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Prólogo
Lo que aparece en las épocas cruciales de la historia es comparable a
las “emergencias” de las que hablan los biólogos o los filósofos.
Pensemos en la invención de la escritura, en el tercer milenio anterior a
nuestra era.
¿No es acaso otra “mutación” la transformación del manuscrito en
libro impreso? En la carrera del extraño “ser” que es el texto, el escrito,
gracias al cual puede transmitirse el pensamiento a través del tiempo y
del espacio, aparecen bruscamente características nuevas y
revolucionarias. Aunque en un principio su apariencia no cambia nada –
el libro del siglo XV se asemeja en todo lo posible al manuscrito- la
mate ria con la cual está hecho es bastante nueva, al menos en Europa:
una película vegetal, el papel, que puede fabricarse en grandes
cantidades, reemplaza al pergamino de origen animal que sigue siendo
raro y costoso. Por otro lado, gracias a los tipos móviles, se reproduce
infinitamente más rápido y con mayor facilidad: en vez de sumarse
lentamente uno tras otro, los ejemplares aparecen por centenas y miles.
Esta obra muestra las condiciones y las fases de tal metamorfosis.
Por un lado permite comprender mejor cuáles eran los elementos que
ésta exigía para producirse y, por otro, muestra las modificaciones que
el libro impreso -ese “fermento” según la expresión de Lucien Febvre-
causó en la cultura europea, hija, en cierto sentido, del humanismo
naciente y de sus exigencias. La imprenta aseguró su progreso y su
triunfo definitivo. Cien años después de su nacimiento, había creado un
mundo nuevo -y también una mentalidad nueva.
Veremos en estas páginas cautivantes cómo tipógrafos, maestros
impresores, libreros y autores conformaron rápidamente un mundo
aparte que, en esta época aún muy impregnada de edad media, poseía
un estado de ánimo sorprendentemente abierto, moderno, progresista
inclusive, y la influencia de éste. Así pues, los hombres hicieron libros y,
a su vez, los libros modelaron a los hombres.
Historia del pensamiento, historia de las técnicas, erudición
bibliográfica, psicología de los sentimientos -conocimiento de los
hombres-, todo eso fue necesario y todo eso fue coordinado por Henri-
Jean Martin para lograr esta obra. Además, encontraremos en él un
prefacio escrito por Lucien Febvre, mientras que Marcel Thomas
redactó una introducción consagrada a los manuscritos que
PAUL CHALUS
Secretario General del
Centro Internacional de la Síntesis
))((
Prefacio
Hacia 1450, aquí y allá en occidente, pero sobre todo -según se cree-
en los países del norte, hicieron su aparición unos “manuscritos” muy
especiales. Por su aspecto, poco diferían de los tradicionales, pero no
tardó en saberse que estaban impresos en papel o, a veces, en una piel
rara y fina -la vitela - con ayuda de tipos móviles y una prensa. El
procedimiento era bastante sencillo y la nueva técnica despertó por
doquier un vivo sentimiento de curiosidad. En la práctica, esos nuevos
libros estaban llamados a producir profundos cambios, no sólo en las
costumbres, sino también en las condiciones del trabajo intelectual de
los grandes lectores de la época, tanto religiosos como laicos. Tales
cambios -no los llamemos revolución-, desbordando sus límites
originarios, pronto dejaron sentir sus efectos en el mundo. Estudiar esas
transformaciones en sus causas y en sus efectos, y mostrar cómo el
libro llegó muy pronto a ser lo que el manuscrito no había ni podido ser
por razones que convendrá puntualizar, es la finalidad propia de la
presente obra. De no haberla bautizado el director de la colección con
el título, excelente en su sobriedad, de La aparición del libro, podría
habérsela denominado, con algo de preciosismo, “El libro al servicio de
la historia”.
Advirtamos, para que nadie se llame a engaño ni se predisponga a
LUCIEN FEBVRE