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a la
Santísima Madre de Dios
y Siempre Virgen María
Diócesis de Sudamérica
Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exterior
(ROCOR)
Diakonía Ortodoxa de San Germán de Alaska
Moleben Y Akafist
A la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen
María.
El sacerdote, revestido de Epitrajil, puños, felonio, y de klobuk, kamelafka o mitra (si
usa), y el diácono revestido con todos sus ornamentos, comienzan:
Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3
veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona
nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh,
Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga
Tu Reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en
tentación, más líbranos del maligno.
Salmo 142
Señor, escucha mi oración, advierte mi súplica en Tu verdad, escúchame en
Tu justicia. Y no entres en juicio con Tu siervo, pues no será justificado, ante
Tu faz, ningún viviente. Porque el enemigo ha perseguido a mi alma, ha
humillado hasta la tierra mi vida. Me colocó en tenebrosidades, como a
muertos desde hace siglos y mi espíritu cayó en acedía. En mí se turbó mi
corazón. Recordé días antiguos y medité en todas Tus obras, medité en las
hechuras de Tus manos. Extendí mis manos hacia Ti, mi alma es como tierra
sedienta de Ti. Señor escúchame pronto, ha desfallecido mi espíritu. No
apartes de mí Tu rostro y me asemeje a los que descienden al foso. Hazme oír
temprano Tu misericordia, pues en Ti he esperado, manifiéstame el camino
en que he de andar, pues a Ti he levantado mi alma. Arráncame de mis
enemigos, Señor, pues en Ti me he refugiado, enséñame a hacer Tu voluntad,
pues Tú eres mi Dios, Tu Espíritu bueno me guiará en tierra recta. Por Tu
Nombre, Señor, me vivificarás en Tu justicia sacarás a mi alma de la
tribulación y en Tu misericordia exterminarás a mis enemigos, y perderás a
todos los que atribulan a mi alma pues yo soy Tu siervo.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén. Aleluya, aleluya, aleluya, gloria a Ti, oh Dios (3
veces).
Gran Letanía
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
En Tono 4
Aunque indignos no cesaremos / de proclamar Tu poder, Oh Madre de Dios/
porque si Tú no intercedes con Tus súplicas / ¿quién nos librará de los
peligros?/ ¿y quién nos preservará en libertad? Nunca nos alejaremos de Ti/
porque tú siempre has librados del maligno a Tus siervos.
Luego:
Coro: Salva a Tus fieles de la destrucción, oh Santísima Madre de Dios,
porque nosotros fervientemente, después de Dios, nos refugiamos en ti,
como muralla inalcanzable e intercesora.
Míranos con amorosa bondad, oh alabadísima Madre de Dios, a mi cruel
sufrimiento corporal, y cura la enfermedad de mi alma.
Luego:
Coro: Salva a Tus fieles de la destrucción, oh Santísima Madre de Dios,
porque nosotros fervientemente, después de Dios, nos refugiamos en ti,
como muralla inalcanzable e intercesora.
Pequeña Letanía
Dedicatoria
Prólogo
I
Un Príncipe de los ángeles es enviado desde los Cielos para decir a la Madre
de Dios: "Alégrate." Cuando Te contempla, oh, Señor, asumiendo un cuerpo,
exulta y queda asombrado, y con voz inmaterial la aclama:
II
La Virgen desea comprender lo incomprensible e interroga al enviado:
"¿Cómo puede nacer un hijo de mis castas entrañas? Dímelo." El ángel
responde con temor, aclamándola:
III
Habiendo recibido a Dios en su seno, la Virgen se apresura a visitar a Isabel.
Su bebé, reconociendo el saludo de María, enseguida se alegra y salta de
júbilo, aclamando a la Madre de Dios:
IV
Los pastores oyen cantar a los ángeles la presencia del Cristo encarnado.
Corriendo como hacia su Pastor, Lo contemplan como un Cordero
inmaculado, alimentado por el seno de María, a quien cantan este himno:
VI
Haciendo brillar en Egipto la luz de la Verdad, disipaste las tinieblas del
error. Los ídolos de este país no soportan tu potencia, oh, Salvador, y se
derrumban, y los que se libran de ellos claman a la Madre de Dios:
Alégrate, elevación de los hombres
VII
Nos muestra el Creador una nueva creación, manifestándose a nosotros, sus
criaturas. Germinando en un seno sin simiente, lo conservó intacto para que
al considerar tal maravilla cantemos aclamándola:
VIII
Por condescendencia divina, el Verbo Se hace presente a los de la tierra sin
alejarse de los Cielos y sin transferirse de un lugar a otro. Nace de una
Virgen, llena de Dios, a la que aclamamos:
IX
Vemos a los habladores mudos como peces ante ti, oh Madre de Dios,
incapaces de decir cómo pudiste conciliar la virginidad y la maternidad.
Nosotros, admirando el Misterio, te aclamamos llenos de fe:
X
Eres muralla para las vírgenes, oh Madre de Dios y Virgen, y para todos los
que corren hacia. Pues el Creador del Cielo y de la tierra te cubre con su
sombra, oh Inmaculada, habita en tu seno y a todos enseña a decir:
XI
Vemos a la Virgen santa como una llama que ilumina a quienes están en las
tinieblas. Su luz inmaterial conduce a todo hombre al conocimiento divino.
Esplendor que ilumina la inteligencia, está honrada por esta aclamación:
Queriendo perdonar las deudas antiguas, El que perdona las deudas de todos
los hombres viene hacia ellos, alejados de su gracia. Cuando rompe el acta de
crédito, nos oye aclamarlo: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya.
XII
Nosotros cantando tu maternidad, te alabamos, oh Madre de Dios, como a
un templo vivo. Pues habitando en tu seno, el Señor que tiene en su mano
todo el universo te santifica y te glorifica y nos enseña a aclamarte:
XIII
Oh Madre digna de toda alabanza, tú que pariste al Verbo más Santo que
todos los santos, recibe hoy nuestra ofrenda, líbranos de toda desgracia y del
castigo que amenaza, y preserva a los que aclaman juntos: ¡Aleluya!
Coro: Aleluya (3 veces).
Kontakion 1
Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc. 1, 39-49, 56)
Coro: Gloria a Ti, Señor, gloria a Ti.
Lector: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3
veces).
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona
nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh,
Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu nombre.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga
Tu Reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan
sustancial nuestro, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en
tentación, más líbranos del maligno.
La Ectenia
La Oración
Diácono: Sabiduría.
Sacerdote: Santísima Madre de Dios, sálvanos.
Coro: Tú eres más venerable que los Querubines e incomparablemente más
gloriosa que los Serafines, a ti que sin mancha diste a luz al Verbo de Dios y
que verdaderamente eres la Madre de Dios, te magnificamos.
Sacerdote: Gloria a Ti, Cristo Dios, esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén. Señor ten piedad (3 veces) Bendice.