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Claves: femicidios, pandemia, COVID 19, violencia estructural, misoginia

¿La misoginia? ¿Qué es eso?

En algunos hogares quizás hayamos oído a nuestro padre decir: ¡Esta si es bruta!.

Resulta que en esa sencilla frase van 2 formas de discriminación. Llamar a una persona “esta”
es una forma despectiva de referirse a alguien y aunque en la cotidianidad lo usemos no es
correcto. Segundo, decirle a alguien bruta es una falta de respeto y si está en femenino, como
lo es este ejemplo, es demostrarle desprecio a esa mujer, a nuestra madre.

Eso es misoginia. En este ejemplo nuestro padre ha pronunciado esta frase para referirse a la
madre, no a la hija (aunque en ambos casos es igual el irrespeto hacia la persona), pero al
expresarse así de su esposa refleja ausencia de amor, respeto y humanidad.

La sociedad dominante en la que estamos inmersos nos ha educado en el odio hacia las
mujeres (misoginia), a través de canciones como algunas rancheras, vallenatos e incluso la
música llanera, donde se le canta por despecho a la novia ingrata o esposa traicionera; son
rimas que en combinación con buena música nos impulsan a bailar o cantar. Lo cierto es que
mujeres y hombres nos divertimos siguiendo casi sin darnos cuenta mensajes misóginos, es
decir, letras que nos discriminan y desvalorizan como género femenino, son antivalores muy
presentes en la música comercial.

También las telenovelas y películas llevan su carga de valores de odio hacia el género femenino
cuando hacen ver como algo normal el asesinato a la mujer infiel o la violación hacia la chica
alegre que sale a fiestas y se viste con minifalda. O si se quiere una escena más sencilla, la
cachetada tan “normal” que recibe la esposa, novia o amante, cuando se le ocurre hacer un
reclamo. Ese castigo va casi siempre acompañado de la reconciliación con un beso apasionado
y demás, para que quede suficientemente claro quien es el que manda. El golpe o la cachetada
es reflejo de un te odio, pero te amo. Es el poder de dominación ejercido por unos seres
humanos sobre otras seres, que además son mujeres, sean esposas, amantes, hijas, en el nivel
del hogar, o sean secretarias, asistentes, obreras, etc., en el plano laboral.

Por eso en la actual situación mundial de pandemia por el COVID 19, con su consecuente
política de cuarentena (Quédate en casa), no es casual sino causal las altas circunstancias de
violencia doméstica que se han desatado o evidenciado en estos meses. Las mujeres y los
hombres, las parejas, las familias, no estábamos acostumbrados a pasar tanto tiempo juntos
en espacios confinados, lo cual en situaciones normales genera stress rutinario. Súmale a ello
las altas dosis de miedo que genera el peligro del coronavirus y la violencia estructural de una
sociedad donde el amor es sólo una fórmula de escalada social o quizás donde el amor hace
tiempo que dejó de ser en la pareja.

Los femicidios están a la orden del día en muchos países, en los desarrollados o
subdesarrollados es lo mismo; la violencia y discriminación hacia las mujeres ocurre en
cualquier estrato social, porque lo que está de fondo es la subordinación de las mujeres. En
opinión de Natalia Gherardi1 “El femicidio es la expresión más extrema de la violencia, y la
violencia contra las mujeres es la manifestación extrema de la discriminación. Una sociedad
que sigue sosteniendo y permitiendo la desvalorización de las mujeres, la cosificación, la
violencia simbólica a través de los medios de comunicación y de los discursos de formadores

1
Natalia Gherardi es abogada, Directora Ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.
de opinión, es una sociedad que aún sostiene una estructura social patriarcal de sometimiento
de un género”.

Para las cristianas y cristianos de hoy, el anuncio de las Buenas Nuevas pasa por “arrancar y
derribar” el pecado estructural tal como lo plantea Jeremías 1. Seamos capaces de identificar
en mi día a día los valores y actitudes que representan el patriarcado y la misoginia, haciendo
lo posible para despojarme de eso.

Ayuda si concientizamos hasta el más mínimo detalle, para poder lograr un cambio de pensar y
actuar en forma opresiva y discriminatoria en contra de mujeres y niñas. Para “edificar,
destruirás y plantarás”2 la nueva semilla de liberación. Esto redundará en beneficio al permitir
deconstruir las creencias que resultan discriminatorias en los demás planos (étnico,
nacionalidades, personas con discapacidad, socioeconómico, edad y un largo etcétera).

2
Idem

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