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La violencia escolar supone un fracaso social, educativo y político

Nair Tamara Kozoriz

Los pedidos que se le hacen a la escuela para “ sostener” a los alumno/as dentro de
ella y evitar la “expulsión” implican un cambio de trabajo institucional. La escuela
democrática exige propiciar la participación de todos los miembros que la componen.
Para que la participación sea una práctica efectiva se la debe organizar

Para abordar la problemática de la “violencia escolar”, que hoy figura en las primeras
planas de los diarios y forma parte de los comentarios centrales de los noticieros rosarinos,
por el episodio protagonizado por alumnos de la ex Técnica Nº 6 que consistió en filmarse
haciendo destrozos en un aula, para después mostrarlo por la web, es necesario inscribirlo
en el marco la organización institucional, de esa escuela en particular, pero también del
sistema educativo y de la regulación normativa que se ejerce en la sociedad en general.
La violencia escolar está íntimamente relacionada con el fracaso de la sociedad política
para promover la inserción social de los jóvenes. De proveer a la infancia de condiciones
materiales y emocionales favorables para un desarrollo sano, fortaleciendo las posibilidades
laborales y educativas de los adultos, que son quienes, en el seno familiar, deberían poder
cumplir esa función. De la sociedad que se refugia en la indiferencia o en el ataque
vengativo. De las fuerzas policiales y de seguridad, en quienes se delegan el uso legítimo
de la fuerza, y responde de forma irracionalmente violenta. El mal funcionamiento de estas
instancias crean las condiciones para que los sujetos se sientan cada vez más desprotegidos,
vulnerables, lo que los pone ante la posibilidad de responder a ello, de manera violenta .
( Garay Lucía, Gezmet Sandra (2000) Violencia en las escuelas, fracaso educativo. Cuaderno de Postgrado Universidad
Nacional de Córdoba.)

¿ Cuál es la manera más adecuada para enfrentar estas situaciones de violencia?

La violencia se puede comprender desde la complejidad de las relaciones humanas, por lo


que no permite ser abordada desde una receta sencilla, infalible y universal adecuada a
todas las situaciones que se presenten.
Desde la opinión pública se considera que se alude a la complejidad de la situación
solamente para justificar los desmanes y los actos delictivos que hacen los alumno/as en
las escuelas, dejándolos impunes y por tanto con la posibilidad de que vuelvan a ocurrir.
Se desmerecen expresiones de especialistas como ser , que “... esta violencia es un pedido
de auxilio ante su sufrimiento y desamparo” ( psic. Cecilia Pedro “ La Capital” 19-08-2007) “Cuando
no puede circular la palabra se encuentran estos modos de manifestación” (Terapista ocupacional
María José Borsani, “La Capital” 19-08-2007) , “... Este episodio debe mover a los adultos a
reflexionar sobre las actitudes y reacciones de los chicos y se mostró en contra de la
posibilidad de que el problema se dirima sólo judicialmente porque, hay que resolverlo
dentro de la escuela... ” . (La ministra de Educación de Santa Fe, Adriana Cantero, La Nación 17-08-2007
No convencieron las medidas dispuestas: máximo de amonestaciones. El pedido es la
expulsión. Es bueno recordar que quienes asisten como alumno/as a las escuelas son
personas en formación, que mientras concurran a una institución educativa, tienen la
posibilidad de desarrollar actitudes adecuadas para su inserción en la sociedad. Sin
embargo si se van de ella, si se los expulsa, se los somete lisa y llanamente al desamparo
social, afectivo y cultural, dejándoles una sola puerta de ingreso a la vida, la que los hace
ingresar por la delincuencia.
Evitar que los alumno/as dejen la escuela no es dejar hacer cualquier cosa
Cuando se plantea en los discursos, como principio, sostener a los chico/as en las escuelas
como fundamento para la toma de decisiones ante disturbios en la institución, no implica
“aguantar, aguantarlos, nada más” porque de esa manera solamente se pospone la
explosión, como si la escuela fuera una “olla de presión”. La idea es pensar y diseñar
propuestas de trabajo institucional que favorezcan el tratamiento de los conflictos que se
puedan suscitar.
En la forma de enfrentar estos conflictos, que ponen en juego la eficacia de las leyes que
regulan las relaciones sociales, la convivencia democrática, la prevalencia de un estado de
derecho por sobre la ley del más fuerte, se determinará la posibilidad de promover la
formación de ciudadanos democráticos, participativos y trabajadores para una sociedad más
justa.

Respuestas más comunes dadas en las instituciones

Las respuestas de las escuelas a las situaciones de violencia o de indisciplina, generalmente


se fundamentan en el sentido común. Parecen ser una continuación de los modos familiares:
sermones, retos a los alumno/as, de parte de directivos y docentes y charlas con los padres,
describiendo “el mal comportamiento de los alumno/as y solicitando su colaboración para
ponerles límites”.
Estas modalidades de respuesta, más allá de las buenas intenciones con las que se sostienen,
no son las más adecuadas para promover otro estilo de vínculo social, porque no permiten
el intercambio de opiniones ni de perspectivas.
Es importante considerar para enfrentar estas problemáticas institucionales, el conocimiento
producido por investigaciones referentes a esta temática.
En el ámbito educativo escolar, donde se debe batallar diariamente en la resolución de
situaciones prácticas, es decir, que exigen tomar decisiones sin tener mucho tiempo para
pensar, generalmente se rechazan los conocimientos que se producen en contextos
académicos por considerarlos alejados de la realidad.
Sin embargo, es importante destacar que las investigaciones que se realizan, ofrecen
herramientas para pensar y diseñar formas de acción más efectivas.

Violencia en las escuelas, violencia contra las escuelas, violentación institucional

Para intervenir en casos de violencia es conveniente discriminar sus características, así se


podrá identificar los ámbitos más apropiados para superarlos.
Lucía Garay y Sandra Gezmet, en el libro “ Violencia en las escuelas y fracaso educativo”
diferencian:
Violencia en las escuelas: Se refieren a las que se manifiestan en las escuelas, pero su
origen no es ella, tiene más que ver con los sujetos y sus problemáticas, sus contextos y
condiciones de vida.
Violencia contra la escuela: Son aquellos actos destinados a destruir edificios públicos, en
este caso las escuelas. Destrucción del mobiliario escolar, los materiales, las plantas, y el
abandono que de ella hacen las políticas públicas.
Violentación institucional: Son aquellos actos que, aunque no tengan intencionalidad
manifiesta de dañar o perjudicar, tienen efectos violentos; son realizados por la
institución o por los actores por abuso de la función que se desempeña. Esta violencia
tiene la característica de que difícilmente se trate de “violencia física”, es más sutil, más
difícil de identificar y de denunciar, es lo que se llama “ violencia simbólica”
( ver cuadro “ La mirada de los alumno/as”)

Propuestas para abordar la problemática desde la escuela

Desde el reconocimiento de que la problemática excede a la escuela, es importante pensar


modos de respuesta desde ella. Fundamentalmente porque al ser la encargada en la
sociedad de transmitir conocimientos, puede promover mayores niveles de conciencia en la
ciudadanía para que trabajen en la modificación de otros ámbitos sociales, como ser el
político.
Asimismo es importante la posibilidad de que la escuela permita vivenciar un modelo
democrático de gestión, dado que actualmente hay cierta identificación de la democracia
con la falta de leyes cuando de lo que se trata es de establecer leyes que favorezcan el
trabajo, el desarrollo de las personas. Las reglas, normas o leyes, son necesarias para que
se cumpla cualquier función, hasta para jugar, por ejemplo. Pero esto no significa que ellas
se justifiquen por sí mismas, deben tener una razón de ser y deberían tener tres
características: ser pedagógicas, es decir que posibiliten aprendizajes que pongan límites
eficaces que señale claramente lo que se autoriza y se prohibe. Que su aplicación no
genere impunidad ni injusticias.

Concebir la participación democrática como un camino para mejorar la convivencia.

Las normas no están hechas de una vez y para siempre, debe reflexionarse continuamente
sobre ellas, para identificar lagunas normativas, inadecuación a las actuales circunstancias,
inequidad, en fin, es conveniente trabajar para que faciliten el trabajo de las personas y que
no se conviertan en un obstáculo.
Los conflictos son parte de la vida institucional, porque la vida no es un engranaje
perfecto, el progreso implica cambios, y estos se van dando en procesos que generan
conflictos. Resolverlos en una escuela democrática es acordar una solución en el que se
pongan en juego las normas, y en el que se cuente con la participación de sus miembros.

La violencia se supera fortaleciendo los lazos humanos

Cuando no se cuentan con espacios de participación real, en el que se permitan plantear


diferencias entre los miembros de la institución, es probable que se terminen suscitando
situaciones violentas. La violencia remite a una ruptura de vínculos, por lo que es
imprescindible restablecer los lazos, para ello contar con espacios de participación es
sustancial
Generalmente la participación es una práctica que desde el discurso se valora, pero que a la
hora de llevarla a cabo, se la considera infructuosa. En gran parte esta situación obedece a
dos cuestiones, una, es que no se trata únicamente de tener intención de promover la
participación, para que ésta se haga realmente efectiva, hay que organizarla, hay que prever
espacios, tiempos etc. y otra es que se debe sostener a lo largo del tiempo, no sirve generar
un espacio, de forma aislada, cuando se presenta algún problema grave.

La participación debe organizarse

Una mala organización de las prácticas participativas genera desmotivación, convirtiendo


un derecho, con el que cuentan los miembros de la institución en una pesada carga.

Organizar la participación

Es importante definir en primera instancia que tipo de participación se puede promover ante
determinadas circunstancias. No todos pueden tomar decisiones, por ejemplo no se le puede
pedir a los padres que juzguen si es conveniente que se tome en cuenta el constructivismo
en la enseñanza o se retome un modelo tradicional. Porque en este caso se necesita
conocimiento especializado. Sí se puede recabar información sobre las dificultades que
observan en sus hijos a la hora de realizar las tareas que se le encomiendan.
Es conveniente explicitar los niveles de participación, para evitar conflictos, dado que
muchas veces se supone que lo que se discuta se va a reflejar en las decisiones y luego no
es así, o bien se somete a las personas a tomar una decisión sin contar con la información
adecuada.
Se pueden distinguir los siguientes niveles de participación: Informativo: solamente se
remite a tomar conocimiento de una situación. Consultivo: se requiere la opinión de los
participantes que influye en las decisiones pero no las determina. Decisorio: los individuos
participan para tomar decisiones. Ejecutivo: ejecutan decisiones previamente tomadas.
Evaluativo: los individuos participan evaluando y controlando lo realizado por otros.

Las reuniones

Las reuniones son el medio más común para generar espacios de participación, tanto para
docentes, padres o alumno/as , sin embargo casi siempre se las considera improductivas.
Especialistas aconsejan realizar una minuciosa preparación previa a la misma, de tal
manera que los participantes cuenten con mejor información sobre aquello que se va a tratar
y su modalidad de participación. En este sentido se solicita que en la citación se
especifiquen los objetivos, las técnicas de trabajo ( por ejemplo si van a analizar un caso
de violencia escolar) tiempo aproximado de la reunión, es importante este punto, para
favorecer la organización de la vida de quienes participan, por ejemplo de los padres, que
tienen que disponer quien se queda al cuidado de sus otros hijos.

El impacto de la práctica participativa


La práctica de participación real, no es solamente encontrarse, llenar planillas de informes,
votar etc., sino que se espera que sirva para realizar acciones.
Casi nunca se les informa a los participantes sobre la utilización que se hizo de sus ideas, y
tampoco sobre el impacto que tuvieron para mejorar la situación tratada. Una muestra de
esto último es la queja repetida de padres y docentes que señalan que siempre que van a
una reunión se dice lo mismo y no cambia nada. Por eso es conveniente que los
coordinadores de las reuniones, presenten los trabajos que se hicieron luego de la reunión
y el grado de impacto que tuvieron hasta el momento.
Esa es la forma de progresar y aprender desde el trabajo y esfuerzo.
(Ideas tomadas de Frigerio, Graciela y otros (1992) Las instituciones educativas. Cara y Ceca. Elementos
para su gestión. Troquel. Buenos Aires)

Mirada desde los alumno/as


Para ejemplificar la violencia simbólica, es interesante escuchar que dicen estudiantes del
nivel polimodal , en el marco de una asamblea de la Coordinadora estudiantil, en la que
participaron alumno/as del Politécnico, Superior de Comercio, Normal 1, Drago, Vigil,
Mariano Moreno y Técnica 6.
Realizada en el 2 de julio de este año, y de la que nos permitieron tomar nota de su
desarrollo. El motivo central de la reunión es discutir medidas a tomar ante el estado
deplorable de las escuelas, que ponen en riesgo su vida y dificulta el aprendizaje.
En el curso de la reunión también se plantearon otras cuestiones:

Sobre la arbitrariedad de las normas y falta de espacio para la discusión

“ Pidieron ( por los directivos) al centro colaboración para comprar parasoles. El centro
de estudiantes no aceptó porque consideramos que no es esa su función, que a quienes se
debería reclamar es al Estado. Les dijimos que sí los apoyaríamos si deciden un reclamo
ante el ministerio, sentadas, escraches etc.,” por esta razón les comunicaron que la Bandera
de estudiantes no iba a estar en el desfile.

Sobre la actuación de las cooperadoras:

“Las Cooperadoras no ayudan a los estudiantes. Les piden a los padres 20 pesos y no es
así(...)”.

Plantearon poca transparencia en los balances, manifiestan sospechas de robo.

Sobre la participación estudiantil en los centros

“Se hace difícil trabajar en el centro, yo ya estoy tildada de subversiva, no me dejan pasar
por los cursos”.

Sobre la idoneidad pedagógica y moral de los docentes

“Una profesora en Comunicación nos dijo que les enseñaba esos contenidos, pero no estaba
segura si era lo que tenía que enseñar... Si ni la profesora sabía ..” justifican esta situación
por la mala implementación de la Ley Federal “ ellos no tienen la culpa (...)Si les
mandaron después, que era lo que tenían que enseñar”.
“Nos está dando clases un profesor que en la época de proceso daba clases con una arma en
el escritorio, y denunciaba a los estudiantes”.
“Nosotros sabemos que historia es una materia que es difícil, pero que hay que estudiarla.
Sin embargo una profesora de historia nos cuenta la Revolución francesa así: eran dos
grupos unos que comían un banquete y los otros que miraban desde afuera y entonces
dijeron “nosotros también queremos comer” y eso fue la revolución francesa, (risas de
todos)
Le pedimos que tratemos el tema de la época infame, la dictadura y claro como es la mujer
de un milico no quiere tratarlo, nos dijo “ que era un tema muy duro”. Ante la insistencia
dijo, bueno preguntemos a los chicos a ver si quieren que tratemos el tema... y que le iban a
decir mis compañeros, si no les interesa nada, contestaron nooo profesora, ya lo dimos el
año pasado. Y era mentira. Pero con ese criterio, preguntemos a los chicos a ver si quieren
dar matemática o historia” .

Sobre la propuesta curricular

“ Estoy en Economía y Gestión y no tengo matemática”. “ Yo en Naturales y no tengo


física”. “En Humanidades no dan lengua. Hay un montón de materias inventadas”.

Cabe destacar que chico/as de dieciséis años aproximadamente sentados en círculo, se


escuchaban atentamente, aportaban ideas, y manifestaron un alto nivel de análisis y de
información de la situación del país, que contrasta con la imagen que se tiene de ellos en la
actualidad.

Identificamos estos relatos como ejemplos de violencia simbólica, porque el ejercicio de


poder escolar no reconoce los derechos a pensar, discutir, y consensuar aspectos que
comprometen a los alumno/as. Se los somete a prescripciones que los afectan pero que no
pueden entender y mucho menos intervenir de alguna manera para modificarlas.

Filosofía práctica en el colegio


Experiencia en un barrio carenciado del Gran Buenos Aires

Extracto de un artículo cedido por Roxana Kreimer

Roxana Kreimer*
Entendemos que este puede ser un aporte interesante para propiciar que las diferencias que
se susciten entre las personas puedan ser salvadas mediante la comunicación y respeto
mutuo.

Cuando me invita a dar la charla, la profesora me cuenta que los adolescentes oyen
canciones que promueven el robo, me pide que "les hable de otro tipo de filosofía que no
sea la de salir a robar", y propone titular la charla en relación a este tema. Le respondo que
a mi entender ellos son las principales víctimas del robo, un robo -claro está- legal e
institucionalizado. Propongo en cambio otras consignas para la charla: "¿Por qué hay
pobres?", "¿Cómo acabar con la pobreza?", "¿Para qué sirve la filosofía?" Otra profesora
me cuenta que no es infrecuente oír de boca de sus alumnos: "Disculpe que no le traje los
trabajos prácticos que debía realizar. Es que anoche tuve que salir a robar".
Cuando les pregunto a los adolescentes por qué creen que existe la pobreza, estas son
algunas de sus respuestas: "Porque los políticos roban", "Por las diferencias culturales",
"Porque hay ricos", "Por los inmigrantes", "Porque siempre hubo pobres". Criticamos
algunos de estos presupuestos: no siempre hubo pobres; la pobreza obedece a razones que
van mucho más allá de la corrupción de los políticos; las diferencias culturales no generan
pobreza, es la pobreza la que genera diferencias culturales.
Hablamos sobre el capitalismo, sobre la falsa idea liberal de que si cada uno busca su
propio interés, automáticamente el conjunto se verá beneficiado. No dudamos en legitimar
el asalto a un supermercado si no hay trabajo ni comida para alimentar a la familia, pero
sugerimos que, fuera de esta situación, robar en forma individual es seguir el juego del
sistema, utilizando su mismo mecanismo, el del "sálvese quien pueda". Salir de ese juego
supone participar en la política para no ser cómplice de la mediocridad, o también, por
ejemplo, generar proyectos autogestionarios como el de las cooperativas.
En el viaje de ida la directora del colegio me comenta que un problema constante en el
colegio es el de los grupos de alumnos que se van a los puños cuando alguno de sus
integrantes no ha sido invitado a una fiesta. A propósito de este tema hablamos del
surgimiento de la filosofía en coincidencia con el origen de la idea de democracia en la
antigua Grecia: ambos presuponen la valoración de los argumentos por sobre la fuerza
física, el poder del dinero o del linaje.
Varios alumnos escriben sobre su miedo al fracaso. Hablamos sobre la engañosa imagen de
felicidad que difunden los medios, sobre la necesidad de aprender de nuestros errores y
sobre cómo los problemas y las situaciones dolorosas nos abren nuevos objetos de amor y
nuevas posibilidades de vida.
Dijimos que si bien la ética no puede carecer de principios generales, debe medirlos con la
riqueza de cada situación en particular, por lo cual parecía bueno evaluar según las
circunstancias concretas (...)
*Doctora en filosofía. Acutualmente forma parte del panel del programa “Dejámelo pensar” de canal 7.
Coordina consultorías filosóficas.

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