Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción.
Definiciones
El síndrome metabólico es una entidad clínica controvertida que aparece, con amplias
variaciones fenotípicas, en personas con cierta predisposición genética, aunque muy condicionada
Marcadores bioquímicos.
No hay consenso acerca de cuándo o cómo evaluar a los pacientes con una posible
insulinorresistencia. Desde un punto de vista clínico, sería útil poder identificar a individuos
obesos resistentes a la insulina, ya que tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar diabetes tipo 2
y enfermedad cardiovascular. Como se consignara más arriba, los gold standards son el test de
tolerancia a la insulina endovenosa o, de preferencia, el clamp de insulina. Sin embargo, estas
técnicas no son prácticas para el uso clínico, quedando reservadas para el ámbito de la
investigación en laboratorios de referencia. Dado que actualmente hay una “epidemia” de obesidad
en la mayoría de los países occidentales, y considerando que intervenciones como la dieta y el
ejercicio pueden disminuir la insulinorresistencia, sería muy útil un método más simple que los
arriba citados para poder identificar fácilmente a estos pacientes en las circunstancias cotidianas.
2
El grupo de trabajo de Gerald Reaven (quien definiera originalmente el “Síndrome X” en 19887) ha
publicado recientemente novedades de mucha utilidad al respecto8. Estudiaron 258 voluntarios no
diabéticos con sobrepeso (BMI 25 kg/m2); la insulinorresistencia se midió a través de una
modificación a la técnica del clamp de insulina llamada SSPG (Steady-State Plasma Glucose
concentration) en la cual se mide cuánta insulina debe administrarse para poder mantener la
glucemia constante en un valor dado, no necesariamente dentro del rango normal. Con medicación
concomitante se evita la interferencia de hormonas contrarreguladoras. Usando este método se
definió a la insulinorresistencia como el tercilo superior de requerimiento de insulina. Mediante
análisis con curvas ROC (Receiver-Operating Characteristic) se identificaron los mejores
marcadores de resistencia a la insulina, determinando también los puntos de corte óptimos y su
poder predictivo. Como resultado surgió que los marcadores metabólicos más útiles eran la
concentración de triglicéridos (TG) en plasma, la relación TG/HDL, y la insulinemia. En la Tabla
1 se detallan los puntos de corte y las respectivas sensibilidad y especificidad.
3
La insulina en acción
5
Figura 1: Histograma de los valores de HOMAIR en una población sana (edad 26±6 años, BMI
21.7±1.6)20.
6
A pesar de que las descripciones que hemos hecho de estas técnicas son sólo superficiales,
para ahorrarle al lector la fatigosa acumulación de fórmulas matemáticas pletóricas de logaritmos y
raíces cuadradas, podemos observar que ninguno de estos métodos es muy atractivo para su uso
clínico cotidiano. Por lo tanto, no es sorprendente que los autores interesados en investigar el
síndrome metabólico se hayan ido dividiendo en dos escuelas (tal vez deberíamos llamarlos
“bandos” a juzgar por el tono de algunas publicaciones 25-26), hasta hace poco irreconciliables, si
bien los datos más recientes27 parecen abrir el camino a una posición intermedia, superadora, que
unifique los puntos más relevantes de las dos posturas originales.
8
Figura 2: Resultados de SSPG en 490 voluntarios, expresado por decilos.
Referencias: SSPG=Glucosa plasmática en estado estable, SSPI=Insulina plasmática en estado estable.
F.Insulin=Insulinemia en ayunas. Los resultados debajo de cada barra expresan la media +/- el error
estándar de la media.
Por esta razón consideraba Reaven que la obesidad no debía formar parte constituyente del
síndrome metabólico. Sostiene además –contra los que consideraban una misma entidad al
síndrome metabólico y al síndrome de resistencia a la insulina– que la insulinorresistencia es más
bien una anomalía fisiológica que aumenta la probabilidad de desarrollar alguna de las alteraciones
listadas en la Tabla 2.
9
↓HDL
↑LDL pequeñas densas, de mayor potencial aterogénico que las partículas grandes
↑lipemia post-prandial
↑apo B y apo C III
↓ apo A1
Disfunción endotelial:
↑adhesión de células mononucleares
↑concentración plasmática de moléculas de adhesión celular
↑concentración plasmática de dimetilarginina asimétrica (ADMA)
↓vasodilatación dependiente del endotelio
Factores protrombóticos:
↑inhibidor del activador del plasminógeno-1 (PAI-1)
↑fibrinógeno
↑viscosidad del plasma
Cambios hemodinámicos:
↑tono simpático
↑retención renal de sodio
Marcadores de inflamación:
↑proteína C reactiva
leucocitosis
↑interleukina 6
↑TNF alfa
↑resistina
↓adiponectina
Metabolismo anormal del ácido úrico:
↑uricemia
Aumento de la producción ovárica de testosterona
Trastornos en el patrón respiratorio del sueño
↑apneas-hipopneas obstructivas del sueño
Tabla 2. Anormalidades asociadas con la insulina-resistencia / hiperinsulinemia compensadora: 35-36
10
Dado que dichas anomalías ocurren más frecuentemente en personas insulino-resistentes,
éstas tienen un mayor riesgo de desarrollar los síndromes clínicos listados en la Tabla 3. Sin
embargo, esta relación no se comprende aún en profundidad. Existen por otra parte excepciones
por las cuales estas patologías pueden darse en ausencia de resistencia a la insulina, así como
algunos pacientes con insulinorresistencia pueden no desarrollar nunca estos síndromes clínicos37.
Diabetes tipo 2
Enfermedad cardiovascular
Hipertensión arterial esencial
Síndrome de ovario poliquístico
Enfermedad hepática grasa no alcohólica
Ciertas formas de cáncer (mama, colon y recto, próstata)
Apneas del sueño
11
Elementos predisponentes Factores Obesidad
genéticos Sedentarismo
?
Entidad Síndrome X
Síndrome Metabólico
12
embargo, no todos los tejidos comparten el defecto en la acción de la insulina que está en la base
del problema.41-42-43 El precio a pagar por el alto nivel de insulinemia necesario para vencer la
resistencia del músculo esquelético y el tejido adiposo es el efecto nocivo que produce la
hiperinsulinemia compensadora en tejidos que conservan una sensibilidad normal a la insulina. El
concepto de diferencias regionales en la sensibilidad a la insulina es esencial, desde el punto de
vista de Gerald Reaven, para comprender las alteraciones subsiguientes. Si bien no
profundizaremos demasiado en mecanismos fisiopatológicos que se verán en detalle en otro
capítulo de esta obra, la hipertrigliceridemia es un buen ejemplo de anormalidades metabólicas
producidas por la sensibilidad diferencial a la insulina en distintos tejidos. Las personas insulino-
resistentes tienen defectos comparables en la efectividad de la insulina para mediar la captación de
glucosa por el músculo y para inhibir la lipólisis por parte del tejido adiposo44. Esta situación
origina una elevación constante en los niveles sanguíneos de insulina y ácidos grasos libres, lo cual
estimula la síntesis hepática de triglicéridos, porque el hígado mantiene intacta su sensibilidad a la
insulina. Esto finalmente llevará a la hipertrigliceridemia, que constituye la primera alteración
lipídica observable como consecuencia de la insulinorresistencia45.
13
inicialmente hiperglucemia franca, tienen un riesgo mayor de progresión a diabetes tipo 2,46-47 para
la cual el riesgo es 5 veces mayor que en los pacientes sin insulinorresistencia48.
14
12
Enfermedad CV
10
(en %)
8
6
4
2
0
Tercilo 1 Tercilo 2 Tercilo 3
Insulino-resistencia (en tercilos)
Figura 4: Nuevos eventos cardiovasculares, a 5 años, según nivel inicial de insulinorresistencia por
SSPG (n=147)
Para concluir este apartado, digamos que desde el punto de vista de Gerald Reaven la
principal utilidad del síndrome de insulinorresistencia, como concepto, es pedagógica. Facilita una
comprensión integral de la manera por la cual distintos eventos biológicos, aparentemente no
relacionados entre sí, se articulan en una construcción fisiopatológica que los explica. Su objetivo
primario no es hacer un diagnóstico, sino entender mejor, por ejemplo, por qué una mujer con
síndrome de ovario poliquístico tiene más riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 que otra mujer con
menstruaciones normales. En cambio, considera que el síndrome metabólico se focaliza solamente
en uno de los síndromes clínicos asociados con la resistencia a la insulina, y su objetivo explícito
es hacer un diagnóstico que lleve a implementar cambios en el estilo de vida con la finalidad de
disminuir la incidencia de enfermedad cardiovascular. En consecuencia, su valor no debe
15
considerarse en términos de fisiopatología, sino como un enfoque pragmático orientado a un mejor
outcome clínico59.
Postura del ATP III: En 2005, un mismo journal solicitó a Gerald Reaven y a Scott Grundy
que dieran sus puntos de vista opuestos sobre el síndrome metabólico en una sección titulada
“punto y contrapunto”. Como suele suceder en estos casos, cada autor tiende a extremar su postura
original. Mientras que Reaven había dado por muerto al síndrome metabólico 60, Grundy titulaba su
artículo “El síndrome metabólico todavía vive”61. En base a este trabajo revisaremos el basamento
en el cual se apoya la concepción actual del síndrome metabólico, y el rol que se le adjudica a la
insulinorresistencia dentro del mismo.
16
metabólico, debe intentarse revertirlo a través de cambios en el estilo de vida, apuntando a un
descenso de peso y un incremento en la actividad física aeróbica.
Otro punto destacable del ATP III fue el énfasis en que el riesgo cardiovascular estaba
referido al largo plazo. Según la chance de que se manifiesten eventos vasculares en los próximos
diez años, categoriza a las personas como de riesgo alto, moderado alto, intermedio o bajo. El uso
de drogas hipolipemiantes se recomienda sobre todo para las personas de riesgo alto y moderado
alto. Debe recordarse que el síndrome metabólico en sí mismo es un indicador pobre del riesgo
absoluto a corto plazo porque no contiene los determinantes dominantes del mismo, tales como
edad, colesterol, sexo, y tabaquismo. Un predictor más exacto del riesgo a corto plazo es el score
de Framingham, que incluye todos los factores de riesgo principales63. Las tentativas de utilizar el
síndrome metabólico como herramienta para estimar riesgo a corto plazo implican por lo tanto
hacer un uso erróneo del mismo64. En cambio, su presencia identifica a una persona con riesgo a
largo plazo relativamente alto, para quien será recomendable implementar cambios favorables en
el estilo de vida. Pero por otra parte, si el paciente con el síndrome metabólico tiene una condición
de riesgo elevado (por ejemplo antecedentes de enfermedad coronaria o diabetes), será conveniente
además recurrir al tratamiento farmacológico (por ejemplo hipolipemiantes, antihipertensivos,
aspirina) con el fin de reducir todo lo posible el alto riesgo de base. Las terapias con drogas
también pueden ser necesarias para aquellos pacientes que por la ecuación de Framingham se
encuentran en una categoría de riesgo más alta.
a
Y con respecto al estado pro-inflamatorio y pro-trombótico, es importante recordar también que por el solo hecho de que un
paciente tenga diabetes se recomienda indicarle aspirina a dosis antiagregante plaquetaria, a partir de los 40 años de edad.
(American Diabetes Association. Standards of Medical Care in Diabetes–2006. Diabetes Care 2006; 29:S4-S42).
19
El esquema de la pirámide que se puede ver en la Figura 5, busca facilitar la comprensión
de la sistemática que debemos poner en marcha al atender pacientes con sobrepeso u obesidad,
para categorizar su nivel de riesgo individual. Como ya dijéramos, una proporción importante de la
población que atendamos tendrá exceso de peso. Sin embargo, muchas serán mujeres (de hecho
suelen ser las que más consultan por sobrepeso). En la mayor parte de ellas predominará una
distribución del tejido adiposo excesivo de tipo ginoide o fémoro-glútea, de mucho menor riesgo
metabólico, y sin asociación con la resistencia a la insulina. Por tanto una primera selección (ver
segundo escalón de la pirámide) nos permitirá enfocar nuestra atención principalmente en los
hombres y mujeres que exhiban un fenotipo de obesidad central, abdominal o visceral. Esto no nos
lo dirá la balanza, sino la circunferencia de cintura (el índice cintura/cadera está cayendo
rápidamente en desuso). Esta publicación habría valido la pena si tan solo lograra que todos los
médicos que la lean comiencen a pesar, medir la talla y el perímetro de cintura (a la altura del
ombligo y las crestas ilíacas) de todos los pacientes que atiendan, y registrarlo sistemáticamente en
la historia clínicab. Llegando al tercer escalón del esquema, otro dato que no debe escapar al
interrogatorio es el tipo y grado de actividad física regular que el paciente practique. La actividad
física y la aptitud cardio-respiratoria son determinantes importantes e independientes de mortalidad
en individuos con sobrepeso y obesos. Incluso en hombres diabéticos se encontró una relación
inversa entre mortalidad cardiovascular y aptitud cardio-respiratoria, que es independiente del
BMI. La incidencia de muerte cardiovascular en obesos con aptitud cardio-respiratoria moderada o
alta fue menos de la mitad que en la misma categoría de peso pero con aptitud cardio-respiratoria
baja (<9 METs)72. No deberíamos dejar de preguntar en cada consulta sobre el grado de
cumplimiento del plan de actividad física que pactáramos en las primeras visitas (el cual también
debería quedar consignado en la historia clínica). Conocer los recursos disponibles en nuestra
comunidad, muchos de ellos de muy bajo costo, nos permitirán sugerir alternativas variadas al
momento de concretar las indicaciones teóricas.
b
Las cada vez más difundidas computadoras de mano tipo PDA prestan una gran ayuda en este sentido al facilitar el cálculo del Indice
de Masa Corporal o Body Mass Index, para la clasificación del sobrepeso, y del score de Framingham para determinar el riesgo
cardiovascular. Véase por ejemplo el muy recomendable “Coronary Heart Disease Risk Calculator” en
http://www.mobilelipidclinic.com/DownLoad.htm
20
ECV
Insulinoresistencia
Sedentarismo
A partir del quinto escalón ya no hay límites netos entre las diferentes categorías
diagnósticas para resaltar que un paciente puede tener solamente síndrome metabólico, o bien pre-
diabetes (glucemia en ayunas entre 100 y 125mg/dL, o a las 2 horas de la PTOG entre 140 y
199mg/dL), o diabetes confirmada (glucemia en ayunas ≥126mg/dL, o a las 2 horas de la PTOG
≥200mg/dL). Desde cualquiera de estas etapas puede comenzar a tener enfermedad cardiovascular
sintomática, o pasar de pre-diabetes a diabetes tipo 2. Pero el síndrome metabólico está primero
entre las 3 categorías patológicas ya que el 75% de los pacientes con pre-diabetes lo padecen, y el
86% de los diabéticos73. En estos niveles más altos de la pirámide estará indicado también el
tratamiento farmacológico, según los casos, con hipolipemiantes, antihipertensivos, aspirina, o
insulino-sensibilizantes, como se verá en otros capítulos de esta obra.
22
Conclusiones.
El síndrome metabólico por sí mismo no es una herramienta robusta para estimar riesgo
cardiovascular absoluto a diez años, siendo superado en este sentido por el score de Framingham.
Sin embargo su presencia obliga a una evaluación del riesgo a corto plazo más extensa, usando
scores como el de Framingham o métodos complementarios de diagnóstico buscando enfermedad
aterosclerótica cerebro-vascular o coronaria todavía asintomática. La intervención primaria inicial
siempre estará dirigida a mejorar el estilo de vida, particularmente un descenso de peso y ejercicio
creciente. Esto retardará su progresión, pero particularmente en las fases tempranas. Las
tratamientos farmacológicos se deben basar en la evaluación del riesgo global y deben seguir las
pautas actuales del tratamiento para cada uno de las condiciones clínicas concomitantes.
No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer.
Goethe
23
24
1
BIBLIOGRAFÍA