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En efecto, el Estado ha buscado avalar la eficacia del “Sistema Torrens” –en específico el

principio de publicidad y de legitimidad –garantizando que la persona que adquiera un bien


inmueble de manera onerosa y con buena fe –la cual se presume–pueda disfrutar de su
derecho de propiedad, no obstante los problemas que el referido bien pueda tener.

Que el Sistema Registral Dominicano descansa en dos aspectos esenciales: el primero, la


especialidad técnica que tiene que ver con la materialidad geodésica catastral, lo que le da
la ubicación correspondiente a una designación catastral que permite su individualización; y el
segundo, un sistema de registro y publicidad que permite dotar de oponibilidad e
imprescriptibilidad los derechos que se inscriben; la combinación de estos aspectos hacen al
método tabular de asientos efectivo, en conclusión, cuando cada parcela por estar
individualizada se hace sus correspondientes anotaciones en su libro de registro, base del
Certificado de Título, tenemos que el sistema de registro se debe corresponder con la certeza y
existencia técnica catastral de la parcela.

Considerando, que por tales razones, la base de oponibilidad y publicidad registral tiene
sentido, para que a todo aquel que adquiera al amparo del sistema registral, no se le
opongan derechos que no estén previamente inscritos, pero, de ésto debe entenderse, que
esta confianza y credibilidad del sistema tabular de inscripciones, es a condición de que
el inmueble técnicamente no tenga defectos, y que catastralmente exista, dado que lo
técnico en esta materia es lo aprensible, ubicable, con una superficie cierta; que cuando no es
así y por el contrario, ocurre que la sustentación técnica se superpone en otra previamente
existente, entonces no es procedente mantener la protección de operaciones jurídicas
pactadas en esas condiciones, como ocurre en la especie, en el caso de los hoy recurrentes y
de la interviniente voluntaria y por tales razones no es posible que puedan triunfar en sus
pretensiones, sino que, por el contrario, justifica que tal como se ha dicho precedentemente
sea rechazado el presente recurso de casación, así como la intervención que comentamos y
validar en todas sus partes la sentencia impugnada.

abe destacar que el principio de igualdad se expresa a través del derecho a recibir un
trato igualitario frente a la identidad de circunstancias. El principio de igualdad en la ley se
traduce para la autoridad legislativa en la obligación de tratar idénticamente situaciones
análogas, y solo hacerlo de forma diferente cuando no existan situaciones que puedan
quedar expresadas en el contexto del apotegma “tratar igual a los iguales y desigual a los
desiguales.

. De modo tal que en el “Sistema Torrens” el registro del inmueble en el Registrode Títulos
correspondiente hace de fe pública la información contenida en el mismo.i. De igual
manera, es importante recordar el Principio IV y el Principio V de la referida ley núm. 108-
05, los cuales establecen, respectivamente: “Todo derecho registrado de conformidad
con la presente Ley es imprescriptible y goza de la protección y garantía absoluta del
Estado”; y En relación con derechos registrados, ningún acuerdo entre las partes está por
encima de esta Ley de Registro Inmobiliario”. j. Son estosprincipios y definiciones que han
fundamentado, dentro de la jurisprudencia de la República Dominicana, el beneficio que
tiene el “tercero adquiriente oneroso de buena fe”, con respecto a los inmuebles registrados.
k. En efecto, el Estado ha buscado avalar la eficacia del “Sistema Torrens” –en específico el
principio de publicidad y de legitimidad–garantizando que la persona que adquiera un bien
inmueble de manera onerosa y con buena fe –la cual se presume–pueda disfrutar de su
derecho de propiedad, noobstante los problemas que el referido bien pueda tener.
onsiderando: que es criterio constante de estas Salas Reunidas, que, cuando un tercero
adquiere a título oneroso un inmueble o derechos en el mismo, después de haberse
expedido los certificados de títulos correspondientes [...] se trata de un tercer
adquiriente de buena fe, [...]; que la buena fe se presume siempre hasta prueba en contrario.

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