materia dentro del proceso de trabajo y dado que “toda relación con la materia es una
relación de poder inscrita en el campo político por intermediación del modo de
producción”208 un recurso entonces no es “natural” si “lo natural” se entiende en los
términos establecidos por la visión prístina de la Naturaleza. A este respecto, Raffestin
señala que:

Un recurso es el producto de una relación. A partir de esto, no hay recursos naturales,


sino materias naturales. Sería un error pensar que se trata de un problema semántico
cualquiera. Se trata de otra cosa, mucho más importante: es una concepción histórica
de la relación con la materia que funda la naturaleza socio-política y socio-económica
de los recursos, “¡Los recursos no son naturales; nunca lo fueron y nunca lo
serán!”.209

Bajo el supuesto de que la materia per se no es un recurso y que éste lo es únicamente


cuando resulta de un proceso de producción, es conveniente cuestionar: ¿En qué consiste
dicho proceso de producción? Evocando lo dicho por Raffestin, éste se entiende como una
función que requiere de tres elementos: a) un actor, b) una práctica -a saber una técnica
mediada por el trabajo- y c) una materia. Sólo a partir de la relación entre estos elementos
la materia será entendida como recurso, siendo la relación que los hace emerger no sólo
instrumental sino también política -la práctica es una actividad colectiva sujeta a relaciones
de poder que restringen o no el acceso a la materia y a las practicas que la modifican y la

207
Claude Raffestin, Por una geografía del poder (México: El Colegio de Michoacán, 2011), 158-159.
208
Ibídem, 159.
209
Ibídem, 158.

[77]
producen como un recurso-. Cuando Raffestin señala que los recursos no son naturales, tal
y como ocurre en la teorización de Neil Smith, tampoco está afirmando que cada átomo de
la materia natural ha sido creado por la intervención humana, su premisa está encaminada
al objetivo de despojar a las materias naturales de su consideración como recursos dados
por un designio ajeno a las motivaciones humanas, el recurso existe conforme ocurre una
producción de la Naturaleza. A toda materia natural producida como recurso se le asignan
y/o inventan -mas no se le descubren- propiedades con base en un razonamiento social que
guía la relación con la materia; las pautas de dicha relación cambian conforme lo hace la
práctica, la cual es variable en tiempo y espacio; ésta determina cuáles son las propiedades
que son útiles en un determinado contexto. Por tanto, un recurso sólo puede existir a partir
de la producción de prácticas, procesos de significación y asignación de cualidades; tal
producción está condicionada por un patrón tecnológico responsable de objetivar qué
materias serán recursos y cuáles no.

Derivado de lo dicho previamente, se advierte la relevancia que en el análisis adquiere el


patrón tecnológico, pues considerando que cada uno tiene un periodo de existencia, la
objetivación y jerarquización es temporal y por tanto los materiales considerados como
recursos nunca son los mismos para cada uno. De acuerdo con Carlota Pérez, el cambio en
la técnica debe pensarse como un proceso social complejo que involucra tanto factores
técnicos como sociales e institucionales 210, en realidad las sucesiones se corresponden con
el comportamiento de los ciclos K u ondas largas. En ese sentido, será conveniente realizar
las siguientes precisiones. Como es sabido, cada ciclo K está compuesto por: 1) una fase A,
caracterizada por un crecimiento dominado por altas tasas de inversión , actividad y
empleo, 2) una fase B, en la cual se invierte la tendencia expansiva de la fase A, lo que
genera un estímulo para la introducción de cambios que posibilitan e impulsan una
transformación del sistema. De hecho, la interpretación schumpeteriana sostiene que la
sucesión entre ciclos es el resultado de la incorporación y agotamiento de innovaciones
tecnológicas en el sistema productivo y que al momento de su adopción incentivan el
surgimiento de otra fase A, siendo la innovación radical -aquella que consiste en la

210
Aboites y Dutrénit, Innovación, aprendizaje y creación de capacidades tecnológicas (México: UAM-
Porrúa, 2003), 16.

[78]
introducción de procesos o productos nuevos y que difícilmente resultan del mejoramiento
de una tecnología ya existente- el punto de partida de la subsecuente onda expansiva. Si
bien es cierto que un sistema cuando alcanza su madurez puede agotarse, no siempre será
necesario “inventar” un producto radicalmente nuevo que remplace al producto clave del
sistema tecnológico en etapa de madurez, en realidad lo que ocurre es el desarrollo de un
conjunto de tecnologías genéricas -empleadas en el rejuvenecimiento de las industrias
existentes- y la creación de nuevas industrias dinámicas -a este proceso Schumpeter lo
denominó “destrucción creadora” -211

Ahora bien, Pérez sostiene que la evolución de la tecnología de forma aislada ocurre en tres
momentos: 1) En el instante inicial en que una invención se difunde surge una innovación
radical que es objeto de experimentación –etapa de optimización inicial-, 2) Una vez
posicionada, la innovación, en el mercado ésta es objeto de un proceso de mejoramientos
incrementales en relación a calidad, eficiencia y efectividad de costos -etapa de
innovaciones incrementales-, 3) Cuando el proceso de mejoramiento llega a los límites, la
innovación alcanza la madurez; haciendo probable su remplazo o traspaso hacia otros
productores –etapa de madurez y agotamiento-. Este ciclo evolutivo ocurre constantemente,
algunas innovaciones serán importantes y otras no; no obstante, la sucesión de fases no
sucede conforme al comportamiento de las ondas largas. Las etapas anteriores constituyen
el ciclo de vida de un producto o tecnología de manera individual, sin embargo, éstos no se
desarrollan de forma aislada sino como parte de sistemas tecnológicos que también tienen
un ciclo de vida, y que cuando llegan a su madurez amenazan el crecimiento y la
rentabilidad de las empresas; incitando con ello a la búsqueda de productos radicalmente
nuevos que funcionen como núcleos para nuevos sistemas tecnológicos212. A este respecto,
y con el fin de comprender la relación entre las innovaciones tecnológicas y los ciclos K, es
necesario aclarar que si bien la innovación radical puede conducir a un nuevo sistema
tecnológico, no significa que la innovación rompa por completo con todo el esquema
configurado por aquél que le antecedió, existe una lógica que vincula la sucesión de
innovaciones por ello concurre una especie de continuidad entre tales, que incluso dentro

211
Aboites, Innovación, aprendizaje y creación, 26.
212
Ibídem, 22.

[79]
del sistema tecnológico bien podrían ser consideradas como una innovación incremental; de
hecho una innovación inevitablemente puede conducir a una serie de innovaciones
enlazadas entre sí. No obstante, será la innovación clave o eje de todo el andamiaje, aquella
que provoque el surgimiento de otras. Por supuesto que la sucesión no es repentina, es un
proceso lento y difícil dado que la nueva tecnología debe abrirse paso dentro de un sistema
que se encuentra configurado por otro, existen obstáculos asociados con la carencia de los
elementos proporcionados por la difusión autorreforzada y además no sólo se expresa en el
ámbito puramente técnico sino viene acompañada de un ambiente económico-cultural-
institucional-; de hecho, el despliegue de cada sistema tecnológico involucra: a) el
desarrollo de la red de servicios -por ejemplo infraestructura, proveedores, distribuidores,
servicio de mantenimiento-, b) adaptación cultural a lógica del sistema tecnológico -ésta se
constituye como una ventaja gratuita para innovaciones compatibles con el sistema- y c)
establecimiento de condiciones institucionales que faciliten el despliegue -por ejemplo,
creación de normas, regulación y educación-213. Considerando que la expresión de la
sucesión o revolución tecnológica no se da exclusivamente en el ámbito de la técnica,
Carlota Pérez distingue entre una revolución tecnológica y un paradigma tecnocientífico:

Una revolución tecnológica puede ser definida como un poderoso y visible conjunto
de tecnologías, productos e industrias nuevas y dinámicas, capaces de sacudir los
cimientos de la economía y de impulsar una oleada de desarrollo de largo plazo. Se
trata de una constelación de innovaciones técnicas estrechamente interrelacionadas, la
cual suele incluir un insumo de bajo costo y uso generalizado -con frecuencia una
fuente de energía, en otros casos un material crucial- además de nuevos e importantes
productos, procesos, y una nueva infraestructura.
La irrupción de esas importantes constelaciones de industrias innovadoras en un lapso
breve podría ser razón suficiente para llamarlas 'revoluciones tecnológicas'. Sin
embargo, lo que les garantiza semejante denominación (...) es que cada uno de esos
conjuntos de saltos tecnológicos se difunde mucho más allá de los confines de las
industrias y sectores donde se desarrolló originalmente. El principal vehículo de
difusión de estas 'herramientas' genéricas (...) cuyo conjunto modifica la frontera de

213
Ibídem, 23.

[80]
óptima práctica para todos, es lo que (se denomina) un 'paradigma
tecnoeconómico'.214

Es posible afirmar que la duración de un ciclo económico se corresponde con el


surgimiento y agotamiento de un paradigma tecnoeconómico, y éste se construye y se
difunde en tres ámbitos: 1) el concreto o tecnológico, en él se difunde como un conjunto de
sistemas tecnológicos realmente nuevos que se propagan en la esfera productiva, 2) el
ámbito intermedio, en el cual el paradigma se erige como el modelo de “óptima práctica”,
pues se difunde progresivamente a toda la esfera productiva, constituyéndose el modelo que
dicta las pautas para la inversión y la innovación, 3) el nivel abstracto, el paradigma se
funda como un conjunto de criterios y principios de “sentido común” para el diseño
organizativo e institucional215. Precisamente, como resultado de los obstáculos impuestos
por la difusión autorreforzada, cada uno de los paradigmas dispone de un insumo crítico o
factor clave de bajo costo que al posibilitar ventajas -como por ejemplo, reducción de los
costos de producción e incremento de los márgenes de la ganancia- permite su adopción y
difusión; incentivándose así la sucesión entre paradigmas tecnoeconómicos. En la medida
en que estos paradigmas se suceden unos a otros la objetivación de recursos también
cambia, si bien con las innovaciones incrementadas muchos de ellos pueden continuar
considerándose como recursos, cuando ocurren innovaciones radicales otras tantos ya no
son incorporados en la práctica y dejan de ser considerados como tales. Ahora bien, el
patrón tecnoeconómico cuando objetiva a los recursos también los jerarquiza y determina
cuáles de éstos serán estratégicos. La afirmación anterior invita a retomar dos de las
pregunta inicialmente planteadas: ¿Qué es lo estratégico y lo geoestratégico? ¿Cuáles son
los recursos que gozan de dichas acepciones? Más allá de brindar respuestas concretas a lo
anterior se realizará un razonamiento que pueda conducir al hallazgo de las mismas.

214
Carlota Pérez. Revoluciones tecnológicas y capital financiero: La dinámica de las grandes burbujas
financieras y la época de la bonanza (México: Siglo XXI, 2008), 32-23.
215
Ibídem, 41-42

[81]
Si bien todos los recursos estratégicos resultan de la objetivación de un determinado patrón
tecnoeconómico, de acuerdo con la propuesta de Ana Esther Ceceña y Paula Porras, su
consideración -objetivación- está definida por dos criterios: esencialidad y vulnerabilidad.
El primer criterio hace referencia al grado de incorporación de un recurso en el proceso
productivo y/o su uso específico en sectores clave. El segundo alude a una susceptibilidad
general -asociada a los límites del capitalismo- y a una particular -relativa a un Estado-, la
vulnerabilidad se entiende en términos de dimensión, disponibilidad y localización de las
reservas de aquellas materias primas empleadas en el proceso productivo 216. Precisamente,
debido a que el carácter de vulnerabilidad evoca y enfatiza el aspecto de la localización, lo
estratégico es entonces considerado como geoestratégico217.

Dado que los recursos estratégicos son los elementos base del patrón tecnológico, en cuanto
que hacen posible la reproducción material global218; su aprovisionamiento resulta clave,
toda vez, que el liderazgo tecnológico está encaminado a garantizar el mantenimiento de la
hegemonía económica o bien el acceso a ella (cabe precisar que, aunque la capacidad
hegemónica no se reduce a la dimensión económica; ésta, en cuanto, es entendida como
ámbito de construcción de la hegemonía global -el concerniente a la competencia- se hace
evidente la centralidad que en el análisis adquiere ). La disputa no sólo se trata de disponer
de un determinado recurso estratégico como tal, sino de una búsqueda por el sustento
material que permite dictar las reglas y condiciones bajo las cuales debe efectuarse la
reproducción global. Así, la jerarquización de las materias naturales, como únicamente
recursos o como recursos estratégicos- e incluso al interior de esta categorización- estará
dada por los criterios de esencialidad y vulnerabilidad; de ahí que la producción de

216
Ana Esther Ceceña y Paola Porras, “Los metales como elemento de superioridad estratégica” en
Producción estratégica y hegemonía mundial por Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda (coords.) (México:
Siglo XXI, 1995), 143-144.
217
David Herrera, “Hegemonía mundial y recursos geoestratégicos: despliegues espacial/territoriales y
fundamentos de la dominación global” en Acercamientos y reflexiones en torno a la geografía por Patricia
Gómez Rey y Fabián González Luna (coords.) (México: Eón - Facultad de filosofía y Letras, UNAM, 2016),
161.
218
De acuerdo con Ceceña y Porras, los momentos de la reproducción material son: la máquina herramienta
que estaría representada en el nivel social por las actividades de transformación de los objetos; la máquina
motor, producto de la transformación e instrumento de la misma, en el plano social está representada por las
actividades relacionadas con el ámbito energético y que dan movimiento al proceso de transformación; y el
mecanismo/máquina de transmisión que moviliza lo transformado y que conecta procesos entre sí (Los
metales, 149.)

[82]
aquello que garantiza el funcionamiento de todo el patrón tecnoeconómico sea más
relevante que aquello que no es indispensable para tal. Por tanto, un recurso es estratégico,
si difícilmente pueda ser sustituido, cuando su aplicación sea trascendental en el sector de
defensa, cuando su concentración y oferta se encuentre concentrada en algunos cuantos
países, y que como consecuencia de ello se forjen relaciones de dependencia de aquellos
que requieren del suministro constante respecto a quienes disponen de los recursos en sus
territorios219.

Así la autosuficiencia en recursos estratégicos se convierte en el sustento de la hegemonía


económica y elemento de superioridad estratégica220 dado que garantizan la superioridad
tecnológica del sujeto hegemónico, en ese sentido, la disputa por recursos estratégicos
corresponde a una disputa por la hegemonía económica. A este respecto, Ana Esther
Ceceña y Andrés Barreda, desde el marxismo crítico, han realizado una reflexión sobre ello
acuñando el término “producción estratégica” -siendo para ellos lo económicamente
estratégico las bases materiales de la supremacía mundial 221-. En su análisis, a diferencia
de aquellos estudios que conciben la esfera de la circulación como el momento clave en la
reproducción global capitalista, se otorga la primacía al proceso de producción. Si bien
tanto la producción y el consumo determinan su contrario, de acuerdo con el materialismo
histórico del proceso de producción, ésta “(…) es el único momento del ciclo completo de
la reproducción”222.

Dado lo anterior, y de acuerdo con los dicho por Ceceña y Barreda, se entiende que el
objeto de estudio más adecuado para el análisis de la estructura, en términos de su
funcionamiento y sus contradicciones, son las fuerzas productivas, en tanto que éstas
evocan al proceso de trabajo y al de valorización, es decir, la relación entre
valor de uso-valor de cambio y la relación de clases. Bajo esta consideración, la
aproximación a dicho objeto de estudio se bifurca en dos perspectivas:

219
Daniel Macgroarty y Sandra Wirtz , “Critical Metals & National Security”, American Resources Policy
Network, (2012): 9.
220
Ceceña, Los metales como elemento de superioridad, 143-144.
221
Ana Esther Ceceña y Andrés Barreda, “La producción estratégica como sustento de la hegemonía mundial:
aproximación metodológica” en Producción estratégica y hegemonía mundial por Ana Esther Ceceña y
Andrés Barreda (México: Siglo XXI, 1995), 42.
222
Ibídem, 23.

[83]
a) Determinación de las características decisivas y de vanguardia del proceso de
reproducción, distinguiendo las determinaciones sociales y técnicas que conducen a
la ampliación del plusvalor y a la generación de plusvalía extraordinaria y
diferenciando las actividades estratégicas y secundarias en términos de valor de uso.

b) Identificación de la contradicción inherente al desarrollo tecnológico mediante el


análisis sobre la monopolización o difusión polarizada de la tecnología y su
utilización como instrumento de poder económico e instauración de la hegemonía,
en tanto que, las innovaciones se socializan mediante la competencia, cuando ésta
se encuentra limitada a las grandes empresas, dado la concentración de capitales, se
restringe la difusión y se reprime todo intento alternativo; ello evidencia la
condición contradictoria del desarrollo tecnológico, toda vez, que las revoluciones
en el mismo, se convierten en su antagonista.

A partir de lo anterior la tesis central de la propuesta supone que:

La capacidad hegemónica se sustenta, desde la perspectiva de lo económico, en el


desarrollo, control y gestión o monopolización de la producción estratégica y de los
elementos estratégicos de la reproducción.223

En tanto que la producción sólo es posible mediante la apropiación de la fuerza de trabajo


por parte del propietario de los medios de producción y siendo la producción el momento
clave para la reproducción, entonces se deduce que ésta sólo es posible a través de los
medios de producción y de la fuerza de trabajo, sin embargo, es necesario entender cuál es
la centralidad de las fuerzas productivas en el contexto del proceso productivo, a modo de
ejemplo de ninguna manera podrá considerarse de igual importancia la producción de
computadoras que la producción de guantes. En una primera aproximación se consideran
estratégicos tres ámbitos, “(…) la producción de la tecnología de punta, la producción de

223
Ibídem, 23

[84]
los elementos básicos para la reproducción material de la estructura fundamental del
aparato productivo y la reproducción de la fuerza de trabajo” 224.
El carácter estratégico del primero básicamente radica en que es el medio bajo el cual se
produce el plusvalor extraordinario y a través de él se determinan las condiciones tanto del
proceso de trabajo como el de acumulación. En lo referente al segundo ámbito, debe
entenderse que la ausencia de un proceso productivo por más redituable que sea, no
necesariamente impediría que la reproducción global capitalista se lleve a cabo, no todo
proceso productivo realmente amenaza el funcionamiento de la autómata global. Con
respecto al tercer ámbito, los cambios técnicos dentro del proceso de trabajo se
corresponden con la capacidad del elemento vivo del proceso, la abundancia de la fuerza de
trabajo es decisiva para el abaratamiento de la misma; ello se traduce en la reducción de
costos dentro del proceso productivo y la ampliación en el margen de obtención de
plusvalía.

Si bien se reconocen tres ámbitos estratégicos, la jerarquización dentro de cada uno


depende de la objetivación realizada por el patrón tecnológico, en ese sentido, conviene, de
acuerdo con la propuesta adoptada, identificar el vínculo entre la división internacional
técnica y social del trabajo con la teoría de subsunción real del proceso de trabajo y de
reproducción, pues considerando que el capital dada su “(…) misión histórica: automatizar
el proceso concreto de trabajo como única vía para aumentar, en el largo plazo y
sostenidamente la extracción de plusvalor”225 es posible entonces determinar el conjunto de
prioridades estratégicas y jerarquizar la división del trabajo.

Retomando la tesis central de la propuesta, se advierte que la competencia por el liderazgo


económico, significa entonces “(…) pugnar permanentemente por la obtención de plusvalor
extraordinario”226, toda vez, que es el motor de las fuerzas productivas, la base de la
competencia y la vía de acceso a la hegemonía económica, siendo los espacios estratégicos
que la sustentan: a) tecnología de punta (medios de producción), b) materias primas que
constituyan la base de la producción capitalista, c) bienes con capacidad revolucionaria,

224
Ibídem, 27- 28.
225
Ibídem, 21.
226
Ibídem, 43.

[85]
tecnológicamente hablando, y generadores de plusvalor y d) fuerza de trabajo. Así, puede
concluirse que:
La hegemonía económica mundial estaría así, sustentada en la capacidad de
apropiación (producción o control) de los recursos básicos para la reproducción
general de la sociedad sobre la base de las relaciones de producción y el patrón
tecnológico general vigentes, tanto como en la capacidad para revolucionar las
condiciones de la producción desde el punto de vista tecnológico y generar plusvalor
extraordinario.227

Aunque la interpretación realizada por Ceceña y Barreda centra su análisis en el carácter


estratégico de las fuerzas productivas como sustento de la hegemonía económica, quizá sea
posible hallar una vía de comunicación teórica con la noción lefebvriana sobre la
producción del espacio 228. Si bien ambas están construidas sobre cimientos epistemológicos
distintos, con base la lectura Lefebvre se pueda afirmar que no son acepciones
incompatibles, de hecho la riqueza del término precisamente estriba en su ambivalencia
¿Por qué se argumenta esto? Porque Henri Lefebvre sostiene que“Es el espacio y por el
espacio donde se produce la reproducción de las relaciones de producción capitalista. El
espacio deviene cada vez más en un espacio instrumental” 229. Ahora bien, si la
reproducción de las relaciones sociales ocurre por medio del espacio y en el espacio, la
afirmación lefebvriana revela la producción del mismo en función de un objetivo general

227
Ibídem, 45.
228
La interpretación que sobre el espacio realiza Lefebvre, distingue y simultáneamente concilia los ámbitos
en los que tradicionalmente ha sido entendido: espacio físico -el relativo a la naturaleza-, espacio mental
-el relativo a lógica y las abstracciones formales- y un espacio social social –el relativo a la interacción y
práctica. y establece una secuencia compleja que explica el modo en que ocurre dicho proceso social.
Asimismo reconoce que el espacio físico ya no existe como tal y por ello define al espacio como un producto
social y se engendra como un espacio percibido,concebido y vivido. Es percibido porque existe una práctica
espacial que engloba producción y reproducción, lugares específicos y conjuntos espaciales propios de una
sociedad228, en otras palabras es el espacio físico- material, el de la experiencia espacial. Es concebido porque
existe una representación del espacio –realizada por los científicos- y ésta se encuentra vinculada con el
orden impuesto por las relaciones de producción, así como con los conocimientos, signos códigos; dicho de
otro modo es el espacio de la interpretación y de la planificación. Finalmente el espacio es vivido a través de
las imágenes o simbolismos que lo acompañan, es el espacio dominado que recubre al espacio físico
utilizando simbólicamente sus objetos, es el espacio de los habitantes y usuarios aquél que comprende a la
experiencia sensorial inherente a la práctica espacial a saber es el espacio directamente experimentado.
229
Henri Lefebvre, “La producción del espacio”, Revista de Sociología, n° 3 (1974), 223.

[86]
bien establecido; por ello también afirma que “Las fuerzas productivas no pueden definirse
únicamente por la producción de bienes o de cosas en el espacio. Se definen hoy como la
producción del espacio”230. Y he aquí el punto de dialogo.

De lo afirmado anteriormente, emergen las siguientes interrogantes: ¿Qué es la producción


del espacio?, ¿por qué es estratégica? Para hallar las respuestas, es necesario remitirse al
análisis lefebvriano, el cual retoma algunas de las preguntas planteadas por Marx: ¿Cómo
se reproducen las relaciones de producción?, ¿cuáles cambian y cuáles persisten?, ¿las que
persiste por qué lo hacen? Henri Lefebvre, en su teorización sobre el concepto de espacio,
afirma que: “Es el espacio y por el espacio donde se produce la reproducción de las
relaciones de producción capitalista. El espacio deviene cada vez más en un espacio
instrumental”231. Ahora bien, si la reproducción de las relaciones sociales ocurre por medio
del espacio y en el espacio, la afirmación lefebvriana revela la producción del mismo en
función de un objetivo general bien establecido. Por supuesto que la noción contenida en la
producción del espacio no sustituye a la concepción atribuida tradicionalmente al término
“producción” -asociada a las fuerzas productivas y la producción de bienes-232, aquella a la
que hacen referencia Ceceña y Barreda. En este caso, aludir a la producción del espacio
implica no sólo otorgar una connotación espacial a la producción de bienes, sino dotar de
una concepción más extensa al término de producción haciendo referencia no sólo al
ámbito material sino a la creación de uno inmaterial asociado a la producción de socialidad,
representaciones, y relaciones 233, en ese sentido, el término “producción del espacio” al
estar vinculada con la teoría unitaria del espacio, no puede considerarse como la simple
creación de un espacio percibido o material.

Ahora, si el capitalismo histórico sólo sobrevive a través de la producción del espacio y la


réplica de la cotidianeidad capitalista -incluida el desarrollo, control y gestión de los
elementos estratégicos que sustentan a la hegemonía-, ¿se podría realmente negar que el
operar de las fuerzas productivas estaría produciendo espacio?, y si el espacio concebido es

230
Ibídem, 225.
231
Henri Lefebvre, “La producción del espacio”, Revista de Sociología, n° 3 (1974), 223.
232
Ibídem, 226.
233
David Herrera, Hegemonía, poder y crisis, 58.

[87]
el espacio de la planificación ¿no sería a través de éste en donde se asegura la reproducción
de las fuerzas productivas que le dan sentido al capitalismo histórico y que constituyen los
elementos estratégicos de la hegemonía económica?, y si la utilización y configuración del
espacio está ligada al operar de las fuerzas productivas ¿podría pensarse que la producción
del espacio es un proceso ajeno a la producción estratégica y que por consiguiente las dos
acepciones asignadas al termino producción serían incompatibles? La teorización de
Lefebvre precisamente se encamina en esta dirección, invita a pensar al espacio no como
contendor sino como un producto social sobre el que operan las fuerzas productivas -y que
con base en la propuesta sobre la producción estratégica constituyen los ámbitos decisivos
de la hegemonía económica-, sino también como un medio que interviene en la producción:

Podemos afirmar que el espacio es una relación social, pero inherente a las relaciones
de propiedad (la propiedad del suelo, de la tierra y de la tierra en particular), y que
por el otro lado está ligado a las fuerzas productivas (que conforman esa tierra, ese
suelo); vemos, pues, que el espacio social manifiesta su polivalencia, su realidad a la
vez formal y material. Producto que se utiliza, que se consume, es también medio de
producción: redes de cambio, flujos de materias primas y de energías que configuran
el espacio y que son determinados por él. En consecuencia, ese medio de producción,
producido como tal, no puede ser separado de las fuerzas productivas, incluyendo la
técnica y el conocimiento, ni separado de la división social del trabajo que lo modela,
ni de la naturaleza, ni del estado y las superestructuras de la sociedad.234

En ese sentido, se deduce que en aras de producir, controlar y gestionar las fuerzas
productivas, en tanto elementos estratégicos de la hegemonía económica, el espacio es
producido para tales fines; de ahí que el espacio no sólo sea un producto sino un medio de
producción sine qua non la hegemonía no podría sustentarse. La vinculación entre
producción estratégica y la producción del espacio, pondría de manifiesto que las fuerzas
productivas si bien operan sobre el espacio, cuando lo hacen lo transforman de tal suerte
que lo convierten y emplean como un medio de producción ad hoc para efectuar la
incesante acumulación de capital y la reproducción material global. Y justo el seguimiento

234
Henri Lefebvre, La producción del espacio (España, Madrid: Capitán Swing, 2013), 141.

[88]
de esta lógica, podrá brindar elementos que también contribuyan a explicar a la
producción del espacio como estratégica. Cuando Lefevbre afirma que el modo de
producción organiza el espacio-tiempo (a saber produce su propio espacio y su propio
tiempo) proyectando las relaciones sociales que emergen de él, apropiándose del espacio
existente y modificándolo 235 deja entre ver que la supervivencia del capitalismo depende de
la producción ya no sólo en el espacio sino de la producción misma del espacio236.
Precisamente, siendo el espacio y el tiempo producidos por cada modo de producción; las
formas en que se realiza la producción del espacio, desde la creación del sistema-mundo
moderno, se corresponden con la lógica inherente al capitalismo histórico, el espacio sirve
como instrumento para recrear y perpetuar constantemente la cotidianeidad capitalista;
justo por ello también deviene estratégico.

La detallada reflexión que Lefebvre hace al respecto bien puede cristalizarse en su


afirmación: “el espacio (social) es un producto (social)” 237. Dicha premisa presupone tomar
en consideración lo siguiente: 1) el espacio-naturaleza desaparece irreversiblemente pese a
que fue el origen de proceso social. Si bien no desaparece por completo de la escena, la
naturaleza ha sido vencida y destruida en tanto que ha sido considerada como la materia
prima sobre la que operan las fuerzas productivas, 2) cada sociedad -a saber cada modo de
producción- produce un espacio propio 238, el espacio deja de ser concebido como un simple
contenedor o escenario para ser considerado como un elemento dinámico que al ser
modificado por la sociedad simultáneamente condiciona y moldea a ésta última 239 y 3) el
capitalismo sobrevive gracias a su capacidad de producir espacio; de ahí que sea utilizado
como una entidad instrumental para dominar 240.

235
Ibídem,59.
236
Con base en lo dicho por Lefebvre se entiende que el hablar de una producción del espacio presupone
hablar de estrategia, la relación de la sociedad con el espacio se corresponde con una forma o manera de
operar y pese a que el objetivo general de la producción en y por el espacio es asegurar el funcionamiento del
sistema capitalista a través de la reproducción de las relaciones sociales que lo hacen posible, el espacio al
estar fragmentado por la propiedad privada es producido por distintas estrategias.
237
Henri Lefebvre, La producción del espacio, 90.
238
Ídem
239
Herrera, Hegemonía, poder y crisis,57.
240
Ibídem, 58.

[89]
En el entendido de que el capitalismo sobrevive gracias a la producción en y del espacio, se
advierte su carácter estratégico. El espacio deviene estratégico porque su producción
permite reproducir las relaciones sociales capitalistas y las relaciones de poder inherentes a
la sociedad que lo ha creado. Con el advenimiento del capitalismo, su producción implica
reproducir las condiciones necesarias para el funcionamiento y mantenimiento del mismo;
es mediante la producción del espacio que se asegura la permanencia del sistema; de ahí, la
relevancia que adquiere la producción de espacios objetivados como reservas o clúster de
recursos estratégicos; de los cuales se obtienen las bases materiales necesarias para la
reproducción. Claro está que la necesidad de acceder a dichos elementos no descifra toda la
lógica contenida en la producción del espacio, pero sí hace inteligible la relación entre las
instancias y/o dimensiones en las que se procesa la hegemonía y su disputa. Precisamente,
es a partir de la jerarquía que guardan los diferentes espacios en relación a las fuerzas
productivas mundiales, que podrán comprenderse los despliegues del capitalismo. La
estrategia del sujeto hegemónico estará encaminada a controlar aquellos espacios
estratégicos; evitando que los contendientes, es decir los aspirantes a hegemón lo hagan.

Ahora bien, el acceso -o la restricción del mismo- a los recursos estratégicos, es una
condición usualmente utilizada como instrumento de poder, de hecho, Claude Raffestin los
concibe como armas políticas y afirma que: “Cualquier recurso puede ser objeto de un
análisis en términos del poder, sin importar que sea de uso corriente o raro”241. Los
recursos, sobre todo aquellos que son estratégicos, son utilizados ventajosamente por uno o
varios actores, en virtud de sus intereses, -según sea el caso- como instrumentos para
ejercer presión, condicionar o bien afectar el comportamiento de otros; obligando a estos
últimos a adoptar alternativas que supriman o en su defecto mitiguen dicha presión -entre
tales Raffestin señala: a) adoptar una política de diversificación de las fuentes de
importación, 2) reducir o estabilizar las importaciones ya sea explotando de manera más
intensa las reservas domésticas, sustituyendo al recurso en cuestión o reduciendo la
demanda del mismo 3) continuar importando, pero simultáneamente aumentando la
seguridad o autosuficiencia, mediante acuerdos bilaterales con los proveedores, 4) buscar

241
Raffestin, Por una geografía del poder, 178.

[90]
una solución multilateral con la colaboración de otros actores importadores 242-. Bajo la
consideración de que los recursos -sean estratégicos o no- son utilizados como instrumentos
de poder, la disputa por la suficiencia de recursos bien puede explicar las relaciones entre
los actores, las estrategias de los mismos y la militarización del espacio.

242
Ibídem, 179.

[91]
Capítulo 2

La transición hacia un nuevo orden


geopolítico: cambios sustancias en
las relaciones mundiales y el
surgimiento de un nuevo paradigma
tecnoeconómico

[92]
2.1. El Sistema-mundo en el contexto de la Guerra Fría

De acuerdo con las interpretaciones sobre la hegemonía estadounidense se ha determinado


que a finales de la década de los sesenta e inicios de los setenta se hizo patente el inicio de
un declive relativo tras la ocurrencia de una serie de sucesos que pusieron en entredicho las
capacidades económicas del sujeto hegemónico. Así, el periodo que oscila entre 1968-1979
está considerado como un lapso en el cuál la economía estadounidense presentó claros
signos de inestabilidad. Pese a que todo lo ocurrido en ese periodo apuntaba a una
transición hegemónica, sorpresivamente la transición que en aquel entonces parecía
bastante inevitable, no se concreto. Se iniciaba así, un nuevo periodo que oscilaría entre
1980 y 1999 y que estaría caracterizado por la adopción del neoliberalismo como una
medida de recomposición hegemónica. Finalmente este periodo precedería a un tercero, en
donde sería asistida la fase positiva de nuevo ciclo Kondratiev que si bien refortalecería al
capitalismo también demostraría un declive de la hegemonía estadounidense.

2.1.1. Etapa de Contención 1946-1960

El periodo que oscila entre 1946-1960 se distinguió por la aparición de los primeros signos
de un cambio en la escena internacional, si bien después del fin de la guerra mundial
parecía sobrevenir un periodo de paz, se hizo evidente un escenario de inestabilidad y
tensión entre dos países ex aliados. En febrero de 1947 el gobierno británico comunicó, a
través de una nota al general Marshall -secretario de Estado norteamericano- su decisión
por retirar la ayuda militar ofrecida a Grecia y a Turquía como parte del compromiso inglés
adquirido en 1946. La disposición de Londres evidenciaba una situación de vacío de poder
que ameritaba ser atendida urgentemente. Así, en marzo del mismo año, el presidente
norteamericano Truman anunció un discurso contundente:

Uno de los objetivos fundamentales de la política exterior de Estados Unidos es la


creación de condiciones en las cuales nosotros y otras naciones podamos forjar una
manera de vivir libre de coacción [...]. Sin embargo, no alcanzaremos nuestros
objetivos a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres al
mantenimiento de sus instituciones libres y de su integridad nacional [...]. A la

[93]
población de toda una serie de Estados les ha sido impuesto, contra su voluntad, un
régimen totalitario [...]. Si dejáramos de ayudar a Grecia y a Turquía en esta hora
decisiva, las consecuencias, tanto para Occidente como Oriente, serían de profundo
alcance [...]. Por lo tanto, pido al Congreso autorización para ayudar a estos dos
países con la cantidad de 400 millones de dólares durante el periodo que termina el 30
de junio de 1948 [...].243

La decisión tomada por Washington presuponía lo siguiente: 1) Abandono de los


compromisos adquiridos en Yalta y Postdam244, b) Retirada de las potencias europeas en
los asuntos internacionales; demostrando la decadencia europea y dejando un vacío de
poder en favor de EE. UU., c) Declaración de un enfrentamiento entre dos modelos, aquél
que representaba la libertad y otro el totalitarismo245 y d) Se hizo evidente la necesidad de
contener a Rusia y su ambiciosa motivación por expandir el comunismo. La Doctrina
Truman estuvo inspirada en la política de contención de George F. Kennan, de hecho él fue
quien con su contribución proponía emprender una estrategia de contención global a través
de la creación de zonas de influencia que impidieran la expansión comunista. Truman
justificó lo dicho por Kennan a través de la fuerza retórica del universalismo y la defensa de
los valores de la libertad y la democracia 246. Cabe mencionar que el apoyo económico
brindado a Turquía y Grecia, estuvo asociado con la idea sugerida por la “teoría del
dominó”. Desde la visión estadounidense se creía que si en ambos países triunfaba el
comunismo, tal y como ocurre con la hilera de fichas de domino, al caer una caerían todas
sucesivamente; es decir, si el comunismo lograba instaurarse en aquellos territorios lo único
que podría esperarse era la expansión sucesiva hacia los vecinos. Era necesario mantener
una Grecia amistosa y una Turquía neutral247.

Si bien la Doctrina Truman se convirtió en la enunciación más clara de la posición de EE.


UU. respecto a la URSS, la amenaza comunista en Europa también urgía ser atendida, de
243
Truman citado en Juan Carlos Pereira Castañeda, “La Guerra Fría” en Historia de las relaciones
internacionales contemporáneaspor Juan Carlos Pereira (coord.) (España, Madrid: Ariel, 2001), 314
244
Tras el término de la Guerra Mundial se celebró la Conferencia de Yalta en la cual se estableció la
repartición del mundo. Asimismo en Conferencia de Postdam se determinaron las medidas dirigidas a la
eliminación total del Partido Nacional Socialista de Alemania., con la finalidad de reconstruir la vida política
alemana sobre una base democrática.
245
Pereira, “La Guerra Fría” en Historia de las relaciones internacionales, 313-314.
246
Ibídem, 285.
247
Palgrave Macmillan, Atlas histórico de la Guerra Fría (España, Madrid: Akal, 2008), 28.

[94]
hecho, las precarias condiciones de vida y el apoyo de los comunistas en movimientos
europeos contra el fascismo eran el escenario ideal para favorecer la extensión del
comunismo. En ese sentido, Washington con la finalidad de evitar la expansión del
proyecto soviético y conformar una alianza antisoviética, también definió su postura frente
a Europa y en ese mismo año Marshall declaró los objetivos de un nuevo plan
estadounidense -conocido como Plan Marshall248-: 1) Ayudar a Europa con el fin de que
superase las múltiples consecuencias sufridas por la guerra, la necesidad se correspondía
con las envergadura de las consecuencias que pudiese haber si se hacia lo contrario 2)
Proporcionar un futuro confiable para la población europea, 3) Ofrecer ayuda a todos los
Estados europeos, siempre y cuando rechazaran al comunismo, y en caso de que alguien la
impidiese EE. UU. se opondría ante tal acción249. Para 1953 EE.UU. ya había otorgado
ayuda económica -a fondo perdido- a 16 países europeos, con ello lograría reactivar el nivel
de consumo de los europeos y aseguraría el mercado para los productos industriales
norteamericanos250; evitando así una nueva posible crisis como la ocurrida en 1930. A este
respecto, Eric Hobsbawn afirma que la visión apocalíptica estadounidense sobre el futuro
del capitalismo se debía a que:

(…)Washington esperaba «serias alteraciones de posguerra» que socavasen «la


estabilidad social, política y económica del mundo» (Dean Acheson, citado en Kolko,
1969, p. 485) (…) porque al acabar la guerra los países beligerantes, con la excepción
de los Estados Unidos, eran mundos en ruinas habitados por lo que a los
norteamericanos les parecían poblaciones hambrientas, desesperadas y tal vez
radicalizadas, predispuestas a prestar oído a los cantos de sirena de la revolución
social y de políticas económicas incompatibles con el sistema internacional de
libertad de empresa, libre mercado y libertad de movimiento de capitales que había de
salvar a los Estados Unidos y al mundo (…)en ese mundo explosivo e inestable todo

248
El financiamiento estadounidense a fondo perdido para la reconstrucción de una Europa; ello posibilitó
pensar en una Europa unida. Si bien a franceses ni a británicos les fascinaba la idea para los norteamericanos
el proyecto de una Europa unida complementaba el objetivo asentado en el Plan Marshall. Para ello era
menester hacer imposible la existencia de un conflicto en la Europa central -explícitamente entre Francia y
Alemania-. Así, en 1951 se emprendía el largo proceso a través de la construcción de la Comunidad Europea
del Carbón y del Acero y que culminaría en la creación de la Unión Europea.
249
Pereira (coord.), Historia de las relaciones internacionales, 315.
250
Ibídem, 286.

[95]
lo que ocurriera era probable que debilitase al capitalismo de los Estados Unidos, y
fortaleciese a la potencia que había nacido por y para la revolución.251

La recepción del Plan Marshall en Europa suscitó respuestas diferenciadas, franceses y


británicos aceptaron la ayuda -dicho sea de paso, el plan fue clave en la reconstrucción de
Europa occidental y derivado de él, en 1949 surgió la OTAN, una alianza militar occidental
conformada por 12 miembros-; sin embargo, los soviéticos rechazaron las intenciones de
Washington, y precisamente en respuesta a las amenazas contenidas en la Doctrina Truman
y el Plan Marshall, la URSS también definió su postura: a) Determinó como el enemigo
del socialismo al bloque occidental liderado por EE.UU., b) En virtud de la amenaza que
occidente representaba para el socialismo, concibió necesaria una lucha de clases en el
plano internacional y el establecimiento de zonas de influencia o de seguridad en nombre
de los ideales revolucionarios -paz, seguridad y socialismo- y c) Declaró como objetivo en
política exterior la creación de un sistema socialista a escala mundial liderado por ella 252.
Las acciones de Moscú se encaminaron en un primer momento, a acelerar la expansión del
socialismo. Así, para 1949 la URSS ya había creado un sistema socialista mundial
conformado por 16 Estados y para 1955 surgía el Pacto de Varsovia, un acuerdo de
cooperación militar en el bloque socialista. De ésta manera se iniciaba la carrera
armamentista entre ambos bloques. Si bien es cierto que la intención de Moscú era expandir
el comunismo, Eric Hobsbawn sostiene que a la luz de los hechos la URSS no representaba
una amenaza real para quienes no estuvieran ocupados por las fuerzas del ejército rojo, por
ello la actitud ofensiva -presentada como defensiva- de Washington se correspondía con el
temor por una hipotética hegemonía de la URSS, en tanto, que el accionar defensivo
-calificado como ofensivo- derivaba de la preocupación soviética ante una supremacía
estadounidense que ya se dejaba entrever253.

Este panorama de inestabilidad causada por la declaración de enemistad entre Washington


y Moscú constituyó el inicio de la Guerra Fría, en donde la bipolaridad y la alternancia
entre momentos de tensión y distensión fueron los aspectos que definieron las relaciones
internacionales durante éste periodo revelando con ello la inoperancia de la ONU -una

251
Eric Hobswabm, Historia del siglo XX (Argentina, Buenos: Grijalbo Mondadori, 1999), 235.
252
Ibídem, 117.
253
Ibídem, 233-238.

[96]
organización creada con la finalidad de sanear y minimizar las inevitables disputas entre
Estados-. De acuerdo con Peter Calvocoressi, el apelativo “Guerra Fría” describe la
hostilidad y el miedo mutuo entre los contendientes 254 cuyas discrepancias pese a estar
latentes no derivaron en una confrontación directa.

Con base en la interpretación realizada por Pereira, la Guerra Fría pude entenderse desde
una visión cíclica conformada por cuatro fases (la Guerra de Corea, la crisis de los misiles
en Cuba -ambas ocurridas en la etapa inicial de la guerra es decir, en la etapa de
contención-, la Guerra de Vietnam y la Guerra de Afganistán- donde cada una agrupa los
siguientes lapsos: 1) distensión, caracterizada por una enfrentamiento moderado), 2)
aparición de los primeros signos de tensión en el lenguaje de los representantes políticos y
militares, 3) incremento de la tensión, a causa del surgimiento de más conflictos
localizados, el incremento de los presupuestos militares y la ruptura de acuerdos, 4) la
tensión se maximiza provocando el surgimiento de conflictos-tipo y anexiones geográficas,
la tensión es tal que en este momento puede ocasionarse un conflicto bélico entre ambas
superpotencias amenazando con ello el sistema bipolar.

El período inicial de la Guerra Fría está caracterizado por: a) una marcada división del
mundo en dos bloques -siendo la máxima expresión de ello la escisión de Europa- y los dos
primeros conflictos-tipo: la Guerra de Corea y la crisis de los misiles en Cuba -el desenlace
del primero representó una victoria para el bloque soviético, mientras que la segunda fue
una victoria para el bloque occidental-, b) la consolidación del proceso de descolonización,
si bien comenzó en el periodo de entreguerras, para 1952 los países árabes ya se habían
independizado; precisamente el surgimiento de nuevos países adicionó más inestabilidad a
la escena internacional dada la incertidumbre existente en torno al papel de estos nuevos
estados y su posibles asociaciones con alguno de los bloques, c) una incertidumbre en torno
al acceso a los recursos que se encontraban en los nuevos territorios descolonizados, d) la
amenaza constante de la utilización del armamento como una forma de disuadir al enemigo
bajo el precepto de la destrucción mutua asegurada y e) dado que la descolonización
derivó en la creación de nuevos Estados, se exaltó el modelo estatal como la forma de
organización de todo el sistema internacional. La mayoría de los miembros del sistema
254
Peter Calvoccoressi, Historia política del mundo contemporáneo. De 1945 hasta nuestros días (España,
Madrid: Akal, 199), 15.

[97]
interestatal también eran miembros de organizaciones internacionales controladas por un
selecto grupo de Estados, las cuales eran utilizadas por los líderes de ambos bloques como
medios para disuadir las acciones del enemigo.

Cabe mencionar que la intención de este capítulo no es realizar una extensa documentación
sobre lo sucedido, será suficiente esbozar brevemente los cambios ocurridos en las
relaciones mundiales desde 1970 hacia el fin de la Guerra Fría y la consecuente
implantación de la hegemonía estadounidense y el nuevo orden geopolítico, por esta razón
en la revisión de los hechos ocurridos no se profundizará en la primera etapa, es suficiente
con lo que hasta este momento se ha mencionado a modo de contexto. Por tanto, el análisis
se remitirá con mayor detalle a lo sucedido en el periodo de 1960 -1980.

2.1.2. Etapa de Distención 1960-1980: el inicio de un camino


hacia la transformación global

Durante esta etapa tendrían lugar los restantes conflictos tipo: la Guerra de Vietnam y la
Guerra de Afganistán; ambos sucesos se anexarían a la lista de triunfos y fracasos de ambos
bloques, las derrotas soviéticas en Cuba y Afganistán y las derrotas estadounidenses en
Corea y Vietnam parecían advertir un escenario de distensión que albergaría una serie de
cambios. Dada la envergadura de tales sucesos, hasta antes de 1973 se concibe a este
periodo como una etapa de “coexistencia pacífica” al que sobrevendría un escenario de
inestabilidad, de hecho, algunas interpretaciones sostienen que tras el fin de la crisis de los
misiles en Cuba, la Guerra Fría habría culminado; otros distinguen a esta etapa como un
periodo que divide a una primera y a una segunda Guerra Fría -esta última iniciada en el
periodo aquí considerado como la etapa de reactivación-.

Ahora bien, ¿por qué se suscitó una etapa de distensión?, ¿cuáles fueron los cambios que
contribuyeron a una coexistencia pacífica?, ¿cuáles cambios sobrevendrían a la etapa de
distensión? De acuerdo con Eric Hobsbawm, pese a la retórica apocalíptica mantenida
durante la guerra, ambas superpotencias respetaron el reparto global de fuerzas, las dos
actuaban bajo el precepto de una coexistencia pacífica posible, e incluso la preocupación
real de ambas fue evitar que los gestos hostiles se interpretaran como preparativos bélicos

[98]
reales255. Si bien la posesión de armamento nuclear era utilizada como un arma política,
ciertamente, durante ésta etapa, no parecía haber intención alguna por parte de las potencias
en utilizarlas para enfrentarse entre sí, pero sí para amenazar a terceros o al menos para
inspirar temor. En esta etapa el proyecto de reconstrucción europea dejaba entrever una
prosperidad realmente inesperada; la incertidumbre estadounidense sobre el futuro de
Europa disminuía, el viejo continente ya no era inestable y gracias a los partidos vinculados
a la iglesia -los cristianodemócratas- se eliminaba de la escena cualquier rastro de
nacionalsocialismo, fascismo o de la derecha nacionalista 256, pero sobre todo la simpatía
con el comunismo. Quizá, algunas de las expresiones más representativas de la coexistencia
pacífica fueron el establecimiento de una comunicación directa entre Moscú y Washington
a través del teléfono rojo en el año de 1963 y la reanudación de intercambios comerciales
entre EE. UU y la URSS. Durante este periodo, tal y como afirma Hobswawm, destacan los
acuerdos en materia de control y limitación del armamento nuclear -por ejemplo, tratados
de prohibición de las pruebas nucleares, tentativas por detener la proliferación nuclear,
Tratado de Limitación de las Armas Estratégicas (SALT) entre EE. UU. y la URSS, y el
acuerdo sobre los misiles antibalísticos (ABM)-257.

En esta etapa el mundo era testigo de una distensión, pero también de la madurez y las
primeras bonanzas del paradigma tecnoeconómico bajo el cual el mundo estaba siendo
reconstruido o mejor dicho construido. No obstante, la estabilidad percibida durante la
década de los sesenta se vería pronto perturbada ya que en la década de 1970 se suscitaría
una inestabilidad internacional asociada con una serie de hechos que derivarían en la
ocurrencia de cambios significativos, los cuales a continuación serán revisados.

255
Hobswabm, Historia del siglo XX, 231-232.
256
Ibídem, 243.
257
Ibídem, 247.

[99]
2.1.2.1. Crisis de acumulación y agotamiento del fordismo-keynesianismo
como paradigma tecnoeconómico

Antes de orientar la interpretación hacia el agotamiento del patrón tecnoeconómico de


aquel entonces. Es necesario realizar algunas precisiones generales sobre el mismo. Dicho
esto es posible proseguir.

Durante los años sesenta el capitalismo registró un escenario de estabilidad caracterizado


por: altas tasas de crecimiento económico, incrementos en los niveles de vida, contención
de las tendencias hacia la crisis, preservación de la democracia de masas, expansión
mundial capitalista e inexistencia de amenazas de guerra intercapitalista258. Por supuesto
que dicha estabilidad no fue una casualidad, pues en el entendido de que el comportamiento
de la economía se concibe a partir de la sucesión de ondas largas que a su vez se
corresponden con un paradigma tecnoeconómico; se deduce que el boom de la posguerra o
la edad de oro del capitalismo estuvo asociada a la ocurrencia de uno: el fordismo-
keynesianismo259. Ahora bien, ¿en qué consiste?, ¿cuál es el régimen de acumulación y el
modo de regulación social y política que impone?260. El fordismo-keynesianismo261 es un
paradigma tecnoeconómico con un régimen de acumulación basado en un incremento de la
productividad del trabajo a partir de una producción masiva o producción en serie de bienes
estandarizados dirigida a la satisfacción de una demanda también masiva, se caracteriza
por: una concentración del ciclo total de producción, una mecanización inherente a una
línea de ensamblaje y un alto grado de división del proceso de trabajo, que se reduce a una
simple rutina262.

258
David Harvey, La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural
(Argentina, Buenos Aires: Amorrortu, 1998), 153.
259
De acuerdo con David Harvey, si bien la fecha simbólica del fordismo es 1914, su madurez ocurrió 1945
(Harvey, La condición de la posmodernidad, 147-152)
260
David Harvey sostiene que un régimen de acumulación describe las condiciones de producción y las
condiciones de reproducción de los asalariados, en contraste, el modo de regulación refiere a la
materialización del régimen de acumulación en un conjunto de reglas, hábitos, leyes, redes de regulación y
procesos sociales interiorizados (La condición de la posmodernidad, 143).
261
Se habla del fordismo-keynesianismo como paradigma tecnoeconómico dada la combinación entre el
fordismo y keynesianismo tras la ocurrencia de la Gran Depresión, la cual puso de manifiesto la incapacidad
del mercado para regularse a sí mismo. De esta manera el paradigma fordista-keynesianista reconocía como
necesaria la intervención estatal en la regulación del mercado.
262
Gramsci, “Americanism and Fordism”, Gramsci: Prison Notebooks, https://archive.org/details/Gramsci-
Fordism, 275.

[100]
El fordismo-keynesianismo supone un modo de regulación basado en la racionalización de
todos los ámbitos de la vida social con el fin de crear una sociedad adaptada a las
necesidades del régimen de acumulación. A éste respecto, Gramsci, en sus interpretaciones
sobre el bloque histórico, identificaba una adaptación física, fisiológica y psicológica del
ser humano a los requerimientos del paradigma; destacando en su análisis la racionalización
demográfica y la función económica de la reproducción. Por ello, más allá de ser un
sistema de producción en masa el fordismo-keynesianismo se convirtió en un modo de vida
en torno a la fábrica construido sobre: la estética del modernismo -a saber funcionalidad y
eficiencia-, una intervención estatal sustentada en una racionalidad técnico burocrática y la
configuración de un poder político basado en una democracia económica de masas definida
por un equilibrio de fuerzas entre distintos intereses 263 -equilibrio que Gramsci denominó
“bloque histórico”-.

De acuerdo con David Harvey, el fordismo representa una extensión de tendencias


consolidadas como por ejemplo el taylorismo -en cuya interpretación destaca el incremento
de la productividad del trabajo a través de la división de la labor en movimientos parciales
y tareas fragmentarias realizadas en pautas rigurosas de tiempo-. No obstante, el fordismo
se distingue de éste último porque reconoce explícitamente que la producción en masa
significa un consumo masivo, un nuevo sistema de reproducción de la fuerza de trabajo,
una nueva política de control y dirección del trabajo, una nueva estética y una nueva
psicología, a saber, un nuevo tipo de sociedad racionalizada, modernista, populista y
democrática264. Con base en el análisis realizado por Carlota Pérez, el paradigma
tecnoecnómico fordista-keynesianista se corresponde con la cuarta revolución tecnológica
denominada la era del petróleo -en tanto insumo de bajo costo-, el automóvil y la
producción en masa:

El "boom" (…) de la post-guerra, liderado por Estados Unidos, resultó de los infinitos
campos de aplicación de la producción en masa y el petróleo barato, empezando por
los automóviles y electro-domésticos, pasando por el armamento y la petroquímica y

263
Harvey, La condición de la posmodernidad, 159.
264
Ibídem, 147-148.

[101]
llegando hasta la adopción de esos principios por casi todos los sectores
productivos.265

La edad de oro del capitalismo -aquella ocurrida antes de 1973- fue posible gracias a que el
fordismo-keynesianismo implicó la expansión masiva del comercio mundial y de las
corrientes de inversión internacionales. El paradigma se consolidó y expandió -a través de
políticas de ocupación o políticas de financiamiento como la contenida en el Plan Marshall-
con la finalidad de superar los límites de la demanda interna; la consecuencia inmediata fue
la creación de mercados globales masivos y la incorporación de la masa de población
mundial no comunista a la dinámica global de un nuevo tipo de capitalismo y derivado de
tal apertura se hizo posible la creación de una oferta global de materias primas de bajo
costo266.Como todo paradigma, el fordista-keynesianista asistió la creación y
rejuvenecimiento de industrias basadas en una serie de innovaciones y dictó los principios
de sentido común para la innovación:

El período de posguerra (se fundó) en una serie de industrias fundadas en tecnologías


que habían madurado en los años de entreguerras y que habían sido llevadas a nuevos
extremos de racionalización. Automóviles, construcción de barcos y de equipos de
transporte, acero, petroquímica, caucho, artefactos eléctricos para el consumo, y la
construcción, se convirtieron en mecanismos propulsores del crecimiento económico
centralizado en una serie de regiones de gran producción de la economía mundial
(…). Las fuerzas de trabajo privilegiadas en estas regiones formaron uno de los
pilares de una demanda efectiva en rápida expansión. El otro pilar estaba en la
reconstrucción de las economías destrozadas (…) -la renovación urbana, la expansión
geográfica del transporte y los sistemas de comunicaciones y el desarrollo de la
infraestructura tanto dentro como fuera del mundo capitalista avanzado-.267

Carlota Pérez sostiene que en la cuarta revolución, los principios de sentido común para la
innovación fueron: la producción en masa orientada a mercados masivos, economías de
escala (volumen de producción y mercado) e integración horizontal, estandarización de

265
Carlota Pérez, Desafíos sociales y políticos del cambio de paradigma tecnológico (Venezuela, Caracas:
Fundación Centro Gumilla, 1998), 3.
266
Harvey, La condición de la posmodernidad, 159-160.
267
Ibídem, 154.

[102]
productos, uso intensivo de la energía, creación de materiales sintéticos, y la
especialización funcional y jerárquica 268. Si bien es cierto que durante esta etapa existía una
estabilidad, también hubo movimientos de descontento social que clamaban por la
repartición de las benevolencias del paradigma, de hecho la década de sesenta se asocia con
el surgimiento de algunas críticas y prácticas contraculturales. Ante tal inconformidad, y en
virtud del rol conferido al Estado por parte del paradigma, la legitimación del mismo e
incluso la solidez del bloque histórico estuvieron asociados a la capacidad estatal de
expandir los frutos positivos del paradigma -aunque claro, a la luz de los hechos ello
también supondría la expansión de los efectos negativos-.

Habiendo realizado todas las precisiones requeridas, es posible orientar la interpretación


hacia el agotamiento del fordismo-keynesianismo. Pese a que en la década de los 60s
hicieron acto de presencia algunas inconformidades y reclamos hacia el paradigma, en
general, éste no se vio verdaderamente afectado, la estabilidad persistía. Sin embargo, la
situación cambió con la recesión de 1973, en aquél momento se hizo evidente el
agotamiento del paradigma fordista-keynesianista y con ello el ocaso de la edad de oro del
capitalismo. Todo parecía indicar el colapso del sistema, empero, lo ocurrido en lo década
de los setenta vendría a contradecir aquellas percepciones apocalípticas y a demostrar la
asombrosa capacidad del capitalismo para renovarse mediante una transición acelerada
hacia un nuevo paradigma, ¿qué fue lo que ocurrió? -esta interrogante será respondida en
los siguientes apartados-. Desde ahora, se aclara que la segmentación de los hechos no se
corresponde con un entendimiento fragmentado de lo ocurrido, sino como una manera de
orientar y facilitar la explicación, es necesario comprender que todo lo ocurrido se suscitó
dentro de un mismo contexto y que derivó del agotamiento del paradigma pero que también
condicionó los términos de la transición. Las consecuencias inherentes a dichos eventos no
resultan de una suma de los efectos sino a una multiplicación de los mismos, en virtud de la
complejidad contenida en las relaciones existentes entre ellos.

268
Carlota Pérez, Revoluciones tecnológicas y capital financiero: La dinámica de las burbujas financieras y
las Épocas de bonanza (México: Siglo XXI, 2004 ), 44.

[103]
2.1.2.2. Fin del sistema monetario Bretton Woods: la inconvertibilidad del
dólar

Con la crisis de 1930, se hizo evidente la necesidad de abandonar el patrón oro y adoptar
un nuevo sistema que pudiera terminar con: la inestabilidad monetaria, las tendencia
deflacionarias, las restricciones cambiarias asociadas a las condiciones de la industria del
oro, y por consiguiente con las políticas individualistas de aquellos países que celosamente
lo acumulaban, así como con los obstáculos impuestos a los movimientos de capital, en
tanto medida establecida por numerosos países que al disponer de pocas reservas de oro
habían fijado barreras aduaneras y restricciones al intercambio comercial impidiendo la
creación de un mercado global y una actividad comercial a escala internacional.

Así, para 1944 con la asistencia de 44 naciones representadas fue celebrada la Conferencia
de Bretton Woods, en ella se anunciaba el plan de Harry D. White para establecer un Fondo
de Estabilización, que sería prácticamente adoptado en su totalidad, salvo con algunas
modificaciones derivadas del plan de Keynes269 ¿Cuáles fueron las medidas acordadas en
aquella conferencia? Tras lo ocurrido en 1930, las líneas de acción fueron concebidas a
partir de las lecciones aprendidas; por tal razón, en el plan se manifestó: la necesidad de
disponer de tipos de cambio estables, impulsar el comercio internacional y el imperativo de
proveer de capital a las naciones necesitadas 270. Como consecuencia inmediata, surgió: 1)
“(…) un sistema basado en tipos de cambio fijos que podían expresarse en oro como en
dólares estadounidenses, que pasaron a formar gran parte de las reservas monetarias de
(…) todos los países. El dólar era convertido en oro en proporción de 35 dólares por onza
de oro”271 siendo la obligación de todos los países fijar el precio de sus propias monedas
con relación al dólar; 2) un conjunto de instituciones: el Banco Internacional para la
Reconstrucción y el Desarrollo (Banco Mundial) cuya función en términos generales sería
promover el desarrollo y la reconstrucción de la economía europea a través de
financiamiento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) que se encargaría de brindar
asistencia financiera a través de un paquete de recomendaciones y el otorgamiento de
269
Paulina Chávez Ramírez, Las cartas de intención y las políticas de estabilización y ajuste estructural de
México: 1982-1994 (México: Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 1996), 16.
270
Ídem
271
Alma Chapoy Bonífaz, El Sistema Monetario Internacional (México: Instituto de Investigaciones
Económicas, UNAM , 2001), 21.

[104]
créditos para ayudar a resolver y corregir los desajustes de las balanzas de pagos -dicho sea
de paso, el acceso a dichos préstamos se condicionaría por la aplicación de las
recomendaciones realizadas por el FMIdesde los años ochenta-; y posteriormente 3) el
Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT).

Si bien el oro continuó siendo un medio de aceptación mundial, el dólar se convirtió en la


principal moneda de reserva por la superioridad económica de EE. UU. y por el hecho de
que sus existencias en oro para 1950 equivalían a las ¾ partes de las reservas auríferas
mundiales (33 000 millones aproximadamente)272. Por ello, la acumulación de dólares sentó
las bases para el patrón cambio dólar; que aunque funcionó adecuadamente durante los
primeros años, pronto algunos cambios demostrarían su insostenibilidad. La reconstrucción
económica de los países europeos posibilitó que éstos incrementaran sus reservas en oro y
dólares; en tanto que, EE.UU. comenzó a registrar un déficit en la balanza de pagos
(compraba más de lo que vendía al exterior) -que hasta antes de 1950 había sido
superavitaria-, dicho déficit estuvo asociado a sus créditos e inversiones en el exterior así
como por los gastos militares generados durante el conflicto de Corea273 que derivaron en
un déficit fiscal (los ingresos del Estado superaban sus ingresos). Estos sucesos
desencadenaron una mayor acumulación de dólares derivando en una escasez de los
mismos, ante ello los EE. UU. decidieron financiar sus déficits a través de una creciente e
incontrolada expedición de su moneda; hecho que hizo sospechar de la incapacidad
estadounidense de respaldar todos los dólares existentes en oro. No obstante, la
inconvertibilidad se hizo cada vez más evidente pues aún se mantenía la relación de 35
dólares por onza pese a que el precio del oro había aumentado más del doble y se registraba
una reducción de las reservas auríferas estadounidenses como resultado de sus pagos: “En
suma, la insuficiencia de oro determinó la mayor participación de dólares en las reservas
internacionales, pero al menguar las reservas de oro de EE. UU. la solidez del dólar
experimentó gran deterioro”274, el dólar ya era inconvertible en oro con base en la razón
establecida en Bretton Woods y cada vez el respaldo en oro por dólar tendía a la

272
Ibídem, 27.
273
Ibídem, 28.
274
Ibídem, 29.

[105]
disminución. Frente a la situación anterior y con la finalidad de evitar el colapso del sistema
monetario, se acordó no convertir las divisas en oro.

Así en un intento de estabilizar el sistema monetario, en 1968 se estableció un doble


mercado: uno oficial con una razón de 35 dólares por onza y; otro libre y determinado por
las leyes del mercado -es decir, por la oferta y la demanda-275. Sin embargo, lo anterior
desencadenó una especulación que sólo incrementó el precio del metal; y ello nuevamente
hizo innegable la inconvertibilidad del dólar. Ante esto, EE.UU. con el propósito de evitar
la creciente salida de capital restringió las inversiones extranjeras directas estadounidenses,
no obstante la medida poco incidió en frenar las salidas de capital, pues el financiamiento a
las inversiones provenían en menor medida de fondos en el extranjero; esta disposición
agravó aún más la situación porque orilló a las empresas transnacionales estadounidenses a
solicitar préstamos. Además de ello en el periodo de 1965 a 1968 el gasto público
estadounidense se incrementó con el conflicto de Vietnam, la expansión de programas
sociales y la falta de un incremento de los impuestos que eran necesarios para compensar el
gasto público. Si bien la situación anterior ya era preocupante, la disponibilidad de una
amplia oferta monetaria a escala mundial también ocasionó una inflación en esa misma
escala que provocó un incremento en las tasas de interés276.

A finales de la década de los sesenta el desalentador escenario revelaba una profunda crisis
económica y para 1970 la inflación sólo incrementaba. Así, con el propósito de encontrar
una solución el presidente Nixon anunció “la nueva política económica”, que más allá de
combatir la situación global se encaminó a estimular y rehabilitar la economía
estadounidense. Como parte de esta nueva política se estableció una sobretasa a los
impuestos de determinadas importaciones con el objetivo de que Japón y Europa
modificaran sus políticas comerciales en favor de lo requerido por EE.UU. y revaluaran sus
divisas en relación al dólar. El fruto de dichas disposiciones sería otorgar una ventaja
competitiva a los productos estadounidenses y abaratar el dólar y por consiguiente,
incrementar las exportaciones estadounidenses277. Asimismo, en aquél momento fue
decretada la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, terminando así con el sistema

275
Ibídem, 31.
276
Ibídem, 32-35.
277
Ibídem, 38-39.

[106]
monetario dispuesto en Bretton Woods. Sin embargo, en 1971 a fin de realizar un último
intento por rescatar el sistema de posguerra se celebró el Acuerdo Smithsoniano en donde
se reconocía la devaluación del dólar y la revaluación de las divisas de todos los países
miembros del G-10278. Pese a aquél último intento, finalmente se abandonó en 1973 cuando
las monedas de la Comunidad Económica Europea, Japón, Canadá, Suecia, Suiza y EE.
UU. comenzaron a fluctuar libremente, a saber las monedas de estos Estados dejaron de
valorar sus monedas en dólares a partir de cambios fijos, para ser valuadas en función de
las leyes de mercado.

Aunque se dio fin a lo establecido en Bretton Woods, la adopción de un sistema monetario


basado en la flotación libre no ocasionó lo que se había previsto. Se inició un nuevo
periodo de inestabilidad e improvisación que aún permanece 279, en los años venideros las
esperanzas puestas en los ajustes automáticos y en la erradicación de la inestabilidad
cambiaria serían sepultadas.

2.1.2.3. Las Crisis petroleras de 1973- 1975 y 1978: ¡Ya no más petróleo
barato!

De acuerdo con Hobsbawn, la historia de los veinte años posteriores a 1973 pertenece a la
historia de un mundo que perdió el rumbo dirigiéndose hacia la inestabilidad y la crisis 280.
Si bien durante mucho tiempo los problemas económicos eran considerados como
recesiones y no como crisis que pudieran recordar lo ocurrido en 1930, estos eran aún más
profundos que la Gran Crisis pese a que no se reconociera la verdadera magnitud de lo
considerado como recesión281 ¿A qué se debió dicha inestabilidad de proporciones más
agudas que la ocurrida en 1930? Sin duda alguna, la inestabilidad percibida tras el fin de la
edad de oro no era como la ocurrida en los años treinta. Si bien se redujó la producción
industrial en un 10% y en un 13% el comercio internacional, el desarrollo económico no se
vio interrumpido; éste continuó creciendo aunque con un ritmo más lento que en la edad de
oro; e incluso el crecimiento del PIB colectivo de las economías sólo se vio interrumpido

278
Ibídem, 39.
279
Ibídem, 45.
280
Hobsbawn, Historia del siglo XX, 403.
281
Ibídem, 404.

[107]
en los años de recesión de 1973-1975 y de 1981-1983282. La situación anterior se debía en
gran parte a la mayor fortaleza de los elementos estabilizadores de la economía:

Los controles de almacén informatizados, la mejora de las comunicaciones y la mayor


rapidez de los transportes redujeron la importancia del «ciclo de stocks» [inventory
cycle] de la vieja producción en masa, que creaba grandes reservas de mercancías
para el caso de que fuesen necesarias en los momentos de expansión, y las frenaba en
seco en épocas de contracción, mientras se saldaban los stocks. El nuevo método,
posible por las tecnologías de los años setenta e impulsado por los japoneses, permitía
tener stocks menores, producir lo suficiente para atender al momento a los
compradores y tener una capacidad mucho mayor de adaptarse a corto plazo a los
cambios de la demanda.283

Ahora bien, considerando que pese al panorama de inestabilidad el crecimiento de las


economías avanzadas continuó, es oportuno cuestionar: ¿Qué fue lo que sucedió en
aquellos momentos en que el crecimiento del PIB se vio suspendido? Tal y como se deja
entrever en el título de este apartado uno de esos momentos estuvo asociado a la Crisis
Petrolera de 1973 ¿Qué ocurrió?

Como consecuencia del conflicto árabe-israelí y con el fin de que se realizara el retiro
israelí de los territorios árabes ocupados y se restablecieran los derechos nacionales del
pueblo palestino, el energético fue empleado como un arma económica 284. En octubre de
1973 el rey Faisal de Arabia Saudita prohibió el embarque de petróleo proveniente de todos
los países árabes miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo,
OPEP285 -Arabia Saudita, Irán, Irak y Kuwait- hacia EE. UU. y a todos aquellos países que
le sirvieran de intermediarios; en general la medida fue extendida a todo aquél que apoyara
a Israel. Además se estableció una disminución del 25% de la producción de petróleo árabe.
Tal situación derivó en un incremento de los precios del petróleo. La resolución árabe se

282
Ibídem, 405.
283
Ibídem, 404.
284
José Anibal Maffeo, “La Guerra de Yom Kippur y la crisis del petróleo de 1973”, Relaciones
Internacionales, n. ° 25 (2003): 3.
285
La Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP se fundó en 1960 durante una Conferencia
celebrada en Bagdad por cinco países exportadores de petróleo Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita y
Venezuela. Su origen se circunscribe a un contexto caracterizado por: la emancipación de varios países del
Tercer Mundo y los bajos precios de las materias primas (Ruiz, El papel de la OPEP, 15).

[108]
acompañaba de una distinción entre “países enemigos”, “países amigos” y “países
neutrales”; a estos últimos se les prohibió la re-exportación del petróleo y/o sus derivados
hacia “los enemigos”. Para diciembre de 1973 los países árabes emitieron una nueva
resolución en la que se comprometían a levantar el embargo a EE.UU. siempre y cuando
Israel devolviera los territorios que ocupaba desde 1967 y EE. UU. garantizara el
cumplimiento de la devolución . Finalmente en enero de 1974 Israel realizaba la devolución
y en marzo el embargo finalizaba 286.

Desde luego que la crisis petrolera no sólo estuvo asociada al breve embarque petrolero.
Pese a que éste duró poco tiempo, es innegable el simbolismo que representó pues la
decisión tomada por los países árabes supuso una recomposición del régimen petrolero
internacional, la declaración de embargo evidenciaba la capacidad alcanzada de controlar la
producción de petróleo e incrementar el precio de petróleo tras la abolición del sistema de
concesiones -que lo mantenía en precios bajos e incluso decrecientes- y la subsecuente ola
de nacionalización de las reservas petroleras 287. La declaración del embargo, se acompañó
de otro suceso. En diciembre de 1973, tras una Conferencia en Teherán, la OPEP modificó
las condiciones de la fijación de precios del petróleo anunciando que:

Los representantes de las compañías se han explayado vagamente en torno a unas


ideas para fijar el precio del petróleo sobre la base de un procedimiento rígido y
arbitrariamente predeterminado, alejado de las fuerzas normales del mercado. La
Conferencia no está de acuerdo con dicho enfoque y estima que la fijación de los
precios del petróleo, como de cualquier otro producto manufacturado, artículo o
mercancía prima que se comercialice internacionalmente, ha de orientarse según el
mercado.288

Claramente la postura de la OPEP se encaminó a combatir la práctica de contramercado,


que desde antes de 1973 había sido una práctica común. De hecho la decisión de la OPEP
significó la ruptura de lo establecido en el Acuerdo Achnacarry (1928) firmado por los

286
Maffeo, “La Guerra de Yom Kippur”, 4.
287
María del Rocío Vargas Suarez, La política energética estadounidense: ¿Asunto de seguridad o de
mercado? (México: Centro e Investigaciones Sobre América del Norte, UNAM, 2005), 46.
288
OPEP citado en Eduardo Lizano, Crisis económica y ajuste estructural (Costa Rica, San José: Universidad
Estatal a Distancia, 2007), 193.

[109]
dueños de las grandes empresas petroleras y en el que se establecía el control conjunto de la
producción y los precios del petróleo a fin de evitar las cuantiosas pérdidas derivadas de la
competencia intercapitalista. Este hecho representó la conformación de un Cartel del
Petróleo conformado por siete grandes empresas -ESSO (que posteriormente sería
EXXON), Mobil, Gulf Oil, Texaco,Royal Dutch Shell, Chevron, y la Anglo Iranian Oil Co.
o Anglo-Persian (que después se convertiría en Bristish Petroleum)-. A este respecto, es
posible afirmar que la crisis del petróleo, surgida tras el embargo y la ofensiva de la OPEP
que ocasionó un incremento en los precios -dicho sea de paso, en 1974 el precio del
petróleo se cuadriplicó, alcanzando 11.65 dólares por barril 289- fue una ofensiva contra el
monopolio establecido por las siete grandes empresas petroleras y un intento por establecer
un mercado libre y competitivo. A partir de lo decidido por la OPEP, las grandes empresas
comenzaron a perder participación en la propiedad del petróleo -que antes de 1973
concentraban un 80% y para 1979 sólo contarían con el 20% 290-.

La crisis petrolera evidenció una redefinición en la estructura de poder y una


291
restructuración de la riqueza generada por la industria del petróleo , asimismo hizo
patente la consideración del petróleo como un recurso estratégico para el patrón
tecnoeconómico fordista keynesianista y por consiguiente todo lo relativo a él se concibió
como un asunto relevante en materia de seguridad energética para EE. UU. y para los
países aliados, además la crisis claramente reveló los criterios y que, a la postre, definirían a
un recurso estratégico: la vulnerabilidad (en este caso la susceptibilidad de los países
industrializados) y la esencialidad para el funcionamiento del patrón tecnoeconómico de la
economía mundo capitalista. Ahora bien, ¿cuáles fueron los efectos de esta crisis petrolera?
Lo sucedido planteó la necesidad de continuar protegiendo las reservas domésticas y de
disponer de petróleo proveniente de países no miembros de la OPEP y la urgencia de una
revolución energética que sustituyera el petróleo y disminuir la dependencia energética
respecto a la OPEP -que en 1973 producía más del 50% de la producción mundial-.

289
Ariela Ruíz-Caro, “El papel de la OPEP en el comportamiento del mercado petrolero internacional”, Serie
Recursos Naturales e Infraestructura, n° 21 (2001), 20.
290
Ibídem, 20
291
Rocío Vargas, La política energética estadounidense, 47.

[110]
De acuerdo con Ariela Ruiz, una de la reacciones de los países industrializados ante lo
dispuesto por la OPEP fue la creación de la Agencia Internacional de Energía en noviembre
de 1974, creada con la finalidad de buscar y desarrollar nuevas fuentes petroleras fuera de
la OPEP y establecer mecanismos orientados a disminuir la dependencia energética 292. Así,
con la finalidad de reducir la participación de esta última y asegurar el aprovisionamiento
del recurso se incentivó el incremento de la producción en otros países -la Unión Soviética,
México, el Reino Unido y Noruega incrementaron significativamente su producción entre
1973 y 1981293.

Lógicamente el fin del petróleo barato ocasionó un estancamiento en la demanda mundial


del petróleo que desde antes de 1973 incrementaba; no obstante, aún con precios altos la
demanda no declinaba. La subida en los precios del petróleo incidió en un incremento
súbito de la inflación, registrándose un máximo histórico de 24.5%294. Así con el fin de
combatir el incremento en los precios del petróleo y con ello reducir la inflación de aquel
entonces, los países industrializados aprovecharon la devaluación del dólar, pues al estar
los precios de petróleo fijados en dólares, y siendo mayor el valor de otras monedas como
el marco alemán y el yen; estas tenían mayor poder adquisitivo que el dólar 295. De hecho,
ante la devaluación del dólar el incremento en los precios del petróleo comparado en
marcos o yenes no era una cantidad exorbitante como parecía en relación con el dólar.
Incluso se pensaba que la acumulación de petrodólares por parte de la OPEP podría
fortalecer al dólar -dicho sea de paso, los petrodólares en vez de ser guardados o invertidos
en los países de la OPEP fueron depositados en bancos europeos y norteamericanos, los
cuales después aprovecharían su disposición para otorgar préstamos a los países
subdesarrollados296 y para financiar los déficit ocurridos después de 1973. De hecho entre
1974 y 1975, más del 40% del excedente (90 000 millones de dólares) de inversión de los
países de la OPEP fue invertido en los países desarrollados en forma de depósitos, acciones

292
Ariela Ruíz-Caro, El papel de la OPEP, 22.
293
Ibídem, 21.
294
Rafael Aracil, Joan Oliver y Antoni Segura, El mundo actual: de la Segunda Guerra Mundial a nuestros
días (España, Barcelona: Universidad de Barcelona, 1995), 612.
295
Ariela Ruíz-Caro, El papel de la OPEP, 23.
296
Ibídem, 22.

[111]
o préstamos de gobierno a gobierno, y aproximadamente el 8% fue destinado a los países
subdesarrollados no petroleros297.

Aunque los efectos de la crisis petrolera se sintieron en todo el orbe, la magnitud de los
mismos fue diferente, pues si bien el incremento en los precios del petróleo afectó a los
países industrializados, los subdesarrollados se vieron enormemente afectados porque no
sólo tuvieron que hacer frente al aumento, la recesión y la inflación, sino a una disminución
en sus ingresos por las exportaciones de materias primas dado que los países
industrializados decidieron restringir sus importaciones ocasionando una caída en los
precios de éstas298.

Durante los años posteriores los precios de petróleo se ajustaron con base en la devaluación
del dólar. Sin embargo, en 1978 la revolución de Irán y en 1980 la guerra entre Irán e Irak
ocasionaron una reducción del 15% (4 millones de barriles diarios) en la producción diaria
de petróleo de la OPEP, ello derivó en otro incremento del petróleo en una razón de 35
dólares por barril y que para 1981 se alcanzaría una razón de 41 dólares por barril con el
propósito de reducir la excesiva demanda y la acumulación de stocks. Con la finalidad de
hacer frente a éste súbito aumento y a una posible inflación, los países industrializados
incrementaron las tasas de interés ocasionando un incremento en los costos de los
préstamos realizados a partir de la acumulación de petrodólares en los bancos
norteamericanos y europeos; lo que ocasionó en 1980 el estallido de la crisis de la deuda
externa. Ante tal panorama la OPEP hizo a un llamado a los países industrializados a
reducir la demanda de petróleo mediante una reducción en su consumo, sin embargo a
finales de la década de los setenta la especulación -acumulación de stocks- continúo e
incluso se intensificó pues se introdujeron los mercados de futuros del petróleo en las
bolsas de Nueva York, The New York Mercantile Exchange (NYMEX) y Londres,
International Petroleum Exchange 299.

La OPEP comenzó a perder importancia como resultado del surgimiento de nuevos países
exportadores que se encontraban fuera de sus límites -tal es el caso de México, Gran

297
Chapoy Bonífaz, El Sistema Monetario Internacional, 47.
298
Ariela Ruíz-Caro, El papel de la OPEP, 24.
299
Ibídem, 24-25.

[112]
Bretaña y Noruega-300, aunque en aquella época se incrementó drásticamente el precio de
petróleo, tal y como apunta Ruy Mauro Marini, ante la progresiva devaluación de dólar, el
precio real percibido por los exportadores era sólo el doble de lo obtenido en 1973 pese a la
cuadruplicación del precio registrada en 1978301.

2.1.2.4. Inestabilidad económica: los déficits gemelos, la subsecuente ola


inflacionaria y el endeudamiento

Si bien desde la década de 1970 la economía norteamericana sufrió déficits gemelos 302 (Ver
Gráfica 1), en la década de 1980 tras la elección de Ronald Reagan a la presidencia
-sucediendo a Jimmy Carter cuyo periodo de mandato estuvo caracterizado por la inflación
que en el momento de la secesión presidencial, en Enero de 1981, sería de 13.5%303-, se
iniciaría un descenso en la inflación gracias a: 1) las medidas tomadas por Paul Volcker
entre las que destacan las altas tasas de interés que reducirían la cantidad de dinero en
circulación y 2) la apreciación del dólar en un 40% durante el periodo que oscila entre 1980
a 1985; que permitiría controlar la inflación gracias a que la reevaluación ocasiona la
reducción de los precios fijados en dólares de las materias primas importadas lo que
incentiva que la industria nacional se vea obligada a bajar los precios. Así, los primeros
años de esta nueva administración la economía norteamericana registró una recuperación
caracterizada por la reducción de la inflación promedio del 10.3% a una del 3.2% y un
crecimiento económico del 3.7 %304. Sin embargo, lo logrado durante los primeros años de
la administración de Reagan en los años posteriores derivaría en la ocurrencia de grandes
déficits gemelos que desencadenaron una deuda pública, de hecho el déficit fiscal que
después ocasionaría el déficit de la balanza de pagos estuvo asociado a la política
económica adoptada por Reagan; quien estableció una reducción tanto del gasto público
como de los impuestos que años más tarde sólo podrían ocasionar un déficit fiscal y un

300
Ibídem, 25.
301
Ruy Mauro Marini y Margara Millán (coords.), La teoría social latinoamericana. Tomo IV: Cuestiones
contemporáneas (México: El Caballito, 1996), 107.
302
Se le denomina déficits gemelos a la correlación existente entre los déficits fiscales y déficits en la balanza
de pagos. Bajo esta consideración se entiende que, un exceso en el gasto publico ocasiona un déficit fiscal el
cuál deriva en un incremento de la demanda interna y por tanto de las importaciones; produciéndose con ello
un déficit en la balanza de pagos.
303
Sebastián Saturnino Aguado, “25 años de política económica en EE. UU.”, Revista de economía y
estadística, n° 1 (2006), 2.
304
Ibídem, 3.

[113]
incremento de la deuda estadounidense, de hecho en la década de los ochenta EE. UU. se
convirtió en el mayor deudor, era evidente que ya no era el acreedor que había financiado
hacia algunos años la reconstrucción de Europa.

Gráfica 1. EE.UU. : Comercio neto de bienes y servicios (balanza


de pagos) *
20,000,000,000.00

0.00

1975
1976

1985
1986
1970
1971
1972
1973
1974

1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984

1987
1988
1989
-20,000,000,000.00
Cantidad en dólares

-40,000,000,000.00

-60,000,000,000.00

-80,000,000,000.00

-100,000,000,000.00

-120,000,000,000.00

-140,000,000,000.00

-160,000,000,000.00
*Dólar a precios actuales

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial

2.1.2.5. La competencia intercapitalista incrementada

Desde el año 1964 el superávit comercial estadounidense comenzó a decrecer, siendo una
de las causas la competencia intercapitalista que representaban las empresas asentadas en
una Europa -principalmente en Alemania- y un Japón recuperados de la guerra, y en
general por la competencia creada a partir de la expansión fabril hacia el Tercer Mundo
como parte del modelo económico de crecimiento hacia adentro también conocido como
desarrollismo o modelo de sustitución de importaciones. No obstante, los peores efectos de
ello se percibieron en la década de los setenta cuando se incrementó súbitamente la
competencia intercapitalista y la economía estadounidense comenzó a registrar
constantemente déficits gemelos como resultado de un excesivo gasto público y una pérdida
de su participación en las exportaciones manufactureras, pertenecientes a ramas

[114]
anteriormente dominadas por las empresas norteamericanas, favoreciendo así la posición
de las empresas europeas y japonesas (Ver Gráfica 2) -destaca el caso de la industria
dedicada a la fabricación de aeronaves comerciales y automóviles-. Este acontecimiento fue
la expresión de una de de tantas contradicciones del capitalismo -la relativa a la dialéctica
entre internacionalización del capital y competencia intercapitalista-, pues el
refortalecimiento de la burguesía europea y japonesa por parte de la burguesía
norteamericana a través de la ayuda económica otorgada por los organismos
internacionales, pronto derivó en efectos negativos para la economía estadounidense, las
empresas europeas y japonesas aprovecharon la oportunidad de inversión y de comercio
rivalizando con las empresas norteamericanas que perdían su posición de liderazgo en
materia de productividad. Entre 1956 y 1989 se registraron cambios significativos en la
concentración de las 50 empresas más grandes por país de origen. Para 1956, 42 empresas
eran estadunidenses y 8 europeas, sin embargo en 1975 la situación ya había cambiado, 23
eran estadounidenses, 20 europeas y 5 japonesas, finalmente en 1989 sólo 17 empresas eran
estadounidenses, 21 europeas y 10 japonesas (Ver Gráfica 2). En prácticamente tres
décadas, las pautas de concentración de los 50 empresas líderes apuntaban a una
competencia intercapitalista y a un declive relativo del liderazgo económico estadounidense
especialmente en las industrias clave del paradigma fordista-keynesianista, pues si bien en
1956 EE.UU. concentraba 10 empresas líderes dentro de la industria petrolera, 5 en la
industria electrónica, 4 en la automotriz , a finales de la década de los ochenta sólo
conservaría 5 petroleras -pese a que en el periodo que oscila entre 1980 y 1982 alcanzó a
disponer de 14 empresas-, 1 electrónica y 3 automotrices (Ver Gráfica 3).

[115]
Gráfica 2. Las 50 empresas líderes: Concentración por país de origen,
1956-1989.
50
45
No. de empresas 40
35
30
25
20
15
10
5
0
País/ Año 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89
Países subdesarrollados 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 2 3 3 3 2 3 4 3 2 4 4 2 1 0 2
Japón 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 4 5 6 6 4 5 5 6 6 6 5 5 6 5 6 7 6 9 10 10
Europa 8 7 6 6 8 10 11 11 13 12 12 11 12 12 14 15 17 20 20 20 20 19 20 20 19 20 20 20 18 18 21 20 21 21
EE.UU. 42 43 44 44 42 40 39 39 37 38 38 39 37 37 32 30 27 24 24 23 22 22 21 22 23 21 21 23 22 21 21 20 19 17

Fuente: Elaboración propia con información de Albert Bergesen y Roberto Fernández, ¿Quién posee las 500 empresas
líderes mencionadas por Fortune? Un análisis sistémico de la competencia económica global, 1956-1989 en John
Saxe Fernández (coord..), Globalización: crítica a un paradigma ( México: Plaza y Janés, 199), 254.

Gráfica 3: EE.UU. Concentración de las empresas líderes por industria.


16
14
12
No. de empresas

10
8
6
4
2
0
Industria/Año 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89
Petróleo 10 10 10 10 10 9 9 10 8 9 9 10 9 10 9 9 10 8 11 10 11 10 10 13 14 14 14 13 12 11 8 7 6 5
Eléctricos 4 4 4 5 5 5 5 6 6 6 6 6 6 6 6 5 5 6 4 4 4 3 3 3 3 2 2 2 3 2 2 2 1 1
Autos 4 4 4 3 5 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 4 3 3 2 3 3 3 2 2 2 3 3 3 3 3 3 3
Químicos 3 3 3 3 2 2 2 3 3 3 3 2 2 2 2 2 2 1 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Computadoras 1 2 2 3 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

Fuente: Elaboración propia con información de Albert Bergesen y Roberto Fernández, ¿Quién posee las 500
empresas líderes mencionadas por Fortune? Un análisis sistémico de la competencia económica global, 1956-1989
en John Saxe Fernández (coord.), Globalización: crítica a un paradigma ( México: Plaza y Janés, 199), 260-265.

[116]
Era evidente que aquella etapa de posguerra en la cual no existían rivales para las empresas
norteamericanas había quedado en el pasado. Ahora el contexto estaba caracterizado por la
conformación de tres bloques económicos: EE.UU. Europa -principalmente Alemania- y
Japón que rivalizaban no sólo por mejorar la participación en los mercados sino por el
acceso a los recursos y el aumento de la competitividad. Tal y cómo se observa en la
Gráfica 2, desde la década de los setenta comenzó a registrarse la pérdida en el
posicionamiento de las empresas estadounidenses, ello a causa de la difusión tecnológica y
la obsolescencia inherente al perfeccionamiento de la misma en tanto efecto inmediato de la
frenética búsqueda por incrementar la eficiencia, la productividad y la tasa de ganancia
-dicho sea de paso, es una de tantas contradicciones que alberga el capitalismo- y que en
conjunción con la fallida política económica adoptada por Ronald Reagan caracterizada, en
términos generales, por: una política de restricción monetaria -acción encaminada a reducir
la cantidad de dinero en circulación-, eliminación de una excesiva intervención estatal, y
reducción del gasto público con la finalidad de recuperar la economía e incrementar el
gasto militar, ocasionaron una tasa de ganancia baja que resultó insuficiente para la
formación de capital (inversión)305. Si bien una de las medidas adoptadas fue la
disminución del gasto público, lo cierto es que, dada la necesidad de reafirmar el liderazgo
norteamericano mediante el uso de la fuerza, se incrementó el gasto militar impidiendo la
desaparición de los déficits gemelos pese a la recuperación económica (Ver Gráfica 1).

En la década de los setenta se observaba una pérdida en la competitividad de las


exportaciones estadounidenses debido a la declinación del liderazgo tecnológico de EE.
UU. y la desaceleración en el crecimiento de la productividad en comparación con otros
países306, de hecho, en el periodo que oscila entre 1960 y 1973 EE. UU. registró un valor
de 2.6% frente a un valor del 8.4% obtenido por Japón y un 4.5 % de Alemania, mientras
que para el periodo de 1973 a 1979, EE.UU. presentaba un crecimiento de 0.3%; mientras
que Japón y Alemania, 2.8 y 3.1 % respectivamente307.

305
Katia Cobarrubias Hernández, “El desequilibrio externo de Estados Unidos tras las fisuras del liderazgo
económico en Estados Unidos: la crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación por Marco A.
Gandasegui y Dídimo Castillo Fernández (coords.) (México, Edo de México: CLACSO-Siglo XXI, 2010), 83.
306
Ídem
307
Ibídem, 90.

[117]
La pérdida del liderazgo económico y tecnológico estadounidense resultaría innegable para
la década de 1980, incluso la competencia intercapitalista sería más acuciada con la entrada
del neoliberalismo y el inicio de la globalización, sin embargo gracias a la adopción de
medidas se buscaría paliar el declive de la hegemonía estadounidense.

2.2. El fin de la Guerra Fría y la conformación de un


nuevo orden geopolítico
2.2.1. Etapa de reactivación, 1980-1989: hacia el fin de la Guerra
Fría

Aunque desde el inicio de la Guerra Fría EE.UU. manifestó su liderazgo en la escena


internacional gracias a sus capacidades tecnológicas, nucleares e informáticas, éste pronto
se vio comprometido con lo ocurrido en la década de los setenta. La imagen de un EE. UU.
líder parecía poco apreciable, incluso comenzaba a considerarse que tras lo sucedido era
improbable que EE.UU. gozara de un nuevo periodo de bonanza y de liderazgo. Pese a que
las interpretaciones sobre una crisis del liderazgo estadounidense no estaban infundadas, lo
acontecido en 1980, a la luz de los hechos, rechazaría la veracidad de tales percepciones.
El escenario que hasta antes de 1981 era desalentador para EE.UU., asombrosamente
gracias a una medida de recomposición hegemónica, en los años venideros éste le sería
bastante favorable.

2.2.1.1. De la búsqueda por la reafirmación del liderazgo internacional


estadounidense al ocaso de la URSS

Los eventos sucedidos en la década de los setenta -las derrotas en Vietnam y Corea, la
crisis de acumulación y agotamiento del patrón tecnoeconómico, fin del Sistema Monetario
Bretton Woods, la devaluación del dólar, la incidencia de déficits gemelos y la
profundización de la competencia intercapitalista incentivada por la difusión tecnológica-
indicaban el final del liderazgo estadounidense. La situación de la URSS no era menos
desalentadora, de hecho desde los años cincuenta fue adoptada su desestalinización, que si
bien abrió paso a una etapa de cierta liberalización y esperanza con Nikita Kruschev

[118]
-dirigente del Partido Comunista de la Unión Soviética de aquel entonces- pondría de
manifiesto las fisuras dentro del bloque. En el Informe Secreto Kruschev denunció la
arbitrariedad estalinista impuesta al sistema, defendió el policentrismo socialista en el
mundo y la coexistencia pacífica a través del respeto mutuo hacia la soberanía e integridad
de los territorios e incluso se pronunció a favor de la cooperación económica 308. Pese al
pronunciamiento de Kruschev y el inicio de un proceso de desestalinización de la URSS,
contrario a lo que la liberalización podría sugerir, el socialismo soviético persistía:

En toda Europa del Este el Ejército Rojo actuaba como policía al servicio del Partido
Comunista Soviético (…). En 1956, Polonia y Hungría reclamaron reformas
desestalinizadoras que la URSS contestó con intervenciones directas. La revolución
húngara de Imre Nagy –que exigía la retirada del Pacto de Varsovia, el pluralismo
político y la proclamación de neutralidad fue aplastado con una saldo de 20, 000
muertos. Una década más tarde, otro acontecimiento pondría en evidencia la
fragilidad del control soviético sobre la Europa oriental y expresaría a la perfección
que pese al avance de la distensión, las reglas del juego bipolar seguían vigentes. En
1968, Checoslovaquia se revelaba contra la URSS en un intento por acelerar las
reformas que condujesen al país a un socialismo de rostro humano (…). También (…)
en China (se) detuvo sin contemplaciones la Campaña de las Cien Flores (que)
provocó un mayor distanciamiento con la URSS (…).309

La inestabilidad económica estadounidense y las discrepancias al interior del bloque


socialista no se correspondían con la fortaleza que mostraron ambas potencias durante la
primera etapa del conflicto. EE.UU. deseaba recuperar el estatus gozado en la edad de oro,
mientras que la URSS pese a que se mostraba preocupada por la falta de cohesión dentro
del bloque aún conservaba cierto grado de optimismo bajo el mandato de Breznev -sucesor
de Kruschev-. Si bien la escena internacional en aquél momento se caracterizaba por una
distensión, pronto ocurriría una reactivación del conflicto. En 1979 se suscitaría una ola de
revoluciones, una serie de regímenes africanos, asiáticos y americanos se anexarían al

308
Montserrat Huguet Santos, “Balance de la Guerra. La nueva sociedad internacional. Características
generales 1945-1989 en Historia de la relaciones internacionales, 291.
309
Ídem.

[119]
bloque socialista facilitando con ello la instauración de bases militares de la URSS 310 en
varios sitios del orbe. Aunque por sí mismas las revoluciones ya invitaban a la reactivación
del conflicto, el fracaso estadounidense en Vietnam y Corea así como la consecuente crisis
de liderazgo estadounidense derivó en la culminación de aquella distensión dando inicio el
segundo momento de tensión denominado por varios estudiosos Segunda Guerra Fría.

Desde luego que los movimientos revolucionarios fueron considerados como una ofensiva
comunista. Si bien la Unión Soviética ya no esperaba ampliar el bloque comunista más allá
de los límites de la ocupación soviética en Occidente311, vio en la ola de revoluciones la
oportunidad de enterrar al capitalismo. A diferencia del primer momento de tensión, la
reactivación de la guerra tuvo lugar en el tercer mundo: “A mediados de la década de los
años sesenta el Tercer Mundo absorbió la confrontación bipolar (…) desviando el concepto
de enfrentamiento Este-Oeste como una lucha de las naciones del centro en el escenario de
la periferia. Nacía el (…) enfrentamiento Norte-Sur”312.

Si bien los eventos ocurridos habían mermado la capacidad del liderazgo estadounidense en
la escena internacional, en 1979 bajo la presidencia de Carter, la crisis de Teherán se
anexaba a la lista de fracasos que a decir verdad comprometió más el ya dañado prestigio
internacional de EE.UU. De hecho, en palabras de Eric Hobsbawm, “La nueva oleada de
revoluciones, probablemente todas dirigidas contra los regímenes conservadores cuyo
adalid mundial eran los Estados Unidos, dio a la URSS la oportunidad de recuperar la
iniciativa”313. Ante tal panorama la reactivación parecía evidente, no obstante, es necesario
entender que pese a la crisis de liderazgo estadounidense, sus capacidades no eran
inferiores a las soviéticas. A este respecto, Hobsbawm señala que:

En términos reales, el poderío norteamericano, a diferencia de su prestigio,


continuaba siendo decisivamente mayor que el poderío soviético. En cuanto a la
economía y la tecnología de ambos bandos, la superioridad occidental (y japonesa)
era incalculable. Puede que los soviéticos, duros e inflexibles, hubieran conseguido
mediante esfuerzos titánicos levantar la mejor economía del mundo al estilo de 1980

310
Hobsbawm, Historia del siglo XX, 249.
311
Ibídem, 134.
312
Huguet, “Balance de la Guerra.”, 294.
313
Hobsbawm, 249.

[120]
(por citar a Jowitt, 1991, p. 78), pero ¿de qué le servía a la URSS que a mediados de
los años ochenta produjera un 80 por 100 más de acero, el doble de hierro en lingotes
y cinco veces más tractores que los Estados Unidos, si no había logrado adaptarse a
una economía basada en la silicona y en el software? (…). No había absolutamente
ningún indicio ni probabilidad de que la URSS deseara una guerra (excepto, tal vez,
contra China), y mucho menos de que planeara un ataque militar contra Occidente.314

La crisis de Teherán, la intervención militar soviética en Afganistán y la inevitable elección


del presidente republicano Ronald Reagan reavivarían el conflicto terminando con la etapa
de coexistencia pacífica. La escena internacional se caracterizaría nuevamente por una
desconfianza mutua; de hecho, Reagan renovaría el objeto, método y lenguaje de la Guerra
Fría pues no sólo estaría justificada en la paranoia hacia el comunismo, sino que serían
adjudicados como propios los conflictos previamente considerados como asuntos
regionales315. De hecho, la era de Reagan dirigiría su atención hacia los programas de
rearme destacando la Iniciativa de Defensa Estratégica conocido como Guerra de las
Galaxias316. El rearme estadounidense se suscitó en un momento en que la URSS
difícilmente podía responder a la acción estadounidense con algún programa similar. Por
supuesto, EE. UU. aprovechó la falta de respuesta soviética y para comienzos de la década
ocurriría un despliegue militar estadounidense a escala planetaria, especialmente en Medio
Oriente y también en Centroamérica, este despliegue sería una acción encaminada a
reafirmar el rol estadounidense, sin embargo encontraría en el fundamentalismo islámico
una contestación.

El desplazamiento de las tensiones hacia el Tercer mundo se correspondía con el interés de


los países industriales por asegurar un área como fuente de materias primas y mercado. Por
supuesto que las tensiones en el Tercer mundo no obedecían al temor de que éste
conquistara el orbe, lo que preocupaba era que el caso vietnamita por ser una dolorosa
derrota para los estadounidenses pudiera plantear un modelo de independencia nacional317
convirtiéndose en el estandarte para la resistencia contra el proyecto capitalista.

314
Ibídem, 251
315
Huguet, “Balance de la Guerra.”, 295.
316
Ídem
317
Ídem

[121]
Precisamente ante el temor estadounidense de que el Tercer Mundo se resistiera a sus
imperativos, bajo su política del buen vecino emprendió un proceso de devastación en el
extranjero318demostrando con ello “la supremacía e invulnerabilidad incontestable de los
Estados Unidos con gestos de fuerza militar contra blancos fáciles” 319. Durante esta etapa la
presencia militar estadounidense estuvo encauzada a apoyar a las milicias
contrarrevolucionarias, no es fortuita la correlación entre la tortura y la ayuda
norteamericana ya que ésta aclimataba el ambiente para favorecer las operaciones
comerciales320 -proceso que acertadamente Naomi Klein denomina la Doctrina del Shock -.

Ahora bien, la búsqueda soviética por alcanzar una paridad con las capacidades militares
estadounidenses significó para el régimen de Breznev un incremento del 4 a 5 % de los
gastos en materia de defensa durante los veinte años posteriores a 1964. Aunque dicha
decisión sólo fue una acción encaminada a la satisfacción y no una acción realmente
sensata o estratégica321, transmitió una confianza que invitó a la URSS a actuar con poca
precaución. No obstante, a la luz de los hechos la iniciativa y esperanza de la URSS carecía
de una adecuada justificación, la oleada de revoluciones o la capacidad militar soviética era
sólo un espejismo, en realidad pese a que la economía estadounidense no gozaba de la
prosperidad registrada en el boom de posguerra, la URSS no representaba una amenaza
real, de hecho occidente y Japón disponían de una superioridad tecnológica más
impresionante. Incluso la sobrada confianza de la URSS en sí misma quizá fue la clave para
conducir a su derrota. Era evidente que el liderazgo estadounidense estaba siendo
cuestionado, urgía a los EE.UU. restaurarlo, y en correspondencia con dicha intención la
reactivación se pensó como la oportunidad para salvar la crisis de liderazgo, nuevamente la
confronta se escudó en el temor hacia la expansión comunista -que a decir verdad hoy en
día se comprende injustificada-. Lo anterior conduce a cuestionarse: ¿Qué otras acciones
emprendería Washington como medida de reafirmación o recomposición hegemónica?,
¿qué sucedería con la URSS y aquél orden bipolar?, ¿cómo se transitaría de un orden en
apariencia bipolar a uno unipolar?

318
Noam Chomsky, Lo que realmente quiere el Tío Sam (México: Siglo XXI, 1992), 34.
319
Hobsbawm, Historia del siglo XX, 248.
320
Ibídem, 34.
321
Hobsbawm, Historia del siglo XX, 250.

[122]
Hacia el año de 1980 se establecerían en varios países gobiernos de la derecha ideológica
que pugnarían por la adopción del laissez-faire322 y el abandono del Estado de bienestar en
tanto principal enemigo del libre mercado. En ese mismo año dos icónicos representantes
de la derecha Ronald Reagan en EE.UU. y Margaret Tatcher en Reino Unido celebrarían
una reunión llamada Consenso de Washington en la cual serían establecidas un conjunto de
medidas en materia de política económica orientadas a una mayor liberalización
-neoliberalismo-. La reunión ahora objetivaría a un nuevo contrario, todo aquel que se
opusiera al laissez-faire sería considerado enemigo: “la guerra fría de Ronald Reagan no
estaba dirigida contra el “imperio del mal” exterior, sino contra el recuerdo de Franklin
Rooselvet en el interior: contra el estado de bienestar igual que contra todo intrusismo
estatal”323. Estas medidas estarían firmemente orientadas a terminar con el keynesianismo
en el Primer mundo y el desarrollismo en el Tercer mundo a fin de que en ambos se
abrazara el mantra friedmanita Capitalismo y libertad.

Según la historia oficial después de que Reagan y Tatcher liberaran democrática y


pacíficamente sus respectivos mercados, la libertad y prosperidad subsiguientes
fueron tan obviamente deseables que cuando las dictaduras cayeron una tras otra
desde Manila a Berlín, las masas voceaban para que los reagannomics se instalaran
en sus puertas (…).324

Era evidente que en el discurso el comunismo ya no era considerado como una amenaza.
En 1985 Mijail Gorbachov -el nuevo secretario general del Partido Comunista de la Unión
Soviética- iniciaría un programa de medidas reformistas para paliar la funesta situación
económica de la URSS y en general para solucionar el panorama desalentador. Así para
1986 serían emprendidos dos proyectos liberalizadores: Glasnost y Perestroika325. En ese
mismo año también se decidiría recortar los gastos militares con la finalidad de recomponer
y nutrir a la economía soviética. Para el siguiente año Gorbachov y Reagan -gracias a la
iniciativa del primero- firmarían el tratado INF en el que ambos pactaban la liquidación de

322
Ibídem, 252.
323
Ídem.
324
Naomi Klein, La Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre (México: Paidós, 2007), 42.
325
Glasnost fue un política cuyo objetivo fue la puesta en marcha de un proceso de democratización, en tanto
la Perestroika fue una política de restructuración económica encaminada a la liberalización de la economía
soviética.

[123]
los misiles de alcance intermedio y en 1988 las tropas soviéticas se retirarían de Afganistán
así como del Centro y Este de Europa326.

Las acciones de Gorbachov denotaban su deseo por terminar la confronta con EE. UU., de
hecho la destrucción del muro de Berlín en 1989 marcaba el comienzo de una nueva fase.
De acuerdo con Hobsbawn, la Guerra Fría culminó porque una de las dos superpotencias, o
ambas, deseaban o aceptaban que la otra quería realmente terminar con el conflicto 327 ¿No
era obvio que la confrontación había perdido sentido en el momento en que Gorbachov,
consciente de la situación de la URSS, estableció un diálogo con EE.UU. y emprendió
proyectos liberalizadores?, ¿acaso la retirada soviética en Europa no se correspondía con su
intención por establecer un puente de comunicación con Occidente? Finalmente en 1991
tras un golpe de Estado, Gorbachov sería sucedió por Boris Yeltsin quien detuvo el golpe y
lideró la desintegración, y bajo el mandato de este último, en 1992 sería iniciado un proceso
de desintegración que daría origen a la conformación de nuevos estados independientes.
Con ello se hacía oficial el fin de la Guerra Fría, desde ese momento la URSS ya no fue
concebida como superpotencia o un rival para EE.UU. y por supuesto su desintegración fue
el símbolo de su derrota y el fin de aquel orden bipolar.

El fin de la Guerra Fría significó la creación de un nuevo orden geopolítico, EE.UU. se


convertiría en el sujeto hegemónico y por vez primera se hablaría de un orden unipolar; la
situación económica de la URSS y la búsqueda por reafirmar el liderazgo estadounidense
indudablemente abrieron paso a la transición. De acuerdo con la interpretación de
Hobsbawm, la cruzada contra el “imperio del mal” fue más una terapia para los EE.UU.
que un intento por restablecer el equilibrio mundial entre ambas potencias. En realidad no
fue el enfrentamiento con EE.UU. lo que ocasionó directamente la derrota del socialismo,
sino la grave situación de la economía socialista -gestada en el marco de la distensión-. Fue
la interacción del socialismo con el capitalismo lo que evidenció su vulnerabilidad y falta
de competitividad, desde 1960 se hizo innegable el atraso del socialismo y en tanto que esta
interacción se entendió como una confrontación entre dos superpotencias, la inferioridad de
la URSS se hizo patente328. Claro que la situación económica de EE.UU. no estaba

326
Huguet, “Balance de la Guerra.”, 296.
327
Hobswabm, Historia del siglo XX, 253.
328
Ibídem, 253-254.

[124]
caracterizada por la bonanza, sin embargo, la adopción del neoliberalismo se pensó como
una medida de recomposición hegemónica -que rendiría sus primeros frutos en los años
noventa-, es decir, como una acción encaminada a rehabilitar la economía estadounidense,
haciendo frente a la competencia intercapitalista y combatiendo el keynesianismo y
desarrollismo que sólo obstaculizaban la liberalización de mercados.

2.2.1.2. La implementación del neoliberalismo y la ejecución de ajustes


estructurales en las economías latinoamericanas

A diferencia de la URSS, EE.UU. adoptó una medida de recomposición hegemónica, vio en


el neoliberalismo la oportunidad de combatir los males que aquejaban a su economía,
¿cómo fue implementado? Antes de atender el cuestionamiento previo, se advierte que el
proceso de implementación ameritaría una extensa discusión, empero aquí sólo se
abordarán las generalidades del proceso aceptando que ello implicará no profundizar.

La guerra contra el desarrollismo en América Latina -dicho sea de paso, éste fue adoptado
por los gobiernos de izquierda durante los años cincuenta principalmente en Argentina,
Chile, Uruguay, Brasil y México- se emprendió desde antes de que culminara la Guerra
Fría, de hecho la diplomacia y burguesía estadounidense y británica concebían al
desarrollismo y nacionalismo del Tercer mundo como un modelo que conduciría a la
sucesiva adopción del comunismo; de ahí que fuera menester extinguirlos. Bajo esta
consideración y en correspondencia con la lógica friedmanita del libre mercado, la Escuela
de Chicago fomentó el adiestramiento de estudiosos latinoamericanos para que éstos, en sus
propios países, combatieran ideológicamente el desarrollismo y nacionalismo -promovidos
por los economistas rosas- ya que sólo obstaculizaban el acceso a los codiciados mercados
del Tercer Mundo. Aunque durante la Guerra Fría hubo intentos por liberalizar dichos
mercados, fue después de 1980 que se hizo posible implementarlo en toda América Latina.
Si bien en Chile la implementación del neoliberalismo comenzó en la era de Pinochet
-iniciada en 1973-, el camino hacia la liberalización de todos los mercados
latinoamericanos se alcanzaría hasta la década de los noventa.

[125]
Cuando la Guerra Fría se desplazó hacia el Tercer Mundo la intención real era combatir el
desarrollismo ¿Por qué era urgente hacerlo? La adopción del desarrollismo a través de la
implementación del modelo sustitución de importaciones por etapas329 estuvo motivada por
la intención de que el desarrollo económico del no se viera afectado por una posible
inestabilidad en el futuro equiparable a la crisis de 1929. Este modelo fue adoptado en el
Tercer Mundo como una forma de escapar de la pobreza mediante una estrategia de
industrialización orientada hacia el interior330, así la sustitución de importaciones permitiría
financiar dicho proceso de industrialización garantizando la satisfacción de la demanda
interna y externa, además, se dejarían de exportar los productos latinoamericanos hacia los
mercados estadounidenses y europeos, ya que en ellos los precios eran progresivamente
más bajos. Como parte de la búsqueda de independencia económica se consideró necesario
que el Estado fuese el garante del desarrollo económico, promotor y director del mismo 331
-Estado protector y paternalista-. Paralelamente las economías latinoamericanas se
caracterizaron por un claro proteccionismo, en ellas se impusieron aranceles muy altos a los
productos provenientes del extranjero con la finalidad de proteger el mercado interno. Si
bien bajo este modelo ocurrirían los milagros latinoamericanos -de hecho fue innegable el
crecimiento económico ocurrido entre 1950 a 1973-, lo cierto es que había minorías
insatisfechas: la burguesía estadounidense y las burguesías nacionales, cuya insatisfacción
radicaba en su incapacidad de acceder o disponer como quisiesen de los anhelados y
redituables mercados y recursos latinoamericanos. El desarrollismo en el Tercer mundo, al
igual que el keynesianismo en EE.UU. o las propuestas socialdemócratas en Europa eran
concebidas como ideologías del mal que se contraponían con la “belleza del liberalismo”,
por ello era necesario combatirlas, urgía hacerlo porque su adopción prometía terminar con
la pobreza latinoamericana y reducir la brecha con los países de Primer Mundo, algo que
estos no deseaban. Desde la lógica burguesa era apremiante eliminar esos modelos de

329
La adopción del modelo se concibió como un proceso de industrialización en etapas sucesivas. En la
primera fase, se producirían bienes cuya demanda interna ya existía así como bienes fáciles de sustituir –
manufacturas ligeras- en tanto, los bienes de consumo serían comprados en el exterior. En la segunda fase,
una vez iniciado el proceso de industrialización se suspenderían las importaciones, los bienes de consumo e
insumos serían producidos dentro del país (Laura Vázquez Maggio, “Revisión del modelo de sustitución de
importaciones vigencia y algunas consideraciones”, Economía informa, n° 404,
http://herzog.economia.unam.mx/assets/pdfs/econinfo/404/01VazquezMaggio.pdf
330
Naomi Klein, La Doctrina del shock, 86.
331
Pedro Pérez Herrero, “Estados Unidos y Latinoamérica en el nuevo sistema internacional” en Historia de
las relaciones internacionales, 329-330.

[126]
desarrollo y restaurar las condiciones previas a la plaga del New Deal, pues sólo con ello se
conseguiría finalizar aquella situación que los hacía sentir objeto de una “terrible
injusticia”:

La revolución keynesiana contra el laissez faire le estaba saliendo muy cara al sector
privado. Lo que hacía falta para recuperar el terreno perdido era claramente una
contrarrevolución contra el keynesianismo, un retorno a una forma de capitalismo que
tuviera incluso menos trabas que el capitalismo de antes de la Depresión. No era una
cruzada que pudiera liderar el propio Wall Street. Si Walter Wriston, gerente de
Citibank e íntimo amigo de Friedman, se hubiera atrevido a decir que el salario
minimo y los impuestos a las empresas deberían abolirse, le hubieran acusado al
instante de ser un explotador. Y ahí es donde entró en juego la Escuela de Chicago
(pues) cuando Friedman, que era un matemático brillante, afirmaba exactamente esas
mismas cosas, éstas adquirían un caris muy distinto.332

Aunque debía combatirse el desarrollismo en toda América Latina, era primordial


eliminarlo en el Cono Sur, porque en él su éxito era impresionante. No es casualidad que en
América Latina el neoliberalismo se haya implementado primero en el Cono Sur, siendo el
primer laboratorio neoliberal Chile, seguido de Argentina, Brasil y Uruguay .La
implementación del neoliberalismo fue sistemática, se asentó en lo que Naomi Klein
denomina la Doctrina del Shock, la cual fue articulada por Milton Friedman como la
estrategia, por excelencia, del capitalismo contemporáneo, ¿en qué consiste? La doctrina
considera que la crisis, ya sea real o producida, en tanto estado de shock permite la
ocurrencia de un cambio verdadero haciendo que lo políticamente imposible se vuelva
políticamente inevitable333; la crisis se concibe así como el momento oportuno para la
introducción de cambios, que en el marco del neoliberalismo adquieren la forma concreta
de ataques organizados contra las instituciones y bienes públicos luego del acontecimiento
de eventos catastróficos que se interpretan como atractivas oportunidades de mercado 334
toda vez que pueden generar una especie de tabla rasa sobre la que es posible construir
otras realidades. Chile sería el primer experimento, la acción inicial fue la inducción del

332
Naomi Klein, La Doctrina del shock, 87-88.
333
Ibídem, 27.
334
Ibídem, 26.

[127]
shock asociado al golpe militar seguido del shock económico perpetrado por los
economistas latinoamericanos, instruidos en la Universidad de Chicago y otras franquicias,
en colaboración con economistas estadounidenses defensores del libre mercado, y
simultáneamente se indujo el shock ocasionado por la tortura y represión a los ciudadanos
opositores. La aplicación de la fórmula surtió el efecto deseado, las tres formas de shock
exterminaron el desarrollismo, Chile brindó la anhelada oportunidad a los Chicago boys de
llevar a la práctica lo que en tantos años habían teorizado. Precisamente dada la eficacia de
la doctrina, ésta sería replicada en el resto de América Latina y en general en el Tercer
Mundo, desde luego conforme ésta era reproducida se perfeccionarían las técnicas.

A partir de la década de los setenta en toda América Latina el desarrollismo mostró señales
de agotamiento, pues pese a que la motivación de su adopción era reducir la dependencia
tecnológica de los países subdesarrollados respecto a los países desarrollados, en realidad
sólo se agravó dicha condición, aún en América Latina se dependía de la importación de
tecnología para que paradójicamente se llevará a cabo el proceso de industrialización,
precisamente dada la necesidad de financiar dicho proceso, años más tarde la situación
derivaría en el endeudamiento de las economías latinoamericanas que en su afán de paliar
los constantes déficits en la balanza de pagos, solicitaron cuantiosos préstamos. Las
consecuencias de dicha situación no aflorarían en ese momento sino una década después
cuando las economías latinoamericanas se declararían incapaces de hacer frente al pago de
la deuda.

Si bien la implementación del neoliberalismo siguió la fórmula del shock, a diferencia de lo


ocurrido en Chile, la primera forma de shock aplicada en algunos países de América Latina
-siendo el caso más ejemplar México- sería el de carácter económico, el cual en la década
de los ochenta vería a la crisis de la deuda externa como el evento catastrófico necesario
para iniciar con la implementación. Así, el primer paso para la liberalización fue la
eliminación de todas las reglamentaciones y regulaciones que dificultaban la acumulación
de beneficios; seguido de la venta de todo activo que pudiera ser operado por una empresa

[128]
y finalmente el recorte de los fondos asignados a programas sociales; en otras palabras, la
fórmula del shock económico fue la desregulación, la privatización y el recorte335.

¿Cómo se hizo posible la adopción de tales medidas que a simple vista no parecían
“benevolentes”? A fines de la década de los setenta en América Latina, como parte del
shock económico, esta serie de transformaciones serían orquestadas por el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial que bajo el argumento de un agotamiento del
modelo sustitución de importaciones, recomendarían a los gobiernos latinoamericanos la
adopción de una serie de medidas que repararían los déficit en la balanza de pagos y
estabilizarían los precios de los productos primarios. Si bien es cierto que la asistencia
financiera del FMI era anterior a la década de los ochenta, después de esta década la misma
estaría sujeta al cumplimiento de una serie de condiciones enmarcadas en una política
económica correctiva; y que ahora, a la luz de los hechos, ha sido entendida como un
recetario neoliberal; así el shock económico fue suministrado y ocultado mediante la
condicionalidad inherente a la asistencia financiera garantizando la aceptación de dichas
medidas a través de una política de estabilización y un ajuste estructural.

La política de estabilización impulsada por el FMI buscaba paliar la inflación y los déficit
en la balanza de pagos a través de la devaluación de la moneda nacional a fin de
incrementar las exportaciones y limitar las importaciones 336 -ya que su sobrevaluación era
responsable del exceso en la demanda interna y la inherente inflación de los precios-, dicho
de otro modo, las recomendaciones del FMI se encauzaban en un modelo orientado hacia el
exterior en el cual era necesario terminar con el proteccionismo de las economías bajo el
argumento de hacer equivalentes los precios y las tasas de interés a nivel internacional,
asimismo se limitó el gasto social y se incrementaron los impuestos con el objetivo de
evitar déficits fiscales que impidieran el pago de la deuda.

Esta política de estabilización albergaba un conjunto de políticas: una política fiscal -el
Estado debía deshacerse de empresas públicas deficitarias, eliminar los subsidios dirigidos
a la estabilización de precios, además debía incrementar los impuestos-, una política
monetaria y crediticia -fijación de topes cuantitativos en el crédito a otorgar con la finalidad

335
Ibídem, 88.
336
Chávez, Las cartas de intención, 24.

[129]
de que el Estado no recurriese a la emisión monetaria desenfrenada y no priorizara el
consumo sobre el ahorro-, una política cambiaria -devaluación de la moneda- y una política
salarial -detener el crecimiento de los salarios en el mediano y largo plazo-337. A finales de
los sesenta y a mediados de los setenta, el paquete de políticas de estabilización estuvo
acompañado por una serie de políticas de ajuste estructural que durante los ochenta fueron
muy promovidas por el FMI, el objetivo de tales era orientar a las economías
latinoamericanas hacia el exterior mediante una liberalización total privilegiando las leyes
del mercado y reduciendo la intervención estatal. De este modo el ajuste consolidó la
transformación de las economías orientadas hacia el interior en economías de exportación,
se invirtió la lógica seguida en el desarrollismo y se inauguró con ello la adopción de una
economía de corte neoliberal, claro está que hubo variaciones en el proceso de
implementación del neoliberalismo en América Latina, empero la fórmula general fue la
Doctrina del Shock. Con la instauración del neoliberalismo se restauraría el orden previo a
la Gran Depresión, ahora las economías latinoamericanas serían economías sólo de
exportación, se transitaría de una Estado benefactor a un Estado neoliberal -lo que
implicaría la refuncionalización del Estado (Ver Tabla 1)- y se abrirían nuevos mercados a
los capitales extranjeros -principalmente a los estadounidenses y europeos-; dichos cambios
serían aprovechados durante las próximas décadas, esta recomposición hegemónica
efectuada mediante el neoliberalismo mitigaría la crisis de liderazgo estadounidense, pues
gracias a la nueva era del libre mercado viviría una etapa de bonanza económica durante la
siguiente década.

337
Ibídem, 27-38.

[130]
Tabla 1. Diferencias entre el Estado benefactor latinoamericano y el Estado
neoliberal.

Estado benefactor latinoamericano Estado Neoliberal


Es protector, establece aranceles altos con la finalidad Adopta una política de librecambista basada en la
de proteger a las industrias sustitutivas de la eliminación de las cuotas y la reducción de
competencia externa. aranceles.

Produce bienes primarios, e incluso nacionaliza y Renuncia a ser productor de bienes básicos.
subsidia la producción de dichos bienes
Absorbe los costos de crear infraestructura básica Invierte grandes sumas de dinero en proveer
(sistemas de transporte, presas, proyectos de irrigación) infraestructura para atraer IED
con la finalidad de eximir a las empresas de esos gastos
y ser atractivo para la inversión –ventaja competitiva-
Adopta un modelo de sustitución de importaciones. Adopta un modelo exportador
Se convierte en proveedor de servicios de seguridad Deja de proveer servicios de seguridad social, en
social posibilitando la reducción del costo de la mano favor de la privatización de este nicho
de obra

Regula el mercado Si bien en el plano ideológico se adopta laissez


faire más radical, el Estado (cuyo rol se
refuncionaliza) continúa regulando el mercado.
Fuente: Elaboración propia con información de : Santi Anima Puentes y Vicente Guerrero Flores, “El sector
público en México: de la sustitución de importaciones a la sustitución de exportaciones”, Momento
Económico, n.° 117 (2001): 35-49, http://revistas.unam.mx/index.php/rme/article/view/4282/3815

2.2.2. EE. UU. como el sujeto hegemónico global en el orden


geopolítico de posguerra fría

El fin de la Guerra Fría supuso la implantación de los dos ámbitos de construcción de la


hegemonía, el capitalismo se estableció como la única forma de producción y reproducción
social -hegemonía capitalista-, y dentro de este marco general, en el ámbito de la
competencia, EE.UU. se impuso como el sujeto hegemónico. Claro está que hablar de una
hegemonía estadounidense no apunta directamente a una hegemonía del Estado-nación
como tal, sino a la supremacía de la clase burguesa norteamericana. La implementación del
neoliberalismo no sólo fue una forma mediante la cual la burguesía estadounidense renovó
al capitalismo y salvaguardó las contradicciones inherentes a él, también fue un mecanismo

[131]
que le permitió restaurar sus capacidades económicas y reafirmar su liderazgo en el ámbito
de la competencia intercapitalista.

La construcción de los dos ámbitos de la hegemonía significaría: en un nivel abstracto, la


existencia por vez primera de una única forma de organización social que negará la
existencia de otras realidades; en un nivel más concreto, representaría la superioridad de
las capacidades de la clase burguesa estadounidense y en tanto que el capitalismo vendría a
refuncionalizar el papel del Estado, convirtiéndolo en una entidad instrumental
esencialmente orientada a fomentar la acumulación incesante de capital, EE.UU. se
convertiría en el sujeto hegemónico del orden de posguerra. Cabe precisar que la
consideración de EE. UU. como hegemón no debe comprenderse bajo los términos del
viejo imperialismo del siglo XVI; cuando se habla de una hegemonía estadounidense el
análisis apunta hacia el aporte gramsciano sobre la supremacía de un grupo social, que
utiliza al Estado en virtud de sus intereses; de ahí que el sistema interestatal, sea un
elemento clave en el funcionamiento de la economía-mundo capitalista.

Ahora bien, en la discusión teórica contenida en el capítulo uno, se afirmó que la


economía-mundo capitalista nació como un sistema-mundo moderno dado que negó toda
forma de organización social. Partiendo de dicha consideración el triunfo del capitalismo
estaría entonces evocando a lo que Echeverría denominó modernidad efectiva, ya que el
capitalismo se erigió como un proyecto civilizatorio y un marco para la comprensión de la
realidad, en tanto la implantación de una hegemonía estadounidense, estaría apuntando a
que esa modernidad capitalista adquirió una forma concreta -se perfiló como una
modernidad capitalista americana-. Precisamente la americanización de la modernidad,
dotó de una lógica concreta a todos los ámbitos (político, económico, cultural- intelectual-
moral) contenidos al proyecto civilizatorio capitalista, y pese a que sus raíces se encuentran
en la modernidad europea, negó todo intento de construir una modernidad efectiva no
americana y se diferenció de ella en tanto que: promovió un progresismo
-rasgo general de la modernidad capitalista- radicalizado, un progresismo que eliminó los

[132]
obstáculos de orden identitario (“cultural”), social y político que lo frenaban en la
modernidad europea338.

Ahora bien, como resultado de la implantación de una hegemonía estadounidense -y la


consecuente americanización de la modernidad- se establecería un orden unipolar, ¿qué
implicaciones surgirían tras la instauración de dicha unipolaridad? Si bien el triunfo del
capitalismo y el fin de la bipolaridad serían interpretados como el fin de la historia, pronto
se pondría en entredicho la afirmación de Fukuyama 339. El nuevo orden redefiniría “lo
estratégico”, las reglas, las amenazas, las oportunidades, las estrategias y los términos bajo
los cuales funcionaría la economía-mundo capitalista de reciente consolidación (cabe
aclarar que en conformidad con la lógica contenida en el análisis de sistemas-mundo, el
funcionamiento de la economía-mundo capitalista ,en tanto sitema histórico, estaría
definido por una serie de características estructurales -ver la discusión sobre las
generalidades de su funcionamiento en el capítulo 1-; no obstante, dado su carácter
histórico, durante este nuevo orden ocurrirían algunos cambios en la estructura, los cuales
serán esbozados en este apartado).

En este nuevo orden, sería adoptado el principio del universalismo, precepto central de la
geocultura de la economía-mundo capitalista -y que se entiende bajo la idea de que todas
las naciones comparten el interés común en los asuntos del mundo, por tanto la mejor
manera de garantizar la seguridad nacional es mediante organizaciones internacionales 340
(ONU, FMI, entre otras); aunque dicho sea de paso, éstas en la práctica funcionan como
entidades instrumentales para ejercer la influencia norteamericana sobre los asuntos
mundiales-. El ya mencionado precepto sustituiría, en apariencia, la lógica contenida en el
balance de poder y la creación de zonas de influencia. No obstante, la adopción del
universalismo no significaría el abandono de los viejos preceptos, sino una fachada
ideológica que contribuiría en la legitimación de la hegemonía estadounidense 341; de hecho,

338
Echeverría, La modernidad americana (claves para su comprensión) (México: Era/UNAM/CISAN, 2008),
15.
339
Bajo la consideración de que la historia se entiende como una lucha entre ideología, la tesis de Francia
Fukuyama supone que el triunfo del liberalismo político y la economía de libre mercado conduce al fin de las
batallas ideológicas y por tanto de la historia
340
José A. Silva Michelena, Política y bloques de poder. Crisis en el sistema mundial (México: Siglo XXI,
1996), 51.
341
Ibídem, 52.

[133]
considerando que el capitalismo sobrevive gracias a la producción de espacio, sería
impensable que la lógica expansionista del capitalismo considerase innecesario fijar zonas
de influencia porque incluso las motivaciones expansionistas asociadas a la apertura de
nuevos mercados permitirían ampliarlas; de ahí que la clase burguesa visualizara la
proyección de la política norteamericana como una especie de llave maestra capaz de abrir
nuevos mercados y fomentar la incesante acumulación de capital; justo por ese motivo
tanto la clase hegemónica de los países centrales como la élite de los países periféricos
aceptaron el liderazgo de la burguesía estadounidense.

Asimismo las intervenciones en el extranjero -justificadas como una exhaustiva y necesaria


labor de instaurar la democracia-, las ayudas al exterior -realizadas en nombre de la paz y
libertad-, los préstamos e inversiones caracterizarían el actuar del sujeto hegemónico,
incluso no harían más que consolidar su hegemonía forjando la aceptación de la misma y/o
profundizando la dependencia de otros para que estos no fuesen en contra de. En estrecha
relación con los objetivos expansionistas, la adopción de la democracia y los valores
democráticos así como el cumplimiento del estado de derecho serían los requerimientos
que en el nuevo orden garantizarían la expansión del capitalismo. El binomio democracia-
soberanía sería concebido como el modelo universal de organización y esquema general
para la toma de decisiones, en tanto el mercado sería considerado como la entidad suprema
en la cual y por la cual la vida social se llevaría a cabo, por ello las leyes del libre mercado
fueron conceptualizadas como preceptos universales que regirían el funcionamiento del
sistema. El intervencionismo estadounidense en el extranjero no sería un gesto
desinteresado, sino que estaría determinado por las necesidades del capitalismo.

En este nuevo orden se ponderaría la proyección a gran escala de instituciones y prácticas


que ya habían sido desarrolladas en los EE. UU durante la Guerra Fría, tales como: una
organización basada en la producción y consumo en masa, la instauración de la democracia
electoral, la adopción de políticas de bienestar limitadas342 y políticas dirigidas a impulsar
los sectores más redituables y competitivos, un sistema de seguridad colectiva (OTAN, por
mencionar un ejemplo), el fomento de la cooperación económica y la creación de un
complejo de instituciones internacionales especializadas en asuntos relativos a la

342
Agnew y Cobridge, Mastering Space, 39.

[134]
cooperación global -FMI, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio (OMC)-
cuyas funciones principales serían promover la implementación del neoliberalismo
-a través de la instauración de las políticas de estabilización y ajuste estructural con la
finalidad de incorporar a las economías nacionales en la economía mundial-, vigilar y
garantizar el cumplimiento de las normas del nuevo orden mediante mecanismos orientados
a supervisar la aplicación de las mismas. Asimismo se redefinieron los términos de las
interacciones internacionales, los procedimientos para la toma de decisiones en materia de
asuntos internacionales -a través del consenso, el cual estaría dominado por EE.UU.- y se
crearía una estructura constitucional y judicial a escala global 343. En esencia, si bien la
transición hegemónica inauguraría un nuevo ciclo hegemónico, la hegemonía
estadounidense estaría más institucionalizada que la británica, precisamente este aparato o
complejo institucional vigilaría el cumplimiento de todo lo dispuesto por el nuevo orden.

Dado que el capitalismo de reciente renovación versaría en la total liberalización de los


mercados, la celebración de acuerdos o tratados comerciales responderían a las necesidades
del modelo. Ahora no sólo determinarían la regulación del movimiento de bienes, capitales,
servicios, sino también servirían como mecanismos para legitimar, facilitar y regular el
proceso de acumulación capitalista a través del esquema apropiación/expropiación de la
renta y los recursos344. Además serían utilizados como instrumentos para la creación de
zonas influencia, pues en este nuevo orden habría una frenética competencia intercapitalista
-incentivada por la intención expansionista del neoliberalismo, que fomenta la difusión de
tecnología y la pugna por la obtención de plusvalor345-, por el acceso a los mercados y los
recursos; las integraciones regionales adquirirían un rol relevante en este mundo
globalizado346. Si bien el neoliberalismo suponía la creación de un mercado único global,
en realidad se creó una economía mundial fragmentada en Estados -sistema interestatal-

343
Zbigniew Brzezinski, The Grand Chessboard. American primacy and ints geoestrategic imperatives
(1977), 16.
344
Lourdes María Regueiro Bello, Los TLC en la perspectiva de acumulación estadounidense(Buenos Aires:
CLACSO, 2008), 15.
345
De acuerdo con la interpretación de Ceceña y Barreda sobre la producción estratégica, dentro del ámbito
de la competencia intercapitalista, la disputa hegemonía económica –comprendida como una pugna por la
obtención del plusvalor- se sustenta en el desarrollo, control y gestión de las fuerzas productivas, dentro de
las cuales la tecnología permite la obtención de plusvalor. De ahí que la difusión tecnológica fomentada por la
intención expansiva del neoliberalismo fomente la competencia intercapitalista.
346
Dos Santos, Globalización, el futuro del capitalismo y las potenceias emergentes” en Estados Unidos la
crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación (México: CLACSO-Siglo XXI, 2010), 57.

[135]
que de acuerdo con su rol en la división internacional del trabajo sería parte del centro o de
la periferia, desde luego en el marco de la competencia intercapitalista los países centrales
verían en los países periféricos la oportunidad de expansión.

Siguiendo la interpretación gramsciana, el sustento de la hegemonía estadounidense no


sólo se redujo a la superioridad de sus capacidades materiales -económicas y militares-,
sino que también se sustentó en el liderazgo ideológico-intelectual y moral que legitimó a
través del consenso la supremacía estadounidense. La expresión de la modernidad
americana en estos ámbitos supuso un gran atractivo, la exaltación del american way of life
como un caso de éxito derivado de la adopción del capitalismo de corte neoliberal y como
el fin último del camino sobre el sendero del progreso ha sido un elemento esencial para la
hegemonía estadounidense.

2.2.3. Revolución del paradigma tecnoeconómico: del patrón


fordista-keynesianista al patrón de acumulación flexible

Si bien el boom de la posguerra sólo fue posible gracias a la expansión mundial del
paradigma tecnoeconómico fordista-keynesianista, desde 1965 el paradigma ya era incapaz
de contener las contradicciones inherentes al sistema -de ahí el surgimiento de
movilizaciones sociales entre 1968 y 1972-; no obstante sería en el segundo lustro de la
década de los 70 cuando mostraría claros signos de agotamiento en todo el orbe, originando
una inestabilidad mundial que desembocaría en el inicio de un proceso de transición
acelerada hacia un nuevo paradigma. David Harvey señala que el agotamiento del
fordismo-keynesianismo se debió a la rigidez del mismo 347, una rigidez asociada a la
incompatibilidad entre las necesidades del régimen de acumulación del capital y el modo de
regulación. En ese sentido, el agotamiento del paradigma fordista-keynesianista puede
comprenderse en dos niveles: a) como un estancamiento en el proceso de acumulación de
capital y b) como una falta de adecuación del modo de regulación para incentivar el
proceso de acumulación, precisamente como la rigidez del paradigma fordista-
keynesianista ya imposibilitaba la razón de ser del capitalismo, se hizo necesario transitar
hacia otro paradigma. Así, se adoptó un paradigma de acumulación flexible que

347
Harvey, La condición de la posmodernidad, 167.

[136]
confrontaría la rigidez del paradigma fordista-keynesianista, este nuevo paradigma
inauguraría la fase neoliberal del capitalismo y configuraría un mundo globalizado.

Es oportuno cuestionar: ¿Qué distinguiría al nuevo paradigma del viejo paradigma?, ¿cómo
incentivaría la acumulación de capital? Ya en el capítulo 1 se mencionaba que una de las
contradicciones fundamentales del capitalismo era la dialéctica entre producción y
realización de la plusvalía, la cual es responsable de ocasionar el surgimiento de crisis de
sobreacumulación. En palabras de David Harvey, una crisis de sobreacumulación sólo
puede ser solventada a través de un ajuste espacio-temporal; así, bajo esta lógica las
señales de agotamiento del paradigma fordista-keynesianista se correspondieron con su
incapacidad de realizar ese ajuste espacio-temporal para manejar la crisis de
sobreacumulación, precisamente esta incapacidad reveló la urgencia de transitar hacia un
nuevo paradigma que pudiese solucionar dicha contradicción fundamental del capitalismo,
pues ya era evidente que la sobreacumulación impedía continuar con la incesante
acumulación de capital. Ahora bien, de acuerdo con Carlota Pérez, el surgimiento del
paradigma acumulación flexible estuvo asociado a la quinta revolución tecnológica
denominada la era de la informática y las telccomunicaciones348. Cabe aclarar que si bien
la electrónica, los transistores, semiconductores, computadoras y controles eran ya
tecnologías antes de 1970, el potencial de la microelectrónica sólo se hizo visible con la
construcción de chips349 y hardware que conducirían al florecimiento del software y los
equipamientos de telecomunicaciones, seguidos por la explosión de internet; cada una de
estas innovaciones remozó y se benefició de los avances técnicos y de mercado logrados
por otras que las antecedieron350. Estas innovaciones redefinirían y renovarían la
tecnología, la constelación industrial, los productos, los insumos -y dentro de estos a los
recursos estratégicos- (Ver Figura 1).

348
Carlota Pérez, Las revoluciones tecnológicas, 35.
349
Ibídem, 38.
350
Ibídem , 40.

[137]
Figura 1. Innovaciones del paradigma acumulación flexible.

Pincipios de sentido
común para la
innovación:
Era de la informática y las
telecomunicaciones
Tenología: Informática y
Uso intensivo de la
información (con base en la microelectronica barata Recursos estratégicos:
metales y petroleo
microelectrónica
Heterogeneidad, diversidad,
adaptabilidad
Segmentación de
mercados/Proliferación de
nichos
Globalización

Elaboración propia con información de Carlota Pérez, Las revoluciones tecnológicas, 39.

Se señalaba en el capítulo 1, que la innovación tecnológica no sólo se expresaba en el


ámbito puramente técnico, sino que también determinaba el “modo de hacer”, es decir, se
constituye en un paradigma tecnoeconómico. De acuerdo con David Harvey, este nuevo
paradigma apelaría a la flexibilidad -de ahí su apelativo- en los procesos productivos, las
condiciones de trabajo, los mercados de mano de obra, formas organizativas, los
productos, las pautas de consumo, la tecnología, los nichos de mercado, sectores
productivos, los vínculos comerciales, la función del Estado351, ente otras (Ver Tabla 2).
Con estas transformaciones el paradigma de acumulación flexible vendría a transformar el
modo de regulación para adaptarlo a las necesidades del régimen de acumulación, aunque
claro en la medida en que la acumulación flexible sólo renovaría al capitalismo se
conservarían pautas generales -de las cuales emanan las contradicciones fundamentales-.
De este modo el paradigma acumulación flexible al pugnar por una serie de
transformaciones contuvo la contradicción entre producción y realización de la plusvalía.

351
Ibídem, 170-171.

[138]
Tabla 2. Características del paradigma fordista y el paradigma acumulación flexible.

Paradigma fordista-keynesianista Paradigma acumulación flexible


Proceso de producción
Producción en masa de bienes homogéneos Producción en series pequeñas
Uniformidad y estandarización Producción flexible y en series pequeñas de
variedad de tipos de producto
Se mantienen stocks en inventario Se trabaja sin stocks
El control de calidad no forma parte del El control de calidad es parte del proceso
proceso
Se pierde tiempo de producción por los largos Se reducen los tiempos perdidos
periodos de preparación , los errores y los
cuellos de botella,
Integración vertical y horizontal Integración por subcontratación
Trabajo
El obrero realiza una sola tarea El obrero realiza tareas múltiples
Pago en función del rendimiento Pago por remuneraciones personales
Escasa formación en la tarea Se dedica tiempo a la formación en la tarea
No existe seguridad en el empleo Elevada seguridad en el empleo para los
obreros que realizan el trabajo vitalicio, y
malas condiciones de seguridad para los
obreros cuyo trabajo es temporal
Espacio
Especialización espacial funcional Agrupamientos espaciales
División espacial del trabajo Integración espacial
Segmentación del trabajo por regiones Segmentación de trabajo dentro de las regiones
Ideología
Consumo en masa (homogeneidad) Consumo individualización (heterogeneidad)
Modernismo Posmodernismo
Estado
Estado Benefactor Estado neoliberal
Fuente: Elaboración propia con información de David Harvey, La condición de la posmodernidad, 201-202.

2.2.4. La década de los noventa: expansión y consolidación del


modelo neoliberal

Se había señalado en el apartado anterior que la implementación del neoliberalismo se


correspondió con el agotamiento del fordismo-keynesianismo y su incapacidad de manejar
la crisis de sobreacumulación mediante la realización de ajustes espacio-temporales que

[139]
evitaran el estancamiento del proceso de acumulación o la falta de adecuación del modelo
de regulación a las necesidades de dicho proceso. Pese a que el neoliberalismo con su
precepto de laissez faire se presentaba a sí mismo como aquél paradigma que impediría la
aparición de crisis de sobreacumulación, la década de los noventa vendría a demostrar que
la implementación de aquel proyecto burgués de escala global- que ante la inestabilidad de
la década de los setenta veía comprometida la preeminencia de su clase 352- era incapaz de
contenerlas, pronto se evidenciaría que la mano invisible no las erradicaría, e incluso se
hizo patente el carácter cíclico y constante de las mismas en el sistema mundo capitalista.

Tal y como ocurrió con el fordismo-keynesianismo el neoliberalismo comenzaba a


manifestar signos de debilidad, de hecho hacia el final de la década de los noventa la
situación sólo podría evocar a lo sucedido durante la década de los setenta y ochenta
¿Cómo y por qué se avecinaría una nueva crisis de sobreacumulación si la versión
apológica exaltaba como principal característica la erradicación de las mismas? Ernest
Mandel sostiene que las crisis económicas capitalistas son fenómenos inverosímiles porque
no son crisis de penuria, como lo eran todas las crisis precapitalistas, sino crisis de
sobreproducción353, pero ¿cómo ocurren? Una crisis de sobreacumulación acontece cuando
las condiciones de producción de la plusvalía no implican automáticamente las condiciones
de su realización354, en consecuencia se origina una producción excesiva de capitales,
mercancías, mano de obra y una insuficiencia en la capacidad de compra.

Si bien el neoliberalismo revitalizó el proceso de acumulación del capital, de acuerdo con


la teorización de David Harvey sobre el ajuste espacio-temporal355, se entiende que su

352
Francisco Puello-Socarrás, “Neoliberalismo, Antineoliberalismo, Nuevo neoliberalismo. Episodios y
trayectorias económico-políticas suramericanas (1973-2015) en Neoliberalismo en América Latina. Crisis,
tendencias y alternativas por Luis Rojas Villagra (coord.) (Paraguay, Asunción: CLACSO, 2015), 22.
353
Mandel, Iniciación a la economía marxista, 29.
354
Mandel, https://www.ernestmandel.org/es/escritos/txt/la_teoria_marxista_de_las_crisis.htm, acceso 04 de
diciembre de 2017.
355
La noción del ajuste espacio-temporal supone que: La sobreacumulación en un territorio dado implica un
excedente de mano de obra (paro creciente) y excedentes de capital (que se manifiesta en un mercado
inundado de bienes de consumo a los que no se puede dar salida sin pérdidas, en una alta improductividad y/o
en excedentes de capital líquido carente de posibilidades de inversión productiva). Dichos excedentes pueden
ser absorbidos mediante: a) una reorientación temporal hacia proyectos de inversión de capital a largo plazo o
gasto social (como la educación o la investigación), que aplazan la vuelta a la circulación del exceso de
capital hasta un futuro distante; b) reorientaciones espaciales, mediante la apertura de nuevos mercados,
nuevas capacidades de producción y nuevos posibilidades de recursos y mano de obra en otro lugar; o bien c)

[140]
implementación era precisamente un ajuste cuyo propósito fue solventar la crisis de
sobreacumulación y con ello efectuar una recomposición hegemónica de la modernidad
capitalista y la modernidad americana cuya preeminencia se puso en entredicho. En ese
sentido el neoliberalismo, pese a la confianza puesta en él, ha demostrado una exacerbación
cuantitativa y cualitativa de las lógicas y contradicciones inherentes 356. Precisamente es a
partir de la noción contenida en el ajuste espacio-temporal como mecanismo de contención
de las crisis de sobreacumulación que lo acontecido en la década de los noventa puede
elucidarse.

En esta década se consolidaría el proceso de implementación del neoliberalismo iniciado en


los ochenta, el efecto inmediato de su adopción, en tanto medida de recomposición
hegemónica -ante la crisis del ciclo k iniciado en 1939-, sería la renovación del proceso de
acumulación del capital y su modo de regulación. A diferencia de las dos décadas
precedentes, el capitalismo recién renovado viviría años de bonanza; este periodo
acertadamente sería denominado por Joseph Stigliz como los felices noventa. Previamente
se señalaba que el surgimiento de un paradigma tecnoeconómico se correspondía con la
aparición de los ciclos K, en ese sentido, la implementación del neoliberalismo y su
paradigma acumulación flexible incentivaría el surgimiento de uno nuevo -el relativo a la
era de la globalización-357. En el ámbito económico, el estímulo de la nueva onda se
expresaría en las variaciones de la tasa de crecimiento del PIB per capita -que
incrementaría constantemente-, de la tasa de ganancia- la cual se elevaría continuamente- y
de las tasas de intereses -que disminuirían abruptamente y serían superadas por la tasa de
ganancia-358. Ahora bien, ¿cómo sería absorbido el excedente? antes de atender el
cuestionamiento previo es necesario aclarar que en correspondencia con la teorización del

una combinación de a) y b) (David Harvey, El "nuevo" imperialismo. Sobre reajustes espacio-temporales y


acumulación mediante desposesión, 100-101).
356
Francisco Puello-Socarrás, “Neoliberalismo, Antineoliberalismo, Nuevo neoliberalismo. Episodios y
trayectorias económico-políticas suramericanas (1973-2015) , en Neoliberalismo en América Latina. Crisis,
tendencias y alternativas por Luis Rojas Villagra (coord.) (Paraguay, Asunción: CLACSO, 2015), 22.
357
Por globalización se entiende “al proceso por el cual un fenómeno dado o entidad local consigue
difundirse globalmente” Boaventura de Sousa Santos, La caída del Angelus Novus: ensayos para una nueva
teoría social y una nueva práctica política (Colombia: Anthropos - Publicaciones ILSA, 2003, 62.], Si bien la
globalización puede adoptar distintas formas, la expresión dominante ha sido la globalización neoliberal; de
ahí que se entienda a la globalización como proceso mediante el cual el capitalismo en su fase neoliberal ha
sido replicado en una escala también global.
358
Carlos Eduardo Martins, “La crisis del sistema-mudo capitalista. La coyuntura contemporánea”, en
Estados Unidos: la crisis sistémica por Gandasegui (coord.), 70.

[141]
ajuste espacio-temporal, se abordará en un primer momento las medidas vinculadas con la
reorientación espacial y en un segundo momento a las relacionadas con la reorientación
temporal. Habiendo aclarado lo anterior, es posible continuar.

Como parte del ajuste espacial, en la década de los noventa se buscaría la apertura de
nuevos mercados, nuevas capacidades de producción y nuevas posibilidades de recursos y
mano de obra en otros sitios -dicho sea de paso, la esencia del neoliberalismo-. Es en
correspondencia con esta intención que se puede comprender la difusión del proyecto
neoliberal hacia el Tercer Mundo; a partir de ello el proceso de acumulación se renovaría el
régimen de acumulación y se incrementaría la competitividad de las empresas
estadounidenses. De acuerdo con Carlos Eduardo Martins los objetivos serían alcanzados
mediante la coordinación de dos vías: 1) Apropiación de importantes excedentes
financieros por mecanismos especulativos, así destaca el súbito incremento de las tasas de
intereses en EE.UU. durante 1979- 1990 y el impacto de ello en la deuda externa de la
región, que si bien registraba superávit comercial; éste era comprometido en el pago de los
intereses generados por la deuda y b) Una vez realizado lo anterior, se proseguiría a
contener los déficit comerciales estadounidenses mediante el mejoramiento de la
competitividad de las empresas norteamericanas que por la vía de la descentralización
productiva de la región reducirían costos gracias a la sobrexplotación de la fuerza de
trabajo359. A lo mencionado por Martins es posible anexar una tercera vía: la relativa a las
cuantiosas inversiones estadounidenses realizadas en América Latina durante la fiebre
privatizadora.

Ahora bien, la expansión geográfica del neoliberalismo hacia el Tercer Mundo ocurriría
primero mediante políticas dirigidas hacia una plena apertura y una radical liberalización
-promoviendo la adopción de mecanismos específicos como Tratados Regionales,
Acuerdos multilaterales y Tratados Bilaterales- y posteriormente a través de reformas que
promoviesen la privatización. A este respecto, la explicación de Antonio Elías bien resume
las generalidades del proceso:

359
Ibídem ,76.

[142]
En lo relativo a la inserción internacional, se impulsa una apertura de la economía
sosteniendo que el único crecimiento viable es el crecimiento hacia afuera, propone
una tasa de crecimiento en las exportaciones capaz de permitir que la economía
crezca (...) y da por sentado que “un tipo de cambio unificado es preferible a un
sistema de tasas múltiples”. Lo anterior se encuadra en la “liberalización del
comercio” entendido esto como una liberalización de importaciones y el reemplazo
de la complicada estructura arancelaria por una tarifa uniforme. En esa misma
dirección, plantea la importancia de captar inversión extranjera directa como aporte
de capitales, conocimiento y tecnología, a la vez que propone la liberalización
financiera con tasas de interés determinadas por el mercado, rechazando que se trate
a las tasas de interés reales como una variable de política. Propone mejorar el
funcionamiento del mercado a través de la desregulación y del respeto a los derechos
de propiedad que “constituyen un prerrequisito básico para la operación eficiente de
un sistema capitalista”.360

En ese sentido, se comprende que el ajuste espacial se iniciaría con la promoción de una
liberalización comercial y culminaría con la privatización de activos; de ahí que en el
informe de 1997 del Banco Mundial se revelara el carácter necesario de la privatización:

Si bien su importancia en la estrategia para la promoción del mercado puede cambiar


de un caso a otro, muchos países en desarrollo que desean reducir la magnitud de su
desmesurado sector estatal deben conceder máxima prioridad a la privatización. Un
proceso bien administrado produce grandes beneficios económicos y fiscales.361

Así la década de los noventa estaría definida por la privatización de numerosos activos que
estaban en manos del Estado, de hecho, en el periodo de 1990 a 1995 se realizarían algunas
de las privatizaciones más importantes de la región, América Latina se constituiría en el
estandarte de la privatización en el Tercer Mundo, incluso, para 1998 los ingresos por
privatizaciones en la región representarían el 77% frente al 23% reportado por el resto de
los países en vías de desarrollo. Argentina, Brasil y México serían las economías que

360
Antonio Elías, “La ofensiva del capital impulsa el libre comercio en América del Sur”, en Neoliberalismo
en América Latina por Rojas (coord.), 46-47.
361
Gregorio Vidal. Privatizaciones, fusiones y adquisiciones: las grandes empresas en América
Latina(México: Anthropos, 2001), 123.

[143]
reportarían el mayor porcentaje en ingresos por privatizaciones realizadas usualmente por
inversionistas del país (Ver Gráfica 4), mientras que Bolivia, Perú, Venezuela y Chile
serían las economías en las cuales la participación de capital extranjero -en comparación
con la del capital nacional- sería más importante, principalmente a través de la venta de los
activos y no mediante la colocación de acciones en la bolsa como sí ocurría en Brasil y
México.

Gráfica 4. América Latina: Ingresoso por


privatizaciones, 1990-1998 (%).

17.9 18.4 Argentina


Brasil
20.4 México

43.3 Resto

Fuente: Elaboración propia con información de Vidal, “Privatizaciones, fusiones y adquisiciones”, 125.

Las tres economías latinoamericanas clave -Argentina, Brasil y México-, en tanto que en
ellas se encontraba la mayoría de los activos a privatizar, concentrarían el 82% de los
ingresos por privatizaciones en la región (Ver gráfica 5) y el 50% de los ingresos en el
tercer mundo362. En general las cinco actividades económicas que reportarían los mayores
ingresos por privatización serían: telecomunicaciones, banca, electricidad y gas, petróleo y
acero (Ver Gráfica 5).

362
Ibídem

[144]
Gráfica 5. América Latina: Ingresos por privatizacion de
acuerdo a la actividad económica, 1990-1995 (%).
Telecomunicaciones
Electricidad y gas
8 3.7 24.8 Banca
10.8 Minería
2.3 Petróleo
11 13.6 Manufactura Liviana
3.9 Acero
21.9 Aerolíneas y aeropuertos
Resto

Fuente: Elaboración propia con información de Vidal, “Privatizaciones, fusiones y adquisiciones”, 127.

Debido a las oportunidades que la región representaba para continuar con la incesante
acumulación de capital, indiscutiblemente América Latina se estaba convirtiendo en un
polo de atracción para la inversión principalmente estadounidense, la cual durante la década
de los noventa representaría el 20% de la Inversión Extranjera Directa (IED), de hecho las
inversiones estadounidenses en la región registrarían un máximo histórico de 23 784
millones de dólares durante el periodo que oscila entre 1990 y 1997363. El desglose de los
flujos de inversión por actividad económica, apuntaría en general hacia una concentración
en la nueva industria -la relativa a las telecomunicaciones-y en la manufactura -una
industria renovada-. Aunque la inversión estadounidense fue una constante en la región-
incluso fue mayor que cualquier otra zona del tercer mundo-, la captación de la misma por
país fue diferente, destaca el caso de Brasil, México, Argentina y Perú como los países con
mayor IED proveniente de EE.UU. Ahora bien, ¿específicamente hacia qué actividades
económicas fue dirigida la IED estadounidense?

De acuerdo el listado de 1997 sobre las 50 mayores empresas de inversión extranjera


realizado por la CEPAL, se observa que el 48% (24 empresas) fueron estadounidense, de
ese total el 25% se concentró en la industria automotriz siendo Brasil y México los
destinos, el 16.6 % se realizó en maquinarias y equipos siendo también Brasil y México los

363
ONU, La inversión extranjera en América Latina y el Caribe. Informe 1997 (Chile: Publicación de las
Naciones Unidas, 1998) 87-88.

[145]
receptores de la inversión, mientras que el 12% se dirigió a la actividad petrolera en
Argentina, Brasil y Colombia (Ver tabla 3).

Tabla 3. América Latina y el Caribe: las 50 mayores empresas de IED (millones de


dólares).

Empresa País de Origen Sector País de Ventas


localización
1 Volkswagen Alemania Automotriz Brasil 7 000
2 Chrysler Estados Unidos Automotriz México 6 455
3 General Motors Estados Unidos Automotriz México 6 346
4 General Motors Estados Unidos Automotriz Brasil 5 433
5 Fiat Italia Automotriz Brasil 4 743
6 Shell R. Unido/Holanda Petróleo Brasil 4 717
7 Carrefour Francia Comercio Brasil 4 510
8 Ford Estados Unidos Automotriz México 3 879
9 Ford Estados Unidos Automotriz Brasil 3 830
10 Nestlé Suiza Alimentos Brasil 3 592
11 Telefónica España Comunicaciones Argentina 2 751
12 Gessy Lever R. Unido/Holanda Productos Brasil 2 749
químicos
13 Texaco Estados Unidos Petróleo Brasil 2 639
14 Pepsi (Sabritas) Estados Unidos Alimentos México 2 600
15 Esso Estados Unidos Petróleo Brasil 2 470
16 Mercedez Benz Alemania Automotriz Brasil 2 131
17 IBM Estados Unidos Maquinarias y Brasil 1 950
equipos
18 Telecom Francia Comunicaciones Argentina 1 930
19 Shell R. Unido/ Petróleo Argentina 1 866
Holanda
20 Nissan Japón Automotriz México 1 800
21 Carrefour Francia Comercio Argentina 1 788
22 Xerox Estados Unidos Maquinarias y Brasil 1 630
equipos
23 General Electric Estados Unidos Diversos México 1 585
24 BAT (Souza Cruz) R. Unido Tabaco Brasil 1 583
25 IBM Estados Unidos Maquinarias y México 1 550
equipos
26 Santista Alimentos Argentina Alimentos Brasil 1 516
27 Ford Estados Unidos Automotriz Argentina 1 465
28 Massalin (Philip Estados Unidos Tabaco Argentina 1 456
Morris)
29 Volkswagen Alemania Automotriz México 1 450
30 Telefónica (CTC) España Comunicaciones Chile 1 313
31 Cargill Estados Unidos Alimentos Argentina 1 308
32 Escondida Australia Minería Chile 1 297
33 Telefónica España Comunicaciones Perú 1 276
34 Cargill Agrícola Estados Unidos Alimentos Brasil 1 275

[146]
35 Hoescht (Celanese) Alemania Productos México 1 256
químicos
36 Volkswagen Alemania Automotriz Argentina 1 230
37 Avon Estados Unidos Productos Brasil 1 222
químicos
38 Macro Holanda Comercio Brasil 1 214
39 Procter Gamble Estados Unidos Productos México 1 200
químicos
Fuente: CEPAL, La inversión extranjera en América Latina y el Caribe. Informe 1997 (Chile: Publicación de
las Naciones Unidas, 1998) 87-88.

Las facilidades inherentes al ajuste espacial revitalizarían el proceso de acumulación para


las empresas estadounidenses, siendo las expresiones más ilustrativas de ello:

1) El incremento de la productividad de las empresas ancladas en los países


industriales, principalmente las estadounidenses que si bien en la década de los
setenta registrarían una pérdida en la competitividad respecto a los años
precedentes, para la década de los ochenta y noventa ésta se incrementaría –siendo
la productividad 1.2 y 1.7 % respectivamente (Ver Gráfica 6). Cabe mencionar, que
el incremento de la productividad fue posible gracias a la ola de innovaciones
tecnológicas de la informática incorporadas en el proceso productivo y a la
reducción de costos asociada a la descentralización –ajuste espacial-; ello a su vez
derivaría en un mejor posicionamiento de las empresas estadounidenses respecto a
los competidoras –las empresas japonesas y alemanas-.
2) El aumento continuo del PIB que incluso se aproximó a la estimación potencial
(Ver Gráfica 7).
3) Si bien en 1983 comenzó a registrarse una tendencia descendente en la inflación
durante la década de los noventa esta disminuiría aún más (Ver gráfica 8), siendo
desde 1994 inferior a la presentada por otros países industriales.

[147]
Gráfica 6. Crecimiento de la porductividad del
trabajo.
10
9

Productividad (%)
Crecimiento de la
8
7
6
5
4
3
2
1
0
1960-1973 1973-1979 1980-1989 1989-2000
Estados Unidos 2.6 0.3 1.2 1.7
Japón 8.4 2.8 2.8 1.3
Alemania 4.5 3.1 1.4 1.7
Francia 5.3 2.9 2.5 1.5
Reino Unido 4.0 1.6 1.8 1.8

Fuente: Elaboración propia con información de Cobarrubias, “El desequilibrio externo


de Estados Unidos” en Estados Unidos: la crisis sistémica por Gandasegui y Castillo
(coords.), 90. Grafica 8. PIB estadounidense.
Grafica 7. PIB estadounidense.

Fuente. Michael Parkin, Macroeconomía. Versión para Latinoamérica (México: Pearson,2007), 413.

[148]
Gráfica 8. Inflación en EE.UU.

Fuente. Ibídem, 102.

Aunque la prosperidad estadounidense de los noventa resultaba asombrosa y se erigía como


el modelo a seguir -si es que se deseaba experimentar las benevolencias del neoliberalismo-
hacia el final de la década las contradicciones contenidas emergerían nuevamente
derivando en 2003 en una nueva recesión, incumpliéndose las promesas del neoliberalismo
y la globalización. En ese sentido, es oportuno retomar una de las preguntas planteadas por
Joseph Stiglitz -sin que ello suponga limitar la explicación a la perspectiva que él ofrece-:
¿Qué había hecho cambiar las cosas tan rápidamente?

Para el año 2001 se pondría fin a la prosperidad de la década de los noventa. De acuerdo
con Robert Brenner, las raíces de ello se sitúan en las fuerzas que dieron lugar a la
expansión entre 1995-2000 y a la recesión entre 2000-2003. Si bien es cierto que hubo un
incremento en la rentabilidad de las empresas estadounidenses lo cierto es que esto sólo
puedo ser posible gracias a: la devaluación del marco y el yen, a un decenio de
estancamiento de los salarios reales, una seria reconversión industrial, la disminución de los

[149]
tipos de interés reales y la decisión de equilibrar los presupuestos públicos 364. En 1995 ante
las crisis industriales de Japón y Alemania, EE.UU. incrementaría el valor del dólar
-devolviendo el favor que alguna vez le hicieron Japón y Alemania en 1985-, empero, la
apreciación sería sólo un espejismo, pues no se debería a la mejora de su rentabilidad
industrial o la de su competitividad. Lo anterior presupondría un escenario contradictorio y
avecinaba el estallido de una nueva recesión.

A la apreciación del dólar, se anexaría una crisis del sector industrial causada por la
disminución de la demanda de productos industriales estadounidenses proveniente de las
economías en crisis de Asia central. Como resultado de ello se registraríanuna disminución
en la rentabilidad de las empresas industriales estadounidenses, no obstante, la rentabilidad
del mercado de valores estadounidenses se incrementaría, gracias al descenso de los tipos
de interés a largo plazo durante 1995. En consecuencia, las empresas -especialmente las de
tecnología e información, aunque no fueron las únicas- a través del acceso a los créditos
garantizaron su financiación adquiriendo cuantiosas deudas mediante la garantía de la
capitalización del mercado o a emisión de acciones. Ahora las empresas que no podían
obtener créditos baratos, a través del mercado de valores podían asegurar su
financiamiento. Sin embargo, el valor de las ganancias de estas empresas no guardaba
relación con el valor de sus acciones en el mercado de valores y dada la inercia de esta
burbuja financiera se alentaría vertiginosamente la inversión en empresas parasitarias. La
situación se haría incontenible y para 2001 se registraría un decremento de la tasa de
beneficio (Ver Gráfica 9) pues las inversiones realizadas se habían dirigido a actividades
sobrevaloradas que en realidad sólo reportaban escasas ganancias:

A las empresas, cuya capitalización de mercado se redujo notablemente, no sólo les


resultaba más difícil endeudarse, sino que también tenían menos incentivos para
hacerlo, dado que la disminución de los beneficios y la creciente amenaza de quiebra
las inducían a tratar de equilibrar sus cuentas sobrecargadas de deudas. Tras haber
comprado muchas más instalaciones, equipo y software del que podían poner en
movimiento rentablemente, se veían obligadas a reducir sus precios o a dejar sin

364
Paul Brenner, ¿Nueva expansión o nueva burburja?, acceso el 04 de Diciembre de 2014,
https://newleftreview.org/article/download_pdf?language=es&id=2490, 57.

[150]
utilizar gran parte de su capacidad para contrarrestar la caída de la tasa de
beneficio.365

Grafica 9. Tasa de beneficio (sectores seleccionados).

Fuente. Paul Brenner, ¿Nueva expansión o nueva burbuja?: 64, acceso 04 de Diciembre de 2017,
https://newleftreview.org/article/download_pdf?language=es&id=2490

Aunque el sector industrial y no industrial sufrieron una profunda crisis de rentabilidad,


algunos subsectores de éste último mantuvieron una expansión mediante el crédito barato,
las burbujas en el precio de los activos, el aumento de la deuda, el incremento del gasto en
consumo alentado por la facilidad del crédito y el aumento de las importaciones abaratadas
por un dólar sobrevaluado366. Pese a que la lógica apuntara hacia una disminución en el
consumo y a la consecuente aparición de una crisis de sobreacumulación, se alentaría la
actividad crediticia y el consumo, la consecuencia inmediata sería el endeudamiento y la
inversión en proyectos de largo plazo -bienes inmuebles e infraestructura- que permitiesen
desfogar el exceso de capital acumulado para continuar acumulando más capital, de ahí el
incremento en los pecios de los bienes inmuebles que mediante las facilidades crediticias
aseguran la absorción de la oferta.

Ahora bien, con base en la línea de razonamiento del ajuste espacio-temporal, se entiende
que si bien se promovía la inversión extranjera estadounidense en el Tercer Mundo -como
365
Ibídem, 60
366
Ibídem, 12.

[151]
parte de la reorientación espacial-, la concentración de las mismas en proyectos de
inversión de capital a corto plazo no fue propiamente un ajuste temporal -éste sólo ocurriría
tras la crisis de rentabilidad y el impulso del consumo de la actividad crediticia-. Ya Carlota
Pérez, en su teorización sobre el paradigma tecnoeconómico, señalaba que una parte de la
inversión se destina hacia nuevas industrias, otra hacia la expansión infraestructura y hacia
la modernización de las industrias establecidas. No obstante la mayor parte se mueve en un
frenesí de dinero-que-hace-dinero, generando inflación en los valores y creando una
atmósfera de casino dentro de una burbuja que se infla cada vez más 367. A este respecto, las
inversiones en actividades no industriales -dada la sobrevaloración que el cambio de
paradigma supuso- estarían alentadas por una nueva burbuja financiera (la burbuja de las
empresas puntocom y las telecomunicaciones). Esta nueva burbuja, desviaría la atención
hacia inversiones en proyectos de corto y mediano plazo y no hacia aquellos de largo plazo
que permitieran crear las condiciones necesarias para la producción y realización de la
plusvalía y continuar con la incesante acumulación.

Cabe aclarar que el término de la prosperidad de los noventa no es monocausal. En ese


sentido, la burbuja financiera sería un detonante pero no el único factor. Pese a que la
incidencia de las burbujas financieras es un tema ampliamente debatido, se desconoce con
precisión las causas exactas por las cuales un determinado activo se valora más allá de su
valor real. De acuerdo con la explicación de Stiglitz, la burbuja estuvo causada por: 1) La
omisión del papel equilibrador del gobierno. Dada la ferviente creencia en el libre mercado
-la mano invisible- se justificaría una vez más la limitación del papel del Estado como
entidad reguladora -a excepción de las subvenciones o las políticas proteccionistas- y si
bien la Gran Depresión ya había demostrado la falacia del libre mercado, en la década de
los noventa se recurre una vez más a la ideología de la mano invisible y se culpabiliza a la
intervención estatal de los fallos del mercado y 2) El crecimiento barato. La prosperidad
económica de los noventa fue posible gracias a un progresivo endeudamiento
estadounidense y no como resultado de la reducción de la brecha entre los ingresos y los
gastos, entre ahorro e inversión -aún la economía estadounidense era deficitaria (Ver
Gráfica 10)-. Y aunque hubiese parecido que los cuantiosos derroches en inversiones -dada
la burbuja financiera- dirigidas hacia sectores atractivos podían compensar los gastos, en
367
Pérez, Revoluciones tecnológicas, 26.

[152]
realidad no siempre fueron acertadas -siendo el caso más representativo las inversiones en
materia de telecomunicaciones-.

Gráfica 10. EE.UU.: Comercio neto de bienes y servicios (balanza de


pagos) *.
0.00

1993

1998
1989

1990

1991

1992

1994

1995

1996

1997

1999

2000
-50000000000.00

-100000000000.00
Cantidad en dólares

-150000000000.00

-200000000000.00

-250000000000.00

-300000000000.00

-350000000000.00

-400000000000.00
*Dólar a precios actuales

Fuente: Elaboración propia con información del Banco Mundial.

Es cierto que la omisión del papel equilibrador del gobierno y el crecimiento barato
incidieron como factores en el término de los felices noventa, pero ¿acaso estas mismas
circunstancias no fueron las que hicieron posible la prosperidad de esta época? De hecho
ambas deben comprenderse como parte del ajuste espacio-temporal que durante la década
de los noventa permitió aplazar la crisis de sobreproducción; sin embargo ello no significó
que se hayan eliminado las contradicciones internas que la hacen emerger. Quizá el
espejismo de los indicadores macroeconómicos -PIB, productividad, inflación, inversión-
impidió ver que estaban fincados en un endeudamiento desenfrenado que al alentar la
burbuja financiera conducirían a la indeseada crisis de sobreacumulación. Aunque el
reajuste contuvo las contradicciones del capitalismo, hacia el final de la década las mismas
aparecerían nuevamente, esta vez la magnitud de tales sería incomparable originando una
crisis, que en el marco de la globalización, se presentaría en una escala también global y
multidimensional sin precedente alguno, pues desde varias partes del orbe se pronunciaría
un cuestionamiento hacia la modernidad capitalista y su expresión concreta –la
modernidad americana-.

[153]
2.3. Inestabilidad en nuevo orden geopolítico del siglo
XXI

2.3.1. Entre el declive de la hegemonía capitalista y el declive


relativo de la hegemonía estadounidense

Como bien se ha mencionado la crisis de liderazgo estadounidense de la década de los


setenta fue contenida a través de la implementación del neoliberalismo -un proyecto de
reajuste de la relación de clase-. Si bien en ese momento la adopción del mismo revitalizo
el capitalismo, lo cierto es que a finales de la década de los noventa la lógica interna del
capitalismo nuevamente dejo en evidencia el carácter cíclico de las contradicciones. Se
revelaba la falacia del neoliberalismo, y ya no se concebía como un mecanismo capaz de
erradicar las crisis de sobreacumulación. Una vez más la fase A del ciclo culminaría y se
inauguraría una nueva fase B. Ante el incumplimiento de las promesas neoliberales, se
pondría en entredicho la preeminencia de la modernidad capitalista y de su expresión
concreta–la modernidad capitalista norteamericana-. La profundidad de la crisis sería
mayor, no sólo se estaría hablando de una crisis del sujeto hegemónico sino de la crisis del
capitalismo como forma organizativa de la vida social ¿Acaso como resultado de la crisis
del orden establecido se avecinaría una época de caos o desorden? Por supuesto que el
cuestionamiento hacia el orden de la cosas supondría una transformación del mismo, una
mutación que conduciría a una etapa que si bien no sería radicalmente nueva sí sería un
tanto diferente.

Cabe aclarar que resulta crucial comprender la diferenciación, pero también el dialogo
existente entre ambos planos de construcción de la hegemonía, ello permitirá entender lo
ocurrido en esta etapa. Si bien el evidente fracaso del neoliberalismo sería la clara
expresión del cuestionamiento hacia la hegemonía capitalista y la hegemonía
estadounidense, es innegable que en el siglo XXI pese a todas las interrogantes existentes
no habría una ruptura del orden como tal. Es cierto que las contradicciones del capitalismo
cuestionarían su viabilidad y continuidad en el futuro, y que incluso dada la competencia
intercapitalista se visualizarían candidatos a hegemón con claras intenciones de eximir a la

[154]
hegemonía estadounidense de su rol como forma concreta del capitalismo, ¿pero realmente
el inicio del siglo XXI estaría definido por una plena crisis de hegemonía?, ¿los
cuestionamientos hacia ambos planos de construcción verdaderamente desafiarían el orden
establecido? Sin duda las preguntas anteriormente planteadas invitan a una profunda
discusión que dada la vigencia de la situación aún está proceso. Sin embargo, para los fines
de esta investigación resultará pertinente esbozar algunas consideraciones al respecto.

En el primer capítulo se hacía mención sobre la noción de tiempo-espacio, en ese sentido,


desde la lógica braudeliana el cuestionamiento de la modernidad capitalista se comprende
como un cuestionamiento directo hacia el sistema, en tanto que es el tiempo-espacio
estructural. Siguiendo este esquema de pensamiento, entonces se intuye que las
contradicciones del capitalismo pese a corresponder a un momento cíclico, quizá puedan
trascenderlo. Braudel afirmaba que la lógica interna no siempre es la misma y que los
cambios en ella pueden conducir a transformaciones en la estructura o incluso a un nuevo
tiempo-espacio estructural. Si bien el surgimiento de las contradicciones en la recta final de
los noventa y el inicio del nuevo siglo eran cíclicos, a diferencia de otros momentos, la
profundidad de tales no tendría antecedente alguno -quizá a causa de su reproducción en
una escala global- ya no se trataría sólo de un patrón cíclico sino de un conjunto de
condiciones cuyos efectos ya no se expresarían dentro sus límites sino que incluso
amenazarían el funcionamiento sistémico, no se estaría presenciando como tal sólo una
sucesión entre sujetos hegemónicos o un cambio en la forma concreta de la modernidad, la
situación vendría a replantear incluso la viabilidad de la misma modernidad.

Ahora bien, en estrecha relación con la diferenciación que se hacía sobre ambos planos de
construcción de la hegemonía subyace la distinción entre las estrategias, Ceceña identifica
dos modalidades368: a) aquella encaminada a la ocupación del puesto de mayor jerarquía
que no se corresponde con un cuestionamiento hacia la hegemonía capitalista/modernidad
capitalista sino con una disputa por ejercer el rol de sujeto hegemónico, es decir, se apela a
un cambio en la modalidad o a una transición hegemónica pero no a un cambio sistémico y
b) aquella que representa una amenaza hacia la hegemonía capitalista/modernidad

368
Ana Esther Ceceña, “Estrategias de construcción de una hegemonía sin límites”, en Hegemonías y
emancipaciones en el siglo XXI por Ana Esther Ceceña (comp.) (Argentina, Buenos Aires: CLACSO, 2004),
25.

[155]
capitalista, y que pone en entredicho la viabilidad del sistema. Un declive de la hegemonía
económica amenaza el sistema y la forma organizativa impuesta por el capitalismo, en
tanto, un cambio en la modalidad o la forma concreta de la modernidad no implica un
riesgo para la continuidad del sistema incluso vela por ella. Así, cuando se habla de una
confronta entre actores por erigirse como el sujeto hegemónico no se apunta hacia una
transición sistémica sino un cambio dentro del sistema que dota de una lógica concreta a la
modernidad; de ahí que en función de ambos planos de construcción se diferencie entre lo
que pudiese ser crisis de hegemonía capitalista y una crisis del sujeto hegemónico -asunto
que será abordado aquí-.

Dado que la fase neoliberal ha revelado la voracidad exacerbada del capitalismo, se ha


generado un profundo cuestionamiento hacia la forma organizativa que éste supone y
paralelamente han surgido nuevas visiones que se contraponen a él. Si bien ambos sucesos
son signos de una “hegemonía capitalista que está perdiendo terreno”369, contrario a lo que
podría suponerse, la hegemonía estadounidense no ha sido plenamente desafiada -ello no
significa que no haya sido cuestionada-; de hecho Ceceña afirma que “no parece
vislumbrarse un posible relevo de la hegemonía estadounidense” 370.

Así, aunque lo sucedido en la década de los setenta y el fin de los felices noventa se
interpreta como una crisis de la hegemonía estadounidense, es oportuno aclarar que en sí
expresa un declive relativo a causa del deterioro de sus capacidades económicas, pero no
implica que sea necesariamente una crisis de hegemonía en todas sus dimensiones. En este
siglo ya se ha hecho patente la existencia de nuevas visiones del mundo que desafían a la
hegemonía capitalista; sin embargo, aún no se ha efectuado un cambio estructural, ha
habido una pérdida de terreno de la hegemonía capitalista que quizá en el largo plazo
apunte hacia ese cambio estructural -pues el hecho de que aún no ocurra, no significa que
no pueda ocurrir-. No obstante, dada la relevancia y complejidad inherente a ello, esto
deberá discutirse en otro espacio; por ahora se reflexionará sobre lo que acontece en el
ámbito de la competencia.

369
Ibídem, 23.
370
Ídem

[156]
Ahora bien, en este punto habrá quizá quiénes duden de la veracidad de los argumentos
previos y que inmediatamente se piense en determinados actores como candidatos a sujeto
hegemónico. Si bien es cierto que desde hace ya algunos años se han identificado a estos
actores -Europa, Japón, China- para los efectos de esta investigación, será indispensable no
olvidar que: a) la hegemonía es multidimensional -no sólo se reduce a las capacidades
materiales- y b) que una transición hegemónica no ocurre repentinamente. Así, se entiende
que pese a la importancia de la que goza la preeminencia económica, militar o tecnológica
no son dimensiones decisivas para una transición, la capacidad hegemónica requiere de la
universalización de la propia visión del mundo -justo en ello estriba la importancia de la
interpretación gramsciana sobre la hegemonía-. En ese sentido, es innegable que hay
quienes en las múltiples dimensiones, sobre todo materiales, pretenden desafiar las
capacidades del sujeto hegemónico, empero, la construcción de una hegemonía global se
sustenta en la creación de un ámbito inmaterial y no sólo material. A este respecto, Carlos
Eduardo Martins sostiene que durante la fase contractiva de un ciclo hegemónico:

el país hegemónico pierde su liderazgo productivo, comercial y a veces militar


incontestable, y se apoya en otro liderazgo financiero e ideológico. Durante esta fase,
la valorización de la moneda del país hegemónico compensa el deterioro de su poder
productivo manteniendo para su burguesía, una fuente de riqueza independiente.371

Dicho lo anterior, se aclara que la disputa por ser el sujeto hegemónico es una confronta
que se libra en el ámbito de la competencia, desde este ámbito se establece un orden
geopolítico y las condiciones bajo las cuales debe efectuarse la incesante acumulación de
capital. Es real que existen nuevos actores con claras aspiraciones hegemónicas que centran
sus esfuerzos en contender por la hegemonía económica a través del control o gestión de la
producción estratégica que le sirve de sustento, no obstante, centrar la atención en las
capacidades económicas o reducir la hegemonía global a una dimensión exclusivamente
económica conduce a falsas apreciaciones que impiden comprender la
multidimensionalidad de la hegemonía asumiendo que un declive en las capacidades
económicas del sujeto hegemónico, por antonomasia, es ya una crisis de hegemonía.

371
Martins, “La crisis del sistema-mundo capitalista”, 67.

[157]
Lo sucedido en la década de los setenta claramente apuntó hacia una pérdida del liderazgo
estadounidense en el ámbito económico, que en la década de los noventa sería solventada
con la implementación del neoliberalismo. Dicha medida de recomposición cumpliría su
objetivo, la economía estadounidense se recuperaría, no obstante, en el año 2001 la
restructuración indicaría signos de agotamiento, se produciría una crisis de
sobreacumulación que desencadenaría en el estallido de la burbuja financiera de las
empresas puntocom la cual, en respuesta, alentaría la inversión en los mercados
inmobiliarios y con ello la conformación de una nueva esfera de la especulación: la burbuja
inmobiliaria que vendría a colapsar en 2008.

En el contexto de la globalización y el triunfo neoliberal se evocaba la noción del fin de la


historia y el surgimiento de un mundo, que interrelacionado e interdependiente y altamente
competitivo, sólo podría albergar un orden multipolar. La agudización de la competencia
intercapitalista y los evidentes signos de deterioro de la economía estadounidense parecían
confirmar tales apreciaciones, y aún cuando en apariencia esta consideración era irrebatible,
lo sucedido sólo estaba ocurriendo en el ámbito de la competencia por la hegemonía
económica, en el perímetro de la reproducción no estaban aconteciendo cambios
significativos. Así, pese al surgimiento de algunos cuestionamientos hacia la modernidad
capitalista, su “pérdida de terreno” no fue un tema de discusión como sí lo era la crisis de
hegemonía estadounidense a la que se le identificó como un debilitamiento de su capacidad
económica.

El esencialismo contenido en las interpretaciones economicistas de la hegemonía, estarían


omitiendo su multidimensionalidad. Ahora bien, reconociendo que ese declive relativo se
suscita a partir de un debilitamiento de las capacidades económicas de sujeto hegemónico
conlleva al planteamiento de otra interrogante: ¿Qué tan profunda fue la pérdida de
liderazgo económico ante la competencia intercapitalista y su agudización en la fase
neoliberal? Aquello que es concebido como una crisis de hegemonía, de acuerdo con
Martins, sólo serían expresiones de la fase contractiva de un ciclo hegemónico 372. Ante la
pérdida de su liderazgo productivo y comercial el sujeto hegemónico intenta sostenerse
como tal a través de una medida de recomposición, en la cual la universalización de su

372
Ibídem, 67.

[158]
cosmovisión e ideología, así como el uso del dólar serían aspectos clave. Covarrubias,
analizando los signos de debilidad o fortaleza de la hegemonía estadounidense, se pregunta
sobre el modo en que la economía norteamericana ha podido mantener un déficit constante
durante un largo periodo de tiempo, e incluso sostiene que la revisión de esta circunstancia
más que apuntar a un evidente signo de declive quizá sea signo de su fortaleza. Así,
Covarrubias ha detectado que la posición privilegiada del dólar posibilita la captación de
financiamiento externo -proveniente de economías superavitarias que deben su saldo
positivo a la colocación de sus productos en el mercado estadounidense- necesario para
financiar los saldos deficitarios que aquejan a la economía norteamericana desde hace ya
varias décadas -con ello se crea una dependencia mutua que busca mantener el
desequilibrio-. Este hallazgo parece confirmar lo dicho por Martins.

Si bien el aprovechamiento del papel dominante del dólar es fundamental, también como
parte de la explicación se analiza el papel que juega el incremento del PIB, pues bajo el
supuesto de que “mientras más rápido aumente (…), el pago futuro de los intereses y (…)
de la deuda que se ha adquirido, será una menor carga con relación al tamaño de la
economía y se afectarán menos (…) el consumo y la inversión” 373 se estaría garantizado el
desarrollo de capacidades productivas que permitirían efectuar el pago de la deuda.

Ya en el apartado respectivo, se hizo alusión al proyecto de recomposición hegemónica


comenzado en los años ochenta y que sería el responsable de los felices noventa. El ajuste
espacial contenido en la implementación neoliberal permitiría fortalecer las debilitadas
capacidades económicas de Estados Unidos. Por ejemplo, pese a que la productividad de
las empresas estadounidenses, la cual había sido superior desde 1960, disminuyó
significativamente en la mitad de los años setenta abriendo incluso una brecha considerable
respecto a la productividad de sus homólogas alemanas y japonesas; desde 1989 la brecha
se cerraría, de hecho, el nivel de productividad de las empresas norteamericanas sería
ligeramente superior a la productividad de las corporaciones alemanas y japonesas. Ahora
bien, es cierto que lo acontecido en 1970 derivó en una disminución del PIB de la economía
norteamericana, sin embargo partir de 1983 se produciría un crecimiento constante. Y

373
Cavarrubias, “El desequilibrio externo de Estados Unidos”, 93.

[159]
aunque la inflación sería volátil también registraría valores inferiores a los reportados por
otras economías industriales.

Precisamente es esta recuperación económica, lograda a través del endeudamiento, la que


queda fuera de toda consideración de quienes afirman que durante la década de los setenta
se suscitaría una crisis de la hegemonía estadounidense. Aunque el inicio de la
globalización sólo haría más acuciada la rivalidad, ésta también brindaría grandes
oportunidades para la restructuración de la economía norteamericana, y aunque la
agudización de la competencia intercapitalista ha hecho pensar en el debilitamiento
económico de Estados Unidos y el fortalecimiento de otros actores en una dinámica de
suma cero, es necesario tener cuidado cuando se recurre a los distintos indicadores que
pudiesen dar cuenta o no ello.

Pero entonces, ¿cómo interpretar este complejo escenario, ocurre o no una crisis de la
hegemonía estadounidense? Es evidente que ésta muestra algunos signos de debilitamiento,
la situación del sujeto hegemónico no es la misma que hace ya varias décadas, pero ello no
implica que lo que acontece revele una crisis general de la hegemonía norteamericana, esos
signos de debilidad que en ocasiones manifiestan su fortaleza sólo se están expresando
como un declive relativo, e incluso, las apreciaciones sobre la pérdida de liderazgo
económico han sido quizá muy engañosas -su análisis requiere de una revisión detallada-,
los aportes de Martins y Covarrubias lo demuestran. Se ha perdido de vista la forma en que
el sujeto hegemónico se ha readaptado a los cambios mediante estrategias de recomposición
hegemónica, es cierto que el escenario se ha transformado, pero con él también se han
modificado las estrategias del sujeto hegemónico, ha encontrado en esos aparentes signos
de decadencia oportunidades para mantener su calidad hegemónica. Así:

La larga expansión económica de Estados Unidos durante los años noventa planteó
un cambio importante en las percepciones sobre la hegemonía. La idea del “declive”
de la hegemonía estadounidense cedió el paso a la constatación de un renovado vigor
de la economía y de las grandes corporaciones de Estados Unidos, factor reforzado y

[160]
alimentado por el liderazgo militar y político del estado de ese país en la escena
mundial. 374

Precisamente, contrario a lo que podría suponerse, la tasa de ganancia de las empresas


estadounidenses ha aumentado. De acuerdo con Orlando Caputo, desde mediados de los
años ochenta las ganancias han tenido un incremento extraordinario -salvo algunas
disminuciones por las crisis financieras de 2001 y 2007 y que aún así registraron valores
elevados-. Cabe señalar que el crecimiento de las ganancias de las empresas de Estados
Unidos en otros países ha crecido mucho más que las ganancias en el interior de sus
fronteras (Ver Gráfica 11).

Gráfica 11. Ganancias de las empresas estadounidenses, en EE.UU. y en otros países


(miles de millones de dólares).

Fuente. Orlando Caputo Leiva, “Crítica a la interpretación financiera de la crisis” en Estados Unidos: la crisis
sistémica, 95.

Si bien los indicadores previamente aludidos son ilustrativos, en conformidad con la


propuesta de Ceceña y Barreda, en el análisis sobre hegemonía económica se debe
considerar los elementos estratégicos sobre los que ésta construye. Así, se revisará
brevemente lo que acontece respecto a: a) la superioridad tecnológica asociada a las
industrias de la informática y las telecomunicaciones y b) la industria petrolera y minera en
tanto actividades extractivas de recursos estratégicos objetivados por el patrón
tecnoeconómico actual.

374
Raúl Ornelas, “Las empresas transnacionales y el liderazgo económico mundial Balance y perspectivas”,
La Guerra infinita Hegemonía y terror mundial (Argentina, Buenos Aires: CLACSO, 2002), 104.

[161]
En la década de los noventa la incorporación de la ola de innovaciones tecnológicas
-asociadas a la industria de la informática y las telecomunicaciones- hizo posible
incrementar la competitividad de las empresas estadounidenses y mejorar su
posicionamiento respecto a las competidoras, incluso en esa misma década Estados Unidos
concentraría 12 de las principales 20 empresas productoras de tecnología (Ver Tabla 4). Si
bien el estallido de la burbuja especulativa de las empresas puntocom en 2001 cuestionaría
la superioridad tecnológica del sujeto hegemónico, a partir de ese suceso se iniciaría un
nuevo impulso en la industria de la alta tecnología, incluso, para el año 2011 el listado
sobre las principales compañías de tecnología de Forbes Global 2000 revelaría nuevamente
la superioridad tecnológica del sujeto hegemónico, pues de las 15 empresas enlistadas, 10
serían estadounidenses (Ver Tabla 5).

Tabla 4. Principales empresas de alta tecnología, 1995.

Empresa País Empresa País

IBM EE.UU. Apple EE.UU.


Fujitsu Japón Siemens Nixdorf Alemania
Hewlett-Packard EE.UU. Seagate Tecnology EE.UU.
NEC Japón Microsoft EE.UU.
Hitachi Japón Matsushita Japón
Compaq computer EE.UU. Sun Microsystems EE.UU.
Digital Equipment EE.UU. Unisys EE.UU.
Electronic Data Systems EE.UU. Olivetti Italia
AT & T EE.UU. Acer EE.UU.
Toshiba Japón Canon Japón
Fuente. Elaboración propia con información de Ana Esther Ceceña, “Proceso de automatización y creación de
los equivalentes generales tecnológicos”, en La tecnología como instrumento de poder por Ana Esther Ceceña
(coord.), (México, Ciudad de México: UNAM-IIEC- El Caballito), 48.

[162]
Tabla 5. Principales empresas de alta tecnología, 2011.

Posición Empresa País Actividad dentro de la


Industria Tecnológica
1 Apple EU Hardware y Equipo
2 Samsung Corea del Sur Semiconductores
3 IBM EU Software y Servicios
4 Microsoft EU Software y Servicios
5 Hewlett-Packard EU Hardware y Equipo
6 Intel EU Semiconductores
7 Cisco Systems EU Hardware y Equipo
8 Google EU Software y Servicios
9 Oracle EU Software y Servicios
10 Hitachi Japón Hardware y Equipo
11 Hon Hai Precision Taiwan Hardware y Equipo
12 Dell EU Hardware
13 Toshiba Japon Hardware y Equipo
14 Qualcomm EU Hardware y Equipo
15 Panasonic Japon Hardware y Equipo
Fuente. Elaboración propia con información de Forbes Global 2000, The World's Biggest Technology
companies, acceso 10 de febrero de 2018, https://www.forbes.com/pictures/eggh45kjh/2-ibm/#669dc15dc691

Por supuesto que en los listados aparecen otros actores -Corea del Sur, Japón y Taiwán-,
no obstante, el sujeto hegemónico es el único que disponen de empresas en las tres ramas
más importantes dentro de la industria de la tecnología de punta. En una revisión más
detallada sobre lo que acontece al interior de dicha industria, en los tres rubros analizados
se detectan empresas ancladas en Taiwán, Corea del Sur, China y Alemania, sin embargo,
el sujeto hegemónico es el único que dispone de 22 corporaciones enlistadas y en cada uno
de los tres rubros supera a los actores restantes; quienes de forma individual concentran en
el mejor de los casos ocho empresas (Ver Tabla 6 y Tabla 8).

[163]
Tabla 6. Principales empresas de alta tecnología por rubro 2017.

Sowftware Semiconductores Hardware


Empresa País Empresa País Empresa País
1 Microsoft EE.UU 1 Samsung Corea del 1 Apple EE.UU
Electronics Sur
2 Oracle EE.UU 2 Intel EE.UU 2 Hewlett Packard EE.UU
Enterprise
3 SAP Alemania 3 Taiwan Taiwan 3 HP EE.UU
Semiconductor
4 VMware EE.UU 4 Qualcomm EE.UU 4 Fujitsu Japon
5 Adobe EE.UU 5 SK Hynix Corea del 5 Dell Technologies EE.UU
Systems Sur
6 Adobe EE.UU 6 Texas EE.UU 6 Legend Holding China
Systems Instruments
7 Symantec EE.UU 7 Micron EE.UU 7 Lenovo Group Hong
Technology Kong
8 Salesforce.com EE.UU 8 Appled Materials EE.UU 8 Quanta Computer Taiwan
9 HCL India 9 ASML Holding Paises 9 Asustek Computer Taiwan
Technologies Bajos
10 Fiserv EE.UU 10 Broadcom Singapure 10 Focus Media China
Information
Technology
11 Intuit EE.UU 11 NVIDIA EE.UU 11 Compal Electronics Taiwan
12 Amadeus IT España 12 NXP Paises 12 Wistrom Taiwan
Group Semiconductores Bajos
13 CDW EE.UU 13 Lam Research EE.UU 13 Invected Taiwan
14 CA EE.UU 14 Infineon Alemania 14 Innolux Taiwan
Technologies
15 Check Point Israel 15 Mediatek Taiwan 15 China Great Wall China
Software Computer
Fuente. Elaboración propia con información de Forbes Global 2000, The World’s Biggest Public Companies,
acceso 10 de febrero de 2018, https://www.forbes.com/global2000/list/

[164]
Tabla 7. Concentración de las principales empresas de alta tecnología por país de
origen y rubro.

País Software y Semiconductores Computer Total


Programación Hardware
Alemania 1 1 0 2
China - - 3 3
Corea del sur - 2 - 2
España 1 - - 1
EU 11 7 4 22
Hong Kong - - 1 1
India 1 - - 1
Israel 1 - - 1
Japón - - 1 1
Paises Bajos - 2 - 2
Singapure - 1 - 1
Taiwan - 2 6 8
Total 15 15 15 45

Fuente. Ídem

Evidentemente estas comparaciones pese a lo descriptivas que resultan ser, son una
expresión de la preeminencia tecnológica del sujeto hegemónico. El hecho de que haya
empresas taiwanesas, japonesas, chinas o surcoreanas dentro de las corporaciones más
importantes en la industria de la alta tecnología no significa que la presencia de las
empresas estadounidenses sea irrelevante, los datos contribuyen a demostrar y/o confirmar
el declive relativo de la hegemonía estadounidense y contradicen la noción de un hegemón
decadente. Indiscutiblemente como consecuencia directa de la competencia intercapitalista
incrementada han surgido nuevos centros de poder económico que pretenden un mejor
posicionamiento en el sistema-mundo mediante la mejora de sus capacidades y de sus
intentos por hacerse del desarrollo, control o gestión de los elementos de la producción
estratégica; empero tal situación no ha derivado en que el sujeto hegemónico haya dejado
de serlo; de hecho tal y como lo corroboran los datos goza aún de la superioridad
tecnológica en las industrias clave del paradigma, y justo es esa superioridad la que

[165]
coadyuva en el ejercicio de la hegemonía económica. Por supuesto que en el escenario hay
otros actores que contienden por ejercer ese liderazgo; no obstante, a la fecha el sujeto
hegemónico no ha sido desplazado de ese rol gracias a esas medidas de reestructuración
hegemónica que ha emprendido pertinentemente.

En lo que atañe a la industria petrolera y minera, en el mismo ranking de Forbes Global


2000 se enlistan 83 corporaciones petroleras ancladas en 27 países; de las cuales 25 ubican
la matriz de sus operaciones en EE.UU. La situación es distinta en la industria minera, ya
que de las 38 principales empresas sólo 2 son estadounidenses mientras que 8 son de origen
chino (Ver Tabla 8). La lectura más esencial de estas cifras apunta hacia una competencia
intercapitalista más acuciada en la industria minera, la cual se ha resuelto a favor de
corporaciones no norteamericanas. Caso contrario ocurre en el sector energético de los
combustibles fósiles, si bien en el listado destacan corporaciones japonesas, canadienses o
británicas son las empresas estadounidenses quienes se encuentran mejor posicionadas
respecto a las competidoras.

Tabla 8. Concentración de las principales empresas mineras y de combustible fósiles.

Combustibles fósiles Minería


País No. País No. País No. País No.
Argentina 1 Grecia 1 Alemania 1 India 1
Australia 2 Hong Kong 2 Arabia 1 Japón 4
Saudita
Austria 1 Hungria 1 Australia 3 México 3
Brasil 2 India 5 Bélgica 1 Reino 4
Unido
Canadá 8 Italia 2 Canadá 4 Rusia 2
China 3 Japon 5 China 8 Suecia 1
Colombia 1 Noruega 1 Corea del 2 Suiza 1
Sur
Corea del Sur 4 Paises Bajos 1 EE.UU. 2
Dinamarca 1 Polonia 2
España 1 Portugal 1
Estados Unidos 25 Reino Unido 1
Filipinas 1 Rusia 6
Finlandia 1 Tailandia 2
Francia 1 Taiwan 1
Fuente. Ídem

[166]
Para complementar la explicación resulta conveniente retomar la interpretación que al
respecto realiza Walden Bello. De acuerdo con él, la hegemonía estadounidense está siendo
minada por tres crisis: a) la de sobreacumulación, b) la de sobreextensión y c) la de
legitimidad. Bello sostiene que en la globalización, a causa de la exacerbación de las
contradicciones del capitalismo, la crisis de sobreacumulación se reveló especialmente
severa en las principales economías 375 -quedando de manifiesto que no era una fase
superior del capitalismo sino una respuesta ante las contradicciones del capitalismo, las
cuales sólo agravó-. En consecuencia con el estallido de las burbujas financieras, no sólo se
reconoció su estancamiento, sino que se inicio la puesta en marcha hacia atrás -en realidad
aunque el discurso de la globalización promovía la integración global, la práctica estaba
guiada por un escepticismo 376 que se debatía en la alternancia entre proteccionismo y libre
mercado-. Este suceso se traslapó con los efectos negativos de la sobreextensión; la brecha
creciente entre el objetivo imperial y el alcance imperial -siendo el ejemplo más notable la
presencia empantanada de Estados unidos en Irak-; quebrantó su posición estratégica
global377. Ambas situaciones mermaron la legitimidad de los organismos internacionales,
en tanto que fueron concebidas como las instancias desde las cuales se orquestaba la
expansión planetaria del capitalismo neoliberal y se otorgaban los cuantiosos rescates
financieros. Además, desde el momento en que el sujeto hegemónico utilizó a dichas
instancias como espacios instrumentales para el logro de sus intereses socavó la
credibilidad, legitimidad y funcionamiento de los mismos como instituciones globales 378. A
este quebrantamiento de la legitimidad se anexó la crisis de la democracia liberal estilo
americano promovida por la tercera ola privatizadora, que en retrospectiva fue comprendida

375
Walden Bello, “La coyuntura capitalista: sobreacumulación, crisis financieras y la retirada de la
globalización”, en Casus belli: cómo los Estados Unidos venden la guerra por Achin Vanaik (ed.) (EE.UU.,
Massachusetts: Interlink Publishing Group, 2007), 37.
376
David Held y Anthony McGrew definen a esta etapa como “una intensificación de los vínculos entre
distintas economías nacionales (…) [en que] la internacionalización complementa pero no sustituye la
organización y regulación eminentemente nacional de la actividad económica y financiera contemporánea,
llevada a cabo por entidades públicas y privadas locales o nacionales” (en Walden Bello, “La coyuntura
capitalista”, 34.)
377
Walden Bello. “La crisis global de la legitimidad de la democracia liberal”, en La globalización y el
Consenso de Washington: sus influencias sobre la democracia y
el desarrollo en el sur por Gladys Lechini (comp.) (Buenos Aires: CLACSO, 2008), 139.
378
Ibídem, 140.

[167]
como una cortina de humo que enmascaró la creación de mercados libres para las
corporaciones norteamericanas379.

Ya se ha aclarado que el escenario actual para el sujeto hegemónico no es el mismo que el


de la década de los sesenta. Precisamente la noción de declive relativo de la hegemonía
estadounidense invita a tener en consideración que el sujeto hegemónico si bien ha
mostrado signos de debilidad, justo en y por esas circunstancias las estrategias de
recomposición cobran sentido, pues mediante ellas se ha sorteado o quizá aplazado en el
tiempo lo que en distintos momentos avecina una crisis generalizada de su rol hegemónico.
El sujeto hegemónico es consciente de los cambios que han ocurrido desde la década de los
setenta, ha hecho frente a los desafíos que el mundo le representa, y en ese ejercicio ha
encontrado y aprovechado el carácter usualmente complejo y contradictorio de las
circunstancias para reestructurar sus capacidades y continuar con su rol de sujeto
hegemónico.

2.3.2. Surgimiento y/o resurgimiento de nuevos centros de poder


económico: profundización de la competencia intercapitalista

Bajo el supuesto convencional de que el declive de sujeto hegemónico coincide y es


producto del ascenso de una o varias potencias que dada la profunda competencia
intercapitalista contienden por ejercer la hegemonía económica en tanto vía de acceso
hacia la hegemonía global, resulta obligatorio prestar atención a ello. Antes de reflexionar
sobre quiénes son estos actores, será necesario realizar varias precisiones. Inherentemente
la expansión del neoliberalismo supondría una agudización de la competencia
intercapitalista. Ante tal escenario, se pensaría que los nuevos centros de poder económico
tendrían la capacidad de transformar el orden establecido. Incluso éstos pronto serían
catalogados como “potencias intermedias” o “potencias emergentes” 380 según el caso.
Precisamente las interpretaciones que afirmaban la configuración de un mundo multipolar
o la transición hegemónica eran compatibles con la noción de un sujeto hegemónico
decadente que sólo era testigo de la irrupción en la escena de varios actores que por su

379
Ibídem, 141.
380
Juan Tokatlian, India, Brasil y Sudáfrica: el impacto de las nuevas potencias regionales (Argentina:
Zorzal, 2007), 192.

[168]
importancia regional compartirían el rol hegemónico o bien rivalizarían por sustituir a la
hegemonía estadounidense erigiéndose como el nuevo sujeto hegemónico ¿Cuáles son
estos actores? Hace algunas décadas se hablaba de Europa (Alemania) y Japón -a quienes
se les consideraba como potencias intermedias- y más recientemente de los BRICS 381 y el
Sudeste Asiático en especial China-. Cabe aclarar que cuando se hace referencia a estos
actores, se alude a las empresas ancladas en determinados Estados que utilizan dicha figura
estatal en virtud de sus propios intereses -Estado corporativo- y que buscan influir en la
determinación del modo en que debe efectuarse la incesante acumulación de capital.

Evidentemente será necesario realizar una oportuna delimitación, la atención ya no se


centra en las potencias intermedias sino en una de las potencias emergentes: China, a quién
por su rápido crecimiento recientemente se le ha considerado como el futuro sucesor de la
hegemonía norteamericana. Se ha dicho mucho al respecto y seguramente aún hace falta
mucho que sumar a la discusión sobre el rol que China ejerce en el ahora y su papel
potencial en el futuro, no obstante, en conformidad con la noción del declive relativo de la
hegemonía estadounidensese se aclara que en esta presente investigación, a China se le
considerará como un competidor estratégico que, motivado por su rápido crecimiento
busca contender por la hegemonía económica, toda vez que es considerada como la
“principal potencia económica y militar que puede desafiar la hegemonía de Estados
Unidos”382 .

Ahora bien, ¿por qué China es perfilada como tal?, ¿qué hace de China la principal
potencia económica capaz de desafiar a la hegemonía estadounidense? El PIB de China
desde el año 2010 ha sido el segundo más elevado llegando a registrar para el año 2016
11 billones de dólares, superando el reportado por Alemania y Japón, de continuar con esa
tendencia de crecimiento en el futuro podría superar el PIB estadounidense. Si bien es
cierto que China ha registrado un súbito crecimiento económico mayor por varios puntos
porcentuales que cualquier otra economía -por ejemplo en 2007 pese al estallido de la crisis
fue del 14%, en 2010 reporto un 10% anual y para 2016 alcanzo los 7 puntos porcentuales-,

381
Acrónimo utilizado para definir a un grupo de economías emergentes conformado en 2009 por Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica.
382
Ornelas , “Las empresas transnacionales”, 98.

[169]
es necesario revisar bajo qué se sustenta dicha tendencia y cuáles son los desafíos que
pudiesen en el futuro obstaculizar tal crecimiento.

El crecimiento económico chino se sustenta principalmente en procesos productivos cuya


competitividad depende de la sobrexplotación de mano de obra de bajo costo (no se eleva la
composición-valor del capital) haciendo que la acumulación dependa más de la obtención
de plusvalía absoluta y no de la relativa sustentada en el aumento de la capacidad
productiva del trabajo -capitalismo dependiente (incluso se habla de la
“latinoamericanización” de China)-383. Es cierto que China se ha convertido en un
importante exportador -siendo su principal mercado el estadounidense, aunque también
destaca el crecimiento de las importaciones chinas en los países de la región- y productor
industrial, no obstante, este hecho igualmente expresa que la realización de la producción
no depende de la capacidad interna de su propio consumo sino del consumo exterior -pese a
que una gran mayoría de la población china ha incrementado su capacidad adquisitiva aún
la pobreza persiste lo que impide completar el círculo entre producción y consumo al
interior de sus fronteras; de ahí que la producción industrial de China se oriente hacia los
mercados globales, y no nacionales, afectados por el lento crecimiento384-; tal situación
fomenta una relación de dependencia que en el futuro próximo puede representar un gran
desafío, la sobrecapacidad china bien pudiera derivar en una crisis de sobreacumulación
que obstaculice la acumulación incesante de capital, frene su crecimiento y rememore lo
ocurrido a las economías desarrolladas durante la década de los setenta.

Además, justo por las atractivas ventajas competitivas que ofrece, China -a través de Hong
Kong- también se ha convertido en el segundo receptor más importante de inversión
extranjera directa, situándose por debajo de EE.UU. y uno de los principales inversores en
el mundo especialmente en EE.UU. y si bien ello pudiera parecer un hecho positivo
también evidencia otra vía de dependencia de China respecto a los capitales extranjeros.

La relación de mutua dependencia entre EE.UU. y China se corrobora una vez más ahora
en el ámbito financiero. China, junto a Japón, Taiwán y otros bancos centrales asiáticos,

383
El crecimiento chino rememora los milagros latinoamericanos bajo los cuales se consolidó la dependencia
latinoamericana.
384
Bello,“La coyuntura capitalista”, 40.

[170]
financian a través de préstamos la deuda estadounidense; no obstante, dicha situación no
representa una condición de vulnerabilidad para Estados Unidos, el dinamismo económico
chino es rehén de la política presupuestaria y monetaria de Estados Unidos 385. Y aún
cuando en China se albergue la mayor reserva de dólares, no se torna sólo en una debilidad
para el sujeto hegemónico, también pudiera desencadenar, dada la relación simbiótica entre
ambos, en una situación delicada para China, que si bien desea diversificar la composición
de sus reservas no desea un debilitamiento del dólar en favor del yuan pues lógicamente
perjudicaría sus propias reservas.

Asimismo el constante crecimiento económico chino también ha planteado un aumento en


la dependencia respecto a fuentes externas que le permitan cubrir su demanda en recursos
energéticos, lo que a su vez ha desencadenado tensiones con el sujeto hegemónico y ha
contribuido al incremento de los precios dichos recursos. Y aunque dispone de numerosos
recursos minerales para satisfacer su consumo, también requiere emplear tecnología
especializada, la cual obtiene a través de las importaciones provenientes de Estados Unidos.
Desde luego que hay varios aspectos positivos que pudiesen confirmar las interpretaciones
que conciben a China como el principal retador de la hegemonía norteamericana; no
obstante, se debe tener en consideración que el ciclo del capital chino es altamente
dependiente; lo que pudiese representar grandes obstáculos para sus pretensiones y que
incluso frenen sus aspiraciones hegemónicas. Parafraseando lo dicho por Orlando Caputo si
algo es innegable es que cada vez resulta más evidente la dependencia del capitalismo
mundial respecto a China, pero también la dependencia de China respecto al capitalismo
mundial386, justo por tales razones los vínculos entre el “retador” y el resto del mundo en
especial con el sujeto hegemónico son asuntos que urge tratar para evitar caer en
simplismos que den por sentado que sólo será cuestión de tiempo para que la transición
hegemónica se lleve a cabo.

Ya Ceceña y Barreda han establecido que la superioridad tecnológica constituye la esencia


de la hegemonía económica. De acuerdo con el listado de Forbes Global 2000, China sólo

385
David Harvey, Breve historia del neoliberalismo (España, Madrid: Akal, 2007), 149,
https://teoriaeconomicatercersemestreri.files.wordpress.com/2012/09/breve-historia-del-neoliberalismo-de-
david-harvey1.pdf
386
Orlando Caputo, Estados Unidos y China: ¿locomotoras en la recuperación y en las crisis cíclicas de la
economía mundial?, http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/caputoo/caputolo0020.pdf, 8

[171]
dispone de tres empresas importantes en dicho sector, e incluso las empresas taiwanesas se
encuentran mejor posicionadas. Así, pese al esfuerzo de las empresas chinas por desarrollar
este sector y mejorar la competitividad de sus empresas no está plenamente retando la
superioridad tecnológica del sujeto hegemónico. Precisamente el surgimiento de un sector
propio dedicado a la alta tecnología en China y su perfilamiento como una ubicación cada
vez más atractiva para la investigación y las actividades de este sector responde a su
pretensión de desarrollar dicha capacidad; de ahí que por ahora sea inadecuado hablar de
una pérdida del liderazgo económico estadounidense en favor de China pues, pese a que su
crecimiento económico resulta asombroso, no debe olvidarse que el ejercicio de la
hegemonía económica se funda sobre el control de los elementos estratégicos que hacen
posible detentar la superioridad tecnológica que constituye el espacio de valorización a
partir del cual se efectúa la acumulación de capital.

El hecho de que la acumulación de capital en China se genere principalmente a partir de la


obtención de plusvalía absoluta y no relativa pareciera ir en contra con la esencia de la
hegemonía económica; justo por la gran complejidad que caracteriza a la escena
internacional la lectura de la misma debe ser entre líneas. Pues si bien la hegemonía
económica norteamericana es patente, también lo son las aspiraciones hegemónicas de
China y sus intentos por desarrollar, controlar y gestionar en un futuro próximo los
elementos estratégicos que la hacen posible.

2.3.3. El declive relativo del sujeto hegemónico: ¿hacia un orden


multipolar, polar o no polar?

El triunfo del neoliberalismo y la globalización hizo pensar en un mundo altamente


interrelacionado, interdependiente, convergente en objetivos y metas y en donde la
cooperación sería indispensable. Justo en ese contexto los signos de debilitamiento de la
hegemonía estadounidense se interpretaban como el camino hacia el fin del orden unipolar
y la inauguración de uno multipolar -aparición de varios polos dominantes- producto del
ascenso de nuevos actores, siendo estos independientes o asociados mediante alianzas
contenidas en procesos de integración económica. La aparente multipolaridad parecía
confirmar la decadencia de un ciclo hegemónico -desde la teoría del ciclo hegemónico la

[172]
multipolaridad se presenta como un estadio previo a la transición-. Sin embargo, en
retrospectiva, más allá de haber sido testigos de un nuevo orden el escenario expresó un
proceso de transición387¿Hacia dónde se estaría direccionando?, ¿hacia un cambio de
modalidad o un cambio estructural? El curso y complejidad de los hechos impiden dar
respuesta concreta a esta pregunta, sea cual sea esa dirección lo cierto es que el ahora
mucho dista de ser como el pasado y sin embargo aún hay rasgos esenciales. Si bien el
sujeto hegemónico muestra signos de debilidad, no significa que sea un sujeto hegemónico
completamente decadente ni mucho menos que el reemplazo esté próximo o que incluso se
avecine el fin de la unipolaridad, de hecho a diferencia de lo acontecido en otros ciclos
hegemónicos el interrelacionamiento favorecido por el modelo neoliberal ha forjado
relaciones de compleja y acuciada dependencia mutua entre los retadores y el sujeto
hegemónico que desde ya plantean dificultades enormes para un cambio en la modalidad
del sistema, si es que éste se llevase a cabo.

Como bien se hizo alusión en el primer capítulo la instauración de una hegemonía implica
el establecimiento de un orden. En ese sentido, en correspondencia con la noción del
declive relativo de la hegemonía estadounidense, es oportuno tener en cuenta que pese a los
cambios en la escena internacional, no se ha producido una ruptura del orden impuesto,
aunque en la escena hayan irrumpido nuevos actores es arriesgado afirmar que su irrupción
se corresponde con ese momento multipolar que precede o anuncia el fin de una
hegemonía.

Con el incumplimiento de las promesas de la globalización subyacería una crisis de


legitimidad del supuesto nuevo orden multilateral que debía acompañar a la que se
consideraba una fase superior del capitalismo. En ese contexto las instituciones, que en el
discurso habían sido creadas como un espacio para ejercer una dirección multilateral, sólo
se pronunciaron como una instancia utilizada para los fines de una clase dirigente cuyo
actuar parecía debatirse ambiguamente entre el libre mercado y el keynesianismo -que
irónicamente en la retórica oficial sería combatido por el proyecto neoliberal-. Los efectos
negativos que la adopción de la globalización -recomendada por las instituciones
“multilaterales”- había traído consigo no sólo sepultó la confianza depositada en ellas, sino

387
Theotonio Dos Santos, “La globalización, el futuro”, en Estados Unidos: la crisis sistémica, 43.

[173]
que también enterró la multilateralidad. Tampoco estamos frente a un orden no polar -hay
quienes sostienen que el proyecto de la globalización desencadenaría la conformación de un
orden basado en la cooperación aniquilando la existencia de un actor dominante-. Ya en el
capítulo primero se hacía mención de la condición necesaria de un sujeto hegemónico que
vela por el funcionamiento de la economía-mundo capitalista, bajo esa consideración sería
impensable que ésta última pudiera existir en un orden sin hegemón. La profunda
competencia intercapitalista es incompatible con la noción de una hegemonía compartida -
precisamente el móvil de la rivalidad se corresponde con una disputa por tal-.

Pero si no hay una ruptura del orden impuesto y además es un momento de transición,
¿cómo interpretar semejantes circunstancias? De acuerdo con Walden Bello, la
globalización se caracteriza como una “competencia inestable” que genera tensiones
crecientes y en donde el sujeto hegemónico está cada vez más preocupado por acaparar
tantos beneficios con relación al resto de las potencias capitalistas 388. La competencia, y no
la aparente complementariedad promovida por el discurso de la globalización, rigen las
relaciones entre los actores. La conformación de una economía mundial -en tanto respuesta
a la crisis de sobreacumulación manifiesta en la década de los setenta- hizo más acuciadas
las contradicciones; no obstante, a diferencia de las décadas pasadas éstas se reproducirían
globalmente constriñendo el orbe, se expresarían en una dinámica global sumamente
compleja -quizá un expresión de dicha complejidad sería que el ansiado crecimiento
económico en algún sitio del planeta sería logrado gracias a su contraparte y el
endeudamiento en otro-. Siendo ésta la situación, se comprende que evidentemente el
margen de acción del sujeto hegemónico también depende de sus complejas interrelaciones
con los retadores. Ahora bien, pese al declive relativo de la hegemonía estadounidense y la
emergencia de nuevos actores es necesario tener en cuenta que “casi nada puede hacerse sin
EE.UU., pero EE.UU. ya no puede hacerlo todo solo” 389. De este modo, pese a los intereses
divergentes entre EE.UU. y China, su relación simbiótica sirve como una especie de camisa
de fuerza que asiste en el mantenimiento del rol hegemónico y la cualidad de potencia
emergente, respectivamente; de ahí que las preguntas a plantear sean: ¿Se avecina un

388
Bello, “La coyuntura capitalista”, 13.
389
Vicente Palacio de Oteyza, “Estados Unidos frente a los BRIC”, en Las potencias emergentes hoy: hacia
un nuevo orden mundial por Instituto Español Estudios Estratégicos, 222,
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_151_PotenciasEmergentesHoy.pdf

[174]
cambio en la modalidad o sólo es la fase contractiva de un ciclo hegemónico que bien
podría recapitular lo sucedido en la década de los setenta?, ¿cómo EE.UU. conducirá su
relación con China en tanto competidor estratégico?, ¿cómo China podría detentar la
hegemonía global en el largo plazo si el crecimiento económico basado en un modelo
exportador que lo avala como candidato a hegemón ha sido posible gracias al mercado
estadounidense; situación que a su vez contribuye al mantenimiento de la preeminencia del
dólar -signo de fortaleza del sujeto hegemónico-?

Frente a este complejo escenario, el sujeto hegemónico necesita construir un campo de


batalla adecuado para sí, un campo que le permita librar “exitosamente” los desafíos que
“injustamente” se le presentan. En alusión a esto, Ceceña afirma lo siguiente:

Cómo se construye un campo de batalla favorable es una de las preguntas guía de los
estrategas estadounidenses, que evidentemente no surgió con el 11 de septiembre.
Uno de los tópicos permanentes en las esferas empresariales, políticas, militares y
culturales es el de lograr entornos “amigables”, “favorables a los intereses de Estados
Unidos”. Sea que correspondan a una internalización, voluntaria o no, del american
way of life and thinking; sea que consistan en normatividades permisivas para la
entrada de capitales estadounidenses en terrenos estratégicos o de rentabilidad
atractiva, o bien en normatividades restrictivas para garantizarles condiciones de
monopolio relativo o absoluto, o en la creación de mercados protegidos, dirigidos o
desprotegidos -según sea el caso-, que garanticen la supremacía estadounidense y la
adopción generalizada de sus modos de funcionamiento.390

Siendo este el contexto, para el sujeto hegemónico la amenaza ha dejado de ser el líder de
un bloque contrario, ahora el enemigo -real o potencial/convencional (centros de poder
económico) o no convencional (movimientos de resistencia)- es el resto del mundo, podría
ser cualquiera que sea hostil al american way of life and thinking y cuyos intereses
contravengan los propios. Evidentemente, el terreno de la confronta ha mutado, las
amenazas son múltiples, algunas emanan de la competencia intercapitalista -cuyo actuar es
previsible- otras de los confines excluidos; de ahí que el sujeto hegemónico para
mantenerse como tal, deba emprender diversas estrategias.
390
Ceceña, “Estrategias de construcción”, 23.

[175]
Capítulo 3

¿América Latina como reserva


estratégica?: implicaciones
geopolíticas

[176]
3.1 Los recursos estratégicos del paradigma
tecnoeconómico actual y el paisaje de conflictividad
inherente

3.1.1 La objetivación de los recursos estratégicos: los minerales y el


petróleo como elementos vitales

A lo largo de la presente investigación se ha enfatizado el papel determinante del


paradigma tecnoeconómico en la objetivación de los recursos estratégicos, incluso
brevemente se explicó el proceso de transición del paradigma fordista-keynesianista al
paradigma de acumulación flexible. Ahora en este punto de la discusión la atención se
dirigirá hacia la identificación concreta de los recursos estratégicos para el paradigma
vigente, tomando en consideración la teorización contenida en el primer capítulo.

Aunque el paradigma de acumulación flexible surge y se corresponde con la era de la


informática y las telecomunicaciones, e incluso ha derivado en una revolución
tecnocientífica asociada a la informática (hardware, software y servicios coligados), la
comunicación digital, la microelectrónica, la nanotecnología y la biotecnología cuya
utilización ha revitalizado el proceso productivo y el de acumulación, cabe precisar que la
quinta revolución no ha erosionado la importancia de las innovaciones gestadas en el marco
de la cuarta revolución, de hecho algunos metales como el hierro, manganeso, zinc y
tungsteno si bien ya formaban parte del paradigma fordista-keynesianista también resultan
necesarios para el paradigma actual. En ese sentido, la identificación de las industrias clave
de ambos paradigmas permite delimitar cuáles materias primas devienen estratégicas. Así,
se ha hallado que los minerales metálicos -particularmente los high metals y los gateway
metals-, los no metálicos, así como los energéticos fósiles -especialmente petróleo, el cual
aún es insustituible e indispensable en los procesos cotidianos de la reproducción- dada la
condición de esencialidad y vulnerabilidad -comprendidas a partir de la propuesta de
Ceceña y Porras- forman parte del núcleo de materias primas del paradigma vigente. La
emergencia de la quinta revolución derivaría en la objetivación de nuevos recursos

[177]
estratégicos que junto con el petróleo serían imprescindibles para los procesos productivos
actuales.

Los recursos estratégicos al ser uno de los elementos de la producción estratégica sobre la
que se construye la hegemonía económica, su control, gestión, distribución o
aprovisionamiento deriva en una disputa entre distintos actores -el sujeto hegemónico y los
contendientes-, precisamente por ello se han convertido en el centro de atención de la
rivalidad intercapitalista y un aspecto esencial que permite dar cuenta de las capacidades
-y/o debilidades- de dichos actores. Así, siguiendo esta argumentación, en el presente
apartado la objetivación de los recursos estratégicos será necesariamente comprendida
desde la perspectiva del sujeto hegemónico.

Desde hace ya algunas décadas en EE.UU. se ha discutido sobre la importancia de


determinadas materias primas en función de cuatro criterios: 1) necesidad crítica en la
industria o el sector de la defensa que ante una interrupción prolongada de suministro
derivaría en una catástrofe, 2) falta de recursos domésticos, 3) materiales que sean
insustituibles y 4) inexistencia o falta de fuentes de suministro seguras391. Bajo estas pautas
en un primer momento se distinguió entre: a) materias estratégicas -materiales
indispensables para satisfacer las necesidades militares, industriales y civiles esenciales de
los Estados Unidos durante una emergencia nacional y para cuyo abastecimiento se recurre
a fuentes externas, y para los cuales no hay un sustituto económico viable, o bien existe
preocupación sobre la fuente (por razones geopolíticas) o la oferta (por razones de
mercado)392y que por ello los asuntos relativos a su control, adquisición y distribución
“reclamen severas medidas de ordenación y vigilancia” 393-, b) materias críticas -materiales
también necesarias para satisfacer las necesidades militares, industriales y civiles esenciales
de los Estados Unidos cuyo problema de abastecimiento es menos grave que en caso de las
materias estratégicas ya sea porque es posible producirlas u obtenerlas en cantidades más

391
Kevin Jones, “United States Dependence on Imports of Four Strategic and Critical Minerals: Implications
and Policy Alternatives” 15, Boston College Environmental Affairs, n° 2 (1988): 223,
http://lawdigitalcommons.bc.edu/ealr/vol15/iss2/2
392
MacGroarty Daniel y Sandra Wirtz , “Critical Metals & National Security”, American Resources Policy
Network, (2012): 8, http://americanresources.org/wp-
content/uploads/2012/06/ARPN_Quarterly_Report_WEB.pdf
393
Spykman citado en David Herrera, “Hegemonía Mundial y recursos geoestratégicos: Despliegues
espacial/territoriales y fundamentos de la dominación global”, 160-161.

[178]
adecuadas dentro del país, o bien porque es menor su grado de esencialidad” 394. También
son de carácter estratégico- y c) materias esenciales -son fundamentales para la defensa,
empero su adquisición no requiere tomar precauciones a menos que pudiesen ser
reclasificadas en alguna de las otras dos categorías 395-.

Es oportuno tener en consideración que con los avances de la revolución tecnocientífica ha


ocurrido un replanteamiento de las pautas que contribuyen a delinear con mayor precisión
lo estratégico, la importancia de los recursos estratégicos ya no sólo se identifica con las
aplicaciones en el sector militar o de defensa; de ahí que en el Informe de Materiales
Estratégicos y Críticos de EE.UU. en 2011 se haya ampliado la definición hacia otros
rubros tomando como referencia la definición contenida en la Ley de Almacenamiento de
Materiales Estratégicos y Críticos396.

Ahora bien, en los albores del cambio de paradigma en un primer momento EE.UU.
identificó además del petróleo al cobalto, cromo, manganeso y el grupo del platino como
recursos estratégicos. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo y el cambio en de las
circunstancias que con la revolución tecnocientífica y la revolución de los asuntos
militares397 han acaecido, se han anexado nuevos materiales al listado. A este respecto, el
American Resources Policy Network (ARNP) -un think thank de expertos en minería que
se muestran preocupados por la dependencia de EE.UU. en materia de recursos minerales
respecto a fuentes externas- ha construido una pirámide de riesgo sobre los materiales
críticos y estratégicos (Ver Figura 2).

394
Ídem
395
Ibídem, 160.
396
MacGroarty, “Critical Metals & National Security”, 8.
397
Una sucesión entre una revolución y otra ocurre con la introducción o maduración de nuevas tecnologías
militares (por ejemplo, el motor de combustión interna y la armadura), su integración en nuevos sistemas
militares (por ejemplo, el tanque y el intercontinental misil balístico) y la adopción de conceptos
operacionales apropiados (por ejemplo, el avance blindado y bombardeo estratégico) (Norman Davies, “An
Information-Based Revolution in Military Affairs,” Strategic Review24, n.° 1(1996): 83). Ante el aumento y
cambio de amplitud del campo de batalla y la revolución asociada a la “era de los sistemas” que enfatiza la
integración de tecnología en redes complejas, la precisión y la alta destructividad de la tecnología han sido
consideradas como cualidades fundamentales, en ese sentido, se demandan vastas cantidades de recursos
minerales que se emplean en las superlaciones necesarias en la industria aeroespacial y militar.

[179]
Figura 2. Pirámide del riesgo

Fuente. MacGroarty, “Critical Metals & National Security”, 11.

Siguiendo esta referencia, el ARNP ha agrupado a ciertos materiales bajo las etiquetas
Gateway y High-tech Metals. El primer conjunto congrega cinco minerales metálicos
-aluminio, níquel, cobre, zinc y estaño- que producen o "desbloquean" los metales
tecnológicos cada vez más críticos para la innovación y el desarrollo y que en ocasiones se
utilizan como componentes de aleaciones y superaleaciones 398. El segundo grupo alberga
los “metales raros” -cadmio, cobalto, galio, germanio, indio, molibdeno, paladio/rodio,
renio, escandio, selenio, telurio, tierras raras y vanadio- los cuales constituyen un
subproducto de los Gateway Metals, dicho de otro modo su obtención no depende de los
proyectos mineros primarios sino de la separación de los Gateway Metals y como su
nombre lo sugiere son componentes críticos de los dispositivos de alta tecnología y nutren
las innovaciones actuales siendo también ampliamente utilizados en superaleaciones (Ver

398
Son materiales de vanguardia con las mejores cualidades logradas de dureza, durabilidad, corrosión,
flexibilidad. Su desarrollo se encuentra estrechamente relacionada, aunque no exclusivamente con la industria
aeroespacial y militar (Ceceña, “Los metales”, 147).

[180]
Figura 3). El National Research Council corrobora el carácter estratégico de los minerales
cuando afirma que los EE.UU. han sostenido sistemáticamente una sólida industria
nacional de minerales y metales, que resulta esencial para los intereses económicos y de

seguridad del país, ya que ésta proporciona la base material para la fabricación399.

Entre las aplicaciones de los High-tech Metals destacan: a) producción masiva de productos
electrónicos miniaturizados y dispositivos asociados, b) creación de sistemas avanzados de
armas y plataformas para la defensa nacional, c) generación de electricidad usando fuentes
"alternativas" y d) almacenamiento de electricidad mediante la utilización de células y
baterías400.

Figura 3. Subproductos de los Gateway Metals.

Gateway Aluminio Níquel Cobre Zinc Estaño


Metals
Galio Cobalto Molibdeno Cadmio Indio
Vanadio Paladio Renio Galio * Escandio
High-tech Rodio Selenio Germanio *
Metals Escandio Telurio Indio
Tierras raras

Fuente. Elaboración propia con información de MacGroarty Daniel y Sandra Wirtz, “Gateway Metals and the
Foundations of American Technology”, American Resources Policy Network, (2012): 15.

Habiendo delimitado cuáles son los recursos estratégicos del paradigma vigente bajo el
criterio de esencialidad y aporte cualitativo es momento de dirigir la atención hacia lo que
acontece respecto a la vulnerabilidad del sujeto hegemónico. El análisis de este criterio
permite esbozar, el patrón de la producción y de la disposición de reservas -si se encuentra
hiperconcentrada, concentrada o dispersa-, dónde se concentra la producción de dichos
recursos, de quién depende el suministro que se demanda globalmente, hacia dónde se
podría dirigir la mirada del hegemón y de los aspirantes a sujeto hegemónico para asegurar
el aprovisionamiento de tales recursos, las relaciones de dependencia e incluso ya

399
National Research Council, Managing Materialsfor a Twenty-first Century Military (EE.UU., Washington:
The National Academies Press, 2008), 47, https://doi.org/10.17226/12028
400
Ibídem, 4.

[181]
identificados dónde y quiénes es también posible perfilar para quién existe un grado latente
de susceptibilidad ante una posible interrupción del suministro y de ser así cuán profunda
ésta pudiera ser.

De acuerdo con los datos proporcionados por el U.S Geological Survey (USGS), se infiere
que hay una hiperconcentración en la producción de minerales metálicos y no metálicos. El
grado de concentración de la producción en la mayoría de dichos recursos reporta un grado
mayor a 50%, e incluso para algunos casos la concentración de la producción es mayor o
igual que el 90%. Si se realizan agrupamientos por quintiles del grado de concentración se
halla que de los 41 minerales enlistados y de los que existe información disponible -no es el
caso del germanio- sólo la producción de un mineral reporta una concentración en el
intervalo >0 - ≤ 20%, en el segundo quintil (>20 - ≤40%) no existen datos, en el tercero
(>40 - ≤60 %) se aglomeran nueve, catorce en el cuarto quintil (>60 - ≤80 %) mientras
que en el último grupo (>75- ≤100%) está clasificada la producción de diecisiete minerales
(Ver Tabla 9 y Gráfica 12).

Tabla 9. Minerales estratégicos: Hiperconcentración de la producción por país.

Mineral Top 3
Concen País Producción País Producci País Producci
- % del total) ón ón
tración (% del (% del
(%) total) total)
1 Aluminio+ 48 China 30.7 Rusia 7.9 Canadá 6.3
2 Antimonio 95 China 90.6 Bolivia 2.2 Rusia 1.9
3 Bauxita 60 Austr 30.6 China 14.7 Brasil 12.5
alia
4 Berilio 15 China 11.5 Mozambique 0.7 Madagasca 0.3
r
5 Bismuto 92 China 56.5 México 19.4 Perú 15.3
6 Boro 72 50.7 Argentina 16.0 Chile 12.6
Turqu
ía
7 Cadmio ++ 47 Cana 21.7 Kazajstán 10.8 China 10.8

8 Cobalto 61 Cong 35.5 Canadá 12.2 Zambia 10.5
o
9 Cobre * 50 Chile 36.1 EE.UU. 7.6 Perú 6.6
10 Compuestos 75 China 69.0 Rusia 5.9 Turquía 4.0
de Mg

[182]
11 Cromo 74 Sudáf 42.1 Kazajstán 16.1 India 14.5
rica
12 Estaño 82 China 42.6 Indonesia 26.5 Perú 14.2
13 Estroncio 93 China 36.7 España 36.3 México 24.1
14 Feldespato 54 Turqu 30.5 Italia 19.5 China 9.3
ía
15 Fluorospato 77 55.8 Mexico 16.3 Mongolia 6.2
China
16 Indio 82 China 61.3 Corea del 11.3 Japon 9.7
Sur
17 Itrio 99 China 98.9 India 0.6 Brasil 0.2
18 Galio ++ 71 2.0 Alemania 2.0 Kazajstán ND
China
19 Germanio ND China NA Canadá NA Finlandia/R ND
++ usia
20 Litio 76 Chile 43.0 Australia 26.8 China 11.7
21 Magnesio 92 China 83.2 Rusia 4.9 Israel 3.9
++
22 Manganeso 54 Sudáf 21.5 Australia 21.0 China 16.5
rica
23 Mercurio 91 China 66.7 Kirguistán 20.8 Rusia 4.2
24 Mica 78 China 64.3 Rusia 8.9 Finlandia 6.4
25 Molibdeno * 80 China 31.5 EE.UU. 26.9 Chile 21.2
26 Niobio 100 Brasil 92.4 Canadá 7.0 Nigeria 0.3
27 Níquel 45 Russi 16.8 Canadá 15.3 Indonesia 13.7
a
28 Otros - 98 Sudáf 74.7 Rusia 18.2 Canadá 5.0
rica
29 Paladio - 87 Rusia 43.4 Sudáfrica 37.5 Canadá 6.3
30 Plata 44 Perú 16.8 México 15.1 China 13.0
31 Platino - 94 Sudáf 77.0 Rusia 12.9 Canadá 3.8
rica
32 Plomo 64 China 37.9 Australia 17.2 Perú 8.8
33 Renio * 77 Chile 48.2 EE.UU. 15.0 Kazajstán 11.6
34 Selenio 74 Japón 36.6 Alemania 29.5 Bélgica 9.1
35 Silicio 76 China 59.4 Noruega 9.1 Brasil 8.3
36 Tantalio 78 Austr 50.6 Brasil 20.6 Ruanda 13.8
alia
37 Telurio 90 Japón 33.1 Perú 28.2 Rusia 27.4
38 Tierras 100 China 96.8 India 2.2 Brasil 0.5
raras:
39 Tungsteno 91 China 75.8 Rusia 6.1 Canadá 4.3
40 Vanadio 98 Sudáf 40.5 China 32.8 Rusia 25.0
rica
41 Zinc 53 China 27.6 Australia 13.8 Perú 13.1
42 Zirconio 85 Austr 42.6 Sudáfrica 28.7 China 9.9
alia
+Incluye la producción primaria y secundaria. ++Incluye sólo producción secundaria. * EE.UU. se encuentra en el Top 3 de los países
productores de dicho metal.- Grupo del Platino. ND. Dato no disponible. Aunque no se cuenta con el grado de concentración de los países
productores de germanio, según estimaciones del USGS el top 2 concentra el 50%.

[183]
Fuente. Elaboración propia con información de U.S. Geological Survey, U.S. Mineral Dependence—Statistical
Compilation of U.S. and World Mineral Production, Consumption, and Trade, 1990–2010,
https://pubs.usgs.gov/of/2013/1184/
Gráfica 12. Minerales estratégicos: Hiperconcentración de la
producción (%).

Zirconio 85
Zinc 53
Vanadio 98
Tungsteno 91
Tierras raras: 100
Telurio 90
Tantalio 78
Silicio 76
Selenio 74
Renio * 77
Plomo 64
Platino - 94
Plata 44
Paladio - 87
Otros - 98
Níquel 45
Niobio 100
Molibdeno * 80
Mica 78
Mercurio 91
Manganeso 54
Magnesio 92
Litio ND
Galio 71
Itrio 99
Indio 82
Fluorospato 77
Feldespato 54
Estroncio 93
Estaño 82
Cromo 74
Compuestos de Mg 75
Cobre * 50
Cobalto 61
Cadmio ++ 47
Boro 72
Bismuto 92
Berilio 15
Bauxita 60
Antimonio 95
Aluminio+ 48
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Escala de riesgo Bajo Medio Bajo Medio Medio Alto Alto

Fuente. Ídem

[184]
El patrón de concentración permite en un segundo momento visualizar la condición de
riesgo. De acuerdo con McCullough y Nassar existen varios factores que pueden
incrementar el riesgo de una interrupción en el suministro: la producción altamente
concentrada en países políticamente o socialmente inestables, un incremento súbito en la
demanda debido a la introducción de nuevas tecnologías disruptivas, falta de elasticidad en
el suministro asociado al hecho de que muchos de ellos son subproductos o la ausencia de
sustitutos adecuados401. Estos mismos autores como parte de su metodología para la
evaluación de la criticidad de un material consideran tres factores clave: el riesgo de
suministro -asociado a la concentración de la producción-, crecimiento de la producción y
dinámica del mercado. Sus hallazgos confirman que muchos de los minerales aquí
considerados generalmente se pueden categorizar en valores de riesgo altos. La Gráfica 11
da cuenta de ello, el agrupamiento por quintiles se puede interpretar también en una escala
de riesgo. De este modo, se identifica que sólo el berilio presenta un nivel de riesgo bajo;
mientras que el resto de los minerales se ubican en categorías medio, medio alto y alto,
siendo las últimas dos las clases con mayor numero de datos.

Si revisamos quienes son los principales productores de los 42 minerales enlistados, se


observa que el sujeto hegemónico aparece dentro del top 3 en la producción de sólo tres
minerales -cobre, renio y molibdeno- posicionándose como el segundo productor; mientras
que en 29 y 24 ocasiones aparecen China y países latinoamericanos, respectivamente; e
incluso China es quien frecuentemente se ubica como el principal productor de galio,
germanio, antimonio, tierras raras, manganeso, mercurio, zinc, por mencionar algunos
ejemplos (Ver Tabla 10).

401
Erin McCullough y Nedal T. Nassar. Assessment of critical minerals: updated application of an early-
warning screening methodology, Mineral Economies30, n° 3 (2017): 257-258,
https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs13563-017-0119-6

[185]
Tabla 10. Participación de China, América Latina y EE.UU. en el top 3 de la
producción de minerales estratégicos.

País /Posición 1° 2° 3° Total

China 21 2 6 29

EE.UU. 0 3 0 3

América Latina 5 7 12 24
Fuente. Elaboración propia

Pese a que el sujeto hegemónico no se perfila como el principal productor, si es quien más
demanda minerales estratégicos; de ahí que exista un desequilibrio generalizado entre lo
que produce y consume. En un reporte del USGS se hace patente el rápido incremento en el
consumo de varias materias primas por parte de China, India y la República de Corea
conforme se han ido desarrollado los sectores de sus respectivas economías, no obstante, en
un examen sobre el consumo per cápita la situación contrasta, ya que el consumo chino en
varias de ellas -principalmente en metales- es considerablemente inferior que el de EE.UU.
y la Unión Europea402. Por supuesto que existen variaciones en cada caso, un análisis
detallado advertiría dicha situación, sin embargo, en general se concluye que pese a haber
un incremento significativo en el consumo de algunos actores emergentes -que
indudablemente han incidido en un mayor consumo global, con todas las implicaciones que
de ello se derivan (alza en los precios, escasez/especulación, etc.)- el consumo del EE.UU.
es superior. En ese sentido, considerando que el sujeto hegemónico no es un productor
sobresaliente -pero si el mayor consumidor- de dichos recursos, es oportuno revisar cuál es
la participación de las importaciones en la satisfacción de su consumo.

La tendencia durante las últimas seis décadas refleja un aumento notable en el número de
productos minerales no combustibles de los que EE.UU. es un importador neto, así como
un aumento general en el porcentaje de dependencia 403. Tal y como se observa en la

402
Vid. Donald G. Rogich y Grecia R. Matos, The Global Flows of Metals and Minerals (EE.UU., Virginia:
U.S. Geological Survey, 2008), https://pubs.usgs.gov/of/2008/1355/pdf/ofr2008-1355.pdf
403
U.S Geological Survey, Comparison of U.S. Net Import Reliance for Nonfuel Mineral Commodities—A
60-Year Retrospective (1954–1984–2014), https://pubs.usgs.gov/fs/2015/3082/fs20153082.pdf, 2

[186]
Tabla 11, el aprovisionamiento de fuentes externas goza de una importancia significativa.
En el caso de los Gateway Metals, poco más de una tercera parte del consumo de aluminio
y níquel depende del suministro proveniente del exterior, mientras que en el consumo de
estaño y cobre la participación de las importaciones es superior, dependiendo en un 75%,
finalmente en lo que respecta al consumo de zinc la participación de las importaciones es
mayor que en el resto de los Gateway Metals (82%). En algunos casos, existe una
dependencia total o casi total del consumo respecto a las importaciones -galio, itrio, platino,
estroncio, fluorospato, manganeso, mica, niobio y vanadio son muestras de ello-. La
situación es distinta para el aprovisionamiento de cadmio, boro, bauxita y molibdeno cuyo
consumo en su totalidad puede ser cubierto por la producción doméstica, aunque esto no
significa que no se importen para tenerlos en stock disponible para cubrir operaciones
militares o contingencias de otra índole -ya la Ley de Almacenamiento de Materiales
Estratégicos y Críticos señalaba que el stock nacional debía ser suficiente para responder a
un escenario de 2.5 guerras simultaneas en 1960, tres años de guerra en 1979 y dos teatros
de operación simultáneos por un año para 1997404; de ahí que sea necesario importar pese a
que los recursos domésticos pudiesen cubrir el consumo-.

Tabla 11. EE.UU.: Relación entre importación y consumo de minerales estratégicos.

Metal Importación - Metal Importación -


Consumo Consumo
aparente (%) aparente (%)
Aluminio+ 40 Mercurio NA
Antimonio 84 Mica 100
Bauxita NE Molibdeno * NE
Berilio 11 Niobio 100
Bismuto 95 Níquel 37
Boro NE Paladio - 58
Cadmio NE Plata 72
Cobalto 75 Platino - 90
Cobre * 75 Plomo 31
Compuestos 43 Renio * 79
de Mg
Cromo 66 Selenio E
Estaño 75 Silicio 38
Estroncio 100 Tantalio 100
Feldespato 12 Telurio >80
Fluorospato 100 Tierras raras: 76
Galio 100 Tungsteno 49

404
Gian Carlo Delgado Ramos, América Latina y el Caribe como reservas estratégicas de minerales, en
Ecología política de la minería en América Latina (México: UNAM-CEIICH, 2010), 43-45.

[187]
Germanio 85 Vanadio 100
Indio 100 Zinc 82
Itrio >95 Zirconio <25
Litio >60
Magnesio 26
Manganeso 100
NA=No disponible, NE= Exportador Neto (Se exporta significativamente más que lo que se importa).

El cálculo de la dependencia neta de las importaciones (NIR, por sus siglas en ingles) realizado por el USGS se obtiene a través de la siguiente
expresión:NIR% = [(importaciones – exportaciones + ajustes en stocks) % consumo) ] × 100

Fuente. Elaboración propia con información del U.S. Geological Survey, Mineral Commodity Summaries 2016
(EE.UU., Washington: USGS), https://minerals.usgs.gov/minerals/pubs/mcs/2016/mcs2016.pdf

Teniendo en cuenta lo anterior, será necesario identificar de dónde provienen las


importaciones estadounidenses a fin de elucidar quiénes se encuentran en el otro extremo
de la relación de dependencia. Como bien lo constatan las Gráficas 12 y 13, las
importaciones de dichos recursos provienen de 40 países, por lo general, igual o más del
50% -cobalto, galio, germanio, indio, berilio, compuestos de magnesio, paladio, plata,
silicio, tantalio, tungsteno- y en algunos casos más del 90% -bauxita, bismuto, boro, cromo,
estroncio, feldespato, fluorospato, itrio, litio, manganeso, mercurio, mica, molibdeno,
niobio, plomo, renio, telurio tierras raras y vanadio- del suministro de dichos recursos
provienen de cuatro o cinco fuentes, e incluso para el abastecimiento de varios minerales se
repiten proveedores lo que deja en evidencia no sólo una falta de diversificación de las
fuentes externas sino una profunda dependencia de las importaciones provenientes de
países como Japón China, Canadá, Brasil, México, Perú, Reino Unido y Alemania entre
otros. Es importante señalar que en lo que respecta a los Gateway Metals el
aprovisionamiento por importación depende prácticamente en su totalidad de 15 países
-destacando Canadá, Perú, México y Rusia como el origen de las importaciones- y en
ocasiones más del 50% de las importaciones proviene únicamente de dos fuentes. De
acuerdo con el National Research Council, la profunda dependencia de EE.UU. respecto a
las importaciones se encuentra asociada a un debilitamiento de su industria minera:

Para las últimas décadas, ha habido un debate en curso sobre el debilitamiento de la


industria de minerales y metales en los EE.UU. El número de operaciones mineras,
instalaciones de procesamiento y plantas de fabricación de metal ha disminuido.

[188]
Numerosos estudios han examinado esta tendencia y la creciente dependencia del país
respecto a fuentes extranjeras (…) La reducción en la producción minera de EE. UU.
ha sido causada por una combinación de consideraciones económicas y sociales. A
medida que el contenido metálico de los minerales en los Estados Unidos disminuye,
el costo de extraer y procesar esos minerales aumenta. El aumento de la conciencia
ambiental y la regulación se han añadido a los costos operativos de la minería y han
colocado presión social sobre las compañías mineras para limitar las operaciones.405

Gráfica 13. Gateway metals: Origen de las importaciones


estadounidenses.

Perú Canadá México Turquía


Zinc (minerales y concentrados)

Níquel Canadá Australia RusiaNoruega Otros


Metal

Estaño Perú Indonesia Bolivia Malasia Otros

Cobre Chile Canadá México Otros

Emiratos
Aluminio Canadá ÁrabesRusia Otros

0 20 40 60 80 100
Porcentaje
Fuente. Ídem

405
National Research Council, Managing Materialsfor a Twenty-first Century Military, 49.

[189]
Gráfica 14. Minerales estratégicos: Origen de las importaciones
estadounidenses.

Otros 4
Germanio

Canadá 4
Rusia 9
Bélgica 20
China 63
Otros 8
Ucrania 9
Galio

Reino Unido 22
China 26
Alemania 35
Otros 2
Feldespato Fluorospato

Mongolia 3
Sudáfrica 8
China 11
México 76
Otros 4
India 5
Alemania 7
México 27
Turquía 57
Otros 1
Estroncio

China 3
Alemania 11
México 85
Otros 4
Reino Unido 2
Cromo

China 2
México 4
Brasil 88
Otros 17
Compuestos

Australia 6
de Mg

Canadá 9
Brasil 14
China 54
Otros 50
Rusia 9
Cobalto

Finlandia 9
Noruega 13
China 19
Otros 22
México 10
Cadmio

China 11
Australia 17
Canadá 40
Otros 6
China 3
Boro

Argentina 3
Bolivia 8
Turquía 80
Otros 5
Reino Unido 2
Bismuto

Perú 3
Bélgica 26
China 64
Otros 24
Reino Unido 6
Berilio

Nigeria 6
China 8
Kazajstán 56
Otros 5
Guyana 4
Bauxita

Brasil 23
Guinea 24
Jamaica 44
Otros 14
Antimonio

México 4
India 14
China 68
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
[190]
Otros 10
Kazajstán 4
Australia 4
Plomo

Perú 5
México 20
Canadá 57
Otros 42
Canadá 11
Platino

Reino Unido 13
Alemania 16
Sudáfrica 18
Otros 13
Perú 3
4
Plata

Polonia
Canadá 26
México 54
Otros 25
Suiza 6
Paladio

Reino Unido 21
Sudáfrica 24
Rusia 24
Otros 5
Niobio

Canadá 13
Brasil 82
Otros 1
17
Molibdeno

Chile
Perú 23
Canadá 28
México 31
Otros 9
Bélgica 5
Mica

China 15
Brasil 17
India 54
Otros 7
Alemania 13
Mercurio

Canadá 19
Argentina 29
Chile 32
Otros 5
Manganeso

México 2
Sudáfrica 12
Australia 14
Gabón 67
Otros 30
México 6
Magnesio

China 10
Canadá 22
Israel 32
Otros 1
China 3
Litio

Argentina 38
Chile 58
Otros 6
Austria 2
Itrio

Alemania 5
Japón 9
China 78
Otros 38
República de Corea 10
Indio

Bélgica 15
China 16
Canadá 21
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

[191]
Otros 2
Zirconio (bruto)
Francia 4
Alemania 20
Japón 30
China 44
Otros 3
Austria 14
Vanadio

República de Corea 18
Canadá 22
República Checa 43
Otros 38
Alemania 6
Tungsteno

Canadá 8
Bolivia 8
China 40
Otros 10
6
Tierras raras

Japón
Francia 6
Estonia 7
China 71
Otros 2
Filipinas 9
Telurio

Bélgica 9
China 21
Canadá 59
Otros 22
Australia 10
Tantalio

Canadá 11
Ruanda 17
Brasil 40
Otros 35
Canadá 12
Silicio

China 14
Brasil 16
Rusia 23
Otros 37
Alemania 12
Selenio

Bélgica 14
China 16
Japón 21
Otros 3
Alemania 2
Renio

Polonia 8
Chile 87
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Fuente. Ídem

[192]
Como bien lo lustran las Gráficas 13 y 14, el sujeto hegemónico importa todos los
minerales estratégicos que demanda. Si bien es cierto que los orígenes de dichos flujos se
encuentran en 40 países diferentes, si se observa con detalle pocos son los países que
suministran uno o dos minerales estratégicos, la mayoría de éstos exporta hacia EE.UU.
más de dos minerales y hay quiénes exportan hasta 20 o 23 minerales -Canadá y China
respectivamente- (Ver Mapa 1). La situación es especialmente difícil porque la relación
entre consumo e importaciones en todos los casos evidencia cuán cruciales son los flujos
provenientes del exterior e incluso de aquellas áreas de difícil acceso -China y Rusia, por
ejemplo- y deja entrever tantas relaciones de dependencia respecto a esos países como
materias estratégicas se importen. Evidentemente el riesgo de una posible interrupción en el
suministro depende de la relación del sujeto hegemónico con cada país proveedor y las
aspiraciones de cada uno de éstos. En ese sentido, el National Research Council
reconociendo lo peligroso que puede ser la dependencia de EE.UU. en importaciones de
materias estratégicas advierte lo siguiente:

Los datos de USGS muestran que en 1980 los Estados Unidos dependían en un 100
por ciento de las importaciones de 4 minerales y del 30 al 99 por ciento en las
importaciones de 16 minerales. Doce años después, en 1992, los Estados Unidos
dependiente en un 100 por ciento de las importaciones de 8 minerales y del 30 al 99
por ciento dependientes de las importaciones de otros 22 minerales. En 2006, EE.
UU. Importó el 100 por ciento de su suministro de 17 minerales y más del 50 por
ciento de su suministro de 45 de los 65 minerales informados. La tendencia es clara:
dependemos cada vez más de la importación de minerales y metales selectos para
impulsar la actividad económica interna (…).El asunto aquí no es solamente una
dependencia de las importaciones extranjeras, sino que los países extranjeros en
cuestión tienen un historial de inestabilidad política, hostilidad o volatilidad. La
fuerte dependencia de las importaciones extranjeras también magnifica el efecto de
las políticas comerciales de otras naciones -por ejemplo, restricciones a la
exportación o a la inversión- en la cadena de suministro de los EE. UU.406

406
Ibídem, 46-47.

[193]
Evidentemente el asunto de la autosuficiencia en recursos minerales estratégicos se torna
delicado para el sujeto hegemónico -no es el único, hay otros que también se encuentran en
una situación similar aunque no tan agravada-, debido a que el esqueleto de materias primas
que sustentan los procesos productivos clave y que resultan indispensables para el sector
militar y defensa se encuentran fuera de sus fronteras. Y en tanto que desde estas
dimensiones se funda la hegemonía económica y en última instancia la hegemonía global,
se comprende que el abastecimiento de tales no se corresponda con la simple disposición de
la materia per se, sino con continuar efectuando los procesos que los demandan y que en
parte constituyen la esencia del rol hegemónico, por tal razón garantizar el acceso, el
abastecimiento sin interrupciones -mitigando el riesgo- y el control de las reservas se han
convertido en tema de seguridad nacional -securitización de los minerales-.

Siendo el contexto la competencia intercapitalista incrementada -pese a que el sujeto


hegemónico aún goza de superioridad tecnológica, en el ámbito de la actividad minera las
empresas estadounidenses no son las que lideran el sector (Ver subcapítulo anterior)- y el
consecuente aumento en el consumo global de dichos minerales se ha gestado una disputa
por los mismos, la mirada de quienes demandan tales minerales se dirige hacia aquellos
territorios situados en las áreas de influencia fincadas sobre agrupamientos regionales y
donde haya yacimientos importantes para cuya explotación exista factibilidad y viabilidad
material y técnica. En ese sentido, vale identificar dónde se sitúan tales reservas con la
intención de hallar cuáles son los territorios de interés, hacia dónde se direccionaría la
Inversión Extranjera Directa (IED) y quiénes podrían ser los proveedores potenciales y
confiables.

Finalmente con base en las representaciones cartográficas 1, 2, 3 y 4, se examina que


algunas de las principales reservas se emplazan en sitios de difícil acceso para el sujeto
hegemónico -China y/o Rusia-. No obstante, otras tantas se ubican en sitios más accesibles,
América Latina y Canadá -área de influencia del sujeto hegemónico- concentran
yacimientos importantes de prácticamente todos los recursos estratégicos que EE.UU.
demanda. Si bien es cierto que sólo Canadá y México son considerados como los únicos
proveedores fiables, no sería extraño que la proyección de la política estadounidense en la
región se encamine a la reducción del riesgo de una posible interrupción en el suministro

[194]
mediante la obtención de dichas materias en países que pese a no ser tan confiables como
sus vecinos del norte y sur, en el corto o mediano plazo puedan serlo -en la medida en que
sean “económica y políticamente estables”, sea lo que eso signifique- para que disminuya
paulatinamente su profunda dependencia respecto a los flujos provenientes de países poco
confiables -esta situación será retomada y detallada más adelante-.

Ahora bien, una vez plasmado en líneas generales el carácter estratégico de los recursos
minerales y el panorama de conflictividad en torno a ellos, se prosigue a realizar un breve
análisis sobre el petróleo siguiendo la misma lógica y utilizando las variables empleadas en
el caso de los recursos minerales. Como se mencionó en el inicio del presente apartado, el
petróleo, debido a su carácter de esencialidad asociada a su amplia versatilidad, goza de una
importancia vital para el paradigma tecnoeconómico actual y para el sujeto hegemónico que
es inigualable a la que disponen otras formas de energía. A este respecto, Michael Klare
acertadamente señala que:

la abundancia de energía es esencial para la salud y rentabilidad de muchos de los


sectores líderes de EUA, entre ellos la industria automotriz, la aeronáutica, la
construcción, la petroquímica y la agricultura. En consecuencia, cualquier escasez de
energía puede tener repercusiones económicas severas y penetrantes. El petróleo es
especialmente crítico para la economía estadounidense porque constituye la fuente de
dos quintas partes de la provisión total de energía del país -superando a cualquier otra
fuente- y porque brinda la mayor parte del combustible para el transporte. Además es
absolutamente esencial para la seguridad nacional de EUA, ya que mueve la vasta
flota de tanques, aviones, helicópteros y barcos que constituyen la columna vertebral
de su maquinaria de guerra.407

407
Michael Klare, Sangre por petróleo: La estrategia energética de Bush y Cheney (2004): 208,
http://www.socialistregister.com/index.php/srv/article/view/15001/11987#.Wo3NB0xFzIU

[195]
Mapa 1. EE.UU.: Minerales estrah~gicos importados }lor pais de origen
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COfl infonn "" ioo d e U _S_ Geological S"--"'ice, Global dist.-ibutioo of sel ec ted min es, d"P"sits, and districts of critical min.,,- a] • Estallo
hllp d lm rd .t a_u "1l "_Il OVlpp 18021
3. Reservas de minerales

Simbologia
o Miiolomo 0 t~io~B<rilio
• Borilo; Oollio • t~io~NiobioyT.,lt.~o
o sm,o; Ootio~ G.tm:.mo • !>.io"l_1O
o smlo; Ti«n>"'" • NiobioyT....lio
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[198]

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Elaboro: Blanca Dani ela Rez ago Fl ores


con infonnaci 6n de U.S . Geological Serv ice. Gl obal di stribution of selected mines, deposits, and districts of cri tical minerals,
Imps:/ /mrdara.usgs.gov/pp 1802/
Precisamente por lo que argumenta Klare, resulta necesario identificar en dónde y quiénes
demandan, dependen, abastecen y disponen del recurso. De acuerdo con el World Energy
Council, los diez principales productores de petróleo son Arabia Saudita, EE.UU., Rusia,
Canadá, China, Irak, Irán, Emiratos Árabes Unidosy Venezuela. Dicho sea de paso, sólo
tres de los principales productores no pertenecen a la OPEP (Ver Gráfica 15) -una
organización que surgió como una iniciativa para contrarrestar el control de los precios y
del mercado ejercido por las siete hermanas (cinco de las cuales eran estadounidenses)-. Y
si bien el sujeto hegemónico es el tercer productor de petróleo, también es cierto que desde
la década de los setenta hasta antes del 2013 era el principal importador de crudo.

Gráfica 15. Principales productores de petróleo.

Fuente. World Energy Council, Data Energy Resources - Oil,


acceso 05 de febrero de 2018,
https://www.worldenergy.org/data/resources/resource/oil/

Ciertamente EE.UU. consciente de la dependencia forjada respecto a los países petroleros


y ante el escenario de crisis energética que parecía avecinarse en los inicios del nuevo siglo,
apostaría por una estrategia que en el plano retórico estribaría en la adopción de una “ruta
alternativa, la cual plantearía una dependencia mucho mayor de fuentes de energía

[199]
renovable y una reducción gradual del uso de petróleo”408. Una interpretación más
delimitada de dicha estrategia sería la “desaceleración del crecimiento de su dependencia
respecto del petróleo importado mediante el aumento de la producción propia a través del
uso de métodos de perforación más eficientes y de la explotación de reservas no explotadas
en áreas naturales protegidas”409. Sin embargo, en la práctica, el camino adoptado sería la
no reducción de la dependencia del petróleo importado, se haría patente la necesidad de
asegurar el abastecimiento proveniente del exterior, así en la búsqueda por satisfacer su
creciente sed de petróleo emprendería la invasión a Irak -obviamente la justificación oficial
negó todo vínculo con la búsqueda de seguridad energética- que con base en los saldos y en
retrospectiva Saxe la calificaría como un “descalabro estratégico” 410 para el sujeto
hegemónico; dicha experiencia le haría reconsiderar cuán necesaria sería reducir la
dependencia en importaciones, sobre todo respecto a países hostiles a él. En ese sentido, si
se examina el comportamiento de las importaciones estadounidenses, resulta evidente que
desde el 2008, año en qué el precio rebasó los 100 dólares por barril 411, existe una
progresiva reducción de la cantidad de crudo importado. Al analizar la participación por
agrupamiento en las importaciones estadounidenses, los países que no pertenecen a la
OPEC son los principales proveedores, seguido de la OPEC y el Golfo Pérsico. Aunque el
grado de participación de cada una de las regiones se mantiene más o menos constante, lo
cierto es que existe una clara tendencia hacia la disminución de las importaciones -mientras
se prioriza el incremento de la producción doméstica- principalmente las provenientes del
Golfo Pérsico y de los países pertenecientes a la OPEP (Ver Gráfica 16).

408
Klare, Sangre por petróleo, 209.
409
Ibídem, 210.
410
John Saxe Fernández, “América Latina: ¿Reserva estratégica de Estados Unidos?”, Observatorio Social de
América Latina, nº 25 (2009): 20.
411
Michael Klare, Petróleo: el significado geopolítico y geoeconómico de cruzar la barrera de los 100
dólares por barril, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64787

[200]
Gráfica 16. EE.UU. : Importaciones de petróleo crudo (miles de
barriles), 1993-2016.

5000000
4500000
4000000
3500000
3000000
Miles

2500000
2000000
1500000
1000000
500000
0

2004

2011
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003

2005
2006
2007
2008
2009
2010

2012
2013
2014
2015
2016
Años

Golfo Pérsico OPEC Países no miembros de la OPEC

Fuente. Elaboración propia con información de U.S. Energy Information Administration, U.S. Imports by
Country of Origin, acceso 05 de febrero de 2018
https://www.eia.gov/dnav/pet/pet_move_impcus_a2_nus_ep00_im0_mbbl_m.htm

Ahora bien, con el surgimiento de nuevos centros de poder económico que también
demandan petróleo en cuantiosas cantidades, el acceso, control y abastecimiento de tal son
objetos de disputa. A este respecto, Michael Klare advierte que el rol desempeñado en el
mercado energético mundial por las dinámicas economías en desarrollo en Asia era ya
evidente al romper el siglo XXI, pues con sus impresionantes tasas de crecimiento, era de
esperarse que aquellos países demandaran más petróleo y otras fuentes de energía para
alimentar sus industrias en expansión y satisfacer las aspiraciones de sus ascendentes clases
medias. Estas nuevas circunstancias se añadirían al consumo elevado de las potencias
industriales maduras -EEUU, la UE y Japón- 412.

412
Ídem

[201]
Aunque EE.UU. hace varias décadas era el mayor importador neto de petróleo crudo, desde
el año 2013 China es quien se ha perfilado como tal desplazando hacia la segunda posición
a EE.UU. (Ver Gráfica 17) -el incremento ha estado impulsado por un crecimiento
económico constante y un rápido aumento de la demanda de petróleo que supera el
crecimiento de su producción, así como por una disminución en su producción y las
reformas en el rubro de la refinación, las cuales han reducido las restricciones en
importaciones y exportaciones413-. Si bien algunas estimaciones del Energy Information
Administration (EIA) pronostican una continúa disminución de las importaciones
estadounidenses de crudo, es innegable la importancia de los flujos provenientes del
exterior, pues pese a que EE.UU. se encuentra en el top 10, la cobertura del consumo en
gran medida depende de éstos. La situación es similar para China, con la excepción de que
se espera un incremento progresivo de las importaciones para los próximos años. De
acuerdo con el EIA, en 2012 el 67% de las importaciones de China tenían su origen en
países miembros de la OPEC414 y para 2017 poco más de 56 %415; dicha disminución se
debe a que China ha diversificado su cartera de proveedores ante la baja en 2011 de la
producción de Irán, Libia, Sudán y Sudán del Sur cubriendo su demanda con importaciones
provenientes de Omán, Iraq, Emiratos Árabes Unidos, Angola, Venezuela y Rusia 416 -
siendo éste su principal proveedor, por encima de Arabia Saudita que por algunos años
había ostentado dicho rol-. El hecho de que China en su intento por diversificar el origen de
sus importaciones haya dirigido su atención hacia los países no miembros de la OPEP -y
cuyas reservas convencionales parecen menguar si se comparan con otras-, se convierte en
una situación delicada para el sujeto hegemónico ya que dichos países son quienes disponen
de las mayores cuotas dentro de los flujos de importación hacia EE.UU. A esta situación se
anexa el hecho de que las transacciones petrolíferas se efectúan en dólares, y dado el
debilitado valor del dólar en relación con otras monedas, el sujeto hegemónico paga más
por barril que los competidores quienes pueden convertir en dólares sus monedas mejor

413
U.S. Energy Information Administration, China surpassed the United States as the world’s largest crude
oil importer in 2017, 05 de febrero de 2018, https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=34812
414
U.S. Energy Information Administration, China is now the world’s largest net importer of petroleum and
other liquid fuels,05 de febrero de 2018, https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=15531
415
U.S. Energy Information Administration, China surpassed the United States, 05 de febrero de 2018,
https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=34812
416
U.S. Energy Information Administration, China is now the world’s largest, 05 de febrero de 2018,
https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=15531

[202]
valoradas -es el caso del euro y el yen- lo que a su vez fortalece continuamente la caída de
la moneda estadounidense y el incremento en el precio de crudo417.

Gráfica 17. Consumo de petróleo: Comparación entre EE.UU. y China.

Fuen
te. U.S. Energy Information Administration, China surpassed the United States as the world’s largest crude
oil importer in 2017, acceso 05 de febrero de 2018, https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=34812

Como resultado de las pretensiones por diversificar las fuentes que suministran petróleo, la
competencia estriba en quién puede acceder a las preciadas riquezas que aún permanezcan
intocables o que aún no han sido “aprovechadas” lo suficiente -por no mencionar
“sobreexplotadas”-. Con base en la información geoespacial de USGS se deduce que las
principales reservas de recursos fósiles se emplazan en América -de norte a sur-, Medio
Orientey Norte de África. Siguiendo los datos proporcionados por el EIA, la región de
Medio Oriente alberga el 48.9% de las reservas de petróleo recuperable, seguido de
América Latina y el Caribe con el 21.3% y Norteamérica con el 15%. Por supuesto que el
centro de atención es Medio Oriente y Norte de África, no obstante, la experiencia del
sujeto hegemónico en Irak ha evidenciado que es una región de difícil acceso; de ahí que el
interés inevitablemente se traslade hacia otras regiones del Tercer mundo.

417
Klare, Petróleo: el significado geopolítico, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64787

[203]
Dado que el incremento constante del consumo global de petróleo no se corresponde con un
crecimiento a la par de la producción global, se entiende que la disputa por el petróleo más
allá de estar sólo asociada a una escasez del recurso, se debe a una falta de adecuación entre
una alta demanda y una producción convencional estancada o disminuida ante el
agotamiento de las reservas ya sobreexplotadas; de ahí que seamos testigos del ocaso de
una era de petróleo barato, fácil y la apuesta por el petróleo no convencional, de difícil
extracción, menor calidad, más costoso y más contaminante. La extracción de petróleo
convencional le ha permitido al sujeto hegemónico cubrir su demanda con fuentes
domésticas; no obstante, la reducción de las importaciones de crudo lejos está de reflejar su
desuso o sustitución como lo sugería la narrativa en los inicios del siglo XXI. El hecho de
que aún no se vislumbre un posible sustituto del petróleo y que la producción no
convencional por sí misma, dadas las limitaciones inherentes, no puede hacer frente a la
demanda totalmente hace impensable que el sujeto hegemónico, contrario a lo que dice
narrativa oficial, no esté interesado en los yacimientos externos, su consumo de ninguna
manera podría ser totalmente cubierto mediante su propia producción doméstica; de ahí que
en la motivación de su relacionamiento o confronta con otros actores subyazcan asuntos de
seguridad nacional vinculados con el acceso, control y/o gestión de los yacimientos, la
infraestructura asociada y requerida para su explotación y distribución así como las rutas de
comercialización.

[204]
Mapa 4. Reservas mudiales de energeticos

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Siendo éste el panorama, Michael Klare en su obra Resource Wars argumenta que si bien la
tesis de Huntington sobre el choque de civilizaciones contribuye sustancialmente al
entendimiento de las dinámicas internacionales y las políticas de seguridad adoptadas,
actualmente éstas reconocen la importancia pivotal de la competencia por recursos. La
búsqueda o la protección de los materiales esenciales se ha convertido en un rasgo supremo
en la planeación de la seguridad nacional; de ahí que ya no sólo las lealtades ideológicas
sean las motivaciones de los conflictos, hoy y en el futuro en muchos casos el trasfondo es
y será garantizar el acceso a ellos418. Por supuesto que la competencia por recurso no será el
único conflicto, habrá otros factores -hostilidad étnica, la injusticia económica, la
competencia política o los brotes de violencia-, sin embargo éstos estarán cada vez más
vinculados con las disputas por recursos419. Siguiendo esta lógica, la discusión contenida en
los próximos aportados asumirá el nuevo paisaje de conflictividad global y examinará las
implicaciones desencadenadas para una región que históricamente ha sido área de
influencia para el sujeto hegemónico, y que hoy en día es develada como su reserva de
recursos estratégicos.

3.1.2. El rol asignado a América Latina a partir de la objetivación de


recursos estratégicos desde la perspectiva del sujeto hegemónico y
los nuevos centros de poder económico

Siendo América Latina una región con importantes yacimientos de minerales estratégicos y
petróleo, no es de extrañar que haya sido objetivada como una reserva de tales. En esta
tónica John Saxe-Fernández afirma que después de los descalabros militares en Eurasia la
proyección militar de EE.UU. hacia áreas donde están localizados los recursos vitales
(ejemplos de ello son: Medio Oriente, África, América Latina y el Caribe -esta última
región de interés para el presente estudio-) se ha intensificado, quizá en un intento por
reducir la dependencia respecto a actores poco fiables; de ahí que el interés por utilizar a
América Latina como una reserva estratégica y una plataforma de relanzamiento para el

418
Michel Klare, Resource Wars .The new landscape of global conflict (EE.UU., Nueva York: Metropolitan
Books, 2001), 17-20.
419
Ibídem, 35.

[206]
sujeto hegemónico, no pueda desestimarse420. La sección anterior da cuenta de ello,
México, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil se encuentran en el listado de los cuarenta
proveedores de minerales estratégicos para el sujeto hegemónico. Asimismo destacan los
flujos de petróleo provenientes de países latinoamericanos como Ecuador y Venezuela
-miembros de la OPEP-, México, Colombia, Brasil y Argentina -quienes no pertenecen a
esta organización-. A dicha situación se anexa el hecho de que varios países de la región se
encuentran dentro del top 3 de los principales productores de minerales estratégicos -en 24
ocasiones América Latina se posiciona como uno de los principales productores (Ver Tabla
10)-, y también dispone de importantes reservas de muchos de ellos -así lo constatan los
Mapas 2, 3 y 4- e incluso para el caso del petróleo América Latina es la segunda reserva
más grande, según estimaciones del World Energy Council alberga el 21. 3% de las
reservas de petróleo recuperable.

Ante un paisaje de conflictividad y disputa por los recursos estratégicos que están siendo
ampliamente demandados por las economías centrales y las economías emergentes, la
región de América Latina ha sido perfilada como un codiciado contenedor de recursos
vitales a la cual, si se compara con otras áreas, se pudiera acceder “fácilmente”. De hecho,
la postura de EE.UU. reconoce que “Por razones estratégicas, el futuro de América Latina
está en EE.UU. y viceversa” 421. Si bien la atención prestada desde Washington a Medio
Oriente reflejó una falta de interés en la región latinoamericana, hoy en día ha quedado de
manifiesto que los cambios sustanciales en la escena internacional corroboran una vez más
cuán indispensable es América Latina para EE.UU más aun porque la presencia de
potencias como China sutilmente revelan interés en ella. Para EE.UU. el acceso a las
riquezas estratégicas de la región es un asunto de suma relevancia, toda vez que al ser uno
de los elementos sobre los cuales se garantiza la superioridad tecnológica que permite la
obtención de plusvalor extraordinario -insumo de la incesante acumulación de capital- y
en un contexto en el que el paradigma tecnoeconómico los ha objetivado como parte de su
columna vertebral, a través de ellos es posible certificar y mantener la hegemonía
económica.

420
Saxe, “América Latina: ¿Reserva estratégica de Estados Unidos?”, 20.
421
Alan Stoga citado en Saxe, “América Latina: ¿Reserva estratégica de Estados Unidos?”, 20.

[207]
Si desde la perspectiva del sujeto hegemónico América Latina se concibe como un área de
influencia y una reserva de recursos estratégicos que sirven de sustento para su
reproducción material, es oportuno examinar cómo está siendo considerada la región para
aquellos actores que buscan rivalizar por la superioridad tecnológica y liderar la aguda
competencia intercapitalista. Al respecto, evocando a Javier Santiso, la mano invisible de
China se ha ido expandiendo en América Latina. Esta es una situación realmente alarmante
para el sujeto hegemónico, ha servido como una llamada de atención, para la cual ya desde
Washington ha habido una clara respuesta -ésta será abordada en los próximos apartados-.
Desde luego que la presencia de China en América Latina incomoda al sujeto hegemónico,
pero ¿cuál es el interés de la potencia asiática en la región?

Evidentemente el interés también estriba en que la región dispone de una vastedad de


recursos estratégicos que demanda vorazmente la economía china. Aunque es verdad que
China dispone de importantes yacimientos de minerales estratégicos, su acercamiento con
la región también obedece a sus pretensiones por controlar/monopolizar el mercado de
minerales vitales para la reproducción material global; por ejemplo China, en tanto
propietaria del monopolio de tierras raras y líder en la tecnología de punta que las
demanda, ha demostrado que está dispuesta a utilizarlas como un instrumento útil para
alcanzar sus objetivos y ambiciones, pese a que incurra en el incumplimiento de lo
estipulado por la OMC -ha condicionado la producción y exportación de las mismas-
además ha dejado en claro que está muy interesada en expandir su monopolio mediante la
inversión en yacimientos importantes en otros países.

El móvil de la atención hacia América Latina -una región con notables reservas de
hidrocarburos- también se comprende como un intento por abastecer su creciente sed de
petróleo y un intento por diversificar su cartera de proveedores. Asimismo la región
también es perfilada como un importante mercado para los productos chinos. Por supuesto
que el interés de China en América Latina tiene tintes similares a los estadounidenses,
desde ambas perspectivas se revela el rol asignado a la región: una reserva estratégica en
disputa. Si a lo anterior se añade que no sólo China posee interés en los recursos
estratégicos de América Latina, el escenario se complejiza cada vez más; se anexan otros
actores con intenciones similares pero con objetivos particulares. Ahora bien, la

[208]
objetivación de la región como un contenedor de recursos estratégicos rememora la
condición de colonialidad de la naturaleza latinoamericana. En ese sentido, Gian Carlo
Delgado acertadamente sostiene que:

La extracción y transferencia de minerales hacia los países metropolitanos


-principales consumidores-, en esencia se observa como un proceso similar al del
saqueo colonial, con la diferencia de que hoy por hoy se sostiene bajo el ropaje del
comercio internacional y el “libre mercado”.422

En definitiva, en el marco de una disminución relativa de la hegemonía estadounidense y la


irrupción de nuevos actores, queda evidenciada la centralidad conferida a los recursos
estratégicos. América Latina se convierte en uno de los móviles de la confronta
intercapitalista. Frente a eta situación, ¿cuáles serán los nuevos retos e implicaciones a los
que se enfrenta la región?

422
Delgado, “América Latina y el Caribe“, 18

[209]
3.2. América Latina y la disputa por recursos
estratégicos: ¿a qué retos se enfrenta?
3.2.1. Reprimarización de algunas economías latinoamericanas: la
perpetuidad de la dependencia estructural
3.2.1.1. Continuidad del modelo primario exportador neoextractivista

El incremento en la demanda de recursos estratégicos -dada la agudización de la


competencia intercapitalista- ha derivado en un aumento en los precios de dichas materias;
lo que a su vez ha incentivado que las economías de enclave423, aprovechando dicho boom,
se inclinen por continuar con el modelo extractivista -ahora bajo la fachada neo- heredado
por la división internacional del trabajo que fundado sobre las “ventajas comparativas”
-entendidas desde otra perspectiva como “la paradoja de la abundancia” o “la maldición de
los recursos naturales”424- sirve como justificación para la adopción de este modelo en tanto
respuesta contra el propio extractivismo 425.

De acuerdo con Maristella Svampa, la continuidad y/o expansión reciente del modelo
primario exportador extractivista y neoextractivista en la región latinoamericana ha estado
propiciada y se entiende como parte de un contexto al que denomina el Consenso de los
Commodities. Es cierto que la explotación de los recursos en la región tiene ya una larga
historia, no obstante, se ha identificado que en los últimos años del siglo XX e inicios del
XXI frente al cambio en el patrón de acumulación las actividades extractivas se han ido
intensificando426. Ahora bien, ¿a qué se está haciendo referencia con la alusión de un
Consenso de los Commodites? En palabras de Svampa, este contexto se comprende como
“el ingreso a un nuevo orden económico y político, sostenido por el boom de los precios

423
Son aquellas dedicadas a la exportación de bienes bajo un esquema de subordinación hacia economías
desarrolladas y cuya integración en el mercado internacional sólo se hace posible mediante el intercambio
desigual.
424
Alberto Acosta, “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de la misma maldición”, Más allá del
desarrollo por Miriam Lang (coord.) (México: Fundación Rosa Luxemburg y Abya Yala, 2012), 83.
425
La continuidad del modelo extractivista bajo el prefijo neo se planteó como la vía a través de la cual éste
sería trascendido, en tanto que al proveer recursos éstos podrían ser utilizados para desarrollar los sectores no
extractivistas de las economías.
426
Maristella Svampa, El consenso de los Commodities, http://maristellasvampa.net/archivos/ensayo59.pdf ,
1.

[210]
internacionales de las materias primas y los bienes de consumo, demandados cada vez más
por los países centrales y las potencias emergentes”427.

Supuesto esto, ¿qué distingue al extractivismo del neoxtractivismo?, ¿y cuál es la razón de


la adopción de dicho neologismo? Eduardo Gudynas sostiene que la diferencia entre el
extractivismo clásico y neoextractivismo radica en que este nuevo modelo se caracteriza
por una actividad extractiva con prácticas donde el Estado si bien juega roles más activos
que en el modelo convencional y en varios casos se alimentan programas de lucha contra la
pobreza, también siguen basándose en estilos de alto impacto social y ambiental y una vez
más se termina siendo dependiente de los circuitos económicos globales428 -no existen
intenciones de combatir los cimientos estructurales de la dependencia latinoamericana- .

La intervención estatal posibilita, primero un incremento de las rentas públicas (en forma
de regalías, impuestos etc.) lo que le permite determinar el uso de las mismas; y segundo, el
control en la forma en que se hace la explotación de los recursos naturales 429. En ese
sentido, pese a que el apelativo neoextractivista parece reflejar un cambio en las
modalidades del extractivismo clásico, existen varias continuidades entre ambos: a)
explotación intensiva o a gran escala de los recursos, b) grado de procesamiento nulo o
mínimo 430 y c) persiste la primacía del patrón productivo primario exportador431.

Este nuevo modelo fue adoptado como la estrategia de desarrollo -sea lo que éste
signifique- por parte de los gobiernos progresistas de la nueva ola de izquierda en América
Latina -principalmente en Sudamérica- y cuya irrupción en la región fue posibles gracias a
las luchas populares en contra de las dictaduras militares y posteriormente contra los
gobernantes que electos tras un proceso democrático le daban secuencia a las políticas
neoliberales adoptadas por dichas dictaduras. Así, la irrupción del progresismo que afloró
durante la primera década del nuevo siglo estuvo asociada a los gobiernos de la nueva

427
Ídem
428
Eduardo Gudynas, “El nuevo extractivismo progresista en América del Sur. Tesis sobre un viejo problema
bajo nuevas expresiones”, en Colonialismos del siglo XXI. Negocios extractivos y defensa del territorio en
América Latina por Alberto Acosta (España, Barcelona: Icaria, 2011), 76.
429
Luis Portillo, “Extractivismo clásico y neoextractivismo ¿dos tipos de extractivsimos diferentes?”, Revista
de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas 15, n° 2 (2014): 18.
430
Ibídem, 15.
431
Edgardo Lander, “El Neoextractivismo como modelo de desarrollo en América Latina y sus
contradicciones” Heinrich Böll : 5, https://mx.boell.org/sites/default/files/edgardolander.pdf

[211]
izquierda -Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Evo Morales en
Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Luis Inacio Lula da Silva en Brasil (y su sucesora,
Dilma Rousseff), Tabaré Vázquez en Uruguay (y su sucesor, José Mujica), Michele
Bachelet en Chile, Fernando Lugo en Paraguay, Hugo Chávez en Venezuela 432 y más tarde
en Centroamérica con Mauricio Funes en El Salvador, el Frente Sandinista con Daniel
Ortega en Nicaragua y algunos tintes progresistas de Manuel Zelaya en Honduras- quienes
pretendían acabar con la dependencia exportadora de sus economías, promovida por el libre
mercado, mediante la modificación del sector extractivista a partir de las limitaciones que el
modelo convencional suponía y aprovechando el aumento constante de los precios de los
minerales e hidrocarburos.

Bajo este nuevo modelo la participación del Estado se ha caracterizado por ser mayor que
en el extractivismo clásico -de ahí que haya quienes identifiquen estas circunstancias con
un neodesarrollismo-. No obstante, pese a su estandarte, su rol se ha encaminado a velar
por una mejora constante de la competitividad de los sectores extractivos -minería y
petróleo433- a través de la externalización de los costos en nombre de un desarrollo que
“materializado” en programas sociales sirve como una forma de legitimación que avala una
vez más la continuidad del modelo extractivista y contradice la postura oficial de la nueva
izquierda, pues incluso bajo estos gobiernos progresistas el modelo parece incluso
perfeccionarse y gozar de una renovada vitalidad. Al respecto, Gudynas en su análisis
contenido en El nuevo extractivismo progresista en América del Sur. Tesis sobre un viejo
problema bajo nuevas expresiones, afirma que en el neoextractivismo:

se repiten reglas y funcionamientos de los procesos productivos orientados a ganar


competitividad, aumentar la rentabilidad bajo criterios de eficiencia clásicos,
incluyendo la externalización de impactos sociales y ambientales. Incluso, allí donde
se refuerza la presencia estatal, esta es usada para otorgar contratos de asociación,
sociedades o «joint ventures» con empresas privadas (…) En el neoextractivismo (…)
el Estado es mucho más activo en captar excedentes. Esto se debe a diversos factores,
tales como la imposición de regalías muchos más altas en algunos casos, o una mayor

432
Gudynas, “El nuevo extractivismo”, 76.
433
Dentro de las actividades extractivas si bien destacan el petróleo y la minería, no son las únicas. La
agricultura es otro ejemplo de dicho modelo.

[212]
tributación, o incluso en forma directa, por medio de una empresa estatal que lleva
adelante la explotación (…) una parte (de estas se direcciona) a programas sociales
que generan una legitimación, tanto para los gobiernos como para los
emprendimientos extractivistas, y (…) contribuye a apaciguar las demandas sociales
locales.434

Si la nueva izquierda en Sudamérica bajo el ropaje del progresismo promueve las


actividades extractivas, ¿qué hay del resto de América Latina? Las circunstancias son
distintas en economías más complejas o económicamente liberales -México, Chile y
Colombia- donde el modelo extractivista convencional -sin tintes de progresismo- continúa,
por supuesto que existen persistencias y cambios en las pautas seguidas por las distintas
modalidades de este tipo de extractivismo -para nada es un bloque homogéneo-; no
obstante, entre las generalidades observadas y que constituyen la esencia de la
diferenciación respecto al neoextractivismo destacan: a) un rol menos activo del Estado
-aquí será oportuno aclarar que en el contexto neoliberal el Estado juega un papel
imprescindible, empero bajo gobiernos derechistas, la distinción entre los intereses del
Estado y las empresas nacionales y trasnacionales parece difuminarse, así lo constata el
mecanismo de puerta giratoria-, b) contrario al neoextractivismo, en el modelo
convencional no se busca un incremento de las rentas públicas y tampoco el control en la
forma en cómo se efectúa la explotación de los recursos naturales -ésta queda a cargo de las
corporaciones- y c) se considera que los mecanismos de mercado son capaces, por inercia,
de difundir los efectos positivos desde las actividades extractivas hacia el conjunto de la
economía435. Pese a las diferencias entre ambos modelos extractivistas, lo cierto es que bajo
ninguno se está o se ha pretendido revertir la dependencia estructural que aqueja a América
Latina, de hecho la situación rememora lo sucedido en la década de los sesenta, pues bajo el
modelo sustitución de importaciones en aquel momento se buscaría el desarrollo de los
sectores no extractivistas y sólo en algunas economías latinoamericanas se realizaría una
industrialización significativa, pero insuficiente para revertir dicha dependencia.

Ahora bien, desde los inicios de la segunda década del presente siglo la situación de los
gobiernos progresistas ya no es la misma, ha quedado de manifiesto con varios sucesos un
434
Gudynas, “El nuevo extractivismo”, 82.
435
Portillo, “Extractivismo Clásico y Neoextractivismo”, 15.

[213]
retroceso de la izquierda latinoamericana y se está atestiguado un giro hacia la derecha en
varios países. No obstante la historia ha demostrado que bajo ambas facciones el modelo
extractivista goza de una profunda aceptación, quizá pudiera esperarse, aunque eso está por
verse, que el giro hacia la derecha revierta los tintes desarrollistas y retome la esencia del
extractivismo clásico. Pero ¿a qué se debe el agotamiento del progresismo? En definitiva
hay una multicausalidad, al respecto, Alberto Acosta sostiene que entre las varias razones
destaca el hecho de que el Imperio (EE.UU.) y todas sus instancias han intentado
debilitarlo, empero, no siempre éste se contrapone al progresismo (depende de la sustancia
del mismo); de ahí que entonces no sea completamente una amenaza -en muchas ocasiones
el progresismo está ad hoc con los intereses capitalistas- ni mucho menos la única
explicación. Es verdad que quizá la derecha se ha recuperado y que incluso intenta
erosionar el progresismo; no obstante, dicho ascenso tal vez pudiera ser explicado a partir
de los errores y promesas incumplidas de este modelo, finalmente no ha sido un intento de
frenar la lógica de acumulación capitalista, sólo se ha pretendido tomar cierta distancia
respecto al neoliberalismo 436 sin escapar de él completamente. En esta tónica Svampa
argumenta que los gobiernos progresistas sólo han acentuado las dimensiones menos
pluralistas visibles en la concentración del poder en el presidente y en la manifiesta
intolerancia hacia las disidencias. Además de ello, frente a la fuerte caída de los precios
internacionales de los commodities, se han hecho patentes las limitaciones de una matriz
netamente extractivista, modelo de desarrollo por el que el progresismo se ha decantado437
al concebirlo paradójicamente como la única vía para trascenderlo.

Si bien resulta evidente que en la segunda década del presente siglo el progresismo y su
modelo neoextractivista muestran claros signos de debilitamiento, ello no significa que en
el contexto actual la continuidad del modelo extractivista se vea comprometida; de hecho es
fundamental que no se altere lo dispuesto por la división internacional del trabajo, la cual le
ha conferido a la región el rol exclusivo de proveedor de materias estratégicas. Justo por
ello en la presente investigación se sostiene que frente al paisaje de conflictividad en torno

436
Alberto Acosta, entrevista, por Felipe Gutiérrez, 13 de julio de 2017, transcripción Observatorio Petrolero
del Sur, http://www.opsur.org.ar/blog/2017/07/13/el-error-de-los-progresismos-es-creer-que-del-
extractivismo-se-sale-con-mas-extractivismo/
437
Maristella Svampa, entrevista, por Gerardo Muñoz, 23 de agosto de 2017, transcripción El Portal de
sociología latinoamericana, http://www.psl.ucr.ac.cr/sociologxs/entrevistas/maristella-svampa-la-crisis-de-
los-ciclos-progresistas-en-america-latina

[214]
a los recursos estratégicos, la región de América Latina al ser revalorizada y objetivada
como una reserva de tales, la perpetuidad del modelo extractivista en la región es un
imperativo y una garantía para la movilización de los flujos de materias estratégicas hacia
las economías centrales y/o emergentes que las están demandando continuamente.

3.2.1.2 Reprimarización

La adopción de este modelo ha revelado varios efectos secundarios encadenados entre sí, la
desindustrialización y reprimarización de algunas economías latinoamericanas que a su vez
contribuye a perpetuar el deterioro de los términos del intercambio comercial y consolida
aún más el carácter dependiente del capitalismo latinoamericano eternizando la división
internacional del trabajo -que le confiere el rol de exportador neto de materias primas-, es
un ejemplo de ello -la pérdida de soberanía, la desposesión de tierras, recursos y
territorios438, así como la degradación ambiental son otros efectos derivados-.

Desde la década de los ochenta se ha hecho patente una tendencia hacia la reprimarización
de las economías latinoamericanas y una desindustrialización asociada en la región
-a saber, los sectores primarios (producción de bienes poco o nulamente elaborados) han
recobrado importancia en detrimento de la manufactura-; los alicientes de dicha tendencia
se corresponden con las necesidades de la dinámica global y particularmente con los
requerimientos de las economías centrales y/o emergentes. Al respecto, la CEPAL sostiene
que el incremento en los precios de las materias primas -propiciado por la acuciada
competencia intercapitalista- ha fomentado la continuidad y expansión del modelo
extractivista en la región -sea convencional o neo-, el cual al ser utilizado como alternativa
rápida para generar ingresos desincentiva la inversión en los sectores no extractivistas, lo
que incluso deriva en un retroceso de la industrialización (se rompe el encadenamiento
entre el sector primario y secundario o en el mejor de los caos se crean encadenamientos
productivos endógenos insuficientes).

438
Svampa, El consenso de los Commodities, 2.

[215]
En ese sentido, en este apartado se dedicará atención hacia las evidencias que dan cuenta de
las circunstancias. De acuerdo con información estadística proporcionada por la CEPAL, se
infiere que desde el año 1990 más del 50% de los productos que la región ha exportado han
sido bienes primarios. Aunque con la irrupción del neoliberalismo en un momento se pensó
que la industrialización de la región podría tener lugar, los datos no sólo confirman lo
contrario sino que también continúan revelando la importancia del modelo extractivista
exportador en la región e incluso una hiperespecialización de la economías
latinoamericanas (Ver gráfica 18).

Gráfica 18. América Latina: Exportaciones de bienes primarios y


secundarios, 1990-2016.
100%
90%
25.4
26.6

28.8
29.4
30.1

31.0
31.1

31.5
31.6

31.6
31.7
31.6
32.1

32.9
33.7
33.8

34.3

34.6
34.5

35.9
36.7
37.1

38.2
38.3

38.4
39.2

39.7
80%
70%
Porcentaje

60%
50%
40%
74.6
73.4

71.2
70.6
69.9

69.0
68.9
68.4

68.4

68.5
68.4
68.3
67.9

67.2
66.3
66.2

65.7

65.5
65.4

64.1
63.3
62.9

61.7

61.8
61.6
60.8

60.3
30%
20%
10%
0%
1992

1994

1996

1998
1990
1991

1993

1995

1997

1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
Años

Bienes primarios Bienes secundarios

Fuente. Elaboración propia con información de CEPAL, Base de Datos y Publicaciones Estadísticas, acceso
07 de marzo de 2018,
http://estadisticas.cepal.org/cepalstat/WEB_CEPALSTAT/buscador.asp?idioma=e&string_busqueda

Es cierto que a partir de 1990, año en que el porcentaje de las exportaciones de productos
primarios reportaría un 74.6 %, se presentaría una tendencia hacia la disminución de los
flujos de bienes primarios que terminaría en el año 2000, momento en que se registraría un
incremento de la participación de las exportaciones provenientes del sector primario.
Posteriormente durante la primera década nuevamente se registraría una ligera disminución.
La situación cambiaría para los años 2009 y 2010 cuando se suscitaría un incremento de las

[216]
exportaciones de bienes primarios propiciado por el aumento de los precios de los
commodities (Ver gráfica 18). Si bien es notoria la importancia del sector primario, las
circunstancias se han ido transformando, a partir de la segunda década del presente siglo se
hizo evidente la volatilidad en los precios de los commodities -desde 1970 su precio
presentó un tendencia a la alza-. Sin embargo, a partir del 2010, año en que los precios del
petróleo y los minerales registraron un máximo histórico, se ha observado una depreciación
la cual ha sido explicada por el FMI a través de las leyes de la oferta y demanda (Ver
Gráfica 19); dicha situación representa una condición de riesgo para las economías
latinoamericanas, ya que el PIB al estar compuesto significativamente por los ingresos
generados en las actividades extractivas (Ver Gráfica 20), la región se vuelve más
susceptible a dicha volatilidad.

Gráfica 19. Commodities: Volatilidad en los precios (valor


nominal), 1970-2016.
120

100

80
Dólares

60

40

20

0
1982

1988

2002
1970
1972
1974
1976
1978
1980

1984
1986

1990
1992
1994
1996
1998
2000

2004
2006
2008
2010
2012
2014
2016

Año

Metales y minerales Petróleo

Fuente. Elaboración propia con información del Banco Mundial, Global Economic Monitor Commodities,
acceso 08 de marzo de 2018, http://databank.worldbank.org/data/databases/commodity-price-data

[217]
Gráfica 20. Contribución al PIB por rubro de actividad económica

6.0

4.0

2.0
Puntos porcentuales

0.0

-2.0

-4.0

-6.0
Año
Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca

Explotación de minas y canteras

Industrias manufactureras

Suministro de electricidad, gas y agua

Construcción

Comercio al por mayor y al por menor, reparación de bienes, y hoteles y restaurantes

Transporte, almacenamiento y comunicaciones

Intermediación financiera, actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler

Administración pública, defensa, seguridad social obligatoria, enseñanza, servicios sociales y de salud, y otros servicios comunitarios, sociales y
personales

Servicios de intermediación financiera medidos indirectamente (SIFMI)


[218]Base de Datos y Publicaciones Estadísticas, 07 de marzo de 2018,
Fuente. Elaboración propia con información de CEPAL,
http://estadisticas.cepal.org/cepalstat/WEB_CEPALSTAT/buscador.asp?idioma=e&string_busqueda
Ahora bien, considerando que a nivel regional durante el periodo que oscila entre 1990 y
2016 las exportaciones de bienes primarios han sido mayores al 50% será oportuno realizar
una breve revisión sobre lo que acontece a nivel regional y en algunos países. Tal y como lo
ilustran las representaciones cartográficas (Ver Mapa 5, Mapa 6 y Mapa 7) han ocurrido
varias transformaciones. En el año 1990 el 75% de las exportaciones totales de la región
fueron productos primarios. En 1995 se registró un aumento de las exportaciones de bienes
manufacturados (32% respecto al total) en detrimento de las relativas a bienes primarios
(68%), para el año 2000 la participación del modelo extractivista dentro las exportaciones
regionales se habían incrementado (71%) y en 2005 y 2010 disminuía cinco puntos
porcentuales (66%). Finalmente en 2016 las exportaciones de bienes primarios
representarían el 62 %. Como puede constatarse en los mapas referidos, antes del 2016 las
exportaciones de bienes primarios en la mayoría de los países latinoamericanos constituían
más de la mitad de los flujos enviados al extranjero, salvo algunas excepciones -México,
por ejemplo-.

A mitad de la década de los noventa las exportaciones de bienes manufacturados cobraban


mayor importancia en todas las economías de América Latina -destacan México,
Nicaragua, Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador y Paraguay-. Para el año 2000 la
situación se invertiría en las economías de México, Costa Rica y Brasil en las cuales las
exportaciones de bienes manufacturados superarían a las registradas por el sector primario.
En 2010 la participación del sector manufacturero en prácticamente la totalidad de los
países latinoamericanos se incrementó significativamente, aunque desde luego las
exportaciones de bienes primarios continuaron siendo superiores -salvo en México, El
Salvador, Costa Rica, Panamá y República Dominicana cuyas economías reportaban
exportaciones de bienes manufacturados superiores al 65%-. En Sudamérica, pese a que
hubo una mayor participación del sector secundario en las exportaciones durante la década
de los noventa, para el nuevo siglo dicha participación comenzaría a reducirse en favor de
la hiperespecialización de las economías sudamericanas basada en el modelo exportador
neoextractivista adoptado tras el arribo de los gobiernos progresistas. Finalmente, en el año
2016 en Sudamérica las exportaciones de bienes manufacturados reportarían un aumento
-quizá a causa de un debilitado progresismo y de la aceptación de que su abandono
difícilmente ocurriría si se continuaba recurriendo a él como una alternativa inmediata-.

[219]
Si bien es cierto que existen variaciones entre los modelos extractivistas adoptados, los
datos anteriores dejan entrever una vuelta eminente hacia la reprimarización -en distintos
grados- de las economías latinoamericanas acompañada de un proceso de
desindustrialización generalizado -también suscitado en diferentes niveles-. Según datos
recabados por la CEPAL el aumento de las exportaciones con escaso o nulo uso de
tecnología corroboran la dependencia de la región respecto a los sectores extractivos y
apuntan a que nuevamente el reto será combatir dicha condición estructural siendo una vez
más las medidas a adoptar: a) la diversificación de sus exportaciones y b) la estructuración
articulada de los sectores económicos. El panorama para la región es especialmente
delicado porque se enfrenta a un reprimarización y desindustrialización de su economía,
pero simultáneamente debe encarar la desaceleración global del crecimiento que
inevitablemente ha derivado en una caída de la demanda y de los precios del petróleo y
minerales -dicho sea de paso, el deterioro de los términos del intercambio es mayor en
países exportadores de tales salvo para México debido a la participación del sector
manufacturero en sus exportaciones-, así como a la débil recuperación de la zona del euro y
la desaceleración de China que han afectado negativamente los envíos a dichos mercados,
pues precisamente durante la primera década del presente siglo éstos fueron importante
destinos, de hecho, su demanda fue la que propiamente incentivó el aumento de las
exportaciones latinoamericanas de bienes primarios. Aunque claro, no superaron las
enviadas a la propia región o a Estados Unidos439 quien en promedio absorbe el 80% del
valor de las exportaciones mexicanas, el 37% de las centroamericanas y el 20% de las
sudamericanas. Esta situación señala una diferencia importante para la región pues la
demanda estadounidense de importaciones se ha visto menos afectada que la europea y la
asiática440; de ahí que las economías sudamericanas padezcan aún más la volatilidad en los
precios de los recursos y los cambios de la demanda de los mercados no estadounidenses
-en tanto que sus economías dependen más de las exportaciones del sector primario que la
economía mexicana o las centroamericanas cuyas exportaciones del sector secundario
gozan de mayor participación en dichos mercados-.

439
CEPAL, Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe (Chile, Santiago: CEPAL,
2015), 42, https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39010/S1501143_es.pdf?sequence=4
440
Ibídem, 46.

[220]
Gráfica 21. América Latina y el Caribe: exportaciones por intensidad tecnológica y destino,
2000, 2005 y 2014.

Fuente. CEPAL, Panorama Económico y Social de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y


Caribeños, 2015 (Chile, Santiago, CEPAL, 2015), 28,
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39823/S1501406_es.pdf?sequence=1

[221]
Mapa 5. America Latina: Reprimarizaciim del modelo eXIJortador, 1990 y 1995.
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[222]

Expol1acicou t'S, 1990. E:Iportacione5, 1995

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Mapa 6. America Latina: Reprimarizacion del modelo exportador, 2000 y 2005.
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[223]

Exp ol1 a ci on es, 2 00 0. Exp ort a ci on es, 2005.

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Datum WGS 84
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Elabor6 Blanca Daniela R el ago Flor e.
con inform ac iOn d e CEPAL . Bas es de Dato. y Pub)icac ion es esladislicas.
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:::: -.
u
[224]
Ahora bien, la vitalidad que goza el modelo primario exportador en América Latina no sólo
contempla las actividades catalogadas como extractivas -amparadas en los TLC-, sino que
también engloba otros momentos. Al respecto, Ceceña sostiene que a los planes
estratégicos directamente económicos (TLCAN, CAFTARD, TLC Chile-USA) -y cuya
antesala son las transformaciones de los marcos constitucionales nacionales que
desprotegen los acervos patrimoniales y la soberanía de las naciones sobre los bienes que
por naturaleza, geografía e historia les pertenecen para incorporarlas total o parcialmente
dentro de la lógica de acumulación- le suceden, combinan y sobreponen dos momentos
más: b) el control y/o despliegue espacial militar -que en el próximo apartado será
abordado- y c) la realización de ambiciosos megaproyectos441 de carácter capital-intensivo,
los cuales producen espacios a gran escala, sobra decirlo, en función de los requerimientos
estratégicos que la realización del capital demanda ya sea en materia de infraestructura,
transporte (vialidades, hidrovías, puertos, corredores biológicos, entre otros), energía
(represas hidroeléctricas) y comunicaciones 442. Estos proyectos facilitan la extracción, la
movilización y exportación de los recursos hacia destinos fuera de las fronteras
latinoamericanas. Justo en estas circunstancias también se hace visible la competencia
intercapitalista.

Es bajo el contexto de pugna intercapitalista -entre el sujeto hegemónico y los aspirantes a


hegemón- que se elucida el diseño de América Latina configurado a partir de los planes
geopolíticos y geoeconómicos dispuestos por el sujeto hegemónico -el TLC en América
del Norte, Plan Colombia, la Iniciativa Mérida, el TLC de Centroamérica y República
Dominicana (CAFTA-RD), la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional
Suramericana (IIRSA) y el proyecto pausado, más no abandonado, del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA)443 no sólo como la arquitectura que legitima y alienta el
aprovechamiento de las “ventajas comparativas” y por consiguiente la reprimarización de la
región, sino como los marcos que avalan la movilización de los flujos de materias
estratégicas. En ese sentido, subyace no sólo una competencia intercapitalista por ser el
destino de los flujos de recursos estratégicos, sino también por ser quien orquesta el diseño

441
Ana Esther Ceceña, Territorialidad de la dominación Integración de la Infraestructura Regional
Sudamericana (IIRSA) (México: UNAM-IIEC-OLAG), 10.
442
Svampa, El consenso de los Commodities, 3.
443
Ceceña, Territorialidad de la dominación, 9.

[225]
regional mediante la creación, el control y la gestión de los megaproyectos que garantizan
la movilización de los flujos -de ahí que ante el panorama actual, los megaproyectos
también se hayan incrementado y perfeccionado; no es una casualidad- porque
evidentemente es mejor asegurarlos -y con ello mitigar el riesgo de una posible interrupción
en el suministro- a través de la administración de toda la infraestructura necesaria para
movilizarlos que dejarlo al azar o brindar oportunidades para hacerlo a quienes los están
demandado.

Es importante precisar que el hecho de que la emergencia de nuevos centros de poder


económico aunque brinda posibilidades a la región para extender sus relaciones
comerciales, no necesariamente conduce a una diversificación de las exportaciones
latinoamericanas. La falta de una estructuración articulada en las economías de la región,
así como el escaso o nulo empleo de tecnología impide revertir la dependencia respecto al
extractivismo -convencional o neo, según sea el caso- y en última instancia mientras
América Latina intenta consolidar su inserción internacional, los términos del intercambio
continúan deteriorándose. En esta tónica, es necesario dejar en claro que “No han cambiado
las reglas del juego, tan sólo los jugadores”444 -y de hecho no todos-. Ya el pasado de la
región ha demostrado que pese al beneficio inmediato que el modelo extractivista
exportador puede traer consigo -obtención rápida de ingresos por exportación-, en el largo
plazo los efectos negativos son mayores -se perpetúan los rasgos de la dependencia
estructural, se incentiva la reprimarización, se continúa efectuando un intercambio desigual
y se crean tantas relaciones de subordinación como socios comerciales se tengan-. Así,
contrario a lo afirmado por interpretaciones demasiado optimistas, el contexto del Consenso
de los Commodities más que representar un cúmulo de oportunidades para la región
renueva y/o plantea viejos y nuevos retos.

444
Luciano Bolinaga y Ariel Slipak, “El Consenso de Beijing y la reprimarización productiva de América
Latina: el caso argentino”, Revista Problemas del Desarrollo 183 n° 46: 43, https://ac.els-
cdn.com/S0301703615000437/1-s2.0-S0301703615000437-main.pdf?_tid=5e2b0c63-37cb-4451-849e-
dc0dc7c6cc01&acdnat=1521074406_25206f9b6be1378b3da3ae98d5708b98

[226]
3.2.2. Profundización y ampliación del despliegue espacial militar
estadounidense

3.2.2.1. La Estrategia de Dominación de Espectro Completo: la situación de


guerra permanente y la diversificación de las modalidades de intervención del
sujeto hegemónico

El término de la era bipolar vino a replantear la visión de EE.UU. respecto a la realidad


manifiesta y conscientemente vio en ese espacio-tiempo coyuntural la oportunidad histórica
para erigirse y consolidarse como el sujeto hegemónico. Quizá uno de los cambios más
sustanciales en el nuevo escenario fue la inexistencia de un enemigo de dimensiones
equiparables -rol que la URSS por mucho tiempo “ejecutó”-; y pese a lo que la noción del
fin de la historia predecía, ello estaba lejos de significar que las amenazas se habrían
erradicado completamente; de hecho el discurso del nuevo siglo reconocería/construiría una
situación de guerra ad infinitum. La modificación del escenario hizo necesario redefinir al
enemigo y las amenazas. Así, resultado de tal redefinición, sorprendentemente se vería al
resto del mundo como un campo de batalla y como la encarnación de la figura del
imprescindible enemigo histórico del ahora sujeto hegemónico -siendo el enemigo, “el
otro” respecto al cual el bloque capitalista se distingue-. Las implicaciones de la citada
objetivación derivarían en la conceptualización de un nuevo mapa del mundo, a partir del
cual y como parte del mismo se plantearían y/o perfeccionarían las estrategias,
justificaciones, objetivos y modalidades de intervención para la nueva centuria.

Ahora bien, como parte de la identificación del enemigo y las amenazas, subyace la
distinción entre el enemigo convencional y el enemigo difuso. El primero es un enemigo
identificable, un polo articulador de poderes alternativos u hostiles a EE.UU., y para cuyo
combate se recurre al aislamiento, la demonización, humillación y destrucción. El segundo,
es difuso, ajeno a las estructuras de funcionamiento de las que ha sido excluido y a las
reglas de las confrontaciones de poderes, su actuar no es del todo descifrable y es un
desestabilizador por antonomasia, el enemigo no convencional puede ser desde cualquiera

[227]
que se revele en contra de un megaproyecto, aquél que haga estallar una bomba 445 o incluso
cualquiera que por diversos motivos pueda o haya sido “corrompido” por la
insubordinación.

Es bajo este contexto en que la Estrategia de Dominación de Espectro Completo (EDEC)


puede ser interpretada como una pretensión de dominar el espectro geográfico, espacial,
social y cultural446; un lente óptico y un marco para la práctica del sujeto hegemónico que
visualiza y atiende los “problemas y retos” desde un enfoque integral y sistémico, para los
cuales se han fijado objetivos específicos y claras líneas de acción según la categorización
de cada uno de los confines del planeta dentro de la EDEC y su agrupamiento en un
Comando Combatiente de acuerdo con lo dispuesto por el Plan de Comando Unificado
-el cual se encarga de establecer las misiones y responsabilidades geográficas de las fuerzas
militares estadounidense- (Ver Mapa 8) y bajo la perspectiva de un todo articulado.

La EDEC ha agrupado el mundo en tres grandes clases: a) el centro (the core) que
comprende a todos los países desarrollados, cuyas estructuras estatales son sólidas y sus
normatividades son legitimas447, b) la zona de eslabón o bisagra (seam states) que alberga a
aquellos países considerados como el eslabón o punta de lanza en el convencimiento o
recuperación de los países de la brecha crítica. Está conformada por países
sub-desarrollados o emergentes que disponen de cuantiosos recursos -biológicos, hídricos,
minerales, energéticos, etc.- y que se caracterizan por ser respetuosos de las reglas del
juego y estar ampliamente interesados en mantenerse dentro de las dinámicas de lo
establecido; de ahí que sea posible entablar con ellos acuerdos diplomáticos, políticos y
económicos sin necesidad de intervenirlos directamente mediante la fuerza 448 y c) la región
de brecha crítica (the gap) que dispone de enormes reservas de recursos y abarca todas la
zonas de peligro; en ella siempre hay riesgo de colapsos, de insubordinación frente a las
reglas establecidas por los organismos internacionales que velan por el orden establecido.

445
Ana Esther Ceceña, “La dominación de espectro completo sobre América”, Patria, nº 1 (2013): 2-3,
http://www.geopolitica.ws/media/uploads/cecena_patria_con_mapas.pdf
446
Ana Esther Ceceña. “Sujetizando el objeto de estudio o de la subversión epistemólogica como
emancipación”, en Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado por Ana Esther Ceceña
(ed.) (Argentina: CLACSO, 2006), 16.
447
Ceceña, “Estrategias de construcción”, 6-7.
Ana Esther Ceceña, “La dominación de espectro completo sobre América”, 2-3.
448
Ceceña, “La dominación de espectro”, 3.

[228]
Es concebida como una región conflictiva, parcialmente ingobernable y susceptible de
“contagiar” con el virus de la “ingobernabilidad” a las áreas aledañas y poner en riesgo el
funcionamiento y continuidad del sistema. Justo por ello se considera que EE.UU. “debe”
dirigir hacia esta área una política agresiva, de vigilancia, control e imposición de las reglas
del juego (Ver Mapa 9).

Supuesto esto, es imperioso cuestionar: ¿cuál es el propósito de la EDEC? Al respecto,


Ceceña sostiene que siendo la intención del sujeto hegemónico mantenerse como tal, busca
impedir el surgimiento de un rival con capacidades suficientes para que lo pueda sustituir
en ese rol; de ahí que los objetivos generales de la EDEC sean: 1) garantizar el
mantenimiento del capitalismo y dentro de él la primacía de Estados Unidos y 2) garantizar
la disponibilidad de todas las riquezas del mundo como base material de funcionamiento
del sistema, asegurando el mantenimiento de sus jerarquías y dinámicas de poder449. Frente
a estos objetivos, el disciplinamiento global se convierte en un imperativo cuyo fin es evitar
que cualquier brote de insubordinación pueda representar un riesgo para la supervivencia
del sistema o altere las reglas del juego. Ciertamente es la objetivación del enemigo lo que
no sólo distingue a la EDEC, sino que incluso es la que otorga sentido a la escala espectral
de la dominación. Al estar el enemigo en todas partes, es necesario desplegar la estrategia
de dominación por cielo, mar, tierra y subsuelo -o en cualquier instancia en donde la
subversión esté manifiesta (por ejemplo, el plano epistemológico) y en donde sea que el
enemigo pudiera encontrarse, infiltrarse o potencialmente configurarse para pronunciarse
en contra del sistema, resistirse a adoptar sus reglas, denunciar sus atrocidades, defender las
riquezas -combatiendo la colonialidad de la Naturaleza- y/o construir otros mundos.

449
Ibídem, 6.

[229]
Mapa 8. Comando Combatientes Regionales de EE.UU.
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[230]

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1,
[231]
La noción de una guerra ad infinitum coloca a la situación de guerra ya no como un medio
en sí sino como fin, en tanto que es la situación de guerra la que facilita los beneficios -el
saqueo y la estimulación de varios negocios que operan en la ilegalidad son ejemplos de
ello-450. En el marco de la EDEC, la estrategia de guerra ha sido modificada, ahora se
combinan cuatro dimensiones: prevención, disuasión, persecución y eliminación. La nueva
estrategia de guerra asume, como supuesto central, una situación de Guerra Preventiva -por
paradójico que pudiera parecer, es una guerra que se emprende para evitar una guerra futura
con posibles saldos negativos para el sujeto hegemónico-. Bajo esta noción el carácter
preventivo adquiere otra connotación porque ya no refiere al despliegue militar con cierta
anticipación frente a una guerra eminente, sino al despliegue militar en el presente para
encarar cualquier conflicto que en el futuro pudiese presentarse, mucho antes de que éste se
configure.

De cara a este panorama, el sujeto hegemónico no puede bajar la guardia, la situación de


guerra ya no es transitoria es ahora permanente, y al serlo también lo es el intervencionismo
del sujeto hegemónico -en tanto medio para diseñar el mundo y/o legitimar la dominación-.
Por supuesto que las modalidades de su intervención no son completamente nuevas, pero sí
se encuentran más cohesionadas. Ya Ceceña en su obra Territorialidad de la Dominación
aborda la interlocución o sobreposición entre el despliegue propiamente económico-
comercial, el militar y el relativo a los megaproyectos de infraestructura; precisamente es la
cohesión entre las formas de intervención lo que distingue a la EDEC. Incluso es bajo esta
nueva estrategia que las diversificadas modalidades de intervención del sujeto hegemónico
-los distintos tipos de shock identificaos por Naomi Klein o los despliegues señalados por
Ceceña- se replican simultáneamente a una escala nunca antes vista, combatiendo enemigos
tanto reales como potenciales -sean convencionales o difusos-, buscando destruir cualquier
espacio-tiempo insubordinado, cualquier intersticio que pueda comprometer el sistema y su
preeminencia dentro de él. Ahora bien, el tipo de mecanismo para combatir al enemigo -ya
sea disuadiéndolo o eliminándolo- y en última instancia efectuar los despliegues o
suministrar los shocks, depende de la categorización del mismo enemigo -ya sea que se
recurra al avasallamiento (el enemigo es concebido como pequeño e invisible; sin embargo,

450
Ceceña, “Los golpes de espectro completo”, América Latina en movimiento, n° 495 (2014): 1,
https://www.alainet.org/es/revistas/495

[232]
en conformidad con la Guerra Preventiva se le aplica una fuerza sobredimensionada para
disuadirlo y mandar un mensaje claro de lo que pude sucederle a cualquier insubordinado),
simultaneidad (se ataca al enemigo por todos los frentes posibles y al mismo tiempo, ya sea
indirecta (reformas antipopulares) o directamente (presencia policiaco-militar, golpes de
estado u operativos de descomposición social) e impunidad (se ataca al enemigo situándolo
en un estado de indefensión a través del binomio indisociable estado de excepción-crimen
organizado).

3.2.2.2. América Latina dentro de la Estrategia de Dominación de Espectro


Completo

De acuerdo con lo dispuesto por la EDEC, la región de América Latina se encuentra


parcialmente categorizada en la zona bisagra y la brecha crítica. En conformidad con los
dos objetivos generales de la citada estrategia, se comprende a la región no sólo como una
zona con importantes yacimientos de recursos estratégicos -previamente se dedicó atención
a esta cuestión-, sino también porque en ella se han erigido nuevos mundos sobre la base de
proyectos antisistémicos o contrahegemónicos, y cuyo surgimiento representa la presencia
del enemigo en casa.

El sujeto hegemónico reconociendo la importancia estratégica de América Latina en el


mantenimiento de sus capacidades hegemónicas y por ende en el apuntalamiento de su
primacía, la ha concebido como una región de especial interés militar. En ese sentido, la
proyección militar de EE.UU. en la región hoy se comprende como un intento por
“asegurarse el uso irrestricto de los territorios y recursos americanos”. Es cierto que la
pretensión no es nueva, ya la doctrina Monroe en su momento lo declaraba; no obstante,
frente al paisaje de conflictividad por los recursos -sean luchas intercapitalista o intraclase-
hoy el sujeto hegemónico se muestra decidido a dejar muy en claro que América sigue
siendo para los americanos. La reafirmación de este pronunciamiento se presenta en y
como parte de un contexto en el que quizá pareciera que es necesario recordar algo
-probablemente porque a “insubordinados” y/o “rivales capitalistas” se les está olvidando-
pero ahora proyectando una estrategia de dominación a mayor escala -espacial y

[233]
dimensional- con mecanismos renovados, con shocks más cohesionados y con mayores
capacidades militares y tecnológicas (guerra asimétrica451).

3.2.2.3. Militarización de América Latina: disuadiendo la “ingobernabilidad”


y promoviendo la democracia

El despliegue militar estadounidense en América Latina, fincado sobe la noción de


seguridad hemisférica, tiene ya una larga historia. Lo acontecido el 11 de septiembre del
año 2001 ha sido utilizado por el sujeto hegemónico como una justificación válida para el
intervencionismo militar en la región -previamente en el marco de la Operación Cóndor el
pretexto de tal fue el brote comunista-. Sin embargo, en retrospectiva, tras el daño infligido
452
por un actor no estatal hoy el despliegue ha encontrado en el terrorismo “moderno” y el
crimen organizado su casus belli para avalar el comportamiento actual y futuro del sujeto
hegemónico en materia de política exterior. Así, la presente centuria ha estado caracterizada
por el emprendimiento estadounidense de una frenética guerra global contra ambas causas.
Al respecto, Achin Vanaik sostiene que a través de esta justificación los EE.UU. se han
concedido a sí mismos carta blanca para atacar a cualquiera que considerase culpable (pese
a los distintos grados de responsabilidad y/o culpabilidad); cuando y donde desee, con los
medios que elija y durante el tiempo que quiera453.

451
La noción de guerra asimétrica refiere al conflicto entre actores cuyas respectivas capacidades militares
reflejan considerables diferencias cuantitativas y cualitativas (regularmente asociadas a los avances
tecnológicos).
452
Evidentemente la noción de terrorismo no es nueva e incluso la conceptualización del mismo hecha hasta
el momento es quizá insuficiente. Desde finales del siglo XIX y principios del XX, el terrorismo ha sido
identificado con el comportamiento de actores no estatales que llevaban a cabo asesinatos políticos selectivos.
Empero, desde la visión del sujeto hegemónico, por terrorismo moderno se entenderá a la conceptualización
que al respecto realiza el Departamento de Estado de EE.UU. “Violencia premeditada, motivada
políticamente, perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos,
generalmente con la intención de influenciar a un público”. Pese a que en la definición se excluye al Estado
como un agente, en la práctica puede justificar atacar a algunos Estados alagando que algunos Estados
patrocinan y promueven el terrorismo (Achin Vanaik, “Terrorismo político y el proyecto imperial
estadounidense”, Casus Belli, 102.). En este sentido, la distinción entre regímenes terroristas y
actos/campañas terroristas resulta ser útil, pues contrario a lo sugerido por la semántica, los segundos no
siempre son realizados por los primeros.
453
Vanaik, “Terrorismo político” , 101.

[234]
Siendo este el panorama se infiere que, bajo la noción de la Guerra preventiva y el mundo
como campo de batalla la militarización en la región está encaminada a disuadir y destruir
toda huella de “ingobernabilidad” en tanto que es considerada como un insumo necesario
para el surgimiento de disidencias o grupos terroristas. Ese es el discurso que se construye y
al que se recurre. Aquí es necesario precisar que no se está negando la existencia de tal,
sólo se dice que no se reconoce que en muchas ocasiones aquello definido como “bárbaro”
“insubordinado”, “ingobernable” “desestabilizador” o “antidemocrático” son movimientos
sociales que se están resistiendo a las distintas expresiones de la dominación, pero que
están siendo señalados con la etiqueta de criminales y/o terroristas o que incluso son blanco
de actos verdaderamente criminales y/o terroristas perpetrados por actores estatales con
gobiernos democráticos. Aunque evidentemente en las versiones oficiales no suele
explicarse la génesis del terrorismo propiamente hablando -o de aquello a lo que se le
coloca ese disfraz o la etiqueta de criminal- desde sus más remotos orígenes.

Habiendo explicitado lo anterior, entonces se comprende que las versiones oficiales del
despliegue espacial militar estadounidense si bien se amparan en el combate contra el
terrorismo y el crimen organizado en la práctica éste “casualmente” está asociado -como si
de una variable dependiente se tratase- a la presencia de: a) importantes yacimientos de
distintos recursos vitales para la reproducción material (Ver Mapa 10), b) rutas de acceso a
tales o territorios cruzados por flujos estratégicos, c) zonas en dónde se pretenden emplazar
los megaproyectos de infraestructura requeridos para el funcionamiento del modelo
primario exportador y d) en sitios “conflictivos”, que según versiones oficiales,
“inexplicablemente” se resisten a ser despojados de sus territorios y recursos -pero que en sí
se niegan a ser incorporados dentro de la lógica de acumulación- o bien en realidades que
abren espacio para la protesta social (Ver Mapa 10 y Mapa 11, en ambos se constata el
cercamiento militar de los territorios con protesta social). De ahí que, tal y como lo afirma
Ceceña, los planes estratégicos del sujeto hegemónico se hayan trazado globalmente,
siempre en nombre de su seguridad nacional y la salvaguarda de sus intereses. En este
juego de fuerzas y partiendo de un nuevo balance geográfico estratégico, el sujeto

[235]
hegemónico ha rediseñado sus políticas y posiciones militares de tal suerte que le sea
posible cubrir totalmente el espectro454 y todas las amenazas.

De acuerdo con la versión más actualizada del inventario realizado por el DOD sobre la
base de lo reportado en el 2015, EE.UU. dispone de 593 instalaciones militares455 fuera de
sus fronteras y en tan sólo 48 territorios no estadounidenses (y que se encuentran bajo la
jurisdicción de 47 países) -este dato aunque es una cifra oficial, es un tanto impreciso
(seguramente son muchas más) porque algunas bases son secretas, provisionales o bien
después de un acuerdo las instalaciones de otros países son utilizadas como si fuesen
propias y en ninguno de estos casos las posiciones son reportadas-. Como lo constata la
Tabla 12 y la representación cartográfica 9, las instalaciones militares se concentran en
regiones específicas: Europa Occidental, Asia Oriental, Sudeste Asiático, América Latina,
Asia Occidental y Europa del Norte. Asimismo destaca el despliegue militar en la zona de
la brecha crítica.

454
Ceceña, “Sujetizando el objeto de estudio , 23.
455
Aunque una instalación militar no siempre es una base, el Departamento de Defensa de los EE.UU. no
realiza una clara distinción entre ambas categorías (probablemente la ambigüedad se corresponde con el
secretismo y el bajo perfil del despliegue). Para efectos de esta investigación, más allá de revisar si cada
posición militar es o no una base, será suficiente tener en cuenta que cualquiera que sea la categoría
empleada ambas son signos del despliegue espacial militar del sujeto hegemónico enmarcado dentro de la
EDEC.

[236]
Tabla 12. Instalaciones militares estadounidenses por región

Tipo de instalación
Región Ejército Armada Fuerza Cuerpos No Total por
Aérea de especificado país
Marina
África Central 0 0 1 0 0 1
África del Norte 0 1 0 0 1 2
África Oriental 0 2 0 0 0 2
América Latina 2 5 7 0 24 38
América del 0 1 1 0 1 3
Norte
Caribe 1 6 1 0 1 9
Asia Occidental 0 9 10 0 13 32
Asia Oriental 13 27 21 14 35 110
Sudeste Asiático 43 7 11 1 23 85
Sur de Asia 0 1 0 0 0 1
Europa del 0 1 17 0 14 32
Norte
Europa del Sur 11 16 20 0 31 78
Europa 130 0 18 0 44 192
Occidental
Europa Oriental 3 1 0 0 1 5
Oceanía 0 3 0 0 0 3
Gran Total 203 80 107 15 188 593

Fuente. Elaboración propia con información de:

U.S. Department of Defense. Base Structure Report FY 2015,


https://www.acq.osd.mil/eie/Downloads/BSI/Base%20Structure%20Report%20FY15.pdf

Ceceña, "La dominación de Espectro Completo sobre América", 21.

“Bases militares extranjeras en América Latina: aquí está la lista”, acceso 04 de abril del 2018,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=149829

[237]
En lo que atañe a la región latinoamericana, se observa que hay posiciones militares
gestionadas por el ejército, la armada y la fuerza aérea estadounidense en prácticamente
toda la región -desde norte a sur-. No obstante, de las 38 instalaciones, para 24 no se
especifica el tipo de posición -justo este vacío de información se corresponde con el
secretismo y el bajo perfil del despliegue-. De hecho, el inventario del DOD sólo reconoce
la existencia de instalaciones militares en cinco países latinoamericanos: Colombia -aunque
oficialmente reporta 2 posiciones y no 7 (cabe señalar que el 30 de octubre de 2010, el
gobierno de Colombia suscribe con los EE.UU. un acuerdo de cooperación militar a fin de
que algunas bases militares colombianas fueran usadas por los EE.UU), Costa Rica, El
Salvador, Honduras y Perú. Sin embargo, en una revisión de noticias que dan cuenta y
denuncian el despliegue militar del sujeto hegemónico en la región también apuntan una
presencia militar en: Argentina, Brasil -se encuentra en construcción una base militar
temporal en el corazón de la Amazonia-, México -en el marco de la Iniciativa Mérida-,
Panamá, Paraguay y República Dominicana. Si bien en Bolivia y Venezuela no existen
posiciones, las que se encuentran cerca de la frontera con Colombia y las ubicadas en
Paraguay y Perú son una amenaza para Venezuela y Bolivia, respectivamente. Y aunque en
Haití oficialmente no hay posiciones es sabido que tras la Misión de las Naciones Unidas
para la Estabilización ha habido un despliegue de tropas norteamericanas disfrazadas de
ayuda humanitaria.

[238]
Malla 10. Sohreposicion flel despliegue espacia1 militar estaflounidense con 1a presencia fIe recurs os
estrategicos y movimientos sociales.
[239]

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Iia, .. milit..-., e,;lraq "'" rnAmmca latina: "'lui ..1li la b u., http://... ww... be ~Ofl Ofg 'noticio..p'p"1 <l-1~9&29
Ahora bien, ya se ha mencionado que la militarización en América Latina está sustentada
en el discurso de la ingobernabilidad que de acuerdo con Zibechi afecta a los gobiernos de
todas las corrientes políticas en la región456. En ese sentido, la conflictividad que hace acto
de presencia en la región ha puesto de manifiesto una crisis de la democracia -entendida
como una democracia secuestrada457, tergiversada por el capitalismo y de cara burguesa-.
Una “democracia de baja intensidad” que en palabras de Atilio Borón ha abandonado sus
banderas igualitarias y liberadoras para transformarse en una forma de organización del
poder político que en vez de intentar transformar la distribución existente del poder y la
riqueza -su razón de ser-, no sólo la reproduce, sino que la fortalece dotándola de una nueva
legitimidad458.

Precisamente el despliegue espacial militar del sujeto hegemónico cuyo fin es combatir a
los insurrectos, ingobernables o insubordinados busca salvar y/o promover la instauración
y/o consolidación de la “democracia de baja intensidad” en la región -en tanto que es el
marco bajo el cual es posible ocultar y disfrazar la polarización de la riqueza y el poder con
todas la implicaciones derivadas (control de poblaciones, territorios y recursos en manos de
una clase dominante y de una burguesía hegemónica)- minando los movimientos sociales o
contrahegemónicos que reivindican una democracia democratizada459 desde el interior
-directamente en los territorios “conflictivos”- o desde el exterior -usando posiciones
ubicadas en territorios aliados (en el Mapa 11, es posible observar la vinculación entre el
tipo de gobierno y el posicionamiento militar estadounidense en la región )- y promoviendo
un giro a la derecha mediante su participación en los golpes de Estado blandos -que por
cierto rememoran a los golpes de Estado convencionales- perpetrados contra gobiernos
progresistas elegidos democráticamente -tal y como ocurrió con Manuel Zelaya en
Honduras, Fernando Lugo en Paraguay y Dilma Rousseff en Brasil, así como los intentos
por derrocar los gobiernos de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y en su
momento a Chávez en Venezuela y Fidel Castro en Cuba-. Si bien estos gobiernos no se

456
Raúl Zibechi, “La era de la ingobernabilidad en América Latina”, La Jornada. 29 de abril de 2017,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=225992
457
Atilio Borón “Crisis de las democracias y movimientos sociales en América Latina. Notas para una
discusión”, Observatorio Social de América Latina, n° 20 (2006): 13,
http://biblioteca.clacso.edu.ar/Panama/cela/20120717032041/crisis.pdf
458
Ibídem, 14.
459
Vid. Boaventura de Sousa Santos, Democratizar la democracia. Los caminos de la democracia
participativa (México: Fondo de Cultura Económica, 2005), 509.

[240]
contraponen al sistema, sí han modificado parcialmente la distribución de la riqueza al
tiempo en que han abierto un espacio para la protesta social -la cual, dicho sea de paso, es
criminalizada- y han aceptado el “coqueteo” de algunos rivales del sujeto hegemónico
-destaca el acercamiento chino y en menor medida las intensiones rusas en la región-. Así,
la ofensiva del sujeto hegemónico se elucida como una acción desesperada por reafirmar la
“pertenencia” de América Latina a todo el mundo -desde aquella comunidad en resistencia
hasta las burguesías alojadas en otros países- y para ello recurre al despliegue de sus
tentáculos militares proyectándolos a un escala continental (Ver Mapa 11) como una clara
demostración de ello, pero también como un mecanismo para: vigilar el “buen
comportamiento” (aquél que no es anti-sistémico, anti-estadounidense o anti-democrático),
garantizar el cumplimiento de lo establecido y el de sus intereses e intimidar, amedrentar o
castigar a cualquier enemigo que se atreva a desafiar el orden. En ese sentido, con base en
los hallazgos, se hace posible afirmar que frente a la complejidad someramente esbozada en
este subcapítulo, una de las múltiples implicaciones para la región es la profundización del
despliegue espacial militar estadounidense en tanto mecanismo que a través de la
intimidación, la vigilancia, la represión y el castigo afianza el mantenimiento del orden y
por ende avala el acceso a los elementos estratégicos anclados en territorio latinoamericano
y que resultan vitales para que el sujeto hegemónico siga ejerciendo la hegemonía
económica y la hegemonía global evitando que “alguien más” le impida hacerlo o rivalice
con él.

En esta tónica de argumentos, se hace indispensable atender brevemente dos cuestiones que
subyacen: a) el trazo del despliegue espacial militar del sujeto hegemónico en la región a
través de la configuración de América Latina diseñada a partir de los acuerdos, planes y/o
tratados y b) la ofensiva de EE.UU. contra algunos proyectos y/o acciones contrapuestas a
sus intereses bajo el cobijo de dicha configuración y en nombre de su seguridad nacional
proyectada sobre la base de una noción de estabilización y seguridad hemisférica. Siendo
este el interés, los próximos apartados estarán dedicados a ello.

[241]
3.2.2.3.1. Plan Colombia (PC)

Ya previamente se mencionaba que a los planes propiamente económicos -aquellos


identificados como tratados de libre comercio (TLCAN, CAFTARD, TLC Chile-USA460)-
le prosiguen los de control militar, los cuales intercalan intereses económicos vinculados
con el acceso a zonas ricas en dotaciones materiales y con el control directo sobre
poblaciones y puntos geográficos decisivos para el acceso 461. Así, desde esta perspectiva el
Plan Colombia (PC) -suscrito en 1999 y en práctica desde el 2000- en retrospectiva, se
comprende como una estrategia de control militar estadounidense bajo la apariencia de una
iniciativa del gobierno colombiano llevada a cabo en un enclave estratégico del Cono Sur, y
que está justificada en la lucha antidroga y en el combate a las actividades terroristas
perpetradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Si bien este
convenio se da en un momento de negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC
(1998) motivadas por la reconversión de la narcoeconomía y el previo anuncio de Clinton
sobre un financiamiento para la erradicación de la cocaína -bajo el supuesto de que más del
80% de la consumida en EE.UU. provenía de Colombia- e incluso también se preveía que
las FARC participasen en la construcción y ejecución de las líneas de acción dispuestas por
el PC, pronto quedó de manifiesto que la lucha emprendida por tropas norteamericanas en
colaboración con las colombiana era más que un combate al narcotráfico. Varios eventos
dieron cuenta de ello: a) la formulación de la Carta Democrática Interamericana en 2001
que legitimó la destrucción de soberanía política en aquellos Estados que no se adaptasen a
las necesidades de la seguridad nacional de EE.UU. y/o a la seguridad hemisférica 462, b) el
exorbitante financiamiento estadounidense -se estimó inicialmente un presupuesto de 1600
millones de dólares-, c) el intento de golpe de Estado al gobierno de Chávez -y las
sospechas de que EE.UU. apoyó el golpe- y el posterior reconocimiento del gobierno de
Pedro Carmona en Venezuela por parte de Colombia y EE.UU. y d) la puesta a disposición
de las tropas estadounidenses en un ataque a las FARC en el año 2008 -pese a que en un
principio se declaro el interés de que formaran parte de la vida política de Colombia-.

460
Ana Esther Ceceña, Paula Aguilar y Carlos Motto, Territorialidad de la dominación Integración de la
Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) (México: OLAG, 2007), 10.
461
Ídem
462
Héctor Vega. La fortaleza americana. Militarización de la política en la Región Andina (Chile: CLACSO,
2009), 167.

[242]
Esta serie de sucesos dejaban entrever una discrepancia entre los motivos fijados
oficialmente y los revelados en la práctica. Es en el marco del PC que Colombia se
convierte en un aliado indispensable para el sujeto hegemónico -se adjudica como propias
las guerras estadounidenses- y en una pieza clave para la construcción del perímetro de
seguridad estadounidense. Además, se legaliza la presencia de tropas estadounidenses en
territorio colombiano, así como el uso de instalaciones y tropas militares colombianas por
parte de EE.UU. siendo el fin último combatir, mediante un rápido despliegue espacial, a
los enemigos regionales o infiltrados -estatales y/o no estatales/, convencionales y/o no
convencionales-.

3.2.2.3.2. Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana


(IIRSA) y Plan Puebla Panamá (PPP)

De conformidad con las pretensiones estadounidenses de rediseñar la configuración


territorial de América Latina, para el año 2000 se emprende un megaproyecto de
reordenamiento territorial encaminado a avanzar en el proceso de inserción de América
Latina en el mercado mundial; dicho de otro modo, ir abriendo los espacios y dimensiones
cerradas al capital estadounidense para favorecer el extractivismo y el saqueo, haciendo
más accesibles los yacimientos de metales, hidrocarburos, agua y riquezas biológicas
mediante la eliminación de la propiedad ejidal-comunal, en tanto obstáculo que dificulta el
acceso del gran capital a los ansiados recursos, e incidiendo en el marco legislativo
relacionado a tales-.

La iniciativa se efectuaría a través de dos versiones de la misma: Plan Puebla Panamá


(PPP) en el centro norte e Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)
en el sur 463. Bajo el PPP se agruparían cohesionadamente varios proyectos de integración
regional464, sin embargo, El PPP sería aparentemente sepultado gracias a la resistencia de

463
Ana Esther Ceceña, “La geografía de la dominación: el juego latinoamericano del siglo XXI”, Conceptos y
fenómenos fundamentales de nuestro tiempo (2012): 4,
http://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/507trabajo.pdf?PHPSESSID=ffc42510e755335c76404a25
5913b8ab
464
a) el megaproyecto del Istmo de Tehuantepec cuyo fin sería la construcción de un canal multimodal que
complementase el de Panamá y que a la vez funcionase como corredor que integrase los espacios no
incorporados a la lógica de acumulación y sirviera como un bloque de contención para los inmigrantes

[243]
las organizaciones campesinas y la sociedad, aunque su esencia continuaría bajo otro perfil.
En lo que respecta a la IIRSA, la iniciativa fue concebida con el objetivo de: “construir un
nuevo paradigma para el desarrollo de la infraestructura regional, sustentado sobre los
requerimientos de la demanda”465 -su objetivo revela la promoción del extractivismo-.
Como parte de esta iniciativa el territorio de América del Sur fue subdividido, de acuerdo
con consideraciones estratégicas y “ventajas competitivas”, en diez ejes: 1) Eje Amazonas,
2) Eje Capricornio, 3) Eje Hidrovía Paraná-Paraguay 4) Eje Mercosur-Chile, 5) Eje
Andino, 6) Eje Interoceánico Central, 7) Eje Perú-Brasil-Bolivia, 8) 9) Eje del Sur, 10) Eje
Escudo Guayanés 11) Eje Andino del Sur.

3.2.2.3.3. Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN)

La Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) surge como
una carta de intención -que complementa al TLCAN- en donde se documenta el propósito
estadounidense de construir un contorno de seguridad norteamericano que se extienda más
allá de sus límites incorporando el territorio canadiense y mexicano como parte de las
nuevas fronteras norteamericanas. Así, bajo este marco se sientan las bases de cooperación
en materia de seguridad -en el amplio sentido del término- entre los tres países a fin de
preservar la seguridad en las fronteras definidas ahora como comunes.

Si bien es cierto que la ASPAN tiende a complementar lo dispuesto por el TLCAN, es


necesario precisar que ésta fue concebida y subdividida en dos agendas: a) Agenda de
Seguridad, en ella se fijaban los término bajo los cuales la cooperación militar entre los
socios debería efectuarse -se incluía el trabajo conjunto en materia de modernización del
equipamiento, estandarización de los mecanismos de control migratorio, mejora de los
mecanismos, procedimientos y dispositivos de seguridad fronteriza para impedir la

centroamericanos, b) el Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), proyecto verde del Banco Mundial
establecido en 1997 y que retoma las ideas contenidas en los proyectos Paseo Pantera, Parks in Peril y
Wildlands con la finalidad de realizar una integración ecológica y garantizar la reproducción de las áreas con
recursos biológicos y genéticos más importante del mundo464. Más tarde surgiría el Corredor Coralino
Mesoamericano (CCM) para complementar el CBM, y a su vez estos se articularían con otros locales y/o
regionales financiados por empresas de biotecnología que realizan prácticas de biopiratería, c) Entre la
iniciativas subsumidas en este plan destacaba la integración energética mediante la construcción oleoductos,
gasoductos y redes de generación conectadas entre sí desde Panamá hacia EE.UU. y d) el establecimiento de
un mercado único de trabajo para mano de obra de bajo costo (Ceceña, Territorialidad de la dominación, 12-
13.).
465
Ceceña, Territorialidad de la dominación, 17.

[244]
infiltración o emergencia de enemigos o amenazas dentro de las fronteras comunes y b)
Agenda de Prosperidad, una vez atendida la primer agenda, se proseguiría a crear
estrategias que promoviesen y/o profundizaran el intercambio comercial entre los miembros
haciendo uso de los dispuesto por el TLC, previamente suscrito, pero también buscando
complementarlo y/o perfeccionarlo.

Es a partir de esta alianza que no sólo se legitimaría el progresivo despliegue espacial


militar del sujeto hegemónico para preservar la seguridad fronteriza en lindes teóricamente
fuera de su jurisdicción -pero fincados sobre acuerdos de cooperación-, sino que se
visualizaría, a modo de precedente, el común denominador que guiaría las relaciones de
EE.UU. con el resto de América en el nuevo siglo -daría pie a pensar en un escudo de
seguridad de dimensiones continentales (Ver Mapa 11)- . El hecho de que los asuntos
económicos al quedar subsumidos en los de seguridad permitan y legitimen acciones
injerencistas que fuera de este marco serían catalogadas como violaciones a las soberanías
nacionales y que se anexan a las perpetradas históricamente por la normativa
internacional466 revelan la complejidad de los despliegues espaciales del sujeto hegemónico
en la región. Se hace más difícil distinguir entre los planes de despliegue propiamente
económicos con los de ocupación y/o control militar. En definitiva, está complejidad indica
que la articulación simbiótica entre los despliegues es sustancial dentro de la ambiciosa
estrategia de dominación del sujeto hegemónico.

3.2.2.3.4. Iniciativa Mérida (IM)

Durante la primera década del nuevo siglo, en México se hicieron evidentes varios sucesos:
a) una crisis de legitimidad del presidente electo Felipe Calderón, b) la irrupción en escena
de movimientos y movilizaciones sociales (catalogados en algunos casos como
“terrorismo”), c) bajo el mandato presidencial de Vicente Fox se registró un incremento de
las zonas de operación del narcotráfico -ejercería el control sobre territorios estratégicos
(ansiados por el capital hegemónico) vinculados con las bases materiales sobre las que es
posible erigir las capacidades económicas- y un aumento de las ganancias generadas por
dicha actividad delictiva y d) una incapacidad del Estado para controlar dichas
circunstancias y preservar el orden.
466
Ibídem, 14.

[245]
Esta conjunción de circunstancias conducía a la concepción por parte de Washington de
un México inestable a punto de convertirse en un Estado Fallido. Frente a dicha
consideración, el sujeto hegemónico en conformidad con los requerimientos para preservar
su seguridad nacional y siendo los TLC, el PC, la IIRSA y el ASPAN los planes bajo los
cuales se rediseñaba la configuración de América Latina, en el año 2007 bajo el gobierno
de Bush se emprende la Iniciativa Mérida o Plan México, una réplica perfeccionada del
Plan Colombia e imbricada en la estrategia de seguridad contenida en la ASPAN -para la
cual, dicho sea de paso, EE.UU. ha destinado más de 2.3 mil millones de dólares a la
fecha467- y cuyo propósito oficial, como era de esperarse, sería:

luchar contra el crimen organizado y la violencia asociada, al tiempo que (se)


promueve el respeto por los derechos humanos y el estado de derecho. Con base en
los principios de responsabilidad común y compartida, confianza mutua y respeto por
la independencia soberana .468

Si bien esta iniciativa, a la usanza de la justificación empleada para legitimar el PC, fue
definida como un conjunto de acciones para la cooperación y la asistencia, y un marco para
combatir el tráfico de estupefacientes, el crimen organizado y el terrorismo, pronto se
revelaba como una estrategia de estabilización de su vecino austral, bajo el supuesto de que
a fin de preservar la seguridad nacional y hemisférica era imprescindible disponer de
vecinos con gobiernos democráticamente estables y con capacidades suficientes para
combatir cualquier situación de desorden -entendiendo como tal aquellas que contravengan
a los intereses del modelo neoliberal y específicamente a las intenciones del capital
estadounidense- evitando la conversión de México en un Estado Fallido y/o
posteriormente en una presa del terrorismo (Estado canalla).

Tal y como sucedió con la receta del PC, entre las acciones previstas por esta nueva
iniciativa según la información oficial serían:

467
U.S. Embassy & Consulates in Mexico: “Iniciativa Mérida”, U.S. Embassy & Consulates in Mexico,
acceso 10 de abril de 2018, https://mx.usembassy.gov/es/nuestra-relacion/temas-bilaterales/iniciativa-merida/
468
U.S. Department of State: Meride Initiative, U.S. Department of State, acceso 10 de abril de 2018,
https://www.state.gov/j/inl/merida/

[246]
a) Capacitación del personal del sector judicial que incluye a: la policía, los
investigadores, los fiscales y el abogado defensor; desarrollo de sistemas de
corrección; intercambios judiciales y apoyo a las facultades de derecho mexicanas
con la finalidad de efectuar una transición hacia un nuevo sistema acusatorio de
justicia penal.
b) Desarrollar y/o mejorar la capacidad policial en materia de aplicación de la ley
mexicana, incluida la investigación de delitos, inteligencia criminal,
profesionalización, tácticas y armas de fuego, análisis forense, estratégico y
capacitación especializada en lucha contra actividades delictivas (corrupción,
pandillas, lavado de dinero y secuestro).
c) Implementar programas de lucha contra la corrupción que incluyen la investigación
del personal policial, el establecimiento de puestos de observación de ciudadanos
para informar y asesorar a las víctimas de delitos sobre sus derechos y la creación
de unidades de asuntos internos capacitados.
d) Promover el estado de derecho y construir comunidades fuertes y resilientes.
e) Mejorar la movilidad aérea de las fuerzas policiales mexicanas a través de la entrega
de aeronaves especializadas y la capacitación de pilotos y técnicos para que el
Gobierno de México pueda hacer frente a las organizaciones que tratan de
aprovechar este medio.
f) Capacitar y equipar con el fin de mejorar la capacidad del gobierno mexicano en
materia de detección de bienes ilícitos en puntos de control internos y puertos de
entrada469.

Con base en la información provista por el Departamento de Defensa de los EE.UU., se


infiere que los principales propósitos son: promover el Estado de Derecho, modernizar el
equipo de seguridad de México mediante nuevas adquisiciones, así como capacitar y
entrenar militarmente a los organismos policiales y militares mexicanos por parte de sus
homólogos estadounidenses -de ahí que, sólo después de Colombia, México se convirtiera
en el segundo receptor de recursos y presupuesto provenientes de EE.UU-. La expresión
concreta de ello sería el rápido despliegue espacial militar estadounidense en territorio
nacional -circunstancia que lleva ya más de una década- legitimada en una justificación a
469
Ídem

[247]
medias que quizá no revela explicita pero si implícitamente la intención estadounidense de
estabilizar a México en aras de instrumentalizarlo de acuerdo con las necesidades
inherentes a su rol de sujeto hegemónico, su seguridad nacional y en virtud de sus
pretensiones por reafirmarse como tal en un contexto en que la acuciada competencia
intercapitalista, las posturas anti-estadounidenses y los profundos cuestionamientos a la
viabilidad del sistema hacen acto de presencia.

3.2.2.3.5. Iniciativa de Seguridad Regional de Centro América (CARSI)

Una vez implementada la IM, para el año 2008 el mismo plan se replicaría ahora en Centro
América bajo el nombre de Iniciativa de Seguridad Regional de Centro América (CARSI,
por sus siglas en ingles) -a la cuál desde el 2008, EE.UU. ha destinado un total de $979
millones de dólares-. Tal y como ocurrió en su momento, en Colombia y México se
identificaría al crimen organizado, el narcotráfico y las pandillas locales como las
principales amenazas a la seguridad. Partiendo de dicha identificación fue delineado un
programa de asistencia de seguridad previsto en tres fases para Belice, Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. De acuerdo con información del
Departamento de Estado de EE.UU., la primera acción consistiría en brindar ayuda a las
fuerzas policiales y de seguridad para enfrentar el narcotráfico, el tráfico de armas, las
pandillas, el crimen organizado, las deficiencias de seguridad fronteriza, así como para
desbaratar la infraestructura criminal, las rutas y las redes; la segunda, versaría en promover
y desarrollar la aplicación de la ley y el sector de la justicia y en abordar las amenazas
regionales. Finalmente, se incentivaría la vigilancia comunitaria, la prevención de pandillas
y la programación económica y social para los jóvenes en riesgo y las comunidades
desproporcionadamente afectadas por el crimen470. Dicho de otro modo, se prevendría el
surgimiento de amenazas o enemigos internos que pudiesen atentar contra la seguridad
hemisférica y norteamericana.

470
U.S. Department of State: Central America Regional Security Initiative, U.S. Department of State, acceso
10 de abril de 2018, https://www.state.gov/j/inl/rls/fs/2017/260869.htm

[248]
3.2.2.3.6. Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI)

Habiendo implementado las iniciativas IM y CARSI, el modelo se exportaría hacia algunos


miembros del CARICOM -Bahamas, Islas Turcas y Caicos, Jamaica, Antigua y Barbuda,
Dominica, Santa Lucia, Barbados, Granada, Guyana y Trinidad y Tobago- y hacia
República Dominicana -único país latinoamericano- mediante la Iniciativa de Seguridad de
la Cuenca del Caribe (CBSI), a la cual desde el 2010 EE.UU. ha destinado un total de $437
millones de dólares.

Con base en la información del Departamento de Estado de EE.UU. los objetivos de la


iniciativa principalmente son tres: a) reducir sustancialmente el tráfico ilícito a través de
programas que van desde la lucha contra el narcotráfico hasta la reducción del flujo de
armas ilegales / armas ligeras, b) incrementar la seguridad pública a través de programas
que van desde la profesionalización de las instituciones encargadas de aplicar la ley a través
de asistencia técnica y capacitación, hasta la mejora del estado de derecho mediante el
apoyo al desarrollo del sector de la justicia y c) promover la justicia social a través de
actividades de prevención del crimen en comunidades específicas, la realización de una
reforma del sector policial y judicial, la creación de programas anticorrupción e
incrementando las oportunidades educativas, económicas y sociales para los jóvenes en
riesgo.

[249]
Mapa 11. DespJiegue espacial militar estadounidense
en America Latina.

Escala Sim \Olo&U


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"" fu., .. miliw" . .... d.and""' ,

[250]
3.2.2.3.7. Combatiendo las amenazas en América Latina

Previamente se señalaron los motivos oficiales del despliegue espacial militar


estadounidense -ya sea terrorismo, crimen organizado, movimientos sociales de insurrectos
o la ayuda humanitaria otorgada después de la ocurrencia de un evento catastrófico-. En
esta tónica, se proseguirá a identificar situaciones concretas y acciones adoptadas para
combatir a los dos tipos de enemigos que amenazan la seguridad hemisférica y
estadounidense y que, de acuerdo con la visión del sujeto hegemónico, “ameritan” el
despliegue. Así, el apartado estará estructurado en dos secciones; la primera, estará
dedicada al despliegue espacial militar asociado a circunstancias que revelan la
peligrosidad de las amenazas convencionales; la segunda, atenderá lo relativo a las no
convencionales.

Como se mencionó en líneas anteriores, algunos de los actores que buscan rivalizar por la
hegemonía económica han dirigido la mirada hacia territorios con importantes reservas de
recursos estratégicos y en donde el modelo extractivista goza de vitalidad. En ese sentido,
desde mediados de la primera década del presente siglo, “la mano invisible de China” en
América Latina se ha hecho evidente de tal suerte que se ha transformado desde 2008 en un
importante socio comercial para algunos Estados latinoamericanos, principalmente para el
Cono Sur, -dicho sea de paso, en ese año el valor del intercambio comercial entre América
Latina y China registraría su máximo histórico reportando aproximadamente 274, 000
millones de dólares471- e incluso desde aquél momento también se perfilaría como el mayor
prestamista para la región por encima del Banco Mundial y el Banco Interamericano de
Desarrollo, debido a que ha otorgado cuantiosos préstamos -en algunos casos a cambio de
petróleo (Ecuador y Venezuela)- destinados a megaproyectos de minería y de
infraestructura ad hoc para el modelo extractivista. Ya en 2008, el gobierno chino hacía
pública su intención de “construir una asociación amplia y cooperativa con América Latina
y el Caribe, basada en los Cinco Principios de Convivencia Pacífica, profundizando la

471
Osvaldo Rosales (coord.), América Latina y el Caribe y China. Hacia una nueva era de cooperación
económica (Chile: CEPAL, 2015), 35,
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38196/1/S1500389_es.pdf

[251]
cooperación y los resultados para ambas partes (así como) un intercambio más intensivo” 472
(en 2016 la intención sería nuevamente pronunciada).

Aunque en 2014 se registraría una disminución en el valor de las exportaciones regionales


hacia China -a causa de una mengua generalizada de su demanda en materias primas-, la
pérdida de dinamismo no comprometió la aspiración china, pues para ese año era ya el
segundo origen de las importaciones de productos no manufacturados provenientes de la
región y el tercer principal destino para sus exportaciones 473 -es cierto que si se compara la
importancia como socio comercial que cada facción representa para el otro, se observa que
a excepción de Chile, Brasil y Venezuela, la mayoría de los países latinoamericanos (sobre
todo México y los países centroamericanos) mantiene un déficit comercial con China-. En
2016 la importancia de China como socio comercial de la región era innegable, después de
la tercera gira latinoamericana de Xi Jinping, ya se habían firmados 40 acuerdos bilaterales
de cooperación en diversos sectores474. Si ya de por sí esta situación se contrapone a los
intereses de EE.UU., las claras intenciones de China por invertir en megaproyectos en la
región también contribuyen al descontento estadounidense.

Sólo por ejemplificar algunos casos. En su momento, destacó la iniciativa chino-


latinoamericana de construir un Corredor Ferroviario Bioceánico Central475 -proyecto que
en 2018 Brasil ha decidido suspender de último momento bajo el argumento de ser una
obra exageradamente costosa, aunque algunas versiones apuntan hacia un cambio de
decisión promovido por la alineación del gobierno de Michel Temer hacia Washington y la
probable subsunción del proyecto en las iniciativas estadounidenses para la región-.
También merecen mención la construcción del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua
(versión china-nicaragüense del Canal de Panamá) anunciado en 2013 y previsto para el

472
Bettina Gransow, ”Inversiones chinas en infraestructura: ¿una situación en la que todos ganan?”, Nueva
Sociedad, n° 259 (2015): 95, http://nuso.org/media/articles/downloads/6.TC_Gransow_259.pdf
473
Rosales, América Latina y el Caribe y China, 37.
474
“China extiende su influencia en América Latina”, El Economista, 15 de diciembre 2016,
https://www.eleconomista.com.mx/economia/China-extiende-su-influencia-en-America-Latina-20161215-
0028.html
475
Una iniciativa conjunta, entre los gobiernos de Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay anunciada en
2014 y que en esencia buscaría conectar el Atlántico y el Pacífico a través de una ambicioso megaproyecto de
infraestructura financiado con préstamos chinos que permitiría acelerar y abaratar las exportaciones de la
región hacia China.

[252]
año 2020 cuyo principal inversor sería la empresa china HKND Group -en respuesta
Washington aprobaría el proyecto de ley Nicaraguan Investment Conditionality Act
of 2017 que pretende congelar los préstamos internacionales del Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) a Nicaragua a fin de provocarle debilidad financiera y
hacerla desistir de dicho proyecto- y la consideración de América Latina como una pieza
clave dentro de la “Nueva ruta de la seda” -una iniciativa anunciada en 2013 por el
gobierno chino, que buscaría construir una red de infraestructuras y comunicaciones, así
como la creación de una plataforma de cooperación económica que conecte a decenas
países de Asia, Europa y África rehabilitando las antiguas vías comerciales de la Ruta de la
Seda476-.

Asimismo resaltan las acciones chinas en materia de inversión en proyectos extractivos de


recursos estratégicos477. Ya en 2015 China anunciaba que para la década próxima se
invertirían 250 mil millones de dólares en la región. Entre las inversiones realizadas
recientemente destacan las licitaciones de dos campos petroleros mexicanos otorgados a
China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), la inversión china en el sector
petrolero de Brasil y Argentina en el año 2010 -tres cuartas partes del total de la IED china
correspondieron a dos grandes adquisiciones en la industria petrolera (Sinopec en Brasil y
CNOOC en Argentina) 478 y de hecho para ese entonces las cuatro grandes compañías
estatales de petróleo en China (CNPC, Sinopec, CNOOC y Sinochem), ya habían
canalizado importantes inversiones en América Latina 479-, la adquisición de los activos de
Petrobras en Perú por parte de China National Petroleum Corporation (CNPC) o bien el
encauzamiento de inversiones a pequeña escala en proyectos de exploración en el sector
minero de América Latina, destacando las cuantiosas inversiones en Perú y Chile -por
ejemplo, en 2010 la empresa china Minmetals compraba la Mina de cobre “Las Bambas”
en Perú-.

476
“Nueva Ruta de la Seda de China, próxima parada: América Latina”, Sputnik, 22 de febrero de 2018,
https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201802221076501213-china-proyecto-cooperacion-
latinoamerica/
477
Es difícil dilucidar con claridad la magnitud de las inversiones chinas en la región debido a que las
corporaciones chinas suelen encauzar los flujos de la inversión desde sus filiales ancladas en otros países. .
478
Rosales (coord.), América Latina y el Caribe y China, 61.
479
Ibídem, 63.

[253]
Los sucesos anteriormente señalados son sintomáticos del firme interés de las
corporaciones chinas en la región. Es bajo este contexto que el despliegue espacial militar
del sujeto hegemónico en América Latina también puede leerse como un intento por
afianzar el control de aquellos territorios que atraen la atención del capital chino para la
explotación de los recursos estratégicos in situ o para la creación de infraestructura que
permita la movilización y exportación de los mismos. Dado que la expansión del capital
requiere de la incorporación y producción de espacios dentro de la lógica de acumulación,
las necesidades chinas se traslapan con las del sujeto hegemónico; de ahí que el
posicionamiento militar norteamericano en la región esté orientado a ahuyentar a la
competencia intercapitalista que pretenda instrumentalizar a la región como una pieza clave
en el acceso, control o gestión de los elementos estratégicos y el apuntalamiento inherente
de la hegemonía económica en detrimento de las capacidades hegemónicas de EE.UU.

Frente a un panorama actual en el que pareciera producirse, al menos en el plano retórico,


dos grandes circunstancias: a) una oportunidad de diversificación de las relaciones
comerciales de América Latina -debido a un acercamiento chino que luce como irreversible
y amenazante (recientemente las afirmaciones de Tillerson sobre la presencia China en la
región han corroborado la peligrosidad que el país asiático representa)- y b) un futuro
distanciamiento entre EE.UU. y algunos países latinoamericanos a causa de una “vuelta al
proteccionismo” por parte del sujeto hegemónico -a decir verdad, las prácticas monopólicas
reflejan que éste jamás ha sido eliminado-, así como una posible no renegociación de los
TLC si no se cumplen los términos deseados por Washington; invitan a pensar que la
presión económica acompañada por la relativa al despliegue espacial militar en la región
serán mecanismos claves para combatir y contrarrestar la ofensiva China.

Ahora bien, la competencia capitalista por sí misma ya representa una amenaza a la


seguridad estadounidense. Sin embargo, los movimientos sociales y la conformación de
espacios con otras formas de organización social distintas al modelo societal impuesto por
el capitalismo también son percibidas como una.

[254]
Entre los sucesos más representativos merecen mención: el triunfo de Hugo Chávez en
Venezuela y su claro pronunciamiento en contra de EE.UU., la movilización social contra
la privatización del agua en Cochabamba, las movilizaciones sociales en Argentina entre
2001 y 2002 que exigieron cambios radicales, las luchas campesinas entre 2001 y 2006
contra el Plan-Puebla-Panamá, la derrota del ALCA y el surgimiento del ALBA como
respuesta contrahegemónica -situación a la que EE.UU. reaccionó rehabilitando la IV
Flota-, la creación de Petrocaribe, las protestas de estudiantes chilenos contra el sistema
educativo y la falta de subsidios a la educación pública, la elección de Evo Morales como
presidente de Bolivia, el advenimiento de los gobiernos progresistas y en general la
permanente movilización social contra los megaproyectos, el saqueo, el despojo, la
privatización, las deudas ilegítimas o las medidas de austeridad 480 en prácticamente toda la
región.

Todos estos sucesos son ejemplos de la conformación de resistencias y pronunciamientos


contrahegemónicos en la región que no sólo cuestionan o han puesto en tela de juicio el rol
hegemónico de EE.UU., sino el propio sistema en su conjunto. Además, han demostrado
que el hartazgo de la dominación históricamente ejercida sobre ellos sumado al anhelo y la
búsqueda de un cambio pueden frenar varias ofensivas del gran capital y en particular del
sujeto hegemónico; de ahí que entonces el objetivo del despliegue también sea asfixiar estas
amenazas para garantizar el uso irrestricto de los territorios y recursos defendidos por las
poblaciones. No es fortuito que el posicionamiento militar se encuentre en aquellos
espacios en resistencia o próximos a ellos -a modo de ejemplo, la militarización en
Colombia primero se orientó a eliminar el crimen organizado y las FARC; y posteriormente
a cercar Venezuela desde territorio colombiano-.

480
Ceceña, “La geografía de la dominación”, 2-10.

[255]
3.2.3. Redefinición de la relación EE.UU.-América Latina

Es oportuno señalar que el tratamiento de la redefinición de la relación entre EE.UU. y


América Latina ameritaría un examen exhaustivo, el cual por ahora no podrá realizarse.
Así, de acuerdo con los fines de la presente investigación, será suficiente esbozarla a
grandes rasgos. En ese sentido, el abordaje estará acotado a: 1) La revisión de las
transformaciones en América Latina iniciadas en los últimos años de la década de los
noventa -momento en que se instauraría el primer gobierno progresista y tendría lugar el
viraje en la región- y 2) la respuesta y las acciones emprendidas por el sujeto hegemónico
frente a tales transformaciones.

En el apartado previo se mencionaba que la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de


Venezuela en 2009 sería el inicio de una nueva etapa para América Latina y como
consecuencia de ello comenzaría a gestarse una serie de transformaciones en la región
¿Cuáles serían esas transformaciones? Ya someramente han sido mencionadas, no obstante,
aquí se les dedicará más atención con el fin último de elucidar el porqué se afirma la
existencia de una redefinición de la relación entre EE.UU. y la región. Habiendo aclarado
lo anterior, es posible proseguir.

En esta tónica, el arribo a la presidencia de Hugo Chávez a través de vías institucionales


sentaría un importante precedente porque: a) marcaría el inicio de una serie de fracasos de
la derecha oligárquica latinoamericana y b) también sería una llamada de atención para
EE.UU pues dada la compaginación de sus intereses con la oligarquía latinoamericana, el
triunfo de una izquierda apuntaría a la configuraración de un nuevo enemigo en casa
-además de Cuba- que se convertiría en el centro de la lucha contra la burguesía
latinoamericana y el sujeto hegemónico en la región. Si bien EE.UU. junto con la derecha
venezolana intentaría a través de un golpe de Estado revertir el triunfo de la izquierda en
Venezuela, la ofensiva sólo derivaría en la consolidación del proceso. A esta situación se
anexarían, como reacción en cadena, las varias movilizaciones y el brote de movimientos
sociales -los cuales no sólo se mostrarían inconformes con la exclusión del sistema, sino
que comenzarían a construir proyectos alternativos y contrahegemónicos- así como el
arribo a la presidencia, tras una crisis de la derecha latinoamericana, de gobiernos de

[256]
izquierda institucional electos democráticamente en la región que elegirían al progresismo
como su modelo de desarrollo. La primera fase del ciclo progresista traería consigo el
triunfo de Hugo Chávez en Venezuela (1998), Luis Inacio Lula da Silva en Brasil (2002) y
Néstor Kirchner en Argentina (2003); a estos tres triunfos le proseguiría la segunda ola
progresista con Evo Morales en Bolivia (2005), Rafael Correa (2006) en Ecuador, Tabaré
Vázquez en Uruguay (2005) Michele Bachelet en Chile (2006); finalmente a la segunda
fase le sucedería una tercera marcada por el arribo de los sandinistas con Daniel Ortega en
Nicaragua (2007), Fernando Lugo en Paraguay (2008) el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional en El Salvador (2009) y los tintes progresistas de Manuel Zelaya en
Honduras. En aquél momento el arribo progresista sería visualizado como una fase de lucha
que desde abajo, por vías institucionales se haría del control del Estado para que desde
arriba se continuara con la lucha contra la derecha latinoamericana y el imperialismo del
sujeto hegemónico.

Si bien el viraje de la izquierda y la apuesta por el progresismo no desafiarían como tal el


sistema, pronto representarían una amenaza para el binomio burguesía latinoamericana-
sujeto hegemónico quien verían negado para sí el control de varios bienes que al ser de
propiedad estatal o recientemente nacionalizados no podrían ser privatizados o abiertos al
capital -ejemplos de ello serían el sector de salud y educación pero también el rubro
minero y energético (pues, cabe recordar que con la adopción del modelo primario
exportador se impediría el control extranjero directo sobre los recursos estratégicos en favor
de un control estatal)-. Estas circunstancias recordarían al desarrollismo asociado a los
milagros latinoamericanos, un modelo al que la expansión del neoliberalismo fomentada
por el sujeto hegemónico y la incipiente clase burguesa de la región, había erradicado
“exitosamente” en tanto que obstaculizaba el cumplimiento de sus objetivos ligados a su
conciencia de clase. Justo por ello, el hecho de que se vislumbrase una vuelta hacia una
especie de desarrollismo bajo la fachada neo lógicamente contravenía los esfuerzos previos
del capital y en particular de EE.UU. por incorporar a la región dentro de la dinámica del
mercado mundial e instrumentalizarla para continuar reproduciendo las condiciones
necesarias para la incesante acumulación de capital.

[257]
Precisamente como la ola progresista promovería políticas públicas de inclusión social
que, sobre la base de un reparto de la riqueza, disminuirían los niveles de pobreza -destacan
hechos como la ampliación de la cobertura de educación pública, formalización del proceso
de trabajo, ampliación de los derechos humanos en materia de: diversidad étnica, cultural y
sexual, la plurinacionalidad, los bienes comunes, el desarrollo sostenible, el acceso a la
información y el conocimiento, la salud reproductiva, la paz, el buen vivir entre
otros- e incluso habría quiénes se contrapondrían a las limitaciones en el gasto publico
impuestas por las instituciones financieras al servicio del sujeto hegemónico y no
reconocerían las deudas externas como legítimas (es el caso de Evo Morales
en Bolivia). Desde la perspectiva de la derecha latinoamericana oligárquica y el sujeto
hegemónico dicha promoción sería concebida como un obstáculos para la concentración de
la riqueza y la apertura de aquellos espacios cerrados al capital; y por consiguiente, un
freno en el proceso de acumulación. Si ya de por sí una “vuelta al desarrollismo”
contravenía el modelo neoliberal, la situación se tornaría más conflictiva en el momento en
que estos gobiernos progresistas iniciarían proyectos de integración y alianza regional entre
sí y también con otros actores extraregionales -algunos serían futuros rivales del sujeto
hegemónico (China es el ejemplo más ilustrativo)-.

Por iniciativa de los gobiernos progresistas latinoamericanos -y sobre todo por el gobierno
venezolano, quien lideraba el movimiento- se emprenderían varias iniciativas de
integración regional (que también serían interpretadas por el sujeto hegemónico como un
obstáculo para la reproducción del capital norteamericano en la región), las cuales
excluirían a EE.UU. y a los países latinoamericanos aliados a Washington en un intento por
impedir, o en su defecto reducir, la injerencia norteamericana en los asuntos de la región.

La propuesta sería esbozada en 2001 con el pronunciamiento de Hugo Chávez sobre un


acuerdo de integración económica-comercial regional a la que denominó Alternativa
Bolivariana para las Américas (ALBA) y a la cual calificó como “un nuevo camino para la
integración”481 precisando también el carácter antiimperialista de la iniciativa con la frase
“Contra el ALCA, el ALBA” 482. A este pronunciamiento le proseguiría en 2003 la

481
RosalbaLinares y Edith Guerrero Lugo,"La iniciativa ALBA en la integración regional". Geoenseñanza 13,
n° 2 (2008): 222, http://www.redalyc.org/pdf/360/36021230008.pdf
482
Ídem

[258]
publicación de un documento, elaborado igualmente por el gobierno venezolano,
nombrado: “De la Integración Neoliberal a la Alternativa Bolivariana para América Latina:
Principios Rectores del ALBA”, dónde se explicitarían tanto los riesgos y amenazas del
ALCA para la región y la postura del gobierno venezolano. Estos sucesos perfilarían a
Venezuela como un claro enemigo de EE.UU. y un actor estratégico en el proceso de
integración regional. Para 2005 en el marco de la IV Cumbre de las Américas, celebrada en
la ciudad de Mar del Plata, a través de un firme pronunciamiento conjunto Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay evidenciarían una fractura con la postura del resto los países
latinoamericanos respecto al plan de integración latinoamericana bajo el diseño
norteamericano del ALCA.

Sin embargo, no sería hasta 2004 que la propuesta se vería cristalizada gracias a la
Declaración Conjunta de Cuba -quién desde un inicio se mostro interesada en la propuesta
de Chávez- y Venezuela sobre los principios articuladores del ALBA. Al nuevo proyecto de
integración se anexarían Bolivia (2005) y Nicaragua (2007), después de los triunfos de
Morales y Ortega respectivamente y Honduras (2008), luego de la elección de Manuel
Zelaya como presidente483. Evidentemente esta propuesta sería un parteaguas en el camino
hacia la unidad y cooperación latinoamericana y por supuesto causaría una enorme molestia
a la derecha latinoamericana y al sujeto hegemónico -a éste último lo motivaría a reactivar
la IV Flota en el marco de la V Cumbre de las Américas-. En dicha iniciativa, la voluntad
de varios países latinoamericanos expresaba no sólo un interés por frenar el avance del
ALCA -que pese a haber sido sepultado luego de ser rechazado por los gobiernos
progresistas, bajo el ropaje de los TLC pretendía lograr sus objetivos-, sino también por
gestar una contrarespuesta a la dominación históricamente ejercida por EE.UU. y poder
decidir sobre el rumbo de las naciones miembro y en general el de la región. Así, en su
momento, lo corrobora Jorge Marchini:

El desafío del ALBA es evitar la dispersión en las negociaciones para que los países
de América Latina intenten no ser absorbidos por las presiones que apuntan hacia una
alineación con el ALCA. El ALBA constituye una propuesta para construir consensos
horizontales, para repensar los acuerdos de integración y para alcanzar un desarrollo

483
Ibídem, 224.

[259]
endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades
sociales y asegure una creciente calidad de vida para los pueblos. La propuesta del
ALBA se expresa en la emergencia de un nuevo liderazgo político, económico, social
y militar en América Latina y El Caribe.484

A la iniciativa del ALBA le proseguirían la creación de la Unión de Naciones


Suramericanas (UNASUR) en 2004, Petrocaribe en 2005, la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2010 y la Alianza del Pacífico en 2012, así
como el fortalecimiento del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) tras la afiliación de
Venezuela en 2012. Todos estos marcos de integración serían resultado de esta nueva fase
con la cual varios países latinoamericanos se mostrarían ampliamente comprometidos. La
integración derivaría en la consolidación de un bloque que no sólo restringiría las acciones
injerencias de EE.UU., sino que incluso buscaría abandonar las reformas neoliberales en un
intento por emancipar a la región del encadenamiento asociado a los despliegues del
capitalismo neoliberal y del sujeto hegemónico; de ahí que entonces la adopción del modelo
primario exportador fuese considerada como una alternativa para escapar del extractivismo
en tanto que se preveía invertir los ingresos provenientes de las actividades extractivas en el
desarrollo de los otros sectores de la economía, para después abandonarlo y enmendar en el
largo plazo el deterioro de los términos del intercambio -sobre la base de la producción y
exportación de bienes con valor agregado- y finalmente erradicar la dependencia
latinoamericana. Sin embargo, lo acontecido posteriormente demostraría que la historia
sería distinta a lo paneado (el extractivismo en ningún caso sería abandonado).

Ahora bien, es extremadamente necesario aclarar que pese a haber una integración
latinoamericana promovida por los gobiernos progresistas, ello no significaba que no
hubiera diferencias entre tales; no era un bloque homogéneo. Por ejemplo, el
posicionamiento político de algunos gobiernos progresistas se inclinaba a seguir la línea de
centroizquierda, es el caso de Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Tabaré Vázquez en
Uruguay y Michele Bachelet en Chile; mientas que Hugo Chávez en Venezuela, Evo
Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador mostraron una postura más estrictamente

484
Jorge Marchini, “Crisis y nuevos escenarios para América latina”, en Los retos de la integración y
América del Sur por Carlos Eduardo Martins (Argentina: CLACSO, 2013), 78.

[260]
izquierdista y por su parte Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina se situarían
en una posición intermedia entre ambas facciones. Precisamente este tipo de distinciones se
expresaba en el grado de radicalidad del mismo progresismo -si bien las posturas
propiamente izquierdistas se identificaban con un “Socialismo del siglo XXI”, realmente lo
que proponían era un capitalismo más benevolente y equilibrado. Justo esa propuesta fue el
marco común que hizo posible la interlocución entre los proyectos progresistas
independientemente de que su posicionamiento político fuese centro-izquierdista o
izquierdista-. No obstante, pese a las diferencias existentes su irrupción en el escenario
latinoamericano, en su momento sería considerado como “uno de los signos más
prometedores de la renovación de una nueva forma de estatismo de izquierda” 485 y un
nuevo modelo de integración que profesaba un sinfín de benevolencias, entre las cuales se
pueden citar: a) hacer frente a la dominación estadounidense, b) fomentar la unidad
latinoamericana basada en el principio de las “ventajas cooperativas”, c) modificar la
distribución de la riqueza -cuestión a la que lógicamente la derecha latinoamericana se
contraponía-, d) transformar el rol de América Latina convirtiéndola en un bloque
antiimperialista y ya no como el área de influencia o la reserva estratégica del sujeto
hegemónico y e) abandonar el extractivismo para incidir en la mejora de los términos del
intercambio que en un futuro permitiese terminar con la dependencia latinoamericana.

Ahora bien, lo mencionado anteriormente plantea cuestionamientos clave: ¿mientras esto


acontecía qué sucedía con el sujeto hegemónico?, ¿cómo se transformaría la relación?,
¿cuál sería la postura de EE.UU. frente a los cambios que vivía la región?

Ya se mencionaba en el apartado previo que con el término de la Guerra Fría se replantearía


la objetivación del enemigo, siendo ahora el blanco de la ofensiva del sujeto hegemónico
cualquiera que se opusiera a la dominación estadounidense en sus múltiples modalidades
-dicho sea de paso, la irrupción progresismo entraría en dicha categorización-. En ese
sentido, el sujeto hegemónico sabiendo que debía aprovechar la oportunidad histórica que
se le presentaba para consolidar su liderazgo global vertería su atención hacia los
yacimientos de recursos estratégicos anclados en territorios fuera del continente americano.
Así, su atención estaría volcada “oficialmente” hacia Medio Oriente desde el año 2001
485
Harvey citado en Ingrid Sarti, “El rol de Brasil en la institucionalidad de la integración sudamericana
ampliada, en Los retos de la integración, 216.

[261]
(justo cuando el casus belli , el 11 de septiembre, “caería del cielo”; aunque mucho antes de
ese año, dentro de los planes del sujeto hegemónico, Medio Oriente ya figuraba como un
asunto prioritario).

Supuesto esto, se entiende que el hecho de que EE. UU. haya enfocado su atención en otros
territorios, descuidando con ello a la región latinoamericana, pudo influir en la
“oportunidad” que la izquierda y su progresismo tuvo en la región. Al estar tan ocupado
con los asuntos en Medio Oriente no prestó atención a la crisis de la derecha
latinoamericana que antecedió a la ola progresista, ¿pudo el sujeto hegemónico haber
imaginado lo que ocurriría en América Latina? La respuesta es no ¿Por qué? Porque
consideraba que para todos era claro que los territorios latinoamericanos le pertenecían.
Creía, y de hecho así parecía ser, que la proclama del uso irrestricto de América Latina
-certificada históricamente por el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe, y demostrada
mediante el intervencionismo militar y sus prácticas injerencistas en la región- era
mundialmente aceptada, e incluso el hecho de que la expansión del capital neoliberal hacia
el Tercer Mundo y en especial hacia América Latina, una situación que favorecería la
bonanza de los años noventa en EE.UU., parecía confirmar y garantizar la predisposición
de América Latina a valer como un territorio instrumentalizado al servicio incuestionable
de los intereses de los capitales estadounidenses. Por supuesto que las apreciaciones del
sujeto hegemónico no eran falsas, antes de Hugo Chávez y la ola progresista no se percibía
estabilidad y presencia de amenazas regionales que dictaran lo contrario (salvo Cuba, pero
ya no se le consideraba una amenaza de mayores dimensiones que pudiese contagiar con el
sentimiento anti-estadounidense al resto de América Latina).

Luego del descalabro estratégico en Medio Oriente y el inherente cuestionamiento global


hacia el actuar estadounidense, Bush hijo vería en América Latina una pieza clave dentro
de la estrategia de seguridad de los EE.UU. y la sentenció como indispensable en el
cumplimiento de sus objetivos. Sin embargo, ante la irrupción de una serie de amenazas
progresistas y de movimientos de resistencia que denunciarían las atrocidades del
capitalismo neoliberal y en conformidad con las características del espacio-tiempo
coyuntural, Bush hijo optaría por aplicar en la región una política exterior norteamericana
que robustecería y/o perfeccionaría las medidas de facto sobre las de iure. Pues en aquellos

[262]
momentos se apreciaba un sentimiento anti-estadounidense latente y generalizado que se
iba incrementando y arraigando profundamente en América Latina.

Posiblemente este cuestionamiento en la región hacia el sujeto hegemónico pudo


corresponderse con el hartazgo hacia su histórico injerencismo cuya modalidad más
acabada y reciente había sido replicada en Medio Oriente, pero que desde mucho antes
había sido puesta en práctica y perfeccionada en América Latina por varias décadas. Esto
bien pude contribuir a la explicación de las razones por las cuales en la primera década del
siglo XXI hubo una merma generalizada de la solidez y legitimidad de la hegemonía
cultural, ideológica e incluso económica de EE.UU. en la región. Justo la incertidumbre e
inestabilidad, a su vez, ayudan a dilucidar los motivos por los cuales el sujeto hegemónico
decidió endurecer su política exterior hacia América Latina.

No obstante, para aquél momento en que EE.UU. decide reaccionar era evidente que
América Latina ya no se comportaba como un todo homogéneo; había diferencias
sustanciales. En algunos irrumpieron movilizaciones y movimientos sociales importantes,
en varios se dio un giro a la izquierda y se adoptó el progresismo como modelo de
desarrollo luego de olas de protesta social que amenazaron los intereses del binomio
burguesía latinoamericana-sujeto hegemónico; y sólo en unos cuantos la derecha
latinoamericana alienada a Washington continuaba gobernando mientras que en otros
-sobre todo aquellos con gobiernos progresistas- se vislumbraban claras intenciones de
entablar negociaciones de cooperación económica al interior de la región -sin contemplar al
sujeto hegemónico- y/o con actores extraregionales -en un intento por distanciarse de
EE.UU., acercarse a otros actores y fomentar la unidad latinoamericana-. Lógicamente esta
serie de acontecimientos urgieron cambios en términos de la relación de EE.UU. con la
región -aquí brevemente serán mencionados-. Ahora bien, es oportuno aclarar que lo
explicitado anteriormente no debe comprenderse como una aseveración sobre la poca
importancia que la región tuvo para EE.UU. Nada más lejos de la realidad, sólo se precisa
que hasta ese momento para el sujeto hegemónico no existían amenazas continentales; de
ahí que en el afán de garantizar para su usufructo los recursos de territorios fuera del
continente, haya dirigido la atención hacia aquello que aún “no le pertenecía”; pero justo en
ese intento se dio cuenta de que las amenazas se encontraban esparcidas a escala global e

[263]
incluso ya en territorio latinoamericano; cayó en cuenta de que la estabilidad de la región
nuevamente se vería perturbada -esta vez ya no por la amenaza comunista, sino por la
propia dinámica regional-.

Es justamente este contexto el que explica y motiva la redefinición de la relación entre


América Latina y EE.UU ¿En qué consistiría dicha redefinición? Cabe precisar que para
abordar esta transformación se pondrá atención en: a) la implementación de una serie de
planes de seguridad por los cuales se buscaría legitimar el despliegue espacial militar
estadounidense y que derivarían en una mayor militarización de la región, b) el intento
estadounidense por pactar tratados de libre comercio con cada uno de los países
latinoamericanos en un intento por combatir y coartar el margen de acción o expansión de
la integración latinoamericana diseñada por los gobiernos progresistas de la región, c) el
refortalecimiento de la alianza entre Washington y la derecha latinoamericana sobre la base
de intereses comunes y su participación conjunta en acciones encaminadas a derrocar a los
gobiernos progresistas (golpes de Estado blandos y duros) y d) la neutralización de los
vínculos entre la región y actores extraregionales.

Después de la “Declaración sobre seguridad en las Américas” organizada en México (2003)


por la Organización de Estados Americanos (OEA), se vería en el narcotráfico y el crimen
organizado la causa bélica prioritaria en la región, para la cual se haría necesario emprender
una serie de planes de seguridad proyectados sobre la noción de una seguridad multiescalar
-nacional, regional y hemisférica- y multidimensional. Este paquete de programas sería
presentado oficialmente como el marco de cooperación militar entre EE.UU. y el país
latinoamericano firmante. Primero, durante la administración de Bush hijo sería el Plan
Colombia y ASPAN; el éxito del primero le valdría la pena para ser replicado en México
con la Iniciativa Mérida y posteriormente en Centroamérica (CARSI), y ya bajo la gestión
de Barck Obama en el Caribe (CBSI). Así, a partir de la primera década las relaciones entre
EE.UU. y América Latina estarían principalmente comprendidas dentro de un contexto de
esfuerzo conjunto por combatir dichas amenazas; aunque ya ha quedado demostrado que la
causa bélica no siempre es la reportada oficialmente, ya sea que se criminalice la protesta
social colocándole la etiqueta de “ingobernables” y “delincuentes” o se realicen labores de
inteligencia conjunta entre las fuerzas armadas nacionales y sus homólogos

[264]
estadounidenses para derrocar a los gobiernos que conciben antidemocráticos o de
comportamiento incorrecto -ambos términos entendidos desde la concepción del sujeto
hegemónico y la derecha latinoamericana (dicha cuestión será retomada en el tratamiento
de los golpes de Estado en América Latina durante el nuevo siglo).

Evidentemente el fin de la militarización no está en sí misma, sino en combatir todos


aquellos obstáculos que impiden u obstaculizan el cumplimiento de los intereses del sujeto
hegemónico y la derecha latinoamericana. Desde aquél pueblo que se resiste a ser
despojado y desalojado de sus propias tierras en favor de la construcción de infraestructura
o la apertura de minas financiadas por capitales nacionales y extranjeros hasta aquellos
gobiernos progresistas que buscan limitar un poco la concentración de la riqueza para hacer
frente a los reclamos sociales y que deciden nacionalizar los recursos estratégicos
expulsando de su control a capitales extranjeros y nacionales.

El despliegue espacial militar estadounidense en la región también es concebido como un


marco para la construcción de una fortaleza americana que no sólo elimine a la amenazas
regionales o vigile el buen comportamiento de las sociedades y los gobiernos
latinoamericanos, sino que también mantenga bajo su radar lo que acontece con los
elementos estratégicos anclados en territorio latinoamericano; de hecho, así lo advierte el
posicionamiento militar de EE.UU. en el corazón de la Amazonía o en las proximidades del
Acuífero Guaraní así como el despliegue en fronteras y puertos -elementos clave en el
proceso de movilización de los flujos-.

A este tipo de iniciativas empleadas para certificar la legitimidad del posicionamiento


militar en la región -el cual bien podría ser catalogado como una acción injerencista y
violación a la soberanía a la usanza del apoyo norteamericano hacia las dictaduras
latinoamericanas de los años sesenta-, le proseguiría el firme interés de EE.UU. por
entablar acuerdos bilaterales de libre comercio con cada uno de los países latinoamericanos
en un intento de llevar a cabo la concreción del ALCA, el cual había sido sepultado en
aquella Cumbre de las Américas, pero ahora bajo otro nombre y siguiendo el esquema del

[265]
TLCAN (así suscribiría tratados con Chile en 2003 con Centroamérica y República
Dominicana en 2004, Perú en 2006, Colombia en 2006 y Panamá en 2007)486.

Los planes económico-comerciales y los de seguridad estarían ampliamente vinculados


entre sí y estarían justificados en nombre de un clásico indisociable desarrollo y seguridad,
dicho de otro modo, “estrechar” los lazos de cooperación económica-comercial y militar. El
objetivo subyacente sería combatir a las amenazas regionales que impiden abrir aquellos
espacios o rubros cerrados al gran capital; de ahí que uno de los rasgos más definitorios de
la política exterior de EE.UU. para la región sea la construcción de un escudo
norteamericanos que, a través de la implementación de distintos planes, sirva como cobijo y
medio para la penetración exclusiva del capital estadounidense en la región.

Evidentemente la penetración del sujeto hegemónico, pese a la serie de planes emprendidos,


no puede realizarse sóla ni abiertamente. En ese sentido, la alianza con la derecha
latinoamericana oligárquica adquiere un rol central en la estrategia estadounidense. Ya en
su momento se mencionó que la falsa democracia en la región -aquella de “baja
intensidad”, raptada por el capitalismo- es el modelo deseado por EE.UU. y la derecha
latinoamericana. He ahí el porqué de la creación -por iniciativa norteamericana- en 2001 de
la Carta Democrática Interamericana, la cual establece la concepción teórica sobre la
gobernabilidad conservadora y que sirve como manual institucional para hacer frente a las
amenazas hacia el orden democrático 487. Dicho sea de paso, el cambio de régimen hacia
uno democrático -asociado a esa falsa democracia- es considerado como un requerimiento
bajo la presunción de que sólo entre regímenes democráticos la paz puede existir (pax
americana); quizá un acotamiento más preciso podría ser que sólo a través de ese régimen
el capital puede sobrevivir y reproducirse. Siendo esta la tónica, se hace inteligible el hecho
de que bajo el mandato de Bush y sobre todo de Obama se haya apoyado -aunque no
explícitamente- la vuelta de la derecha en América Latina. Por supuesto que el apoyo del
sujeto hegemónico a la derecha oligárquica no es una cuestión novedosa; no obstante, frente
a la serie de transformaciones vinculadas al arribo de los gobiernos progresistas, ha tomado

486
CEPAL, “Información sobre Estados Unidos: Acuerdos comerciales”, acceso 05 de mayo de 2018,
http://www.sice.oas.org/ctyindex/USA/USAagreements_s.asp
487
María José Rodriguez Rejas, “Centralidad de América en la Estrategia de seguridad hemisférica de Estados
Unidos”, enEstados Unidos más allá de la crisis por Dídimo Castillo Fernández, Marco A. Gandásegui
(coord.) ) (México: Siglo XXI, 2009), 471.

[266]
un cariz extremadamente necesario. Precisamente por ello, dentro la ofensiva de EE.UU.
los golpes de Estado vuelven a figurar desde hace algunos años siendo el blanco de las
embestidas los gobiernos progresistas.

Se ha denunciado ampliamente el apoyo de las fuerzas militares estadounidenses situadas


en territorio latinoamericano -bajo la justificación de combatir el narcotráfico y el crimen
organizado- en materia de asesoramiento y entrenamiento de las fuerzas armadas
empleadas por la derecha latinoamericana para efectuar golpes de Estado principalmente
bajo la modalidad de golpe suave (salvo el intento de un golpe duro al gobierno de Chávez
en el año 2002). En este tipo ofensivas -también calificados como golpes de Estado más
inteligentes- los medios de comunicación son utilizados para crear o difundir campañas de
desprestigio acerca del gobierno electo democráticamente “sacando a la luz” escándalos de
corrupción que más tarde derivan en la desestabilización del régimen y la creación de una
atmósfera de incertidumbre e ingobernabilidad para la cual un gobierno de derecha actuaría
como el antídoto más eficaz. Esta fórmula ha tenido éxito en el derrocamiento de: Manuel
Zelaya en Honduras en 2009 -a quien se le acusó de querer reelegirse a través de la
modificación del marco constitucional y se le expulsó del país custodiado por el Ejército
hondureño-, Fernando Lugo en Paraguay en 2012 y Dilma Rousseff en Brasil -a quienes se
les inició un sorpresivo juicio político que terminaría con la renuncia y la destitución,
respectivamente-. Aunque, cabe destacar que también esta modalidad ha registrado fracasos
importantes en Bolivia (2010) y Ecuador (2008 y 2012).

Si bien la agresiva estrategia del sujeto hegemónico a través de estos golpes de estado
busca exterminar a los gobiernos “disidentes”, en varios casos sus actividades injerencistas
e intervencionismo militar fueron repelidos y carecieron de aceptación al tiempo en que
incidieron paradójicamente en la solidez de la izquierda en la región especialmente en
Venezuela, Ecuador y Bolivia comprometiendo así la efectividad de la ofensiva
norteamericana al impedir la reestructuración del liderazgo estadounidense en la región.
Aunado a esto, el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 también iría erosionando
importantes pilares de su liderazgo regional y global -a saber su hegemonía económica y
sus capacidades materiales incluidas las militares, así como la atracción hacia el american
way of life-.

[267]
Al tiempo en que el sujeto hegemónico ponía atención en lo explicitado previamente,
también intentaría romper los vínculos de la región -principalmente de los países con
gobiernos progresistas- y los actores extraregionales con los cuales rivaliza por ejercer el
control de la región. En ese sentido, la importancia de China como socio comercial, sus
varios tratados bilaterales, sus cuantiosas inversiones en megaproyectos de infraestructura
planeados para movilizar flujos de productos y recursos estratégicos hacia Oriente alarma a
Washington. Frente a esta situación, el giro a la derecha no sólo se hace necesario para
“estabilizar” a la región, sino para excluir la mano invisible de China. Así quedaría
demostrado en Brasil, luego de la instauración de la derecha con Michel Temer -precedida
por un golpe de estado blando a Dilma Rousseff-, quien inexplicablemente cancelaría el
Corredor Ferroviario Bioceánico Central que conectaría el Atlántico con el Pacífico en el
Cono Sur y que sería financiado por préstamos chinos y utilizado para movilizar flujos
hacia el Sudeste Asiático. Con respecto a aquellos en los cuales los gobiernos progresistas
no han sido derrocados, la estrategia adoptada para romper el acercamiento con China sería
el constreñimiento financiero -es el caso de Nicaragua con la construcción del Gran Canal-.

Evidentemente las acciones emprendidas por el sujeto hegemónico señalan un


endurecimiento de la política exterior de EE.UU. hacia América Latina. En este momento
de la discusión, quizá una de las ambigüedades que podría rondar en mente sería la
suavidad de la misma durante la administración de Obama. Durante su gestión la línea de
acción del sujeto hegemónico en materia de política exterior se decantaría por una
exaltación de las medidas de iure en un intento por reestructurar el liderazgo en la región y
brindar un soporte sólido a la hegemonía estadounidense desde cimientos más duraderos.
Sin embargo, a decir verdad, la suavidad de la retorica de Obama debe ser leída entre
líneas, pues durante su gobierno aminoró sólo un poco en el plano retórico la agresividad de
la política de Bush hijo y aunque esto pudiera sugerir un punto de ruptura, debe
comprenderse como una alternancia entre políticas duras y unas un poco más suaves.
Finalmente, ambas son necesarias.

Siendo esta la tónica, se hace inteligible el porqué bajo el mandato de Obama, EE.UU.
apoyó la perpetración de los golpes de Estado a los gobiernos progresistas y dio
continuidad a los planes de seguridad que profundizan el despliegue espacial militar en la

[268]
región, planes que si bien fueron emprendidos durante la administración de Bush hijo
tendrían seguimiento bajo la administración de Obama a tal grado que el modelo heredado
del PC y la IM sería años más tarde exportado hacia el Caribe.

En suma, las iniciativas y planes dispuestos para América Latina desde Washington y
durante ambas administraciones -a propósito, se advierte que hasta este momento la actual
administración seguirá la misma línea- dieron cuenta de la nueva naturaleza de la relación
entre ambas facciones y las pautas futuras. Frente a la inestabilidad, el endurecimiento de la
política exterior estadounidense a la región parece inevitable. La ofensiva global del sujeto
hegemónico ha obligado a los países latinoamericanos a decidir si anexarse o no al club de
los aliados y amigos de EE.UU; de ahí que entonces la aceptación o rechazo a los planes
económico-comerciales y de seguridad planteados por Washington también sirvan para
identificar quienes son aliados -aquellos que asuman los intereses estadounidenses como
propios- y quienes enemigos -aquellos que no sólo no asuman como propios los intereses
norteamericanos, sino que los consideran hostiles, contrarios y en perjuicio de los propios-.
En virtud de esta identificación, también delinea el carácter específico de su relación con
cada país latinoamericano. Precisamente la noción estadounidense sobre seguridad nacional
que adquiere una connotación multidimensional y multiescalar, es un aspecto clave que da
luz a la comprensión de la relación entre América Latina y EE.UU.; ello hace inteligible los
motivos por los cuales los objetivos y la semántica de los planes de seguridad y
cooperación militar son bastante parecidos -por no decir iguales- a los estadounidenses,
justo porque en el fondo las que yacen son las disposiciones de la estrategia de seguridad de
EE.UU., las mismas que las contenidas en los planes creados con Bush hijo como
presidente.

Desde luego que con la ofensiva norteamericana se buscaría volver a la normalidad la


relación entre EE.UU. y la región latinoamericana -entendiendo por normalidad una
situación de completa subordinación de esta última respecto a EE.UU.-. Por esta razón, se
comprende cuán indispensable es el derrocamiento de la izquierda progresista y la vuelta de
la derecha; pues gracias a sus vínculos con ésta última, le resultaría más fácil acceder a los
mercados, recursos y bienes anclados en territorios latinoamericanos en detrimento de
China. Indiscutiblemente la búsqueda de un giro a la derecha favorecido por los golpes de

[269]
Estado revela que las justificaciones utilizadas para validar el despliegue espacial militar
estadounidense en la región -ya sea asistencia y/o cooperación militar o cualquier
invocación ideológica- esconden los verdaderos motivos de la ofensiva norteamericana:
desestabilizar a los regímenes progresistas y exterminar las disidencias sociales. Es verdad
que con la actual administración pudiesen esperarse cambios; quizá, al menos en el plano
retórico, el mantra American First parece advertirlo. Aquellos pronunciamientos que
pudiesen sugerir falta de interés en la región latinoamericana, quizá esconden lo contrario;
más aún si sabe que aunque varios regímenes progresistas han sido derrocados, ello no
significa que la izquierda progresista haya sido eliminada completamente de la escena
latinoamericana, ni mucho menos que exista estabilidad; pues pese al arribo de la derecha,
su continuidad se advierte dudosa (a manera de ejemplo se puede mencionar que en este
2018 Lula se perfila para ganar las elecciones, sucediendo así al gobierno derechista de
Temer; aunque claro su situación legal sigue siendo incierta). Asimismo, pronunciamientos
del tipo: “América Latina no necesita de otro poder imperial” -léase aparte del ejercido por
EE.UU. y entiéndase como un mensaje dirigido a la intromisión de capitales chinos en la
región- parecen reafirmar el interés estadounidense en la región.

[270]
Reflexiones finales

[271]
Se precisa que este apartado, de ninguna manera deberá ser pensado como una conclusión
que dé finiquito a la discusión del tema. Evidentemente, el trabajo aquí expuesto sólo es
una aproximación; de ahí que sólo se remita a brindar una serie de reflexiones finales que
indiscutiblemente invitarán a continuar con la cavilación. Así, teniendo en cuenta esta
aclaración, el apartado estará estructurado en dos grandes ejes: en el primero, como
cualquier investigación, se hablará sobre el cumplimiento de los objetivos y la
comprobación de la hipótesis; y para el segundo, de conformidad con el reconocimiento de
que la discusión debe continuar, se plantearán algunas cuestiones que pudieran trazar las
vertientes para seguir reflexionando sobre el tema. Habiendo dicho esto, es posible dar paso
al contenido.

La presente investigación manejó como hipótesis de trabajo que: La transición hacia un


nuevo orden geopolítico internacional y la consecuente disputa y competencia entre
EE.UU. y los nuevos centros de poder económico por los recursos estratégicos que sirven
de sustento a la hegemonía económica plantean para América Latina: 1) Una progresiva
desindustrialización y reprimarización de algunas economías latinoamericanas por la
adopción de un modelo primario-exportador neoextractivista, 2) Profundización y
ampliación del despliegue espacial militar estadounidense por el control de recursos
estratégicos y 3) Redefinición de la relación EE. UU.- América Latina.

En virtud de esta conjetura, el objetivo general del estudio fue: Analizar cómo la transición
hacia un nuevo orden geopolítico internacional que supone una constante disputa y
competencia entre EE.UU. y los nuevos centros de poder económico por la hegemonía
mundial y por tanto de recursos estratégicos que le sirven de sustento material, se
manifiesta en una serie de implicaciones para América Latina, toda vez, que la región es
revalorizada y concebida como una reserva estratégica necesaria para la reproducción
material.

Teniendo en cuenta la hipótesis y el objetivo general, se delinearon los objetivos


específicos a partir de los cuales se definió la estructura capitular, a saber, cada capítulo
respondió a un objetivo particular. Por ello, se realizará una especie de recuento con el fin
primero de identificar y valorar el grado de cumplimiento de los objetivos y en última
instancia la confirmación de lo sustentado en la hipótesis de trabajo.

[272]
La intención del primer capítulo estribó en exponer una discusión teórica sobre cuatro
categorías de análisis fundamentales para esta investigación: a) sistemas-mundo, b)
hegemonía, c) producción estratégica y d) recursos estratégicos.

La determinación de sistemas mundo como una categoría central para la investigación


estuvo vinculada con la escala evidenciada en la hipótesis, ya que se sostiene que debido a
las transformaciones globales hay implicaciones concretas para América Latina.
Evidentemente lo más viable, de acuerdo con la hipótesis de trabajo, fue adoptar la
propuesta wallersteiniana y su interpretación diacrónica basada en un esquema de
pensamiento deductivo.

De este modo, se recurrió a la revisión de los grandes supuestos del enfoque macro-micro
contenido en el “análisis de sistemas-mundo” a fin de elucidar cómo y porqué desde ese
enfoque la realidad se interpreta como un todo articulado al tiempo en que es posible
visibilizar el vínculo entre las expresiones particulares y la dinámica general o global. Por
ello, también se hizo necesario ir dilucidando a lo largo de la discusión otra serie de
conceptualizaciones (sistema-mundo moderno, economía-mundo, capitalismo, modernidad,
sistema interestatal, orden geopolítico, geocultura global) acuñadas o empleadas para
ilustrar el funcionamiento sistémico.

Con relación a la segunda categoría, se esbozó la amplia y ambigua discusión que hay en
torno a tal. Para ello se tuvo en cuenta los razonamientos contenidos en las teorías realistas
y sistémicas así como en la interpretación ofrecida por la teorización gramsciana, siendo
esta última la que, para efectos de la investigación, se tomó en cuenta. Asimismo, con la
finalidad de ir vislumbrado la asociación entre las siguientes dos categorías (producción
estratégica y recursos estratégicos) se revisaron los planos de construcción de la hegemonía
y sus dimensiones decisivas con base en la interpretación proveniente del marxismo crítico
de Ana Esther Ceceña. La consideración del concepto de hegemonía como una categoría
central estuvo asociada tanto a su vinculación con el establecimiento de un orden
geopolítico en el sistema-mundo que emana precisamente de la instauración de una
hegemonía y su relación con la noción de recursos estratégicos y producción estratégica.

[273]
Finalmente, el capitulo presentó la discusión conjunta sobre la categoría recursos
estratégicos y producción estratégica. Para la primera categoría, el análisis partió de la
teorización de Neil Smith sobre la producción de la Naturaleza y posteriormente siguiendo
la línea del marxismo crítico, se retomó la interpretación de Claude Raffestin sobre la
objetivación de la materia como recurso. Asimismo se recurrió a la noción de paradigma
tecnoeconómico planteada por Carlota Pérez para explicar por qué la objetivación de los
recursos estratégicos que garantizan la superioridad tecnológica del sujeto hegemónico
varían correspondiéndose con las necesidades y determinaciones del paradigma. En un
segundo momento, se tomó en cuenta la teorización de Ceceña y Andrés Barreda; cuya
propuesta también proviene del marxismo crítico y permitió comprender que lo estratégico
sólo adquiere dicha connotación si forma parte de los elementos que sirven de sustento a la
hegemonía. Además, desde esta interpretación, se visibilizó el vínculo entre recurso
estratégico, superioridad tecnológica y ejercicio de la hegemonía económica y global.

Teniendo en cuenta lo planteado en el capítulo 1, el objetivo del segundo fue explicar a


modo de contexto el proceso de transición hacia el nuevo orden geopolítico y los cambios
sustanciales presentados desde la década de los setenta. En un primer momento, se expuso a
modo de contextualización rasgos esenciales de la Etapa de contención de la Guerra Fría y
posteriormente se abordaron los cambios que durante la Etapa de distención marcarían el
inicio de un sendero hacia la transformación global y el fin de la Guerra Fría: a) la crisis de
acumulación y agotamiento del paradigma tecnoeconómico fordista-keynesianista, b) fin
del sistema monetario Bretton Woods y la inconvertibilidad del dólar, c) las crisis petroleras
de 1973-1975 y 1978 y la culminación de la era de petróleo barato, d) la inestabilidad
económica estadounidense coligada a los déficits gemelos y la subsecuente ola inflacionaria
y e) la competencia intercapitalista incrementada.

En un segundo instante, se dedicó atención en el desenvolvimiento del conflicto en sus


últimos años y la conducción hacia su fin. Siendo este el panorama, se dio paso al
tratamiento de la pérdida de liderazgo global estadounidense ligado a aquellos cambios
sustanciales acaecidos en la década de los setenta. De conformidad con ello, se realizó una
explicación acerca de la implementación del neoliberalismo pensada como una medida de
ajuste espacio-temporal y de recomposición hegemónica, la cual permitiría a EE.UU.

[274]
consolidarse como el sujeto hegemónico y establecer el nuevo orden geopolítico de
posguerra. En un tercer momento, se abrió paso a la explicitación sobre el “éxito” del
neoliberalismo. En varios análisis, éste ha sido considerado como un fracaso que no pudo
lidiar inmediatamente con la inestabilidad originada en la década de los setenta cobrando
como principal víctima el liderazgo norteamericano que se vio ampliamente cuestionado;
no obstante, en la presente investigación, difiriendo con esta interpretación, se precisó que
aquella “crisis de hegemonía” fue solventada gradualmente logrando la completa
reestructuración en los primeros años de la década de los noventa. Frente a esta tónica, la
reflexión se decantó por percibirla, más que como una crisis, un declive relativo de la
hegemonía estadounidense causado por el deterioro de sus capacidades económicas -una de
las tantas dimensiones de la hegemonía global-; pues aunque los años inmediatos a la
implementación del neoliberalismo apuntaban hacia su fracaso, su éxito no sería tangible
hasta los felices noventa. Es cierto que para finales de esta década y principios del siglo
XXI la bonanza noventera sería cuestionada a partir de la profundización de la competencia
intercapitalista y el estallido de las burbujas financieras de 2001 y 2008, pues una vez más
las capacidades económicas y competitivas del sujeto hegemónico estarían comprometidas.

Dado el panorama de acuciada competencia intercapitalista, se infirió que como resultado


de ello existe una rivalidad entre varios centros de poder económicos por hacerse del
control, gestión y acceso a los elementos estratégicos que sustentan a la hegemonía; de ahí
que la mirada de estos centros de poder económico se dirija hacia aquellos territorios que
disponen de importantes reservas de recursos estratégicos -en tanto que es uno de los
elementos sobre los cuales la hegemonía se erige-. En ese sentido, la región de América
Latina es objeto de interés y por ello ha sido revalorizada por el sujeto hegemónico luego de
su fracaso en Medio Oriente.

Bajo esta serie de razonamientos, el capitulo 3, cuyo objetivo fue analizar las implicaciones
para América Latina derivadas de la disputa intercapitalista y consideración como reserva
de recursos estratégicos, inicia con la identificación concreta de los recursos estratégicos
siguiendo la teorización contenida en el primer capítulo; con ello se determinó que el
petróleo y los minerales forman parte del núcleo de recursos vitales del paradigma
tecnoeconómico actual. Sentado esto, se esbozó el paisaje de conflictividad en torno a la

[275]
disputa intercapitalista de estos recursos emplazados en territorio latinoamericano;
retomando para ello, los criterios de esencialidad y vulnerabilidad así como sus distintas
delimitaciones.

Tomando en consideración todo lo anterior, se analizaron las implicaciones sustentadas en


la hipótesis de trabajo. En un primer momento, si bien se observó que en general en las
economías latinoamericanas el sector primario goza de importancia, sólo en algunas se
observa, en efecto, una tendencia a la reprimarización; tendencia que fue motivada por un
incremento de la demanda global de materias primas asociada a la agudización de la
competencia intercapitalista y los altos precios de los commodities que alcanzaron su
registro máximo en 2012. En consecuencia, varias economías latinoamericanas,
principalmente las del sur, luego del arribo de los gobiernos progresistas se decantaron por
profundizar el modelo extractivista -bajo el prefijo neo-. Así, pese a que en dichas
economías durante la década de los noventa se documentó una mayor participación del
sector manufacturero en las exportaciones, en el nuevo siglo esta participación comenzó a
reducirse en favor de una hiperespecialización en el sector primario. Si bien la continuidad
del modelo extractivista bajo los gobiernos progresistas fue pensada como una forma de
escapar del propio modelo para dar paso a la industrialización de las economías al tiempo
en que con ello se preveía combatir la dependencia latinoamericana y recomponer los
términos del intercambio, las maravillas inmediatas del extractivismo ensombrecieron el fin
último cayendo en una especie de círculo vicios y haciendo cada vez más difícil abandonar
el extractivismo. Aunado a ello, el hecho de que desde 2012 se haya presentado una
reducción en los precios de los commodities a causa de una pérdida de dinamismo del
crecimiento global complejiza y hace más delicada la situación para estas economías, en
tanto que al ser altamente dependientes de los ingresos generados por el sector extractivista
son más susceptibles a los cambios en la demanda y en los precios de los mismos; de ahí
que entonces frente a estas condiciones -desaceleración del crecimiento y disminución de
los precios- las desventajas del modelo primario exportador afloren crudamente.

En un segundo instante, se analizó la profundización del despliegue espacial militar


estadounidense como un efecto vinculado, pero no exclusivamente a la existencia de
recursos estratégicos. Para comprobar la veracidad de los argumentado en la hipótesis, se

[276]
revisaron aspectos fundamentales sobre la Estrategia de Dominación de Espectro Completo
sobre la base de las investigaciones que al respecto ha hecho Ana Esther Ceceña, a fin de ir
delineando quiénes y por qué son los nuevos enemigos y cómo se concibe y se zonifica el
campo de batalla. Teniendo en consideración estas generalidades se hizo una delimitación
sobre los marcos que legitiman y certifican el despliegue espacial del sujeto hegemónico en
la región latinoamericana (Plan Colombia, IIRSA, PPP, ASPAN, Iniciativa Mérida, CARSI
y CBSI). Evidentemente no se realizó un amplio estudio sobre todo lo dispuesto en dichos
planes de seguridad, sólo se prestó atención a las similitudes entre todos ellosy las
justificaciones por las cuales se certifica el despliegue bajo el argumento de lucha contra el
narcotráfico y el crimen organizado. La temporalidad del despliegue a través de estos
marcos y el posicionamiento de bases militares a lo largo del territorio latinoamericano
confirman que frente al panorama de conflictividad en torno al acceso, control o gestión de
los recursos estratégicos se ha producido un mayor despliegue espacial militar del sujeto
hegemónico. Por supuesto que el posicionamiento no se establece únicamente en territorios
con recursos estratégicos -sin embargo, se visualiza un estrecho grado de asociación-, sino
también en las proximidades de movimientos sociales o en territorios aliados desde dónde
se busca cercar a las amenazar, vigilar los territorios enemigos e ir proyectando el
posicionamiento militar a escala regional.

Finalmente, el capítulo culmina con el análisis sobre la redefinición de la relación EE.UU.-


América Latina. Dada la amplitud, se decidió realizar un acotamiento de algunos puntos
focales desde los cuales se podría ir visualizando dicha redefinición: a) la implementación
de una serie de planes de seguridad por los cuales se buscaría legitimar el despliegue
espacial militar estadounidense y que resultarían en una mayor militarización de la región,
b) el interés estadounidense por pactar tratados de libre comercio con cada uno de los
países latinoamericanos en un intento por combatir y coartar el margen de acción o
expansión de la integración latinoamericana diseñada por los gobiernos progresistas de la
región, c) el refortalecimiento de la alianza entre Washington y la derecha latinoamericana
sobre la base de intereses comunes; y su participación conjunta en acciones (golpes de
Estado blandos y duros) encaminadas a derrocar a los gobiernos progresistas y d) la
neutralización de los vínculos entre la región y actores extraregionales en el afán de
garantizar el uso irrestricto del territorio latinoamericano.

[277]
De conformidad con todos los hallazgos obtenidos a lo largo de la investigación, se afirma
el cumplimiento de lo sustentado en la hipótesis de trabajo.

Ahora bien, habiendo cumplido con la primera parte y teniendo en cuenta el panorama de
conflictividad entre el sujeto hegemónico y otros centros de poder económico por el acceso,
control y gestión de recursos estratégicos que sirven de sustento a la hegemonía económica
-una senda hacia la hegemonía global- ha desencadenado en varias implicaciones para
América Latina que indiscutiblemente conforme a su desenvolvimiento van planteando
desafíos y quizá varias oportunidades. Bajo este razonamiento es posible continuar con el
bosquejo de algunas ideas y reflexiones al respecto.

Es verdad que el derrocamiento del progresismo se debe a causas endógenas y exógenas.


Sin embargo, creo que las actividades del sujeto hegemónico bajo las modalidad golpe
suave ha sido exitosa porque al interior de aquellos países aunque ha habido logros
significativos, las promesas incumplidas rebasan los méritos cosechados al tiempo en que
los medios de comunicación al servicio de la derecha exacerban los fracasos del
progresismo. Y es cierto, se pueden enumerar varios ejemplos que dan cuenta de que todo
lo planeado no se cumplió estrictamente, pero ¿acaso no se han recolectado un sinfín de
“desilusiones” bajo gobiernos derechistas?, ¿por qué entonces se reprueba al progresismo y
se aprueba “lo mismo de siempre”? Quizá la respuesta está precisamente en cuán
triunfantes han sido las campañas de desprestigio al progresismo llevadas a cabo por las
oligarquías latinoamericanas en alianza con el sujeto hegemónico quien, dicho sea de paso,
sólo ve posible el cumplimiento de sus objetivos si se alía con su símil en los distintos
países latinoamericanos.

De cara a estas instancias, se atestigua un giro a la derecha en América Latina luego del
derrocamiento de importantes gobiernos progresistas en la región y el cual podría
consolidarse o revertirse en este 2018. Aunque en Paraguay la elección de Horacio Cartes
ya dio el triunfo a la derecha oligárquica latinoamericana, resta conocer lo que sucederá en
Brasil y Venezuela, dos de los países en donde ocurrió la primera ola de gobiernos
progresistas ¿Podrá la derecha instaurada en Brasil con Temer consolidar su arribo con el
triunfo en las urnas de Jair Bolsonaro?, ¿lo que acontece en Venezuela y el juicio político

[278]
de Lula podrían sepultar al progresismo?, ¿será eminente el triunfo de la derecha en Brasil?
Todas estas preguntas aún aguardan sus respuestas.

Algo seguro es que por ahora el modelo primario exportador extractivista continuará ya sea
bajo un gobierno de derecha o de izquierda; de hecho, luce especialmente difícil que se
frene la reprimarización de las economías latinoamericanas que enfrentan esta condición. Si
bien la esencia del extractivismo continuará independientemente del tipo de gobierno, es de
esperarse que una consolidación del giro a la derecha en América Latina, significará
revertir todo signo neo del modelo extractivista, suprimiendo la intervención estatal y los
programas sociales y volviendo así al modelo clásico o incluso perfeccionando la voracidad
del mismo. Además, dado el interés de los centros de poder económico en los territorios
con recursos estratégicos, un retroceso de la reprimarizaciónse se advierte poco posible,
inclusive ya algunos hechos parecen confirmar que se avanza en la apertura de aquellos
espacios cerrados al capital bajo el cobijo de los gobiernos derechistas en estrecha alianza
con Washington. Pero ¿acaso sólo se advierte una preeminencia de las actividades
primarias? La respuesta es no, sea cual sea la especificidad de las circunstancias -ya sea que
se promueva la IED en proyectos de infraestructura o el Estado financie las obras con la
finalidad de atraer IED a la que se le permite ejercer un uso casi exclusivo de dicha
infraestructura-.

Es evidente que, tanto en aquellos países cuyas economías mantienen un importante sector
extractivista -pese a que también cuentan con un sector secundario más desarrollado- como
en los que se ha ponderado el sector extractivista por encima de otros rubros, se requerirá
de planear y construir grandes obras de infraestructura funcional para movilizar los flujos
de recursos estratégicos y una vez más los megaproyectos de sistemas multimodales, pese a
su fachada, serán un claro síntoma o las vertebras del saqueo a territorios latinoamericanos;
de ahí que entonces sea posible plantear que en estrecha vinculación con la disputa por
recursos estratégicos en el fondo yace también una competencia entre capitales extranjeros
y/o nacionales -o en conjunción- ya sea por promover, utilizar o gestionar los proyectos de
infraestructura requerida por el modelo primario exportador extractivista para externalizar
costos u obtener rentas por su inversión en la construcción de las mismas o en el caso de
las instituciones bancarias por su financiamiento; no obstante, el interés también radica en

[279]
que es un modo por el cual se reduce la vulnerabilidad de posibles interrupciones, a saber,
se asegura “la correcta movilización” hacia el punto de destino, desde el momento en que
se extrae y se embarca hasta el instante en que deba ser desembarcado y trasladado hacia el
punto de destino.

También pudiera ser que el giro a la derecha y su “más de lo mismo” sea la antesala de un
segundo aire para el progresismo. A decir verdad, un posible triunfo de la izquierda
institucional en Venezuela y Brasil también pudiera marcar el “resurgimiento” del
progresismo en la región, el cual ciertamente no ha desaparecido por completo. Quizá, si
eso ocurre, entre las oportunidades podría visualizase un aprendizaje sobre los errores.
Posiblemente se intentaría revertir aunque sea un poco la reprimarización y habría que ver
si se continuaría con el distanciamiento respecto a EE.UU, si se profundizaría el
acercamiento con China o si se diversificarían las relaciones. Algo innegable es que aquello
que se concibe como oportunidad también pudiese sugerir más desafíos, por ejemplo, si
bajo el supuesto de que exista una nueva ola progresista y se profundizara la relación con
China, ¿se estaría tan sólo orbitando alrededor de alguien más? Más allá de que pudiera ser
China, el asunto será diversificar las relaciones en un intento de no perpetuar su condición
de subordinación pero ahora bajo otros nuevos actores.

Ahora bien, ya ha quedado demostrado que el acercamiento con China lógicamente no ha


sido bien recibido por el sujeto hegemónico quien considera tener la concesión sobre el uso
irrestricto de la región. De hecho, ya ha quedado evidenciado que con el restablecimiento a
la derecha en América Latina han sido cancelados algunos proyectos de infraestructura que
serian financiados con préstamos chinos. Ello ya ocurrió en Brasil, y entre las poco
convincentes razones se alegó que un proyecto de características símiles al cancelado ya
había sido planeado previamente con EE.UU. Sentado esto, ¿podría esperarse una serie de
cancelaciones a las licitaciones y/o concesiones otorgadas a los capitales chinos en el sector
extractivo de América Latina?, ¿será reversible la ofensiva china en la región?; y si no es
así, ¿entonces se atestiguaría una profundización de los despliegues del sujeto
hegemónico?, ¿habrá una reproducción por doquier en territorio latinoamericano de los
TLC y planes de seguridad pactados ya con Colombia y México?, ¿habrá tantas Iniciativas
Mérida como sean posibles?, ¿cuántas bases militares estarán a punto de emplazarse y a

[280]
qué se deberá la causa real de su ubicación?, ¿el despliegue podría interpretarse como una
expresión de la solidez de la dominación ejercida o expresaría lo contrario?, ¿logrará el
sujeto hegemónico a través de estos despliegues hacerse del control de los yacimientos de
minerales estratégicos y de hidrocarburos para no comprometer el encadenamiento
productivo en torno a ellos y conservar su hegemonía? Y siendo este el paisaje, ¿cómo
evolucionará y cuál será el desenlace de la redefinición de la relación entre EE.UU. y
América Latina?, ¿quién lograra qué y en detrimento de quién?

Todas las preguntas sin respuesta definitivamente son una clara manifestación de que la
discusión debe continuar. Aún muchas cosas no pueden darse por sentado porque
precisamente están en curso; de ahí que para continuar con el tratamiento de la temática
aquí planteada se requiera mantenerse expectante de lo que va aconteciendo día con día.

[281]
Fuentes

[282]
Recursos impresos

Libros/ Capítulos

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