Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ISBN: 978-9974-0-1309-4
© 2015, de los autores
depdegeografia@gmail.com
ANEP
CONSEJO DE FORMACION EN EDUCACION
DEPARTAMENTO DE GEOGRAFIA
Consejeros:
Mag. María Margarita Luaces
Prof. Laura Motta
Mtra. Teresita Capurro
Prof. Néstor Pereira
Consejeros:
Mag. María Dibarboure
Mtro. Luis Garibaldi
Índice
Prólogo..........................................................................................................7
Ana Domínguez y Fernando Pesce
Finalidades didácticas del uso de mapas
Prof. Mariela Espino González......................................................... 176
Prólogo
de la currícula en las instituciones de enseñanza media y la de los Estudios
Sociales en donde la currícula es organizada en campos multidisciplinares
amplios en los que los contenidos geográficos se fusionan con los históricos
y los sociológicos. El debate narrado resulta de interés pues en la historia
de la educación uruguaya la oposición entre el diseño curricular por asig-
natura o por áreas del conocimiento tuvo como antecedentes el plan piloto
del año 1963 (en el que si bien se situó a la Geografía dentro del espacio
curricular de las Ciencias Sociales esta materia no perdió especificidad) y el
plan 1996. En ambas circunstancias la construcción del currículo por áreas
generó rechazo, oposición e incluso hasta movilización por parte del colec-
tivo de profesores de la especialidad. En la actualidad, momento en el que
parece avecinarse una nueva reforma del plan de estudios, el rescatar los
antecedentes sobre ese debate permite el des- olvido y coloca en el esce-
nario político actual las razones que este tuvo y su contexto internacional de
emergencia.
El Prof. César Cutinella aborda las complejas relaciones existentes entre
la Escuela, la Nación y la Geografía escolar en los orígenes de esta como
materia escolar en el siglo XIX, y la relevancia formativa que la misma tuvo
en la construcción de la identidad nacional patriótica. En el artículo, el autor
desarrolla los vínculos entre el devenir histórico y político del capitalismo
industrial, la Geografía como materia escolar inscripta en la currícula de
la Escuela de masas originada en el siglo decimonónico y explica los fun-
damentos epistemológicos de los contenidos de enseñanza, explayándose
en la concepción instrumental de Naturaleza inherente al paradigma de la
Geografía Política y Física clásica. También narra fundadamente la función
que cumplieron los manuales escolares como artefactos de trasmisión de
los contenidos geográficos sustituyendo a los viejos catecismos escolares.
Ya al final del artículo efectúa un ejercicio deductivo concretizando los prin-
cipales aspectos teóricos desarrollados en general, para el caso uruguayo
en particular.
El artículo titulado Clasificaciones Climáticas: concepciones epistemoló-
gicas en las que se encuadran y su evolución es el resultado de una investi-
gación desarrollada por la Prof. Rita Bruschi en el que se presentan los orí-
genes, características generales y relevancia científica y social de las prin-
cipales clasificaciones climáticas de los siglos diecinueve y veinte. Resulta
de gran interés para la reconstrucción de la historia social de la Climatología
como ciencia y de los vínculos de esta con la Geografía. A lo largo del artícu-
lo la autora va describiendo las características generales de las principales
clasificaciones climáticas como paso previo a una contextualización social y
económica de cada una de ellas, para luego fundamentarlas epistemológi-
camente. Así, se discute la relevancia de las clasificaciones genéricas como
antecedentes del tipo descriptivo, para luego abordar las del tipo genético y
su relevancia. Finalmente se introduce la concepción de sistema climático y
se discute sobre la pertinencia científica y social de las clasificaciones climá-
ticas ante el contexto del cambio global.
El cuarto artículo escrito por el Mag. Darwin Carballido resulta ser una in-
vestigación sobre los orígenes y funciones de los manuales escolares. Este
artículo actúa como bisagra en la estructura interna de esta publicación, ya
que de tinte teórico, permitirá al equipo editor introducir al lector en los artí-
culos siguientes, que abordan aspectos teórico conceptuales de la Geogra-
fía en la Enseñanza Secundaria uruguaya presentes en los libros de texto.
El autor presenta diferentes concepciones y significaciones en torno a los
orígenes y funcionalidades de los manuales escolares singularizándolos por
sus finalidades y diferenciándolos de otros libros didácticos. A partir de ello
se clarifica en el artículo lo que es un manual escolar. Luego coloca en diálo-
go diferentes concepciones sobre el origen de los manuales escolares para
por último, precisar el contexto histórico de emergencia de los mismos en el
siglo diecinueve. En el trabajo se muestra como los manuales escolares son
un fenómeno asociado a la Escuela de masas, a modo de dispositivo oficial
para forjar un tipo concreto de ciudadano a través de sus componentes di-
dácticos e ideológicos.
El artículo El clima en los manuales de Geografía en el Uruguay escrito
por los profesores Bruschi y Cutinella constituye una exhaustiva revisión
bibliográfica de los manuales escolares de referencia que fueron utilizados
en la enseñanza de la Geografía en la Educación Secundaria por más de
un siglo. Los autores hurgan en los manuales el concepto de clima, para
luego indagar las fuentes epistemológicas de las definiciones propuestas
efectuando un contexto socio- histórico de referencia para las mismas. Este
trabajo de investigación articula la historia social de la Climatología como
disciplina científica con la Geografía escolar y logra develar los orígenes de
las conceptualizaciones y clasificaciones climáticas, muchas veces, cuando
no siempre, los manuales escolares los presentan de manera naturalizada.
Así el artículo explica cómo y por qué fue modificándose la definición y cla-
sificación de los climas que fueron comunicadas en los manuales escolares
a lo largo de una periodización asociada a los orígenes, consolidación y
evolución del campo geográfico escolar. Los autores muestran el distancia-
miento entre el campo científico de referencia y los contenidos disciplinares
presentes en los manuales escolares efectuando una constatación empírica
ya evidenciada por André Chervel en la década de 1990 para demostrar la
independencia filiatoria entre disciplina científica y materia escolar.
Los artículos sexto (Conti, Jiménez, Sterla), séptimo (Bottino, Correa) y
octavo (González, Meroni) efectúan un análisis crítico de manuales escola-
res escritos para el aprendizaje de la asignatura en la Enseñanza Secunda-
ria uruguaya. Los manuales escolares son parte del currículum oficial en la
medida de que actúan como dispositivos para la transmisión de conocimien-
tos y valores socialmente válidos – y políticamente acordes a las finalidades
formativas de la asignatura definidas por las autoridades de la educación- en
los contextos de emergencia. El análisis efectuado de los manuales escola-
res en los tres trabajos tiene como denominador común, el enfoque teórico
y la metodología de abordaje. Una de las finalidades es develar los funda-
mentos paradigmáticos que subyacen en el relato didáctico editorializado a
partir de las principales categorías analíticas y conceptos estructurantes de
la asignatura que se proponen a los estudiantes e intentar explicarlos aso-
ciándolos a los contextos sociales de emergencia de los manuales. Desde
este objetivo les fue posible colocar en evidencia que el relato geográfico
escolar no es objetivo, a pesar de la pretendida naturalización de universali-
dad asociada a la enseñanza de las disciplinas escolares. Los tres trabajos
muestran la existencia de paradigmas profesados presentes en los prólogos
y/o en la presentación de los manuales y del eclecticismo paradigmático en
el despliegue conceptual efectuado por los autores a lo largo del desarrollo
del texto. La otra finalidad consistió en analizar los contenidos didácticos pe-
dagógicos propuestos por los autores de los textos, realizar una descripción
de los mismos como paso previo a su interpretación, dejando así en claro
una “epistemología puesta en práctica” a partir de las actividades y ejerci-
cios formulados.
El artículo noveno, escrito por la Prof. Mariela Espino continúa abordan-
do los manuales escolares pero ya no como unidades de análisis sino como
unidades de recolección para el objetivo de su investigación, que es descu-
brir las finalidades didácticas de la cartografía presente en los mismos. En la
misma línea de trabajo se ubica el décimo artículo escrito por la Prof. Laura
Aguinsky pero variando la cartografía por las imágenes. Ambos trabajos se
sostienen en la premisa de que al ser la Geografía escolar un conjunto de
relatos referidos a territorios ajenos al del aula, éstos deben sustentarse en
iconografía como base argumental. Como corolario de lo enunciado prece-
dentemente, los mapas y las láminas han sido tradicionalmente recursos di-
dácticos muy utilizados para la enseñanza y los aprendizajes en Geografía,
por lo que fueron incorporados a los textos. Las dos investigaciones sostie-
10
nen además el mismo marco teórico y metodológico expresando como hipó-
tesis central de que la utilización de la cartografía y de la iconografía tendría
más una finalidad ornamental que operativa. El objetivo de los dos trabajos
es develar qué proposiciones y/o enunciados efectúan los autores de los
manuales escolares acompañando la cartografía y a las imágenes para a
partir de allí, identificar las diferentes finalidades didácticas y clasificarlas.
El undécimo artículo, escrito por el Prof. Darwin Carballido, consiste en
una propuesta de capítulo para un manual escolar escrito para estudiantes
de 6º año de Educación Primaria, que tiene como novedoso, que el relato di-
dáctico está sustentado en el paradigma ambiental de la Geografía contem-
poránea. Los contenidos geográficos y las propuestas didácticas guardan
una consistencia y coherencia con el enfoque teórico elegido por el autor
para dar cuenta de la renovación conceptual por la que está atravesando la
Geografía escolar a propósito de las finalidades formativas contemporáneas
y que giran en torno a concientizar sobre los temas/problemas ambientales
contemporáneos y proponer una reflexión crítica sobre los mismos.
Por último, el artículo escrito por las profesoras Rossana Ibarra e Inés
Pérez, es un proyecto didáctico para abordar la Geografía desde el para-
digma ambiental. La propuesta se centra en la consideración de la cuenca
hidrográfica en la que se localiza el liceo como unidad de análisis ambiental,
ofreciendo una guía para los estudiantes a los efectos de que los mismos
puedan identificar, describir e interpretar los principales problemas socio-
ambientales presentes en el territorio, discutir sus causas y los actores so-
ciales involucrados y sus expresiones territoriales. Las profesoras se propo-
nen de esta manera, contribuir con la formación de ciudadanos ambientales
críticos y activos, comprometidos con la comunidad en la que viven a los
efectos de mejorar la calidad ambiental y de vida de la población local.
Para finalizar esta presentación, el equipo editor invita a todos los docen-
tes del Departamento Nacional de Geografía, incluyendo a profesores ads-
criptores de Enseñanza Primaria y Secundaria, a comunicar los resultados
o avances de sus investigaciones, indagaciones o revisiones bibliográficas,
así como propuestas didácticas, que contribuyan a mejorar la enseñanza de
la Geografía en todos los niveles educativos. Esta es la finalidad académica
central de esta publicación, que tiene una frecuencia anual.
11
12
¿Enseñar Geografía o Estudios Sociales?
¿Cuestión disciplinar o política?
Introducción
13
su historia al compás de los cambios sociales, por lo que la legitimidad de
la materia en el currículo continuó sustentada por la capacidad de ofrecer,
a través sus contenidos, una visión de sociedad y de mundo acordes a las
necesidades ideológicas y políticas de cada época.
Para justificar los contenidos de este trabajo se acuerda con Horacio
Capel quien afirmó “En una situación como la presente, puede resultar par-
ticularmente fructífero el estudio del proceso de institucionalización de las
ciencias. Si llegamos a comprender los factores que condujeron a la insti-
tucionalización de unas ciencias y al fracaso de los embriones de ciencias
que podían facilitar marcos alternativos de desarrollo científico quizás es-
taríamos en condiciones de comprender su evolución posterior y de poder
proceder más fácilmente a una reorganización de los campos del saber.
Desde esta perspectiva nos parece que resulta particularmente interesante
una reflexión sobre el proceso de institucionalización de la geografía y so-
bre la aparición de la comunidad científica de los geógrafos. Pero el análisis
de los orígenes y evolución de esta ciencia y de la historia del pensamiento
geográfico no debe hacerse con una intención apologética -como es co-
rriente en las historias de la geografía y, de hecho, en la mayor parte de las
historias de las diferentes ciencias- sino que debe realizarse para plantear
problemas generales que son relevantes para las distintas ciencias sociales,
a las que los geógrafos pueden aportar el conocimiento y experiencia que
tienen de su propia ciencia”.
14
conocimientos variados referidos al espacio; este saber sincrético es clara-
mente percibido como estratégico por las minorías dirigentes que lo utilizan
como instrumento de poder.
La otra geografía, la de los profesores, aparecida hace menos de un
siglo, se ha convertido en un discurso ideológico que cuenta, entre sus fun-
ciones inconscientes la de ocultar la importancia estratégica de los razona-
mientos que afectan al espacio. No sólo esta geografía de los profesores
está alejada de las prácticas políticas y militares, así como de las decisiones
económicas (pues los profesores no participan en absoluto en ellas) sino
que disimula a los ojos de la mayoría, la eficacia del instrumento de poder
constituido por los análisis espaciales”. (Lacoste, 1977)
Esa “Geografía de los Profesores” al decir de Yves Lacoste, ingresó
tempranamente al territorio curricular, coincidiendo con la creación de las
Escuelas Nacionales y durante el proceso de escolarización de masas en
Europa Occidental, en el siglo diecinueve. (Graves, 1985; Farias, 1988).
La Geografía al igual que la Historia son materias que fueron incorpora-
das en el siglo XIX al territorio curricular de la Escuela Moderna con la fina-
lidad de contribuir a la formación ciudadana, para lo cual las dos materias
escolares produjeron relatos. La Historia constituyó la narración de los acon-
tecimientos de la nación (Historia Nacional) o de otras naciones en el tiempo
(Historia Universal) y de ahí su asociación a la cronografía. La Geografía
produjo descripciones de los territorios como espacio político de la nación
(Geografía Patria) o como conocimiento telúrico (Geografía Universal) y de
ahí su vinculación a la corología.
Sin embargo, los fundamentos políticos y los enfoques paradigmáticos
subyacentes en los relatos fueron modificándose, atendiendo a los contex-
tos históricos en los que se produjeron.
Tanto en Europa como en América, la enseñanza de la Geografía en la
Escuela se debió al utilitarismo pedagógico que las élites políticas le encon-
traron como materia escolar, por entender que los contenidos que trasmitía
. Lacoste, Yves. La Geografía, un arma para la guerra. Editorial Anagrama. Barcelona, Es-
paña. (1977). (p.17)
. Graves, Norman. L’enseignement de la gèographie et ideologie en Anglaterre et au Pays
de Galles. En: Apprendre à vivre ensemble grâce à l’enseignement de l’histoire et de la géo-
graphie. Rapport final du colloque sur le theme. Bureau International sur l’education. Genève,
juin 1998. UNESCO. (Pág.15- 19).
. Ferras, Horacio. (1999)- L’éducation aux novelles citoyennetés en géographie: le cas de la
France.En: Apprendre à vivre ensemble grâce à l’enseignement de l’histoire et de la géogra-
phie. Rapport final du colloque sur le theme. Bureau International sur l’education. Geneve,
juin 1998. UNESCO. (Pág. 13- 16).
15
contribuían a forjar identidad ciudadana, a promover la cohesión social en el
territorio y a infundir el nacionalismo patriótico. (Capel, 1981; Farias, 1988;
Escolar, 1997). Bailly (1999) explica el ingreso de la Geografía al currículo
con la posibilidad que ofrece esta materia de educar para un proyecto polí-
tico de sociedad y de país, vehiculizado culturalmente a través de la institu-
ción educativa.
Hernández y Ordoqui (2009) afirman que durante las dos últimas déca-
das del siglo diecinueve, en la casi totalidad de los países de América Latina
la finalidad formativa de la Geografía en la educación formal fue brindar a
los alumnos la conciencia nacional del territorio. Para ello los libros de texto
enseñaban minuciosos conocimientos toponímicos, físicos, poblacionales y
económicos, sin proponer pensar el territorio como una construcción social.
Uruguay no estuvo al margen de ello.
La Geografía escolar asumió diferentes finalidades formativas según los
contextos geográficos e históricos. En Europa Occidental, durante gran par-
te del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, a través de la Geografía
escolar se procuró hacer conocer a los habitantes de las potencias la ex-
tensión y configuración de los imperios coloniales, enseñar los rasgos de
identidad de los pueblos y culturas dominadas e identificar las producciones
con las que las colonias contribuían a las respectivas metrópolis (Withers &
Mayhew, 2002; Kaivola & Rikkinen, 200710).
Mientras tanto, en ese mismo período, en los Estados Unidos los objeti-
vos fueron promover entre los futuros ciudadanos la construcción simbólica
16
del territorio nacional y la proyección de las fronteras marginales (Parker,
1982)11, así como presentar la evolución histórica y la configuración territo-
rial de la nación (Backler, 198812).
En el caso de América Latina, Escolar (1996)13 encuentra la legitimidad
de la enseñanza de esta materia escolar en la necesidad política de los es-
tados burgueses de consolidar y fundamentar territorialmente la conciencia
nacional y la identidad ciudadana, en un territorio sometido a las institucio-
nes de los nóveles estados.
En términos generales puede referirse a la Geografía como disciplina en-
cargada de producir relatos en torno al territorio nacional y sobre la otredad
territorial, por lo que se puede definir como una Geografía eminentemente
patria.
Sin embargo, abandonando la “doxa” e indagando la evolución en los
sentidos políticos y las diversas finalidades formativas que enmarcaron la
producción del discurso geográfico escolar patrio por más de un siglo, per-
mitieron inferir las siguientes características:
Un primer período que se sitúa entre 1870- 1930 en el que la producción
del discurso geográfico escolar se sustentó en los fundamentos de la Geo-
grafía Física y Política. En ese período, la producción del discurso geográfi-
co escolar tuvo como finalidad contribuir a consolidar la nación a través de
las descripciones de las bases físicas y territoriales de los Estados.
Un segundo período (1930- 1960) en el que los sentidos políticos de la
Geografía se centraron en forjar ciudadanía y contribuir con la formación
cultural e integral de los estudiantes.
Durante esas tres décadas, la producción del discurso geográfico esco-
lar se fue configurando a través de la hibridación entre la Geografía Física
Política y la Geografía Humana Regional variando en cuanto a las siguientes
finalidades formativas:
Entre 1930 y 1940 la finalidad formativa fue promover la idea de orden,
de paz y de progreso en escenarios de crisis política, económica y social.
El paradigma naturalista determinista introducido en la producción discur-
siva pretendió mostrar a los estudiantes, cómo las influencias del medio
natural incidían en el orden social y político del país y que como las primeras
11. Citado en: Backler, A. Teaching geography in American History. En: Social Science Edu-
cation. Indiana University. ERIC. Washington.(1988) Disponible en : http://files.eric.ed.gov/ful-
ltext/ED299222.pdf
12. Backler, A. (op.cit).
13. Escolar Marcelo (op.cit).
17
eran inmutables, la realidad social y política derivada de ella podría inferirse
que también lo era.
A partir de 1940 la finalidad formativa fue contribuir a la paz y a la soli-
daridad universal entre los pueblos del planeta, durante y luego de la
segunda Guerra Mundial. Para esta finalidad formativa, el relato geográfico
se apoyó en el paradigma posibilita regionalista. Desde ese marco teórico
interpretativo se pretendía mostrar que la naturaleza del medio influye en
la organización social de los territorios, pero que los Hombres, a través del
desarrollo histórico y tecnológico podían modificar el medio construyendo
regiones culturales. También desde este lugar teórico se intentaba mostrar
cómo la unidad nacional prevalecía a pesar de las diferencias territoriales
denominadas regiones y, a su vez, cómo las grandes regiones geográficas
contenían dando singularidad natural y paisajística a un conjunto de diver-
sos Estados. Con la adopción del paradigma historicista, rompiendo con la
perspectiva positivista anterior, se incorporó el posibilismo geográfico de la
Escuela Francesa Vidaliana como esquema teórico interpretativo y con él a
la Región como categoría geográfica y el análisis regional como propuesta
metodológica para sustentar el relato geográfico.
Con finalidades formativas diferentes para dar contenido a la “educación
patriótica” y con sentidos políticos específicos según el contexto territorial, la
Geografía consolidó en las primeras décadas del siglo veinte un lugar en el
currículo escolar con profunda legitimidad social.
El primer cuestionamiento a las finalidades formativas patrióticas de la
Geografía como materia escolar ocurrió a fines de la Segunda Guerra Mun-
dial, como producto de las transformaciones políticas, económicas y territo-
riales suscitadas a partir de ella, lo que motivó que se buscaran nuevos sen-
tidos a la educación geográfica en las instituciones escolares de los países
europeos. (Graves, 1999)14.
En la Europa de la segunda post guerra se debatió la compatibilidad de
continuar enseñando una materia escolar cuyos objetivos oscilaban entre
la defensa de los intereses nacionalistas y la promoción del nacionalismo,
frente a la reclamada solidaridad y comprensión entre las diferentes nacio-
nes del planeta (Huber, 1999)15. También en Estados Unidos había quienes
14. Graves, Norman. The nature of innovations in geographical education: A historical re-
view. In T. van der Zijpp, J. van der Schee and H. Trimp (eds) Proceedings: Commission on
Geographical Education. 28th Congress of the International Geographical Union. The Hague,
August 4–10. (1999).(Pág. 239–241).
15. Huber Bernard. Géographie et formation. En: Apprendre à vivere ensemble grâce à l’en-
seignement de l’histoire et de la géographie. Rapport final du colloque sur le theme. Bureau
18
sostenían que una materia escolar que forjaba ciudadanía a partir del cono-
cimiento patrio a través de la enseñanza de topónimos y cifras inútiles no
tenía razón de ser en el currículo de una nación moderna.
A principios de la década de 1950 en la gran mayoría de los países de
Latinoamérica las finalidades formativas de la Geografía escolar se definie-
ron en torno a promover la paz mundial a través de un mejor conocimiento
de los pueblos del planeta, sus costumbres y culturas y presentar las po-
tencialidades productivas de los países y sus posibilidades de intercambio
comercial para alcanzar el desarrollo económico (Delgado 1989)16.
Ferras (1999)17 afirma que fue en el seno de la UNESCO, a fines de la
Segunda Guerra Mundial, en donde se cuestionó la validez y conveniencia
política de continuar con la enseñanza de la Geografía patria. Este debate
es el que se presentará a continuación.
19
grafía para la comprensión internacional, que se iba a desarrollar en Canadá
al año siguiente. Ese informe fue elaborado por especialistas franceses con-
sagrados a la enseñanza de la Geografía y contemplaba, en sus contenidos
y métodos de enseñanza, el promover la comprensión internacional.
El segundo de los puntos explicitaba el por qué el informe de base había
sido aprobado en general y exponía las reservas al mismo, entre las que se
destacaban:
a) Sugerir a los ministros de instrucción pública de los estados miembros,
redactar programas y redactar exámenes que propendan a una enseñanza
de la geografía activa, concreta, comparativa y actual
b) Incentivar el diseño de materiales didácticos que despertaran el senti-
miento de interdependencia y de unidad moral entre los pueblos del género
humano, consolidando el amor a la patria con la comprensión de los demás
países y el respeto por la soberanía
c) Proponer la designación de expertos en Geografía y su enseñanza,
para que asistieran al Seminario convocado en Canadá para el año 1950. Y
por último resolvieron publicar y difundir el informe.
La resolución descripta marca un continuo en la preocupación manifes-
tada por la UNESCO sobre las finalidades formativas, los enfoques discipli-
nares, los métodos didácticos y los libros de textos utilizados para la ense-
ñanza de la Geografía desde 1939. Pero, a diferencia de la reunión cumbre
convocada con los mismos fines una década atrás, en la redacción del texto
de la resolución, aparecen ciertos reparos o condiciones para aceptar suge-
rir la continuidad de la materia escolar en el currículo.
Otro aspecto a destacar es el reconocimiento expreso de sugerir la ense-
ñanza de la Geografía en las instituciones escolares a condición de que se
renovasen los contenidos y métodos didácticos. Por último, destacar que se
aprobó reformar la Geografía escolar desde el paradigma propuesto por los
franceses, cuyos pilares aparecen expresamente en el texto. Por ejemplo
cuando se refiere a una enseñanza de la geografía activa, concreta, compa-
rativa, que despertara el sentimiento de interdependencia y de unidad moral
entre los pueblos del género humano, consolidando el amor a la patria con
la comprensión de los demás países y el respeto por la soberanía.
Esa condición de existencia lleva implícita la sentencia a la Geografía
física y política clásica y a sus métodos de enseñanza descriptivos.
El informe aprobado, se titulaba L’enseignement de la Géographie : Pe-
tite guide á l’usage des maîtres, decía :
20
” (…) En efecto, de todas las disciplinas escolares, la geografía es la que,
por su contenido mismo, puede contribuir de manera más directa a la for-
mación cívica de la juventud. Su enseñanza, si se da sencilla y eficazmente,
basándola en los métodos modernos, realza el patriotismo nacional, pero
además fomenta y estimula la simpatía activa de los alumnos por los demás
pueblos del mundo. Les permite saber cómo han vivido y viven esos pue-
blos y les enseña, por último, que si bien las naciones permanecen divididas
políticamente, los habitantes de la tierra se sienten cada vez más solidarios
unos de otros en sus relaciones económicas y culturales”18.
El informe propuesto por destacados profesores de Geografía franceses
se presentó como una defensa de la especificidad disciplinar y su enseñan-
za, frente a voces emergentes de la academia anglosajona, principalmente
estadounidense y canadiense, que impulsaban la desaparición de las tres
materias escolares cuestionadas (Geografía, Historia y Educación Moral y
Cívica), y bregaban por la creación de espacios curriculares interdisciplina-
rios, cuyos contenidos fueran problemas del mundo contemporáneo y que
se enseñaran a partir de métodos analíticos. Entre ellos se debe destacar,
por su relevancia académica, al geógrafo canadiense René Clozier y al geó-
grafo estadounidense William Pattison.
Lo cierto es que el campo de la Geografía escolar se había ido atomi-
zando y los contenidos se habían distribuido en diferentes espacios curricu-
lares. La Geografía humana junto con la Historia se habían fusionado en los
Estudios Sociales, la Geografía física se había incorporado a la Geología y
a la Historia Natural en las Ciencias de la Tierra y la Geografía económica y
la Economía Política en los Estudios Económicos.
Esta novedosa modalidad en la reorganización de las materias esco-
lares a partir de espacios curriculares más amplios, con contenidos más
propios de ese momento histórico y que podían ser abordados con méto-
dos de enseñanza no tradicionales, eran fundamentados por la academia
de la potencia victoriosa de la segunda guerra mundial. Esa postura po-
nía en jaque la tradición disciplinaria europea y fundamentalmente, a la
francesa. Sin embargo, si bien Estados Unidos era la nación vencedora
del conflicto bélico, la nación francesa era el símbolo de la resistencia y
de la libertad.
18. UNESCO. L’enseignement de la Géographie : Petite guide á l’usage des maîtres. UNES-
CO, Genève. Prólogo. (1949).
21
Los dos modelos de diseños curriculares para implementar la reforma
de los sistemas educativos propuesta por la UNESCO, con la finalidad de
alcanzar la paz y contribuir a la comprensión mundial, eran un aspecto es-
tratégico más en el seno de la ONU.
Luego, cabe preguntarse, ¿desde qué paradigma geográfico enseñar,
que permitiera mirar geográficamente la realidad, integrando los enuncia-
dos descriptos en el informe? Y la propuesta de los geógrafos franceses se
sustentó en los enfoques paradigmáticos de la Geografía Regional de la Es-
cuela Francesa de los Anales, cuyo prestigio y consolidación en el ambiente
intelectual francés y europeo había liderado el historiador Paul Vidal de la
Blache en la última década del siglo XIX y en los dos primeros decenios en
el siglo XX.
Los geógrafos franceses Lefebvre, M y Petir, C, contribuyeron con su
clásica obra Eléments de Géographie Générale (1948), definiendo el objeto
de estudio de esta disciplina como la descripción y explicación de los paisa-
jes, una descripción científica de los paisajes humanos y de su distribución
geográfica en la superficie terrestre. La geografía humana clásica aportaba
el marco teórico y los principios del método para la renovación de la geogra-
fía escolar, tal como describe Silvina Quinteros (2004)
“(…) el referente más prestigioso en el ámbito internacional fue la escue-
la de geografía humana formada en torno del historiador y geógrafo francés
Paul Vidal. La geografía humana propuesta por Vidal trataba de comprender
la variación de paisajes y organizaciones humanas sobre la base de las
combinaciones de elementos naturales que distinguían la superficie del pla-
neta. (…) Según esta tradición, la geografía no habla de la sociedad, sino de
un elemento que se encuentra fuera de ella con la que entabla una interac-
ción duradera: el medio natural”19.
La región geográfica es la síntesis en el territorio de la relación hom-
bre/ medio (paradigma historicista posibilista) que es identificable a partir
del paisaje geográfico y éste, a partir de su extensión, es cartografiable y
diferenciable, ya que traduce el género de vida de los hombres en sus re-
laciones con el medio físico, mediadas por las técnicas. Esta perspectiva
despolitiza la geografía, ya que no consideran a esta disciplina como una
ciencia social, sino como una ciencia de síntesis entre las ciencias humanas
y las ciencias naturales.
19. Quinteros Silvina. Los textos de geografía, un territorio para la nación. En: La Argentina en
la escuela. Romero (Coord.). Ed. Siglo XXI, Buenos Aires. Argentina. (p.87-88). (2004).
22
La descripción regional le da a la Geografía escolar un método inducti-
vo, lógico, de integración de variables en forma secuenciada, que tuvo una
gran recepción en los docentes por la rutina pragmática que lo sustenta y
por la posibilidad de unificar un método didáctico ordenado, que permitía
incorporar el mapa como recurso didáctico introductorio, las láminas como
material visual integrador y los perfiles de relieve como síntesis del enfoque
regional.
Pero, tal como sostiene Rhein (1982)20, el análisis regional como prác-
tica metodológica lo aleja de una reflexión teórica sobre la sociedad y las
estructuras sociales, ya que pone el centro de atención en las relaciones
hombre/medio en los territorios, configurando unidades funcionales diferen-
ciadas. La Geografía regional ofrecía entonces contenidos despolitizados y
un esquema metodológico para el abordaje de la diferenciación regional en
el marco de la unicidad de la superficie terrestre.
La aprobación, aunque con reparos, del informe de los académicos fran-
ceses en la Conferencia Internacional de la UNESCO da cuenta de la con-
cesión parcial al modelo cultural francés. De todas maneras, el Seminario
convocado por la UNESCO para el año 1950, en el que intervinieron espe-
cialistas de la materia procedentes de todas partes del mundo, definieron
qué geografía enseñar, con qué finalidades formativas y con qué método
didáctico.
20. Rhein Catherine. La Geografía ¿disciplina escolar y/o ciencia social? (1860- 1920) En:
Revista francesa de sociología. 23-2. P. 223- 251. (1982). Disponible en: http://www.persee.
fr/web/revues/home/prescript/article/rfsoc_0035-2969_1982_num_23_2_3564
23
Carlos Delgado de Carvalho, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Río de Janeiro.
Desde el discurso inaugural, pronunciado por el Sr. Jaime Torres Bodet,
Director General de la UNESCO, predominó en el espíritu de la reunión, bajo
el manto de la cientificidad y el respeto tolerante la práctica del “se dice, no
se dice” sobre la conveniencia de uno u otro modelo de organización curri-
cular para las reformas de los sistemas educativos y la finalidad de enseñar
Geografía. Es por ello que en las declaraciones finales del seminario, publi-
cadas por la UNESCO, el discurso se centró, en la importancia de la cultura
geográfica, más que en la enseñanza de la Geografía.
La UNESCO había promovido desde 1947 tres finalidades formativas
genéricas para las reformas de los diseños curriculares: a) asegurar el desa-
rrollo armónico de la personalidad, b) integrar al individuo en la comunidad
social, y c) asegurar la transmisión de conocimientos prácticos y teóricos y
de formas de pensar y de sentir.
Esos pilares formativos habían sido sugeridos por la UNESCO a los Mi-
nistros de Instrucción Pública de los estados miembros, para que fueran
incorporados a los programas de todas las disciplinas escolares.
El Sr. Torres inauguró el seminario diciendo
“La oportunidad que la UNESCO se esfuerza en aprovechar y el
apremio del momento revisten, a mi juicio, singular importancia por tra-
tarse de la Geografía. Desde los comienzos de nuestro siglo, esta ma-
teria ha desbordado los límites que le fijaba su propio nombre. La que
fue antaño simple nomenclatura y descripción de la superficie del globo
ha ganado terreno con el empuje simultáneo de las ciencias humanas:
sociología, etnología, psicología social, demografía. (…) en algunos
países ha desaparecido nominalmente para renacer bajo la designa-
ción más amplia de Estudios Sociales. Hoy dicen un grupo de geógrafos
franceses que la Geografía es la localización, la descripción, la explica-
ción y la comparación de paisajes y de las actividades humanas en la
superficie del globo. Sea cual fuere la posición doctrinaria de cada uno
de ustedes, les une la convicción de que este enriquecimiento o meta-
morfosis, producto del mismo choque inicial, tienden a un mismo fin,
hacer que cada niño conozca la Tierra, su patria, los hombres, sus igua-
les (…) Con la Geografía, las Ciencias Sociales, todavía ausentes de
la mayoría de los programas, han penetrado en las escuelas primarias
y secundarias. Vía natural de una invasión saludable (…) la Geografía
24
ha perdido sus fronteras, las que por otra parte, nunca estuvieron bien
marcadas” 21.
Las palabras leídas en el acto de inauguración por el Director General
de la UNESCO muestran una intencionalidad por desacreditar la propuesta
de Geografía escolar que “un grupo de franceses promueven”, en pro de
una metamorfosis de una disciplina escolar que ha superado ampliamente
los límites para los cuáles fue introducida en los diseños curriculares y la
emergencia de ciencias modernas, en las que la Geografía queda incluida,
naturalizando así los Estudios Sociales. Bajo el manto de la cientificidad y de
la modernización disciplinaria se organizó un discurso político en el que la
Geografía escolar quedó, a modo de metáfora, como una pequeña muñeca
rusa incluida en una mayor.
La crítica sobre la indefinición teórica del objeto de la Geografía, su im-
precisión, la falta de límites disciplinares, se vinculaban al desgajamiento
científico que la materia había sufrido a lo largo de la primera mitad del siglo
pasado. Primero se habían desprendido de esta ciencia la geología, la botá-
nica, la fitogeografía, la geomorfología, la climatología, o sea, gran parte de
su pilar físico y en ese contexto, parecería que se intentara demostrar que
también se desprendían sus pilares humanos. Entonces, ¿qué quedaban de
los estudios geográficos, cómo fundamentarlos?, ¿sólo por el método, apor-
tando formativamente en la comprensión de la localización y distribución de
paisajes? ¿Qué formación aportaban los estudios regionales descriptivos?
Todos esos cuestionamientos habían sido efectuados a la Geografía re-
gional francesa por la escuela clásica de Sociología a través de los Anales.
Las investigaciones efectuadas por Rhein dan cuenta de que los cuestiona-
mientos se produjeron en dos etapas y tuvieron, como finalidad, demostrar
las debilidades conceptuales de la Geografía y una pretendida sociologiza-
ción de los estudios geográficos.
Una primera etapa, en la que el propio Durkheim criticó los postulados de
la Geografía sosteniendo que
“(…) en la segunda entrega de los Anales demuestra que la morfología
social era una rama de la sociología, compartida con disciplinas diferentes.
La geografía –sostuvo Durkheim- estudia las formas territoriales de los es-
tados, la historia traza la evolución de los grupos rurales o urbanos, y por lo
tanto, en un juego de retórica pura, Durkheim termina concluyendo de que
25
en su opinión, es importante sacar del aislamiento a esas ciencias fragmen-
tarias y ponerlas en contacto, reuniéndolas bajo una misma rúbrica, para así
adquirir sentido de unidad”22.
Una segunda etapa, que la autora sitúa entre 1903- 1904, en la que Si-
miand, director de los Anales sociológicos, sostiene que el método regional
queda incluido en el método de la morfología social y cuestiona el principio
de localización geográfica, sosteniendo que no todos los fenómenos locali-
zables son geográficos y le reprocha confundir terreno y objeto. La Escuela
Geográfica Vidaliana había sido jaqueada paradigmáticamente con un pre-
tendido intento de descalificación a la disciplina. Ningún geógrafo francés
replicó los cuestionamientos efectuados desde la Sociología.
La disciplina geográfica estaba embastillada y si bien, durante los años
en los que se produjo el cuestionamiento gozaba de gran prestigio social y
académico, éste parecía estar en el ocaso en el mundo de la segunda post
guerra mundial. Al menos, ese parecía ser el telón de fondo entre los semi-
naristas en Montreal.
El seminario funcionó en base a comisiones de trabajo que abordaron:
i) las bases psicológicas de la enseñanza geográfica, ii) los métodos de
enseñanza y los medios didácticos, iii) la formación y la información de los
docentes, iv) la enseñanza de la geografía y la comprensión internacional.
Es interesante hacer notar que no se formó una comisión específica para
el abordaje de los programas y diseños curriculares, ya que esto hubiera ge-
nerado un conflicto paradigmático en el seno del seminario y hubiere encon-
trado las posiciones divergentes. Los organizadores del evento prefirieron
partir de ciertos consensos y evitar el conflicto, y recogieron ideas sobre los
diseños curriculares que fueron sintetizadas por la comisión de redacción.
En todos los informes se refiere indistintamente a la enseñanza geográ-
fica (así se expresaban quienes defendían su fusión en los Estudios Socia-
les, ya que estos en buena medida contribuían para ello) y enseñanza de
la Geografía. Sin embargo, las dos doctrinas o las dos formas de concebir
a la educación geográfica quedaron explícitas por la comisión de redacción
final.
El capítulo II, referente a los programas, definió como principios gene-
rales, la necesidad de todos de poseer una cultura geográfica, que los co-
nocimientos geográficos constituían una necesidad práctica para los hom-
26
bres corrientes y que por lo tanto la Geografía no podía ser una asignatura
facultativa. También se consensuó que la finalidad formativa debía ser la
adquisición de la cultura geográfica, que se definió como la aptitud para
pensar los fenómenos de la Tierra espacialmente, refiriéndose a sus causas.
Hubo común acuerdo en reconocer que la Geografía escolar clásica, que te-
nía como finalidad almacenar hechos y nombres geográficos en la memoria
estaba obsoleta y que era necesario aproximar los contenidos y métodos
de la asignatura escolar, con los conceptos y metodologías de la disciplina
científica.
Luego de plantear los puntos de encuentro se expresó
“(…) quedó de manifiesto que estábamos en presencia de dos tipos dife-
rentes de programas de geografía, es más, de dos concepciones diferentes
de la misma (…) la que predomina en los países latinos y germánicos donde
consideran la geografía como un saber diferenciado (…) y la que domina en
los países anglosajones que consideran la geografía como un saber indife-
renciado, fundido en las ciencias sociales”23. Del texto pueden sintetizarse
las siguientes diferencias:
GEOGRAFÍA ESTUDIOS
SOCIALES
Proporcionar conocimientos. FINES Crear Actitudes.
Se centra en la enseñanza FORMATIVOS Formación en el
del objeto geográfico. sentido social.
Anteponen los temas de la CONTENIDOS Estudio de la
Geografía Física a los de la DISCIPLINARES adaptación del hombre
Geografía Humana. al medio físico.
La comprensión SENTIDOS Comprensión de los
internacional es fruto POLÍTICOS hombres a partir de
natural de la visión objetiva FORMATIVOS un abordaje holístico
de la realidad geográfica. de sus necesidades,
Posición intelectualista. culturas y realidades.
Descriptivos y analíticos. MÉTODOS Interpretativos.
DIDÁCTICOS
27
El propio Director de la Sección Educación de la UNESCO, Walter Ha-
rris, terminó concluyendo en un discurso pronunciado ante los asistentes al
seminario “No es posible establecer una sola sugerencia precisa que sea
aplicable y útil a los distintos países o los temas geográficos que deben ser
estudiados, o respecto al tiempo que es necesario consagrar a estas ense-
ñanzas”24.
Resulta clara la intención de no imponer ninguna sugerencia sobre desde
qué lugar formar geográficamente, pero es evidente, que por las caracteri-
zaciones efectuadas, se debería inferir las ventajas de los Estudios Sociales
como espacio curricular
Por último, se definió como finalidad formativa para la enseñanza geo-
gráfica la conservación de los recursos naturales, principalmente los suelos
y la protección de los paisajes.
28
De esa reunión, el Profesor Jorge Chebataroff escribió
“(…) el autor de estas líneas propuso que se buscaran normas para
orientar los trabajos y estudios geográficos, no con la finalidad expresa de
hacer una definición del método y de la ciencia geográfica, sino para llamar
la atención sobre los verdaderos objetivos que persigue esta disciplina (…)
la discusión despertó gran interés participando en el debate geógrafos de la
talla de Preston James, F. Macedo Soares, R. Ardissone, y otros. Fue una
magnífica batalla librada contra la ignorancia de lo que la geografía es”26.
Es clara la referencia a la disputa librada entre los partidarios de la en-
señanza de la Geografía regional y los de enseñarla de la materia diluida
en los Estudios Sociales, a los que calificó de ignorantes de lo que es la
Geografía y de quienes sostuvo “(…) la ignorancia de la geografía cuesta
mucho al mundo. Pero también cuesta la ignorancia respecto a qué es
la Geografía. Queda justificado aquí, sin pretensiones de dar una defini-
ción de geografía, que hagamos algunas consideraciones respecto a sus
contenidos y finalidad (…) el desconocimiento de lo que es Geografía ha
sido causa de que se implantaran los planes y programas relativos a esta
asignatura que unas veces tienen cariz fantástico y otras veces rayan el
ridículo”27.
Embebidos hasta fines de la década de los años 1970 de los aportes
realizados por la Escuela Geográfica Francesa, las investigaciones geográ-
ficas en el Río de la Plata se centraron en la búsqueda de información en el
medio físico, a través de la observación y análisis en el paisaje de aquellos
rasgos distintivos que permitieran individualizar superficies homogéneas, o
con relativa homogeneidad, en función de las formas del relieve. Esta línea
de investigación constituyó el fundamento esencial para la determinación
de las regiones naturales, uno de los objetivos fundamentales de la Ciencia
Geográfica durante las décadas de 1950 y 1960.
El análisis regional lo fundamentó dado que “(...) la heterogeneidad so-
bre la faz del planeta no es infinita, y existen accidentes y hechos similares,
capaces de ser agrupados, la Geografía busca establecer sobre la super-
ficie terrestre la regionalidad, sea esta natural (regiones naturales) o deter-
minada por la actividad humana (regiones culturales). Esto explica por qué
26. Chebataroff Jorge. La ignorancia de lo que es geografía. En: Anales del Instituto de Pro-
fesores Artigas No 1. CNES. Montevideo. (Pág. 133- 134). (1956)
27. Ibídem. (Pág. 134)
29
insistimos a cada paso en ambas obras, sobre las divisiones regionales,
incluso las de nuestro propio país”.28
La delimitación de las regiones fue entendida como uno de los principa-
les fines de esta ciencia, ya que “La Geografía Regional, que es la Geografía
por excelencia, es más analítica y se preocupa más de las características
propias de cada lugar, de cada unidad de área”29, reconociendo, de esta ma-
nera, el carácter ideográfico de la Geografía y que para nada la deslegitima
como ciencia objetiva.
Conclusiones
28. Chebataroff Jorge. El Uruguay en América. Talleres de Don Bosco, Montevideo. Uruguay.
(prólogo). (1958).
29. Chebataroff Jorge. Ciencias Geográficas. Segundo Curso. Geografía Regional de África
y América. Talleres de Don Bosco, Montevideo. (p. V). (1963)
30. Escolar, Marcelo (op.cit). (p.51)
30
el gran proceso de difusión de la enseñanza elemental en toda Europa”31.
Fischer & Taborda (2003) sostienen que
“El problema de permanencia o exclusión de las disciplinas en un deter-
minado currículo depende de la actuación de una serie de sujetos que ejer-
cen diferentes actividades y ocupan posiciones diversas en la sociedades.
La presencia de cada una de las disciplinas en el currículo, su obligatoriedad
y su reconocimiento legitimado por medio de la escuela no se restringen a
problemas epistemológicos o didácticos, más bien que se relaciona con el
papel político que cada uno de esos saberes desempeña según la coyuntura
educativa32.
Este trabajo pretendió dar cuenta de ella a partir de la especificidad de la
Geografía escolar, materia abordada.
Bibliografía
31
Naturaleza, Escuela y Nación
en la geografía uruguaya del 900
Introducción
32
territorio curricular, los abordajes teóricos y metodológicos, las concepcio-
nes pedagógicas de los docentes o las prácticas cotidianas. Pero tal vez se
vea especialmente reflejado en los manuales elaborados para la instrucción,
utilizados tanto por los alumnos como por los docentes.
En nuestro país, la inclusión de la Geografía en la currícula escolar y los
inicios de la producción discursiva geográfica se contextualiza hacia fines
del siglo XIX. Esto coincide con el proceso de institucionalización del estado
nacional moderno que se lleva adelante a partir del proyecto modernizador
de la burguesía portuaria y que le permitió integrarse a la división interna-
cional del trabajo capitalista al mismo tiempo que asimilar la población inmi-
grante, a partir de la construcción de una identidad nacional.
En este período, previo a la consolidación del campo geográfico nacio-
nal, la producción discursiva de la Geografía se reflejó fundamentalmente en
los manuales escolares.
A lo largo del siglo XIX la Geografía en Europa sufrió una gran transfor-
mación desde el punto de vista epistemológico en pleno proceso de consoli-
dación de la ciencia positivista, hecho que le permitió acceder, sobre el fin del
siglo, a un lugar en el concierto de los campos disciplinares académicos.
El desarrollo del capitalismo en Europa, la expansión de las potencias
europeas, la conquista de amplias áreas del planeta y las nuevas nece-
sidades prácticas de la revolución industrial implicaron enormes avances
en el campo del conocimiento. Por un lado, los descubrimientos provoca-
ban la necesidad de explicar bajo la lógica de la racionalidad científica las
diferencias existentes entre los distintos lugares del mundo. Por otro, los
avances técnicos comenzaban a transformar la visión que se tenía sobre
la naturaleza, y las ciencias naturales, en sus diferentes disciplinas en
pleno desarrollo, buscaban entender su funcionamiento para dominarla.
La burguesía europea, triunfante en el mundo social, extendía su poder
hacia el mundo natural, y la ciencia de la época fue puesta en cuestión en
cuanto a su capacidad para satisfacer las nuevas necesidades (Cheroni,
2000:53).
La Geografía aparecía, en primera instancia, como una ciencia destina-
da a ocuparse de describir el mundo recién ampliado. Ya en el siglo XVIII
Kant consideraba a la Geografía como una ciencia del dominio de la razón
práctica, como la Historia, y por tanto le adjudicaba un carácter meramente
descriptivo de tipo corológico (Santos, 2002:184).
33
En respuesta a las necesidades prácticas de la burguesía industrial flo-
recieron a lo largo del siglo XIX las sociedades geográficas, que “apoyaron
y promovieron la organización de expediciones, se ocuparon de la sistema-
tización y recopilación de la información necesaria para elaborar una carto-
grafía nacional” (Zusman y Minvielle, 1995:6), permitiendo la anexión eco-
nómica, política y cultural de los nuevos territorios. La íntima relación entre
clases dominantes, imperialismo europeo y sociedades geográficas, plantea
Capel (1977), reforzó el carácter descriptivo de la Geografía.
En ese contexto, la presencia de Humboldt y Ritter aportó hacia la cons-
trucción de una ciencia que no es estrictamente la Geografía moderna, pero
que constituyó una primera expresión como campo disciplinar, entendién-
dolo
“como sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en
las luchas anteriores), es el lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha
competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad
científica, inseparablemente definida como capacidad técnica y como poder
social” (Bourdieu, 1994:131).
La expresión moderna del pensamiento científico decimonónico, carac-
terizada por la pretensión de racionalidad, la desacralización y dominación
de la naturaleza, la ciencia como eslabón laico entre ambas ideas y la fe
en el progreso (Gómez et al., 1982:21-22), subyace al pensamiento de
estos científicos. Pero, al mismo tiempo, mantienen concepciones que,
al decir de Ortega, “recuerda más las representaciones clásicas del cos-
mos, de raigambre medieval, que las de una ciencia empírica moderna”
(2000:129).
En el caso de Humboldt, su concepción unitaria de la naturaleza lo llevó
a intentar crear la ciencia de la Tierra, o Física del Globo, con el objeto de
“determinar los lazos eternos que encadenan los fenómenos de la vida a los
de la naturaleza inanimada” (Humboldt apud Capel, 1977).
El concepto de naturaleza no es natural, sino que, como creación cultu-
ral, “constituye uno de los pilares a través de los cuales los hombres yer-
guen sus relaciones sociales, su producción material y espiritual, en fin, su
cultura” (Gonçalves, C.W.P., 2006:23).
A diferencia de la concepción dominante que la plantea como objetiva y
exterior al hombre, con un hombre no-natural y fuera de la naturaleza, propia
del capitalismo industrial, la naturaleza humboldtiana mantiene una cosmo-
gonía que recuerda la physis griega:
“es la unidad en la diversidad de los fenómenos, la armonía entre las
cosas creadas que difieren por su forma, por su constitución y por las
34
fuerzas que las animan; es el Todo animado por un soplo de vida” (Hum-
boldt apud Gómez et al., 1982:160).
Pratt propone que, a partir de sus viajes y trabajos, Humboldt reinventó
América como “una naturaleza impresionante, extraordinaria, (…) que em-
pequeñece a los seres humanos, domina su ser, despierta sus pasiones,
desafía sus poderes de percepción” (2010:229-230). La naturaleza incon-
trolable, salvaje y peligrosa de América (Gudynas, 1999) es reconstruida en
una visión que retoma “los tropos de la abundancia y la fertilidad del paisaje
paradisíaco” (Nouzeilles, 2002:26) de las crónicas de la conquista.
Por su parte, Ritter abrevando por un lado en la tradición griega, con-
cibiendo la tierra como un elemento puramente geométrico, y por otro el
idealismo de Schelling, quien “concibe a la naturaleza también como sujeto,
o sea, como actividad que produce su propio movimiento” (Gonçalves, M.,
2006:36-37), comprende a la Geografía como ciencia del globo, y a
35
“Si, señores, dadme el mapa de un país, su configuración, su clima,
sus aguas, sus vientos y toda su geografía física; dadme sus productos
naturales, su flora, su fauna y yo me encargo de deciros de antemano
cómo será el habitante de dicho país y cuál será el papel que éste des-
empeñará en la historia” (apud Delgado, 1986).
36
Como plantean Capel (1977, 1983), Rhein (1982) y Ortega (2000) esta
nueva Geografía, claramente moderna, se constituyó sobre nuevas bases
y atrajo a científicos de otros campos que vieron las posibilidades de desa-
rrollo disciplinar. En la clave de esta transformación se encuentra la incorpo-
ración de la Geografía como materia escolar pero con nuevos fines, ya no
como uno de los ojos de la historia, al lado de la cronología, o como apoya-
tura a los cursos de comercio, si no como instrumento ideológico al servicio
de la burguesía por medio de la inculcación del nacionalismo patriótico en el
marco de la institucionalización de la escuela de masas.
37
entonces como imagen simbólica de las unidades políticas del capitalismo
industrial (Gellner, 1998:29).
Anderson propone que el capitalismo impreso, las peregrinaciones de los
funcionarios de la burocracia estatal o la circulación de periódicos tuvieron
una importancia crucial en la construcción del los imaginarios nacionales,
mayor incluso que elementos tradicionalmente defendidos por los naciona-
listas, como la lengua. La nación, como idea y como concreción histórica,
expresa Anderson, surge en América, a partir de los procesos independen-
tistas de las antiguas unidades administrativas (1993:84).
Pero al mismo tiempo que resultado de divisiones administrativas y polí-
ticas económicas, se trataría de una tradición inventada, entendida como
Este imaginario social es, siguiendo a Baczko, una efectiva y eficaz pie-
za del dispositivo de control de la vida colectiva, y en su centro se encuentra
el problema de la legitimación del poder (1985:310), sobre todo porque se
constituirían como estados y estructuras mentales inconscientes, un saber
olvidado que “queda en el fondo de nuestra conciencia una vez que olvida-
mos los contenidos específicos que aquellas nociones portaban. Las imáge-
nes parecen naturales, pero no lo son” (Romero, 2004:18).
38
En la medida en que la comunidad imaginada como representación so-
cial, siguiendo a Moscovici, es una “preparación para la acción”, que implica
una guía del comportamiento, pero, sobre todo le da un sentido “al integrarlo
en una red de relaciones” (1979:32), se encuentra dotada de una dimensión
al mismo tiempo cultural y política.
El sentimiento de pertenencia como elemento de cohesión se apoya en
la construcción de símbolos, que tienen significado para la comunidad: him-
nos, banderas, fiestas, héroes, monumentos (Hobsbawm y Ranger, 2002:13;
Bertoni, 1992).
Montero señala que la identidad cumple una doble función:
“Una nación es, pues, una gran solidaridad constituida por el senti-
miento de los sacrificios que se han hecho y de los que aún se está dis-
puesto a hacer. Supone un pasado, pero se resume, sin embargo, en el
presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente
expresado de continuar la vida común” (2000:65).
39
“Nada consigue escapar permanentemente a la lógica del capital, ba-
sada en el principio de la identidad, que es su razón de ser porque torna
igual lo que es desigual, o sea, homogeniza todo y todos en el mercado
(fantástico mundo de las mercaderías).
Al delimitar el Estado-nación por su territorio, o sea, por las caracte-
rísticas de su cuadro natural, con base en el principio de la identidad, la
ideología invirtió lo real, pues el sujeto (la sociedad de clases) fue susti-
tuida por el objeto (la naturaleza, o el territorio), en el caso de la geogra-
fía. Sucede que esta inversión implicó (e implica) ausencia de reflexión
(geográfica) al nivel de la epistemología, pues apenas el sujeto es capaz
de reflexión. Y de hacer historia (1989:42).
40
do territorios que no necesariamente estaban incorporados al dominio del
aparato estatal.
Desde el nacionalismo patriótico, la nación está “profundamente ligada
a un territorio específico, su hogar en la tierra, y está relacionada con él en
más o menos la misma manera que la persona humana está relacionada
con su cuerpo” (Parekh, 2000:100). Siguiendo a Raffestin, el territorio “es un
espacio en el que se ha proyectado trabajo, energía e información y que, en
consecuencia, revela relaciones marcadas por el poder” (2011:173).
El poder de la burguesía, de acuerdo con Zusman y Minvielle (1995), se
ejerce sobre una porción del espacio y se construye sobre la perspectiva
patrimonialista de la soberanía nacional. En América, ante las dificultades
de construir un relato apoyado en la historia o cultura comunes, el territorio
habría pasado a desempeñar un valor simbólico fundamental en la confor-
mación del imaginario nacional (Boholavsky, 2006). Es por ello que el do-
minio efectivo, pero sobre todo simbólico del territorio se convirtió en una
necesidad de autoafirmación de los nuevos estados nacionales.
El bautismo de los lugares, al decir de Claval, implica la apropiación
de los lugares, dotándolos de significado. La toponimia, una “verdadera al-
fombra de nombres”, recubre la tierra, “que se convierte así en objeto de
discurso” (Claval, 1999:162). Cartografiar el territorio nacional, explorar sus
confines, afianzar las fronteras, se tornaría una empresa del estado y de las
sociedades geográficas de fines del siglo XIX. “En este sentido, la toponimia
puede ser considerada como la articulación entre el lenguaje, el poder terri-
torial y la identidad” (Corrêa, 2011:26-27).
En la medida en que el territorio se transforma en un objeto depositario
simbólico de los sentidos de la comunidad nacional, la territorialidad de la
nación se convierte en identidad territorializada (Mezquita, 1995), diferen-
ciándose asimismo de las territorialidades de las entidades nacionales ex-
ternas.
Entre el adentro y el afuera se establecen los límites, como expresión
del proyecto político ideológico que sustenta el estado-nación. El límite, de-
venido en una línea plagada de marcas y señales, se convierte en un signo
fundamental de la estructura del territorio. Se trata, entonces, de que
41
En este contexto es que la escuela moderna elaborará su programa y
su discurso curricular. Así, los sistemas de educación pública se habrían
constituido como aparatos centralizados y territorialmente extendidos que
organizan estatalmente la “socialización masiva, sistemática y controlada de
la sociedad civil”, apuntando a la legitimación en las nuevas generaciones
de los estados nacionales (Quintero, 1995).
El currículum escolar, tanto de hecho como en la práctica (Goodson,
1991:1-2), se elaborará teniendo esta perspectiva como horizonte. Según
Julia, este “conjunto de normas que definen los saberes a enseñar y las
conductas a inculcar”, junto con “un conjunto de prácticas que permiten la
transmisión de estos saberes y la incorporación de estos comportamientos”
(1995:131), implican una cultura escolar en la que las jóvenes generaciones,
a lo largo de un mismo recorrido escolar, son inmersas en los valores y la
ideología impulsados por las clases sociales detentoras del poder estatal.
Para cumplir con esos objetivos se forma un cuerpo de especialistas
dotados de tecnologías específicas: los maestros (Pineau, 2013), que mo-
nopolizan el saber escolar y el control de las normas de la cultura escolar,
lo que les otorgó identidad y les permitió convertirse en un actor social de
referencia.
La escuela, para cumplir con su rol, ordena, recorta, selecciona y enseña
los saberes que considera deben ser enseñados. Al hacerlo, crea un nuevo
saber, el saber escolar, con sus propias características. De esta manera,
conforma un ámbito, la escuela, con un saber propio compartimentado en
disciplinas que constituyen sus propios campos, articuladas dentro de este
saber escolar.
Las disciplinas escolares, conformadas en este proceso de invención
curricular decimonónico, son la combinación de una vulgata, o conjunto de
conocimientos admitidos por todos, unos métodos de enseñanza que le son
propios, unos procedimientos de evaluación comunes y unos sistemas de
motivación destinados a favorecer la adhesión a los proyectos del docente
(Chervel, 1991; Audigier, 1992).
En el caso de la Geografía, la disciplina escolar aparecería como una
necesidad de las clases dominantes en la inculcación del nacionalismo pa-
triótico, alcanzando en pocas décadas el nivel de legitimación social de su
existencia dentro de la trama de saberes escolares fundamentales.
La consolidación del campo académico de la Geografía escolar anticipa-
ría en casi todos los países la conformación del campo académico profesio-
nal (Romero, 2004; Rhein, 1982; Capel, 1977, Ortega, 2000), y en muchos
42
casos, lo hizo para cubrir la demanda de docentes en la enseñanza primaria
y secundaria (Capel, 1977:16).
Junto con la Historia y el Civismo, en la América hispana, y la Lengua,
en Europa, la Geografía prestará servicios a la construcción del imaginario
del naciente estado-nación. Su inserción en la escuela pasa, de acuerdo con
Melo, Sampaio y Vlach, por una función:
43
natural y el determinismo, junto con el enciclopedismo, son las caracte-
rísticas de la Geografía escolar tradicional.” (Bertoncello, 2011:213).
“un espejo que refleja en sus marcos materiales los rasgos de la so-
ciedad que lo produce, la cultura del entorno en que circula y la pedago-
gía que, a modo de sistema autorreferente, regula sus prácticas de uso
por los docentes y los estudiantes” (Choppin, 2001:170).
44
Los manuales son, además, los soportes de las verdades, o sea lo que
las sociedades, o los grupos que detentan el poder creen que es necesa-
rio transmitir a las jóvenes generaciones. El manual contiene determinadas
cosmovisiones que involucran concepciones ideológicas, morales, religio-
sas, políticas, éticas, psicológicas, antropológicas y filosóficas (Arteaga y
Alemán, 2007:17), apostando a la formación en los estudiantes de deter-
minados modos de racionalidad y pensamiento. De esta forma, transmiten
representaciones sociales.
Los manuales escolares significan, así, construcciones particulares de
la realidad. Al seleccionar y organizar el conocimiento, recrean el saber que
la sociedad ha reconocido como legítimo y verdadero, ayudando, según
Apple, “a crear un importante punto de referencia respecto a lo que real-
mente son el conocimiento, la cultura, las creencias y la moralidad” (apud
Blanco, 1994:271).
En tercer lugar, los manuales escolares son vectores transmisores de
un discurso que busca permear a la sociedad y convertirse en hegemónico.
Su eficacia reposa en la importancia de su difusión y en la estructura dis-
cursiva que transmiten. Poseen un alcance mayor que la literatura de corte
académico, convirtiéndose en algunos sectores sociales en el único impreso
accesible, hecho apoyado por el sostén del estado y la educación pública.
A su vez, en la transmisión de las “verdades”, ofrece toda una serie de
mecanismos explícitos e implícitos que llevan a desempeñar mayores nive-
les de eficacia:
45
Esto se refleja en su estructura y características, especialmente en sus
orígenes, dada la rápida expansión de los sistemas educativos nacionales
y la escasez de docentes formados para cumplir con las tareas de ense-
ñanza.
En el sentido moderno del término, los manuales escolares surgen en el
siglo XIX (Choppin, 2009), cuando “con el paso a la sociedad moderna, in-
dustrializada, la enseñanza se va separando de la producción, va surgiendo
un espacio separado de la producción en el cual se entregan conocimientos:
la escuela” (Ajagan, 2007:249). Y con ella aparecen estos artefactos que
conformarán un género literario en sí mismo.
Vaz Ferreira (1919) establece una división entre los textos propiamente
dichos, hechos con intención o fin pedagógicos, y libros que, sin estar desti-
nados a la escuela, pueden ser introducidos en ella para incentivar o ampliar
el aprendizaje, comportándose muchas veces como paradidácticos (Chop-
pin, 2009). Dentro de los primeros, se irán estableciendo, a su vez, subgéne-
ros como los libros de lectura o los libros de materias (libros disciplinares).
Los manuales modernos vinieron a suplantar los “catecismos”, donde
se suceden a modo de liturgia, preguntas y respuestas. Estos manuales, de
clara práctica memorística apuntaban, de acuerdo a Harwich (1991), a com-
pensar la falta de maestros adecuadamente preparados, así como continuar
la tradición de enseñanza eclesiástica.
Los nuevos manuales estarán más acordes con su rol como instrumento
básico de la educación masiva y al servicio del sistema escolar moderno y
sus nuevas disciplinas.
Como características particulares de los manuales escolares modernos,
Selander (1990) señala que su contenido se estructura por facetas, se adap-
ta al conocimiento básico supuesto para el estudiante, suele ser cerrado,
está exento de ironías y contiene referencias al mundo exterior.
En el caso específico de la etapa que corresponde a la conformación de
los manuales como género, desde fines del siglo XIX hasta la década de
1930, Linares (2009), refiriéndose a los libros de lecturas, propone algunas
características de diseño y estructura.
Tanto en el tamaño, tipo de encuadernación y al tratamiento de los carac-
teres tipográficos, el diseño muestra la influencia del higienismo.
Por otro lado, la incorporación de las perspectivas de Herbart y Pestalo-
zzi de enseñanza graduada, se refleja en la tipografía, la estructura discursi-
va y la complejidad de contenidos de acuerdo a la edad del estudiante.
En tercer término, su elaboración por editoriales especializadas que con-
formarán un mercado nacional, y por tanto de autores nacionales, que apun-
46
tarán a un público más amplio que el alumnado (adultos, padres de familia,
adultos por alfabetizar, docentes). Los autores se ubicarán desde el rol de
especialistas de la disciplina y desde fuera del aula dirigirán las acciones de
estudiantes y docentes (Libedinsky, 2000:215); y, en el caso de Geografía,
comenzarán a conformar un campo disciplinar con anterioridad a su insti-
tucionalización como profesión, produciendo conocimiento geográfico para
ser utilizado en la escuela (Melo, Sampaio y Vlach, 2006).
El estado, aunque no necesariamente publique libros, interviene en el
control de la producción y circulación del libro escolar.
En cuarto lugar, la encuadernación de tapa dura, relacionado con la ri-
tualización de la “escena de lectura escolar” que se impuso asociada a otros
rituales escolares como las ceremonias y actos patrios o la presencia de
símbolos (banderas, escudo, retratos o estatuas) y que llevan a Cucuzza
a decir que, en la liturgia escolar el libro de texto equivale a la fijación de la
doctrina, el acto escolar al desarrollo de la liturgia y el cuaderno escolar al
espacio privado de ejercicios espirituales (2007:59).
Por último, aparece la imagen acompañando el texto, asociada a las
ideas de Pestalozzi respecto al “método intuitivo” y las lecciones de cosas.
El niño relacionaba la idea al objeto en el momento de aprendizaje por lo que
en ausencia del objeto mismo las imágenes podían reemplazarlo.
Se destacan en los manuales de Geografía dos tipos de imágenes: las
fotografías y dibujos o grabados, y los mapas.
En el caso de los primeros, Finocchio (2012) y Hollman (2013) mencio-
nan su incorporación a los manuales de Geografía a partir de la década de
1880 y su consolidación como elemento de relevancia desde 1910.
En estas imágenes prevalecen los paisajes que, al dar forma a lo natural,
permiten, de acuerdo con Nouzeilles (2002), por un lado, medir el grado de
modernidad de la sociedad por su capacidad de transformación de lo natu-
ral en civilización y, por otro, la naturalización de una perspectiva cultural y
política.
El mapa, instrumento tradicionalmente asociado a la Geografía, tiene
una relevancia particular. Como proponen Rajchenberg y Héau-Lambert, “la
colocación de mapas en los salones de clase desde la primaria confiere a un
territorio no sólo la noción de inmutabilidad y fijeza, sino que también impone
un modo de verlo” (2005:5).
En los textos, la repetición del contorno territorial del espacio nacional
podría exponer lo que Anderson denomina mapa-logotipo, al conformarse
como
47
“una serie infinitamente reproducible (…). El mapa-logotipo, al ins-
tante reconocido y visible por doquier, penetró profundamente en la ima-
ginación popular, formando un poderoso emblema de los nacionalismos
que por entonces nacían” (1993:245).
El caso uruguayo
48
En cuanto a los aspectos económicos, significó la adecuación territorial
para cumplir con su rol de abastecedor de materias primas y alimentos hacia
la metrópolis: alambramiento de los campos, afianzamiento de la propiedad
rural, construcción de una red ferroviaria nacional, construcción del puerto
de Montevideo (Méndez, 1998).
Con respecto a lo social, el fortalecimiento del estado, plasmado en el
control efectivo del territorio, se manifiesta a través de la búsqueda del or-
den y la pacificación. Como planteaba el primer presidente de la Asociación
Rural del Uruguay, entidad representante de la burguesía agraria nacional y
propulsora de los cambios, “…hemos entrado en una era de progreso que
se siente, que se palpa, que se toca y que se divisa en los campos. Hoy el
estanciero se respeta, el capataz obedece, el peón trabaja y la familia eco-
nomiza” (Ordoñana apud Bralich, 1996:61).
El afianzamiento de la burguesía requerirá también una legitimación so-
cial para que su proyecto saliera adelante, lo que incluiría tanto a la pobla-
ción criolla como a los inmigrantes que llegaban en cantidades cada vez
más importantes al país. En 1860 un tercio de los habitantes de la república
era extranjeros, alcanzando la mitad en Montevideo (Pellegrino, 2010).
Para que el proyecto de la burguesía agraria se transformara en el “pros-
pecto” o futuro común, fue imprescindible, según Caetano (1992), la cons-
trucción de una identidad que diera unidad al “adentro” y lo diferenciara del
“afuera”.
Este autor identifica tres momentos en este proceso. El primero con el
surgimiento del Uruguay independiente. “Uruguay nació antes que los uru-
guayos, el Estado precedió a la nación” (1992:81).
El segundo corresponde al período de la Modernización, donde frente a
las necesidades del afuera se propone desde la élites ilustradas un proyecto
de adentro, reflejado en los trabajos de construcción del pasado de Bauzá o
Carlos María Ramírez, las imágenes de lo nacional en la poesía de Zorrilla
de San Martín o la pintura de Blanes, o los folletos de los “publicistas” como
Maeso.
Dentro de los factores que Real de Azúa identifica en el discurso diferen-
ciador con el otro exterior, nombra para este período algunos referidos a las
características naturales.
49
En el discurso literario, Burgueño también expresa que se sostiene una
“asociación de la ‘patria’ a un mundo natural que actúa como su matriz ge-
neradora y que permite delimitar un lugar físico, territorial, del Uruguay”,
estableciendo a partir de imágenes, “vinculaciones simbólicas de carácter
físico y afectivo con el lugar” (2000:74-75).
En ese contexto histórico se ubicará la reforma educativa vareliana, que
tenía por un lado un cometido civilizatorio que permitiría un importante de-
sarrollo de la sociedad al adquirirse en la escuela hábitos que reconociesen
“una autoridad superior a la pasión individual” (Varela apud Bralich, 1996:54)
y a su vez, contribuyendo a la construcción de la identidad nacional, te-
rritorializándola. Al respecto, Américo Pedragosa, Jefe Político de Rivera,
expresaba:
50
como tercera etapa de la construcción del imaginario nacional, con su conso-
lidación a través de la “utopía integradora del Uruguay reformista” (1992).
En este proyecto de país, articulándose con el sistema escolar en forma-
ción, la Geografía se conformará como disciplina escolar. Si bien se incluyó
como asignatura en el curso de Estudios comerciales en 1849 o se consti-
tuyó como cátedra universitaria en 1862, no será hasta la década de 1880
cuando logra hacerse un lugar dentro de las disciplinas escolares y comien-
za a construir un discurso propio.
Como plantea Pesce,
51
En el caso de los manuales, los catecismos son sustituidos, a partir de
la década de 1880 por otros libros más modernos que intentan adaptarse
a las propuestas pedagógicas de la época: lección por objetos, enseñanza
graduada.
Entre los autores más destacados se encuentra Orestes Araújo, referen-
te del discurso patriótico del último cuarto del siglo XIX y militante de la cau-
sa educativa, con una amplia y variada producción de materiales didácticos
y paradidácticos.
En las primeras décadas del siglo siguiente, Luis Cincinato Bollo efectuó
importantes aportes a la consolidación del discurso patriótico en Geografía a
partir de un planteamiento didáctico renovado (Achkar, Domínguez y Pesce,
2011).
Según Caetano (2005), los textos, tanto los de estos autores como los
de Arturo Carbonell y Migal, Arturo Carbonell Debali o Elzear Giuffra (en sus
primeros trabajos) tuvieron gran importancia como artefactos de transmisión
ideológica del nacionalismo patriótico. Si bien en este período es dudoso
que los manuales escolares alcanzaran a la mayor parte del alumnado y
mucho menos a la mayor parte de la población en edad escolar, lo cierto es
que habrían llegado a las aulas de la mano de los maestros, muchos de los
cuales accederían a través de ellos al conocimiento disciplinar geográfico.
Los textos tuvieron, para el sistema educativo y para el proyecto de la
burguesía un importante valor, lo que se reflejaría en un control de lo pu-
blicado y de lo recomendado para su uso en aula. Desde la Revista de la
Asociación Rural, en 1873, Domingo Ordoñana expresaba:
“Por eso hemos hablado del veneno de los libros, por eso hemos di-
cho que hay necesidad de uniformar la enseñanza y de ver con cien ojos,
qué libros han de formar las bibliotecas rurales, porque el escepticismo
llevado a la vida moral, (…) mataría el sencillo corazón del campesino,
secándolo paulatinamente y la tormenta de la duda, que es la más gran-
de desgracia, le harían dudar de la familia, de la sinceridad del amigo
más leal y hasta de la luz de los ojos que le enseñan el horizonte de su
pago” (apud Bralich 1987:60)
En los manuales de Geografía producidos en las dos décadas previas y
posteriores al ‘900,
“...se impondrá una concepción simplificadora, uniforme, enumerati-
va y mnemotécnica de la dimensión ambiental del territorio, tomando al
estado nación como unidad de análisis. La Patria es un territorio homo-
géneo, bien delimitado, diferenciado de sus vecinos por las bondades
52
de su ambiente y la moderación de sus distintos elementos naturales”
(Bruschi, Cutinella y Daglio, 2013:58).
Bibliografía
53
BERTONCELLO, R. (2011). La Geografía escolar. En: Kollmann, M.I. (coord.). Es-
pacio, espacialidad y multidisciplinariedad. Buenos Aires: Eudeba, pp209-226.
BERTONI, L. A. (1992).Construir la nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas patrias,
1887-1891. Buenos Aires: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
“Dr. E. Ravignani”, Tercera serie, nº5.
BLANCO, N. (1994). Materiales curriculares: los libros de texto. En: Angulo, J. F. y
Blanco, N. (coord.). Teoría y desarrollo del currículum. Málaga: Aljibe, pp.263-
280.
BOHOSLAVSKY, E. (2006). Territorio y nacionalismo en Argentina, 1880-1980. San-
tander: Ponencia en el Encuentro de Latinoamericanistas Españoles. Disponible
en: http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/10/42/25/PDF/BOHOSLAVSKI.pdf
BOURDIEU, P. (1994). El campo científico. Quilmes: Redes, nº2, pp.131-159.
BRABANT, J.-M. (1989) Crise da geografía, crise da escola. En: Oliveira, A. U. de
(org.). Para onde vai o ensino de geografía? São Paulo: contexto. pp.15-23.
BRALICH, J. (1987). Breve historia de la educación en el Uruguay. Montevideo:
CIEP/Ediciones del Nuevo Mundo.
______ (1996). Una historia de la Educación en el Uruguay. Montevideo: FCU.
BRUSCHI, R.; CUTINELLA, C. Y DAGLIO, J. (2012). Naturaleza e Identidad. La
dimensión ambiental del territorio uruguayo y la construcción del imaginario na-
cional en los libros de texto de Enseñanza Secundaria. En: Domínguez, A. y
Pesce, F. (coords.). Enfoques Didácticos desde la(s) Geografía(s) 2. Montevi-
deo: ANEP, pp.44-60.
BURGUEÑO, M.C. (2000). La modernidad uruguaya: imágenes e identidades (1848-
1900). Montevideo: Linardi y Risso.
CAETANO, G. (1992). Identidad nacional e imaginario colectivo en Uruguay. En
Achugar, H. et al. (comp.), Identidad uruguaya: ¿Mito, crisis o afirmación? Mon-
tevideo: Trilce, pp.75-96.
______ (2005). Uruguay y su transición de imaginarios. Buenos Aires: todaVÍA,
nº11.
CAPEL, H. (1977). Institucionalización de la geografía y estrategias de la comuni-
dad científica de los geógrafos (I). Barcelona: GeoCrítica, año 1, nº8.
______ (1983). Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea. Una introduc-
ción a la Geografía. Barcelona: Barcanova.
CHAUÍ, M. (2001). Brasil: Mito fundador e sociedade autoritária. São Paulo: Perseu
Abramo. Disponible en: http//cchla.ufrn.br/interlegere/revista/pdf/le01.pdf
CHERVEL, A. (1991). Historia de las disciplinas escolares. Madrid: Revista de Edu-
cación, nº295, pp.59-111.
CHERONI, A. (2000). Darwin, el naturalista de la Revolución Industrial. En: Altuna,
C. y Ubilla, M. (eds.). El prisma de la evolución. Montevideo: Udelar-Fcien-DI-
RAC, pp.44-70.
CHOPPIN, A. (2001). Pasado y presente de los manuales escolares. Medellín: Re-
vista Educación y Pedagogía, vol. XIII, nº29-30, pp. 209-229.
54
_______ (2009). O manual escolar: uma falsa evidência histórica. Pelotas: História
da Educação, ASPHE/FaE/UFPel, v. 13, n. 27 p. 9-75, Ene/Abr.
CLAVAL, P. (1999). La Geografía Cultural. Buenos Aires: Eudeba.
CORONIL, F. (2002). El Estado mágico. Caracas: Nueva Sociedad.
CORRÊA, R. L. (2011). Las formas simbólicas espaciales y la política. En: Zusman, P.;
Castro, H.; Adamo, S. B. (coords.). Geografías culturales: aproximaciones, inter-
secciones y desafíos. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras-UBA , pp.21-48.
CUCUZZA, H. R. (2007). Yo argentino. Buenos Aires: Miño y Dávila.
DEL GAUDIO, R. S. (2007). Ideologia nacional e discurso geográfico sobre a natu-
reza brasileira. São Paulo: Lutas Sociais, nº17/18, pp.48-63.
DELGADO, O. (1986). Permanencia del determinismo geográfico en la enseñanza
de la geografía en Colombia. Bogotá: Revista Colombiana de Educación, nº18,
pp 98-112.
DUSSEL, I. (1996). Escuela e Historia en América Latina. En: Cucuzza, H. R. (comp.).
Historia de la Educación en debate. Buenos Aires: Miño y Dávila, pp.249-268.
ESCOLANO, A. (2009). El manual escolar y la cultura profesional de los docentes.
Madrid: Tendencias pedagógicas, nº 14, pp.169-180.
ESCOLAR, M. (1996). Crítica do Discurso Geográfico. São Paulo: Hucitec.
FINOCCHIO, S. (2012). Nación: ¿algo para recordar?, ¿algo para celebrar?, ¿algo
para proyectar? En: Siede, I. (coord.). Ciencias Sociales en la escuela. Buenos
Aires: Aique, pp.49-61.
GELLNER, E. (1998). Cultura, identidad y política. Barcelona: Gedisa.
GÓMEZ, J.; MUÑOZ, J.; ORTEGA, N. (1982). El pensamiento geográfico. Madrid:
Alianza.
GONÇALVES, C.W.P. (2006). Os (des)caminhos do meio ambiente. São Paulo:
Contexto.
GONÇALVES, M. (2006). Filosofía da natureza. Rio de Janeiro: Jorge Zahar.
GOODSON, I. (1991). La construcción social del currículum. Madrid: Revista de
Educación, n°295, pp.7-37.
GUDYNAS, E. (1999). Concepciones de la naturaleza y desarrollo en América Lati-
na. Santiago de Chile: Persona y Sociedad, 13, nº1, pp.101-125.
HARWICH, N. (1991). Imaginario colectivo e identidad nacional. En: Riekenberg, M.
(comp.). Latinoamérica: Enseñanza de la historia, libros de textos y conciencia
histórica. Buenos Aires: Alianza/FLACSO/Georg Eckert Instituts, pp.77-102.
HOBSBAWM, E. y RANGER, T. (2002). La invención de la tradición. Barcelona:
Crítica.
HOLLMAN, V. (2013). Enseñar a mirar lo (in)visible a los ojos: la instrucción visual
en la geografía escolar argentina (1880-2006). En: Lois, C. y Hollman, V. (co-
ord.). Geografía y cultura visual. Rosario: prohistoria/UNR, pp.55-78.
JULIA, D. (1995). La cultura escolar como objeto histórico. En: Menegus, M. y Gon-
zález, E. (coords.). Historia de las universidades modernas en Hispanoamérica.
México: UNAM, pp.131-153.
55
LACOSTE, Y. (1977). La Geografía: un arma para la guerra. Barcelona: Anagrama.
LEONE, V. (2001). Manuales escolares e imaginario social en el Uruguay del Cen-
tenario. En: Caetano, G. (coord.). Los uruguayos del Centenario. Montevideo:
Taurus, pp139-215.
LIBEDINSKY, Marta (2000). Hacia una lectura comprensiva de los libros escolares.
En: Litwin, Edith (comp.). Tecnología educativa.. Buenos Aires: Paidós, pp.203-
230.
LINARES, María Cristina (2009). Los libros de lectura en la Argentina, sus carac-
terísticas a lo largo de un siglo. En: Linares, M.C. y Spregelburd, R.P. (orgs.).
La lectura en los manuales escolares. Textos e imágenes. Luján: UNL/UNNE,
pp.47-57
LIONETTI, L. (2007). La misión política de la escuela pública. Buenos Aires: Miño
y Dávila.
LIPSMAN, M. (2000). El material impreso: un viejo medio en el marco de proyectos
educativos actuales. En: Litwin, E. (comp.). Tecnología educativa. Buenos Aires:
Paidós, pp.151-170.
LLAMBÍAS, M. (2013). Educación para la integración. Buenos Aires: Ciccus/FLA-
TEC.
MELO, A. de Á.; SAMPAIO, A.C.F. y VLACH, V.R.F. (2006). História da geografia
escolar brasileira: continuando a discussão. En: Anais do VI Congresso Luso-
Brasileiro de História da Educação. Uberlândia: UFU, pp.2683-94.
MÉNDEZ, E. (1998). El Uruguay de la Modernización, 1876-1904. Montevideo: Ban-
da Oriental.
MEZQUITA, Z. (1995). Do territorio à conciencia territorial. En: Mezquita, Z. y Bran-
dão, C. R. (orgs.). Territórios do cotidiano, uma introduccão a novos olhares e
experiências. Porto Alegre/Santa Cruz do Sul: UFRGS/EDUNISC.
MONTERO, M. (1994). Altercentrismo y construcción de identidades negativas. En:
Mato, D. (coord.). Teoría y política de la construcción de identidades y diferen-
cias en América Latina y el Caribe. Caracas: UNESCO/Nueva Sociedad, pp.47-
56.
MOSCOVICI, S. (1979). El Psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires:
Huemul.
NOUZEILLES, G. (comp.) (2002). La naturaleza en disputa: retóricas del cuerpo y el
paisaje en América Latina. Buenos Aires: Paidós.
OLIVARES, P. (2007). Concepto de nación e identidad nacional: una approche a tra-
vés de las políticas educativas y de la enseñanza de la Historia de Chile (siglos
XIX-XX). En: Ministerio de Educación de Chile. Primer seminario internacional
de textos escolares. Santiago: Min. de Educación/UNESCO, pp.161-165.
ORTEGA, J. (2000). Los horizontes de la geografía. Barcelona: Ariel.
PAREKH, B. (2000). El etnocentrismo del discurso nacionalista. En: Fernández, Á.
(comp). La invención de la nación. Buenos Aires: Manantial, pp.91-122.
PELLEGRINO, A. (2010). La población de Uruguay. Montevideo: UNFPA.
56
PESCE, F. (2010). Notas para la comprensión de la enseñanza de la Geografía en
el Uruguay. Montevideo: GeoEspacio, nº38, pp.36-47.
______ (2011a). La lección de geografía: orígenes de la enseñanza de la disciplina
escolar en Uruguay. Montevideo: Anales del Instituto de Profesores “Artigas”,
Segunda época, n˚5, pp.247-256.
______ (2011b). La enseñanza de la Geografía Científica en Uruguay: una inter-
pretación a los aportes del prof. Elzear Giuffra, 1929-1939. En: Domínguez, A. y
Pesce, F. (coords.). Lecturas y análisis desde la(s) Geografía(s) 2. Montevideo:
ANEP, pp.9-18.
______ (2014). Sentidos políticos, finalidades formativas y enfoques disciplinares
en la Geografía como materia escolar en la Enseñanza Secundaria uruguaya.
(1935- 1963). Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales. FLACSO-Argentina.
PINEAU, P. (2013). ¿Por qué triunfó la escuela? En: Pineau, P.; Dussel, I. y Caruso,
M. La escuela como máquina de educar. Buenos Aires: Paidós, pp.27-52.
PRATT, M.L.(2010). Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación. México:
FCE.
QUAINI, M. (1981). La construcción de la Geografía Humana. Barcelona: Oikos-tau,
QUINTERO, S. (1995). Geografía y Nación. Estrategias educativas en la represen-
tación del territorio argentino (1862-1870). Buenos Aires: Cuadernos de Territo-
rio 7, UBA-FFyL.
RAFFESTIN, C. (2011). Por una geografía del poder. Zamora: El Colegio de Mi-
choacán.
RAJCHENBERG, E. y HÉAU-LAMBERT, C. (2005). El septentrión mexicano entre
el destino manifiesto y el imaginario territorial. Melbourne: Journal of Iberian and
Latin American Studies, vol.11, nº1.
REAL DE AZÚA, C. (1991). Los orígenes de la nacionalidad uruguaya. Montevideo:
Arca/Instituto Nacional del Libro/Nuevo Mundo.
RENAN, E. (2000). ¿Qué es una nación? En: Fernández, Á. (comp). La invención
de la nación. Buenos Aires: Manantial, pp.53-66.
RHEIN, C. (1982). La géographie, discipline scolaire et/ou science sociale? (1860-
1920). Paris: Revue française de sociologie, nº23-2. pp. 223-251.
RITTER, K. (1982). La organización del espacio en la superficie del globo y su fun-
ción en el desarrollo histórico. En: Gómez, J. et al.. El pensamiento geográfico.
Madrid: Alianza, pp.168-177.
ROMERO, L. A. (coord.) (2004). La Argentina en la escuela. Buenos Aires: Siglo
XXI.
SANTOS, D. (2002). A reinveção do espaço. São Paulo: UNESP.
SELANDER, S. (1990). Análisis de textos pedagógicos. Madrid: Revista de Educa-
ción, nº293, pp. 343-334.
VAZ FERREIRA, C. (1919). Lecciones sobre Pedagogía y cuestiones de enseñan-
za. Volumen III. Enseñanza Secundaria: Parte General. Montevideo: Barreiro y
Ramos.
57
VLACH, V.R.F. (1989) Ideologia do Nacionalismo Patriótico. En: Oliveira, A.U. de
(org.). Para onde vai o ensino de geografía? São Paulo: Contexto. pp.39-46.
ZENOBI, V. (2009). Las tradiciones de la Geografía y su relación con la enseñan-
za. En: Insaurralde, M. (coord.). Ciencias Sociales. Buenos Aires: Noveduc,
pp.93-118.
ZUSMAN, P. y MINVIELLE, S. (1995). Sociedades geográficas y delimitación del
territorio en la construcción del Estado-Nación argentino. Disponible en: http://
www.ijsf.esc.edu.ar/Archivos/pTercero/dv/Campa%C3%83%C2%B1a_del_de-
sierto.pdf
58
Clasificaciones Climáticas:
concepciones epistemológicas
en las que se encuadran y su evolución
Fundamentación
El tiempo y el clima han sido objeto de interés y estudio desde los albo-
res de la humanidad, por la relación con el cotidiano y con las actividades de
supervivencia material de los pueblos. Pero la Climatología como ciencia re-
cién toma forma a fines del siglo XIX. Es precisamente en ese siglo cuando
se comienza a tender una red de estaciones meteorológicas en superficie,
que serán las que aportarán los datos que darán sustento a la ciencia. El
objetivo de esta red de estaciones será en principio la predicción meteoro-
lógica, por lo cual el estudio de los climas irá desarrollándose junto con la
Meteorología, la Geografía y la Biogeografía. Estas últimas disciplinas se
apoyarán en las características climáticas de los lugares como soporte físico
de sus estudios, y en particular las clasificaciones climáticas les permitirán
una base espacial concreta y mensurable.
Esto fue particularmente importante para la Geografía de fines del si-
glo XIX, que sustentada en el paradigma determinista, que plantea cómo
el medio determina la acción humana, para hacer un estudio geográfico, es
necesario conocer entre otros aspectos físicos, el clima de los lugares. Por
otra parte, al espacializar las homogeneidades climáticas, se aprecian mejor
las estrechas relaciones entre el clima y otros aspectos, especialmente la
vegetación.
La variedad de clasificaciones climáticas desarrolladas a partir de ese
momento y durante el siglo siguiente es enorme. Varían en su concepción
de clima, en lo descriptivas o cuantitativas que sean, y en las variables que
usan para establecer la regionalización y la forma de usarlas. Corresponde
entonces preguntarse a qué responde esta evolución y cuáles son las con-
cepciones epistemológicas en las que se encuadran.
Pero aún cuando sea tan variada y funcional la oferta de clasificacio-
nes climáticas, la que sigue predominando en los estudios geográficos es
la clasificación de Köppen, que data de principios del siglo XX, aunque con
modificaciones y precisiones de límites regionales posteriores.
59
Por otra parte, hace un par de décadas que está en discusión un reciente
y veloz cambio climático, con inciertas perspectivas a futuro. Esto implicaría
que estamos trabajando sobre conceptos, escalas, clasificaciones y mapas
climáticos que no necesariamente tienen la suficiente ductilidad para reco-
ger y asimilar estas transformaciones.
Antecedentes
Marco Teórico
60
camente das evidencias da nossa experiência imediata. Tais evidencias,
que estão na base do conhecimento vulgar, são ilusórias. [...] Por outro
lado, e total a separação entre a natureza e o ser humano. A natureza e
tão-só extensão e movimento; e passiva, eterna e reversível, mecanismo
cujos elementos se podem desmontar e depois relacionar sob a forma
de leis; não tem qualquer outra qualidade ou dignidade que nos impeça
de desvendar os seus mistérios, desvendamento que não e contempla-
tivo, mas antes activo, já que visa conhecer a natureza para a dominar e
controlar. Como diz Bacon, a ciência fará da pessoa humana ‘o senhor e
o possuidor da natureza’ ” (Santos, 2008:25).
61
los sistemas de clasificación, así como las propiedades o ideas que los
nombres implican” (Sala y Batalla,1999:21).
Objetivos
El trabajo propuesto tiene por tanto, como objeto de estudio, las clasifi-
caciones climáticas y como objetivo general analizar las concepciones epis-
temológicas dentro de las que se encuadran.
Retomando a Panario (2011), el estudio de los climas se encuentra en un
primer nivel de análisis, determinando Provincias como unidades mayores
de clasificación del paisaje. El estudio y clasificación de los paisajes (tam-
bién ambientes o ecosistemas), se ha usado para la planificación territorial,
para proponer medidas de manejo de sistemas productivos y naturales y
establecer políticas de conservación de la biodiversidad.
Es por estos motivos que el trabajo se inscribe dentro del Ordenamiento
Ambiental del Territorio como línea de investigación.
Los objetivos específicos del trabajo son: indagar qué clasificaciones cli-
máticas existen, contextualizarlas desde el punto de vista histórico, para po-
62
der discutirlas desde el punto de vista epistemológico. Por lo anteriormente
argumentado, también está dentro de los objetivos de este trabajo indagar
los motivos por los cuales desde mediados de siglo veinte no hay avances
aparentes en las clasificaciones climáticas.
Metodología
63
su efecto inmediato sobre la variación de la temperatura. Los griegos estu-
diaron y midieron la Tierra, a la cual ya suponían esférica desde el siglo VI
a.n.e., e identificaron las líneas del Ecuador, los Trópicos y los Círculos Pola-
res de acuerdo a la declinación solar y a la duración del día. Ya Parménides
(siglo VI a.n.e.) y posteriormente Aristóteles (siglo IV a.n.e.) identificaban 5
zonas en el mundo, asociadas exclusivamente a sus temperaturas y a las
posibilidades de ser habitadas.
Bajo esta mirada, las zonas tórrida y frías son inhabitables, y por tanto la
población se concentra en las zonas templadas (en particular del hemisferio
norte). Los griegos, en su visión geométrica del universo, suponían la sime-
tría terrestre y por tanto la simetría en las zonas climáticas del hemisferio sur
con respecto al hemisferio norte, pero no podían demostrarlo por considerar
imposible para los humanos sobrevivir en la zona cálida.
Otro griego, Poseidonio, en el siglo I a.n.e., criticó lo impreciso de los
límites de estas zonas y, en lugar de basarse en la temperatura y la ha-
bitabilidad, propuso regiones y términos claramente definidos con criterio
astronómico. Dividió así la Tierra en cinco zonas: Amphiskian (entre los tró-
picos), Heteroskian (entre los trópicos y los círculos polares) y Periskian (de
los círculos polares hasta los polos). A su vez, Poseidonio observó que si
tomaba como criterio de división la distribución de las temperaturas y de las
precipitaciones en forma independiente, la Tierra quedaba dividida en siete
franjas y no cinco: dos frías en torno a los polos, dos templadas en los lu-
gares usuales, dos franjas estrechas y muy áridas a lo largo de los trópicos
y la zona ecuatorial, más cálida y húmeda que las tropicales. Estas zonas
64
manifestarían variaciones en el clima, la fauna y la flora presentes. (Harley
y Woodward, 1987:168-9).
De acuerdo a Sanderson (1998), fue Poseidonio quien primero relacio-
nara el clima con los rasgos físicos de los humanos, al decir que como con-
secuencia del calor y la ausencia de lluvias la gente de las zonas tórridas
nacía con cabello lanoso, labios protuberantes y extremidades nudosas. Es-
trabón, geógrafo e historiador griego contemporáneo a Poseidonio fue quien
trajo sus pensamientos hasta la actualidad, pues sus escritos se perdieron.
Estrabón, por su parte, relacionaba al clima con los cultivos además de los
rasgos físicos humanos.
Esta concepción es la que primará hasta que la Climatología tome forma
como ciencia a fines del siglo XIX y principios del XX y empapará a los es-
tudios climáticos y geográficos con una visión determinista de la naturaleza
sobre la acción humana.
Los siglos XVIII y XIX se caracterizaron por los viajes y las expedicio-
nes exploratorias, que buscaban recabar información sobre aspectos físicos
y humanos de los lugares más distantes. El desarrollo de instrumental de
navegación y de instrumentos precisos de medición de distintas variables
(como termómetros, barómetros o higrómetros, por ejemplificar) permitieron
estos viajes y la recolección de datos y especímenes que fueron recopila-
dos, medidos, clasificados, sistematizados y cartografiados, lo que produjo
un gran avance en el conocimiento.
Humboldt fue uno de estos expedicionarios, y sus viajes, sobre todo a
América, le permitieron obtener una enorme cantidad de información sobre
variables tales como temperatura y su variación de acuerdo a la altitud, tem-
peratura del agua y precipitaciones, que hicieron posible cuantificar el co-
nocimiento de la naturaleza. Humboldt suponía a la Geografía como la des-
cripción física del globo, y entendía que era a través de la sistematización de
las observaciones que se podía descubrir la regularidad de los fenómenos.
Concebía la Geografía Física como una ciencia unificadora y no como sim-
ple yuxtaposición de distintas disciplinas. De acuerdo a Ortega (2000), esta
concepción de unidad y globalidad está asociada a la representación medie-
val del cosmos y no tanto a una idea de ciencia empírica moderna.
Bajo esta concepción de ciencia y de clima, conocer las características
climáticas de un lugar, implica conocer otras características físicas y hu-
manas, en especial la vegetación, que es la que está más estrechamente
ligada. La distribución espacial de los climas es una simple correspondencia
establecida a través de la variación de la latitud y las temperaturas, sin que
haya una búsqueda de similitudes entre los climas en lugares distantes en la
65
Tierra. Las clasificaciones se basan en aquellos parámetros cuya influencia
sobre la vida es más visible, como la temperatura, las precipitaciones y la
humedad; pero también son los de más fácil acceso, en épocas donde no
había una red de estaciones meteorológicas que abarcara la superficie te-
rrestre. Humboldt elaboró en 1817 el primer mapa de isotermas y el botánico
alemán Dove fue quien publicó los primeros mapas mundiales de distribu-
ción de temperaturas y precipitaciones en 1846.
Por tanto, los primeros intentos de clasificación climática coinciden con
el estudio de la distribución de las plantas. En 1855, De Candolle elaboró
una clasificación que designaba a las plantas de acuerdo al momento geo-
lógico de su desarrollo. Desarrolló inicialmente seis subdivisiones de acuer-
do a sus requerimientos de temperatura y precipitaciones: Megistoterma,
Megaterma, Mesoterma, Microterma, Hekistoterma y Xerófila, de las cuales
la primera (con temperaturas medias anuales por encima de los 30˚C) solo
podría darse actualmente en la proximidad de aguas termales. A las cinco
restantes les asignó letras de la A a la E, con las xerófilas representadas
por la B. Estos grupos se identifican con franjas prácticamente paralelas,
similares a las griegas. Linsser, por su parte, en 1869 desarrolló un índice
de humedad que le permitió dividir a la Tierra en cinco zonas de vegetación,
puesto que consideraba que en muchos lugares del mundo era más impor-
tante la precipitación que la temperatura como factor de la distribución de la
vegetación. (Oliver, 2005)
En resumen, si bien la idea de las zonas climáticas como bandas latitudi-
nales persiste, ya no están delimitadas por paralelos, sino que son campos
de las variables temperatura y precipitaciones. De todas formas, con la ex-
pansión a través de los viajes marítimos exploratorios, se derrumbó la idea
griega de las zonas inhabitables y de la homogeneidad de los climas en las
zonas tórridas.
Otra serie de clasificaciones climáticas se desarrolla a partir de la Clima-
tología Médica, dentro de esa concepción del clima que determina la salud
física y los estados de ánimo y sentimientos de los hombres. De acuerdo a
Weber y Weber:
Durante el siglo XIX hay una gran oferta de bibliografía sobre Climato-
logía Médica, en parte por la necesidad del conocimiento de las potencias
66
capitalistas de las posibles enfermedades a las que se enfrentarían en los
nuevos territorios conquistados así como, en latitudes como las nuestras la
promoción del clima para atraer a la inmigración europea, presentando las
virtudes: climas moderados, aptos para ciertas actividades económicas, con
propiedades curativas, etc. La Climatología Médica era considerada como
una de las más importantes disciplinas médicas, puesto que valoraba al
clima como causa, preventivo o terapia de enfermedades, de acuerdo a sus
características. En Europa se estilaba la presencia de estaciones balnearias
o terapéuticas asociadas a distintos tipos de clima de acuerdo con la terapia
requerida. Esto se extendió a América, sobre todo a los Estados Unidos
(Solly, 1897).
En 1904, W. F. Tyler sugirió un método para clasificar los climas de
acuerdo al efecto medio producido en un cierto número de observadores.
Se basaba en la relación entre la temperatura y la humedad y las sensacio-
nes personales y el efecto sobre la actividad física y mental. Registrando las
sensaciones se podría construir una “escala climática” que describiera los
climas como tónicos, sedantes, estimulantes o relajantes. (Weber y Weber,
1907:52)
Una simple y más objetiva clasificación climática es la que adoptan va-
rios autores franceses, basada en las temperaturas medias anuales. Weber
(1885) menciona a Michel Levy, quien elabora en 1869 la siguiente clasifi-
cación:
1. Climas tórridos o muy cálidos (Temperatura media 27 a 25˚C)
2. Climas cálidos (25 a 20˚C)
3. Climas templado cálidos (20 a 15˚C)
4. Climas templados (15 a 10˚C)
5. Climas fríos (10 a 5˚C)
6. Climas muy fríos (5 a 0ºC)
7. Climas glaciales, con temperaturas medias anuales por debajo del
punto de congelamiento.
Weber comenta lo práctica de esta clasificación por lo sencilla que es,
pero a su vez lo inexacta que resulta, puesto que las temperaturas medias
anuales no indican cuál es el comportamiento de dicha variable en el co-
rrer del año, o lo que se conoce como “marcha anual”, mencionando como
ejemplo Londres y Odesa, que tienen una misma media anual de 9˚C, pero
una amplitud térmica anual, que definiría los cambios de temperatura entre
invierno y verano, de 13˚C la primera y 24˚C la segunda, por lo cual redunda
en climas muy distintos y por lo tanto con fines médicos diferentes. Además
argumenta que es incompleta porque hay otros factores importantes a tomar
67
en cuenta: la humedad del aire, su pureza, grado de movimiento del aire
y las tormentas eléctricas. Es así que Weber y Weber (1907) tomarán la
clasificación de “climas físicos” de Hann de 1883, más adecuada a los fines
médicos.
En resumen, dentro de este período, el clima es considerado el factor
más importante -determinante en algunos casos- de la capacidad de sos-
tener vida. Las clasificaciones climáticas respondían exclusivamente a la
latitud y se asociaron a las formaciones vegetales predominantes o a las
consecuencias inmediatas sobre el bienestar humano. No hay por tanto aún,
un estudio científico del clima ni un desarrollo del campo disciplinar de la
Climatología.
De todas formas, es interesante apreciar cómo Weber hace el nexo entre
un período y otro, pues concibe el clima como lo hace Hann, cuya definición
aparece al comienzo del siguiente bloque. Hasta el momento, dentro del
estudio del clima, solo se resolvía lo espacial, mientras que el clima en el
tiempo se consideraba completamente estático. Con la definición de Hann,
podemos observar que, si bien terminan tomando el valor medio anual de la
variable y lo espacializan, tienen conciencia de la variación anual. Es más,
eso justifica el hacer una media en cierta cantidad de años. Si no conside-
raran la magnitud como pasible de cambio, no tendría sentido plantear un
valor medio.
“El clima distinguido del tiempo.- Por clima entendemos la suma total
de los fenómenos meteorológicos que caracterizan la condición media
de la atmósfera en cualquier lugar de la superficie terrestre. Aquello a
lo cual llamamos tiempo es sólo una fase en la sucesión de fenómenos
que completan el ciclo, que recurre con mayor o menor uniformidad cada
año, y constituye el clima de cualquier localidad. Clima es la suma total
de los tiempos que generalmente son experimentados a lo largo de un
período de tiempo más o menos extenso en cualquier estación dada”
(Hann,1903:1, TdeA) [1883].
La Climatología surge como campo específico recién a fines del siglo XIX,
cuando se establece una red de estaciones meteorológicas que comienzan
a aportar datos de las variables atmosféricas que se pueden compartir hacia
lugares remotos vía telegráfica. Estos datos requerirán de una ciencia que
los ordene y procese. La Climatología se desarrollará en principio con otras
68
disciplinas espaciales como la Geografía y la Biogeografía, mientras que por
otro lado, la Meteorología pondrá su atención en usar estos mismos datos
para el pronóstico del tiempo.
La Climatología juega un rol importante en la economía y política mun-
dial del momento. Determinar la distribución de los climas conlleva a la distri-
bución de plantas y animales y brinda conocimientos sobre las posibilidades
de colonización. Identificar, por otra parte, zonas en el mundo con climas
similares, posibilita la expansión agrícola, en una época de incremento co-
mercial e industrial para lo cual había que hacerse de alimentos, materias
primas, mano de obra barata y nuevos mercados donde colocar los produc-
tos. Además, el Imperialismo debía justificar su dominio sobre los pueblos
que estaban, por las condiciones físicas de sus territorios, destinados a ser
sometidos. Para legitimar su dominio, no solo sobre la naturaleza sino tam-
bién sobre otros pueblos considerados inferiores, los europeos justificaban
explicando que las diferencias eran naturales, propiciadas sobre todo por
distintas condiciones climáticas que determinaban el carácter y el comporta-
miento humanos (Ely, 2006).
Dentro de esta concepción determinista, en Geografía aparece el ale-
mán Friedrich Ratzel, quien considera esta disciplina como el estudio de las
condiciones naturales sobre la humanidad. Para Ratzel la sociedad es un
organismo que posee estrechas relaciones con el medio físico para aten-
der sus necesidades de supervivencia, es decir tiene un “espacio vital” y la
tendencia a aumentarlo está en las raíces mismas de la noción de progre-
so de un pueblo. Los dos principales representantes de la climatología del
momento, el austríaco Julius Hann y el ruso Wladimir Köppen, se enmarcan
dentro de esta concepción. Incluso la principal obra de Hann, Handbook of
Climatology, fue editada por Ratzel en 1883, dentro de la “Bibliothek Geo-
graphischer Handbücher”. Por su parte, Köppen expresa en Climatología
(1948) [1923] en un capítulo denominado “Relación entre la cultura y la zona
de clima”:
69
práctica del robo de seres humanos” (ibíd.:150); o justifica por qué los euro-
peos han de someter a los pueblos de la zona tropical:
“A esto se agrega el bien conocido hecho de que el europeo, si no quiere
correr el riesgo de perder su vida, no debe dedicarse a trabajos corporales
pesados ni exponerse al sol de una manera permanente en el interior de los
continentes de dicha zona.” (ibíd.:149)
Hann es a quien se considera el padre de la Meteorología y la Climatolo-
gía modernas. En Handbook of Climatology, traducida del alemán al inglés
en 1903, da los fundamentos de su nueva concepción de clima y de la Cli-
matología moderna.
En cuanto al concepto de clima, rebate al de Humboldt de los cambios
en la atmósfera que afectan la condición física de los seres vivos, mediante
un sencillo razonamiento:
“(…) pues parece al escritor perfectamente adecuado hablar del clima
como existente sobre la Tierra en una época en que la vida animal y vegetal
no había aparecido”. (Hann,1903:4, TdeA)
En otro orden, delimita el campo disciplinar de la Climatología, separán-
dola especialmente de la Meteorología. Considera que la Climatología es
más descriptiva, mientras que la Meteorología es teorética.
70
guaje matemático, buscaban leyes generales que los regularan y universa-
lizaran el mecanismo de funcionamiento de esos datos, los hacían pasibles
de ser mapeados y clasificados, vislumbrando la continuidad del progreso
del conocimiento cohesivo y de la sociedad (Ely, 2006)
En cuanto a las clasificaciones climáticas, Hann distingue entre dos con-
ceptos de clima y por tanto dos clasificaciones: el clima solar y el clima físico
o natural.
El “clima solar” está asociado a la radiación solar recibida en distintas
latitudes de la Tierra, y lo asocia a las clasificaciones climáticas de los grie-
gos en bandas latitudinales. En particular hace referencia a la de Ptolomeo,
quien delimita franjas tomando la longitud del día más largo del año, cada
media hora de incremento, a partir del Ecuador hasta el Círculo Polar Ártico.
Aclara que estas condiciones solo estarían dadas en caso de que el planeta
fuese solo una masa continental sin agua y si no existiera atmósfera.
Por otra parte, en términos reales, considera el “clima físico”, que toma
otros factores en consideración: la proximidad al mar, las corrientes oceáni-
cas y la altitud, a causa de que las irregularidades de la superficie terrestre
interactúan con la atmósfera. Es así que clasifica los climas en:
1. Climas continentales y marinos
2. Climas de montaña,
con lo cual, no solo supera las bandas longitudinales, sino que establece
similitudes entre los climas en distintos lugares del planeta de acuerdo a
cómo actúan otros factores físicos además de la latitud.
En forma paralela, quien se encuentra trabajando en una clasificación
climática es Köppen, meteorólogo de profesión, igual que Hann. Elaboró su
primer mapa climático en 1884; pero su clasificación completa, con todos los
tipos climáticos, fue publicada en 1900 y prosiguió ampliándola y mejorán-
dola hasta una última versión junto con Geiger, en 1936.
En su Climatología, Köppen toma dos definiciones de clima: la de Hann
y luego agrega una segunda definición:
71
sostenerse para la climatología, por la existencia de dos zonas incompletas
secas próximas a los trópicos, que separan las zonas boscosas tropicales
de las estacionales en los bordes occidentales de los continentes.
Pero el punto que hace más compleja su clasificación, tiene que ver con
las oscilaciones estacionales de temperaturas y precipitaciones, que varían
con la latitud y la distancia al mar. Tomó las regiones fitogeográficas de De
Candolle y, considerando que las plantas son la primera respuesta al clima,
asoció estas regiones con límites climáticos basados en temperaturas me-
dias y precipitaciones anuales, poniendo en juego las variaciones estaciona-
les. Determinó así once tipos básicos:
1. Climas tropicales lluviosos (de selva tropical lluviosa y de sabana)
2. Secos (de estepa y de desierto)
3. Templados lluviosos (secos en invierno, secos en verano y húme-
dos)
4. Boreales o de nieve y de bosque (secos en invierno y húmedos en
invierno)
5. De nieve (de tundra y de hielo perpetuo) (Köppen, 1948).
La clasificación de Köppen es hasta nuestros días la más usada, proba-
blemente por su practicidad: alcanza con tener las series de temperatura y
precipitaciones de una estación meteorológica, hacer una media numérica y
comparar datos mensuales, para asociarlos a un tipo de clima y a un tipo de
vegetación predominante.
Otro representante de este período, es el francés Emmanuel De Marton-
ne, quien publicó por primera vez su clasificación climática en su tratado en
tres tomos de Geografía Física en 1909, que fue reeditado con modificacio-
nes en 1913, 1920 y 1925-27. Aunque asume la definición de clima de Hann,
le otorga un carácter geográfico al considerar que su lugar de análisis es la
zona de contacto entre la atmósfera, la esfera sólida y la líquida. Critica la
clasificación de Köppen por basarse exclusivamente en los regímenes tér-
mico e higrométrico y por ello toma en consideración, además de temperatu-
ras y precipitaciones, los vientos predominantes. Determina así la existencia
de cuatro grandes tipos de climas: cálidos; templados y fríos; desérticos y
de monzones. Para cada uno de estos grupos, distingue variedades según
las temperaturas y precipitaciones, aclarando que estas variedades no tie-
nen caracteres netamente definidos, sino que su transición es gradual (De
Martonne, 1973 [1925]:249). Los cuatro grandes tipos, vienen determinados
sí por límites numéricos, habiendo desarrollado un Índice de aridez:
, donde P son las precipitaciones anuales y T la temperatura media
anual, debido a que no alcanzan solo las precipitaciones para definir si un
72
clima es húmedo, sino que hay que considerar la evaporación, que depende
de la temperatura.
De Martonne fue alumno de Paul Vidal de la Blache, geógrafo francés
precursor de la Geografía Regional y opositor al determinismo ambiental
que primaba en la época, por lo cual Lucien Febvre lo calificó de Posibilista
en contraposición a los Deterministas. Cuando De Martonne define los tipos
climáticos, describe ejemplos regionales para cada uno de ellos. Le otorga a
cada uno “un nombre de tipo regional, elegido de modo que evoque un país
bastante conocido, donde el tipo en cuestión esté realizado.” (1973:250).
Ejemplos de estos nombres son: chino, tibetano, manchuriano, etc. Como
se puede apreciar en estos ejemplos el concepto de país hace referencia al
de “pays” de Vidal de la Blache:
73
cación del comportamiento de estas variables. Pero no hay que desconocer
que para ese momento histórico los mecanismos de la circulación general
de la atmósfera eran escasamente conocidos.
Un geógrafo alemán, Alfred Hettner, criticando a su contemporáneo Köp-
pen, argumentaba que una clasificación científica debía estar basada en la
génesis del clima y debía enfatizar en sus principales características: circu-
lación del aire, precipitación, radiación y temperatura (Butzer,1968).
En 1911, Hettner expresó:
74
La de Hettner, junto con otras clasificaciones como la de Flohn y la de
Alisov, consideran especialmente la génesis de los climas, la dinámica atmos-
férica y los ritmos por ella generados, a la hora de explicar las características
particulares de un lugar. Esto está relacionado a las investigaciones en diná-
mica atmosférica de la llamada Escuela de Bergen o noruega, que se desa-
rrolló a partir de la creación del Instituto de Geofísica del Museo de Bergen por
Bjerknes en 1917, con colegas como Bergeron, Eckmann y Rossby.
Esta escuela se desarrolla en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
En esa época, se hacía necesario un avance en los métodos de predicción
del tiempo, no sólo en términos estrictamente relacionados con las estra-
tegias de guerra y el desarrollo de la aviación, sino también para optimizar
actividades como la agricultura o la pesca en épocas de hambruna.
La aparición del telégrafo permitió la recopilación de datos de estaciones
meteorológicas muy distantes; se multiplicó por diez la cantidad de estacio-
nes en el sur de Noruega; se amplió el espectro de elementos observables y
se entrenó personal para realizar observaciones de buena calidad.
Todo esto le permitió a Bjerknes y sus colegas, tener una imagen de
las condiciones meteorológicas sobre Noruega en momentos concretos y
a través de su estudio, pudieron observar que las características del aire
en cuanto a temperaturas, presión y humedad podían ser similares sobre
enormes extensiones. Y también observar que yacían adyacentes a zonas
con características muy diferentes. A estas grandes superficies con simila-
res características les llamaron masas de aire y a las líneas de convergencia
entre masas de aire con distintas características físicas les llamaron frentes,
asociándolos a los frentes de batalla que eran noticia diaria en el momento.
Basándose Bjerknes en la premisa de que todo puede explicarse como
física atmosférica, desarrolló y mapeó su teoría de los frentes, hizo una ex-
plicación tridimensional de los hechos y los relacionó con los estados del
tiempo correspondientes en caso de ser frentes fríos o cálidos.
Dentro de la misma escuela están las teorías sobre formación de la pre-
cipitación de Bergeron y posteriormente las ondas planetarias de Rossby y
la celda de Walker, asociada al fenómeno de El Niño. Estas teorías aportan
conocimientos que explican las variaciones y los ritmos en el tiempo atmos-
férico y en el clima. Fue Bergeron, discípulo de Bjerknes, quien en 1930
definió el término Climatología Dinámica, que consistía en el tratamiento
estadístico de los tipos de tiempo (masas de aire y frentes) como fenóme-
nos completos a partir de la comprensión de los procesos termodinámicos
involucrados (Sant’Anna Neto, 2001a).
La clasificación del climatólogo ruso Boris Alisov (1936), incorpora los
conceptos de masas de aire y frentes. Delineó sus límites considerando
los principales frentes y sus posiciones estacionales. Las zonas entre estos
75
límites a su vez fueron subdivididas de acuerdo a los tipos de masas per-
manentes o estacionales predominantes y subdivididas una vez más con
criterio geográfico: de acuerdo a la proximidad al mar y a la situación occi-
dental u oriental respecto al continente. Así obtuvo siete zonas: zona de Ma-
sas de aire Ecuatoriales (tropicales húmedas); zona Monzónica Ecuatorial
(tropicales de invierno seco); zona de Masas de aire Tropicales (zona árida
de bajas latitudes y el cinturón de los Alisios); zona Subtropical Transicio-
nal (húmeda de latitudes medias bajas); zona Templada (latitudes medias
altas); zona Subártica Transicional (situada entre las posiciones que toma
estacionalmente el Frente Polar); zona Ártica (Butzer, 1968).
Hermann Flohn (1950) incorpora la dinámica a la clasificación de Köppen
de 1923. Para hacer una regionalización dinámica, propone dos criterios: las
componentes estacionales del viento entre 500 y 2000m y los movimientos
verticales efectivos expresados en la periodicidad, intensidad y frecuencia
de las precipitaciones. No se refiere a las masas de aire por considerarlas
demasiado inhomogéneas, tanto horizontal como verticalmente y que es-
tán sujetas a cambios muy veloces de sus características (Butzer, 1968).
En esta clasificación se puede observar la incorporación de la variabilidad
estacional de la circulación atmosférica. Se detalla a continuación la carac-
terización de cada zona climática
76
El clima como recurso
“El clima no es un hecho sino una teoría, y corresponde a cada in-
vestigador proporcionar y ordenar los datos del tiempo para su propio fin.
La función hipotética dicta los criterios a ser adoptados en la selección y
representación de los datos que se convertirán en el clima. La noción de
que existe el clima per se y que la descripción de su forma debe preceder
a la evaluación de su importancia funcional es viable sólo para las gran-
des correlaciones, en un nivel de análisis que va más allá de la geografía
económica. En este caso, los recursos climáticos son descritos en térmi-
nos de una tecnología particular que en su variación espacial identifica
su significancia.” (Curry,1963:95, Tda)
Leslie Curry, inglés de nacimiento, trabajó para el Laboratorio de Cli-
matología Charles Warren Thornthwaite, en Seabrook, New Jersey. La
definición de Curry de clima, nos aporta un ángulo distinto bajo el cual
observar el problema. Más allá de que el clima sea un estado medio o una
sucesión rítmica, más allá de que puedan ser genéricas o genéticas las
clasificaciones, esta visión nos centra en cómo puedo aprovechar el clima
y el objetivo de clasificar. Nos remite a la concepción de recurso climático,
como uno más de los recursos naturales de los cuales los seres humanos
hacemos uso.
“En la modernidad, la naturaleza se convirtió en objeto de dominio de
las ciencias y de la producción, al tiempo que fue desterrada del sistema
económico; se desconoció así el orden complejo y la organización eco-
sistémica de la naturaleza, en tanto que se fue cosificando como objeto
de conocimiento y materia prima del proceso productivo. La naturaleza
fue desnaturalizada al ser transformada en recurso dentro del flujo unidi-
mensional del valor y la productividad económica.” (Leff, 2006:258)
El clima es el primer factor regulador de la producción agrícola, lo que
equivale a decir de la producción de alimentos y de muchas materias primas
industriales. El carácter de la definición de Curry es esencialmente económi-
co y pragmático. Las características de los atributos del clima se presentan
como insumos en los procesos naturales de producción. Por lo tanto han
de ser estudiados para estudiar la organización de los espacios agrícolas.
La radiación, la evapotranspiración y todos los elementos del clima pasan a
tener el carácter de agentes económicos, que intervienen en la producción
agrícola y son parámetros de rentabilidad.
Escribe Sant’ Anna Neto -refiriéndose a la década de los ‘30-, analizando
la geografía norteamericana después de Hartshorne:
77
“Por suas características territoriais marcadas por uma variada di-
versidade de paisagens e em função das influências filosóficas e cientí-
ficas das escolas anglo-saxônicas, entre outros elementos de formação
da nação americana, os Estados Unidos se transformariam na meca do
pragmatismo, onde a modelagem e a abordagem sistêmica, voltadas
para o planejamento, encontrariam terreno fértil para seu desenvolvi-
mento, via quantificação, na produção dos diagnósticos.” (2001a:40)
78
según la estación donde las precipitaciones escaseen. Mediante la combi-
nación de estas variables y representándolas con las respectivas combina-
ciones de letras, determina 32 tipos climáticos.
En 1948 incorpora el concepto de evapotranspiración potencial. Mientras
que hasta el momento lo que importaba era la pérdida de humedad a través
de la evaporación, la evapotranspiración involucra la pérdida por la acción
combinada de los procesos de evaporación y transpiración. La evapotrans-
piración potencial, es la máxima cantidad de agua que puede evaporarse
desde un suelo completamente cubierto de vegetación, que se desarrolla en
óptimas condiciones, y en el supuesto caso de no existir limitaciones en la
disponibilidad de agua.
Tomando este nuevo concepto de evapotranspiración potencial, elabora
a su vez nuevos índices, el de humedad y de aridez, que combina en un Índi-
ce Hígrico Anual, que usa para determinar 9 tipos climáticos: A perhúmedo,
de B1 a B4 húmedos, C1 y C2 subhúmedos, D semiárido y E árido.
En segundo lugar, toma la eficacia térmica, considerada como la evapo-
transpiración potencial en cm y determina nueve tipos más, desde megatér-
micos a glaciales y les asocia también letras primas mayúsculas.
En tercer lugar, la variación estacional de la humedad, considerando se-
paradamente los climas húmedos de los secos y estableciendo así diez tipos
más, que caracterizó con una tercera letra minúscula que indica el carácter
dominante de la variación estacional.
Y en cuarto lugar, establece, con una cuarta letra prima minúscula, ocho
tipos más en función de la concentración estival de eficacia térmica. (Aguilo
et. al, 2004)
Otro climatólogo, el griego Juan Papadakis, en 1952 desarrolló una clasi-
ficación con 10 tipos básicos y hasta 73 climas combinando las variables. Lo
excepcional de esta clasificación es que estos tipos climáticos pueden estar
caracterizados ya sea por la posibilidad de practicar cierto cultivo, como por
la localidad y su paisaje asociados. Otro de los puntos interesantes es que
utiliza parámetros basados en valores extremos de las variables climatoló-
gicas, porque se relacionan con las posibilidades de desarrollo y las condi-
ciones óptimas de los cultivos. Los datos obtenidos aportan una caracteriza-
ción agroecológica a macroescala, puesto que a meso o microescala entran
en juego otros factores como la fisonomía del terreno, que no es tomada en
cuenta por este autor. Es decir, es una clasificación que utiliza datos diarios
como las temperaturas extremas o los días de heladas, lo cual implica un
mayor detalle en el manejo y el procesamiento de los datos y del tipo de
información que requiere.
79
Los límites para caracterizar estos tipos climáticos vienen dados por los
naturales de los cultivos. Toma especialmente en cuenta: temperaturas in-
vernales y estivales; aridez y disponibilidad de agua a lo largo del año. Con
estos parámetros define: Tipos de Invierno y sus límites térmicos, Tipos de
Verano y sus límites térmicos, Regímenes de temperatura, Regímenes de
humedad y Diez Grupos Climáticos fundamentales.
Para ejemplificar, cuando analiza los veranos, divide en los siguientes
grupos climáticos, con sus correspondientes letras: Gossyplum (algodón),
G más cálido y g menos cálido; Cafeto, c; Oryza (arroz), O; Maíz, M; Triti-
cum (trigo), T más cálido y t menos cálido; Polar cálido (taiga) P; Polar frío
(tundra) p; Frígido, F (desértico subglacial), f (helada permanente); Andino-
alpino, A (alpino bajo), a (alpino alto). Para subdividir en estos grupos utiliza
las siguientes categorías que los caracterizan: Duración de la estación libre
de heladas (mínima, disponible o media) en meses, Media de la media de
las máximas de los n meses más cálidos, Media de las máximas del mes
más cálido, Media de las mínimas del mes más cálido y Media de la media
de las mínimas de los dos meses más cálidos. Según Aquilo et.al., si bien
este método es laborioso, tiene la ventaja de usar datos de fácil acceso. Es
un método que se ha usado extensivamente en España.
Mientras que estas clasificaciones tienen su importancia para la activi-
dad humana por tener relación con la potencialidad agrícola, hay otras como
la del norteamericano Werner Terjung (1966), que determina tipos climáticos
de acuerdo a los efectos del clima sobre el bienestar humano. Analizar la
confortabilidad podría tener aplicaciones sobre geografía médica, turismo,
arquitectura, vestimenta, entre otros.
Para su clasificación toma en cuenta el Índice de Bienestar de Thom
(1959) y el Índice de Enfriamiento por el Viento de Court (1948). Combinan-
do ambas llega a las once categorías fisioclimáticas que indica la figura,
que se pueden presentar en condiciones diurnas o nocturnas (Aguilo et.al.,
2004).
En estas últimas décadas, es posible hablar de la elaboración de una
nueva modalidad de clasificaciones climáticas llamadas de tipo numérico.
Oliver (2005), plantea que las clasificaciones pueden ser elaboradas de dos
formas: por la subdivisión lógica de una población -que son la gran mayo-
ría- o por aglomeración de individuos similares dentro de la población. Las
actuales posibilidades tecnológicas permiten el manejo de enormes volúme-
nes de información, que de hecho, gracias a la densificación de la redes de
obtención de datos climatológicos, se han incrementado en grandes propor-
80
ciones. Esto hace posible, por tanto, elaborar clasificaciones por aglomera-
ción.
Las decisiones que se han de tomar, a la hora de elaborar una clasifica-
ción de este tipo, son: el número de regiones adecuadas, la identificación
de los criterios para los límites, las variables seleccionadas para representar
los climas y los métodos por los cuales las variables seleccionadas serán
resumidas. Estas decisiones son tomadas de acuerdo a los objetivos prác-
ticos de la clasificación. Es por su enorme pragmatismo y adecuación a los
requerimientos económicos que respaldan la investigación visualizando al
clima como un recurso natural muy valioso, que Oliver visualiza a las clasifi-
caciones numéricas como las más adecuadas para las necesidades actua-
les y como aquellas que se habrían de desarrollar a futuro.
“El clima es definido como el estado físico medio del sistema climá-
tico, que está constituido por la atmósfera, la hidrosfera, la criosfera, la
litosfera y la biosfera, los cuales están íntimamente interconectados. Por
lo tanto, el clima está determinado por un conjunto de promedios tempo-
rales de las variables que describen la estructura y el comportamiento de
las diferentes partes del sistema climático, así como por las interaccio-
nes entre ellos.” (apud Lucarini, 2002:3, TdeA)
81
Bertalanffy definió sistema como “complejo de elementos en interacción”
(1989:34). Él fue quien primero propuso, en la década de los ‘30, un en-
foque sistémico para la ciencia, lo cual aportó un método que permitió la
integración dinámica de los elementos estudiados, rompiendo con la visión
fragmentada de la ciencia de corte positivista.
“En tanto que antes la ciencia trataba de explicar los fenómenos ob-
servables reduciéndolos al juego de unidades elementales investigables
independientemente una de otra, en la ciencia contemporánea aparecen
actitudes que se ocupan de lo que un tanto vagamente se llama “totali-
dad”, es decir, problemas de organización, fenómenos no descomponi-
bles en acontecimientos locales, interacciones dinámicas manifiestas en
la diferencia de conducta de partes aisladas o en una configuración su-
perior, etc.; en una palabra, “sistemas” de varios órdenes, no comprensi-
bles por investigación de sus respectivas partes aisladas. Concepciones
y problemas de tal naturaleza han aparecido en todas las ramas de la
ciencia, sin importar que el objeto de estudio sean cosas inanimadas, or-
ganismos vivientes o fenómenos sociales. Esta correspondencia es más
llamativa en vista de que cada ciencia siguió su curso independiente,
casi sin contacto con las demás y basándose todas en hechos diferentes
y filosofías contradictorias. Esto indica un cambio general en la actitud y
las concepciones científicas.” (Bertalanffy, 1989:37)
82
El período entre julio de 1957 y diciembre 1958, se consideró el Año
Geofísico Internacional, realizado con el auspicio del ICSU (Consejo Inter-
nacional de Uniones Científicas, por sus siglas en inglés), durante el cual se
realizaron una serie de observaciones y experimentos a escala planetaria,
uniendo esfuerzos desde los distintos campos disciplinares y comenzando
estudios globales de los sistemas planetarios. Los proyectos involucraban
once campos: geomagnetismo, glaciología, gravedad, física ionosférica, me-
teorología, oceanografía, sismología, actividad solar, entre otras. Con estos
fines, se desarrollaron instrumentos de precisión, medios para transportar
instrumental a la alta atmósfera y al espacio exterior, se instaló una estación
permanente en la Antártida y se establecieron tres Centros de Datos Mun-
diales, de forma de que todos tuvieran acceso a la información científica
recabada.
Por otra parte, fue con la conferencia de Estocolmo de 1972, cuando se
comenzó a discutir a nivel internacional el problema ambiental y la creciente
población mundial. El tema principal de la conferencia era “El hombre y su
medio: las bases de una vida mejor” (Achkar et.al., 2011).
La actual situación de incremento de la temperatura media global, la
reducción del ozono estratosférico, la contaminación atmosférica o el grave
proceso de desertificación entre otros tantos, son problemas enormemen-
te complejos como para ser tratados separadamente como fenómenos at-
mosféricos o antrópicos desde la perspectiva de la ciencia tradicional. Las
mismas muestran que el clima no es estacionario, que puede presentar va-
riabilidad en todas las escalas, y que el simple análisis estadístico de sus ca-
racterísticas no alcanza para determinar cuáles serán sus atributos futuros.
La antigua presunción de que el clima es estacionario en el espacio de
tiempo de unas décadas es dejado de lado, para analizar su variabilidad.
Según Peixoto, se puede definir variación del clima como la diferencia entre
dos estados climáticos de la misma especie. Las variaciones deben incluir,
además de las diferencias de los valores medios, estadísticas de orden más
elevado. La variabilidad del clima se puede presentar de dos modos: varia-
ciones forzadas, como respuesta del sistema climático a factores externos
y variaciones libres, que son fruto de inestabilidades internas y procesos de
auto-realimentación, de un sistema que nunca está en equilibrio.
Es por ello que el abordar las ciencias ambientales desde la perspectiva
sistémica, permite comprender las interrelaciones entre los elementos de los
sistemas ambientales, explicar las causas y la situación actual del sistema
y analizar los posibles escenarios a futuro de acuerdo a las acciones que
las sociedades tomen. Permite una visión conjunta de todos los elementos
83
que integran el sistema y el análisis dialéctico de los controles y atributos
climáticos. El concepto de clima así definido se independiza de la antigua
discusión de cuál debe ser el período de años a la hora de establecer los
promedios, que ha sido siempre un elemento subjetivo a la hora de definirlo.
La escala temporal, -así como la espacial- de análisis, pueden ser elegidas
operacionalmente de acuerdo al objeto de estudio.
84
Las zonas climáticas fruto de una clasificación tal como hemos las que
hemos analizado hasta ahora, implican estructuras relativamente estáticas
basadas en promedios estadísticos de variables, que no responden a la di-
námica visión de controles y atributos climáticos en permanente interacción
y evolución del enfoque sistémico. Las clasificaciones buscan la permanen-
cia y no el cambio y por tanto no permiten analizar la variabilidad. Este es
el motivo para que, bajo esta perspectiva de clima como estado del sistema
climático, no se hayan desarrollado nuevas clasificaciones climáticas.
Conclusiones
85
de emigrantes. Por otro lado, las tierras eran apreciadas por aquello que pu-
dieran producir, y de aquí la importancia de conocer la diversidad de las po-
sibilidades y comparar territorios distantes, que permitieran la expansión en
superficie de los cultivos que necesitaban las grandes potencias europeas y
posteriormente Estados Unidos, para abastecerse y para comerciar.
En tiempos más recientes, la producción agropecuaria ha pasado a tener
como objetivo incrementar su rendimiento, para lo cual la escala de análisis
de las características climáticas se reduce. Además, entran en juego otras
variables como la evapotranspiración o la insolación. Por otro lado, es ne-
cesario estudiar la variabilidad climática, con sus ritmos a distintas escalas
y también las características extremas del clima, como valores extremos
alcanzados, períodos de heladas, posibilidad de la presencia de otros fe-
nómenos como sequías, inundaciones, vientos fuertes, tornados, etc. La
producción agropecuaria de carácter especulativo, ligada a los precios inter-
nacionales que alcanzan los commodities, que su vez generan un enorme
mercado de seguros agropecuarios, debe saber a ciencia cierta los riesgos
que corren las producciones de acuerdo a las características físicas del lu-
gar donde se producen, en especial a la variabilidad climática.
El clima así analizado y tomado como un recurso para la generación
de divisas, ha sido una fuente de propuestas de diversas clasificaciones
climáticas, algunas incluso muy recientes. Son clasificaciones que manejan
distintas escalas de acuerdo a los objetivos de quien la necesite, pero que
también han podido desarrollarse gracias a los avances tecnológicos que
han permitido una nueva generación en términos de disponibilidad y manejo
de datos.
En definitiva, el auge de clasificar los climas, está asociado al de una
ciencia positivista, para la cual el ordenamiento y la jerarquización son parte
de su metodología de análisis. La gran mayoría de las clasificaciones climá-
ticas existentes se desarrollaron entre fines del siglo XIX y fines del XX.
En cuanto a la clasificación por lejos más usada actualmente en forma
general, es la de Köppen, para una escala regional, porque proporciona
una primera descripción de sus características. Por otra parte, utiliza datos
fácilmente accesibles y los cálculos son sencillos. Por ser la más usada,
a su vez, hace que sea fácil de decodificar y, cuando alguien se refiere,
por ejemplo, a un Cfa -que es el código correspondiente al nuestro-, con
esas tres letras ya nos está aportando muchos datos de sus temperaturas
medias, su mes más cálido, el monto de sus precipitaciones y su estacio-
nalidad además de que podemos asociarlo al de otros lugares similares
del mundo.
86
En cuanto al trabajo, sería posible una continuación a través de un aná-
lisis de las potencialidades de las clasificaciones en función de la optimiza-
ción de su uso. En particular, para el caso uruguayo, buscar una clasifica-
ción climática que se adapte mejor que la de Köppen a sus particularidades,
así como discutir las concepciones epistemológicas en el desarrollo de la
climatología nacional.
Por otra parte, el trabajo puede servir como un aporte a la discusión de
las prácticas docentes de Geografía y la construcción del discurso de la dis-
ciplina escolar en relación al clima y sus clasificaciones.
Bibliografía
87
HANN, J. (1903) [1883]. Handbook of Climatology. New York: The Macmillan Co.
HARLEY, J. B. y WOODWARD, D. (1987) The History of Cartography, Volume 1.
Chicago: University of Chicago Press.
HETTNER, A. (1905) La naturaleza de la Geografía y sus métodos. En Gómez, J.
et.al. El pensamiento geográfico. Madrid: Alianza, pp.311- 321
HUMBOLDT, A. von (1949) [1858]. Océano, atmósfera y geomagnetismo. Buenos
Aires: Espasa-Calpe.
KÖPPEN, W. (1948) [1923]. Climatología. México: FCE.
LEFF, E. (2006) Racionalidad Ambiental. La reapropiación social de la naturaleza.
México: Siglo XXI.
LÓPEZ GÓMEZ, A. (1986). Climatología. En García Ballesteros, A. (coord.) Teoría
y práctica de la Geografía. Madrid: Alhambra, pp.154-163.
LUCARINI, V. (2002) Towards a definition of climate science. Cambridge, Massachu-
setts: Int. J. Environment and Pollution (18) 5, pp.2-11.
NEBEKER, F. (1995) Calculating the Weather Meteorology in the 20th Century. San
Diego: Academic Press.
OLIVER, J. (2005) Encyclopedia of World Climatology. Cornwall: Springer.
ORTEGA, J. (2000) Los horizontes de la Geografía. Barcelona: Ariel.
PANARIO, Daniel (2011). Mapa de ambientes de Uruguay y Distribución potencial
de especies. Montevideo: MGAP/PPR-CIEDUR
PEIXOTO, J. (1991) O que é o Clima?: Quid est clima? Madrid: Revista de meteo-
rología 14, pp.27-49.
ROLIM, G. et al., (2007). Classificação climática de Köppen e de Thornthwaite e sua
aplicabilidade na determinação de zonas agroclimáticas para o estado de São
Paulo. Campinas: Bragantia (66) 4, pp.711-720
SALA, M. y BATALLA, R. (1999). Teoría y métodos en Geografía Física. Madrid:
Síntesis.
SANDERSON, M. (1998) The Classification of Climates from Pythagoras to Koep-
pen. Toronto: Bullet. Amer. Meteor. Soc 80, pp.669-673.
SANT’ANNA NETO, J. (1998). Clima e organizacão do espaço. Maringá: Boletim de
Geografia (16) 1, pp.119-132.
______ (2001a) História da Climatologia no Brasil: gênese, paradigmas e a cons-
trução de uma Geografia do Clima. Tese de Livre-Docência. Presidente Pruden-
te: FCT/UNESP.
______ (2001b) Por uma Geografia do Clima. Antecedentes históricos, paradigmas
contemporâneos e uma nova razão para um novo conhecimento. São Paulo:
Terra Livre 17, pp.49-62.
______ (2008). Da climatologia geográfica à geografia do clima gênese, paradig-
mas e aplicações do clima como fenómeno geográfico. Uberlandia: ANPEGE
4, pp.51-72.
SANTANA, L. (2012) Clasificación Agroclimática Papadakis en Tenerife. Tenerife:
Agro Cabildo.
88
SANTOS, B. (2008) Um discurso sobre as ciências. São Paulo: Cortez
SOARES, R y BARROS, D. (2013). A polissemia em torno do vocábulo Pays/País:
entre escalas, estados y naçoes. Goiania: Boletim Goiano de Geografia (33) 2,
pp.185-201.
SOLLY, E. (1897) A Handbook of Medical Climatology. Philadelphia: Lea
Brothers&Co.
SORRE, M. (1955) Fundamentos biológicos de la Geografía Humana. Barcelona:
Juventud.
STRAUSS, R. (2007) An International Annotated Bibliography of Climate Classifica-
tions. Carolina del Norte: Western Carolina University.
WEBER, H. (1885) The Treatment of Disease by Climate London en Von Ziemssen’s
Handbook General Therapeutics in Seven Volumes. Smith, Elder & Co.
WEBER, H. y WEBER, P. (1907) Climatotherapy and Balneoyherapy. London:
Smith, Elder & Co.
89
Manuales escolares:
surgimiento, antecedentes y funciones originales
90
didáctica interna, y por su contenido, que contemplaría la exposición orde-
nada y secuencial de una disciplina escolar».
En la obra de Alain Choppin (2001) aparece una categorización que en-
riquece la delimitación del término «manual escolar»: libros escolares «por
destino» (u obras escolares stricto sensu) y libros escolares «por uso». En
la primera categoría, incluyó todos los libros concebidos para utilizar en el
ámbito escolar (en este grupo están incluidos los manuales escolares). En
la segunda categoría, aparecen los libros que no son concebidos para in-
corporar en las aulas, pero que, en la práctica, aparecen: biografías, libros
especializados, informes de investigación, documentación oficial, etc.
El manual escolar está estrechamente vinculado con la cultura (oficial).
Esa relación queda evidenciada, cuando entendemos que el manual es-
colar, que es uno de los cinco textos del currículum, reproduce una parte
socialmente acordada de la cultura. Paula Gregorio Razzini (2006) planteó,
apoyándose en el discurso de Escolano, que el texto escolar puede ser con-
siderado un espacio de memoria, una imagen sistemática de la escuela que
representa y una imagen de la sociedad que lo escribe y que lo utiliza. El
manual puede ser considerado, como señaló Alzate, como un espejo que
refleja la imagen que la sociedad quiere ofrecer de sí misma, aunque es una
imagen esquemática, deformada, incompleta e idealizada, a pesar de que
muchas veces se la tome como absoluta. La autora explicó que este objeto
es revelador «por lo que él dice como por lo que él calla, del estado de cono-
cimientos de una época así como de los principales aspectos y estereotipos
de una sociedad» (Alzate, 1998:s/p).
Debemos tener presente, como indicaron Figueroa & Conde (2008), que
el estudio de estos objetos histórico-culturales nos aproxima a la mentalidad
de una época, a las prácticas sociales y a los métodos de enseñanza aplica-
dos en la escuela, lo que permite, sin duda, analizar el currículum. Bernardo
Gómez señaló que este objeto cultural es un documento que permite inda-
gar sobre lo que es y ha sido la práctica real de la enseñanza. Agregó que
es un verdadero registro sobre el conocimiento que la institución escolar ha
transmitido en un momento histórico determinado. Apoyándose en el discur-
so de Schubring, manifestó: «si se quiere indagar sobre esta práctica, hay
que acudir al análisis de los viejos libros de texto, más que a los decretos
y programas oficiales» (Gómez, 2007:s/p). Cornejo (2006) indicó que los
manuales escolares, además de cumplir con su función específica, son do-
cumentos históricos que articulan el reflejo de la ciencia y la pedagogía de
la época con las vivencias experimentadas por sus autores en su contexto
socio-histórico, situación evidente en los manuales del área de las Ciencias
91
Sociales. Figueroa y Conde (2008) subrayaron que este tipo de texto cultural
refleja los valores, actitudes, estereotipos e ideologías de la mentalidad do-
minante, lo que permite afirmar que el manual escolar no es un texto neutro
ni objetivo, sino que es una construcción histórica y geográfica, es decir, un
producto de un grupo social en una época determinada.
Una cuestión sustantiva es, como señalaron Ajagán & Turra (2009), en-
tender que este material curricular ha existido desde la antigüedad, aunque,
tal como los concebimos en la actualidad, surgen cuando las sociedades
modernas abandonaron la enseñanza y el aprendizaje contextual por una
enseñanza descontextualizada, como consecuencia de la masificación de
la educación. Estos materiales aparecen a comienzos del siglo XIX, con el
advenimiento de la sociedad industrializada. Bernardo Gómez (2007) indicó
que los manuales escolares son una publicación especializada que aparece
en respuesta a las necesidades del sistema público de enseñanza.
Antes de exponer las condiciones que posibilitaron el advenimiento de
los manuales escolares en la educación obligatoria, es necesario mostrar,
a grandes rasgos, sus antecedentes más próximos. Salinas & De Volder
(2011) explicaron que el surgimiento y difusión de los libros escolares –en
un sentido amplio y no como manuales escolares– están ligados a dos hitos
separados en el tiempo: la aparición de la imprenta móvil en la Europa del
siglo XV –que posibilitó la popularización de la cultura letrada– y al surgi-
miento de la educación simultánea en la Europa del siglo XVII, que dividía a
los estudiantes por clases, según las edades y los estados de aprendizaje,
y proporcionaba materiales estandarizados para un trabajo simultáneo y ho-
mogéneo.
Con relación al escenario histórico y espacial del primero de esos hitos
(la aparición de la imprenta móvil en la Europa del siglo XV), Quiceno (2001)
planteó que podemos hacer referencia, como uno de los antecedentes de
los manuales escolares del siglo XIX, a los denominados catecismos y car-
tillas. El autor explicó que
92
oral del maestro hacía en forma amplia, extensa y profunda. El catecis-
mo reduce la significación y ordena o encasilla el signo como la primera
forma de reducirlo para su uso escolar» (Quiceno, 2001:59).
93
a retener los contenidos en la memoria, debido a que se consideraba que el
«oído era el órgano de la enseñanza» (Vives, en Quiceno, 2001:57). A esta
forma de enseñanza (y de aprendizaje) se le complementó con la disputatio:
torneos o certámenes basados en preguntas, discusiones y conferencias.
En el siglo XVI los catecismos y las cartillas dieron paso, según Quiceno,
al libro didáctico: un libro que se centró en el método en detrimento de los sa-
beres de las disciplinas. Señaló que una vez que la enseñanza se descentró
de las disciplinas y se centró en el hombre, su conciencia y su interioridad,
el problema se focalizó en cómo enseñar todo a todos, en cómo hacer de la
enseñanza un objeto simultáneo. En ese nuevo escenario, el dialogo directo
entre el maestro y el aprendiz fue sustituido por una nueva modalidad: «el
dominio y memorización de los objetos físicos presentados en libros» (To-
rres y Moreno, 2008: 54). Fue en ese marco, más precisamente en el siglo
XVII, que Comenio planteó el método para lograr enseñar todo a todos,
pasando, como señaló Quiceno, de la disciplina externa a la disciplina inter-
na y del saber universal a la conciencia, a la mente y a los mecanismos de
simplificación de la enseñanza y el aprendizaje. Martínez (2002) explicó que
Comenio, con su Didáctica Magna de 1632, sentó las bases de la instrucción
simultánea, caracterizada por la presencia de un solo preceptor que dirigía
la escuela o la clase y que unificaba los contenidos para un mismo nivel de
enseñanza, «a través de un auxiliar normalizador, un libro “panmetódico” en
el que el trabajo esté distribuido para cada año, cada mes, cada día y aún
cada hora» (Comenio, en Martínez, 2002:16).
Quiceno señaló que la mecánica de los libros sirvió de modelo para me-
canizar la escuela: «Las escuelas funcionarían al mismo tiempo, abren y
cierran en los mismos períodos como la producción de libros y sus fases de
trabajo» (Quiceno, 2001:60). Es importante aclarar, como manifestó el autor,
que la escuela tenía un método de enseñanza antes de la incorporación del
método universalista (el método de la naturaleza), sólo que el primero –en
donde el método se desprendía del orden establecido por las disciplinas– fue
sustituido por este último –en donde el método imitaba la naturaleza y sim-
plificaba, ordenaba y mecanizaba, lo universal–. En este marco, la erudición
fue sustituida por el entendimiento. Además, la vista pasó a ocupar un lugar
central en el aprendizaje, siendo el ojo el órgano clave de ese método.
Debemos tener presente que a partir de Comenio:
94
al nombrar las cosas, y por los objetos representados en oraciones o
frases. La narración se vuelve continua, fraccionada, medida y ajustada,
tal y como las cosas que se ven» (Quiceno, 2001:61).
95
de las nacionalidades– generalizaron los sistemas educativos nacionales.
Esto, produjo un control e inspección general de dichos sistemas por parte
de esos Estados. En ese momento,
Para Güemes, quien toma aportes de autores como Apple, estos libros
pedagógicos no solo presentan, pautadamente, las acciones que deben
seguir los/as docentes en pos del cumplimiento de los planes de estudio,
sino que reproducen, a través de los contenidos, los criterios sociales que
los estudiantes deben aprender. Lo expresado muestra, sin duda, la es-
trecha vinculación entre este tipo de texto curricular y el Estado, lo que lo
convierte en un texto oficial(izado). Estos materiales curriculares, como
indicó la autora, ofrecen lecciones simbólicas sobre el trabajo, el género y
la etnia, generando, en los sujetos de aprendizaje, una determinada con-
cepción del mundo. «En este sentido, la escuela en general y los libros de
texto en particular son mecanismos de primer orden en la configuración
ideológica de los valores y normas de los ciudadanos más jóvenes» (Güe-
mes, 1994:25).
Pero, ¿qué función concreta se le asignó a estos textos escolares idio-
sincráticos de los sistemas escolares de los Estados europeos liberales? Sin
duda, la de reproducir toda una gama de cuestiones culturales que forjara
una identidad nacional. El poder del manual escolar, en el marco de la edu-
cación masiva, quedó evidenciado en esta expresión: «El manual participa,
en el mismo nivel que la moneda o la bandera, de la simbología nacional»
(Choppin, 2001:215). En ese momento, el currículum formal se discutió en
los parlamentos o congresos de esos Estados, debido a que se había trans-
formado en una cuestión central para la formación del ciudadano (Finocchio,
2006). En dicho marco, la tensión entre la Iglesia y el Estado dieron cuerpo
al debate sobre esa función. Para entender esa situación, debemos tener
presente, como indicó Choppin (2001), a partir del caso francés, que en el
antiguo régimen era la Iglesia la encargada de dirigir la educación, pero a
partir de la Revolución Francesa, pasa a manos del Estado, situación que
convirtió a la escuela en el motivo de rivalidad, y al manual escolar en el
principal objeto de disputa.
96
Soto (2006) planteó cuatro características que identifican al manual es-
colar en ese escenario histórico-geográfico-cultural, y que permiten ampliar
la cuestión reseñada. La primera de ellas, hace referencia al propósito de
unificar, igualar y asemejar culturalmente a los ciudadanos de los nuevos
Estados-nación europeos, a partir de una estandarización de los contenidos
a enseñar, brindándoles a todos los habitantes la misma instrucción. Como
ejemplificación, Güemes mostró, realizando un recorte narrativo de un tra-
bajo de Baudelot y Establet, el caso francés: «fueron millones de libros los
que la República distribuyó gratuitamente a generaciones de maestros y
alumnos. Estos libros fueron el armazón de la nueva enseñanza. Entre 1875
y 1885 aparecieron todos los grandes manuales de primaria, prometiendo
incesantes revisiones y reimpresiones» (Güemes, 1994:22). La segunda
característica, íntimamente relacionada con la que precede, es que con-
tiene, generalmente de forma implícita (aunque también aparece explícita),
un fuerte componente ideológico, político y económico; cuestión sustancial
para crear, en todos los ciudadanos y ciudadanas, una conciencia nacional.
Por ello,
«los libros escolares fueron pronto percibidos por el nuevo orden liberal-
burgués como los vehículos más idóneos para transmitir a la infancia de
modo uniforme los valores con que se quería configurar la ciudadanía
del futuro. Por eso, precisamente, los contenidos culturales y el lenguaje
de los textos expresan, casi siempre, de forma explícita o subyacente,
la ideología y la mentalidad de los grupos dominantes que controlan la
institución escolar» (Escolano, en Soto 2006:29).
97
estos objetos son, en primer término, herramientas pedagógicas destinadas
a facilitar el aprendizaje. En segundo lugar, son el soporte de las verdades
que la sociedad considera necesario transmitir a las jóvenes generaciones
(innegable instrumento de socialización y aculturación), «En otras palabras,
el manual se presenta como el soporte, el depositario de los conocimientos
y de las técnicas que en un momento dado una sociedad cree oportuno que
la juventud debe adquirir para la perpetuación de sus valores» (en Choppin,
2001:210). En ese marco, se explicó que estos manuales se estructuran en
base a los programas oficiales. En tercer lugar, según Talleyrand, son po-
tentes medios de comunicación que «transmiten un sistema de valores, una
ideología, una cultura» (en Choppin, 2001:210). Como ejemplificación de lo
que precede, Choppin manifestó:
98
didáctico-ideológicos contribuyen a «diseminar y sedimentar en los niños y
adolescentes discursos hegemónicos que intentan imponer un determinado
punto de vista a través de un conjunto de valores, prejuicios y estereoti-
pos expuestos al usuario de manera explícita o implícita» (Torres y Moreno,
2008:63). Michael Apple denominó «currículum hegemónico» a esa situa-
ción de reproducción de ciertos contenidos, mensajes, productos cultura-
les y contenidos educativos, como los adecuados, correctos y legítimos (en
Ajagán & Turra, 2009). Si adoptamos la propuesta de Apple, los manuales
escolares deben ser concebidos como parte fundamental de ese currículum
hegemónico, situación que transforma a los y las estudiantes en sujetos de
aprendizaje culturalmente hegemonizados.
Bibliografía
Ajagán, Luis & Turra, Omar, «El texto escolar: Hacia una didáctica crítica»,
REXE: Revista de Estudios y Experiencias en Educación, UCSC. Vol. (8), Nú-
mero 16, Segundo Semestre, Diciembre, 2009, pp. 87-99.
Castañeda, Carmen et al. (coordinadoras), Lecturas y lectores en la Historia de
México, CIESAS, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2006, México.
Disponible en: http://books.google.com.uy (acceso, 1 de noviembre de 2012).
Choppin, Alain, «Pasado y presente de los manuales escolares», Revista Educa-
ción y Pedagogía, Vol. VIII, Nº 29-30, 2001, pp. 209-229.
Cornejo, Jorge (2006) «El análisis de manuales escolares y la historia de la en-
señanza de la ciencia como recurso en la formación docente», en Revista Ibe-
roamericana de Educación, Nº 38/6. OEI.
Figueroa, Roberto & Conde, Calderón (2008), «Perspectivas y dilemas en la
integración del desarrollo humano y en los textos escolares», Revista Edu-
cación y Humanismo, Universidad Simón Bolívar- Barranquilla, No. 15, 2008,
pp. 100-114.
Finocchio, Silvia, «Cultura escolar (o de cómo la escuela hace a lo social)», Cla-
se 21, Diploma Superior en Currículum y Prácticas escolares en contexto, Flac-
so, 2006, Montevideo.
Gómez, Bernardo, «Pasado y presente de los manuales escolares», Avaliação
de Manuais Escolares. Painel do XVIII SIEM, 2007. Disponible en: http://www.
uv.es/gomezb/33Pasadoypresentede.pdf (acceso, 16 de julio de 2012).
Gregorio Razzini, Paula (2006), «El estudio de las disciplinas escolares como
campo de investigación en el marco de la cultura escolar», Clase 3, Diploma
Superior en Currículum y Prácticas escolares en contexto, Flacso, 2006, Mon-
tevideo.
Güemes Artiles, Rosa María, Libros de texto y desarrollo del currículo en el
aula. Un estudio de casos, Serie Tesis Doctorales del Servicio de publicaciones
99
de la Universidad de la Laguna, 1994. Disponible en: http://www.redined.mec.es
(acceso, 18 de agosto de 2012).
Martínez Bonafé, Jaime «Políticas del libro de texto escolar», Editorial Mora-
ta, 2002, Madrid. Disponible en: http://books.google.com.uy (acceso, 16 de no-
viembre de 2012).
Ossenbach, Gabriela & Somoza, M. (2000), Los Manuales escolares como
fuente para la Historia de la Educación en América Latina. Un análisis compa-
rativo, UNED, Madrid.
Prendes Espinosa, María Paz, «Evaluación de manuales escolares», Píxel-Bit:
Revista de medios y educación, Número 9, 1997. Versión on line: http://dialnet.
unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1410474 (acceso, 15 de julio de 2012).
Quiceno, Humberto, «El manual escolar: pedagogías y formas narrativas», Re-
vista Educación y Pedagogía, Medellín: Facultad de Educación. Vol. XIII, No.
29-30, (enero-septiembre), 2001, pp. 53-67.
Salinas, Valquiria & De Volder, Carolina, La colección ‘Historia de los textos
escolares argentinos’de la Biblioteca del Docente, Biblioteca del Docente, Mi-
nisterio de Educación, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2011. Disponible
en: eprints.rclis.org/bitstream/10760/16026/1/hta.pdf (acceso, 1 de noviembre
de 2012).
Soto, Francisco, «El libro de texto y la biblioteca escolar. La escuela del pasado
y la del futuro», Revista TK, Nº 18, 2006. Disponible en: http://asnabi.datamina.
net/revista-tk/revista-tk-18/04soto.pdf (acceso, 22 de octubre de 2012).
Torres, Yury & Moreno, Raúl, «El texto escolar, evolución e influencias», Re-
vista Laurus, Vol. 14, Núm. 27, Venezuela, 2008, pp. 53-75.
100
El Clima en los manuales de geografía en el Uruguay.
Una primera aproximación.
Introducción
101
Los catecismos de mediados del siglo XIX
102
las brisas del mar templan los calores del Estío”, por su condición de tem-
plado, y que por tanto “El país se presta al cultivo y aclimatación de todos
los vegetales, que se reconocen en los meridianos de Europa, y en especial
los cereales, muchos de la Zona templada, y aun hay algunos de la tórrida.”
(op.cit.:15).
De María lo define como “enteramente benigno y saludable” (1862:8),
dentro de la clasificación que él plantea de climas donde están los “enfer-
mizos” y los “saludables”. Esto responde a que durante el siglo XIX hay
una gran oferta de bibliografía sobre Climatología Médica, en parte por la
necesidad del conocimiento de las potencias capitalistas de las posibles en-
fermedades a las que se enfrentarían en los nuevos territorios conquistados
y, en Uruguay, la promoción de nuestro clima para atraer a la inmigración
europea, presentándolo no sólo como saludable sino también como mode-
rado y apto para las actividades económicas. La Climatología Médica era
considerada como una de las más importantes disciplinas médicas, puesta
que valoraba al clima como origen, preventora o terapia de enfermedades,
de acuerdo a sus características. En Europa se estilaba la presencia de
estaciones balnearias o terapéuticas asociadas a distintos tipos de clima de
acuerdo con la terapia requerida. Esto se extendió a América, sobre todo a
los Estados Unidos (Solly, 1897).
Cabe destacar que esta concepción se asocia a la definición planteada
por Humboldt, y que luego derivara en el campo de la Bioclimatología:
103
ciones con las de París y de encontrar años con valores extremos, en forma
totalmente descriptiva.
Romero introduce el concepto de la relación de temperatura y altitud,
pero en forma totalmente lineal, es decir que la altitud produce el mismo
efecto que la latitud: “en la zona tórrida las tierras más bajas tienen un ve-
rano constante; las tierras de una altura media tienen todo el año como un
cálido día de primavera; las tierras muy altas tienen un constante invierno”
(op.cit.:78).
104
acuerdo a los factores que lo afectan: latitud, proximidad a las costas y vien-
tos (1915:21-22), a la vez que relaciona la abundancia, variedad y calidad de
la producción agropecuaria a la excelencia del clima y de los suelos.
Bollo, si bien al definir clima no sale de las concepciones humboldtianas:
“Clima es el grado de calor o frío, humedad o sequía y salubridad de un
país. El clima puede ser frío, caliente o templado; húmedo o seco; saluda-
ble o enfermizo.”(1919: 33) y “el estado del cielo influye en el genio de los
hombres” (ib.íd.:35), toma en su Geografía Física (1916), nuevos conceptos
de la época como son las clasificaciones climáticas. Incluye un planisferio
con la primera clasificación de Köppen de 1884, el que se basaba en las
zonas de De Candolle (megatérmica, xerófila, mesotérmica, microtérmica y
hequistotérmica), asociándolas a letras (A, B, C, D y E), pero tomando pará-
metros estadísticos para definirlas.
También cita la clasificación de De Martonne, que agrega complejidad en
cuanto a la influencia de la continentalidad en relación a las precipitaciones.
A partir de esta publicación es que se habla de nuestro país como de clima
subtropical, manejándose este concepto como equivalente a templado.
Cabe aclarar que tanto Köppen como De Martonne se refieren a Hann
(1903) para definir clima: “Se entiende por clima el estado medio y proceso
ordinario del tiempo de un lugar determinado. El tiempo cambia, pero el cli-
ma se mantiene constante” (Köppen, 1948:19).
“El clima distinguido del tiempo.- Por clima entendemos la suma total
de los fenómenos meteorológicos que caracterizan la condición media
de la atmósfera en cualquier lugar de la superficie terrestre. Aquello a
lo cual llamamos tiempo es sólo una fase en la sucesión de fenómenos
que completan el ciclo, que recurre con mayor o menor uniformidad cada
año, y constituye el clima de cualquier localidad. Clima es la suma total
de los tiempos que generalmente son experimentados a lo largo de un
período de tiempo más o menos extenso en cualquier estación dada”
(1903:1,TdA).
105
no siempre es la misma en todas partes (1973:247). Estudiando la extensión
de los continentes y la circulación atmosférica (referida en este caso a los
vientos predominantes), encuentra asimetrías entre las costas occidentales
y orientales y entre las zonas continentales y oceánicas. Así el clima del
Uruguay sería de monzón subtropical sin estación seca, comprendido den-
tro de la categoría de Clima Chino. Bollo en su libro simplemente maneja
una categoría básica previa a esta clasificación, que divide a los climas del
planeta en seis tipos de acuerdo a las principales variables manejadas por
De Martonne.
106
Martonne, argumentando la geograficidad de esta clasificación, relacionan-
do clima con distribución de población.
Ya en su texto particular sobre Geografía del Uruguay de 1935, hace
un sustancial avance en la visión de clima, puesto que considera que para
estudiar las características climáticas de nuestro territorio era necesario ex-
plicar el contexto regional y sudamericano. Es decir, comienza a valorar la
dinámica de la atmósfera para explicar las características particulares de un
lugar. Esto se relaciona con la escuela de Bergen o de Noruega, siendo sus
representantes en ese momento Bjerknes y Bergeron.
Esta escuela se desarrolla en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
Era necesario un avance en los métodos de predicción del tiempo, no sólo
en términos bélicos, sino también para optimizar actividades como la agri-
cultura o la pesca en épocas de hambruna. Se multiplica por 10 la cantidad
de estaciones meteorológicas en el sur de Noruega para mejorar la recolec-
ción de datos, se amplía el espectro de elementos observables y se entrena
personal para realizar observaciones de buena calidad. Bjerknes se basó en
la premisa de que todo puede explicarse como física atmosférica y desarro-
lló y mapeó su teoría de los frentes (en términos bélicos) –llamados líneas
de convergencia entre masas de aire con distintas características físicas-,
efectuó una explicación tridimensional de los hechos y los relaciona con los
estados del tiempo correspondientes en caso de ser frentes fríos o cálidos.
Por su parte, están las teorías sobre formación de la precipitación de Berge-
ron y posteriormente las ondas planetarias de Rossby.
Giuffra explica cuidadosamente la teoría, adaptándola a la circulación
del Hemisferio Sur, demostrando el ciclo de vida de un centro cliclónico.
También transcribe un esquema de la Circulación General de la Atmósfera
de acuerdo a Coyecque, que es similar al de fines de siglo XIX de Ferrel,
cuando aún no habían podido visualizar las tres celdas por hemisferio, y que
actualmente se manejan. Por tanto nuestra latitud estaría afectada por los
vientos alisios y por el frente polar (1931:275).
Con criterios científicos para su época Giuffra analiza la circulación so-
bre toda América del Sur y relaciona los frentes polares con el estado del
tiempo sobre nuestro país. Se basa en los estudios de las zonas polares
australes de Lockyer, quien describe la zona de altas presiones del Polo Sur
y el Cinturón de Bajas presiones en torno, y del cual se desprenden “chorros
de aire frío”, que avanzan luego hacia las latitudes más bajas. Dice Giuffra
“Obsérvese cuánta similitud existe entre las corrientes frías de Lockyer y
las invasiones polares o “escobazos” de la Escuela de Bergen.” (1935:113)
Para su análisis toma también los trabajos del argentino Gualterio Davis,
107
Jefe de la Dirección de Meteorología de Argentina a fines del siglo XIX hasta
principios del XX y Morixe y Coussirat de Araújo, pioneros en el campo en la
misma época en Brasil.
Es interesante, viéndolo en perspectiva, cuando aún ahora cuesta asumir
que en nuestro país los tornados son relativamente frecuentes, encontrar-
nos con la cita a célebres trombas marinas (las diferencia de todas formas
de las “trombas terrestres”, aunque las maneja como el mismo fenómeno)
que fueron vistas sobre el Río de la Plata en 1805 y 1866 y que azotaron la
ciudad de Buenos Aires.
108
el sur atravesando la Patagonia y sin haber pasado por encima de la cordi-
llera de los Andes. También de este investigador argentino toma la influencia
de las corrientes oceánicas superficiales en el clima de América del Sur. “A
Jagsich corresponde el mérito de haber destacado la decisiva influencia que
las corrientes marinas ejercen en nuestro hemisferio, sobre las masas de
aire, cualquiera que sea la procedencia”, sugiriendo después que la sequía
en 1942-43 en Uruguay podría haberse debido a una temperatura más baja
de lo normal de la corriente del Brasil (1960:213).
El estudio de las características climáticas para Chebataroff es un medio
para explicar la distribución de los animales y las plantas en el globo, y hasta
las actividades humanas y los géneros de vida. Cuando explica radiación
solar, variación geográfica de la temperatura, vientos, humedad, evapora-
ción, precipitaciones, hace siempre referencia a las consecuencias sobre
los seres vivos.
En La Tierra Nuestra Morada (1958), aparece en forma interesante la
idea de la posibilidad de que el clima cambie, o cómo los factores antrópicos
pueden alterarlo aunque sólo fuere localmente.
“La constancia del clima es solo aparente, pues a través de los si-
glos, los climas han ido cambiando paulatinamente; algunas regiones de
Asia, que antes fueron cultivadas, ahora están ocupadas por desiertos.
En otras comarcas parece haber aumentado la pluviosidad. El hombre
mismo puede actuar en forma intensa sobre los elementos del clima y
llegar a modificarlos, por lo menos en forma local; con bandas de ar-
bolado, puede amenguar los espíritus del viento; con reforestación de
grandes áreas puede disminuir las oscilaciones de temperaturas, etc.”
(1958:120).
109
y al resto los denomina como anormales, puesto que no varían exclusiva-
mente con la latitud (climas desértico, mediterráneo, de altura, etc.). Y si
bien explica la clasificación de Köppen, deja de lado su esencia cuantitativa
y hace hincapié en la relación que guardan la humedad y la vegetación en
esta clasificación.
En los manuales escritos por Di Leoni y González (1971), los temas es-
tán escasamente explicados si los comparamos con Giuffra o Chebataroff,
pero, por otra parte, aparecen dos puntos nuevos: uno, que para caracteri-
zar al clima en sus valores medios, establecen un período de 20 o 30 años
de datos (debemos tomar en cuenta que en 1950 aparece la Organización
Meteorológica Mundial que brega entre otras cosas por la estandarización
de los criterios y la obtención de datos); dos, menciona la clasificación cli-
mática de Köppen con las modificaciones de Trewartha, de 1954, que son
introducidas para mejorar algunos resultados sobre todo en las zonas tem-
pladas del hemisferio norte. Cabe aclarar que la mencionan pero cuando
la describen lo hacen en forma tan general que da igual si incluye o no las
modificaciones que se le hicieron a la original.
En este período se evidencia ya un importante desfasaje temporal entre
el discurso geográfico escolar y la producción académica de referencia, co-
locándose un período de al menos dos décadas entre ambos. El plazo sufi-
cientemente amplio como para que los datos meteorológicos se consideren
válidos, al abarcar las variaciones climáticas, parece ser necesario también
para que los aportes académicos sean incorporados a los manuales esco-
lares.
110
y tm la temperatura media anual en °C, pero en ese caso estamos dentro de
la zona húmeda, pues el valor es mayor a 20 y menor a 40. Podría referirse
al Índice de Humedad Global, pero es de difícil cálculo por la complicación
al obtener los datos de las variables. Thornthwaite compara los aportes de
agua con las pérdidas, es decir que trabaja con las precipitaciones, la eva-
potranspiración (que combina evaporación de la superficie y transpiración
vegetal), e introduce el concepto de evapotranspiración potencial (que co-
rresponde a las necesidades de agua del suelo) (Almorox Alonso, 2007).
Martínez afirma que las de nuestro país “Son precipitaciones moderadas
que permiten clasificar nuestro clima como semi-húmedo” (op.cit.:53). Tam-
poco hace referencia al criterio, pero se puede suponer que es referido a la
clasificación de las zonas áridas según la UNESCO, de 1979. Haciendo la
relación entre precipitaciones y evapotranspiración se llega a una clasifica-
ción en la cual nuestro territorio estaría dentro de la categoría semi-húmedo,
con la variabilidad interanual de las precipitaciones menor del 25% y donde
no hay limitaciones para el desarrollo agrícola.
En forma posterior comienza un recambio generacional tardío que se
refleja en la aparición de nuevos manuales. Se trata de un período caracte-
rizado por el eclecticismo paradigmático (Achkar et al, 2011), tanto en lo que
se refiere al campo disciplinar académico como al escolar.
Tomando algunos libros de textos como representativos de los cambios
de perspectivas, es posible encontrar renovaciones y permanencias en lo
que refiere a la inclusión del clima como temática.
Textos como el de García et al. (1997), muestran un enfoque distinto so-
bre el concepto de clima. Lo plantean como un recurso, dentro de la concep-
ción de que todo es pasible de ser usado en su provecho por las personas
o las sociedades (recursos hídricos, edáficos, humanos, etc.). Debe ser un
elemento conocido en sus características, haciendo especial hincapié en la
variabilidad, puesto que eso implica la posibilidad de minimizar los costos
cuando suceden fenómenos económicamente dañinos, por ejemplo las he-
ladas para la agricultura, o fenómenos extremos, como períodos de sequía.
“Tan importante son los comportamientos anuales de esos elementos, como
el estudio de sus comportamientos diarios. Por su uso anual, se determinan
los ecosistemas posibles de implantar, mientras que su comportamiento dia-
rio define los riesgos que dichos ecosistemas pueden tener y por lo tanto
habilitan a tomar las previsiones para minimizarlos” (1997:55).
El clima –y los cambios en el estado del tiempo en particular- han de ser
estudiados y conocidos por la “vulnerabilidad” en la que los seres humanos
nos encontramos, desde la actividad agropecuaria, las actividades al aire
111
libre, hasta los problemas de humedad en las construcciones. “Estas pre-
visiones llegan incluso a condicionar los costos de la producción y el valor
agregado a la misma”. (Ibíd.:59).
El origen de esta perspectiva es posible rastrearlo hasta la década de
los 1930 en los Estados Unidos, donde comienza con Hartshorne una época
de integración de los elementos en el estudio de la Geografía, configuran-
do padrones de distribución que permitirán a su vez, hacer comparaciones
entre distintas áreas, hecho que también se plasmará en la disciplina clima-
tológica.
Un representante de esta escuela norteamericana pragmática es Thorn-
thwaite, quien en 1948 desarrolló una clasificación climática referida al rendi-
miento económico y de patrones agronómicos. Aplica técnicas cuantitativas
(por ejemplo el Índice de Humedad Global antes mencionado) para analizar
la disponibilidad de agua de los agrosistemas (Sant’Anna Neto, 2001:40).
Pero es Leslie Curry (1963), quien trabaja más extensamente sobre Cli-
matología Aplicada, y donde el estudio del clima, y más particularmente del
tiempo atmosférico como hecho concreto, es un insumo básico para ana-
lizar los procesos naturales en función de la producción. Es más, al clima
lo considera un hecho teórico, abstracto, que va más allá del análisis de la
Geografía Económica.
112
El paradigma que concibe al clima como el estado del sistema climático
data de los años 1970, en que la Climatología incorporó la Teoría de Sis-
temas en boga en aquellos momentos. Las relaciones entre los distintos
elementos del sistema climático ya habían sido estudiadas aisladamente
años antes. Por ejemplo en los años 1920 Walker hablaba de la Oscilación
del Sur entre Tahití y Darwin, es decir trabajaba a la atmósfera y su relación
con los océanos. Otro ejemplo podría ser el concepto de evapotranspiración
desarrollado por Thornthwaite en 1948, que relaciona los suelos con la at-
mósfera.
Dentro de la teoría de sistemas, el clima como tal sería el estado del sis-
tema climático en un período específico. Para este período determinado por
el investigador, el clima sería una descripción estadística de las variables
atmosféricas, tomando en cuenta los valores de los otros componentes del
sistema. Esta visión nos permite comprender la variabilidad climática como
cambios al interior del sistema y el cambio climático como el pasaje de un
estado a otro. Por supuesto que esta nueva visión está en consonancia tam-
bién con nuevas tecnologías de obtención, almacenamiento, comunicación
y procesamiento de datos, a través de los satélites, las computadoras e
Internet, por ejemplo.
El hecho de que clima y tiempo atmosférico no sean mencionados en el
manual y que los autores se hayan formado en el ámbito universitario, no
hace más que evidenciar que son conceptos que, al igual que las clasifica-
ciones climáticas, parecen haber desaparecido de la climatología académi-
ca pero permanecen en la Geografía escolar.
Conclusiones
113
Además, como evidencia de un camino propio recorrido por la Geografía
en la enseñanza, algunos conceptos comienzan a repetirse, independiente-
mente del marco teórico referencial, tornándose propios del campo escolar
en sí mismo.
Es el caso de la conceptualización y diferenciación tiempo/clima, que en
el último medio siglo aparece y se define en todos los manuales escolares,
sin relación con el paradigma en el cual se coloca el autor y sin vinculación
con la concepción decimonónica de Hann que le dio origen.
Entre las permanencias se encuentra una visión estática de clima, que
genera dificultades a la hora de aplicarla al análisis del caso uruguayo.
Como afirmaba Köppen, “toda la región del Plata opone grandes dificultades
al tratar de hacerla caber dentro del gran sistema climatológico” (1948:178).
Esto se refleja en algunas presentaciones de corte dual, donde se opera
con concepciones estáticas a escala global, intentando zonificar o clasificar
áreas de acuerdo ciertas variables atmosféricas, pero es necesario recurrir
a perspectivas más dinámicas para explicar los fenómenos meteorológicos
locales.
Tal vez esto explique la insistencia en clasificar rígidamente al clima uru-
guayo como “templado” y al mismo tiempo remarcar la “variabilidad de sus
tiempos”. No existe en los manuales una visión dinámica del clima que pue-
da disolver esta dualidad
Si bien estas conclusiones refieren al clima como categoría, es de su-
poner que algunas de ellas, en general, podrían ser trasladadas a otros
conceptos vinculados a las temáticas ambientales tratadas en los manuales
escolares de Geografía.
Bibliografía
114
_____ (1919). Geografía de la República Oriental del Uruguay. Montevideo: Barrei-
ro y Ramos.
BRUSCHI, R., CUTINELLA, C. Y DAGLIO, J. (2013). Naturaleza e Identidad. La
dimensión ambiental del territorio uruguayo y la construcción del imaginario na-
cional en los libros de texto de Enseñanza Secundaria. En: Domínguez, A. y
Pesce, F. (coords.). Enfoques Didácticos desde la(s) Geografía(s) 2. Montevi-
deo: ANEP, en prensa.
CAFFERA, R. y GONZÁLEZ, Á. (2011). Geografía 5. Mundo, ambiente y territorios
del siglo XXI. Montevideo: Espartaco.
CHEBATAROFF, J. (1954). Tierra Uruguaya. Montevideo: Talleres Don Bosco.
_____ (1958). La Tierra, nuestra morada. Montevideo: Talleres Don Bosco.
_____ (1960). Tierra Uruguaya. Introducción a la geografía física, biológica y huma-
na del Uruguay. Montevideo: Talleres don Bosco.
_____ (1961). Geografía Física, Humana y Económica. Montevideo: Barreiro y Ra-
mos.
_____ (1984). Geografía de la República Oriental del Uruguay. Montevideo: Barrei-
ro y Ramos.
_____ y AGUIAR, J. (1943). El Uruguay. Montevideo: Comini
CHERVEL, A. (1991). Historia de las disciplinas escolares: reflexiones sobre un
campo de investigación. Madrid: Revista de educación 295, pp. 59-111.
CORTESI, S. (1916). Geografía de la República O. del Uruguay. Montevideo. Co-
mini Hnos.
CURRY, L. (1963). Regional variation in the seasonal programming of livestock farm
in New Zeland. Economic Geography, (39) 2, pp. 95-118.
DE LA SOTA, J.M. (1855). Catecismo geográfico-político e histórico de la República
Oriental del Uruguay. Montevideo: Imprenta Liberal.
DE MARÍA. I. (1862). Catecismo geográfico de la República Oriental del Uruguay
para el uso de las escuelas primarias. Montevideo: Imprenta de la Prensa Orien-
tal.
DE MARTONNE, Emmanuel (1973) [1909]. Tratado de Geografía Física. Tomo I.
Barcelona: Juventud.
ESCOLANO BENITO, A. (2009). El manual escolar y la cultura profesional de los
docentes. Madrid: Tendencias Pedagógicas, 14, pp.170-80.
DI LEONI, C. Y GONZÁLEZ, J. (1971). Ciencias Geográficas. Primer curso. Geogra-
fía General, Eurasia y Oceanía. Montevideo: Monteverde.
GARCÍA, E., LIGÜERA, M. Y VICO, E. (1997). Geografía 3º. Uruguay en la Integra-
ción. Mercosur. Montevideo: Monteverde.
GIUFFRA, E. (1931). La fisonomía de la Tierra y su influencia en el hombre. Mon-
tevideo: Monteverde.
_____ (1935). La República del Uruguay. Montevideo: Monteverde.
KÖPPEN, W. (1948). Climatología. México: FCE [1943].
HANN, J. (1903). Handbook of Climatology. New York: The Macmillan Co.
115
HUMBOLDT, A. von (1949). Océano, atmósfera y geomagnetismo. Buenos Aires:
Espasa-Calpe. [1858].
MARTÍNEZ, I. (1982). Geografía. Ciclo Básico 2do año. Tomo II. Uruguay. Montevi-
deo: Monteverde.
PESCE, F. (2011). La enseñanza de la Geografía Científica en Uruguay: una inter-
pretación a los aportes del prof. Elzear Giuffra, 1929-1939. En: Domínguez, A. y
Pesce, F. (coords.). Lecturas y análisis desde la(s) Geografía(s) 2. Montevideo:
ANEP, pp.9-18.
PUIGCERVER, M. (1979). La Escuela Noruega de Meteorología: una ojeada retros-
pectiva. Barcelona: Acta Geologica Hispanica, 14, pp. 54-99.
ROMERO, E. (1873). Geografía elemental para uso de las escuelas primarias. Mon-
tevideo: La Paz.
SANT’ANNA NETO, J. (2001). História da Climatologia no Brasil: gênese, paradig-
mas e a construção de uma Geografia do Clima. Tese de Livre-Docência. Presi-
dente Prudente: FCT/UNESP.
_____ (2010). A Climatologia dos geógrafos: a construção de uma abordagem geo-
gráfica do clima. En: Spósito, E. y Sant’anna Neto, J. (orgs.). Uma Geografía em
Movimento. São Paulo: Expressão Popular, pp.295-318.
SOLLY, E. (1897). A Handbook of Medical Climatology. Philadelphia: Lea Brothers
& Co.
116
Análisis crítico de un libro de texto de Geografía
vigente para la Enseñanza Media:
Territorios en Construcción 1. Editorial Contexto.
Aspectos introductorios
117
Fuente documental y características generales
Tapa
118
nuido del camión que se ve primer plano mientras que en el segundo
plano se muestra una pequeña parte de la explotación;
− una ciudad, posiblemente del sur o del sureste asiático en la que
se observa en primer plano una amplia avenida por donde circulan
vehículos aparentemente nuevos y, en segundo plano, rascacielos,
algunos de gran magnitud, lo que podría tomarse como prosperidad
económica en las últimas décadas;
− Un arrozal, cultivado de manera tradicional, pudiendo ser de cual-
quier país productor de arroz, pero con una considerable población
que vive de una agricultura de subsistencia.
De las imágenes que presentan el libro y seleccionadas para dar cuen-
ta del mundo en construcción puede deducirse:
• Una imagen del mundo en movimiento, en constante cambio y cons-
trucción, acorde al título del libro.
• El Nuevo Orden Mundial, en el que se observan dólares, una de las
monedas de referencia internacional y símbolo de la, hasta entonces,
hegemónica potencia global: Estados Unidos. El globo terrestre en el
que se destaca una de las zonas de mayor producción de petróleo,
combustible que hasta el momento, moviliza al mundo y cuya consi-
deración de “oro negro” ha motivado conflictos militares y territoriales
desde mediados del siglo XX. De manera intercalada con las anterio-
res, la actividad minera de primer orden muestra a la mega minería
como una actividad extractiva relevante en la sociedad de consumo
contemporánea, una ciudad en crecimiento, mostrando la afluencia
permanente de población rural a áreas urbanas motivada por el de-
sarrollo industrial acelerado en los países denominados Tigres Asiá-
ticos y un arrozal tradicional, que muestra dinámicas espaciales y
temporales no tan vertiginosas y que recuerdan un mundo con mayor
equilibrio ecológico y socio- cultural. Estas cuatro últimas imágenes
descriptas pueden pertenecer al mismo territorio, que ha podido te-
ner un crecimiento económico en las últimas décadas, especialmente
desde la del 70, aunque no hay igualdad en el desarrollo social; pue-
den ser imágenes de cualquier país del sur y sureste asiático.
• De igual forma, se puede deducir cómo el crecimiento económico
lleva a la pérdida de tierras, como en el caso del arroz, en una agri-
cultura de subsistencia, a favor de un desarrollo urbano, y el cambio
de actividades tradicionales por otras más modernas (¿?) acordes a
las dinámicas expansivas del capitalismo global.
119
Se puede inferir que las imágenes que se seleccionaron se enmarcan
dentro del paradigma de la Geografía Radical, ya que muestran las contra-
dicciones socio-económicas contemporáneas, en espacios que se transfor-
man en territorios como producto de las contradicciones sociales que provo-
can distintas formas de ocupación de los mismos.
Contratapa:
Anteportada o portadilla:
Portada:
Prólogo e introducción:
Está escrito por uno de los autores del libro, el Prof. Ignacio Cassi.
En el primer párrafo se explicita la finalidad formativa del libro de texto,
planteándose objetivos directrices que le van a dar identidad a la obra.
En el segundo párrafo explicita la concepción de Espacio Geográfico que
constituye el eje estructurante del libro, presentándolo como producto social
e histórico, dinámico y multiescalar. La concepción que el autor profesa se
corresponde al paradigma radical, ya que sitúa a la sociedad como principal
protagonista en la producción del Espacio Geográfico.
A partir del tercer párrafo y hasta el octavo, el autor expone ideas so-
bre la enseñanza de la Geografía como Ciencia Social y de la necesaria
interacción con las demás Ciencias Sociales, como Historia, Antropología,
Economía, Demografía, pero sin descuidar el rol de puente que cumple la
Geografía entre las Ciencias Sociales con las Ciencias Naturales. Aconseja
integrar temas de la Nueva Agenda de la Geografía, con énfasis en causas
y consecuencias territoriales. Para no caer en reduccionismos busca mos-
trar la complejidad del análisis socio espacial a través de estudio de casos
120
y resolución de problemas. Las actividades propuestas se basan en el mo-
delo constructivista, con el fin de que cada estudiante adquiera y construya
aprendizajes relevantes o significativos para él, ofreciendo para ello, “textos,
imágenes, gráficos, mapas y objetos” (Cassi, 2008). Afirma que las propues-
tas de enseñanza tienen como finalidad que sean propuestas metodológicas
analíticas interpretativas, considerando la realidad geográfica a distintas es-
calas, como fuente de aprendizaje.
En los últimos cuatro párrafos realiza los agradecimientos a los que co-
laboraron con la obra con diversos aportes y a la editorial.
Preliminares:
Contenido:
121
Unidad 1: Del lugar al mundo
Esta unidad está distribuida en temas que van desde el ocho al veintio-
cho. Se presentan diferentes temáticas integradas a la Geografía escolar
contemporánea, comenzando con tópicos demográficos, continuando con
movimientos de población; en estos dos apartados se profundiza con lectu-
ras, documentos, mapas y ejercicios sobre las migraciones y el crecimiento
de la población mundial.
Luego la unidad continúa con la Geopolítica del siglo XXI, presentando
los centros de poder mundial, a las ciudades globales y redes urbanas; se
profundiza en documentos y ejercicios sobre la ONU, las ONG y sobre el
planisferio político y el número de países, relacionándolo a los mundiales de
fútbol. A partir del tema catorce el texto introduce temas de Geografía Física
y Económica, partiendo del relieve de la corteza, la dinámica de la misma,
las amenazas y riesgos de los terremotos y volcanes, profundizando en lec-
turas, mapas, documentos y ejercicios para luego continuar con los recursos
naturales, relacionándolos a la tecnología, a la sustentabilidad, a las fuentes
de energía, sus crisis de producción y las energías alternativas, profundizán-
dose en lecturas, mapas, documentos y ejercicios. Se prolonga luego con el
desarrollo temático de algunos recursos: el suelo, presentado como susten-
to de la vida, explicando mecanismos para preservarlo, el uso y manejo de
los mismos, profundizándose con lecturas, mapas, documentos y ejercicios;
también el tema agua, como recurso vital, su disponibilidad, los acuíferos,
profundizándose en la cuenca del río Nilo y la gestión de su cuenca, con lec-
turas, mapas, documentos y ejercicios. Finalmente, los tres últimos tópicos
122
que se presentan corresponden al clima y cambio global, a la biodiversidad
y su fragilidad y a la urbanización acelerada del mundo actual, profundizán-
dose en el cambio climático global y quiénes pueden ser responsables, en la
ciudad de Londres como una ciudad global y retoma recursos naturales y la
producción de energía, relacionándolos a la explotación forestal, todos con
la presentación de lecturas, mapas, documentos y ejercicios.
Los temas se los puede reunir en los siguientes tópicos:
− 8,9 y 10……………..Población mundial.
− 11, 12 y 13…………Geopolítica.
− 14,15 y 16………….Dinámica de la corteza.
− 17,18 y 19………….Recursos naturales, tecnología y sustentabili-
dad.
− 20, 21 y 22…………El suelo: importancia, usos y manejo.
− 23, 24 y 25………...El agua, un recurso vital.
− 26, 27 y 28…………Problemas ambientales del mundo de hoy:
cambio climático, biodiversidad amenazada y urbanización.
123
urbanización, Alemania y su rol en Europa, España y el turismo, y Singapur
como gran centro comercial mundial.
− 29, 30 y 31………….Globalización.
− 32, 33 y 34………….Educación, salud y trabajo.
− 35, 36 y 37………….Desigualdades sociales y económicas.
− 38 al 48……………..La organización espacial de algunos territorios
en función de su economía:
o Economías organizadas en base a la producción de materias
primas y a su transformación industrial…………………………
..….Temas 38, 39 y 40.
o Economías de fuerte desarrollo industrial y con una importante
base agropecuaria…………………………………………….…
Temas 41, 42 y 43.
o Economías con base en la producción industrial……....Temas
44 y 45.
o Economías con base en la prestación de servicios…….Te-
mas 46 y 47.
124
PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD 1: “DEL LUGAR AL MUNDO”
125
PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD 2: “EL MUNDO Y LA RELACIÓN
SOCIEDAD-NATURALEZA-TECNOLOGÍA”
En esta unidad los autores buscan que los estudiantes observen que la
sociedad es fundamental en la construcción del espacio geográfico, pero
que dentro de la población del planeta existen actores con más o menos
poder que otros en esa construcción, actores con poder político y/o eco-
nómico, explicitando, además, que los que poseen poder tienen también
acceso a nuevas tecnologías que les permite dominar, en buena parte, a la
naturaleza.
Los autores aclaran que los temas de la unidad se han agrupado en
siete capítulos que buscan responder a las siguientes preguntas (Cassi et
al, 2008):
− ¿Dónde vive la población del planeta?
− ¿Cómo está organizado políticamente el planeta?
− ¿Qué tan vulnerable somos a los eventos naturales violentos?
− ¿Qué recursos son claves a fines de la primera década del siglo
XXI?
− ¿Cuál es la situación de esos recursos claves? (suelo, agua, aire,
minerales y recursos bióticos).
Las imágenes que se muestran en la presentación, diagramadas de igual
forma que en la tapa, corresponden a: un arrozal cultivado a mano, a la ciu-
dad de Hong Kong, al acueducto romano en la ciudad de Segovia, a un pai-
saje rural con ganadería ovina y a otro con agricultura intensiva de regadío,
ambos de gran productividad. Muestran paisajes rurales y urbanos en los
que se han aplicado diferentes tecnologías, buscando que los estudiantes
observen las diversas interacciones.
En la presentación de la unidad dos se evidencia que está enmarcada
dentro del paradigma de la Complejidad, correspondiente a una Geografía
Ambiental, puesto que presenta al espacio geográfico como producto de
interacciones físicas, socio-económicas, políticas y tecnológicas; y también
en una Geografía Radical, ya que esas interacciones se producen en una
economía de mercado que lleva a desigualdades sociales, económicas, téc-
nicas y de poder, con un desarrollo que se vuelve insustentable desde el
punto de vista ambiental.
126
PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD 3:
“SOCIEDAD, ECONOMÍA Y TERRITORIO”
En ella se busca que los estudiantes analicen cómo son las relaciones
entre las sociedades del planeta y al interior de las mismas. Para ello se
detalla sobre un mundo que se dice cada vez más Globalizado, con las des-
igualdades que se dan en él, con una diferencia y distancia cada vez mayor
entre ricos y pobres. Se mencionan temas que deben estar presentes en la
Geografía de hoy: Globalización, conformación de bloques geoeconómicos,
mundialización de la economía, nueva división internacional del trabajo, cir-
culación de bienes, servicios y capitales; analizando consecuencias sociales
y territoriales.
Las imágenes que se ven en esta presentación corresponden a paisajes
tercermundistas, en las que se muestran personas con necesidades básicas
insatisfechas. Ante ello, los autores interpelan a los estudiantes con la si-
guiente interrogante: “¿Crees que las imágenes de estas páginas muestran
pistas de estos temas?”
Esta unidad se desarrolla dentro del paradigma Radical, ya que busca
llegar a la “raíz de los problemas sociales para desvendar las contradiccio-
nes del sistema dominante”, (Achkar, M., Domínguez, A. y Pesce, F., 2011).
. Se realizan al final, algunas indicaciones a los docentes sobre los estudios de caso, los
conceptos a incorporar y las habilidades a desarrollar por los estudiantes.
127
El desarrollo de este primer tema se ubica dentro de la Geografía
Humanística, ya que toma la categoría geográfica lugar como centro de
significados, identidades, emociones y contraponen a esta categoría con
los no lugares, que los definen como aquellos espacios que no generan
identidad. Los ejercicios propuestos para los estudiantes son narrativas
sobre sus lugares y aquellos que le generan topofilia y los que generan
topofobia. Para los ejercicios de profundización, que se encuentran en pá-
ginas posteriores, se valen de la Geografía de la Percepción, tal como lo
explicita Peter Gould, “(…) La gente reacciona frente al entorno percibido;
su comportamiento resulta más un reflejo de las imágenes que se forma
del ambiente social y físico que de los verdaderos caracteres de éste, (…)”
(Peter Gould, 1975). Para ello sitúan a los estudiantes como sujetos acti-
vos en la organización espacial en donde se desarrollan sus vidas. Como
ejemplo: Teniendo en cuenta el lugar donde viven, delinear las calles por
donde los alumnos más transitan, y la demarcación de dónde perciben se
encuentran los bordes de los barrios; para ello se incorporan conceptos
de sendas, hitos y nodos.
128
como fuentes de identidad, con valores dados por la sociedad que en ellos
viven, con significados ligados a la historia.
129
cando en el cuadro “documento”, la definición de región dada por el
historiador y profesor de Geografía francés Paul Vidal de la Blache.
− Cohesión funcional, dada por su función, distinguen región polariza-
da, metropolitana y de frontera. En “documento” se presenta la defi-
nición de región dada por Etienne Juillard, correspondiente al para-
digma Cuantitativo. Este autor francés, en su publicación "La région,
essai de definition”, propone una nueva aproximación a la región
a partir de la organización del espacio regional por la red urbana y
la existencia de una capital regional bien definida. En la década de
1950, la escuela regionalista francesa reformula la noción de Región,
para darle validez epistemológica, desde lo cuantitativo, y formular
modelos de la realidad, caracterizada por el crecimiento urbano, el
desarrollo tecnológico, la masificación de los medios de comunica-
ción, la difusión del modo de vida urbano, llevando a nuevas disposi-
ciones territoriales.
Como información cartográfica se presentan cinco mapas de Francia,
con distintas regionalizaciones, según estos dos elementos de unidad.
Con los ejercicios se busca que los estudiantes trabajen con estos mapas,
relacionándolos; y que incorporen el concepto de macroregión con carto-
grafías.
130
pobres” lo son como una herencia de un pasado colonial, ya que sus terri-
torios fueron saqueados, y este saqueo hoy explica en parte la existencia
de “países ricos”. Sitúan a la sociedad como productora y reproductora del
espacio geográfico, el que se enmarca en un determinado modo de produc-
ción.
Como ejercicio, se presenta a modo de cierre de las categorías geográ-
ficas tratadas, analizar dos situaciones que permitan argumentar a cual ca-
tegoría pertenecen: 1.Montevideo y 2. La nación Kurda, para éste presentan
dos documentos que profundizan en la realidad de los kurdos, como con-
secuencia del colonialismo europeo y de intereses económicos. Se busca
llevar a que los estudiantes encuentren las contradicciones sociales y sus
manifestaciones en el paisaje.
Profundización: Al finalizar estos cinco primeros temas, los autores
presentan profundización a los mismos, en lo que incluyen lectura de fo-
tografías, planos de paisajes, mapas, textos, información de periódicos, y
ejercicios de aprestamiento cartográfico, juegos de simulación. En los jue-
gos se muestran textos cuyos contenidos parecieran estar basados en una
Geografía radical, a partir de los cuales se analiza la organización espacial
de Nauru y las contradicciones de un espacio geográfico determinado por un
modo de producción. También se podría encuadrar en la corriente Ambien-
tal, ya que la simulación de construir un puerto en Nauru se debe combinar
la sustentabilidad ambiental y el ordenamiento territorial.
En este tema los autores desarrollan la diferencia entre las escalas car-
tográficas: numérica y gráfica, grande, mediana y pequeña, y las escalas
de análisis: local, regional, nacional y global; llegando a lo que se considera
como multiescalaridad.
Como documentos se presentan dos noticias con la misma temática,
pero a diferentes escalas, una global y otra nacional. El ejercicio tiene que
ver con las escalas de análisis, y con estas noticias.
El desarrollo del tema escala de análisis, se basa en el paradigma am-
biental, ya que el mismo se lo explica con un ejemplo tratado a distintas
escalas, el de la instalación de la empresa Botnia en Fray Bentos, como un
fenómeno de inversión de capital trasnacional en el que se articulan una es-
cala local, regional, nacional y global. Como lo exponen Achkar, Domínguez
y Pesce, la Geografía como ciencia ambiental, “El Ambiente constituye la
concreción territorial y temporal de complejas interrelaciones entre procesos
131
físicos, biológicos, socio-económicos, tecnológicos y políticos producto de
un modelo de desarrollo”. (Achkar, M., Domínguez, A. y Pesce, F., 2011).
Tema 7: “El mapa como conjunto de símbolos”.
Se comienza el tema explicando la simbología de los mapas y cómo
éstos nos permiten leerlo y comprender el espacio que representan. Luego
se detallan las características de los mapas de: representación aproximada,
reducida, simbólica, temáticos, georeferenciados con sistemas de coorde-
nadas.
Los autores describen el proceso de construcción de un mapa, lo qué
seleccionar para representar, qué información representar, los datos como
nombres, objetos o números, y con qué símbolos.
Finalmente se refieren al lenguaje de los mapas, mostrando el signifi-
cado de diversos símbolos usados para localizar, para mostrar jerarquías o
intensidad de los procesos.
Como ejercicio, los autores proponen a los estudiantes, la construcción
de un mapa de su barrio, mapeando un problema que los afecte, utilizando
símbolos, eligiendo escala, y concluyendo sobre lo realizado.
Profundización: Los escritores ahondan en los mapas en: su utilidad,
en por qué son una representación selectiva, por qué pueden tener un uso
estratégico, para llegar a los mapas en las clases de Geografía.
El ejercicio propuesto para esta primera profundización es el análisis de
una porción de una carta topográfica y la interrelación de las variables que
representa. Al realizarlo de esta forma, los autores se encuentran dentro de
una Geografía Cuantitativa, ya que se muestra un modelo de la realidad,
pero se relaciona, lo que está representado, a través de preguntas con otras
variables, como circulación de personas, de mercaderías. También dentro
de la Geografía Ambiental, puesto que en una de las interrogantes del ejer-
cicio, se pide la interrelación entre una variable biológica, un proceso físico,
variables socio-económicas, que explican lo representado en el mapa, reali-
zándose un análisis cualitativo.
En una segunda profundización, los autores escriben sobre Cartografía,
proyecciones, fotografías aéreas, percepción remota a través de imágenes
satelitales. Los ejercicios propuestos son: uno, comparar distintas proyec-
ciones, sus ventajas y desventajas, así como las distintas formas de ver el
mundo, correspondiente a una dimensión ideológica; y otro con coordenadas
geográficas. Aquí la propuesta se encuadra en una Geografía Cuantitativa,
con distintos modelos de planisferios a través de diferentes proyecciones.
132
Para finalizar:
133
Sea cual fuese la razón (quizás otras no hipotetizadas en este traba-
jo) el libro de texto analizado no es la excepción a la hora de mostrar
el eclecticismo paradigmático presente en los anuales de estudio de
la asignatura. Este fenómeno refuerza la teoría de André Chervel
sobre el desarrollo de las disciplinas escolares y sus contenidos cu-
rriculares de enseñanza, explicados como una construcción teórica
y metodológica emergente en el seno de una cultura escolar. Desde
este lugar interpretativo, la teoría de la transposición didáctica se pre-
senta como una extranjera al momento de explicar el comportamien-
to de la Geografía escolar en el Uruguay, en donde la producción de
los libros de texto y de los materiales didácticos está circunscripta
al cuerpo docente y no a investigadores académicos universitarios.
Estos últimos agendan otros temas de investigación y ensayan otros
paradigmas interpretativos de los fenómenos geográficos.
BIBLIOGRAFÍA:
134
PESCE, F. “Contenidos conceptuales y estrategias didácticas en la enseñanza de la
Geografía”. Material correspondiente al Diplomado de Geografía. Cohorte 2010.
Asignatura: Enseñanza de la Geografía en el Uruguay.
PESCE, F. “Principios metodológicos en la enseñanza de la Geografía”. Material
correspondiente al Diplomado de Geografía. Cohorte 2010. Asignatura: Ense-
ñanza de la Geografía en el Uruguay.
PESCE, F. “Sentidos políticos y finalidades formativas en la enseñanza de la geo-
grafía- una mirada sintética desde la historiografía de la asignatura como mate-
ria escolar”. Material correspondiente al Diplomado de Geografía. Cohorte 2010.
Asignatura: Enseñanza de la Geografía en el Uruguay.
PESCE, F. 2008. “Notas para la comprensión de la enseñanza de la Geografía en el
Uruguay”. Material correspondiente al Diplomado de Geografía. Cohorte 2010.
Asignatura: Enseñanza de la Geografía en el Uruguay.
RODRÍGUEZ LESTEGÁS, F. 2002. “Concebir la Geografía escolar desde una nue-
va perspectiva: una disciplina al servicio de la cultura escolar”. Boletín de la
Asociación de Geógrafos Españoles, ISSN 0212-9426, págs. 173-186
WEBGRAFIA:
www.bibliofilia.com/Html/curso/laspartes.htm
135
Análisis crítico de un libro de texto de Geografía
vigente para la Enseñanza Media:
Territorios en Construcción 2. Editorial Contexto.
INTRODUCCIÓN
. NA La versión que se usó para este análisis que sigue fue obtenida de obsequio por parte
de la Editorial que en oportunidad del Congreso de Mercedes de la ANPG estaba haciendo
campaña de ventas 2009
136
Los mismos se dividen a tales efectos según los tipos de contenidos.
Para ello se hará hincapié en los aspectos iconográficos y procedimentales
consecuentes respecto al tratamiento de imágenes y material cartográfico.
CONTEXTO
137
A pesar de que la versión sobre la cual se realiza este análisis corres-
ponde al año 2009, no se debe olvidar que se estaba en épocas de con-
sultas a los actores sociales respecto a la educación: Debate Educativo,
Asambleas, Congreso, ATD y comisiones programáticas, todos tratando de
recomponer y generar un Sistema Educativo nacional y coherente. Había
muchas esperanzas, pero los tiempos de consulta no son los mismos que
los de las decisiones políticas centralizadas que deben tomar las autorida-
des de la Educación. Las autoras recuerdan que desde las inspecciones de
las asignaturas se incentivaba a los docentes a la presentación de nuevos
textos posibles para la Enseñanza Secundaria. Posiblemente producto de
todo este contexto favorable surge esta publicación. A pesar de haber sido
publicado en 2009, el libro fue escrito para el plan 2006 de Enseñanza
Secundaria.
Todo esto da cuenta de las tensiones que influyen en la construcción del
currículo y de los otros documentos oficiales y cuasi oficiales como en este
caso un texto liceal.
Tratar de dar un rápido esbozo de la situación de la enseñanza y del país
al momento que este libro se edita por vez primera, no resulta tarea fácil. En
este sentido es que se consideró conveniente sumar al análisis, la realidad
editorial en la que el país estaba inmerso desde hacía muchas décadas. Sin
pretender ser exhaustivos en la consideración del aspecto mencionado, que
seguramente arrojaría nueva luz a futuros análisis, sólo se señala el hecho
de que en el ámbito editorial del Uruguay en lo que atañe a los libros de texto
para Enseñanza tanto Primaria como Secundaria existía prácticamente un
monopolio de la Editorial Monteverde, que pasó luego a estar detentado por
dos editoriales cuando en la década de los años 1980 ingresó al mercado,
la poderosa multinacional Santillana de origen español. Otro tipo de intentos
fueron sólo marginales hasta el surgimiento de otras dos editoriales nacio-
nales: una de ellas Contexto, la que se encarga de editar el libro objeto de
análisis en este trabajo y la otra, Textos del Sur. En ambas se llevan a cabo
campañas de presentación de nuevos textos con propuestas bastante in-
novadoras y coherentes de un año a otro, que irrumpían a competir con los
anteriores.
Se valoró conveniente, también, realizar una breve reseña sobre los au-
tores, pero a pesar de agotar las búsquedas en la red y por medios más
tradicionales no se pudo encontrar datos biográficos y académicos como
currículum vitae de los mismos.
Esto llama la atención, no por raro sino por recurrente en los autores
de textos de Enseñanza Secundaria del Uruguay y de otras partes del
138
mundo, donde no se ponen datos académicos que oficien de credenciales
de presentación de los autores. Esa manera poco ortodoxa de obrar edi-
torialmente produce la paradoja que los autores pasan a ser reconocidos
por haber escrito un libro de texto o manual para cierto nivel de enseñanza
y no a la inversa, que sus credenciales académicas oficien como aval de la
pertinencia de su publicación. Ningún actor social es un ser ahistórico y los
autores de los libros o publicaciones o los que elaboran discursos públicos
menos. Por lo antedicho, queda una parte significativa sin comprobación
adecuada que podría haber brindado datos interesantes para completar el
cuadro.
ESTRUCTURA
Tapa
139
Formando una lista, los dos autores principales figuran en forma des-
tacada por tamaño de fuente y los colaboradores en caracteres más pe-
queños, dando idea de jerarquía que no tiene su correlato ni en el interior
ni en la contratapa dónde se omiten datos académicos de los mismos que
justificaran dicha diferenciación. Teniendo en cuenta otros aspectos, el tipo
de tapa blanda sugiere desde el principio las características de un libro de
texto destinado a un público popular de jóvenes donde se prioriza precio a
durabilidad y apariencia.
En cuanto al diseño de tapa figuran en forma descentrada, sobre un
fondo turquesa, una serie de paisajes diferentes, imágenes iconográficas,
que tanto en su aspecto como en la escala de cada uno demuestran la
diversidad territorial americana. Todo eso presentado en los recuadros for-
mados por una red geográfica, que sólo se insinúa, en cuyo “centro” aparece
una imagen satelital de las Américas, como una esfera sostenida por lo que
podrían ser cuatro dedos blancos. Llamativa, colorida y sugerente, tiene los
rasgos inequívocos de los contenidos geográficos que se encontrarán en su
interior. En uno de los ángulos inferiores se identifica la editorial con nombre
y símbolo distintivos.
Contratapa
Prólogo
140
los territorios van tomando forma, es decir, se van construyendo”. El autor
considera que en ese proceso, lo fundamental es que los alumnos lleguen
a visualizarse como protagonistas en esa construcción, en la que a través
de la producción y el consumo con los que se satisfacen las necesidades se
hace a su vez la vinculación con múltiples territorios lejanos. La conciencia
espacial del estudiante se vuelve esencial entonces, si se entiende como
protagonista, porque implica también la existencia de otros protagonistas en
otros ambientes, con otras responsabilidades, con diferentes beneficios y
poderes.
El autor menciona también la continuidad de estilo respecto al texto an-
terior correspondiente al primer curso y al cambio de escala de la global a
la continental.
Agradece la voz de los colegas que los alentaron y señalaron, dentro
de sus críticas, también las fortalezas del libro, que se pretenden mejorar y
reeditar. Al parecer se consideran fortalezas a las propuestas didácticas que
además le brindan identidad a esta publicación.
Aparece aquí la mención a los aspectos didácticos del texto que se
explicitan orientados hacia una “Geografía renovada” que pueda dar expli-
cación a las dinámicas territoriales, sus actores con sus motivaciones, que
haga hincapié en la historicidad de los procesos de referencia, en sus con-
secuencias, productos y conflictos. Una Geografía atenta a la integración
territorial diferencial que se produce de las distintas posibilidades de acceso
a las tecnologías, a la riqueza cultural producto de la diversidad demográfica
y étnica de las Américas. El objetivo básico de esas propuestas que refieren
a ejercicios con lecturas para la comprensión, decodificación de material ico-
nográfico y mapas, es la de “generar interrogantes creativas e inteligentes”
desde los estudiantes. Se está en presencia de una dimensión didáctica que
desde el punto de vista psicológico está centrada en el alumno y atenta a los
procesos que faciliten un aprendizaje significativo.
141
Debería pasarse ahora al análisis del índice, pero en este libro, inmedia-
tamente después del prólogo, figura una página con el título de “Conoce tu
libro” dedicada supuestamente a los lectores, jóvenes alumnos de Ense-
ñanza Secundaria, donde se presenta la diagramación y organización de los
capítulos. Allí se explican los colores y los íconos usados como referencias
que facilitan la búsqueda y la consulta, tanto del estudiante como del docen-
te, posibilitando así una especie de “navegación” cómoda por la diversidad
de materiales que el libro propone: textos, documentos, esquemas, ejerci-
cios, mapas, fotografías entre los más importantes.
Índice(s)
. Ídem
. ídem
142
geográfica epistemológicamente directamente emparentada con la Geogra-
fía Ambiental. Por ejemplo bajo el título de: “América y el ordenamiento te-
rritorial”, se pone énfasis en temas de gestión territorial, patrimonio natural
o histórico cultural, temas que son trascendentes para aquella. También se
percibe ese enraizamiento epistemológico en el agrupamiento de temas que
titulan “América desde sus riesgos socio-ambientales”, dónde se centran en
problemas que tienen que ver con la vulnerabilidad diferencial según posi-
ción social, que demuestra claramente el punto de vista de una Geografía
posmoderna ambiental y crítica.
. Ídem p. 14
. Ídem pp. 48-49
143
hablar de una u otra en un tema tan sensible. Por otra parte en el texto no se
explica el caso del ELN y éste figura luego en el mapa de escala mayor.
La presentación de los mapas sigue una lógica similar a la lectura ya que
se trata de un planisferio (mapa 12:2) de refugiados y desplazados en el
mundo, pero que no discrimina entre las dos categorías; y uno de Colombia
muy claro y explícito.
Respecto al documento extraído de la BBC Mundo.com, reafirma el dra-
ma esbozado en la primera lectura.
Lo más importante, según se ha podido observar, son los ejercicios
que proponen trabajos reflexivos e inteligentes, tanto de producción de
texto como aplicación de conocimientos en el análisis comparativo de los
mapas.
Para la Unidad Dos: “¿Cómo se configuran los territorios americanos?”
se seleccionó el tema que tiene que ver en como la producción es un ele-
mento clave, pero no el único en la configuración de los territorios.: “Potosí y
la región Andina boliviana”. En este caso el material usado para presentar el
tema es mucho más variado que en el anterior: hay una lectura también, ma-
pas, documento, la letra de una canción de música popular (rock nacional),
una fotografía y ejercicios. Aquí la lectura propuesta es mucho más rica en
contenidos conceptuales, pero además es destacable el enfoque que brinda
respecto a la relación producción/urbanización haciendo hincapié en la evo-
lución de ese territorio respecto a las exigencias de otros territorios lejanos,
por medio de los mercados internacionales de recursos minerales. Traba-
ja con conceptos altamente significativos como: organización del territorio,
circuito económico, redes de transporte, modernización, patrimonio de la
Humanidad, entre otros, además factibles de coordinación con Historia. La
iconografía es algo pequeña y no muy clara como para el ejercicio plantea-
do respecto a ella, pero puede servir para despertar curiosidad y búsqueda
posterior. El documento tiene un alto contenido social, como así también la
canción. Respecto al mapa se encuentra allí con el propósito metodológico
de localización. Los ejercicios están orientados al análisis de la fotografía,
relacionar lo ya aprendido con el tema nuevo y reflexionar sobre la letra de
la canción.
En la Unidad Tres: “¿Qué desafíos se plantean las sociedades america-
nas en el marco de la globalización?”, la elección del tema recayó sobre “La
economía ilegal: el circuito de la coca”10. En este caso el tema se presenta a
144
través de una lectura, cuatro fotografías, un documento un mapa de América
Latina y ejercicios.
En la lectura introduce los conceptos de circuito productivo, narcotráfico,
carteles, y las categorías de productores legales e ilegales, áreas consu-
midoras, entre otros. En general se entiende que el tema no está explotado
al máximo, quizás porque se complementa con uno siguiente que tiene que
ver con el tráfico (“fase de transporte”). Por ejemplo en los ejercicios, no se
trabaja con el material iconográfico cuyas imágenes son muy sugerentes,
sólo se pregunta sobre el mapa (40.1:“Las redes de narcotráfico en América
Latina”) respecto a la posición comparativa de Venezuela y Uruguay. El do-
cumento presentado en este caso se considera de relativa pertinencia.
Como se verá luego de este análisis con énfasis en lo descriptivo, el libro
tiene en cuenta en todos los ejemplos el trabajo con los principios metodo-
lógicos de la Geografía.
145
ENFOQUE PARADIGMÁTICO
DIMENSÓN DISCIPLINAR
11. ídem
12. ídem
146
ción o solución de ciertos problemas sociales. Hoy en didáctica especial de
la Geografía, epistemológicamente hablando, se ha pasado de pensar en la
relación entre la disciplina académica y la materia liceal, de la fase técnica
de la transposición didáctica a la de la validez epistemológica, a través de la
vigilancia del cumplimiento de ciertos postulados o principios metodológicos
y de la pertinencia del uso de las categorías de análisis correspondientes,
para evitar el eclecticismo didáctico.
DIMENSIÓN DIDÁCTICA
13. Litwin, E. (1996), “El campo de la Didáctica: la búsqueda de una nueva agenda”, en Ca-
milloni, A. y otros, Corrientes didácticas contemporáneas, Ed. Paidós, Bs. As.
14. Gurevich, R. Blanco, J., Fernandez Caso, M., Tobío, O. (1998), Notas sobre la enseñanza
de una Geografía Renovada, Ed. Aiqué, Bs As.
147
En cuanto a la renovación didáctica en su aspecto técnico, en especial
de los SIG´s, queda claro que es uno de los debe de este libro, donde se
hace escasa mención a los mismos y nada se aplica a su uso en el aula.
148
valores y supuestos que es preciso descifrar.(…) De alguna forma, el cu-
rriculum refleja el conflicto entre intereses dentro de una sociedad y los
valores dominantes que rigen los procesos educativos”15
15. Elsa Gatti, 2004, “Psico-Plan. Escuchar todas las voces; integrar nuevas miradas”, Fac.
de Psicología , Montevideo
16. NA Usados como Fuentes Documentales de Análisis del Discurso
17. ANEP Programa Oficial de 2º año de Geografía Reformulación 2006–Ciclo Básico
18. ANEP Programa Oficial de 2º año de Geografía Reformulación 2006–Ciclo Básico
19. ídem
149
Sin nombrar el enfoque paradigmático en el que se basa la propuesta
programática oficial; no se entiende bien por qué, quizás como estrategia
ante resistencias académicas provenientes de otros enfoques aún vigentes;
queda en claro que éste es conducido por los autores del texto en el sentido
de la Geografía Ambiental en un contexto posmoderno crítico. Se asevera
lo anterior basado en la no contradicción de lo propuesto desde el ámbito
oficial y lo consignado en el libro de texto analizado.
En forma reiterativa se puede afirmar que la mayor fortaleza de este libro
es lo que tiene que ver con los ejercicios propuestos que nutren de ideas a
los docentes y vuelven creativos a los alumnos. Los contenidos pedagó-
gicos en los manuales y libros didácticos oficializados ofrecen condiciones
para el análisis de cómo enseñar geografía a través de las actividades y
ejercicios propuestos.
BIBLIGRAFÍA
150
et de la géographie. Rapport final du colloque sur le theme. Bureau International
sur l’education. (Pág 51- 55). Geneve, juin 1998. UNESCO.
Fairclough, N. (2008)- El análisis crítico del discurso y la mercantilización del
discurso público: el caso de las universidades. En: Discurso & Método, Vol. 2(1).
pp. 178-185.
Ferras, H. (1999). L’éducation aux novelles citoyennetés en géographie: le cas de
la France. En: Apprendre à vivre ensemble grâce à l’enseignement de l’histoire
et de la géographie. Rapport final du colloque sur le theme. (Pág. 13- 16).Bureau
International sur l’education. Geneve, juin 1998. UNESCO.
Gatti, E. (2004) “Psico-Plan. Escuchar todas las voces; integrar nuevas miradas”,
Facultad de Psicología, Universidad de la República, Montevideo
Gurevich, R., Blanco, J., Fernandez Caso, M., Tobío, O. (1998), Notas
sobre la enseñanza de una Geografía Renovada, Ed. Aiqué, Bs As.
Linck, T., Schiavo, C., (comp),(2003), Globalización y Territorio. Nueva ruralidad,
patrimonios colectivos y sustentabilidad en la Cuenca del Plata, Ed. Nordan-
Comunidad, Montevideo-
Litwin, E. (1996), “El campo de la Didáctica: la búsqueda de una nueva agen-
da”, en Camilloni, A. y otros, Corrientes didácticas contemporáneas, Ed. Pai-
dós, Bs. As.
Morin, E., (2007), Introducción al Pensamiento Complejo, Ed. Gedisa , Barcelona
Morin, E., Ciurana, E., Motta, R. ( 2003), Educar en la era planetaria, ED.
Gedisa Barcelona
Pesce, F. (2000)- “Emergencia, enfoques y desafíos de la Educación en Ambiente
para el Desarrollo Sustentable”. En: Perfil Ambiental Uruguay 2000. Editorial
NORDAN/ Comunidad del Sur. Montevideo, Uruguay. (pp 241-249).
Pesce, F. (2010)-“La necesaria enseñanza de los contenidos factuales en Geo-
grafía”.En: Lecturas y Análisis desde la(s) Geografía(s). (Páginas 158- 168).
Departamento de Geografía. ANEP.
Pesce, F. (2011) Curso Enseñanza de la Geografia en el Uruguay- (Prácticos) mi-
meos y pp en materiales en plataforma-IFD Salto
Pulido, O., Angel, C. (2006) “Plataforma de análisis y producción de políticas
educativas” ,”Política Pública Educativa: participación e incidencia” en Las escri-
turas de la política. La rebelión del lenguaje. Universidad Pedagógica Nacional.
Instituto Superior de Pedagogía. Colombia
151
Análisis crítico de un libro de texto de Geografía
para la Enseñanza Media:
Geografía, Ciencia del Paisaje. Editorial Monteverde.
Introducción
152
La interpretación, señalaba Bardin (1986:7), se mueve entre dos polos:
el rigor de la objetividad (irrenunciable en toda investigación) y la fecundi-
dad de la subjetividad (de modo que llega a disculpar en el investigador esa
atracción por lo oculto, lo latente, lo no-aparente, el potencial inédito atrapa-
do en todo mensaje, identificándose, en definitiva, con una paciente empre-
sa de desocultación, fruto de una preocupación honesta de rigor científico).
Esta indagación fue de corte descriptiva e inferencial, de tal modo que,
por una parte, permitió describir exhaustivamente el contenido del mate-
rial, la forma en que se presentan texto e imagen y el fondo de los temas
abordados, realizando comparaciones entre los diversos manuales objeto
de estudio; y, por otra -como destaca Castiello (2002)-, ofreció la posibilidad
de establecer inferencias sobre el contraste entre el contexto teórico, el con-
texto social y económico y el contexto ideológico y curricular. El análisis se
realizó interpretando párrafos, citas de contenido, tapa, índice, etc. con el fin
estudiar su estructura y discurso a través de algunos componentes del libro
de texto como: temas, conceptos, estrategias, métodos, técnicas o recursos
didácticos. (Carbone, 2003).
Para el análisis de la información se utilizó una metodología cualitati-
va. Para ello se consultaron distintas fuentes: disposiciones reglamentarias,
documentos referentes a la política educativa de la época, legislación en el
sistema educativo, enseñanzas mínimas y contenidos curriculares progra-
máticos vigentes el contexto socio-económico y político de emergencia del
texto.
Según los planteos realizados por Achkar, Domínguez y Pesce (2011),
la institucionalización de la Geografía como asignatura en los diseños cu-
rriculares de los sistemas educativos formales tanto en el nivel primario
como en el secundario se produjo en los países europeos en el siglo XIX.
Las configuraciones didácticas que los docentes asumieron para la ense-
ñanza de esta ciencia respondieron a distintas interpretaciones teóricas y
metodológicas de los diferentes paradigmas que fueron emergiendo en el
devenir histórico de la Geografía como disciplina científica. Sin embargo,
plantean los autores, la eclosión de un nuevo paradigma, no ha significa-
do en la enseñanza de la Geografía el abandono total e inmediato de las
categorías seleccionadas e incluidas en las prácticas pedagógicas que se
enmarcaban en el paradigma anterior, no existiendo rupturas totales, sino
que han persistido y coexistido determinados enfoques relativos a algu-
nos marcos epistemológicos y los que han emergido han incluido a los
anteriores y han sido más abarcativos. Desde sus orígenes, vinculados a
la Escuela Moderna en el siglo XIX, la enseñanza de la Geografía estuvo
153
vinculada a forjar no sólo la identidad nacional, sino también a contribuir en
la construcción de la otredad territorial.
En este perspectiva los autores señalan que estos enfoques que se re-
flejan en los libros de texto han sido muchas veces naturalizados desde la
didáctica y operan como resistentes concepciones previas acerca de lo que
enseña esta asignatura, preferentemente la toponimia y el enciclopedismo
geográfico (Domínguez – Pesce; 2004).
Partiendo de la premisa de que cada lugar paradigmático de la disciplina
implica sus específicas maneras de investigarla y de enseñarla, es que abor-
damos los contextos institucionales de emergencia y sus protagonistas. Se
analizarán sus pilares epistemológicos, metodológicos y técnicos. También
se discutirá sobre la tipología de contenidos: fundamentos disciplinares, cu-
rriculares y didácticos. El punto de partida para la comprensión del papel de
los textos se sitúa en el reconocimiento de un contexto determinado por las
definiciones curriculares que adopta una sociedad en un momento histórico
dado. Contexto que expresa las condiciones sociales, políticas, económicas
y culturales que la sociedad ha tenido en cuenta al momento de formalizar
sus expectativas respecto de la educación, plasmadas en un determinado
currículum o marco curricular, al cual los textos deben tributar. Este contexto
preciso, históricamente situado, se ubica, sin embargo, en una cierta trayec-
toria educativa y curricular recorrida por esa sociedad a lo largo del tiempo.
154
mación brindada desde los medios de comunicación, y es asumida por una
parte de la ciudadanía como causa de la inseguridad.
Desde el punto de vista demográfico, el período se caracterizó por la
consolidación del proceso emigratorio extra-regional que influyó fuertemen-
te en el escaso incremento poblacional, que se vio fortalecido por las dos
crisis que abren y cierran la última década.
En los últimos veinte años se ha producido una mayor participación fe-
menina en la población económicamente activa o su actuación en las aso-
ciaciones de derechos humanos.
Durante la presidencia de Luis A. Lacalle (1990-1995), la agenda inter-
nacional incorporó nuevos temas, siendo la incorporación plena de Uruguay
al proceso de integración subregional la más novedosa.
Desde el último tercio del siglo XX se aprecia la movilización de estu-
diantes secundarios tanto para expresar su voluntad de participación en
los asuntos de la institución como en temas políticos. Los movimientos
estudiantiles tuvieron períodos de flujos y retrocesos. Entre 1990 y 1992
el movimiento se fue recomponiendo en un proceso que llevó a realizar
el Encuentro de Estudiantes de Secundaria 1991 y constituir la Coordi-
nadora de Estudiantes de Secundaria 1992 (Frega, A., Rodríguez A. y
otros; 2008).
155
Siglo XIX) apostaba a fortalecer la Educación Pública, la responsabilidad del
Estado y la Educación Laica concebida como anti dogmática.
A fines del Siglo XX, se apostó a fortalecer la participación privada en
la Educación restringiendo la presencia del Estado a las funciones de con-
trol. Estas políticas fueron provocando nuevas formas de discriminación y
segmentación social y como consecuencia, se estigmatizaron instituciones,
poblaciones y sectores del magisterio nacional (categorización de escuelas
a partir de factores socioculturales).
En este período se priorizó, como parte de la focalización de las políticas
sociales, la Educación Inicial vinculada fundamentalmente al beneficio social
que implicaba que los niños pequeños se incorporaran al sistema educativo.
Aparecía explícita en los discursos la necesidad de la educación inicial para
asegurar éxito futuro en los aprendizajes escolares y paralelamente se va-
loraba que los niños estuvieran atendidos para facilitar la incorporación de
la madre al campo laboral, especialmente en los sectores más pobres de la
población.
En esta conferencia se siguió delineando que a partir de los años 1990,
el discurso educativo se asocia fuertemente a la idea de modernizar para
participar de las posibilidades brindadas por la globalización. La discusión
alrededor del Estado nacional y la centralización del poder ilustra el propó-
sito de modificar la ingeniería estado céntrico que construyó la modernidad
y ampliar los espacios sociales organizados por el mercado. Se hace visible
una propuesta modernizadora, que si bien retoma parte de la retórica de-
sarrollista que articulaba educación y mercado, deposita en el mercado – a
diferencia de la versión anterior apoyada en el Estado – el papel de agente
dinamizador y transformador.
La figura del Estado evaluador y compensador de las carencias recoge
este nuevo posicionamiento estatal. Las necesidades básicas se definían
como un conjunto de conocimientos, destrezas y valores indispensables
para sobrevivir, participar y satisfacer las exigencias más elementales de
las personas en una sociedad de mercado. Se comenzó a hablar de habi-
lidades para la vida, estándares mínimos y otras expresiones. Esta visión
instrumental centrada en el aprendizaje, dejaba de lado la educación, la
formación de la persona para ocuparse de aquellos conocimientos vincula-
dos a la realidad en la que vivían quienes aprendían. El conocimiento de-
bía ser utilizable a corto plazo, aprovechables en la vida cotidiana a la vez
que observables y comprobables ya que la evaluación siguió entendiéndose
como control del producto, del resultado. Vinculado con las modificaciones
estructurales y de contenidos se implementaron acciones de capacitación
156
dirigidas a los docentes. Los docentes debían ejecutar adecuadamente los
lineamientos planificados por los expertos, que estaban previstos en las re-
formas. También se desarrollaron políticas de inversión en libros de texto
como parte de la estrategia destinada a bajar costos y a controlar los conte-
nidos de enseñanza.
Nuevamente se presentaba la visión negativa de la función educativa,
ésta no daba las respuestas que esos sectores de la sociedad le demandan
a la educación. Desde el Estado se implementaron acciones para revertir
esta situación, nuevamente la focalización en un aspecto del aprendizaje: el
rendimiento escolar. Se estructuraron evaluaciones periódicas estandariza-
das y se exigieron planes de acción para mejorar la situación sin cambiar las
condiciones en las cuales esas situaciones se encontraban y encuentran.
La jerarquización de los resultados aparece como una constante y espe-
cialmente vinculada con su utilidad práctica. El aprendizaje tenía que tener
utilidad práctica para quien aprendía. Se asociaba el concepto de hombre
al de recurso humano. La teoría del capital humano deshumanizante de la
esencia del hombre le asignaba un lugar en la estructura general de la so-
ciedad de mercado. El hombre, como capital humano era parte del sistema
social, de lo contrario iba a ser excluido. Lo que no era útil al mercado era
obsoleto, por lo cual el conocimiento que se privilegiaba era de carácter ins-
trumental, aquel que aumentaría la competitividad en el acceso a los pues-
tos de trabajo. Todos estos intentos para mejorar los aprendizaje carecieron
de una comprensión integral y profunda de las problemáticas educativas en
su complejidad y singularidad, por lo cual a pesar de los sustantivos cam-
bios en la concepción y práctica de enseñanza, no se lograron mejorar los
resultados como se esperaba. La crisis del proyecto ideológico y político
alternativo al sistema capitalista fortaleció el discurso hegemónico actual y
también favoreció la búsqueda, la construcción y desarrollo de discursos y
prácticas contra hegemónicas que se han ido abriendo camino con grandes
dificultades. Desde la teoría se han ido acuñando concepciones filosóficas,
pedagógicas y didácticas que recuperan la idea de educación como praxis
emancipadora, que contribuye a la concientización del hombre.
Esta dimensión antropológica se estructura como relación dialéctica
entre los hombres y de éstos con el medio, como comunicación dialógica
que exige compromiso, participación y respeto por el pensamiento y opi-
nión del otro. Esta trayectoria histórica nos permite tomar conciencia que
como docentes, todos respondemos a diferentes tradiciones y tendencias
educativas, que tienen raíces históricas y constituyen verdaderas matrices
de pensamiento y acción que orientan nuestras prácticas. Conocerlas, deve-
157
larlas, comprender hasta donde condicionan nuestra autonomía profesional
constituye el más grande desafío desde las pedagogías críticas (Conferen-
cia Mundial sobre Educación para Todos; 1990).
En la sociedad hoy se nos plantea nuevamente la urgencia y necesidad
de encontrar caminos posibles para la verdadera transformación. Como he-
mos visto a lo largo de la historia, los cambios no se hacen desconociendo
lo que los educadores piensan y hacen ni lo que piensa la sociedad en su
conjunto. Los Educadores, como profesionales de la educación, somos los
actores que estamos en mejores condiciones para conocer y comprender
esas realidades. Es por ello que creemos que la obra de la educación es una
gran obra social y política que no debe dejar a ningún sector de la sociedad
ajeno a ella.
Este contexto fue el que convirtió a la obra que se está analizando en
un manual de texto obsoleto para la enseñanza de la Geografía y lo volvió
caduco luego de haber estado vigente por más de una década. En el Plan de
Estudios del año 1996, también conocido como Reforma Rama (por ser el
Prof. Germán Rama presidente del Consejo Directivo Central de la Adminis-
tración Nacional de Educación Pública e impulsor de la reforma educativa)
sustituyó la enseñanza por asignaturas por la enseñanza por áreas del saber
y Geografía junto con la Historia quedó incluida en el área de las Ciencias
Sociales. Es así que la Geografía enseñada como ciencia del Paisaje dejó
de ser “inútil” frente a los nuevos requerimientos políticos para la formación
de ciudadanos para un país de servicios y plaza financiera.
158
cación regional. “Como la heterogeneidad sobre la faz del planeta no es
infinita, y existen accidentes y hechos similares, capaces de ser agrupados,
la Geografía busca establecer sobre la superficie terrestre la regionalidad,
sea esta natural (regiones naturales) o determinadas por la actividad huma-
na (regiones culturales). (...) Con una Tierra uniforme, sin accidentes, sin
diferencias étnicas ni sociales, no habría prácticamente Geografía” (Jorge
Chebataroff, 1954).
Esta escuela se identifica con la concepción posibilista para la compren-
sión de las relaciones Hombre/ Medio. El denominado “medio natural”, cons-
tituye el escenario de oportunidades en el que se desarrollan las actividades
humanas. Las particularidades del medio físico pueden identificarse a través
del paisaje geográfico, y de esta forma adquiere expresión material la re-
gión natural. “Es posible que sobre la faz de la Tierra no existan dos puntos
geográficamente idénticos, pero hay cierto número de puntos que pueden
formar una unidad geográfica y un conjunto de unidades similares pueden
ser agrupadas en una región más o menos bien delimitada. Entre el clima,
los suelos, la vegetación y demás elementos geográficos, existen relaciones
directas, ya que el clima, por ejemplo, influye en la formación de los suelos
y en la distribución de las plantas, y así se habla de región natural” (Jorge
Chebataroff, 1963).
Los Hombres organizados socialmente, en función del devenir histórico
y el grado de desarrollo tecnológico interactúan con el medio a los efectos
de producir los bienes materiales para satisfacer sus necesidades. El medio
físico no se impone a los Hombres, sino que éstos modifican el entorno a tra-
vés de la mediación de la técnica, dando origen a las regiones culturales.
La Geografía regional se presenta pues, como una ciencia de síntesis,
entre la Geografía física (cuyo soporte teórico radica en las ciencias na-
turales) y la Geografía humana (con bases en las ciencias sociales). La
identificación de las regiones se hace posible a través de la observación,
descripción y localización del paisaje geográfico. Por ello, desde esta pers-
pectiva, también se entiende a la geografía como ciencia del paisaje. La
explicación de los fenómenos geográficos y causalidad en la distribución
regional de los mismos identifica la cientificidad de esta ciencia, además de
comparar regiones y a través de la búsqueda de analogías y diferencias,
establecer leyes generales. “El trabajo geográfico moderno se basa en el
análisis de los hechos, en el trabajo previo de campo, en la observación
directa” (Jorge Chebataroff, 1960).
Bajo las influencias de la escuela francesa, la enseñanza de la Geo-
grafía incorporó la categoría región desde sus dos principales acepciones,
159
ya sea natural o cultural. Partiendo de la premisa de que el medio natural
constituye el escenario de oportunidades para las actividades humanas,
las lecciones de Geografía a distintas escalas de análisis, se iniciaban con
los capítulos de Geografía física, identificando las regiones naturales en
las que se dividían los distintos espacios geográficos a estudiar, conside-
rando las diferencias geomorfológicas como base para la delimitación de
las mismas. Luego se abordaban en forma descriptiva, los principales fe-
nómenos naturales (geología, suelos, relieve, biogeografía, zoogeografía)
para seguidamente explicar las interacciones que se producen entre los
mismos a escala regional.
Como los Hombres organizados socialmente constituyen agentes acti-
vos en la organización del espacio, los capítulos sobre Geografía humana,
se trataban posteriormente a los de Geografía física. Se trataban temas re-
feridos a origen de la población, característicos del poblamiento y aspectos
demográficos sustentados en la información estadística censal y la distribu-
ción espacial de la población.
Por último, los capítulos de Geografía económica, se presentaban como
la síntesis de las interacciones Hombre/ Medio, generando regiones econó-
micas reflejo de la organización del espacio geográfico a partir de la selec-
ción de actividades económicas en función de las posibilidades productivas
pautadas por el stock de recursos naturales existentes en cada región (Do-
mínguez y Pesce; 2004).
Metodológicamente, dos son los aspectos esenciales en la investigación
geográfica y que constituyeron aportes a la enseñanza de la geografía: las
salidas de campo y el análisis cartográfico. (Domínguez y Pesce, op.cit)
Las configuraciones didácticas para la enseñanza de la geografía fueron
adquiriendo una diferenciación a partir del cuestionamiento a la didáctica
clásica, legitimándose entre los docentes la necesidad de evitar “todas las
nomenclaturas interminables e inútiles, tan caras a algunos maestros de
antaño, que hacían recitar a sus discípulos los nombres de las cuchillas, de
los cerros, de los arroyos, de las localidades pobladas y de las estaciones
de ferrocarril, sin explicarles con la necesaria profundidad y en forma previa,
el significado verdadero de las cuchillas o de los demás accidentes geográ-
ficos” (Jorge Chebataroff, 1954).
La explicación sobre la causalidad e interacción entre los fenómenos na-
turales y de éstos con los fenómenos sociales a través de ilustraciones, uso
de cintas filmográficas, diapositivas e interpretación correcta de la cartogra-
fía, constituyeron las principales herramientas didácticas para la enseñanza
de la geografía.
160
Las salidas de campo, realizadas con la finalidad de visualizar en el te-
rreno los elementos físico-naturales más importantes del espacio geográfico
adquirieron relevancia también a partir de las aportaciones de las teorías
cognitivas y de la instrucción (Domínguez y Pesce; 2004).
Desde la teoría de la instrucción, Jerome Bruner aportó la concepción
de la existencia de tres modelos para sustentar las estrategias didácticas.
De ellos, el modelo enactivo, se relaciona con las salidas de campo como
fuente de aprendizaje a partir del contacto directo con la realidad objetiva
que se manifiesta en el paisaje geográfico inmediato en el que se encuentra
inmersa la labor docente.
Por ello, la confluencia de los aportes de la escuela regionalista france-
sa, las teorías cognitivas y de la instrucción, enmarcan la importancia de las
salidas de campo como estrategia para la enseñanza de la geografía.
La lectura y correcta interpretación de los mapas, se transformó en uno
de los objetivos procedimentales en la enseñanza de la geografía, ya que
se constituyó como el recurso didáctico fundamental para el reconocimiento
regional.
La enseñanza de la Geografía contextualizada en el paradigma regio-
nalista resignificó didácticamente los procesos de enseñanza / aprendizaje.
Muchas veces sin desmantelarse la práctica conductista, se fueron incor-
porando metodologías explicativas, analíticas e interactivas con el medio
(Domínguez y Pesce; 2004).
Este paradigma había sido introducido en la enseñanza de la geografía
en el Uruguay por el Prof. Jorge Chebataroff en la década de los años 1950
cuando desde la UNESCO se bregaba por la enseñanza de la Geografía
para sostener la paz y la unión de los pueblos del planeta. El regionalis-
mo mostraba a los estudiantes que las diferentes regiones del planeta, que
eran construcciones culturales de los pueblos en interacción con el medio
geográfico, coexistían dando unicidad a los territorios. Con ese mensaje es
que la enseñanza de la Geografía en Uruguay adoptó el esquema analítico
de la Geografía Vidaliana y lo mantuvo por más de cuatro décadas. (Pesce,
2014).
161
3- La introducción discurso de presentación del autor
4- Los capítulos en sí y en relación entre sí
5- Las ilustraciones
La tapa
162
1) Símbolos: En este tipo de signos el significado no guarda similitud
con el significante, sino que su relación es arbitraria, –de modo que
debe reflexionarse para buscarle un sentido.
2) Iconos: en este tipo de signos es posible percibir semejanzas entre
significado y significante. Las posibilidades son casi infinitas, puesto
que los iconos abarcan desde los elementos naturales de un paisa-
je (por ejemplo, una cadena montañosa) hasta elementos artificiales
(por ejemplo, señales de tráfico).
3) Señales: en estos signos, también llamados índices, el significante
no es arbitrario sino que guarda una relación directa con el significa-
do, sea físicamente o de forma causal. Dicha relación puede inferirse
u observarse. Como ejemplo. el autor marca que existen “signos na-
turales” como puede ser la presencia de humo de la cual se infiere
la existencia de fuego. También las señales olorosas, los ruidos am-
bientales, etc. (Bousquets; 2009, pag. 163-164).
163
vivir en el medio rural, podemos establecer la existencia de olores (vegeta-
ción, madera, parvas, animales) así como ruidos (procedentes de la ciudad,
aves, conversaciones, etc.). También se observa como señal importante la
presencia de humo saliendo de una de las casas, lo que nos da a entender
el horario cercano al medio día en que se establece el cuadro, teniendo en
cuenta además, la dirección de la sombra que proyecta la parte delantera
de la carreta que aparece en primer plano, así como la fuerte luminosidad
general que tiene la imagen.
La gran riqueza de significados que se desprenden del estudio de los
símbolos, iconos y señales según Bousquest, nos da a entender las funcio-
nalidades de dichos signos, a la hora de comunicar información o de trans-
mitir valores culturales, como es claro ejemplo de la presencia de una ciudad
fortificada que refleja una idea del contexto histórico, de las normas, límites
entre lo público y lo privado, lo colectivo o lo individual que se presenta en
la imagen. La cohesión social de la cultura campesina aparece muy claro
mediante fuertes señales relacionadas con las actividades agrarias, antes
descriptas.
Desde lo analítico y profundizando aún más en el análisis del paisaje
que aparece en la tapa del libro, utilizamos como herramienta de análisis
los lineamientos conceptuales que se presentan en el artículo de Pesce
y Dominguez (2004) sobre el Regionalismo francés. Es evidente que el
cuadro que aparece en la tapa es bien característico del paradigma re-
gionalista. Desde las directrices que plantea el posibilismo para explicar
la relación hombre – medio se observa un espacio agrario, en donde la
presencia de estas actividades humanas cubriendo gran parte del cuadro
le brinda una imagen que se percibe como homogénea. El medio natural
en la cual se inscribe la imagen, se constituye como un escenario de opor-
tunidades para las actividades humanas, presentándose como una forma
de relieve llano, lo cual demuestra lo intensivo de las actividades agríco-
las y por ende su alta fertilidad. Se agrega también en lo referente a los
elementos naturales, la presencia de una cadena montañosa al fondo que
de alguna forma cierra la escena. Consideramos que en más del 90% de
la imagen aparece la actividad humana como dominante sobre el paisaje
natural (llanura), el posibilismo aparece aquí expresado en este sentido,
ya que profesa cómo el grado de desarrollo tecnológico permite dominar
el paisaje, en este caso, cultivándolo para satisfacer las necesidades y
transformándolo entonces en una región cultural. Sólo en un primer plano
aparecen arbustos desordenados que dan pie a interpretarlos como perte-
neciente al poco espacio natural que tiene el cuadro, aún así estos arbus-
164
tos están cercados, es indudable que se quiere dar a entender, que el ser
humano ya no está determinado al medio sino que mediante el desarrollo
tecnológico puede dominarlo.
La imagen que aparece en la tapa del libro presenta una síntesis, en-
tre la Geografía física (cadena montañosa, llanura) y la Geografía humana
(actividades agrarias/intensivas, una ciudad fortificada, cercamiento de los
predios, para este caso en particular, el cercamiento de los campos nos da
la idea de orden frente a lo desordenado que puede presentarse según el
paradigma regionalista el medio natural). En este sentido, en el cuadro apa-
rece claramente como los hombres, organizados socialmente en base a una
estructura social estamental constituyen agentes activos en la organización
del espacio.
La portada
El índice
. A nuestro entender estamental, ya que aparece una ciudad fortificada en la imagen, lo que
nos da una idea espacio – temporal, (Edad Media / Europeo – Mediterráneo).
165
Un concepto esencial es el de la región, considerada globalmente agru-
pando todos los rasgos de relieve, clima, suelos, vegetación, agricultura,
minería, industria, comunicaciones y hábitat, rasgos unidos y ensamblados
en un paisaje visible, formando un todo orgánico, y siendo sus partes inter-
dependientes. Cada región está influida, desarrollada y modificada por la ac-
ción del Hombre, y, por tanto, el Paisaje es el resultado de la acción sucesiva
de generaciones de pueblos. El Hombre y la Naturaleza se interrelacionan
a lo largo del tiempo, y constituyen un todo, una amalgama que cristaliza y
forma a lo largo del tiempo una región con unos caracteres distintivos que
la hacen única, puesto que toda región tiene mucho de las circunstancias y
características locales.
El desarrollo del texto no se presenta con indicación de capítulos, sino
como una secuencia a través de distintas escalas de análisis, iniciándose
con los temas de Geografía física abordando en forma descriptiva los princi-
pales fenómenos naturales (geología, suelos, relieve, estructura de la tierra,
clima, biogeografía, etc), para tratar posteriormente temas sobre Geografía
humana, dentro de los que se incluyen características del poblamiento, mo-
vilidad de la población, la distribución espacial de la población y aspectos
demográficos sustentados en la información estadística censal. Concluye
esta parte planteando un “Uso racional de nuestro medio siendo obligación
de todos preservar la naturaleza para mejorar la calidad de vida”, concedien-
do gran importancia al medio físico.
Por último, se abordan temas de Geografía económica, que se presen-
tan como la síntesis de las interacciones Hombre/ Medio, generando regio-
nes económicas, reflejo de la organización del espacio geográfico, a partir
de la selección de actividades económicas en función de las posibilidades
productivas pautadas por el stock de recursos naturales existentes en cada
región. Cabe citar como ejemplo: Países Agrícolas: Agricultura de Regadío
y de Secano; Países Agrícola Minero Pesquero; Países Agrícola Industrial,
Países Agrícola Industriales de Servicios.
Esta propuesta de profunda tradición vidaliana, sin embargo, no estará
exenta de problemas. La dicotomía entre lo humano y lo físico permanece
subyacente al abordaje regional, y se expresará, en un tratamiento siste-
mático y muchas veces desvinculado de uno y otro. El cúmulo de estudios
regionales propició la aparición de especializaciones, que intentaban hacer
la síntesis de ciertos elementos, como por ejemplo: Geografía Agraria, Geo-
grafía Urbana, Geografía de las Industrias, de la Población o del Comercio.
De esta forma, las síntesis emprendidas por comparación de las regiones se
fueron especializando.
166
Cada tema es desarrollado acompañado de imágenes en blanco y ne-
gro, mapas conceptuales, cuadros comparativos, gráficos, cartografía en
blanco/negro y color, datos estadísticos, finalizando con una denominada
“conclusión” de cada ítem seguido de una “conclusión final” del tema, ambas
enmarcadas con color de fondo.
Aparecen ilustraciones en blanco y negro con anotaciones de detalle en
cada una, para complementar los temas y en ejercicios de descripción para
el estudiante.
Los criterios que se han seguido para analizar el contenido del libro de
texto han sido abiertos y numerosos. Se ha examinado la legislación vigente
en el sistema educativo, enseñanzas mínimas y contenidos curriculares que
aparecían en los programas de Ciclo Básico 1986.
En el sistema educativo regido por la Ley General de Educación de 4 de
agosto de 1970, precedente de la vigente, la Geografía se impartía en los
siguientes cursos de Enseñanza Secundaria: 1º a 3º de Ciclo Básico.
El libro Ciencia del Paisaje se adecua a los objetivos y a los contenidos
curriculares planteados en la reformulación de los programas de Geografía
del Ciclo Básico Único 1986, que está encuadrada dentro de los siguientes
parámetros:
1- Mantener una línea metodológica geográficamente válida y rigurosa-
mente científica
2- Adecuar los contenidos temáticos a efectos de lograr una mejor coor-
dinación con las asignaturas del currículo.
3- Correlacionar el contenido metodológico programático y la capacidad
del adolescente de elaborar el pensamiento abstracto.
El diseño curricular contempla tres componentes básicos: objetivos,
contenidos y criterios de evaluación.
Se procura en todo momento preservar el espíritu geográfico y los conte-
nidos conceptuales de la ciencia en una visión integradora. En esta línea se
opta por incluir conocimientos básicos de Geografía General que sustenten
los análisis espaciales que forman el núcleo central de los programas.
Según Achkar et.al. (2011) el enfoque regional francés clásico tuvo
repercusiones trascendentales en la didáctica de la Geografía en Uru-
guay y mantiene su vigencia aún hoy. Existe en términos generales un
distanciamiento entre los modelos conceptuales contemporáneos en la
167
disciplina geográfica y los fundamentos teóricos que sustentan la prácti-
ca de la enseñanza de la asignatura en el país. Los autores mencionados
propusieron algunas hipótesis explicativas no excluyentes al respecto: la
primera, el peso intelectual y académico de la figura del Lic. Jorge Che-
bataroff en la formación de sucesivas generaciones de profesores en el
país y la gran influencia que ejerció a través de los libros de texto didác-
ticos de su autoría que constituyeron gran parte del currículum prescripto
en la enseñanza de la asignatura por más de tres décadas. En segundo
término y como corolario de la hipótesis anterior, el esquema teórico y
metodológico aportado por el enfoque regional satisfizo los objetivos fun-
damentales de la enseñanza de la Geografía propuestos por el corpus
docente de la asignatura y se fue consolidando un modelo didáctico que
se legó intergeneracionalmente a partir del ejercicio de la profesión y la
sistematización de la práctica docente.
Según este enfoque el abordaje parte de la descripción de factores geo-
gráficos simples y se complejiza a partir de interacciones y búsqueda de
causalidades, permitiendo inducir generalizaciones. Esta secuenciación
teórico-metodológica pareciera ser una de las causas principales de la pre-
ferencia docente por el enfoque regional clásico que se ajusta a algunos
de los presupuestos de las teorías cognitivas constructivistas para explicar
los mecanismos del aprendizaje tales como partir de escenarios concretos
para, a través del método inductivo, promover la construcción de modelos
simbólicos de la realidad.
168
Análisis del discurso presente en el texto
169
lidad, relacionados en numerosas ocasiones con el entorno del alumnado,
como marco de referencia básico de los contenidos impartidos.
Se limita a incorporar estas aportaciones sólo de manera formal. No
recuerda al comienzo de las unidades lo estudiado con anterioridad ni
ofrece actividades iniciales diseñadas para explorar los conocimientos
previos de los alumnos y avanzar lo que van a aprender a continuación;
igualmente realiza una síntesis de los contenidos fundamentales, gene-
ralmente a partir de mapas conceptuales y una recapitulación final de
cada tema con lo que denomina “Conclusión” y “Conclusión final”. Asimis-
mo, no se incluye entre sus páginas algún método para que los alumnos
puedan medir o evaluar los conocimientos que van adquiriendo conforme
acaban una unidad y empiezan la siguiente. Solamente aparecen en el
tema El Paisaje Geográfico lo que denomina “tareas para realizar en el
hogar” que consisten en observar, identificar y describir características
de distintos paisajes.
La selección y organización de los contenidos geográficos sigue res-
pondiendo generalmente a una concepción tradicional de la enseñanza,
orientada más a la transmisión de conocimientos que a lograr aprendizajes
significativos activando la mente de los alumnos.
Se puede considerar que una secuencia didáctica interesante es aquélla
que objetiva un aprendizaje significativo y que para eso articula contenidos
y estrategias diversas. (Seminario Internacional sobre Textos de Ciencias
Sociales- Chile 2008). La secuencia didáctica propuesta utiliza textos que
son esencialmente informativos, los ejercicios propuestos son simples y no
exigen reflexión y desarrollo del pensamiento articulado para solucionar pro-
blemas. No hay interrelaciones entre las proposiciones, en el sentido de
destacar el concepto articulador propuesto en el inicio de la Unidad. No ocu-
rre interrelación que articule las informaciones en el sentido de una reflexión
más profunda sobre las temáticas tratadas.
Por último, el libro no intenta satisfacer de algún modo las diversas ca-
pacidades y aptitudes de los alumnos proponiendo actividades teóricamen-
te dispuestas según distintos niveles de complejidad (bajo, medio, alto) o
modo de organizar su realización (individual, en parejas, en grupo), y que
pueden englobarse en dos tipos fundamentales: las que sirven para ampliar
y profundizar en un determinado tema, y aquellas otras que actúan como
refuerzo.
En el conjunto se puede constatar que la falta de motivación en los textos
que pueda interesar a los jóvenes, haciéndolos percibir que lo que el texto
170
presenta son problemas que él, en su vida, en el lugar en el cual vive, tam-
bién los sufre, es fundamental (Seminario sobre Textos de Ciencias Sociales
Chile 2008).
En este caso, son tratados problemas concretos, pero distantes de la
vida de los alumnos, caracterizándose más bien como informativo y poco
desafiante. Las informaciones no son problematizadas, ni en los textos y ni
en el uso de los otros lenguajes, como tampoco ocurre en las actividades
propuestas. Si hubiera problematización, se encaminaría para la contextua-
lización, necesaria para justificar o criticar la cuestión, pues los hechos que
ocurren en el mundo son “situados y datados”, y para eso se hace necesario
tener los argumentos para explicárselos.
La calidad de su edición es satisfactoria sobre todo, en las ilustraciones
y figuras que los acompañan, en ambos casos muy numerosas. Los forma-
tos son fácilmente manejables, y la profusión de gráficos y fotografías en
blanco y negro les confiere, a primera vista, una apariencia agradable para
el lector. La tipología iconográfica es muy variada: además de una amplia
gama de fotografías (aéreas, horizontales) aparecen imágenes de satélite,
mapas, bloques-diagrama, climogramas, pirámides de población, gráficos
lineales, de barras y circular. Se acompaña de apéndices estadísticos y car-
tográficos, así como de un glosario de términos, a efectos de facilitar el re-
paso y la consulta de determinados conceptos clave tratados en las diversas
unidades didácticas. La información geográfica aportada es abundante y, en
general, correcta y actualizada. Los distintos temas o unidades didácticas
contienen, además de los contenidos explicativos y descriptivos, una Con-
clusión y Conclusión final.
Recoge y fomenta tímidamente los valores y actitudes éticas universales
promovidos por la legislación educativa correspondiente: el conocimiento y
respeto hacia la diversidad de los pueblos y culturas del planeta (incluyendo
las minorías), considerada motivo de enriquecimiento para el conjunto de la
humanidad; la conciencia del reparto desigual de los recursos y el fomento
de la solidaridad para con las sociedades más desfavorecidas; el desarrollo
de una actitud responsable y respetuosa con el medio natural; el cultivo de
actitudes tolerantes y no discriminatorias en materia de sexo, raza, naciona-
lidad y religión, entre los principales valores, teniendo como base el enfoque
que hoy en día se aplica como desarrollo sustentable.
Se percibe que el libro analizado carece, de referencias a la trayectoria
histórica de la disciplina geográfica, ni siquiera se mencionan o exponen
textos e ideas de las corrientes o autoridades más significativas del campo
disciplinar.
171
Otra cuestión conceptual y metodológica reseñable estriba en la ten-
dencia del currículo de contenidos y, en consecuencia con ellos, el libro de
texto analizado, a la parcelación, mezcla y presentación fragmentaria de
las distintas escalas territoriales de estudio. La mezcla entre escalas muy
distintas, así como la presentación fragmentada de las mismas, suponen,
pues, un doble problema: por un lado, de rigor conceptual, pues la lógica de
funcionamiento de los fenómenos a escala mundial no es o tiene por qué
ser la misma que la de otras escalas; por otro, porque se impide una visión
coherente, global y sintética del territorio concreto de análisis.
Consideraciones finales
172
resúmenes, controles, etc.). Además, deben satisfacer un cierto número de
criterios, esto es: (a) la coherencia pedagógica. Esta es una coherencia in-
terna (orden de división de las unidades, equilibrio de los aportes, ejercicios,
etc.), pero también una coherencia más general con los modelos pedagó-
gicos promovidos por las autoridades escolares y los maestros, y el tener
en cuenta el nivel de los alumnos como de los docentes; (b) el valor de
información (calidad, selección, valor específico); (c) la adaptación de esta
información al medio y a la situación cultural y social; y (d) la accesibilidad
(Seminario Internacional Chile 2008).
A veces perdemos de vista que el objeto “libro de texto” o “manual” no es
más que eso, un objeto, cargado de ideología, de contenidos, de imágenes,
de actividades, de potencialidades educativas. Pero no deja de ser un objeto
que, como cualquier otro objeto, no es “nada” en sí mismo. Depende del uso
que se haga de él. Un buen libro de texto, mal utilizado, puede no generar ni
buenas enseñanzas ni buenos aprendizajes. Y, contrariamente, un mal libro
de texto, bien utilizado, puede generar excelentes aprendizajes.
La finalidad fundamental de los libros de texto consiste en ayudar al alum-
nado en su aprendizaje. Son herramientas para aprender. Pero esta función
prioritaria los convierte asimismo en herramientas de información para el
profesorado y en instrumentos de enseñanza. En realidad, las decisiones
que toma el profesorado en la selección del libro de texto están centradas
básicamente en sus criterios sobre el tipo de conocimiento que contiene el
libro, sobre el protagonismo que le otorga en su enseñanza y sobre el prota-
gonismo que concede al alumnado en su aprendizaje. En estos tres ámbitos
incide hoy el currículo por competencias.
Entre quienes creen que el libro de texto ha dejado de ser un instrumento
útil, destaca Martínez Bonafé (2006) citado por Pagés (2007), este profesor
de la Universidad de Valencia se pregunta por las razones que explican
el papel del libro de texto hoy –“un formato para codificar el conocimiento
escolar que tiene más relación con el antiguo tiempo de las catedrales que
con los actuales tiempos del World Wide Web y el sujeto internauta”. En su
análisis destaca aquellos aspectos que, en su opinión, les invalidan para ser
un instrumento eficaz de aprendizaje. En primer lugar critica el hecho que
los libros de texto concretan una determinada concepción cultural para la
organización del conocimiento escolar. Esta concepción presenta la cultura
como algo estático, acabado y cerrado y el conocimiento como algo externo
a quien aprende, fuera de sus problemas y de su experiencia.
Para finalizar, consideramos que el libro de texto analizado adolece de
algunos inconvenientes intrínsecos a la propia práctica de la enseñanza,
173
como es la abusiva descripción de los factores geográficos (principalmente
físicos), la escasa integración de los mismos, dificultades para retotalizar los
análisis regionales, la simplificación de la realidad a partir de la secuencia-
ción mecánica en la presentación de los factores. El problema más impor-
tante a destacar, pues contradice los fundamentos teóricos de la propia con-
cepción, como es la diferencia de criterios de regionalización para abordar
un mismo país, presentando una de las regiones según criterio hipsométri-
co, otra tomando el bioma predominante y una tercera considerando la ubi-
cación geográfica. Y por último, las asociaciones entre los factores físicos,
biológicos y humanos resulta ser bastante simplista y muy lineal, buscando
causas – efectos que, dada la complejidad ambiental contemporánea ya no
tienen validez.
Bibliografía
174
Chebataroff, Jorge (1960). Tierra Uruguaya. Ediciones Don Bosco. Montevi-
deo.
Domínguez, A & Pesce, F. (2004)- Enfoques paradigmáticos en la enseñanza de
la geografía”. En: Geoespacio. Revista de la Asociación de Profesores de Geo-
grafía. Año XIX, Nº 29. (pp 4- 15). Ediciones Monteverde, Montevideo.
Ducret, L & Bailly, A. (1999)- Les modeles d’enseignement de l’histoire et de
la geographie. . En: Apprendre à vivre ensemble grâce à l’enseignement de
l’histoire et de la géographie. Rapport final du colloque sur le theme. Bureau
International sur l’education. (Pág 51- 55). Geneve, juin 1998. UNESCO.
Estébanez J.; Estébanez Álvarez J. (1982)- Tendencia y Problemática ac-
tual de la Geografía. Editorial Cincel. Madrid.
Fairclough, N. (2008)- El análisis crítico del discurso y la mercantilización del
discurso público: el caso de las universidades. En: Discurso & Método, Vol. 2(1).
pp. 178-185.
Ferras, H. (1999). L’éducation aux novelles citoyennetés en géographie: le cas de
la France. En: Apprendre à vivre ensemble grâce à l’enseignement de l’histoire
et de la géographie. Rapport final du colloque sur le theme. (Pág. 13- 16).Bureau
International sur l’education. Geneve, juin 1998. UNESCO.
Frega, A., Rodríguez A. y otros. (2008)- Historia del Uruguay en el Siglo XX
1890-2005. Ediciones de la Banda Oriental; 2da Edición. Montevideo.
Jakob, M. Le paysage 2008, Infolio, Gollion. Paris.
Seminario Internacional Textos escolares de Historia y Ciencias Sociales (2008)-
Santiago de Chile. Materiales en repositorio del seminario en línea.
Pagés, J. Un itinerario por el mundo de las competencias en ciencias sociales,
geografía e historia a través de distintos currículos 2007. Íber. Didáctica de las
Ciencias Sociales, Geografía e Historia, nº 52, pp. 29-39.
Pesce, F. (2000)- “Emergencia, enfoques y desafíos de la Educación en Ambiente
para el Desarrollo Sustentable”. En: Perfil Ambiental Uruguay 2000. Editorial
NORDAN/ Comunidad del Sur. Montevideo, Uruguay. (pp 241-249).
Pesce, F. (2010)-“La necesaria enseñanza de los contenidos factuales en Geo-
grafía”.En: Lecturas y Análisis desde la(s) Geografía(s). (Páginas 158- 168).
Departamento de Geografía. ANEP.
Pesce, F. (2014)- Sentidos políticos, finalidades formativas y enfoques disciplina-
res en la Geografía como materia escolar en la Enseñanza Secundaria urugua-
ya 1935- 1965. Tesis doctoral, FLACSO, ANDES.
Richaudeau, F. (1981)- Concepción y producción de manuales escolares. SE-
CAB - CERLAC, Bogotá Colombia.
Turri, E.(2000)- Il paesaggio italiano. Touring Editore. Milán.
Zapico, M. (2006)- Interrogantes acerca del análisis de contenido y del discurso
en los textos escolares. Disponible en http://www.textosescolares.cn/seminario,
consultado 30/12/2011.
175
Finalidades didácticas del uso de mapas
Introducción
-“La Geografía son los mapas” o “La Geografía estudia los mapas”-
176
enseñanza de la Geografía. Asimismo, al indagarse en modalidades o en
estrategias de aprendizaje de los estudiantes, suele quedar a la vista un
aprovechamiento restringido o nulo de estos recursos para la comprensión
de la organización de los territorios que construyen las sociedades -lo que
hoy se asume como uno de los valores formativos de la Geografía escolar-.
De acuerdo con Rodríguez Lestegas, (2003:265) la potencialidad didác-
tica de los mapas radica en que su utilización “(…) estimule a los usuarios a
ir más allá de la decodificación de la información contenida para adquirir el
domino del razonamiento geográfico, orientación esencial de la disciplina”.
En este sentido no puede obviarse el rol de la mediación docente en este
proceso de ir más allá en el análisis cartográfico.
En efecto y a modo de ejemplo: si la finalidad con la que se usa un mapa
es para localizar y proponer el aprendizaje memorístico de localizaciones,
están limitándose sus posibilidades formativas siendo en palabras de R. Ca-
laf et al (1997:145) ejemplo de “currículum nulo”.
En cambio, esas posibilidades se amplían o profundizan cuando se pro-
pone analizar la localización de hechos o fenómenos con el fin de fomentar
el razonamiento geográfico al tiempo que se estimula la búsqueda de rela-
ciones o explicaciones causales, o se promueve la reflexión sobre el signi-
ficado de esas localizaciones y la comprensión de cómo esos fenómenos
funcionan.
Además de formar parte de las estrategias de enseñanza desarrolladas
en el salón de clase, existen múltiples finalidades que pueden acompañar
la presencia de documentos cartográficos en los libros de texto para los
estudiantes. Sin intención de acotar el análisis, los mapas pueden dar “so-
porte” a una propuesta que va más allá de la “ilustración”. (“Véase mapa…”;
o “Como puede apreciarse…”) En este caso, la presencia o el uso del do-
cumento cartográfico tienen la finalidad de reforzar o facilitar la fijación de
algún tipo de conocimiento o destacar visualmente alguna particularidad.
Si bien puede entenderse como recurso “auxiliar”, su finalidad didáctica es
“acotada” de acuerdo al criterio de Rodríguez Lestegas (2003), pero la mis-
ma se ve enriquecida cuando el mapa cumple una función central y por ello
. Uso primordial del mapa pero no exclusivo que consiste en designar la situación absoluta
(coordenadas) o relativa (en referencia a un punto cardinal o elemento del entorno) de un
lugar o de un fenómeno.
. Se estima conveniente aclarar que no se desconoce que estos ejemplos sobre posibles
alcances de propuestas didácticas a partir de los mapas, dan cuenta de enfoques metodo-
lógicos o decisiones, alineados a posturas epistemológico-disciplinares y pedagógico-di-
dácticas, cuyo alcance “desborda” el campo de uso del mapa y el área de estudio de este
trabajo.
177
“operativa” porque considera al estudiante y al recurso en forma activa y
especialmente a este último como instrumento de comunicación de ideas
relevantes para la interpretación del territorio (Alegre i Nadal, 1996).
178
La decodificación gráfica a la que se aludía anteriormente se apoya en
procesos de alfabetización gráfica o cartográfica. Si además se reconoce,
que a través de estas representaciones pueden darse respuestas a pro-
blemas o tomarse decisiones referidas al espacio, puede considerarse la
existencia de una “cognición cartográfica”, entendida como proceso que
implica, a partir de la lectura e interpretación de mapas, “(…) la utilización
del cerebro humano para reconocer modelos y relaciones en su contexto
espacial” (Trepat y Comes, 1998: 149)
179
presentes en el liceo o seleccionados de distintas fuentes y de variada in-
tencionalidad.
Pozo y Postigo (2000) y Calaf et al. (1997) coinciden en reconocer nive-
les de procesamiento de información y construcción de conocimiento en el
uso didáctico de los mapas.
En efecto, si se toman como ejemplo enunciados referidos a fenómenos
cartografiados que acompañan las propuestas habituales en la enseñanza
de la Geografía, tales como señala, pinta, reconoce, relaciona, explica, se
observa que proponen acciones diferentes y que apuntan a niveles de lec-
tura del mapa de menor o mayor “exigencia”. Las estrategias didácticas que
se desarrollan por parte de los docentes en el aula, así como las propuestas
presentadas en los libros de texto que incluyen el trabajo con mapas, están
dirigidas a los niveles mencionados.
En particular, Postigo y Pozo (2000) identifican los siguientes niveles de
complejidad en lo que llaman “procesos de lectura” de mapas:
• El nivel más superficial sería el de procesamiento de la información
explícita centrado en la identificación de los elementos como títulos,
nombres, valores de las variables. El sujeto no aplica estrategias es-
pecíficas para la lectura de información gráfica.
• La información implícita, como pueden ser las relaciones espacia-
les, supone un nivel más profundo en la lectura del mapa ya que
exige conceder significados y centrarse en la decodificación de por
ejemplo, la escala, las coordenadas, la orientación, los símbolos, la
representación del relieve. Este nivel de lectura implica utilizar pro-
cedimientos de mayor complejidad en la interpretación de la informa-
ción. Se traduce de un código a otro, ya que a partir de la información
presente en el mapa puede construirse una nueva representación no
explicitada, por ejemplo, estimar distancias o construir una represen-
tación tridimensional ese espacio. Esta decodificación es uno de los
componentes esenciales de la alfabetización gráfica y requiere en-
trenamiento específico en los códigos y sistemas de procesamiento
propios de ese tipo de representaciones.
• El uso más profundo del mapa consiste en el procesamiento de infor-
mación conceptual. Puede irse más allá de la descripción de conteni-
dos explícitos e implícitos, recuperar otros conocimientos relaciona-
dos con aquellos, geográficos o no, para realizar interpretaciones e
inferencias, explicaciones o predicciones sobre aspectos o fenóme-
nos geográficos del espacio representado en el mapa. Este conforma
180
un nivel de reconstrucción de la representación para resignificarla,
por lo que existe dominio en las operaciones de decodificación pero
también de sistemas conceptuales que dan sentido a los símbolos
de un lenguaje gráfico y facilita la construcción de conocimiento (cog-
nición cartográfica).
Calaf et al. (1998: 39) también reconocen distintos niveles de lectura en
la enseñanza de habilidades cartográficas como contenido procedimental
de la Geografía, y que debe considerarse como “(…) todos los códigos
que ayuden a explicitar las intencionalidades del lenguaje cartográfico”. Esta
enseñanza debe enfocarse a la “comprensión del sistema de comunicación
gráfico y a saber expresar sus interpretaciones espaciales de una forma
funcional”. Coincidentemente los autores referidos identifican tres niveles de
lectura cartográfica y en concordancia con aspectos cognitivos claves, a la
vez que incorpora al análisis la posibilidad de elaboración de gráficos:
• El primer nivel sería el de discriminación visual y conocimiento de
códigos de los signos convencionales.
• El segundo nivel comprende el reconocimiento de información conte-
nida y el establecimiento de relaciones entre los datos. La habilidad
que el estudiante debe poseer es la de ser capaz de construirse có-
digos para representar gráficamente -croquis, esquemas- las relacio-
nes más significativas que deducen de la observación del mapa.
• En el tercer nivel se ubican los procesos mediante los cuales se con-
sigue identificar modelos de localización espacial o comportamientos
de variables que se acomodan a esos modelos. Por ejemplo, la lo-
calización de una industria, considerando las leyes de proximidad al
mercado, materias primas, infraestructuras viarias y posibilidad de
mano de obra.
Se considera importante concebir estos niveles en tanto oportunidades
de progreso en la conquista de procesos de pensamiento más complejos,
enriquecedores para el estudiante y para la enseñanza de la asignatura. Los
niveles de lectura o procesamiento de la información contenida en docu-
mentos cartográficos conforman una variable fundamental de los procesos
de enseñar y aprender Geografía.
Para Norman Graves (1985), estos procesos tienen estrecha relación
con la capacidad perceptiva y es una de las razones por las que identifica la
lectura de mapas como una de las dificultades para el "desarrollo de la capa-
cidad de conceptualizar el espacio" (Graves, 1985:138). Y en coincidencia
con Comes (1998) aclara, que tanto en la lectura como en la percepción,
181
intervienen factores como la cultura, la edad y las experiencias previas del
individuo. Dicho de otra manera, lo que los estudiantes perciban dependerá
del grado de familiaridad que tenga con determinados documentos y prácti-
cas, de los marcos conceptuales de referencia de los que se ha apropiado
con el tiempo y de su madurez.
En fin...
182
muevan conceptualizaciones y también valores para desempeñarse en di-
ferentes ámbitos de la vida debiera convertirse en una de las finalidades
formativas de la Geografía escolar.
Bibliografía
Alegre i Nadal, P. (1996). “Los mapas, las fotografía y las imágenes”. En: En-
señar Geografía, de la teoría a la práctica. Moreno y Marrón Editores. Síntesis,
Madrid. España.
Caamaño, C. (1999). “La alfabetización gráfica”. En: Quehacer Educativo n° 34,
pág70-76. Montevideo, Uruguay.
Calaf Macachs, R. Suárez Casares, A. Menéndez Fernández, R.
(1997). “Aprender a enseñar Geografía”. Ed. Oikos-Tau, Barcelona, España
Clavijo G. (2011).“Lo que nos dicen los mapas”. En: Domínguez, A. y Pesce, F.,
Enfoques Didácticos desde la(s) Geografía (s). ANEP-CFE, Departamento de
Geografía. p.30-40 Montevideo, Uruguay.
Graves Norman (1985), Didáctica de la Geografía. Ediciones Akal, Madrid, Espa-
ña.
Karam Tanius (2011). “Introducción a la semiótica de la imagen”. En Lecciones
del portal. Portal de la Comunicación InCom-UAB. Barcelona. España.
Pesce, Fernando (2004). “La enseñanza de los contenidos geográficos”. En: Re-
vista Conversación No. 6. (p. 39-48). Montevideo, Uruguay.
Pozo, I. Monereo, C. (2000): “El aprendizaje estratégico”. Ed. Aula XXI, Santi-
llana. Madrid
Pozo, I y Postigo, Y. (1999). “Desarrollo Sicológico y Educación”. Ed Alianza.
Madrid
Rodríguez Lestegás, F. (2003).”Los documentos cartográficos como ejerci-
cios-tipo para el control del conocimiento geográfico escolar”. Boletín de la Aso-
ciación de Geógrafos Españoles, 35, pp. 263-271. Disponible en http://dialnet.
unirioja.es.servlet/articulo?codigo751717
Trepat, Cristofol A. y Comes, Pilar (1998). “El tiempo y el espacio en la didáctica
de las ciencias sociales. Grao, Barcelona, España.
183
¿Cómo y para qué usamos los profesores
de Geografía las imágenes fotográficas?
“Es evidente que cada uno de nosotros se imagina con mayor facilidad y
más tenazmente como son los rinocerontes si han visto alguno, aunque solo
fuera una vez, o si por lo menos ha visto una imagen. Cuando nos faltan los
objetos, podemos servirnos de las imágenes que los representan, de mo-
delos o dibujos pensados esencialmente para la enseñanza”. (Comenius:
Orbis Pictus, 1658 en Enrique Llorente Cámara, 1999)
Introducción
184
celebración. En los últimos treinta años la dimensión visual se ha convertido
en el lenguaje preferido por los jóvenes, pero cabe preguntarse cómo y para
que lo usan. Por esto, los sistemas de educación no pueden quedarse atrás
o por fuera, y resulta necesario incorporar un uso didáctico de las imágenes
a la enseñanza. Pero un uso con finalidades y sentidos.
185
tica en general e inexistentes en la enseñanza de la Geografía nacional. Es
por eso que este trabajo puede constituir un aporte útil para la didáctica de
la disciplina.
¿Cuáles son los usos didácticos que se les da a las imágenes en los
libros de texto de Geografía?
¿Es posible identificar la coexistencia de diferentes funciones de las imá-
genes didácticas dentro de un mismo libro de texto?
¿Qué variables podrían considerarse para efectuar una tipología de las
finalidades?
¿Existe una carga valorativa e ideológica en la selección de imágenes,
así como en su utilización?
¿Cómo se articula esto con la editorialización por parte de las empresas
multinacionales?
¿Cómo identificar para determinadas concepciones de paisaje estrate-
gias didácticas diferenciadas?
186
docente-autor naturaliza el poder de imponer o sugerir posibilidades
de interpretación de la imagen.
• Predominan las imágenes acompañadas de una leyenda explicativa
que consiste en pequeños textos a modo de comentarios. La aso-
ciación texto e imagen parece ser sólida. Sin embargo a veces no
está bien articulada y cabe preguntarse si estos comentarios con-
dicionan lo que el estudiante puede ver o comprender. Barthes (en
Villagra 2012:4) se plantea:”… ¿cuál es la estructura significante de
la “ilustración”?¿Duplica acaso la imagen ciertas informaciones del
texto por un fenómeno de redundancia o bien es el texto el que añade
información inédita a la imagen?..”.
187
• cuando la misma constituye un recurso auxiliar en el texto y el uso di-
dáctico es decorativo o ilustrativo, pretendiendo observar y describir
paisajes o complementar el texto central de la página.
La alfabetización grafica o graphicacy tal como lo plantea Pozo, se usará
en este trabajo cuando se realice la observación, descripción, interpretación,
análisis y construcción de relatos del paisaje geográfico, dado que las fina-
lidades didácticas dependen de qué lugar paradigmático de la disciplina se
parte con respecto a los contenidos a enseñar.
Por lo tanto, este ensayo pretende también establecer una relación en-
tre la concepción de paisaje geográfico, las finalidades didácticas de los
recursos iconográficos y las estrategias de aprendizaje.
188
aprehensión y conceptualización de esa categoría. Detrás de estas con-
cepciones de paisaje tradicionales las finalidades de los recursos ico-
nográficos en los textos buscan incorporar la imagen como adorno, las
fotografías muestran aspectos relacionados con el texto, para reforzarlo
presentando información redundante y posibilitando una nueva oportuni-
dad para el aprendizaje.
Pero si bien la Geografía localiza y describe, también explica y compara
hechos y fenómenos productos de la relación sociedad-naturaleza.
Cuando las finalidades de la información grafica pretenden elaborar, es
decir, agregar nueva información que no está en el texto, o comparar, en
donde dos o más imágenes iconográficas aparecen a continuación para
que el lector las compare, nos encontramos con estrategias que promue-
ven los procesos de aprendizaje significativo. También es posible elaborar
inferencias, establecer analogías, elaboración conceptual y el uso de ca-
tegorías.
En general estas estrategias van de la mano con concepciones de
paisaje más actuales y acompasadas con nuevos paradigmas. En la dé-
cada de los setenta se generan importantes debates dentro de las Cien-
cias Sociales y en el caso de Geografía se la empieza a considerar como
ciencia de la organización del espacio, mirado tanto desde el punto de
vista cuantitativo, como desde el punto de vista de su rol social con una
concepción de la construcción social del espacio. También aparece la
mirada individual desde la perspectiva de la Geografía de la Percepción
o la Humanística.
Es posible asumir que esta concepción de paisaje necesariamente va
acompañada de recursos iconográficos que requieren estrategias de inter-
pretación, ilustrando los contenidos que resultan complejos con metáforas
visuales o con analogías.
Se busca indagar si determinadas concepciones de paisaje estimularían
diferentes estrategias de aprendizaje, seleccionando la imagen adecuada
para ilustrar las distintas concepciones o si existen contradicciones en estas
relaciones.
Una posible forma de comprender mejor estas relaciones entre la con-
cepción de paisaje geográfico, las finalidades didácticas de los recursos ico-
nográficos y las estrategias de aprendizaje, es a través del siguiente cuadro
sinóptico:
189
Distintas concepciones Finalidades Estrategias de
de paisaje didácticas de la aprendizaje
imagen con respecto
al texto
1-Paisaje producto de las Uso didáctico Memorísticas: observar,
interacciones naturales decorativo: para describir paisajes
determinantes de la adornar y reforzar el
sociedad. Paradigma texto
naturalista.
2- Paisaje producto de las
posibilidades que ofrecen
las interacciones naturales
a la sociedad. Paradigma
Posibilista
3- Paisaje visto como Uso didáctico Significativas: a través
diferentes maneras de operativo: de la exploración,
entender las relaciones para elaborar y interpretación, análisis y
que establecemos con construir el objeto de construcción del relato
el mundo. Paradigma enseñanza.
hermenéutico
4-Paisaje como resultado
de la apropiación del uso de
las distintas clases sociales.
Paradigma Crítico.
5-Paisaje vinculado al
sentir, producto de la
Geografía de la Percepción.
Un intento de tipologías
190
Se propone organizar las variables que los investigadores realizaron so-
bre las finalidades del uso de la imagen en un cuadro:
191
Reflexiones finales
Bibliografía
192
Díaz, F. y Hernández, G. (2010): Estrategias docentes para un aprendizaje signi-
ficativo. Una interpretación constructiva. México: Ed. Mc Graw Hill.
Domínguez, A. y Pesce, F. (2004): Enfoques paradigmáticas vinculadas a la en-
señanza de la Geografía. Revista ANPG, año XIX, Número 29. Montevideo
García Ballesteros, A. (1998): Métodos y técnicas cualitativas en Geografía
Social. Barcelona: Ed Oikos- Tau
Giacobbe, M. (1998): La Geografía científica en el aula. Tercer ciclo E.G.B. y Po-
limodal. Ed. Homo Sapiens, serie Educación. Rosario
Lässig, S. (2008): ¿Textos escolares de historia como medio de reconciliación?
Algunas observaciones sobre textos bilaterales e “historias comunes” (p.10-11)
En: Seminario internacional sobre textos escolares de Historia y Ciencias Socia-
les, Ministerio de Educación, Santiago de Chile.
Llorente, E. (1999): Imágenes en la Enseñanza. Revista Psicodidáctica. Nº 009.
Universidad del País Vasco, España
Marqués Graells, P. (1996): Metodologías de Investigación. Modelo para el
diseño de una investigación educativa: “A propósito del uso didáctico de un pro-
grama multimedia en el aula”. España: Ed. DIM
Moreno, A y Marrón, M. (1996) “Enseñar Geografía: De la Teoría a la Práctica.”
Ed. Síntesis. Madrid, España
Pagès J. (2008): “Los libros de texto de ciencias sociales, geografía e historia y
el desarrollo de competencias ciudadanas”. (p. 24 a 57). En: Seminario inter-
nacional sobre textos escolares de Historia y Ciencias Sociales, Ministerio de
Educación, Santiago de Chile.
Pirola da Conceição, J (2008): “Brasil en Latinoamérica: La imagen de Brasil
en manuales escolares de historia”. (p. 391-407) En: Seminario internacional
sobre textos escolares de Historia y Ciencias Sociales, Ministerio de Educación,
Santiago de Chile.
Pozo, I. Monereo, C. (2000): “El aprendizaje estratégico”. Ed. Aula XXI, Santi-
llana. Madrid
Pozo, I y Postigo, Y. (1999). “Desarrollo Sicológico y Educación”. Ed Alianza.
Madrid
Ramírez, B. (2006) “La identidad profesional desde la profesión y profesionaliza-
ción de los docentes de educación media superior” Perspectivas docentes N°
36. México
Rodríguez Gómez, G. y otros (1999): Metodología de la Investigación Cualitati-
va. Málaga: Ed. Aljibe.
Romero, L. (2008): La idea de nación en los libros de texto de historia argentinos
del siglo XX. Seminario internacional sobre textos escolares de Historia y Cien-
cias Sociales (p. 24-57). En: Ministerio de Educación, Santiago de Chile.
Sanjurjo, L (2002): La formación práctica de los docentes. Reflexión y acción en
el aula. Rosario: Homo Sapiens Ediciones
193
Webgrafia
194
“Ambientalizando” uno de los textos
del currículum escolar
Introducción
195
gicamente responsable, a partir de una educación que esté dirigida al “logro
de un desarrollo culturalmente plural, socialmente justo y ecológicamente
sostenible, que supere las posiciones antropocéntricas clásicas y que esté
orientada a la búsqueda de modelos más comprensivos e inteligentes de
interacción con los ecosistemas” (Quiva y Vera, 2010:385). Además, esto
conlleva a un verdadero cambio de modelos, que implicaría una transforma-
ción de “[…] las actitudes, estilos de vida, patrones de participación social,
y concepciones sobre los instrumentos sociales y sobre las formas de hacer
política” (ibídem). Con todo lo expuesto, estaríamos promoviendo una ver-
dadera alfabetización ambiental. En este marco, poseer un conocimiento de
los problemas ambientales es una condición necesaria pero no suficiente,
debido a que también deben adquirirse las destrezas y habilidades necesa-
rias para la gestión y búsqueda de alternativas, que permitan atender dichas
problemáticas. Es decir, se promueve una participación ciudadana integral
y activa.
Sauvé (1999) planteó la necesidad de una alternativa educativa para un
proyecto reconstructivo: la educación para el desarrollo de sociedades res-
ponsables. Esta propuesta, que está sustentada en dos fuentes: el Tratado
de las Organizaciones no Gubernamentales (Consejo de la Tierra, 1993) y la
propuesta de la Fondation pour le progrès de l’Homme (FPH, 1997) titulada:
“Por un mundo responsable y solidario”, adopta una ética de la responsabi-
lidad y aborda uno de los aspectos clave en la actual crisis: la ruptura entre
el ser humano y la naturaleza. En este nuevo marco, la educación ambiental
forma parte de lo que se conoce como educación para la responsabilidad
global. Sobre esto, planteó que es importante distinguir entre dos significa-
dos sobre lo que implica la responsabilidad:
196
Hacia una “ambientalización” de los contenidos geográficos
197
mundo (en general) y a nuestro continente (en particular), sobre todo, en re-
lación con los fenómenos de dependencia, marginalidad, violencia, injusticia,
etc. Todo esto, permitiría mostrar al Espacio Geográfico como un espacio de
desigualdades, conflictos, tensiones, etc. En otras palabras, y empleando
palabras del autor, habilitaría a mostrarlo como un espacio deteriorado y
fuertemente centralizado. Desde esta perspectiva, se plantea la necesidad
de dar un vuelco en la enseñanza de la geografía, pasando de una ense-
ñanza descriptiva, enumerativa, enciclopédica y descontextualizada con las
problemáticas reales de la comunidad, en donde prima la promoción de lo
memorístico y repetitivo, a una enseñanza que deje al desnudo cuestiones
como la dependencia y la sumisión, las graves problemáticas socioterritoria-
les, las rápidas transformaciones territoriales, entre otras. Además, debería
estructurarse una enseñanza de la Geografía que promueva la reflexión y un
verdadero compromiso hacia lo ambiental. El autor agregó que es necesa-
rio, entonces, romper con esa concepción de naturaleza como una entidad
separada de las sociedades (en donde cobra sentido el enunciado relación
sociedad-naturaleza) y adoptar una concepción que entienda que los seres
humanos somos parte de esa naturaleza.
Domínguez (2011) explicó que en las últimas décadas se ha producido,
en los sistemas de educación formal de la región, la incorporación de con-
tenidos relacionados con la ecología, situación que ha dado lugar a pen-
sar que se estaban implementando temáticas vinculadas con la educación
ambiental. Agregó que muchas veces estos temas ni siquiera tenían que
ver con contenidos desprendidos del terreno de la ecología, como disciplina
científica. Señaló que en los últimos años se han incorporado otras temáti-
cas bajo la bandera de la educación ambiental, que están muy lejos de serlo.
En esta cuestión, aclaró que son los docentes lo que, en muchas ocasiones,
no logran distinguir los temas vinculados con la ecología (abordaje que se
centra en la relación de los seres vivos con su ambiente, dejando de lado a
los seres humanos) de los temas de corte ambiental (abordados desde una
mirada más integral, integrando las relaciones sociales, culturales, econó-
micas y políticas que inciden en las transformaciones de la naturaleza). Esta
situación, colaboró (y colabora) en la confusión que se generó (y se gene-
ra) con relación a lo que implica verdaderamente la educación ambiental,
condición que, en realidad, se produjo por los lineamientos confusos que
se delimitaron desde la academia y, en muchos casos, por los discursos de
los representantes políticos y económicos y los mass media. Todo esto, sin
duda, condicionó un alto grado de desinformación. En este escenario, Do-
mínguez subrayó que esta situación se viene ajustando, debido al uso cada
198
vez más preciso del lenguaje desde el ámbito académico y desde diversas
organizaciones: ambientalistas, campesinas, de género, entre otras. Afirmó
que es el pensamiento simplificador que heredamos en relación a los conte-
nidos y abordajes en el terreno de la educación ambiental lo que influye en
las contradicciones y confusiones que se han producido:
199
va la formación de una democracia ambiental: una educación que habilite
espacios para que los ciudadanos y las ciudadanas se apropien de los co-
nocimientos, actitudes y procedimientos necesarios para lograr aprehender
la realidad ambiental de una manera compleja y multidimensional. Para ello,
es necesaria la incorporación de categorías de análisis que permitan lograr
esa aprehensión compleja y multidimensional de la realidad ambiental: terri-
torio, injusticia ambiental y bienes comunes. Otro aspecto, es la necesaria
identificación y promoción de responsabilidades ambientales diferenciadas,
cuestión que intenta poner en evidencia las distintas responsabilidades que
existen en cuanto a los efectos producidos en los ambientes. Esta cuestión,
queda plasmada en la utilización, por ejemplo, de la categoría: (in)justicia
climática.
Título I:
¿Cambio climático o crisis climática?
200
Subtítulos:
• La Tierra está emitiendo un S.O.S.
• Algunas repercusiones de esta crisis climática
• No todos aportamos igual a esta crisis
• ¡Alerta! Cuando la temperatura aumente 4º C
• Conociendo a los más y menos vulnerables en esta crisis climática
• ¿Estamos yendo hacia la sexta extinción de especies en el planeta?
• ¡Qué los endeudados climáticos paguen!
• ¿Cómo se saldaría esa deuda climática?
A partir de este momento, se presentan los materiales y sus comenta-
rios. Luego de un relato introductorio, se introduce un segundo relato (texto
escrito central), que está acompañado por dos textos fotográficos y un texto
escrito secundario (“sabías que...”), que tienen como cometido poner en si-
tuación a las y los estudiantes con la temática específica. A continuación se
exhiben los recursos mencionados:
Ese día el maestro halló en la carpeta una pista para tratar de atrapar la
atención de todos sus estudiantes: el gusto por completar álbumes de
figuritas y el interés por libros con datos curiosos. Entonces, recordó la
imagen de los chicos consultando en varias ocasiones el Libro Guinness
de los Récords. Así que decidió que les propondría armar un álbum so-
bre datos extremos e imágenes impactantes de las repercusiones del
cambio climático y, también, sobre las problemáticas derivadas de los
sismos y los volcanes.
Al otro día, José utilizó una publicidad para comenzar el tema. Al proyec-
tarla en la pared, todos se sintieron conmovidos, aunque las sensacio-
nes fueron diferentes. José les dio unos minutos para que la observaran
y trataran de explicarla.
201
En la puesta en común, Francisco planteó que la imagen intentaba mos-
trar el pedido de ayuda del planeta frente al aumento del nivel del mar.
Leticia –que compartió esa idea– agregó el problema del calentamiento
global. De modo que José aprovechó para aportar un dato bastante alar-
mante: existen superficies, como la de las Islas Maldivas, en el océano
Índico, donde el punto más alto está a solo 2,3 m de altitud, y donde
cerca del 80% de las tierras del archipiélago está a menos de un metro
por encima del nivel del mar, o sea que pueden llegar a desaparecer bajo
el agua.
Sabias que…
El gobierno de las islas Maldivas quiere comprar tierras, por si los habi-
tantes del archipiélago se vieran obligados a desplazarse, a causa de
un aumento del nivel del océano, provocado por el calentamiento global.
Los posibles lugares de migración son Australia, Sri Lanka o la India.
202
permitirá, junto a otras cuestiones, colaborar en la formación de ciudadanas
y ciudadanos conscientes de su lugar en el territorio y verdaderos agentes
de transformación ambiental. Es la oportunidad para mencionar que se rea-
lizó la selección de los temas del Programa Escolar a partir de dos principios
fundamentales en la selección de contenidos: el de significatividad y el de
relevancia, en el entendido de la promoción de una sociedad más solidaria
y equitativa a largo plazo, es decir, y como señaló Araya (2009), en pos del
fomento de una sociedad sustentable. A continuación se exponen las fuen-
tes mencionadas.
203
porcionó la mamá de Leticia. Antes de hacerlo público, se lo mostrarían
a José para que lo aprobara.
Primero escribieron un título con enormes letras rojas: “La Tierra está
que arde”. Luego, anotaron que en los últimos ciento cincuenta años se
ha producido un aumento de la temperatura promedio de la superficie
de nuestro planeta (entre 0,6º C y 0,7º C), lo que ha dado lugar al deno-
minado calentamiento global. También señalaron que la principal causa
de ese fenómeno es el progresivo aumento del efecto invernadero de la
atmósfera, por la presencia de ciertos gases, como el dióxido de carbono
(CO2). Además, extrajeron de un informe el siguiente dato, que los dejó
verdaderamente preocupados: “Los países industrializados producen la
mayoría de los gases causantes del efecto invernadero, que ha aumen-
tado un 75 % desde 1970. Por ejemplo, aunque Estados Unidos solo
constituye el 5 % de la población mundial, genera el 22 % del dióxido de
carbono mundial. Y China es el país número uno en emisión de gases
contaminantes, con un 31 por ciento”.
204
La fuente a la que se recurrió para realizar la configuración conceptual de
los relatos, corresponde a Achkar, Domínguez y Galli (2010), incorporada en
las referencias bibliográficas del propio manual. A continuación, se exhiben
los materiales comentados.
205
Muy interesado en el tema, Francisco preguntó:
–¿Cómo se paga esa deuda climática?
José le respondió que esa deuda estará saldada cuando los países im-
plicados cumplan con una serie de acciones; por ejemplo, reconocer los
daños causados; reducir urgentemente sus emisiones contaminantes y
transferir dinero a los países empobrecidos (pero no como préstamos,
ni tampoco como créditos), para que puedan sobrellevar la crisis climáti-
ca y adaptarse a ella. También, deberían enviar tecnologías –limpias– a
esos países, para que las actividades productivas que desarrollen no
afecten el ambiente en forma negativa.
–¿Y esos países responsables están pagando su deuda? –preguntó iró-
nicamente Leticia –conociendo de antemano la respuesta.
–Según lo que he leído, los países más endeudados climáticamente no
están adoptando las medidas que deberían tomar para saldarla –contes-
tó el maestro.
–Lo suponía –comentó Leticia
Figura 4
Actividades de página:
Imagina que tienes la posibilidad de enviar una carta que será leída en
una cumbre mundial sobre La Crisis Climática Global. ¿Qué escribirías,
206
para solicitar a los países endeudados climáticamente que paguen su
deuda?
Figura 5 Figura 6
207
En esta oportunidad, compartimos contigo un mapa que fue elaborado
en 2009 a partir de los datos de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL). En éste, se representaron los patrones de
cambio climático (o –como preferimos decir en este libro– de la crisis
climática) en esta región del planeta.
208
Palabras prestadas por...
Figura 1: http://adsoftheworld.com/files/images/GREENKOREAHAND.jpg
Figura 2: http://www.alertadigital.com/wp-content/uploads/2011/10/maldivas.jpg
Figura 3: Mapa que aparece en “El Atlas del medio ambiente. Amenazas y solucio-
nes” del Le monde Diplomatique, p. 23.
Figura 4: http://www.quiendebeaquien.org/IMG/jpg_4205761391_3f77cf38a4.jpg
Figura 5: http://farm4.static.flickr.com/3469/3383626844_6969e408fe.jpg
Figura 6: http://www.behance.net/gallery/Global-Warming-PSA-Project/253771
Figura 7: http://www.pnuma.org/geo/geoalc3/MAPAS%20EN%20JPG%20ESPANO
L/MAPA%201.1.jpg
209
Arroyo Pantanoso: otro territorio es posible,
si todos nos involucramos.
Una propuesta de Enseñanza desde la Educación Ambiental.
Introducción
210
Contextualización en tiempo y espacio
211
El contexto territorial, de donde provienen los alumnos que concurren
al Liceo No. 24, se ubica en la cuenca del Arroyo Pantanoso, en su curso
medio, por ello este será el territorio de análisis.
La cuenca del Arroyo Pantanoso, tiene una superficie de 67,2 km2, nace
en la Cuchilla Pereira en el NW del Departamento de Montevideo y desem-
boca en la Bahía de Montevideo, sus principales afluentes son las cañadas:
Lecoq, Bellaca y Jesús María. Dentro de la cuenca seleccionamos el territo-
rio de la cuenca media - baja, la cual está delimitada por el Camino Bajo de
la Petisa al Oeste, al NO Camino Tomkinson y al NE la Avenida Luis Batlle
Berres.
En este territorio, a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha expresado
un constante crecimiento urbano, cuya matriz urbana está en permanente
expansión; careciendo muchas veces de un ordenamiento territorial. Ésta
extensión del espacio de la ciudad, interfiere con el lento drenaje de las
aguas de escorrentía debido al relleno de predios dentro de la cuenca del
arroyo y a las modificaciones del cauce. La calidad del agua se ha visto
deteriorada, por los aportes de los efluentes industriales, domésticos y resi-
duos sólidos; ya que se han instalado en la cuenca curtiembres, aceiteras,
Conaprole, y UTE, entre otras.
Este crecimiento urbano conlleva a que la población se asiente en terri-
torios vulnerables a los riesgos ambientales, como las inundaciones, la con-
taminación industrial y los basurales, entre otros, careciendo así de servicios
básicos.
En cuanto al contexto institucional, los alumnos que concurren a este
centro educativo, provienen de familias que se dedican a empleos públicos
-predominando los policías- familias obreras y otras que se dedican a em-
pleos no formales – vendedores ambulantes, empleadas domésticas, ferian-
tes, changadores, etc.- que conviven con familias rurales que se dedican a
la agricultura periurbana; en general los ingresos son medio-bajos, también
se destaca un alto índice de desocupación, sobretodo del género femenino.
En general el contexto socio- cultural - familiar es descendido, lo que puede
incidir en rendimientos académicos medio – bajos y en un alto índice de
deserción.
La Institución educativa, atiende a una matrícula que se ha incrementa-
do desde la década de los 90’s y continúa en aumento debido a las nuevas
políticas públicas sociales: asignación familiar, el pago del boleto estudiantil,
el plan de equidad, políticas de inclusión educativa, por parte del CES, entre
otras. La mayoría de los alumnos se encuentran en situaciones de pobreza,
como sostiene Tenti Fanfani (2007: 337) provienen de
212
“sectores socialmente excluidos como consecuencia de las transforma-
ciones en los modos de producción, la concentración de los sistemas de
distribución de la riqueza y de las inéditas facetas de la cuestión social con-
temporánea”; desde el punto de vista socio familiar, implican que los padres
reflejan escasa posibilidad de estabilidad laboral y emocional que se ob-
serva en familias poco constituidas, mono parentales, con un alto índice de
divorcios y familias extendidas.
Estos adolescentes, se desarrollan en ambientes vulnerables a las insta-
laciones de grandes equipamientos urbanos, contaminación industrial, can-
teras, pérdida del espacio rural y sometidos a un flujo migratorio constante
proveniente en su mayoría del interior del país, lo que ha conllevado a la fal-
ta de identidad o pérdida de la misma, y la escasa valoración de los bienes
naturales, en este caso: el hídrico.
213
Estas nuevas categorías de análisis, permiten repensar la relación con
la naturaleza, considerando las interrelaciones que se manifiestan en el te-
traedro de la sustentabilidad, las cuales implican diversas manifestaciones
según el territorio y los actores que intervienen en él.
Entonces, el territorio de la Cuenca del Arroyo Pantanoso, en su trans-
curso por el Barrio Paso de la Arena, se convierte en nuestra escala de
análisis local, para luego transitar por la multiescalaridad.
En este territorio, viven 23.012 personas (Censo 2011), siendo uno de
los barrios de la ciudad de Montevideo, de mayor crecimiento demográfico y
donde el 24% de la población se encuentra en la franja etaria de 6 a 19 años
y entre 600 y 1000 familias viven en asentamientos irregulares.
Este territorio de la cuenca del Arroyo Pantanoso, lo consideramos como
menciona Bozzano (2007:85) un territorio de borde siendo “aquellos ámbi-
tos donde los efectos de la aglomeración urbana se reducen o son menos
evidentes, particularidad que no implica necesariamente la disminución gra-
dual en la intensidad de la ocupación residencial […], los bordes pueden
considerarse “límites duros”. Suelen ser abruptos y de condiciones de per-
manencia remarcables en su afectación; los casos más frecuentes son gran-
des equipamientos, ciertas redes de comunicación vial o ferroviaria, áreas
inundables y los ámbitos hortícolas consolidados[…]. En otros ámbitos los
bordes están sujetos a transformaciones territoriales más dinámicas, son
“límites blandos”, más permeables a nuevos fraccionamientos urbanos o al
asentamiento ilegal de la población”; en este territorio de borde se destacan
tres ámbitos de transformación: el urbano- residencial, la producción horti-
frutícola intensiva y grandes equipamientos urbanos e industriales, en este
último caso conviven nuevas y viejas infraestructuras, algunas de ellas en
desuso.
Estas características del territorio, nos permiten munirnos de un conjunto
de contenidos específicos que son transversales a los contenidos progra-
máticos de Geografía en 1er. Año de Ciclo Básico y de otras asignaturas
como Biología, Historia y Expresión Visual. Lo que implica, que desde los
espacios de Coordinación de Centro, se puedan crear instancias para el
aprendizaje colectivo entre los docentes, para luego ser transferidas al aula;
por ello se selecciona un caso particular concreto y de conocimiento de to-
dos los involucrados- alumnos, docentes, padres y resto de la comunidad
educativa- , por lo tanto, el tema no será solo abordado desde “la validación
del conocimiento científico sino que se va reconociendo la importancia de
los aportes realizados desde los saberes de diferentes comunidades que
conocen las limitaciones y fragmentaciones de sus ambientes y territorios”
214
, , ya que a través de una cabal integración de saberes,
se pueden contextualizar los problemas ambientales en tiempo y espacio y
buscar alternativas.
El desafío, es profundizar ese conocimiento más allá de la simple obser-
vación paisajística que nos brinda. Al momento de elaborar esta propuesta
con su consiguiente secuencia de enseñanza, es necesario precisar con-
ceptos, metodologías y estrategias de enseñanza, para invitar al debate y
propiciar nuevas lecturas territoriales y ambientales. La estrategia de en-
señanza, para el abordaje, es el estudio de caso, debido a que “como ma-
terial narrativo singular, acotado y referido a una escena socio- ambiental
determinada donde se relacionan la vida social, económica y política con la
dinámica ambiental de un cierto lugar y en un momento histórico” (Gurevich,
2011:226).
Antecedentes existentes
considerados para la propuesta de enseñanza.
215
La educación, tiene fines que no son neutros y que responden a inten-
cionalidades vinculadas con las políticas por las cuales transita la misma,
posee finalidades formativas que responden a proyectos que se definen a
partir de tensiones sociales, como viene sucediendo en los últimos tiempos
en nuestro territorio; por eso la educación ambiental y su complejo campo
educativo se ubica dentro del entramado de “prácticas educativas ambien-
tales” que suponen una comunicación intencional para “trascender la mera
información para convertirla en educación en el marco de los nuevos para-
digmas, para facilitar la apropiación de conocimientos, actitudes y procedi-
mientos que permiten aprehender la realidad de manera compleja y multidi-
mensional” (Domínguez, 2010:64).
En el campo educativo formal, la educación ambiental debe tener su
lugar a través de la enseñanza de la Geografía, lo que conlleva cambios
en los contenidos curriculares y en los docentes, “en lo que refiere a las
prácticas educativas que se vinculan a los aspectos metodológicos, como la
necesidad de integrar en las clases información proveniente desde diversas
disciplinas lo que asegura una formación más adecuada, debe asegurarse
que las lecturas que se realicen no sean lineales, sino que los abordajes de-
ben realizarse en espiral, utilizando los tiempos desde la complejidad y los
territorios desde múltiples escalas analíticas” (Domínguez, 2010:63). Estos
cambios metodológicos deben transvasar la frontera del aula y permear a la
comunidad educativa, para que el discurso educativo permita educar ciuda-
danos ambientalmente críticos con su territorio y constructores de escena-
rios sustentables y no forjar ciudadanos útiles al actual modelo económico.
Lo que antecede confirma que dentro de Educación Secundaria Media
Básica, no están insertas las bases curriculares para la Educación Ambien-
tal, por lo tanto es necesario ir introduciendo desde la Geografía cuestiones
ambientales a escala local que formen ciudadanos partícipes y gestores de
su propio territorio. Como profesores de Geografía, para llevar adelante los
principios de la EA, que tiendan al desarrollo sustentable, “la incorporación,
apropiación y práctica curricular de lo ambiental exige la fusión de aristas;
la primera de ellas, el conocimiento, reconocimiento y adopción epistemo-
lógica. Los contenidos ambientales que se enseñen deben tener la debida
vigencia epistemológica. En el segundo lugar deben tener la necesaria vali-
dez didáctica y ello se logra a partir de la debida contextualización espacial
y temporal de los contenidos a enseñar, para evitar las divergencias entre
los abordajes que se realizan en el aula y las realidades que ocurren en el
ambiente de la comunidad educativa. Y por último, la debida precisión de
la escala de abordaje de la temática ambiental, que puede ser local, regio-
216
nal, nacional, global con lógicas territoriales que se yuxtaponen en estos
momentos de globalización del capital, y la información. La construcción de
objetos de enseñanza para abordar la temática ambiental en el aula requiere
de la selección, jerarquización y secuenciación de contenidos que cumplan
una doble condición: vigencia epistemológica y validez didáctica” (Achkar, et
al. 2007:27).
Por ello la propuesta de enseñanza se basa en el territorio de la cuenca
hidrográfica del Arroyo Pantanoso, donde la Intendencia de Montevideo- IM-,
la UdelaR, MVOTMA y las ONG’ s, entre otras, son las entidades político-
administrativas y educativas que han elaborado análisis y proyectos am-
bientales acerca de este territorio. Todas han elaborado informes sobre el
estado de las cuencas hidrográficas del AMM, de la calidad de las aguas,
de las fuentes de contaminación, de los residuos sólidos y de la ocupación
urbana; coinciden en lo que respecta a las condiciones ambientales del Arro-
yo Pantanoso que presentan un deterioro de su calidad ambiental, debido
a las descargas de aguas residuales de origen doméstico e industrial, a la
disposición de residuos sólidos, a la expansión de la matriz urbana y a la
instalación de grandes equipamientos urbanos tales como playas de con-
tenedores, centros de logística, talleres automotrices, accesos de las Ruta
1 y 5 y su interconexión. Los informes apuntan a mejorar la participación y
calidad socio ambiental; pero estos no se permean hacia los centros educa-
tivos y la comunidad.
A pesar de que los discursos apuntan al desarrollo sustentable como “a
una fórmula mágica que mejora la calidad de vida” (Achkar 2005:3), olvidan
que la construcción de escenarios sustentables implica la complejidad de
las relaciones entre las dimensiones físico- biológica, social - económica
y política – institucional. Tener como centro de las políticas el desarrollo
sustentable implica crear marcos regulatorios para la planificación y gestión
territorial. En los últimos años, se han logrado crear marcos regulatorios,
como son la ley No. 18.610 Política Nacional de Aguas, de octubre de 2009
y la ley Nº 18.308 de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, de
junio de 2008.
La primera es consecuencia de un plebiscito en 2004, que aprobó la
modificación al Art 47 de la Constitución de la República, que versa “los ciu-
dadanos participarán en todas las instancias de planificación, gestión y con-
trol de los recursos hídricos, siendo las cuencas hidrográficas las unidades
territoriales operativas para gestión sustentable”. A partir de este artículo
se establecen los principios rectores de Política Nacional de Aguas y esta-
bleciendo en el artículo 2º “todos los habitantes tienen derecho al acceso al
217
agua potable y al saneamiento. El Estado actuará propendiendo el efectivo
ejercicio de tales derechos” y por primera vez se establece, que el agua
es un recurso natural esencial para la vida y que es un derecho humano
fundamental” (Art.3); “comprendiendo la gestión de los recursos hídricos,
así como los servicios y usos vinculados al agua” (Art.5), de esta forma se
preserva un bien de la naturaleza fuera de la mercantilización global y de los
intereses foráneos.
La ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, expresada en
el Art. 3º “el ordenamiento territorial es el conjunto de acciones transversales
del Estado que tienen por finalidad mantener y mejorar la calidad de vida de
la población, la integración social en el territorio y el uso y aprovechamiento
ambientalmente sustentable y democrático de los recursos naturales y cul-
turales. Tiene una función pública que se ejerce a través de un sistema in-
tegrado de directrices, programas, planes y actuaciones de las instituciones
del Estado con competencia a fin de organizar el uso del territorio y por ello
debe generar instrumentos de promoción y regulación de las actuaciones y
procesos de ocupación, transformación y uso del territorio” ; queda así defi-
nido que el uso del suelo y su ocupación derivará de los que dispongan los
instrumentos de OT y no de la voluntad de las individualidades, ya que se
pretende minimizar los deterioros y conflictos por el uso del suelo y para ello
es necesario que el Estado asuma la regulación democrática de las trans-
formaciones territoriales.
Esta regulación se afirma en el Art. 4º, donde se definen las “estrategias
de desarrollo sostenible, uso y manejo del territorio en función de objetivos
sociales, económicos, urbanísticos y ecológicos, a través de la planifica-
ción”. En este artículo, además, se explicita que la gestión de los territorios
desde el desarrollo local, debe involucrar la participación de los ciudada-
nos; ésta se refuerza en los Art. 6º y 7º , los cuales explicitan los derechos
y deberes territoriales de las personas, otorgando así el derecho a la partici-
pación en el OT y “al uso común y general de los redes viales, circulaciones
peatonales, ribera de los cursos de agua, zonas libres y de recreo- todas
ellas públicas- ..” y los deberes de respetar el OT, “proteger el medio am-
biente, los recursos naturales y el patrimonio cultural y de conservar y usar
cuidadosamente los espacios y bienes, públicos y territoriales”.
Los antecedentes presentados acerca de la evolución y situación de la
EA en general y en particular en nuestro territorio, así como los informes
acerca de la cuenca hidrográfica del Arroyo Pantanoso y las normativas vi-
gentes, Política Nacional de Aguas y Ley de OT y DS, serán insumos para
desarrollar en la propuesta de enseñanza con la finalidad de reflexionar y
218
comprender el territorio en que viven los alumnos así ir introduciéndoles en
formas de participación ciudadana.
Propuesta de Enseñanza.
Objetivos generales.
219
Estrategias de enseñanza-aprendizaje
220
La ocupación urbana en ambientes vulnerables, implica riesgos ambien-
tales, donde los alumnos se ven afectados y que como futuros ciudadanos,
deben reconocer para ser participes y gestores, en pos de la sustentabilidad
del territorio.
El análisis del territorio desde lo multidisciplinario, permite promover las
potencialidades y vulnerabilidades de los territorios. Comprometer e involu-
crar a toda la comunidad educativa es el desafío que nos planteamos.
Es así que las estrategias de enseñanza- aprendizaje presentadas se-
rán:
a. trabajo de campo, lo que implica la observación e interpretación in
situ del curso hídrico que integra la cuenca hidrográfica a abordar
como categoría de análisis.
b. La lectura de un texto cartográfico, para localizar, junto a las imáge-
nes satelitales, la cuenca hidrográfica del Arroyo Pantanoso e identi-
ficar contenidos tales como macrocuenca, subcuenca, microcuenca.
c. Uso de la herramienta informática a través de la XO.
d. Trabajo multidisciplinario con Historia, Ciencias Físicas, Idioma Es-
pañol, Educación Visual y plástica.
e. Elaboración de un relato.
f. Decodificación y construcción de textos cartográficos. g- Elaboración
de maquetas
g. Exposición -taller, presentando a la comunidad: “Otro Territorio es po-
sible. Cuenca del Arroyo Pantanoso”.
221
Desarrollo y fundamentación
de la secuencia didáctica
222
eléctrico y redes viales y el suelo urbano no consolidado cuando existe un
mínimo de infraestructura o aquellas áreas degradadas o en desuso. El uso
del suelo suburbano (Art.33) “constituido por enclaves con usos, actividades
e instalaciones de tipo urbano o zonas en que éstas predominen, dispersos
en el territorio o contiguos a los centros poblados, según lo establezcan los
instrumentos de ordenamiento territorial. Son instalaciones y construcciones
propias de suelo categoría suburbana las: habitacionales, turísticas, resi-
denciales, deportivas, recreativas, industriales, de servicio, logística o simi-
lares”. Por último se define el uso del suelo potencialmente transformarle en
el Art. 34º. El ordenamiento del territorio, implica hacer compatibles los usos
del suelo en las cuencas hidrográficas, ya que éstas pasan a constituirse en
las unidades territoriales de planificación y gestión.
De acuerdo a esta categorización y considerando según Bozzano (2007)
al territorio de análisis como un “territorio de borde blando”, podemos ubicar
en la cuenca media- baja del Arroyo Pantanoso, todos las categorías del
suelo, pero se destacan la suburbana y la transformable.
Este abordaje conlleva a la descripción y explicación desde la susten-
tabilidad, la cual “reconoce las conexiones entre la política económica y la
política del medio ambiente e insiste en la integración de las dos, dentro de
un amplio contexto socio-económico y ambiental” (Domínguez, 2005:3).
La construcción de territorios sustentables, desde el desarrollo local,
implica considerar todas las dimensiones físico- biológico, socio- cultural,
científico- tecnológica, organizacional y política- institucional, desde el “pa-
radigma de la complejidad”, respetando los ritmos de regeneración de la
naturaleza y el acceso equitativo de los recursos y a la producción de ali-
mentos sanos y permitiendo a los productores residir en sus territorios de
vida y producción y el establecimiento con los consumidores de relaciones
de confianza mutuas” (Domínguez, 2005:12), generando así el acceso a ca-
lidad de vida de toda la población y la sustentabilidad del sistema mundo.
Los autores Achkar y Domínguez (2005) consideran que este desarrollo
es multidimensional, integrado por las dimensiones físico- biológica, la so-
cial- económica, científico-tecnológica y política. La primera considera aque-
llos aspectos que tienen que “ver con preservar y potenciar la diversidad y
complejidad de los ecosistemas, su productividad, los ciclos naturales y la
biodiversidad”; en este vértice del tetraedro de la sustentabilidad debe intro-
ducirse el concepto del agua como bien natural, el cual se enmarca en la
categoría de análisis de bienes comunes.
Entonces, el agua es un bien común fundamental, para el desarrollo de
la vida e importante para diversos procesos naturales dentro de la dinámica
223
del ciclo hidrológico; entendido como los desplazamientos, intercambios y
almacenamiento de aguas en la superficie terrestre. Este bien natural, es
un derecho humano y vital para las actividades socio- productivas por ello
“el acceso a las fuentes de agua dulce y el control de la gestión constituyen
objetivos estratégicos para los centros de poder, para las empresas transna-
cionales y también para los movimientos sociales. Es así que se establecen
nuevas relaciones entre las poblaciones locales y las instituciones estatales,
entre los Estados, los organismos supranacionales y las empresas trans-
nacionales” (Ackhar, 2008:15). Estos últimos actores, son los protagonistas
del desarrollo agroindustrial, de la industria minera que contamina cuen-
cas y territorios, de la transnacionalización de la industria hidroeléctrica, de
los servicios sanitarios y de la expansión sostenida de los centros urbanos
que hacen un uso intensivo de los recursos hídricos. La utilización de los
recursos hídricos, de esta forma, implica la degradación del agua, de los
ecosistemas y la contaminación bioquímica y se agregan las consecuencias
provocadas por la crisis climática que esta “modificando la disponibilidad del
agua superficial, la humedad de los suelos y la alimentación de las napas
subterráneas” (Gresh, 2009:26).
Sin duda, en el abordaje del ciclo hidrológico, se hace necesario el tra-
bajo coordinado con Biología acerca de las interacciones en el ecosistema
de la microcuenca y de la pérdida y recuperación de la biodiversidad, así
como también con Ciencias Físicas, en lo referente a la clasificación de los
agentes contaminantes, en su origen físico o químico.
Entonces, el agua, se transforma en un bien escaso y en “riesgo cre-
ciente para la vida de las personas y las comunidades ya que han alterado
significativamente la dinámica de los ciclos hidrológicos” (Achkar, 2008:9),
es necesario repensar la gestión de los recursos hídricos, desde la concep-
ción de cuenca hidrográfica, entendida como un sistema natural, con límites
precisos definidos por la divisoria de aguas, es también un sistema abierto
que implica intercambios de materia, energía e información con su entorno
y/o con otros sistemas, es también un sistema de interacciones complejas.
La cuenca hidrográfica es la segunda categoría de análisis a abordar,
fundamentada en la valoración y el manejo integrado de las cuencas. Para
llevar a cabo el manejo sustentable de las cuencas hidrográficas, conside-
radas como territorios y categoría de análisis, se deben pensar desde la
multiescalaridad la macrocuenca del Arroyo Pantanoso, la subcuenca me-
dia- baja, la microcuenca en su paso por el Paso de la Arena y los ecosiste-
mas de esta última en particular, ya que cada unidad territorial contiene una
determinada estructura y funcionalidad, e identificar las zonas de vulnerabi-
224
lidad.
Otro de los vértices del tetraedro de la sustentabilidad es la dimensión
socio- económica la cual
“considera la equidad en el acceso de los bienes de la naturaleza nece-
sarios para el desarrollo de la vida, tanto en términos intergeneracionales
como intrageneracionales, entre géneros y entre culturas, entre grupos y
clases sociales y también a escala del individuo; lo que incluye todas las
actividades de producción, distribución y consumo de bienes y servicios;
todos ellos atravesados por la dimensión científica- tecnológica que es la
capacidad de generar innovaciones en éste ámbito y la adecuación de las
necesidades locales o nacionales (problemáticas que incorporan aspectos
sociales, económicos, políticos, ambientales y territoriales) para conocer
mejor las potencialidades de los recursos naturales así como tender a la
generación de tecnologías apropiadas y apropiables por parte de las comu-
nidades es una de las condiciones que incidirá en avanzar en el camino de
la sustentabilidad” (Ackhar y Domínguez 2005).
Para llevar adelante, en el aula, el análisis de esta dimensión, se desta-
cará el rol que tiene el eje Ruta 1 y la Avenida Luis Batlle Berres en la insta-
lación de los nuevos equipamientos urbanos, en los procesos de expansión
de la matriz urbana, en la pérdida de las configuraciones rurales sobre la
cuenca y sus vulnerabilidades; la necesidad de reubicación o regulación de
los asentamientos de población y de sus necesidades de servicios. En esta
instancia es donde realizarán trabajos coordinados con Historia, acerca de
los cambios y configuraciones territoriales en el tiempo y el espacio, cen-
trados en el uso de la cuenca en el pasado lejano, cercano y el presente
actual.
Las características de los procesos de expansión urbana en territorios de
borde blandos, se manifiestan en otros espacios y son consecuencia de la
yuxtaposición de la lógica global; por lo tanto se hace pertinente comparar
estas dinámicas territoriales con otros territorios dentro del AMM, a escala
regional y global con los sugeridos en el programa, como por ejemplo los
procesos de nuevas configuraciones territoriales que están sucediendo en
la República Democrática del Congo o en India.
Otra de las estrategias, es la elaboración de un relato relacionado “otro
territorio es posible desde la sustentabilidad”, porque consideramos que
“escribir es plasmar lo que se piensa; situación que implica nada más y nada
menos, que una decisión” (Carballido, 2010), acerca de los problemas am-
bientales y las interrelaciones que se dan en el tetraedro de la sustentabili-
dad del territorio de estudio y las vivencias del territorio que habitamos. Esta
225
tarea, se hará en coordinación con Idioma Español. Los relatos imaginados
se plasmaran en maquetas, en coordinación con Expresión Visual y Plásti-
ca, las cuales serán presentadas en el taller de padres.
El tratamiento de estos temas, se vincula con otra de las dimensiones
del tetraedro la político-institucional que “se refiere a la participación directa
de las personas en la toma de decisiones, en la definición de los futuros
colectivos y posibles Las estructuras de gestión de los bienes públicos y el
contenido de la democracia” (Achkar y Domínguez, 2005); este punto es un
buen momento para recordar los “procesos de privatización de los servicios
públicos de abastecimiento de agua potable y saneamiento, en los depar-
tamentos de Maldonado y Canelones”, llevados a cabo en la década de
los 90’s, y que ante esta situación las líneas de acción emprendidas por la
Comisión en Defensa del Agua y de la Vida -CNADV-, se centraron en “ que
el acceso al servicio de agua potable y saneamiento constituyen derechos
humanos fundamentales (Achkar, 2008: 20-21).
Entre las estrategias a llevar a cabo por parte de la comunidad, se pue-
den desarrollar talleres de difusión con los padres y vecinos del liceo sobre
sus derechos como gestores de las cuencas hídricas y del agua como un
bien común. Estos talleres, serán organizados por las docentes y la direc-
ción del centro pero serán trabajados por los alumnos que así lo deseen,
presentando sus maquetas y/o relatos “otro territorio es posible” e invitados
expertos en el tema. Los gestores de las cuencas deben validar la toma de
decisión a través de leyes u ordenanzas, así como de planes y programas
que integren los saberes científicos con los de la población local y de esa
forma realizar una planificación consensuada para el manejo integral del
territorio.
Dentro de esta categoría de análisis es pertinente abordar el constructo
teórico de soberanía territorial, como la capacidad de las comunidades
para generar instancias de gestión participativa de los bienes de la naturale-
za, que integran cada territorio.
Este abordaje no puede dejar de lado las lógicas globales ya que éstas
influyen en las locales, estas relaciones no “deben ser concebidas como
excluyentes, sino como inclusivas/complementarias, ya que es imposible
pensar en desarrollar estrategias de desarrollo local sin tomar en cuenta las
estrategias globales. El territorio por su singularidad reviste una importancia
fundamental en los procesos productivos que están afectados por lógicas de
gestión, de incorporación de tecnologías y de estrategias de acción” (Ídem:
11). En este punto, se hace necesario vincular los contenidos abordados y
226
los constructos teóricos, con el análisis de las cuencas hidrográficas suge-
ridas en el programa oficial: la Cuenca del Río Congo, Nilo o Ganges, e ir
introduciendo el principio de transescalaridad.
La siguiente propuesta de enseñanza, partirá del análisis local del territo-
rio, pero sin descontextualizarlo de las relaciones con las escalas nacional,
regional y global, por ello seleccionamos las cuencas hidrográficas, dentro
de los contenidos programáticos, ya que esta categoría de análisis implica
una mirada geohistórica del uso de los bienes naturales, desde la gestión
del modelo capitalista globalizador, que trata a los mismos como valoriza-
bles, apropiables, productibles y mercantilizables.
La EA no sólo brinda información referente a los problemas ambienta-
les, sino que busca cambios en el sentido de la responsabilidad ambiental,
la misma debe ser planteada en forma integral y relacional teniendo como
centro- si tomamos la idea de esferas concéntricas- a las relaciones con la
biosfera, con los otros y con uno mismo, dejando de lado la economía como
centro de vida; entonces la EA implica analizar la realidad socio-territorial en
un contexto y tiempo determinado e ir generando un nuevo tipo de relacio-
nes ambientales para transitar hacia la sustentabilidad del sistema mundo.
Resultados esperados
227
comprender el mundo y aportar colectivamente para la transformación que
exige nuestro sistema mundo” (Domínguez, 2010:4) y porque concordamos
en que “la construcción de objetos de enseñanza para abordar la temática
ambiental en el aula requiere de la selección, jerarquización y secuenciación
de contenidos que cumplan una doble condición: vigencia epistemológica y
validez didáctica” (Achkar, et al. 2007:27).
Acorde con el punto anterior, se pretenden construir con los alumnos
el análisis multidimensional y multidisciplinar de la cuenca hidrográfica del
Arroyo Pantanoso en su curso medio- bajo, implicando el análisis de las
dimensiones físico- biológico en cuanto a la disponibilidad, diversidad y re-
siliencia de los recursos naturales, desde la social-económica implica va-
lorizar los bienes comunes, apropiarse y gestionar los mismos de acuerdo
a las necesidades, las costumbres y las pautas culturales, dentro de las
tensiones lógicas de la escala local- global y la validez de los saberes cien-
tíficos y populares, de manera tal que los alumnos como futuros ciudadanos
– partícipes puedan ser gestores y tomadores de decisiones colectivas en
su territorio.
En última instancia, se pretende llegar a promover la participación de la
comunidad educativa, basada en los derechos y deberes territoriales de las
personas, explicitados en los Art. 6º y 7º de la ley de OT y DS y así promover
en la comunidad instancias de reflexión y participación tendiendo puentes
hacia el desarrollo sustentable y el respeto de los derechos ambientales,
culturales, económicos y sociales.
Cronograma
Mes Actividades
Abril Preparación de la Salida de Coordinación de
campo. actividades con Biología y
Ejecución de la Salida de Campo. Ciencias Físicas, a través
de fichas de
Tareas de localización y observación de relevamiento en el área de
estudio.
228
la Cuenca. Construcción de textos
cartográficos donde
se plasma el relevamiento
de lo observado.
Mayo Categorización del suelo. Análisis del relevamiento
realizado en Biología
El agua como bien común= categoría de y Ciencias Físicas.
análisis
Dimensión físico- biológica: ciclo
hidrológico, ecosistemas, suelos.
Junio Dimensión socio-económica: descripción, Coordinación con Historia,
a través del análisis
explicación y análisis de las temporal del territorio.
configuraciones territoriales. Coordinación con Idioma
Español relativa a la
Elaboración del Relato. escritura.
Construcción de la Maqueta Coordinación con Expresión
Visual.
Julio Exposición de la Maquetas. Coordinación con la
Dirección del Centro
Taller de padres y resto de la comunidad Educativo, en la realización
de la charla taller
educativa. “Otro territorio es posible”
229
a) de la coherencia y pertinencia de la de enseñanza.
propuesta de enseñanza. b) de los
constructos teóricos incorporados por los
alumnos.
c) Compromiso y respuesta de los
aprendientes, padres, comunidad
educativa, comunidad.
Aclaramos que los tiempos serán flexibles y adecuados al ritmo de los alumnos y
del centro educativo, así como del colectivo docente.
Bibliografía
230
Bozzano, H (2007). Territorios reales, territorios pensados, territorios posibles.
Aportes para una teoría territorial del Ambiente. Espacio Editorial. Buenos Aires.
pp. 85.
Carballido, D (2010). Reflexión a partir de la experiencia: dos aportes. En re-
vista GEO -espacio Nº 38, Año XXIV. ANPG. Monteverde. Montevideo.
Domínguez, A. (2005). Sustentabilidad, Desarrollos Sustentables y Territorios. En:
Ordenamiento Ambiental del Territorio. DIRAC. FC. Comisión Sectorial de Edu-
cación Permanente. Área Científico-Tecnológica. UdelaR. pp. 29- 54, citadas
Domínguez, A. y Pesce, F. (2010) Profundizando las prácticas y releyendo las
teorías de Educación Ambiental. En: Red Nacional de Educación Ambiental
para el Desarrollo Humano Sustentable. MVOTMA-UdelaR-ANEP- MEC, Mon-
tevideo. pp. 59-64.
Domínguez, Ana (2011). Desafíos actuales de la Educación Ambiental. En: Ta-
rouco de Azevedo, C. et al. (Orgs.) Encontro e diálogos com a Educaçao Am-
biental. Semeando ideias, colhendo diálogos. FURG, Río Grande. pp. 33-41,
citadas pp. 333, 35,36, 38.
Gurevich, R (2011). Ambiente y Educación, una apuesta al futuro. Ed. Paidós.
Buenos Aires pp. 11, 17,226.
Gresh, A. (Dir.) (2009) El Atlas de Le Monde Diplomatique III. El mundo al revés.
De la hegemonía occidental al policentrismo. Le Monde Diplomatique. Capital
Intelectual. Buenos Aires. pp. 26.
Quiva, D. y Vera, L. (2010) La educación ambiental como herramienta para pro-
mover el desarrollo sustentable. Telos Vol. 12. N º 3. pp. 382.
MVOTMA. (2008). Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible Nº
18308. Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente- Uru-
guay. Art. 3º.4º.6º.7º,31º -34º.
Poder Legislativo (2009). Ley Nº 18.610 Política Nacional de Aguas. Art.
2º,3º,5º.
Tenti Fanfanti, E (2007). Consideraciones sociológicas sobre profesionaliza-
ción docente. En www.cedes.unicamp.br. pp. 337.
231