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Globalización y Estado en América latina.

Valentina Benavides Duran.


Enrique Jiménez Rodríguez.
Andrea Carolina López Pontón.

Universidad Cooperativa de Colombia.


Derecho.
Tercer semestre.
Problemas sociales globales.
Santa Marta.
GLOBALIZACIÓN, IDENTIDAD Y ESTADO EN AMÉRICA LATINA.
Primero, tenemos que la globalización es el proceso resultante de un conjunto de actividades a
escala planetaria. Cada día el mundo avanza constantemente y con el todo lo que nos rodea,
sobre todo el sistema tecnológico que ha rodeado el planeta en una red de flujos en las que
influyen todos los ámbitos dominantes de la actividad humana.
En la economía global esta todo lo relacionado con los mercados financieros, los movimientos
del capital y la economía de los países, también debemos destacar que hoy en día no existe un
control de los flujos globales del capital, lo que convierte las economías en dependientes del
mercado financiero. Otra parte importante es la globalización de la ciencia y la tecnología, donde
destacan los medios masivos de comunicación y multimedia, además de las nuevas formas de
comunicación a través del internet. De igual forma, ese nuevo sistema de globalización se
constituye a partir de esas redes de intercambio y flujo de información, que pueden ser
extremadamente incluyentes o excluyentes, dependiendo de lo que según sus códigos resulte
importante o no.
Factores como la capacidad cultural y tecnológica de las personas influyen mucho en la
economía global. En la economía informacional, la educación y la innovación se constituyen en
fuerzas productivas directas. Estas no son suficientes, el comportamiento del mercado financiero,
sometido a percepciones de psicología colectiva y a turbulencias informativas de todo origen,
influye decisivamente en la riqueza y la pobreza de las naciones. En esto también incluimos la
productividad y competividad de la calidad de recursos humanos de instituciones y empresas los
cuales son esenciales para los inversores globales.
Así como todos los factores que hemos nombrado antes son importantes, la identidad también lo
es, esta tiene como concepto “proceso mediante el cual los actores sociales construyen el sentido
de acción con su atributo cultural”, en ella podemos ver el reforzamiento de las identidades
culturales, religiosas, nacionales, territoriales, étnicas y de género que aparecen como principios
fundamentales de autodefinición, cuyo desarrollo marca la dinámica de las sociedades y la
política de forma decisiva. Estas identidades se conforman a partir de la tradición, esta es la
forma en que un grupo de personas se representa y hace parte de principios constitutivos de la
acción social en la era de la información.
Por otra parte, está el Estado de red, este parte de que el estado no desaparece, se transforma, este
busca alianzas estratégicas, tanto estables como coyunturales con otros estados, para tratar
conjuntamente los problemas planteados por la globalización. En el estado-red, funciona
mediante la interacción de sus distintos componentes en un proceso continuo de estrategia,
conflicto, negociación, compromiso, codecisión y decisión, que constituye la práctica político-
administrativa concreta de nuestras sociedades.
Después de todo esto podemos llegar a América Latina, donde la globalización ha transformado
profundamente las economías y las sociedades. En su dimensión fundamental, la financiera y
monetaria, la globalización y las políticas de ajuste que de ella derivan han inducido un nuevo
marco macroeconómico, caracterizado por la estabilidad monetaria, el control de la inflación
como objetivo prioritario, la liberalización del mercado de capitales, la desregulación económica
y la privatización de empresas públicas en casi todos los países, entre otros factores que son de
suma importancia. Esto ha permitido la unificación de criterios de mercado en un espacio
económico ampliado. La inversión extranjera, tanto directa como en el mercado de valores, se ha
multiplicado, proporcionando recursos para el crecimiento económico y favoreciendo
transferencia de tecnología y mejora de la gestión empresarial. Con esto podemos ver que
América Latina esta integrada en esa nueva económica global, sin embargo, no evita que esto sea
de forma desigual, con miles de problemas a nivel social y económico en la transición y amplios
sectores que son totalmente excluidos de todo ese proceso de modernización e integración
económica que se quiere llevar a cabo, resaltándose de forma notoria esa exclusión de la que ya
se había hablado anteriormente. Todo esto sin contar los altos niveles de desempleo, pobreza y
desigualdad cambiante, este desarrollo desigual se ha acentuado y la concentración de población
y recursos en las grandes áreas metropolitana sigue creciendo, dando como grande consecuencia
tensiones sociales y afectación medio ambiental por falta de control y planeamiento de la
urbanización acelerada.
La globalización y la aceleración del crecimiento económico han provocado grandes
consecuencias en la crisis medio ambiental, se está produciendo un deterioro irreversible del
equilibrio ambiental que amenaza con degenerar un verdadero desastre ecológico. A esto
podemos sumar que América Latina está, de lleno, en la globalización. Con sus procesos de
crecimiento dinámico, competitivo y modernizador, del que forman parte, hoy en día indisoluble,
procesos de exclusión social y destrucción medioambiental.
Las identidades en América Latina están conformadas por la étnica, la regional, la nacional. La
étnica se manifiesta en ciertos países donde la identidad es un principio fundamental la cual se
forma más allá de los sectores movilizados por una lucha especifica. Por otro lado, la identidad
regional marca comunidades más allá de la cotidianeidad y el costumbrismo. Un claro ejemplo
son las culturas regionales colombianas, de Antioquía al Cauca, donde cuentan con principios
definitorios de redes de protección social ante la crisis general del estado colombiano. Sin
embargo, el más dominante es la identidad nacional que es una identidad construida en torno a
un estado-nación que, ya sea sobre bases populistas o clientelares, afirmaba un proyecto de
desarrollo y una especificidad a la vez frente a los países poderosos, pero nunca lo cultural. Esta
tiene como principio histórico una construcción por parte del estado, al desligarse dicha
identidad de su sujeto (el estado), para la mayoría de la población la identidad nacional se
convierte en un principio débil, en un principio que no basta para construir el sentido de la vida.
La identidad nacional tiende a ser suplantada por dos fuentes distintas de sentido. Esta tiende a
ser suplantada por el individualismo que lo legitima el mercado o por el repliegue hacia
identidades comunitarias más fuertes que una identidad nacional en crisis.
Por tanto, la evolución del país parece ser la clave de la crisis o reconstrucción de la identidad de
América Latina. Hablando de su historia, este es un país frágil, desde la década de 1930, ha
estado formando alianzas con el sector urbano y los trabajadores organizados para establecer su
propia permanencia. En esta alianza se ha establecido un país populista o democrático, pero
siempre clientista, siempre confiando en él para dominar la riqueza del país, pagar su parte a
socios extranjeros y distribuir recursos a organizaciones a través de la gestión pública, empresas,
y empresas con capacidad del sector de la ciudad mediante un estado de bienestar adaptado a los
clientes políticos. Sólo se consiguió una estabilidad relativa cuando de alguna manera, explícita o
implícita, dichas alianzas se recompusieron. Pero en los noventa, para superar la crisis estructural
de los ochenta, el estado intentó asumir un nuevo papel: el de modernizador en el marco de la
globalización. Es un papel contradictorio porque, a diferencia del estado desarrollista, la
modernización como adaptación a la economía global, consiste sobre todo en traspasar al
mercado lo que era del estado.
En resumen, el estado-nación latinoamericano dejó de ser nacional en la década de los noventa.
Como consecuencia, se rompió la alianza tradicional con los sectores medios urbanos y sectores
populares organizados, que son aún la base del sistema político latinoamericano. Esto llevó a la
reconstitución del sistema político de representación y liderazgo, y al establecimiento de una
política que dependía de la personalidad y las relaciones de los medios con las masas. En agudo
contraste entre el populismo mediático global y el nacionalismo empresarial de defender al país
están los dos proyectos de competencia y búsqueda de apoyo social. Entre los dos, se ha perdido
la capacidad integral del país. La ideología del mercado reemplazó a la ideología nacional.
A medida que América Latina ingresa al siglo XXI, hay tres desafíos principales que deben
abordarse: la exclusión social de la mayoría de la población, el deterioro acelerado del medio
ambiente y la creciente distancia entre las instituciones estatales y la experiencia social. En la
raíz de esta triple crisis se encuentran cuatro grandes problemas que se manifiestan con diferente
intensidad en distintos países y regiones del área. El primero es la transición al
informacionalismo como nuevo modelo de desarrollo. El segundo gran problema, es la
importante corrupción existente en numerosas instancias del estado. El tercer gran problema
con el que se encuentra América Latina es la obsolescencia administrativa y la crisis de
legitimidad política de sus estados. El cuarto problema es la reconstrucción de identidades
comunicables. Bajo el umbral de esta sociedad, el desafío para América Latina es trascender los
mercados y países, remodelar y aprender a conectar lo local y lo global en un mundo nuevo,
lleno de conflictos y lleno de creatividad.

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