Está en la página 1de 12

Universidad del Valle

Facultad de Humanidades-Departamento de filosofía


Seminario Temático: Modos de hacer filosofía
Profesor: Pedro Posada
Estudiante: Héctor Fabio Marín Ortiz – Código: 2004582-7273

Análisis del texto de Agnes Heller: En la estación del ferrocarril

El presente texto tiene como fin analizar una parte del libro Una filosofía de la historia en
fragmentos de la filósofa húngara Agnes Heller, específicamente el capítulo (7) llamado por
la autora: La estación del ferrocarril. Para hacer el análisis se tendrá en cuenta el modelo
propuesto por el profesor Pedro Posada en clase: formas de vida, prácticas sociales,
prácticas discursivas y los elementos internos del texto.

FORMAS DE VIDA

Hacia finales de los años 50 y comienzos de la década del 60, el desencanto por las
filosofías surgidas en los siglos pasados era constante en algunos círculos académicos e
intelectuales. El objetivo que se plantearon muchos filósofos de la época fue el
rompimiento con las tendencias universalistas y racionalistas del kantismo y el
hegelianismo. Algunos intelectuales criticaban que el resultado de las corrientes filosóficas
modernas, en la práctica científica, económica y en los enfoques sociales, terminara siendo
más de ochenta millones de víctimas en dos guerras mundiales (Hobsbawm, 2000 pág. 26).

La Primera y la Segunda guerra mundial, el Holocausto judío, los Gulag soviéticos, el


totalitarismo de izquierda y de derecha y las bombas nucleares fueron prueba suficiente
para que los representantes de la posmodernidad plantearan sus filosofías en contracorriente
de los sistemas de pensamientos modernos. La Escuela de Frankfurt, la fenomenológica, el
existencialismo, el estructuralismo y posestructuralismo fueron otras de las vertientes de la
filosofía que plantearon críticas a la visión racionalista e idealista de la sociedad occidental.

La segunda mitad del siglo XX fue sin duda una época de cambios culturales y sociales
importantes, muchas de las dinámicas sociales se desarrollaron en torno al rechazo y a la
crítica tanto del modelo capitalista como comunista. En la memoria histórica de la sociedad
actual se conservan los suceso de la revolución cubana, la revolución de los claveles, mayo
del 68, el hipismo, la liberación femenina, los derechos de los homosexuales y lesbianas, el
antirracismo, los movimientos estudiantiles y revolucionarios en América latina, la caída
del muro de Berlín entre otros hitos históricos mundiales.
Bajo este marco histórico Agnes Heller escribe el libro Una historia de la filosofía en
fragmentos, sobre todo bajo la influencia de uno de los últimos hechos históricos del siglo
XX, la caída de la Unión Soviética sucedida 1991.

De la autora del libro se sabe que nació en el seno de una familia judía el 12 de mayo de
1929 en Budapest – Hungría y murió en Balatonalmád – Hungría el 19 de julio del 2019.
Durante la Segunda guerra mundial su país fue invadido por el ejército alemán y su familia
fue perseguida. El padre de Heller fue uno de los muchos torturados y asesinados en
Auschwitz. Ella y su madre sobrevivirían al Holocausto judío por asares del destino.

Posteriormente al terminar la guerra, Agnes Heller entraría a la Universidad de Budapest a


estudiar física y química, pero cambiaría rápidamente de rumbo al conocer a Georg Lukács
(filósofo húngaro), quien se convertiría en su maestro y mentor. En sus inicios Heller se
inclinó por el comunismo y desde una perspectiva democrática, propuesta que le valió la
persecución y posterior autoexilio en Australia y después en EEUU. Pasado un tiempo A.
Heller migró a la socialdemocracia, alejándose paulatinamente de los postulados de la
izquierda soviética y de alguna manera del ala más radical del marxismo.

Este texto se enmarca en la corriente filosófica moderna que surgió a principios del siglo
XVII hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Europa. Algunos
representantes conocidos de la filosofía moderna son: Rene Descartes, Imanuel Kant, John
Locke, George Berkeley, David Hume, G.F. Hegel, Karl Marx, F. Nietzsche, entre otros.

PRÁCTICAS SOCIALES

Agnes Heller se transformó filosóficamente con el tiempo a partir de experiencias


significativas muy concretas. El Holocausto judío y su relación cercana con Georg Lukács
jugaron un papel determinante en su postura marxista. Primero, como forma de lucha
contra las posturas e ideas residuales de los fascistas y ultraderechistas europeos de la
posguerra, después, con un punto de vista crítico frente a la forma en que la URSS aplicaba
el marxismo; el eje central político de los rusos radicaba en el estalinismo y Heller no
estaba de acuerdo con él. El totalitarismo que Stalin utilizaba para doblegar a sus enemigos
o contradictores políticos fue el punto clave para su desencanto. Agnes Heller fue
perseguida junto a sus compañeros de la Escuela de Budapest (incluido Lukács) y
posteriormente expulsados del ámbito académico de su país.

Otra parte importante de la filosofía de A. Heller surgió después de autoexiliarse y trabajar


para dos universidades extranjeras, inicialmente en la Universidad La Trobe ubicada en
Australia y después en la New School for Social Research de la ciudad de New York. En
ambos casos, fue profesora de filosofía. Debido a esta nueva experiencia sus pensamientos
migran a ideas enmarcadas dentro de la socialdemocracia.
PRÁCTICAS DISCURSIVAS

Modo: este texto se considera argumentativo. Agnes Heller argumenta a través de una
metáfora la conciencia histórica del ser humano y su relación con la forma en la que ve,
interpreta, reflexiona y se relaciona con su entorno y con otros seres humanos, es también
una forma de entender el espacio-temporal en el que transcurre “el mundo” de los seres
humanos.

Para tal fin, Heller reflexiona acerca de las dinámicas de las estaciones de ferrocarril, las
vías y los mismos trenes para explicar cómo estos elementos, desde una visión metafórica,
se parecen a la historia, al devenir de la humanidad, tanto desde su parte individual
(subjetiva) como colectiva. “La estación de ferrocarril media entre el pasado y el futuro;
atrapa el presente absoluto. (…) Sin embargo, la estación de ferrocarril metafórica, donde
los habitantes de nuestro mundo recién comienzan a establecerse, ya no es más un
alojamiento provisorio. Uno se establece allí para toda la vida.” (Heller, 1999, pág. 291)

Según Agnes Heller la locomotora y sus viajes representan el pasado, el presente y el futuro
de la existencia humana. La locomotora metafísica avanza entre estaciones llevando
personas que vienen de una estación pasada, de otros que se suben en el instante presente y
los que lo harán en la próxima parada, en la próxima estación. La locomotora es la historia
humana vista desde la perspectiva moderna. “Las personas que están en la estación son
contingentes. No pertenecen a la estación, sea como individuos sea como miembros de una
clase social. Están ahí sólo por casualidad porque los trenes están allí. Mañana habrá allí
otras. Las personas en la estación de ferrocarril son indeterminadas, indefinidas, no son
personas. Esta indeterminación, esta contingencia de su presencia moldea a hombres y
mujeres en masas oscuras e indistinguibles en esta estación. Los trenes, los rieles, las
locomotoras son los héroes reales. (…) Las locomotoras no son contingentes, pertenecen
por necesidad a la estación de ferrocarril. La estación de ferrocarril es su hogar y su
principio de vida, el humo la nutre.” (Heller, 1999, pág. 290)

La metáfora de la estación de ferrocarril domina consciente o inconsciente la imaginación


histórica de los seres humanos, la evidencia está en las numerosas expresiones del arte que
muestran la influencia de este invento de la revolución industrial en la percepción y
entendimiento de la realidad. Heller reflexiona sobre los escritos de Baudelaire y las
pinturas de Monet para sustentar su tesis sobre la contingencia individual del ser humano
ante la fuerza de la locomotora y su viaje que es la “Historia”. Para A. Heller la locomotora
y todo lo que la compone avanza en busca de “progreso”, viaja a veces a velocidades
increíbles que, dependiendo del maquinista y de sus intenciones, será el fin o el comienzo
del futuro absoluto. La locomotora de la historia no puede volver a tener como punto de
llegada futuro la estación del horror, Auschwitz.
Tipo: es un discurso filosófico porque analiza la historia humana, el devenir de la especie,
es decir, la forma como el ser humano afronta los desafíos cambiantes de la vida en tiempos
de la modernidad que en últimas es la misma historia. Dichos desafíos se derivan, entre
otras cosas, de las interrelaciones entre sujetos, entre mundos personales (mi mundo y el de
ellos), que a la vez forman un mundo general. Heller lo explica de la siguiente manera:

Conocemos las estaciones y destinos futuros de nuestro viaje si estamos


familiarizados con el horario de trenes; lo mismo vale para la historia. El horario del
tren de la historia necesita ser establecido de una manera científica. El tren es tirado
por una locomotora; lo mismo vale para la historia. Cuanto más poderosa es la
locomotora, tanto más rápido el tren; lo mismo vale para la historia. A veces, se
identifica la historia con la locomotora misma. La locomotora es manejada por
maquinistas; también la historia necesita maquinistas que sepan cómo alimentar el
progreso, de modo que su velocidad continúe aumentando. (Heller; 1999; pág 287.)

En otras palabras, para Agnes Heller el mundo se puede representar como una estación del
ferrocarril, lo que hace parte de ella, como la fachada, las personas y sus vidas, los
momentos de espera, las vías del tren, la locomotora y su maquinista y las diferentes
estaciones. Una estación de ferrocarril metafórica se puede relacionar con el mundo, su
pasado, presente y futuro. “El tren se mueve hacia adelante; se supone que también la
historia se mueve hacia adelante. El tren se mueve hacia adelante sobre los rieles, de
estación en estación. La historia, así creen muchos, tiene sus leyes inmanentes y no puede
moverse hacia adelante sin seguir estas leyes, desde una estación futura hacia la otra. (…)
La estación de ferrocarril, un vínculo entre la ciudad y el viaje, la tradición y el futuro, es la
metáfora del presente absoluto. Para decirlo en el espíritu de esta metáfora, vivir en la
estación de ferrocarril es la resolución de vivir en el presente.” (pág 287.)

Adicionalmente, A. Heller reflexiona sobre el presente, que para ella, es vida-en-un-mundo,


no vida-en-el-mundo, puesto que, conocemos otros mundos, pero solo podemos tener el
propio (el presente), es decir, solo se tiene un mundo cuando se actúa en él, ser-en-un-
mundo, el mundo general existe por la suma de la relaciones simbólicas entre mundos
(individuos) en dirección a otro(s) mundo(s). Dice A. Heller que el presente contiene
todas las experiencias vividas derivadas del pasado que recuerda-rememora una
imaginación creadora que se dirige al pasado para existir. El mundo absoluto es la
sumatoria de las vidas en los mundos propios.

Género:

 Campo Genérico: corresponde a la filosofía moderna.


 Género: ensayo.
 Subgénero: filosofía práctica.

TEXTO:

Plano de la expresión: el libro fue escrito finalizando el siglo XX de nuestra era,


específicamente en el año 1993. El idioma original del texto es el inglés, con una cantidad
de 288 páginas escritas, llevando como título: A Philosophy of History in Fragments y
editado por Blackwell Publishers con sede en Oxford – Inglaterra. En 1999 se editó la
versión en español conocida como: Una historia de la filosofía en fragmento, traducida por
Marcelo Mendoza Hurtado, bajo la dirección editorial de Gedisa S.A. Con sede en
Barcelona-España. Para esta versión el número de páginas escritas fue de 336.

Plano del contenido En este texto sólo aparece la voz de A. Heller. Es la única
enunciadora del texto, los referentes enunciados como Hegel, Baudelaire, Turner, Marx,
Napoleón, Monet, Arendt o Kant están presentes en el texto desde la perspectiva y punto de
vista de Heller

Enunciador presupuesto: Agnes Heller, mujer de carne y hueso, de 64 años de edad.

Enunciatario presupuesto: Los lectores de sus investigaciones y libros, principalmente


estudiantes de las universidades donde trabajó.

Referentes presupuestos: La filosofía moderna, la sociedad moderna y posmoderna, el


individuo moderno, la filosofía liberal, la historia, la cotidianidad, el mundo, las cosas y sus
usos.

Enunciador enunciado: la Agnes Heller madura y consolidada como filósofa y profesora


de algunas prestigiosas universidades del mundo.

 Ethos lingüístico: A. Heller utiliza recursos retóricos destacables, hace uso de


referentes literarios y de las artes en general. Refuerza sus argumentos a través de
analogías y metáforas que son la base de su discurso filosófico. Su pensamiento
académico es de corte moderno, pues, reflexiona a partir de ideas de filósofos como
Hegel y Marx para entablar un dialogo con el estilo de vida de la modernidad y la
posmodernidad.
 Ethos cognitivo: En este aspecto la autora utiliza su gran conocimiento en filosofía
y sociología. Heller analiza el presente como una construcción histórica que
depende de la acción simbólica de los diferentes mundos, las personas, hombres y
mujeres, cosas diferentes, el lenguaje, el mundo de los muertos (el legado humano),
el mundo de los otros y el propio. El presente existe por la interrelación temporal y
atemporalmente entre sujetos, sus hogares, sus viajes, sus anhelos y sus cosas.
 Ethos axiológico: Agnes Heller en su texto expresa valores como la cooperación, el
progreso e incluso la modernidad entendida como valor. Su texto es una crítica a la
vida moderna. La metáfora de la estación de tren es perfecta para enmarcar el tipo
de sociedad en la que se inserta el ser humano moderno. El trasegar de la historia
humana discurre a partir de valores reinantes en cada época. Para Agnes Heller la
modernidad es una metáfora a la contingencia, es decir, la modernidad promueve
valores como el individualismo, pero dentro de esta sociedad se vive de manera
anónima, homónima y repetitiva, esperando desde la pasividad el rumbo que toma
la Historia. Para la autora y tomando uno de sus ejemplos, el ser humano en el
mundo moderno es la representación difusa que hace Monet de él en la pintura de
La Estación Saint-Lazare.

La Estación Saint-Lazare (Monet, 1877)

En La Estación Saint-Lazare los individuos quedan reducidos a meras sombras que


desaparecen entre el vapor de las locomotoras. Los pasajeros esperan tomar un tren
que los lleve a un destino que tal vez no conocen, pero lo que realmente sucede es
que el tren es el que toma al viajero y lo lleva donde el maquinista tiene dispuesto.
La estación del ferrocarril es la masa social y la locomotora es la historia que
avanza espacialmente en los rieles del mundo.

 Ethos pasional: en este apartado Agnes Heller deja clara su posición frente a qué
decisión tomar con respecto a los trenes rápidos de la historia. Su visión crítica
(incluso llamado a la precaución) es a no abordar contingentemente los avances
rápidos de la historia. Es necesario establecer en el presente una conciencia
histórica. Agnes Heller dice que se puede vivir en el presente sin elegirlo, pero se
estaría viviendo de forma inconsciente la historia y eso tiene características
peligrosas cuando se abordan trenes que tienen un futuro absoluto, por ejemplo,
llegar a una estación como Auschwitz. La gran tragedia del ser humano radica en
abordar apresuradamente los trenes rápidos de la historia que tiene como objetivo
solo el futuro. Para Heller es mejor habitar las estaciones de ferrocarril que median
entre el pasado y el futuro y no el infierno creado por el ser humano a partir de la
búsqueda de un futuro absoluto.

Enunciatario enunciado: Por la profundidad de los conceptos y la actualidad de las


temáticas abordadas por Agnes Heller, se puede suponer que la idea de la autora era llegar a
la mayor cantidad de público posible, aunque claro está que esos lectores en los que ella tal
vez pensaba deberían tener intereses en la filosofía y la historia, es decir, un tipo de lector
familiarizado con el conocimiento filosófico y un desarrollo cognitivo alto. Sus textos no
tienen ningún tipo de restricción ideológica o segregación en sus lectores. Seguramente
muchos de sus ensayos surgieron a partir de su trabajo como profesora universitaria y tal
vez el primer grupo objetivo serían sus estudiantes. Más allá de la anterior suposición, el
público al cual está dirigido el texto es el auditorio universal.

Referentes enunciados: En todo el texto de A. Heller hay varios referentes enunciados.


Estas referencias se enmarcan en ejemplificaciones y analogías de escritos literarios,
filosóficos y producciones artísticas de los diferentes referentes que refuerzan la idea
central de la filosofía de la húngara. En una primera instancia encontramos referencia al
trabajo de Baudelaire cuando Heller expresa la idea del viaje a lo desconocido que toma del
poema Invitation au voyage (Invitación al viaje)

La invitación al viaje – Charles Baudelaire (Las flores del Mal, 1857)

“Mi niña, mi hermana,

¡Piensa en la dulzura

De vivir allá juntos!

Amar libremente,

¡Amar y morir

En el país que a ti se parece!

Los soles llorosos

De esos cielos encapotados


Para mi espíritu tienen la seducción

Tan misteriosa

De tus traicioneros ojos,

Brillando a través de sus lágrimas.

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.

Muebles relucientes,

Pulidos por los años,

Decorarían nuestra alcoba;

Las más raras flores

Mezclando sus olores

Al vago aroma del ámbar

Los ricos artesonados,

Los espejos profundos,

El esplendor oriental,

Todo allí hablaría

Al alma en secreto

Su dulce lengua natal.

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.

Mira en esos canales


Dormir los barcos

Cuyo humor es vagabundo;

Es para saciar

Tu menor deseo

Que vienen desde el cabo del mundo.

—Los soles en el ocaso

Recubren los campos,

Los canales, la ciudad entera,

De jacinto y de oro;

El mundo se adormece

En una cálida luz

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.”

La filósofa reflexiona acerca del sentir de una época con respecto a los viajes y la
contingencia del ser humano en la sociedad moderna. Adicionalmente Agnes Heller
reflexiona sobre las pinturas que plasman Turner y Monet sobre los ferrocarriles en la vida
humana, también las piezas musicales de Beethoven, los escritos de K. Marx sobre el papel
del proletariado, las ideas de transformación histórica humana que hacen Hegel y Arendt, la
diferencia entre tener y conocer un mundo que hace Kant y las aventuras infernales que
tiene Fausto en la obra de Goethe.
Lluvia, vapor y velocidad. (Turner, 1844)

Todos estos referentes enunciados tienen el objetivo de presentar una síntesis del
pensamiento y acciones de la modernidad. Para Heller la radiografía de la sociedad
moderna está contenida en las diferentes expresiones del conocimiento tanto literario,
filosófico y artístico, que hacen del ser humano un ser contingente.

El método filosófico de Agnes Heller: La ética, la historia y el individuo son los ejes
centrales del pensamiento filosófico de la húngara. En sus primeros años Heller estuvo
influenciada directamente por el marxismo. Muchas de sus primeras reflexiones giraron en
torno al papel histórico de la clase obrera en la revolución y emancipación de los pueblos.
Después, debido a múltiples situaciones abandona la idea de considerar a la clase obrera
como sujeto de la revolución y cambia su punto de mira a la conciencia histórica del
individuo, sus cotidianidades y vivencias. Hay que aclarar que la autora en sus últimos años
decía que no era ni marxista ni postmarxista, simplemente Agnes Heller.

Según Heller el individuo no puede seguir siendo contingente ante la historia, debe ser
consciente y participante central de ella. La modernidad se encargó de construir una visión
del mundo donde los individuos se convierten en seres anónimos y de poca relevancia para
la historia, pues, según Heller, los individuos son seres contingentes ante el poder
avasallador del modelo capitalista y burgués.

La contingencia de las personas en la modernidad es representada de diferentes formas. La


literatura, la pintura y la música expresaron de forma directa o indirecta el sentir de varias
generaciones frente a las trasformaciones sociales, políticas, económicas que implicaban la
industrialización del mundo, la reducción del hábitat rural y el crecimiento desmedido de lo
urbano.
Las cotidianidades, las interacciones entre mundos subjetivos, es decir, entre personas, las
cosas y sus usos, deben ser parte central del entendimiento de la vida humana y no solo la
visión de unos cuantos líderes y sus ideologías. Se debe entablar un proceso dialógico entre
individuos y el mundo, entre los seres conscientes y la historia, para lograr superar la
adversidad y el horror que resulta de aquellos sistemas o ideologías que abordan la
locomotora del progreso de la modernidad encarrilada en la búsqueda del futuro absoluto,
sin vivir el presente, sin tomar el regalo más preciado de la humanidad, el aquí y el ahora.
BIBLIOGRAFÍA

HELLER, A. (1999). Una historia de la filosofía en fragmentos. Barcelona - España:


Editorial Gedisa S.A.

HOBSBAWM, E. (2000). Historia del siglo XX. Editorial CRÍTICA, Barcelona - España.
Título original: "Age of extremes, the short twentieth century 1914-1991”

BAUDELAIRE, C. (1977). Las flores del mal., Buenos Aires – Argentina: Efece Editor.

También podría gustarte