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“SAN MAX” RELEIDO.

UNA DEFENSA DE
STIRNER CONTRA MARX
“SAN MAX” REVISITED. A DEFENCE OF STIRNER AGAINST
MARX
Valerio D’Angelo
Universidad Autónoma de Madrid
valeriodangelo@ymail.com
Recibido: septiembre de 2018
Aceptado: noviembre de 2018

Palabras claves: Stirner; Marx y Engels; fantasma; ideología; liberalismo.


Key words: Stirner: Marx and Engels; spook; ideology; liberalism.

Resumen: Max Stirner siempre ha sido considerado un pensador menor en


la teoría política moderna. Una de las razones de este olvido se debe tal
vez al ataque al vitriolo que Marx y Engels le dirigieron en el largo apartado
“San Max” en La Ideología Alemana, donde Stirner es descrito como la quin-
taesencia del filósofo idealista que ignora las relaciones de fuerza y poder que
gobiernan la realidad, reduciéndola a una mera representación de la con-
ciencia. “Contra” Marx y Engels, en este escrito se defenderá la tesis según
la cual Stirner, lejos de ignorar los factores materiales de la ideología, desvela
la técnica oculta de la nueva gobernabilidad liberal: la transformación del
individuo en creyente. Se seguirá entonces el análisis stirneriano del someti-
miento ante lo sagrado como condición imprescindible para la dominación.
De allí se verá cómo, en la época moderna, lo sagrado se ha reconfigurado
bajo la forma de nuevos “espectros” que piden obediencia al individuo. Por
último, se explorará la propuesta stirneriana de la insurrección como técnica
de emancipación de lo sagrado y de la necesidad psicológica del creer.

Abstract: Max Stirner has always been considered a minor thinker in modern
political theory. One of the reasons for this oblivion is maybe due to the
vitriolic attack that Marx and Engels directed in the long section “San Max”
in The German Ideology, where Stirner is described as the quintessence
of the idealistic philosopher who ignores the relations of force and power
that govern reality, reducing it to a mere representation of consciousness.
“Against” Marx and Engels, this paper will defend the thesis according to
which Stirner, far from ignoring the material factors of the ideology, reveals
the hidden technique of the new liberal governamentality: the transformation
of the individual into a believer. The stirnerian analysis of submission to
the sacred as an essential condition for domination will then follow. From
there, we will see how, in modern times, the sacred has been reconfigured

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under the form of new “spectres” una Nueva Internacional. Contra esta tira-
that demand obedience from the nía de la presencia, común tanto al neo-
individual. Finally, I will explore liberalismo como al marxismo ortodoxo,
stirnerian proposal of insurrection as Derrida acude al concepto de espectro1.
a technique of emancipation from Este es aquello que es y a la vez no es y,
the sacred and, first of all, from the por tanto, “excede a toda presencia como
psychological need to believe. presencia a sí”2. Decir, como hace Derrida
siguiendo el Hamlet, que the time is out of
joint, significa introducir una brecha en el
El misterio de la vida nos duele y nos em- presente y remitir a otras articulaciones de
pavorecemos de muchas maneras. Unas la justicia, que son siempre irreductibles a
veces viene sobre nosotros como un fantas- cualquier derecho o ley presentes hoy en
ma sin forma, y el alma tiembla el peor de
día. El fantasma es pues aquello que ace-
los miedos-el de la encarnación disforme
cha la contemporaneidad del presente y la
del no ser- otras veces está detrás de
efectividad empírica u ontológica. Ello “no
nosotros, visible solo cuando nos volvemos
es ni sustancia ni esencia ni existencia, no
para ver, y es la verdad toda en su horror
está nunca presente como tal3”, sino que
profundísimo de que la desconozcamos.
acecha (es spukt) las cosas tal y como son,
Fernando Pessoa esto es, la “presencia” del orden político
y económico vigente. En otras palabras:
Introducción. Espectros de contra la metafísica de la presencia, co-
mún tanto a la ideología neo-liberal que
Derrida: Marx y Stirner decreta demasiado rápidamente el fin de
la historia y la victoria del libre mercado,
Una de las contribuciones más originales tanto a cierta práctica marxista, engatusa-
al análisis crítico del legado marxista se da en las formas fijas del partido, de las
debe, sin lugar a duda, a Jacques Derri- organizaciones, o del Estado, hace falta re-
da. En uno de sus últimos y más cono- cuperar la no-contemporaneidad del pre-
cidos trabajos, Specter of Marx (1993) sente vivo. Por ello, recuperar el “espíritu
Derrida procura formular una crítica social de Marx” significa recuperar, con y contra
adecuada al mundo post-1989. De cara al Marx, la espectralidad como aquello que
triunfalismo neo-liberal que decretaba la “no se fecha dócilmente en la cadena de
muerte de Marx y la victoria final del or- los presentes”4. El espectro y la espectra-
den capitalista, Derrida procura resucitar lidad son invocados, a lo largo de todo el
el cadáver de Marx, o mejor su espectro. libro, como alternativa contra la metafísica
Según Derrida, una verdadera crítica del
mundo actual precisa, por un lado, de 1. Espectralidad es precisamente el término que
una recuperación del genuino “espíritu” Derrida usa para referirse a la no-reducibilidad
de Marx, pero por el otro por una crítica del presente consigo mismo y corresponde, en la
a las tendencias más sectarias y dogmáti- versión inglés original a “spectrality”.
cas del marxismo. Se trata pues de poner 2. Derrida J., Espectros de Marx. El estado de la
en entredicho tanto el discurso neo-liberal, deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacio-
de Fukuyama y otros, como las tendencias nal, Trotta, Madrid, 1998, p. 13.
onto-teológicas del marxismo mismo, en 3. Ibídem, p. 12.
nombre de un marxismo renovado y de 4. Ibídem, p. 18.

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de la presencia y un estado de cosas in- espectral que retorna siempre, a pesar de
mutable. El espectro “encarna” un futuro los esfuerzos por desterrarla.
otro y distinto, una concepción de la justi-
Ahora bien. En la lucha contra los fantas-
cia más allá del derecho y del cálculo (que
mas, el archienemigo que Marx comba-
siempre son productos de la venganza).
te con todas sus fuerzas es Max Stirner.
Toda espectralidad conlleva una postura
Como veremos en el próximo apartado, el
política del no-idéntico y del no-presente,
autor de Der Einzige und sein Eigentum
un mesianismo sin mesías, que conjura el
(1844) es, a los ojos de Marx, el último
carácter “presente” de las posiciones es-
representante de las abstracciones de la
catológicas y apocalípticas. Dice claramen-
filosofía alemana. Pero, según Derrida, si
te Derrida:
Marx le pone tanto ahínco en exorcizar los
Si hay algo como la espectralidad, hay razo- espectros de Stirner es porque ve en él su
nes para dudar de este tranquilizador orden “doble”, un “mal hermano”, alguien “que,
de los presentes, y sobre todo de la frontera lo mismo que él, parece obsesionado por
entre el presente, la realidad actual o pre- los espectros, por la figura del espectro y
sente del presente, y todo lo que se le puede por sus nombres de inquietante conso-
oponer: la ausencia, la no-presencia, la in- nancia y referencia (Geist, Gespenst)”6.
efectividad, la inactualidad, la virtualidad o, Marx y Stirner serían figuras especulares,
incluso, el simulacro en general, etc.5 conjurados de una misma conjuración,
El espíritu del marxismo que merece ser en cuanto ambos están unidos por la vo-
recuperado pues, abre la posibilidad de luntad de acabar con el fantasma. Ambos
pensar una promesa de emancipación, se sienten amenazados por la dimensión
y de justicia venidera “más allá” de los fantasmal en tanto lógica perversa que
angostos límites de la metafísica de la distorsiona la realidad del mundo ob-
presencia escatológica y onto-teleológica. jetivo. Ambos apuntan a “la reapropia-
Pero, según Derrida, Marx mismo ha sido ción de la vida en un cuerpo proprio”7.
el responsable de esta “de-espectraliza- Además, los espectros de Stirner y los
ción” de la realidad y, de allí, de su reduc- de Marx son, por así decirlo, opuestos y
ción al horizonte cerrado de la identidad especulares: para Stirner el fantasma es
de la realidad consigo misma. Preocupán- cualquier abstracción (el Estado, la Socie-
dose por conjurar cualquier fantasma (no dad, el Hombre), esto es, todo lo que no
sólo los espectros del capital) Marx redujo sea el individuo único (Einzige) de carne
la complejidad de la différance y tropezó y hueso, mientras para Marx este mismo
en el absolutismo de la presencia. Y, sin individuo es una ficción suprema que ca-
embargo, a pesar de su ahínco en con- rece de toda base en la realidad social.
jurar todo espectro, Marx tampoco logró Para uno, la sociedad es una abstracción
deshacerse por completo de la dimen- y el individuo la única realidad existente
sión fantasma que, igual que el padre de ya que es el individuo quien presupone la
Hamlet, retorna una y otra vez. Derrida, sociedad más bien que ser presupuesto
como es sabido, llama fantología (haun- por ella, mientras para el otro, el individuo
tologie) esta especie de contra-ontología único desligado de las identidades socia-

6. Ibídem, p. 157.
5. Ibídem, pp. 51-52. 7. Ibídem, p. 147.

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les es mero idealismo. Marx no cree que texto era golpear fuerte las teorías filosófi-
baste con destruir, como quiere hacer Stir- cas de los jóvenes hegelianos, desvelan-
ner la corporeidad de los fantasmas, para do el profundo idealismo que se ocultaba
reincorporárselos vivos. Si no se tienen en detrás de aquellos sistemas filosóficos,
cuenta las estructuras prácticas y sociales presumidamente emancipadores. Feuer-
que han generado los fantasmas, se corre bach, Bauer y sobre todo Stirner, son des-
el riesgo, típico del stirnerismo, de caer en critos como pensadores religiosos que se
la abstracción del “cuerpo egológico”, “el empeñan empedernidamente en realizar
fantasma de todos los fantasmas”. Derrida, cambios en la conciencia, pero sin tocar
que usa Stirner para denunciar la ontolo- el mundo real ni una pizca. El idealismo
gía de la presencia del marxismo, recono- del que se les acusa es precisamente la
ce al pensador de Bayreuth autonomía y reificación de las ideas, que asumen un
audacia de pensamiento. Stirner de hecho estatuto autónomo e independiente de las
plantea una pregunta excelente: “Pero condiciones históricas y de las relaciones
ese otro ¿qué es? (Dieses Andre aber, ivas de fuerza y poder que las han generado.
ist’s?)”, de la cual Marx se burla demasia- Los filósofos idealistas no sólo ignoran los
do fácilmente. Se trata, dice Derrida, de factores materiales, económicos y socia-
“la pregunta originaria (die ursprüngliche les, que determinan la conciencia y las
Frage)”, la cuestión abismal que se refería, ideas, sino que invierten este orden, ha-
en resumidas cuentas, a la no-identidad ciendo depender el proceso material de
consigo mismo, a la inadecuación y, por la conciencia. A la base de pensamiento
consiguiente, a la no-presencia a sí”8. Es ideológico hay pues una inversión entre
preciso pues, seguir la sugerencia de De- ideas y base material, por la cual “los
rrida y leer a Stirner “sin Marx o contra él” hombres y sus relaciones aparecen in-
para indagar la cuestión del espectro y sus vertidos como en una cámara oscura”10.
implicaciones políticas (que tal vez pasa- Pero, dicen Marx y Engels en su conocida
ron desapercibidas al propio Marx). Para formulación, “no es la conciencia la que
ello, hace falta volver a aquello que fue el determina la vida, sino la vida la que de-
origen de la polémica entre los dos y que termina la conciencia”11. Desconociendo
el propio Derrida define “la más gigantes- la base material de las ideas, Feuerbach,
ca fantomaquía de toda la historia de la Bauer y Stirner luchan en vano contra los
filosofía”9: Die Deutsche Ideologie (1846). fantasmas y se condenan a quedarse em-
pantanados en el terreno de las abstrac-
ciones metafísicas. Además de este pri-
1. Sankt Max. La crítica mer sentido del término ideología, Marx y
marxiana a Stirner Engels indican también otro. La ideología
es el ofuscamiento, abierto y deliberado,
por parte de la clase dominante, de los
Sin lugar a duda, La ideología alemana fue
intereses de la clase dominada. La clase
el primer intento de Marx y Engels de po-
burguesa, esto es, la clase que ejerce el
ner en negro sobre blanco una teoría de la
poder material en la sociedad, ejerce tam-
ideología. Como es sabido, la finalidad del
10. Marx K., Engels F., La Ideología Alemana,
8. Ibídem, p. 138. Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1974, p. 26.
9. Ibídem, p. 137. 11. Ívi�
����.

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bién un poder espiritual. Según la famosa Ahora bien. El apartado más largo, y tal
formulación marxista: “las ideas de la cla- vez filosóficamente más denso, de La
se dominante son las ideas dominantes ideología alemana, titulado “Sankt Max”,
en cada época”12. La burguesía enseña es una detallada e incansable crítica a la
un relato distorsionado de la realidad, pre- obra de Stirner. Marx y Engels pasan el
sentando sus intereses particulares como Der Einzige bajo el microscopio, lo ana-
universales. El aparato ideológico es una lizan página por página citando a me-
maquinaria destinada a la deformación de nudo enteros zarpazos14. Stirner, que
la realidad, que oculta las relaciones de es apodado burlescamente “San Max”,
dominación y ciega al proletariado acerca “Sancho Panza”, “Jacques le Bonhom-
de sus verdaderos intereses. La ideología me”, es descrito como un pensador pro-
no es entonces otra cosa sino la expre- vincial cuya experiencia del mundo no
sión (espiritual) de las relaciones de poder va más allá de una cervecería local de
(material) vigentes en la sociedad. Tanto Berlín. Él, como veremos enseguida, es
la primera noción de ideología, esto es la la quintaesencia del ideólogo, que acaba
abstracción de las ideas de su base ma- creyendo en los espectros que él mismo
terial, como la segunda, es decir la capa- ha generado. Sin embargo, a pesar de la
cidad de la clase dominante de presentar ironía punzante que colinda a menudo
sus intereses particulares como universa- con la burla abierta, la crítica de Marx y
les, tienen a que ver con un ofuscamiento Engels es seria y merece ser tomada en
y una mistificación de la realidad13.
14. En realidad, la obra de Stirner fue recibida
con entusiasmo. Engels, en una carta fechada el
12. Ibídem, p. 50. 19 de Noviembre de 1844 y dirigida a Marx, re-
13. El debate de si es o no posible salir de una la seña el Der Einzige a Marx: “lo que es verdadero
ideología es un debate añejo. Según Slavoj Zi- es su principio, nosotros también debemos acep-
zek, la crítica de la ideología se encuentra siem- tarlo. Y lo que es verdad es que antes de poder ser
pre ante un binario ciego: por un lado la posición, activos en cualquier causa, la tenemos que hacer
en si misma ideológica, de pensar que es posible nuestra, una causa egoistica y, en este sentido,
salir de la ensoñación ideológica encontrando un bastante apartada de las expectativas materiales,
“sitio puro” más allá de la mistificación, por el somos comunistas gracias a nuestro egoísmo”.
otro el abandono posmoderno de la misma cate- No sabemos la respuesta de Marx, pero intuimos
goría de ideología, tal que si todo es ideológico, su juicio, inmediatamente escéptico acerca del
nada lo es. Pero, según Zizek, “aunque no haya libro de Stirner, por la siguiente respecta de En-
una línea de demarcación clara entre ideología y gels, donde este “retrata” su inicial entusiasmo.
realidad, aunque la ideología esté operando en Después de una visita de Engels a Bruselas, don-
todo lo que experimentamos como “realidad”, de Marx entonces vivía, y después de un viaje ve-
sin embargo debemos sostener la tensión que raniego de este último en Inglaterra, los dos em-
mantiene viva la crítica de la ideología”. Zizek piezan a escribir los tres ensayos que luego serán
sugiere que el lugar desde el cual procede la críti- conocidos como La Ideología Alemana. A pesar
ca a la ideología “debe permanecer vacío, que no de la argucia y la indudable profundidad filosófi-
puede ser ocupado por ninguna realidad defini- ca, el apartado “Sankt Max” es, como ha notado
da positivamente. En el momento en que caemos Sidney Hook, casi ilegible y por momentos, a
en esta tentación, volvemos a la ideología” (Zi- menos que no se la lea conjuntamente con el libro
zek, S. (eds), Ideología. Un mapa de la cuestión, de Stirner, y, por momento, muy pedante (Hook
FCE, Buenos Aires, 2003, p. 26). En este escrito S., From Hegel to Marx. �����������������������
Studies in the intelec-
veremos que Stirner llega, con más de un siglo de tual developement of Karl Marx, The University
antelación, a las mismas conclusiones. of Michigan Press, Michigan, 1962, p. 173).

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cuenta. Ella, si por un lado toca un ner- ron la no-cosa”17. La modernidad es luego
vio descubierto de la filosofía stirneriana, la época más espiritualizada de todas, ya
por el otro revela el nerviosismo de Marx que en ella el Espíritu se derrama en todos
y Engels hacia un enemigo que tenía que los ámbitos de la vida política y social y
parecerles peligroso, y que tal vez fuera todo se convierte en espiritual (desde
“el más peligroso enemigo del socialis- del Estado, a la moral, de la sociedad al
mo, en aquel tiempo”15. Marx y Engels trabajo, etc.). En este cuadro, el Einzige
procuran demoler la filosofía stirneriana es el bastión que resiste a la invasión del
en sus verdaderas bases, esto es, en su espíritu, la “carne viva” para decirlo con
peculiar versión de la dialéctica hegelia- Derrida, que resiste a la colonización del
na. Stirner, igual que los demás jóvenes fantasma. Es más: para Stirner, entre los
hegelianos, quiere acabar de una vez por dos términos hay una incompatibilidad
todas con los fantasmas que, desde Pla- absoluta: ““yo” y “espíritu” no son dos
tón en adelante, han infestado el mundo. nombres que se den a una misma cosa,
Él también quiere re-conducir lo extraño sino dos nombres diferentes para dos
y lo ajeno a lo propio, pero hay en Stirner cosas diferentes, dado que yo no soy el
una peculiaridad que lo diferencia de los espíritu y el espíritu no soy yo”18. El Der
demás jóvenes hegelianos. En Stirner, la Einzige es, por así decirlo, el relato de esta
re-apropiación nada tiene a que ver con la guerra milenaria entre el Yo y el Espíritu.
recuperación de alguna esencia perdida Una “demonología de los espíritus”, se-
en el objeto (como en Feuerbach y Bauer, gún la feliz expresión de David McLellan19.
y ya antes en Hegel), sino con la destruc-
De esta breve descripción de la obra de
ción de las esencias16. La re-apropiación
Stirner, no resulta difícil intuir la razón de
es un movimiento negativo a través del
la hostilidad de Marx y Engels. Stirner,
cual el sujeto (Einzige) aniquila la autono-
el archi-enemigo de la religión (y de sus
mía, esto es la auto-suficiencia ontológica,
metamorfosis laicas) es en realidad un
del objeto, convirtiéndolo en su propiedad
pensador profundamente religioso. Él ve
(Eigentum). Este, en extrema síntesis, es
fantasmas por doquier y no conoce ningu-
el sentido del título del (único) libro de
na otra realidad que la realidad espiritual.
Stirner Der Einzige und sein Eigentum
Como un “Santo Padre de la Iglesia”, ra-
(1844). Para Stirner toda la historia de la
zona en términos de sagrado y santidad.
civilización occidental ha sido una histo-
No ve el Estado y las fuerzas materiales de
ria de fantasmas (Geist, Spukt). Desde la
opresión, sino sólo una “imagen mental”
primera antigüedad, los hombres, “tras el
de ellas. Una representación. Como ideó-
mundo existente buscaron la cosa en sí,
logo, Stirner transforma los productos de
el ser, la esencia. Tras las cosas busca-
las relaciones económicas y sociales en
representaciones de la conciencia:
15. McLellan D., Marx y los jóvenes hegelianos,
Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1971, p. 148.
16. Acerca de las diferencias entre Stirner y los
jóvenes hegelianos, véase en notable Trías Folch
17. Stirner M., El Único y su propiedad, Pablos
L., “Contra el hegelianismo: Max Stirner” en
Editor S.A, México, 1976, p. 47.
vol. col A.A. Bolado (coord). En torno a Hegel,
Departamento de Filosofía de la Universidad de 18. Ibídem, p. 40.
Granada, Granada, 1974. 19. McLellan D., op.cit., p.137.

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Todos los “fantasmas” […] eran represen- Ignorando las condiciones reales que han
taciones. Estas representaciones, pres- engendrado fenómenos como el Esta-
cindiendo de su fundamento real (del que do, Stirner convierte toda la realidad en
prescinde también, por lo demás, Stirner), “ideas fijas”, “fantasmas”, algo que está
concebidas como representaciones dentro en la cabeza de la gente que se obstina
de la conciencia, como pensamientos en la a creer en ello. Como filósofo idealista,
cabeza del hombre, arrancadas de su obje- piensa que la realidad es una proyección
tividad para retrotraerlas al sujeto, elevadas de la conciencia y que entonces es su-
de la sustancia a la autoconciencia, no son ficiente modificar la segunda para cam-
otra cosa que manías o ideas fijas20
biar la primera. Por tanto, la insurrección
Al ver el mundo como infestado por apari- (Empörung) stirneriana contra los espec-
ciones espectrales o ideas fijas (Idee Fixe), tros no es otra cosa, según Marx y Engels,
Stirner se ciega acerca de la verdadera sino el corolario de una filosofía idealista
relación entre mundo e ideas, haciendo que cree que basta con realizar grandes
depender el primero de las segundas y no cambios en las imágenes psicológicas del
al revés. El Estado, la moral, la sociedad, mundo para así poder cambiar el mundo
dejan de ser lo que son en realidad, es como tal. No es de extrañar pues, comen-
decir, productos de la actividad humana tan sarcásticamente Marx y Engels, que
y de las relaciones materiales entre los Stirner se haya llevado un gran disgusto al
hombres para convertirse, en la cabeza enterarse de que, a pesar de meterle tan-
de Stirner, en “fantasmas”. Pero estan- to ahínco en destruir los conceptos y los
do así las cosas, a Stirner le bastaría con predicados, el mundo se haya quedado
vencer los pensamientos y las representa- tal y cual. Stirner “sólo devora lo sagrado
ciones para convertirse en su dueño. Una en el mundo, sin siquiera rozar a éste”22.
vez se haya transformado, por ejemplo, Pero Marx y Engels reservan su artillería
el Estado en tanto resultado de fuerzas pesada para la noción stirneriana de Úni-
económicas y tensiones sociales, en una co. De hecho, como ya había visto Derri-
representación del Estado, pues entonces da, el Ego stirneriano era, según los dos,
es suficiente demoler la idea del Estado la ficción suprema, el espectro que hacía
para deshacerse del Estado real: falta conjurar a toda costa, algo que “sólo
existe en la imaginación de San Max”23.
San Sancho [Stirner] consigue que todo
lo ajeno se convierta en una simple apa-
riencia, en una mera representación, de la 22. Ibídem, p. 340.
que él se libera sencillamente protestando 23. Ibídem, p. 289. En su análisis de La Ideología
contra ella y declarando que no se da en Alemana, Paul Ricoeur afirma que la hostilidad
él semejante representación. Exactamente de Marx al individualismo abstracto va pareja a
como, al hablar del egoísta no uno consigo su insistencia en los modos de producción, fuer-
mismo, veíamos que a los hombres les bas- zas y relaciones sociales, esto es, al “soporte de
la vida real”: “las entidades objetivas tienen el
taba con cambiar de conciencia para que
soporte de la vida real de los individuos vivos
todo el mundo marchase all right.21
reales. El concepto de vida real tal como la llevan
los individuos reales adquiere aquí una posición
central […] las estructuras anónimas tales como
las condiciones materiales reciben inmediata-
. Marx K., Engels F., op.cit., p. 181.
���������������������� mente el soporte de individuos reales. Las condi-
21. Ibídem, p. 327. ciones materiales son siempre condiciones para

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El individuo stirneriano es la suprema de 2. El caza fantasmas: ideología
las abstracciones en tanto está totalmente
desligado de las relaciones sociales y eco- y poder en Max Stirner
nómicas, una “pura subjetividad” idealís-
tica que no tiene base en nada. Stirner nunca tuvo la oportunidad de con-
testar a las críticas que se le movían en
Por lo que se ha visto, la crítica de Marx y
La ideología alemana. La obra, aunque
Engels es despiadada y penetrante. Igual
fue escrita en 1846, fue abandonada a
que el conocido jinete manchego que lu-
“la crítica rodedora de los ratones”, según
cha contra enemigos imaginarios, Stirner
las palabras del mismo Marx, y no vio la
es una figura tragicómica que lucha con-
luz hasta 193225. Suponer una hipotética
tra toda una plétora de fantasmas, dejan-
respuesta de Stirner sería una especula-
do inalterada la realidad. Las condiciones
ción interesante, pero seguiría siendo una
históricas se quedan tal y como son, ya
especulación. Sin embargo, una lectura
que el único cambio “real” acontece en
atenta de la obra de Stirner revela, más
el interior de la conciencia del rebelde.
bien que las carencias o la parcialidad de
Más genéricamente, el ataque a Stirner
la lectura marxiana, el potencial político
no enseña sólo un aproche teorético muy
emancipador de Stirner, que Marx y En-
diferente, sino ante todo la distancia en-
gels no quisieron ver. Stirner no sólo no
tre dos posturas políticas incompatibles.
ignora los factores materiales de domina-
A los ojos de Marx y Engels, Stirner es el
ción, sino que detecta una nueva tecno-
vocero de la pequeña burguesía alemana,
logía de poder que se basa en la transfor-
preocupada por la inseguridad económica
mación del sujeto mismo. Igual que Marx
y social, y su noción de individuo único,
y Engels, Stirner asume la tarea de de-
su aversión a la sociedad, o la insistencia
nunciar la alienación del hombre moder-
en la propiedad, son el caparazón teórico
no y, con ello, denunciar todo un sistema
del liberalismo. Por tanto, el ataque a Stir-
de dominación. Pero lo hace desplazan-
ner viene a ser la ocasión para un ataque
do, por así decirlo, el objeto de análisis de
a todas las tendencias “anarquistas e in-
las condiciones objetivas de dominación
dividualistas pequeño-burguesas”24.
a la necesidad subjetiva de obediencia.
¿Es pues Stirner ese filósofo crédulo que Stirner, como veremos enseguida, no se
dicen Marx y Engels? ¿El �����������������
miedo �������
stirne- interroga tanto sobre los factores de orden
riano a los fantasmas es sólo un legado económico y social que están a la base
de un hegelismo mal digerido o hay algo de la dominación, sino en las motivacio-
más? Leamos pues a Stirner “sin Marx o nes psicológicas que llevan al individuo
contra él”, empezando por cuestionar la a aceptar un sistema opresivo. Según él,
acusación marxiana de idealismo. para que un sistema o institución (Esta-
do, Capital, etc.) pueda funcionar, precisa
los individuos […] el tema principal son todavía
dotarse de un envoltorio fantasmal en el
los seres humanos. Las condiciones materiales cual el individuo cree voluntariamente. El
no pueden definirse si una esfera de actividad hu- primer martillazo de Stirner va, por esto,
mana” (Ricoeur P., Ideología y Utopía, Gedisa,
Barcelona, 1997, pp. 110-113).
. Penzo G., Max Stirner. La rivolta esistenzia-
������������ 25. Marx K., Contribución a la crítica de la eco-
le, Patron, Bolonia, 1981, p. 130. nomía política, Progreso, Madrid, 1989, p. 9.

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dirigido al sujeto de la creencia. Veamos vive el espíritu, esto es, cualquier realidad
pues el asunto más de cerca. “objetiva” y ontológicamente extrínseca al
Yo, este se halla sometido y dependiente.
Marx y Engels, como se ha visto, acusa-
La lectura topológica de Marx, en otras
ban a Stirner de otorgar a los fantasmas
palabras, peca de cierto “ontologismo” en
un papel y una existencia autónoma, esto
cuanto ubica el Yo y el espíritu en dos es-
es, de creer en la autosuficiencia ontoló-
feras separadas, cuando en realidad Stir-
gica del mundo espiritual. Citando la frase
ner está describiendo un conflicto de tipo
de Stirner según la cual “Yo no soy el es-
existencial entre dos “modos de ser”: el
píritu y el espíritu no es Yo”, Marx y Engels
Yo auténtico y el Yo inauténtico. Para que
concluyen que “este santo escamoteador
el Yo sea un yo auténtico, tiene que de-
[Stirner] presupone que el espíritu crea lo
rribar toda dimensión que le trascienda,
espiritual, para deducir de ello que se crea
esto es, toda dimensión espiritual. No se
a sí mismo en cuanto espíritu”26. Según
trata pues del conflicto entre “dos esen-
Marx y Engels pues, Stirner “sustanciali-
cias”, sino de la incompatibilidad entre
za” el espíritu, haciendo de ello una esen-
la dimensión auténtica del individuo y la
cia, algo que existe independientemente
esfera sagrada. La interpretación polemo-
del yo. Sin embargo, de cara a la lectura
lógica, por tanto, tiene el mérito de privi-
topológica de Marx, sería más oportuno
legiar una lectura de tipo relacional de la
privilegiar una lectura polemológica. Es
correspondencia entre el Yo y el espíritu.
decir, cuando Stirner opone el espíritu al
Stirner la describe, como hemos antici-
Yo no está ubicando el espíritu y el Yo en
pado, como una relación sagrada. Lo sa-
dos “sitios” diferentes (lectura topológi-
grado, dice, coincide con todo lo que es
ca), sino que subraya la incompatibilidad
ajeno al individuo y no le pertenece. En
y la imposibilidad de mediación entre los
ambos hay algo perturbador, cuya natu-
dos términos (lectura polemológica). He-
raleza es inaccesible y recóndita, y que
mos visto que, para la dialéctica nihilista
suscita obsequio y obediencia:
stirneriana, la reconducción de lo ajeno a
lo propio no tiene nada que ver con la re- La ajenidad es una característica de lo “Sa-
conciliación del sujeto con el mundo obje- grado”. En todo lo sagrado existe algo miste-
tivo, sino con la ruptura total entre el Yo y rioso (unheimlich), o sea, extraño, algo que
cualquier objeto que exista independien- nos incomoda. Lo que para mí es sagrado,
temente del Yo27. Para Stirner, allí donde no me es “propio” y si, por ejemplo, la pro-
piedad de otro no me fuera sagrada, la con-
. Marx K., Engels F., op.cit., p. 167.
���������������������� sideraría mía y me la apropiaría en cuanto
27. Deleuze entendió perfectamente el carácter tuviera la mejor ocasión28
dialéctico y antidialéctico de la filosofía stirne-
riana: “[Para Stirner] el sentido de la historia y
de la dialéctica reunidas no es la realización de
la razón, de la libertad ni del hombre en tanto
que especie, sino el nihilismo, nada más que el en términos que no sean de propiedad, de aliena-
nihilismo. Stirner es el dialéctico que revela el ción y de reapropiación. Pero demasiado exigen-
nihilismo como verdad de la dialéctica. Le basta te para no ver a dónde conduce este pensamien-
formular la pregunta: ¿Quién? El yo único resti- to: al yo que no es nada, al nihilismo” (Deleuze
tuye a la nada todo lo que no es él, y esta nada es G., Nietzsche y la filosofía, Anagrama, Madrid,
precisamente su propia nada, la propia nada del 1971, p. 227).
yo. Stirner es demasiado dialéctico para pensar . Stirner M., op.cit., p. 45.
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Todo lo que no es proprio, esto es, todo gobernados31. La relación de poder es
lo que es ajeno al individuo, tienen una siempre, según Caillois, una relación sa-
dimensión sagrada. Cuando el objeto deja grada en cuanto todo poder “identifica su
de ser propiedad del sujeto (que ya no se naturaleza con la de lo sagrado”32. De otra
reconoce como su creador), se convierte manera, no se entendería la docilidad de
en algo autónomo e independiente, esto los dominados. Es interesante notar que
es sagrado. Ello re-torna (freudianamen- mientras según Caillois lo originario es el
te) bajo una forma inquietante (unhei- poder, que luego precisa dotarse de un
mlich), digno de respecto y veneración mana para gobernar, para Stirner en cam-
(Ehrfurcht). bio lo originario es precisamente lo sagra-
do, mientras las relaciones de poder son
Ahora bien. Stirner detecta algunas ca-
sólo la consecuencia de la más primitiva
racterísticas que entrañan este tipo de
subordinación del individuo a lo sagrado.
relación. Por lo menos tres: subordina-
Pero si lo más primigenio es lo sagrado y
ción, sacrificio, y terror. En primer lugar,
no el poder, como quiere Stirner, el derro-
la relación con lo sagrado es siempre una
que del poder nunca será eficaz si antes
relación de tipo jerárquico, que ubica el
no se pone en entredicho la relación sa-
individuo en una posición inferior y su-
grada de subordinación y dependencia.
bordinada respecto al objeto sagrado. Lo
Un segundo elemento que caracteriza la
sagrado genera una asimetría siendo ello
relación sagrada es el sacrificio. Según
lo que es “inaccesible al egoísta, lo que
Stirner, toda relación con lo sagrado es
está sustraído a sus ataques, fuera de su
siempre también una relación de sacrifi-
poder, es decir, por encima de él”29. Ru-
cio a lo sagrado. Quien se sacrifica, como
dolf Otto parece hacerle de eco a Stirner.
se intuye, es el individuo mismo:
Remitiéndose a la definición de Schleier-
macher del sentimiento religioso como el ¿Quién, pues, “se sacrifica”? El que
sentimiento de “absoluta dependencia”, subordina todo lo demás a un fin, a una
Otto lo re-bautiza el “sentimiento de cria- decisión, a una pasión, etc. […] La vocación
tura”, “de quien hunde y anega en su del sacerdote lo llama a vivir exclusivamente
propia nada y desaparece frente a aquel para la idea, a no obrar sino en atención a la
que está sobre todas las criaturas”30. Se idea, a la buena causa33
trata de una relación de poder de tipo je- La relación con lo sagrado conlleva una
rárquico, donde el sometido renuncia a su renuncia y una abdicación del individuo a
voluntad en beneficio del objeto de culto. favor del objeto sagrado. Finalmente, la úl-
Roger Caillois, mucho más explícitamen- tima característica que entraña la relación
te, relaciona lo sagrado con el ejercicio con lo sagrado, es el terror. Ante el objeto
de poder. Según el antropólogo francés, sagrado, el sujeto se siente angustiado e
para que el poder sea tal, precisa superar impotente, y procura lidiar con esta ansie-
los angostos límites materiales y dotarse dad dándole una “estabilidad” y marcan-
de un “ascendente misterioso” sobre los do sus confines, esto es, convirtiéndola

���.Ibídem, p. 77. 31. Caillois R., El hombre y lo sagrado, FCE,


México, 1984, p. 100.
. Otto R., Lo santo. �������������������������
������������ Lo racional y lo irracio-
nal en la idea de Dios, Alianza Editorial, Madrid, 32. Ibídem, p. 99.
2005, p. 17. . Stirner M., op.cit., p. 81.
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en “temor sagrado”. El objeto de miedo Marx y Engels malinterpretan a Stirner
“se convierte en una potencia interior a la cuando afirman que este, no contento con
que yo no puedo sustraerme”; ello, con- santificar al objeto, convierte en mismo
vertido en objeto de culto, “es en adelante sujeto en santo38. En realidad Stirner sólo
inviolable”34. Caillois también afirma que está siendo consecuente con la noción de
el temor es una de las características im- lo sagrado como relación. De hecho, el
prescindibles de la experiencia de lo sa- objeto no podría “ejercer” tranquilamente
grado, que “suscita sentimientos de temor su dictadura sobre el sujeto sin una
y veneración, se presenta como algo pro- complicidad del sujeto mismo. Este tiene
hibido. Su contacto se hace peligroso”35. que estar, por así decirlo, a la escucha de
Por su parte, Otto confirma esta intuición lo sagrado. Al final y al cabo, Stirner anti-
al subrayar que en muchísimos idiomas cipa la intuición de Zizek, según el cual
la palabra santo tiene conexiones etimo- nuestras creencias políticas se fundan en
lógicas con el concepto de terror, que es lo sublime, esto es, en un concepto gran-
algo más que el simple temor: “es éste un de, maravilloso, y vago que provoca reve-
terror de íntimo espanto, que nada de lo rencia, miedo y un sentido de grandeza
creado, ni aun lo más amenazador y pre- hacia el mundo39.
potente, puede inspirar. Palpita en él algo
En conclusión: a pesar de las acusaciones
del terror a los fantasmas”36. El terror a los
de Marx y Engels, Stirner desentraña la
fantasmas del cual habla Otto correspon-
lógica escondida sobre la cual descansa
de a este extraño sentimiento de temor y
todo sistema de dominación, esto es, la
ajenidad que suscitan los “espectros” stir-
transformación (voluntaria) del individuo
nerianos: en ambos casos el hombre se
en un creyente. El análisis stirneriano de
somete obsequioso y atemorizado a lo sa-
lo sagrado revela una atención a aquellos
grado. Esta manera de entender lo sagra-
mecanismos psicológicos, y no meramen-
do, esto es, como una relación (basada en
te económico-sociales, de dominación.
el sacrificio, la subordinación y el terror) y
Como para Marx, también para Stirner,
no como un atributo del objeto, tiene una
detrás de toda dominación “objetiva”, hay
consecuencia bastante evidente: la trans-
un escenario escondido, pero para Stir-
formación del sujeto mismo en sujeto sa-
ner este no puede ser reducido a factores
grado. El sujeto, en otras palabras, “cede”
de orden económico y social, sino que
voluntariamente ante el objeto sagrado re-
encuentra en el sujeto, en su psicología,
nunciando a sí mismo:
su foco y trámite40. Así, mientras Marx y
Lo que es sagrado santifica a su vez a su
adorador, quien por su culto se convierte él . Marx K., Engels F., op.cit., p. 172.
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mismo en sagrado; y del mismo modo santi-
39. Zizek S., Sublime objeto de la ideología, Si-
fica todo lo que hace: santo comercio, san- glo XXI, Buenos Aires, 1992.
tos pensamientos, santas acciones, santas
40. John Carroll ha acuñado el término “anarco-
aspiraciones, etc.37
psicología” para referirse a la interrogación stir-
neriana acerca de la necesidad psicológica indi-
34. Ibídem. p. 78. vidual de creer en los espectros. Carroll ubica a
Stirner (junto con Nietzsche y Dostoievski) aden-
. Caillois R., op.cit, p. 14.
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tro de una tradición intelectual minoritaria del si-
. Otto R., op.cit, p. 23.
����������� glo XIX: la “anarco-psicología”. Distintamente
. Stirner M., op.cit., p. 46.
�������������� del racionalismo, común tanto al liberalismo que

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Engels definían la ideología remitiéndose cómo, de hecho, en la modernidad el in-
a las fuerzas materiales que originan un dividuo se ha convertido en un “nuevo”
determinado sistema de ideas, Stirner ha- tipo de creyente.
bla en términos de psicología individual.
Mientras Marx y Engels hacían un análisis
histórico, sociológico y económico de lo 3. El liberalismo como
que es y de cómo funciona la ideología, religión
Stirner hace un análisis fenomenológi-
co del sujeto de la creencia41. El filósofo
La modernidad es, para Stirner, la época
de Bayreuth procura azarosamente res-
más espiritualizada de todas. Esta debajo
ponder a la pregunta fundamental de la
de una capa supuestamente emancipa-
filosofía política: ¿Por qué se obedece al
dora, esconde en realidad la voluntad de
poder? Y encuentra la respuesta en una
convertir el mundo entero en un mundo
determinada modalidad de construcción
espectral. En la época moderna, no sólo
de la subjetividad (el creyente) que ins-
lo sagrado no se ha retirado del mundo,
taura una relación de dependencia, sumi-
como querrían las “cabezas ilustradas”,
sión y temor hacia el objeto sagrado. Él
sino todo lo contrario: ello se ha “mun-
renuncia a su egoísmo para convertirse
danizado”, esto es, se ha encarnado en
en feligrés, cediéndolo todo al objeto de
todas las manifestaciones mundanas de
culto: así es el ciudadano hacia al Estado
la vida social, como el Estado, la socie-
(liberalismo), el trabajador hacia la Socie-
dad civil, el trabajo, etc. Como Schmitt,
dad (socialismo), o el Hombre hacia la
Löwith, Voegelin o Del Noce después de
humanidad (humanismo). A estas altu-
él, Stirner rechaza el teorema de la se-
ras, es menester pues adentrarnos en el
cularización como “retracción” de lo sa-
discurso más propiamente político y ver
grado y ve más bien en la modernidad la
época donde los viejos conceptos teoló-
al marxismo, la “anarco-psicología” presta una
gicos se han metamorfoseado en nuevas
atención especial al individuo y a su psicología.
Según Carroll, Stirner sería el pionero de una ma-
instituciones terrenales. La época que
nera nueva de abordar la teoría política, basada empieza con Descartes, Lutero y Hegel
en un análisis psicológico de las relaciones entre y que tiene en el liberalismo su ideología
el sujeto y el poder, ya que fue el primero en in- principal es, en pocas palabras, un cam-
vestigar la “necesidad psicológica de autoridad, bio de guardia, una engañosa tentativa de
sus orígenes inconscientes, la naturaleza de las reemplazar los viejos regímenes, las vie-
relaciones del individuo con determinados orde- jas normas y las costumbres tradicionales
nes de dominio” (Carroll J., Break-out from the
con unas nuevas. El resultado pues no es
crystal palace. The
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anarcho-psychological cri-
tique. Stirner, Nietzsche, Dostoevsky, Routledge, una liberación del individuo, sino un so-
Londres, 1974, p. 17). metimiento aún mayor a lo sagrado. Se-
41. Con todo, es preciso señalar (sin poder entrar gún Stirner, el cristianismo no ha muerto,
aquí en este completo debate) que en su produc- sino sólo ha dejado “la piel de reptil de
ción posterior Marx “pulirá” el economicismo la vieja religión para revestir una nueva
que tal vez caracterizó sus escritos juveniles. Este piel religiosa”42. Esta nueva religión es,
cambio es evidente en trabajos como La lucha de según Stirner, el liberalismo (en sus tres
clases en Francia de 1848 a 1850 (1850), El die- variantes de liberalismo político, social,
ciocho de Brumario de Luis Bonaparte (1852) o
La guerra civil en Francia (1871). . Stirner M., op.cit., p. 54.
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y humano). Dentro de la crítica a los li- Stirner cuestiona el humanismo en tanto
beralismos, un sitio privilegiado ocupa la discurso emancipador y desvela, detrás
crítica al humanismo feuerbachiano43. de la retórica de los derechos y las liber-
43. Se ha notado que la crítica de Stirner a Feuer-
tades, un tipo de gobernabilidad inédito,
bach también contribuyó en marcar un giro aden- que engendra una dominación más sutil
tro del recorrido intelectual del proprio Marx que sobre el individuo, menos evidente y por
abandonará el legado humanístico del maestro. esto más penetrante.
En los Manuscritos económico filosóficos de
1844, Feuerbach es descrito como el “verdadero Como es sabido, en Das Wesen der Chris-
vencedor de la vieja teoría”, aquel que ha logra- tentums (1841) Feuerbach aplicaba la
do la “fundación del verdadero materialismo y noción hegeliana de alienación a la re-
de la ciencia real, en cuanto que Feuerbach hace ligión: esta es alienante porque pide al
igualmente de la relación social «del hombre al Hombre que abdique a sus mejores ca-
hombre» el principio fundamental de la teoría’” lidades, como la voluntad, la bondad, la
(Marx K., Manuscritos económico-filosóficos,
racionalidad, y las proyecta sobre un Dios
Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 184). Toda-
vía La Sagrada Familia era un “culto a Feuer-
abstracto e inalcanzable. El Hombre ha
bach”, como confiesa el mismo Marx en una olvidado su esencia, que luego ha busca-
carta a Feuerbach fechada 24 de Abril de 1867. do en un Dios trascendente. Este no es
Sin embargo, poco después, en la Die Deutsche otra cosa sino una proyección ficticia de la
Ideologie, Marx redimensiona su entusiasmo especie humana, una ilusión, en una pa-
inicial. Aquí por un lado Feuerbach es descrito labra: una reificación44. Al remplazar Dios
como un idealista, que por un lado limita su revo- con el Hombre y hacer de “lo humano lo
lución teorética al entendimiento de lo existente,
divino, de lo finito lo infinito”, Feuerbach
más bien que a su destrucción, y por el otro abs-
trae las relaciones reales entre hombres en carne encarnaba el proyecto del humanismo
y hueso en la categoría esencialista de hombre. ilustrado que consistía en poner al Hom-
Dice Marx: “La “concepción” feuerbachiana del bre al centro del universo. El libro, que fue
mundo sensible se limita, de una parte, a su mera una bomba entre los jóvenes hegelianos,
contemplación y, de otra parte, a la mera sensa- no logró cautivar a Stirner, que no se une
ción: dice “el hombre” en vez de los “hombres al coro y lanza una dura crítica al proyecto
históricos reales”. (Marx K., Engels F., op.cit.,
pp. 45-46). El concepto de “ruptura epistemoló-
gica” fue luego acuñado por Luis Althusser para lianos (cfr. Lobkowicz N., Theory and Practice:
definir el paso, en Marx, de la ideología y el mito History of a Concept from Aristotle to Marx, Uni-
a la realidad. Marx abandona el legado filosófico versity of Notre Dame Press, Notre Dame, 1967,
y humanístico de corte feuerbachiano, y empie- pp. 400-402).
za el estudio científico de la economía política. 44. Una cita, muy llamativa, valga como resumen
Según el francés, los Manuscritos marcan el fin del discurso feuerbachiano: “La religión, por lo
de su periodo filosófico y humanístico, pero fue menos la cristiana, es la relación del hombre con-
sólo con las Tesis sobre Feuerbach y aún más con sigo mismo, o, mejor dicho, con su esencia, pero
La Ideología Alemana que Marx se desprende considerada como una esencia extraña. La esen-
de todo humanismo y empieza a escribir como cia divina es la esencia humana, o, mejor, la esen-
científico. (Althusser L., Para Leer El Capital, cia del hombre prescindiendo de los límites de lo
Siglo XXI, México, 1974). De manera aún más individual, es decir, del hombre real y corporal,
incisiva que Althusser, algunos autores han atri- objetivado, contemplado y venerado como un ser
buido a Stirner un papel decisivo en el giro de extraño y diferente de sí mismo. Todas las deter-
Marx. Según Nicolas Lobkowicz’s por ejemplo, minaciones del ser divino son las mismas que las
fue la lectura del Der Einzige que llevó Marx a de la esencia humana” (Feuerbach L., La esencia
distanciarse de Feuerbach y de los jóvenes hege- del cristianismo, Trotta, Madrid, 1995, p. 66).

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feuerbachiano. El filósofo de Landshut no lo sagrado. Stirner nota sarcásticamente
sólo no se habría desembarazado de la re- que “si Dios nos ha hecho sufrir cruel-
ligión, sino que le habría dado una ulterior mente, “el Hombre” está en situación de
vuelta de tuerca bajo la forma “laica” del martirizarnos más cruelmente aún”46. Un
humanismo. Feuerbach hace un cambio ejemplo de la nueva religión laica ha sido
del sujeto, que ya no se llama Dios sino la Revolución francesa, donde por amor
Hombre, pero deja intacto el predicado, al Hombre (ton anthropon) como ente
esto es lo divino. Igual que antes, el sujeto genérico, los “padres de la iglesia revolu-
sigue estando subordinado al predicado, cionaria” llegaron a degollar los hombres
que “persigue” desesperadamente sin reales (tous antropos). El humanismo, en
nunc poder alcanzar. Es más: el humanis- conclusión, no sólo no logra emancipar el
mo feuerbachiano es aún más pernicioso hombre de la mistificación religiosa, sino
que la vieja religión cristiana porque, si que ata aún más el individuo a lo sagrado.
en aquella lo sagrado era algo externo e Dios ya no demora en el más allá, sino
impersonal, que pedía una adhesión me- que cada uno lleva lo divino en su seno, y
ramente formal, en el humanismo ello se su realización se convierte en la vocación
insinúa en los más profundos meandros de más alta y noble. El humanismo pues des-
la conciencia como fantasma del Hombre: plaza lo sagrado desde lo externo hacia
El fantasma se ha corporificado, el Dios se
lo interno, ubicándolo en el corazón del
ha hecho hombre, pero el hombre se con- hombre mismo y la religión humana se ha
vierte en el aterrador fantasma que él mis- convertido en la “última metamorfosis de
mo persigue, trata de conjurar, averiguar, la religión cristiana”47. A Stirner le es indi-
transformar en realidad y en verbo; el hom- ferente que el objeto de la creencia sea el
bre es Espíritu.45 Hombre y ya no Dios, hasta que se quede
intacto el apego subjetivo a la creencia.
Decir que “el Hombre tiene que conver- De hecho, como hemos visto en el párra-
tirse en el ser supremo para el hombre” fo anterior, el objeto de la creencia tiene
no significa otra cosa, según el filósofo de en si un papel bastante marginal o por lo
Bayreuth, que el hombre de carne y hue- menos secundario respecto a la creencia
so (el hombre con la “h” minúscula), ten- como factor que estabiliza la identidad del
drá que perseguir desesperadamente su creyente. Stirner no está tan interesado
esencia (el Hombre con la “H” mayúscu- en cuestionar el objeto de fe (que puede
la). Aquella que, para Feuerbach, era una ir de Dios al Hombre y el progreso, etc.)
promesa de emancipación, es para Stir- como el apego mismo a la creencia. Des-
ner la más grande pesadilla que el indi- de este punto de vista, el liberalismo no
viduo pueda tener. De ahora en adelante, supone ningún paso adelante respecto al
este se ve llamado a realizar su esencia, la cristianismo, porqué el primero, igual que
esencia humana. Este es el nuevo espec- el segundo, se basa el desdoblamiento
tro, más terrible y aterrador, que acecha (Entzweiung) del yo:
el individuo “desde adentro”. El huma-
nismo, en otras palabras, engendra un Si no soy yo, es otro (Dios, el verdadero
tipo de dominación más luciferina porque Hombre, el verdadero devoto, el hombre ra-
acucia la dependencia del individuo hacia zonable, el hombre libre, etcétera), el que
46. Ibídem, p. 176.
. Stirner M., op.cit., p. 49.
�������������� 47. Ibídem, p. 173.

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es yo, el que es mi yo. Todavía bien lejos de tado y su organización, debo ser impotente,
mí, hago de mí dos partes, de las que una, respetuoso, etc. […] El mundo que crea el
la que no es alcanzada y tengo que realizar, creyente (Espíritu creyente) se llama Iglesia;
es la verdadera. La otra, la no verdadera, es el mundo que crea el Hombre (Espíritu Hu-
decir, la no espiritual, debe ser sacrificada48 mano), se llama Estado50
Si antes el espíritu era externo al yo, con el El feligrés de la modernidad política se lla-
humanismo/liberalismo, ello se desplaza ma ciudadano, que no casualmente Stir-
al corazón del individuo, que se ve dividi- ner define también “protestante político”
do entre su existencia (tal y como es) y su y compara al viejo ideal del buen cristia-
esencia (como debería ser). Stirner llega no. Al Leviatán democrático ya no le hace
a analizar, con el ojo del psicólogo clínico, falta usar la fuerza bruta por que su fuerza
esta personalidad renunciataria, que se está en la veneración de los ciudadanos
convierte en su propio verdugo (heauton- y, dice Stirner, “venerar, no es solamente
timorumenos). El humanista, igual que el temer, es, además, honrar”51.
cristiano, persigue una imagen idealizada
A estas alturas, vemos el discurso stirne-
de si, que está en otro sitio, y tiene que ser
riano en su conjunto. El filósofo de Ba-
realizada. Por ello está condenado a la in-
yreuth, por un lado acoge la noción de
satisfacción perpetua: su yo presente será
ideología como distorsión, por el otro re-
siempre demasiado pequeño, demasiado
chaza la noción de un sujeto autónomo y
incompleto e imperfecto, demasiado limi-
no atrapado en las mallas de la ideología52.
tado respecto al yo ideal. En conclusión:
La identidad, cualesquiera que fuera, in-
el liberalismo, en todas sus variantes, se
cluso la mismísima esencia humana, es
basa en una fractura del individuo y en
ella misma una construcción ideológica.
su sacrificio al Yo ideal. Esta lógica es evi-
Esta perspectiva, que tiene un parecido
dente en el liberalismo político. El Estado
evidente con el estructuralismo althusse-
moderno, afirma Stirner, exige la “muerte
riano53, obliga a repensar la noción mar-
del individuo”, esto es, la renuncia a su
autonomía. Ello es irrespetuoso del indi- 50. Ibídem, p. 182.
viduo y sólo quiere “hacer de Mí otro Yo, 51. Ibídem, p. 78.
un buen ciudadano”49. Igual que la Iglesia . Newman S., Power and Politics in Post-
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antes de ello, el Estado tiene una vocación structuralist Thought, Routledge, Londres, 2005,
“redentora”: ello pide al individuo que sea p. 79.
Hombre y buen ciudadano, esto es, que 53. Como es ampliamente sabido, Althusser lla-
se conforme a una serie de normas, de ma “interpelación” a esta construcción del sujeto
comportamientos correctos, a una deter- por parte de los aparatos ideológicos. Esta resulta
minada moral, etc. El Estado, dice Stirner: eficaz en la medida en que el individuo responda
positivamente la interpelación, convirtiéndose en
descubre su hostilidad respecto a mí, exi- sujeto. Es conocido el ejemplo althusseriano de
giendo que Yo sea un Hombre […] Así, no la interpelación ideológica: “Sugerimos enton-
debo ser un egoísta, sino un hombre “de ces que la ideología “actúa” o “funciona” de tal
buenas ideas y de buenas obras”, o, dicho modo que “recluta” sujetos entre los individuos
de otro modo, un hombre moral. Ante el Es- (los recluta a todos), o “transforma” a los indivi-
duos en sujetos (los transforma a todos) por me-
dio de esta operación muy precisa que llamamos
48. Ibídem, p. 344. interpelación, y que se puede representar con la
49. Ibídem, p. 319. más trivial y corriente interpelación, policial (o

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xista de ideología como ofuscamiento y duo mismo se conforma voluntariamente
distorsión a los daños de un sujeto que es a una serie de normas (como la respon-
pasivamente engañado. Según Stirner, el sabilidad, o el duro trabajo por ejemplo)
sujeto participa activamente a su propia que hacen de él, propiamente, un sujeto.
alienación, constituyéndose como sujeto Stirner pues no desconoce la materialidad
de la ideología: la tentativa del individuo del Estado, del Capital, etc., en cuanto
de estar a la altura del Hombre, su senti- productos históricamente determinados
miento de culpa e incompletud, su temor por la actividad humana, sino que hace
reverencial hacia la figura sagrada, etc. hincapié en la “parte maldita” de estas
son las técnicas de construcción de la instituciones, su reverso fantasmal. Él en-
individualidad en una subjetividad deter- tiende que ninguna “realidad objetiva” (o
minada. En este sentido, ha de interpre- estructural) puede dominar el sujeto sin
tarse la hostilidad de Stirner a la vocación una complicidad del mismo. Más senci-
(Beruf): todo sistema ideológico se basa llamente: Stirner se pregunta, como había
en una fractura o escisión del individuo, visto claramente Derrida, “pero ese otro
que renuncia a sí mismo y a su egoísmo, ¿qué es?”, o sea, cómo es posible que
para convertirse en un creyente. No se el fantasma ejerza una fuerza, práctica
trata pues de que el Estado o el Capital y material, en la vida diaria? Y encuentra
engañen el individuo y le oculten una la respuesta en una determinada manera
verdad fundamental, sino que el indivi- del individuo de construirse como sujeto
de la creencia. Sólo así, “ese otro” puede
no) “¡Eh, usted, oiga!”. Si suponemos que la hi- embrujar con su mana al individuo. Un
potética escena ocurre en la calle, el individuo último problema, o fantasma, acecha la
interpelado se vuelve. Por este simple giro físico teoría stirneriana: el Único.
de 180 grados se convierte en sujeto. ¿Por qué?
Porque reconoció que la interpelación se dirigía
“precisamente” a él y que “era precisamente él
quien había sido interpelado” (y no otro). La
4. Der Einzige und Seine
existencia de la ideología y la interpelación de Empörung
los individuos como sujetos son una sola y mis-
ma cosa” (Althusser L., Ideología y aparatos
ideológicos de Estado, Nueva Visión, Buenos Hemos visto que la teoría stirneriana de la
Aires, 1974, pp. 57-58). Sin poder aquí profun- ideología mantiene la noción de ideología
dizar en el asunto, vemos claramente que tanto como distorsión, pero abandona al mismo
Stirner como Althusser piensan el sujeto ya no tiempo la idea de un sujeto pasivamente
como una esencia sino como un proceso, y ponen engañado. La esencia humana misma no
de manifiesto la ambigua relación entre el sujeto es otra cosa sino un espectro, esto es, una
y el poder. El sujeto mismo, en pocas palabras, es
ilusión ideológica54. Aún así, Stirner no re-
una construcción de lo que Althusser denomina-
ba “aparatos ideológicos de Estado” y que Stirner
nuncia a pensar la posibilidad de salir del
llama “liberalismo”. No es casual que el mismo embrujamiento ideológico, y lo hace acu-
Althusser contaba a Stirner entre aquellos pensa-
dores de la tradición materialista del pensamiento 54. Para una discusión completa acerca de las
occidental, desconocida casi por completo, y que diferencia entre Marx y Stirner sobre la relación
han pasado a la historia por “idealistas de la li- individuo-sociedad, véase Thomas P., “Marx and
bertad” (Althusser L., “Retrato del filósofo mate- Stirner”, en Thomas P., Karl Marx and the anar-
rialista”, en Althusser L., Para un materialismo chists, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1980,
aleatorio, Arena libros, Madrid, 2002, pp. 9-10). pp. 125-175, p. 155-156.

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diendo al concepto más oscuro, y aún así “fantasía de la capacidad”, como decían
preponderante, de su filosofía: el Einzige. Marx y Engels, es decir, con la voluntad
Hemos visto que, para Marx, el Único de de “llegar a ser todopoderoso, es decir,
Stirner era la ficción suprema, el más terri- nada, un absurdo, una fantasmagoría”56.
ble de los espectros. Sin embargo, la no- El Único no es una meta que cumplir, algo
ción stirneriana de individuo único es algo que realizar. De ser así, sería un enésimo
más compleja. Para Stirner, de hecho, no espectro al cual se le debe obediencia y
se trata de encontrar una identidad pura sumisión. Para Stirner, será posible salir
más allá de la distorsión ideológica, sino del “círculo mágico del cristianismo” sólo
de poner en cuestión la noción misma cuando cese el conflicto entre “la existen-
de identidad como lugar de la ideología. cia y la vocación, entre Yo tal como soy y
No hay que olvidar que, detrás de la des- Yo tal como debo ser”57. No se trata pues,
cripción stirneriana de la frustración psi- como quisieron ver Marx y Engels, de que
cológica del hombre fracturado, está una el egoísta stirneriano ya no se sacrifica a
sólida impostación teorética. Stirner, re- nada ““más alto” por que él mismo es el
cordaremos, es el único entre los jóvenes más alto”58, sino de un rechazo de la ló-
hegelianos que no concibe la desaliena-
cón en términos de recuperación de las . Marx K., Engels F., op.cit., p. 310.
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esencias, sino de rechazo de las mismas. . Stirner M., op.cit., p. 370.
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El sujeto no se busca en el objeto extraño, . Marx K., Engels F., op.cit., p. 294. Como
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ni tiene que desentrañar ninguna verdad hemos visto, Stirner no pudo leer La Ideología
oculta en ello. La re-apropiación es, en Alemana y contestar a las críticas que allí se le
Stirner, un movimiento negativo a través hacían. Sin embargo, la acusación marxista se-
del cual el sujeto aniquila la autonomía, gún la cual Stirner hizo del Einzige un “Dios en
la tierra” era bastante común entre los primeros
esto es la auto-suficiencia ontológica, del
reseñadores de Stirner (Bauer, Hess, Feuerbach
objeto. Alienado no es entonces el sujeto y Szeliga, entre otros), a los cuales responde
que ha objetivado su esencia en la sus- en Recensenten Stirners (1845). Sus críticos se
tancia, sino precisamente aquel que se ha equivocaban en querer encerrar el Único en un
“desdoblado” en el objeto. Estando así las concepto, haciendo de él algo fijo y estable, y
cosas, está claro que el Einzige no puede pasando así por alto lo único que realmente des-
ser él mismo una esencia, como el Hom- cribe el Einzige, esto es, su in-esencialidad, su
bre de Feuerbach. Ello, literalmente, tiene ser fuerza y posibilidad. Stirner culpa el lenguaje
por los malentendidos que se han originado en
que ser nada:
la lectura de su obra. La lengua sólo es capaz de
Yo no soy nada en el sentido de vacío, pero expresar conceptos, es decir, objetos del pensa-
soy la nada creadora (schöpferische Ni- miento, “verdades” que, como tales, son “sagra-
chts), la nada de la que saco todo55 das”. Pero el Único no consigue encontrarse a sí
mismo en el orden simbólico de lenguaje y, por
El Único es un vacío, pero un vacío que tanto, siempre es alienado respecto a ello. Este
“vacía” el mundo de todo sentido. Vale sujeto stirneriano es literalmente un indecible:
para Stirner el lema anarquista según él no se puede identificar con el Hombre o cual-
el cual la gana destructora es al mismo quier otra esencia pero tampoco consigo mismo.
Léase, como ejemplo, este paso de Las Respues-
tiempo una gana creadora. La nada crea-
tas “El Único aparece, pues, como el «fantasma
dora pues nada tiene a que ver con la de los fantasmas», como el «individuo sagrado,
que hay que quitárselo de la cabeza», y como un
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. Stirner M., op.cit., p. 15. pálido «fanfarrón». Stirner nombra al Único, y al

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gica sacrificial tout court. De hecho, para mismos, y no cifra sus esperanzas en las or-
Stirner el individuo no debe sacrificarse a ganizaciones futuras.60
nada, por que “no es “llamado” a nada”; A pesar de las bromas de Marx, según el
no tiene más “deber” y “vocación” que lo cual la distinción entre revolución e insu-
tienen una planta o un animal”59. Si en- rrección es “el hecho de que la una es
tonces todo sistema ideológico funciona un acto y la otra no lo es”61, la diferencia
precisamente “fracturando” el individuo tiene gran calado para la teoría política
y convirtiéndolo en un sujeto, entonces contemporánea. De hecho, revolución e
toda estrategia de resistencia a la coloni- insurrección remiten a dos relaciones dis-
zación ideológica deberá pasar a través tintas del sujeto con el objeto y, de allí,
del rechazo de las esencias, o sea de las a dos distintas construcciones del sujeto
identidades espectrales que estamos lla- mismo. Como se desprende de la cita an-
mados a cumplir. Stirner llama esta estra- terior, la revolución procura superar el or-
tegia de rechazo el Empörung: den existente pero no del orden en cuan-
Revolución (Revolution) e insurrección (Em- to tal, ““este” gobierno y no al gobierno”.
pörung) no son sinónimos. La primera con- Por esto, toda revolución acaba siendo, al
siste en una transformación (Umwandlung) fin y al cabo, una restauración: ella susti-
del orden establecido, del status del Esta- tuye un amo por otro. Un ejemplo de ello
do o de la Sociedad; no tiene, pues, más es, como es evidente, el propio humanis-
que un alcance político o social. La segun- mo feuerbachiano que, aunque destrone
da conduce inevitablemente (unvermeidli- Dios y ponga en su lugar al Hombre, rea-
che Folge) a la transformación de las ins- firma la opresión religiosa y la dependen-
tituciones establecidas. Pero no surge con cia del individuo de un nuevo espectro.
este propósito, sino por el descontento de Stirner describe al revolucionario como
los hombres. No es un motín, sino el alza- un fanático que se siente movido por
miento de los individuos (eine Erhebung der fuerzas sobre-humanas, por finalidades
Einzelnen), una sublevación que prescinde
trascendentes, por un bien o una causa
de las instituciones que pueda engendrar.
imperecedera. La revolución mantiene
La revolución tiende a organizaciones nue-
una relación de tipo religioso, por que el
vas, la insurrección conduce a no dejarnos
sujeto depende por completo del objeto,
organizar, sino a organizarnos por nosotros
al cual se sacrifica (y sacrifica los demás).
El revolucionario está “volcado” sobre el
mismo tiempo dice: los nombres no te nombran: objeto y su actividad apunta a una trans-
habla de él, llamándolo el Único, y sin embargo, formación de las condiciones externas y
añade que el Único no es más que un nombre; por
objetivas. Así, desde la perspectiva pole-
tanto, quiere decir algo diferente de lo que dice,
más o menos como aquel que te llama Ludwig mológica stirneriana, el fanatismo revolu-
no se refiere a un Ludwig cualquiera, sino a ti, cionario no es lo bastante demoledor por
para quien no tiene palabra. Lo que Stirner dice que mantiene encadenado el individuo a
es una palabra, un pensamiento, un concepto; lo una “idea fija”. El conflicto y la oposición
que quiere decir no es ninguna palabra, ningún del fanático respecto del orden existente
pensamiento, ningún concepto. Lo que dice no son sólo aparentes, ya que el sujeto sigue
es lo que quiere decir, y lo que quiere decir es
sacrificándose al objeto. De toda otra ín-
indecible (Stirner M., Escritos Menores, Pepitas
de Calabaza, La Rioja, 2013, pp. 92-93). 60. Ibídem, p. 322.
59. Stirner M., El Único, op.cit. p. 332. . Marx K., Engels F., op.cit., p. 448.
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dole es la insurrección. Esta no es la ne- duo se desprende de la tiranía del objeto y
gación de un dominio determinado, como se descubre a si mismo detrás del mundo
es el caso de la revolución, sino del do- objetivo. De manera aún más contunden-
minio como tal. Ella es una negación me- te, Saul Newman relaciona la insurrección
tafísica, esto es la negación, perpetua y stirneriana a una específica modalidad de
sin mediación, del existente. Sus razones resistencia, esto es, el rechazo a las esen-
no son políticas y sociales, sino “egoístas cias. No se trata de liberar una identidad
porque no tienen otro objetivo que Yo y esencial de las opresiones externas, sino
mi individualidad”62. Él no pone ninguna de liberarse precisamente del poder tirá-
confianza en la trasformación palingené- nico de las esencias64. Ambas lecturas tie-
tica del existente, si antes el individuo no nen el mérito de subrayar un aspecto de-
ha conseguido desprenderse de su apego cisivo de la insurrección stirneriana: ella
al objeto. En el acto de la insurrección, no apunta a la recuperación de una esen-
el objeto deja de aparecerse como algo cia, sino que demuela toda idea fija. Por
sagrado, para convertirse en una pro- lo visto, podemos, “contra” Marx, extraer
piedad del sujeto. Rebelándose contra el una conclusión del análisis de la insu-
existente, el yo quita al objeto su impe- rrección stirneriana: ella va dirigida, ante
netrabilidad, su carácter estático y onto- todo, contra el apego a aquellas formas de
lógicamente independiente del sujeto, y lo subjetividad que nos hacen dependientes
convierte en su propiedad. El rebelde, en de la dominación. La insurrección, por lo
conclusión, no quiere cambiar un existen- tanto, no se limita al mero cambio de la
te por otro, sino sólo quitarle el existente conciencia que sin embargo deja intactas
(y a todo existente) su dictadura sobre el las condiciones externas, sino que es un
yo. El filósofo italiano Giorgio Penzo ha más profundo cuestionamiento de la mis-
hablado, al respecto, de “rebelión exis- ma identidad que nos constituye como
tencial”. La insurrección, según Penzo, sujetos de poder65.
es una labor constante de destrucción, a
través de la cual el yo consigue quebran-
tar la supuesta autonomía ontológica del
objeto y superar la dimensión alienada de
���������������������������������������������
. Newman S., ‘Spectres of Stirner: A contem-
la vida diaria. Rebelándose contra el exis-
porary critic of ideology’, Journal of Political
tente y demoliendo las formas objetivadas Ideologies, 6/3 (2001), p. 327.
de las relaciones sociales, el individuo
65. Stirner tiene un “precedente” (lógico, no
tiende hacia la autenticidad, que consiste cronológico, está claro) en Foucault. También el
en la Eigenheit o propiedad de sí63. Más filósofo francés veía la posibilidad de resistencia
sencillamente: rebelándose, el individuo en el rechazo a las formas de subjetividad que
se desprende de las hipóstasis (políticas, construyen al individuo: “el problema político, éti-
sociales, culturales) objetivadas de su co, social y filosófico de nuestros días no consiste
tiempo para llegar a poseerse de verdad. en tratar de liberar al individuo del Estado, y de las
instituciones del Estado, sino liberarnos del Esta-
Se pasa así de una dimensión inauténtica,
do y del tipo de individualización vinculada con él.
donde el individuo sigue embrujado por el Debemos fomentar nuevas formas de subjetividad
objeto, a una auténtica, donde el indivi- mediante el rechazo del tipo de individualidad que
se nos ha impuesto durante varios siglos” (Fou-
. Stirner M., op.cit, p. 322.
�������������� cault M., “El Sujeto y el Poder”, Revista Mexicana
. Penzo G., Max Stirner, op.cit., p. 308.
������������� de Sociología, 50/3 (1988), 3-20, p. 11.)

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Conclusión política de la opresión externa, está desti-
nada al fracaso si antes no ponemos en en-
tredicho nuestra subjetividad de creyentes.
En este escrito se ha procurado recoger el Stirner sugiere una estrategia, ante todo éti-
reto, lanzado por Derrida, de leer a Stirner ca, de emancipación: la insurrección (Em-
“sin Marx o contra de él”. “Contra” Marx, pörung). Esta es la voluntad de afirmación
se ha visto que Stirner no ignora los fac- de la Eigenheit entendida como autonomía
tores materiales de dominación, sino que respecto de todas “las ideas fijas”, inclu-
entiende que ninguna dominación “objeti- sive el fantasma de la identidad personal.
va” es posible sin un envoltorio fantasmal Pero la fuerza del discurso stirneriano está
que la sujeta y sin un sujeto dispuesto a tal vez en otro sitio. Derrida la notó y a la vez
creer en ella. El mundo fantasmal no está decidió ignorarla. De hecho su fascinación
de manera alguna separado del mundo hacia Stirner se debe tal vez a que Stirner
real sino que constituye su verdadera base. conjura toda “metafísica de la presencia”.
Las ideas abstractas, al final y al cabo, no Detrás de los fantasmas, Stirner no des-
son tan abstractas cuando es precisamen- cubre ninguna presencia, ninguna verdad
te gracias a ellas que el mundo “concreto” última (ni siquiera la “verdad” del indivi-
(y las instituciones como el Estado, el Mer- duo) y nos alerta más bien del peligro de
cado, etc.) se hace inteligible. Stirner en- creer que se ha acabado de una vez por
tiende pues que toda dominación “mate- todas con los fantasmas. Mientras Marx
rial” domina ante todo gracias a una carga querría desembarazarse de los espectros
simbólica que los dominados le reconocen. de manera definitiva. “Contra” Marx, sea
En este sentido, la denuncia de Stirner del tal vez oportuno hacerle caso a Sloterdijk y
liberalismo en tanto forma secularizada del defender la “indecibilidad” del Único con-
viejo cristianismo es muy llamativa. Detrás tra el dogmatismo de quien cree que “la
del discurso, aparentemente emancipador «realidad» de un sujeto viene determinada
de la modernidad, y de la verborrea liberal «en última instancia» por su posición en el
acerca de la igualdad, los derechos, la li- todo de los «procesos de producción»”66.
bertad, se cela en realidad un sometimien- Hemos de barajar la posibilidad que, hoy
to aún mayor del individuo. Este no sólo no en día, la antropología radicalmente nega-
se libera de las cadenas de la religión, sino tiva de Stirner brinde una posibilidad de
que se transforma en un “perfecto creyen- resistencia no esencialista al poder. El Ein-
te”. El lenguaje, laico e ilustrado del libera- zige como “sitio negativo”, rechazo de toda
lismo es heredero de los sermones cristia- identidad positiva o vocación, es la negati-
nos y va dirigido ello también a feligreses. El va a dejarse definir por alguna propiedad o
individuo liberal, el buen ciudadano, el ho- esencia. Él es un lugar de “exceso” o tras-
nesto trabajador, etc. es, exactamente igual gresión que sobrepasa el discurso ideoló-
que el “buen cristiano”, un creyente. Stir- gico del humanismo. Resistiéndose a un
ner, en conclusión, desentraña la creencia poder que es cada vez más positivo y pro-
como la lógica de toda espectralidad. Para positivo, que anima el individuo a ser úni-
el filósofo de Bayreuth, detrás del fantasma co, particular, el Einzige afirma su unicidad
no hay sólo, como quiere Marx, las condi- en el acto de la retracción del existente.
ciones socio-económicas materiales, sino
ante todo la disponibilidad subjetiva para 66. Sloterdijk P., Los hijos terribles de la Edad
creer en ello. Por esto, cualquier liberación Moderna, Siruela, Madrid, 2015, p. 330.

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