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PRÓLOGO

Comer no implica alimentarse de lo que sea, Tal vez desde el principio de los tiempos, el hombre ha sabido
utilizar lo que su cuerpo le pide, aunque no hay que olvidar, que como en todo, los excesos dañan.
Por naturaleza existen alimentos que son más llamativos para unos individuos, que otros, bien porque son
los que se encuentran en su región y han sido los que tradicionalmente han consumido habitualmente,
como el arroz en oriente, el trigo en Europa y el maíz en América, entre otros.
Sin embargo si observamos a la naturaleza y seguimos sus ciclos anuales, encontraremos diferentes
frutas, legumbres, verduras, etc., que se dan en distintas estaciones y que son más afines con unos seres
que con otros, por ejemplo: un Aries, pocas veces preferirá verduras a la carne, mientras que un Virgo
puede sustituir totalmente la carne por legumbres y verduras.
Así como los ciclos anuales influyen, también en los últimos tiempos se ha descubierto que el tipo
sanguíneo tiene que ver con lo que comemos y nos hace permanecer delgados o gordos; sanos o enfermos.
La carne puede ser muy buena, para los que tienen un tipo sanguíneo común, el O, pero para las personas
que tienen sangre tipo A, B, o AB puede hacerlas engordar si la toman en exceso y no sólo eso, sino que
también les provoca las temidas enfermedades.
Por esta razón, han salido tantas dietas que generalmente están hechas para el tipo sanguíneo común, el
O, que al ser adaptadas por otros que no tienen ese tipo, resultan ineficaces y en ocasiones causan
atrofias energéticas.
Nuestro cometido es mostrar diferentes opciones de alimentos que lejos de enfermar nos mantengan en
un estado ideal de salud, así como nos permitan tener una figura ágil y nos proporcione una mente sana
para que toda esa energía positiva sea la que vibre en este planeta y regresemos a la armonía conocida en
las grandes eras de oro, cuando se vivía en comunión con Dios y la naturaleza.

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