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LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS EN LA LITERATURA LATINOAMERICANA

CONTEMPORÁNEA, DE JUAN ESTEBAN LONDOÑO (I)


Leopoldo Cervantes-Ortiz
11 de febrero, 2021
En la profanidad de la forma artística se esconde “lo que nos concierne absolutamente”, como
dice la recurrente fórmula teológica de Tillich [...] Aquí partimos de la premisa de que lo que es
absolutamente importante, “la preocupación última”, se esconde en la obra de arte, y la teología
tiene la tarea de descubrir este ocultamiento. Ella encuentra en el lenguaje del arte una
interpretación no religiosa de las experiencias religiosas y de los conceptos teológicos.1
DOROTHEE SÖLLE

Nacido en Medellín, Colombia, en 1982, Juan Esteban Londoño es un teólogo, escritor, poeta
e investigador literario. Recientemente ha comenzado a laborar como profesor en la
Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL, Costa Rica). Estudió Filosofía y la Maestría en
Filosofía en la Universidad de Antioquia (Colombia), y cuenta con una Licenciatura y una
Maestría en Ciencias Bíblicas por la UBL. Obtuvo el doctorado en Teología en la Universidad
de Hamburgo, Alemania, con una disertación sobre la muerte de Jesús en la literatura
latinoamericana, obra que es motivo de esta serie de artículos. Sus libros, hasta el momento,
son: El nacimiento del liberador, un sueño mesiánico (2012), Para comprender el Nuevo
Testamento (UBL, 2013), Evangelio de arena (novela, 2018), Hugo Mujica: el pensar de un
poeta en la poesía de un pensador (2018) y el poemario El país de las palabras rotas (2019,
www.nuevayorkpoetryreview.com/Nueva-york-Poetry-Review-2810-104poesia-colombiana-
juan-esteban-londoo). También ha escrito textos acerca de la relación entre filosofía, literatura
y religiones (https://udea.academia.edu/JLondoño/Papers), y ha participado en diversos
proyectos musicales como vocalista y compositor.
La crucifixión en la literatura latinoamericana contemporánea: Hugo Mujica, Raúl
Zurita y Pablo Montoya (Missionshilfe Verlag, 2020,
www.missionsakademie.de/files/21_sitma_inhalt.pdf) es el título de la tesis doctoral defendida
por Londoño en mayo de 2020. Las dimensiones propositivas del trabajo, una muy creativa
combinación de ensayo teológico y literario, están dominadas por las proporciones estéticas y
expresivas de los autores elegidos, auténticos y sólidos representantes de la mejor literatura
latinoamericana actual. Poetas los tres (Mujica, argentino nacido en 1942; Zurita, Chile, 1950;
y Montoya, colombiano, 1963, aunque más conocido como novelista), representan prácticas
discursivas que se han consolidado con el tiempo. El primero, un sacerdote sui generis que
coincidió con los poetas beat en Nueva York en los años 60, el segundo, una de las voces más
radicales de la poesía posvanguardista, y el tercero, un escritor que integra consistentemente la
historia con las exigencias estéticas actuales.
La idea fundamental que preside la investigación y la forma en que se ubica en el marco
de los esfuerzos previos al respecto son expuestas en su primer párrafo:

La imagen del Jesús crucificado tiene una carga de sentido que se expande por la iconografía y la
literatura. Refleja la carnadura humana y el sufrimiento divino, y tiene un efecto transformador en el arte

1
Dorothee Sölle, “Zum Verhältnis von Theologie und Literatur” (Sobre la relación entre la teología y la
literatura), en Gesammelte Werke. Band 7: Das Eis der Seele spalten. Ursula Baltz-Otto y Fulbert Steffensky,
eds., Stuttgart, Kreuz, 2008, pp. 18-19, cit. por J.E. Londoño, La crucifixión en la literatura latinoamericana
contemporánea: Hugo Mujica, Raúl Zurita y Pablo Montoya. Hamburgo, Missionshilfe Verlag, 2020 (Studien zu
interkultureller Theologie an der missionsakademie, 21), p. 17.
en general. Como afirma Hegel en sus Lecciones sobre la estética, la representación cristiana de Dios en
un sujeto singular, Cristo, significa la unidad entre la subjetividad humana y la divina, pero también saca a
relucir el dolor como tema del arte. Por esto las representaciones plásticas de Cristo que pretenden
asemejarlo a un dios clásico e impasible son insuficientes, pues para representar a Jesús se necesita de
obras que rescaten no solo la profundidad espiritual y la belleza sino una armonía que surja del dolor
absoluto. De este modo el arte cristiano se separa del ideal clásico, pues el Mesías aparece flagelado a la
par que mantiene una honda fe en medio de la agonía, mientras sus amigos son representados como gente
sencilla y sus enemigos son descritos con las características de lo feo, la maldad y la barbarie (p. 7).

Como se puede apreciar claramente, esta plataforma conceptual le sirvió para plantear
que, desde lo feo y lo grotesco en el arte es posible presentar “héroes escindidos,
humanizados, incluso contradictorios”. En ese sentido, Jesús de Nazaret, como personaje
literario que también es, constituye “una figura con la cual el pueblo, creyente o no creyente,
puede identificarse, ya sea para concentrar su atención en el nacimiento, las enseñanzas, la
muerte o la resurrección, o en todas estas metáforas en conjunto.”. Esta polisemia, a veces
inabarcable por las lecturas centradas mayormente en aspectos dogmáticos y edificantes, es la
base del abordaje teológico y literario de Londoño. Para él, “la imagen del Dios crucificado da
al cristianismo características teológicas, éticas y estéticas muy particulares”. Luego de
haberse interesado por “la imagen del nacimiento de Jesús en la literatura y en las artes
plásticas como símbolo de la entrada a la vida del ser humano y del nuevo nacimiento en la fe”
para la investigación doctoral decidió continuar con la temática del nacimiento de Jesús, pero
dos descubrimientos trastocaron su idea inicial.
En primer lugar, el hecho de que, en la religiosidad latinoamericana, el motivo del
nacimiento de Jesús es definitivamente menos importante que de su pasión. Por doquier, en el
catolicismo y en el protestantismo, el Jesús crucificado y las imágenes de la crucifixión son los
que tienen mayor protagonismo en las artes plásticas, la música y la literatura. Eso ayudaría a
entender el grado de identificación de los latinoamericanos/as con el sufrimiento de Jesús, tal
como lo han discutido los teólogos/as de la liberación al momento de hablar del “pueblo
crucificado”. El segundo descubrimiento, no tan explícito como el primero está resumido en
las siguientes palabras: “…la figura de Cristo es revalorada por escritores de literatura, tanto
creyentes como ateos en una época de crisis” (p. 9).
Las palabras introductorias de esta tesis no son solamente la presentación de los
propósitos y la metodología de su análisis, sino que ya son, en sí mismas, una forma de “abrir
el fuego” sobre el tema que se discute tan apasionadamente mediante un aluvión de referencias
de autores latinoamericanos (Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo,
Augusto Roa Bastos, Adélia Prado, Hilda Hilst) al lado de alusiones a los autores teológicos
que hicieron de la cristología, en su momento, el centro de la reflexión más audaz en los años
70 y 80 del siglo pasado (Leonardo Boff, Jon Sobrino). Ellos y ellas son sus interlocutores
directos además de los procedentes de la teología alemana, como Paul Tillich, Dorothee Sölle
y Jürgen Moltmann, en su diálogo con la cultura y el arte, pues ellos, lo subraya Londoño,
“buscan manifestaciones de lo divino en la cultura”.
El repaso de apertura que explica la razón de ser de la investigación da pie para la
enunciación de los tres autores elegidos (se extraña que los tres sean hombres): “Ellos
refiguran las narrativas bíblicas acerca de crucifixión en las que la tragedia humana y la
ausencia de Dios son motivos centrales, pero también lo son la solidaridad con los sufrientes y
la imagen de un Jesús se duele junto a las personas” (p. 11). Lo que estos autores hacen con la
figura tradicional de Jesús crucificado forma parte de un nuevo entramado discursivo que ha
pasado a través de sus obras y ha salido transfigurada: “Estos tres autores reinterpretan una
tradición narrativa, la cual está cargada de símbolos poéticos, y la transforman en una obra que
no puede dejar de lado su origen en forma de relato ni la fuerza de sus imágenes visuales”.
Los marcos epistémicos y metodológicos en los cuales sitúa Londoño su trabajo son,
primero, la combinación de sus dos intereses de estudio: la poética filosófica y la
hermenéutica teológica. “En este sentido realizo una discusión sistemática sobre la poesía
como interlocutora de la teología” (p. 123, énfasis agregado). En este aspecto considera muy
importante acercarse a la Biblia como una obra poética y “emplear métodos de estudios
literarios para valorar su alcance en la cultura, partiendo de las reflexiones de la hermenéutica
filosófica y de la estética de la recepción”. Las nuevas preocupaciones volcadas por Mujica,
Zurita y Montoya son el resultado de una reelaboración profunda del material original. Otras
aportaciones consideradas para el análisis son los planteamientos de autores como Romano
Guardini, Hans Urs von Balthasar, Walter Jens, Hans Küng y Tillich. No obstante, su enfoque
dominante es el de la presencia de la Biblia en la literatura, vista en dos direcciones: la Biblia
como literatura y la Biblia en la literatura, para lo cual se fundamenta en los estudios de Paul
Ricoeur y su visión de la Biblia como obra artefacto poético, además de los estudios de Hans-
Georg Gadamer y los teóricos de la estética de la recepción (Wolfgang Iser y Hans Robert
Jauß).
Finalmente, la investigación se enmarca en el campo de la poética teológica y en lo que
Susan Gubar llama “poesía después de Auschwitz”. Para esta autora, “la poesía [es] como una
revelación profética que llega a dimensiones de la psique humana que la razón no alcanza” (p.
13). Finalmente, la postura poético-filosófica guió esta investigación hacia las siguientes
preguntas: “¿cómo refiguran Hugo Mujica, Raúl Zurita y Pablo Montoya en sus textos el
motivo de la muerte de Jesús? […] ¿Qué le dice la poesía a los teólogos? ¿Cómo puede la
poesía ser una interlocutora de la teología?”. Desde la hermenéutica literaria, el trabajo
constatará “que no sólo las características poéticas y narrativas de la Biblia juegan un gran
papel en la imaginación de lectores y oyentes, sino también el contexto de recepción y la
historia de sus efectos, la cual implica siempre una transformación de los textos al ser
interpretados y traducidos en nuevas categorías lingüísticas y contextos culturales”.
Por todo lo que promete en este panorama general del contenido de la obra y realiza
sólidamente, estamos delante de una novedosa y entusiasta aportación a los estudios teológico-
literarios sobre temas latinoamericanos con el añadido de que las lecturas realizadas a las
obras en cuestión son completamente inéditas en el ámbito de la crítica literaria y profundizan
las intuiciones de quienes anteriormente han hecho esfuerzos similares y son sus antecedentes
directos (Pedro Trigo, Antonio Manzatto, Luis Rivera-Pagán, Reinerio Arce, Antonio Carlos
de Melo Magalhaes, Genilma Boehler, Alberto F. Roldán).

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