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"Presentacion ClÍnica"

(*) Escuela Freudiana De Buenos Aires, 19-04-2016.

Luis María Bisserier

Quisiera responder a la amable invitación del Cartel de Clínica no sólo agradeciendo, más allá
de toda formalidad, sino también aportando en el diálogo al que los invito, alguna respuesta
lógica aunque sea tentativa, al nudo de problemas y preguntas que llamamos clínica y que
nos exigen reinventar el psicoanálisis.
En esta presentación me propongo continuar el trabajo presentado en Montevideo en octubre
del año pasado en ocasión de la reunión Lacanoamericana (trabajo que puede encontrarse on
line en la página web de la EFBA) donde he tratado de seguir la propuesta de Lacan de
entender la práctica psicoanalítica como isomorfa de la práctica lógica ya que para Lacan “la
lógica se define como lo que tiene como fin reabsorber el problema del Sujeto Supuesto
Saber” (21/2/68)
A contrapelo de la época el psicoanálisis sigue siendo ese diálogo que se deja guiar por sus
tropiezos, que acepta lo nuevo que alcanza a producir por lo que acontece en el cuerpo, que
acumula un enorme corpus de saber textual y referencial que debe suspender para dejarse
sorprender por lo que no se sabe. Su experiencia no es la que se le supone a los años sino la
del inconsciente. La experiencia del inconsciente nos enseña que la lógica que nos guía no es
la de la razón de un saber preestablecido que rige nuestra objetividad.
La lógica de la que hablamos en psicoanálisis no es la del formalismo lógico de la razón pura
Kantiana que promueve y produce la objetividad. La razón, a partir de Freud, implica una
lógica de la objetalidad.
La lógica del objeto “a” no se opone a la lógica del significante, más bien la pre-cede y se
articula con ella por lo cual en psicoanálisis no hay primacía ni lo “último” superador sino
articulación y resto. Anudamiento y corte que nos permiten, lógicamente, operar con la falta y
desciframiento que no excluyen la invención que nomine la experiencia de lo inasimilable.
Lo sepamos o no, solemos elegir hablar de aquello que nos causa dificultad y queremos
resolver o de aquello que no sabemos que estamos a punto de saber.
De varios casos de neurosis obsesiva, he elegido uno para conversar con ustedes. Me
acompañara con su comentario Oscar Gonzalez a quien agradezco desde ya.

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En la última reunión del seminario de la Lógica del fantasma Lacan dice “una alcoba donde no
pasa nada más que el acto sexual que se presenta como preclusión (verwerfung) es lo que se
llama comúnmente el consultorio del analista”. ¿Qué quiere decir esta preclusión sino que es
la condición para que la lógica funcione? Para Lacan, el consultorio, ese lugar de la práctica
analítica, es la escena de un acto sexual forcluido. Concibo nuestra praxis como una escena a
la que el analizante sube un mundo en el que nos dejamos llevar en la dirección que el
discurso señala, conduciendo la cura desde la falsedad ( en su sentido lógico) que instala la
suposición de sujeto que surge del saber que se nos atribuye, hasta ocupar el de objeto que
causa y dirige el discurso del que se trata.
Como quiera que sea, el que reflexiona sobre su práctica ya está en otra escena, que incluye
al público y lo público. Escena de la escritura, escena del relato o de la conversación, difieren
en sus tiempos pero no en su estructura. El analista no deja de apuntar al sujeto y en él, a su
hiancia, pero ahora es la propia, que le retorna desde el Otro y yo creo que por eso Lacan
decía que estaba en posición de analizante. No por una cuestión de voluntad, de capacidad o
de magisterio, sino por efecto de la estructura de la escena. En la escena del relato de la
clínica hay algo irremediablemente perdido. Y es desde esa pérdida que tenemos que operar
y en eso también hay cierto isomorfismo con la práctica clínica.
Voy a hablar del análisis de un hombre de 46 años en la actualidad, obsesivo al que
inicialmente llamaré H, quizá porque como Hamlet, está obsesionado y acosado por el
fantasma del padre solo que en su caso el padre está vivo. H es el tercero en llamarse con
ese nombre como primer nombre. Solo el segundo nombre diferencia al abuelo, al padre y a
él. De modo que ahora lo llamaré S (por segundo nombre) ya que él así lo decidió cuando le
pregunté cómo prefería que lo llame. Antes de contar algo de su historia quiero transcribir
algunos fragmentos de la escena actual de su análisis.
Al finalizar una sesión, S me pregunta “¿le pago el lunes?”, esto ya ha sucedido otras veces
de modo que podría tratarse de una pregunta vacía, de circunstancias, sólo que antes de
abrirle la puerta agrega “tuve una persecución en espejo ( así llama él a los pensamientos
que irrumpen con el carácter de una duda que no puede contener y lo impulsan a preguntar si
es verdad o no lo que él pensó)…arriba yo metí la mano en el bolsillo y me pareció que Ud.
también” ( o sea, que yo reflejaba burlonamente su gesto) A diferencia de otras ocasiones
similares le respondo “yo no veo desde donde Ud. se mira” A la sesión siguiente trae un
sueño por primera vez en su análisis.
“Estoy en el casino y juego 25000$ al 11 y pierdo. El croupier es una mujer que no me cobra
las fichas. Entonces sigo teniendo los 25000$. Me estoy yendo cuando una voz me dice que
las cámaras me han registrado y que tengo que pagar, pero ahora es una cifra mucho menor,
(400$)”
Entiendo que este sueño es la respuesta de S a mi intervención anterior que es la que está
regida por la lógica de la objetalidad y que muestra que no sólo en la constitución histórica del
objeto “a” este pre-cede a la lógica del significante sino también repite este ceder previo a la
articulación significante, quedando como resto que nos permite el uso, ahora metafórico y

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propio del plano anal, del significante “la mano en el bolsillo”. Dicho con otras palabras
(podríamos extendernos al conversar) en ciertas instancias del sujeto, primero es necesario
recortar el objeto y recién luego se puede acceder al paso de sentido en el plano del
significante.
Dice Lacan en el seminario de La Angustia el 26 de junio de 1963:
…”es en este terreno donde se juega el destino del deseo
del obsesivo, de sus síntomas, de sus sublimaciones. La posibilidad de la entrada en función
de algo que tomará su sentido del hecho de ser lo que rodea la hiancia central del deseo
fálico. Es lo que ocurre en el nivel escópico. Todo lo que acabamos de decir de la función del
“a” como objeto del don analógico, destinado a retener al sujeto al borde del agujero
castrativo, podemos transponer a la imagen. La imagen especular entra en función análoga,
porque está en posición correlativa respecto al estadio fálico”. Es por eso que para cada
obsesivo, según Lacan la castración se juega en el plano de su propia imagen , i(a), como
sostén del Otro para que no desfallezca. Allí ubica entonces el “a” excremencial, el
objeto-tapón.
Es tiempo de decir que S es un jugador. Campeón del mundo con la selección juvenil de su
deporte (pumitas) titular indiscutido en la primera de su club hasta la eclosión de su neurosis;
club que es un baluarte del amateurismo y de los valores tradicionales de la familia. También
es un jugador compulsivo desde los quince años ya que a favor de su gran físico puede pasar
por mayor y concurre al casino y a cuanta sala de juego puede y él dice de esto dos cosas:
que no quiere renunciar a la adrenalina que le produce jugar y que el casino sustituyó a las
mujeres a las que rehuía por temor a que lo rechacen, lo que confirmaría aquello que lo
angustia: la imagen de ser un boludo. A los diecinueve años, después de huir de un noviazgo
para evitar la relación sexual que se hacía inminente por el deseo de esa joven hermosa,
hermana de un compañero de equipo, un día se pregunta…” y a mí, como me tienen” y la
respuesta consciente ante esa reaparición del che vuoi es “ un boludo” que tiene un efecto
devastador, sólo coherente con su correlato inconsciente( por disociado) : puto, comilón,
violado, cogido en la cárcel, devorado por sus compañeros como en el caso de aquellos
uruguayos del accidente de avión en la cordillera, serie de fantasmagorías conscientes cuyo
correlato es la muerte. Quedar hecho mierda, ser un desecho. La homosexualidad o la muerte
es el vel alienante que lo ha perturbado desde sus primeros tiempos hasta la crisis que lo
derrumba.
En pánico, con taquicardias que justificaban la idea de que se iba a morir, se refugia en la
casa de un tío médico, hermano del padre. Luego de un par de años largos en los que se
repiten crisis similares con estudios médicos que descartan cualquier motivo orgánico lo
derivan a un analista por recomendación de la analista de la hermana (anoréxica). Transcurre
otro tiempo largo hasta que una nueva crisis y refugio en la casa del tío lleva a la interrupción
de ese tratamiento y la derivación a una psiquiatra. Entretanto han pasado algunos años, ha
dejado de estudiar, se mantuvo penosamente en trabajos obtenidos a partir de sus relaciones
con empresarios vinculados a su deporte y a su club. Con grandes esfuerzos se mantuvo

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jugando en primera con caídas y retornos. El problema es que ha engordado mucho. Come
compulsivamente, sin hambre y sin poder contenerse. En sus encuentros esporadicos con
mujeres padece eyaculación precoz. Y tiene deudas de juego que incrementan su impulso de
volver al casino.
De todo esto y otros trazos de su historia me enteraré muchos años después y en dos
tiempos. El primer tiempo sucedió de una forma un tanto singular. Brevemente: la psiquiatra
que lo atendía trataba a S como psicótico. Lo había medicado con antipsicóticos, lo deriva a
un analista de la APA e indica una terapia familiar. La analista de la hermana parece no estar
de acuerdo y le da mi nombre a ésta, supongo que como alternativa al analista de la APA.
Solo que nadie me avisa y un día un hombre me llama y me pide un turno (así se expresa)
diciendo que tiene un problema familiar. Le doy una hora y cuando abro la puerta, para mi
sorpresa, me encuentro con el grupo familiar, incluida una bebita en un moisés. Los padres,
las dos hermanas, la bebita hija de la hermana mayor y S, corpulento y gordo que agarra una
silla y se ubica apartado, cerca de la puerta de salida del consultorio. Por lo que me cuentan,
todo referido a S, que escucha en silencio, concluyo diciéndoles que evidentemente están
preocupados, que quieren colaborar con S, que parecen una familia quizás demasiado unida,
han hablado todos menos S y la bebita y que así como no veía motivo para que la bebita
estuviese en su moisés sobre el diván tampoco escuchaba en lo que me contaban nada que
requiriese intervención para la familia y como S no hablaba, tampoco podía saber si requería
medicación pero sospechaba que no y que parecía haber algo malentendido. S dijo entonces
que prefería hablar con el analista al que lo habían derivado y que había venido por su padre.
Agregué que entonces el problema podría ser el padre o para el padre y di por concluida la
entrevista. Tiempo después el padre me pidió entrevista para él y la mujer. Durante los
siguientes años vinieron en ciclos de variable duración y por ellos tuve noticias del tratamiento
de S y del lugar que ocupaba, objeto y falo imaginario caído (- fi) no sólo para la madre,
también para el padre. Pagaban el tratamiento de S de cuatro veces por semana, el alquiler
del departamento al que se había mudado, la madre lavaba su ropa, le llevaba comida y el
padre coleccionaba todas las noticias deportivas y los trofeos, y lamentaba que no llegase
más lejos en sus éxitos a causa de su enfermedad pero se consolaba esperando muy
contento porque el analista del hijo le había dicho que había que hacer “motor, chapa y
pintura”
Esta autentificación de lo imaginario que Lacan ubica como antesala de la locura es uno de
los aspectos predominantes en el deterioro y agravamiento sintomático de S cuando llegó a
consultarme y que no sólo provenía del analista sino que coincidía perfectamente con el
imaginario, hecho carácter, del padre, que como el lado bueno del vizconde demediado, esa
magnífica fabula de Italo Calvino , todo el tiempo hacía desastres con la mejor de las
intenciones. Con toda inocencia podía contar que para evitar que le pase algo al hijo desde
chico le ha advertido de diversos peligros, por ejemplo que si el ascensor se detiene no intente
salir si queda una abertura porque si vuelve a funcionar lo parte por la mitad y tiene un recorte
de diario que cuenta un accidente de esas características para demostrar lo que dice. Años

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después S me cuenta que no usa ascensores.
¿Cómo llega S a consultarme? Después de muchos años de sostener ese tratamiento y a raíz
de no poder cubrir el descubierto bancario, agobiado por deudas de juego, le cierran la cuenta
bancaria y cuando el analista le dice “ahora va ir preso”, aunque sabe que eso no es cierto se
derrumba literalmente, en ese estado que Lacan llama turbación,, no puede salir de la casa,
no tiene fuerzas para salir de la cama, le ponen acompañante terapéutico, el tío vuelve a
ocuparse. Me llaman y lo derivo a Isidoro Gurman con quien hace un tramo que le permite
volver a trabajar y empezar como entrenador de divisiones juveniles de su deporte. Después
de la muerte de Isidoro, un día me llama y pide verme. Quiere preguntarme si el padre es
capaz de hacerle las cosas que él piensa. Así, con ese estrago conservado, con la idea de no
tener remedio, pero siempre manteniendo la duda que permite escuchar la gran angustia
obsesiva, me demanda asistencia con signos de una gran reticencia y desconfianza.
¿Qué cosas piensa él que le hace el padre? Resumo en una serie más o menos
representativa lo que fue reiterando a lo largo de años: la serie de pensamientos que él llama
persecuciones son pensamientos que lo asaltan irrumpiendo con fuerza arrasadora,
interrumpiendo todo lo demás, salvo su actividad deportiva que mantiene con gran esfuerzo.
Se trata de la aparición en su campo de pequeños elementos de la vida cotidiana que él dice
que no deberían estar ahí.Se trata en general de desechos de modo que esta aparición del
objeto “a” está en el centro del recorrido de la angustia por las diversas formas de
presentación.¿ Esa hojita, caída del árbol, cómo llegó al inodoro de su casa? ¿Porqué está
ese muñequito Kinder en el jardín de la casa que alquila en el country del club en el que se ha
refugiado después de tener que vender el departamento que le han regalado los padres, para
pagar sus deudas de juego y que tampoco terminará de pagar ya que posterga el pago para
usar ese dinero para hacer un negocio, que como le sale bien, aprovecha para comprarse un
auto de alta gama y así.
Él no vincula estos movimientos y las mentiras que le tiene que decir al padre al que le debe
plata y que nunca se la reclama, con los pensamientos que lo obsesionan. ¿Como alguien tan
bueno (el padre) puede mandar al vecino de arriba del departamento en el que vivía antes de
mudarse al club, para que haga ruidos, arrastrando muebles, cada vez que él vuelve…¿Cada
vez que vuelve de hacer qué ? le pregunto. No dice de hacer algo malo porque no lo puede
pensar...pero con el tiempo se hace evidente, también para él, que cada vez que vuelve del
casino, de estar con una puta, de comer en exceso, de engañar a alguien para hacer un
negocio,etc….... lo que permite la interpretación que anuda las escenas, haciendo caer el
desecho. “Si Ud. dice que hacer esas cosas es hacer algo malo y no que son cosas que le
hacen mal, debe ser porque ud.cree que su padre es muy bueno, pero por qué sería bueno
alguien que no permite que ud. pague sus deudas.”
En la transferencia empieza a poder decirme las ocurrencias que censuraba, por ejemplo, al
abrirle la puerta “ a este petiso le doy una piña y lo mato “ El despliegue de la rivalidad
imaginaria con el padre permite una reducción importante de las ideas llamadas
persecutorias. Le hace promesas a Dios que son negociaciones y al mismo tiempo ironías

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sobre la omnipotencia divina : si deja de jugar por tanto tiempo, hace dieta y deja de acostarse
con putas Dios le tiene que conseguir una mujer con la que formar familia, ganar dinero y salir
campeón. Le digo : Ud. no quiere hacer el trabajo necesario para conseguir lo que desea pero
qué trabajo se toma para sostener la omnipotencia que Ud. le otorga a Dios.
Las escenas que acabo de relatar y sus interpretaciones retoman los hilos distintivos de la
trama de los primeros años de análisis, durante los cuales faltaba frecuentemente (venía una
vez, faltaba a la siguiente) llegaba tarde, se dedicaba a “escanear sarcasmo”, “como Liza
Simpson” aclaraba. Cuando faltaba siempre era por la aparición de alguna de estas señales
de la presencia inesperada del objeto “a”, que lo dejaban sin fuerza, arrasado, sin poder
levantarse de la cama. Le dije que tenía que pagar cuando faltaba salvo que me llamase y yo
pudiese ofrecerle un horario alternativo y si faltaba le indicaba una sesión adicional, al día
siguiente, además de pagar por la que había faltado.
Cada tanto me ponía a prueba ya que para confiar en mí necesita saber que no voy a caer en
la trampa de su fantasmagoría (llamo así a la imaginación que escenifica sus fantasmas)
Como no lo tomo por loco aunque haga locuras me asedia ¿Y porque estoy seguro que no va
a arrancar bruscamente frente a un semáforo en rojo y matar a alguien? ¿ Y si tiene
sonambulismo y mata al primo cuando se queda a dormir en la casa de la tía? (también
médica) Nuevamente se trata de dos tiempos y los fantasmas en juego se podrán analizar
sólo después de que él acepte que es cierto que…”yo no puedo saber ni cuando va hacer
cagadas ni tengo el poder para evitar que las haga pero sí estoy seguro que él prefiere que lo
traten como loco porque entonces no es responsable de su deuda”.
De lo que historizó durante estos años quiero ahora, antes de volver a la escena actual,
transmitir algunos recuerdos de su infancia a los que él ha vuelto una y otra vez :
-Cuando la madre a la que en la familia llamaban, mitad en serio y mitad en broma, ministro
de economía se mostraba seria o triste, él se desesperaba y no se detenía hasta saber si era
por algo que él había hecho.
-A los seis o siete años una vez que la madre llegó tarde a buscarlo al club donde tomaba
clases de natación, no pudo contenerse y se cagó encima.
-A los 8 años más o menos volvía con unos amigos de comprar algo en un quiosco y vió que
el escudo de un auto (Peugeot, o sea, un león) estaba medio suelto y sin poder contenerse
trata de arrancarlo. Aparece un policía y lo reta. No pasa más que eso pero empieza a
obsesionarlo la idea de ir preso, ser violado en la cárcel o muerto si se resistía.
-Más adelante (9 ó 10 años) cuando lo dejaban sólo en la casa elaboraba planes de escape: si
saltaba por la ventana de la cocina al techo del patio del vecino y desde ahí, etc
-Recuerda angustiarse mucho si lo mandaban al rincón. No soporta no poder ver. Quisiera
recordar que en el seminario 13 (El objeto del psicoanálisis) aquello que Lacan llama el sujeto
ideal de la identificación...coincide en el cuadro con el punto de fuga: el ojo que mira.
-Ya era muy grande corporalmente y tenía temor de que fuese cierto que podía matar a otro
chico jugando al futbol ( si te agarra ese te mata, había escuchado). Era muy habilidoso para
el fútbol pero terminó apasionandose con el rugby donde está permitido y muy reglado el

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choque corporal.
Mientras va elaborando estas cuestiones se separa de un socio al que se adhería para no
tomar decisiones y empieza desarrollar sus ideas. En vez de importar repuestos para cajeros
automáticos como hacían en esa sociedad, compra grandes lotes de cajeros desechados por
los grandes bancos cada vez que los actualizan y los vende, con gran ganancia, a bancos
provinciales y de segunda línea. Ya no solamente le entrega el dinero (objeto “a” en el plano
anal) al Otro omnipotente del casino y las deudas; ahora alterna con beneficiarse de la falta en
el gran Otro del dinero (los grandes bancos) Pero todavía no lo soporta demasiado: gasta más
de lo que gana cambiando el auto frecuentemente por otro más caro y más potente, compra
un lote en el country de su club y de tanto en tanto, aunque de manera más acotada, sigue
yendo al casino donde gana grandes sumas que vuelve a jugar, hasta perderlas. Cada ficha
de juego es el objeto anal destinado a obturar la hiancia en el Otro y sostener su
omnipotencia, la de la madre “ministro de economía”, la gran teta que nunca lo puede saciar.
Cuando acepta el cargo de entrenador que le ofrece el club el vel alienante se desplaza a sus
actividades en las que ahora hay deseo. O una cosa o la otra. Si dedica tiempo para seguir
ganando plata está traicionando el ideal sacrificial que representa el amateurismo: hacer todo
por amor, donar todo para el altar de la gran familia del club. Si por el contrario se dedica
exclusivamente al club, pierde negocios y vuelve a endeudarse. Dice que no puede hacer las
dos cosas al mismo tiempo y termina no pudiendo hacer ni una cosa ni la otra. Ocupar un
lugar de autoridad paterna se le vuelve insostenible. ¿Cual es el lugar del que en realidad
dispone? ¿Cual el sustento del vel alienante que lo detiene? Ser el falo de la
madre-hermana-mujer, polo que no se diferencia demasiado de un padre feminizado (que le
confiesa que se excita hasta orinarse cuando el club gana un partido dirigido por su hijo)
S no soporta la menor detumescencia, no soporta ningún inconveniente, ninguna derrota que
haga imposible el sueño de campeón para esa temporada y renuncia a su cargo de
entrenador a tiempo para salvar su negocio.
Logra tener relaciones sin eyacular tan precozmente. Alterna con putas y mujeres un poco
locas, ligeras. Ninguna para lo que él llama “tener una familia”. Al mismo tiempo se enamora
de esa manera exaltada idealmente que Lacan aproxima para mostrar la diferencia, con la
erotomanía, de mujeres hermosas que compara con modelos y actrices famosas y con las que
siempre posterga avanzar, “soltarle los perros” dice. Entonces se propone adelgazar para
poder animarse. Hace dietas extremas y las abandona. Trabajosamente asocia y van
apareciendo los recuerdos de sus ensoñaciones adolescentes que él vivía con tal intensidad
que le parecían reales, tan reales que terminaba eyaculando mientras imaginaba estar
cogiendo con una de las amigas de su hermana a las que espiaba cuando se quedaban a
dormir en su casa, así como antes aprovechaba su altura para mirar disimuladamente las
tetas de la madre y dejaba los calzoncillos manchados con semen escondidos, aunque sabía
que la madre los encontraba y los lavaba sin decir nada.
Después de este nuevo tramo de análisis vuelve al club, primero como asistente de los
entrenadores, luego le gana el cargo de entrenador principal a su rival histórico y logra dos

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campeonatos y un segundo puesto. Durante este período, ocasionalmente va al casino
después de que el equipo gana partidos importantes pero se retira al llegar a cierta cantidad
tanto cuando gana como cuando pierde. Pero no soportó haber salido segundo y renuncia.
Sólo que después empieza a ganar dinero con el deporte. Hace periodismo y al mismo tiempo
hace una empresa que provee viandas de comida para empresas que dan ese beneficio a sus
empleados. En este contexto, que es el actual, entabla relación por WhatsApp con una mujer
que entra en la categoría adecuada para familia. Con ella se está jugando en este momento la
castración en el Otro. Esta mujer es seguramente la croupier del sueño a la que él le juega
tantas fichas que no quiere pagar.
“Meter la mano en el bolsillo” para no pagar su deuda es retener y es también robar, cagar al
otro, que ahora se juega en la transferencia precediendo los pagos que va realizando en todos
los sentidos.
Por ella adelgaza 30 kg antes de animarse a proponer un encuentro (dice que todavía le falta
adelgazar 20 kg más) pero ella es funcional a esta función mayor del deseo del obsesivo que
es “hacer esperar”, ella también posterga, ella le cuenta sus problemas y cada vez que
sucede esto él primero se ofrece como sostén pero luego , a esta presentación de la falta, èl
la obtura con uno de esos pensamientos obsesivos que ahora no lo dejan postrado sino que lo
hacen venir puntualmente a su sesión e incluso pedir venir otra vez más en la semana. Tal el
momento actual en cuyo resguardo interrumpo el relato.
Concluyo por lo tanto aquí no sin antes dejar planteado el núcleo de una tesis que surge a mi
entender del análisis de muchos casos de neurosis obsesiva. Es lo siguiente: el vel alienante,
la homosexualidad o la muerte, que se puede encontrar en el análisis de los obsesivos, es lo
que infinitiza esos análisis. Dichos sujetos postergan la subjetivación de su deseo por amor
narcisista al padre ideal. La misma estructura se puede encontrar en la iglesia y el ejército tal
como Freud lo señaló. En el mismo sentido de esta observación freudiana es que Lacan dice
que lo más cercano a la consumación del incesto es el amor entre el padre y el hijo. Es lo que
habría que incluir en la investigación necesaria para poder reabrir la cuestión del Edipo. Esto
es , el incesto en relación al progenitor del mismo sexo. En este punto la confusión llega en
ocasiones, a extravíos, por autentificar lo imaginario, que generan la presunción totalmente
errada de que se trataría de estructuras psicóticas.

Buenos Aires, abril del 2016

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