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El Silencio del Cordero, Jony Loyola

EL SILENCIO DEL CORDERO.

INTRODUCCIÓN.
Que incómodo es el silencio. Hemos estado un minuto en silencio y la mayoría de vosotros no
sabía qué hacer, no sabía dónde mirar ni si orar o si decir algo. Algunos han abierto la Biblia
como si hubiese dicho algún versículo y otros se han puesto a adorar, tenemos las más
diversas reacciones ante alguien que calla cuando no tiene que hacerlo. Llevo algún tiempo
observando el silencio y un fenómeno que las universidades americanas debían de estudiar; yo
lo he llamado el síndrome del ascensor. Sucede cuando subes con algún vecino en el ascensor
hasta tu casa y como el espacio en el cubículo es pequeño y en él es muy difícil esquivar las
miradas, te sientes en la obligación de sacar un tema de conversación porque el silencio es
muy tenso. Los temas más normales que he comprobado nos sacan del apuro son el tiempo y
alguna vecina del edifico que a todo el mundo le cae mal, con esos dos temas tienes
conversación asegurada y rebajas la incomodidad del trayecto hasta tu piso. El silencio es muy
incómodo, sobre todo con gente a la que no conoces mucho de hecho más de una vez he
escuchado que uno sólo está a gusto en silencio con quien tiene verdadera confianza. El
silencio puede significar muchas cosas: amor, devoción, rechazo, aprobación (el que caya
otorga) y si lo acompañamos de la mirada, aún muchas cosas más.
Cuando el pastor me pidió que hiciera un estudio sobre la pasión, comencé a leer los textos
que la relatan empezando en el huerto de Getsemaní y cada vez que los leía, encontraba algo
que me cautivaba. En Realidad todo el relato es digno de un estudio profundo que nos llevaría
mucho tiempo y además abarca la esencia del evangelio que es la consumación de la obra
redentora de nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo: Una de las veces me di cuenta de que la
última esponja de vinagre que le acercaron a Jesús fue extendida hacia él clavada en un
hisopo, ésta era una hierba poco útil para eso por ser endeble y pensando en por qué sería con
un hisopo y no con un palo, o una lanza, o una caña que se la acercaron, me di cuenta de que
fue con un hisopo que el Señor mandó untar los dinteles de las puertas con la sangre del
cordero a los Israelitas en Egipto; esto me llevó a meditar durante dos o tres días en la relación
del sacrificio de Cristo con la Pascua. Otra vez, descubrí que la caída del hombre fue en un
huerto, el del Edén y su salvación, se consumó en un huerto, el de Getsemaní y así os podría
hablar de un montón de cosas que he ido descubriendo con cada lectura; de los discípulos, de
los gobernantes, de los ladrones, de los soldados, de la cruz, del cartel y de Jesús mismo, pero
si hubo una cosa en la que no me había fijado antes y que cautivó mi corazón, esta fue el
silencio.
Se puede dividir el relato de la pasión en cuatro partes: el huerto de Getsemaní; los juicios:
ante el concilio y ante las autoridades romanas; el camino al Gólgota y la crucifixión. En todas
estas partes, en algún momento Cristo guarda silencio y siempre el silencio del Cordero es
digno de resaltar, por lo inusual de la reacción del Maestro, porque siempre provocó una
reacción y porque nosotros como seguidores de Cristo, debemos aprender a guardar silencio
cuando la situación lo requiera. Así que en este mensaje de hoy veremos brevemente las
partes antes mencionadas y nuestro hilo conductor será el silencio; por eso y parafraseando el
título de la famosa película, he llamado a esta predicación: “EL SILENCIO DEL CORDERO”.
Vamos a abrir nuestras Biblias en Isaías 53:7 y aunque este será nuestro texto base,
posteriormente utilizaremos varios versículos que no hará falta que busquéis a no ser que os
apetezca o queráis comprobar que lo que digo y leo es cierto. Dice así en la descripción del
siervo sufriente de Isaías, que hace clara referencia a Cristo:
(Isa 53:7) Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero;(F)
y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

La imagen de un Cordero siendo llevado a sacrificar es perfecta. Por todos es sabido que a
diferencia de otros animales, como el cerdo por ejemplo, los corderos no hacen ruido cuando
son sacrificados, guardan silencio, callan; esta es la característica que resalta en ellos cuando
los matan y en este texto se compara a Cristo con un Cordero porque ante la burla, la injusticia
y la muerte, guardó silencio.

Lo que haremos en cada una de las partes de la pasión será identificar a los trasquiladores,
como estaban trasquilando a la oveja y la reacción del Cordero.

I. EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ.
A. Trasquiladores: Sus discípulos.
B. Forma en que Trasquilaban: Apatía espiritual.
C. Respuesta del Cordero: Silencio ante la apatía espiritual.

(Mat 26:43) Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de
sueño. (Mat 26:44) Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras.
En los Evangelios se nos relata como la noche en que fue entregado, Cristo subió al monte de
los Olivos y fue al huerto de Getsemaní a orar. En este emplazamiento había diferentes huertos
o más bien casas de recreo que pertenecían a la gente pudiente de Jerusalén y era práctica
común de Jesús, apartarse en ellos para meditar, estar solo u orar. Probablemente algún amigo
pudiente de la ciudad le permitía la entrada a Jesús a aquél huerto. Los discípulos conocían
perfectamente este lugar, pues no era la primera vez que Jesús iba allí con ellos, lo que nos
dice que Jesús no estaba huyendo ni escondiéndose, simplemente quería pasar un tiempo de
intimidad con el Padre y con ellos porque estaba angustiado y afligido. Esto me tocó
profundamente. Cristo quería estar con sus amigos, con aquellos a los que amaba y quería
pasar su tristeza con ellos pero ellos, lo que estaban haciendo era dormir.
El jueves vimos cuál era el estado de los discípulos. Mencionamos como los hijos de Zebedeo
se habían peleado por saber cuál ocuparía un lugar preeminente, en la cena se había
descubierto quién le iba a entregar y poco después, Jesús mismo había tenido una
conversación con Pedro en la que le dijo que le iba a negar. Aquellos discípulos que habían
caminado durante tres años con él, no se habían enterado de nada y no comprendían ni su
angustia, ni lo que estaba pasando, estaban apáticos e insensibles espiritualmente ese era su
estado y eso era lo que significaba que estuvieran durmiendo. Vimos el jueves como la palabra
para sueño tanto en el hebreo como en el griego tiene la connotación de insensibilidad
espiritual y hablamos de Jonás, cuando dormía en el barco insensible a todo lo que acontecía
espiritualmente.
La primera vez que vuelve de donde estaba orando, Jesús les despierta y les reprende pero la
segunda, les mira y simplemente se va. Silencio, Jesús se va en silencio.
¿Alguna vez has intentado hablar con alguien de algo importante cuando esta persona está
entretenida con otra cosa o no te presta atención?
El miércoles pasado fue la final de la copa del rey entre el Madrid y el Barcelona. A mí no me
gusta el futbol ni me interesa, la verdad, pero a Mikel, mi compañero en el seminario que se
está quedando en mi casa, después del Señor yo creo que es lo que más le apasiona. Bueno
pues mientras él estaba viendo el partido, se podía haber caído la casa a su alrededor que no
se enteraba de nada. Recuerdo perfectamente como le hice dos preguntas y ni se enteró, el
estado de Mikel, era de completa insensibilidad ante todo lo que sucedía a su alrededor porque
estaba viendo el partido y no tenía atención para nada más. Estaba como los discípulos
insensible y apático. Un consejo, si alguna vez tenéis que decirle algo importante a alguien que
le guste el futbol, no lo hagáis durante un partido.
Los discípulos eran insensibles al sufrimiento de Cristo porque estaban concentrados en otras
muchas cosas que nada tenían que ver con lo espiritual. Esto me dio mucho que pensar.
¿Cuántas veces el Señor no habrá querido tener comunión conmigo, hablarme cosas,
revelarme sus planes y yo habré estado dormido o insensible? Cuando estás dormido, el Señor
te despierta una vez pero a la segunda guarda silencio.
Es tiempo de conectarse con el crucificado, de despertar a las cosas espirituales y de pasar
tiempo con el Maestro, en el secreto, en intimidad porque en esa intimidad es que el te va a
revelar sus planes, te va mostrar sus secretos, te va a convertir en su amigo. Iglesia,
necesitamos orar para conocer el corazón y el plan de Dios, es hora de despertarse porque
mientras estás dormido, Dios sigue actuando, sigue llevando a cabo su obra pero tú te la estás
perdiendo y el espera en silencio a que despiertes para hablar contigo.
II. EN LOS JUICIOS.
A. Trasquiladores: Anás, Caifás, el Concilio, Pilato y Herodes.
B. Forma en que Trasquilan: Falsas acusaciones.
B. Respuesta del Cordero: Silencio ante las falsas acusaciones.

• Ante Anás, Caifás y el concilio.


(Mat 26:62) Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican
éstos contra ti? (Mat 26:63) Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro
por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.

• Ante Pilato

(Mat 27:12) Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada
respondió. (Mat 27:13) Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
(Mat 27:14) Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se
maravillaba mucho.

(Juan 19:9) Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le
dio respuesta.

• Ante Herodes.

(Luc 23:9) Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.

Cuando estudiaba sobre el juicio contra Jesús, hablaba con una amiga mía que es abogado y
llamaba mi atención sobre la naturaleza injusta del proceso. No había testigos, ni jurado, ni
Jesús tenía defensa profesional si quiera. Después de ser apresado en Getsemaní y de que lo
castigaron y golpearon un poco, Jesús fue llevado ante Anás. Anás era el suegro del Sumo
Sacerdote Caifás. La familia de Anás y de Caifás era una familia muy rica que había hecho su
fortuna con los animales y los negocios que se hacían en el recinto sagrado. En tiempos de
Anás como Sumo Sacerdote, fue que Jesús entró en el Templo y derribó las mesas de los
cambistas y de aquellos que hacían un negocio ruin traficando y sacando provecho de lo que
debía ser limpio y consagrado a Jehová. Desde entonces es de suponer que Anás se la tenía
jurada a Jesús y puede que ese fuera el motivo por el cual se lo llevaron a él primero, pero
desde luego no tenían por qué, es decir, no había motivo pues él no era el Sumo Sacerdote;
primera injusticia.

Después de interrogarlo y de no conseguir gran cosa, lo llevan ante Caifás y el concilio. La Ley
judía establecía que para encausar a alguien tenía que haber al menos dos testigos y se les
hizo imposible encontrar a dos que coincidieran en sus declaraciones, pero aún así, siguieron
intentándolo hasta que testificaron diciendo que Jesús había dicho que en tres días derribaría y
reconstruiría el Templo, aunque tampoco coincidían las versiones. Cuando escucharon este
testimonio, Caifás rasgo sus vestidos y dijo que no hacía falta oír a nadie más, lo que a todas
luces era ilegal e injusto; segunda injusticia. Así que Jesús fue acusado injustamente de
autoproclamarse Rey de los Judíos y de proclamarse Hijo de Dios pero aún pudiendo y
teniendo toda la autoridad para hacerlo, Jesús no se defendió con vehemencia, sino que
guardó silencio.
En tiempos del imperio Romano se había dado cierta libertad a los pueblos conquistados para
juzgar en diversos asuntos como los religiosos, pero no podían condenar a muerte, eso era
sólo competencia del gobierno romano. Ese fue el motivo por el que lo llevaron ante Pilato. A
Pilato la situación le sobrepasó desde el principio. De mala gana y presionado, escuchó a los
judíos pero no quería tener nada que ver con aquello así que cuando se enteró de que Jesús
era Galileo, región que era jurisdicción de Herodes, se lo envió a él para escurrir el bulto.
Herodes se alegró de que le llevaran a Jesús porque había oído hablar mucho de él y quería
conocerlo y ver si hacía algún milagro delante de él, pero su interés era morboso así que ¿Qué
hizo Jesús delante de Herodes? Guardó silencio cuando dado su interés, bien podría haberse
librado haciendo alguna señal, ¿Qué hizo delante de Pilato? Guardó silencio y ¿Qué hizo
delante del Sumo Sacerdote y el concilio? Lo mismo.

El silencio de Cristo ante las autoridades y los gobernadores es un silencio que demuestra
confianza. Cristo conocía lo que había de suceder, ya había quebrantado y sometido su
voluntad a la del Padre en el huerto de Getsemaní, sabía que el plan se iba a cumplir y que
todo aquello que estaba sucediendo, estaba bajo el control de la poderosa mano de Dios. Esa
clase de confianza es la que nos llena de paz en medio de la tormenta. Otro cualquiera, que no
tuviera la certeza de que Dios estaba en control, habría pataleado, habría apelado a todo lo
posible y habría gritado declarando la injusticia del juicio pero él no lo hizo.

Jesucristo demostró esa confianza en los planes del Padre durante toda su vida y ministerio.
Se podrían poner muchos ejemplos de esto pero quiero recordaros el momento en que él y sus
discípulos estaban en la barca y se desató una tormenta terrible. La tempestad era tan fuerte,
que los discípulos, hombres de mar, pescadores que debían estar acostumbrados a ese tipo de
adversidades meteorológicas, estaban asustadísimos y pensaban que la embarcación se
hundía. Llama la atención que Cristo, mientras todo esto estaba sucediendo, estaba durmiendo
y el por qué era evidente. Su sueño en esta ocasión no tenía nada que ver con el sueño de
Jonás ni con la apatía espiritual, era, precisamente todo lo contrario. La imagen del descanso
de Jesús en medio de la tormenta, es la imagen del Hijo confiando en el Padre al igual que el
silencio ante la injusticia.

Recuerdo cuando operaron a mi madre de la vesícula. Hacía relativamente poco que me


habían operado a mí del estómago y ya sabéis que mi operación se complicó bastante. Bueno
pues el cirujano que la operaba era el mismo, en el mismo hospital y con la misma gente.
Recuerdo perfectamente como estábamos mi hermano y yo en la sala de espera y mi pobre
hermanito estaba atacado. Se ponía de pie, paseaba, se iba, volvía, sacaba una Coca-Cola de
la máquina, jugaba con el móvil, en fin que era un manojo de nervios. Ya desesperado me dice:
“¿tío no entiendo como puedes estar tan tranquilo, que están operando a mamá, y si se
muere?” Recuerdo perfectamente que le dije, mira el Señor tiene el absoluto control, el está
cuidando de ella, como cuidó de mi y como cuida de ti cada día y lo que pase, será su perfecta
voluntad. Después de pensar en ello se calmó y en seguida salió el cirujano para decirnos que
todo había ido bien.
Esa paz que sobre pasa todo entendimiento, la paz de saber que nada se escapa de su plan ni
de sus manos y de que ese mismo Dios era el que iba a hacer justicia, era la fuente del
segundo silencio de Cristo, un silencio de confianza.

Que podamos guardar silencio ante las dificultades que tengamos que enfrentar, ante las
injusticias, ante el dolor, sabiendo que el Dios todo poderoso tiene perfecto control.
III. EN LA SENTENCIA A MUERTE, EL CAMINO Y LA CRUCIFIXIÓN.
A. Trasquiladores: Los soldados, los gobernadores, los judíos, los otros crucificados, los que
pasaban por allí.
B. Forma en que trasquilaban: Burla.
C. Respuesta del Cordero: Silencio ante la burla.
• Los soldados.
(Mat 27:27) Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron
alrededor de él a toda la compañía; (Mat 27:28) y desnudándole, le echaron encima un manto
de escarlata, (Mat 27:29) y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña
en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo!Salve, Rey de
los judíos! (Mat 27:30) Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. (Mat
27:31) Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le
llevaron para crucificarle.

• Los sacerdotes y los ancianos.

(Mat 27:40) y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas,(F) sálvate a ti
mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. (Mat 27:41) De esta manera también los
principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
(Mat 27:42) A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda
ahora de la cruz, y creeremos en él. (Mat 27:43) Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere;(G)
porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.

• Los ladrones.

(Mat 27:44) Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.

• Los que pasaban por allí.

(Mat 27:39) Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza…

Después de ese juicio injusto y bochornoso, Cristo fue sentenciado a muerte, pero no a una
muerte cualquiera, sino a la muerte de Cruz. La crucifixión estaba reservada para los esclavos
ladrones y gente de las más bajas clases sociales, gente de la peor calaña pero por su
crueldad, nunca para los ciudadanos romanos. Los romanos habían heredado esta práctica de
los cartagineses y los cartagineses a su vez de los persas. Consistía en clavar pies y manos a
dos maderos en forma de cruz. Era una muerte lenta y cruel en la que o bien por asfixia, o por
hambre y sed o por insolación, el ajusticiado moría después de unos días. Al estar en la
posición requerida por los clavos, la musculatura de los hombros y del pecho se terminaba
agotando por lo que se hacía casi imposible la respiración y el crucificado se tenía que apoyar
en sus piernas para poder respirar. Por eso, cuando se quería acelerar el proceso, se les
partían las piernas y el ajusticiado moría de asfixia. Normalmente los romanos no quitaban los
cuerpos de la cruz y daban cuenta de los cadáveres los animales carroñeros.

A Jesús, después de haberle azotado en varias ocasiones, de haberle golpeado y de haberle


puesto una corona de espinas le hicieron llevar su cruz, o mejor dicho, el madero horizontal de
los que la componían, hasta el lugar donde fue clavado junto con otros dos ladrones. En todo
este proceso, no faltó gente que se burló de él, que le golpeó y que le escarneció y ¿cuál fue su
respuesta? Silencio ante los insultos y burlas. ¿Qué clase de silencio era este? Silencio de
misericordia.

Yo sólo recuerdo haberme peleado una vez en el colegio, estando yo en tercero de E.G.B. Un
día corriendo por el pasillo hacía el patio del recreo, sin querer, empujé a un chaval que se
llamaba Rodrigo y le hice tambalearse hasta que casi se cae. Yo siempre he sido gordito, así
que el empujón debió molestarle mucho e incluso seguro que le hizo algo de daño. El
muchacho aturdido, se me quedó mirando y con bastante odio me dijo: ¡Gordo! Pues para que
queremos más. A mí, que era bastante pacífico, ese día se me cruzaron los cables y le solté un
guantazo que le rompí dos dientes y le tiré al suelo de manera que no se pudo levantar. Luego
me castigaron, me reprendieron y evidentemente no estoy orgulloso de eso, pero dónde voy es
que la reacción cuando le insultan a uno normalmente no suele ser buena y menos si te dejas
llevar.

En todo momento, Cristo demostró una misericordia incomprensible. Tuvo misericordia de sus
discípulos, tuvo misericordia del soldado al que Pedro le cortó la oreja, tuvo misericordia de los
guardias, de los judíos, de los gobernadores y hasta del ladrón de la cruz, misericordia porque
ninguno de ellos sabía lo que estaba haciendo, porque no sabían con quien se metían. Si lo
hubieran sabido, no lo habrían hecho. Para todos ellos, Jesús era un simple galileo que se
había metido en un lío pero el Señor tuvo misericordia de ellos. Ya en la cruz, clamó diciendo
¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen! así que su silencio ante la burla fue un
silencio de misericordia. Y ahora te pregunto ¿Cómo te comportas ante la burla de los demás?
¿Estás reflejando el carácter de Cristo con un silencio de misericordia o estás reaccionando
efusivamente dando rienda suelta a tus ímpetus? Silencio de misericordia es lo que demanda
Cristo de nosotros, volver la otra mejilla, buscar la paz.

Así pues, hasta aquí hasta aquí hemos visto tres tipos de silencio que manifestó Cristo como
Cordero que había enmudecido: silencio ante el enfriamiento espiritual o silencio de compasión;
silencio de confianza en que Dios tenía el control de todo ante las falsas acusaciones y silencio
de misericordia ante la burla de los trasquiladores. Pero todavía hay un silencio más en toda la
escena de la pasión que se sobreentiende y que es un silencio de amor; este es el silencio del
Padre.
IV. SILENCIO DE AMOR.
A. El silencio del Padre.
Hay un versículo en el libro de Sofonías que para mi describe el silencio del Padre
perfectamente. Este es Sof. 3:17:
(Sof 3:17) Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría,
callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

• ¿Qué respondió el Padre a la oración del Hijo en Getsemaní? Silencio.


• ¿Qué dijo el Padre ante la apatía espiritual de los discípulos? Silencio.
• ¿Ante el juicio injusto y las falsas acusaciones? Silencio.
• ¿Ante la burla? Silencio.
• ¿Ante el sufrimiento del Hijo? Silencio.
• ¿Ante el clamor de su Hijo cuando decía: ¡Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!
Silencio.

No respondió nada, silencio, silencio de amor, silencio de amor por su Hijo, por el Hijo que no
estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrase y se complació en satisfacer la justicia del
Padre en el mayor acto de amor jamás sucedido y silencio de amor por ti y por mi; porque
sabía que todo aquello era necesario para nuestra Salvación.

Tuve un profesor que me dio una definición de amor un poco sui-generi, pero bonita por lo
menos. Me dijo que para el amor es lo que sentía por su mujer, que era capaz de mirarla y
observarla durante todo el día, ver como hacía las cosas de casa sin decir ni hacer nada.
Hombre bien pensado, este hombre era un poco caradura porque no ayudaba a su mujer pero
nos quedaremos con el aspecto positivo y romántico de la definición ¿Cuántos estáis
enamorados? ¿Cuántos tenéis Hijos? Tengo otro amigo que me contaba como cuando tuvo a
su niño, las dos primeras noches se las tiró mirándolo como dormía sin pegar ojo, en silencio;
silencio de amor.

¡El Padre guardó silencio ante la agonía del Hijo por amor! Y estoy seguro de que si tú imitas al
Hijo en su silencio compasivo, en su silencio de confianza y su silencio de misericordia, el
Padre y el Hijo te van a observar desde los cielos en silencio; silencio de amor
CONCLUISIÓN.
Así pues hemos visto brevemente cada una de las divisiones de la pasión de Cristo y como en
todas ellas enmudeció como oveja que fue llevada al matadero por sus trasquiladores. Hemos
visto que los trasquiladores fueron los discípulos, los judíos del concilio, Pilato, Herodes y toda
la gente que se burló del cordero pero ¿cuál fue su reacción? Tres tipos de silencio: silencio de
compasión por la incapacidad para comprender las cosas espirituales, Dios está esperando
para tener intimidad contigo; silencio de confianza en que el Padre tiene el control de todo y
silencio de misericordia, para aquellos que en ignorancia se burlan de su persona con su
pecado.
¿Cuántas veces el Padre y el Hijo tienen que seguir guardando silencio ante nosotros, cuántas
veces no somos insensibles espiritualmente, cuántas veces no tenemos la confianza suficiente
como para guardar silencio ante las adversidades confiando en la perfecta voluntad del Padre y
cuantas veces Cristo no tendrá que guardar silencio ante nuestras acciones, nuestros pecados
que son burlas escarnecedoras de su sacrificio Santo? Cuando meditaba en esto no podía
hacer otra cosa que guardar silencio ante el silencio divino de amor que se revela cada día
sobre mi vida, silencio que no merezco y del que no soy digno, silencio que se renueva cada
mañana. Dios está mirándote en silencio; silencio de misericordia y de compasión, callando de
amor.
Por otro lado si como buenos imitadores de Cristo, si reflejamos su carácter, sabremos cuando
tenemos que hablar alto y claro y sabremos cuando callar con silencio compasivo, de confianza
o de misericordia e invariablemente eso producirá un silencio de amor divino que chirriará en
nuestros oídos y en los de todos los que nos rodean. Seamos dignos imitadores y dignos
receptores del SILENCIO DEL CORDERO.

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