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http://www.ub.edu/geneticaclasses/david
bueno/Articles_de_divulgacio_i_opinio/A
ltres/Neuroeducacion-QUO.pdfla
neurociencia
La neurociencia es el estudio del sistema nervioso. El sistema nervioso está compuesto por el
cerebro, la médula espinal y las redes de células nerviosas sensitivas o motoras, llamadas
neuronas, en todo el cuerpo. El objetivo de la neurociencia es comprender cómo funciona el
sistema nervioso para producir y regular emociones, pensamientos, conductas y funciones
corporales básicas, incluidas la respiración y mantener el latido del corazón.
Los neurocientíficos estudian el sistema nervioso en muchos niveles diferentes. Examinan las
moléculas, las células nerviosas, las redes neurales y la estructura del cerebro, de forma
individual y en conjunto, y cómo estos componentes interactúan para realizar diferentes
actividades. Estos científicos estudian cómo se desarrolla y funciona un sistema nervioso
típico, como así también los trastornos y las enfermedades que causan problemas al
crecimiento o funcionamiento del sistema nervioso.

 El sistema nervioso central (SNC) que consta del cerebro y la médula espinal.

 El sistema nervioso periférico que consta de todos los nervios, incluyendo el sistema nervioso
autónomo, fuera del cerebro y la médula espinal, incluso los de los brazos, las piernas y el tronco del
cuerpo.

La emoción es el ingrediente secreto del aprendizaje, dice la neurociencia, fundamental para


quien enseña y para quien aprende. “El binomio emoción-cognición es indisolu ble, intrínseco al
diseño anatómico y funcional del cerebro”, explica Francisco Mora. Al parecer, la información que
captamos por medio de los sentidos pasa por el sistema límbico o cerebro emocional antes de ser
enviada a la corteza cerebral, encargada de los procesos cognitivos. Dentro del sistema límbico, la
amígdala tiene una función esencial. Es una de las partes más primitivas del cerebro y se activa
ante eventos que considera importantes para la supervivencia, lo que consolida un recuerdo de
manera más efi ciente.

La sorpresa es otro factor que activa la amígdala. El cerebro es un órgano al que le gusta procesar
patrones, entender cosas que se repiten siempre de la misma forma, es la manera como se
enfrenta al mundo que lo rodea. Ahora bien, todo aquello que no forma parte de esos patrones se
guarda de manera más profunda en el cerebro. De ahí que usar en la clase elementos que rompan
con la monotonía benefi cian el estudio. El neurólogo mexicano Jaime Romano investiga el cerebro
desde hace más de 30 años; también ha atendido a niños y adolescentes con problemas de
aprendizaje. Una década atrás echó a andar un laboratorio de neurociencias para tratar de
entender mejor el proceso de educación. “Diseñé un modelo que se conoce como neuropirámide,
que cuenta con seis peldaños. En cada uno de ellos se plantea qué sucede con la información
cuando va entrando por los órganos de los sentidos, cómo se procesa en el cerebro hasta que se
convierte en aprendizaje. Y hemos visto que tiene que ver con procesos emocionales”, explica
Romano. Ahora, este médico trabaja en el diseño de videojuegos que resulten útiles en todos los
peldaños de la neuropirámide. “Habrá juegos que refuercen, por ejemplo, el proceso de atención
de los chicos; otros, el proceso de análisis y síntesis”, comenta. Su idea es crear una plataforma
con videojuegos orientados a distintas edades. “Queremos mejorar la capacidad emocional y
mental de los estudiantes, los procesos de cálculo, de comprensión, y eso repercutirá en que
aprenderán mejor las matemáticas, a leer y a entender los textos, a fi jar su atención”.

La neuroeducación aconseja que durante los primeros


años de vida los infantes estén en contacto con la
naturaleza, fuente inagotable de estímulos, pues a
esas edades es cuando se construyen los perceptos,
las formas, los colores, el movimiento, la profundidad,
con los que luego se tejerán los conceptos. “Para
construir buenas ideas hay que tener buenos
perceptos. Son los átomos del conocimiento, del
pensamiento —recalca Francisco Mora—. No
podemos entender la educación si no tenemos en
cuenta cómo funciona el cerebro. La neuroeducación
es mirar la evolución biológica y aprender de ella para
aplicarla a nuestros procesos educativos”.

Cambiar la escuela “El sistema educativo actual es anacrónico. Los niños se aburren. Enseñamos
de la misma manera desde hace 200 años. ¡No tiene ningún sentido!”, exclama Marc Prensky,
experto en educación e inventor del concepto “nativos digitales”. Para Sir Ken Robinson, otro gurú
en educación, la escuela actual se diseñó durante la Revolución industrial, cuando faltaban
trabajadores preparados para hacer lo mismo una y otra vez. El colegio seguía el mismo patrón:
niños que aprendían de memoria los conocimientos para luego repetirlos como loros
La neuroeducación o neurodidáctica es una nueva visión de la enseñanza que se basa en aportar estrategias
y tecnologías educativas centradas en el funcionamiento del cerebro. Esta nueva disciplina fusiona los
conocimientos sobre neurociencia, psicología y educación con el objetivo de optimizar el proceso de
enseñanza y aprendizaje. Por tanto, resulta clave conocer y descubrir para qué sirve y qué aporta al sistema
educativo. (Mora, 2017).

El cerebro humano cuenta con una zona muy importante en la parte delantera de la cabeza que se le llama
Prefrontal, en esta zona es en donde se encuentra la atención y las funciones ejecutivas, situaciones que
permiten a la persona ser consciente de las cosas, tomar decisiones, planear, organizar, ejecutar y evaluar las
acciones realizadas, que justamente es lo que se ve más afectado con el TDAH.

El cerebro funciona a base de estímulos eléctricos que llevan y traen información necesaria para realizar las
diferentes actividades de la vida, esta información se logra transmitir gracias a las neuronas y éstas a su vez
se pueden comunicar entre sí por la intervención de unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores.

Los neurotransmisores se encuentran en el espacio


que hay entre cada neurona y al hecho de conectarse
con los extremos de cada una de ellas se le llama
sinapsis, entonces ese espacio recibe el nombre de
espacio sináptico, y justamente es ahí en donde se
`transportan` los mensajes entre cada neurona y
cuando los neurotransmisores no lo hacen bien porque
`pierden el rumbo`, no están disponibles o de plano no
existen, es que las respuestas de la persona son
equivocadas, lentas o bien exageradas, justamente lo
que pasa en el caso del TDAH.

Los neurotransmisores que están relacionados con el


TDAH son tres: i) dopamina, ii) serotonina, y iii)
norepinefrina o noradrenalina, los cuales participan
llevando y trayendo información de los frontales a las
demás zonas del cerebro y viceversa, favoreciendo las
adecuadas respuestas cognitivas y el control de
impulsos de la persona.

Cuando existen niveles elevados de Dopamina la


persona puede:

• Estar concentrada
• Trabajar intensamente en las tareas
• Mantener un buen estado de alerta

Cuando existen niveles bajos de Dopamina entonces:

• Hay distracción
• Tiene dificultad para completar una tarea
• dificultad para pensar anticipadamente
• dificultad para responder a tiempo
• Presenta impulsividad cognitiva (muchas ideas de
golpe en la cabeza)

En el caso de la Serotonina, con niveles elevados:


• Se logra satisfacción
• Mantiene buen estado del ánimo
• Puede mantenerse enfocado en una sola cosa
• Ayuda a conciliar el sueño

Cuando existen niveles bajos de Serotonina:

• Hay insatisfacción
• Propenso a la irritabilidad
• Presenta agresión hacia sí mismo u otros
• Impulsividad
• Comportamiento obsesivo compulsivo
• Riesgo de suicidio (actúa sin freno)
• Impulsividad cognitiva (muchas ideas de golpe en la
cabeza)

Respecto a los niveles altos de Norepinefrina


(noradrenalina):

• Busca emociones fuertes, en muchos casos


extremas
• Persigue nuevas actividades
• Mantiene buen estado del ánimo
• Sostiene la atención

Y con los niveles bajos de Norepinefrina


(noradrenalina):

• Indiferente, apagado emocionalmente


• Existe baja energía, apatía
• Puede presentar depresión
• Reacciones con agresión

Conociendo esto y sus repercusiones es posible


transformar y modificar el enfoque a la hora de
enseñar. Gamo (2016) y Guillén (2017), expertos en
neuroeducación, creen que es fundamental enseñar en
función de los procesos neuronales.

Por tanto, la neuroeducación aporta un enfoque


metodológico basado en las funciones ejecutivas del
cerebro (estas permiten el diseño de planes, la
selección de conductas, la autorregulación de los
procesos para la consecución del objetivo a realizar, la
flexibilidad y la organización de la tarea propuesta.
Hace algunos años, algunos investigadores hicieron un
descubrimiento muy clarificador: los cerebros de
quienes padecen TDAH maduran tres años más
despacio que los de sus pares. Este descubrimiento
sirve para explicar el atraso en el desarrollo de las
funciones ejecutivas de estos niños).

Desde el ámbito familiar, Bilbao (2015), Doctor en


Psicología de la salud y neuropsicólogo, defiende la
necesidad de orientar a los padres y madres para
descubrir las funciones neuronales de sus hijos y
poder intervenir y educar con fundamento, es decir,
tratar de modificar la crianza tradicional, basada en el
cariño absoluto; para educar y promover las
cualidades intelectuales, en sintonía con las
emociones.

Así pues, las familias son el contexto principal en el


que se desarrolla el niño, condicionantes de sus
conexiones neuronales y su desarrollo, por tanto,
pueden ayudar y colaborar en su madurez
cerebralemocional, a través de una alimentación y
descanso adecuado; la promoción de actividades
físicas, deportivas y creativas; ofreciendo un entorno
positivo y de confianza, en el que puedan aplicar sus
conocimientos a la realidad (Mo
https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/tdah-
importancia-de-la-neuroeducacion.html
La neuroeducación aconseja que durante los primeros
años de vida los infantes estén en contacto con la
naturaleza, fuente inagotable de estímulos, pues a
esas edades es cuando se construyen los perceptos,
las formas, los colores, el movimiento, la profundidad,
con los que luego se tejerán los conceptos. “Para
construir buenas ideas hay que tener buenos
perceptos. Son los átomos del conocimiento, del
pensamiento —recalca Francisco Mora

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