Está en la página 1de 4

Autoestima

EL PLACER DE ODIAR
Me han preguntado en varias
ocasiones:
¿Por qué no puedo perdonar? ¿Por
qué almaceno tantos rencores?
Cuando anoto a alguien en mi lista
negra no puedo olvidar nunca sus
agravios, ¿por qué me pasa eso a
mí? Me atormentan mis odios
permanentemente, ¿cómo se logra
olvidar?
Carl Gustav Jung anotaba: “No
podemos cambiar nada que no
hayamos aceptado previamente”.
Por supuesto estas personas que
me han preguntado al respecto ya
iniciaron su propia curación,
haciéndose conscientes de que padecen de una enfermedad que les está amargando la
vida: el rencor.
Para los Líderes de Excelencia, el odio es un lujo que no se pueden dar, saben que la
mayor venganza para sus enemigos es el olvido.
¿Por qué la gente no perdona? ¡Sorpresa! Porque disfrutan sufriendo, es tal su placer
masoquista que no pueden prescindir de él, y así como tienen su lista negra de cuentas
por cobrar tienen además su propia lista personal de errores que constantemente se
están reprochando “Si yo hubiera actuado de tal forma; la oportunidad que se me escapó
por imbécil, las pérdidas que sufrí”, etc, etc. Y su propia amargura personal sumada a la
que le provocan sus enemigos los sumergen en un vertedero tóxico que les va
destruyendo la vida.
Amarse a sí mismo equivale a perdonarse, tenemos que asimilar cabalmente que la
decisión de perdonar nos concede a cambio la libertad, solamente perdonando seremos
libres, el rencor y el odio nos esclavizan, además de que nos paralizan pues dejamos de
actuar para lograr nuestros objetivos.
Nos sorprenden los logros de muchos líderes que en su brevedad existencial realizaron
una gran cantidad de logros que han beneficiado a millones de seres humanos y han
trascendido generacionalmente: GANDHI, EDISON, PASTEUR, EINSTEIN,
ARISTÓTELES, JESUCRISTO, en fin son tantos que llenaríamos páginas enteras que ya
están registradas en la historia universal, su secreto: no perdieron nunca su enfoque,
vivieron su vocación, identificaron y se entregaron apasionadamente a su misión, no
dejaron que el odio y el rencor los desconcentrara.
Atreverse a renunciar al placer del rencor es atreverse a perdonar, si te atreves a correr el
riesgo de ser libre y de conocer la auténtica felicidad, perdona y si realmente te amas
perdónate a ti mismo, atrévete a ser feliz.
Miguel Ángel Cornejo
Reflexiona:
1. ¿Cuáles son las consecuencias físicas y emocionales que produce la ira, el odio y el rencor en
el ser humano?
2. Haz una lista de tus errores pasados y de los cuales todavía te sigues culpando.
3. Detalla por escrito todas las humillaciones, desprecios y agravios que te han hecho y de los
cuales el simple hecho de recordarlos te vuelve a llenar de rencor.
4. Mencione algunas recomendaciones para poder controlar la ira y el odio.
5. Analiza la siguiente frase: ”Guardar rencor es como agarrar un carbón caliente y resistirse a no
soltarlo. El único que se quema eres tú”.
VOA/Psic.
Cambio de actitud
EL PODER DE REBOTAR, OTRA VEZ
Esta crisis nos ha dado la oportunidad de volver a aprender
varias de las lecciones que creímos ya bien aprendidas. Volví a
aprender que toda situación puede – y debe – ser siempre vista
desde distintas perspectivas. Que ver las distintas perspectivas
de una situación cambia profundamente nuestro entendimiento
sobre la realidad y sobre lo que viene. El problema es que a
veces estamos tan metidos en nuestro propio desanimo o
sufrimiento que solos no podemos ver esas otras perspectivas
que están allí, mirándonos desde lejos. Por eso, muchas veces
necesitamos que alguien más nos ayude a verlas para tener
una mejor lectura de la realidad y poder actuar proactiva y
responsablemente. Así, muchas veces nos toca a nosotros
ayudar a que otras personas vean distintas perspectivas a lo
que están viviendo, sintiendo o pensando. Pero eso debemos
hacerlo siempre con cariño, paciencia y generosidad ya que ver
otras perspectivas muchas veces rompe con paradigmas o
creencias muy instaladas en las personas. Y esas rupturas no
siempre son fáciles, ni bienvenidas, pero sí amplían la visión,
enriquecen la experiencia y, fundamentalmente, encienden la
chispa que genera los cambios de actitud y las
transformaciones relevantes.

A esos cambios de perspectiva que generan esas transformaciones de actitud, a esa energía movilizadora, yo los llamo
el poder de rebotar.

Rebotar no es lo mismo que resiliencia, que es la capacidad de adaptarse positivamente a situaciones adversas.
Rebotar es mucho más que sobrevivir una situación. Tiene que ver con conseguir ver nuestra situación desde otra
perspectiva para regresar de situaciones duras o difíciles y hacerlo con más bríos. Es ponerse de pie con otro espíritu y
volver ganador, con más fuerza, con más ganas, con más energía para lograr mejores resultados que antes.

Saber que podemos rebotar – que rebotaré – es una creencia liberadora– que ha contribuido varias veces a generar en
mí el punto de inflexión de la recuperación. Es la creencia que ha me impulsado a retomar mis metas u objetivos con
renovados ánimos. Me ha motivado, me ha inspirado para levantarme sin importar qué tan dura sentí la caída – o el
empujón.

¿Por qué rebotar funciona? Creo que es porque cuando uno se cae aprende, se fortalece. Cada dolor enseña, cada
fracaso nos deja lecciones, nos hace madurar. Nos obliga a ordenar prioridades, a definir mejor lo que queremos y
cómo lo queremos. A pensar en salidas o soluciones. A evaluar creativamente opciones y necesidades. Y a sacarnos el
equipaje extra que ya no sirve. En otras palabras, las caídas nos preparan para regresar a la batalla mejor equipados,
con las ideas más claras, el espíritu fortalecido y las alas más grandes para volar más alto. Caer nos hace más sabios,
rebotar nos hace triunfadores.

La pandemia nos ha traído a todos nuestra cuota de pérdidas y sabemos bien cómo se sienten y cómo duelen. Pero
quizá estamos ya en el punto de inflexión listos para ver otras perspectivas y cambiar de actitud: para desde abajo
levantar la cabeza y mirar para arriba, hacia lo alto y preguntarnos con una sonrisa: y ahora que rebotaremos ¿hasta
dónde llegaremos esta vez?

INÉS TEMPLE

Reflexión

1. Analiza e interpreta el texto.

2.Analiza e interpreta la frase del sabio: “El fracaso es parte de la vida; si no fracasas no aprendes, y si no aprendes,
no cambias”

3. ¿Qué enseñanzas y lecciones positivas, te ha dejado la pandemia del covid-19?

VOA/Psic.
INDEPENDENCIA EMOCIONAL
«Al principio de nuestra vida, y una vez
más cuando envejecemos, nos hacen
falta la ayuda y el cariño de los demás.
Desgraciadamente, entre estos dos
periodos de nuestra vida, durante el
tiempo en el que somos fuertes y
capaces de cuidar de nosotros mismos,
descuidamos el valioso cultivo del cariño
y de la compasión. Puesto que nuestra
propia vida comienza y termina con
necesidad de afecto, ¿no sería mejor
que practicásemos la compasión y el
amor hacia los demás mientras somos
fuertes y capaces?»
La cita es del actual Dalai Lama. Es
verdaderamente curioso observar cómo
nos enorgullecemos de nuestra independencia emocional. Aunque, claro está, tal cosa sea muy
cuestionable: seguimos necesitando a los demás durante toda nuestra existencia, sólo que resulta
“vergonzoso” demostrarlo, y entonces preferimos llorar ocultamente. Y si alguien nos pide ayuda,
es que se trata de un sujeto débil, de alguien incapaz de controlar sus sentimientos.
Hay una ley no escrita que dice que “el mundo es de los fuertes”, y que “sobrevive apenas el más
apto”. Si esto fuese cierto, la especie humana no habría podido subsistir, pues sus individuos
necesitan protección durante un largo periodo de tiempo (los especialistas dicen que apenas
podemos valernos por nosotros mismos después de los nueve años de edad, mientras que una
jirafa lo consigue en ocho meses como máximo, y una abeja alcanza su independencia en menos
de cinco minutos).
Estamos en este mundo. Por lo que a mí respecta, yo sigo – y seguiré siempre – dependiendo de
los demás. Dependo de mi mujer, de mis amigos, de mis editores. Dependo incluso de mis
enemigos, que me ayudan a permanecer siempre adiestrado en el uso de la espada.
Desde luego, hay momentos en los que este fuego avanza en otra dirección, pero yo nunca dejo
de preguntarme: ¿Dónde están los otros? ¿Acaso me aislé demasiado? Como a cualquier
persona sana, también me hace falta la soledad, el tiempo de la reflexión.
Pero esto no debe convertirse en un vicio.
La independencia emocional no conduce absolutamente a ninguna parte – a no ser a una
pretendida fortaleza, cuyo único e inútil objetivo es impresionar a los demás.
La dependencia emocional, por su parte, es como una hoguera que encendiéramos.
Al principio, las relaciones son difíciles. De la misma manera, con el fuego hay que conformarse
primero con el desagradable humo, que dificulta la respiración y arranca las lágrimas. Sin
embargo, una vez encendido el fuego, el humo desaparece, y las llamas lo iluminan todo,
transmitiendo calor, calma, y, de cuando en cuando, haciendo saltar alguna brasa que nos quema,
pero que también anima nuestra relación. ¿No están de acuerdo?
Esta columna empezaba con una cita de un premio Nobel de la Paz defendiendo la importancia de
las relaciones humanas. Concluyo ahora con unas palabras del profesor Albert Schweitzer,
médico e misionero, que recibió el mismo premio Nobel en 1952:
«Todos hemos oído hablar de una dolencia de África Central conocida como enfermedad del
sueño. Lo que tenemos que saber es que existe una enfermedad muy similar que ataca al alma, y
que es muy peligrosa, porque se desarrolla sin ser detectada. Al notar el menor síntoma de
indiferencia y de falta de entusiasmo ante los demás, hay que hacer saltar las alarmas.
»La única manera de prevenirse contra esta enfermedad es entender que el alma sufre, y mucho,
cuando la obligamos a vivir superficialmente. Al alma le gustan las cosas bellas y profundas».

PAULO COELHO
REFLEXIÓN:
1. Analiza e interpreta el texto.
2. Explique ¿Cómo se puede lograr la independencia emocional?
VOA/Psic

También podría gustarte