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Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Antropología
Programa de Magíster en Antropologías Latinoamericanas

“Por el Derecho de Vivir en Paz”.


Políticas del olvido y Derechos Humanos vinculados al sitio de memoria en
honor a Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres personas no identificadas en la
Población Santa Olga de Lo Espejo

Tesis para optar al grado de Magíster en Antropologías Latinoamericanas


GONZALO PEÑA BARRIGA

Profesor guía – Leonardo Esteban Piña Cabrera, Antropólogo

Santiago, Chile
2019
Con especial cariño, con especial dedicación
A quienes me dieron la vida y a quienes me vieron crecer;
A mis amigos, a los conocidos, con quienes cada palabra compartida
Ha permitido generar un proceso de aprendizaje y crecimiento sincero

2
Resumen

La presente tesis propone comprender las formas en que son representados,


practicados y disputados los derechos vinculados al sitio de memoria donde
fueron encontrados los restos de Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres
personas no identificadas, en la población Santa Olga de la comuna de Lo
Espejo, en Santiago de Chile. Mediante la realización de un estudio
cualitativo basado en el método etnográfico, entre los años 2017 y 2018 se
procuró observar la puesta en diálogo de las diferentes comprensiones de los
Derechos Humanos y políticas del olvido por parte de poblaciones no
domiciliadas y organizaciones sociales locales, instituciones de Estado y
privados presentes en el lugar. De esta forma, el estudio buscó ser
constructivo respecto a: uno, el silenciamiento con el que se ha tratado a las
temáticas de memoria y derechos en Chile por parte de instituciones de
Estado; dos, la dinámica de exclusión domiciliocéntrica en la que se
circunscriben e imaginan los derechos humanos; tres, el derecho a la
memoria sobre la violencia política y el derecho de vivir en paz por parte de
las organizaciones domiciliadas y quienes habitan en el lugar,
respectivamente; y, cuatro, la posibilidad de construir un diálogo, literal y
metafórico, entre las organizaciones domiciliadas y las personas sin domicilio
que allí viven.

Palabras Clave: Derechos y derechos humanos – Políticas del olvido –Situación de calle
– Población con y sin techo.

3
ÍNDICE DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 9
ANTECEDENTES DEL SITIO DE MEMORIA ................................................... 12
ESTADO DEL ARTE ......................................................................................... 16
Dentro de la frontera nacional ..................................................................... 16
Fuera de la frontera nacional ...................................................................... 21
MARCO TEÓRICO ............................................................................................ 27
Acerca de Derechos Humanos y memorias............................................... 27
Acerca del derecho de vivir en paz............................................................. 31
Acerca del tratamiento de la marginalidad y el domiciliocentrismo ....... 36
De pobreza, su etnologización y el estatocentrismo .............................................. 36
Del domiciliocentrismo como etnocentrismo de la tribu asentada ......................... 38
Acerca de la relación entre domiciliocentrismo y las políticas del olvido
....................................................................................................................... 40
De la situación de contacto: fronteras, violencia y derechos .................. 41
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA .............................................................. 46
Hipótesis ....................................................................................................... 46
Pregunta rectora de investigación .............................................................. 46
Objetivo general ........................................................................................... 47
Objetivos específicos de investigación ..................................................... 47
Objetivo referente a propuesta de acción (metodología IAP) .................. 47
Justificación teórica ..................................................................................... 47
Justificación social ...................................................................................... 48
Justificación ética ........................................................................................ 48
ESTRATEGIA METODOLÓGICA ..................................................................... 50
Carácter del estudio y enfoques metodológicos ...................................... 50
Técnicas y pertinencia ................................................................................. 51
Delimitación muestral .................................................................................. 53
PRIMER CAPÍTULO DE RESULTADOS. EL SITIO DE MEMORIA EN HONOR
A VÍCTOR JARA, LITTRÉ QUIROGA Y OTRAS TRES PERSONAS NO
IDENTIFICADAS ............................................................................................... 54
De la llegada al sitio y el acercamiento a la problemática de
investigación ................................................................................................ 55
Primer acercamiento. La Ruta de la memoria ....................................................... 55
Segundo acercamiento. El carnaval anual por la memoria de Víctor Jara y Littré
Quiroga ....................................................................................................................... 58

4
Detrás del muro: el lugar de la apropiación cotidiana del espacio por
parte de las personas en situación de calle .............................................. 62
De la llegada a los rucos ........................................................................................ 63
Acerca del problema de investigación hasta ese momento .................... 67
SEGUNDO CAPÍTULO DE RESULTADOS. LA INTERVENCIÓN SOBRE EL
SITIO DE MEMORIA ......................................................................................... 68
La hoja de ruta .............................................................................................. 69
Lunes 20 de noviembre de 2017 ........................................................................... 69
Sábado 25 de noviembre de 2017 ......................................................................... 72
Martes 28 de noviembre de 2017 .......................................................................... 74
Miércoles 29 de noviembre de 2017 ...................................................................... 74
Viernes 1 de diciembre de 2017 ............................................................................ 74
Lunes 4 de diciembre de 2017 ............................................................................... 75
Martes 12 de diciembre de 2017 ........................................................................... 76
Jueves 14 de diciembre de 2017 ........................................................................... 77
Domingo 17 de diciembre de 2017 ........................................................................ 77
Miércoles 20 de diciembre de 2017 ....................................................................... 78
Viernes 29 de diciembre de 2017 .......................................................................... 78
Jueves 4 de enero de 2018 ................................................................................... 80
Miércoles 10 de enero de 2018 ............................................................................. 81
Jueves 18 de enero de 2018 ................................................................................. 85
Lunes 22 de enero de 2018 ................................................................................... 87
Sábado 27 de enero de 2018 ................................................................................ 89
Acerca del periodo de tiempo comprendido entre febrero y mayo. ........ 89
Las distintas temporalidades encarnadas en el sitio de memoria .......... 92
Acerca del problema de investigación hasta ese momento .................... 97
TERCER CAPÍTULO DE RESULTADOS. POLÍTICAS DEL OLVIDO Y
DERECHOS HUMANOS ................................................................................... 98
Primer encuentro .......................................................................................... 98
Segundo encuentro .................................................................................... 102
De las políticas del olvido, fronteras y heterogeneidad. Los enfoques de las
organizaciones domiciliadas y las políticas de representación mediática ................ 104
De violencia y domiciliocentrismo. Deslegitimación municipal hacia los derechos
otros .......................................................................................................................... 108
Reflexiones sobre los dos encuentros: fronteras, violencias y derechos
..................................................................................................................... 114
Derechos humanos y derechos humanos otros. La naturaleza y las
personas en situación de calle como sujetos válidos ........................... 117
Sobre la figura de Víctor Jara en el marco de los últimos
acontecimientos......................................................................................... 123

5
Antropologías compartidas: respecto al trabajo etnográfico con
temáticas de derechos humanos ............................................................. 125

CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES .............................................. 127


Sobre los derechos humanos otros y el derecho de vivir en paz ......... 131
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................... 134
ANEXOS .......................................................................................................... 145

6
ÍNDICE DE FIGURAS

FIGURA 1. CARTOGRAFÍA ADJUNTA A DECLARATORIA DEL MONUMENTO


HISTÓRICO ................................................................................................................ 13
FIGURA 2. FOTOGRAFÍA PANORÁMICA DEL SITIO DE MEMORIA .............................. 14
FIGURA 3. FOTOGRAFÍA PANORÁMICA DEL LUGAR ................................................... 56
FIGURA 4. FOTOGRAFÍA DE CIERRE DE ACTIVIDAD POR LA MEMORIA .................. 58
FIGURAS 5 Y 6. COMPARACIÓN SATELITAL DEL LUGAR ........................................... 59
FIGURA 7. VISTA PANORÁMICA DEL LUGAR EN PLENO CARNAVAL ........................ 60
FIGURA 8. INVERTIR LA MIRADA: EL MEMORIAL VISTO DESDE LA ENTRADA A LOS
RUCOS. ...................................................................................................................... 62
FIGURA 9. MIRANDO DE SUR A NORTE: LA CERCA ROTA Y LOS ESCOMBROS EN
EL SITIO ..................................................................................................................... 64
FIGURA 10. INTERVENCIÓN SOBRE EL SITIO DE MEMORIA ...................................... 72
FIGURA 11. MURAL EN HONOR A LITTRÉ QUIROGA Y VÍCTOR JARA ....................... 78
FIGURA 12. SITIO DE MEMORIA UTILIZADO COMO BOTADERO DE ESCOMBROS .. 83
FIGURA 13. CONTROL POLICIAL A LA EMPRESA INTERVINIENTE ............................ 84
FIGURAS 14, 15, 16 Y 17. COMPARACIÓN SATELITAL DE LOS TRABAJOS EN EL
SITIO: NOVIEMBRE-DICIEMBRE. ............................................................................ 86
FIGURA 18. UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE
CALLE EN EL SITIO .................................................................................................. 99
FIGURA 19. ESCUELA Y FUNDACIÓN PRESENTES EN EL SITIO. ............................. 102
FIGURA 20. EL PUNTO DE PRENSA Y EL RUCO SUR ................................................ 104
FIGURA 21. CHILEVISIÓN NOTICIAS APUNTA SU CÁMARA EN LA DIRECCIÓN
SOLICITADA POR HM ............................................................................................. 105
FIGURA 22. FOTOGRAFÍA DE CIERRE DE LA ACTIVIDAD ......................................... 106
FIGURA 23. POLÍTICA DE LA REPRESENTACIÓN POR PARTE DE CHV NOTICIAS 107
FIGURA 24. DESALOJO EN SITIO DE MEMORIA ......................................................... 109
FIGURA 25. VISIÓN EN ALTURA DEL LUGAR TRAS EL DESALOJO DEL RUCO ...... 110
FIGURA 26. MUNICIPALIDAD DE LO ESPEJO DESTRUYENDO RUCO EN EL SITIO DE
MEMORIA ................................................................................................................ 112
FIGURA 27. TRABAJADORES MUNICIPALES TOMANDO REFRESCOS
ACOMPAÑADOS POR CARABINEROS TRAS DESCENDER DE LA
RETROEXCAVADORA ............................................................................................ 113
FIGURA 28. EXTRACTO DEFENSA JUDICIAL MUNICIPALIDAD DE LO ESPEJO ...... 119
FIGURA 29. UNA DE LAS DOS PERSONAS HABITANTES DEL RUCO DESTRUIDO
POR LA MUNICIPALIDAD ....................................................................................... 129

7
ÍNDICE DE ANEXOS

ANEXO I. DECLARATORIA DEL LUGAR COMO MONUMENTO HISTÓRICO ............. 146


ANEXO II. DENUNCIA SITUACIÓN EN SITIO DE MEMORIA AL CONSEJO DE
MONUMENTOS NACIONALES ....................................................................................... 147
ANEXO III. CORREO FUNDACIÓN VÍCTOR JARA CONVOCANDO PUNTO DE PRENSA
EN SITIO DE MEMORIA .................................................................................................. 148
ANEXO IV. CORREOS DIRIGIDOS A FUNDACIÓN VÍCTOR JARA PARA ARTICULARSE
CON ESCUELA ARTÍSTICA COMUNITARIA .................................................................. 149
ANEXO V. CORREO QUE INFORMA A FUNDACIÓN VÍCTOR JARA Y ESCUELA
ARTÍSTICA COMUNITARIA DE LA SITUACIÓN OCURRIDA TRAS SU RETIRADA DEL
SITIO DE MEMORIA ........................................................................................................ 150
ANEXO VI. EXTRACTO DE PRESENTACIÓN ALCALDE DE LO ESPEJO: DISCULPAS
PÚBLICAS ........................................................................................................................ 151
ANEXO VII. EXTRACTO PRESENTACIÓN ALCALDE DE LO ESPEJO: SOLUCIONES
OFRECIDAS NO CONTEMPLAN LAS PERSPECTIVAS DE LAS ORGANIZACIONES
SOCIALES ....................................................................................................................... 152
ANEXO VIII. CORREO [EXTRACTO] DIRIGIDO A CG CON ANTECEDENTES PARA
DISCUSIONES EN EL CONGRESO Y CONVOCATORIA DE PUNTOS DE PRENSA .. 153

8
INTRODUCCIÓN

La presente tesis trata sobre derechos humanos (DD.HH.). Enmarcada en el sitio


de memoria donde fueron encontrados los cuerpos de Víctor Jara, Littré Quiroga y
otras tres personas no identificadas en la comuna de Lo Espejo, considera tres
caras. En primer lugar, la referente a la apropiación material y simbólica del lugar
por parte de las personas en situación de calle (en adelante PSC) que viven en él.
En segundo lugar, la que dice relación con el trabajo realizado por dos
organizaciones domiciliadas que ahí interactuan: la Escuela Artística Comunitaria
y la Fundación Víctor Jara. Y en tercera instancia, la vinculada con la intervención
del sitio de memoria por parte de empresas privadas que, autorizadas por la
Municipalidad de Lo Espejo, depositaron toneladas de escombros provenientes de
la construcción de un centro comercial en Peñalolén, sobre más del 60% del área
declarada como Monumento Histórico Nacional.

En este sentido, se plantea que las distintas partes involucradas en la apropiación


material y simbólica del sitio de memoria encarnan concepciones y movilizan
encuentros y des-encuentros que pueden ser leídos en clave de disputas entre
distintos tipos de DD.HH. Mientras las PSC del sitio representan lo que podría
denominarse el derecho de vivir en paz, en alusión a la homónima creación del
cantautor Víctor Jara, las organizaciones domiciliadas enarbolan como legítimo el
derecho a la memoria sobre la violencia política. A su vez, la contraparte privada
ejerce el derecho a la propiedad, cuya primacía constitucional terminará por
eclipsar los DD.HH. asociados a los dos grupos anteriormente mencionados.

A partir de aquella base, el punto de vista planteado en esta tesis considera que el
debate sobre la temática de los derechos humanos se ha restringido a una
predominante asociación de ella con la memoria sobre las violaciones realizadas
en contexto de dictadura, en desmedro de su entendimiento como una cuestión
más amplia y referida, por lo tanto, a otras poblaciones y a su diversidad. Esta
situación termina por eclipsar el lugar que debería tener en el debate la existencia
de derechos otros, configurándose a las PSC como una de las principales
poblaciones afectadas en el contexto de la lucha por sociedades más humanas y
democráticas.

De este modo, y mediante el empleo de la observación participante, de la


entrevista en profundidad y de la conversación informal –todas técnicas
englobadas dentro de un enfoque cualitativo de tipo etnográfico–, el estudio se
planteó como objetivo general comprender las formas en que son representados,
practicados y disputados los derechos vinculados al sitio de memoria ya
identificado, por parte de las poblaciones no domiciliadas y organizaciones locales,

9
instituciones de Estado y entes privados que ahí interactúan. Además de ello, y en
el marco del enfoque metodológico de la Investigación-Acción Participativa, el
estudio se propuso generar instancias de encuentro y reflexión que
problematizarán los distintos sentidos y representaciones realizadas por parte de
los diferentes actores involucrados.

El documento se estructura en nueve secciones, organizadas en dos áreas


generales. En la primera sección –antecedentes del lugar–, se presentan los
principales datos de contexto respecto al sitio de memoria. En la segunda sección
se realiza un paneo general sobre la relación teórica entre DD.HH., memorias y
domiciliocentrismo, con el fin de plantear lo que se vislumbra como la brecha
teórica que esta tesis pretende llenar. En la tercera sección se aborda el marco
teórico, que comprende los principales conceptos utilizados para sustentar la
discusión de resultados: domiciliocentrismo, estatocentrismo, límites, políticas del
olvido y derecho de vivir en paz. En la cuarta sección se plantea el problema de
investigación en sus distintas aristas, mientras que en la quinta se dispone del
marco metodológico, apartado en que se expone la estrategia utilizada para el
levantamiento y tratamiento de la información recogida. Estas cinco primeras
secciones constituyen el cuerpo introductorio del escrito.

Las siguientes cuatro secciones corresponden al cuerpo de resultados. Las


primeras tres los discuten disponiendo cronológicamente los principales hallazgos
referentes a las disputas por los DD.HH. que cada parte involucrada en el sitio
enarbola como legítimos, constituyendo políticas del olvido que eclipsan a quienes
son considerados distintos a la vez que desiguales. El noveno capítulo, en tanto,
está dedicado a conclusiones y reflexiones finales, que giran sobre seis puntos:

1).- Que estamos frente a una dinámica de exclusión domiciliocéntrica y


estatocéntrica en la que se circunscriben e imaginan los derechos humanos.

2).- Que ello se tradujo en situaciones de violencia simbólica y física hacia quienes
son pensados y practicados como distintos y desiguales.

3).- Que poner el énfasis en el eclipsamiento de lo que se plantean como derechos


humanos otros no puede caer en el equívoco de volver a reproducir tal
invisibilización inversamente, es decir, deslegitimar el derecho a la memoria sobre
la violencia política reivindicado por las organizaciones domiciliadas.

4).- Que frente a ello, se encuentra la interesante posibilidad de construir un


diálogo, literal y metafórico, entre las organizaciones y poblaciones domiciliadas
locales y extralocales y las personas sin domicilio que viven en el sitio.

10
5).- Que aquel diálogo permitió, al menos entre las organizaciones domiciliadas
que trabajan activamente sobre el sitio y las PSC, tensionar los límites de las
políticas del olvido que atraviesan las distintas nociones sobre los derechos
humanos.

6).- Que en base a las experiencias vividas a lo largo del trabajo de campo, se
llega a la conclusión de que el derecho de vivir en paz es la garantía humana que
permite la introducción a, preparación para y legitimación de, las distintas formas
de vida social, no jerarquizando las de ciertos grupos humanos por sobre las de
otros.

11
ANTECEDENTES DEL SITIO DE MEMORIA

El lugar de memoria de acuerdo a esta tesis guarda estrecha relación con los
imaginarios colectivos de la violencia política ejercida en el periodo de la dictadura
cívico-militar chilena, comprendida entre los años 1973 y 1990. En palabras de los
pobladores1 del lugar, el memorial en honor a Víctor Jara, Littré Quiroga y las otras
tres personas no identificadas que ahí se encontraron, se busca configurar como
un sitio de recuerdo y crítica al terror de Estado generado en el periodo dictatorial:

“En el perímetro del sector norponiente del cementerio metropolitano, la madrugada


del 16 de Septiembre [de 1973], en la calle Chihuahua con Avenida La Feria, se
produce un reconocimiento de cuerpos por los pobladores. Ellos identifican a Littré
Quiroga, Víctor Jara y otros cuerpos. Los vecinos que los reconocen son los
encargados de realizar las llamadas para solicitar la concurrencia del servicio
Médico Legal, quienes retiran los cuerpos. A partir del lugar, las organizaciones
sociales de la población establecen que los hechos son una estrategia de
propaganda y de acciones que tienen el efecto de promover el miedo y el terror en
la población chilena. A lo largo de los años en este lugar se realizan una serie de
actividades, entre las cuales se destacan ciertos actos y romerías de diversos
actores sociales, culturales y políticos de la comuna, donde se cuentan
conmemoraciones y carnavales culturales con propuestas innovadoras y enfoques
comunitarios” (Grabación de Gonzalo Peña – Acto de cierre del Carnaval por la
Memoria. Memorial de Lo Espejo, Septiembre de 2017).

Este sitio de conmemoración de los sucesos de violencia política de la nación no


ha sido pensado ni en su diseño ni en su concepción en diálogo con las personas
en situación de calle. Sin embargo, como es el caso de esta investigación, ellas
realizan una apropiación territorial del espacio cercano a la placa conmemorativa
del lugar: viven dentro del área delimitada como Monumento Histórico por el
Consejo de Monumentos Nacionales (Decreto del Ministerio de Educación No. 586
del 29.12.2015, véase Anexo I).

Según la declaratoria del lugar, el propietario del espacio es el Cementerio


Metropolitano. De acuerdo a la misma, la superficie delimitada dentro del margen
en rojo en Figura 1 (dispuesta a continuación) comprende una extensión de
16.772,33 m2, es decir, aproximadamente 1.6 hectáreas. El tipo de uso del suelo –
tanto el original como actual– es tipologizado como “sin uso/eriazo”2, lo que da

1
Desde la perspectiva de Zenteno, los pobladores son quienes realizan “una apropiación de un
espacio determinado de la ciudad, desde donde se generan diversas dinámicas colectivas que
apuntan a la integración de estos en términos políticos y económicos” (Zenteno, 2016, p. 1). Esta
definición otorga un matiz amplio al concepto de poblador al hablar de apropiación espacial, en vez
de domiciliación, pudiendo estar aquél sujeto situado a ambos lado de la frontera con y sin techo.
2
De acuerdo al Artículo 81 de la nueva Ley General de Urbanismo y Construcciones, la existencia
de sitios eriazos conlleva un “deterioro progresivo de un sector o barrio” (Ley Chile, 2018). Dicha
frase se encuentra en directa relación con el derogado Decreto Ley 959 de 1975, que señalaba que

12
cuenta de poca o nula inversión de recursos fiscales y/o privados en materia de
protección y visibilización del sitio de memoria previo al año 2015.

Figura 1. Cartografía adjunta a declaratoria del Monumento Histórico

Fuente: Consejo de Monumentos Nacionales (2018).

Que el lugar haya sido declarado el 29 de diciembre de 2015 como Monumento


Histórico tiene una serie de implicancias legales en lo que respecta a las lógicas
con las que se trata al Patrimonio en Chile. La Ley 17.288 (promulgada por el
Ministerio de Educación) es la encargada de normar el tratamiento de los
Monumentos Nacionales en Chile. Su artículo 1° señala que son Monumentos
nacionales:

“Los lugares, ruinas, construcciones u objetos de carácter histórico o artístico (…),


cuya conservación interesa a la historia, al arte o a la ciencia; los santuarios de la
naturaleza; los monumentos, estatuas, columnas, pirámides, fuentes, placas,
coronas, inscripciones y, en general, los objetos que estén destinados a permanecer
en un sitio público, con carácter conmemorativo. Su tuición y protección se ejercerá
por medio del Consejo de Monumentos Nacionales, en la forma que determina la
presente ley” (Congreso Nacional, 2017, p. 1)

Sin embargo, esta tutela está lejos de ubicar centralmente al ejercicio de defensa
de una serie de derechos humanos, culturales y sociales que podrían estar
vinculados a la declaración de un Monumento Histórico como tal. Ello es apuntado
por uno de los trabajadores del Consejo de Monumentos Nacionales (en adelante
CMN), encargado de velar por la protección del sitio de memoria que nos convoca
en esta tesis. Él establece un marco de contextualización donde explicita el ligero
peso legal que tiene la Ley de Monumentos Nacionales, en el marco de la
Constitución chilena actual:

aquellos lugares “constituyen normalmente centros de reunión y utilización por delincuentes, son
lugares antihigiénicos y tienen mala presentación que no es consecuente con el deseo de todo
ciudadano de vivir en zonas limpias, seguras y bien presentadas” (Ley Chile, 1975). La lectura
estatal que se realiza sobre las personas que hacen uso de estos lugares es, en consecuencia,
altamente aislacionista.

13
“El CMN tiene una figura de supervigilancia. En ese sentido no tiene la capacidad ni
de expropiar, ni de obligar al propietario de un Monumento Histórico, ni la capacidad
de disponer libremente de ese Patrimonio. Por un tema muy sencillo: la Ley de
Monumentos Nacionales se subordina a la Constitución política, por tanto el Artículo
19 del Derecho a la Propiedad subordina a la acción de la Ley que protege el
Patrimonio. En el fondo: la propiedad privada, el derecho a la propiedad privada está
por sobre el derecho al patrimonio, está por sobre otros derechos que no sean
económicos (…). [Por ende], hay una tensión que no está resuelta en la ley, entre el
patrimonio común y el bien común con la propiedad privada” (PS, comunicación
personal, 26 de marzo de 2018).

En este sentido, distintos niveles de derechos confluyen y se disputan en el lugar:


por una parte, el referente al derecho a la memoria sobre la violencia política
(reivindicado principalmente por organizaciones domiciliadas tales como la
Fundación Víctor Jara o la Escuela Artística Comunitaria3) y, por la otra, el
relacionado con el derecho de vivir en paz, que nace de la experiencia cotidiana
de vida en la calle. En ocasiones, las posturas domiciliadas tienden a eclipsar a los
posicionamientos no domiciliados, como puede ser leído a través de la retórica de
la Fundación Víctor Jara (2018b) al hablar sobre las PSC como “oscuros
habitantes permanentes del espacio”, en referencia a la ocupación no domiciliada
de la entrada que da acceso al Estadio Víctor Jara.

A continuación (véase Figura 2), se presenta una fotografía panorámica del área:
a la izquierda, la Placa Conmemorativa que reza “Por el Derecho de Vivir en Paz”
y actividad organizada por la Escuela Artística Comunitaria; a la derecha, un muro
de tierra que da cuenta del inicio del lugar donde viven las PSC del sitio.

Figura 2. Fotografía panorámica del sitio de memoria

Fuente: Gonzalo Peña (2017).

3
Como se detallará en capítulos posteriores, se trabajó de manera cercana con aquellas
organizaciones. Ambas estuvieron presentes en el sitio de memoria en cuestión, realizando
trabajos vinculados a la difusión y visibilización del fuerte daño que sufrió el lugar tras el
arrojamiento indiscriminado de escombros, o realizando actividades culturales. Cabe destacar que
la Escuela Artística es la única organización local que ha tenido presencia sistemática en el lugar.

14
Es en este contexto donde la concepción jurídico-estatal del derecho a la
propiedad que la Constitución Política de la República enarbola como principio
rector, entra a complejizar aquel escenario: el sitio de memoria se ha visto
intervenido por empresas privadas desde noviembre de 2017 en adelante4 (El
Ciudadano, 2018; El Mostrador, 2018c; Fundación Víctor Jara, 2018; Radio
UChile, 2018), a través la deposición de toneladas de escombros “que han
terminado por cubrir más del 60% del área declarada como Monumento Histórico”
(Entrevista a PS, encargado de Patrimonio Histórico del CMN, 26 de marzo de
2018).

4
Distintos son los medios que han detallado a través de sus noticias aquél proceso (El Ciudadano,
2018; El Mostrador, 2018c; Fundación Víctor Jara, 2018; Radio UChile, 2018; entre otros).

15
ESTADO DEL ARTE

Los estudios que tratan acerca de la memoria vinculada a hechos de violencia


política y a DD.HH. en general se circunscriben, principalmente, a dos ejercicios:
el de recoger los testimonios de las personas que fueron afectadas directa e
indirectamente por aquellas dinámicas en períodos de genocidio (dictadura militar
en el caso chileno), y al de caracterizar las prácticas y representaciones realizadas
por personas y grupos respecto a las graves violaciones de derechos humanos
que han marcado sus trayectorias vitales. En primera instancia, se dispondrá de
un paneo por sobre trabajos antropológicos de corte etnográfico realizados en el
contexto nacional, para después tratar en una segunda instancia ciertos
documentos referentes a la pluralidad de abordajes antropológicos vinculados a
derechos humanos en el contexto latinoamericano.

Dentro de la frontera nacional

Referente al contexto nacional, el Instituto Nacional de Derechos Humanos ha


elaborado un catálogo bibliográfico titulado: “Memoria de Graves Violaciones a los
Derechos Humanos” (INDH, 2011). Este documento contiene referenciados más
de 650 estudios académicos sobre la temática. Dentro de ellos, doce se
encuentran rotulados dentro del área “Antropología”, entre los que únicamente
cinco de ellos destacan por su incorporación de algún enfoque de corte
etnográfico y/o con trabajo de campo efectivamente realizado. Estos trabajos son
de vital importancia en términos de la presente tesis, en cuanto hablan sobre la
tensión entre distintos tipos de derechos humanos, el uso y apropiación de los
sitios de memoria, y conflictos entre las distintas capas de memorias –concepto
que será abordado en el marco teórico, cuando se hable del derecho de vivir en
paz–. A continuación, se presentan lecturas y apreciaciones realizados por el autor
de esta tesis, respecto a estos últimos cinco trabajos:

v “Casi la verdad: silencios y secretos en la posdictadura del general Augusto


Pinochet en Chile”, de Marcia Esparza (2007). La autora examina
testimonios de militares y personal civil de inteligencia chilena procesados
por crímenes cometidos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-
1990). El objetivo principal es cuestionar el papel social que juega ese
silencio mermado tanto por la cultura militar, como por omisión testimonial
en la Comisión de la Verdad, detectando de esta manera patrones de
lealtad a las Fuerzas Armadas y el no reconocimiento de responsabilidades
de los delitos:

16
“Estos testimonios ponen a prueba de juicio las declaraciones militares
incluso a través del tiempo puesto que presentan patrones de silencio.
Esta ceguera cognitiva creada por el adiestramiento militar, tanto en
perpetradores como en testigos, no fue mencionada por la Comisión de la
Verdad. Esto merma la capacidad de reflexión y cuestionamiento,
impidiendo de este modo un paso a la reconciliación y la paz” (p. 140).

Los planteamientos de la autora respecto a la generación de una política del


silenciamiento pueden ser extrapolados a la forma en como las PSC que
viven en el sitio de memoria son excluidas de las representaciones que el
Estado realiza al abordar el lugar en cuestión. Ello, en la medida en que se
abre la posibilidad a la elaboración de patrones de silenciamiento que no
afectan únicamente al derecho a la memoria sobre la violencia política, sino
que también pueden ser potencialmente aplicados respecto al
mancillamiento de cualquier otro derecho que se vea eclipsado u ocultado.

v “Espacios de represión, lugar de memoria: el estadio Víctor Jara como


campo de detención y tortura masiva de la dictadura en Chile”, de Fuentes,
Sepúlveda y San Francisco (2009). A través de una “Arqueología de la
Dictadura”, los autores estudiaron el tipo de apropiación que realizó el
régimen dictatorial chileno del actual Estadio Víctor Jara, un espacio
público-recreacional que fue reconfigurado como lugar de detención, tortura
y muerte durante los años 1973 y 1974. El trío sostiene que, como
antropólogos-arqueólogos, han optado éticamente por pensar y proponer
una refundación del espacio, el que transitaría de ser una arquitectura de la
represión, a ser un lugar público de recuerdo: “una verdadera Arquitectura
de la Memoria” (p. 162).

Interesante a este respecto es que aquél estadio donde mantienen detenido


y torturado a Víctor Jara, sea refundado como un lugar que actualmente
lleva su nombre. Esto implica el otorgamiento de relevancia al resguardo de
ciertos DD.HH. que no se reducen únicamente al que refiere a la memoria
sobre la violencia política: actualmente, dicho estadio es usado en los
períodos de invierno como un lugar de resguardo para la población en
situación de calle. Esto daría cuenta de una profundización en la mirada
sobre los derechos humanos –a la luz de lo abordado posteriormente en el
marco teórico, respecto a las distintas generaciones de DD.HH.–.

v “Lugares de memoria de las violaciones a los derechos humanos: más allá


de sus límites”, de Loreto López (2010). La autora señala que frente a los
hechos de terrorismo de Estado en Chile, se ha desplegado un trabajo de
memoria en torno a lugares considerados significativos para las
experiencias de violaciones a los derechos humanos por parte de la

17
sociedad civil: esta última ha tenido el rol de tensionar y alentar la
intervención del Estado más allá de las políticas de reparación. La postura
de la autora es enfática, a su vez, en señalar que la experiencia colectiva
de la violencia política no debería estar circunscrita solamente a la
visibilización de los ex Centros de Tortura (CDT):

“Es evidente que en los ex CDT se vivieron las experiencias límite más
representativas de la dictadura en su política de terrorismo de Estado, sin
embargo, al pensar en aquellos lugares como eslabones de una cadena
más amplia de acciones de aterrorizamiento social, sería posible intentar
reconstruir una experiencia colectiva de un pasado que hasta hoy parece
estar restringido al cuerpo de víctimas garantizadas por las acciones
oficiales de reconocimiento emprendidas por el Estado y por el propio
habitus de los sectores que sufrieron aquellas experiencias límite” (p. 65).

v “Ciudad y Memorias: Desarrollo de sitios de conciencia en el Chile actual”,


texto elaborado institucionalmente por la Corporación Parque por la Paz de
Villa Grimaldi (2011). El libro sintetiza las reflexiones de un encuentro
llamado “Ciudad y Memoria” realizado en 2010 en Santiago de Chile,
abordando los distintos desafíos, polémicas y problemas que enfrenta una
sociedad cuando planifica la construcción de un memorial o un museo de
memoria. Se debatió en torno al proyecto de Villa Grimaldi, al Museo de la
Memoria y los Derechos Humanos, a Londres 38, al Estadio Nacional, a
José Domingo Cañas, como también sobre “otros memoriales relativos a
las violaciones a los Derechos Humanos cometidos bajo dictadura,
[mediante] voces que nos invitaron a ampliar esta perspectiva hacia otros
lugares que hablan de una política que olvida y niega” (Corporación Parque
por la Paz, 2011, p. 8).

v “Memorias del desarraigo: testimonios de exilio y retorno de hombres y


mujeres de Chile”, de Loreto Rebolledo (2006). A través de un ejercicio de
interrelacionar periodismo, trabajo de archivo e indagación antropológica,
su trabajo giró en torno a los relatos de vida de más de cuarenta hombres y
mujeres chilenos de diferentes generaciones que son o fueron parte de la
diáspora chilena producto del exilio en dictadura. Desde la perspectiva de la
autora, el exilio es narrado como un recuerdo donde las personas
“resignifican el pasado y transmiten a otras personas los nuevos o viejos
significados. En este sentido, recordar no es revivir, sino reconstruir un
pasado a partir de los marcos sociales del presente” (2006, p. 17). Aquél
planteamiento abre la puerta a trabajar la noción de presente histórico, en
cuanto los ejercicios de memoria realizados por los distintos grupos
humanos se van actualizando según los códigos sociales actuales. Del
mismo modo, y a efectos de la presente tesis, el exilio –en cuanto

18
desarraigo territorial forzado– se puede constituir como un símil a la
experiencia del desalojo, situación enfrentada5 por algunas de las PSC que
viven en el sitio de memoria.

Fuera del ámbito de las obras referidas en el catálogo ya señalado, se encuentran


trabajos relacionados a la construcción de la identidad poblacional, las memorias y
violencias periféricas, y las disputas referidas a la construcción de las memorias
hegemónicas en el espacio urbano. Los siguientes cuatro escritos destacan por su
aporte a la construcción de reflexiones antropológicas sobre aquellas temáticas:

v “Experiencia y materialidad en lugares de memoria colectiva en Chile”, de


Marisela Montenegro, Isabel Piper, Roberto Fernández y Mauricio
Sepúlveda (2015). Desde la perspectiva de las y los autores, los
monumentos y lugares de memoria construidos en Chile para recordar las
violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar contribuyen
a la construcción de versiones hegemónicas sobre dichos acontecimientos,
que tienen el efecto de producir “verdades” sobre los hechos. A partir de la
observación y la entrevista, sostienen que quienes visitan estos lugares se
relacionan con el espacio e interpretan su materialidad como prueba de
veracidad sobre los acontecimientos ocurridos en el lugar, siendo la
disposición material de los objetos en los lugares una de las variables
fundamentales en la construcción de creíbles relatos sobre la violencia.
Además de ello, “los y las participantes de esta investigación no fueron
víctimas directas de dicha violencia, y en muchos casos la visita al lugar fue
su primer acercamiento a hechos que les habían sido relatados en diversos
contextos y desde distintas posiciones ideológicas” (p. 1732). La generación
de rutas de memoria que evocan recuerdos compartidos (no
necesariamente experimentados biográficamente) repercute, en el sentido
de las personas autoras, en la construcción de memorias colectivas que
permiten traer al tiempo presente tanto aquellas acciones de violencia
política que intentaron ser ocultadas y/o negadas, como las posibilidades
reflexivas de construir futuros más democráticos.

v “Lugares de memoria y agenciamientos generacionales: Lugar, espacio y


experiencia”, de Mauricio Sepúlveda, Andrea Sepúlveda, Isabel Piper y
Lelya Troncoso (2015). Las personas autoras analizaron la interacción de
jóvenes nacidos posteriormente al año 1990 con dos lugares de memoria:
Londres 38 y Villa Grimaldi. A partir del análisis del registro audiovisual de
esta interacción, señalan que el recorrido por los lugares posibilita el
despliegue y articulación de conocimientos, emociones, percepciones,

5
Véase el último apartado de resultados de investigación.

19
imaginación y memorias, tensionando las disputas por la significación del
pasado reciente entre las generaciones según su acercamiento él. Una de
sus principales conclusiones es que los jóvenes son los constructores de
las memorias biográficas y políticas del pasado reciente, generándose una
interrelación entre la propia trayectoria biográfica y las políticas del recuerdo
en torno a experiencias que no se vivieron directamente, pero que sí tienen
repercusiones en la construcción de sensaciones, identidades y memorias
compartidas.

v “Vidas intervenidas: prácticas e identidades en conflicto la población legua


emergencia”, de Paulo Álvarez (2010). El autor, centrado en las
poblaciones domiciliadas, planteó a través de la etnografía el conocimiento
del espacio social local, proponiéndose como objetivo principal comprender
los procesos de construcción de las prácticas e identidades de las
pobladoras/res de Legua Emergencia dentro del contexto del plan de
Intervención estatal desarrollado desde el año 2001 en adelante. Como
bien señala el autor, “de todos los instantes recordados, de todas las
imágenes reseñadas, de todos los sueños recluidos, el de más dolor, el de
mayor violencia a la hora de la desclasificación de los componentes de la
psiques colectivas y simbólicas de las generaciones que han vivido en la
población, lo constituye el recuerdo del golpe militar de 1973 y sus
consecuencias a nivel local” (p. 93). Punto clave dentro de esta tesis es el
planteamiento desarrollado por el autor, en cuanto aquél postulado es
extrapolable a las percepciones de las personas pobladoras domiciliadas y
no domiciliadas con quienes se trabajó a lo largo del proceso de realización
del trabajo de campo.

v “Historias e identidades barriales del Gran Santiago: 1950-2000”, de


Francisca Márquez (2009). Señalando como uno de los principales
componentes de las génesis de las identidades barriales al “relato de la
historia y la memoria del territorio”, la autora explora los procesos de
identificación con el propio territorio por parte de quienes viven
domiciliadamente en seis barrios. Concluye que pese a los enormes
cambios experimentados en la sociedad y la persistencia de la segregación
territorial, los barrios en cuestión destacarían por la fuerza de sus
identidades y la capacidad de diálogo que tienen con la ciudad, generando
memorias compartidas en base a identidades que son elaboradas como
comunes en un espacio-tiempo determinado. Como bien señala, “la topofilia
de la memoria nos habla de la propensión del recuerdo para construirse
espacialmente, para inscribirse en un espacio y un lugar. Un locus de
memoria contiene siempre una imagen de memoria. Todo el arte de la

20
memoria se funda en la construcción de un sistema de lugares y de
imágenes (…). En este sentido, narrar la propia historia es también
inscribirla en un espacio que se ha vuelto un lugar” (2009, pp. 234-235).
Leído en clave de la presente tesis: La trayectoria biográfica de cualquier
persona –al igual que la trayectoria colectiva de cualquier grupo– da cuenta
de los procesos de apropiación material y simbólica inscritos en los lugares
de vida cotidiana, no estando las PSC exentas de la elaboración topofílica
de la memoria.

De esta manera, se detecta una primera brecha en el conocimiento frente a la que


el presente estudio pretende aportar de manera reflexiva y comprensiva: la
producción académica nacional referente a las temáticas de los derechos y la
memoria en nuestro país se circunscribe al punto de vista domiciliado y a su
relación con la violencia política del Estado, tanto en términos de recoger relatos
de personas domiciliadas sobre el periodo dictatorial, como al trabajo de distintas
organizaciones e instituciones abocadas a las reivindicaciones por la verdad,
justicia y el recuerdo tras los hechos de violencia política.

En este sentido, estudios antropológicos nacionales que busquen incorporar a las


poblaciones no domiciliadas en el abordaje de la materia son los menos6. Los que
se acercan a ello ponen el acento en cómo las trayectorias biográficas de las PSC
son negadas por los aparatos institucionales que les ofrecen servicios de apoyo,
en un intento por proteger sus integridades y sus derechos. Este enfoque pone
énfasis en cómo, paradojalmente, aquellos ejercicios institucionales terminan por
conculcar una gran parte de aquellos derechos humanos, sociales y políticos que
buscan proteger: los sujetos que son ‘ayudados’ por las organizaciones son
reducidos a ser casos problemáticos y/o desviados, que deben ser re-insertados
dentro de una normalidad hegemónica7 (Lyon-Callo, 2000; Luhrmann, 2007; Peña,
2017).

Fuera de la frontera nacional

En lo que respecta a la producción antropológica latinoamericana vinculada a la


temática, cabe destacar que existen enriquecedoras perspectivas que dan cuenta
de distintas singularidades en los procesos continentales de violencia política
vividos en el siglo anterior, y que han determinado la instalación de demandas por

6
A lo largo del tiempo en que se realizó la presente investigación, el presente tesista no pudo
encontrar estudios que vinculen la temática de la “situación de calle” y la “memoria” en el territorio
chileno, a excepción de secciones presentes en el trabajo ya referenciado de Paulo Álvarez (2010),
en referencia a la participación en su etnografía de personas que él sitúa en condición de calle.
7
Dicha normalidad se entenderá en la presente tesis como paradigma domiciliocéntrico, el cual
será abordado de manera más detallada en el marco teórico.

21
la verdad, justicia, el acceso a la memoria y a los DD.HH. a lo largo de distintos
territorios. Como se verá a continuación, la elaboración de políticas del recuerdo
enfocadas a la creación de sitios/lugares de memoria es un factor común en los
distintos contextos nacionales latinoamericanos:

v “Exponer lo invisible. Una etnografía sobre la transformación de Centros


Clandestinos de Detención en Sitios de Memoria en Córdoba-Argentina”, de
Ludmila Da Silva (2010). La autora realiza un estudio etnográfico en tres
centros clandestinos de detención (CCD) en Córdoba (La Perla, La D2 y el
Campo de la Rivera), haciendo hincapié en cómo los CCD se transformaron
en sitios de memoria y del recuerdo gestionados por el propio aparato
estatal. Dentro de su contexto nacional, “los sitios de memoria han
adquirido una centralidad inusitada como arquitecturas del recuerdo” (p.
50). Se plasman allí las luchas que los organismos de derechos humanos
han llevado adelante en estos últimos treinta años. “Una de las
características singulares de este proceso es que [los sitios] pasaron a ser
instituciones del Estado, generando así un diálogo entre la sociedad civil (o
parte de esta) y los estamentos del legislativo, ejecutivo y judicial” (p. 50). A
su vez, Ludmila es enfática en señalar uno de los postulados centrales que
comparte esta tesis: el que los lugares de memoria condensen el lado más
complejo de la memoria: “el de su manipulación, el de la imposición de unas
voces sobre otras, el de la monopolización de las palabras memoria y
derechos humanos para referirse sólo al pasado reciente, en fin, de las
inevitables relaciones de poder” (p. 55).

v “‘Lo que merece ser recordado…’. Conflictos y tensiones en torno a los


proyectos públicos sobre los usos del pasado en los sitios de memoria”, de
la misma autora (2014). Este trabajo de Ludmila Da Silva muestra qué
sucede cuando las distintas acciones y propuestas de políticas de memoria
elaboradas por el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba (APM) son
lanzadas al espacio público. Desde una perspectiva que involucra una
revisión de la institución que la autora misma dirige, ella se interesa por
analizar las situaciones de crisis y de disputa de sentidos que estas
acciones y propuestas público-estatales provocan. Desde su perspectiva,
los sitios de memoria “evocan las asimetrías en los lugares de enunciación
y en la manera [en que las personas establecen] diálogos con los saberes y
los capitales culturales que cada individuo que interpela lo público carga y
puede utilizar para validar su demanda” (p. 45).

v “La consagración de la memoria: una etnografía acerca de la


institucionalización del recuerdo sobre los crímenes del terrorismo de

22
Estado en la Argentina”, de Ana Guglielmucci (2013). En su obra –347
páginas agrupadas en siete capítulos–, la autora analiza el trabajo de
activistas de organizaciones de derechos humanos, académicos y agentes
del Estado local y nacional en Buenos Aires, observando cómo el quehacer
de todos ellos ha permitido que la categoría memoria se vuelva central en la
lucha contra la impunidad, a través de variadas marcadas culturales y
espaciales destinadas a generar un ejercicio del recuerdo de la violencia
política, 30 años después de la última dictadura militar. La autora plantea
distintas entradas reflexivas que tensionan la relación entre memoria y
lugar, como también la existencia de memorias comunes y espacios
públicos:

“Nada nos indica qué es lo que pauta la relación entre “sitio” y “memoria”,
cuáles son los procesos y circunstancias que determinan que un lugar y
no otro sea reconocido públicamente como “espacio para la memoria”, o
cuáles son los factores que dan a una estructura inerte el poder de
construir o evocar representaciones comunes acerca de un pasado e
impartir lecciones hacia el futuro (…). Una cuestión [que ayuda] a
entender la manera en cómo se construye una memoria común, que no
es necesariamente equivalente a compartida, es reflexionar sobre si
existe realmente un espacio público democrático para que cada individuo
descubra o construya su propia memoria” (pp. 344-345).

v “Pensar y actuar en red: los lugares de memoria en Colombia”, de la misma


autora (2018). Desde la revisión de entrevistas, documentos y material de
prensa, Ana Guglielmucci explora la conformación de la Red Colombiana
de Lugares de Memoria (RCLM), y como ella se integra con la Red de Sitios
de Memoria Latinoamericanos y Caribeños. Una de las grandes
singularidades que la autora trabaja radica en la creación de sitios de
memoria en medio del conflicto armado colombiano: “uno de los
lineamientos que se destaca frente a los otros casos latinoamericanos es el
énfasis en la convivencia entre diferentes actores para detener la
victimización y alcanzar la paz” (p. 1). En este sentido, la autora identifica
que las propuestas y debates de la RCLM se asemejan a los que se han
dado en Chile y Argentina, diferenciándose en un punto fundamental:

“su condición de existencia no se organiza de un modo prioritario sobre el


eje de la justicia, [ni] fungir como prueba material de lo que intentó ser
ocultado o negado. La mayoría de [los lugares] no se identifican como
“museo de sitio” ni intentan documentar lo que “allí ha ocurrido”, sino más
bien documentar lo que “continúa sucediendo” en inmensas zonas del
país, como los numerosos asesinatos de líderes sociales ocurridos con
posterioridad a la firma del Acuerdo de paz con las FARC” (p. 16).

23
Así, la autora desmarca la categoría memoria de un enfoque que la
constriña únicamente a demandas de Verdad y Justicia: “La consigna
“Memoria”, simultáneamente, habilitó la emergencia de nuevos temas en la
agenda pública y la configuración de novedosos espacios de encuentro y
organización entre actores con diferentes perspectivas en torno a la política,
las relaciones con las agencias estatales y el espacio público” (p. 2).

v “El concepto de víctima en el campo de los derechos humanos: una


reflexión crítica a partir de su aplicación en Argentina y Colombia”, de Ana
Guglielmucci (2016). En este artículo, la autora tensiona el concepto de
víctima desde una perspectiva antropológica, a través de la visibilización de
la existencia de ambigüedades en la noción de víctima que emerge del
tratamiento social e institucional dada la violencia política pasada en
Argentina –terrorismo de Estado– y en Colombia –conflicto armado–. Desde
su perspectiva, “la categoría víctima, percibida y reconocida como condición
de estatus personal o colectiva, puede constituir un capital social, cultural,
económico o político disputado en diversas situaciones sociales
generalmente marcadas como violentas, donde se demanda [intervención
institucional estatal]” (2016, p. 4). En este sentido, Guglielmucci señala que
la categoría víctima no posee un contenido esencial unívoco:

“La frontera entre la categoría víctima y su contraparte, la de victimario, es


fluida y varía según los usos que las personas le dan en diferentes esferas de
la vida cotidiana. Las definiciones no son estables, sino que se consolidan o
se marcan de una manera y no de otra en situaciones particulares. Y la carga
de sentido que estas categorías adquieren y su posibilidad de imponerse
sobre otros dependen de la acción de agentes específicos, como abogados,
periodistas, activistas de DD.HH., entre otros” (2016, p. 10).

v “Espacios de violencia, sitios de memoria y lugares de elocución: espacio y


mediación en la política indígena contemporánea latinoamericana”, de
Carlos Salamanca (2014). El autor trabaja las articulaciones entre las
violencias políticas contemporáneas, las políticas de la identidad y las
prácticas de representación de los sitios de memoria que circundan a la
política indígena de su momento histórico. A partir de la exposición de
experiencias argentinas, guatemaltecas y colombianas, Salamanca
sostiene que existe una tendencia creciente por “parte de distintas
comunidades de víctimas y sobrevivientes de actos de violencia masiva a
procurar adquirir visibilidad e incidencia en la esfera pública, en busca de
memoria, verdad y justicia” (p. 20). Al trabajar con comunidades indígenas,
el autor establece como eje central para entender las disputas de sentido
una relación entre memoria, la relación con entes públicos y
temporalidades:

24
“En la arena de la memoria por ejemplo, sociedades, organizaciones y
personas transitan procesos de “temporalidades diversas” de ritmos
“diferentes” que muestran desajustes, y a-sincronías. Con frecuencia, es
posible reconocer que hay “otro ritmo”, y que los tiempos de “la
cooperación”, de “las instituciones”, de “las comunidades” son otros,
distintos. Como la experiencia lo muestra, estas diferencias son una
fuente importante de tensiones que se derivan de las dificultades de
articularlas. La incorporación de una perspectiva espacial abre lecturas
complementarias a estas temporalidades en desencuentro” (p. 30).

v “’Mapas afectivos’: el MUME y el Parque de la Memoria como matrices


críticas para la representación artística del pasado”, de Cecilia Macón
(2016). La autora trabaja la noción de mapas afectivos en territorio
argentino, la que vincula a la espacialidad concreta de un sitio de memoria
con modos de agenciamiento que contienen nociones de temporalidad.
Desde su punto de vista, las constelaciones narrativas de la memoria son
“atravesadas por la dimensión desestabilizadora y problemática de los
afectos (…), [los que] orientan problemáticamente la acción de quienes se
ponen en contacto con ese pasado” (pp. 14-15). Es por ello que reflexionar
sobre espacios de memoria en cuanto emocionalmente cargados, resulta
particularmente relevante a la hora de dar cuenta del tipo de agencia que se
espera de quienes visitan o se apropian de aquellos lugares. En este
sentido, la aproximación a cualquier sitio que conmemore a las víctimas de
la violencia de Estado contendría determinadas políticas que son
necesarias de evaluar, en términos de que la temática de derechos
humanos no sería reductible únicamente al recuerdo del trauma y de la
melancolía que produce, sino también “a dar cuenta de estrategias
metodológicas más sofisticadas que permitan analizar el modo en que esos
artefactos mismos no nos arrastren a una sumisión en la melancolía, sino
que inscriban [actores] potencial y heterodoxamente transformado[res]” (p.
26).

v “Derecho a la memoria: regulación de políticas públicas en materia de


Sitios”, de Lucía Escalante (2015). En contexto argentino, la autora define a
los sitios de memoria de tres formas: son todos aquellos lugares “que
resultan significativos para una comunidad y que permiten impulsar
procesos de construcción de memorias vinculadas a determinados sucesos
traumáticos o dolorosos” (p. 9); son también aquellos construidos para
realizar un trabajo de memoria “pero que no tienen necesariamente un
vínculo físico, emocional o simbólico con los acontecimientos que se
buscan evocar” (p. 9); a su vez que son también “los lugares físicos donde
se cometieron graves violaciones a los derechos humanos” (p. 10).
Situando a los Estados como responsables del ejercicio de la violencia

25
política a través de procesos dictatoriales, Lucía Escalante plantea que el
derecho a la memoria es también la “prerrogativa de la sociedad y de los
individuos a que el Estado no deforme los hechos constitutivos de graves
violaciones a los Derechos Humanos y haga todo lo posible porque se
conozcan con el mayor grado de veracidad posible” (p. 2). A este respecto,
el olvido constituiría “una agresión más” (p. 3) contra quienes hacen
ejercicio de derecho a recordar.

Respecto a estas aproximaciones situadas fuera del contexto chileno, cabe


destacar que los estudios latinoamericanos que se identificaron también adscriben
a la tendencia de circunscribir al punto de vista domiciliado las temáticas de la
violencia ejercida por el Estado. Sin embargo, y a pesar de que los estudios
referenciados en ningún momento refieren a poblaciones sin domicilio, las
posturas epistémicas de autoras como Ana Guglielmucci, Ludmila Da Silva y Lucía
Escalante dan cuenta de un tensionamiento antropológico que no está presente de
manera tan patente en la producción académica nacional: el que las
significaciones que constituyen y dotan de sentido a los conceptos de “víctima”,
“violencia” y “sitios de memorias” son de carácter móvil y no rígidas. Ello abre la
puerta a realizar análisis críticos a los modos en como planteamos y practicamos
las distintas antropologías latinoamericanas:

“Es importante esbozar un interrogante sobre la manera en que la antropología, que


supone un compromiso con las víctimas, plantea un desafío ético complejo y
metodológico para la disciplina, pues la descripción etnográfica puede quedar
absorbida por las formas hegemónicas del análisis del tema en un contexto social e
histórico dado en el que está envuelta la subjetividad del investigador. Pensar más
allá de la dicotomía víctima/victimario puede resultar incómodo intelectual y
moralmente, pero ello puede servir para debatir sobre la naturalización de ciertos
marcos interpretativos ya consagrados” (Guglielmucci, 2016, p. 96).

De este modo, se puede plantear que existe una brecha de conocimiento respecto
a estudios sobre los derechos y las memorias en las personas no domiciliadas a
nivel latinoamericano. La presente tesis plantea generar una pequeña contribución
al ejercicio de fortalecer miradas reflexivas respecto de aquellas temáticas, dado
que si aún no existe variedad de estudios respecto al conculcamiento de derechos
que afecten tanto a poblaciones domiciliadas como no domiciliadas, es debido a
que a estas últimas no les hemos realizado las mismas preguntas que le haríamos
a primeras. En este sentido, el aporte investigativo de este estudio para llenar
aquella brecha radica en la interrelación de las temáticas de derechos humanos,
memorias, situaciones de violencia, personas en situación de calle y poblaciones
domiciliadas.

26
MARCO TEÓRICO

En este apartado se dispone del marco que aborda, en primera instancia, un breve
debate contextualizador acerca de los DD.HH., las memorias y su cruce particular
en América Latina. En segundo lugar, se vincula la noción de derechos humanos,
con la obra y figura de Víctor Jara, a través de quien se elabora la noción central
de ‘derecho de vivir en paz’. Posteriormente se aborda la relación entre el
tratamiento y construcción de la marginalidad y el domiciliocentrismo, en tanto este
último opera como enfoque articulador de distintas jerarquías basadas en la
construcción de la pobreza, su etnologización y su traducción concreta en la visión
estatocéntrica con la que es leído el derecho de vivir en paz de las PSC en el sitio
de memoria. En cuarta instancia, se realiza la vinculación conceptual entre la
perspectiva domiciliocéntrica dominante y las políticas del recuerdo/olvido que se
elaboran en base a aquel enfoque para, posteriormente, profundizar –en quinto
lugar–, en la discusión que gira en torno el estudio de las fronteras, los límites
culturales, la violencia y las estructuras jerárquicas, desde un lente antropológico.

Acerca de derechos humanos y memorias

La cuestión de los derechos humanos es un tema que se ha puesto en la


discusión desde mediados del siglo pasado y que, como bien señala el filósofo y
antropólogo Esteban Krotz (2004), tienen una vocación de praxis directa sobre la
convivencia a nivel planetario. En este contexto global, “la idea de los derechos
humanos, por más que se haya originado en una historia particular, debe
entenderse como el resultado de constantes y cambiantes relaciones de
aprendizaje, a veces más unilaterales, a veces más mutuas” (2004, p. 76).

Desde una perspectiva antropológica se reconoce que los DD.HH. han emergido a
consecuencia de las catástrofes de exterminio y negación de la dignidad a otras
personas, principalmente rescatando las experiencias de las dos últimas guerras
mundiales acaecidas en occidente. Como señala el abogado Lizandro Cabrera
(2012), tras aquellos eventos se despliegan intereses por resguardar la vida
humana, así como evitar la impunidad ante violaciones a su dignidad.

Sin embargo, se observa en ellos un carácter de movilidad, en cuanto las


categorías humanas son parte del devenir de un contexto histórico determinado.
Así lo reconoce, por ejemplo, la Asociación Americana de Antropología (1999) en
su declaración sobre los DD.HH.:

“La definición de la AAA refleja un compromiso con los derechos humanos de


conformidad con los principios internacionales, pero no limitados por ellos. El
concepto de “derechos humanos” no es estático. Nuestra comprensión de los

27
derechos humanos está en constante evolución en la medida en que logramos
saber más acerca de la condición humana. Por lo tanto, los antropólogos están
obligados a participar en el debate en torno a la ampliación de nuestra comprensión
de los derechos humanos sobre la base del conocimiento antropológico y la
investigación” (AAA, 2014).

En el ejercicio de reflexionar acerca de los DD.HH. como mutables, Krotz (2004)


señala al menos tres olas o líneas en la construcción de ellos:

En lo que respecta a la primera línea, los seres humanos son reconocidos como
hombres o mujeres, como niños, adultos o en etapa de vejez, con facultades
físicas o psíquicas plenas o disminuidas. El reconocimiento de estas diversidades
trajo consigo conductas discriminatorias asociadas a la desigualdad, trayendo
paradójicamente un menoscabo de los derechos fundamentales que se buscaban
proteger. Para subsanar estas operaciones, se crearon códigos especiales para
las situaciones detectadas: ventas de niños, migrantes, refugiados, solicitantes de
asilo, víctimas de guerra, reclusos, votantes y regulaciones comerciales-
económicas.

Estos derechos civiles y políticos, de carácter eminentemente individual8, tenían la


función de resguardar al ciudadano del poder del Estado y establecer un marco
normativo de relaciones. Por ello, se puede observar una incorporación explícita
en los órdenes jurídicos europeos desde el siglo XVIII en adelante. Ya en 1915
aparece el convenio contra la práctica de la esclavitud y, a partir de la primera
década del siglo XX, se comienza a desarrollar legislativamente el ámbito del
derecho laboral. Esta primera generación de DD.HH. se consolidará de manera
más extendida tras la formulación de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, emanados desde la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1948, en un contexto posterior a las vejaciones cometidas durante la Segunda
Guerra Mundial.

En lo que atañe a la segunda línea, su puntapié inicial se encuentra en la


formulación y aprobación del “Pacto Internacional sobre Derechos Económicos,
Sociales y Culturales” en 1966, que entró en vigor una década después. El
contexto de elaboración de dicho pacto estaba permeado por la situación de
tensión política que representó la Guerra Fría, donde el bando occidental tendió a
priorizar la consecución de derechos civiles y políticos en desmedro de los
derechos económicos, sociales y culturales –reclamados en mayor medida por los
países de órbita comunista– (Fundació Solitaritat, 2016).

8
Como se relatará en los apartados de resultados, la primacía de este tipo de derechos en la
actual constitución de la república chilena termina por decantar en una serie de eclipsamientos
realizados a los ejercicios de otros tipos de derechos, que escapan del alcance de esta generación.

28
En los derechos concernientes a esta línea ya no solo se vigila el resguardo del
ciudadano frente al Estado, sino que ahora se le exige a este último la satisfacción
de las necesidades económicas, sociales y culturales básicas de las personas: el
individuo es enmarcado dentro de su contexto. Si los DD.HH. de primera
generación se relacionaban con la protección de las garantías civiles (individuales)
y políticas, los de segunda generación hacen hincapié en fomentar la igualdad
entre sujetos y colectivos, centrándose en una mejora de las condiciones de vida
de las personas –derecho al trabajo pleno, derecho a la vivienda digna, derecho a
la seguridad social, derecho a la sindicalización–, como también en la suscripción
de mayores obligaciones por parte de los Estados para la protección de los
DD.HH. Estos derechos, al igual que los de primera generación, continúan siendo
de ejercicio eminentemente individual.

Finalmente, la tercera fase es la más reciente y se encuentra aún en formulación,


y tiene que ver con los derechos fundamentales de las minorías étnico-culturales
en general, y en particular de los pueblos indígenas a la autodeterminación. Estos
son los llamados “derechos de la solidaridad, también conocidos como derechos
colectivos, de los pueblos o de tercera generación, que a diferencia de [las
generaciones anteriores], se caracterizan por: ser de titularidad colectiva no estar
recogidos en legislaciones internacionales como un bloque diferenciado”
(Fundació Solitaritat, 2016). Cabe destacar que si bien existe un Pacto
Internacional de los Derechos Políticos y Sociales y un Pacto Internacional de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, no existe un Pacto Internacional de
los Derechos Colectivos que los concentren en un mismo lugar.

De este modo, la alusión más cercana a este tipo de derechos se puede encontrar
en diferentes declaraciones y pactos que atañen a los derechos de primera y
segunda generación. Esteban Krotz (2004) realiza la salvedad de que no se trata
de resguardar que no ocurran genocidios o procesos de pérdidas identitarias, sino
que los estados deben permitir y favorecer el desarrollo particular de las culturas
en sus diferencias. Aquí es donde también emerge la consideración del derecho a
la diferencia, el derecho a las autonomías, al libre ejercicio de la solidaridad, y a la
paz (Fundació Solitaritat, 2016).

En el caso latinoamericano hay un cruce que es más específico, que se desprende


de la jurisprudencia de reparación para víctimas que han sido objeto de
violaciones a sus DD. HH. por parte de los Estados que llevaron adelante el
terrorismo de Estado. Particularmente, la intersección refiere a los derechos
humanos asociados a la violencia política de aquel carácter. Tres pilares sostienen
aquel cruce (Cabrera, 2012):

29
En primera instancia se encuentra el derecho a la verdad, que se desprende del
derecho de las víctimas y los familiares a conocer los hechos que implicaron la
muerte de sus seres queridos, y se entiende también como un derecho que es
individual a la vez que colectivo, pues es la sociedad en su conjunto la que está
facultada y tiene la necesidad de conocer.

Por otra parte, el segundo pilar postula que no solo basta que sean de público
conocimiento estos acontecimientos, sino que también tiene que haber justicia
restitutiva. Los criterios de ésta son, en primer lugar, buscar que el Estado
restituya el daño provocado y, en la medida en que no existe la restitución del
daño por cuanto estas personas han muerto, se ha instalado el tercer pilar: el
derecho a la reparación. Este aborda básicamente las acciones que el Estado
emprende para reparar económica, moral y simbólicamente a los familiares de
víctimas de violaciones a los derechos humanos, como también hacia la sociedad.
Por lo tanto, todos ellos corresponden a un tipo de derecho que tiene una
dimensión individual y una dimensión colectiva.

En este sentido, el derecho a la memoria sobre la violencia política (Cabrera,


2012) es también un espacio legítimo de comprensión, articulación, aprendizaje e
interpretación del presente y del pasado: un ejercicio que permite la construcción
de entornos más resguardados para la construcción de sociedades más justas.

Sin embargo, las memorias –al igual que los derechos– son mutables y pueden
estar en constante desencuentro. Como señala la socióloga argentina Elizabeth
Jelin (2002), “las consignas pueden en este punto ser algo tramposas. La
‘memoria contra el olvido’ o contra el silencio esconde lo que en realidad es una
oposición entre distintas memorias rivales (cada una de ellas con sus propios
olvidos)” (2002, p. 6). Así, Jelin abre el debate al entendimiento de que siempre
habrá otros derechos, otras historias, otras memorias e interpretaciones
alternativas de nuestras realidades. Es en base a esta posición teórica que se
justifica la noción de Derechos-Otros, trabajada de manera transversal a lo largo
del cuerpo de resultados de la tesis.

La memoria se puede entender como la facultad constitutiva de la identidad


personal que permite que el sujeto o grupo se piense como una misma unidad a lo
largo del tiempo (Candau, 2002). Desde la perspectiva de Michel De Certeau
(1995), éste sería un campo donde se ponen en juego dos operaciones contrarias:
por una parte, el olvido, que no es pasividad o pérdida, sino una acción contra el
pasado, y por otra parte, la huella del recuerdo, que es el regreso de lo olvidado al
presente.

30
La memoria, en tanto construcción, va otorgando nuevas significaciones al pasado
personal con el paso del tiempo y selecciona recuerdos omitiendo algunos de
ellos. Siguiendo a Joël Candau (2008), el olvido9 posibilita “una censura
indispensable de la representación que un individuo o que los miembros de un
grupo se hacen de sí mismos” (p. 61). A su vez, el recuerdo “recoge y omite
nombres y situaciones, unas veces como pérdida, otras como logro y realización”
(Piña, 2013a, p. 434). El olvido –o invisibilización, a este respecto– es una “carta
de triunfo que le permit[e] a la persona o al grupo construir o restaurar una imagen
de ellos mismos globalmente satisfactoria” (Candau citado en Piña, 2013a, p.
434). Toda política del recuerdo, en este sentido, será una política del olvido.

Las personas que habitan en la calle vivencian diversas experiencias relacionadas


con el contexto macroestructural del cual son parte: ellas no están desvinculadas
de la sociedad. Ellas también se encuentran facultadas, al igual que cualquier otro
grupo humano, a realizar ejercicios de memoria tanto biográfica como colectiva.
En este sentido, Bachiller (2008), Molina (2004), Piña (2013a), Peña (2017),
Retamales (2011) y Troncoso (2017), entre otras personas autoras, establecen
una crítica al paradigma aislacionista, enfoque que sustenta como argumento que
aquellas personas se encontrarían separadas de la sociedad en su conjunto,
imposibilitadas de realizar de manera efectiva tales ejercicios (Bahr y Caplow,
1968; Merton, 1968). Se propone en el marco de esta tesis que las PSC debiesen
ser consideradas dentro de las reflexiones atingentes a los DD.HH. y a las
memorias: ello, en cuanto son parte constitutiva de la sociedad, a pesar de que
sean marginalizadas socialmente a partir de un lente domiciliocéntrico.

Acerca del derecho de vivir en paz: acercamientos conceptuales

Múltiples voces dialogan en el sitio de memoria. Una de ellas es la de Víctor Jara,


voz que también se sitúa desde un período sociohistórico que estuvo marcado por
el levantamiento del gobierno de la Unidad Popular, y el posterior golpe de Estado
que acabó tanto con la democracia existente en aquél momento, como con la vida
de Víctor Jara, Littré Quiroga, y otras 3063 personas más10 (El País, 2011).

Su figura se encuentra presente de manera gravitante en el lugar de memoria en


cuestión, tanto así que la placa conmemorativa presente en el Monumento
Histórico lleva rotulada la icónica frase “Por el derecho de vivir en paz”, en
referencia al popular álbum y canción homónima del cantautor. Este derecho

9
Respecto a esta temática, la antropóloga Mariel Bufarini (2015) realiza una interesante
vinculación entre los usos del espacio público urbano, políticas sociales y personas en situación de
calle.
10
Víctimas de asesinato reconocidas de forma oficial, sin considerar a detenidos desaparecidos y a
personas cuyos derechos fueron vejados horrorosamente debido a la violencia política.

31
podría ser vinculado con el ejercicio de “habitar la ciudad” que otros autores como
Henri Lefebvre (1968; 1972) abordan, al defender la idea de que el habitar un
espacio implica vivirlo de forma creativa, simbólica y libre.

Sin embargo, el ejercicio de habitar en la ciudad no es un símil al derecho de vivir


en paz: más bien, el primero es parte constitutiva de este último. Aplicando el
mismo criterio que Henry Giroux (2013) utiliza para definir qué es pedagogía11,
planteo en estas páginas que el derecho de vivir en paz es la garantía humana
que permite la introducción a, preparación para y legitimación de las distintas
formas de vida social, no jerarquizando las de ciertos grupos humanos por sobre
las de otros. El ejercicio de habitar la ciudad está implícito dentro de aquél
derecho, pero este último lo trasciende en términos de lo que implica: requiere de
la existencia de una política del recuerdo que no deje en el olvido a ninguna de las
voces que estén presentes en el sitio de memoria en cuestión, en cuanto cada una
de ellas ayuda a construir los horizontes y sueños con los que practicamos
nuestras sociedades. Por ello mismo, el ejercicio del derecho vivir en paz
representa también una práctica pedagógica, basada en abrirse a aprender de las
voces de cada persona involucrada en una realidad.

El requerimiento de no olvidar aquellas otras voces es algo sobre lo que Víctor


Jara trabajó a lo largo de su vida y obra. Nacido en Chillán Viejo, el 28 de
Septiembre de 1932 (Calderón, 2012, p. 32); y asesinado en el Estadio Chile –
actual Estadio Víctor Jara–, el 16 de Septiembre de 1973 (2012, p. 33), el
cantautor realizó un trabajo vinculado tanto “al teatro como a la música popular
(…), [perfilándose] en una vertiente orientada a interrogarse sobre el mundo
contemporáneo y sus problemas” (Zurita, 2015, p. 187). La realización de una
investigación sistemática de la música popular y su actualización a su presente
histórico “fue un signo clave del camino seguido por él y otros compositores e
intérpretes [latinoamericanos]” (2015, p. 187).

Desde la perspectiva del pedagogo René Calderón (2012), la obra de Víctor Jara
como solista12 puede ser separada en dos mitades: una enfocada en ‘la denuncia’

11
Desde su perspectiva, “la pedagogía es una introducción a, preparación para, y legitimación de,
formas de vida social particulares; siempre presupone una visión del futuro (…) que representa
también nuestros sueñas acerca de nosotros mismos (…) y nuestras comunidades” (2013, p. 15).
Además de ello, las formas pedagógicas no tan solo se generan y reproducen en espacios
validados como educativos (escuelas, colegios, universidades): la cultura en sí posee una
naturaleza educativa que se ejerce en los más variados espacios sociales.
12
No es objeto del presente estudio realizar una biografía de la vida de Víctor Jara, ni tampoco
referirnos en profundidad a su producción artística –que involucra, por ejemplo, la teatralidad–. Por
ello, solo algunos breves pasajes de su obra serán abordados a lo largo de las presentes páginas:
principalmente, los referentes a profundizar el entendimiento y densificación del concepto ‘derecho
de vivir en paz’.

32
de las injusticias cometidas en la vida popular y en los elementos de resistencia
que forjan una ‘canción rebelde’ (1965-1970); y otra centrada en ‘la esperanza’
(1971-1973), donde se presentan sentimientos festivos y optimistas por el triunfo
de la Unidad Popular (UP), y un aumento del protagonismo de los sectores
populares como actores fundamentales en las nuevas propuestas de construcción
de la sociedad. El álbum que da el puntapié inicial a esta segunda mitad dentro de
su obra solista es titulado “Por el Derecho de Vivir en Paz”, lanzado en 1971. La
obra contiene las siguientes canciones:

Lado A Lado B
1. El derecho de vivir en paz 7. A Cuba
2. Abre la ventana 8. Las casitas del barrio alto
3. La partida 9. El alma llena de banderas
4. El niño yuntero 10. Ni chicha ni limoná
5. Vamos por ancho camino 11. Plegaria a un labrador
6. A la molina no voy más 12. Brigadas Ramona Parra

Reflejando una sensación de alegría y esperanza por el triunfo del gobierno de la


UP, canciones como ‘Abre la ventana’, ‘Vamos por ancho camino’ y ‘Brigadas
Ramona Parra’ representaban anhelos de tiempos mejores. Mediante la utilización
de un lenguaje cercano, Víctor Jara apuntó a invitar a las capas populares de la
sociedad a unirse a aquél proyecto sociopolítico, como también a la preocupación
por la defensa de la paz que, a su entender, este mismo representaba.

La canción que da nombre al disco homónimo se sitúa en el contexto histórico en


que los derechos humanos de segunda generación comienzan a hacer
emergencia. Ella hace referencia a la visibilización de una situación de violencia
que estaba siendo vivida por parte de Vietnam, una nación asiática:

“Indochina es el lugar
más allá del ancho mar,
donde revientan la flor
con genocidio y napalm.
La luna es una explosión
que funde todo el clamor.
El derecho de vivir en paz”
(Jara, 1971).

Si bien esta canción es de 1971, fue a partir de la aparición del disco “Por
Vietnam” de Quilapayún (1968) que se instaló en el medio musical chileno un
interés por la solidaridad en las causas revolucionarias no solo de latinoamérica,
sino que también del mundo. Como señala Claudio Rolle,

“Respecto de América existe entre los artistas vinculados a la Nueva Canción


Chilena una clara conciencia de la existencia de problemas y desafíos compartidos.

33
Se individualiza un enemigo común en Estados Unidos y se promueve la idea de un
patrimonio histórico y cultural que es preciso compartir (…). Son numerosas las
creaciones de crítica y denuncia de la injusticia y los abusos en que viven muchos
chileno, pero entre la vasta producción que existió destaca nítidamente la
contribución de Víctor Jara que, como pocos, refleja la evolución del sentido del
cantar en un proceso revolucionario” (Rolle, 2012, p. 6).

Las letras de Víctor Jara se posicionaron en directa tensión con aquella postura
del bando occidental que tendía a defender como legítimos a los derechos de
carácter políticos y civiles, en desmedro de los derechos económicos, sociales y
culturales. En este contexto, y sin perder el foco respecto a la problemática
internacional a gran escala que la Guerra Fría (1947-1991) representaba, Víctor
Jara continúo escribiendo sus canciones con la intención de llegar a los sectores
populares:

“Víctor Jara, no sólo saca al pueblo del estado de omisión y ocultamiento, con que la
sociedad de valores elitistas lo ignoraba, sino que lo sitúa como el actor social
principal, devolviéndoles el habla. Su voz ya no se oirá como un susurro entre
dientes, sino como un grito de libertad. [Como bien él cantara en ‘Vamos por Ancho
Camino’]: ‘llegó la hora del viento, reventando los silencios, ven’” (Calderón, 2012, p.
77).

De este modo, las distintas canciones contenidas en el álbum “Por el Derecho de


Vivir en Paz” (1971) dan cuenta de un tensionamiento a la postura que tiende a
validar únicamente los DD.HH. civiles y políticos, apuntando a posturas de
solidaridad colectiva que hacen referencia a los derechos de segunda e, incluso,
tercera generación. Aquél llamado a la asociación colectiva y esperanza quedó
fielmente representado en las letras de distintas canciones contenidas en la obra,
como se puede apreciar a continuación:

Vamos por ancho El alma llena Abre la ventana Plegaria a un


camino (1971) de banderas (1971) labrador (1971)
(1971)
Ven ven conmigo ven, Aquí hermano, aquí María, abre la ventana Levántate y mírate las
Ven ven conmigo ven, sobre la tierra, y deja que el sol manos
Llegó la hora del viento, el alma se nos llena alumbre Para crecer, estréchala a tu
Reventando los silencios, ven de banderas, por todos los rincones hermano
que avanzan, de tu casa. Juntos iremos unidos en la
El odio quedó atrás, contra el miedo, sangre
venceremos. Pasó lo más cruel, Ahora en la hora de nuestra
No vuelvas nunca
ahora tus ojos se llenan muerte
Sigue hacia el mar de luz Amén
Tu canto es río, sol y viento y tus manos de miel.
Pájaro que anuncia la paz

34
Así, al instalarse la placa conmemorativa en el sitio de memoria durante el año
2015 –como se detalló en los antecedentes del lugar–, se asienta en él, de
manera explícita, todo el sentido de la producción musical del cantautor. Debido a
las desafortunadas y violentas acciones cometidas en dictadura, el sitio de
memoria en cuestión termina constituyéndose en un espacio que condensa
distintas capas de memoria que fueron evocadas o eclipsadas en distintos
momentos: la referente a la producción artística que el mismo Víctor Jara ponía en
relieve mediante su voz, la referente a la memoria sobre la violencia política que
asesinó a 3065 personas en Dictadura, y también la referente a las vidas de los
actores que actualmente se encuentran presentes en el sitio de memoria –ya sea
reivindicándolo como espacio de recuerdos, o como espacio de vida cotidiana–.

Como bien señala la “Mesa de Trabajo por los Sitios de Memoria” convocada por
el Colegio de Arqueólogos de Chile (2017), estos lugares poseen una historia
ocupacional previa y posterior a las acciones de violencia política. Estas diferentes
capas temporales tienen el potencial de expresarse por medio de vestigios de
distintos pasados, los cuales pueden depositarse “estratigráficamente” (2017, p.
16). Ello quiere decir que las capas de memoria sedimentan basadas “en el
principio de sucesión cronológica de las capas (…), en donde las más antiguas se
encuentran en posición inferior a las más recientes” (2017, p. 16). Sin embargo,
“ciertos eventos pueden generar fuertes intervenciones en la estratigrafía de un
sitio, trayendo como consecuencia la inversión de las capas, con lo cual los
eventos más antiguos quedan depositados sobre los más recientes” (2017, p. 13).

Los sitios de memoria son ante todo espacios de reflexión crítica en torno al
ejercicio social de los derechos humanos. Por ello, “éstos pueden ser concebidos
también como un archivo, un documento, y en este sentido, factibles de estudiar
por diversas disciplinas” (2017, p. 16). El derecho de vivir en paz se encuentra
situado, de este modo, en el contexto de aquellas capas memoriales que han
sedimentado en el actual presente histórico del lugar.

Es en este escenario donde tal derecho es invisibilizado e, incluso, conculcado


con facilidad por parte de los entes estatales y privados que actúan sobre el sitio
de memoria, como se verá en los apartados dedicados a los resultados de
investigación. Ello termina por configurarlo como un derecho alterno: un derecho
otro que debiese ser respetado y que, por el contrario, es pasado a llevar
constantemente mediante la puesta en el olvido, negación o silenciamiento de
ciertas vidas… principalmente, las de las personas catalogadas como marginales
o pobres.

35
Acerca del tratamiento de la marginalidad y el domiciliocentrismo

De pobreza, su etnologización y el estatocentrismo

En lo que refiere a nociones teóricas sobre la pobreza vistas desde el ámbito de la


antropología, la obra de Oscar Lewis (1975; 1982a; 1982b; 1986) se posiciona
como un referente que ilustraría el canon de mirada peyorativa de la sociedad y
las políticas públicas sobre la problemática de la pobreza. Desde la postura del
antropólogo José Anta (1998), en Lewis “la pobreza se mostraría ante la sociedad
como una [sub] cultura (…) independiente de ésta y con sus características
propias que se muestran como incómodas” (p. 54). Ello, en la medida en que
Lewis caracteriza a la ‘cultura de la pobreza’ como:

“La falta de participación e integración efectivas de los pobres en las principales


instituciones de la sociedad general (…), [el] espíritu gregario y un mínimo de
organización una vez que se sale del nivel de la familia nuclear y extendida (…). Al
nivel de la familia los rasgos distintivos son la inexistencia de la infancia, la iniciación
sexual temprana, las uniones libres o matrimonios consensuales, la tendencia a la
familia centrada en torno a la mujer o la madre, la marcada predisposición al
autoritarismo, la falta de intimidad, el énfasis verbal en la solidaridad familiar que
rara vez se logra dadas la rivalidad y la competencia (…). Al nivel del individuo los
rasgos distintivos son un fuerte sentimiento de marginalidad de impotencia,
dependencia e inferioridad" (Lewis, 1986, p. 13).

Hablar de cultura de la pobreza, en el sentido de Oscar Lewis, cae en el equívoco


de traspasar a los mismos grupos excluidos la responsabilidad por las condiciones
de su exclusión y su reproducción. La crítica radicaría en que la pregunta sobre la
pobreza y la marginalidad ya no gira en torno a qué es ser pobre; más bien en
relación al ejercicio del poder y “qué, quiénes hacen a determinados individuos los
sujetos de la pobreza” (Anta, 1998, p. 50). En esta línea, el antropólogo catalán
Oriol Romaní (1996) señala que más que entender a los procesos de marginalidad
(y por ende a los de producción social de la pobreza) como un fenómeno
construido unidimensionalmente, habría que comprender que existen diferentes
discursos y posturas que hablan sobre (y practican) la marginalidad. Ello implicaría
la observación a escala del complejo proceso de construcción de la marginación
social, y de entender los márgenes que se representa a través suyo como líneas
móviles no significables de un único modo.

En lo que respecta a la construcción social de la marginalidad, la antropóloga


Francisca Retamales considera que “el pobre adquiere el sentido que la sociedad
le otorga: no es necesariamente el que ‘carece de’, sino al que se le asume como
sujeto carenciado” (2011, p. 37). En este contexto, aquellos no-carenciados y las
estructuras que generan son las productoras y reproductoras de la pobreza. La

36
carencia sería un valor construido que, por tanto, no es únicamente una realidad
material: es también una serie de representaciones y estigmas que recaen sobre
aquellos que son vistos como marginales (Retamales, 2011). Pobreza, carencia y
desviación se configuran como constituyentes de una retórica de la marginalidad
(Romaní, 1996).

De este modo, la visión descalificadora de la sociedad respecto a la pobreza


termina por crear una categorización del sujeto pobre como símil a sujeto
desviado. Esta línea de análisis es complementable desde el punto de vista de la
antropóloga uruguaya Marina Pintos (2015), quien propone que estaríamos frente
a una etnologización de la pobreza: un recurso que se configuraría como un
heredero del concepto de cultura de la pobreza presente en Lewis (1982). Este
consiste en generar una alteridad radical desde la sociedad frente a la pobreza, en
una tendencia a considerar a los marginados como miembros de una cultura
diferente al confundir la desigualdad socioeconómica con la diversidad cultural:

“Se trata de una exotización de los pobres, producida por una culturización de la
pobreza: es decir, no se trata ya de una naturalización de las diferencias; las
diferencias no se sitúan ya en la naturaleza, sino en la cultura, pero no por ello
pasan a comprenderse mejor, no por ello dejan de constituir unas identidades o
unidades esenciales, sustanciales o fijas, no por ello pasan a ser permeables sus
fronteras (…). Por etnologización a la pobreza entendemos distintas formas de
individualizar a grupos sociales afectados por la desigualdad social, en tanto que
culturalmente diferentes, sean llamados “culturas” o “subculturas”: de la pobreza, de
la exclusión, de la intolerancia, de la criminalidad, etc.” (Pintos, 2015, pp. 99-100).

Este recurso es aplicado por los Estados en sus políticas de acción frente a la
pobreza, siendo replicado como un enfoque hegemónico que se adopta por las
diversas instituciones y servicios, pero que por sobre todo, permea el sentido con
el que se construyen y se aplican las leyes a través de los aparatos judiciales
(Franzé, 2013).

Ello respondería a una racionalidad de acción pública13 que la antropóloga Adela


Franzé (2013) define como estatocéntrica, en referencia a la discusión
antropológica clásica sobre el etnocentrismo. El matiz que le otorga lo centra en la
forma en cómo actúa el accionar político institucional. Franzé postula que existe
una supresión de la visión y acción de los actores sociales respecto a la
posibilidad de tomar decisiones sobre las realidades en que viven. Esto se
produce mediante la imaginación y práctica de modos de hacer políticas sociales
desde una racionalidad institucional/administrativa que se configura como exterior
frente a la problemática social que aborda (y construye), actuando de arriba hacia

13
Ya sea ejercida desde el Estado o desde organizaciones de la sociedad civil: acción pública en
cuanto aborda problemáticas de ‘interés social’.

37
abajo y suprimiendo el punto de vista de los actores que, paradójicamente,
deberían ser el sujeto central en la producción de aquellas decisiones (Franzé,
2013). En distintos tiempos y de distinto modo, tanto la mirada estatocéntrica
como el recurso de etnologización a la pobreza han sido abrazados como marcos
legítimos de acción por parte de las organizaciones sociales, municipio y
empresas privadas vinculadas al sitio de memoria que nos convoca en esta tesis.

Del domiciliocentrismo como etnocentrismo de la tribu asentada

La noción de desafiliación societaria respondería a una perspectiva de la carencia


presente de manera transversal en los abordajes del fenómeno del habitar la calle,
tal y como señalan Bachiller (2008), Molina (2004), Piña (2013a), Peña (2017),
Retamales (2011) y Troncoso (2017). Desde la perspectiva de Leonardo Piña
(2010), el énfasis puesto únicamente en la carencia de techo caracterizaría al
canon teórico del tratamiento del sinhogarismo y sus derivados, desviándose de
comprender la calle desde la perspectiva de sus propios actores. Esto apuntaría a
enfoques de estudio marginalizadores y reduccionistas, de manera que:

“Homeless, sin techo o sin domicilio fijo, o personas en situación de calle más
ampliamente, verán ascender así a categoría nominal y fundante uno de los
componentes que describen su realidad: el techo, o la falta de él. De paso, tal
vaciamiento también los incluirá a ellos, minusvalorados como actores,
invisibilizados societaria y comprehensivamente, otra vez al margen de su propio
fenómeno” (Piña, 2010, p. 323)

Con esto en consideración –y retomando a Romaní–, hay que tener en mente que
en nuestras sociedades occidentales los discursos tendentes “a ofrecernos
certezas, a eliminar la incertidumbre, tenían que aparecer basados en la lógica del
sistema de creencias más prestigioso en dichas sociedades, es decir, el que se ha
ido generando en torno a la ciencia” (1996, p. 303). Los dominios del discurso y
prácticas científicas, replicados en la vida cotidiana, terminan por elaborar y
practicar una serie de teorías sobre aquellos sectores que en nuestras sociedades
se perciben como más peligrosos, abriéndose el camino al desarrollo de diferentes
disciplinas “como la antropología” (1996, p. 304).

Una de las grandes tareas que han tenido que realizar siempre los humanos en
los procesos de formación y reproducción social ha sido la de “definir los límites
que se van imponiendo al caos, y la de gestionar la sociedad de acuerdo con
estas definiciones de la realidad” (1996, p. 303). Aquella tarea es coherente que la
mirada domiciliocéntrica (Piña, 2013a) actual de nuestras sociedades, la que
termina por atribuir un conjunto de discursos, gestos y rituales que etiqueten como

38
construcciones irracionales, desviadas (Romaní, 1996) y fronterizas (Grimson,
2011) a las relacionadas con el habitar en la calle.

Así, el domiciliocentrismo se puede entender como el etnocentrismo de la tribu


asentada, en cuanto perspectiva hegemónica en el abordaje y entendimiento del
fenómeno de la situación de calle, y que ha tendido a verlo como si estar sin techo
fuese un atributo que impide la condición de ser persona. Es a partir de ella que se
evoca una comprensión de sociedad en que las personas que la conforman deben
trabajar, consumir y acumular riquezas. De esta forma, la racionalidad de vida
bajo-techo está permeada por diversas dinámicas de vida social que son
permitidas únicamente en aquellos espacios, en tanto ethos de vida moderna
(Garrido, 2009). Desde la perspectiva de Alejandra Araya, esto es un constructo
histórico que responde a:

Una noción del trabajo asociado a lo sedentario y la ciudad como espacio ideal de la
vida civil y civilizada que hace del nomadismo una otredad peligrosa. Estas son
cargas simbólicas que estructuran un imaginario que opera de manera evidente en
el modo de mirar y escribir sobre los vagabundos hoy en día: ya sea en las políticas
de gobierno entendidas como asistencia, las que intentan normar y “rehabilitar” (…),
como también en la mirada política de la vida nómade y del sujeto trashumante en
tanto ícono de resistencia a la normalización (2010, p. 20).

En el marco de la sociedad neoliberal actual, la mirada domiciliocéntrica configura


a quienes habitan en la calle como un problema a solucionar por medio de un
conjunto de acciones que tienden a eliminar, rehabilitar y normar (Araya, 2010),
siempre por parte de un tercero. Desde el punto de vista de Farrugia y Gerrard
(2015), esta visión no puede ser leída separada del espectáculo del capital y la
proliferación de una imagen y relaciones sociales vinculadas a las lógicas del
consumo de comodidades en y a través del espacio público. Los modos de vida
basados en el vivir en la calle son otrificados/alterizados dentro las relaciones
sociales que se configuran desde la sociedad de consumo, cosa que incluye a la
percepción romantizada del sinhogarismo como la construcción de una vida aparte
respecto al todo social, como también a la percepción estigmatizada de la PSC
como un símbolo de fracaso y, por ende, sujeto de caridad.

El domiciliocentrismo opera como bisagra articuladora de las experiencias de las


PSC. Esta mirada permea tanto la visión de quienes habitan espacios
domiciliados, como quienes lo han empezado a hacer en la calle tras ser formados
en aquel paradigma. El experimentar la calle tiene diferentes repercusiones
identitarias en la persona, quien tendrá que elegir si incorporar las estrategias de
vida aprendidas en la calle como una parte constitutiva del sí mismo o, por el
contrario, conducirse –o ser conducido– hacia su olvido.

39
En este sentido, interesante es el presente caso de estudio a efectos de llenar la
brecha de conocimiento planteada en el estado del arte, en cuanto la forma
específica de habitar en la ciudad de las PSC se sitúa en un espacio público
catalogado como “sitio de memoria” por parte de las organizaciones sociales del
sector14 y el Estado, como se pudo detallar en la sección de antecedentes del
lugar. Un espacio de recuerdos también se constituye de olvidos, y del mismo
modo, la apropiación territorial del espacio por parte de las PSC puede ser leída
en esta clave. Desde este punto de vista, y a pesar de que el domiciliocentrismo
actúe como bisagra articuladora, una de las propuestas de esta tesis es que la
apropiación territorial del sitio por parte de las personas no domiciliadas se
practica en una temporalidad distinta a la de las organizaciones domiciliadas y los
aparatos estatales, situación que decanta en una serie de encuentros y des-
encuentros; de visibilizaciones e invisibilizaciones que están detalladas a lo largo
de los capítulos de resultados.

Acerca de la relación entre domiciliocentrismo y las políticas del olvido

A partir de las definiciones anteriormente expuestas, la relación entre


domiciliocentrismo y las memorias vinculadas a hechos de violencia y represión
puede ser establecida. La imagen construida respecto al memorial por parte de las
organizaciones domiciliadas, como se verá en los resultados de investigación, deja
continuamente afuera a aquellas personas no domiciliadas que viven en el sitio,
invisibilizándolas en la mayoría de las prácticas que realizaron a lo largo del
proceso de trabajo de campo. A través del recurso a la etnologización de la
pobreza y el enfoque estatocéntrico aplicado por organizaciones domiciliadas y
aparatos estatales, las PSC terminan por quedar exiliadas de la lectura legítima
del ‘sí mismo’ de la sociedad, replicando un enfoque aislacionista por sobre ellas.

Por su parte, y a pesar de aquella invisibilización, las personas en situación de


calle continúan viviendo en el lugar, disputando el sentido de apropiación territorial
con el que las organizaciones de pobladores del sector practican al espacio en
cuestión. La constante disputa de significaciones y usos asociados al lugar, como
se verá en los apartados dedicados a los resultados de investigación, da cuenta
de la existencia de las múltiples capas de memorias presentes en aquél territorio:

“No existe una memoria, sino memorias en plural; no hay una interpretación del
pasado, sino tantas como grupos constituyen a una sociedad (…). Al estudiar la
memoria de un pasado inmediatamente se percibe que existe una lucha memorial,

14
La solicitud de declaratoria del sitio de memoria que nos convoca como Monumento Histórico al
Consejo de Monumentos Nacionales, emanó directamente de la Asamblea de Organizaciones
Políticas, Sociales y Culturales de Lo Espejo (Cabeza, Paz, Lawner, Seguel & Bustamante, 2017).

40
en la que múltiples memorias están en pugna por lograr la hegemonía en el espacio
público” (Peñaloza, 2015, p. 1024).

Esta situación da cuenta de determinadas políticas del recuerdo que tienen por
objetivo conservar, transmitir y valorizar como positivo el ejercicio de visibilizar
ciertos aspectos del pasado considerados como significativos o importantes para
determinados grupos en desmedro de otros (Groppo, 2002). En este sentido, toda
política del recuerdo es inevitablemente una “política del olvido” (2002, p. 193) y,
por tanto, todo ejercicio de visibilización de un cierto enfoque sobre la realidad
social conllevará un ejercicio de invisibilización de aquello que no permite que la
imagen del grupo hegemónico –a estos efectos, el domiciliado– sea globalmente
satisfactoria.

Tensionar la forma en cómo se construyen las políticas del olvido es un ejercicio


fundamental, en términos de que es sobre todo a nivel de la transmisión de las
memorias “que las políticas del olvido pueden ser eficaces. Quienes han sido
testigos de determinados acontecimientos difícilmente los olvidarán pero para
aquellos que no los han vivido personalmente estos acontecimientos no habrían
existido si la memoria no hubiese sido transmitida” (2002, p. 194).

Es así que trabajar con las memorias y Derechos reivindicados por las
organizaciones domiciliadas vinculadas con el sitio de memoria, al igual que con
aquellas memorias y Derechos que nacen de la experiencia cotidiana de vida en la
calle, permitiría entender a las políticas del recuerdo como unas construcciones
históricas que pueden ser reflexionadas y reconstruidas de forma más
democrática (Groppo, 2002), en el sentido de lo señalado por Peter Burke (2000):

[El estudio de la memoria como fuente histórica] representa una nueva forma de
acceder al pasado y apoyar sus estudios, en especial los dirigidos a indagar
respecto de aquellos grupos populares o subordinados que dejan pocos testimonios
escritos de su experiencia social pasada (…). Es necesario valorar las memorias en
tanto experiencias sociales significativas, pues constituyen un fenómeno propio y
determinante de la vida del conjunto [social]” (pp. 68-69).

De la situación de contacto: fronteras, violencia y derechos

Respecto a las antropologías practicadas en Brasil15 durante el siglo XX, Roberto


Cardoso de Oliveira (2007a) recoge tres puntos fundamentales. El primero es que
las perspectivas disciplinares clásicas de las antropologías latinoamericanas
estarían enajenadas: ellas son parte de sociedades nacionales que al estructurar
las fronteras territoriales terminaron por entablar procesos de olvido y exterminio
15
Grandes aportes son realizados por el autor Darcy Ribeiro (1971), los cuales son recogidos
constantemente en el debate señalado por Cardoso (2007a).

41
étnico. El segundo gira en torno a que la estructura de la alteridad no es estática:
más bien es un proceso en constante transformación gracias a los contactos y las
fricciones vividas entre distintos grupos humanos. El tercero apunta a lo que
cataloga como un mito fundante de las distintas escuelas europeas de
Antropología: la definición de Cultura como equivalente a Territorio e Identidad.
Bajo aquellos preceptos, el conflicto se ve integrado de manera despolitizada
dentro de la racionalidad hegemónica, cerrando la posibilidad a que los grupos
disidentes generen historia, memoria y Derechos propios.

Desde aquellas comprensiones reduccionistas que Darcy Ribeiro (1971) también


critica, los grupos no adscritos a las categorías hegemónicas estarían imbuidos
“dentro” de una frontera, lo que sería homologable a una cultura y un territorio
equivalentes. Ello generaría el equívoco de pensar de un modo isomórfico la
relación Cultura = Territorio = Grupo Humano. Bajo el lente de aquella
equivalencia ficticia, la disidencia no tendría cabida y sería aplanada/eclipsada
según las claves de lectura de la realidad propuestas por los grupos dominantes.

Por ello mismo, las teorías del contacto abordadas posteriormente por Roberto
Cardoso buscan replantear la noción de “frontera” (2007a; 2007b). Allí se realiza
un interesante ejercicio de politización del concepto de “cultura”, enfocando la
atención sobre el juego dialéctico de asimetrías en el que se encuentran y des-
encuentran distintas otredades. Aquella situación de contacto estaría basada en el
conflicto, el cual aparece adaptándose a la fricción generada entre los distintos
grupos en interacción. De este modo, desde la perspectiva de Roberto Cardoso
(2007b), la alteridad se construiría en base a la dominación: el concepto de “indio”
no se elabora hasta que se dan los procesos de dominación colonial; “indígena”
tampoco hasta que el Estado, desde una perspectiva estatocéntrica, genera
aquella noción).

A su vez, la perspectiva de Cardoso de Oliveira abre la posibilidad a pensar de


manera crítica las situaciones de dominación entabladas entre grupos no
hegemónicos. Como bien señala en un artículo basado en la introducción a “Os
Tukuna e o Mundo dos Brancas”, Roberto Cardoso (2007a) señala que la
población negra tiene más probabilidad de estar en una posición dominante que
los indígenas de Brasil: los últimos no están tan integrados a la lógica del
mestizaje hegemónico como los primeros. Desde el punto de vista estatocéntrico,
los grupos indígenas son leídos con una capacidad de negociación16 más reducida
respecto a los colectivos negros, del mismo modo en que las PSC se posicionan

16
Otros trabajos, como el de Pedro Pitarch (2003), observa precisamente lo contrario: la
‘volubilidad indígena’ como un aspecto a característico a la vez que desconcertante, existiendo en
su habla una amplia capacidad de negociación.

42
en relación a las organizaciones domiciliadas que son parte de la presente tesis.
Ello referiría a una biopolítica del poder ejercida por parte de los grupos
hegemónicos, basada en una homogeneización, cristalización y eclipsamiento de
la diferencia como fuente de la identidad legitimada: la identidad como la
captamos en un determinado momento es tan solo una cristalización momentánea
de aquél sujeto o del grupo. Creer lo contrario es una ficción de la representación
que realizamos. En este sentido, el silenciamiento de las otredades refiere a la
reproducción de las matrices eurocéntricas que Darcy Ribeiro identificaba. Así, la
relación entre Cultura, Territorio e Identificación es tensionada y ya no es
inequívoca: los grupos en contacto generan una plasticidad identitaria.

Es en este contexto donde emerge la noción de frontera en un sentido general.


Como bien plantea el antropólogo argentino Alejandro Grimson, el concepto
“refiere simultáneamente a procesos y categorías muy distintos: una línea que
aparece en los mapas, un río con entidad material, aquello que distingue sistemas
legales y soberanías, el límite entre identificaciones y culturas” (2011, p. 121).
Utilizado de manera amplia en los estudios sociales, señala Grimson que el
término “frontera” suele ser confundido entre fronteras a nivel de identificaciones y
fronteras culturales (situación heredada a partir del isomorfismo
Cultura=Identidad). Desde la perspectiva del mismo autor, las primeras refieren “a
aquellas vinculadas a las categorías de adscripción de personas o grupos” (2011,
p. 122).

Estudiar fronteras es estudiar los límites. Mediante la realización de aquél ejercicio


se puede conocer “aquello que un grupo o una identificación incluyen y excluyen,
así como los dispositivos a través de los cuales construyen esas diferencias,
articulándolas en la mayor parte de los casos con formas de desigualdad”
(Grimson, 2005, p. 2). Al existir fronteras también hay heterogeneidad, a la vez
que roces, encuentros y des-encuentros. En este sentido, en toda situación de
contacto se instituye un límite que “separa no sólo los significados, sino, más bien,
los regímenes de articulación de los significados (…), una lógica instituida de
interrelación entre las partes, que a su vez implica una noción acerca de qué es
una “parte” y que no puede ser enunciado como tal” (Grimson, 2011, pp. 187-188).

Desde la perspectiva de la antropóloga feminista Rita Laura Segato (2003), el


eclipsamiento de las identidades que se posicionan fuera del límite de lo
hegemónico estaría dado a partir de la idea de mandato. Este último haría
referencia “al imperativo y a la condición necesaria para la reproducción del
género como estructura de relaciones entre posiciones marcadas por un
diferencial jerárquico e instancia paradigmática de todos los otros órdenes de
estatus” (Segato, 2003, p. 13). La autora señala que este mandato es la estructura

43
inicial de las jerarquías en las sociedades humanas: el género como estructura
fundante solo se reproduce si es que hay una violencia que lo mantenga, al igual
que en todo el resto de estructuras de dominación. Así, las relaciones sociales de
jerarquía se cristalizan en la reproducción cotidiana de los distintos órdenes de
estatus: una estructura de dominación puede ser ocupada por las distintas
personas que recurran a ella, en la medida que el mandato de la violencia
continúa intacto en la base del régimen jerárquico.

Sin embargo, no todo está perdido para quienes se sitúan en posiciones


desfavorables dentro de las redes de relaciones. Combatir las formas rutinarias de
la violencia es posible desde la perspectiva de la autora, a través de un trabajo de
des-estabilización y erosión de los distintos órdenes de estatus. Esto sería
lograble a través del reconocimiento y el respeto a las diferencias entre
identidades heterogéneas. En este sentido, las identidades como autonomías no
son la diferencia por la falta; más bien, son producto del diálogo entre la diferencia,
donde esta última no es vista como problemática: “a diferencia del ‘diferentes pero
desiguales’ de la fórmula del activismo moderno, [nos podemos guitar por la
fórmula indígena] del ‘desiguales pero distintos’. Es decir, realmente múltiplos,
porque el otro, distinto, y aún inferior, no representa un problema a ser resuelto”
(Segato, 2016, p. 96).

Las fronteras condensan incoherencias. Son espacios de condensación de


procesos culturales y, por tanto, pueden ser revisadas críticamente y re-
construidas de un modo diferente. Del mismo modo, los sujetos que se construyen
en situaciones de contacto y de fricción permiten desafiar los lugares
conservadores y comunes. Pensar la diferencia desde esta clave permite
tensionar los distintos mandatos de violencia. A este respecto, la socióloga
boliviana Silvia Rivera Cusicanqui comparte postura con Rita Laura Segato, al
señalar que la noción de derechos civiles asociada teóricamente a la igualdad
ciudadana se ve transformada en un “reconocimiento condicionado de la sociedad
dominante [por sobre] los derechos de otro” (Rivera en Mignolo, 2001, p. 190).
Mediante la búsqueda de formas prácticas y democráticas que posicionen al
Derecho a la Diferencia como Derecho Humano fundamental, la autora propone
que se podrá terminar dando a luz la “descolonización radical de las estructuras
sociales y políticas sobre la que se ha moldeado históricamente nuestra
convivencia social” (2001, p. 191).

Finalmente, cabe destacar que en lo que refiere a lógicas estatales de la violencia


en función de los límites que las fronteras cristalizan, Alejandro Grimson (2005)
señala que ellas se flexibilizan y se vuelven más laxas para los movimientos de
capital, a la vez que devienen en mayores restricciones respecto a ciertos grupos

44
humanos no hegemónicos. A partir de ello es que se comprende que el Estado se
retire “en su función de protección y [reaparezca] en su papel de control y
regulación (…). [Estamos frente] a una sustitución de un modelo de
territorialización por otro” (Grimson, 2005, p. 8). Aquél papel de control y
regulación es ejercido mediante la violencia institucional de los aparatos estatales
frente a los grupos subalternos. A pesar de ello, y tal como Laura Rita Segato
señalase al referirse al Derecho a las Autonomías (Segato, 2016) de aquellos que
son distintos y desiguales, siempre está la posibilidad de subvertir aquellas
limitaciones: “las prácticas cruzan fronteras que las identificaciones reproducen y
refuerzan” (Grimson, 2011, p. 117).

45
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

A continuación se presentará: 1).- la hipótesis, 2).- la pregunta rectora de


investigación con su respectivo objetivo general y sus tres objetivos específicos,
los cuales irán acompañados de un objetivo adicional referente a una propuesta
de acción participativa que recogerá dentro de la formulación misma del problema
el enfoque metodológico de la investigación-acción participativa, complementaria
en este caso al enfoque etnográfico, y 3).- las justificaciones teóricas, sociales y
éticas del estudio.

Hipótesis

La hipótesis es que las distintas partes involucradas en la apropiación material y


simbólica del sitio de memoria encarnarían encuentros y des-encuentros que
pueden ser leídos en clave de disputas de distintos derechos humanos. Se
propone que el debate ha estado restringido a una predominante asociación a la
memoria sobre las violaciones realizadas en contexto de Dictadura, en desmedro
de otros derechos. Ello referiría a un no entendimiento de la temática como una
cuestión más amplia y referida, por lo tanto, a otras poblaciones y su diversidad.
De esta forma, se eclipsaría el lugar que debería tener en el debate la existencia
de Derechos Otros, configurándose a las personas en situación de calle como uno
de los principales afectados en el contexto de la lucha por sociedades más
humanas y democráticas.

Por ello, se plantea que estaríamos frente a una dinámica de exclusión


domiciliocéntrica y estatocéntrica en la que se circunscribirían e imaginarían los
derechos humanos. Ante ello se encontraría la posibilidad de construir un diálogo,
literal y metafórico, entre las organizaciones y poblaciones domiciliadas locales y
extralocales y las personas sin domicilio que viven en el sitio, con la finalidad de
tensionar los límites de las políticas del olvido que atravesarían las distintas
nociones sobre los derechos humanos, por parte de los distintos actores que han
hecho presencia en el lugar.

Pregunta rectora de investigación

¿De qué maneras son practicados, representados y disputados los derechos


vinculados al sitio donde fueron encontrados Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres
personas no identificadas, por parte de las poblaciones domiciliadas y no
domiciliadas locales, instituciones de Estado y entes privados que ahí interactúan?

46
Objetivo general

Comprender las formas en que son practicados, representados y disputados los


derechos vinculados al sitio donde fueron encontrados Víctor Jara, Littré Quiroga y
otras tres personas no identificadas, por parte de las poblaciones no domiciliadas
y organizaciones locales, instituciones de Estado y entes privados que ahí
interactúan.

Objetivos específicos de investigación

A).- Identificar las representaciones realizadas por las organizaciones domiciliadas


sobre el sitio de memoria, en relación a los derechos domiciliados que reivindican.

B).- Describir las representaciones que las PSC realizan sobre el sitio de memoria
en que viven, en relación a los derechos no domiciliados que representan.

C).- Detallar los modos en cómo practicado el sitio de memoria por parte de las
instituciones de Estado y entes privados que actúan en el lugar, en relación al
derecho a la propiedad al que lo supeditan.

D).- Describir y analizar las prácticas materiales y disputas de derechos de estos


grupos en relación al sitio de memoria en cuestión.

Objetivo referente a propuesta de acción (metodología IAP)

Generar instancias de encuentro y reflexión que problematicen y compartan los


distintos sentidos y representaciones sociales realizadas por parte de poblaciones
domiciliadas y no domiciliadas locales, respecto al sitio de memoria de Lo Espejo.

Justificación teórica

En lo que refiere a la justificación teórica del estudio (Hernández et al., 2001), se


puede destacar que la presente tesis apunta a llenar una temática de estudio que
actualmente se encuentra poco trabajada desde un lente no aislacionista: la
relación entre derechos humanos y las PSC. Desde esta perspectiva, se vuelve
relevante antropológicamente problematizar las formas cómo se han construido y
asentado las nociones hegemónicas sobre la memoria política en el Chile post-
dictadura, en cuanto las PSC –leídas históricamente desde el paradigma
aislacionista– han caído nuevamente en un círculo de exclusión que las deja fuera
del radar de representación del propio fenómeno del cual son parte, esto es: ser
sujetos de derecho que tienen –valga la redundancia– derecho a la propia

47
memoria, tanto biográfica como política. Esto último se vuelve especialmente
relevante cuando se producen tensiones o choques entre la visión de las personas
de organizaciones domiciliadas de la comuna de Lo Espejo, en relación a las PSC
que viven alrededor del sitio de memoria en honor Víctor Jara, Littré Quiroga y
otras tres personas no identificadas.

Justificación social

A partir de lo sostenido desde el paradigma domiciliocéntrico, se ha supuesto a las


PSC como tan mermadas que no nos hemos preguntado por su Derecho a la
memoria o por sus orientaciones políticas, como tampoco hemos pensado en las
posibilidades que se abren al entenderlas como un ente dialogante válido en
términos de la construcción y defensa de los sitios de memoria. Este punto es de
especial importancia, toda vez que a partir de esta misma des-consideración (y del
adelgazamiento de la comprensión que se hace de los DD.HH, como fue
planteado en las secciones correspondientes a antecedentes), se desprendería la
imposibilidad de observar a esta población como efectiva sujeto de Derechos. La
presente tesis se involucra en el ejercicio de tensionar aquellos supuestos,
volviendo a poner en el centro de la cuestión a los posicionamientos y
reflexividades que las PSC sostienen.

Pensar el tema de la memoria política y los DD.HH., desde una perspectiva


compartida y reflexiva entre poblaciones domiciliadas y no domiciliadas, se vuelve
un ejercicio de altísimo valor histórico, en términos de re-plantearse las dinámicas
de exclusión e invisibilización social que se han profundizado con las políticas
neoliberales implantadas en dictadura. Ampliando al caso específico que nos
convoca lo señalado por el antropólogo Elías Padilla en 1995 –quien refiere a las
demandas por la Verdad y la Justicia posdictadura–, esta tesis busca configurarse
como un aporte a la construcción de una sociedad actual más justa en nuestros
suelos mediante el ejercicio de tensionar las políticas del olvido: “consideramos
que confiar solamente en el olvido (…) es un grave error” (1995, p. 92).

Justificación ética

Complementario a esto, pero no por ello menor, se encuentra la justificación ética


del estudio. Siguiendo lo planteado por Philippe Bourgois, el posicionamiento
ético-político de quien investiga se vuelve un elemento clave en el proceso de
escritura y disposición de los resultados de investigación. En este sentido, la
presente tesis se buscará configurar como un insumo crítico y constructivo de las
realidades estudiadas, intentando no ‘encubrir’ mediante el proceso de escritura

48
resultados que puedan ser considerados incómodos desde el paradigma
domiciliado.

Se asume, desde el punto de vista del presente tesista, que si alguna organización
social incurre en el eclipsamiento de los derechos humanos de un cierto tipo de
población –la no domiciliada– en el intento de visibilizar los DD.HH. que
consideran legítimos, ello es realizado claramente sin intención. Sin embargo,
dichas situaciones serán documentadas a lo largo de los resultados de
investigación. Tal cual señala el antropólogo Philippe Bourgois, “me niego a omitir
o minimizar la miseria social de la que he sido testigo por temor a que una imagen
desfavorable de los pobres se perciba como injusta o "políticamente incómoda",
pues eso me haría cómplice de la opresión” (Bourgois, 2010, p. 42). Sin ello, no
sería posible abrir un proceso crítico de enriquecimiento de la reflexión disciplinar
y de aporte constructivo para las organizaciones sociales domiciliadas con las que
se trabajó entre los años 2017 y 2018.

49
ESTRATEGIA METODOLÓGICA

La presente investigación se valdrá de dos enfoques metodológicos: el etnográfico


y el de la investigación-acción participativa (IAP), ambos enmarcados dentro de la
vertiente cualitativa de los estudios sociales. A su vez, las técnicas a utilizar serán
tres: la observación etnográfica, la entrevista en profundidad semi-estructurada y
las conversaciones informales.

Carácter del estudio y enfoques metodológicos

Que el estudio sea de carácter cualitativo significa que se apega a recoger de


manera fiel, coherente y sistemática la perspectiva de los actores involucrados en
las realidades abordadas, tal como señala la socióloga argentina Ruth Sautu
(2003). El trabajo, centrado en las poblaciones domiciliadas y no domiciliadas
vinculadas al sitio donde fueron encontrados Víctor Jara, Littré Quiroga y otros tres
pobladores no identificados, buscó interrogar las prácticas, representaciones,
memorias y derechos que encarnan en su distinta apropiación del lugar.

Además, este estudio fue de finalidad exploratoria-descriptiva. Los estudios


exploratorios se efectúan cuando el objetivo es examinar un tema o problema de
investigación poco estudiado o que no ha sido abordado antes. Por su parte, “los
estudios descriptivos buscan especificar las propiedades importantes de personas,
grupos, -comunidades o cualquier otro fenómeno que sea sometido a análisis-,
midiendo y evaluando diversos aspectos, dimensiones o componentes del
fenómeno o fenómenos a investigar, describiendo lo que se investiga” (Sampieri,
1997: 70-71).

En este sentido, el estudio realizado es doblemente relevante: primero que todo,


porque aporta a la producción de conocimiento respecto a una temática que no se
ha trabajado en profundidad en Chile –situar en un nivel idéntico de importancia al
derecho de vivir en paz de las PSC del sitio de memoria y al derecho a la memoria
sobre la violencia política reivindicado por las organizaciones domiciliadas que
trabajan sobre el lugar– y, en segunda instancia, por la estrategia metodológica
empleada para levantar la información, en tanto que permitió caracterizar el punto
de vista y sentido de las prácticas de con quienes se trabajó.

La estrategia metodológica etnográfica es el enfoque a utilizar para levantar


información por su capacidad de generar descripciones densas de las realidades
estudiadas, facilitándose la comprensión de la problemática de manera
abarcadora y profunda desde y por las personas con las que se trabajó (Boyle,
2006). El antropólogo argentino Santiago Bachiller (2015) destaca la importancia

50
de una temporalidad de visión extensa sobre los datos levantados: la perspectiva
diacrónica de la etnografía permite analizar los procesos de ajuste psicológicos y
prácticos por parte de la persona con la que se trabaja a lo largo de unidades de
tiempo tales como meses. Bachiller es enfático:

“Hay que poner atención y estar precavidos respecto a considerar los relatos
recogidos como “el resultado de un frágil equilibrio entre los procesos de revelación
y de ocultamiento” [Taylor & Bogdan citados en Bachiller, 2015, p. 142] (…). Sólo
una etnografía prolongada en un mismo espacio social es capaz de detectar
[aquellos] procesos” (2015, p. 142).

En lo que se refiere a IAP, ésta es considerada como un método de estudio y


acción que propone obtener resultados fiables y útiles para mejorar situaciones
colectivas, “basando la investigación en la participación de los propios colectivos a
investigar (…) [para] que los grupos conozcan más científicamente su entorno y
realidad social. La IAP es una metodología porque ordena/organiza conjuntamente
técnicas y las orienta con cierto sentido democratizador” (Alberich, 2007, pp. 6-7).
La relación entre etnografía e IAP permite, entonces, “establecer un diálogo
mutuo, crítico y horizontal que favorece la co-generación de conocimientos
situados, incorporando el carácter procesual y la voluntad por la acción
transformadora en las investigaciones” (Berraquero, Maya y Escalera, 2016, p.
50). Su vinculación metodológica también permitió la generación de distintas
instancias encuentro y reflexión donde se problematizaron y compartieron los
distintos sentidos y representaciones realizadas por algunas de las partes
involucradas en el sitio de memoria en cuestión.

Técnicas y pertinencia

Por su parte, la técnica de observación etnográfica consiste en observar


sistemática y controladamente todo lo que acontece en torno al investigador, como
también en participar en las actividades de la población, haciendo posible el
comportarse como uno más (Guber, 2001). La técnica entrevista en profundidad
semi-estructurada se concibe como una relación social que permite el
establecimiento de un vínculo de confianza entre dos personas, siendo de carácter
íntimo y experiencial (Bourdieu, 2010). Su aplicación posibilitará el tratamiento de
los significados/valoraciones y contenidos simbólicos asociados al sentido con el
cual dotan: 1).- las PSC a sus estrategias y prácticas de vida cotidiana, y 2).- las
organizaciones domiciliadas a las actividades que realizan en el lugar y sus
posicionamientos respecto al sitio. Finalmente, la técnica conversación informal se
constituye como un ejercicio lo más cotidiano posible de descripción del mundo de
la vida de las personas. Ello permitió la descripción en forma narrativa de distintos
fragmentos de la experiencia biográfica, pudiendo acceder en determinados

51
momentos a la estructura diacrónica de la trayectoria vivencial (Bertaux, 2006) de
las personas con las que se compartió.

Estas técnicas se vuelven pertinentes en la medida en que permiten caracterizar


las distintas estrategias de apropiación y significación del sitio de memoria por
parte de las PSC y de las organizaciones domiciliadas del sector. Por una parte, la
observación etnográfica permitió levantar información sistemáticamente, de
manera cercana y profunda con las personas que participan del fenómeno. Por
otra, la entrevista en profundidad semi-estructurada permitió recoger distintos hitos
caracterizados como significativos por parte de quienes participen de la instancia,
manteniendo abierta la posibilidad de que el acto comunicativo adopte diferentes
matices dependiendo de la trayectoria vital del entrevistado, sin perder el enfoque
general de la investigación. Finalmente, la conversación informal facilitó articular
los significados subjetivos otorgados a la experiencia biográfica con las dinámicas
actuales de apropiación territorial del lugar.

La profundización del marco de antecedentes teóricos también es parte integral de


la investigación, en pos de generar un conocimiento más acabado y amplio sobre
el fenómeno de estudio. En este sentido, se empleó un método de investigación
documental, entendido como un proceso de investigación desde el que se obtiene
y se trasciende el conocimiento acumulado en torno a un objeto de estudio
(Posada, 2011; Gutiérrez, 2012; Vélez y Galeano, 2002; Castañeda, 2004):

“Estado del arte es investigar desde la óptica de ‘ir tras las huellas’ del campo de
conocimiento que se pretende ahondar, permitiendo determinar cómo ha sido
tratado éste y cuáles son las tendencias (Rojas, 2007) pero también hay que
asumirlo como una investigación sobre la producción investigativa, teórica o
metodológica, en donde emerge la posibilidad de articular las conceptualizaciones,
discursos y prácticas, así como indagar por la dinámica y lógica de dicha producción
(Uribe, 2004; Gutiérrez, 2012)” (Barbosa, Barbosa & Rodríguez, 2013).

Por todo esto, un estado del arte no es un producto terminado, ya que es un


insumo a nuevos campos de investigación (Castañeda, 2004; Hoyos, 2000). Este
método cobró pertinencia en cuanto a la recolección de información suficiente para
realizar una contextualización histórico/teórica acertada respecto a los temas de
las capas de memoria, las políticas del recuerdo y las apropiaciones territoriales
domiciliadas y no domiciliadas que rodean a los sitios de memoria, dando cuenta
de sus desarrollos y de las perspectiva que los rodean y abordan.

El material recogido mediante las técnicas anteriormente listadas fue analizado


mediante una técnica llamada “sistematización y categorización de datos” (García
et. al., 1999, p. 201), consistente en ir ordenando la información mediante
categorías de análisis, las que la organizarán conceptualmente con el fin de

52
priorizar su contenido y posterior interpretación (García et al., 1999). A su vez,
cabe destacar que resultó de especial conveniencia utilizar este enfoque de
análisis en conjunto con el software de manejo de información cualitativa Atlas.TI,
para simplificar el ordenamiento de los datos.

Delimitación muestral

En lo que refiere a la delimitación muestral, el proceso de selección de


participantes se realizó en base a un muestreo por bola de nieve –no
probabilístico–. En este tipo de muestra la elección de las personas no depende
de que todas tengan la misma posibilidad de ser elegidas, sino que deriva de las
decisiones que va tomando la persona que está realizando el proceso de
investigación, en conjunto con las posibilidades que son abiertas en el curso del
estudio (Sampieri et. al., 1997). En este sentido, se realizó una cuidadosa y
controlada elección de sujetos con ciertas características específicas (Sampieri et.
al., 1997), con la finalidad de relevar prácticas y puntos de vista particulares
respecto a los contextos de apropiación territorial del sitio de memoria en cuestión.
El principal criterio de selección de participantes, en este sentido, fue la cercanía
que cada una de aquellas personas tiene con el sitio de memoria en cuestión; por
otra parte, otro criterio fundamental fue el rol que aquella persona cumplía en el
sitio de memoria. Así, se justifica que la muestra comprendiese un espectro que
englobase tanto a las PSC que vivían en el sitio de memoria, como al trabajador
del Consejo de Monumentos Nacionales que se encargó de realizar una única
visita técnica de revisión de daños al lugar.

A continuación, se dispone de un cuadro resumen muestral de las personas que


se involucraron en el proceso de construcción de la presente tesis:

Sigla participante Rol u organización Fecha del primer contacto


OR Persona en situación de calle Noviembre 2017
JV Persona en situación de calle Noviembre 2017
JH Persona en situación de calle Diciembre 2017
RM Amigo de las PSC del ruco sur Noviembre 2017
RN Fundadora Escuela Artística Mayo 2017
HM Fundador Escuela Artística Mayo 2017
JM Organizador Ruta Memoria Septiembre 2017
CG Director Fundación Víctor Jara Mayo 2018
ML Encargada Archivo Fundación Abril 2018
VT Encargada Comunicaciones Fund. Abril 2018
CE Encargada Conservación Fund. Abril 2018
MD Encargada de proyectos Fund. Abril 2018
PS Comisión de Patrimonio, Consejo Marzo 2018
de Monumentos Nacionales

53
PRIMER CAPÍTULO DE RESULTADOS. EL SITIO DE MEMORIA EN HONOR A
VÍCTOR JARA, LITTRÉ QUIROGA Y OTRAS TRES PERSONAS NO
IDENTIFICADAS

En este primer capítulo de resultados se da cuenta de dos relatos etnográficos que


hacen referencia a: uno, las primeras aproximaciones a la problemática de
investigación que convoca este estudio en el sitio de memoria en cuestión; dos, el
ejercicio de acercamiento a las PSC que viven en el lugar y las organizaciones
sociales que trabajan sobre el sitio de memoria; y, tres, las reflexiones derivadas
de este primer capítulo de resultados.

Tres son los actores que serán identificados a lo largo de este primer capítulo:

Por una parte, se encuentra la Escuela Artística Comunitaria de Lo Espejo, la cual


es creada en 2012 como una instancia formativa desde y para la comunidad de Lo
Espejo, trabajando en las áreas de la música, la danza, el teatro, el circo, las
manualidades y la memoria local. Según relata RN, una de sus fundadoras, la
Escuela partió con una participación de 25 integrantes, llegando a tener en la
actualidad a más de 100 personas inscritas en sus talleres –incluyendo gente de
diferentes comunas y provincias, entre las que se encuentra el presente tesista
desde el año 2017–. Funciona durante los días sábados y es la principal
organizadora del Carnaval por la Memoria de Víctor Jara y Littré Quiroga, que
desde el año 2014 es constantemente visitado por Joan Jara, viuda del cantautor
Víctor Jara –una de las cinco personas cuyo cadáver fue arrojado en las afueras
del Cementerio Metropolitano, actual sitio de memoria que convoca a esta tesis–.
La Escuela funcionó durante el año 2017 en las dependencias del Colegio
Sagrado Corazón de Lo Espejo (ubicado entre calle Lucila Godoy con Vallenar, en
la población Clara Estrella, lugar que colinda con la población Santa Olga),
encontrándose a un lado de la Parroquia Madre de Dios. El año 2018 empezaron
a hacer uso de una sede propia, ubicada tres cuadras hacia el oeste respecto a
las dependencias del Colegio recién mencionado.

Por otra parte, se encuentran las personas que son convocadas a las actividades
de la Escuela en el sitio de memoria, pero que no necesariamente son
participantes de esta organización. En el caso de los relatos que vienen a
continuación, son aquellas personas que concurren a la Ruta de la Memoria y al
Carnaval por la Memoria de Víctor Jara y Littré Quiroga, quienes hacen uso del
espacio en las actividades realizadas al frente de la placa conmemorativa
instalada en la pared oeste del Cementerio Metropolitano.

54
Finalmente, el tercer actor clave son las personas en situación de calle que viven
dentro del área declarada como Monumento Histórico, instaladas inmediatamente
al costado sur de la recién citada placa. A diferencia de la utilización
conmemorativa que realizan sobre el sitio de memoria los dos actores
anteriormente mencionados, este último grupo desarrolla sus actividades de vida
cotidiana en el lugar. En un primer momento, mi atención se centró en enmarcar la
presente tesis respecto a aquel grupo, situación que veremos mutar a lo largo del
escrito y decantar en las disputas de derechos que son detalladas a lo largo de
estas páginas.

De la llegada al sitio y el acercamiento a la problemática de investigación

Primer acercamiento. La Ruta de la memoria

Corría el día 26 de agosto de 2017. Convocados a


través del taller de serigrafía de la Escuela Artística
Comunitaria de Lo Espejo, los asistentes a la Ruta de
la Memoria 2017 nos congregamos en la Parroquia
Madre de Dios, ubicada en la población Clara
Estrella. Allí se daría inicio –a eso de las 11:30 AM– a
aquel recorrido que se propuso transitar entre “las
artes y la memoria de Lo Espejo”. Su finalidad última
apuntaba a “reconstruir entre todas y todos los
recuerdos de la comuna, vinculados indisolublemente
a las tristezas y esperanzas que han marcado la vida
de los trabajadores y el pueblo chileno desde el siglo
XX en adelante” (RN, fundadora de la Escuela, 55
años).

La ruta contó con cuatro paradas: 1) La Parroquia Madre de Dios, 2) la plaza de


los DD.HH. de Santa Adriana, 3) el sitio de la Matanza de la población José María
Caro, y 4) el memorial en honor a Víctor Jara y Litrré Quiroga. Con la presencia de
34 participantes, las siete personas organizadoras presentes vertebraron la
actividad de manera tal que en cada uno de los ‘hitos’ de la ruta se expusieran –a
través del relato oral– “los horrores cometidos en dictadura, como también las
posibilidades de construir tejido de amor y respeto en base al trabajo comunitario”
(HM, pareja de RN y fundador de la Escuela, 55 años). La movilización entre cada
uno de los puntos de la ruta fue realizada en bicicleta por parte de quienes
llegaron en ella y también a través de un vehículo larguísimo de seis ejes
arrendado especialmente para la ocasión, diseñado con forma de tren y en el cual

55
cabían más de 20 personas sentadas. A efectos del relato, me centraré en lo
ocurrido en el cuarto hito de la ruta.

Cuando llegamos al área del Monumento Histórico, hubo que bajar del vehículo-
tren: el camino dejaba de estar asfaltado y pasaba a ser de tierra con ripio. En un
espacio intermedio comprendido entre la pared oeste del cementerio metropolitano
y la reja este del ferrocarril Nos-Alameda, a aproximadamente 50 metros de
distancia al sur de la zona asfaltada, se sitúa el memorial en honor a Víctor Jara y
Littré Quiroga. Algunos pasos más allá del memorial también se observa una
pared formada por acumulación de tierra y escombros, los que dejan entrever un
techo apoyado a la pared del cementerio.

Las 34 personas participantes nos instalamos al frente del memorial17, que reza
“Por el Derecho de Vivir en Paz” (ver figura 3). La placa conmemorativa que tiene
la inscripción se encuentra incrustada en la pared del Cementerio Metropolitano y,
frente a ella, se encuentra una banca de cerámica, además de unas pequeñas
construcciones de cemento que rodean el perímetro del memorial con la finalidad
de depositar en ellas flores, escritos y velas. Dos árboles de mediana altura se
encuentran ubicados al costado del área descrita: debajo de la sombra proyectada
por el que está ubicado a la izquierda se encuentra un sillón de mimbre con
muchas marcas de uso, otorgándole un aspecto desgastado. Desde el poste de
luz ubicado al lado izquierdo del memorial cae un cable de electricidad negro, con
el cual las PSC que viven a la derecha del sitio pueden acceder al servicio.

Figura 3. Fotografía panorámica del lugar

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

JM, uno de los organizadores presentes e “hijo de pobladores de la zona” según


me comentan RN y HM posteriormente, prende su micrófono y respectivo parlante,

17
A efectos de clarificar la narración, cabe destacar que por “Memorial” entiendo a la “Placa
Conmemorativa” que está inserta en la pared del Cementerio Metropolitano, conjunto a su espacio
inmediatamente circundante. Por su parte, “Monumento Histórico” y “Sitio de memoria” son usados
de manera equivalente en el texto: ambos comprenden a la totalidad de las 1,6 hectáreas que
configuran al espacio catalogado como tal, según se detalla en los Antecedentes del Lugar.

56
para dar inicio a la ronda de relatos orales. En ese preciso momento, tres perros
pequeños salieron a ladrarnos, a la vez que una persona los persiguió y se los
llevó de vuelta a la zona que está detrás del muro, desapareciendo de nuestro
espectro visual –no así del auditivo, ya que los perros seguían ladrando–.

Todas las personas presentes nos damos cuenta de la situación. Por ello, y
vinculado al punto de vista domiciliado de JM, gran parte de su relato giró sobre el
eje de la exclusión social y del abandono de los sitios de memoria, valiéndose de
la situación para efectuar una crítica al modo no domiciliado de habitar el lugar:

“El estado de abandono del memorial es innegable: es cosa de que veamos


alrededor. ¿Miran hacia allá? [señala con el dedo hacia el sur, lugar donde están
viviendo las PSC]. El despojo humano creado a partir de la dictadura sigue aquí,
más presente que nunca. No es eso lo que nosotros esperamos que sea, no es lo
que esperamos que se recuerde. Es interesante, esperanzador… y también triste
que la figura de Víctor Jara siempre agrupe a las personas más pobres: no por
casualidad las personas que están en esta indigna condición acuden al Galpón
Víctor Jara cuando el invierno las azota. Como pueden ver, lo mismo se encuentra
aquí y es muestra clara del abandono de la memoria. Estas personas no deberían
estar viviendo aquí, es completamente indigno” (JM, grabación de audio, 26 de
agosto de 2017).

En aquel momento, mientras las palabras de JM continuaban alimentando el


ladrido de los perros, sólo escuché atentamente lo que él hablaba. Sin embargo,
no pude dejar de preguntarme: ¿existe una frontera entre el domicilio y la falta de
él, en materia de memoria?, ¿puede el hijo de pobladores, algunos de los cuales
tomaron sus terrenos para construir sus actuales hogares, hablar de la
imposibilidad de que otras personas hagan uso de un sitio de la misma comuna
para vivir? Y más profundo aún, ¿son las personas en situación de calle
‘merecedoras’ del derecho de vivir en paz, tal y como reza la placa conmemorativa
del memorial?, ¿se les ha preguntado por la perspectiva que tienen respecto al
lugar?

Los asistentes aplaudieron a JM tras finalizar su comentario, tras lo cual guardaron


silencio. Después de ello, la actividad cerró con una presentación artística, en la
cual una participante del taller de danza de la Escuela Artística Comunitaria realizó
una performance acompañada de la canción “Por el derecho de vivir en paz” de
Víctor Jara, interpretada por dos integrantes del taller de música de la misma
Escuela. Tras terminar la presentación, las personas organizadoras dejaron la
invitación abierta a la siguiente actividad que se organizaría en el lugar el día 24
de septiembre de 2017: el Carnaval por la Memoria de Víctor Jara y Littré Quiroga.

57
Figura 4. Fotografía de cierre de actividad por la memoria

18

Fuente: Escuela Artística Comunitaria (2017).

Segundo acercamiento. El carnaval anual por la memoria de Víctor Jara y Littré


Quiroga

Realizado el día 24 de septiembre de 2017, el Carnaval por la Memoria contó con


un recorrido poblacional que terminó con un acto central en el Monumento
Histórico. Este carnaval se ha realizado de manera sistemática desde el año 2014,
según señaló en el inicio del pasacalles19 RN, quien también participaba como
organizadora del Carnaval:

“Nosotros habíamos formado una comparsa llamada La Sabrosona y estábamos


saliendo en la población. Esa experiencia nos abrió la posibilidad de desarrollar un
acto cultural. Para el primer carnaval éramos alrededor de 30 personas que hicimos
un carnavalito al que nombramos “Pasacalle en Homenaje”. Llegábamos bailando
desde la población Clara Estrella hasta el costado del Cementerio Metropolitano, y
posteriormente empezamos a terminar el recorrido al frente de la placa
conmemorativa a Víctor Jara y Littré Quiroga, una vez fuese instalada en el año
2015. Captamos la atención de la comunidad, la cual comenzó a acercarse y
generar un diálogo sobre la memoria” (RN, fundadora de la Escuela, 55 años).

18
Se puede observar cómo al frente de las personas presentes en la fotografía hay un cable
negro que provee de electricidad a las PSC que viven a la derecha del memorial.
19
La ruta a través de la cual los grupos carnavaleros transitan.

58
La apropiación territorial generada por parte de la organización configuró al
espacio, desde la semana previa a su realización, de una manera completamente
diferente a cómo es practicado en su cotidianidad20 por parte de las personas en
situación de calle que vivían en el lugar. Al realizar esta afirmación me refiero a
que si bien para la Escuela era cotidiano realizar actividades culturales vinculadas
a fechas en las que se re-memora la violencia política ejercida en el periodo de
dictadura, también lo era para las PSC del lugar el que sus espacios de vida sean
reconfigurados materialmente. Son dos cotidianidades que se mueven en distintas
temporalidades de apropiación territorial. Como bien se detalla en el relato de OR,
una de las PSC que vive en el sitio de memoria:

“Ya estamos acostumbrados. Ponen año a año [una separación hecha con] malla
kiwi… ellos allá y nosotros acá. Pero no es mala la weá, porque durante el año
nosotros estamos aquí y no le hacemos daño a nadie, ellos tampoco nos hacen
daño a nosotros. Es normal ya, no es como que no sepamos que van a estar… y
ellos también saben que estamos acá durante el año. Y es bueno, porque es el
único lugar de donde no me han echado” (OR, persona en situación de calle, 43
años).

De esta manera, el sitio de memoria quedó fracturado en dos partes: la frontal,


lugar donde se desarrollaron los actos culturales y la instancia de homenaje en el
memorial, y la parte trasera, que comprendió desde donde viven las PSC hasta el
extremo sur del Monumento. A continuación se dispondrá de una comparación
satelital del lugar: a la izquierda se encuentra una fotografía correspondiente al día
anterior al Carnaval y fragmentación del Monumento Histórico. A la derecha, por
su parte, una fotografía del lugar a inicios de noviembre de 2017.

Figuras 5 y 6. Comparación satelital del lugar

20
Como se propone en el capítulo de resultados siguiente, ambas son temporalidades cotidianas:
difieren en la forma en como hacen sistemáticamente uso del espacio del sitio de memoria.

59
Fuente: búsqueda propia en base a Google Earth (2017).

Grandes masas de gente llegaron hasta el Monumento Histórico el 24 de


septiembre de 2017. Visto a nivel de suelo el mismo día de la actividad que en la
imagen precedente (véase figuras 5 y 6), se puede apreciar cómo se instaló una
plataforma central que dio la espalda a las PSC del lugar, completamente
anuladas del espectro visual del público asistente gracias a una lona de color
verde que se instaló detrás del escenario central, ubicado a escasos metros de la
placa conmemorativa. Al ser consultada por el motivo de la disposición de aquella
lona, RN señala que era “para mantener separados los ambientes: ellos tranquilos
allá y nosotros con la actividad acá”. Desde las prácticas de la organización social
domiciliada, la segregación y la invisibilización de la gente en situación de calle
que vivía en el lugar fue una práctica activa.

Figura 7. Vista panorámica del lugar en pleno Carnaval

Fuente: Gonzalo Peña (2017).

Enmarcada dentro de aquella configuración territorial daría su discurso Alicia Lira,


presidenta de la Asociación de Familiares de Ejecutados Políticos, dirigiéndose a
“nuestra gente, nuestro pueblo (…) [a] la cultura nuestra” a través de la evocación
de la figura de Víctor Jara:

“No es fácil hablar ante tanta gente. Nuestra gente, nuestro pueblo. Víctor, siempre
Víctor. Septiembre maravilloso nace él, el 28. Pero la mano siniestra de la dictadura
fascista le arrebata la vida el 16 del mismo mes. Pero aquí está. Está Víctor a través
de ustedes: en sus bailes, en su cultura, en su sencillez y en la clase de pueblo que
él era. Del campesino, de la cultura nuestra es su mensaje. Hoy día es un día
hermoso, lo veo en los bailes, en los colores, en las canciones. En cada uno y cada
una de ustedes, porque están transmitiendo eso, la sencillez. Víctor ha traspasado
las fronteras nacionales en todas partes del mundo y permanentemente se aplica su
legado. Porque la verdad tiene que ir acompañada de la justicia plena, y ésta tiene
que estar con la memoria nuestra, la memoria de aquellos que se la jugaron pero
que está en cada uno de nosotros y nosotras. Les da miedo a que volvamos a
construir una sociedad como la que queremos, no la que nos quieren dar” (Alicia
Lira, Presidenta AFEP).

60
En este sentido, las PSC que vivían en el sitio cayeron fuera del espectro de lo
que es legitimado como visible para la organización social encargada de la gestión
del evento cultural, como también se sitúa de manera eclipsada a las figuras que
fueron encontradas muertas conjuntamente a Víctor Jara: Littré Quiroga y las tres
personas no identificadas que fueron encontradas en el sitio –las cuales quedan
incluso invisibilizadas en el nombre con el cual se realizó la difusión del Carnaval
por la Memoria–. En este sentido, los actos de apropiación territorial del espacio
configuraron una política del recuerdo domiciliada que dio la espalda a las
personas que –paradójicamente– viven en este lugar y que, por tanto, han logrado
ser suprimidas del espectro del recuerdo de los participantes de la actividad de
memoria. Desde esta lectura, las PSC quedaron exiliadas de la lectura del ‘sí
mismo’ que es realizada por las personas participantes de la instancia.

Sin embargo, las PSC habían continuado viviendo en el lugar “desde hace más de
dos años”, como bien reconocieron RN y HM al ser preguntados por el tiempo que
llevan viendo a las PSC vivir en el lugar. Ello refiere a una disputa por el sentido
de apropiación territorial con el que las organizaciones por que reivindican la
defensa de la memoria sobre la violencia política practican al espacio en cuestión.
La constante pugna de significaciones y usos asociados al lugar dio cuenta de la
existencia de múltiples capas de memorias presentes, como puede ser visible en
el testimonio de OR, una de las PSC que vive en la zona invisibilizada por la
disposición de la malla verde en el Carnaval:

“Pero vivir en la calle es la vida real. Llegaron hasta ahí nomás po’. Ahí hicieron…
habían puesto unos palos con malla de kiwi, para que no se viera pa’ acá po. Y no
hay drama. Yo creo que Víctor Jara está más vivo que nunca (…). Mi perrita, que en
paz descanse, a mí me la mataron, la mamá de las perras. A veces se ponía aquí y
se ponía como a conversar con el Víctor Jara. Yo la recuerdo. Tú te day cuenta
cuando a un perro le haces cariño… Se ponen ahí lindos. A veces por la noche se
escuchan guitarras. Pero no hay nadie. De repente allá en el monolito se veían
como unas sombras, unas siluetas po. Yo creo que es Víctor, que mi perrita también
conversa con él” (OR, persona en situación de calle, 43 años).

En este sentido, se puede apreciar que OR, en cuanto habitante no domiciliado de


uno de los rucos presentes en el sitio de memoria, es capaz de entablar
activamente una relación de convivencia con la figura de Víctor Jara, señalando
que este último “está más vivo que nunca” y presente en relación a distintos
momentos de su habitar cotidiano. Dicho de otro modo: situado a espaldas de la
“cultura nuestra” a la cual se refería Alicia Lira en su discurso, OR igualmente fue
capaz de entablar una relación con la figura del cantautor asesinado. Interesante
es notar que, desde el punto de vista de OR, la segregación e invisibilización que
se ejerció activamente desde la acción domiciliada no fue vista de forma negativa.
Aquella política domiciliada del recuerdo que dio la espalda a las PSC del lugar es

61
algo que también conllevó efectos positivos para ellos: una normalización
estratégica, en cuanto no ser vistos implicó una cierta disminución del riesgo de
desalojo forzado de sus rucos, lo que por ende constituyó una otra forma de vivir
en paz.

Detrás del muro: el lugar de la apropiación cotidiana del espacio por parte de
las personas en situación de calle

Tras el muro construido principalmente con escombros –reseñado en la actividad


de la Ruta por la Memoria–, se vislumbraban dos rucos21, separados por un
pequeño camino que está entre los dos. El que estaba ubicado hacia el norte se
encontraba al descubierto, mientras que el localizado hacia el sur se hallaba
resguardado por un muro secundario de escombros.

Figura 8. Invertir la mirada: el memorial visto desde la entrada a los rucos.

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

En la figura 8 se dispone de una fotografía de la entrada al lugar que fue


apropiado como espacio de habitabilidad por parte de las PSC que estaban
viviendo en el sitio. Tal y como señaló OR, ellos llevaban más de dos años en el
lugar, relato que concuerda con lo señalado según RN y HM con anterioridad:

“Ya po’, yo después de estar en la cárcel por el tema del tráfico intenté volver a mi
casa. Estaba en Puerto Montt preso, pero cuando quise volver… Ya no pude con mi
familia. Entonces empecé a vivir cerca acá, tiradito en la población. Y me vine pa’l

21
A efectos de lo dispuesto a lo largo del escrito, se entenderá por ruco al lugar construido por una
PSC para realizar sus actividades de vida cotidiana: dormir, comer, escuchar música, compartir,
resguardarse del frío o del calor… estar. El concepto puede ser utilizado como símil a hogar.

62
Cementerio, pero me desarmaron todo en un momento22 y así me tiré pa’ acá hace
como dos o tres años, es mucho más tranquilo…” (OR, PSC, 43 años).
De la llegada a los rucos: primer acercamiento

A continuación, dispondré de un relato etnográfico basado en las notas de campo


del día 11 de noviembre, correspondiente a la primera ocasión en que tomé
contacto con OR, una de las PSC que se encuentran viviendo en el área de los
rucos.

El primer acercamiento fue llevado a cabo en el marco de las semanas siguientes


a la realización de Carnaval por la Memoria. Aquel día me invadía una sensación
de inseguridad sobre las acciones que estaba realizando, tal como quedó
registrado en anotaciones del diario de campo:

“Sentía que llegar e interrumpir las vidas de quienes estaban viviendo en el sitio era,
cuando menos, violento… ¡Sobre todo después de efectuarse un carnaval de tan
grandes proporciones como lo fue el de septiembre! Pensaba que era
perfectamente lógico que no me quisieran recibir por ello mismo (podían estar
agotados, o haber vivido una mala experiencia) y socavaba automáticamente toda
esperanza de ir al sitio y entablar lazo alguno. Conversando de esto con Katherinne,
gran amiga y compañera, ella decide acompañarme en el primer acercamiento a los
rucos” (Cuaderno de campo Gonzalo Peña, 2018).

De ese modo, el día 11 de noviembre a las 17:50 horas nos encontrábamos en el


área de los rucos. Estando de pie frente a ellos comenzamos a gritar ‘aló’, frente a
lo que escuchamos a alguien toser en el ruco norte, que era el único que
lográbamos observar hasta ese momento. Después de aguardar en silencio sin
que saliera alguien, los perros que hicieron aparición el día de la Ruta de la
Memoria nos ladraron brevemente, tras lo cual se acercaron moviendo sus colas.
Nosotros respondimos con cariños: no nos ladraron más. De cierto modo, el día de
la ruta de la memoria se había establecido una rígida frontera entre la población
domiciliada y las PSC que vivían en los rucos, representada a través del distante
pero siempre presente ladrido de los perros durante la actividad. Bastaba con
acercarse con una disposición más abierta para darse cuenta de que aquella
frontera no era tan rígida como aparentaba.

Tras gritar ‘aló’ un par de veces más y esperar sin que saliera alguien del ruco
norte, decidimos seguir caminando hacia el sur, alejándonos del memorial y del
primer ruco. A pocos pasos de andar el muro de escombros disminuyó, dejando
ver el segundo ruco ubicado hacia el sur. Este era ligeramente más grande que el
primero y en su puerta de entrada –una lata de color verde– estaba escrito con
tiza blanca “NO ENTRAR”: según me comentaría OR meses más tarde, era
22
Este tema se abarcará en el tercer y último capítulo de resultados.

63
porque de vez en cuando encontraba su puerta abierta y le entraban a robar. A la
derecha de la puerta habían platos con comida para perros. Con mi acompañante
alcanzamos a notar que estaba sonando cumbia dentro del ruco, tras lo cual
decidimos primero recorrer el resto del área declarada como Monumento Histórico,
para luego retornar a gritar ‘aló’ por segunda vez.

Seguimos caminando en dirección al sur y un ciclista pasó por el lugar a baja


velocidad. El muro de escombros desapareció, dando paso al inicio de lo que
parecía ser en aquel momento la construcción de una pista de vehículos que no
estaba presente a la fecha del Carnaval por la Memoria: un gran montículo de
tierra que estaba aplanado y que se extendía hasta el extremo sur del área
protegida como Monumento Histórico (véase sección de Antecedentes del Lugar).
Seguimos caminando en dirección al sur y observamos que la cerca de contención
de la Empresa de Ferrocarriles del Estado estaba rota en varios de sus extremos.
El área, básicamente, era utilizada para el tránsito en bicicleta y a pie de distintas
personas, uso distinguible gracias a los innumerables trazos generados por las
ruedas y los zapatos de las personas que habían transitado por el lugar.

Figura 9. Mirando de sur a norte: la cerca rota y los escombros en el sitio

Fuente: Gonzalo Peña (2017).

Tras caminar a lo largo del sitio llegamos al extremo sur del área declarada como
Monumento Histórico, que empalma con una rotonda vehicular bastante
transitada. Como señalo en anotaciones del cuaderno de campo, con Katherinne
(y posteriormente el mismo día con las PSC que vivían en los rucos) creíamos
erradamente que la ruta que se estaría construyendo en el lugar buscaría conectar
Avenida La Feria con Vespucio Sur, algo que en el futuro temíamos socavaría las

64
dinámicas de vida de las PSC que viven en el sitio, como también las actividades
de las organizaciones sociales y culturales del sector.

Tras observar el lugar detenidamente, emprendimos el regreso al sector donde se


encontraban los dos rucos. Al llegar nuevamente a la zona donde estaba el muro
construido con escombros, logramos divisar a la distancia a un ciclista que venía
portando una gran cantidad de globos, caminando con su bicicleta en dirección
nuestra. Al acercarse más, nos percatamos que era la misma persona que
habíamos visto pasar al lado nuestro cuando caminábamos en dirección al sur del
sitio.

La persona llegó y nos saludó afectuosamente: se llama RM. Nos comentó que
venía de fumigar un patio y que una “vecina del lugar” le regaló aquella cadena de
globos. Vestía ropas de color azul, desteñidas y manchadas por el trabajo con los
químicos de fumigación. Además, portaba en su espalda un tanque con la mezcla
de líquidos y una manguera con difusor para rociar su contenido.

Tras conversar brevemente, RM se acercó haciendo ademán de despedirse. Sin


embargo, uno de sus globos se reventó y ello atrajo la atención de los perros, los
que le ladraron y gruñeron ásperamente. Dejando la bicicleta en el piso, él los
comenzó a perseguir, frente a lo que los perros comenzaron a correr y ladrar más
fuerte. En ese momento, una persona salió del ruco sur con un palo en la mano.
Los perros se tranquilizaron y se pusieron a su lado. Con mi acompañante nos
miramos de forma compungida, ya que creíamos que la persona vendría
enfurecida hacia donde estábamos de pie. Sin embargo, ello no fue así:

““Ya po weón, tráete a la regalona pa’cá”, grita RM. “Ya weón, porfa, que la tengo
llena de garrapatas”, le responde la persona que tenía el palo en la mano, botándolo
al suelo. Resulta ser que la persona en bicicleta era un amigo de las PSC de los
rucos” (Cuaderno de campo Gonzalo Peña, 2018).

En el intertanto en que la persona que vivía en el ruco sur fue a buscar a sus
perros, RM nos comentó que él vivía cerca de allí:

“RM estaba cruzando a su casa ubicada “en los departamentos del otro lado de la
línea, como todos los días”, y que por eso conoce a “los cabros que viven aquí”. Nos
comenta que con ellos hace “algunos pololitos23 por aquí, otros por allá…”, y que
cuando puede, trae “algunas cositas y hacemos un asadito, a veces cuando está
muy sucio también vamos a limpiar el memorial” [mientras lo dice, apunta hacia el
norte con su dedo, en dirección a la placa conmemorativa del memorial]”.

Ello reveló una interesante relación entre el modo de habitar no domiciliado, con la

23
Trabajos esporádicos e informales.

65
memoria domiciliada que es defendida por las organizaciones sociales que
trabajan en el lugar. Básicamente, el que las PSC se vean involucradas en
acciones de cuidado de la placa conmemorativa del memorial rompe aquella
oposición tajante que se señaló en el discurso de JM, enmarcado dentro de la
actividad de la Ruta de la Memoria recientemente expuesta en la discusión de
resultados.

La PSC que vivía en el ruco sur volvió al lugar con sus perros. Tras algunos
segundos de silencio, RM le dijo: “¡Ya po! Dale tú si los querís fumigar, dale tú”.
Así, el ciclista le pasó el tanque de fumigación a la persona que vivía en el ruco
sur. Viéndose algo entrampado en el proceso de colocarse el tanque, este último
pidió ayuda a Katherinne y a mí. Ese fue el momento en el cual nos presentamos:
la persona que vivía en el ruco sur se llama OR.

Acto seguido, RM le enseñó a OR cómo mezclar los líquidos del tanque. La PSC
se encontraba haciendo caso a las instrucciones, hasta que crujió fuertemente una
palanca del tanque que permitía el ingreso de líquidos, rompiéndose una pieza de
ella y estancándose el contenido en la manguera. Esta quedó goteando y con ella
alcanzó a rociar a sólo uno de sus perros, que acudió sin vacilar cuando fue
llamado por OR. Le pregunté cómo se llaman los perros y OR me contestó:

“Se llaman Pelusa uno, dos y tres… el cuarto se llama Bonito, por la cicatriz que
tiene en su rostro. Antes tenía ocho perros, tres se me escaparon y a una me la
mataron por la noche, creo gente Muni24” (Cuaderno de campo Gonzalo Peña,
2018).

A raíz de la pregunta sobre sus perros, OR nos empezó a contar algunas historias,
frente a lo cual nos empezamos a reír por los finales tragicómicos que ellas tenían.
Después de unos diez minutos de conversación, OR solicitó ayuda para quitarse el
tanque de fumigación que aún mantenía en su espalda, para que junto con RM
pudieran hacerle algún arreglo y terminar de rociar líquido a sus perros. RM actúa
rápidamente y le ayuda a sacárselo. Casi inmediatamente este último nos pasó
una pequeña botella a Katherinne y a mí para que leamos la etiqueta. El rótulo
decía que el contenido mata baratas, chinches, pulgas, garrapatas y también
distintos insectos presentes en frutas y verduras. Se la devolvemos y él le echa
aproximadamente ¼ del líquido a la mezcla que tiene en el tanque.

Notoriamente cansados tras intentar reparar la palanca infructuosamente durante


más de 40 minutos, RM y OR tomaron a “Pelusa dos” y le vertieron gran cantidad
de líquido encima, lo que provocó que ella quedara estilando el contenido. Hacen

24
Se refiere a la Municipalidad de Lo Espejo. El sentido de la frase se comprenderá tras leer el
último capítulo de resultados de esta tesis.

66
lo mismo con los otros dos perros restantes, dejándolos completamente
empapados. Junto con Katherinne observamos cómo las garrapatas, grandes y
redondas, caían muertas de sus pelajes, a la vez que los perros quedaban
notoriamente adormecidos y se recostaban a un costado del ruco sur de OR. En
aquel momento me cuestioné si los perros lograrían sobrevivir.

Tras realizar esta acción, RM y OR se comenzaron a despedir. En ese momento le


comenté a RM y OR sobre el estudio que estaba iniciando, de manera que
zanjamos el día 20 de noviembre como la segunda vez que nos reuniríamos, esa
vez con la finalidad de realizar una entrevista exploratoria. Tras despedirnos todos
los presentes afectuosamente, OR me dictó su número de celular. Yo lo miro
asombrado y, mientras apuntaba a un poste de electricidad, me respondió: “si
escucha la cumbia po’… Tengo el celular ahora cargándose adentro. En mi casa
tengo electricidad”.

Acerca del problema de investigación hasta ese momento

Hasta aquel momento, mi intención era realizar un estudio centrado en la memoria


biográfica y política de las PSC que viven en el sitio. Ello, producto de lo que
considero es un adelgazamiento restrictivo en materias de memoria por parte de la
mirada domiciliada, por sobre lo que representa la situación de calle: no había
logrado encontrar estudios que hablasen sobre relatos biográficos no domiciliados
en periodo de dictadura, al menos hasta la fecha en que esta tesis es editada,
además de que las organizaciones sociales que conocía hasta aquel momento no
se interesaban por la temática. Por ello, hasta este punto la intención principal fue
poner el acento en la posibilidad de recopilar las memorias biográficas y políticas
de las PSC en el sitio.

Sin embargo, cuando llegué a realizar la primera entrevista con OR en el


Monumento Histórico, me percaté del avance increíblemente rápido que ha tenido
la meseta de tierra que creíamos era la construcción de una pista vehicular. El
avance fue tal, que aquella llegó a tocar el ruco de OR en tan solo un par de
semanas. A partir de este vertimiento de escombros, distintas fuerzas que pujaron
por la disputa material y simbólica del sitio se hicieron palpables, a la vez que las
PSC continuaron viviendo en el lugar, aunque de forma intermitente.

De este modo, esta línea de investigación se reformularía completamente con el


hecho de la intervención con escombros efectuada sobre el sitio de memoria. Los
alcances de este acto, sus implicancias en las vidas cotidianas de las PSC y las
reacciones por parte de la Escuela Artística Comunitaria y otras instituciones serán
cubiertas a continuación.

67
SEGUNDO CAPÍTULO DE RESULTADOS. LA INTERVENCIÓN SOBRE EL
SITIO DE MEMORIA

La intervención del sitio de memoria operó como un antes y un después en la


apropiación material del lugar por parte de las PSC y de las organizaciones
sociales como la Escuela Artística Comunitaria, involucradas en esfuerzos que
apuntaron a la reivindicación de la memoria sobre la violencia política desde un
punto de vista domiciliado.

Sin embargo, este hecho no tan sólo repercutió en aquellas formas de


apropiación; también lo hizo en la trama de relaciones de otros actores que se
visibilizaron en el sitio, ya sea materialmente sobre él o tomando decisiones a
distancia sobre éste, lo que se sumó a la tensión ya instalada sobre la utilización
de este espacio descrita en el apartado anterior. En este escenario complejo, la
Municipalidad de Lo Espejo, la Fundación Víctor Jara, el Cementerio Metropolitano
y el Consejo de Monumentos Nacionales se agregaron a la pugna de manera
completamente explícita sobre el sitio de memoria y las relaciones que allí se
daban.

El proceso de descripción de estas relaciones fue factible mediante la


incorporación de una mirada de largo aliento provisto por el método etnográfico.
Por ello mismo, la intencionalidad del siguiente apartado es dar cuenta del punto
de vista construido diacrónicamente respecto a las acciones e inacciones de cada
una de las partes involucradas en la disputa por este lugar. El relato de aquella
experiencia, que sigue a continuación, se realiza a través de una exposición
cronológica de las vivencias comprendidas entre los meses de noviembre de 2017
y marzo de 2018, en el marco de las constantes visitas al sitio de memoria y los
ires y venires en la construcción del problema de investigación, como también
considerando los sentimientos de desazón e incertidumbre suscitados por una
serie de situaciones experimentadas a lo largo de aquel periodo de tiempo.

Esta disposición cronológica que adopta la forma de una hoja de ruta sigue la
huella de las notas de campo escritas durante un breve periodo del transcurso de
la investigación, a estos efectos el momento comprendido por el inicio de la
intervención del sitio de memoria por parte de las empresas privadas y su fin,
entre noviembre de 2017 y febrero de 2018. Tomadas a mano, ellas fueron
contrastadas y densificadas con reflexiones que surgieron a lo largo del proceso
de escritura de esta tesis a partir, entre otros, de la incorporación de contenidos,
análisis, escucha de grabaciones de voz, reflexiones y toma y observación de
fotografías.

68
La hoja de ruta aquí dispuesta, por consiguiente, se constituyó en la forma de
textualización antropológica elegida para vertebrar el segundo apartado de
discusión de resultados de esta tesis. En este sentido, la estrategia presentada se
configura como dispositivo resultante de la sistematización de los materiales
producidos, sumado a la incorporación de reflexiones teórico-prácticas que
aportan a la ampliación de la discusión. Su cronología, por lo mismo, es clave para
generar una más clara caracterización de las situaciones de conflicto y disputa
entre las distintas partes involucradas, toda vez que posibilita la no supresión del
carácter situado y parcial del proceso de construcción del entendimiento de lo que
fue ocurriendo en el lugar.

A lo largo de ella, como se verá, se introducen nuevos actores a la vez que se da


cuenta de la emergencia de distintos conceptos en el proceso reflexivo, tales como
la relación entre derechos domiciliados y no domiciliados (y su distinta vinculación
con el derecho a vivir en paz), además de la reivindicación de la memoria sobre la
violencia política, todo ello enmarcado en el contexto de un sitio de memoria
intervenido sobre la base de otro derecho: el de la propiedad.

De este modo, la hoja de ruta planteó conceptos y situaciones necesarias de ser


profundizadas en el último capítulo de resultados, referente a un momento en el
que las tensiones generadas por las disputas a nivel práctico en el sitio de
memoria decantaron en una serie de situaciones de violencia, dirigidas tanto a las
reivindicaciones de derechos enarbolados por organizaciones domiciliadas, como
a las PSC que realizaban apropiación territorial del sitio de memoria.

La hoja de ruta

Lunes 20 de noviembre de 2017

Tal como se había fijado el sábado 18 de noviembre, con OR procedimos a


realizar la entrevista acordada. La preocupación que tenía por “hacer una
entrevista rápidamente”25 y no hacia el cierre del trabajo de campo radicaba en
que el depósito de materiales áridos por parte de los camiones se estaba
realizando muy cercano a los rucos: las piedras prácticamente estaban tocando
sus paredes.

“¿Será una autopista?”, preguntó OR en voz baja. “Me tinca que sí”, le respondí,
mientras el ruido incesante de las máquinas nos acompañaba a eso de las diez de

25
A partir de este punto, las citas entre comillas empleadas dentro del párrafo referirán a citas
textuales del diario de campo de Gonzalo Peña (2018) y/o a grabaciones de voz tomadas con
consentimiento expreso de las personas participantes de las situaciones.

69
la mañana. OR comentó que los escombros comenzaron a ser arrojados la
primera semana del mes de noviembre. “Han sido 20 días y ya están aquí al ladito.
¿Pasarán por encima nuestro?”. Sin saber que responder, ambos quedamos en
silencio.

Es en ese momento en que me percaté que los cuatro perros de OR estaban con
vida. Salen junto a JV26 desde el ruco norte. Me alegró saber que los animales
estaban bien y que habían sobrevivido la fumigación: estaban incluso con el pelaje
brillante y moviendo su cola de un lado a otro. Los perros se tiraron encima mío y
les hice cariño. Acto seguido, OR me llevó a la placa conmemorativa del sitio de
memoria. Allí, él se sentó en el sillón de mimbre que está ubicado a un costado de
ella, bajo la sombra de uno de los árboles del lugar.

Siempre acompañados del ruido de las máquinas, comenzamos a hablar sobre su


trayectoria biográfica. Comentó que ha vivido varios canazos27 y que eso lo llevó a
alejarse de su familia –tristemente, su madre murió mientras estaba en la cárcel y
no lo dejaron salir al funeral–. Al salir de prisión experimentó grandes problemas
familiares, tras lo cual pasó de vivir de forma domiciliada en la población Clara
Estrella de Lo Espejo, a vivir en el sitio de memoria, previo tránsito por otros
lugares de la ciudad desde los que fue expulsado. En este sentido, OR ya cargaba
con un historial previo de expulsiones con las que ha convivido. Preguntado por la
particularidad que lo llevó a continuar viviendo en el lugar, él señaló que “aquí me
siento más a gusto, es más tranquilo… muy callado en general, y cerca del Víctor”.

Después hablamos de su diario vivir: OR trabajaba haciéndole pololitos28 a la


gente del sector. Muestra de ello es una llamada telefónica que recibió, a través de
la que le ofrecían la realización de un breve trabajo cortando pasto que declinó por
estar en entrevista conmigo. El celular de OR le fue regalado por uno de sus
amigos –un vecino domiciliado de la población Santa Olga de Lo Espejo–, cuya
batería cargaba desde la toma de corriente ubicada en el poste eléctrico al
costado del memorial. A partir de aquel poste también obtenía electricidad para su
ruco: “desde ahí saco corriente y adentro estoy pulento”.

En este sentido, y a partir de las relaciones establecidas entre OR y las


poblaciones domiciliadas, se puede dar cuenta de distintas lógicas con las que se
relaciona lo domiciliado con lo no domiciliado: en ciertos contextos, las PSC son
vistas como estorbo para la realización de actividades locales –recordar lo

26
JV es la persona que vive en el ruco norte. Ligeramente más viejo que OR, no aceptó participar
de la presente investigación. Ello no cerró la posibilidad a compartir con él en tiempos venideros,
de manera que solo se hará mención a su presencia-ausencia física en relación a OR.
27
Encarcelamientos.
28
Trabajos informales y esporádicos.

70
vociferado por JV contra las PSC en la Ruta de la Memoria–; en otros momentos,
las mismas son integradas, como se puede observar con el ofrecimiento de trabajo
por parte de vecinos domiciliados del sector.

Posteriormente OR comentó, tal como habíamos conversado anteriormente en


instancias informales anteriores, que le tenía mucho cariño a una “vieja perra que
me la mataron a cuchillazos… Ella conversaba con Víctor: se paraba frente al
memorial y se quedaba mirándolo por horas”. A partir de ello y de las guitarras que
él escuchaba durante las noches, OR sinceró una perspectiva sobre el lugar:
sentía que “la esencia de Víctor Jara y las otras personas que tiraron aquí en el
sitio aún viven con nosotros en este lugar”. Ello habla de una interesante
perspectiva de OR, en cuanto establece discursivamente una convivencia activa y
consciente con las figuras de distintas personas que fueron asesinadas en
dictadura y arrojadas en el lugar.

Desde la fecha de realización del Carnaval por la Memoria había intentado


infructuosamente contactarme con la Escuela Artística Comunitaria y con otras
organizaciones del sector, para avisarles de las intervenciones que se estaban
realizando sobre el área declarada como Monumento Histórico: posterior al mes
de septiembre, las organizaciones se ausentaron completamente del lugar. Sin
embargo, frente al comentario de OR, que planteó que Víctor Jara y las otras
personas allí arrojadas continuaban viviendo en el lugar, no pude evitar pensar en
lo contrario: que aquellas personas continuaban muriendo, situación reflejada en el
estado actual de olvido del lugar por parte de las organizaciones domiciliadas que
lo reivindicaron en fechas de mayor sensibilización respecto a la violencia sobre la
memoria política y que, paradojalmente, se habían ausentado en el contexto de su
repentina intervención con toneladas de escombros.

OR decidió parar la entrevista, visiblemente cansado tras una hora de ella:


comentó que se irá a dormir. Acto seguido corté la grabación y nos despedimos de
un abrazo. Fue en ese momento cuando OR comenzó a criticar la construcción de
lo que –en ese entonces– creíamos que era una pista vehicular, diciendo que
“ningún weón piensa en nosotros cuando hacen estas mierdas. Este lugar es
tranquilito… ¿Dónde chucha nos vamos a ir ahora? Tranquilito voy a dormir”. Tras
hablar breves minutos sobre la cercanía de la maquinaria al ruco, nos
despedimos.

71
Figura 10. Intervención sobre el sitio de memoria

Fuente: Gonzalo Peña (2017).

Sábado 25 de noviembre de 2017

Cinco días después de la última visita al sitio de memoria, observé que los
trabajos de depósito de materiales habían continuado. A eso de las 15.00 horas
me encontré en bicicleta, cruzando lentamente el sitio sin encontrar persona
alguna, tras lo cual me detuve en las afueras del ruco de OR. Acto seguido,
observé los alrededores: un montículo de tierra invadía el espacio del ruco
tocando la pared y su puerta de entrada que, paradojalmente, decía “NO
ENTRAR”.

Dejé mi bicicleta apoyada en la tierra. Tras cinco minutos sentado en el borde de


las toneladas de áridos que fueron arrojados en el sitio, decidí ver si OR se
encontraba en su ruco llamando por él: nadie salió. Acto seguido, lo llamé al
celular, el cual marcó apagado. Busqué a JV en el ruco norte y tampoco salió
alguien: el lugar estaba en completo silencio y los perros, que hasta ahora siempre
habían estado presentes, ya no estaban. Sólo se escuchaba el tren pasar
rápidamente cada 15 minutos. En aquél momento me pregunté: ¿Se habrán ido
los perros, OR y JV? ¿Pasarán los camiones por sobre el lugar en el que viven las
PSC cuando vuelvan con más escombros? ¿Serían capaces las máquinas, a su
vez, de pasar por sobre el memorial?

Durante la semana estuve intentando contactar a distintas organizaciones sociales


vía correo electrónico y en persona (entre ellas la Escuela Artística Comunitaria y
la Fundación Víctor Jara); también llamé al Departamento de Obras Públicas de la
Municipalidad de Lo Espejo: nadie tenía idea de lo que estaba sucediendo. La
pregunta que rondó mi cabeza desde aquel momento en adelante fue: ¿cómo una
obra de tal magnitud va a ser desconocida por el Estado? Con la sospecha ya

72
instalada, me pareció atingente denunciar la situación al Consejo de Monumentos
Nacionales, lo que pude realizar a través de los contactos de correo electrónico de
dos trabajadores de la institución. Ellos fueron proporcionados por JB, una
docente del Departamento de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado.
Dentro de la denuncia incluí29 el riesgo al que estaban expuestas las PSC del
lugar: ¡bastaba con una mala maniobra de la persona que conducía el camión
para sepultar el ruco sur y, de paso, atropellarlas a ellas o sepultarlas bajo los
escombros!

Aproveché que andaba en bicicleta y, a eso de las 15.40, pedalié en dirección a la


entrada sur del Cementerio Metropolitano. Allí hablé en una garita de entrada con
GR, quien era una de las personas contratadas por aquella institución y encargada
de velar por el funcionamiento y la limpieza general del Cementerio. Cuando le
relaté la situación ocurrida en el sitio de memoria, respondió que ya informó de los
trabajos efectuados en el lugar a su jefatura: no habían entregado autorización
alguna para efectuar aquellos trabajos. Incluso, la institución se encontraba en
proceso de efectuar su propia denuncia.

De este modo, se encontraba en curso una que había realizado el 24 de


noviembre (véase anexo II) y la que ellos estaban impulsando. GR relató que para
la denuncia sacaron fotografías de los trabajadores y de las máquinas presentes
en el lugar, más no de la posición de los rucos de las personas en situación de
calle que vivían en el sitio. Ello habla de un impulso de la acción enmarcada en el
derecho judicial desde un punto de vista domiciliado, que dejó de lado en esta
primera instancia a cualquier referencia a la presencia no domiciliada que se vio
afectada por la instalación de los escombros en el lugar. Según lo observado por
GR en pequeños logos institucionales de los camiones, la empresa encargada de
botar las toneladas de tierra se llama “Ecaval”.

Antes de despedirme le pregunté si sabía algo más de las PSC que estaban
viviendo en el sitio. GR contó que sí: que ellas comenzaron a tirar piedras a los
camiones el miércoles 22 de noviembre en más de una ocasión. Al día siguiente,
ellas ya no estaban en sus rucos: según consta en anotaciones de mi diario de
campo, GR los fue a “visitar para obtener más información sobre los daños al sitio”
y nadie había salido. “¿Qué habrá pasado?”: esa fue la pregunta que GR y yo nos
realizamos ese día antes de despedirnos.

29
Véase primer correo en anexo II.

73
Martes 28 de noviembre de 2017

Llegué al sitio de memoria faltando 30 minutos para el mediodía. OR y JV aún no


retornaban y la situación me preocupaba. La única presencia humana en el lugar
era la de los operarios del camión que se encontraba botando tierra en el sitio…
¡Por fortuna la estaban apilando sobre la misma plataforma que ellos generaron y
no sepultando los rucos! En el lugar también observé una máquina aplanadora,
que ayudaba a compactar los áridos recién dejados en el lugar.

Subí a la plataforma de tierra con la intención de hablar con alguno de los


trabajadores que estaban operando las máquinas. Nadie bajó de los vehículos a
pesar de que me veían. Parado hacia el borde que da al ruco de OR, uno de los
conductores que manejaba un camión hizo el amago de venir encima mío. Su
conductor reía. Sudé frío y me retiré del lugar.

Miércoles 29 de noviembre de 2017

Para aquella fecha ya había enviado nuevamente correos a la Fundación Víctor


Jara, a la Escuela Artística Comunitaria, al diario “El Central” de Lo Espejo y había
llamado telefónicamente a la Municipalidad de Lo Espejo. Desde el municipio
insistieron en que enviarían al director de obras a ver lo que sucedía, y en que no
había persona informada de cosa alguna. En la práctica, únicamente las empresas
se hacían presentes en el sitio.

Viernes 1 de diciembre de 2017

Me respondió la Escuela Artística Comunitaria a través de una de sus integrantes,


una jóven de Lo Espejo de 25 años. No estaban enterados de lo que estaba
ocurriendo en el sitio de memoria con las PSC, más sí sobre el depósito de
escombros en el lugar. De este modo, acordamos reunirnos prontamente para
conversar sobre el tema, ya que los talleres artístico-culturales que ofrecían
durante el segundo semestre habían terminado recientemente. Como había
pasado un tiempo considerable sin respuesta desde que les mandé el mensaje
avisándoles de la intervención del lugar, me comenzaba a preguntar si los tiempos
que disponían para la reivindicación del sitio como lugar de ejercicio de memoria
sobre la violencia política sólo se circunscribían a la fecha de carnaval: ¿qué es la
memoria para ellos, y a qué tipo de derechos asocian su ejercicio?

Si bien los escombros depositados en el sitio de memoria son una intervención


que afectó tanto a las PSC en cuanto a sus vidas cotidianas, como al Monumento
Histórico Nacional en términos de desprotección como lugar de memoria sobre la

74
violencia política, la actuación de la Escuela hasta aquel momento había puesto
énfasis en la protección de un cierto tipo de derecho domiciliado, relacionado con
la ocupación del sitio de memoria para actividades masivas de conmemoración.

Aquel énfasis, sin embargo, había decantado en una conculcación de los derechos
relacionados a ser y estar de manera otra –aquellos vinculados a lo no
domiciliado–. En este sentido, se empezó a vislumbrar cierto paralelismo en el
modo de actuar del Cementerio Metropolitano y la Escuela Artística Comunitaria.
Por una parte, el impulso de la acción judicial del primero dejó de lado cualquier
referencia a la presencia no domiciliada en el sitio de memoria; por otro lado, la
inacción de la segunda organización posterior a la realización del Carnaval por la
Memoria en septiembre daría cuenta de una preocupación por el sitio de memoria
reducido a una clave domiciliante, donde las PSC no tenían cabida.

Concurrí al sitio de memoria a eso de las seis de la tarde. Estaba casi idéntico al
sábado 25 de noviembre: sólo se habían continuado depositado áridos en el
extremo sur del sitio, lejos de los rucos y del memorial. Estoy durante cuatro horas
sentado frente a la placa conmemorativa: ninguna persona transitó por el lugar.
Únicamente se escucha el Metrotren pasar constantemente, cada quince minutos.
Me retiré a las diez de la noche.

Lunes 4 de diciembre de 2017

Fui al sitio de memoria faltando dos horas para el mediodía. A la distancia observé
aplanadoras trabajando en el lugar, más no camiones depositando tierra. Me fijé
en que la entrada del ruco de OR estaba libre del polvo y que las piedras que
habían caído por el trabajo de las maquinarias ya no estaban. No obstante, tras
revisar el lugar, me percaté de que no había alguien dentro de él; misma situación
en el ruco norte. Al continuar mirando el suelo noté que había restos de comida
para perros esparcida por los alrededores: era posible que ellos hubiesen
retornado durante el fin de semana.

Me llamó la atención que la columna de tierra no haya avanzado sobre el área de


los rucos. Aquella duda consta en una anotación de mi cuaderno de campo: “si lo
que están haciendo es una pista vehicular, habrían tenido que pasar por encima
de ellos”. Si bien en aquél momento puse en cuestionamiento la finalidad de
aquella intervención del sitio de memoria, lamentablemente aún no tenía certezas
de lo que efectivamente estaba ocurriendo: los trabajadores de las máquinas se
negaban a conversar y los correos enviados a distintas organizaciones e
instituciones continuaban sin respuesta –exceptuando a la Escuela Artística
Comunitaria, que a través de una de sus jóvenes integrantes había ofrecido la ya
agendada reunión–. La Municipalidad se había desentendido del tema en cuatro

75
llamadas telefónicas: los distintos funcionarios que contestaban las llamadas
señalaban constantemente que enviarían a un encargado del área de Obras
Públicas a revisar la situación. Por aquél entonces, lo más cercano a una
respuesta concreta provenía de parte del Consejo de Monumentos Nacionales,
institución que acusó recibo del correo con los antecedentes que envié el 24 de
noviembre.

Martes 12 de diciembre de 2017

Entre el 04 y el 12 de diciembre había estado acudiendo al sitio de memoria en


distintos horarios, incapaz de encontrar a las PSC que vivían en los rucos. Distinto
a semanas anteriores, aquel último día un profundo silencio impregnó el sitio de
memoria. Estuve entre las dos y las seis de la tarde en el sitio, tiempo en el cual
no transitó siquiera una persona. Tampoco habían perros en el lugar… Y el
característico sonido del pasar de los trenes no estaba presente: la Empresa de
Ferrocarriles del Estado se fue a paro para mejorar sus condiciones laborales. Las
empresas depositarias de los escombros también estaban ausentes y no habían
indicios de que hubiesen trabajado durante la mañana.

Por su parte, el Consejo de Monumentos


Nacionales no había vuelto a entablar
comunicaciones conmigo. La Fundación Víctor Jara
tampoco acusó recibo del correo que envié en
semanas anteriores (sumé mensajes vía Facebook:
mismo resultado), y la Escuela Artística
Comunitaria estaba cada vez más próxima a entrar
en su receso de verano. Esta última realizó una
actividad de música y encuentro la primera semana
de diciembre en la población Clara Estrella, lugar
donde se localizan físicamente.

Sin embargo, cabe destacar que la última vez que


había concurrido al sitio de memoria fue el día 09
de diciembre. En los tres días que pasaron se
había instalado un nuevo ruco, mucho más visible
que los de OR y JV, toda vez que se encontraba
ubicado al sur del memorial, a escasos metros del
sillón de mimbre donde realicé la primera entrevista
con OR.

En el ruco nuevo no había nadie. Medía unos 7x7 metros. Tenía una bandera
chilena que se encontraba flameando sobre su techo.

76
Jueves 14 de diciembre de 2017

Aquél día logré conversar con la nueva habitante del ruco ubicado al sur del
memorial: su nombre es JH. Sus facciones y acento no parecían ser locales, de
manera que le pregunté si era de Chile: ella me respondió “soy del mundo”.
Compartimos comida que llevaba en mi mochila y nos sentamos un rato a
conversar frente a la placa conmemorativa. Ella comentó que la han “sacado a la
fuerza” de otros tres lugares antes de llegar a vivir en el sitio de memoria. También
comentó que tiene un pierno (pareja), con quien vivó esporádicamente en un
conjunto de edificios ubicados al otro lado de la línea del tren. Lamentablemente
peleaban en exceso, lo que decantó en un quiebre amoroso tras vivir una
sistemática violencia de género: “salí de una relación tóxica, donde había hasta
golpes”.

En la medida que la conversación avanzó, ella comentó que sabía de la existencia


de los rucos de OR y JV. Sabía también que ambos se encontraban abandonados
desde hace un tiempo: “no me los tomé30 porque en la puerta dice “NO ENTRAR”
y eso en la calle se respeta, más en un lugar como éste”. Ella había visto la placa
conmemorativa ubicada en el sitio de memoria, pero nunca pensó que iba a llegar
a instalarse tan cerca de él. Comentó que tiene un familiar detenido desaparecido
de la dictadura de su país. Le pregunté de qué país venía… Frente a lo que me
respondió risueñamente: “¿importa?”. Acto seguido, continuó relatándome que le
daba una profunda rabia que en Chile también hayan detenidos desaparecidos.

Mientras se va levantando pausadamente del banco de piedra, ella dice con voz
visiblemente afectada: “hay veces [que] es mejor olvidar, porque si no una no
puede seguir”. Se despide de mí con un abrazo, comentando que se “irá a dar
unas vuelticas por los blocks del frente”.

Domingo 17 de diciembre de 2017

Desarmaron el ruco de JH. Las maderas, la techumbre y la bandera estaban


tiradas en la pared norte del Cementerio Metropolitano, fuera del área declarada
como Monumento Histórico Nacional. Tal como señalo en mi cuaderno de campo,
ello generó cierta situación de incertidumbre: “¿Qué habrá pasado con JH?
¿Quién se habrá dado el trabajo de tirar los escombros apilados fuera del sitio de
memoria?”. Por su parte, no habían indicios de que OR y JV hubiesen retornado.
De lo que sí había rastro era de los nuevos depósitos nuevos áridos en el lugar,

30
En referencia a apropiarse del lugar.

77
como también la clara intervención de una máquina aplanadora que eliminó ciertas
irregularidades que estaban presentes en la ya aplanada plataforma de tierra.

Miércoles 20 de diciembre de 2017

Más días habían pasado y la situación se mantenía: una completa inexistencia de


respuestas por parte de casi todas las organizaciones a quienes había escrito,
exceptuando el acuso recibo del correo que había enviado al Consejo de
Monumentos Nacionales. Sentado frente a la placa conmemorativa del lugar, una
sensación de vacío me invadió: todo debía continuar en el escritorio de alguien,
supeditado a unos tiempos institucionales absurdamente largos. Los antecedentes
que remití debían estar guardando polvo, al igual que los rucos de quienes hace
algún tiempo vivían en este sitio de memoria.

Viernes 29 de diciembre de 2017

Aquél día concurrí a la población Clara Estrella, donde la Escuela Artística


Comunitaria estaba celebrando una actividad de inauguración de un mural hecho
con técnica de mosaico. Este último contenía un corazón del cual salían unas
ramas verdes; a su izquierda estaba representado el rostro de Littré Quiroga y a la
derecha el de un sonriente Víctor Jara. Las actividades vinculadas a la
reivindicación de la memoria sobre la violencia política se habían continuado
desarrollando por parte de la organización, en una intensidad mucho menor a las
fechas previas al Carnaval por la Memoria de septiembre… Y lejanas al sitio de
memoria.

Figura 11. Mural en honor a Littré Quiroga y Víctor Jara

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

78
La actividad convocó cerca de cincuenta personas, haciéndose una breve
mención en el discurso de cierre a “la intervención que ha recibido el sitio de
memoria después del carnaval”, según consta en anotaciones del diario de campo.
A su vez, también mencionaron la incapacidad física que les había dificultado
hacerse presentes en Monumento Histórico: las actividades que realizaban son
completamente voluntarias, no dejándoles tiempo para realizar otras actividades.
En este sentido, la mayoría de los esfuerzos vinculados al sitio de memoria por
parte de la organización domiciliada giraron en torno al Carnaval por la Memoria,
realizado año tras año en el mes de septiembre. Por ello, RN –en su calidad de
fundadora de la Escuela– realizó un llamado colectivo a estar alertas sobre lo que
aconteciese en los próximos meses, tiempo en el cual la organización tomaría un
receso de verano.

Tras finalizar su intervención me había acercado a ella con la intención de


conversar sobre las intervenciones que observé en el sitio de memoria. Sin
embargo, una persona también se acercó para despedirse: me saludó y se
presentó como integrante de la directiva de la Fundación Víctor Jara. Acto
seguido, se comenzó a despedir de RN, comentando que tenía que retirarse
rápidamente a otro lugar. En el intertanto, hablaron brevemente sobre los daños
que presentaba el sitio de memoria, lo que dio cuenta de que la Fundación Víctor
Jara ya estaba enterada de ello. Le alcancé a preguntar si habían recibido los
correos que les había enviado referentes al tema, frente a lo que me respondió
evasivamente: “veamos cómo nos va con la vía judicial. Esto será larguísimo”.

Tras su retirada, RN también se despidió. Por ello, decidí emprender rumbo hacia
al sitio de memoria. Llegué al lugar a eso de las ocho y media de la tarde,
confirmando que no había nuevos rastros de JV, OR o alguno de sus perros. A su
vez, era patente el hecho de que se habían depositado más escombros en el área
circundante al lugar donde vive OR. El ruco de JH continuaba desarmado. Un par
de velas consumidas frente al memorial era uno de los pocos cambios
observables aquel día, además de algunas flores que habían sido cortadas
recientemente y que aún conservaban vida en ellas.

Tras treinta minutos en el sitio de memoria, me voy del lugar sintiéndome


descolocado por la actividad de hoy: ella se realizó en memoria de Víctor Jara y
Littré Quiroga, a su vez que el lugar donde fueron encontradas esas dos personas
y otras tres más que no han sido identificadas estaba cayendo en el olvido.
Claramente la situación no es responsabilidad de la Escuela o la Fundación, pero,
nadie se hacía presente en el lugar. Los trabajos de depósito de escombros en el
sitio de memoria seguían avanzando, lo cual terminará por eclipsar no solamente
el derecho de vivir en paz de las PSC que habitaban en el sitio, sino que también

79
la posibilidad de realizar en el futuro los Carnavales por la Memoria de la Escuela
Artística Comunitaria, o cualquier otra actividad que se pueda realizar en el lugar
desde el punto de vista de los derechos domiciliados que estaban en juego.

Jueves 4 de enero de 2018

Faltando veinte minutos para las nueve de la noche, aquel día revisé el correo
electrónico y me encuentro con que PS, encargado técnico de Monumentos
Históricos del Consejo, había realizado una visita presencial al sitio de memoria el
día de 03 de enero de 2018, constituyendo a partir de su visita un informe
presentado ante la comisión de Patrimonio Histórico. Aquella comisión decidió
acoger la denuncia electrónica que interpuse el 24 de noviembre de 2017 por
daños al sitio de memoria, a la luz de la Ley de Patrimonio. Me informan también
que el Cementerio Metropolitano está jugando sus cartas legales para frenar la
acción de los privados en el sitio de memoria. ¡Qué alegría! Constancia de ello
también fue una efusiva anotación que realicé en el diario de campo: “¡¡Han
respondido el correo que envié al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN)!!”.

En concreto, los antecedentes de la denuncia que se presentó al CMN se sumaron


con aquellos que el Cementerio Metropolitano comenzó a recabar, según me
había enterado el 25 de noviembre de 2017. La suma de informaciones logró
validar un recurso de protección interpuesto por el Cementerio (Recurso 6226 –
2018, correspondiente la Corte de Apelaciones de San Miguel), en contra de tres
empresas privadas: Ecaval, Tecsa y Rentas Quilín. El recurso ya mencionado
concedió una Orden de No Innovar (ONI) contra todas aquellas, que especificaba
el cese de todos sus movimientos de manera inmediata. Lo increíble radicó en los
motivos de la intervención del lugar y el rol de cada una de aquellas empresas en
el lugar. ¡Rentas Quilín se encuentra financiando la construcción de su proyecto
comercial “Mall Altos del Parque”, en la comuna de Peñalolén! En ese contexto,
Tecsa se encargó de excavar y construir el mall, mientras que Ecaval de hacer
transporte y depósito de las miles de toneladas de escombros.

¿Qué significó todo esto? Que las toneladas de escombros vertidos en el lugar
provenían de la construcción de aquel mall. ¿Qué implicancias tuvo esto a efectos
de los derechos que estaban en juego en el sitio de memoria? Demasiadas: en
primera instancia, a nivel de las PSC que vivían en el sitio vinculadas al “derecho
de habitar la ciudad”, como bien mencionaría Lefebvre (1968; 1972); o al “derecho
de vivir en paz”, como cantaría Víctor Jara en su canción homónima (1972).
También tuvo implicancias a nivel del trabajo de las organizaciones domiciliadas
que actuaban reivindicando la memoria sobre la violencia política en dictadura,
como lo son la Escuela Artística Comunitaria y la Fundación Víctor Jara. A su vez,

80
también tuvo relevancia a nivel del ejercicio del derecho a la propiedad por parte
de los consorcios económicos involucrados en la intervención material extrema del
lugar.

Frente a todo ello, nuevas dudas emergieron: ¿qué rol tiene la Municipalidad
dentro de este escenario? Su silencio y nula presencia en el sitio de memoria
generó, personalmente, una sensación de sospecha bastante grande en relación a
las atribuciones y márgenes de la inacción municipal. Además de ello, me pareció
extraño que los trabajos en el sitio se hayan continuado realizando: la ONI se
concedió a principios de diciembre de 2017 y, a pesar de ello, los camiones y las
aplanadoras continuaron con su labor.

Una hora después de haber leído el correo enviado por PS, recibí una breve
llamada telefónica de OR. Tras saludarnos cálidamente, preguntó sobre cuando lo
iría a visitar… ¡Supiera él que había ido bastante seguido a verle! No me
encontraba en Santiago aquella semana, por lo que le comenté que iría a visitarle
pronto. Convenía mantener la cabeza fría: se acababa de presentar muchísima
información nueva, que cambiaba todo el panorama que se venía dibujando desde
el año pasado en el sitio de memoria.

Miércoles 10 de enero de 2018

En el proceso de decantar la incorporación de los nuevos antecedentes, concurrí


al Departamento de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado, lugar donde
tuve una fructífera conversación sobre las temáticas de memorias y políticas del
recuerdo con el docente JCS y el profesor guía de esta tesis, Leonardo Piña. Al
comentarles de la situación vivida hasta el momento, recomendaron interpretarla
en clave de “capas de memoria”. La idea quedó documentada en las páginas del
diario de campo:

“¿Qué quiere decir esto? Que tanto las experiencias biográficas y políticas de las
personas que viven cotidianamente en el sitio de memoria, como las de aquellas
personas y organizaciones que se apropian del sitio en ocasiones puntuales, van
sedimentando diversas capas de olvidos y recuerdos. Ellas no quedarían dispuestas
únicamente “unas por sobre las otras”; más bien, se depositarían y dispersarían de
manera catastrofista: en distintos ángulos, incluso, atravesándose entre sí (a pesar
de que unas sean más visibles que las otras), constituyendo el presente histórico del
lugar” (Cuaderno de campo Gonzalo Peña, 2018).

Las reflexiones que emergieron desde aquella conversación, sin embargo,


parecían ya no abarcar de manera óptima los diversos modos de entender y
practicar el sitio de memoria por parte de las partes involucradas en el lugar –que
comprendía a los habitantes de los rucos, organizaciones sociales locales,

81
empresas privadas y municipio–. Por ello, incorporé en el estudio la noción de
frontera (Grimson, 2005; 2011) dibujada entre el domicilio y la falta de él: el tema
de tesis había cambiado. Así, si la perspectiva domiciliocéntrica (Piña, 2013a)
establecía una suerte de frontera que reunía y separaba a las PSC y a las
organizaciones domiciliadas del sector, ya no bastaría con leer el tema en clave de
memorias biográficas y políticas de las PSC y de las organizaciones vinculadas al
sitio de memoria. Más bien, el tema se debía complejizar y apuntar hacia el debate
sobre los derechos humanos: ¿por qué algunos de ellos se pueden defender más
y mejor que otros, a luz de la frontera de lo domiciliado? ¿Qué vinculación existe
entre aquellos derechos (los más legítimos y los ‘otros derechos’) y las prácticas,
representaciones y disputas palpables actualmente en el sitio de memoria?

En lo que refería al contacto con organizaciones sociales, aquella semana logré


conversar con la Escuela Artística Comunitaria, quienes retomaron la idea de que
nos reuniésemos prontamente para hablar sobre la intervención efectuada al sitio
de memoria y a la placa conmemorativa. Sin embargo, ellos también señalaron
que entraron a periodo de receso de verano, el cual duraría hasta marzo de 2018.
Ello terminó por dejar fuera de juego durante meses cruciales a una de las
agrupaciones más presentes en el proceso de reivindicación de la memoria sobre
la violencia política en el lugar. En este contexto, se volvió claro que los esfuerzos
y actividades de la Escuela se habían centrado principalmente en la reivindicación
y visibilización del sitio de memoria en cuanto lugar de conmemoración respecto a
la violencia política vivida en dictadura, dejando completamente de lado una
preocupación activa por los derechos de la población no domiciliada que vivía en
los rucos del lugar.

Ello habló de una predominante asociación entre el carácter domiciliado de la


organización social, con el tipo de derecho que reivindican: el de la memoria sobre
la violencia política. Aquella lectura repercutió en dotar de realidad a un cierto
adelgazamiento en la mirada con la que se comprendía y practicaba aquél
derecho, volviéndolo incluso incompatible con la posibilidad de que existieran
personas sin domicilio que se instalaran en el lugar y que practicaran su derecho
de vivir en paz. En otras palabras: la organización social se encontraba sesgada
por la lectura domiciliada de la situación, posicionándose en disputa –y no así en
complementariedad– con los derechos de las PSC que vivían en el lugar, lo que
se tradujo tanto en las tensiones detalladas en el primer apartado de resultados,
como en la actual falta de mención y/o preocupación por sobre las personas que
allí se encontraban viviendo previa a la intervención empresarial del Monumento
Histórico.

82
A su vez, aquél sesgo es extensivo al accionar institucional de la Fundación Víctor
Jara, que hasta aquella fecha continuaba ausente respecto a las labores de
visibilización de daños que había sufrido el sitio de memoria y la placa
conmemorativa del lugar, pero presente a nivel mediático en lo que refería a
ejercicios de invalidación de los modos no domiciliados de habitar, tensionando
negativamente aquellos derechos concernientes a las personas en situación de
calle según consta en una de sus notas de prensa (Fundación Víctor Jara, 2018a).
La última vez que vi a alguien de la Fundación fue el día 29 de diciembre de 2017,
en el contexto de la inauguración del mural hecho con técnica de mosaico en las
afueras de la sede de la Escuela Artística Comunitaria.

Por su parte, en lo que decía relación con el contacto establecido con el Consejo
de Monumentos Nacionales, aquella semana hicieron envío de más información
relevante, producto del contacto electrónico entablado con PS, uno de sus
funcionarios. Aquella vez la información entregada eran interesantes fotografías
sobre momentos específicos en que se había realizado intervenciones sobre el
lugar. Efectivamente: la empresa Ecaval continuaba trabajando en el área… ¡De
manera ilegal!

Figura 12. Sitio de memoria utilizado como botadero de escombros

Fuente: Archivos Causa 6226 – 2017, Poder Judicial (2018)

83
Figura 13. Control policial a la empresa interviniente

Fuente: Archivos Causa 6226 – 2017, Poder Judicial (2018).

Leí la causa judicial entera. Por fortuna, ésta se ve muy favorable para los
intereses de la parte acusatoria (Cementerio Metropolitano), quienes alegan que
los trabajos efectuados en el lugar son realizados sobre terrenos de su propiedad
y, por ende, ilegales al no estar autorizados por ellos. En consecuencia, abogan
por la remoción de la totalidad de los escombros presentes en el sitio.

Finalmente, aquel 10 de enero llamé telefónicamente a OR, quién comentó que


“están yendo y viniendo del sitio de memoria”, según consta en anotaciones
contenidas en mi diario de campo. A su vez, él comentó que estuvo con viviendo
con JV un tiempo “frente al sitio, al otro lado de la línea del tren”, donde armaron
un nuevo ruco y conseguían comida a través de un comedor social. A pesar de
ello, OR relataba que eran firmes sus intenciones de volver a habitar el área de los
rucos ubicados hacia el sur de la placa conmemorativa del sitio de memoria, cosa
completamente factible en consideración de que los trabajos efectuados por las
empresas no habían llegado a sepultar el que era su lugar de vida cotidiana antes
de que empezaran los trabajos de traslado de áridos en el sector:

“Suerte que no taparon los rucos con la tierra que tiraban los weones. Era caleta,
igual extraño… pero si tu decís que no es una pista vehicular lo que están haciendo,
te creo. Avísame cualquier cosa, llámame o algo, pero ya no creo que se piteen el
ruco, creo que va a estar más tranquilo todo ahora” (Cuaderno de campo Gonzalo
Peña, 2018).

84
Jueves 18 de enero de 2018

Aquél día concurrí al sitio de memoria, estando entre las 16.00 y las 17.30. No
había presencia de personas en el lugar, a excepción de un par de transeúntes
que cruzaron caminando el área de sur a norte. A su vez, tampoco existían
indicios de que se hayan realizado más trabajos de intervención con áridos por
parte de las empresas asociadas a la construcción del mall en Peñalolén. Sin
embargo, algo distinto había: el ruco de JH que se encontraba en estado de
abandono estaba nuevamente armado, encontrándose compuesto por una
estructura inicial de cuatro puntos de apoyo de madera, una techumbre y una
bandera chilena en el frontis del ruco. Lamentablemente, no hay ninguna persona
dentro de él con la que pudiera conversar.

En lo que respecta a esta última organización, el periodo de receso de verano ha


comenzado a practicarse: entraron en receso hasta el mes de marzo de 2018. Ello
termina por dejar fuera de juego durante meses cruciales a una de las
agrupaciones más presentes en el proceso de reivindicación domiciliada de la
memoria sobre la violencia política en el lugar.

Tras revisar la aplicación Google Maps de la internet en busca de imágenes


satelitales del sitio de memoria guardadas durante el año 2017, pude extraer
material comparable extremadamente relevante. En aquellas imágenes puede
apreciar, por ejemplo, el avance de los trabajos de ECAVAL sobre el lugar durante
un lapso de 30 días, durante los cuales fueron capaces de cubrir más de 2/3 del
área comprendida como Monumento Histórico.

85
Figuras 14, 15, 16 y 17. Comparación satelital de los trabajos en el sitio: noviembre-diciembre.
Rectángulo azul refiere a área de disposición de escombros; zona circular amarilla a los rucos al sur del memorial

86
Lunes 22 de enero de 2018

Aquél día, después de varios intentos, nos reencontramos con OR. Acompañado
de sus perros y sentado en el sillón de mimbre, conversamos sobre lo que había
sido de él estos meses y, también, sobre cómo ha avanzado la causa judicial por
la defensa del sitio de memoria. Nos reunimos en la Placa Conmemorativa entre
las 08.30am y las 10.30am.

En primera instancia, OR relató su experiencia de vida durante el tiempo que


abandonó el lugar: estuvo viviendo al otro lado de la línea del tren, “al frente de
unos blocks de color rojo donde hay un comedor: ahí almorzamos y nos prestan
baño”. Una de las cosas que él extrañaba del sitio de memoria era la “tranquilidad
que había” antes de que se iniciaran los trabajos en la zona. Uno de sus perritos,
Pelusa tres, fue lastimado en estos últimos meses producto de una pelea que OR
sostuvo con un “curaito de los blocks”. Frente a eso, él realiza la siguiente
comparación:

“durante el último tiempo que estuve viviendo aquí en el sitio, no me había pasado
esto, nada de nada, al menos desde hace rato. Por eso decidí volver acá, al lado de
toda esa tierra, al lado de todo… [apunta a los escombros]. Era piola, quieto,
escondido” (Cuaderno de campo Gonzalo Peña, 2018).

JV se unió a la conversación brevemente para saludar y después se retiró.


Después de algunos minutos, OR comenzó a bostezar y comenta que “se irá a
dormir un rato”. Antes de retirarme del área de los rucos –a eso de las 10.30am–,
le dejé unas copias plastificadas de las denuncias que actualmente están en
curso: tanto la de Cementerio Metropolitano (Causa 6226 – 2017, de la Corte de
Apelaciones de San Miguel), como la cursada a través del Consejo de
Monumentos Nacionales (Oficio 0168, enviado a la Corte Suprema).

En ese instante, OR sinceró su punto de vista respecto al tema: “no creo que a
nosotros nos sirva de protección algo legal… quizás a los que hacen los
carnavales sí, pero a nosotros no”. Ello refirió a un ejercicio de comprensión de la
incompatibilidad existente entre los derechos no domiciliados de quienes vivían en
el sitio de memoria, respecto a las retóricas y canales de acción judiciales que no
incluyen mecanismo alguno de protección de aquel tipo de derechos.

Restando bastantes horas del día, me dirigí a la garita de entrada sur del
Cementerio Metropolitano con la intención de buscar a GR, a quien encontré en el
lugar. Comenzamos a hablar y me comentó que a nivel legal, la situación judicial
del recurso de protección era desfavorable: había visto a las empresas continuar
con la intervención del sitio de memoria de manera intermitente. Desde su

87
perspectiva, la acción judicial no surtía efecto: según les comentó el abogado del
Cementerio, las empresas estaban “golpeándolos por el lado del derecho a la
propiedad”, el cual se encuentra ubicado más arriba en la escala constitucional
que la Ley de Patrimonio que regula y protege a todo Monumento Histórico
Nacional. Por lo que sabe, los privados involucrados en la disposición de
escombros habían puesto en duda la propiedad del Cementerio Metropolitano por
sobre el territorio que comprendía al sitio de memoria, lo que dificultó cualquier
acción legal que intentase detener los trabajos en el lugar. GR también matizó
comentando que la Municipalidad de Lo Espejo estaba jugando sucio, ya que al
decir que los terrenos eran de propiedad municipal y no del Cementerio
Metropolitano, terminaron por otorgar validez a la intervención empresarial. Esta
situación sería desastrosa desde la perspectiva de GR y la mía, en cuanto la
Municipalidad habría entregado autorización para intervenir el sitio de memoria.

Otro de los puntos clave de la conversación giró en torno a la existencia de


participación policial constante en el lugar: se había cursado infracciones en
momentos en que GR observaba a los trabajadores de las empresas continuar
vertiendo escombros en el lugar. Sin embargo, a pesar de la existencia de
aquellas órdenes de no innovar e infracciones que debían restringir aquella acción
lesiva de intervención ilegal, los trabajos no habían cesado. Esto terminó por
afectar tanto el derecho a la memoria sobre la violencia política reivindicado por
las organizaciones sociales del sector, como al derecho de vivir en paz de las
personas en situación de calle que habitaban el lugar. Esto quedó claro también
para GR, quien comenta al respecto de la situación:

“Siento que están sepultando la memoria de todos (…). Yo estoy a favor del
Patrimonio Histórico y en contra de matar por segunda vez a todos quienes ya
fueron muertos cobardemente (…). En mi familia también hubo víctimas de la
dictadura, no es sólo que estén pasando a llevar a las cinco personas del memorial,
sino que a todo lo que representan” (GR, trabajador del Cementerio, 60 años).

Tras conversar más de dos horas, decidí retirarme del lugar a eso de las tres de la
tarde. En este sentido, mucha información relevante se ha incorporado: OR ha
vuelto al sitio de memoria; la Municipalidad, según GR dice, probablemente estaría
involucrada en la autorización de considerar al sitio de memoria como un botadero
municipalmente autorizado y, sobre todo, las contrapartes privadas estarían
ganando las disputas legales en base a enarbolar como legítimo el derecho a la
propiedad.

88
Sábado 27 de enero de 2018

Efectivamente: los intereses de las empresas privadas se encontraban ganando


las disputas judiciales. Aquella información la conocimos gracias a una
conversación telefónica que tuve con PS, encargado técnico del Consejo de
Monumentos Nacionales. En este sentido, las empresas se configuraron como una
parte presente y activa en la realización de serios daños, que posteriormente se
ausentó tras realizarlos; en otras palabras, realizaron una acción concreta en el
mundo, transformándolo, dañando a las personas que habitaban el lugar en su
vida cotidiana, como también a quienes habían realizado un trabajo en torno la
reivindicación de la memoria sobre los vejámenes cometidos en dictadura. En este
sentido, todo el espectro de personas involucradas en este espacio fue afectado,
lo que implicó que el derecho a la propiedad ejercido por las empresas que
intervinieron el lugar terminara por supeditar a los derechos tanto domiciliados
(enarbolados por las organizaciones sociales), como los no domiciliados (de la
gente que vivía allí).

Por lo pronto, se puede rescatar como positivo de la situación el hecho de que el


área de los rucos no haya sido sepultada bajo las toneladas de escombros que
conforman la meseta de tierra presente en el lugar. Ello permitió que OR y JV
retornasen al lugar en el cual llevaban viviendo los últimos dos años y medio de
sus vidas.

Acerca del periodo de tiempo comprendido entre febrero y mayo.

El retorno de OR al sitio de memoria significó retomar el vínculo que habíamos


establecido antes de que se iniciara la intervención del lugar por parte de las
empresas privadas, previa autorización del Municipio de Lo Espejo para efectuar
aquellos trabajos. Durante el mes de febrero de 2018, compartimos en cinco
ocasiones –todas ellas de noche: en dos de ellas me quedé a dormir–, con las
finalidades de conversar sobre el cotidiano en el sitio de memoria, los problemas
que nos aquejaban a cada uno, y compartir la información que había logrado
recopilar sobre la intervención del sitio por parte de las empresas privadas. En
este sentido, con OR empezamos a entablar un lazo de amistad que hasta la
fecha de la edición final de esta tesis se mantiene saludable.

Uno de los temas de conversación recurrentes que tuvimos en durante ese mes
era la ausencia de movimientos en el sitio de memoria. Mientras que las disputas
a un nivel jurídico-legal se han movilizado a un ritmo geológico (extremadamente
lento), las actividades vinculadas al derecho a la memoria sobre la violencia
política realizadas en el sitio fueron nulas. Esta situación no cambió hasta

89
mediados de marzo, fecha en la cual la Escuela Artística Comunitaria terminó su
receso de verano y realiza una visita al Memorial.

OR me avisó de aquella visita vía llamada telefónica. Al día siguiente de aquello,


una de las personas miembras de la Escuela Artística Comunitaria me contactó
vía Facebook para que nos reuniésemos a compartir las informaciones que cada
uno de nosotros tenía disponibles para aquel entonces. Fijamos una reunión para
la primera semana de abril, en la cual les compartí una carpeta impresa con todos
los antecedentes judiciales referidos a la Causa 6226 – 2017, referida en
secciones anteriores de la hoja de ruta. Aprovechando el momento, también había
intentado contactar nuevamente a la Fundación Víctor Jara, de manera
infructuosa.

Es en este contexto cuando –a finales de marzo– el recurso de protección


interpuesto por el Cementerio Metropolitano fue rechazado por el Poder Judicial.
En última instancia, esto ocurrió por problemas de forma más que de contenido en
la demanda: el Cementerio no pudo demostrar una propiedad indiscutible sobre la
franja de terreno en que se enmarca el área declarada como Monumento Histórico
por el Consejo de Monumentos Nacionales. Esto, debido a que la Municipalidad
de Lo Espejo fue requerida por la Corte de Apelaciones de San Miguel en un
momento clave de la investigación. En aquel momento, y a través de un informe
del abogado municipal, se logró cuestionar la propiedad del Cementerio por sobre
la franja de terreno que abarca al Monumento Histórico. Ello fue posible mediante
el argumento de que el Municipio pretendía propiedad sobre aquellos terrenos y
que, por ende, estarían bajo su tutela.

El rechazo del recurso de protección a finales de marzo decantó,


lamentablemente, en la extinción de las órdenes de no innovar que habían
incumplido las empresas privadas que intervinieron el sitio de memoria. Ello
también significó que la única arista legal que continuaba activa a la fecha de la
edición final de esta tesis fuera la que derivó de la denuncia que realicé el día 24
de noviembre de 2017, vía correo electrónico al Consejo de Monumentos
Nacionales (CMN).

En base a la frágil situación, decidí realizar una visita en persona a la Fundación


Víctor Jara sin aviso previo, el día 10 de abril de 2018. Gracias a ello, se generó
una reunión de trabajo espontánea con tres trabajadoras de la Fundación, que se
mostraron muy abiertas a recibir la información con la que contaba. Ellas me
revelaron que habían recibido mis correos, pero que por distintos motivos habían
quedado sin respuesta. Entre algunos de ellos, estaba el entendimiento errado de
que la denuncia realizada a través del CMN era la misma que el recurso de
protección recientemente rechazado del Cementerio Metropolitano.

90
Así, a partir del mes de abril de 2018 empecé a relacionarme de manera más
directa con aquellas dos organizaciones domiciliadas: la Escuela Artística
Comunitaria y la Fundación Víctor Jara. Bajo el entendido de que el derecho a la
memoria sobre la violencia política es igualmente válido que el derecho de vivir en
paz de las PSC que viven en los rucos del sitio de memoria, decidí entablar un
trabajo sostenido con ambas organizaciones (en otras palabras: no fijé la mirada
únicamente en las PSC que habitaban en el sitio de memoria).

En lo que respecta a la Escuela Artística Comunitaria, organizamos distintas


jornadas de trabajo con la finalidad de sistematizar los registros de las actividades,
eventos y fotografías asociadas al sitio de memoria. Ello, bajo la idea de
confeccionar una carpeta de informaciones que, en palabras de RN –fundadora de
la Escuela–, “pueda ser utilizada para las distintas demandas por hacer respetar la
lucha por la memoria y los Derechos Humanos” (RN, comunicación personal, 21
de abril de 2018).

En el ejercicio de realizar un intercambio de posiciones y de encontrarnos de


manera más cotidiana, también se inició un proceso de reflexión y crítica con
respecto a los modos de actuar y pensar a las diferencias que estaban
practicando. Muy fructífero fue compartir el primer capítulo de resultados de esta
tesis con ellos, el cual revisamos y conversamos de manera profunda con RN y
HM (pareja fundadora de la Escuela Artística Comunitaria). Ello permitió realizar el
ejercicio explícito de, al menos a un nivel discursivo, posicionar a las PSC como
interlocutores válidos e importantes a efectos de defender el sitio de memoria y
visibilizar los daños que ha sufrido a partir de la intervención privada. Aquella
posibilidad se vería concretada un par de meses más tarde, como observaremos
en los relatos dispuestos en el tercer capítulo de resultados.

En lo que respecta a la Fundación Víctor Jara, se organizaron reuniones de


trabajo a través de las que pude compartirles toda la información que había
logrado recopilar: tanto la que está dispuesta en la presente tesis, como la que
pudimos sistematizar con la Escuela Artística Comunitaria, en términos del trabajo
vinculado al sitio de memoria que han realizado de manera sostenida en el tiempo.
Además de ello, realicé labores de intermediario para la difusión de las actividades
realizadas entre cada una de las organizaciones.

De este modo, y mediante el compartir espacios de trabajo y de conversación con


OR, la Escuela Artística Comunitaria y la Fundación Víctor Jara, se pudo realizar
el proceso de sensibilizar a cada una de ellas con respecto a los distintos
derechos que se encuentran en juego en el sitio de memoria. Ello facultaría,
posteriormente, la posibilidad de generar un encuentro entre cada uno de ellos, en

91
el marco de las actividades de visibilización de los daños que había sufrido el sitio
de memoria.

Las distintas temporalidades encarnadas en el sitio de memoria

Tal como se ha relatado en la hoja de ruta anterior31, múltiples formas de entender


y practicar el sitio de memoria entraron en disputa. En primera instancia, las PSC
que habitaban en el lugar desarrollaron una temporalidad basada en una
apropiación territorial día a día: se encontraban viviendo en el lugar desde
momentos previos al inicio de la realización de esta tesis, tras lo que hacen
abandono temporal de él únicamente cuando se depositaron ilegalmente
toneladas materiales áridos en el sitio de memoria. Por su parte, organizaciones
sociales como la Fundación Víctor Jara y la Escuela Artística Comunitaria se
desenvolvieron bajo una lógica temporal que circunscribió sus apariciones en el
lugar a las instancias de conmemoración frente a las violaciones a los DD.HH.
cometidas en Dictadura: una presencia esporádica. Municipalidad y empresas
privadas aparecen posterior a la fecha del Carnaval por la Memoria, tras lo cual el
Cementerio Metropolitano y el CMN reaccionan de diverso modo frente a lo
ocurrido en el lugar.

Los encuentros y desencuentros entre las distintas partes involucradas dan cuenta
de una construcción compleja del sentido de cada una de aquellas
temporalidades. Como bien señala la socióloga argentina Elizabeth Jelin (2002):

“[el sentido del pasado se ubica en] un presente y en función de un futuro deseado.
Si agregamos a esto la existencia de múltiples subjetividades y horizontes
temporales, queda bien claro que la complejidad está instalada en el tema. ¿De qué
temporalidades estamos hablando? (…). El presente contiene y construye la
experiencia pasada y las expectativas futuras. La experiencia es [como señala
Koselleck] un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido incorporados y
pueden ser recordados [u olvidados]” (p. 12).

Para dar cuenta de aquella complejidad es que en la siguiente página se


dispondrá de una figura explicativa, donde se encuentran representados siete
actores en dos líneas de tiempo distintas. La primera línea de tiempo involucra la
participación de seis actores: la Escuela Artística Comunitaria, la Fundación Víctor
Jara, los privados involucrados en el proyecto Altos del Parque –Ecaval, Rentas
Quilín y Tecsa–, la Municipalidad de Lo Espejo, el Consejo de Monumentos
Nacionales y el Cementerio Metropolitano. La segunda línea, por su parte,
corresponde a las PSC que habitaban en el sitio de memoria.

31
Las notas de campo que sirvieron como insumo principal para la elaboración de la hoja de ruta
se encuentran disponibles en la siguiente dirección:
https://drive.google.com/drive/folders/1m29SyJpaDlCKUrcOzjST2vi2l-qTJv6-?usp=sharing.

92
93
El punto en común que tenían los actores de la primera línea de la figura anterior
es que, como observamos en la hoja de ruta, compartían un rasgo esencial: su
presencia en el sitio estaba delimitada a temporalidades de corto aliento –pero no
por ello menos profundas en sus efectos–, efímeras en comparación a la práctica
del sitio como espacio de habitabilidad en el día a día por parte de las PSC que allí
vivían. Además, producto de las relaciones de causalidad que se pudieron
establecer entre cada uno de aquellos actores, la temporalidad de la apropiación
material del sitio y/o las decisiones que las distintas partes tomaron sobre él fueron
representadas mediante eventos ubicables dentro de una misma línea temporal.

En el caso de la Escuela Artística Comunitaria, las apropiaciones del sitio de


memoria estaban vinculadas directamente a momentos en que se realizaron
acciones de sensibilización respecto a violencia política. Desde agosto a
septiembre se evocaron este tipo de actividades, producto de la cercanía en el
calendario anual respecto a la conmemoración del Golpe de Estado el 11
septiembre de 1973 –estas acciones se han continuado realizando de manera
ininterrumpida desde el año 2011, situando la fecha de inicio de ellas con la
agudización de los movimientos estudiantiles, según relatan RN y HG en
numerosas conversaciones informales–. Ello es representado en las actividades
descritas en el primer capítulo de resultados: la Ruta de la Memoria y el Carnaval
por la Memoria. Posterior a ello, las iniciativas sustentadas por la organización en
este sitio de memoria entraron en receso de verano hasta el mes de marzo.

Por su parte, la presencia municipal se mantuvo inactiva en el lugar durante todo


aquél primer lapso de tiempo, correspondiente a los primeros dos puntos verdes
de la figura anterior. Sin embargo, su rol fue preponderante al momento de
autorizar en el mes de noviembre de 2017 las obras de depósito de áridos en gran
parte de la superficie del Monumento Histórico, lo que decantó en posibilitar de
manera inmediata la intervención de Ecaval, Rentas Quilín y Tecsa en el sitio
(representada a través de la línea zigzagueante roja sobre la línea de tiempo en la
figura anterior). Este momento de aparición del Municipio y los privados ocurrió
coincidentemente cuando las actividades de la Escuela Artística Comunitaria en el
lugar entraron en receso.

El hecho de autorizar la intervención sobre el sitio tuvo múltiples efectos. En


primera instancia, las vidas y los horizontes de futuro de las PSC que vivían allí se
vieron alteradas, sobre todo al instalarse la duda sobre qué pasaría con sus rucos
en el tiempo venidero y el miedo a una posible relocalización forzada al observar
como los camiones con áridos se acercaban cada vez más. En segunda instancia,
la intervención generó una respuesta legal por parte del Cementerio Metropolitano
a través la interposición de un recurso de protección que incluyó una orden de no
innovar. En tercera instancia, también evocó una respuesta legal por parte del
presente tesista, al invocar la participación del Consejo de Monumentos

94
Nacionales (CMN) en la pugna por dirimir la vertiente legal correspondiente a la
intervención realizada por las empresas privadas en el lugar.

Los últimos dos efectos mencionados refieren a disputas en el ámbito legal


circunscritas a una temporalidad jurídica que, por decir lo menos, opera de un
modo inescrutable para personas no familiarizadas con el ámbito del derecho
jurídico (entre las que me incluía). Por ejemplo: el recurso de protección
interpuesto por el Cementerio Metropolitano fue rechazado un mes antes de que
terminara la intervención por parte de los privados –gran rapidez para el rechazo
de una opción preventiva de daños al sitio–; por su parte, el oficio enviado a la
Fiscalía Metropolitana por parte del CMN… ¡aún siquiera había sido leído por el
Fiscal Metropolitano!32 –gran lentitud para procesar una denuncia que apela a la
justicia restitutiva–. Como bien señala PS, un integrante de la comisión de
Patrimonio Histórico del CMN, “es posible que este proceso dure tres años, si no
es que más” (PS, comunicación personal, 26 de marzo de 2018).

Los trabajos en el sitio habían continuado y la Municipalidad de Lo Espejo volvió a


aparecer por última vez –en lo que respecta a este capítulo– durante los primeros
dos meses del año 2018. Ello fue realizado para dar respuesta a un requerimiento
emanado del Juzgado de Garantía de San Miguel en el marco del recurso de
protección interpuesto por el Cementerio Metropolitano. Como bien observamos
en la hoja de ruta, la respuesta municipal se basó en poner en duda la propiedad
del Cementerio sobre los terrenos del sitio de memoria, lo que repercutió en la
extinción del recurso de protección interpuesto y de las órdenes de no innovar
vigentes que impedían la realización de trabajos en el lugar. Posterior al cierre de
la trayectoria dispuesta en la hoja de ruta, los esfuerzos posteriores del
Cementerio Metropolitano para restituir el recurso de protección fueron
infructuosos, siendo este último rechazado de manera final en la Corte Suprema
en abril de 2018. De este modo, el sitio quedó intervenido legalmente y la única
acción legal que continúa en pie a la fecha de edición final de la tesis, es la que se
interpuso a través del Consejo de Monumentos Nacionales, ente del Estado que
está a cargo de velar por la protección del Monumento Histórico.

Llegó marzo y, con ello, la Escuela Artística Comunitaria inició el proceso de


apertura de sus actividades del año 2018. Sus talleres de formación fueron
retomados en abril del año mencionado, al mismo tiempo que empezaron a
realizar actividades de visibilización de los daños que habían afectado a gran parte
del Monumento Histórico.

32
Toda causa judicial en el sistema es revisable a través de la Oficina Judicial Virtual. A cada caso
se le asigna un par de identificadores (RIT y RUC). El oficio enviado a Fiscalía aún no había sido
procesado al mes de julio de 2018: los identificadores eran inexistentes. A la fecha de la edición
final del escrito íntegro de esta tesis en 2019, ellos continúan en el mismo estado.
95
Es en este momento cuando la Fundación Víctor Jara, previa llamada telefónica a
su director ejecutivo –CG– por parte de RN, HM y el presente tesista, realizó una
visita de fiscalización de la situación del sitio de memoria post-intervención en el
mes de mayo. Esta visita también operó como una reunión de coordinación de
acciones entre las personas recién mencionadas, que contó además con la
presencia de OR como invitado. La descripción de esta situación en profundidad
será parte importante del siguiente capítulo de resultados de esta tesis, referente a
DD.HH. y políticas del olvido en el sitio de memoria.

Posterior a este punto, la Fundación decidió abocarse a la disputa por los espacios
de representación para elevar a la esfera pública la intervención sufrida por el
vertimiento de escombros. Gracias a las redes de contacto que poseían en aquel
momento y a la cantidad de gente que les seguía en redes sociales, la voz de la
Fundación fue de suma importancia para la visibilización de los daños generados
al Monumento Histórico, desde una clave de protección a los derechos
domiciliados que enarbolaban. Hasta aquel momento –como fue mencionado en la
sección de antecedentes del lugar–, sus formas de representación de la
marginalidad situaba a las PSC como unas enemigas de la memoria domiciliada,
en cuanto sus dinámicas de apropiación territorial eran leídas como parte de una
decadencia en la lucha por la defensa del patrimonio histórico y la memoria
legitimada sobre la violencia política33.

Las PSC que habitaban el sitio de memoria se encontraban distantes de encarnar


aquella representación, al menos desde el punto de vista dispuesto en este
escrito. En lo que refirió a la temporalidad de las PSC, cabe destacar que en la
figura precedente había elaborado una línea de tiempo separada de la anterior
gracias a su capacidad de realizar una ocupación del espacio completamente
diferente a la temporalidad de los otros seis actores. La apropiación del sitio de
memoria por parte de ellas implicó una tensión de las fronteras (Grimson, 2011)
establecidas según el paradigma domiciliocéntrico (Piña, 2013a) que atravesaba a
las formas legitimadas de ocupación del lugar. Conscientes de que el sitio de
memoria es considerado como tal por la materialización del terror de Estado tras
arrojar allí los cuerpos de cinco personas asesinadas en dictadura, las PSC fueron
igualmente capaces de practicar y representar el lugar como rincón de vida
cotidiana.

Lejano de ser un sitio eriazo (como estipuló la declaratoria del Consejo de


Monumentos Nacionales, consultable en la sección “Antecedentes del Lugar” de
esta tesis), fue también el contexto donde se desarrollaron las vidas, tramas
biográficas y derechos (De la Cadena, 2009) de las PSC. Interesantes son sus
prácticas cotidianas de apropiación territorial, sobre todo considerando que eran

33
Posterior a este encuentro, la postura de la Fundación cambiaría drásticamente. Ello será
detallado en profundidad en el siguiente capítulo de resultados.
96
las únicas personas presentes en día a día en el sitio. La voz no domiciliada y
racionalidad práctica de ellas tensionó, de este modo, las propuestas domiciliadas
de reivindicación efímera de la memoria sobre la violencia política en el lugar. Por
ello mismo, el habitar de estas personas en el lugar se representó en la figura
precedente como una línea temporal distinta. En este sentido, las miradas y
acciones domiciliadas y no domiciliadas encarnaban dos cotidianidades que
terminaron por establecer marcadas distinciones respecto al uso del sitio de
memoria, como también respecto al lugar jerárquico que encarnaba cada actor
dentro de los distintos órdenes de estatus social (Segato, 2003; 2016)

Acerca del problema de investigación hasta ese momento

Hasta el momento en que se empezó a materializar la intervención del sitio por


parte de las empresas privadas, el problema de investigación continuaba girando
en dos ejes: por una parte, en torno a las memorias políticas y biográficas de las
PSC que habitan en el sitio de memoria, por el otro, respecto a las prácticas de las
organizaciones domiciliadas en aquel territorio. Sin embargo, el abandono del
lugar temporal por parte de las PSC durante un tiempo aproximado de dos meses
y el receso de verano de la Escuela Artística Comunitaria concitaron un cambio de
enfoque en la investigación.

La involucración física de cuatro actores (Fundación Víctor Jara, Cementerio


Metropolitano, Municipalidad y empresas privadas) que hicieron aparición en el
lugar posterior al mes de diciembre de 2017 permitió situar la tesis en el nivel ya
no de una disputa por el sitio de memoria, sino que al nivel de una disputa por los
distintos derechos vinculados a su apropiación territorial por cada una de las
partes participantes. Como se verá en el siguiente apartado, ello se configuró de
manera muy enriquecedora a efectos de complejizar los debates sobre los
derechos humanos y su distinta apropiación por quienes interactúan en el lugar.

97
TERCER CAPÍTULO DE RESULTADOS. POLÍTICAS DEL OLVIDO Y
DERECHOS HUMANOS

“El poder tiene que expresarse por medio de la espectacularidad de


la crueldad sobre el cuerpo y el territorio, modo de
expresión del control sobre las personas en
una fase de dueñidad, de señorío”
(Segato, 2016).

En el presente capítulo se dispondrá del relato y análisis de dos eventos que


concitaron los encuentros y des-encuentros de poblaciones domiciliadas y no
domiciliadas en el sitio de memoria. El primero de ellos fue una visita realizada por
la Fundación Víctor Jara y la Escuela Artística Comunitaria al sitio de memoria,
convocada por el presente tesista en el marco de la presente investigación. La
semana previa a aquella ocasión sólo había podido encontrarme con OR en el
área del ruco sur, a quien le había comentado de la posibilidad de concretar este
encuentro y de mis intenciones de que estuviese presente en él. La finalidad de
ello fue posicionar, en el imaginario de las organizaciones domiciliadas, a las PSC
como una de las principales afectadas en sus derechos tras la intervención del
sitio por parte de las empresas privadas.

Por su parte, el segundo evento refiere a un punto de prensa convocado por la


Fundación Víctor Jara34 en el área declarada como Monumento Histórico, en el
marco de las actividades que empezaron a realizar con la finalidad de visibilizar
los daños que había sufrido el sitio de memoria. En aquella ocasión, la
organización social recién mencionada invitó a la Escuela Artística Comunitaria, a
diputados y senadores involucrados previamente en la declaratoria del lugar como
protegido por el Estado, a la Red de Sitios de Memoria, a un equipo de prensa de
Chilevisión Noticias y al presente tesista.

Primer encuentro

Fue realizado el día 02 de mayo de 2018. Hace dos semanas habíamos agendado
juntarnos el día de hoy en el sitio de memoria con HM y RN de la Escuela Artística
Comunitaria; y con CG, director ejecutivo de la Fundación Víctor Jara. El primer
contacto para concretar esta instancia lo había establecido el día 10 de abril de
201835, en el contexto de una visita presencial que realicé a la Fundación Víctor
Jara con la finalidad de coordinar encuentros entre la Escuela Artística
Comunitaria y la Fundación.

34
Véase correo de la convocatoria en Anexo III.
35
Véase correo asociado en Anexo IV.
98
Un nuevo ruco se había instalado en el sitio, ubicado al norte de la placa
conmemorativa del Monumento. En el contexto del tipo específico de apropiación
territorial que hasta la fecha habían realizado quienes vivían al sur de la placa
conmemorativa, las nuevas PSC que habitaban en el lugar practicaron un ejercicio
de visibilización explícita de su presencia en el Monumento Histórico: cualquier
persona que transitara hacia el memorial debía atravesar el área cercana al nuevo
ruco. A continuación dispongo de una figura donde se señala en amarillo la
presencia geográfica de este último:

Figura 18. Ubicación geográfica de las PSC en el sitio

Fuente: Gonzalo Peña (2018), en base a Google Earth.

Sentado a mediodía en la banca de cerámica dispuesta frente a la placa


conmemorativa del lugar, me encontraba esperando la llegada de HM y RN. En el
intertanto, me percaté de que había cumbia sonando en el nuevo ruco, lo que
daba cuenta de la presencia de personas que vivían en su interior. En cuanto llegó
la pareja de la Escuela Artística Comunitaria se produjo una situación muy
incómoda: pasaron mirando de manera directa al ruco ubicado al norte del
memorial, a la vez que uno de sus habitantes salía de su interior. Estando a unos
quince metros de distancia respecto al asiento del memorial, HM me preguntó en
voz alta: “¿ya sacaste foto a los alrededores?”36. La PSC que había recién
asomado escuchó aquello, tras lo cual me miró fijamente y retornó al interior de su
ruco.

36
Las citas textuales expuestas derivan de grabaciones de audio realizadas los días de los
encuentros, salvo que se señale lo contrario. Las grabaciones de las instancias fueron realizadas
con expreso consentimiento de OR, HM, RN, CG y MF, entre otras personas presentes en el lugar.
99
Acto seguido, saludé de un abrazo a la pareja de la Escuela. Nos quedamos
observando la placa conmemorativa en silencio. “¿Viste que está sucio?”,
preguntó HM de manera abierta. RN respondió, susurrando: “Está hecho un
desastre”. Ambos empezaron a moverse por el lugar y los acompañé, mientras
iban señalando –en voz baja– las numerosas marcas de ocupación y los lugares
que habían sido utilizados para hacer fogatas en las cercanías. En este sentido, la
estrategia de apropiación territorial encarnada por los nuevos habitantes del lugar
era distinta a la que llevaban a cabo quienes viven al sur de la placa
conmemorativa durante el periodo previo al abandono intermitente del lugar,
relatado en el capítulo anterior de resultados.

Es en este contexto donde llegó al sitio de memoria CG, director ejecutivo de la


Fundación Víctor Jara. Él venía seguido de MF, una acompañante que es parte
actual del directorio de aquella organización. Al igual que RN y HM, ambos
transitaron hacia el memorial mientras observaban fijamente el ruco norte, a la vez
que sacaban fotografías a los alrededores. En aquel momento pensé, según
detallé en anotaciones del diario de campo: “tengo cierta sensación de
incomodidad. Están volviendo la situación algo tensa con la gran cantidad de
fotografías que están sacando…”.

Es en ese preciso instante cuando los perros de OR salieron rápidamente desde


el área del ruco ubicado al sur del memorial y se acercaron ladrándonos
fuertemente. Posicionándose al frente mío, uno de los perros detuvo sus ladridos
al reconocerme: era uno de los que sobrevivió a la fumigación descrita en el
primer capítulo de resultados de la presente tesis. Le ofrecí mi mano para que la
oliese y le empecé a hacer cariño, tras lo cual el resto de los perros presentes dejó
de ladrar a los integrantes de la Escuela Artística Comunitaria y de la Fundación
Víctor Jara.

Sin embargo, una persona en situación de calle proveniente del área de los rucos
ubicados al sur del memorial realizó aparición. Se dirigió en dirección a nosotros y
comenzó, de manera directa y en voz muy alta, a pedir dinero a RN y HM,
diciéndole a este último: “oe’, nosotros somos de la calle, tenís que ayudarnos…
no te hagay el weón”. Ninguna de las dos personas respondieron e intentaron
caminar en dirección al lugar donde las empresas privadas dispusieron los
escombros (véase área marcada en rojo en Figura 18). Tras observar aquello, la
PSC se dirigió directamente a HM, diciéndole: “aaah, erís de población tú… no
sabís hablar”. Acto seguido, comenzó a ofrecerle besos a RN, que recordemos es
pareja de HM. Cuando la situación ya se estaba tornando insostenible debido a un
ligero empujón que le fue propinado a HM, la misma PSC decidió abandonar el
área, caminando hacia el norte del sitio mientras gritaba: “cuando los pillemos
solos los vamo' a cogotear [asaltar]”.

100
Tras la desafortunada y accidentada llegada al sitio, nos encaminamos las cinco
personas (HM, RN, CG, MF y yo) al lugar donde las empresas privadas habían
dispuesto las toneladas de áridos provenientes de la construcción del mall en
Quilín. Posicionados sobre la meseta generada por la disposición de tierras, los
perros, que nos acompañaban desde que les hice cariño, volvieron al ruco de OR
y comenzaron a arañar su puerta. Acto seguido, él salió de su ruco, con el ceño
fruncido en señal de molestia y tapando el sol con su mano izquierda. Desde la
entrada de su ruco, él nos miró sostenidamente. Acto seguido, lo saludé muy
nervioso a la distancia… Tras un par de segundos, rostro se relajó y gritó a la
distancia: “¡Weeeena!”.

Bajé del montículo de tierra para saludarlo de un abrazo. En el acto, miré de reojo
los rostros de HM, RN, CG y MF, los cuales se volvieron visiblemente tensos
cuando se percataron de que estaba retornando acompañado de OR al lugar
donde estaban de pie. Una vez estábamos las seis personas reunidas, OR nos
preguntó directamente: “¿Qué están haciendo?”. Frente a ello, le respondí
sinceramente: “Estamos viendo el tema del depósito de tierras que realizaron las
empresas en este lugar”. Tras unos breves segundos de silencio, el comentó:
“¡Ahhh ya, qué bueno, es lo que me dijiste la semana pasada!”. Tras ello, él
comenzó a hablar sobre la situación que se vivió en el sitio de memoria, haciendo
hincapié en las serias implicancias que conllevaba la utilización del sitio de
memoria como un “lugar de sacrificio para botar escombros por parte de las
empresas”. De los presentes en la conversación, CG fue la persona que se
encontró más sorprendida por el relato entregado por OR. Esto se vio reflejado,
sobre todo, cuando este último compartió a todos los presentes los números
telefónicos de los cuidadores del Cementerio Metropolitano. Incrédulo, CG probó
la veracidad de uno de los números llamándolo, frente a lo cual, efectivamente, le
contestó uno de aquellos trabajadores.

En este contexto, OR se terminó por integrar al círculo de discusión y se volvió


parte fundamental de la conversación que se estableció entre las seis personas
que estamos presentes. En otras palabras, su punto de vista práctico-cotidiano
logró dialogar con la voz esporádica-institucional de las organizaciones
domiciliadas en su accionar sobre el sitio de memoria: logró atravesar la frontera
(Grimson, 2011), el límite que hasta ahora había configurado como eclipsada a la
postura no domiciliada. Como él mismo identificó: “en la calle uno es ciego, sordo
y mudo. Hay que estar calladito, pero también hay que saber cuándo decir las
cosas”.

101
Figura 19. Escuela y Fundación presentes en el sitio.

Fuente: Gonzalo Peña (2018)

Tras la reunión, las cinco personas domiciliadas hicimos abandono del lugar
acompañados por OR, quien nos dejó en la entrada norte del sitio de memoria. Allí
nos encontramos nuevamente con la PSC que molestó con vehemencia a RN y
HG. Al vernos acompañados de quien habitaba en el ruco sur, él actuó de una
forma completamente opuesta a como se desarrolló el primer contacto: se
despidió a distancia de todos nosotros, realizando además un gesto de amor y paz
con los dedos índice y medio de su mano izquierda. Sin conocer la situación en la
que nos habíamos visto envueltos, OR nos comentó: “Ese loco es el carechiste.
Es pura boca, le decís carechiste y se queda calmadito, tranquilito. Es medio
jugoso37… Está hace como una semana aquí, porque le botaron el ruco en otra
parte”.

Segundo encuentro

Tras el encuentro que se concretó entre representantes de Fundación Víctor Jara,


Escuela Artística Comunitaria, OR y yo, quedamos de acuerdo en realizar distintas
acciones de visibilización de lo que había pasado en el sitio de memoria. De este
modo, la Fundación y la Escuela se encargarían de realizar actividades de difusión
de los daños generados en el lugar por parte de las empresas; OR nos avisaría
constantemente de las novedades que ocurriesen a efectos de nuevas
intervenciones por parte de empresas privadas o la Municipalidad y, por mi parte,
debía recopilar datos útiles para las actividades de difusión de las organizaciones
domiciliadas.

37
Modismo que da cuenta de una persona que dice necedades e incoherencias.
102
La Fundación Víctor Jara convocó un punto de prensa por correo electrónico,
invitando a distintas personas y organizaciones a reunirse en el sitio de memoria el
día 25 de mayo de 2018, a las 11am:

“Fundación Víctor Jara realizará una visita al Memorial en honor a Víctor Jara y
Littré Quiroga junto a los parlamentarios Gael Yeomans, Tucapel Jiménez y
Guillermo Teillier y las agrupaciones comunitarias de la comuna, para constatar en
terreno el estado de los graves daños provocados al Sitio Histórico por la empresa
constructora Tecsa S.A. Los terrenos, aledaños al Cementerio Metropolitano, han
sido afectados por la gran cantidad de áridos y escombros que han sido depositados
por la constructora a cargo de las obras de construcción de un centro comercial en
la comuna de Peñalolén” (Extracto correo electrónico de Fundación Víctor Jara.
Véase adjunto en Anexo III).

El punto de prensa, a su vez, fue informado por vía telefónica a OR. Una gran
cantidad de gente se encontraba en el lugar, como se señaló en una anotación
contenida en el diario de campo complementada con la posterior escucha de una
grabación de audio:

“Mi sorpresa es grande al acercarme al sitio, ya que una gran cortina de polvo cubre
el lugar. Hay un camión con un container y una retroexcavadora estacionada a un
costado del ruco [ubicado al norte del memorial]. Atravieso rápidamente el área en
dirección al sur, y logro observar que una gran cantidad de gente está en el área del
ruco sur, arriba de la meseta de tierra generada por la disposición de los escombros.
En el trayecto me encuentro con OR. Me saluda y me pregunta inmediatamente:
“¿Qué weá creís que hagan?”. Le respondo: “No sé qué pasará… No se
mencionaba nada sobre estos camiones. ¿Llegaron dónde están sus rucos?”. OR,
suspirando visiblemente nervioso, me dice: “No sé po weón, me levanté cuando me
llamaron por teléfono de la Fundación y me dijeron: ‘Oye OR, ¿los están sacando
del sitio?’ y yo respondí: ‘No, ¿por qué?’…”. Y ahí llegaron camiones y pacos
[Carabineros] después, aunque se fueron. Está la media zorra”.

Es interesante notar que en el momento en que OR fue informado del punto de


prensa, también se le realizó una pregunta por su posible desalojo, incluso anterior
a la llegada del camión con container y la breve aparición de miembros de la
institución policial. En este sentido, la llamada de la Fundación y el punto de
prensa convocado constituyen un elemento disruptor de la corriente de vida
cotidiana de quien vivía en el sitio de memoria. Ello terminó por reflejarse en a
sensación de nerviosismo de OR, reflejada en su pregunta –“¿qué weá creís que
hagan”?–. Sorprendidos con la situación, la conversación que se entabló con OR
en aquél momento terminó cuando subimos la meseta de tierra y nos unimos al
punto de prensa convocado por la Fundación.

103
Figura 20. El punto de prensa y el ruco sur

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

De las políticas del olvido, fronteras y heterogeneidad. Los enfoques de las


organizaciones domiciliadas y las políticas de representación mediática.

Como señala Alejandro Grimson (2011), los límites que plantean las fronteras
pueden ser reflexionados críticamente. En este caso, se vieron tensionadas las
políticas del olvido que estaban presentes en la reproducción domiciliocéntrica de
los estigmas sociales hasta el momento de la primera reunión, a partir de generar
una instancia que incluyó a OR reconocido como un sujeto distinto, desde el punto
de vista de lo domiciliado, a la vez que válido, desde el punto de vista del
reconocimiento de la calle como espacio legítimo de vida cotidiana (Segato, 2003).
Esto fue posible gracias a la incorporación de un marco de pensamiento con un
mayor componente reflexivo por parte de las organizaciones domiciliadas respecto
a sus propias maneras de representar al sitio de memoria y a sus habitantes por
parte de la Escuela Artística Comunitaria y la Fundación Víctor Jara. Como se
leerá a continuación, la inclusión de este incipiente marco tuvo repercusiones
prácticas en este segundo encuentro.

Las fronteras encarnan incoherencias (Grimson, 2005), las cuales se visibilizan en


el contacto (Cardoso, 2007a) y en la contraposición de posturas de sujetos
distintos a la vez que desiguales, pero no por ello problemáticos (Segato, 2003).
La cobertura del punto de prensa estuvo a cargo del programa televisivo
Chilevisión Noticias. Frente a las insistentes preguntas de parte de miembros del
programa respecto a la posible existencia de “malos olores y robos emanados del
lugar en que viven los vagabundos” –según se detalla en las notas de campo
complementadas con grabaciones de la instancia–, los representantes presentes
de la Escuela Artística Comunitaria se mostraron molestos.

104
HM, uno de los fundadores de la Escuela, se posicionó abiertamente en contra de
“pintar a los que viven aquí como causas de algún problema: aquí estamos por los
áridos que dejaron las empresas y el municipio, el problema es de aquí para allá”
[señala con su dedo desde el horizonte, hasta el lugar donde está parado: el lugar
donde termina la meseta de tierra frente a los rucos]. Aquél posicionamiento
respecto a la situación que generó Chilevisión Noticias con sus insistentes
preguntas se tradujo en una acción concreta: HM les solicitó que “grabaran
mostrando los escombros dejados en el lugar, en vez de mostrar con la camarita
el lugar donde vive OR”.

Si bien aquella solicitud de HM para enfocar a los escombros y no a los rucos


representó una interesante crítica a la política de representación del personal del
noticiario –situación impensable bajo el antiguo posicionamiento de la Escuela
Artística Comunitaria en el primer capítulo de resultados–, no necesariamente el
fundador de la organización domiciliada adscribiría su postura a una crítica frente
a la visión despectiva y estigmatizante con la que se lee a la gente en situación de
calle. En este sentido, si bien fue de gran importancia el esfuerzo de no vincular a
las PSC como causantes de los daños en el sitio de memoria, la molestia de HM
se enfocó principalmente en la incapacidad del periodista de Chilevisión para
destacar el uso del sitio de memoria como lugar de acopio de desechos. Desde
esta clave de lectura de la situación, la intervención de HM se continuaba situando
desde un lugar de defensa domiciliada del sitio de memoria, supeditando a un
segundo nivel de importancia a los derechos no domiciliados de quienes vivían en
el lugar.

Figura 21. Chilevisión Noticias apunta su cámara en la dirección solicitada


por HM

Fuente: CHV Noticias (2018).

Las preguntas de los periodistas y los reclamos del representante de la Escuela


Artística Comunitaria fueron escuchados por CG, director ejecutivo de la
105
Fundación Víctor Jara, quien se encontraba a espaldas del encuadre
proporcionado por las cámaras del noticiero. Producto de ello, se originó una
conversación entre él, HM, OR y yo, en la que él propone a OR aparecer dentro
del set de fotografías con que se cerrará el punto de prensa convocado por la
Fundación, con la finalidad de que “todas las personas se encontraran
representadas”. OR acepta entre risas y, llegado el momento, acude a la instancia:

Figura 22. Fotografía de cierre de la actividad

Fuente: CHV Noticias (2018). OR es la persona ubicada al extremo izquierdo de la


fotografía.

Este momento refiere a la primera vez, en la totalidad del tiempo en que fue
realizado el trabajo de investigación, en que una PSC fue incluida por parte de las
organizaciones domiciliadas dentro de una fotografía de cierre de actividades en el
sitio de memoria. Ello dio cuenta de la incorporación de marcos de acción más
reflexivos por parte de la Fundación Víctor Jara, en cuanto realizaron el ejercicio
de tensionar sus propias formas de representar a las PSC: según recordaremos
de los materiales dispuestos en la sección de antecedentes del lugar, esta
organización había comprendido de manera extremadamente peyorativa a
quienes vivían en las afueras del Estadio Víctor Jara –abogaron incluso por la
expulsión de ellas del lugar sin ofrecer alternativas o rutas de acción frente a sus
desalojos–.

A pesar de ello, el acto de ofrecer visibilización a OR dentro de la fotografía se


continuaba situando desde un marco de acciones que buscaba materializar la
protección del sitio de memoria desde el punto de vista de los derechos
domiciliados, sin abarcar activamente un ejercicio de validación de los derechos
de carácter no domiciliado. Muestra de ello es que tanto la Fundación –
representada a través de CG–, como la Escuela –representada a través de HM–
no hicieron mención alguna en las entrevistas que ofrecieron sobre como las PSC
106
que vivían en los rucos del lugar fueron afectadas por el trabajo de las empresas
privadas.

Sumado a ello, los periodistas de Chilevisión Noticias que estaban encargados de


la nota de prensa no lograron realizar el ejercicio de comprender de manera
reflexiva el modo de ocupación territorial que desarrollaron las PSC en el sitio de
memoria, a pesar de que fueron interpelados directamente por HM. De este modo,
gran parte de las imágenes dispuestas en la nota hicieron referencia al “deterioro”
del área circundante a los rucos, situación que le restó impacto a los resultados de
la crítica domiciliada de HM al equipo del noticiero –no enfocar los rucos–, a la vez
que invalidó cualquier posibilidad de comprender como válida a la ocupación no
domiciliada del área. Ello quedó documentado en las imágenes aéreas captadas a
través de un dron de los periodistas:

Figura 23. Política de la representación por parte de CHV Noticias

Fuente: CHV Noticias (2018).

En este sentido, el equipo creador de la nota realizó el ejercicio de mantener


dentro del encuadre presentado su idea de la existencia de “malos olores y robos
emanados del lugar en que viven los vagabundos”. El punto de vista de HM
tampoco fue considerado dentro de la producción del contenido central de
introducción a la nota, ya que mientras se mostraban aquellas imágenes, el
narrador relataba:

“A cuatro años de su inauguración como Monumento Histórico, se encuentra así:


desolado y rodeado de tierra. Claramente deteriorado, en medio de escombros y
basura, el memorial se ubica a un costado del Cementerio Metropolitano. Una postal
triste de un lugar que tenía como objetivo ser un espacio cultural (…). La nula
circulación y el deterioro del sector ha sido una constante” (CHV Noticias, 2018).

107
En este sentido, el entendimiento de las PSC por parte del noticiero es reducido a
su comprensión como parte constructora de un ambiente indeseable, vinculando la
imagen y voz narrativa presentadas a las ideas de deterioro, tristeza, desolación y,
sobre todo, a la presencia de escombros y basura como causantes de no permitir
al sitio de memoria el “objetivo de ser un espacio cultural”.

Inclusive, desde el punto de vista del derecho a la memoria sobre la violencia


política, la nota dejó en el olvido a las cuatro otras personas distintas a Víctor Jara
que fueron encontradas muertas en el lugar. En un ejercicio de eclipsamiento de
todas las disputas asociadas a la apropiación material y simbólica del sitio que
fueron detalladas en los capítulos anteriores –tanto domiciliadas como no
domiciliadas–, el noticiero redujo el tema a una mera disputa legal que tendría una
finalidad única: “Estamos frente a una disputa que se resolverá en tribunales para
de una vez por todas limpiar este Monumento Histórico, que tenía como objetivo
recordar a un artista nacional único que murió trágicamente” (CHV Noticias, 2018).

Desde la visión abiertamente domiciliocéntrica y reduccionista del equipo redactor


de la nota, la única memoria (en singular) válida de ser recordada es aquella que
es central en el marco de las reivindicaciones sobre la violencia cometida en
dictadura: la asociada a la figura de Víctor Jara. Esto no quiere decir para nada
que la lucha por los derechos que Jara defendió deba ser deslegitimada, sino que
él debe ser comprendido como un actor más que aporta a la disputa por la
construcción de sociedades más justas. Como mencionó CG, director ejecutivo de
la Fundación Víctor Jara, al cerrar el punto de prensa: “Víctor no es una figura que
deba estar por sobre otros… sino que debe estar al lado de los otros”. Según
recordaremos del segundo capítulo de resultados, las PSC que vivían en el sitio
de memoria habían logrado con-vivir con la figura de Víctor Jara. Faltaría, por
consiguiente, que las organizaciones no domiciliadas aplicaran aquel criterio de
convivencia, dejando de situar sus reivindicaciones de derechos domiciliados por
sobre las referentes a los derechos no domiciliados.

De violencia y domiciliocentrismo. Deslegitimación municipal hacia los derechos


otros

El punto de prensa que estuvo convocado una hora antes del mediodía culminó.
Las organizaciones sociales presentes se empezaron a retirar del lugar, no sin
antes percatarse de una seria situación que estaba empezando a acontecer: el
camión de la Municipalidad de Lo Espejo y la retroexcavadora no se habían
retirado. Preocupadas todas las personas presentes debido a que la Fundación
Víctor Jara no había extendido una invitación a la Municipalidad para participar del
punto de prensa, nos acercamos en masa a preguntarles a los trabajadores sobre
el horario en que se marcharían. Ellos no lograron articular una respuesta
coherente, contraviniéndose los unos a los otros: “estaremos una horita más” –
108
“Nos iremos en diez minutos” – “Ya nos vamos” – “Nos quedamos hasta que
anochezca”. Acto seguido, procedieron a remover pequeñas porciones de tierra
que configuraban el muro exterior del área del ruco sur, descrito en el primer
capítulo de resultados de esta tesis.

La situación nos preocupó de sobremanera a OR y a mí. En presencia de los


representantes RN y HM de la Escuela Artística Comunitaria, y de CG de la
Fundación Víctor Jara, ambos nos encontrábamos conversando sobre las
posibilidades de que derrumbaran completamente la pared de tierra que separaba
al lugar donde vivía, respecto a la placa conmemorativa del Monumento Histórico,
y del riesgo inminente de destrucción del ruco ubicado al norte del memorial. HM y
RN nos comentaron de su imposibilidad de continuar más tiempo en el sitio de
memoria por motivos laborales. CG se sumó al comentario, lo que significó el
abandono inminente del lugar por parte de las organizaciones domiciliadas una
vez había finalizado la instancia de visibilización domiciliada de los daños en el
sitio de memoria. Frente a ello, me ofrecí a quedarme algunas horas más en el
lugar y a enviarles información en caso de que algo sucediera38.

Figura 24. Desalojo en sitio de memoria


Fuente: Gonzalo Peña (2018).
El resto de personas presentes se
comenzaron a despedir
afectuosamente de OR y de mí, a lo
que respondimos con abrazos,
apretones de manos y sonrisas39.
Tras la retirada de gran parte de las
personas que participaron del punto
de prensa, quedamos cinco personas
en el sitio de memoria, entre las
cuales era la única externa a la
comuna de Lo Espejo. Es en este
escenario cuando Carabineros
retornó a la escena y acudió
directamente a hablar con el
personal municipal presente. Aquí es
donde comenzó una escalada de
violencia ejercida contra las personas
no domiciliadas del ruco ubicado al
norte del memorial: ellas fueron

38
Una vez leído este sub-apartado completo, véase Anexo V.
39
Lamentablemente, no me percaté del momento en que se marcharon los diputados presentes y
el equipo de Chilevisión. El momento en que fui consciente de ello fue cuando se retiraron todas
las organizaciones presentes en el punto de prensa.
109
expulsadas violentamente por parte del personal policial, bajo el argumento de que
“les vamos a desarmar estas weás porque hay que limpiar el sitio”, según consta
en el diario de campo y en grabaciones de audio del momento.

Debido a lo repentino de la situación, todas las personas que aún restábamos en


el lugar comenzamos a reclamar. OR recogió piedras y las guardó en sus bolsillos.
Acto seguido, Carabineros y la Municipalidad empezaron a hacer desalojo y
requiso de todos los bienes que se encontraban dentro del ruco ubicado
inmediatamente al norte de la placa conmemorativa. La pareja40 que vivía dentro
de aquél se marchó, amenazada por los funcionarios que decían que los iban a
arrestar, dejarlos presos y a separarlos. Mientras ellos se retiraban forzadamente,
a todo el resto de los presentes se nos aplicó un control preventivo de identidad
bajo la argumentación de que existía “la posibilidad de cometer el delito de
amenazas a la autoridad”.

Realizados los controles de identidad, Carabineros volvió al interior del furgón a


través del cual llegó. Mientras los funcionarios municipales continuaron con el
proceso de carga y retiro del camión con las pertenencias de las personas
recientemente desalojadas, me dirigí a un puente sobrenivel que cruza la línea del
tren para capturar la siguiente fotografía del sitio intervenido:

Figura 25. Visión en altura del lugar tras el desalojo del ruco

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

40
Por petición expresa de quienes vivían en aquel ruco, no puedo disponer de datos referentes a
sus trayectorias biográficas y a las acciones que realizaron desde que Carabineros llega.
110
Tras ello, retorné al área donde se encontraba el ruco desalojado, percatándome
de que Carabineros aún actuaba de manera violenta con las personas que
continuaban presentes. OR se acercó al lado mío y, suspirando
apesadumbradamente, comentó: “los pacos y la muni se van pitear el ruco… y
están sacando mi muro pa’ después pasar pa’ allá y quitarnos todo, como lo
hicieron recién acá”. En la figura 25 se puede apreciar el trabajo del personal
municipal contra el muro de los rucos ubicados al sur del memorial.

La retroexcavadora presente en el lugar continuó moviéndose de un lado a otro,


levantando grandes cantidades de polvo en cada uno de sus trayectos. Ello hizo
que OR tosiera repetidamente y que sus perros comenzaran a ladrar e intentar
morder sus ruedas. Tras unos quince minutos de idas y venidas de maquinaria, la
totalidad del personal municipal presente decidió acercarse al ruco ubicado al
norte del memorial, posicionando la retroexcavadora frente a él, a unos quince
metros de distancia.

Las personas que aún continuábamos en el lugar –incluyendo a OR–, atónitas,


nos dispusimos al frente de ella. A pesar de aquello, el personal municipal
abalanzó la máquina en contra nuestra y del ruco. Moviéndonos a último
momento, el vehículo pasó a gran velocidad por sobre el lugar donde estábamos
de pie. “¡Córranse todos!” gritó un Carabinero. “Cáaallate, paco culiao” le
respondió OR. Acto seguido, un breve silencio –interrumpido únicamente por el
motor de la máquina encendido– atravesó el espacio, a la espera de la utilización
de la máquina, tal como ocurrió y quedó registrado en las siguientes imágenes:

111
Figura 26. Municipalidad de Lo Espejo destruyendo ruco en el sitio de memoria

112
La desastrosa acción realizada por la Municipalidad dio cuenta del mandato de la
violencia que Segato (2003) señala: la estructura domiciliocéntrica facultó la
realización de aquella acción, amparada además en un accionar estatocéntrico
(Franzé, 2013) que eclipso y silenció los modos de vida de las personas que se
encontraban viviendo en el sitio de memoria. Las organizaciones sociales
domiciliadas lograron, en última instancia, dar pequeños avances en torno al
reconocimiento del derecho a las autonomías (Segato, 2016) que representó la
presencia del sujeto PSC en el lugar, en cuanto distintas y desiguales –pero no
por ello problemáticas–.

Si bien en este momento no hubo una invalidación activa por parte de las
organizaciones domiciliadas hacia los derechos de tipo no domiciliados, el Estado
es quien terminó, finalmente, reproduciendo el mandato de la violencia de manera
irreflexiva con respecto a este segmento de la población, viéndola como externa al
límite domiciliado de lo validado como legítimo y practicándolas como desechables
al forzar el desalojo y destrucción del ruco norte. Esto también refirió a la
aplicación práctica del recurso a la etnologización de la pobreza que Marina Pintos
(2015) señala, en el sentido de la des-afectación social con aquellos que son
otrificados como “pobres” o “marginados”.

Figura 27. Trabajadores municipales tomando refrescos acompañados por


Carabineros tras descender de la retroexcavadora

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

Interesante a efectos de la reflexión que se propuso a lo largo de esta tesis es que


OR haya sido víctima de una violencia de similares características con

113
anterioridad. Antes de vivir en el sitio de memoria, él había construido un ruco en
la pared norte del Cementerio Metropolitano, área externa a la zona declarada
como Monumento Histórico Nacional –pared oeste–. Él relató la situación en una
entrevista realizada durante el mes de noviembre de 2017, siete meses antes de
que ocurriese el desalojo del ruco norte que acabamos de observar:

“OR: Me echaron de ahí. Me puse atrás del colegio, ahí la ruca que tenía era de 8
metros de largo por 2 metros y medio de ancho, cama de dos plazas, un led de 29
pulgadas, televisor, todo instalado, hasta que en octubre del año pasado me
sacaron de ahí, me tiraron pa otra parte, aquí al ladito del Cementerio pero en otra
cuadra, después nos tiraron pa acá, y ahora de acá nos van a sacar…

GP: ¿Cómo?

OR: Vienen limpiando po’. Yo tenía una tele impeque, estoy sacándole señal, me
acuerdo y aparecen los de la muni, los inspectores. Uno baja y dice: “ya”… y se ríe,
se ríe. “Qué tan así bastardo y la conchetutate” [le respondí] – “chaa hermano, pa
que soy así” [hace gesto de recibir un empujón]… Hasta que nos sacaron. Recuerdo
que le cayó la tele [al inspector] en los pies. La tele, se hizo mierda la tele. Le dije:
“Ríete ahora, ¿no soy choro?, ríete”, y yo con la media cuchilla en la espalda. Se
acerca, se va acercando y voy con la cuchilla: “te tiraste, maricón conchetumadre”.
El paco me pone la mano así [me toca el hombro firmemente con la palma de su
mano]: “no voy a quitártela, pero ándate, anda pa’ allá hueón, anda a volarte, toma,
te regalo la cajetilla de cigarros, pero ándate” – “Ya jefe” [le respondí] y me calmé…
Y el de la muni me grita: “Te salvaste por el puro jefe”. Mejor me fui, y cuando volví,
ya estaba todo desarmado” (OR, comunicación personal, 21 de noviembre de 2017).

Por fortuna para OR, tras la destrucción del ruco ubicado al norte del memorial
Carabineros se fue del lugar, sin mencionar palabra alguna. Por ello mismo, el
personal municipal quedó sin poder continuar ejerciendo sus acciones de
violencia, manteniéndose en espera durante una hora en el sitio sin realizar alguna
acción, tiempo en el cual llamaron repetidas veces a Carabineros para que
enviasen a un “grupo de apoyo para terminar el trabajo”. Los intentos que
emprendieron fueron infructuosos, de manera que hicieron abandono del lugar a
eso de las 15.30, cerca de tres horas después de terminado el punto de prensa
convocado por la Fundación Víctor Jara. “¡Anda moviendo tus weaitas!” gritaron a
OR en voz alta desde arriba de sus vehículos en movimiento, en una clara
amenaza de que volverían en algún momento futuro a botar su ruco.

Reflexiones sobre los dos encuentros: fronteras, violencias y derechos

Según lo señalo por Groppo (2002), las políticas del recuerdo dan cuenta de
determinados ejercicios que tienen por objetivo conservar, transmitir y valorizar
como positivo el ejercicio de visibilizar ciertos aspectos del pasado considerados
como significativos o importantes para determinados grupos en desmedro de otros

114
(Groppo, 2002). El límite establecido entre lo que es establecido como legítimo o
no legítimo de recordar estaría atravesado, en el presente caso de estudio, por lo
que hemos entendido como domiciliocentrismo. En este sentido, toda política del
recuerdo es inevitablemente una “política del olvido” (2002, p. 193) que invisibiliza
todo aquello que no permite que la imagen del grupo hegemónico –el domiciliado–
sea globalmente satisfactoria.

Sin embargo, y como bien señalan distintos autores y autoras en sus respectivas
temáticas (De la Cadena, 2009; Franzé, 2013; Grimson, 2005, 2011; Segato,
2003, 2016; Pintos, 2015), los límites que encuadran a determinados sujetos y
grupos sociales pueden ser atravesados y tensionados mediante la inclusión de
procesos reflexivos y el fomento de formas críticas de entender nuestras
realidades. Por ello es que la inclusión de estos dos eventos de encuentro se
configura como relevante: dan cuenta de situaciones donde las políticas del olvido
se hacen patentes, a la vez que tensionables. Los sujetos de la historia también
están en los bordes, en los límites.

Las PSC, en este sentido, interpelan de una manera enriquecedora la


construcción hegemónica de los derechos humanos y las memorias. Si las
políticas del olvido construyen un ejercicio de violación de los modos de vidas
considerados distintos mediante la expropiación de sus derechos, la revisión
crítica de las jerarquías de poder asimétrico puede abrir la posibilidad a constituir
políticas del recuerdo que no se posicionen violentas con respecto a las
diferencias. Este fue un ejercicio inicial que realizaron la Fundación Víctor Jara y la
Escuela Artística Comunitaria en el marco del segundo evento, a pesar de que
continuaban posicionándose en un nivel domiciliado de la defensa de los derechos
que enarbolaban.

En lo que refiere a la retórica y práctica de la Fundación Víctor Jara, el recuerdo y


la puesta en valor de aquellas memorias sobre la violencia política se configura
como necesaria para lograr sociedades más humanas, reconciliadas y
democráticas, situación que da cuenta de un interesante objetivo justificado en la
defensa de los derechos humanos. Paradójicamente, hasta el momento previo al
segundo evento, el interés por aquellas memorias terminaba por pasar a llevar las
PSC en sus derechos no domiciliados (o derechos otros).

La frontera domiciliocéntrica estableció un límite entre quienes se encontraban


legitimados para la reivindicación de sus derechos, y quienes se constituyeron
haciendo un uso del eclipsado del derecho de vivir en paz. En este sentido, el
derecho de vivir en paz de las PSC, en cuanto garantía humana que permitiría la
introducción a, preparación para y legitimación de las distintas formas de vida
social no jerarquizando las de ciertos grupos humanos por sobre las de otros, fue

115
conculcado activamente en distintos momentos de la intervención del sitio de
memoria, desde perspectivas domiciliadas y reproductoras de los mandatos de
violencia (Segato, 2003). Ello dio cuenta de un orden de estatus (Segato, 2016)
donde las personas no domiciliadas se encontraban ubicadas en lo más bajo de
aquella escala.

Como señala Grimson (2011), las identificaciones hegemónicas reproducen y


refuerzan fronteras. De este modo, el mandato de la violencia contra las PSC fue
encarnado por las organizaciones domiciliadas que realizaron un trabajo vinculado
al derecho a la memoria sobre la violencia política en el marco del sitio de
memoria en el primer capítulo de resultados, por las empresas privadas que
evocaron el ejercicio del derecho a la propiedad al depositar escombros en el
segundo capítulo de resultados y, finalmente, por la Municipalidad de Lo Espejo al
entender los rucos como factibles de ser removidos violentamente en este tercer
capítulo de resultados.

Sin embargo, las prácticas de los sujetos y los grupos pueden cruzar aquellas
fronteras (Grimson, 2011). A pesar de encontrarse eclipsado el derecho de vivir en
paz de las PSC por lo mencionado anteriormente, aquella práctica no se encontró
conculcada completamente, toda vez que continuaron realizando uso y
apropiación material y simbólica del lugar, a pesar de las distintas intervenciones
en las que se habían visto invisibilizadas. Distintos a la vez que desiguales,
quienes vivían en el sitio de memoria no son un problema a ser solucionado
(Segato, 2016) ni mediante su invibilización, ni mediante su expulsión. En este
sentido, los derechos no domiciliados practicados por las PSC en el sitio de
memoria terminaron por tensionar los límites reforzados tanto por las
identificaciones domiciliocéntricas de las organizaciones sociales, como por las
identificaciones estatocéntricas (Franzé, 2013) de la Municipalidad de Lo Espejo y
empresas privadas.

Como revisamos, la disputa por parte de las organizaciones domiciliadas y las


PSC del lugar se flexibilizó a través de un marco comprensivo más reflexivo que
dio unos incipientes pasos a aceptar como legítimo el derecho de vivir en paz de
las PSC en el sitio, a pesar de que las organizaciones continuaran relacionándose
con ellas desde el punto de vista de la defensa domiciliada del sitio de memoria.
Sin embargo, la extrema violencia ejercida por parte de la Municipalidad de Lo
Espejo en el segundo evento de este tercer capítulo de resultados volvió a
eclipsar, de manera casi inmediata, los derechos no domiciliados con los que se
había apuntado a dialogar con el lado domiciliado de la ecuación local. Esto da
claras luces de que una estructura de dominación puede ser ocupada por las
distintas personas que recurran a ella, en la medida que el mandato

116
domiciliocéntrico de la violencia continúa intacto en la base del régimen jerárquico
(Segato, 2003).

Paradójico a su vez es que el mismo Estado, a través de otro organismo


institucional como lo es el Consejo de Monumentos Nacionales, esté llamado a la
protección del sitio de memoria en cuanto Monumento Histórico. Tal cual Rita
Laura Segato (2016) identifica respecto a la violencia de género, el Estado terminó
por prometer entregar con una mano lo que ya quitó con la otra: ofrece protección
y tutelaje del sitio como Monumento Histórico en el marco de las demandas por la
verdad, la justicia y la memoria post dictadura, a la vez que la Municipalidad en
cuanto instancia gubernamental autorizó los trabajos de depósito de escombros en
el lugar y continúa reproduciendo violencias explícitas –como bien se apreció con
la destrucción del ruco en cuanto mandato de reproducción del orden social–. Las
disculpas del Alcalde frente a la Comisión de DD.HH. del Congreso Nacional41 en
nombre de la actuación de la Municipalidad a su cargo en la intervención del sitio
de memoria tienen un peso práctico nulo, a efectos del reconocimiento y respeto
por las otredades afectadas. En un ejercicio estatocéntrico (Franzé, 2013) de
favorecer la intervención del lugar sin siquiera consultar a las organizaciones
domiciliadas –entendidas a sus ojos como interlocutoras más válidas que las PSC,
a quienes el Alcalde nunca menciona en su presentación ante la Comisión–, el
municipio terminó por conculcar la posibilidad de elaborar un diálogo en base a
puntos de encuentro y no fundado en la imposibilidad de construirlos42.

Derechos humanos y derechos humanos otros. La naturaleza y las personas


en situación de calle como sujetos válidos

Como se ha relatado hasta ahora, dos habían sido los puntos clave de inflexión en
el desarrollo de esta tesis. En un inicio (agosto de 2017) estaba trabajando
únicamente con las personas en situación de calle que vivían en el sitio, hasta que
ocurrió el primer evento: la realización de un Carnaval por la Memoria en el mes
de septiembre de 2017, el cual llevó a cerca de 3000 personas al lugar que en el
día a día sólo era ocupado por las PSC que ahí viven. En ese contexto es donde
se instaló una tensión fundante, mucho más visible a partir de la revisión de las
notas de campo en los meses posteriores: ¿qué derechos son los involucrados en
cada una de aquellas formas de ocupación del sitio (no domiciliada/día-a-día;

41
Véase anexo VI y VII.
42
A la fecha de entrega y edición final de esta tesis, el Alcalde –o cualquier otro integrante del
Municipio– se ha rehusado a ser parte formal de conversación o entrevista alguna respecto al sitio
de memoria que fue dañado, recordemos, tras la autorización que ellos mismos realizaron para el
depósito de escombros por parte de los privados. Del mismo modo, ha sido imposible conversar
con aquellas contrapartes privadas: la ausencia de cualquier conversación ha sido la única
respuesta tanto de ellos, como del gobierno local.

117
domiciliada/la que se basa en la ocupación del lugar en las fechas de
conmemoración por crímenes cometidos en dictadura)?

El derecho de vivir en paz, como reza la placa conmemorativa del lugar, se vería
afectado por parte de las mismas organizaciones domiciliadas del sector que
buscaban poner en el centro de los debates sobre los derechos humanos sus
reivindicaciones referentes a la memoria sobre la violencia política cometida en
dictadura. Las distintas actividades fueron realizadas desde posicionamientos
domiciliados, asociando la defensa de los derechos que enarbolaban como
legítimos a aquella forma de ver el mundo. Ello repercutió, entonces, en la defensa
de derechos humanos domiciliados, que pasaban por sobre los derechos
humanos de tipo no domiciliados de las PSC.

Posteriormente, el segundo evento fue la intervención del sitio de memoria por


parte de empresas privadas que dejaron miles de toneladas de escombros en las
inmediaciones del sitio de memoria. Esto, como se relató en el segundo capítulo
de resultados de esta tesis, ocurrió entre noviembre de 2017 y febrero de 2018.
Los privados contaron con autorización municipal, de manera que esta
contraparte, tanto estatal como privada, pasó a llevar el derecho de vivir en paz de
las PSC del sitio y al derecho a la memoria sobre la violencia política de las
organizaciones del lugar que habían realizado aquél trabajo de valoración
referente a vejámenes cometidos en dictadura. La intervención del sitio profundizó
la tensión fundante instalada tras lo identificado en el Carnaval por la Memoria.

Estos dos eventos pusieron en pugna diferentes niveles de significación y


apropiación de los derechos humanos: por una parte, las empresas privadas y la
municipalidad se basaron de la primacía del derecho a la propiedad que les otorgó
la Constitución Política de la República para realizar esta intervención en el sitio. A
su vez, las organizaciones domiciliadas que se hicieron presentes en el lugar
(Escuela Artística Comunitaria y Fundación Víctor Jara) realizaron un justo
reclamo al intentar poner en el centro de la discusión política el eclipsamiento de
las figuras de los asesinados en dictadura, producto de esta intervención que
afectó al sitio.

Si bien la postura de las organizaciones domiciliadas fue marginalizada a efectos


del derecho a la propiedad, esta era defendible mediante distintos mecanismos
legales que proveía la misma constitución: los derechos que reivindicaban
aquellas organizaciones podían ser restituidos a través de los criterios de justicia
del aparato hegemónico, siendo existentes y centrales dentro de él. Este no era el
caso de los otros derechos no domiciliados que encarnaron las PSC que vivían en
el sitio de memoria: a efectos legales, cayeron fuera de todo radar de defensa

118
jurídica de derechos hegemónicamente válidos, a pesar de que vivían a metros de
la placa conmemorativa que rezaba “por el derecho de vivir en paz”.

Hasta aquí la discusión que se ha desarrollado refirió únicamente a las relaciones


establecidas entre entes humanos. Sin embargo, al hablar de aquellos otros
derechos (como lo es el de vivir en paz) que entraron en discrepancia con lo
hegemónicamente validado como derechos humanos legítimos (el derecho a la
propiedad y el derecho a la memoria sobre la violencia política; ambos referentes
a campos de acción domiciliocéntricos), se terminó por abrir la posibilidad a hablar
de una tensión que no profundizada hasta este momento, que es la comprensión
de la naturaleza y los territorios como sujetos de derechos. Como se verá a
continuación, esta comprensión puede ayudar a fortalecer el entendimiento del
derecho de vivir en paz asociado a las PSC del sitio, en cuanto se sitúan dentro de
un mismo nivel: el de lo que se propone como los otros derechos.

A partir de la primacía de los intereses privados contenidos en el derecho a la


propiedad de nuestra Constitución, se deja entrever la concepción de la naturaleza
como proveedora de recursos, susceptible a ser utilizada como “botadero”. Aquél
rótulo es con el cual se conceptualizó al sitio de memoria donde se enmarcó la
presente tesis:

Figura 28. Extracto defensa judicial Municipalidad de Lo Espejo

Fuente: Archivos Causa 6226 – 2017, Poder Judicial (2018).

119
Para sustentar una crítica a nuestra Constitución Política, que establece a la
naturaleza como una fuente de recursos y a lo más, como un objeto a cuidar más
que un sujeto de derechos, tomaré como referente a la Constitución de Ecuador.
Esta última declara en su preámbulo la existencia de “una nueva forma de
convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza para alcanzar el
Buen Vivir, el Sumak Kawsay” (Roncal, 2013, p. 124). La naturaleza, a ojos de
aquella constitución, posee un reconocimiento social a partir de la edificación de
otras formas de vida: abre esa posibilidad a aquella otra forma de comprender los
derechos.

Como bien comenta Diana Murcia (citada en Roncal): “[Allí] se encuentra la base
de reconocimiento del sujeto naturaleza, primeramente, con la ruptura del
paradigma antropocéntrico -pues "de ella somos parte"-, y segundo, con el
condicionamiento del logro del buen vivir a la efectividad del pacto [constitucional]”
(2013, p. 125). Aquí se establece una relación dialógica entre cultura y naturaleza,
ya que esta última tiene un reconocimiento social, a la vez que las sociedades son
comprendidas como constituyentes de ella. Así mismo, como señala la misma
autora (2013), el capítulo séptimo de la Constitución ecuatoriana concede cuatro
artículos para "los derechos de la naturaleza". El artículo 71 señala que la
naturaleza o pachamama es el espacio donde se reproduce y realiza la vida,
razones por las cuales tiene derecho a que se respete integralmente su existencia
y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y
procesos.

Contrapuesta es la forma de entender a la naturaleza por parte de la Constitución


de Chile. El artículo 19 de la Constitución, en su inciso número 8, señala a que las
personas tienen: “el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
Es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la
preservación de la Naturaleza. La ley podrá establecer restricciones específicas al
ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio ambiente”
(Bermúdez, 2000, p. 11). La lógica con la que la Constitución chilena lee a la
naturaleza es viéndola como un objeto susceptible a la propiedad privada, y en
una relación jerárquicamente inferior a la sociedad humana.

Posteriormente, en el inciso 24 del mismo artículo se reafirma la comprensión de


la naturaleza como un objeto al hablar de las aguas. Señala que “el derecho de
propiedad [lo es] en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales
o incorporales. Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de
usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y obligaciones que deriven de su
función social (…). Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos

120
o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre
ellos” (Ley Chile, 1979, p. 1).

A la luz de este abandono del entendimiento de la naturaleza como un sujeto de


derechos por parte de la Constitución chilena, es que se comprende que este sitio
de memoria de más de una hectárea de extensión fuese practicado como un
botadero de escombros, principalmente para las empresas que dejaron aquellas
miles de toneladas de escombros en el sitio de memoria y para el órgano de
Estado que autorizó tal acción: la Municipalidad de Lo Espejo. La relación de
cuidado mutuo entre sociedad y territorio queda cortada completamente. Sin
embargo esta noción puede ser criticada ya que la forma de comprender al
territorio está en constante transformación. Como bien señala el antropólogo
colombiano Arturo Escobar:

“Los territorios no son estáticos, como tampoco lo son los mundos, y nunca lo han
sido. Verlos de esta manera supondría claudicar ante una de las trampas de la
modernidad, cual es la de condenar toda forma de resistencia radical a estar y a
existir en otro espacio, en otro tiempo, diferentes del que todas y todos los seres
compartimos; o sea, como un remanente de lo moderno (Fabián, 1993). Lo
“moderno” de hecho se encuentra más estancado en su pasado que los otros
mundos, pues sigue pensando en “locomotoras del desarrollo” en pleno siglo XXI”
(2014, p. 130)

Al abrir la posibilidad de que la naturaleza sea entendida como un sujeto (y no


objeto) de derechos, se vuelve pertinente realizar la siguiente pregunta respecto a
las relaciones sociales establecidas en el sitio de memoria: ¿dónde queda el
espacio para el buen-vivir, la convivencia y el reconocimiento de los derechos no
domiciliados que quedaron fuera de lo hegemónicamente validado desde la
perspectiva estatocéntrica (Franzé, 2013)? Como vimos, el derecho a la propiedad
tenía una primacía por sobre los territorios y los seres. Se negó, en este sentido,
tanto el derecho de vivir en paz tanto de las PSC que vivían en el sitio de
memoria, como los derechos mismos del territorio afectado por la intervención de
los privados –entendiéndose a ambas partes ya como sujetos y no objetos de
derechos–.

Esto trae a discusión un texto del sociólogo aymara Simón Yampara y el


antropólogo Dominique Temple, sobre todo cuando éste último en base a leer a
Yampara habla de “valores éticos” contrapuestos a “valores de cambio” (Yampara
y Temple, 2008). Exponen que en un espacio, donde se intercambian mercancías
como lo es el Mercado de la Avenida 16 de Julio en El Alto, se pueden generar
lazos de reciprocidad basados en el ayni, que tienen por fin último la consecución
del bien común en base al compartir valores éticos. A partir de lo recién expuesto,
se puede realizar el ejercicio de buscar salidas que busquen proponer el bien

121
común entre los distintos sujetos involucrados en la disputa por el sitio de
memoria, en clave de derechos y derechos otros que pueden ser elaborados y re-
elaborados. Como bien señala Temple en base a lo propuesto por Yampara:

“Ahora bien, por los usos y costumbres, por el derecho consuetudinario de los
pueblos aymara y qhishwa, aquellos valores [éticos] estaban enfocados, hasta hoy,
como un patrimonio de valores ya constituidos en el pasado y heredados de tiempos
inmemoriales. Pero, si pueden ser engendrados hoy por el ayni, eso significa que la
sociedad puede producirlos a voluntad y, por otra parte, la eficiencia de estos
valores puede ser constantemente aumentada a medida que sus matrices sean
reactualizadas. Lo que está en juego (…) sobrepasa el horizonte de la economía
política occidental” (Yampara y Temple, 2008, p. 16).

Para la situación que se vivió en el sitio de memoria, apostar por aquellas salidas
implicaría realizar el ejercicio de incorporar la lógica de la buena convivencia y de
la preocupación por el bienestar del otro, sea en este caso humano (relación entre
las PSC y las organizaciones domiciliadas) o no humano (comprensión del sitio de
memoria ya no como lugar eriazo, sino como un sujeto-territorio con derechos).

Si bien el sitio de memoria fue practicado como un botadero de escombros


autorizado por parte de la misma Municipalidad, ¿fue este sitio, en la práctica, un
botadero de derechos? En lo personal, planteo que sí. Esto sería permitido por
tres supresiones, las que configuraron una política del olvido presente en el sitio
de memoria: 1).- La supresión directa del derecho de vivir en paz para las PSC,
2).- La supresión del derecho a la memoria sobre la violencia política ejercida en
dictadura, y 3).- La supresión de la comprensión de la naturaleza como sujeto de
derechos y su reducción a mero objeto, sometido a regímenes de propiedad: el
sitio de memoria en cuanto “sitio eriazo”, cosa que está estipulada en la
declaración del lugar como tal por parte del CMN, y por los fallos judiciales que
han validado durante largo tiempo la intervención del lugar por parte de los
privados y la Municipalidad.

El ejercicio de reposicionar a las PSC y a la naturaleza como sujetos de derecho


implica revisitar la forma en cómo establecemos nuestras relaciones sociales. La
consideración de abrazar la opción de generar y validar estos otros derechos
también –como señalan Yampara y Temple (2008)– es, finalmente, una propuesta
a criticar la noción capitalista con los que se abordan constitucionalmente en Chile,
basada en acciones que fomentaron a constituir la política del olvido recién
mencionada.

Incorporar la lógica de la convivencia y de la preocupación por el bienestar del otro


a los debates sobre el sitio de memoria puede aportar a incorporar las discusiones
latinoamericanas que giran en torno al buen vivir y los derechos de la naturaleza

122
en el sentido de lo planteado por Arturo Escobar: aquellas lógicas se pueden
constituir en “plataforma[s] política[s] para la construcción de alternativas al
desarrollo”. Esto tensiona la noción profundamente neoliberal y supresora de otros
mundos posibles por parte del derecho a la propiedad en Chile, basado en una
racionalidad que está plenamente identificada y criticada por Simón Yampara y
Dominique Temple:

“Lo “limitado” de la civilización occidental nos parece que se debe entonces a una
colonización del saber y de la Razón por una lógica que tiene cierta eficacia, pero
sólo una competencia finita. Para descubrir lo que ignora o encubre, la razón misma
–estima Simón Yampara– tiene que ser cuestionada (…). La lógica utilitarista de la
ideología liberal [es puesta en duda] y, también, la razón instrumental de los
occidentales, por lo menos cuando éstos pretenden imponer sus metas a la ética.
Una refundación epistemológica parece necesaria y también un mejoramiento del
aparato lógico utilizado por los occidentales, para que la humanidad pueda
precaverse de los peligros que la amenazan de todas partes” (Yampara y Temple,
2008, p. 18).

Sobre la figura de Víctor Jara en el marco de los últimos acontecimientos

Reflexiones antropológicas latinoamericanas, como las recién revisadas,


contienen un interesante apego por ejercitarse de maneras comprometidas con los
territorios donde la persona etnógrafa se ha vinculado, ya sea como un acto de
reconocimiento legítimo de la alteridad o hibridez, o de resistencia a los
colonialismos existentes que aparecen incluso en los tejidos sociales más
particulares.

En este ejercicio etnográfico, la postura del compromiso con lo comunitario y


social no es solo una opción teórica y práctica, existiendo permanentemente una
conexión con el contexto social más amplio en que transcurre. La contingencia
nacional, ha querido que en el desarrollo de este trabajo de campo se suscite un
hecho que hace honor al refrán popular “la justicia tarda, pero llega”, y que no
perderé oportunidad en dejar documentado dentro de los apartados de discusión
de resultados de esta etnografía. Con fecha 03 de julio 2018, ocho oficiales en
retiro del ejército chileno fueron condenados a 15 años y un día de cárcel por los
homicidios de Víctor Jara y de Littré Quiroga, además de sumarles tres años por el
delito de secuestro. Un ex-oficial más, fue condenado a cinco años y un día por
encubrir los homicidios y a 61 días más por encubrir los secuestros de ambos (El
Mostrador, 2018a).

El Monumento Histórico que conmemora no tan solo a Víctor Jara, sino que
también a Littré Quiroga y a otras tres personas que fueron encontradas en el
lugar, fue intentado ser borrado, usándose como un botadero de los desperdicios

123
de la construcción de un mall y también como botadero donde se ha eclipsado el
ejercicio de la dignidad humana. Paralelo a ello, culminó un proceso de
investigación en torno a Víctor Jara que aunque tardó 45 años en llegar, en algo
ajusticia los sucesos: su secuestro, la posterior tortura mediante trituración de sus
dedos con los culatazos de los fusiles, y el posterior acribillamiento de su cuerpo
con 44 balas, el que luego fue arrojado a la calle con los cadáveres de otras cuatro
personas que corrieron similar suerte.

Esto ha suscitado todo tipo de reacciones. Una de ellas es de la familia de Víctor:


Joan Jara (viuda del cantante), junto con su hija Amanda Jara y Manuela Bunster,
quienes mediante un comunicado han señalado que esto es “un duro golpe a la
impunidad” (El Mostrador, 2018b), en referencia al largo tiempo de ocultamiento
del asesinato y de la falta de luces sobre lo ocurrido, hasta la condena emitida por
el Ministro Miguel Vásquez: “[él] con mucha paciencia y rigurosidad llevó adelante
este caso sin la colaboración del Ejército de Chile. Como familia hemos vivido en
carne y hueso el pacto de silencio que cruza a las Fuerzas Armadas chilenas” (El
Mostrador, 2018b). A ello también se añade que “también es cierto, que un fallo
condenatorio que llega después de 45 años, difícilmente puede ser considerado
justo” (El Mostrador, 2018b). En este sentido, el ejercicio de memoria se observa
íntimamente anudado al ejercicio de las vidas en dignidad. Una cita más de este
comunicado señala:

“Como sociedad, tenemos mucho que hacer si queremos construir un futuro mejor
para los que vienen. Nosotros con Víctor en la memoria, seguiremos trabajando
para que nunca más en Chile se repitan los hechos que se condenan en este fallo
histórico” (Bio-Bío Chile, 2018).

Respecto a ello, uno de los ejes centrales de la presente tesis es el derecho de


vivir en paz. A propósito de la práctica de las PSC de vivir en el sitio de memoria
en honor a Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres personas no identificadas, cabe
destacar que no se puede pasar por encima de aquellas víctimas y su legado, so
pretexto de defender los derechos de las PSC. En otras palabras: en el ejercicio
de poner el enfoque en el eclipsamiento sobre los otros derechos no domiciliados,
se puede caer en el equívoco de, valga la redundancia, eclipsar la lucha por el
derecho a la memoria sobre la violencia política. Ambas reivindicaciones son
distintas, a la vez que válidas en sus diferencias. La intencionalidad del presente
ejercicio investigativo fue profundizar la reflexión sobre los DD.HH., poniendo el
énfasis en lo problemático de invalidar ciertas formas-otras de posicionarse en el
mundo.

124
Antropologías compartidas: respecto al trabajo etnográfico con temáticas de
derechos humanos

La antropología, en tanto ciencia social que busca realizar un ejercicio


comprensivo y reflexivo con un otro, está cruzada por múltiples dilemas éticos.
Uno de ellos se configura respecto de los diferenciales de poder en la labor
antropológica, que dice relación con las relaciones jerarquizantes que se dan
intrínsecamente al establecer una relación etnográfica entre quienes investigan y
quienes son los ‘estudiados’ en pos de producir un conocimiento válido desde el
canon científico (Borofsky, 2005). Esto es especialmente crítico en contextos
donde las políticas del olvido tienen repercusiones prácticas en las vidas de
quienes son considerados como pobres o marginados bajo el recurso de la
etnologización a la pobreza que la antropóloga uruguaya Marina Pintos (2015)
señala.

La pregunta central que involucra este aspecto ético es: ¿cómo establecer una
relación etnográfica tal que tienda a no perpetuar –o, al menos, que “reduzca” su
existencia a un mínimo– la estructura de poder que genera la investigación
etnográfica? Pareciese ser que una de las formas de lograr realizar esto radica en
que la constitución del lazo social etnográfico sea público. Esto significa que las
distintas partes involucradas en el proceso de estudio tengan la oportunidad de
realizar un ejercicio de sinceridad, en el que las personas con las que se trabaja
comprendan el sentido de lo que se ha entendido respecto a sus vidas cotidianas
y que nosotros también seamos lo suficientemente capaces de comprender
nuestras equivocaciones y aciertos. Ello, en pos de la construcción de
conocimientos y lógicas de aprendizajes reconozcan y respeten las racionalidades
otras (Segato, 2016).

El sincerar mi posición y puntos de vista como antropólogo con las organizaciones


domiciliadas (Escuela Artística Comunitaria; Fundación Víctor Jara) y las PSC del
lugar operó positivamente, en el sentido de que propició el generar una reflexión
conjunta que tensionó el límite establecido por la frontera (Grimson, 2005; 2011)
con y sin techo (Piña, 2010; 2013a; 2013b). Esto repercutió, sobre todo, en un
ejercicio de dar el puntapié a esfuerzos de examinación crítica que han sido
incorporados poco a poco en las representaciones sobre las estrategias de
reivindicación de derechos por parte de la Escuela Artística Comunitaria y la
Fundación Víctor Jara, dos de las instancias de organización colectiva que mayor
repercusión mediática y práctica tuvieron sobre el sitio de memoria.

Desde esta perspectiva, hay que abogar por un cambio dentro de las relaciones
sociales que establece la etnografía. A pesar de que los diferenciales de poder no

125
desaparecen fácilmente (o derechamente, no puedan desaparecer43), hay que
apostar por pensar en una lógica que apunte a reconocer las posiciones que cada
una de las personas involucradas tiene, con la finalidad de observar cuales son los
aprendizajes que podemos tener del otro al poner en marcha el lazo etnográfico.

Entender que las antropologías latinoamericanas se pueden practicar de maneras


compartidas, en tanto vinculación recíproca entre quienes plantean los estudios y
los grupos con quienes se estudia, es fundamental en términos de situar la
importancia de la labor etnográfica a efectos de la capacidad que tiene para
establecer lazos humanos que nos permitan re-visitarnos críticamente desde la
perspectiva del otro. Las antropologías, en cuanto compartidas, pueden así
encarnar un proceso reflexivo de puesta en valor de los distintos derechos que
enarbolamos o eclipsamos a lo largo de nuestras vidas cotidianas.

43
En el ámbito de la pedagogía planteada por Paulo Freire, Giroux (2013) reconoce que la
direccionalidad educador-educando en los procesos educativos no puede desaparecer, en cuanto
la pedagogía crítica plantea “una forma de autoridad que abre la posibilidad del diálogo,
intercambio, y reconsideración mientras que se rehúsa a caer en la pedagogía de las opiniones, las
articulaciones de la experiencia no crítica y otras formas de intercambio carentes de sentido
crítico”. Este planteamiento puede ser extrapolable a la forma en cómo se establecen los lazos
etnográficos en la investigación antropológica. Esta direccionalidad es existente en el plano de la
etnografía, en cuanto la sola proposición de realizar un estudio es un acto que genera aquél
diferencial de poder al que hace referencia Borofsky (2005).

126
CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES

La presente tesis trató sobre los distintos derechos humanos asociados a quienes
se vinculan con el sitio de memoria donde fueron encontrados los cuerpos de
Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres personas no identificadas en la comuna de
Lo Espejo. Como se observó a lo largo de sus páginas, las distintas partes
involucradas en la apropiación material y simbólica del sitio de memoria
encarnaron des-encuentros y encuentros que se leyeron en clave de prácticas,
representaciones y disputas de los distintos derechos humanos que
enarbolaban44.

La perspectiva diacrónica de la etnografía permitió realizar el ejercicio de


documentar los cambios en el tiempo que sufrieron tanto el sitio de memoria en
cuanto territorio, como la distintas perspectivas y prácticas de los diferentes
sujetos y organizaciones que se encontraban vinculados al lugar entre los años
2017 y 2018. El recorrido narrativo comenzó en agosto del año 2017, momento en
que la Escuela Artística Comunitaria, una de las organizaciones domiciliadas que
fue precursora de la declaración del sitio de memoria como Monumento Histórico,
realizó una actividad de sensibilización respecto a la memoria sobre la violencia
política.

El primer contacto con el sitio de memoria fue en aquel entonces. Inmediatamente,


una tensión central en la tesis surgió: mientras se realizaba la actividad de la Ruta
por la Memoria organizada por la Escuela Artística Comunitaria al frente de la
Placa Conmemorativa del lugar, se vislumbraba el área del ruco sur de OR,
protegido en aquella fecha por un muro de tierra que intentaron botar las
retroexcavadoras posteriormente, en mayo de 2018.

En el desarrollo de aquella actividad se instalaron varias paradojas, sobre todo por


la intervención de JM –uno de los organizadores de la actividad y participante de
la Escuela–, quien señaló a las PSC del sitio en clave de despojos humanos, en
cuanto sujetos indignos que serían una muestra clara del abandono de la memoria
y la desolación del memorial (véase primer capítulo de resultados). Ya a partir de
aquel momento se podía apreciar un primer eclipsamiento del derecho de vivir en
paz correspondiente a las PSC del sitio, en una pugna donde la reivindicación
ejercida respecto al derecho a la memoria sobre la violencia política pasó a llevar
a un otro entendido como diferente, desigual y problemático.

44
Ello, en términos de responder al objetivo general de la investigación: comprender las formas en
que son practicados, representados y disputados los derechos vinculados al sitio donde fueron
encontrados Víctor Jara, Littré Quiroga y otras tres personas no identificadas, por parte de las
poblaciones no domiciliadas y organizaciones locales, instituciones de Estado y entes privados que
ahí interactúan.

127
Posteriormente, y tras la intervención del sitio de memoria por parte de las
empresas privadas autorizadas por la Municipalidad de Lo Espejo, aquel derecho
a la memoria sobre la violencia política pasó a ser llevado por la irrupción de
toneladas de escombros en el lugar, depositados debido al proceso de
construcción de un mall en Peñalolén. Ello daría cuenta de una situación
desfavorable del ejercicio de aquel derecho, situado en este caso a un nivel similar
al de vivir en paz que representaban las PSC desde un inicio.

Las dos organizaciones domiciliadas con las que se trabajó (Fundación Víctor Jara
y Escuela Artística Comunitaria) dejaron de pugnar por la reivindicación del
derecho que enarbolaban entre los meses de diciembre de 2017 y, prácticamente,
abril de 2018. En el intertanto, las PSC fueron muy afectadas (teniendo que
relocalizarse forzadamente en otros lugares, sobre todo al momento en que la
deposición de escombros se estaba llevando a cabo). En este marco, una nueva
fuerza entró a intervenir de manera silenciosa por sobre las dinámicas
establecidas previamente en el sitio: la de la temporalidad jurídica/institucional.

En base a diferentes disputas legales45, la intervención irregular del sitio de


memoria por parte de las empresas privadas autorizadas por la Municipalidad ha
terminado por ser validada en el tiempo, en una clara muestra de que la
temporalidad estatocéntrica que señala Franzé (2013) no dialoga con las
cotidianidades establecidas por la Escuela Artística Comunitaria, la Fundación
Víctor Jara y las PSC que viven en el sitio de memoria. El ejercicio del derecho a
la propiedad, de central importancia dentro de la Constitución Política de la
República, terminó por subordinar y eclipsar a todos los derechos que
anteriormente se encontraban en disputa sobre el sitio de memoria.

La traducción más concreta de ello se vio reflejado en el mandato de violencia que


señala Rita Segato (2003), ejercido esta vez en contra de una de las PSC que
vivía en un ruco ubicado al norte de la Placa Conmemorativa del memorial. En el
marco de un importante avance, a efectos de entablar un diálogo enriquecedor46
entre la población domiciliada y la no domiciliada presente en el lugar, la
Municipalidad se volvió una parte activa en la conculcación –y ya no
eclipsamiento– del derecho de vivir en paz mediante la destrucción del ruco con
una retroexcavadora, en presencia policial. Para la Municipalidad, “limpiar el sitio”

45
Para profundizar, véase causas judiciales expuestas en la Hoja de Ruta del capítulo dos de
resultados: la ya rechazada del Cementerio Metropolitano y la aún activa a través del Consejo de
Monumentos Nacionales.
46
Dicho diálogo tensiona, de paso, el planteamiento de Oscar Lewis (1975, 1986) respecto a
cultura de la pobreza: las PSC efectivamente son parte constitutiva de la sociedad, no un ápice
sub-cultural de ella que sea incapaz de establecer un diálogo con otros actores sociales.

128
de memoria equivaldría, mediante sus prácticas, a pasar por sobre las vidas de
quienes allí viven.

Figura 29. Una de las dos personas habitantes del ruco destruido por la
Municipalidad

Fuente: Gonzalo Peña (2018).

Si bien ya no estamos en Dictadura, época en que se cometieron los más diversos


horrores de Estado, se puede plantear que estamos frente a una serie de errores
de Estado. Ello, debido a que resulta decepcionante que las acciones de
reparación frente a los daños causados hacia el sitio de memoria de Lo Espejo se
hayan postergado a lo largo del año, por causa del derecho a la propiedad que
evocaron los entes privados y municipales por igual. A su vez, se vuelve
inentendible que una Municipalidad parte del Estado genere un daño al sitio de
memoria, contraviniendo el trabajo de otro órgano que está abocado a la defensa
del patrimonio: el Consejo de Monumentos Nacionales. Y centrando la visión en
las PSC afectadas: las acciones de violencia emprendidas en el sitio, aún leídas
en clave de la legitimidad de ellas provista por la legislación vigente en Chile, no
generaron solución alguna para la problemática que acabaron de crear al
conculcar el derecho de vivir en paz.

De esta forma, podemos presenciar que estamos frente a una dinámica de


exclusión domiciliocéntrica (Piña, 2013a) y estatocéntrica (Franzé, 2013) en la que
se circunscriben e imaginan los derechos humanos. Ello se tradujo en situaciones
de violencia simbólica y física hacia quienes son imaginados y practicados como

129
sujetos límites (Grimson, 2011): distintos y desiguales, a la vez que problemáticos
(Segato, 2003).

A pesar de la triste acción emprendida en contra de las PSC del sitio de memoria,
se puede también destacar otro aprendizaje derivado de la situación.
Básicamente, ella develó la existencia de una experiencia colectiva de la violencia
dirigida hacia las PSC que viven en el lugar. Esto se pudo reflejar en que OR
relatara –prácticamente un año antes de que botaran el ruco ubicado al norte del
memorial– un desalojo vivido en circunstancias similares, ocurrido en el mismo
espacio. Estas experiencias del desalojo –o del desarraigo forzado– son parte
constitutiva las capas de memorias presentes en el sitio, situando a nuestras
disciplinas frente al compromiso ético de estudiarlas y no hacer caso omiso de
ellas (Colegio de Arqueólogos, 2017). Tal como se planteó en la sección referente
al estado del arte, existe una brecha de conocimiento respecto a estudios sobre
los derechos y las memorias en las personas no domiciliadas. La presente tesis
pretendió contribuir al ejercicio de fortalecer miradas reflexivas respecto de
aquellas temáticas: si aún no existe gran variedad de estudios sobre las memorias
colectivas de la violencia, del desalojo y del desarraigo forzado en las PSC, es en
parte debido a que a ellas no les hemos realizado las mismas preguntas que le
haríamos a las personas y organizaciones domiciliadas47.

La obra de Víctor Jara apunta, justamente, a impulsar la realización de aquellas


preguntas. Como bien mencionó CG, director ejecutivo de la Fundación Víctor
Jara, al cerrar el punto de prensa relatado en el apartado final de resultados:
“Víctor no es una figura que deba estar por sobre otros… sino que debe estar al
lado de los otros”. Este posicionamiento horizontal es lo que se encuentra
representado en el álbum “El derecho de vivir en paz” (Jara, 1971), como fue
abordado en el marco teórico. En este sentido: es el diálogo entre las distintas
voces presentes en el lugar, todas situadas a la misma altura, lo que permitiría
tanto el libre ejercicio del derecho de vivir en paz, como la práctica de políticas del
recuerdo que no dejen en el olvido a ninguna de las personas que constituyan
nuestras sociedades.

Tal como apunta Elizabeth Jelin, las experiencias están moldeadas por el
horizonte de expectativas que hace referencia a una temporalidad futura. “Y en
ese punto de intersección complejo, en ese presente donde el pasado es el
espacio de la experiencia y el futuro es el horizonte de expectativas, es donde se
produce la acción humana, en el <<espacio vivo de la cultura>>” (Jelin, 2002, p.

47
Un ejemplo de este tipo de trabajo, realizado con personas domiciliadas, es la obra de Loreto
Rebolledo (2006) sobre testimonios de personas exiliadas en Chile –referenciada en el estado del
arte–.

130
13). En este sentido, el sitio de memoria se podría configurar como una frontera
que más que separar, tendría el potencial de reunir. Múltiples horizontes de
expectativas y trayectorias biográficas confluyeron en el mismo espacio,
permitiéndose la generación de un diálogo y reflexión que, aunque aún incipiente y
truncado por la intervención del sitio de memoria, daría cuenta de que el derecho
de vivir en paz puede ser ejercido, siempre y cuando se valoren y respeten los
distintos modos de vida sin jerarquizar los derechos de algunos por sobre los de
otros.

En la práctica, aquella posibilidad dista aún de volverse una realidad. En este


sentido, la hipótesis planteada durante la realización del trabajo de campo se
confirma –que se estaría frente a una dinámica de exclusión domiciliocéntrica y
estatocéntrica en la que se circunscribirían e imaginarían los derechos humanos–.
El ejercicio que se buscó plantear respecto a aprovechar la interesante posibilidad
de construir un diálogo48, literal y metafórico, entre las organizaciones y
poblaciones domiciliadas locales y extralocales y las personas sin domicilio que
viven en el sitio fue realizado, aunque en un nivel mucho menor al esperado
inicialmente. Sin embargo, la existencia de aquél diálogo ya está planteada, y este
puede continuar permitiendo el tensionamiento de los rígidos límites que
constituyen las políticas del olvido (Groppo, 2002) y el mandato de la violencia
(Segato, 2003) que atraviesan las distintas disputas sobre los derechos
humanos… ¡al menos entre las organizaciones domiciliadas que trabajan
activamente sobre el sitio y las PSC! Solo así se podrá practicar un horizonte de
expectativas locales que sea efectivamente enriquecedor, a efectos de pensar
sociedades que reconozcan y respeten las diferencias sin considerarlas como
problemáticas a solucionar.

Sobre los derechos humanos otros y el derecho de vivir en paz

En el marco del debate sobre los derechos humanos, uno de los principales
resultados de esta tesis es el relevamiento de un eclipsamiento de un tipo de
derechos humanos –coherentes absolutamente con el modelo económico que nos
gobierna– por sobre los Derechos Otros –incoherentes con aquél modelo–. Sea
que nos interesen o no los DD.HH. de tipo individual, son aquellos los que
enarbolamos como legítimos. Aquellos Otros Derechos terminan olvidados, al
punto de que las organizaciones sociales e incluso familiares de las personas

48
Ejercicio que refiere, a su vez, al objetivo planteado en torno a propuesta de acción: “Generar
instancias de encuentro y reflexión que problematicen y compartan los distintos sentidos y
representaciones sociales realizadas por parte de poblaciones domiciliadas y no domiciliadas
locales, respecto al sitio de memoria de Lo Espejo”.

131
afectadas por las violaciones cometidas en dictadura terminan pasando a llevar
aquellos derechos eclipsados. ¿Por qué el derecho de vivir en paz de las PSC en
el sitio de memoria queda relegado a un segundo plano, frente al derecho a la
memoria sobre la violencia política? ¿Por qué, finalmente, ambos derechos
quedan marginados frente al derecho a la propiedad defendido por la
Municipalidad y los entes privados?

El límite entre lo legítimo de aquellos derechos y lo ilegítimo de estos otros, al ser


observado de cerca, se vuelve difuso: hasta una agrupación pro derechos
humanos podría ser capaz de correr a las PSC del sitio. La Fundación Víctor Jara
podría proponer correrlas de las afueras del Galpón Víctor Jara (Fundación Víctor
Jara, 2018b). En este sentido, se instala un cierto tipo de derecho como
hegemónico: el individual (político). ¿Por qué estos derechos individuales son los
que importan? ¿Qué capitales culturales están detrás de estos derechos
individuales? ¿Por qué siguen siendo saludables estos derechos por sobre todos
esos otros derechos?

Las preguntas surgidas a partir de la reflexión sobre el trabajo de campo realizado


entre los años 2017 y 2018 no se tendrían que abandonar fácilmente. La disputa
por el espacio físico ‘sitio de memoria’ a nivel domiciliado es extremadamente
relevante. Sin embargo, no hay que dejar de tener en consideración de que aquel
derecho al sitio de memoria, por parte de los deudos de Víctor Jara, Littré Quiroga
y las otras tres personas no identificadas, es, por marginal que sea, un derecho
muy defendido y muy central entre los vecinos domiciliados, el Cementerio
Metropolitano, la Escuela Artística Comunitaria, la Fundación Víctor Jara y la
Municipalidad de Lo Espejo, al punto que se lo disputan a nivel empresarial y
judicial. Así de central son esos derechos (legítimos). Es en aquellos otros
derechos, constantemente marginalizados, donde también hay que profundizar.

Cuando interpuse la denuncia en el Consejo de Monumentos Nacionales, me


preocupé de poner como eje central de discusión el que habían personas en
situación de calle viviendo en el lugar. En todos los mensajes de respuesta no se
mencionó una palabra referente a ellos, a pesar de lo insistente que fui. Esto
también queda claro en las acciones posteriores del Cementerio Metropolitano:
tomaron fotos desde un dron, en las cuales aparece la placa conmemorativa del
sitio, los perros de las PSC y los áridos dispuestos en el sitio de memoria, como se
pudo observar en el segundo apartado de resultados. En aquellos archivos
realizan una descripción detalladísima de lo que logran ver en la fotografía: incluso
del área circundante a los rucos, que son centrales en la imagen. Sin embargo,
desde la representación que realizan a partir de lo jurídico e institucional –ámbito
donde prima la concepción privada del Derecho–, las PSC no se mencionan

132
siquiera una vez. Lo que se está haciendo es volver a eclipsar un tipo de
ocupación que nos cuesta mucho pensar como sociedad: la de la gente que vive
en ese lugar. Se les está quitando el espacio a los que no son de la ‘ciudad
nuestra’. La situación de violencia institucional con respecto a las PSC encarnada
tras la llegada de los privados no es más que volver a violar un derecho no
domiciliado que ya estaba eclipsado con anterioridad, bajo el lente del paradigma
domiciliocéntrico.

En este sentido, los DD.HH. se constituyen en un campo de batalla que moviliza


ciertos significados, y que oculta otros. ¿Cuáles? Que hay ciertos derechos
humanos que son más importantes que otros, por marginales que los primeros
sean. Hay poblaciones que tienen menos derechos a ellos. Sin embargo, no son
incompatibles las voces… ¡O no deberían serlas! Ese sitio de memoria no es
Víctor Jara. Se muere el legado de Víctor Jara si termina siendo exclusivamente la
lucha por Víctor Jara. Él es un actor: no es más que estos “otros” actores cuyos
derechos se ven eclipsados. Hay que hablar de las vidas y letras de estas otras
vidas49. Y en estas disputas es donde hay vidas y voces que son menos
escuchadas, pero, que a pesar de ello, tienen voz propia: lo que no tenemos es la
capacidad de escucharlas. El tema es nuestro, no de ellos.

El derecho de vivir en paz se configura como la garantía humana que permite la


introducción a, preparación para y legitimación de, las distintas formas de vida
social, no jerarquizando las de ciertos grupos humanos por sobre las de otros.
Este requiere de la existencia de una política del recuerdo que no deje en el olvido
a ninguna de las voces que estén presentes en el sitio de memoria en cuestión, en
cuanto cada una de ellas ayuda a construir los horizontes y sueños con los que
practicamos nuestras sociedades. Por ello mismo, el ejercicio de este derecho
representa también una práctica pedagógica, basada en abrirse a aprender de las
voces y prácticas de cada persona involucrada en una realidad.

Lo que no puede caer en el olvido es que, como se mencionó recientemente, no


hay una manera unívoca de entender a los derechos humanos. La expulsión
reciente de algunas PSC del sitio de memoria –segundo encuentro en tercer
capítulo de resultados– supone que discutamos con sentido de la profundidad el
derecho que representan, en un ejercicio de pensar sociedades efectivamente
más democráticas y preocupadas los unos de los otros.

49
Vidas sobre las cuales Víctor Jara se pregunta, por ejemplo, en “Canción de cuna para un niño
vago” (1967): “La ciudad lo encierra / Jaula de metal (…) / Cuántos como tu vagarán / El dinero es
todo para amar / Amargos los días / Si no hay.

133
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144
ANEXOS

145
Anexo I. Declaratoria del lugar como Monumento Histórico

146
Anexo II. Denuncia situación en sitio de memoria al Consejo de Monumentos Nacionales

147
Anexo III. Correo Fundación Víctor Jara convocando punto de prensa en sitio de memoria

148
Anexo IV. Correos dirigidos a Fundación Víctor Jara para articularse con Escuela Artística Comunitaria

149
Anexo V. Correo que informa a Fundación Víctor Jara y Escuela Artística Comunitaria de la situación ocurrida
tras su retirada del sitio de memoria

150
Anexo VI. Extracto de presentación Alcalde de Lo Espejo: disculpas públicas

151
Anexo VII. Extracto presentación Alcalde de Lo Espejo: soluciones ofrecidas
no contemplan las perspectivas de las organizaciones sociales

152
Anexo VIII. Correo [extracto] dirigido a CG con antecedentes para
discusiones en el Congreso y convocatoria de puntos de prensa

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