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LA ÉTICA SEGÚN ARISTÓTELES

¿Puede el hombre al ser feliz alcanzar la vida plena? Sería la combinación de las dos
interrogantes principales de Aristóteles para llevar acabo la Ética Nicomáquea, una de sus
obras más importantes, dedicada a su hijo Nicómaco; donde presenta los conceptos
fundamentales de la ética aristotélica: La felicidad y la virtud. Esta obra, comprendida por 10
volúmenes, despliega los estudios éticos en cada uno de sus tomos sobre los diversos
aspectos que pueden llevar al ser humano a hacer el bien.

La felicidad (eudaimônia) es definida como lo bueno del ser humano, la finalidad a la cual se
quiere llegar. Una actividad del individuo que se refleja en la manera de vivir, y la virtud es el
equilibrio que ésta mantiene con la razón; evitando los efectos contrarios (el mal) que pueden
ser perjudiciales para el ser humano. La virtud llega como este manual de normas a seguir
para que el individuo se pueda desenvolver correctamente en un espacio colectivo, en una
sociedad.

Si bien la ética no empieza con Aristóteles, éste le añade características sistemáticas que
realzan el término para el análisis e investigación de los posteriores filósofos que se dedicaron
a este estudio. Para él, la ética es una práctica para llegar al bien, el mayor objetivo del
hombre para llevar una vida virtuosa y en consecuencia alcanzar la felicidad. Alegaba también
que este bien pertenecía a una actividad del alma del hombre, en conjunto con la virtud.

Aristóteles estudia la cuestión de la ética desde diversas perspectivas que se presentan en la


vida del ser humano: la felicidad, la templanza, las virtudes, la amistad y la justicia. En El bien
y la felicidad (tomo I) indaga el fin de las acciones humanas. Destaca que, una vez
comprendido el fin puede ser fácil buscar los medios para alcanzarlo; la dificultad entra en
errar el comprendido fin, al dar un paso en falso no se pueden llegar a los fines cometidos.

En los siguientes volúmenes de su obra Nicomáquea (tomos II, IV, V y VI respectivamente),


desarrolla a fondo cada una de las virtudes que pueden llegar a surgir y el origen proveniente
de las mismas. Comparando la virtud como diferentes tipos de sabiduría. Su tercer libro, El
Valor y la Templanza, desenvuelve las actitudes voluntarias e involuntarias que puede llegar a
cometer un individuo; enfatiza sobre la virtud de la fortaleza la cual, afirma el filósofo, está
ubicada entre el amor y la confianza. Y analiza la templanza como un lugar entre el placer y el
dolor.

Su séptimo libro, La intemperancia y el placer, trata sobre la continencia y la incontinencia.


Dice Aristóteles que una persona prudente sabe que es lo bueno y por ende está dispuesto a
hacerlo, mientras que la persona imprudente puede saber que es lo bueno pero no está
necesariamente dispuesta a hacerlo. Relaciona estos dos términos con el placer: el individuo
busca el placer necesario y el que es un fin. La incontinencia refleja la falta de control por los
placeres necesarios (tales como la comida o el sexo), mientras que la continencia se guía por
la elección racional del placer.

Sus siguientes volúmenes (VIII y IX) contienen un análisis íntegro sobre la amistad, los
diferentes tipos de ésta, sus características y la reciprocidad que puede existir en la misma.
Manifiesta las diferencias entre amistad y bondad y también cuenta con la reflexión entre
amistad y felicidad. En la última parte de su obra, su décimo volumen, expone de nuevo los
temas de la felicidad y el placer. Concluye que el placer es proveniente del conocimiento y de
los sentidos y declara, a su juicio, la verdadera felicidad.

En la ética aristotélica, las acciones son analizadas en base a un fin. Una acción puede ser
buena o mala dependiendo de las consecuencias que tenga ésta. Ya que la finalidad del
individuo es llegar a la felicidad, al éste ejecutar una acción que lo haga sentirse feliz,
automáticamente esta acción contara como buena.

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