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Juan Manuel Alamilla.

Historia del arte teatral Iberoamericano

Comentario, Barranca abajo, de Florencio Sánchez.


Es de llamarme mucho la atención los dos finales que el autor propone para su obra; según
pude consultar, el cambio se debió a las molestias de la crítica durante su estreno, lo que
provocó la necesidad de presentar este final más melodramático.
En ese sentido, se me hace bastante curioso preguntarse qué implicaciones tiene que se
haya exigido un desenlace así para Don Zoilo. Pienso que eso habla demasiado de la
concepción de la vida que tiene Florencio Sánchez y que plasmó en su obra, y la concepción
del público que recibía con mayor entusiasmo un suicidio, que ver a un hombre resignado,
intentando salir adelante a pesar de haber perdido sus tierras y su familia. Me invita a creer
que el contexto de aquella época invitaba a la gente asumir sus vidas con cierta
desesperanza, y por qué no, con cierto conformismo, por lo menos para la población
gaucha, que para estas épocas su identidad se veía peligrada por la inminente vida urbana:
El gaucho representaba la libertad individual celebrada tanto por las corrientes
individualistas como por las sindicalistas. El mayor atractivo del gaucho era su
rebeldía, su rechazo permanente a la autoridad policial y judicial, que eran vistas
habitualmente por el anarquismo como las herramientas represivas y autoritarias del
Estado.
Florencio Sánchez va a llegar más lejos en la apropiación de la figura del gaucho.
En una acción típicamente anárquica no sólo se apropia de su figura para atribuirle
elementos del imaginario anarquista sino también para determinar su muerte
definitiva, su destrucción como símbolo.1
Bajo esta perspectiva, se me hace bastante pertinente comparar esta obra de Sánchez, con
obras como Tío Vania o El jardín de los cerezos, pues ambos autores se proponen a mostrar
en escena un lado de la vida que en otras épocas pudieron parecer poco interesantes, “muy
cotidianas”. Tanto Chéjov como Florencio Sánchez ilustran la decadencia de una clase
social, y cómo su mundo cotidiano, es en cada acción un reflejo de los problemas internos
de cada personaje.
Aunado a este punto, también me resulta interesante observar la concepción de la familia
que se nos presenta. El hecho de que algunos decidan dejar solo a Zoilo da para reflexionar;
más allá de calificar el acto como bueno o malo, me pregunto yo sobre cómo la institución
familiar también se vio afectada por los nuevos estilos de la época, dónde quizás, la figura
de un patriarca también vislumbra sus principios de decadencia. Y, aunque, a diferencia de
lo comentado en clase, pienso que los personajes que nos presenta Barranca abajo no
resultan demasiado complejos y que se acercan más a ser un melodrama, más que una
tragedia, como leí que algunos críticos consideran, es muy rescatable la forma en que las
emociones de ellos nos pueden resultar tan universales. Además, también me llevó a
plantearme la diferencia (si es que la hay) entre el realismo y el naturalismo.

1
Delgado, Leandro. «Criollismo y anarquismo: de la deconstrucción del gaucho al descubrimiento
del arrabal.» Culturales 8.16 (2012).
<http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-11912012000200005>.

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