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EL PASTOR

DE NUBES

Pedro Villar Sánchez


Miguel Ángel Díez
Allá donde las historias crecen como los árboles,
donde las leyendas se alimentan de mágicas palabras,
vivía Nino, el hijo del pastor. Era un muchacho inquie-
to, de ojos soñadores y mirada atenta. Solía acompañar
a su padre con el ganado y, cuando los animales se ali-
mentaban en la llanura, se dedicaba a descubrir los
sonidos que le llegaban del bosque antes que el repi-
que de las esquilas le anunciase el regreso a la aldea.
Sentía curiosidad por cuanto observaba y por todo
aquello que no conocía desde que en una ocasión, sien-
do niño, su padre dejó caer mansamente las palabras y
le anunció:

–Detrás de esas montañas se esconde el mar.

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Nino había levantado la vista sin apenas comprender.
Desde entonces, guiado por su curiosidad, seguía los
caminos buscando las aguas del océano y, cuando llega-
ba a lo alto de un monte, veía que se elevaba en la dis-
tancia otro más alto que el anterior. Sin embargo, se
sentía feliz porque cada paso le llevaba cada vez más
lejos y se llenaba de todo lo que iba observando. Perci-
bía las voces y los gestos de la naturaleza y, a fuerza de
asomarse a los pozos y escuchar las fuentes, aprendió
a distinguir rumores. Le gustaba descubrir la dirección
de los vientos, el vuelo de las aves y de las hojas ama-
rillas del otoño, pero el mar era un misterio que no
comprendía.

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