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Asignatura: Resolución de Conflictos

Nrc: 5953

Trabajo:

Análisis de conflicto - Desinformación y manipulación en los medios de comunicación y


redes sociales.

Presenta:
Villamil Veloza Jenny Paola ID: 322807
Arenas Rosero Xiomara Julieth ID: 644396
Martinez Gallardo Luis Angel ID: 610934
Salcedo Rosero Jimarly Andrea ID: 627367

Semestre: 7 Jornada: sábados

Tutora:

Karla Leandra Ramos Vargas

Facultad de ciencias humanas


Programa de psicología
Neiva, Mocoa
2020
Introducción

El conflicto social es un proceso complejo en el cual sectores de la sociedad, el Estado y

las empresas perciben que sus posiciones, intereses, objetivos, valores creencias o

necesidades son contradictorios, creándose una situación que podría derivar en violencia.

Los conflictos son diversos y pueden surgir en cualquier sociedad ya que nuestra

condición nos hace buscar siempre un beneficio propio y no colectivo.


Objetivos

 Conocer la estructura de un conflicto.

 Identificar las tipologías de conflicto.

 Realizar un análisis sobre los conflictos presentes en nuestro país.


DESINFORMACION Y MANIPULACION EN LOS MEDIOS DE

COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES

Una de los factores principales y que ocurren a diario son los factores que hacen que la

información falsa y la desinformación, generen una problemática social, diariamente la

agenda setting mencionan la gravedad de las comunicaciones falsas brindadas a la sociedad y

que este tema es poco el que se debate, por medio de las fuentes investigativas y encuestas

que se realizan de diferentes entidades en Colombia se puede evidenciar la gravedad que

aumenta los medios de comunicación y redes sociales.

[ CITATION LRL20 \l 9226 ] Samantha Bradshaw Investigadora del Instituto de

Internet de la U. de Oxford

“Si bien las redes sociales alguna vez se anunciaron como una fuerza para la libertad y la

democracia, cada vez se encuentran más bajo escrutinio por su rol en la amplificación de la

desinformación”

La base de la estructura del conflicto en el caso de Colombia según el estudio de Oxford, se

encontró un partido político que aplica para este tipo de estrategias y dos detractores.

Una evidencia similar al estudio de Oxford se encontró en una encuesta que aplicó el

Grupo de Investigación en Comunicación Política de la Facultad de Comunicación Social-

Periodismo del Externado. Diego Mazorra, investigador del grupo, señala que 34% de los

colombianos tiene la percepción de que Whatsapp tiene gran responsabilidad en la

propagación de noticias falsas.

“Un amplio porcentaje siente que Whatsapp es responsable de la divulgación de noticias

falsas en el país, pero si se compara, 42% cree que las noticias falsas circulan en Facebook y

Twitter”, comenta Mazorra, quien complementa con que el estudio del Externado arrojó

también que 28,3% de los encuestados “con frecuencia” se encuentra con noticias políticas
que considera falsas, pero que, a pesar de ello, solo 15,2% corregiría la información, aun

sabiendo que es una noticia falsa.

Siguen los vientos autoritarios amparados por la pandemia del COVID-19. En tiempos de

crisis, el temor y la urgente necesidad de proteger el “bienestar común” motivan a que las

autoridades flexibilicen ciertos derechos, sin tener en cuenta que con eso están abriendo la

puerta a los abusos del poder. En las últimas semanas, siguiendo el ejemplo de España, se ha

discutido en el país sobre una posible sanción penal a quienes difundan noticias falsas a

propósito del coronavirus. El problema radica en que ese tipo de vigilancia de los discursos

no sirve para detener la difusión de la desinformación y, en cambio, sí se presta para que se

limite indebidamente la libertad de expresión de los colombianos. No podemos caer en esa

trampa.

El comandante de la Policía Nacional en la región Caribe, general Mariano Botero Coy,

dijo que “el manejo irresponsable de las redes hace que la ciudadanía se llene de rabia

después de consumir información falsa o no verificada, y pueden ocurrir agresiones o

amenazas”. Por eso anunció que su institución buscará judicializar por el delito de terrorismo

a quienes utilicen sus redes sociales para difundir “información falsa”.

El general no está solo. Sus declaraciones les hacían eco a otras dadas por el presidente de

la República, Iván Duque. En una de sus alocuciones presidenciales a propósito de la

pandemia, el mandatario dijo que frente a las noticias falsas “tenemos una clara

configuración de un delito que tiene sanciones severas, porque tratar de desorientar a la

población para desacatar instrucciones de la autoridad sanitaria en el marco de una epidemia,

pues, claramente merece tener una sanción severa, como lo establece el Código Penal para

este tipo de eventos”.


La preocupación es entendible. La desinformación no es un problema reciente. Las noticias

falsas, gracias a herramientas digitales que están diseñadas para generar sentimientos fuertes

en las personas sin importar la veracidad de lo que se les muestra, han ayudado a montar

presidentes populistas al poder, han orquestado un genocidio en Birmania, han llevado a

mucha gente a no vacunar a sus hijos generando un problema de salud pública para todos,

han convertido cualquier debate público en una fosa de mentiras y círculos retóricos inútiles.

En Colombia, por ejemplo, se han reportado casos de personas que no se hacen la prueba del

COVID-19 porque leyeron una cadena de Whatsapp que afirmaba, falsamente, que las

autoridades de salud podían hacerles daño. La “infomedia”, como ha sido nombrada, es una

tragedia constante.
Estructura

Los medios de comunicación son, desde hace siglos, una parte muy importante de nuestras

vidas. Es común ver las noticias durante el desayuno, comprar el periódico los domingos y

encender la televisión después de un terremoto para averiguar su epicentro. Los medios de

comunicación deciden qué se puede hablar, quién puede hablar y cómo puede hablar; y más

importantemente, también pueden determinar quién lo escucha. Un noticiero nos puede

alegrar, nos puede enojar y puede cambiar nuestro comportamiento para instarnos a actuar

sobre algo.

Elementos

Distracción por nacionalismo: Cuando se usan temáticas de orgullo nacional o logros del

pasado para desacreditar argumentos opositores a la política o ideales de un país.

Distracción por fenómeno: Cuando se usa un evento no relacionado para distraer la

atención de los medios. 

Distracción por semántica: Cuando se endulzan términos para esconder la verdad.

Distracción por engaño: Enlazar al oponente con asuntos escandalosos falsos. 

Características:

Rechazos laborables 

El contenido subido a las redes puede ser perjudicial a la hora de encontrar trabajo.

Actualmente, las empresas tienen los perfiles sociales como otra fuente de valoración para el

proceso de selección de personal.

Sin embargo, mucha gente no le da importancia en cómo afectan las redes sociales a su

reputación online. Los perfiles pueden ayudar a las oficinas de recursos humanos a valorar a

su candidato, restando puntos si el contenido que ha sido compartido no comparte la filosofía

de la empresa.
Pérdida de productividad

No ser consciente del tiempo que se pasa en Internet es uno de los grandes problemas en la

sociedad actual. Hasta el punto de interferir en el estudio y el trabajo.

Actualmente es común pasearse por el mundo virtual y así, disfrutar de un tiempo de ocio

merodeando por internet. No obstante, con la facilidad existente de acceso a internet esdificil

trazar la línea de cuántas horas de consumo son las adecuadas para moverse en medios

digitales diariamente.

Problemas legales 

Muchos de los mensajes que se comparten en las redes sociales pueden tener repercusiones

legales. Por lo tanto, es necesario vigilar el lenguaje que se utiliza, las expresiones y el

contenido.

Amenazar y criticar alguna marca o persona son las principales acciones que pueden tener una

repercusión negativa hacia el autor del comentario, pudiendo terminar en prisión.  

Desprotección de menores

Por mucho que las redes sociales pidan edad mínima de 18 años para la creación de un

perfil, muchos menores de edad están presentes en ellas. Es el público más vulnerable en

Internet, así que es necesaria la supervisión de un adulto. 

Tipología del conflicto

El tipo de conflicto es social, ya que las redes sociales pueden sacar nuestro lado más

visceral y, ante determinadas informaciones (que en muchas ocasiones son falsas o

manipuladas) activemos nuestros mecanismos de ira o repulsa sin detenernos a pensar si

con ello perjudicamos a otros usuarios.


Cuáles fueron las dificultades al elaborar el análisis y qué herramientas o recursos

utilizaron para superar la dificultad.

No tuvimos ningún percance con el análisis con herramientas como las lecturas de apoyo
que tenemos en la plataforma y así mismo nos dividimos esos recursos para al fin unir los
aportes de cada una y poder ordenas las ideas del conflicto.

Qué herramientas o recursos utilizaron para superar la dificultad

Utilizamos un correo electrónico y después nos comunicamos por medio de Whatsapp.

Como se dividieron responsabilidades en el grupo para la realización de la actividad

anterior e identificarán si hubo equilibrio en la asignación de tareas y roles que cada

participante desempeñó

Todos realizamos el respectivo aporte al cumplimiento del trabajo, exponiendo cada uno

su punto de vistan sobre el conflicto escogido y hubo equilibrio en la asignación y desempeño

de las funciones equitativamente.


Conclusiones

Sin embargo, la solución no es la censura. Por un lado, el fetichismo punitivo de las

autoridades colombianas necesita afrontar la realidad: el sistema penal no es la respuesta a

todos nuestros problemas. ¿De verdad creen que una Fiscalía saturada va a poder perseguir,

acusar y procesar a todas las personas que compartan desinformación en redes sociales? En

el país de la impunidad, es momento de que nuestras fuerzas policiales dejen de apelar al

miedo como estrategia para enfrentar problemas tan complejos.

Más allá de eso, el verdadero problema es que las categorías de “noticias falsas” y

“desinformación” son imprecisas. Implican que un juez entre a decidir si lo que alguien dijo

o piensa es o no un discurso “válido” para el ordenamiento jurídico. Es decir, se abre la

puerta para la censura, el silenciamiento y los abusos de poder. ¿Todo por una solución

ineficiente? Debemos resistir los cantos de sirena del autoritarismo.

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