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INTRODUCCIÓN

La pandemia del COVID-19 ha llevado a que muchos gobiernos en el mundo tomen duras
medidas para restringir la movilidad de sus habitantes y decreten medidas extremas como
el aislamiento preventivo obligatorio.

En medio de esos escenarios animales como pumas, zorros, zarigüeyas, jabalíes, monos,
patos, pavos se han dejado ver en las calles de varias ciudades. Lo mismo ha ocurrido con
aves marinas, delfines y lobos marinos en playas turísticas. Todo este espectáculo natural
está disponible en las redes sociales, donde circulan fotos y videos mostrando “el regreso
de la fauna a los lugares que el humano les arrebató”, como se lee en varias publicaciones.

Esos animales han vivido siempre muy cerca de las ciudades y que ahora se les vea
deambular por las calles se debe a su impulso por explorar otros lugares que antes estaban
dominados por el ruido y el movimiento. Sin embargo, en medio de todas esas imágenes
que han llenado de esperanza a muchos, también circulan fotografías falsas, viejas o
descontextualizadas, como las de delfines y cisnes en Venecia o los elefantes en campos de
té de India y China. Mongabay Latam habló con tres expertos sobre las verdades y
mentiras de los animales que se aventuran a entrar en las ciudades.

MARCO TEÓRICO

Los animales ingresan con cautela a las ciudades

En las calles de Madrid, España, se han visto patos, pavos y jabalíes —estos últimos en
enero de este año— que aprovechan la soledad de algunas calles para transitar con mayor
libertad. El diario ABC reportó, durante el aislamiento actual que vive la capital española,
varios patos en la calle Fuente del Berro y en el jardín cercano al Museo Arqueológico de
Madrid. Las aves se desplazan de los sitios donde habitualmente viven en busca de
alimento, “pues al verse obligados a recluirse los madrileños, los restos alimenticios que se
generan han descendido drásticamente, dejando a los animales sin sustento”, dice el diario.

Pero este fenómeno no solo es de países como España e Italia que presentan algunas de las
tasas de contagio más altas de COVID-19 en el mundo. Uno de los avistamientos que más
ha sorprendido en Latinoamérica es el de un puma (Puma concolor) en Santiago de Chile.
Si bien estos grandes felinos podían verse eventualmente en barrios periféricos, el toque de
queda en la ciudad ha permitido ver al animal en calles más céntricas.

El último reporte se dio en la comuna de Ñuñoa. El evento fue atendido por la Policía, el
Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y el Zoológico Nacional y, según informaron, el
puma bajó de alguno de los cerros cercanos a Santiago en busca de alimento.

El animal de un año de edad y 35 kilos de peso fue capturado y trasladado al zoológico


donde le realizaron exámenes.

Bandadas de aves en playas turísticas

Otras de las imágenes que han impactado son las de aves marinas y migratorias que llegan
en bandadas enormes a playas que tradicionalmente han sido balnearios. En Lima, Perú, se
han visto miles de gaviotas de franklin (Leucophaeus pipixcan) que son especies
migratorias y justo para esta época están retornando al hemisferio norte, específicamente a
Estados Unidos y Canadá, para empezar la reproducción en sus zonas de anidación.

Los peruanos han visto cómo las aves se apoderan de las playas de la conocida Costa
Verde. Por ejemplo, la playa Agua Dulce en la municipalidad limeña de Chorrillos, que
suele estar llena de bañistas, hoy tiene como turistas a miles de aves. Algo similar ocurre
con la playa Punta Hermosa, al sur de Lima.

“Normalmente estas especies se congregan en grandes números en otras áreas donde no


hay humanos, la diferencia es que como ahora estas playas están vacías y limpias, se
trasladan de otras zonas a estos lugares que vuelven a estar disponibles”, dice Carlos
Zavalaga, investigador del grupo Aves Marinas en la Unidad de Investigación de
Ecosistemas Marinos de la Universidad Científica del Sur en Perú.

Zavalaga forma parte de un proyecto en el que analizan por qué algunas aves marinas
ocupan ciertos lugares dentro del circuito de playas de la Costa Verde y si es que esa
presencia es aleatoria u obedece a otras razones. Los expertos han venido haciendo conteos
cada dos semanas durante 2018, 2019 y principios de 2020, y se han dado cuenta que las
gaviotas de franklin en lugar de estar en las playas se posan en los cables y postes. “Lo que
se ve ahora con la cuarentena es que se ha dado un desplazamiento, no es que hayan
aparecido de repente porque no hay humanos”, asegura Zavalaga.
Algo similar ocurre con especies residentes como pelícanos (Pelecanus), guanayes
(Leucocarbo bougainvillii) y zarcillos (Larosterna inca) que también ocupan la zona de las
playas porque no hay personas que obstaculicen ese lugar. Allí pueden descansar y hasta
comer.
En medio de la cuarentena peruana, Zavalaga menciona los impactos directos e indirectos
de las pesquerías del país. La pesca comercial de anchoveta para producir harina de
pescado no está operando en este momento por lo que “las especies de aves están
ocupando esos espacios vacíos y hay más disponibilidad de presas”.

Por su parte, la pesca artesanal, para el abastecimiento humano, está entre las actividades
que no están restringidas durante el aislamiento. Aun así, las compras de los consumidores
han disminuido y hay menos pescadores en tiempos de cuarentena y “esto tiene un efecto
indirecto sobre las especies que ocupan los lugares donde antes estaban las personas. Eso
también puede beneficiar la presencia de animales marinos como lobos y delfines”, indica
Zavalaga.

El experto considera que la ausencia de personas en las playas genera otro efecto indirecto:
menor contaminación, por lo que el ciclo natural de los ecosistemas progresa de mejor
forma. Su hipótesis es que quizás haya mayor disponibilidad de alimento y que las aves
obtienen comida sin tener que gastar tanta energía en desplazamientos. “Ahora encuentran
espacios donde pueden descansar y condiciones donde los ecosistemas se han regenerado
momentáneamente.

Pueden obtener alimento más rápido que cuando los humanos están en estas zonas”, dice
Zavalga, aunque enfatiza que esta es solo una hipótesis que se debe verificar.

Los expertos coinciden en que este beneficio para la naturaleza será temporal y que es muy
probable que una vez se retomen los estilos de vida humanos, los animales vuelvan a los
lugares donde usualmente estaban.

La verdad de los monos tailandeses y la falsedad de los cisnes italianos

Uno de los primeros videos en rodar por redes sociales fue el de los macacos cangrejeros
(Macaca fascicularis) que entraron masivamente a la ciudad tailandesa de Lopburi, cercana
al emblemático templo Phra Prang Sam Yot, el pasado 12 de marzo en busca de comida.

Cientos de animales recorrían las calles y se peleaban por un vaso de yogurt que estaba en
el suelo. El video se hizo viral, aunque en ese momento muchos dudaban de su veracidad.
Sin embargo, los diarios locales e internacionales confirmaron la información y
entrevistaron a varias de las personas que grabaron los videos y a los expertos que trabajan
con monos en Tailandia.

“Cada grupo de monos tiene al menos 500 miembros. Roban cualquier cosa: adornos
coloridos, gorras, gafas de sol”, le dijo Manad Vimuktipune de la Fundación Lopburi
Monkey al diario The Guardian. Según Vimuktipune, la ciudad de Lopburi es conocida por
sus grandes poblaciones de monos y por ser muy turística. Los primates están
acostumbrados al contacto con humanos y a ser alimentados por ellos. Debido a la
pandemia del COVID-19, para esa época (12 de marzo) ya había muy pocos turistas, por lo
tanto menos comida para los animales.

La velocidad con la que circulan las noticias en las redes sociales hace que sea difícil
verificar la información y que contenidos falsos se divulguen rápidamente. En redes
también fueron famosas las imágenes de delfines y cisnes en Venecia y elefantes
“borrachos” durmiendo en campos de té en China. Estas imágenes y videos tuvieron
cientos de republicaciones en momentos en que las personas se sienten esperanzadas al ver
noticias consideradas como positivas. Sin embargo, National Geographic reveló que dichas
publicaciones eran completamente falsas.

En el artículo Las noticias falsas sobre animales abundan en las redes sociales a medida
que el coronavirus cambia la vida se informa que los cisnes en las publicaciones virales
aparecen regularmente en los canales de Burano, una pequeña isla en el área metropolitana
de Venecia, donde se tomaron las fotos y que los delfines «venecianos» fueron filmados en
un puerto de Cerdeña, una isla italiana en el mar Mediterráneo, a cientos de kilómetros de
distancia.

“Nadie ha descubierto de dónde provienen las fotos del elefante borracho, pero un informe
de noticias chino desacreditó las publicaciones virales: si bien los elefantes llegaron
recientemente a una aldea en la provincia de Yunnan, China, y su presencia no es extraña,
los elefantes en las fotos virales no se emborracharon ni se desmayaron en un campo de
té”, se lee en el artículo.
https://es.mongabay.com/2020/03/animales-silvestres-coronavirus-llegan-a-las-
ciudades-de-latinoamerica/

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