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HERRAMIENTAS PARA LA CONVERSIÓN (I PARTE)

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis


lo que yo digo?” Lucas 6:46; “No todo el que me
dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos”. Mateo 7:21.

La mayoría de las personas,


independientemente su condición espiritual, en los
momentos de tormento, crisis, enfermedad, o
desesperación invocan el nombre del Señor, pero lo
más sorprendente es que son incapaces de “hacer la
voluntad de Padre” aun después de superar la
circunstancia adversa que los llevó a invocarlo; es muy común ver creyentes que se niegan a
estar preparados, ya sea por desconocimiento, costumbre, falta de fe, pecado, afán, ocupación,
insensatez, o maldad.

Muchos son los ejemplos que podemos encontrar en la Biblia que demuestran la necesidad
del hombre de ser atendido, socorrido, liberados por el Señor, en especial en Mateo 8; revisemos
los siguientes versículos: (2) “Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si
quieres, puedes limpiarme”; (6) “y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico,
gravemente atormentado”; (21) “Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero
y entierre a mi padre”; si bien para nosotros es lícito pedir, solicitar y hacer ciertas cosas primero,
puede ser que eso no convenga, a menos que estemos primero dentro de la voluntad del Padre,
es decir, estar preparados para la segunda venida del Señor Jesucristo.

Si hacemos una evaluación sincera, la mayoría no tenemos la preparación suficiente para


recibir a nuestro Señor Jesucristo, ya que no hemos permanecido lo suficiente en su presencia, no
le hemos entregado el control de nuestras vidas al Espíritu Santo o quizás por no contar con una
herramienta o instrumento que nos ayude a moldear, tallar o pulir nuestras vidas espirituales de
acuerdo a la voluntad de Dios andamos dispersos.

Hacer la voluntad del Padre está por encima de


todo, queda claramente demostrado en Mateo 7:22-
23, donde el Señor Jesucristo enseñaba a sus
discípulos: “Muchos me dirán en aquel día: Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad”; cuando no tenemos el hábito de hacer la voluntad del Padre por muchas obras que
hagamos “buenas” no será suficiente para permanecer en su presencia, por lo general, estas son
acciones que hacemos bajo nuestra propia voluntad o la voluntad de otros convirtiéndose eso en
un esfuerzo vano, cosa que no conviene, o peor aún podemos estar haciendo la voluntad del
enemigo (Satanás) y eso nos convierte en hacedores de maldad. Salmo 127:1 “Si Jehová no
edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano
vela la guardia”.

Por eso, es tan importante que dentro del proceso de planificación de nuestra vida espiritual,
utilicemos ciertas herramientas, que nos ayuden y permitan desarrollar ciertos hábitos que nos
lleven hacer “la voluntad del Padre”; aunque sabemos que los caminos de Dios son inescrutables,
a Dios también le gusta el orden; entonces podemos desarrollar y poner en práctica una
metodología interesante que servirá para el crecimiento de nuestra vida, tanto espiritual como
terrenal, considerando qué debemos cumplir con estos tres requisitos primeramente: (a) Creerle a
Dios, (b) Orar en el Espíritu, y (c) Ser obedientes a su palabra; de lo contrario es preferible que
deje de leer y siga viviendo su “vida loca”, como diría el famoso cantante, quien está viviendo la
suya; pero no olvide lo que dice la palabra en Eclesiastés 12:14 “Porque Dios traerá toda obra a
juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”; es decir Dios nos pedirá
cuentas de todas nuestras acciones, buenas o malas, aun de las que hayamos hecho en secreto,
por eso en lo particular pienso, que es un riesgo que no estoy dispuesto a correr y el Señor nos
exhorta hoy a que reflexionemos, entonces seamos proactivos.

1. ¿QUÉ ES LA PROACTIVIDAD?

Toda sabiduría humana proviene de Dios, aunque con ella muchos hayan perdido el temor del
Señor por culpa del pecado, la altivez y la vanagloria; es evidente que el hombre ha querido
desconocer la autoridad, el poder creador y divinidad de Jesús a través de los tiempos, inventando
teorías, cuentos y forjando otros ídolos (diosecitos), tratando de minimizar su grandeza y poder;
sin embargo, la palabra en Mateo 24:35 dice que “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán”; esto resalta mucho la importancia de cumplir su palabra; Proverbios 1:7 “El principio de
la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Amonestaciones de la Sabiduría”.

Estuve leyendo un poco sobre el círculo de preocupación y de influencia de Covey, S.


(1989)1, y observe que lo utiliza como un “modo excelente de tomar conciencia del grado de
proactividad” propio, entendiendo la proactividad como la capacidad de “hacer que las cosas
sucedan”, idea de este autor que conocí a través de Ojeda, A. (2020)2, hay ejemplos suficientes,
en la palabra, de siervos, varones fieles que fueron proactivos, que el Señor los utilizó para que
las cosas sucedieran, por ejemplo:

1
Covey, S. (1989). “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona España.
2
Ojeda, A. (2020). “10 Hábitos para el Tele-trabajo”, Conferencia.
El rey David por su proactividad, hizo que el pueblo de Israel despertara su poder combativo,
gracias a que su fe y confianza en el Señor eran tal, que enfrentó al temido Gigante Goliat sin
titubear; Goliat se había convertido en la piedra de tropiezo que les impedía avanzar, con tan solo
5 piedras de río y su honda, terrenalmente hablando era imposible vencerlo, sin embargo, su
fortaleza espiritual venía de Dios, ya que su corazón era conforme al corazón del Señor (1 Samuel
17) y sucedió maravillosamente; así mismo pasó con Moisés, cuando se encontró frente al mar
rojo y el ejército del Faraón lo asediaba para destruirlo, su piedra de tropiezo, se puso a orar;
pues, levantar sus manos y su vara no hubiese sido
suficiente para hacer que el mar se dividiera, a
menos que proactivamente obedeciera al Señor,
esa fue la clave para hacer que sucediera (Éxodo
14); podríamos mencionar también a Elías, cuando
en el monte de Carmelo, proactivamente confrontó
a los falsos profetas de Baal, e hizo que
descendiera fuego de los cielos, ocurrió gracias a
que tenía temor de Dios desde su juventud y le
seguía fielmente, siendo respaldado en todo (1 Reyes 18).

Por último podemos mencionar a Josué, aunque hay muchos más; la proactividad de este
siervo de Dios, llamado a conquistar la tierra
prometida, hombre que meditaba la palabra día y
noche, hizo que se detuviera el Sol un día que
necesito luz para finalizar una batalla con sus
enemigos, a través oración y la fluida comunicación
que tenía con el Señor, el Espíritu de Dios estaba en
él; entonces, el pueblo de Israel pudo continuar con la
lucha y derrotar a sus enemigos en Gabaón (Josué
10), en ninguno de los casos, los hijos de Dios, se
tomaron la gloria para ellos, porque sabían que todo lo ocurrido provenía del poder del Dios.

Así son las cosas de Señor, tiene que haber hijos proactivos que hagan que las cosas
sucedan cumpliendo la voluntad del Padre, es una responsabilidad ineludible y también por eso
daremos cuenta, por eso, si iniciamos algo, como por ejemplo un ministerio, por mucho que lo
deseemos concluir, si no somos diligentes, si no creemos, si no estamos convencidos ni oramos,
si no buscamos la sabiduría de Dios ni tenemos la fe suficiente para mover montañas, ni leemos
las santas escrituras, pues las cosas no sucederán por mucho que las deseemos, ya que nuestra
proactividad no es tal; evaluemos lo que hizo Esteban, Pablo, Pedro y todos los apóstoles
hombres que fueron proactivos, ellos dieron su vida sin escatimar esfuerzo, imitando al Señor
Jesucristo, y hoy por hoy el Señor sigue utilizando a muchos siervos para que con su testimonio
ayuden a inquietar al mundo y así el pueblo logré encontrase con Cristo; aunque muchos
incrédulos estudian la manera para tratar de negarlo, porque para ellos eso es locura, no
entienden que el amor te puede llevar a entregar tu vida sólo por la salvación de muchos; esto es
fácil entenderlo cuando son nuestros hijos, padres o hermanos por quienes nos sacrificamos, pero
que tal si es la esposa o esposo infiel, la vecina o vecino que tanto chismea, el jefe o el patrono
que tanto te maltrata, será qué es la misma actitud.

Muchas personas confunden la proactividad con la iniciativa. La iniciativa no es un indicador


de que se somos proactivos, por ejemplo hay personas que deciden todos los años, servir o
convertirse a Cristo, pero siguen en la misma posición, son seres inertes que no crecen ni se
mueven espiritualmente o peor aún inician procesos que nunca finalizan, porque son expertos en
dejar ciclos abiertos y no son capaces de cerrarlos, aunque no obtengan resultados favorables;
para ser proactivo debemos cerrar los ciclos, haciendo que las cosas ocurran, cerrar un ciclo sin
obtener resultados positivos denota como está nuestra relación con el Señor, a menos que Él
quiera enseñarnos algo más profundo que nuestra corta visión no nos permite observar.

Esta idea es un desafío a ser mejores cristianos, que solos los valientes y esforzados son
capaces de asumir, dejar la apatía espiritual que tanto daño le ha hecho a la obra es el primer reto
que debemos asumir, es hora de dejar de ser tan sólo oidores, cristianos light, que se acomodan a
cualquier corriente, para convertirnos en hacedores de la palabra, varones de fe y santidad que
asuman las enseñanzas de nuestro Salvador Jesucristo como estilo de vida, como un hábito
espiritual que no produzca carga. Respóndase esta pregunta ¿Está dispuesto a pagar el precio
por seguir a Jesús de verdad?, si su respuesta es sí, ¡Gloria a Dios!, Bienvenido, su recompensa
será grande; pero si es negativa, debería evaluarse, porque eso indica que usted nunca será un
hijo proactivo en el Señor, seguirá ocupando un puesto en una Iglesia, pero nunca será lleno del
Espíritu Santo ya que lo que predomina en usted es la carne, así que decida. Dios les bendiga

Apocalipsis 3:20-21 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta
{acción, hace que suceda}, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere {Con el
poder del Espíritu}, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he
sentado con mi Padre en su trono”.

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