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Distribución:
Séptima Reunión del Comité Intersesional del Limitada
Foro de Ministros de Medio Ambiente UNEP/LAC-IC.7/Inf.4/Add.1
de América Latina y el Caribe Miércoles 15 de mayo de 2002
Original: Español
Sao Paulo, BRASIL
15 al 17 de mayo de 2002
MANIFIESTO
Introducción
1. La crisis ambiental es la crisis de un modelo depredador de la naturaleza y de las
culturas. La trama de certezas y predicciones de la racionalidad científica construyó una
concepción del mundo homogeneizadora y una forma de ser en el mundo donde no cabrían
otros mundos, otros saberes, otros desarrollos, otras culturas. En este modelo de
conocimiento fraguó la ciencia económica, colonizada por el mecanicismo y el determinismo.
La crisis ambiental es una crisis de nuestro tiempo, donde se expresan los límites de la
racionalidad de la modernidad en los desajustes de los procesos de co-evolución entre
naturaleza y sociedad. La crisis ambiental es un hecho histórico generado por la
incompatibilidad entre crecimiento económico y los patrones tecnológicos dominantes con la
trama de la vida en el planeta. La degradación ecológica acelera la entropía en el planeta
como un hecho antrópico y no natural.
2. La historia del concepto de desarrollo sustentable lo muestra como concepto equívoco y
polisémico que revitaliza el viejo rito desarrollista y promueve la falacia de un crecimiento
económico ilimitado sobre la naturaleza limitada del planeta. Por el contrario, el concepto de
sustentabilidad, reconociendo los límites de la naturaleza, puede ayudarnos a definir una
nueva visión y una nueva comprensión del mundo para enfrentar los enormes desafíos de la
humanidad. El cambio fundamental que necesitamos no corresponde solo a los campos de
la tecnología, la política o la economía, sino al de nuestras creencias que determinan el
mundo que habitamos. Debemos cambiar las concepciones dominantes de la racionalidad
económica y tecnológica que intentan legitimar procesos de dominación, insustentabilidad
ecológica e inequidad social.
3. En el devenir de la humanidad, el ser moral debe entenderse como un estadio superior al
ser racional, en el cual el hombre llega a tomar conciencia y responsabilidad sobre su propio
yo en la deliberación de lo justo y lo bueno de sus actos hacia sí mismo, hacia los otros y
hacia la naturaleza. La ética se convierte así en un soporte existencial de la conducta
humana y de la sustentabilidad de la vida.
4. La racionalidad instrumental, el individualismo competitivo y el interés práctico han
suplantado en la modernidad a la racionalidad sustantiva fundada en valores, el interés
común y la solidaridad. Es por ello necesario restablecer la conexión con la vida, recuperar
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Esta adición se presenta de conformidad con el párrafo 6 del documento UNEP-LAC-IC.7/Inf.4
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el tiempo de pensar y el tiempo de sentir. Reivindicar el derecho a disentir y alcanzar el bien
común reafirmando las diferencias.
5. La ética de la sustentabilidad debe enfrentar las dicotomías entre opulencia y miseria;
alta tecnología y hambre, sobre-explotación de los recursos y depauperación de miles de
millones de seres humanos; mundialización de mercados, marginación económica y
exclusión social. La sustentabilidad de la vida en el planeta y los sentidos civilizatorios de la
humanidad no pueden ni deben restringirse y sujetarse a los designios de una globalización
económica, guiada por el interés individual, privado y de corto plazo.
6. Un conjunto de valores, principios y preceptos éticos ha movilizado las conciencias de los
seres humanos así como los criterios de toma de decisiones de los grupos de interés y las
políticas de los gobiernos a partir del primer Día de la Tierra en 1970; en el transcurso de la
Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en
1972 a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada
en Río de Janeiro en 1972; desde la Primavera Silenciosa, la Bomba Poblacional y los
Límites del Crecimiento; de las estrategias del ecodesarrollo a las políticas del desarrollo
sostenible. Este cuerpo de preceptos para la sustentabilidad comprende la revalorización de
la vida, la percepción del mundo como “una sola tierra” con un “futuro común” para la
humanidad, con base en una geopolítica fundada en “pensar globalmente y actual
localmente”; el principio precautorio ante la falta de certezas fundadas en el conocimiento
científico y el exceso de imperativos tecno-económicos; la responsabilidad colectiva con la
equidad social, la justicia ambiental y la calidad de vida de las generaciones presentes y las
futuras; la visión prospectiva de un futuro sustentable para la humanidad.
7. Los preceptos éticos de (para) la sustentabilidad, contenidos en los Principios de Río o en
la Carta de la Tierra, no han sido plenamente incorporados en la racionalidad dominante, ni
en las conciencias de actores sociales y tomadores de decisiones. Estos principios no se han
traducido en un cuerpo constituyente de normas para reorientar procesos económicos,
políticos y sociales.
8. En el proceso de Río+10 la economía se volvió ecológica, la ecología se volvió ecología
política, la diversidad cultural se volvió política de la diferencia. Las políticas liberales están
pasando de los modelos de democracia representativa hacia procesos de democracia
directa. La ética igualmente se está transmutando en una ética política; de la razón pura y
la razón práctica nos movemos hacia una economía moral y una ética para la conducción de
los procesos sociales hacia un futuro sustentable. De las fallas del principio de realidad y las
razones de fuerza mayor del Estado y del mercado, estamos recuperando el principio de
esperanza y el derecho a repensar el mundo para volver a hacer vivible la vida.
9. La formulación de una ética para la sustentabilidad es una tarea que demanda una
mirada retrospectiva a la genealogía de los valores que han servido de fundamento moral a
las acciones de la modernidad. Ni el individualismo y la competencia de la racionalidad
económica, ni la supremacía del conocimiento científico sobre los saberes no científicos, ni
la visión utilitarista de la tecnología son compatibles con los principios de la sustentabilidad.
Los principios de una ética para la sustentabilidad se expresan en nuevos valores: el
hombre solidario con el planeta; el bien común fundado en la gestión colectiva de los bienes
comunes de la humanidad; los derechos colectivos sobre los derechos privados; el ser antes
del tener; la distribución antes del crecimiento; abrir el porvenir ante el cierre de la historia.
10. La ética para la sustentabilidad es una ética de la diversidad y una política de la
diferencia imbricada con el ethos propio de diferentes visiones culturales. Esta ética no
puede constituirse en una serie de preceptos morales nugatorios de la condición humana. La
tendencia al gasto, sea éste ritual ó consumista, no se resuelve tan sólo con un control y la
auto-limitación del gasto exosomático. Reclama, por sobre todo, la constitución de un nuevo
modo de producción fundado en los potenciales de la naturaleza y de la cultura y no en las
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leyes ciegas, unívocas, hegemónicas y de corto plazo del mercado. Esta ética se funda en
una política de la diversidad, la diferencia, la otredad y la alternativa que persigue la
construcción de una nueva racionalidad, de una racionalidad ambiental, fundada una nueva
economía –moral, ecológica y cultural—como condición de su sustentabilidad.
11. La ética para la sustentabilidad toma cuerpo en un conjunto de preceptos y principios
para reorientar los comportamientos individuales y colectivos, así como las acciones
públicas y privadas hacia la sustentabilidad. Entre ellos identificamos los siguientes:
35. No contamos con ninguna concepción moral unitaria a partir de la cual podamos
calificar las acciones humanas en un mundo donde, por regla general, resultan favorecidas
las conductas regidas por la racionalidad económica e instrumental. Tampoco existe más la
sensibilidad para establecer la diferencia entre un comportamiento instrumental y otro
fundado en valores sustantivos e intrínsecos. La complejidad creciente del mundo moderno
ha erradicado la visión universal del bien o un principio trascendental de lo justo que sirva
de cimiento para el vínculo social. Sólo una ética aplicada puede asegurar la coexistencia
entre visiones rivales en un mundo constituido por una diversidad de culturas y diferentes
matrices de racionalidad, centradas en ideas divergentes del bien.
36. Si el mayor riesgo de las sociedades contemporáneas deriva del poder sobre las cosas y
el poder político que se ejerce sobre los seres humanos, es decir, de la dominación, la ética
para la sustentabilidad debe formular los principios para prevenir que cualquier bien social
sirva como medio de dominación. Existiendo diferentes bienes sociales, su distribución
configura distintas esferas de justicia, cada una de las cuales debe ser autónoma y dotada
de reglas propias. De esta complejidad de los bienes sociales nace la noción de equidad
compleja resultante de la intersección entre el proyecto de combatir la dominación y el
programa de diferenciación de esferas de la justicia.
37. Si la dominación es una de las formas esenciales del mal, abolirla es el bien supremo
porque significa desatar los nudos del pensamiento que nos someten a distintos dispositivos
de sojuzgamiento activados en ideologías, instituciones y poderes sociales. La lucha contra
la dominación es un proyecto moral cuyo núcleo consiste en cultivar una ética de las
virtudes que nos permita renunciar a los valores, sistemas de organización política y
artefactos tecnológicos que han servido a la dominación; y un proyecto cultural para
avanzar hacia la reinvención ética y estética de nuestra mente, de nuestros modelos
sociales, de las relaciones naturaleza-cultura, en fin, del estilo de vida dominante en esta
civilización.
38. La ética para la sustentabilidad es una ética de los derechos fundamentales predicables
que promueva la “dignidad humana”, como limite infranqueable de la vida en sociedad, una
ética solidaria que rebase el individualismo; una ética democrática participativa que
promueva el pluralismo, que reconozca las minorías y las proteja de los probables abusos
que las mayorías pueden causar. El bien común es asegurar la producción y procuración de
justicia para todos, dando a cada cual lo suyo. La ética de la justicia ambiental es la ética
del interés común.
47. El derecho inalienable de los pueblos indios y afro-descendientes a su ser cultural debe
llevar a una nueva ética de los derechos de los pueblos frente al Estado. Una ética que
permita recuperar identidades, volver a preguntarnos quienes somos, quienes creemos que
somos y quienes queremos ser. Una ética para mirar y volver a nuestras raíces. Una ética
para reconocernos y regenerar lazos de comunicación y solidaridad desde nuestras
diferencias y para no seguir atropellando al otro. Una ética que reestablezca la confianza
entre los hombres y entre los pueblos sojuzgados; que permita hacer reales los preceptos
de la Declaración de los Derechos Humanos.
Epílogo
57. La ética de la sustentabilidad es una ética del bien común. Este Manifiesto fue producido
en común para convertirse en un bien común. No es un producto acabado. Este manifiesto
no sólo pretende desafiar la cooptación de la ética por el interés y las razones de fuerza
mayor del poder, sino establecer preceptos y principios que estimulen un proceso de
formulación de un código de ética constitutivo y normativo de los procesos de construcción
de sociedades sustentables.
58. La ONU y los gobiernos deben dar a conocer y difundir esta nueva ética y buscar los
medios de que los organismos internacionales, los gobiernos nacionales, las instituciones
financieras y todos los seres humanos que habitan el planeta Tierra cumplan con un código
básico de principios éticos, procedimientos y conductas que garanticen la vida y orienten la
construcción de sociedades sustentables.
59. Firman este Manifiesto los 35 seres humanos participantes en el Simposio sobre Ética y
Desarrollo Sustentable, celebrado en Santafé de Bogotá los días 2-4 de Mayo de 2002: