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MOLEBEN Y AKAFIST

a la
Santísima Madre de Dios
y Siempre Virgen María

Diócesis de Sudamérica
Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exterior
(ROCOR)
Diakonía Ortodoxa de San Germán de Alaska
Moleben Y Akafist
A la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen
María.
El sacerdote, revestido de Epitrajil, puños, felonio, y de klobuk, kamelafka o mitra (si
usa), y el diácono revestido con todos sus ornamentos, comienzan:

Diácono: Bendice, Señor.


Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios en todo tiempo, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos.

Coro: Amén. (Tono 6) Oh Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad,


que estás en todas partes y llenas todas las cosas, Tesoro de todo lo bueno, y
Dispensador en la Vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha
y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.

Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3
veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona
nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh,
Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga
Tu Reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en
tentación, más líbranos del maligno.

Sacerdote: Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y


Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.

Venid, adoremos al Rey nuestro Dios.


Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo Rey, nuestro Dios.
Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo mismo, Rey y Dios nuestro.

Salmo 142
Señor, escucha mi oración, advierte mi súplica en Tu verdad, escúchame en
Tu justicia. Y no entres en juicio con Tu siervo, pues no será justificado, ante
Tu faz, ningún viviente. Porque el enemigo ha perseguido a mi alma, ha
humillado hasta la tierra mi vida. Me colocó en tenebrosidades, como a
muertos desde hace siglos y mi espíritu cayó en acedía. En mí se turbó mi
corazón. Recordé días antiguos y medité en todas Tus obras, medité en las
hechuras de Tus manos. Extendí mis manos hacia Ti, mi alma es como tierra
sedienta de Ti. Señor escúchame pronto, ha desfallecido mi espíritu. No
apartes de mí Tu rostro y me asemeje a los que descienden al foso. Hazme oír
temprano Tu misericordia, pues en Ti he esperado, manifiéstame el camino
en que he de andar, pues a Ti he levantado mi alma. Arráncame de mis
enemigos, Señor, pues en Ti me he refugiado, enséñame a hacer Tu voluntad,
pues Tú eres mi Dios, Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta. Por Tu
Nombre, Señor, me vivificarás en Tu justicia sacarás a mi alma de la
tribulación y en Tu misericordia exterminarás a mis enemigos, y perderás a
todos los que atribulan a mi alma pues yo soy Tu siervo.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (3
veces).

Gran Letanía

Diácono: En paz, roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por la paz que viene de lo alto y por la salvación de nuestras
almas, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por la paz del mundo entero, por el bienestar de las santas
Iglesias de Dios y por la unión de todas, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por este Santo Templo y por los que entran en él con fe, devoción
y temor de Dios, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el Patriarca N.,
por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la Iglesia
Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., por el honorable
presbiterado y diaconado en Cristo, por todo el clero y el pueblo, roguemos al
Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por esta ciudad, por todas las ciudades y países y por los que los
habitan, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que reciba misericordiosamente ahora el agradecimiento y
nuestras rogativas de sus indignos siervos en su Altar celestial y
perdonándoles, como benevolente que es, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que no desprecie los agradecimientos que nosotros, Sus
siervos inútiles, le ofrecemos con corazón humilde, después de recibir sus
favores, que sea éste cual candil aromático y que la ofrenda incinerada sea de
su agrado, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por el siervo de Dios, N., y por su salvación, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que sea libre de todo mal, ofensa, agresión y maledicencia,
roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y guárdanos, oh
Dios, con Tu gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los
Santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los
otros y toda nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.

Sacerdote: Pues Tú eres de misericordia y de ternura, lleno de amor por la


humanidad, y Te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Diácono: En el Tono 4, Dios es Señor, y se nos ha manifestado, bendito el


que viene en nombre del Señor. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado, bendito el que viene en
nombre del Señor.
Diácono: Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los
rechacé.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado, bendito el que viene en
nombre del Señor.
Diácono: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado, bendito el que viene en
nombre del Señor.
Diácono: Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Coro: Dios es Señor, y se nos ha manifestado, bendito el que viene en
nombre del Señor.

Tropario a la Madre de Dios, Tono 4


Vayamos ya, pecadores humillados / con empeño corramos y caigamos
penitentes ante la Madre de Dios / clamando desde el fondo del alma:/
Señora Soberana, ayúdanos/ ten compasión de nosotros, / socórrenos
porque estamos pereciendo / por la multitud de nuestro pecados./ No
despidas a tus siervos con las manos vacías/ porque eres nuestra única
esperanza. (Dos veces).

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.

En Tono 4
Aunque indignos no cesaremos / de proclamar Tu poder, Oh Madre de Dios/
porque si Tú no intercedes con Tus súplicas / ¿quién nos librará de los
peligros?/ ¿y quién nos preservará en libertad? Nunca nos alejaremos de Ti/
porque tú siempre has librados del maligno a Tus siervos.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos! (En ruso: Presbiatáia


Bogoróditse, spassí, nas)
Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Luego:
Coro: Salva a Tus fieles de la destrucción, oh Santísima Madre de Dios,
porque nosotros fervientemente, después de Dios, nos refugiamos en ti,
como muralla inalcanzable e intercesora.
Míranos con amorosa bondad, oh alabadísima Madre de Dios, a mi cruel
sufrimiento corporal, y cura la enfermedad de mi alma.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Luego:
Coro: Salva a Tus fieles de la destrucción, oh Santísima Madre de Dios,
porque nosotros fervientemente, después de Dios, nos refugiamos en ti,
como muralla inalcanzable e intercesora.

Míranos con amorosa bondad, oh alabadísima Madre de Dios, a mi cruel


sufrimiento corporal, y cura la enfermedad de mi alma.

Pequeña Letanía

Diácono: Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y guárdanos, oh
Dios, con Tu gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Conmemorando a la santísima, purísima, benditísima y gloriosa
Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los
Santos, encomendémonos a nosotros mismos y mutuamente los unos a los
otros y toda nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor

Sacerdote: Porque Tú eres el Rey de la Paz y el Salvador de nuestras almas,


y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Rúbricas del Akathistos
"Según la práctica establecida, el Akathistos es leído por el sacerdote en medio de la
iglesia, ante el ícono de la Santísima Madre de Dios. Mientras está siendo cantado el 1º
Kontakion por primera vez, son abiertas las Puertas Reales, y el sacerdote y el diácono
realizan una incensación completa de la iglesia, comenzando con el altar; durante el
canto del 1º Kontakion al comienzo de la segunda, tercera y cuarta secciones del
Akathistos, el diácono hace la incensación menor.
En cada lectura de una sección del Akathistos, el sacerdote y el diácono salen a través de
las Puertas Reales, las que permanecen abiertas; después de la lectura, ellos vuelven al
altar, y las Puertas Reales son cerradas. Durante la lectura del Akathistos, el diácono
continuamente inciensa el atril con el ícono [de la Madre de Dios]".

Dedicatoria

Oh Madre de Dios, oh, Generala victoriosa, te cantamos un himno de triunfo.


A ti, que nos salvas de nuestras tribulaciones te ofrecemos nuestra gratitud.
Eres invencible. Líbranos de todo peligro y exclamaremos: Alégrate, Esposa
siempre Virgen.

Prólogo

Habiendo entendido su misión secreta, el Ángel va con prisa a la casa de José


y dice a la Virgen: "El que inclina los Cielos por su condescendencia, Se
esconde en ti. Viendo cómo toma la forma de esclavo en tu seno, me
maravillo y te aclamo:

Alégrate, Esposa siempre Virgen.

I
Un Príncipe de los ángeles es enviado desde los Cielos para decir a la Madre
de Dios: "Alégrate." Cuando Te contempla, oh, Señor, asumiendo un cuerpo,
exulta y queda asombrado, y con voz inmaterial la aclama:

Alégrate, Luz de alegría

Alégrate, extinción de la maldición

Alégrate, resurrección de Adán caído

Alégrate, redención de las lágrima de Eva

Alégrate, altura inaccesible a la razón humana


Alégrate, profundidad insondable aun a los ojos de los Ángeles

Alégrate, trono del Rey

Alégrate, portadora de Quién lo lleva todo

Alégrate, estrella que anuncia al Sol

Alégrate, seno de la divina Encarnación

Alégrate, renovadora de la Creación

Alégrate, Madre del Creador

Alégrate, Esposa siempre Virgen.

Considerando su castidad, la Santísima dice con franqueza a Gabriel: "La


paradoja de tu palabra parece incomprensible a mi alma. Me predicas una
maternidad sin que conozca varón y exclamas: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

II
La Virgen desea comprender lo incomprensible e interroga al enviado:
"¿Cómo puede nacer un hijo de mis castas entrañas? Dímelo." El ángel
responde con temor, aclamándola:

Alégrate, iniciada en el designio inefable

Alégrate, testimonio del silencio misterioso

Alégrate, preludio de las maravillas del Cristo

Alégrate, recapitulación de los dogmas de la fe

Alégrate, escala por la que Dios bajó de los Cielos

Alégrate, puente que conduce a los de la tierra a los Cielos

Alégrate, maravilla de los ángeles

Alégrate, herida de los demonios

Alégrate, Madre inefable de la Luz


Alégrate, maestra de discreción

Alégrate, ciencia mayor que la de los sabios

Alégrate, iluminación del espíritu de los fieles

Alégrate, Esposa siempre Virgen

La Energía del Altísimo cubre con su sombra a la Virgen para fecundarla,


transformando su seno estéril en un campo fértil para todos los que quieran
cosechar la salvación, salmodiando así: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

III
Habiendo recibido a Dios en su seno, la Virgen se apresura a visitar a Isabel.
Su bebé, reconociendo el saludo de María, enseguida se alegra y salta de
júbilo, aclamando a la Madre de Dios:

Alégrate, sarmiento de cepa incorruptible

Alégrate, huerto de frutos puros

Alégrate, Madre del Jardinero, amigo del hombre

Alégrate, matriz del Sembrador de nuestra vida

Alégrate, tierra fértil de misericordias

Alégrate, mesa colmada de ofrendas

Alégrate floración del Paraíso

Alégrate, puerto de las almas

Alégrate, grato incienso de la plegaria

Alégrate expiación de todo el universo

Alégrate, amor de Dios a los hombres

Alégrate, intercesora de los mortales frente a Dios

Alégrate, Esposa siempre Virgen


El discreto José es turbado por un torbellino de pensamientos
contradictorios. Vacila su alma al verte concebir misteriosamente, Virgen
irreprochable. Mas, conociendo la obra del Espíritu Santo, dice: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

IV
Los pastores oyen cantar a los ángeles la presencia del Cristo encarnado.
Corriendo como hacia su Pastor, Lo contemplan como un Cordero
inmaculado, alimentado por el seno de María, a quien cantan este himno:

Alégrate, Madre del Cordero y del Pastor

Alégrate, redil de las ovejas espirituales

Alégrate, refugio contra las fieras invisibles

Alégrate, llave de las puertas del Paraíso

Alégrate, fuente del regocijo de los Cielos con la tierra

Alégrate, armonía de las voces terrestres con los coros


celestiales

Alégrate, boca de los apóstoles que no se calla

Alégrate, fuerza invencible de los mártires

Alégrate, sostén inconmovible de la Fe

Alégrate, señal resplandeciente de la Gracia

Alégrate, vencedora del infierno

Alégrate, mediadora de la Gloria

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Los Magos consideran la estrella que conduce a Dios. Siguiendo su


resplandor, lo toman como lámpara para alcanzar lo Inaccesible y se alegran,
proclamando: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.
V
Los Magos de Caldea ven en manos de la Virgen a Aquél que con sus manos
modela al hombre. Lo reconocen como a su Señor, aunque toma la forma de
esclavo y se apresuran a rendirle el homenaje de sus dones diciendo a la
Bendita:

Alégrate, Madre del Astro sin ocaso

Alégrate, amanecer del día místico

Alégrate, extinción de la hoguera del error

Alégrate, iluminación de los iniciados en la Trinidad

Alégrate, rendición del tirano inhumano

Alégrate, reveladora del Cristo, Señor, amigo del hombre

Alégrate, libertadora de los ritos paganos

Alégrate, tú que nos sacas de las obras corruptas

Alégrate, consumación de la adoración del fuego

Alégrate, bálsamo de las pasiones

Alégrate, guía de los fieles hacia la sabiduría

Alégrate, gozo de todas las generaciones

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Testigos y portadores de Dios, los Magos vuelven a Babilonia cumpliendo tu


profecía, proclamándote Cristo ante todos y dejando al insensato Herodes,
incapaz de Salmodiar: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

VI
Haciendo brillar en Egipto la luz de la Verdad, disipaste las tinieblas del
error. Los ídolos de este país no soportan tu potencia, oh, Salvador, y se
derrumban, y los que se libran de ellos claman a la Madre de Dios:
Alégrate, elevación de los hombres

Alégrate, caída de los demonios

Alégrate, humillación del error

Alégrate, demostración del engaño de los ídolos

Alégrate, mar que sumerge al Faraón, al hombre viejo

Alégrate, roca que sacia a los sedientos de la Vida

Alégrate, columna de fuego que orienta en las tinieblas

Alégrate, refugio más vasto que el firmamento

Alégrate, alimento mejor que el maná

Alégrate, servidora del festín sagrado

Alégrate, tierra prometida

Alégrate, fuente de leche y de miel

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Mirando al Niño, Simeón, pronto a dejar este mundo engañador, Lo


reconoce como verdadero Dios y admira tu inefable Sabiduría, clamando:
¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

VII
Nos muestra el Creador una nueva creación, manifestándose a nosotros, sus
criaturas. Germinando en un seno sin simiente, lo conservó intacto para que
al considerar tal maravilla cantemos aclamándola:

Alégrate, flor incorruptible

Alégrate, corona de la pureza

Alégrate, rostro refulgente de la Resurrección

Alégrate, espejo de la vida angélica


Alégrate, árbol cuyos frutos luminosos nutren a los fieles

Alégrate, ramaje frondoso que da su sombra a muchos

Alégrate, Madre del Guía de los perdidos

Alégrate, Madre del Redentor de los cautivos

Alégrate, tranquilidad del justo

Alégrate, reconciliación de los pecadores

Alégrate, túnica de Gracia para los que están desnudos

Alégrate, ternura que supera todo deseo

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Mirando este racimo asombroso, nos convertimos en extranjeros de este


mundo, poniendo nuestro espíritu en los Cielos. Por eso el Altísimo se
manifestó en la tierra como un hombre humilde, para atraer hacia las alturas
a todos los que Lo aclaman: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

VIII
Por condescendencia divina, el Verbo Se hace presente a los de la tierra sin
alejarse de los Cielos y sin transferirse de un lugar a otro. Nace de una
Virgen, llena de Dios, a la que aclamamos:

Alégrate, casa inmensa de Dios

Alégrate, umbral del misterio sagrado

Alégrate, buena nueva incomprensible para los infieles

Alégrate, gloria de los fieles

Alégrate, carro santísimo de quien está por encima de los


Querubines

Alégrate, morada de quien está por encima de los Serafines

Alégrate, conciliación de los contrarios


Alégrate, juntura de la virginidad y la maternidad

Alégrate, perdón de la trasgresión

Alégrate, mano que abre el Paraíso

Alégrate, clave del Reino del Cristo

Alégrate, esperanza de los bienes eternos

Alégrate, Esposa siempre Virgen

El mundo entero de los ángeles admira la obra inmensa de tu Encarnación.


El Dios inaccesible Se hace ver a todos accesible como un hombre, habitando
entre nosotros, y oyendo de todos: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

IX
Vemos a los habladores mudos como peces ante ti, oh Madre de Dios,
incapaces de decir cómo pudiste conciliar la virginidad y la maternidad.
Nosotros, admirando el Misterio, te aclamamos llenos de fe:

Alégrate, arca de la Sabiduría de Dios

Alégrate, joyero de la Divina Providencia

Alégrate, victoria sobre la necedad de los filósofos

Alégrate, silencio impuesto a los sabios

Alégrate, extravío de los buscadores vacilantes

Alégrate, confusión de los mentirosos

Alégrate, solución de los enigmas

Alégrate, abundancia en las redes de los pescadores

Alégrate, liberadora de los abismos de la ignorancia

Alégrate, lámpara de las inteligencias

Alégrate, navío de los navegantes de esta vida


Alégrate, puerto de los navegantes de esta vida

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Queriendo salvar al mundo, el Creador viene a él libremente. Dios, nuestro


Pastor, Se hace Cordero por nosotros y atrae nuestra naturaleza con su
propia naturaleza y nos oye responder como a Dios: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

X
Eres muralla para las vírgenes, oh Madre de Dios y Virgen, y para todos los
que corren hacia. Pues el Creador del Cielo y de la tierra te cubre con su
sombra, oh Inmaculada, habita en tu seno y a todos enseña a decir:

Alégrate, columna de la virginidad

Alégrate, puerta de la salvación

Alégrate, principio de la nueva creación

Alégrate, administradora de la bondad divina

Alégrate, regeneradora de los concebidos en la desgracia

Alégrate, cordura de los espíritus confundidos

Alégrate, derrota del corruptor de los espíritus

Alégrate, Madre del Sembrador de la pureza

Alégrate, lecho nupcial de las bodas inmaculadas

Alégrate, unión de los fieles con su Señor

Alégrate, maestra de las vírgenes

Alégrate, adorno nupcial de las almas santas

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Magnitud infinita tiene tu misericordia, y todo himno es impotente para


describirla. Oh, Rey santo, aunque nuestros cantos fuesen tan numerosos
como los granos de arena, no haríamos nada digno del don que reciben los
que claman: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.

XI
Vemos a la Virgen santa como una llama que ilumina a quienes están en las
tinieblas. Su luz inmaterial conduce a todo hombre al conocimiento divino.
Esplendor que ilumina la inteligencia, está honrada por esta aclamación:

Alégrate, rayo del Sol espiritual

Alégrate, luz inextinguible

Alégrate, relámpago que ilumina las almas

Alégrate, trueno que asusta a los enemigos

Alégrate, nacimiento de un Astro esplendoroso

Alégrate, tú que haces surgir un Río inagotable

Alégrate, imagen viva del agua del bautismo

Alégrate, ablución de la mancha del pecado

Alégrate, fuente que lava la conciencia

Alégrate, copa que mana alegría

Alégrate, perfume del Cristo

Alégrate, vida del banquete místico

Alégrate, Esposa siempre Virgen

Queriendo perdonar las deudas antiguas, El que perdona las deudas de todos
los hombres viene hacia ellos, alejados de su gracia. Cuando rompe el acta de
crédito, nos oye aclamarlo: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.
XII
Nosotros cantando tu maternidad, te alabamos, oh Madre de Dios, como a
un templo vivo. Pues habitando en tu seno, el Señor que tiene en su mano
todo el universo te santifica y te glorifica y nos enseña a aclamarte:

Alégrate, tabernáculo del Verbo Dios

Alégrate, santuario santísimo

Alégrate, arca dorada por el Espíritu Santo

Alégrate tesoro inagotable de vida

Alégrate, diadema preciosa de los reyes santos

Alégrate, gloria de los sacerdotes piadosos

Alégrate, torre inexpugnable de la Iglesia

Alégrate, fortaleza indestructible del Reino de Dios

Alégrate, dispensadora de victorias y trofeos

Alégrate, derrota de los enemigos

Alégrate, medicina de nuestro cuerpo

Alégrate, salvación de nuestra alma

Alégrate, Esposa siempre Virgen

XIII
Oh Madre digna de toda alabanza, tú que pariste al Verbo más Santo que
todos los santos, recibe hoy nuestra ofrenda, líbranos de toda desgracia y del
castigo que amenaza, y preserva a los que aclaman juntos: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya (3 veces).

Y nuevamente cantamos el Ikos 1 y el Kontakion 1


Ikos I
Un Príncipe de los ángeles es enviado desde los Cielos para decir a la Madre
de Dios: "Alégrate." Cuando Te contempla, oh, Señor, asumiendo un cuerpo,
exulta y queda asombrado, y con voz inmaterial la aclama:

Alégrate, Luz de alegría

Alégrate, extinción de la maldición

Alégrate, resurrección de Adán caído

Alégrate, redención de las lágrima de Eva

Alégrate, altura inaccesible a la razón humana

Alégrate, profundidad insondable aun a los ojos de los Ángeles

Alégrate, trono del Rey

Alégrate, portadora de Quién lo lleva todo

Alégrate, estrella que anuncia al Sol

Alégrate, seno de la divina Encarnación

Alégrate, renovadora de la Creación

Alégrate, Madre del Creador

Alégrate, Esposa siempre Virgen.

Kontakion 1

Oh Madre de Dios, oh, Generala victoriosa, te cantamos un himno de triunfo.


A ti, que nos salvas de nuestras tribulaciones te ofrecemos nuestra gratitud.
Eres invencible. Líbranos de todo peligro y exclamaremos: Alégrate, Esposa
siempre Virgen.

Diácono: Atendamos. Sabiduría. Proquímenon en Tono 8, Recordaré tu


nombre de generación en generación.
Coro: Recordaré tu nombre de generación en generación.
Diácono: Mi corazón ha vertido una Buena palabra.
Coro: Recordaré tu nombre de generación en generación.
Diácono: Recordaré tu nombre.
Coro: De generación en generación.

Diácono: Roguemos al Señor.


Coro: Señor, ten piedad.
Sacerdote: Porque Tú eres santo, ¡oh, Dios nuestro! y entre los santos
descansas, y a Ti glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Diácono: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.


Coro: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.
Diácono: Alabad a Dios en sus Santos; alabadle en el establecimiento de su
poder.
Coro: Todo lo que tiene aliento alabe al Señor.
Diácono: Todo lo que tiene aliento
Coro: Alabe al Señor.

Diácono: Para que seamos dignos de escuchar el Santo Evangelio,


roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad (3 veces).
Sacerdote: Sabiduría. De pie. Escuchemos el santo Evangelio. Paz a todos.
Coro: Y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc. 1, 39-49, 56)
Coro: Gloria a Ti, Señor, gloria a Ti.

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región


montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo
el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con
gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y
¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó
a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la
que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del
Señor!" Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu = se
alegra en Dios mi salvador = porque = ha puesto los ojos en la humildad de
su esclava, = por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, =
Santo es su nombre =. María permaneció con ella unos tres meses, y se
volvió a su casa.
Coro: Gloria a Ti, Señor, gloria a Ti

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Clero: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!
Clero: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
Coro: Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Luego: Verdaderamente es digno bendecirte, oh progenitora de Dios,


siempre bienaventurada y purísima Madre de nuestro Dios. Tú eres más
venerable que los Querubines e incomparablemente más gloriosa que los
Serafines, a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y que
verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.

Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3
veces).
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona
nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh,
Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga
Tu Reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en
tentación, más líbranos del maligno.

Sacerdote: Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y


Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Tropario a la Madre de Dios, Tono 4
Vayamos ya, pecadores humillados / con empeño corramos y caigamos
penitentes ante la Madre de Dios / clamando desde el fondo del alma:/
Señora Soberana, ayúdanos/ ten compasión de nosotros, / socórrenos
porque estamos pereciendo / por la multitud de nuestro pecados./ No
despidas a tus siervos con las manos vacías/ porque eres nuestra única
esperanza. (Dos veces).
Después del Tropario:

La Ectenia

Diácono: Ten piedad de nosotros, oh Dios, por tu gran misericordia, te


suplicamos, escúchanos y ten piedad.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Roguemos también por nuestro Gran Soberano y Padre, Su
Santidad el Patriarca N., por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano
N., Primado de la Iglesia Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre
Obispo N., y por toda nuestra hermandad en Cristo.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Roguemos también por el sufriente pueblo ortodoxo, y por su
salvación.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Roguemos también por esta nación, sus autoridades y ejército y
por toda tierra Cristiana.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Roguemos también por la misericordia, vida, paz, salud, salvación
y por el perdón de los pecados del siervo de Dios, N..
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Te pedimos también, oh Señor, escuchar nuestra petición y ten
piedad de Tu siervo N.. En Tu gracia y amor, cumple con sus peticiones, y
perdona todos sus pecados, sean voluntarios o involuntarios. Acepta su
sacrificio de alabanza sobre Tu celestial altar; protégele de todo enemigo
visible e invisible; líbrale de toda miseria, enfermedad y aflicción; concédele
salud y largura de días, te rogamos, oh Señor, escúchanos y ten piedad.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Mira, oh Soberano, Amante de la humanidad, con Tu ojo
misericordioso, a Tu siervo N., y escucha nuestra súplica que es ofrecida con
Fe, porque Tú mismo dijiste: "Todas las cosas cualquiera que piden en
oración, crean que serán recibidas y que serán hechas para ustedes; y
también: "Pedid, y se os dará." Por lo tanto, aunque indignos, nosotros
esperando aún Tu misericordia, Te pedimos: Concede Tu bondad a Tus
siervo N., y cumple sus buenos deseos, presérvale todos sus días pacífica y
tranquilamente en salud y largura de días: prontamente escúchanos y
bondadosamente ten piedad.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).
Diácono: Roguemos también por el pueblo aquí presente que espera de Ti
la gran y abundante misericordia, por todos los hermanos y por todos los
Cristianos.
Coro: Señor, ten piedad. (tres veces).

Sacerdote: Escúchanos, Dios salvador nuestro, esperanza de aquellos que


moran en los confines de la tierra y de los que están lejos sobre el mar, se
indulgente, oh Señor, con nuestros pecados y ten piedad de nosotros, pues tú
eres un Dios lleno de misericordia y de amor por la humanidad, y te
glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos.
Coro: Amén.

Después de la Ectenia, se dice una oración para quien el moleben es oficiado.

Diácono: A la Santísima Madre de Dios, roguemos.


Coro: ¡Oh Santísima Madre de Dios, Sálvanos!

La Oración

Sacerdote: Benditísima Reina mía, oh Madre de Dios esperanza mía,


refugio de los huérfanos e intercesora de los forasteros. Alegría de los
apenados, Protectora de los agraviados, Tú ves mi congoja, conoces mi
aflicción. Ayúdame porque estoy indefenso, guíame porque soy forastero y
resuélvelo como Tú quieras, pues no tengo otro auxilio más que Tú, ni otra
Intercesora, ni Consuelo Benigno, solamente a Ti, oh Madre de Dios, para
poder defenderme y protegerme, por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.

Diácono: Sabiduría.
Sacerdote: Santísima Madre de Dios, sálvanos.
Coro: Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente más
gloriosa que los Serafines, a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y
que verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.
Sacerdote: Gloria a Ti, Cristo Dios, esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén. Señor ten piedad (3 veces) Bendice.

Sacerdote: Cristo, verdadero Dios nuestro, por las oraciones de su


Purísima Madre, y de nuestro Santo Padre Juan Crisóstomo, Arzobispo de
Constantinopla, y de San N., de los santos y justos progenitores de Dios
Joaquín y Ana, y de todos los santos, tenga piedad de nosotros y nos salve,
porque es bueno y amante de la humanidad.
Coro: Amén.

Y si va a ser cantado “Por Muchos Años”:


Diácono: Concede, oh Señor, una vida próspera y pacífica, salud y
salvación y éxito en todas las cosas, a Tu siervo N., y presérvales por muchos
años.
Coro: ¡Por muchos años! (Tres veces).

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