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Charles Sanders Peirce - Alexander Pfander
Charles Sanders Peirce - Alexander Pfander
Índice
1. Biografía
3. Pragmatismo
5. Semiótica
9. Ideas religiosas
12. Bibliografía
B) Antologías
C) Biografías
D) Bibliografía secundaria
1. Biografía
Charles S. Peirce nació en Cambridge (Massachusetts) en 1839. Era el
segundo hijo de una de las familias más destacadas del entorno intelectual,
social y político de Boston, y su casa era visitada con frecuencia por
eminentes personalidades de la época, tanto del ámbito científico como
filosófico. Su padre —Benjamin Peirce— era profesor de Harvard y un
reconocido matemático y astrónomo. Desde muy pequeño inició a Charles,
por quien sintió una predilección especial entre sus cinco hijos, en el estudio
de la física, de las matemáticas y de la astronomía. Peirce podía haber sido
considerado en nuestro tiempo un “niño prodigio”. Con ocho años su padre
le introdujo en la química, a la edad de once años él mismo escribió una
historia de esa disciplina y, siendo apenas un adolescente, leía los
manuales de lógica y dominaba los argumentos de filósofos como Kant,
Spinoza, Hegel, Hobbes o Hume. Sin embargo, su carrera escolar y
académica no puso de relieve esa brillantez. Aparecía en ocasiones como
un alumno poco disciplinado, sin interés, reticente a los métodos de
enseñanza. No rendía tanto como podía esperarse de él e incluso ocupó a
menudo los últimos puestos de su clase, mostrando así, ya desde el
principio, la profunda incapacidad para sujetarse a las situaciones
convencionales y a las reglas cotidianas que sería la tónica dominante en su
vida.
Sin embargo, la ordenación por áreas temáticas que siguen los escritos
de Peirce en los Collected Papers puede resultar en ocasiones muy
confusa, pues se mezclaron textos que corresponden a épocas muy
diversas sin tener en cuenta la evolución de las ideas de Peirce. El tiempo
es un factor clave para comprender la profunda unidad del pensamiento
peirceano y, por ese motivo, hay que señalar el gran valor que posee la
edición cronológica, titulada Writings of Charles S. Peirce: A Chronological
Edition (M. H. Fisch et al. (eds). Bloomington: Indiana University Press,
1982-2000), que desde hace años viene preparando el Peirce Edition
Project. El proyecto de este centro peirceano de referencia a nivel
internacional, perteneciente a la Universidad de Indiana, pretende datar y
editar las 80.000 páginas manuscritas de Peirce que se conservan en la
Houghton Library de Harvard. Se han publicado hasta la fecha seis
volúmenes que cubren los principales escritos de Peirce desde 1857 hasta
1890. En los próximos años se pretende completar esta edición, que llegará
a tener veinte volúmenes [4].
3. Pragmatismo
La independencia y creatividad del pensamiento peirceano está marcada
en primer lugar por una nueva corriente filosófica de la que se le considera
fundador: el pragmatismo. El pragmatismo, que nace como un método
lógico para esclarecer conceptos, llegó a convertirse quizá en la corriente
filosófica más importante en Norteamérica durante el último tercio del siglo
XIX y el primero del XX. Su origen puede situarse en las reuniones
del Cambridge Metaphysical Club, que Peirce había creado junto a otros
intelectuales entre 1871 y 1872 [6], mientras que los primeros textos
escritos relativos al pragmatismo se publicaron en 1878 bajo el título
genérico de “Illustrations of the Logic of Science” [7]. El propio William
James, miembro también de ese Club Metafísico, señalaría posteriormente
a Peirce como padre de esa corriente de pensamiento.
5. Semiótica
Peirce ha sido considerado como “padre” de la semiótica. Puede decirse
que una serie de tres artículos publicados entre 1867 y 1869, junto con la
recensión de la nueva edición de las obras de Berkeley que publica en
1871, marcan el inicio de los estudios modernos de la semiótica, cuyas
ideas esenciales Peirce fue desarrollando durante el resto de su vida. Los
frutos de su concepción triádica del signo todavía se obtienen en nuestros
días.
La verdad será para Peirce aquella opinión final en la que todos los
investigadores coincidan. No es independiente del pensamiento en general,
pero sí de lo que un individuo pueda pensar en un determinado momento,
aunque en cuanto individuos podemos acercarnos más o menos a la
verdad. La verdad se construye entre todos, y depurando nuestra
investigación de los errores vamos avanzando hacia ella. La idea de ciencia
y de verdad en Peirce están marcadas por su carácter cooperativo y
falibilista. Aunque nuestro conocimiento es esencialmente falible y siempre
hemos de estar dispuestos a abandonar nuestras creencias para sustituirlas
por otras que se muestren más certeras, podemos avanzar en el
conocimiento como miembros de una comunidad de investigadores.
9. Ideas religiosas
Peirce estuvo a lo largo de toda su vida interesado por las cuestiones
religiosas. Su padre, profundamente religioso, profesaba el unitarianismo,
aunque algunas de sus opiniones, formadas bajo la influencia de Louis
Agassiz y del científico y místico sueco Emmanuel Swedenborg, fueron
vistas como poco ortodoxas dentro de la Iglesia Unitaria. Esa actitud
religiosa de su padre tuvo gran influencia en Charles Peirce y es la que
explica en gran medida el carácter religioso presente en su pensamiento.
Por influencia de su primera esposa, Melusina Fay, Peirce se adhirió a la
Iglesia Episcopaliana en 1862, lo que supuso su paso del unitarianismo al
trinitarianismo, que es la versión norteamericana del anglicanismo. Fue
considerado en ocasiones como poco ortodoxo, y a menudo mostró un
notable desprecio hacia las teologías y metafísicas enseñadas en los
seminarios de Nueva Inglaterra y por las formas a veces rutinarias de las
religiones organizadas. Sin embargo, Peirce tuvo fuertes convicciones
religiosas.
Ese espíritu religioso de Peirce está presente en su filosofía, que es
profundamente teísta. La idea de Dios es una referencia constante en su
pensamiento. Peirce destacó siempre la unidad entre ciencia y religión. El
verdadero método científico no estaba para él en contradicción con la
religión, sino que por el contrario existía una unidad subyacente entre
ambos. A lo largo de su vida, Peirce trató de destacar esa unidad frente a
quienes afirmaban que ciencia y religión hablaban dos lenguajes distintos.
Entre ambos campos del saber no existía para Peirce contradicción sino
que, por el contrario, sostenía que se apoyan mutuamente en lo que sería
una continuidad de instinto, sentimiento y razón. La ciencia, sin las formas
emotivas y experienciales de la religión, sería mero cientismo, una teoría
ineficaz y sin inspiración, y la religión sin ciencia se convertiría en ciega e
incapaz de crecimiento.
Esa unidad de ciencia y religión era tan profunda que el Peirce maduro
llegó a considerar la investigación científica como una clase de tarea
religiosa. En un significativo texto de 1905 Peirce habla sobre el objetivo de
la vida de los hombres de ciencia, «que son comparativamente pocos y que
no pueden concebir en absoluto una vida para el disfrute y desprecian una
vida de acción», como «el de adorar a Dios en el desarrollo de las ideas y
de la verdad» [MS 1334]. Peirce habla del descubrimiento como de un
“familiarizarse con Dios”.
10. Por qué Peirce es importante
Además de todas las teorías y líneas de pensamiento explicadas
anteriormente, Peirce hizo también importantes contribuciones en lógica:
estableció los fundamentos de la lógica de relativos, modificó radicalmente,
amplió y transformó el álgebra booleana, inventó la cópula de inclusión, dos
nuevas álgebras lógicas, dos nuevos sistemas de grafos lógicos, descubrió
la conexión entre la lógica de clases y la lógica proposicional, fue el primero
en dar el principio fundamental para el desarrollo lógico de las matemáticas
e hizo importantes aportaciones a la teoría de la probabilidad [Weiss 1934:
400]. Peirce ha sido considerado también como el primer psicólogo
experimental de los Estados Unidos.
12. Bibliografía
Puede verse una completa bibliografía peirceana, tanto en inglés como
en castellano, en la dirección: http://www.unav.es/gep/bibliopeirceana.html
B) Antologías
Chance, Love and Logic. Philosophical Essays. M. R. Cohen (ed),
Harcourt, Brace and World, Nueva York 1923. Reimpreso en
Bison Books, University of Nebraska Press, Lincoln, NE 1998.
C) Biografías
BRENT, J., Charles S. Peirce: A Life, 2ª ed., Indiana University Press,
Bloomington, IN 1993.
D) Bibliografía secundaria
ANDERSON, D., Creativity and the Philosophy of C. S. Peirce, Nijhoff,
Dordrecht 1987.
Notas
1 Véase M. H. FISCH, “Introductory Note”, The Play of Musement, T.
A. SEBEOK (ed), Indiana University Press, Bloomington 1981, p. 17;
B. RUSSELL, Wisdom of the West, Doubleday, Nueva York, 1959, 276 y
P. WEISS, “Charles Sanders Peirce”, Dictionary of American Biography,
J. ALLEN y D. MALONE (eds), Charles Scribner’s Sons, Nueva York, pp.
58-64.
3 Thoemmes Press reimprimió en 1997 los ocho volúmenes, que vende por
$995/£695.00. La versión electrónica de los Collected Papers fue
preparada por John Deely y es distribuida por InteLex
(http://www.nlx.com/titles/titlpeir.htm).
Índice
1. Vida y obras
5. El deseo y la volición
6. El motivo y la motivación
7. El alma humana
8. Bibliografía
1. Vida y obras
El 7 de febrero de 1870 nació en Iserlohn (Westfalia, Alemania)
Alexander Pfänder, hijo del arquitecto Carl Pfänder y de Julie, evangélico y
católica respectivamente.
2. El método fenomenológico y el
panorama de las vivencias
El método fenomenológico busca una garantía en el contenido de lo
vivenciado. Partiendo de la experiencia adoptamos una actitud prelógica,
una actitud cuya consistencia descansa en una mirada espiritual en la que
recibimos unos datos, unos hechos. No es la fenomenología solamente un
método de pensamiento, sino más bien un modo de intuir los hechos antes
de toda fijación lógica y de toda interpretación. Tal intuición nos lleva a un
trato vivencial con las cosas mismas. De ahí que Husserl hable de la
intuición como el principio de todos los principios: que toda intuición en que
se da algo originariamente es un fundamento de derecho de conocimiento;
que todo lo que se nos brinda originariamente (por decirlo así, en su
realidad viva) en la ‘intuición’, hay que tomarlo simplemente como se da,
pero también sólo dentro de los límites en que se da. Vemos con evidencia,
en efecto, que ninguna teoría podría sacar su propia verdad sino de los
datos originarios [Husserl 2013: § 24].
Como fenomenólogo Pfänder utilizará la epojé como medio de protección
para librarnos de la creencia ciega a lo que la aclaración del sentido de lo
mentado puede conducirnos. La epojé evita la precipitación en el terreno de
lo interpretado.
Dentro de los movimientos del sentir cabe distinguir dos tipos: los
movimientos afectivos y los movimientos axiológicos. Los primeros se
dividen a su vez en tres modos: los movimientos del sentir propiamente
dicho, como el placer, el agrado, el deleite, la alegría, etc., y sus contrarios;
los movimientos de actitud interior (Gesinnungsregungen), donde se sitúa el
amor, la amistad, la benevolencia y sus contrarios, y que pueden ser de tres
clases: actuales, virtuales y habituales; y, las tomas de posición
(Stellungnahme) sentimentales, que es el unirse íntimamente con el objeto.
Estos se diferencian de las Gesinnungsregungen porque se pueden dar sin
estas. Los segundos movimientos del sentir son los movimientos axiológicos
o percibir sentimental, en ellos se dan originariamente los valores de los
objetos.
2. Recibe el valor del objeto, no lo produce (no caben valores sin objeto).
6. Es cognitivo.
5. El deseo y la volición
Para Pfänder es evidente que no hay volición sin deseo. El deseo es por
ello el inicio de toda acción. Va a ser el carácter especial del sentimiento de
deseo, es decir, el carácter de espontaneidad, quien resuelva tal
conversión: «Sólo cuando el sentimiento de deseo, caracterizado como
sentimiento de poderío y relativamente libre, posee predominantemente
carácter de espontaneidad, sólo entonces existe una resolución voluntaria,
sólo entonces he verificado una resolución voluntaria, sólo entonces me he
decidido por el deseo enderezado a esa única vivencia. La resolución
voluntaria, considerada por la parte del sentimiento, consiste, pues, en que
un sentimiento de deseo, caracterizado como sentimiento de poderío,
adquiere el colorido de libertad relativa o completa, y, con ello tiene u
obtiene el carácter de espontaneidad predominante» [Pfänder 2011: 186]. A
todo este proceso se le puede llamar, según Pfänder, volición en sentido
estricto, y consta de los elementos que siguen:
Pfänder se atreve a dar una definición —aunque más bien se trata de una
descripción— de lo que sea el acto de voluntad. Lo describe así: «el acto de
voluntad es aquel acto peculiar, puramente interno, que precede a la acción
voluntaria y, en ciertas circunstancias, constituye el comienzo de una acción
voluntaria» [Pfänder 2011: 207]. La verificación del acto de voluntad,
además de incluir el propósito práctico, conlleva también una conciencia de
proyecto, y ésta va dirigida a determinar una conducta futura del yo. Tal
conducta es examinada y valorada (lo que corresponde a una reflexión
práctica) y puede responder a muchas cosas (como, por ejemplo, a la
conciencia de un deber, etc.).
Es el propósito práctico el que verifica que el hecho sea un acto de la
voluntad, es decir, que pertenezca a lo espiritual. El propósito práctico
verifica el golpe espiritual, que no sólo aprueba lo valorado, sino que su
consistencia estriba en que la conducta mentada pero aún no ejecutada,
sea un propósito.
6. El motivo y la motivación
La cuestión de cuál sea el motivo propio de una acción moral se inscribe
toda ella en el marco de un problema más amplio, que es el de la esencia
de la acción misma. Pero también puede sostenerse que la comprensión de
la acción como algo unitario se da desde los motivos que dan razón de ella.
Así puede decirse que el motivo da sentido y unidad a la acción, y esto aun
cuando la acción no haya sido del todo efectiva. Por eso, una vez vista la
génesis de la acción humana conviene ahondar en su fundamento: el
motivo.
Del motivo emerge una “exigencia espiritual” que mueve al sujeto a obrar.
Esta capacidad de hacer mover al sujeto no significa que el sujeto quede
determinado por el motivo, sino, más bien, que el sujeto se autodetermina
por el motivo. La filosofía ha de mirar, si quiere conservar la libertad, los
motivos, y no explicar las acciones libres. Pues las explicaciones se dan por
causas (insistimos en que se trata de una reducción, propia del
psicologismo, del concepto de causa exclusivamente a la causa eficiente);
la comprensión y el sentido, por motivos. Las acciones libres no se explican
en conexiones causales, se comprenden en conexiones de sentido,
conexiones que se hilvanan por motivos.
7. El alma humana
El alma humana es principalmente para Pfänder un ser vivo que se
mantiene en el ser renovándose continuamente. El alma humana es un ser
vivo desarrollándose en el tiempo. Está en su esencia desear este
desarrollo progresivo. Este desear ser lo que está puesto en su germen es
lo que Pfänder llama protoimpulso. Este protoimpulso no lo ha elegido ella,
sino que está fijado antes de toda posibilidad de libre elección, y a la vez, en
su germen está la necesidad de desear este fin. Así, el protoimpulso es
como un imperativo, al modo de Píndaro, que se resume en: quiero
desarrollar lo que ya soy en germen.
Para Pfänder es esencial al alma humana ser miembro del mundo, por
ello ha de desarrollarse en relación con el mundo. Pero señala que no
pertenece a la esencia del alma humana el que busque ponerse en relación
con este mundo. «La idea del alma humana en forma terrenal sólo es
comprensible si al conocimiento necesario de esencia se añade un mero
conocimiento de hechos, a saber, que el alma humana está dirigida
precisamente a este mundo terrenal, precisamente en él quiere estar, vivir y
desarrollarse. Mas una vez que se ha admitido este elemento, continúa la
comprensión, captando intuitivamente la necesidad de que se haya de
desarrollar según su esencia en esta forma terrenal porque encuentra en
este mundo terrenal objetos y acontecimientos que tienen esta determinada
esencia» [Pfänder 1933: 411].
8. Bibliografía
A. Obras del Pfänder
Die Seele des Menschen, Versuch einer verstehenden Psychologie, Max
Niemeyer Verlag, Halle 1933.