Está en la página 1de 47

TEMARIO PARA EL CUESTIONARIO ESCRITO Y EL EXAMEN

ORAL DEL PRIMER CONCURSO INTERNO DE OPOSICIÓN PARA LA


DESIGNACIÓN DE JUECES DE DISTRITO ESPECIALIZADOS EN EL
NUEVO PROCESO PENAL ACUSATORIO

B. De la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Para adentrarnos en el tema es necesario tener presente como es


que acorde a los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
ido paulatinamente considerándose vinculantes los criterios de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, conforme a los criterios siguientes:

Tesis: P. LXV/2011 (9a.)

SENTENCIAS EMITIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS. SON VINCULANTES EN SUS TÉRMINOS
CUANDO EL ESTADO MEXICANO FUE PARTE EN EL LITIGIO.

El Estado Mexicano ha aceptado la jurisdicción de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, por ello, cuando ha sido parte en
una controversia o litigio ante esa jurisdicción, la sentencia que se dicta en
esa sede, junto con todas sus consideraciones, constituye cosa juzgada,
correspondiéndole exclusivamente a ese órgano internacional evaluar todas
y cada una de las excepciones formuladas por el Estado Mexicano, tanto si
están relacionadas con la extensión de la competencia de la misma Corte o
con las reservas y salvedades formuladas por aquél. Por ello, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, aun como tribunal constitucional, no es
competente para analizar, revisar, calificar o decidir si una sentencia
dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos es correcta o
incorrecta, o si excede en relación con las normas que rigen su materia y
proceso. Por tanto, la Suprema Corte no puede hacer ningún
pronunciamiento que cuestione la validez de lo resuelto por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, ya que para el Estado Mexicano
dichas sentencias constituyen cosa juzgada. Lo único procedente es acatar
y reconocer la totalidad de la sentencia en sus términos. Así, las
resoluciones pronunciadas por aquella instancia internacional son
obligatorias para todos los órganos del Estado Mexicano, al haber figurado
como parte en un litigio concreto, siendo vinculantes para el Poder Judicial
no sólo los puntos de resolución concretos de la sentencia, sino la totalidad
de los criterios contenidos en ella.

1
Tesis: P./J. 21/2014 (10a.)

JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA CORTE INTERAMERICANA


DE DERECHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES
MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA.

Los criterios jurisprudenciales de la Corte Interamericana de


Derechos Humanos, con independencia de que el Estado Mexicano haya
sido parte en el litigio ante dicho tribunal, resultan vinculantes para los
Jueces nacionales al constituir una extensión de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, toda vez que en dichos criterios se determina el
contenido de los derechos humanos establecidos en ese tratado. La fuerza
vinculante de la jurisprudencia interamericana se desprende del propio
mandato establecido en el artículo 1o. constitucional, pues el principio pro
persona obliga a los Jueces nacionales a resolver cada caso atendiendo a
la interpretación más favorable a la persona. En cumplimiento de este
mandato constitucional, los operadores jurídicos deben atender a lo
siguiente: (i) cuando el criterio se haya emitido en un caso en el que el
Estado Mexicano no haya sido parte, la aplicabilidad del precedente al caso
específico debe determinarse con base en la verificación de la existencia de
las mismas razones que motivaron el pronunciamiento; (ii) en todos los
casos en que sea posible, debe armonizarse la jurisprudencia
interamericana con la nacional; y (iii) de ser imposible la armonización,
debe aplicarse el criterio que resulte más favorecedor para la protección de
los derechos humanos.

Tesis: P./J. 20/2014 (10a.)

DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y


EN LOS TRATADOS INTERNACIONALES. CONSTITUYEN EL
PARÁMETRO DE CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL,
PERO CUANDO EN LA CONSTITUCIÓN HAYA UNA RESTRICCIÓN
EXPRESA AL EJERCICIO DE AQUÉLLOS, SE DEBE ESTAR A LO QUE
ESTABLECE EL TEXTO CONSTITUCIONAL.

El primer párrafo del artículo 1o. constitucional reconoce un conjunto


de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados
internacionales de los cuales el Estado Mexicano sea parte. De la
interpretación literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas
2
constitucionales de seis y diez de junio de dos mil once, se desprende que
las normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no se
relacionan en términos jerárquicos, entendiendo que, derivado de la parte
final del primer párrafo del citado artículo 1o., cuando en la Constitución
haya una restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se
deberá estar a lo que indica la norma constitucional, ya que el principio que
le brinda supremacía comporta el encumbramiento de la Constitución como
norma fundamental del orden jurídico mexicano, lo que a su vez implica que
el resto de las normas jurídicas deben ser acordes con la misma, tanto en
un sentido formal como material, circunstancia que no ha cambiado; lo que
sí ha evolucionado a raíz de las reformas constitucionales en comento es la
configuración del conjunto de normas jurídicas respecto de las cuales
puede predicarse dicha supremacía en el orden jurídico mexicano. Esta
transformación se explica por la ampliación del catálogo de derechos
humanos previsto dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, el cual evidentemente puede calificarse como parte del
conjunto normativo que goza de esta supremacía constitucional. En este
sentido, los derechos humanos, en su conjunto, constituyen el parámetro
de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse la
validez de las normas y actos que forman parte del orden jurídico
mexicano.

1. Casos vs México: González y otras (Campo Algodonero);


Radilla Pacheco; Cabrera García y Montiel Flores.

Caso González y otras (campo algodonero)

Corte Interamericana de Derechos Humanos (16 de noviembre de


2009)

I. Antecedentes

Desde 1993, Ciudad Juárez ha sido escenario de una sistemática


violencia contra las mujeres. Esta violencia, manifestada de diversas
formas, encuentra su máxima expresión en los aproximadamente 400
homicidios de mujeres y niñas que desde esa fecha hasta hoy han tenido
lugar en esa ciudad.

3
Uno de los casos más conocidos, sucedido en el contexto
anteriormente descrito, es el conocido como “Campo Algodonero”,
correspondiente al homicidio brutal y con móvil sexual de 8 mujeres. Tres
de estos homicidios, uno cometido en contra de una mujer adulta y dos en
contra de mujeres menores de edad, fueron llevados por los familiares de
las víctimas, a través de diversas Organizaciones de la Sociedad Civil
protectoras de los derechos humanos, a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (la Comisión).

La Comisión acumuló los tres casos y presentó el correspondiente


informe en el que emitía una serie de recomendaciones al Estado
mexicano, otorgándole 2 meses para adoptarlas. Después de la
presentación del primer informe de cumplimiento por parte del Estado, éste
solicitó una prórroga, misma que le fue otorgada.

La Comisión solicitó a la Corte declarar al Estado responsable por la


violación de los derechos consagrados en los artículos 4 (derecho a la
vida), 5 (derecho a la integridad personal), 8 (garantías judiciales), 19
(derechos del Niño) y 25 (protección judicial) de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (la Convención Americana), en relación con las
obligaciones establecidas en los artículos 1.1 (obligación de respetar los
derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la
misma, y el incumplimiento de las obligaciones que derivan del artículo 7
(obligación de adoptar medidas para eliminar la violencia contra las
mujeres) de la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (la Convención Belém do Pará). La demanda fue notificada
al Estado el 21 de diciembre de 2007 y a los representantes el 2 de enero
de 2008.

II. Argumentos

4
La Corte observó que el Estado admitió, en términos generales, los
hechos de contexto relativos a la violencia contra las mujeres en Ciudad
Juárez, particularmente los homicidios que se han registrado desde el inicio
de los años 90, así como los hechos referentes a lo que el Estado
denominó “primera etapa” de las investigaciones de los crímenes
perpetrados en contra de las tres víctimas, que abarca el período 2001 a
2003. Además, México aceptó los hechos relativos a la afectación de la
integridad psíquica y dignidad de los familiares de las tres víctimas. Junto
con la anterior aceptación, reconoció el deber de reparación a su cargo por
dichos hechos.

En lo que se refiere a las pretensiones de derecho, la Corte declaró


que había cesado la controversia sobre la violación de los artículos 5
(derecho a la integridad personal), 8 (garantías judiciales), 25 (protección
judicial) de la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de las
víctimas identificados, por las violaciones aceptadas por el Estado en la
“primera etapa” de las investigaciones.

La Corte destacó las respuestas ineficientes y las actitudes


indiferentes por parte de las autoridades documentadas en cuanto a la
investigación de dichos crímenes, mismas que parecen haber permitido que
se haya perpetuado la violencia contra la mujer en Ciudad Juárez. La Corte
constató que hasta el año 2005 la mayoría de los crímenes seguían sin ser
esclarecidos, siendo los homicidios que presentan características de
violencia sexual los que presentan mayores niveles de impunidad.

Sobre la violencia contra las mujeres en el presente caso:

La Corte notó, en primer lugar, el reconocimiento del Estado con


respecto a la situación de violencia contra la mujer en Ciudad Juárez, así

5
como su señalamiento con respecto a que los homicidios de mujeres en
Ciudad Juárez se encuentran influenciados por una cultura de
discriminación contra la mujer.

Deber de respeto, garantía y no discriminación del Estado y


derechos de las niñas

La Corte se ocupó del estudio de si en el caso México cumplió con


sus obligaciones de respetar y garantizar los derechos a la vida, a la
integridad personal y a la libertad personal de las jóvenes González, Ramos
y Herrera.

Deber de respeto

Consideró que se puede atribuir al Estado responsabilidad


internacional por violaciones a los derechos sustantivos consagrados en los
artículos 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la Integridad Personal) y 7
(Derecho a la Libertad Personal) de la Convención Americana, pues la
impunidad impidió determinar si los perpetradores son agentes estatales o
particulares actuando con su apoyo y tolerancia, por lo que acorde a esa
circunstancia la Corte estableció que no estaba en aptitud de condenar
automáticamente al Estado por el incumplimiento del deber del respeto.

Deber de garantía

Según los hechos del presente caso, las víctimas González, Ramos y
Herrera eran mujeres jóvenes de 20, 17 y 15 años respectivamente, todas
humildes, una estudiante, las otras dos trabajadoras. Salieron de su casa
un día y sus cuerpos fueron encontrados días o semanas más tarde en un
campo algodonero con signos de violencia sexual y demás maltratos. En
los días entre sus desapariciones y el hallazgo de sus cuerpos, sus madres

6
y familiares acudieron a las autoridades en busca de respuestas, pero se
encontraron con juicios de valor respecto al comportamiento de las víctimas
y con ninguna acción concreta destinada a encontrarlas con vida aparte de
la recepción de declaraciones.

Así, a pesar de que el Estado tenía pleno conocimiento del riesgo


que corrían las mujeres de ser objeto de violencia, dado el contexto
generalizado en Ciudad Juárez, no demostró haber adoptado medidas
efectivas de prevención antes de noviembre de 2001 que redujeran los
factores de riesgo para las mujeres. Añadió que aunque el deber de
prevención sea uno de medio y no de resultado el Estado no ha
demostrado que las diferentes medidas tomadas, por más que fueran
necesarias y demuestren un compromiso estatal, fueran suficientes y
efectivas para prevenir las graves manifestaciones de la violencia contra la
mujer que se vivía en Ciudad Juárez en la época del presente caso.

En el presente caso, la Corte determinó que existían dos momentos


claves en los que el deber de prevención debía ser analizado. El primero es
antes de la desaparición de las víctimas y el segundo antes de la
localización de sus cuerpos sin vida.

Sobre el primer momento, la Corte consideró que la falta de


prevención de la desaparición no conlleva per se la responsabilidad
internacional del Estado porque, a pesar de que éste tenía conocimiento de
una situación de riesgo para las mujeres en Ciudad Juárez, no ha sido
establecido que tenía conocimiento de un riesgo real e inmediato para las
víctimas de este caso.

En cuanto al segundo momento, el Estado, dado el contexto del


caso, tuvo conocimiento de que existía un riesgo real e inmediato de que

7
las víctimas fueran agredidas sexualmente, sometidas a vejámenes y
asesinadas. La Corte consideró que ante tal contexto surge un deber de
debida diligencia estricta frente a denuncias de desaparición de mujeres,
respecto a su búsqueda durante las primeras horas y los primeros días.
Esta obligación de medio, al ser más estricta, exige la realización
exhaustiva de actividades de búsqueda.

La Corte expresó que México no demostró haber adoptado las


medidas razonables, conforme a las circunstancias que rodeaban a los
casos, para encontrar a las víctimas con vida. El Estado no actuó con
prontitud dentro de las primeras horas y días luego de las denuncias de
desaparición, dejando perder horas valiosas.

Además, la Corte consideró que el Estado no demostró haber


adoptado normas o implementado las medidas necesarias, conforme al
artículo 2 de la Convención Americana y al artículo 7.c (incluir en la
legislación interna normas penales, civiles y administrativas para prevenir,
investigar y sancionar la violencia contra la mujer) de la Convención Belém
do Pará, que permitieran a las autoridades ofrecer una respuesta inmediata
y eficaz ante las denuncias de desaparición y prevenir adecuadamente la
violencia contra la mujer.

Por otro lado, la Corte analizó el deber de investigar a cargo del


Estado. Así, explicó que de la obligación general de garantía de los
derechos a la vida, integridad personal y libertad personal deriva la
obligación de investigar los casos de violaciones de esos derechos.

La Corte concluyó que se presentaron irregularidades relacionadas


con: i) falta de información en el reporte sobre el hallazgo de los cadáveres,
ii) inadecuada preservación de la escena del crimen, iii) falta de rigor en la

8
recolección de evidencias y en la cadena de custodia, iv) contradicciones e
insuficiencias de las autopsias, y v) irregularidades e insuficiencias en la
identificación de los cuerpos, así como en la entrega irregular de los
mismos.

Adicionalmente, la Corte resaltó que la falta de debida investigación y


sanción de las irregularidades denunciadas propicia la reiteración en el uso
de tales métodos por parte de los investigadores. Ello afecta la capacidad
del Poder Judicial para identificar y perseguir a los responsables y lograr la
sanción que corresponda, lo cual hace inefectivo el acceso a la justicia.

Deber de no discriminación: la violencia contra la mujer como


discriminación.

La Corte consideró que en el presente caso la violencia contra la


mujer constituyó una forma de discriminación y declaró que el Estado violó
el deber de no discriminación contenido en el artículo 1.1 de la Convención
Americana, en relación con el deber de garantía de los derechos a la vida,
a la integridad personal y a la libertad personal de la Convención
Americana, en perjuicio las jóvenes González, Ramos y Herrera; así como
en relación con el acceso a la justicia y protección judicial consagrados en
la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de las víctimas.

Derechos de las niñas

La Corte consideró que el Estado tenía la obligación de adoptar todas


las medidas positivas que fueran necesarias para garantizar los derechos
de las niñas desaparecidas. En concreto, el Estado tenía el deber de
asegurar que fueran encontradas a la mayor brevedad, una vez los
familiares reportaron su ausencia, especialmente debido a que el Estado
tenía conocimiento de la existencia de un contexto específico en el que
9
niñas estaban siendo desaparecidas. Así, las medidas adoptadas para la
protección de las mujeres en general no son suficientes para salvaguardar
los derechos de las niñas.

Derecho a la integridad personal de los familiares

La Corte concluyó que la violación de la integridad personal de los


familiares de las víctimas se ha configurado por las circunstancias sufridas
durante todo el proceso desde que las jóvenes González, Ramos y Herrera
desaparecieron, así como por el contexto general en el que ocurrieron los
hechos. La irregular y deficiente actuación de las autoridades del Estado a
la hora de buscar el paradero de las víctimas una vez reportada su
desaparición, la mala diligencia en la determinación de la identidad de los
restos, de las circunstancias y causas de las muertes, el retraso en la
entrega de los cadáveres, la ausencia de información sobre el desarrollo de
las investigaciones y el trato dado a los familiares durante todo el proceso
de búsqueda de verdad ha provocado en ellos un gran sufrimiento y
angustia. Todo ello configura un trato degradante, contrario al artículo 5
(derecho a la integridad personal) de la Convención Americana, en relación
con el artículo 1.1.

III. Resolución y reparaciones

En el caso el Tribunal declaró que el Estado violó los derechos


humanos de Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal y Laura
Berenice Ramos Monárrez, así como los de sus familiares, por lo que serán
considerados como “parte lesionada” y beneficiarios de las reparaciones
ordenadas en la sentencia.

La Corte explicó que el concepto de “reparación integral” implica el


restablecimiento de la situación anterior y la eliminación de los efectos que
10
la violación produjo, así como una indemnización como compensación por
los daños causados.

La Corte consideró que como forma de combatir la impunidad, el


Estado deberá, dentro de un plazo razonable, investigar, por intermedio de
las instituciones públicas competentes, a los funcionarios acusados de
irregularidades y, luego de un debido proceso, aplicará las sanciones
administrativas, disciplinarias o penales correspondientes a quienes fueran
encontrados responsables. Asimismo, ordenó al Estado que, dentro de un
plazo razonable, realice las investigaciones correspondientes y, en su caso,
sancione a los responsables de los actos de hostigamiento llevados a cabo
en contra de algunos de los familiares de las víctimas.

Como medida de satisfacción, el Estado deberá publicar en el Diario


Oficial de la Federación, en un diario de amplia circulación nacional y en un
diario de amplia circulación en el estado de Chihuahua, por una sola vez,
partes de la Sentencia y los puntos resolutivos de la misma.

Adicionalmente, como ha ordenado en ocasiones anteriores, la


Sentencia se deberá publicar íntegramente en una página electrónica oficial
del Estado, tanto federal como del estado de Chihuahua. Para realizar las
publicaciones en los diarios y en Internet se fija el plazo de seis meses, a
partir de la notificación de la presente Sentencia.

Señaló que el Estado debe realizar un acto público de


reconocimiento de responsabilidad internacional, en relación con los
hechos del presente caso, en honor a la memoria de las jóvenes González,
Herrera y Ramos.

Estimó pertinente que el Estado levante un monumento en memoria


de las mujeres víctimas de homicidio por razones de género en Ciudad
11
Juárez, entre ellas las víctimas de este caso, como forma de dignificarlas y
como recuerdo del contexto de violencia que padecieron y que el Estado se
compromete a evitar en el futuro. El monumento se develará en la misma
ceremonia en la que el Estado reconozca públicamente su responsabilidad
internacional y deberá ser construido en el campo algodonero en el que
fueron encontradas las víctimas de este caso.

Por otra, la Corte estimó que en el presente caso el Estado debe, en


un plazo razonable, continuar con la estandarización de todos sus
protocolos, manuales, criterios ministeriales de investigación, servicios
periciales y de impartición de justicia, utilizados para investigar todos los
delitos que se relacionen con desapariciones, violencia sexual y homicidios
de mujeres, conforme al Protocolo de Estambul, el Manual sobre la
Prevención e Investigación Efectiva de Ejecuciones Extrajudiciales,
Arbitrarias y Sumarias de Naciones Unidas y los estándares internacionales
de búsqueda de personas desaparecidas, con base en una perspectiva de
género. Al respecto, se deberá rendir un informe anual durante tres años.

Consideró que el Protocolo Alba, o cualquier otro dispositivo análogo


en Chihuahua, si bien corresponde un esfuerzo loable por parte del Estado
al ser un programa de localización de las mujeres desaparecidas, debe
seguir, entre otros, los siguientes parámetros: i) implementar búsquedas de
oficio y sin dilación alguna, cuando se presenten casos de desaparición,
como una medida tendiente a proteger la vida, libertad personal y la
integridad personal de la persona desaparecida; ii) establecer un trabajo
coordinado entre diferentes cuerpos de seguridad para dar con el paradero
de la persona; iii) eliminar cualquier obstáculo de hecho o de derecho que
le reste efectividad a la búsqueda o que haga imposible su inicio como
exigir investigaciones o procedimientos preliminares; iv) asignar los

12
recursos humanos, económicos, logísticos, científicos o de cualquier índole
que sean necesarios para el éxito de la búsqueda; v) confrontar el reporte
de desaparición con la base de datos de personas desaparecidas, y vi)
priorizar las búsquedas en áreas donde razonablemente sea más probable
encontrar a la persona desaparecida sin descartar arbitrariamente otras
posibilidades o áreas de búsqueda. Todo lo anterior deberá ser aún más
urgente y riguroso cuando la desaparecida sea una niña. Al respecto, se
deberá rendir un informe anual durante tres años.

Asimismo, dispuso, como en ocasiones anteriores, la creación de una


página electrónica que contendrá la información personal necesaria de
todas las mujeres, jóvenes y niñas que desaparecieron en Chihuahua
desde 1993 y que continúan desaparecidas.

La Corte ordenó: i) la creación o actualización de una base de datos


que contenga la información personal disponible de mujeres y niñas
desaparecidas a nivel nacional; ii) la creación o actualización de una base
de datos con la información personal que sea necesaria, principalmente
genética y muestras celulares, de los familiares de las personas
desaparecidas que consientan –o que así lo ordene un juez para que el
Estado almacene dicha información personal únicamente con objeto de
localizar a la persona desaparecida, y iii) la creación o actualización de una
base de datos con la información genética y muestras celulares
provenientes de los cuerpos de cualquier mujer o niña no identificada que
fuera privada de la vida en el estado de Chihuahua.

En particular, las capacitaciones deben generar que todos los


funcionarios reconozcan las afectaciones que generan en las mujeres las
ideas y valoraciones estereotipadas en lo que respecta al alcance y
contenido de los derechos humanos.

13
En consecuencia, sin perjuicio de la existencia de programas y
capacitaciones dirigidas a funcionarios públicos encargados de la
impartición de justicia en Ciudad Juárez, así como de cursos en materia de
derechos humanos y género, la Corte ordenó que el Estado continúe
implementando programas y cursos permanentes de educación y
capacitación en: i) derechos humanos y género; ii) perspectiva de género
para la debida diligencia en la conducción de averiguaciones previas y
procesos judiciales relacionados con discriminación, violencia y homicidios
de mujeres por razones de género, y iii) superación de estereotipos sobre el
rol social de las mujeres.

Los programas y cursos estarán destinados a policías, fiscales,


jueces, militares, funcionarios encargados de la atención y asistencia legal
a víctimas del delito y a cualquier funcionario público, tanto a nivel local
como federal, que participe directa o indirectamente en la prevención,
investigación, procesamiento, sanción y reparación.

También la Corte ordenó, como medida de rehabilitación, que el


Estado brinde atención médica, psicológica o psiquiátrica gratuita, de forma
inmediata, adecuada y efectiva, a través de instituciones estatales de salud
especializadas, a todos los familiares considerados víctimas por este
Tribunal en el caso sub judice, si éstos así lo desean.

Ordenó, asimismo, una indemnización económica por concepto de


gastos funerarios y gastos de búsqueda.

Recordó que la jurisprudencia internacional ha establecido


reiteradamente que una sentencia declaratoria de violación de derechos
constituye per se una forma de reparación. No obstante, la Corte estimó
pertinente determinar el pago de una compensación por concepto de daños

14
inmateriales a favor de los familiares de las jóvenes Herrera, González y
Ramos, considerados víctimas de la violación al artículo 5 (derecho a la
integridad personal) de la Convención Americana, en conexión con el
artículo 1.1 de la misma.

Finalmente, explicó que, según su jurisprudencia, las costas y gastos


están comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el
artículo 63.1 de la Convención Americana. Precisó que las costas y gastos,
a diferencia de las medidas de indemnización, no se otorgan a quienes han
sido declaradas víctimas, porque las costas no son una indemnización.
Dependiendo de las circunstancias del caso, corresponde su otorgamiento
a la persona o institución que representó a la víctima. El reembolso se
justifica en la necesidad de no generar un perjuicio económico para quienes
no han cometido la violación. La carga corresponde al Estado en el evento
en que se constate su responsabilidad internacional en la materia. Así,
condenó al Estado al pago de este concepto también.

Caso Radilla Pacheco.

Información general:

Interposición de la denuncia ante la Comisión: el 15 de noviembre de


2001.

Interposición de la demanda ante la Corte: el 15 de marzo de 2008.

Hechos de la demanda:

La presunta desaparición forzada de Rosendo Radilla Pacheco, que


habría tenido lugar desde el 25 de agosto de 1974, a manos de efectivos

15
del Ejército en el Estado de Guerrero, México. Las alegadas violaciones
derivadas de este hecho “se prolongan hasta la fecha, por cuanto el Estado
mexicano no ha establecido el paradero de la presunta víctima ni se han
encontrado sus restos”. A más de 33 años de los hechos, existe total
impunidad ya que el Estado no ha sancionado penalmente a los
responsables, ni ha asegurado a los familiares una adecuada reparación.

Artículos en análisis: 3 (Derecho al Reconocimiento de la


Personalidad Jurídica), 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la
Integridad Personal), 7 (Derecho a la Libertad Personal), 8.1 (Garantías
Judiciales), 13 (Libertad de Pensamiento y de Expresión) y 25.1
(Protección Judicial) de la Convención Americana, en conexión con los
artículos 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos) y 2 (Deber de
Adoptar Disposiciones de Derecho Interno) de la Convención
Americana; en concordancia con los artículos I, II, IX, XI y XIX de la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas
(CIDFP).

- Los hechos del presente caso se refieren al señor Rosendo Radilla


Pacheco, quien era una persona involucrada en diversas actividades de la
vida política y social de su pueblo, Atoyac de Álvarez, estado de Guerrero.
El 25 de agosto de 1974 fue detenido por miembros del Ejército de México
mientras se encontraba con su hijo en un autobús. Posteriormente a su
detención, fue visto en el Cuartel Militar de Atoyac de Álvarez, con
evidencias de haber sido agredido físicamente. No se volvió a saber de su
paradero. Los familiares de la víctima interpusieron diversos recursos a fin
de que se investiguen los hechos y se sancionen a los responsables. La
causa penal fue dirigida a la jurisdicción penal militar. No se realizaron
mayores investigaciones ni se sancionaron a los responsables.

16
ANÁLISIS DE FONDO

I. DERECHOS A LA PERSONALIDAD JURÍDICA, VIDA,


INTEGRIDAD Y LIBERTAD PERSONAL en relación con el artículo la
obligación de respetar y garantizar los derechos y los artículos I, II y XI de
la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada.

El análisis de la DESAPARICIÓN FORZADA debe abarcar la


totalidad del conjunto de los hechos que se presentan a consideración del
Tribunal en el presente caso. Sólo de este modo el análisis legal de la
desaparición forzada es consecuente con la compleja violación a derechos
humanos que ésta conlleva, con SU CARÁCTER CONTINUADO O
PERMANENTE y con la necesidad de considerar el contexto en que
ocurrieron los hechos, a fin de analizar sus efectos prolongados en el
tiempo y enfocar integralmente sus consecuencias, teniendo en cuenta el
corpus juris de protección tanto interamericano como internacional.

Para la Corte es evidente que las autoridades militares que


detuvieron al señor Radilla Pacheco eran responsables por la salvaguarda
de sus derechos. El Tribunal ha establecido que el sometimiento de
detenidos a cuerpos represivos oficiales, agentes estatales o particulares
que actúen con su aquiescencia o tolerancia, que impunemente practiquen
la tortura y el asesinato representa, por sí mismo, una infracción al deber de
prevención de violaciones a los derechos a la integridad personal y a la
vida, aún en el supuesto de que no puedan demostrarse los hechos de
torturas o de privación de la vida de la persona en el caso concreto.

Además, esta Corte ha sostenido que la desaparición forzada es


violatoria del derecho a la integridad personal porque “[e]l solo hecho del
aislamiento prolongado y de la incomunicación coactiva, representa un

17
tratamiento cruel e inhumano [...] en contradicción con los párrafos 1 y 2 del
artículo 5 de la Convención”.

La Corte concluye que el Estado es responsable por la violación del


derecho a la libertad e integridad personal, y a la vida del señor Rosendo
Radilla Pacheco, en relación con lo dispuesto en los artículos I y XI de la
CIDFP.

En cuanto a la alegada violación del artículo 3 de la Convención


Americana, la Corte ha considerado que el contenido propio del DERECHO
AL RECONOCIMIENTO DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA es que se
reconozca a la persona [e]n cualquier parte como sujeto de derechos y
obligaciones.

Más allá de que la persona desaparecida no pueda continuar


gozando y ejerciendo otros, y eventualmente todos, los derechos de los
cuales también es titular, su desaparición busca no sólo una de las más
graves formas de sustracción de una persona de todo ámbito del
ordenamiento jurídico, sino también negar su existencia misma y dejarla en
una suerte de limbo o situación de indeterminación jurídica ante la sociedad
y el Estado. En el caso que nos ocupa, esto se tradujo en una violación del
derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica del señor Rosendo
Radilla Pacheco.

La Corte concluye que el Estado es responsable de la violación de


los derechos a la libertad personal, la integridad personal, el reconocimiento
a la personalidad jurídica y la vida del señor Rosendo Radilla Pacheco, en
virtud de la desaparición forzada de la cual es víctima, realizada por
agentes militares. En tal sentido, el Estado tiene el deber de garantizar los
derechos a través de la prevención e investigación diligente de la

18
desaparición forzada. Esto obliga al Estado a adelantar investigaciones
serias y efectivas para determinar su suerte o paradero, identificar a los
responsables y, en su caso, imponerles las sanciones correspondientes. El
desconocimiento del destino del señor Radilla Pacheco, su paradero o el de
sus restos, se mantiene hasta el día de hoy, sin que haya habido una
investigación efectiva para averiguar lo sucedido, lo que hace evidente el
incumplimiento de este deber. La Corte analizará en el Capítulo IX de esta
Sentencia lo relativo al deber de investigación a cargo del Estado. Para la
determinación de las violaciones alegadas, basta señalar que en este caso
el Estado no ha garantizado efectivamente los derechos contenidos en las
disposiciones analizadas.

El Estado es responsable de la violación de los artículos 7.1 (Libertad


Personal); 5.1 y 5.2 (Integridad Personal); 3 (Derecho al Reconocimiento de
la Personalidad Jurídica) y 4.1 (Derecho a la Vida), en perjuicio del señor
Rosendo Radilla Pacheco, en razón del incumplimiento del deber de
garantía y de respeto de dichos derechos, establecido en el artículo 1.1 de
la Convención Americana, todos ellos en relación con los artículos I y XI de
la CIDFP.

La Corte ha considerado en numerosos casos que LOS FAMILIARES


DE LAS VÍCTIMAS DE VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS
PUEDEN SER, A SU VEZ, VÍCTIMAS. En particular, en casos que
involucran la desaparición forzada de personas, es posible entender que la
violación del derecho a la integridad psíquica y moral de los familiares de la
víctima es una consecuencia directa, precisamente, de ese fenómeno, que
les causa un severo sufrimiento por el hecho mismo, que se acrecienta,
entre otros factores, por la constante negativa de las autoridades estatales

19
de proporcionar información acerca del paradero de la víctima o de iniciar
una investigación eficaz para lograr el esclarecimiento de lo sucedido.

El Tribunal concluyó que la violación de la integridad personal de los


familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco se ha configurado por las
situaciones y circunstancias vividas por ellos durante la desaparición de
aquél. Estas afectaciones, comprendidas integralmente en la complejidad
de la desaparición forzada, subsisten mientras persistan los factores de
impunidad verificados. En consecuencia, el Estado es responsable por la
violación del derecho a la integridad personal de Tita, Andrea y Rosendo,
todos de apellidos Radilla Martínez, reconocido en el artículo 5.1 y 5.2 de la
Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma.

II. DERECHOS A GARANTÍAS JUDICIALES Y PROTECCIÓN


JUDICIAL en relación con la obligación de respetar los derechos y el deber
de adoptar medidas de derecho interno y los artículos I, incisos A) y B), IX y
XIX de La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada.

La Corte Interamericana ya ha establecido que la OBLIGACIÓN DE


INVESTIGAR LOS HECHOS, JUZGAR Y, EN SU CASO, SANCIONAR a
los responsables de un delito que constituye una violación de derechos
humanos es un compromiso que emana de la Convención Americana, y
que la responsabilidad penal debe ser determinada por las autoridades
judiciales competentes siguiendo estrictamente las normas del debido
proceso establecidas en el artículo 8 de la Convención Americana.

La Corte ha considerado que, en el marco de los artículos 1.1, 8 y 25


de la Convención Americana, los familiares de las víctimas tienen el
derecho, y los Estados la obligación, a que los hechos sean efectivamente
investigados por las autoridades estatales y, en ese sentido, a conocer la

20
verdad de lo sucedido. De manera particular, la Corte ha establecido el
contenido del DERECHO A CONOCER LA VERDAD en su jurisprudencia
en casos de desaparición forzada de personas. En tal sentido, ha
confirmado la existencia de un “derecho de los familiares de la víctima de
conocer cuál fue el destino de ésta y, en su caso, dónde se encuentran sus
restos”. Además, correlativamente, en este tipo de casos se entiende que
los familiares de la persona desaparecida son víctimas de los hechos
constitutivos de la desaparición forzada, lo que les confiere el derecho a
que los hechos sean investigados y que los responsables sean procesados
y, en su caso, sancionados. Así, la Corte recuerda que el derecho a la
verdad se encuentra subsumido en el derecho de la víctima o de sus
familiares a obtener de los órganos competentes del Estado el
esclarecimiento de los hechos violatorios y las responsabilidades
correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento que
previenen los artículos 8 y 25 de la Convención. En consecuencia, en este
caso no se pronunciará respecto del alegato de la supuesta violación del
artículo 13 de la Convención Americana formulado por los representantes.

2.1. ACTUACIONES EN LA JURISDICCIÓN ORDINARIA

SOBRE LA FALTA DE INVESTIGACIÓN DILIGENTE Y EFECTIVA


EN EL ÁMBITO PENAL

La falta de respuesta estatal es un elemento determinante al valorar


si se ha dado un incumplimiento del contenido de los artículos 8.1 y 25.1 de
la Convención Americana, pues tiene relación directa con el principio de
efectividad que debe tener el desarrollo de tales investigaciones. En el
presente caso, luego de recibir la denuncia presentada en 1992, el Estado
debió realizar una investigación seria e imparcial, con el propósito de

21
brindar en un plazo razonable una resolución que resolviera el fondo de las
circunstancias que le fueron planteadas.

En un caso como el presente, en el que el señor Rosendo Radilla


Pacheco se encuentra desaparecido desde hace aproximadamente 35
años, y en el que la denuncia formal de los hechos no fue interpuesta
inmediatamente a causa del contexto particular propiciado por el propio
Estado en su momento.

La Corte constata que si bien el Estado ha llevado a cabo diversos


esfuerzos, en lo relativo a las diligencias de escaneo y excavación
mencionadas, la investigación no ha contado en su totalidad con el impulso
propio del Estado. El Tribunal nota que tales diligencias se realizaron con
base en lo afirmado por la propia Tita Radilla, además de otras personas, y
que el Estado no está indagando directamente a los presuntos
responsables. De hecho, a lo largo del trámite del presente caso, el Estado
mexicano no hizo referencia a otras posibles diligencias relativas a la
búsqueda del paradero del señor Rosendo Radilla.

Para que una investigación penal constituya un recurso efectivo para


asegurar el derecho de acceso a la justicia de las presuntas víctimas, así
como para garantizar los derechos que se han visto afectados en el
presente caso, debe cumplirse con seriedad y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, y debe tener un
sentido y ser asumida por los Estados como un deber jurídico propio y no
como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la
iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación
privada de elementos probatorios.

22
En tal sentido, la Corte concluye que la investigación no está siendo
realizada en forma seria, efectiva y exhaustiva.

TIPO PENAL APLICADO EN LA CONSIGNACIÓN ANTE JUEZ

La Corte observa que el delito de desaparición forzada de personas


se encuentra vigente en el ordenamiento jurídico mexicano desde el año
2001, es decir, con anterioridad a la consignación de la averiguación previa
ante el Juez de Distrito en turno realizada en agosto de 2005. En tal
sentido, el Tribunal reitera, como lo ha hecho en otros casos, que por
tratarse de un delito de ejecución permanente, al entrar en vigor la
tipificación del delito de desaparición forzada de personas en el Estado, la
nueva ley resulta aplicable por mantenerse en ejecución la conducta
delictiva, sin que ello represente una aplicación retroactiva.

Tomando en cuenta lo anterior, esta Corte estima que conforme al


principio de legalidad, la figura de la desaparición forzada constituye el tipo
penal aplicable a los hechos del presente caso.

PLAZO RAZONABLE DE LA DURACIÓN DE LAS


INVESTIGACIONES

El artículo 8.1 de la Convención Americana establece, como uno de


los elementos del debido proceso, que los tribunales decidan los casos
sometidos a su conocimiento en un plazo razonable. Al respecto, la Corte
ha considerado preciso tomar en cuenta varios elementos para determinar
la razonabilidad del plazo en el que se desarrolla un proceso: a) la
complejidad del asunto, b) la actividad procesal del interesado, c) la
conducta de las autoridades judiciales y, d) la afectación generada en la
situación jurídica de la persona involucrada en el proceso. No obstante, la
pertinencia de aplicar esos criterios para determinar la razonabilidad del
23
plazo de un proceso depende de las circunstancias particulares, pues en
casos como el presente el deber del Estado de satisfacer plenamente los
requerimientos de la justicia prevalece sobre la garantía del plazo
razonable. En todo caso, corresponde al Estado demostrar las razones por
las cuales un proceso o conjunto de procesos han tomado un período
determinado que exceda los límites del plazo razonable. Si no lo
demuestra, la Corte tiene amplias atribuciones para hacer su propia
estimación al respecto.

En el presente caso, la Corte advierte que la averiguación de los


hechos reviste cierta complejidad, por tratarse de una desaparición forzada
en ejecución desde hace más de 35 años. No obstante, cuando se
presentaron las dos primeras denuncias, las autoridades no realizaron una
investigación exhaustiva. Si bien la Fiscalía Especial se avocó, entre otros,
a la investigación de los hechos, la Corte nota que, para ello, transcurrió un
período de casi 10 años desde que fuera presentada la primera denuncia
penal en 1992. Esto no es posible desvincularlo de la propia omisión del
Estado. Asimismo, durante las investigaciones posteriores la señora Tita
Radilla Martínez ha asumido una posición activa como “coadyuvante”,
poniendo en conocimiento de las autoridades la información de que ha
dispuesto e impulsando las investigaciones. No obstante, la averiguación
previa se encuentra todavía abierta a más de siete años desde que la
Fiscalía Especial inició las investigaciones. En total, han transcurrido 17
años desde que la autoridad ministerial tuvo conocimiento formal de la
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco, sin que el Estado
haya justificado válidamente la razón de esta demora. Todo lo anterior, en
conjunto, ha sobrepasado excesivamente el plazo que pueda considerarse
razonable para estos efectos. En consecuencia, la Corte considera que el
Estado incumplió los requerimientos del artículo 8.1 de la Convención.

24
DERECHO A LA PARTICIPACIÓN EN EL PROCESO PENAL

En aplicación del artículo 29 b) de la Convención Americana, la Corte


considera que debe entenderse que el derecho de las víctimas en este
caso a obtener copias de la averiguación previa conducida por la
Procuraduría General de la República no está sujeto a reservas de
confidencialidad, en tanto que la misma se refiere a la investigación de
delitos constitutivos de graves violaciones a los derechos humanos, como
lo es la desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco. De esta
manera, las víctimas en el presente caso deben tener derecho al acceso al
expediente y a solicitar y obtener copias del mismo, ya que la información
contenida en aquél no está sujeta a reserva. En consecuencia, el Tribunal
considera que el Estado violó el derecho de la señora Tita Radilla Martínez
de participar en la investigación y en el proceso penal relativo a los hechos
del presente caso y, por tanto, el artículo 8.1 de la Convención Americana.

2.2. ACTUACIONES EN LA JURISDICCIÓN MILITAR

A) JURISDICCIÓN COMPETENTE

Debe concluirse que si los actos delictivos cometidos por una


persona que ostente la calidad de militar en activo no afectan los bienes
jurídicos de la esfera castrense, dicha persona debe ser siempre juzgada
por tribunales ordinarios. En este sentido, frente a situaciones que vulneren
derechos humanos de civiles bajo ninguna circunstancia puede operar la
jurisdicción militar.

La Corte destaca que cuando los tribunales militares conocen de


actos constitutivos de violaciones a derechos humanos en contra de civiles
ejercen jurisdicción no solamente respecto del imputado, el cual
necesariamente debe ser una persona con estatus de militar en situación
25
de actividad, sino también sobre la víctima civil, quien tiene derecho a
participar en el proceso penal no sólo para efectos de la respectiva
reparación del daño sino también para hacer efectivos sus derechos a la
verdad y a la justicia. En tal sentido, las víctimas de violaciones a derechos
humanos y sus familiares tienen derecho a que tales violaciones sean
conocidas y resueltas por un tribunal competente, de conformidad con el
debido proceso y el acceso a la justicia. La importancia del sujeto pasivo
trasciende la esfera del ámbito militar, ya que se encuentran involucrados
bienes jurídicos propios del régimen ordinario.

El Tribunal estima que el Estado incumplió la obligación contenida en


el artículo 2 de la Convención Americana, en conexión con los artículos 8 y
25 de la misma, al extender la competencia del fuero castrense a delitos
que no tienen estricta conexión con la disciplina militar o con bienes
jurídicos propios del ámbito castrense.

B) RECURSO EFECTIVO PARA IMPUGNAR LA COMPETENCIA


MILITAR

A nivel interno, deben existir recursos adecuados y efectivos a través


de los cuales la víctima esté en posibilidad de impugnar la competencia de
las autoridades judiciales que eventualmente ejerzan jurisdicción sobre
asuntos respecto de los cuales se considere que no tienen competencia. En
el presente caso el recurso de amparo no fue efectivo para permitir a la
señora Tita Radilla Martínez impugnar el conocimiento de la detención y
posterior desaparición forzada de su padre, el señor Rosendo Radilla
Pacheco, por la jurisdicción militar, lo cual constituye una violación del
artículo 25.1 de la Convención.

26
C) LA JUSTICIA MILITAR EN LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA
SOBRE DESAPARICIÓN FORZADA

Este Tribunal considera que la reserva formulada por México no


satisface el primer requisito establecido en el artículo XIX de la CIDFP, por
lo que, en consecuencia, debe ser considerada inválida. En este sentido,
resulta evidente que la aplicación de la jurisdicción militar en el presente
caso, por la cual el Estado extendió la competencia del fuero castrense a
hechos que no tienen estricta conexión con la disciplina militar o con bienes
jurídicos propios del ámbito castrense, es contraria a la disposición
contenida en el artículo IX del tratado de referencia, a la cual México está
claramente obligado.313. Por las razones anteriormente expuestas, la
Corte considera que la investigación de la detención y posterior
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco no ha sido
diligente, no ha sido asumida en su totalidad como un deber propio del
Estado ni ha estado dirigida eficazmente tanto a la identificación, proceso y
eventual sanción de todos los responsables como a la determinación del
paradero del señor Radilla Pacheco. Asimismo, el Tribunal estima que al
extender la competencia del fuero castrense a delitos que no tienen estricta
conexión con la disciplina militar o con bienes jurídicos propios del ámbito
castrense, el Estado ha vulnerado el derecho a un juez natural de los
familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco, quienes tampoco
dispusieron de un recurso que les permitiera impugnar el juzgamiento de la
detención y posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla
Pacheco por la jurisdicción militar. Todo ello en detrimento del derecho a
conocer la verdad de aquéllos.

Por lo anterior, el Tribunal concluye que el Estado violó los derechos


reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en

27
relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, y I incisos a) y b), y IX de la
CIDFP, así como con los artículos I d) y XIX de la CIDFP.

III. Deber de adoptar disposiciones de derecho interno en relación


con el artículo 7.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
de los artículos I D) y III de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas.

La Corte valora positivamente los esfuerzos realizados por México


para adecuar su legislación interna a sus obligaciones internacionales. Si
bien el tipo penal actualmente en vigor permite la penalización de ciertas
conductas que constituyen desaparición forzada de personas, sin embargo,
del mismo no se desprende una adecuación que haga plenamente efectiva
la normativa internacional vigente sobre la materia. En tal sentido, la Corte
Interamericana considera que el Estado no ha cumplido plenamente las
obligaciones que le impone el artículo 2 de la Convención Americana, en
relación con los artículos I y III de la CIDFP, para garantizar debidamente la
investigación y eventual sanción de los hechos constitutivos de
desaparición forzada en el presente caso.

REPARACIONES

La Corte dispone que,

- La Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y


Costas constituye per se una forma de reparación.

- El Estado deberá conducir eficazmente, con la debida diligencia y


dentro de un plazo razonable la investigación y, en su caso, los procesos
penales que tramiten en relación con la detención y posterior desaparición
forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco, para determinar las

28
correspondientes responsabilidades penales y aplicar efectivamente las
sanciones y consecuencias que la ley prevea.

- El Estado deberá continuar con la búsqueda efectiva y la


localización inmediata del señor Rosendo Radilla Pacheco o, en su caso,
de sus restos mortales.

- El Estado deberá adoptar, en un plazo razonable, las reformas


legislativas pertinentes para compatibilizar el artículo 57 del Código de
Justicia Militar con los estándares internacionales en la materia y de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los términos de los
párrafos 337 a 342 de la presente Sentencia.

- El Estado deberá adoptar, en un plazo razonable, las reformas


legislativas pertinentes para compatibilizar el artículo 215 A del Código
Penal Federal con los estándares internacionales en la materia y de la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

- El Estado deberá implementar, en un plazo razonable y con la


respectiva disposición presupuestaria, programas o cursos permanentes
relativos al análisis de la jurisprudencia del Sistema Interamericano de
Protección de los Derechos Humanos en relación con los límites de la
jurisdicción penal militar, así como un programa de formación sobre la
debida investigación y juzgamiento de hechos constitutivos de desaparición
forzada de personas.

- El Estado deberá publicar en el Diario Oficial de la Federación y en


otro diario de amplia circulación nacional, por una sola vez, los párrafos 1 a
7, 52 a 66, 114 a 358 de la Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas, sin las notas al pie de página, y la parte resolutiva
de la misma, y publicar íntegramente el fallo en el sitio web oficial de la
29
Procuraduría General de la República, en un plazo de seis y dos meses,
respectivamente, a partir de la notificación del fallo.

- El Estado deberá realizar un acto público de reconocimiento de


responsabilidad en relación con los hechos del presente caso y en
desagravio a la memoria del señor Rosendo Radilla Pacheco.

- El Estado deberá realizar una semblanza de la vida del señor


Rosendo Radilla Pacheco.

- El Estado deberá brindar atención psicológica y/o psiquiátrica


gratuita y de forma inmediata, adecuada y efectiva, a través de sus
instituciones públicas de salud especializadas, a las víctimas declaras en la
Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas
que así lo soliciten.

- El Estado deberá pagar las cantidades fijadas en los párrafos 365,


370, 375 y 385 de la Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas, por concepto de indemnización por daño material e
inmaterial, y el reintegro de costas y gastos, según corresponda, dentro del
plazo de un año, contado a partir de la notificación del fallo..

PUNTOS RESOLUTIVOS

La Corte decide,

- Rechazar las excepciones preliminares interpuestas por los Estados


Unidos Mexicanos.

- Aceptar el reconocimiento parcial de responsabilidad internacional


efectuado por el Estado.

30
La Corte declara que,

- El Estado es responsable de la violación de los derechos a la


libertad personal, a la integridad personal, al reconocimiento de la
personalidad jurídica y a la vida, consagrados en los artículos 7.1, 5.1, 5.2,
3 y 4.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación
con la obligación de respetar y garantizar contenida en el artículo 1.1 de la
misma y con los artículos I y XI de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas, en perjuicio del señor Rosendo Radilla
Pacheco. - El Estado es responsable por la violación del derecho a la
integridad personal consagrado en los artículos 5.1 y 5.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio de las señoras Tita y Andrea, y del señor Rosendo,
todos de apellidos Radilla Martínez.

- El Estado es responsable por la violación de los derechos a las


garantías judiciales y a la protección judicial, reconocidos en los artículos
8.1 y 25.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en
relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma y los artículos I incisos a), b) y
d), IX y XIX de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada
de Personas, en perjuicio de las señoras Tita y Andrea, y del señor
Rosendo, todos de apellidos Radilla Martínez.

- El Estado incumplió el deber de adoptar disposiciones de derecho


interno establecido en el artículo 2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, en relación con los artículos I y III de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, respecto de la
tipificación del delito de desaparición forzada de personas.

31
Caso Cabrera García y Montiel Flores.

El 26 de noviembre de 2010 la Corte Interamericana de Derechos


Humanos declaró, por unanimidad, que el Estado de México resultó
internacionalmente responsable por la violación de los derechos a la
libertad personal, integridad personal, garantías judiciales y protección
judicial en perjuicio de los señores Teodoro Cabrera García y Rodolfo
Montiel Flores, y por haber incumplido el deber de adoptar disposiciones de
derecho interno en lo que respecta a la jurisdicción penal militar.

Entre los hechos no controvertidos del presente caso, cabe indicar


que el 2 de mayo de 1999 el señor Montiel Flores se encontraba fuera de la
casa del señor Cabrera García, junto a otras personas, en la comunidad de
Pizotla, Municipio de Ajuchitlán del Progreso, estado de Guerrero.
“[A]lrededor de las 9:30 horas, aproximadamente 40 miembros del 40º
Batallón de Infantería del Ejército Mexicano entraron en la comunidad, en el
marco de un operativo” contra otras personas. “Los señores Cabrera y
Montiel se escondieron entre arbustos y rocas, y permanecieron allí por
varias horas[, hasta que a]proximadamente a las 16:30 horas de ese mismo
día fueron detenidos” y mantenidos en dicha condición a orillas del Río
Pizotla hasta el 4 de mayo de 1999. “Ese día, pasado el mediodía, los
trasladaron en un helicóptero hasta las instalaciones del 40º Batallón de
Infantería, ubicado en la ciudad de Altamirano, estado de Guerrero”.

Posteriormente, ciertos miembros del Ejército presentaron una


denuncia penal en contra de los señores Cabrera y Montiel por la presunta
comisión de los delitos de portación de armas de fuego de uso exclusivo de
las Fuerzas Militares, y siembra de amapola y marihuana, iniciándose la
respectiva investigación penal. El 28 de agosto de 2000 el Juez Quinto de

32
Distrito del Vigésimo Primer Circuito en Coyuca de Catalán dictó sentencia
mediante la cual condenó a pena privativa de libertad de 6 años y 8 meses
de duración al señor Cabrera García y de 10 años al señor Montiel Flores.
Esta decisión fue objetada a través de diversos recursos judiciales y se
modificó parcialmente a su favor. En el año 2001 los señores Cabrera y
Montiel “fueron liberados para continuar cumpliendo la sanción que se les
impuso en su domicilio, debido a su estado de salud”.

En cuanto a la libertad personal, en virtud de la jurisprudencia del


Tribunal, la Corte reiteró “que los señores Cabrera y Montiel debieron ser
llevados ante el juez lo más pronto posible y, en este caso, ello no ocurrió
sino hasta casi 5 días después de su detención”. Al respecto, la Corte
reiteró que en zonas de alta presencia militar, donde los miembros de la
institución militar asumen control de la seguridad interna, la remisión sin
demora ante las autoridades judiciales cobra mayor importancia con el fin
de minimizar cualquier tipo de riesgo de violación a los derechos de la
persona. En consecuencia, la Corte declaró la violación del artículo 7.5 de
la Convención Americana. Además, consideró que dada la falta de remisión
sin demora ante la autoridad competente, la detención se transformó en
arbitraria en esos primeros días, lo cual violó el artículo 7.3 de la
Convención Americana. También en dicho capítulo, la Corte concluyó que
“en el expediente no consta que al efectuar la detención se haya informado
a las víctimas sobre las razones en las que se fundamentó su detención”,
razón por la cual se vulneró el artículo 7.4 de la Convención Americana.

En lo que concierne al derecho a la integridad personal, la Corte


analizó la prueba obrante sobre alegadas torturas y el cumplimiento de la
obligación de investigar en relación con dichos hechos. El Tribunal
determinó que “[d]el análisis de [las] declaraciones de los señores Cabrera

33
y Montiel en el transcurso del proceso penal, en términos generales, consta
que se denunciaron: i) jalones en los testículos; ii) toques eléctricos; iii)
golpes en distintas partes del cuerpo, como los hombros, el abdomen y la
cabeza; iv) que fueron vendados y amarrados; iv) que fueron ubicados en
forma de cruz según la ubicación del sol; v) que fueron encandilados por
una luz brillante; vi) que recibieron amenazas mediante armas, y vii) que se
utilizó el “tehuacán” para introducirles agua gaseosa en las fosas nasales”.
Asimismo, la Corte consideró que si bien existían diferencias en las
declaraciones emitidas por las víctimas en diversos momentos, “las
diferencias entre cada testimonio rendido por los señores Cabrera y Montiel
no pueden ser consideradas como contradicciones que denotan falsedad o
falta de veracidad”, toda vez que “las circunstancias principales coinciden”.
Por otra parte, el Tribunal valoró diversas constancias y certificados
médicos respecto a la integridad física de las víctimas en los que no se
mencionaban que hubieran sufrido lesiones como consecuencia de la
detención. La Corte consideró que “dada su finalidad” esos certificados
médicos no eran “suficientes, por sí solos, para fundamentar el rechazo o la
aceptación de los alegatos de tortura en el presente caso”. Sin perjuicio de
lo anterior, la Corte resaltó la existencia de “ciertos certificados médicos
como el emitido el 15 de mayo de 1999, en el cual se dejó constancia de la
presencia de hematomas que presuntamente habían sido el resultado de
los golpes recibidos por los señores Cabrera y Montiel durante su detención
o el certificado expedido el 4 de junio de 1999 en el que se aseveró que las
lesiones habían sido producidas aproximadamente 30 días atrás”.

En relación con estas denuncias de actos de tortura, la Corte


consideró que el deber de investigar denuncias de actos de tortura u otros
tratos crueles, inhumanos y degradantes “se sustenta en los hechos
analizados previamente”. Sin embargo, el Tribunal constató que en el

34
presente caso la investigación fue iniciada más de tres meses después de
que se hiciera la primera mención sobre las alegadas torturas cometidas y
que se dio inicio a dicha investigación por petición expresa de los
denunciantes dentro del proceso penal que se llevó a cabo en su contra, sin
que se haya iniciado una investigación de oficio cuando se hicieron las
mencionadas denuncias. La Corte encontró que si bien en dicho proceso
“los tribunales internos valoraron y estudiaron tanto los certificados médicos
como los peritajes realizados con el fin de confirmar las alegadas torturas”,
tal proceso “poseía un objeto distinto al de investigar a los presuntos
responsables de la denuncia, ya que paralelamente se estaba juzgando a
los señores Cabrera y Montiel”.

Por tanto, el no haber llevado a cabo una investigación autónoma


contra los presuntos responsables de la alegada tortura, en la jurisdicción
ordinaria, para el Tribunal “impidió disipar y aclarar los alegatos de tortura”
incumpliendo los artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura, respecto de la obligación de investigar los
alegados actos de tortura, en perjuicio de los señores Cabrera y Montiel. La
Corte consideró que “resultaba imprescindible que las distintas instancias
judiciales internas ordenasen nuevas diligencias para esclarecer la relación
entre los signos encontrados en los cuerpos de las presuntas víctimas y los
hechos que ellos alegaron haber sufrido como tortura”.

Finalmente, el Tribunal señaló que si bien la falta de una


investigación dirigida contra los presuntos responsables de la violación a la
integridad personal “limita la posibilidad de concluir sobre los alegatos de la
presunta tortura”, la jurisprudencia del Tribunal ha señalado que “el Estado
es responsable, en su condición de garante de los derechos consagrados
en la Convención, de la observancia del derecho a la integridad personal de

35
todo individuo que se halla bajo su custodia” y que “siempre que una
persona es detenida en un estado de salud normal y posteriormente
aparece con afectaciones a su salud, corresponde al Estado proveer una
explicación creíble de esa situación”. En consecuencia, existe la presunción
de considerar responsable al Estado por las lesiones que exhibe una
persona que ha estado bajo la custodia de agentes estatales. En dicho
supuesto, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación
satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones
sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios adecuados.
Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte resaltó que “de la prueba aportada
en el caso es posible concluir que se verificaron tratos crueles, inhumanos y
degradantes en contra de los señores Cabrera y Montiel”, en violación del
derecho a la integridad personal, consagrado en los artículos 5.1 y 5.2, en
relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana.

En relación a las garantías judiciales la Corte consideró que los tratos


crueles sufridos por las víctimas proyectaron sus efectos en las primeras
declaraciones rendidas ante el Ministerio Público, así como a la primera
declaración ante juez, en las que confesaron haber cometido algunos
delitos que se les imputaban. Por tanto, la Corte concluyó que los tribunales
que llevaron a cabo el proceso penal en contra de los señores Cabrera y
Montiel en todas las etapas del proceso debieron excluir totalmente las
confesiones rendidas por estos, por cuanto la existencia de tratos crueles e
inhumanos inhabilitaba el uso probatorio de dichas evidencias. Lo anterior
generó la violación del artículo 8.3 en relación con el artículo 1.1 de la
Convención Americana. De otra parte, el Tribunal consideró que no existió
violación del derecho a la defensa y del principio de presunción de
inocencia.

36
Respecto al proceso en la jurisdicción penal militar para investigar a
los responsables de la alegada tortura sufrida por los señores Cabrera y
Montiel, la Corte observó que si bien se inició una averiguación en el fuero
ordinario, posteriormente se cedió la competencia a la Procuraduría
General de Justicia Militar (PGJM), la cual resolvió que no había existido
tortura. Como consecuencia de un pronunciamiento de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos en relación con el presente caso, la PGJM
inició una nueva Averiguación Previa y concluyó que no se habían
acreditado actos de tortura en contra de las víctimas. Al respecto, la Corte
reiteró que en el fuero ordinario no se investigó de oficio a los presuntos
responsables de las alegadas torturas, por lo que declaró la violación del
artículo 8.1 de la Convención Americana y del artículo 8 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Asimismo, a partir de
los precedentes en los casos Radilla Pacheco, Fernández Ortega y
Rosendo Cantú, el Tribunal señaló que “la jurisdicción militar no es el fuero
competente para investigar y, en su caso, juzgar y sancionar a los autores
de violaciones de derechos humanos sino que el procesamiento de los
responsables corresponde siempre a la justicia ordinaria[ y que dicha]
conclusión aplica no solo para casos de tortura, desaparición forzada y
violación sexual, sino a todas las violaciones de derechos humanos”, por lo
que declaró la violación del artículo 8.1 de la Convención Americana.
Finalmente, la Corte indicó que “los señores Cabrera y Montiel no pudieron
impugnar efectivamente la competencia de [la jurisdicción militar] para
conocer de asuntos que, por su naturaleza, deben corresponder a las
autoridades del fuero ordinario[, razón por la cual] “no contaron con
recursos efectivos para impugnar el conocimiento de la alegada tortura por
la jurisdicción militar” y declaró la violación del artículo 25.1 de la
Convención Americana.

37
En lo que se refiere a la adecuación del derecho interno mexicano
respecto a la intervención de la jurisdicción penal militar, también siguiendo
su jurisprudencia previa en los casos Radilla Pacheco, Fernández Ortega y
Rosendo Cantú, el Tribunal señaló que ya que el artículo 57 del Código de
Justicia Militar “opera como una regla y no como una excepción,
característica ésta última indispensable de la jurisdicción militar”, se
incumple con “los estándares establecidos por esta Corte”, resaltando “que
el cumplimiento de dichos estándares se da con la investigación de todas
las vulneraciones de derechos humanos en el marco de la jurisdicción
penal ordinaria, por lo que no puede limitar su campo de aplicación a
violaciones específicas, tales como la tortura, la desaparición forzada o la
violación sexual” y así concluyó que el Estado incumplió la obligación
contenida en el artículo 2, en conexión con los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana.

Por último, el Tribunal dispuso que la Sentencia constituye una forma


de reparación y, adicionalmente, ordenó que el Estado debe: a) conducir
eficazmente la investigación penal de los hechos del presente caso, en
particular por los alegados actos de tortura en contra de los señores
Cabrera y Montiel, para determinar las eventuales responsabilidades
penales y, en su caso, aplicar efectivamente las sanciones y consecuencias
que la ley prevea; así como adelantar las acciones disciplinarias,
administrativas o penales pertinentes en el evento de que en la
investigación de los mencionados hechos se demuestren irregularidades
procesales e investigativas relacionadas con los mismos; b) publicar y
difundir la Sentencia; c) otorgar por una sola vez a cada una de las víctimas
una suma por concepto de tratamiento médico y psicológico especializado,
así como por medicamentos y otros gastos conexos; d) adoptar las
reformas legislativas pertinentes para compatibilizar el artículo 57 del

38
Código de Justicia Militar con los estándares internacionales en la materia y
de la Convención Americana; así como adoptar las reformas legislativas
pertinentes para permitir que las personas que se vean afectadas por la
intervención del fuero militar cuenten con un recurso efectivo para impugnar
su competencia; e) adoptar, en el marco del registro de detención que
actualmente existe en México, medidas complementarias para fortalecer el
funcionamiento y utilidad de dicho sistema; f) continuar implementando
programas y cursos permanentes de capacitación sobre investigación
diligente en casos de tratos crueles, inhumanos o degradantes y tortura, los
cuales deberán impartirse a los funcionarios federales y del estado de
Guerrero, particularmente a integrantes del Ministerio Público, del Poder
Judicial, de la Policía así como a personal del sector salud con competencia
en este tipo de casos y que por motivo de sus funciones sean llamados a
atender víctimas que alegan atentados a su integridad personal; así como
fortalecer las capacidades institucionales del Estado mediante la
capacitación de funcionarios de las Fuerzas Armadas sobre los principios y
normas de protección de los derechos humanos y sobre los límites a los
que deben estar sometidos, y g) pagar las sumas fijadas por concepto de
indemnización por daño material e inmaterial y por el reintegro de costas y
gastos.

La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia, en

ejercicio de sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a

la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido

el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo

dispuesto en la misma.

Tesis relacionadas con el tema


39
TESIS Núm. LXV/2011 (9ª)

SENTENCIAS EMITIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS. SON VINCULANTES EN SUS TÉRMINOS
CUANDO EL ESTADO MEXICANO FUE PARTE EN EL LITIGIO.

El Estado Mexicano ha aceptado la jurisdicción de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, por ello, cuando ha sido parte en
una controversia o litigio ante esa jurisdicción, la sentencia que se dicta en
esa sede, junto con todas sus consideraciones, constituye cosa juzgada,
correspondiéndole exclusivamente a ese órgano internacional evaluar todas
y cada una de las excepciones formuladas por el Estado Mexicano, tanto si
están relacionadas con la extensión de la competencia de la misma Corte o
con las reservas y salvedades formuladas por aquél. Por ello, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, aun como tribunal constitucional, no es
competente para analizar, revisar, calificar o decidir si una sentencia
dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos es correcta o
incorrecta, o si excede en relación con las normas que rigen su materia y
proceso. Por tanto, la Suprema Corte no puede hacer ningún
pronunciamiento que cuestione la validez de lo resuelto por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, ya que para el Estado Mexicano
dichas sentencias constituyen cosa juzgada. Lo único procedente es acatar
y reconocer la totalidad de la sentencia en sus términos. Así, las
resoluciones pronunciadas por aquella instancia internacional son
obligatorias para todos los órganos del Estado Mexicano, al haber figurado
como parte en un litigio concreto, siendo vinculantes para el Poder Judicial
no sólo los puntos de resolución concretos de la sentencia, sino la totalidad
de los criterios contenidos en ella.

TESIS Núm. LXVI/2011 (9ª)

CRITERIOS EMITIDOS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS CUANDO EL ESTADO MEXICANO NO FUE
PARTE. SON ORIENTADORES PARA LOS JUECES MEXICANOS
SIEMPRE QUE SEAN MÁS FAVORABLES A LA PERSONA EN
TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 1º DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.

Los criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que


derivan de sentencias en donde el Estado Mexicano no intervino como
parte en el litigio son orientadores para todas las decisiones de los jueces
mexicanos, siempre que sean más favorables a la persona, de conformidad
con el artículo 1º constitucional. De este modo, los jueces nacionales deben
observar los derechos humanos establecidos en la Constitución Mexicana y

40
en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte,
así como los criterios emitidos por el Poder Judicial de la Federación al
interpretarlos y acudir a los criterios interpretativos de la Corte
Interamericana para evaluar si existe alguno que resulte más favorable y
procure una protección más amplia del derecho que se pretende proteger.
Esto no prejuzga la posibilidad de que sean los criterios internos los que
cumplan de mejor manera con lo establecido por la Constitución en
términos de su artículo 1º, lo cual tendrá que valorarse caso por caso a fin
de garantizar siempre la mayor protección de los derechos humanos.

TESIS Núm. LXVII/2011 (9ª) (PLENO)

CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN UN


MODELO DE CONTROL DIFUSO DE CONSTITUCIONALIDAD.

De conformidad con lo previsto en el artículo 1º de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, todas las autoridades del país,
dentro del ámbito de sus competencias, se encuentran obligadas a velar no
sólo por los derechos humanos contenidos en la Constitución Federal, sino
también por aquéllos contenidos en los instrumentos internacionales
celebrados por el Estado Mexicano, adoptando la interpretación más
favorable al derecho humano de que se trate, lo que se conoce en la
doctrina como principio pro persona. Estos mandatos contenidos en el
artículo 1º constitucional, reformado mediante Decreto publicado en el
Diario Oficial de la Federación de 10 de junio de 2011, deben interpretarse
junto con lo establecido por el diverso 133 para determinar el marco dentro
del que debe realizarse el control de convencionalidad ex officio en materia
de derechos humanos a cargo del Poder Judicial, el que deberá adecuarse
al modelo de control de constitucionalidad existente en nuestro país. Es en
la función jurisdiccional, como está indicado en la última parte del artículo
133 en relación con el artículo 1º constitucionales, en donde los jueces
están obligados a preferir los derechos humanos contenidos en la
Constitución y en los tratados internacionales, aun a pesar de las
disposiciones en contrario que se encuentren en cualquier norma inferior. Si
bien los jueces no pueden hacer una declaración general sobre la invalidez
o expulsar del orden jurídico las normas que consideren contrarias a los
derechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados (como sí
sucede en las vías de control directas establecidas expresamente en los
artículos 103, 105 y 107 de la Constitución), sí están obligados a dejar de
aplicar las normas inferiores dando preferencia a las contenidas en la
Constitución y en los tratados en la materia.

TESIS Núm. LXVIII/2011 (9ª) (PLENO)

41
PARÁMETRO PARA EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD EX
OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.

El mecanismo para el control de convencionalidad ex officio en


materia de derechos humanos a cargo del Poder Judicial debe ser acorde
con el modelo general de control establecido constitucionalmente. El
parámetro de análisis de este tipo de control que deberán ejercer todos los
jueces del país, se integra de la manera siguiente: a) todos los derechos
humanos contenidos en la Constitución Federal (con fundamento en los
artículos 1º y 133), así como la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial
de la Federación; b) todos los derechos humanos contenidos en tratados
internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte; c) los criterios
vinculantes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos derivados de
las sentencias en las que el Estado Mexicano haya sido parte, y d) los
criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes de la citada Corte,
cuando el Estado Mexicano no haya sido parte.

TESIS Núm. LXIX/2011 (9ª) (PLENO)

PASOS A SEGUIR EN EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD


Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS
HUMANOS.

La posibilidad de inaplicación de leyes por los jueces del país, en


ningún momento supone la eliminación o el desconocimiento de la
presunción de constitucionalidad de ellas, sino que, precisamente, parte de
esta presunción al permitir hacer el contraste previo a su aplicación. En ese
orden de ideas, el Poder Judicial al ejercer un control de convencionalidad
ex officio en materia de derechos humanos, deberá realizar los siguientes
pasos: a) Interpretación conforme en sentido amplio, lo que significa que los
jueces del país –al igual que todas las demás autoridades del Estado
Mexicano-, deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados
internacionales en los cuales el Estado Mexicano sea parte, favoreciendo
en todo tiempo a las personas con la protección más amplia; b)
Interpretación conforme en sentido estricto, lo que significa que cuando hay
varias interpretaciones jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo
de la presunción de constitucionalidad de las leyes, preferir aquélla que
hace a la ley acorde a los derechos humanos reconocidos en la
Constitución y en los tratados internacionales en los que el Estado
Mexicano sea parte, para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de
estos derechos; y, c) Inaplicación de la ley cuando las alternativas
anteriores no son posibles. Lo anterior no afecta o rompe con la lógica de

42
los principios de división de poderes y de federalismo, sino que fortalece el
papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y
aplicación efectiva de los derechos humanos establecidos en la
Constitución y en los tratados internacionales de los cuales el Estado
Mexicano es parte.

TESIS Núm. LXX/2011 (9ª) (PLENO)

SISTEMA DE CONTROL CONSTITUCIONAL EN EL ORDEN


JURÍDICO MEXICANO.

Actualmente existen dos grandes vertientes dentro del modelo de


control de constitucionalidad en el orden jurídico mexicano, que son
acordes con el modelo de control de convencionalidad ex officio en materia
de derechos humanos a cargo del Poder Judicial. En primer término, el
control concentrado en los órganos del Poder Judicial de la Federación con
vías directas de control: acciones de inconstitucionalidad, controversias
constitucionales y amparo directo e indirecto; en segundo término, el control
por parte del resto de los jueces del país en forma incidental durante los
procesos ordinarios en los que son competentes, esto es, sin necesidad de
abrir un expediente por cuerda separada. Ambas vertientes de control se
ejercen de manera independiente y la existencia de este modelo general de
control no requiere que todos los casos sean revisables e impugnables en
ambas. Es un sistema concentrado en una parte y difuso en otra, lo que
permite que sean los criterios e interpretaciones constitucionales, ya sea
por declaración de inconstitucionalidad o por inaplicación, de los que
conozca la Suprema Corte para que determine cuál es la interpretación
constitucional que finalmente debe prevalecer en el orden jurídico nacional.
Finalmente, debe señalarse que todas las demás autoridades del país en el
ámbito de sus competencias tienen la obligación de aplicar las normas
correspondientes haciendo la interpretación más favorable a la persona
para lograr su protección más amplia, sin tener la posibilidad de inaplicar o
declarar su incompatibilidad.

Tesis: P. LXXI/2011 (9a.)

RESTRICCIÓN INTERPRETATIVA DE FUERO MILITAR.


INCOMPATIBILIDAD DE LA ACTUAL REDACCIÓN DEL ARTÍCULO 57,
FRACCIÓN II, DEL CÓDIGO DE JUSTICIA MILITAR, CON LO
DISPUESTO EN EL ARTÍCULO 13 CONSTITUCIONAL, A LA LUZ DE
LOS ARTÍCULOS 2o. Y 8.1 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE
DERECHOS HUMANOS.

43
Derivado del cumplimiento que el Estado Mexicano debe dar a la
sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el
caso Rosendo Radilla contra el Estado Mexicano, el Poder Judicial de la
Federación debe ejercer un control de constitucionalidad y
convencionalidad ex officio respecto del artículo 57, fracción II, del Código
de Justicia Militar, ya que su actual redacción es incompatible con lo
dispuesto por el artículo 2o. de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que
no es necesario modificar el contenido normativo del artículo 13 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero señaló que su
interpretación debe ser coherente con los principios convencionales y
constitucionales de debido proceso y acceso a la justicia, contenidos en la
propia Constitución y en el artículo 8.1 de la citada Convención Americana.
Así, la interpretación de este precepto del Código de Justicia Militar debe
ser en el sentido de que frente a situaciones que vulneren derechos
humanos de civiles, bajo ninguna circunstancia puede operar la jurisdicción
militar, porque cuando los tribunales militares conocen de actos
constitutivos de violaciones a derechos humanos en contra de civiles,
ejercen jurisdicción no solamente respecto del imputado, el cual
necesariamente debe ser una persona con estatus de militar en situación
de actividad, sino también sobre la víctima civil, quien tiene derecho a
participar en el proceso penal no sólo para efectos de la respectiva
reparación del daño, sino también para hacer efectivos sus derechos a la
verdad y a la justicia. De este modo, en estricto acatamiento a lo resuelto
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación la interpretación que corresponde al artículo
13 de la Constitución Federal en concordancia con el artículo 2o. de la
Convención Americana, deberá ser coherente con los principios
constitucionales de debido proceso y acceso a la justicia contenidos en ella,
y de conformidad con el artículo 8.1 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, el cual, entre otras prerrogativas, prevé el derecho a
comparecer ante juez competente. Por todo ello, la actual redacción del
artículo 57, fracción II, del Código de Justicia Militar, es incompatible con lo
dispuesto en el artículo 13 constitucional, conforme a esta interpretación a
la luz de los artículos 2o. y 8.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.

TESIS AISLADA XIII/2012 (10ª).

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.


EFECTOS DE SUS SENTENCIAS EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO
MEXICANO.

44
El Estado Mexicano se adhirió a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos el 24 de marzo de 1981 y reconoció la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 16 de
diciembre de 1998, mediante declaración unilateral de voluntad que fue
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de febrero de 1999. En
ese sentido, los artículos 133 y 1o. de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos reconocen la vigencia de los tratados
internacionales en nuestro ordenamiento jurídico interno y establecen la
obligación de las autoridades nacionales de aplicar los derechos humanos
de conformidad con la Constitución y los tratados internacionales vigentes
en nuestro país. Por lo anterior, la ratificación de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y el reconocimiento de la jurisdicción
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, generan
como una consecuencia ineludible que las sentencias emitidas por dicho
tribunal internacional, en aquellos casos en los cuales México haya sido
parte en el juicio, resulten obligatorias para el Estado mexicano, incluidos
todos los jueces y tribunales que lleven a cabo funciones materialmente
jurisdiccionales. Esta obligatoriedad alcanza no sólo a los puntos
resolutivos de las sentencias en comento, sino a todos los criterios
interpretativos contenidos en las mismas.

TESIS AISLADA XXVI/2012 (10ª).

PRINCIPIO PRO PERSONAE. EL CONTENIDO Y ALCANCE DE


LOS DERECHOS HUMANOS DEBEN ANALIZARSE A PARTIR DE
AQUÉL.

El segundo párrafo del artículo 1o. de la Constitución Política de los


Estados Unidos Mexicanos, exige que las normas relativas a los derechos
humanos se interpretarán de conformidad con la propia Constitución y con
los tratados internacionales de los que México es parte, de forma que
favorezca ampliamente a las personas, lo que se traduce en la obligación
de analizar el contenido y alcance de tales derechos a partir del principio
pro personae que es un criterio hermenéutico que informa todo el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, en virtud del cual debe acudirse a
la norma más amplia, o a la interpretación más extensiva cuando se trata
de reconocer derechos protegidos, e inversamente, a la norma o a la
interpretación más restringida cuando se trata de establecer restricciones
permanentes al ejercicio de los derechos o de su suspensión extraordinaria,
es decir, dicho principio permite, por un lado, definir la plataforma de
interpretación de los derechos humanos y, por otro, otorga un sentido
protector a favor de la persona humana, pues ante la existencia de varias
posibilidades de solución a un mismo problema, obliga a optar por la que

45
protege en términos más amplios. Esto implica acudir a la norma jurídica
que consagre el derecho más extenso y, por el contrario, al precepto legal
más restrictivo si se trata de conocer las limitaciones legítimas que pueden
establecerse a su ejercicio. Por tanto, la aplicación del principio pro
personae en el análisis de los derechos humanos es un componente
esencial que debe utilizarse imperiosamente en el establecimiento e
interpretación de normas relacionadas con la protección de la persona, a
efecto de lograr su adecuada protección y el desarrollo de la jurisprudencia
emitida en la materia, de manera que represente el estándar mínimo a
partir del cual deben entenderse las obligaciones estatales en este rubro.

TESIS JURISPRUDENCIAL 18/2012 (10ª)

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y DE
CONVENCIONALIDAD (REFORMA CONSTITUCIONAL DE 10 DE JUNIO
DE 2011).

Mediante reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10


de junio de 2011, se modificó el artículo 1º de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, rediseñándose la forma en la que los órganos
del sistema jurisdiccional mexicano deberán ejercer el control de
constitucionalidad. Con anterioridad a la reforma apuntada, de conformidad
con el texto del artículo 103, fracción I, de la Constitución Federal, se
entendía que el único órgano facultado para ejercer un control de
constitucionalidad lo era el Poder Judicial de la Federación, a través de los
medios establecidos en el propio precepto; no obstante, en virtud del
reformado texto del artículo 1º constitucional, se da otro tipo de control, ya
que se estableció que todas las autoridades del Estado mexicano tienen
obligación de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos
reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que
el propio Estado mexicano es parte, lo que también comprende el control
de convencionalidad. Por tanto, se concluye que en el sistema jurídico
mexicano actual, los jueces nacionales tanto federales como del orden
común, están facultados para emitir pronunciamiento en respeto y garantía
de los derechos humanos reconocidos por la Constitución Federal y por los
tratados internacionales, con la limitante de que los jueces nacionales, en
los casos que se sometan a su consideración distintos de las vías directas
de control previstas en la Norma Fundamental, no podrán hacer
declaratoria de inconstitucionalidad de normas generales, pues únicamente
los órganos integrantes del Poder Judicial de la Federación, actuando como
jueces constitucionales, podrán declarar la inconstitucionalidad de una
norma por no ser conforme con la Constitución o los tratados
internacionales, mientras que las demás autoridades jurisdiccionales del

46
Estado mexicano sólo podrán inaplicar la norma si consideran que no es
conforme a la Constitución Federal o a los tratados internacionales en
materia de derechos humanos.

TESIS JURISPRUDENCIAL 2/2012 (10ª).

RESTRICCIONES A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.


ELEMENTOS QUE EL JUEZ CONSTITUCIONAL DEBE TOMAR EN
CUENTA PARA CONSIDERARLAS VÁLIDAS.

Ningún derecho fundamental es absoluto y en esa medida todos


admiten restricciones. Sin embargo, la regulación de dichas restricciones no
puede ser arbitraria. Para que las medidas emitidas por el legislador
ordinario con el propósito de restringir los derechos fundamentales sean
válidas, deben satisfacer al menos los siguientes requisitos: a) ser
admisibles dentro del ámbito constitucional, esto es, el legislador ordinario
sólo puede restringir o suspender el ejercicio de las garantías individuales
con objetivos que puedan enmarcarse dentro de las previsiones de la Carta
Magna; b) ser necesarias para asegurar la obtención de los fines que
fundamentan la restricción constitucional, es decir, no basta que la
restricción sea en términos amplios útil para la obtención de esos objetivos,
sino que debe ser la idónea para su realización, lo que significa que el fin
buscado por el legislador no se pueda alcanzar razonablemente por otros
medios menos restrictivos de derechos fundamentales; y, c) ser
proporcional, esto es, la medida legislativa debe respetar una
correspondencia entre la importancia del fin buscado por la ley, y los
efectos perjudiciales que produce en otros derechos e intereses
constitucionales, en el entendido de que la persecución de un objetivo
constitucional no puede hacerse a costa de una afectación innecesaria o
desmedida a otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos. Así,
el juzgador debe determinar en cada caso si la restricción legislativa a un
derecho fundamental es, en primer lugar, admisible dadas las previsiones
constitucionales, en segundo lugar, si es el medio necesario para proteger
esos fines o intereses constitucionalmente amparados, al no existir
opciones menos restrictivas que permitan alcanzarlos; y en tercer lugar, si
la distinción legislativa se encuentra dentro de las opciones de tratamiento
que pueden considerarse proporcionales. De igual manera, las restricciones
deberán estar en consonancia con la ley, incluidas las normas
internacionales de derechos humanos, y ser compatibles con la naturaleza
de los derechos amparados por la Constitución, en aras de la consecución
de los objetivos legítimos perseguidos, y ser estrictamente necesarias para
promover el bienestar general en una sociedad democrática.

47

También podría gustarte